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COLECCIÓN
DE LOS MEJORES
AUTORES ESPAÑOLES.
TOMO XIX.
mSTOBIA
DI LA
DOMINACIÓN DE LOS ÁRABES
EN ESPAÑA.
parís. — BN LA IMPBBNTA DB PAIN Y THÜNOT,
Calle lUciiie, M, ewca d«l OdioB.
HISTORIA
DOHmAGION DE LOS ÁRABES
EN ESPAÑA,
8ACADA DK TAUOe KAIWSCRlfaS T MBIIOUAS ARAHGAfl,
UON JOSÉ ilNTONlO CONDE.
parís.
BAUDRT, UBRERIA ETHOPEA,
N* 3, QUAI lUUQCAIS, CEBÚ DEL PONT DES ABTS,
I tTíun t iivita, 1, ciLu dd cog, cncA do. lodtm.
ms TAKBnn n» imtcit,c«li.i di la paix ; nom , *oin.sTiRD du iTUJm>
«KAm* anauM, ciu.s kicieuid; uofoi
1 A
PROLOGO.
Ptfeee Vialidad de las oons h amanas qae los mas importantes acaecimientos
delospo^los. randanzas de los imperios, rerolaciones y trastornos de las mas
boHSM dinaatias hayan de pasar á la posteridad por las sospechosas reía-
cMMsdd partido yenoedor. Los romanos escribieron la historia de saengrande-
ÓBiiento, de sos ríralidades y sangrientas guerras con los de Cartago; y los
ocriims griegos qne trataron de este mismo asunto , dependían del poeMo
nanno » y asi no escasearon las adnladones. Paréoenos Sdpion un héroe admi-
nUe porque aa historia es obra de sus elogiadores y apasionados ; mas sin em-
1«S0 oompanoe grande el ínclito Aníbal aun en las relaciones de sus mortales
enemigos. Y si el odio implacable , y ambiciosa política de los romanos, no
hahisra abnúado las memorias púnicas, no tendríamos á este lamoso espiten
^fricaio por tan croel y bárbaro como nos le présenla Lirio. Nuestro Cid Ruy
I>»z, el célebre Campeador, no aparece en los eácrilos de los árabes tel como
cantan nuestras crónicas. En estes ten humano como valiente , acoge y lleva
ea sos hombros al gafo : en aquellas pérfido y cruel , quema vivo al rendido
ptenador de Valencia, atropellando los concertados pactos. Pero una sana y
jasta crítica pide que no nos contentemos con los testimonios de un solo par-
tido, y qoe comparemos las relaciones de ambos con imparcialidad y discre-
ción , y GOD scrtoel ánimo de hallar la verdad.
iHr eso me dediqué á ilustrar la historia de la dominación de los árabes en
Cflpa&a, compilándola de las memorías y escritos arábigos, de manera que pueda
leerse como ellos la escribieron , y se vea el modo con que refleron los acaed-
nieates de este época ten memorable. Diré con sinceridad que he puesto en este
nú trdbajo todo d estudio y diligencia de quesoy capaz , no perdonando ningún
giaere de Citiga ; y tratendo de superar las dificultades en cuanto he podido,
y apiuveJiándome de todas las ocasiones y auxilios que se me han proporeio-
aado. Y bien ha sido necesaria todita constencia que he puesto al intento;
porque no es negocio fácil el haber de indagar y referir con sencillez y sin
«ÜBctadon , y siguiendo el orden de los tiempos y de los sucesos , así los orígenes
^ una nación céldlxe , como su Incremento , sus conquistas y acciones famosas,
)«eostambres con que se distinguía, su cultura y los acaecimientos y vidst-
lades de sa poder en la dilatada serie deodiocientos años. £1 haber de coordinar
CQsastantas y ten varías, recogiéndolas de diferentes escritores, el comparar sus
fefcrendas , y el tomar partido en la Inoertidumbre de sus relatos , es sin duda
aa trabajo ímprobo y arduo : al que se allega el de traducir todo esto de la
leogna de los árabes á nuestra castellana ; y no de libros Impresos y correctos ,
MUS de antiguos y maltratados manuscritos. Mas sin este fatiga no podían rec-
tificarse ios heehos, ni aclararse lascosaseomo fueron, sino á la luz de las me-
aiorias arábigas.
£n ks siglos de la mayor ignoranci^de Europa , y cuando en ella solo sabían
leer ios oblólos y los abades, erau doctos los arables así de Oriente, como de
Aíirka y de Espada. Bien conoció esta verdad el rey don Alfonso el Sabio,
•• .
▼I PROLOGO.
cuando en el afio de 1854 ordené que se eslablecieáea en Sevilla estudios gene-
rales de latín y arábigo. Y á este insigne rey se debieron mochas preciosas tra-
ducciones de obras arábigas , por la mayor parte astronómicas , segan él gosto
de aquella edad, y de algunas de medicina y química. Pero siguiéronse tiempos
desgradados de ignorancia ; y basta la restauración de los buenos estudios en
Europa , no fué estimada la literatura de los árabes » ni se pensó en unir sus
preciosos restos. Las bibliotecas de España debieran de haber sido las mas
copiosas y escogidas en esta dase de manuscritos ; pues ademas de las preciosi-
dades que pudo proporcionar la conquista de Granada , hubiera habido no pocas
ocasiones de aumentarlas con motivo de la jornada de Túnez , y la ocupación
de Oran , Ceuta y otras plazas de Afric^. Mas cuando la conquista de Granada
estaba en despredo el nombre y la literatura de los árabes : y la extraña opi-
nión de aquel tiempo , en el cual todo escrito arábigo se tenia por un alcoran, ó
libro de errores y superstición musulmana, los condenó á todos sin examen ;
y el (tiego consumió millares de volúmened, á pesar de la diligenda de lo^
moriscos en ocultarlos y llevarlos á África. León Africano dice que ce hospedó
en Argel en casa de un comisionado de aquella dudad , que había llevado á ella
mas de tres mil libros de los moriscos de Granada. Si en tiempo de Felipe II I
se resarció en algo esta falta con la presa de una nave, en que iba la recámara
y librería de Muley Zidan » prindpe de Marruecos , la fatalidad que persigue
á las letras hizo que desgraciadamente en el año de 1671 consumiese un incendio
en el Escorial mas de ocho mil volúmenes , la mayor parte arábigos. Pérdida
irreparable I porque bien sabido es que después de la expulsión de España los
árabes (tieron decayendo en sn literatura , hasta hallarse en el día en una
lastimosa ignorancia así los de Oriente como los de África. Sus buenos y apre-
dables lítNt» son los antiguos : mas las copias de estos no se multiplican , y los
originales perecen. La biblioteca del Escorial , á pesar de las calamidades que
ha sufrido , conserva todavía maguí fleos restos de lo que fué ; pero las obras mas
grandes y preciosas están por la mayor parte incompletas. No se ha reparado
esta pérdida por falta de atención y diligencia en promover el estudio de la
literatura arábiga, tan conveniente y necesario para ilustrar nuestra historia
y geografía y como indispensable para conocer bien la índole de nuestra lengua,
y los orígenes de muchas y muy floridas y elegantes locodones suyas. Nunca
se han aprovechado las ocasiones de adquirir manuscritos arábigos, trayéndoios
de África , donde fueron á parar las obras de nuestros andaluces, y donde van
pereciendo olvidadas y desoonoddas de sus bárbaros dueños. Por cierto que no
hemos Imitado la diligenda y esmero délos sabios de Holanda , Francia é Ingla-
^ térra en traer de Oriente y de África cuantos manuscritos han podido adquirir;
allegando estas riquezas literarias, que son ahora el principal ornato de sus
bibliotecas.
Mas y sin insistir en este asunto , ello es cierto que para mi propósito era in-
dispensable consultar las memorias que nos han quedado de los árabes. Lo poco
que hasta ahoras abiamos de su larga dominadon en nuestro suelo , está tornado
de las ligeras notídas de nuestras antiguas crónicas : las cuales así por la rudeza
de su estilo, demasiada brevedad é inexactitud , como por la injuria de los
tiempos , han llegado á nosotros faltas , y oscuras aun en lo pertenedente á
nuestras cosas ; y en lo poco que de los árabes contienen no hay sino espedes
confusas y alteradas. Por otra parte se deben considerar como relaciones sospe-
chosas de enemigos que escribían cuando el odio era mas vehemente ; cuando no
tenían entro sí otra comunicación que la terrible y sangrienta de las armas ; y
cuando en su dominación síempro odiosa , no velan en ellos sino sus tiranos. De
aquí hm procedido las especies falsas, desfiguradas ó mal entendidas que con-
PROLOGO. Tit
taaioaa y oecoreoeit nneBlra Uatoria en esta parte tan principal de ella. De
a|iií pivmiie que se crea oomnnmente que los moros, cnando hicieron la en-
trada en España, eran innumerables y ne tanto goerreros ralientes y arortu-
aades.ciiaBtobérbarDecmdes, sin caltora ni polida algona. Qoe todo lo
Osvaten á sangre y tuego ; é inhumanos y sin género alguno ^e piedad no per-
dnaban edad ni sexo , ni dejaban piedra sobre piedra en las poblaciones. Y en
nma , que ddante de ellos huia despayorída la cristiandad , atn^llada del
fímirde las bárbaras huestes ; y detras de las sangrientas vencedocas tropas no
qwdaba sinohoiror, desoladon y moros. Estas ideas que imprimió el espanto
de las rápidas y asombrosas conquistas que los árabes hicieron en Persia , Siria,
Egipto , África y España , y sus sangrientas entradas en las Galias ,^ perpetuadas
por la tradidonen la oscuridad y tinieblas de los tiempos bárbaros , se des-
cilnn mqqr tales como fueron en los antiguos escritos de ellos; y se re como
aa qáreito de fimáticos aguerridos entró en Andalucía , corriendo y talando
los BNügoardados campos de Lnsitania ; y venciendo un numeroso ejército de
sniafenidos godos, sojuzgó en poco tiempo fa España toda. Mas las condi-
doaes que iaaponian á los vencidos eran tales, que los pudrios en vez de opresión
hiltahan comodidad en ellas; y si comparaban su suerte con la que antes
teaianse CDDsldcraban harto venturosos. El libre ejercicio de su religión, la
de fas templos, y la seguridad de sus personas, bienes y pose-
I, recompensaba la sumisión y el tributo que debian pagar á los vence-
dores. Y la fiddidad de estos en guardar sus pactos, y mantener justicia igual
coa todas las clases , sin distinción alguna , ganaba la confianza de los pueblos,
arien coman como en particular. Y en estas prendas , generoso ánimo y hospi-
talidad , eran extremados los árabes de aquellos tiempos.
Si la historia es la escuela práctica de los hombres debe respetarse en ella
lareniad , y no desfigurarla con falsedades y calumnias. La imparcialidad es
d requisito mas esencial en un historiador, y sin esta prenda ¿ qué fe pueden
relaciones? No es mi ánimo el deprimir el mérito y utilidad de las
han precedido á esta que ahora publico , trato solo de indicar que
la época de nuestros árabes son de poco provecho las que hasta ahora
El Gronleon de I«doro de Beja, conocido por el Pacense, es el único oontem-
á la venida de los árabes y sus primeras conquistas en España. Esta
es muy concisa y de muy corto tiempo : y por otra parte tan depravada,
soiameQie conserva los desfigurados nombres de los apsitts, ó primeros
eandílloa árabes que mandaron ea España, hasta el año séptinfo 'de Jnzef el
Fchri : esto es , hasta el año 754 de Jesucristo. Sí por desgracia no se Ihiblerau
podido las (teas que este diligente escritor dice haber compuesto, tal vez no
seria tan escura y desconocida la historia de aquella edad calamitosa. En lo
peco qoe dice , aunque no tan rudo é inculto como los que escribieron después ,
9t conoce que es harto ponderativo y declamador ; y ofrece pocas ideas de la
paüda y gobierno de los árabes vencedores.
las qoe le siguieron copiaron de él con poca exactitud : y en lo que aña -
dieroo de sos tiempos no fueron tan diligentes como él ; y sí mocho mas bárba-
ros, eondsoa y apasionados. Entre estos los mas conocidos y acreditados son
Salmanticense, á quien se atribuye la crónica que llega hasta el
de Jesucristo : el Cronicón Abeldense, que añadió el monge Vigila, y
llega ai 073. A este siguió el Cronicón de Sampiro Asturícnse hasta el 982 : y
laegocide l^slagio Ovetense que acaba en liOU. En todos estos no se halla sino
olgnaa leve noticia de las cosas de los árabes : el suceso de una batalla ; la
■aoiade una entrada ó rompimiento \ el nombro desfigurado de algún caudillo ;
▼III PROLOGO.
y todo ello oaonro y teoeliiüeo. No hay quebnscar U serio de losreyeBimnliiiieB,
niespede cierta de n goMenio 6 de sob coetaiiiliraB. Lob Anales oomplaleiifles
que llegan al año 1119; los eompostdanos al 1248, y los toledanos al 1990,
aon todos rodos , áridos y concisos, y no merecen sino el nombre de apunta-
mientos, en queso nota el dia ó año de nna batalla ó encuentro de los enemigoB,
ó algún acaecimiento de los mas notables. Los mas importantes sucesos se cuen-
tan en dos palabras. Por ejemplo : la batalla que ks árabes llaman de Zalaca ,
por el sitio en que se dio cerca de Badajoz, quefuémuy célebre y sangrienta,
y en la que nuestro rey don Alfonso Seito peleó contra lodo éí poder de los
reyes árabes de España , y las fuerzas reunidas de los moros almorávides , que
habían yenido de África para auxiliaries; la cuentan asi estos anales. Los com-
plutenses dicen : In era iicxxiv. nn. vi. x. ral. novudeis. dU SS. Servandi
et GemuMi, fuit illa arraneada m Baduzo, id e$t, Saeraliai letfiíü
ruphu rex dornnus jádefomus. Los eompostdanos : Era mcxxiv : fmU iUa dU
Badajoz. Los toledanos : £ra iicxxiv , arranearon moroi al rey dan Aloneo
en Zagalla.
De estos cronicones, y -de algunos escritos arábigos formó don RuyXimenez,
arzobispo de IViledo, su Historia de los árabes : la primera latina que viola
Europa de aquellos célebres pueblos de Oriente. Este docto prelado vivió entre
muzárabes , entre quienes era vulgar y común la lengua arábiga , que d arzo-
bispo hablaba coom) la suya propia. Aunque su historia es* harto preciosa no
tiene la eztendon y claridad conveniente en la sucesión de las dinastías ará-
bigas de España : y ademas de ser escasa y oscura no pasa dd año 639 de loa
árabes, esto es 1140 de Jesucristo. Este escritor comparó mal lacorrespondenda
de los años de la era dé César con los años lunares de los árabes. Error que
extravió á céld>res escritores de nuestras cosas, y pusieron la entrada de los
moros en España en el año 713 , y la batalla de Jerez en noviembro de 714.
La historia , que se dice dd moro Rads , y que se supone tradudda dd. ará-
bigo por maestre Mahamad, y Gil Pérez, dérigo, de orden de don Donis, rey
de Portugal , es una mezquina oompiladon de los bárbaros cronicones antiguos ,
con algunas noticias tomadas de malos libros arábigos : toda llena de errores , y
fábulas absurdas. Únicamente merece alguna consideración en la parte geográ-
fica , que aunque muy depravada sirve en este punto para d conodmiento de
aqud medio tiempo. Es asimismo tan escasa, como bárbara y ruda; y no con-
tiene mas que los nombres de algunos reyes de Córdoba : y de un rdnado de
dncuenta añoa, Ion edebre , como esel de Abderahman 111, solo dice, « que reinó
cincuenta anos : é fué muy granado en sus fechos; é dejó Qjos é fijas, é fué
elegido por mandado de Amiral)omdin. » Y después de esta aridez y talla de
exactitud y verdad no pasa del hijo de estq Abderahman en el año 366 de los
árabes. Con la autoridad y nombre de este historiador arábigo Izá ben Ahmed
Razif , que dertamente escribió historia de España, que citan muchos escritores
árabes, se han esparcido no pocas fábulas en las crónicas castdlanas.
La que se intitula Crónica general es obra llena de excelentes cosas , de nobles
descripdones y discretos conceptos ; y es , á mi parecer, la mas elegante y culta
que en lengua vulgar se escribió en Europa por aqudlos tiempos. Pero no por
eso deja de abundar en fábulas y ridiculas omsejas de moros y judies. Por mas
que el sabio rey don Alfonso diga que « fizo fiscer este libro después que ovo ayun-
tados todos los antiguos libros, et todas las crónicas , et todas las historias del
latió , et dd hebrayro, et dd arábigo, que eran ya perdidas et caldas en olvido ; »
sin embargo no mejoró , ni ñié mas conodda y derta la historia de nuestros
árabes.
Lo mismo acaeció en las crónicas particulares, recopiladas en tiempo de don
meLOGo. IX
AkMoclOineno, y en las po8lerior8B;eii las que solo se meiiekNiaii aquellas
pnaseosas ifoe tienen ralaeioDooD kssoeesoB de Doeslios reyes; yno se delie^
áicfenr lo que pasaba entre los moros. ^
látelos hialoríadoies, aan los mas dedos y crítieos, no han reparado esta
porlede nuestra historia ; y esto ha sido sin duda alguna por falta de erqdidon
srtlágn: pues sin ella era imposible hacer otra cosa que copiar lopocoqnede
eslsdioai losantigoos, y conjetorar sobre ello : lo que en realidad noesmas
fse palpar tinieblas, y andar á oscuras y desatinados. No merece mencionarse
laabsnrda fábnla, que con titulo de traducción dé la historia de Taríf Aben
T^aiCy poblleó el morisco Miguel de Luna,* que la fingió, manifestando sv
igBaranda en la materia , y su impudente osadía literaria.
Cnanto he dicho hasta aquí , exponiendo mi juicio, acerca de nuestros anti-
gnos escritores de la historía de esta época, no ha sido con ánimo de deprimirlos,
■i de ensalzará sucostaá los escritores arábigos. Debo ser impardal; y acerca
éd Bteitode estos diré mi parecer con igual franqueza.
Los árabes han tenido siempre gran copia de escritores, porque en esto no
les attetajan las naciones mas cultas , antiguas ó modernas. Y si desde sus
tncBos tiempos, y cuando ya no escribían solo poesías , y canciones de amores,
y de afen turas y valerosos hechos, sino que se dieron al estudio de las ciencias
, y trasladaron á su lengua todo lo bueno que de ellas habia en Grecia ;
el mismo fervor se hubiesen entonces aplicado á leer y traducir las bis-
griegas y latinas, hubieran imitado los buenos ejemplos que dieron
naciones. Y ahora en vez de impertinentes y pueriles biógrafos, secos
y vanos autores de hadices, ó historias tradicionales, llenos de
pcanpa , y de lascivas gracias de estilo, tendriamos en ellos buenos historia-
dora: pn9 los árabes ni en lengua ni en ingenio ceden á ninguna otra
Hadgi Challa cuenta mas de mil y doscientos historiadores en su Biblioteca
«iental ; pero los mas de ellos son compiladores y abreviadores de diez ó doce
principales : y erano ni aun estos están libres de preocupaciones y errores, por
lidia de critica y dé conocimiento de las naciones, de sos leyes y costumbies ,
los modernos, con menos sabiduria y disposición para escribir de cosas antiguas,
ka han cofMo sin reflexión ; y han pn^gado muchas fábulas, que dan oca-
óan á las disputas y desconfianzas de los críticos.
Algunos de sus autores, como Aben Ishak Tabarí, Aben Ornar él Wakedi ,
d Hesandi, Seif Alezdi, Aben Keibi , Novairi y otros, tratan en sus historias
de vacilas naciones y de tiempos difeirentes. Algunos se han reducido á ciertos
imMoK y ciertas épocas : otrosá los sucesos de so pais ó de sus contemporáneos.
A^Aben Hegig, óRechicse limitó ala historia de África ; y Aben Hayan , el
■ejcr historiador de las cosas de España , se dñó á este asunto, y á los reina-
dos de los Omey as en Córdoba. Los infinitos escritores que han venidodespues
no han hecho sino copiar á su modo, y apropiarse las noticias de los antiguos
compilaciones con masó menos discreción y critica. Y no pocos, por un
excesivo á lo maravilloso, no se contentaron con repetir los sucesos anti-
9oaM> los hallaron, sino que los presentan enriquecidos con adornos de su
haii^inafiím , llenando la historia de circunstancias fingidas : llegándola manía
dealganoB á desfigurar y disfrazar los acaecimientos de que fueron testigos y
porticiptntes. Pero el gusto mas oranun de los árabes es epitomar á los antiguos,
mí historiadores como geógrafos ; de manera que han hedió por lo común de la
Uiloria y geografía un esqueleto , que solo contiene nombres de pueblos y de
leyesj y de épocas impertinente^ minudosas : llegándola ridicula prolíjidail
de aligónos á contar hasta las horas de la vida , ó del reinado de los príncipes;
X PROLOGO.
cuando pasan por alto ctrcoastancias y anoeaos ée ka mas Importanta. Loa
árabes antiguos son mas pantoales y exactoa , y tienen mas conformidad en sos
relaciones : los modernos, á excepción de al¿an otro, como Abaifedá y ben
Gbaledon, son inconexos y desigoales; nnas veces concisos, y otras prolijos,
y redandantes en descripciones, especialmente de aqndlas batallas en qoe
fueron venturosos ; y con dos palabras refieren aquellas en qoe quedaron ven-
cidos, tal vez con horrible matanza. Tai es el genio de estos escritores por lo
común, pues ya he significado que esla censura no comprende á todos, porque
hay algunos buenos hlsloiiadores que no deben confundirse con la turba de
escritores de poco mérito.
Losautores arábigos , conocidos en Europa , y publicados en día por los doc-
tos Seldeno, Pocok, Erpenio, Goiio, Schultensy Reiscfae, son de muy corta
utilidad para nuestra hkleria. Ni en la de las dinastías de Abulfiíragi , ni en
loe anales de Aben Batrik de Alejandría se hace mención de nuestras cosas. En
los anales de Elmacin , abreviadim de los de Tabari , hay una ligera reladon
de la conquista de España , en que se nota el año en que acaeció, y el falleci-
miento de los principales Omeyas, reyes de Cordel ; y todo esto en dos pala-
bras. Los anales muslímicos de Abulfedá ni siquiera notan la entrada de los
árabes en España , ni mencionan sus primeros amlres ó prefectos , ni sus guer-
ras. Únicamente dicen algo del último tiempo de los Omeyas, la muerte de
algunos y su fisonomía : alguna cosa de los Hamudes de Málaga y Edrises ;
pero todo en extremooscuro y superficial. La historia sarracénica que publicó en
ingles Simón Ocley , tomada del Wakedi y de otros , no pasa de la conquista de
Siria y algo de Egipto. Y así para nuestro asunto no es de provecho.
El señor Gardonne escribió en francés una Historia de las conquistas de los
árabes en África y en España* que han traducido los alemanes y los ingleses.
Pero este escritor no consultó otros historiadores arábigos, que los que habla
extractedo nuestro sabio arzobispo don Rodrigo, algo de las notas de Heriielot ,
en que se halla lo que refiere el Novairi , y lo que leyó en nuestros castellanos
acerca de los sucesos del reino de Granada. Incurrió en el error cronológico del
ya dicho arzobispo , á quien copia , en cuanto al año de la entrada de los árabes
en España. Llama á Taric ben Zeyad con el nombre de Taric ben Malic el
Meafir : y como si ítaese diferente persona el caudillo árabe le llama en la
página siguiente Tarid ben Ziad ben Abdullah. Hace entrar á Muza en España
en el año 97 de la Hegira , ó sea 715^de nuestro cómputo , cuando ya en aquel
año había salido de España para Siria de orden del califa. Habla de la conquista
de Morola como si la hubiese hecho Taric , coando los escritores árabes refieren
la capitulación de Toriola hecha por Abdelaziz en el año de 94. Y copia sin
discreción las relaciones de nuestras crónicas , los milagros y otras soñadas
proezas , de que no hay mendon en los escritores árabes. Y sos descuidos llegan
hasta d punto de señalar la entrada de Jelid ben Hatim en Fez , cuando todavía
no existia esta ciudad : porque- Fez no se fundó baste el año 192.
£1 señor De Guignes, en su Historia de los Hunnos, abrazó modia erudición
tártara y china ; pero de nuestros árabes no trae mas que algunos nombres y
notidas superficiales , con errores notables y extrañas equivocaciones. Por
ejemplo : dice qoe el rey Hixém II fué depuesto por su primer hagib ó minis-
tro Almanzor en el año 399. Es notable error y folsedad : porque este célebre
Almanzor fué muy leal toda su vida , y la empleó y la perdió por engrandecer
el estedo de su rey Hixém. Y después de veinte y cinco años de gloriosos servi-
cios, y grandes pruebas de acendrada lealted , murió peleando por su rey en el
año 392 : esto es, siete años antes que el rey Hixém fuese depuesto , según el
errado cómputo del señor De Guignes. Y otra prueba bien clara de la lealtad de
PROLOGO. « XI
que floa dos hijos le snoedieroo en el eargode hagíb , y sinrieron
itieyHizém U con ki misma fldelidad, sino con la misma fortuna que su
ladre.
La ffistoría de los árabes del señor de Marígni apenas menciona ias oonquis-
tolde estoa-en África y eo España.
Eo noeslros dias han creído algunos que se podía formar la historia de los
árabes de Eapada sobre los fragmentos históricos que publicó Casírí en su obra
de h Biblioleea Eacorialense. £1 ingles Morphy y nuestro crítico Masdeu lo han
hecko así , sin otra gaia. No hablaré del méritode estas dosobras ; pero el amor
ib Tcrdad me obliga ¿ decir que los fragmentos traducidos por Gasirí han sido
pva las tinieblas de nuestra historia como la luz de los relámpagos , que des-
iiBbnuí y desatínan mas que aclaran ó Ilustran. Hay en dichos fragmentos
fcecMBlea eqaivoGacÍ€mes de personas, lugares y tiempos » que no puede cor •
fegird qne do eonsnlte los originales que leyó Gasirí , y copió y trasladó con
precípítacíoa , oon naocfaos yudos, y expresando á las veces cosas muy diver-
«as, y aun contrarias de lo que en ellos se dice. Sería menester un largo dis-
ano para notar tantas errores historíeos y cronológicos : bastará en prueba de
h mdad apontar algunos. Dice en la página 65 del tomo II qne los Beni Alaf-
lis —py^fgiTm A dominar en Badajoz año de la Hegira tf61 ; y que después
atendieron sa imperio á Zaragoza y otras ciudades de España. En esto hay
iMCafaie error ; porque la dinastía de los Beni Alafias dejó de existir el año
déla Hcg^ 497 ; y por consiguiente no pudo principiar setenta y cuatro años
Mefmto de so extinción. También es absolutamente incierto que esta familia ,
fie Silo dio caatro reyes al Algarbe , tuviese dominio en Zaragoza y otras du-
Mes. Y salo on Labib ben Alalias, hermano del primer rey de Badajoz , fué
will é gobernador deTortosa; pero nunca fueron rayesen la parto oriental.
b la pá^na 103 nombra cuatro personages, reyes de España y deSerilla ; los
lits piBucrus de la dinastía de los Beni Abed, y el cuarto rey de Sevilla de
sira bmilia diferente. Mas esto es una confusión. £1 que llama Abu Chalad
Wfe hi|o dd rey Abulcasem , pero no llegó á reinar en parte alguna. £1 Abul-
oeem ca el mismo que Muhamad Almotamed , rey de Seyilla , á quien suce-
diéea el reino so hijo Abu Amm, apellidado Almotamed Biia; y á este su
h^Mahamad , apdlidado Almotamed Bila , que fué el último de los Beni Abed,
y ■Bo de sos mochos hijos fué el Abu Chaled Jezld el Radhi , á quien su padre
di» el gobierno de^Algeziras : y fué el que en el año 484 recibió á Juzef cuando
á aasillar á los reyes de España; y luego pasó á Ronda, donde le asesinó
. caodillo de los Almorávides. £1 Abu Muhamad Omar ben Almodafar
reinó en Sevilla : fué sucesor de Gehwar en Córdoba , y perdió la ciudad
7 el estado que ganó el rey de Sevilla. En la página 104 introduce un Almanzor,
rey daCalat llamad (que Casiri traduce Alamedilla) ; pero no hubo tal cosa ni
tal reino en España. Calat Hamad era un fuerte en el estado de Magréb el
Waat , ó medio; esto es , en el reino de Túnez ; y es un absurdo lo de Átame-
ddla. En ta página 113 dice que los Benimerines de África principiaron en el
079 de la Hegira ; y es otro error. Según todos los historiadores los Benimc-
principlaron el año 610 de la Hegira en la parte occidental de África ; y
iron de Fez contra los Almohades : y en ' 667 ocuparon á Marruecos.
Hay en U misma obra equivocaciones no menos extrañas , como el Itamar rey
«le las Almorávides á Jacub Juzef que fué rey de los Almohades ; el confundir á
los valles con los reyes, á los hijos con los padres, atribuyendo á los unos las
'líTieacfl y eropleoa de los otros , como á don Sancho las conquistas del rey de
f ^cakada Mohanuid 11 : equivocar á los galos con los gallegos , la ciudad de
^la^ crn la de Ronda , á Gosutía ron Ecija , y al Cid (::ampeador con el
XII PROLOGO.
emperador don Alonso , estropeando para esto nna relación may importante
que trae Ben Besam, excelente escritor, á quien «^ mal, y no pudo traducir
bien. Haciendo de esta manera que desaparezca de la historia arábiga de España
el héroe de Castilla , de quien hacen frecuente mendon los autores árabes; y
dando ocasión á los críticos para que miren como fábulas las crónicas enteras
y los famosos hechos del Cid , y hasta su existencia, como si fueran patrañas y
consejas, ó como los romances de los do6e Pares, ó bandos de Zegríes y Aben-
oerrages de Cines Pérez de Hita. No bastb por derto el oonodmiento de la len-
gua arábiga sin crítica y erúdidon en la historia para hacer útiles y oportunos
extractos de los libros en que están esperadas las noticias sin orden ni con-
derto. Un historiador mas moderno sude abreviar ó desfigurar un suceso ó
rdadon que escribió exactamente otro mas antiguo ; y el que sin estudio y justa
reflexión extracta á la ligera y copia sin discernimiento está expuesto á incurrir
en muy graves errores.
Por lo dicho hasta aquí es fádl conocer que he procurado estudiar cuantos
libros y autores han llegado á mi noticia de los que podían tener conexión con
mi asunto. Fuerza ha sido examinarlos todos para aprovecharme de sus noti-
cias y compararlas y rectificarlas con impardaiidad. Y lo mismo he hecho con
los escritores arábigos, cuyas obras nombraré después al dar razón de los
manuscritos de que me he valido.
Esta Historia de la domlnadon de los árabes en España está compilada de
varias memorias y libros arábigos escogidos , antiguos y acreditados; y me he
propuesto dedr lo que dios refierai , y lo hago casi siempre con sus propias
palabras fidmente traduddas. Así, al mismo tiempo que se ven los hechos de
aquella nadon , se puede conocer d genio y estilo de que usan para historiar-
los. He omitido si las referencias tradidonales en que los árabes fundan sus
nanradones, por excusar la mdesta y prolija cadena de sus historiadores, sos
nombres, apellidos, patrias y demás circunstancias que expresan dios á la
larga y á cada paso.
Los lectores pues deben ponerse en d caso de leer este libro, cual d estu-
viera escrito por un autor árabe : porque en efecto es un extracto y traduodon
fiel de muchos de ellos. Y asi no deberán extrañar la diferencia notable entre
las narradoues de esta historia y las de nuestros libros : ni la poca noticia que
se da de nuestros reyes ó caudillos , de sus proezas y su gobierno. Este libro es
como dreversodennestra historia, y así como en ella se dice bien poco ó nada
de la sucesión y orden de las dinastías arábigas y de las costumbres morís-
cas, así en esta se habla muy poco de las de León y Castilla. Y d fuese de otro
modo deberia parecer increíble. Los nombres de Roderico, Teodomiro, Ata-
naildo , Alfonso , Ramiro, Ordoño y Veremundo son los únicos que se mencio-
nan en los antiguos libros árabes. Y en los tiempos posteriores los Alfonsos,
Fernandos, Gardas, Sanchos, Remondes, Armengaudos, Gacuipes, condes
de Barodona , Ruderi^o el Campidor, Albarhanis, el conde de Gomia y Alman-
rig. En términos que para ellos ha sido tan desconocida y oscura nuestra his-
toria , como para nosotros la suya.
De propódto he conservado en arábigo castellanizadas las terminadcmes , y
ciertos nombres, dignidades y empleos políticos y militares, que traduddos
suden ofrecer una dgnificadon vaga y en general menos clara y distinta de la
que les conviene en las costumbres arábigas. Así se hallarán á cada paso amires,
valles, vazires, cadies, alcaides, jeques, hagibes, almucademes, arraya-
oes , etc. , y otros nombres de expedidones y conquistas como algihed , algara ,
que distinguen d intento y fin de la guerra , entrada , tala , correría ó conquis-
ta. Porque los escritores arábigos distinguen con prolijidad cada cosa de estas.
PROLOGO. XIII
SJB entargo procaro qoe noeaoflen oseoridad en el oonteito. Asimismo oonsenro
ai les |Niiiieti)8 tiempos las depravaciones que los árabes ha^^ nombres
4e Muertiají ciudades y proyindas : porqne esto pnede ayadar á conocer los orí-
foies de modios de los nombres qne ahora tienen y rastrear los primitivos.
TwaúAea algunas veces he nsado los nombresque ellos dan á sos horas ó divisio-
nes del día.* eomohoradeazohbi» hora dd alba: horade adoba, de diadaro:
de adobar, al mediodía: alazar, de media tarde : almagrib , á puesta del sol :
alaiemaó alazá, al anodiecer, al oscurecer, ya entrada la noche; porqneesto,
una vez entendido, no produce confnslon , y expresa sas costumbres religiosas
de dividir él tiempo por las horas de sus oraciones ó azalaes.
Gomo la eradidon y la poesía eran una parte prindpal de la educación caba-
fleresea de nuestros árabes, y sirven tanto para notar su ingenio y sus cos-
tambras, no lie querido privar á mi historia de este ornato de gusto tfábigo:
pues BO hay entre ellos historia alguna de mérito que no esté adornada de ver-
sQscon mas ó menos profusión. Por eso he insertado los que me han pareddo
■asear^cterfstícos, y que por lo regular tienen reladon con los sucesos histori-
óos. Aim en esta parto he querido imitarlos en la traducción , hadéndola en
Boeslros versos de romance; que es género de compoddon la mas usada en la
■¿ti ka jffábiga , de donde procede sin duda. Y los*he hecho imprimir como
cuas loa escriben -. porque cada dos versos de nuestros romances equivalen
í «loarálHgo, que ellos dividen en dos partes. Y asi nuestro primer verso
eqvvale á la prÍBoera mitad ó primer emistíquio árabe, que ellos llaman
qdrilbait ó entrada del verso. Y nuestro segundo verso al otro emistíquto árabe,
qae ñaman ogzilbaitócabodelverso; y ambos emistiquios son de igual número
de rilabas. La calla ó consonancia está en ogadlbait, ó cabo del verso. De modo
que una estrolá de nuestros romances, compuesta de cuatro versos, corresponde
á caatro cmistiquioB. ó sean dos versos arábigos. He debido notar esto porque
a» se extráñela novedad en el modo de im|»ímir los versos castellanos. Lo he
faedho 9tí porque saltea losojos esa prueba material dd origen arábigo de nues-
traraétrica. Guando pueda publicar una traducdon que tengo hecha de varias
psüsíai árabcn , probaré en un discurso preliminar la gran influencia de la poesía
«ábígaan la castellana.
£n todo el discurso de la historia u^ de las fechas y aftos arábigos , y entre pa-
rtelesis nota el correspondiente año de Jesucristo. En general se debe tener
ptCB^ife que cada año arábigo coindde con dos de la era cristiana: esto es, con
BB dd piindpio ó dd fin de cada año. No siempre he reduddo los
y diaspor evitar esta proiyidad, que por otra parte es negodoiádl para
qaicB tenga interés de verificar fedias: saUendoqued añode los árabes es
hmar.ytienedañoccMnun 354 dias y el intercalar 356. Por eso sucede queso
priadpiovaria, retrocediendo cada año hada enero diez diasú once. Ycoando
el año común árabe con el intercalar nuestro retrocede doce dias. De
qoeendeqpado de 34 aftos corred prindpiode su año por todos nues-
Asf que convienesaber enquédia y mes nuestro prindpia encada
d primer mes de los árabes. Eldrden de sus meses, que llaman lunas, es
ddgidento : Muharram, Safer, Rabie primera, Balrie segunda, Giumada
primen, Giumada segunda, Regeb, Xaban, Ramazan, Xawál, Dylcada,
Dylhas^. ^^^^ BM á^ cuenta desde la aparidon de una luna nueva bástala
apirkion de otra nueva luna : y este intervalo nunca ezoede los tremta dias,
d baja de veinte y nueve; y adiós computan alternadamente. Pero d último
■es, DyOufgta, en el año intntalar tiene siempre trdnta dias.
Us mas ant^iuas épocas de los árabes, dice Homaidi que ftieron temadas
de las aeaedmieotes memorables ó de las grandes seqdas ó de las eitraoidi-
XIV PROLOGO.
narias Harías. Después 0oni|MitaroD desde la ruodaekm de la Caaba ó casa coa*
drada , que es ei templo antiquísimo de la Meca , que creen fundado por Abra-
bam O por Ismael. Luego contaron desde la época de la guerra etiópica, estoes,
de la expedición del señor del Elefante, y por eso á esta época llamaban de
Alfd ó del Elefante. Por último con ocasión de Maboma y de su Hegira , fuga ó
retirada de Meca á Medina, principiaron á contar por ella ; y es ei cómputo
que siguen. Según los mas acertados cálculos convienen los cronólogos en que
la Hegira principió á 16 de junio del año 622 de Jesucristo.
En cuanto al estilo en que va escrita esta bistoria , siendo una traducción de
varios escritores, deberá notarse alguna desigualdad , aunque no tanta á mi
entender, que repugne á la índole de nuestro idioma ó á la variedad que per-
mite muy bien la narración bistórica. Pero mi principal conato ba sido el mos-
trarme fiel y exacto, y dar á la obra el carácter que le corresponde, siendo
como es una compilación arábiga. Otro con mayor inteligencia y manejo en el
castellano bubiera bedio en esta parte mucbo mas : así lo confieso, porque asi
lo conozco. Pues nuestra rica lengua debe tanto á la arábiga , no solo en pala-
bras , sino en modismos , frases y locuciones metafóricas que puede mirarse en
esta parte como un dialecto arábigo aljamiado. El estilo y expresión de la Cró-
nica general de don Alfonso X, el libro del Conde Lucanor, y algunas otras
obras del infante don Juan Manuel , como la Historia de Ultramar, están en
sintaxis arábiga; y no las falta sino éí sonido material de las palabras para
tenerlas por obras escritas en muy propia lengua árabe.
Resta decir y señalar los escritores y las obras arábigas que me ban servido
para formar esta bistoria. Este es un requisito esencial para responder á los lec-
tores de mi buena fe y de mi veracidad : pues no bastarla protestar con pala-
bras la sinceridad de mi ánimo , ageno de la disimulación y supereberia. Y es
razón que otros instruidos ya en el árabe , ó que se instruyan en adelante,
puedan cotejar los originales , y ponerse en estado de juzgar de mi trabuco y
corregir mis yerros é imperfecciones , ilustrando mas y mas el asunto con
utiUdad y provecbo de todos. Básteme á mi la sola satisfacción que pueda caber-
me de baber dado principio á la empresa.
Los manuscritos de que me be valido son los siguientes :
La obra de Abu Abdala Mubamad ben Abi Nasr, el Homaidi de Córdoba ,
que contiene una breve crónica de la conquista de España , sucesión de lo»
amires ó prefectos de ella : la serie de los Beni Omeyas , reyes de Córdoba , y
vidas de varones ilustres de España. Escribía este autor por los años 450 de la
Hegira : y continuó esta obra Abmed ben Yabye ben Abmed ben Omeira, ed-
dobi de Mallorca , que llegó basta el año 560. £1 Homaidi, ademas de ser harto
antiguo y cita á Abdelmelic ben Habib Zalemi , á Abdala ben Junes, á Abdala
ben Wabib, á Alaitz ben Saad , y á Abul Casem Abderabman ben Abdala ben
Abdelbakem : todos los cuales fueron escritores de los primeros tiempos de los
árabes; y trataron de sus conquistas en Occidente. Es un tomo en folio escrito
en papel morenoy grueso.
Asimismo me ha servido para los sucesos de la conquista, gobierno de los
walíes y amires, la época de la ¡HÍmera dinastía, y medios tiempos de la
dominación, arábiga , la historia de Aben Alabar, el Codai, valenciano : y el
suplemento á la mima obra de varones ilustres de España y de África. Este
escritor era muy docto; y extractó y copió mucho de la célebre historia de
España de Abu Meruan ben Hayan ben Cbalf , el mas diligente y famoso histo-
riador de la dinastia de los príncipes Beni Omeyas. Y también se sirvió de
kw anales de Abul Hasan, boi Besam, y de otros autores de menos mnabre,
entre otros de Iza ben Ahmed ben Mdiamad ben Muza el Razif , de) Mocri
PROLOGO. XV
.ika Abdala ben Abdelaziz ben Saad Axatí , y de Mahamad Aba Becar ben
ioBÍ ben GaMm XelM en su His}oria de Aben Abed , rey de Sevilla. Y también
■e bi aerrldo un pimoeo fragmento de historia de España , qne hay al fin de
crte códiee del Godai , en que se refieren la entrada y primer tiempo de los ára-
bes. En este fragmento se dta á Ahmed ben Abi Alfeyadh. Son tres tomos en
fioiia, escrítoa en papel ; y la copia mas antigua qne he visto no pasa de nuestro
agio XV.
ftra el medio tiempo de la dominación arábiga roe he valido también de la
«Iva de Meraodi , intttolada Prados áureos : pues este o¿ld>re y antiguo histo-
riador, qpe trató de los sucesos de todas las naciones en su tiempo, refiere en
mm breves artículos sobre España importantes acaecimientos del año 327 de
tas árabes, y la expedición de Abderahman III , talas y conquistas reciprocas
de ZaiMn por las tropas del rey de Córdoba , y los cristianos acaudilladíos por
d rey Radmir de Galicia. Llegan sus noticias hasta el año de 336 , en que
este aiutor : el cual menciona á los reyes de Galicia Odron y Adfons,
es, Onkmo y Alfonso de León , que ellos comprendían bajo el nombre de
Gaücin. Son dos tomos en cuarto gruesos , y de mediana antigüedad , copla
aíríeaoa.
ParaloB sneesosde la guerra civil , que se suscitó después de acabada la di-
de los Omeyas en España , entre los diferentes régulos, ó reyes de taifas
cOos decian, independientes y confederados unos contra otros, y que se
ifividicnn las provincias de España, me ha servido la historia de varones
ilasbes españoles de Abnl Casem Chalaf ben Abdelmelic ben Bascual de Gór-
diAe, qoe eomprende lo acaecido desde el primer siglo de la Hegira hasta el
n que vivió el autor. Un tomo en folio, escrito en papel acartonado
Ht le qoe hace á la época de los moros Almorávides y de los Almohades
enteramente la Hlstoría de Fez de Abdel Ualim de Granada,
Mugente del año 726 , que vio y extractó los principales historiadores
de Afrkay de Españi^, y muchas veces cita los registros de las cámaras regias ,
mnyautfentlcospan loe sucesosde los reyes. Es un tomo en cuarto
en papel; copia africana de mediana antigüedad. Este autor en su obra
eitracló entre otras la de Aly ben Muhamad ben Aly Zerích ó sea Zara , que
díeen eiros manuscritos, intitulada Libro del Amigo apacible en el jardin del
Cartas, de los sucesos de los reyes de Occidente, é historia déla ciudad de Fez.
£n cuanto al último período de la dominación arábiga he consultado las obras
de Lizan-Edin ben Alcbatib Asalemani , secretario de los reyes de Granada. Sus
escritos, y de los que nw he aprovechado, son la Historia de las di*
de Africay España anverso, y con notas suyas en prosa. La Historia de
i, qne intituló Plenilunio de la dinastía Nasrlna en Granada. Y tres
f<Áio de Memorias biográficas. Copias todas de mediana antigüedad.
A^bnismo me be valido para las cosas de Granada de la historia desús reyes,
escrita por Abdala Algiazami de Málaga. Y también de la que escribió Ahmed
Almasarsi del reinado del augusto de Granada , el rey Juzef Abul Hagiag« Y de
ladekisBeniMerínes, escrita en verso y prosa por Ismail ben Juzef , amir de
Málaga, intitulada el Olor de la rasa. Copias todas de poca antigüedad.
He consultado los anales de Abulfeda, los de Xakiki y del Fesani : códices
i; pero de harta antigüedad , y los anales de AbenSohna ; copia muy
He extractado también de la obra de Abu Teib de Ronda, que entre las bis-
y anécdotas de varios poetas, y de prindpes generosos con ellos, ofireoe
y notídas muy curiosas de nuestros árabes.
XVI PROLOGO.
Por último haré meDcíoii de la obra rara de Abdala Aly ben Abderahman ben
Hazeíl de Granada , qae trata de las expediciones saoras, ó goerraa contra cris-
tianos: de arte militar, de baoer frontera , de ardides yestratagemas de guerra,
armas, máqninasycabiilleria. Este autor me ha soministrado machas notícíasde
sucesos militares y trances de batallas , que no mencionan otros esGrítoies : y
es may Gorioso en los usos y costumbres de los árabes españiÁes. Untomoen
folio , escrito en papel moreno y grueso, de harta antigüedad.
La mayor parte de estos manuscritos están en la Biblioieca Real pública de
Madrid, yenla del Escorial: y algunos pocos son mios y de núsamigoa.
En prueba de mi deseo y eficacia de mejorar mi obra cqIó posible, añadiré
que en el año de 1807 hice una re?erente súplica al señor don Garios IV, pan
que se mandase sacar una copla exacta de un manuscrito arábigo , que existe
en la Biblioteca Real de Paris, á fin de apro?edianne de las noticias que con-
tiene. La obra es historia de España y su descripción, por Ahmed el Blocri
Almagrebi. Tuto la dignación S. M. demandar que se hiciese dicha copia, cos-
teando generosamente los gastos. Guidanm de este trabajo y de su correocioa
los dos sabios orientalistas franceses, los señores Sacy y Langles : biyo cuya
dürecdon no podia menos de sidir la copia con la mayor exactitud. Sal»endoyo
que estaba concluido este trabajo insté, y logré que en 1818 se remitiera á
Madrid por la embajada de Paris , á cuyo cargo había corrido la empresa, y
que la habia desempeñado tan completamente. Pero al fin no he podido apro-
vecharme de esta preciosa copia, ni yerla , ni aun indagar su paradero* para
indicarlo en provecho de otros que puedan ser mas felices.
Gomo era preciso guardar orden y método en la laiga narración de esta histo-
ria , la he dividido en cuatro partes. La primera trata de la entrada de los
árabes en España , y la sucesión de los amires ó caudillos de la conquista,
dependientes de los ralifas de Oriente. La segunda contiene el establecimiento
de la monarquía de los Beni Omeyas, y la sucesión de estos reyes. La tercera
comprende la guerra civil y división de los reinos en España : venida de los
moros Almorávides y Almohades; y la sucesión de estas dinastías. Y la
cuarta es toda dd rrino de Granada : último período de ládominadoQ arábiga
en España.
♦.
HISTORIA
MLA
DOMINACIÓN DE LOS ÁRABES
EN ESPAÑA.
PRIMERA PARTE.
El mi ánimo escribir la historia de la dominación de los árabes en
España , desde su entrada y conquista de ella : larga serie de acaecimien-
tüs grandes y de circunstancias memoraUes , en gran parte desconoci-
das, mezclada la verdad con tradicionales fábulas , que autorizó el
tiempo y la popular ignorancia ,- pero antes de venir al principio de
estas cosas será bien decir de los árabes qué gente eran , y cuáles sus
oístmnbrcs : qué causa les «movió á salir de los campos del Yemen y
cnodncír las vencedoras insignias del Islam ' basta los extremos de
f«iente y occidente , y la opinión y nombre que por sus maravillosas
conquistas tenían entonces, para decir después cómo sojuzgados los
oioradores de Egipto, de la Cirenaica , los pueblos de la antigua Cartago
j de ambas Mauritanias, basta las últimas tierras donde el sol se pone ,
pasaron , no sin ventura , á Espada , y fundaron en ella tan poderoso y
floreciente imperio.
CAPITULO I.
De kw antigaos árain».
Los árabes, asi llamados de la dilatada región que habitan entre
la IVrsia , la Siria , el Egipto y la Etiopia , eran idólatras antes
del üempo de su famoso legislador Mabomad. Las dos Arabias, la
Feliz por su apacible «.^enqple y aromas, y la Desierta por sus llanuras
de arena menos poblada , eran la región de diferentes cabil^s ó tribus ,
acunas que moraban en poblados , y muchas errantes que vagaban mu-
dando sus tiendas y pabellones á sitios abundantes de yerba y agua para
comodidad de los rebaños que pastoreaban , conservando en sus ran-
cherías aqueOa vida patriaroil que aprendieron de sus abuelos , hijos de
Ismad. Hablar délas costumbres de estos antiguos árabes será describir
* !«!>■, jsi §e lUma la creencia de los mahometanos ; la vox significa y se declara por con-
, scipvídad y reaignacion en la Tolantad de Dios , manirestada en su Alcorán ; y do esta
d Oaoiario nuMlimos loa McUrlM de Maboina.
1
2 HISTORU BE LA DOMIMAaOll
las Tfrtodes y los vicios de la Intancit de la sociedad. Decía Saad bea
Ahmed , que fué cadi de la dudad do Toledo , que se deben considerar
dos generaciones de árabes , una que ya pas6 y otra de los que todavía
restan. Los que acabaron , que eran muchas gentes , como las tribus de
Ad, de Tbemud ^ Tesm j Jadis , ha nmcbo que perederon , y nos faltan
sus tnemorias y los medios de arerigoar sus prosapias y desoeiuieDcias.
En cuanto á los que permanecen son das castas de Gahtan y Adnan, y
sus épocas ó estados fueron dos, de ignorancia y de Islam. El estado de
los árabes cuando la ignoraneia era célebre entre las naciones por su
poderío y sus hazañas : el imperio estaba en la cabila ó tribu de Cahtaa ,
y la principal fan\ilia de los reyes entre los Homiares : de estos hubo
reyes, señores y tóbeos ó sucesores : los otros árabes en los tiempos de
ignorancia eran dedos clases, unos moradores de las dudades , y otros
rústicos pastores : los de las poblaciones vivían de sus labranzas, siem-
bras y plantíos , de la cria de sus ganados, de la industria y tráfico que
hadan lejos y fuera de sus pueblos. Los rústicos pastores pasaban su
vida en los campos y andaban por los desiertos, y se sustentaban déla
lechey de la carne de sus camellos, y se mudaban buscando sitios yer-
bosoa para apacentar sus ganados, y los arroyos, manantiales y pozos, y
asentaíban sus tiendas en vdles y sitios de ymí>a y agua , sin dejar de
andar asi errantes y vagando : esta era su costumbre en las temporadas
de primavera y estio , y á la venida delinviemo , cuando ya falta la
yarba y fmtoa al campo, se mudaban á las campiñas de Iraca ó Caldca ,
y á los confines de Siria , y procuraban pasar el tiempo de su mesta ó
invernadero con la posible comodidad , llevando con buena paciencia las
indemencias de la estación.
En cuanto á sos sectas eran diferentes , pues Homiar adoraba al sol ,
Canenah á la lima , MisMa la estrella Aldebaran , Laham y Jedam la
estrella de Júpiter , Tay la consteladon de Sohail, Kais la Ashcra al
Obur, Asad la de Mercurio, Tzaquif un templillo en las alturas de
Nabla que se llamaba Alat : entre dios había algunos que creían la re-
surrecdon de los muertos , y decían que era conveniente sacrificar su
camello ó su caballo sobre su sepdiura.... Su sabiduría, y de lo que
mas se preciaban , era de saber su lengua y la propiedad de su habla,
el hacer versos y elegantes discursos. Sabían el curso de los astros, su
nacer y pon^^e , y cuáles eran entre sí opuestos , de manera que cuando
el uno sale el otro se traspone , y cuál trae lluvia , y cuál tiempo sereno ;
y esto nacía de su continua atendon mirando al cido de día y de noche
por sus necesidades y manera de vida , que no era por cicnda metó-
dica : de fflosofia sabían poco , no lo quería Dios ni los bizo para esto ;
y este era su estado en tiempo de ignorancia : en tiempo del Islam , esto
es bien conocido, y lo diré si Dios quiere.
En los tiempos poco anteriores al Islam los árabes estaban gobernados
por sus amfres ó reyes de taifas , esto es , de ciertas tribus que ocupaban
alguna comarca , ó vagaban errantes por ellas : como pueblos indcp^i-
dientes y vagos , divididos por valles, aduares y poaos, andaban por lo
común en guerras entre si y conans f^dnos, auaeiteéas «iempre por
DE LOS ÁRABES EN ESPAAa. S
, qnerdlas y desavenencias de rústicos postores sobre sos
y abrerÍMleros , robos y venganzas , que fácilmente se terminaban
f «apoiiian por el consejo y autoridad de sus amires 6 ancianos , que
nfian ser los mayorales ó caudillos de sus tribus , 6 por la mediación
4e ilgiuHi cabila impardal. Los mas poderosos amires ó reyes de taifas
vtamertMT protegidos de los soberanos de Pcrsia, y otros de los reyes
ó cnperadores griegos. Seocapaban mucho en criar y enseñar caballos,
AsprnT con destreza el arco y manejar con soltura la espada y la lanza,
refdTíeDdo con facilidad y gentileza sus caballos, y en esto sobresalian
á ooiqielencia. Se preciaban principalmente de su antigua nobleza is-
■Bditica y de SQ independencia , de la gracia y elegante expresión de
akqgu j de MU poesías euUimes y oonoeptoosaa, de aoboqpitalidad
j gceeroBa proteccíoii.
CAMTÜLOII.
D«l piiiioipio del blaoi»
Nad6 Máhcmiad en Mecca , ciudad del Hegiaz ; c^bre por suantiguo
templo Alharain , frecuentado de todos los pueblos de Oriente desde re-
BotQs tiempos y tenido por fundación de Ismael , y dedicado al verda-
faroDioB. EraMahomaddelacabiladeCoraix, una de las mas ilustres
IrAus de Arabia, yde la familia masnoble y principal de ella '. Con sa
ingenio, valor y política acreditó, no sin graves dificultades, entre sus
f entes sn noeva secta : si alguno duda de su heroico valor y esforzado
áoimo, pregúntelo á los campos de Honain , de Bedre y de Ohod. Pro-
paso á los pueblos la creencia y adoración de un solo IKos todopoderoso
j eterno, criadcff de los cielos y de la tierra , y de cuanto hay en dios :
h perfecta resignación en su divina voluntad, que todo lo tiene dis-
pooslo por sos sabios y eternos decretos, que premia en laotravidaá
los boenos en paraísos de delicias inefables, y castiga á los malos en
foego akMmentador : ordenó asimismo ciertas prácticas de limpiesa y
porificacion, y oración diaria, limosna, ayuno en el mes de Ramazan,
y pem^rinacion religiosa al templo Alb iram.
Logró Mahomad destruirla idolatría de Arabia en poco tiempo : rranió
las tribns divididas, inspirando á sus secuaces el fanatismo del Islam y
el ardiente deseo de extender su creencia en todo lo descubierto de la
liem. Contaban los árabes poco antes de Mahomad sus años desde la
época de la guerra etiópic^, que llamaban la entrada del sedmr del
AlD^ódel Elelante*; peR> después de la célebre Hegira, fuga ó reli-
1 S« f^án le Itond AbdaUh , hijo de Abdelmolalcb , hijo de Basem , hijo de Abdmenar, hijo
# Kmb, Irije de Kelab , hijo de Morra , hijo de Gaab , hijo de Lova, hijo de Galeb, hijo do
f iÉff, m* 49 Malee , hijo de Alnadhr, hijo de Keoanah , hijo de Hoiaimah , hijo de Modrcca ,
^ de Aljas, hijo de Modbar, hijo de Matar, hijo de Maad, |ijo de Adnan : su madre se llamó
Sft la mltmñ tfébu. Ena genealo«ia es eieru según todos los cronologistas árabes , «jue
CB qae Adnan era uno de los descendientes de Ismael.
< la esta guerra acaudiUafca i ka árabes Abdelmoialeb , abuelo de Maboma , que defendió
*• HB y deslrujé el ejáreito del rey de Etiopia. Las circunstancias de esta guerra, que se
4 HISTORIA DE LA DOMINACIÓN
rada de Mahomad y de los sayos de Mecca á Medina Yatrib ^ , principia-
ron á contar sus años desde este famoso acaecimiento : tenia entonces
Mahomad cincuenta y cuatro años ', pues habia nacido á la hora del alba
del dia martes, ocho de la luna de Rebie primera , correspondiente en
los meses de los cristianos al dia Ü2 de Nisan , del año 882 de Alejandro
( de J. G. 572) : de suerte , que según los mas acertados cómputos cro-
nológicos principió la cuenta de la Hegira á 17 de julio del año 622 de
nuestro Señor Jesucristo.
CAPITULO IIL
De las expediciones militares de los primeros califas contra griegos y persas.
Habia fallecido Mahomad , año 11 de la Hegira ( 632 ) en dia lunes
á 12 de la Rebie primera, sin dejar declarado sucesor de su imperio, y
los principales muslimes de común acuerdo nombraron seis electores,
que eligieron sucesivamente los cinco primeros califas ó sucesores de
Mahomad. Abu Becre , que fué el primero , no menos celoso que el le-
gislador de propagar la ley alcoránica , se determinó á enyiar sus gentes
fuera de la Arabia , para llevar á otros pueblos el conocimiento de
Dios , y hacerlos tributarios de su imperio. Apaciguadas algunas desa-
venencias domésticas, y resuelta la espedicion , escribió el califa uns
proclama en Medina , y se envió á todas las provincias de Arabia .- dccii
así: «En tu nombre, o Dios hacedor de ciclos y tierra , Señor miseri-
• 3» cordioso y clemente : Abdala Athic bcn Abi Gohafa Abu Becre , á todoi
9 los muslimes seguidores de la ley de Dios , salud y prosperidad : load<
» sea Dios , y engrandezca las perfecciones de su siervo : esta carta e
» para que sepáis que he determinado enviar á Siria gentes escogida
» de vosotros para sacar aquel pais de poder de infieles ; y quiero qu<
» sepáis también , que trabajando por la propagación del Islam obedc
» ceis á Dios , segnis las intenciones del enviado de Dios , y todos vucs
» tros pasos serán recompensados del Señor con abundantes premio
V en el Paraíso. »
Convocados los árabes para la guerra acudieron sin dilación y como
porfía de todas las tribus, asi los habitantes de las ciudades , como k
moradores del campo , atravesando las arenosas llanuras del Hegiaz
dejando sus rancherías y aduares los de los valles del Yemen , y le
pastores de las montañas de Omán .- cuantos calienta el sol desde 1
punta septentrional de Belis sobre d Eufrates , hasta el estrecho li
Babelmandeb al mediodía , y desde Basor| sobre el golfo Pérsico á ]
parte del oriente , hasta Suez y confines del mar Rojo al occidente
vinieron muchedumbre sin cuento, todos voluntarios, y pobres toái
menciona en el Alcorán, las escribieron varios autores, y entre ellos con mocha eleganc
Jusurben Saidde lllora en su comentario al poema Elborda, nu.
i Este era su antiguo nombro : después se llamó Medinalalnabí , ciudad del profeta ; y p
excelencia Medina.
s Asi dice Tabari ; pero en verdad no tenia sino cincuenta «fios.
BE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. S
* tnnas y tostidos ; pero llenos de fervor y religioso zelo : todos
é(^ y confiados en los venturosos sucesos de las. primeras guerras
M Profeta, y animados de sus promesas. Se reunieron en poco tiempo
inoBKrables tropas de á pié y de á cabaUo en Medina , y acamparon
il enlomo de la dudad.
Ub habitantes de la ciudad salieron todos á presenciar el alarde de
^ Bamerosas huestes ; .y en presencia de ellas el califa Abu Becre
ttcargóel mando general de sus huestes á lezid ben Abi Sofian, y de-
Inie de todos Ic mandó pasar ¿ la conquista de Siria. Hizo una breve
<ndoo rogandaá Dios que amparase á los suyos , y les diese esfuerzo
JonderadoD , y no los dejase caer en manos de sus enemigos. Después
MIóá lezid en voz alta , que todos oyeron con maravilloso silencio .*
■ 1^, á tu cuidado confio la expedición de esta santa guerra , y te
> ocaffgo el mando y acaudiUamiento de nuestra gente : no la oprimas ,
* ni trates con altanería ni aspereza ; mira que todos son muslimes :
* entiende que van en tu compañía prudentes y esforzados caudillos ,
>coosoltalo5en las ocasiones, no presumas demasiado de tu parecer,
* >|X0Tédiate de sus consejos, y cuida siempre de obrar sin precipita-
» cioo, no como temerario y sin juicio. Con todos has de ser justo , que
>qoieQiiofuerejastoy cabal, no prosperará.» Alas tropas dijo : «Cuan-
> dooiooDtreisenla pelea á vuestros enemigos, haced como buenos mus-
* íbks, acordaos de ser dignos descendientes de Ismael : en la orde-
> miza y dispofiidon de las huestes , y en las batallas , seguid vuestras
> taminas , seguid y obedeced á vuestros caudillos : no cedáis ni volváis
> h espalda á vuestros enemigos , pues peleáis por la causa de Dios , no
> os fle?en otros viles deseos : asi nunca temáis entrar en las peleas , ni
* o^qnnte el excesivo número de los contrarios. Si Dios os diere la
> Tietoría, no abaseis de vuestro vencimiento ni ensangrentéis vues-
> tnse^Nidas en los rendidos, ni en los niños, ni en las mugeres y
•débiles ancianos: en las entradas y paso por tierra de enemigos no
> bgais talas de árboles , ni destruyáis sus palmas y frutales , ni estra-
* pm Di queméis sus campos ni sus casas ; y de ellos y de sus ganados
' tunad cuanto os convenga. No destruyáis ninguna cosa sin necesidad ,
* «copad hs ciudades y fortalezas , y destruid aquellas que pueden ser
* 3^á vuestros contrarios. Tratad con piedad á los rendidos y hu-
* aullados , y asi Dios usará con vosotros de su misericordia. Oprimid á
■ lijs soberbios y rd>eldes , y á los que sean pérfidos á vuestras condi-
' Ánes. No ham falsía ni doblez en vuestros convenios y tratos con los
* eonaigos, y siempre seáis con todos fieles , leales y nobles ; y man-
Ned constantes vuestra palabra y prometimiento. No turbéis la
* qoietud de los monges y soUtarios , ni destruyáis sus moradas ; pero
* iralad con rigor de muerte á los enemigos que resistan armados las
> ondicioues que les impongamos. »
U>idió estas tropas en dos grandes ejércitos : partió el primero á Si-
'ñ, y diú el mandó del segundo á Chalid ben Walid , y con las mismas
F^mones salió para las Iracas y confines de Pcrsia. Hizo Dios ven-
^^^¡f^ estas QX|)^ciones , ^ dio á los muslimes repetidas y muy scfia-
6 HISTORIA DE LA DOMINACIÓN
ladas Tictorias de los griegos y persas. Entraron por foena de amas en
las ciudades de Tadmor, Hira , flaoran , Bosra , Remesa , Damasco y
Balbec : la fama de estas conquistas infundía general terror en los ene-
migos, de suerte que ni los mas numerosos ejércitos, ni la forlalesa de
las ciudades resistia el ímpetu de las huestes muslímicas. Siempre pe»
leaban con gentes atemorizadas y [dispuestas á la fuga ; y por el contra-
rio , los ¿rábes acometían seguros de la YictcH*ia , despredando los peli-
gros y horrores de las batdías. En el año 13 de la Hegira (634 ), al
mismo tiempo que la antigua y populosa ciudad do Damasco se hdiia
entregado ¿ los dos caudillos de las tropas árabes, Abn Obeida y
Ghalid , después de largo y sangriento cerco , el califa Aba fiecre falle-
ció ; imperó dos aitos , tres meses y nueve dias.
Fué elegido por califa ó sd^ano sucesor Omar ben Alchitab , que
también fué dueño de la fortuna , y quiso Dios que en su tiempo pu-
siesen los muslimes sus vencedoras banderas sobre los soberbios alca-
zaresí de los poderosos reyes de Persia , y destruyeron aquella antigua
y famosa monarquía. Conquistada toda la Siria , el caudillo Amrú ben
Alas entró por orden del califa en Egipto el ano 20 de la Hegira ( 640 ) ,
y después de muy gloriosas hazañas se apoderó de la gran ciudad de
Alejandría y de todas las otras ciudades de aquella región feracísima ,
llena de marayillosos monumentos de la sabiduría y del poder de los
antiguos egipcios y griegos : hizo tributarios seis millones de coftos ,
sin contar los judíos , que eran muchos. £1 celo , la frugalidad y rigo-
rosa disciplina de los caudillos y tropas muslimes hicieron inútiles todo<
los esfuerzos de los griegos para oponerse y contener el ímpetu de tan
rápidas conquistas. Seria necesario un gran libro para referir las proezas
y extraños hechos de armas de algunos esforzadc» caudillos , aun de lo<
menos famosos.
CAPITULO IV.
Entrada de los árabes en AfHea, y conquista de la Cirenaica.
Después do la muerte del califa Omar ben Alchitab , aeaedda en 1
luna de Dilbagia , año 33 de la Hegira (643 ) , en el califado de Olma
ben Afán , d año 29 de la misma entró en África el caudillo Abdal
ben Saad ben Abi Serah , el Carsi i pocos años después Moavia be
Horeig Azocuní hizo tres expediciones de conquista e^lfrica , la prj
mera el año 33 de la Hegira (653) antes de la muerte del califh Otmai
y la segunda y tercera algunos años después deeste califa. En el año S
«ntró Móavia con mucha gente ilustre de los Muhageríes y Alansaries
y fué en su compañía el índito Abdelmelic ben Meruan , y conquistare
ciudades y grande» alcázares , y la antigua ciudad de Cirene ; y allegan
muy grandes riquezas y despojos en aquella tierra. Para que no
cansaran de los afanes de la santa guerra había cedido d califa Otmai
* HnhaBeHeSy los que Mlleron c^n Mahoma en su foga ; y Alansarfes tat auxiliares*
VE LOS ÁRABES EH ESPAÑA. 7
Moivfa bal Horeig y á los demás caudillos él qafnto que le perteiaeia
ei i» deqiojos , que' era muy grande, para qae pudiesen gratíflcar y
fRmkr á los muslimes que se distinguían en ocasiones de batallas y
eo otros serricios de importancia. £1 año 35 de la Hegira (655) murió
dcalib Otman á manos de conspiradores , babiendo reinado cerca de
toaños.
Eáelaik>40 (660) envió este sabio caudillo al noble Abdelmelic ben
Mtroao con una poderosa bueste de ochenta mil hondires á Gebda , y
k eonqoistarcm , haciendo en esta expedición admirables proezas ; y no
faé oieiios señalado en yictorías el año 45. En el siguiente de 46 (665)
ntróen África acaudillando diez mil caballos el famoso Ocba beuNafe,
d Férí , y recuperó la ciudad de Girene que babia sacudido el yugo de
bsBMKÜines , confiada en la fortaleza de sus muros y mucbedumbre de
SK habitantes. En el cerco arruinó Ocba ben Nafe muchos antiguos y
gnodes edificios que había en aquella ciudad , que era la principal y
cubeta de toda la tierra. Edificó en eUa mezquitas, y estableció escuetas
pn enseñar la lcn([ua y las doctrinas delaley álos niños y mancebos ,
foe andaban antes pcrdídosy sin amparo.
CAPITULO Y.
Conqoisl^ de JlerherU» i fondaetos da Cairvan.
Mientras en esto se ocupaba el ínclito Ocba ben Nafe , el califa Moa-
TÚ ben Abi SoOan unió d gobierno de Egipto y de África , como si
fvran dos pequeñas provincias , y dio el mando ¿ Mubegir binar, el
Aisarí. Envidioso este caudillo de la gloria y pública estimación que
nrecia Od)a bca Nafe al ejército y á los pueblos , escribió contra ¿1 al
^Vt , j por sus artes y sugestiones mandó el califa á Mubegir que de-
Friese á Ocba del gobierno de Circne. El Wali Muhegir envió á este
So á Moslama ben Machlad , encargándole que le tratase con atención
jomcha honra, porque recelaba que las tropas intentasen alguna re-
SBlenda por el mucho amor y respeto que le tenían. liego Muslama al
<anpo donde estaba Odm y le presentó la carta del califa : mandábale
Q eOa que luego que la recibiese se pusiese en camino y fuese á su pre-
><^rá : (lióle también Muslama otra carta del Wali Muhegir que le or-
^ci^qne obedeciese sin excusa alguna , autorizando en ella á Muslama
? ^ ios otros caudillos para que le prendiesen si no la obedecía. Partió
U)a sin entrar en su casa , y al llegar á Alcazaralme descansó y hizo
lOí oración , y al acabarla dijo en voz alta : Señor Alá, no me quites la
vida hasta que maniOestcs mi honradez , y me defiendes de Muhegir ben
nm Diñar. Cuando llegó esto 4 noticia del Wali no dejó de temer los
efectos de esta oración.
Coando entró Ocba en tierra de Egipto le salió á recibir Muslama
^ Machlad , que se habia adelantado á Ocba para avisar de su llegada,
I coa él salieron muchos caballeros y principales caudillos , que le hi-
I
I
8 HISTORIA DE LA DOMINACIÓN
deron mucha honra , y le aposentaron j trataron con atención y respeto .
Allí le fué ordenado hacer declaración de su conducta en el gobierno ,
de lo que había hecho y había mandado hacer, y que diese razón de sus
comunicaciones con Muheghr, y de las diferencias que entre ellos habían
ocurrido. Salió pocos dias después para presentarse al califa MoaTÍa , y
cuando le recibió en su corte delante de sus consejeros y caudillos le dijo
el noble Ocba ben Nafe *. Conquisté pueblos y regiones de infieles, lle-
vando á ellas el conocimiento de Dios y de su santa ley : edifiqué man-
siones y mezquitas ; y en premio de estos seryicios envías á Abdel Ánsar
para que me prenda : si esto no es á sinrazón, tu justicia lo diga.
Moavia le respondió : Ya estoy informado de la causa de estos agravios :
ya sé quien es Muhegir, y quien es Ocba. Yo estoy muy contento de tu
cdo y de tu justo y noble proceder. Ordenó el califa que volviese á to-
mar el mando de la conquista ; si bien algunos dicen que quien le resti-
tuyó al mando fué lezid , el hijo de Moavia , después de la muerte de su
padre , que acaeció el año 60 (679) ; y esto es lo mas cierto.
£1 califa lezid distinguió y honró mucho á Ocba, y le dijo -. Ya tienes
tu provincia, ve á ella, yo quiero que repares tu agravio. Partió Ocba
con mucha diligencia para África : durante su ausencia Muhegir, por
envidia y odio á sus cosas y memoria , había mandado destruir un lugar
que Ocba había cercado , y había trasladado la población á dos millas
de donde pasa el camino para Túnez , y había mandado edificar y cercBr
una ciudad allí en Audan , que todavía quedan rastros de ella : destruyó
todas las obras de Ocba haciendo salir la gente de Gairvan. Llevaba Ocba
la deposición de Muslama de orden del califa lezid, y cuando se la co-
municó le mandó quedar en Fustat de Egipto , y esto fué ya entrado
el aiSo 62. Pasó Ocba en África y depuso á Muhegir , y le puso en
{Misiones. No extrañó Muhegir estas providencias, que ya esperaba
después de la muerte del califa Moavia su favorecedor. Asimismo man-
dó Ocba que no siguiese la puebla de Muhegir, y que los moradores tor-
nasen á Gairvan , haciendo de ella ahora mas cuenta que había hecho en
su anterior gobierno. No falta quien diga que Gairvan fué poblada por
el Wali Moavia ben Horeig, que al llegar al sitio de Gairvan de ahora,
que era un vaHe de muy espesa arboleda, acogida de salvages fieras,
leones, pardos, tigres y serpientes, dijo con altas voces •. Salid de este
lugar , fieras que moráis en este valle , salid , dejad este bosque y espesa
selva ; y lo dijo tres veces ó en tres dias , y no quedó allí fiera , león ,
onza ó sierpe , que no dejase luego aquel bosque. Mandó ¿ su gente
cercarlo de altos muros , y fijó en medio su lanza y les dijo : Este es ,
este es vuestro Gairvan. Guando acabó Ocba estas cosas pasó á la con-
quista de Sus, llevando consigo en fierros á Muhegir. Sojuzgó aqueUa
tierra , y llegando á la orilla del mar se metió en él con su caballo basta
tocar el agua en las cinchas , y dijo : ¡ Oh , señor Alá ! si estas profundas
aguas no me detuvieran, yo seguiría para llevar mas adelante el cono-
cimiento de tu ley y santo nombre.
Estaba Ocba en Sus y le avisaron que los berberíes de África se ha-
bían rebelado : dio orden á su hueste , y tomó con mucha diligencia
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 9
Uda África : el caudillo de los berberíes Aben Cabina, que poco antes
iiiBa á los desiartos de las tropas muslimes, sigaió la marcha de la bucste
de Ocha, y mataba á los muslimes que se rezagaban ó salían de sus com-
paiías. Gomo á su llegada á Cairvan hallase sosegada y allanada la re-
beMoD, diYidió Ocba su ejército y lo repartió en las comarcas para
mayor eomodidad de los pueblos y de su gente. Con un campo volante
de caiMdleria corrió Ocba la tierra de Záb y ocupó un lugar llamado
Téhnda : alU fué acometido de innumerable muchedumbre de berberíes
y crisliaiioa. Dispuso y ordenó su gente en batalla, hizo sus oraciones y
eihortó á sus muslimes á la pelea : mandó quitar las prisiones á Mu-
hegir, que luego yino á su presencia, y le dijo Ocba : Hoy , amigo, es
día de libertad, de martirio y de ganancia, la mas preciosa para los
moBlimea ; no quiero que pierdas tan buena ocasión. Así es la verdad,
respondió Muhegir , y te doy gracias porque me concedes esta oportu-
nidad , que cierto d^eo la misma ventura. Mandóle Ocba dar un buen
caballo y armas ; y luego cada uno de ellos rompió la vaina de su espa-
da, y todos los caballeros muslimes hicieron lo mismo. Trabóse entre
huestes atroz pelea, y fué horrible la matanza : casi todos los
murieron allí como buenos , que rodeados de la multitud de
los enemigos muy pocos escaparon. Quedaron prisioneros Muhamad
boa Ans, el Ansari, y lezid ben Chalaf y pocos caballeros mas, que
rescató de los enemigos Aben Mesad, señor de Cafisa, y los envió h
Zohair ben Gais, el Balni , que le había dejado Ocba ben Nafe en el go-
bierno de Cairvan cuando su salida á la conquista de Sus , y á Ornar ben
Aly , el Goreisi , caudillos ambos de valor y de mucha autoridad. Fué
erta sangrienta batalla de Téhuda el año 63 (682).
B berberí Aben Gabina , muy ufano y envanecido de esta victoria ,
vino con sus huestes hacia Cairvan : salieron contra él los caudillos
ZolMár y Ornar. Traía el berberí mas de treinta mil hombres ; pero con
el favor de Dios vencieron los muslimes, y huyó Aben Cabina y los suyos
en desorden , pers^uidos de siete mil caballos , que era toda la gente de
Zobaír. Esta victoria animó á los muslimes , y acreditó mucho mas á
este noUe caudillo : le escribió Abdelaziz ben Meruan , que era Wali de
Egipto , dándole gracias á él y á todo ejército por su constancia y valor,
y á nombre dd califa le encargó el mando de la conquista de África, y
le envió gente y armas para reforzar aquel ejército, que no podía
atender á la conquista y sosegar las inquieludes y revueltas de los ber-
beríes. Entre tanto Zohair allegó la gente que estaba en A trabólos, y
con esta y la que llegaba de l^pto salió de Barca , donde se habían
rennido, y se poso en marcha. Cuando llegaron estas tropas á Cunia les
salió al encuentro una hueste innumerable que parecía una inundación.
Tuvo Zohair consejo con los caudillos y principales caballeros , y dijo
á las tropas : O compañías de muslimes, ya vuestros amigos se os han
adelaotÁJo, y gozan las delicias del paraíso : ya otra vez el Señor á
quien adoramos os franquea las puertas de la bienaventuranza , asi que
no temáis el inmenso gentío de estos bárbaros , que hoy peleando como
vaKeotes ó tendremos la apetecida victoria , ó el paraíso y su triunfal
10 HISTORIA DE LA DOMINACaOll
coiüna. Se Ofmso á la reiolactoQ de entrar eD balalU Abq Siigea
parte de la caballeria egipcia siguió á este caudOlo, j no ifuisievoB ar-
riesgarse; en el momento qae Zobair j sos valiente^ acometían á Ion
enemigos, esta catmllería se retiró del campo con precipitada muflía.
Los árabe» honradoB de Zobair pelearott con marayOIoso valar, pero
fueron yencidos de los innumerables enem^os, y la bnaate de los mwH
limes se dispersó por diferentes partes, y Zobair con algunos pocon
tornó á Barca , aSo 64 , y mantuvo con mucba constancia aquella froor-
tera. Con esta victoria los berberíes ocuparon aquella comarca de
Cairvan , y se apoderaron también de la ciudad.
Con noticia de este desmán vino á África AbdelmeUc ben Meruan ^
encontró en Barca á Zobair ben Cais, y juntas las tropas de ambos hi--
cieron cruda guerra á los berberíes , y recuperaron la ciudad de Cair-
van y y allanaron aquellas gentes. Continuó gobernando la provincia de
Barca el Wali Zobair, y fué muerto en una celada por los cristianos e(Mi
muchos de los suyos. Hasan ben Naaman , él Gasani » era Wali de ügqplo
cuando la muerte de Zobair; y le mandó Abdelmdic que siguiese la
conquista de África : para esta empresa allegó la gente de aqneUa
frontera, y reunió cuarenta mil hombres de muy escogida gente. Coa
esta hueste se dirigió contra la ciudad de Cartagena la antigua, que
era la principal de África , y la cercó y apuró tanto que al cabo de
largo sitio la entró por fuerza, destruyó sos muros, mató en eUa ma-
chos cristianos y griegos que la dcfendian i muchos de sus habitantes
se pasaron á Sicilia y á Espada , perdiendo sus bienes. En este tiempo
vino con gran poder contra él la reina de los berberíes , que se llamaba
Cabina , que en aquellas partes era muy poderosa : mantuvo la guerra
con varia fi^rluna por algnnos aBos i pero al fin en una sangrienta ba-
talla la vencieron los muslimes y la hicieron prisionera con los prínd-
pales de su corte : las tropas que la cautivaron la dcgaron con vida fOt
ser muger y reina , y la llevaron á presencia del caudillo Hasan : pro-
puso á Cabina las condiciones que aseguraban la quietud de la tierra, la
obediencia y tributos á los califas , y la exhortó á que siguiese la ver-
dadera creencia : se negó á toda propuesta, y la mandó descabeur, y
asi se biso, y puso la cabeza canforadaen una preciosa ccqa, y la envió
á Abddmélic ben Meruán con las nuevas de esta insigne victoria y mny
ricos presentes.
Poco tiempo después, excitado de la.fama de las grandes riqueaas que
los muslimes hallaban en las ciudades de África , quiso venir ¿ ella el
hermano de Abdelmelic , y este condescendió á su deseo , y lo envió al
gdiierno de Barca en lugar de Hasan ben Naaman , á quien depuso dd
mando de aquella provincia. Entró en África Abdelaiiz ben Meruán, y
luego que Ikgó á Barca despojó al Wali Hasan de cuanto tenia , y lo
tomó para si : Hasan no mucho despuea adoleció, y de puro pesur y
despecho murió.
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 11
GAPITUIX) VI.
Conquista» de Muza en Almagréb ó Mauritania.
For teden dd Wali Abdeteziz ben Menián oorrtalas tierras de Alma-
pib el caudillo Muza ben Noeeir , f se distinguió mucho sa yalor y
d alio 78 (697) de la Hegira , y adelantó las conquistas á las
de poniente y liasta los desiertos del mediodía : enyió A Abde-
ben MemAn muy preciosos despojos', y esclaTOS y [esclavas de
hormoaura , y muy escogidos caballos , sabiendo su condición
afanu Logró persuadir á los berberíes , que eran Aulad-Arabi , ó hijos
de los Arabea ; y tratándolos con blandura , de su propia voluntad pi-
dieron qae les diese lugar en sus tropas , y reunió de los roas valientes
éoee mil'del pais de Gadam y Záb. Muy complacido de esto escribió
AbdelaEÍ2 ben Mernán al califa celebrando el valor y la prudencia del
caudillo Musa ben Noseir, y reGriendo sus grandes servicios.
Tenido el año 83 de la Hegira (702) ^ bien informado el califa de las
esedentes prendas del caudillo Muza ben Noseir , le dio el mando do
hs tropas muslimes de África y el encargo de la conquista de AJmagréb,
y le nombró amir de África : este ínclito capitán fué aquel héroe que
entrando en España abrió tan glorioso campo á las victoriosas armas de
ka árabes. Para mantener en obediencia los pueblos subyugados , y
adelantar sus empresas , allegó numerosas tropas asi de Siria y Egipto,
como de Barca y de Cartagena la antigua , y del país de los Berberíes.
Con estas hnestes altanó las tribus rebeladas , venció y apaciguó las be-
gentes que moraban en Dará , Sabrá y Tcfilct. Para evitar quo
Iribitó fuesen incitadas á la rebelión y ayudadas de las de Sus y
otras de los desiertos, envió á su hijo Abdelaziz con diez mil caballos á
oorrer la tierra ymantener frontera contra aquellos pueblos. Era Ab-
ddanx , aunque muy joven y en la flor de su edad , muy apacible y de
haHa prudencia en sus pocos años , y asi logró ya con suavidad y per**
, ya con propio valor, domar aquellas tribus bárbaras y guer-
CAPÍTULO VIL
Imperio del ealila "Walid ben Abdelmelic.
El año 86 (705) murió el califa Abdelmelic , y le sucedió en el im-
perio ao hijo Walid ben Abdelmelic , que confirmó á Muza ben Noseir
ea d mando de las tropas de África y gobierno de ella. Apellidábase el
ca|Ma Walid Abulabás , la madre que le parió se llamaba Abbasia , hija
de Alabas .- el tiempo de este califa fué de los mas venturo^ para los
UDiUmes por las muchas conquistas que hicieron en Grecia y Mawa-
nlnabar .- su hermano Muslema y su sobrino Coteiba , hijo de Muslema ,
hicieron nioy felices expediciones en Sogda , Fergana , Bochara y Pagros
contra Jos torcos : Cotaiba enUró ra Samarcanda y qiiNnó los idoios<(ue
12 HISTORIA DE LA DOMmAClON
estaban adornados de clavos de oro : hizo paz con eDos y se allanaron
á las condiciones del tributo de mil millares de doblas al año. Por otra
parte Mnhamad el Tsakifi entró en la India y Sindia , y venció al rey
Daharo; y los muslimes le cortaron la cabeza. En el año 86 (705) man-
dó Walid edificar la grande A^ama de Damasco , y siendo necesario
el espacio que ocupaba una iglesia que lenian los cristianos , les mandó
pagar p<Mr ella cierta suma de dinero , y como ellos no quisiesen ven-
derla, la mandó derribar de propia autoridad sin darles nada : trabaja-
ban en la obra doce mil pedreros ; pero no se acabó este edificio en sa
tiempo, sino en el de su hermano Suleiíaan. Envió por gobernador de
Egipto á su hermano Abdala , que impuso tributo á los monges de un
diñar ^ al año, y este fué el primer tributo que pagaron los monges.
Con igual ventura hacian íai guerra Muza ben Noseir y sn hijo Abde-
laziz en tierras de Almagréb , rompiendo las taifas innumerables de los
berberies á caballo, que intentaban ecliarlos de su pais, sujetaron las
principales alcabilas do ellos ; y después de larga y obstinada guerra con
los de la tribu Zeneta se avinieron con ellos , y se pacificaron , y tomó
Muza rehenes de las tribus moras de Masmuda , Zanhaga, Ketama y
Hoara, que eran las mas antiguas y mas numerosas de la tierra. Asi él
como su hijo Abdelaziz trataban bien y con blandura á los sometidos ,
y los defendían de las incursiones y algaras de los rebeldes. De esta
manera ganaron los ánimos de aquellas' gentes bárbaras. Envió
Muza á su hijo Meruán á tierra de Tanja ' para mantener aUi frontera,
y puso un fuerte presidio en ella de diez mil hombres, iodos árabes y
egipdos , mandados por el caudillo Taric ben Zeyad el Ncfeci , que era
de su mayor confianza ; y este corria toda la tierra de Algarbe hasta las
fuentes del rio Moluya y los montes de Aldaren. Cuidaba con ardiente
celo el Wali Muza de instruir á las tribus berberies en la ley alco-
ránica, qué abrazaban sin repugnancia , que así lo queria Dios, por-
que saliesen de su ignorancia y barbarie , y también fué bien recibida
de muchos cristianos infieles, que moraban en Azile, Tctewan.y
Tanja; pero otros muchos se pasaron á España perdiendo sus bienes,
según las avenencias concertadas en la entrada de sus ciudades. En
pocos años toda aquella tierra de Almagréb quedó sujeta y tributaria ,
sin deseo ni esperanza de otra mejor suerte.
Después de la muerte de Abdala puso el califa Walid por gobernador
de E^pto á Gorraho ben Xaric , que fué cruel y avaro ; pero duró poco
tiempo su tiránico gobierno, y respiraron los pueblos que con inhuma-
nidad oprimía y desesperaba : al contrario en África los pueblos bende-
cían el gobierno y la justicia de Muza ben Noseir y de sus hijos, que
mandaban en dilatadas provincias. Las tribus berberies por la mayor
parte habían abrazado el Islam; y siendo naturalmente belicosas é in-
quietas, seguían voluntarias la vida de los árabes , y no querían otra
ocupación que la de la guerra. Los moradores pacíficos délas ciudades
1 Diñar, asi llaman la moneda de oro : cada diñar es de valor de veinte dirhames ó roonedaa
de plata.
f ^anj« , la antigua Tins» , «¡ue lUmanios Tánger.
DE LOS AEAB£S EN ESPAÑA. 13
j de hs aldeas , y los del campo , oontribuianjcon sos fratos y ganados ,
j daban á las huestes muy hermosos caballos , que volaban como águilas
en aquellos dilatados desiertos.
CAPITULO VIII.
PropuMU ó intentos de pasar á Espafia.
En este tiempo algunos cristianos de Gezira Alandalus , que es la
peoinsulade España, ofendidos ^ de surey Ruderic, que era señor de
toda España dc^e la Galia Narbonense hasta dentro de la Mauritania
ó tierra de Tanja , Tinieron á Muza ben Noseir , y le incitaron á pasar
coo tropas á España , apartada de África por un estrecho de mar llama-
do. Alzacác^ ó de las angosturas : representábanle aquella empresa
como fácQ y segura, y ofrecieron que le ayudarían en ella con todas
sos fuerzas : tanto puede el deseo inconsiderado de yenganza. Era
Moza emprendedor ambicioso ; pero tan prudente como amante de
gloría , no despreció la propuesta , y disimuló con ellos algún tiempo
509 intenciones : informóse con secreto del estado de España , de su
gente y calidad de la tierra , de las divisiones de su gobierno , del poder
dd rey, y de los bandos y desayenencias que á la sazón habia entre sus
sencNres. Se cuenta que un principal cristiano de Tanja le refirió con
macha verdad cuanto convenia saber de la condición y estado de los
pocMos , del mal gobierno del rey Ruderíc , de su falta de justicia , y
como por esta causa era muy poco amado de sus gentes , que todos le
tenían por un injusto usurpador del reino de los godos.
Excitaban el ánimo de Muza para emprender esta conquista las apa-
cibles descripciones que hacían de España los moradores de Tanja y
otros africanos : hablaban de su delicioso temperamento, de su daro y
sereno délo, de sos mjichas riquezas , de la calidad y virtud maravi-
llosa de sus plantas y frutos, de la sucesiva bondad del tiempo en todas
hs estaciones , sus oportunas lluvias , sus rios y copiosas fuentes , los
magníficos restos de sus antiguos monumentos, sus vastas provincias y
muchasy ricas ciudades. En suma, que las amenidades de España no
las puede igoalar ni expresar el mas elegptnte discurso , ni en la carrera
de sus excelencias hay quien se la adelante, que en esta competencia
aventaja á todas las regiones de oriente y occidente : que España es
Siria en bondad de délo y tierra , Yemen ó feliz Arabia en su tempe-
ramento , India en sus aromas y flores , Hegiáz en sus frutos y produc-
ciones , Catay ó China en sus in*ecíosas y abundantes minas, Adena en
hs utilidades de sus costas : que en ella hay ciudades y magníficos mo-
I Debié de ler cala ofensa la de los amores del rey don Rodrigo con la Caba, hija del conde
^ ialían , como se refiere en la crónica general que mandó eicribir el rey don Alfonso el
^Ai9, Um Hombrea de la Caba , de su doncella Alifa , y loda la serie de este cuento descubre
irae M ñeeion morisca , fundada en las hablillas y canciones Tulgares que corrían entre
I criatianoo.
H HISTORIA DE LA BOMINAaON
numentos ñt sos antigiios reyes j de los jonios que fueron siempre
pueMo sabio , y que todavia se conservan restos de ellos en España , co-
mo de Hércules el grande en la estatua de Gezira Cadis, y el ídolo de
Galicia , y las grandes ruinas de Mérida y Tarracona , que no se ha
visto cosa semejante.
Persuadido Muza , y resuelto con la esperanza de tan rica y gloriosa
conquista , escribió al califa y le propuso la importancia de esta empre-
sa : decíale como con ayuda de Dios había hecho tributarios á los zenetes
y otras tribus berberíes , de Záb y Derár, Sahra , Mazamuda, y Sus ;
que los vencedores muslimes tremolaban las banderas del Islam en las
torres de Tanja ; que de esta ciudad hasta la opuesta costa de Andalucía,
no hay mas que un estrecho de mar de doce millas , que con su licencia
7 mandamiento baria pasar en España los conquistadc^es de África j
para llevar á ella el conocimiento de Dios y la ley alcoránica. El calila
aplaudUó este intento, fondado asi en las tradiciones que babia del cya-
viado de Dios, que prometía la extensión de la ley en el último occi-
dente, y la conquista de las úlUmaS regiones» como en la confiawa de
su constante fortuna.
CAPITULO IX-
Bamda do Tarie en E»p«ft«.
Habida licencia dd califa, ordenó Muza bea Noseir que d caudillo
Taric ben Zeyad con escogida caballería desembarcase en la cresta
costa de Andalucía , para reconocerla tierra y asegurarse de loque había
informado el señor de Tanja. Con ayuda y consejo de este , pasó Taric
con quinientos caballeros árabes en cuatro barcos grandes de Tanja á
Scbla, y de esta á Andalucía , y d paso fué muy venturoso ^ : entraron
en su compañía con otros nobles caudillos Abdelmdic d Moaferi de
Wasit, que se estableció después en Gezira Alhadrá , y Almondar ben
Méasemai de Hanesa y Zaido ben Kesidd Sekseld. (¿rrieron estos va-
lientes muslimes aquella tierra de las marismas de Andalucía , tomaron
algunos ganados y^cnte sin que nadie se les opusiese. Con esta presa y
feliz suceso tornó Taric á Tanja con sus caballeros , y fueron redbidos
con general contento : fué esto en la luna de Ramazan , año 91 .
Consideró Muza esta entrada como fdiz presagio de la futura proa-
perídad de sus armas cu España, y con la mayor diligenda y presteza ,
aderezadas las barcas necesarias para pasar un buen ejérdto , encargó
su mando al caudillo Taric ben Zeyad, dejando en su lagar en d pre-
sidio de Tanja k m precio hijo Meruán ben Muza. To(k)s los ^árabes
querían pasar á la expedición, y todo dispuesto atravesaron venturo-
samente d estrecho , y desembarcaron en Gezira Alhadrá, la ida Verde,
1 BftU primera entrada ó reconocuoienlo qve hizo Taric en España faé en el me» de |olie del
alio TM : el Bdobi , maltratado ea esta parte de so historia , no menciona aiat la snlHMÉi del
afio 92, y á este copiaron los mas de ios historiadores árabes.
M LOS ÁiUB£S £N ESPAÑA. . 15
ta «Hmcton ftiroredó el desembarco. Opasteron los cristianos
Ktisteiicla ]K^ impedir el que desembarcaran ; pero fueron
y se retfraroii atemoricados. ForlüBcóse Taric con su gente en
d MODle de la punta de Gezira AHiadrá , que desde entonces en honcH*
suyo y pan perpetna memoria se llamé Gebal Taric ó monte de Taric,
j taaMm monte de la Yletcnria ó Entrada , por la que felizmente se
ataría por adtt é k conquista de España : ftié estod dia jueyes cinco de
k ImMi ée üegéb dd afto 9d (711) , j cuenta Xerif Edris que Taric
na? ios para ^tar á sus tropas toda esperanza de fuga : de-
monte y paso mil y setecientos cristianos mandados por d
Tadoiir) qat era'de los principales caballeros del rey Ruderic ,
y con este gente hubo algimas escaramuzas en los tres primeros dias,-
peio yencidoa y pniestos en fuga no osaron ya ¡Nresentarse contra los
que Taámff escribid entonces á su rey Ruderic para que L
) ^Kdéndole : € Señor, aqni han llegado gentes enemigas de la
• pvtede Alhea, yo no sé si del cielo ú de la tierra : yo mo hallé aco-
de eSfM de improriso : resistí con todas mis fuerzas para de-
le entrada ; pero rae fbé forzoso ceder á la muchedumbre y al
> ímpetasuyo: ahora á mi pesar acampan en nuestra tierra : ruégoos ,
S pnea tanto os cam|áe, que Tengáis á socorremos con la mayor
y oon coanta gente se pueda aligar : venid vos, señor, en
, qae ser6 lo mejor.» llenó de espanto á Ruderic esta inespe-
nueva , y mandé llamar sus gentes de consejo y de guerra , y envió
ded la flor de la caballería de los godos : partió esta hueste con
presteza , y se rennfó á la que mandaba el caudillo Tadmir,
y m adefamlaron contra les muslimes , y hubo entre ambas huestes
alganaa aangrienfas escaramuzas ; pero siempre con notable pérdida y
gme dato de loa godos. Mandaba la caballería delantera de los mus-
el Rmni , insigne eaucUOoque se había distinguido en las
j omqnislade África ; En tanto Ruderic allegaba sus gentes de
las provincias , y venia con todo su poder contra los muslimes :
eorria la tierra de Algezira y Sidonia , y hasta riberas del Guadia-
Rindiendo ienet^ y espanto en aquellos pueblos, que ni tiempo ni
tamn para la defei¿a. Por todas parles vagaban tropas y caba-
atemorizaban los pueblos, talaban y quemaban los campos.
CAPITULO X,
Be U batalU de Giudatede.
UcgóRodeiicA los eampoa de Sidonia, con un ejército de noventa
■d homlms con luda la nobleza de su reino. No intiaridó á Taric esta
hneile, fne parecía un mar agitado; pues aunque sus mna-
Mgr i«ferioccs en dmunero, leiiiaB gran ventajeen las ar-
derme jr valor. Venían loa críitianoa armados da lorigas y de
16 mSTORlA D£ LA DOMlNAGIOH
perpuntes en la primera y postrera gente, y los otros sin estas drfensas^
pero armados de lanzas , escudos y espadas , y la otra gente ligera coa
arcos, saetas, hondas y otras armas, según su costumbre, hachas y
mazas y guadañas cortantes. Los caudillos árabes reunieron sus bande-
ras, y se congregaron las tropas de caballería que corrían la tierra.
Juntos los muslimes ordenó Taric sus escuadrones, los preparó y llen6
de conflanza para dar batalla á los cristianos. Avistáronse ambas ene-
migas huestes en los campos que riega el Guadalede un dia domingo, dos
dias por andar de la luna del Ramazan. Temblaba debajo de sus píes la
tierra y se estremecía , y resonaba el aire con d estruendo de los atam-
bor es y añaCres , y con d sonido de guerreras trompas , y con d espan-
toso alarido de ambas huestes. Acometiéronse con igual ánimo y saña ,
aunque muy desiguales en número, pues habia cuatro cristianos para
cada muslim. Principió la batalla al rayar d dia, y se mantuvo con igual
constancia por ambas partes, y sin ventaja alguna duró la matanza
hasta que la venida de la noche puso treguas á los sangrientos horrores.
Pasaron ambas huestes sobre el campo de batalla, y esperaban coa
impaciencia el punto del alba para renovar la atroz pdea. Venido el
dia, con enemigo furor principió la batalla, y el homo del combale
permaneció encendido desde la aurora hasta la noche.
Como al tercero dia de la sangrienta lid viese el caudillo Taric que
los muslimes decaian de ánimo y cedían campo á los cristianos, se alzó
sobre los estribos , y dando aliento á su caballo les dijo : « O muslimes ,
» vencedores de Almagréb , ¿ á dónde vais ? ¿ á dónde vuestra torpe é
9 inconsiderada ftiga ? £1 mar tenéis á las espaldas , y los enemigos de-
» lante ; no hay mas i'emedio que en vuestro valor y en la ayuda de Dios :
» haced , caballeros , como veréis que haré. » Y didendo esto arremetió
con su feroz caballo, y atropellando á derecha y á izquierda cuantos se
le ponían delante llegó alas banderas de los cristianos, y conodendo al
rey Ruderic por sus insignias y caballo, le acometió y le pasó de una
lanzada, y el triste Ruderic cayó muerto , que Dios le mató por su mano,
y amparó á los muslimes : á ejemplo de su caudillo rompieron y desba-
rataron á los cristianos , que con la muerte de su rey y de otros de sos
principales caudillos se desordenaron y huyeron llenos de terror. Los
árabes siguieron el alcance con su caballeria , y la espada muslímica «e
cebó en ellos por mucho espado, y murieron tantos, que solo sabe
cuántos Dios que los crió : acabóse la batalla y alcance de Guadalede
dia cinco de la luna de Xawal , y quedó aquella tierra cubierta de huesos
por largo espacio de tiempo.
Tomó Taric la cabeza del rey Ruderic, y la envió á Muza, dándole
parte de sus venturosos sucesos , asi en el paso de Alzacác, como en las
victorias sucesivas ; y largamente le reGrió la sangrienta y peligrosa
batalla de Guadalede, en que habia vencido todo el poder del rey de los
godos y sus numerosas huestes , y le contaba como d rey entraba en la
batalla los primeros dias en un carro bélico, adornado de marfil , tirado
de dos robustos mulos blancos ; que llevaba su cabeza ceñida de una co-
ronaó diadema de perlas , con una damide de púrpura bordada decvo:
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 17
fR CB el ka-oero dia de la sangrieüta pelea Dios habla dado á sos mndi-
ws cumplida yictoria , y él había muerto por sa mano al rey Rudcric,
cuja cabeza le enviaba. Decíale asimismo los caballeros muslimes que
mas se hablan señalado en los dias de batalla, y cómo se había seguidoel
akanoe otros tres dias, sin que se alzase la espada de los muslimes de
subre eDos.
El caudillo que Uevó estas nuevas al Wali Muzaben Noseir le dio las
cartas de Taríc , y de palabra le refirió el suceso del paso del Estrecho
pva negar á tierra de España , cómo habían desembarcado en Gezira
Alhidrá, y ¿pesar de los cristianos se habían apoderado del monto
Snnde de Getel Alfeth, que yallamabaiyGebal Taric del nombre del
JBdifo caadillo que había derrotado la gente que defendía el paso y
monte, en quien esperaban los cristianos : que allí era su caudillo Tad-
núrqoe había pedido socorro al rey de los cristianos Ruderíc , infor-
núodcde de las gentes que habían llegado á sus tierras : que el rey
había yenido en su ayuda con noventa mil cristianos : que Taric había
salido contra ellos , y que en la delantera de la caballería estaba el csxnr
(GfflíiMagueiz el Rumi , siervo de Walid : que la batalla fué bien man-
tenida por ambas huestes tres dias : que el tercero vio Taríc á cuantos
hombres estaban con el : que ya les faltaba esfuerzo , y que les habló ¿
caballo , y los alentó á pelear con valor , y los exhortó ámorír peleando
cnmo buenos muslimes , y ofreciendo á todos grandes premios ; y que
entonces les dijo : «¿Dónde jpensaís tener asilo? el bravo mar detras de
» vosotros, los fatigados enemigos delante : no hay para nosotros mas
* remedio que valor : haced como haré yo ; Guala * que acometeré á su
' rey , y si no le quito la vida yo moriré á sus manos. » Que se afirmó en
so caballo , y rompiendo los enemigos ^como conocía el caballo y las In*
simias del rey Ruderíc , hizo como decía , y Dios mató á Ruderíc por
su mano , y después hicieron cruel matanza en los enemigos , y de los
BosUmes no murieron muchos , que los cristianos huyeron en desor-
den; y los siguieron tres dias : que Taric mandó cortar la cabeza do
Rnderic , y qlie se la enviaba. Muza oyó estas nuevas con mucho placer,
y dijo que enviaría al califa Walid la cabeza del triste rey, que tal des-
fracia aviene ¿los reyesque toman lugar señalado en las peleas.
CAPITULO XI.
De U entrada de Hnu en Espafia, y oooqaistas de Taric en Andaluda.
•
Envidioso Muza de las glorías del caudillo Taric , no celebró en su
ámmo estos venturosos sucesos como debiera , y luego escribió á Taríc
que no pasase mas adelante , que le esperase en el lugar que le llegara
n orden, para continuar con mas fuerzas y seguridad tan importante
«npresa : al mismo tiempo envió sus cartas al califa Walid , dándole
atenta de las victorias alcanzadas en España , dicíéndole que las batallas
^ GiaU.cs eono decir por Dies : se uaa para afirmar, negar 4 encarecer alguna cosa.
i 6 HISTOtOA DE LA DOMIÜAUON
habian sida teiríblcs como d diadel juicio , j envió también canfbrada
la cabeza del i%y Ruderic : atriboiasc Muza en sus cartas toda la felici-
dad de ésta Venturosa expedición. Luego sin tardanza ordenó las cosas
de Mricá : allegó tropas ^ dicen que diez mil caballos j ocho mil peones
entre árabes y afHcaños : puso en sü lugar para el gobierno de África
en Gairvan á su hijo ^ Abdelaziz, y en la luna dcR(%eb del año $3 pasó
el estrecho delmar , y saltó en España acompañado de sus hijos Abde-
lola y Meruán, de quien tomó después nombre el palacio que está al
{KHiicnte de Córdoba sobre su rio.
Asitaiismo entraron con Muza en España muchos caballeros de la
Iribú Coraix y otros árabes muy principales , como AÍmonazír , Aly boa
Reble Lahmi , Hayut ben Reja Temami , Hanás ben Abdala Asenaui ,
que después fundó la grande aljama de Saracusta.
Entre tanto que este ejercito acampaba en las marismas de Andalacia
hacía el Guadiana , Taric con sus vencedores muslimes corría toda la
tierra , llenando de espanto á sus moradores ; y lo que no esperaba , le
vinieron las cartas de Muza que le ordenaban no pasar adelante hasta
que el Wall se juntase con él. Hubo luego su consejo con los principales
caudillos , y todos manifestaron disgusto de tan inoportuno manda-
miento; ¿cómo era posible detenerse en tan favorable ocasión? Enten-
dió bien Taric de dónde procedía aquella resolución , y sin manifestar
que penetraba la envidia declarada de Muza, dijo^á los caudiUos que
viesen lo que les parecía conveniente hacer en tan importante ocasión.
A todos pareció que no era bien perder tiempo tan precioso : entre
Otros habló Julián el cristiano , y aconsejó á Taric diciéndole : « Puesto
« tfúe ya venciste el grtmde ejército délos godos , y los principales seño-
^ te$ cristianos que asistieron con su rey en la batalla de Guadalede se
^ han esparcido , no debes perder este tiempo en que todavía llevan en
1» sus corazones el terror de tus armas : {Kirsiguelos ahora sin darles es-
3» pació ni lugar ; porque si se recobran , fácil cosa es que se rehagan y
» alleguen nuevas gentes, y se concierten y anímenlas atemorizadas
9 tropas : asi que sin tardanza debes penetrar á las provincias y ocupar
» las principales ciudades , que en siendo dueño de ellas , y en especial
» de la capital , ya nada hay que temer. »
A todos parecieron bien estas razones , y las esforzaron tanto , que
Taric n que no desealm otra cosa , ordenó luego las haces y distribuyó
las banderas , y mandó pasar alarde de |u hueste ; y alabando su valor
por lo pasado , y exhortándolos á nuevas victorias , ordenó que las tropas
se abstuviesen de ofbnder á los pueblos paciflcos y desarmados : que
solo persiguiesen á los que tuviesen armas , favoreciesen y tomasen parte
ón la guerra y obstinada defensa del pais : que no roí>asen ni apañasen
despojos sino en campo do batalla , ó en entrada por fuerza en las ciu-
dades enemigas.
Dividió Taric el ejército en tres cuerpos : el primero confió á Mu-
^i Dice Alabar que dejó en África á su hijo mayor Abdala : Edobi dice que Abdelazix , y al
ro Uama AMtIoU : el ifrikl dioe que tardó Muu oinMm idmw tti tefeir 4 BifitfA*
BE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 19
gm el Rtimi j y lo envió 4 Córdoba : el segundo encargó á Zayde ben
hesM el Sekseki para qué caminase á tierra de Málaga ; y el tercero
acaudillado por ^ misnio partió á lo interior del reino por tierra do
Jjjeaá Tolaítola \ que era la capital délos reyes de España : antes
qoe á ella llegase se le juntó la hueste de Kesadi , que solo halló alguna
resistencia delante de Estija ,* pero las tropas muáimicas vencieron á
h« cristianos á vista de su ciudad , y los moradores atemorizados se
iülanaron á pagar tfibuto , y tomadas rehenes délos priticipalcs de éllh
nmtíouó el ejército su marcha hasta juntarse con el de Taric, como es-
tai» concertado. Siguieron el ejemplo dcEstijalas ciudades de Málagay
BTira. Moguciz el Aumi acampó delante de la ciudad de Córdoba, muy
principal y antigua : envió á decir á los moradores que se rindiesen á las
nndidones y s^ilridades que ofrecía el Islam , que sujetos al tributo
estaban seguros en sus personas y en sus posesiones : que el tributo era
le?c, y el furor y la saña de las tropas vencedoras seria terrible : que
00 se obstinasen en su resistencia con vanas espetanzas : que hiciesen
romo otras muchas ciudades que se habían entregado á la generosidad de
los árabes , Redimiendo á poca costa el derramamiento de su sangre :
qoe no esperasen socorro de ninguna parte , que ya todo estaba en ma-
Df js del vencedor. No quisieron dar crédito á estas propuestas , engaña-
dfjs de algunas tropas , restos de la batalla de Guadaleqe , que se habian
refugiado á esta ciudad y confiaban poder defenderla* ¿Peh) de qué les
»erTian sos muros ili el valor de sus tropas , si la fortuna estaba decía-
rada contra dios? Informado Mugueiz de la poca gente que defendía
la dudad, y de que lá muralla tenia fácil entrada por la parte del rio,
aproTcdiando la oscuridad de una lluviosa noche, pasó á nado el rio
cnn mil caballos que llevaban á la grupa mil peones ; y con el posible
silendo y diligencia se apoderaron de aquella parte déla muralla , y
dpgrflando las guardias de aquellas puertas abrieron á los mil cabaúc-
ms. y se fac&itó la entrada á gran parte del ejército , que ocupó la cra-
áaá antes do venir el dia : el gobernador con cuatrocientos hombres ste
actigid á un templo , y se fortificaron en él : los Vecinos imploraron la
ricmeneia del caudillo Mugueiz , y se pusieron bajo lá fe y amparo de
los árabes. Mandó Mugueiz combatir el templo , y los cristianos se de-
fendieron con obstinado valor hasta que todos perecieron peleando. La^
ríodad se allanó á la condición del tributo de sangre , y tomó rehenes'
á su contento -, y dejando sosegada la ciudad , y encargado el gobierno
it eOa i los mas principales , partió de ella con su ejercito á correr Ids
pueblos de la ocHuarca , para ihantenor en ellos el terror de la invasioh
j de la victoria. Asi los enemigos estaban maravillados del valor y II-
cereza de las tropas árabes, que á un mismo tiempo estaban en diferen-
Us y apartadas provincias.
) ToUMoU, asi defflsararon los árabes el nombre do Toledo , depravación de wrbs Toieianay
V «tnaa á los cristíanos : asi como de Asiigi hicieron EsUja por Ecija; y de Gssarauguüía
por Zaraisou ; l de Spali K;»bi)ia por Sevilla.
20 HISTORU DE LA DOMINAaON
CAPITULO XII.
De U conquista de Toledo y de sas oomareas.
Llegó Taric á la ciudad Tolaitola , capiUl de España , ciudad antigua
y fuerte , rodeada del rio Tajo, habiéndole precedido la fama de sus rá-
pidas y continuadas victorias y el espanto de las tristes reliquias dd
derrotado ejército de su rey Ruderic : el temor délos vencidos en Gua-
dalede ponderaba el valor de las tropas árabes , y acrecentaba sobre la
verdad su número y el valor y ligereza de su caballeria. Los principa-
les señores que habían seguido á su rey en la guerra habian muerto en
la batalla, ó andaban errantes y fugitivos ; los que habian quedado cu
la ciudad, con la nueva de la desgracia del ejército y de la dirección de
los muslimes, habian huido con sus familias; de suerte que la ciudad
tenia muy poca gente de guerra ni de importancia. Aunque la fortaleza
del sitio de la ciudad , que es un alto y escarpado monte ceñido de un
rio grande, lespodia dar confianza y proporción para defenderse, fal-
tos de ánimo , de inteligencia y práctica de cosas de guerra , á cabo de
pocos dias, faltos de provisiones y de esperanza de ser socorridos, vi-
nieron á tratar sus avenencias con Taric, que los recibió con bondad y
firmeza. Concertaron su entrega con estas condiciones : que habian de
entregar todas las armas y caballos que hubiese en la ciudad : que se
pudiesen retirar libres déla ciudad los que no quisiesen quedar en ella,
perdiendo sus bienes : que los que permaneciesen en ella serian dueños
pacifica é inviolablemente de sus casas y posesiona : todos sujetos á
un moderado tributo gozarían el libre ejercicio de su religión, el uso y
conservación de sus iglesias ; poro que no edificarían otras sin licencia
del gobierno : que no harían procesiones públicas : que se gobernarian
por sus leyes y jueces; pero no impedirían ni castigarían al que se
quisiese hacer muslim. Los de la ciudad entregaron armas y rehenes,
y entraron algunas tropas y los caudillos árabes en la ciudad.
Ocupó Taric con su guardia el alcázar del rey , que estaba en una
altura sobro el rio : la casa era grande y labrada á maravilla , y en ella
halló Taríc muchos tesoros y preciosidades. En una apartada estanza
del alcázar real encontró veinte y cinco coronas de oro guarnecidas de
jacintos y otras piedras preciosas , pues era costumbre que después de
la muerto de cada rey que reinaba en España se colocaba alli su corona,
y escribían en ella el nombre de su dueño , su edad , y los años que
habia reinado i y veinte y cinco habian sido los reyes godos de España
hasta él tiempo de esta conquista.
CAPITULO XIII.
De la conquista de Mérída, y Tenida de Abdelaziz ¿ España.
Cuando el Wali Muza desembarcó con su ejército en las costas de
Algarbe de Andalucía , luego supo que Taric había continuado la con-
•t
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 21
qnria oonira sa mandamiento : pesóle de eUo y se llenó de saña contra
r). T pro|Hiso en su corazón perderle : se informó del camino que había
ihado, y halló entre los cristianos ^as fieles que le enseñaron la
fora, y nunca le estrayiaron ni fueron pérfidos. Guando la providen-
cia te pone en la mano la cuerda de la felicidad , todas las criaturas
oAcuiTen á hacerte feliz, tus mismos enemigos te ayudan; y si se
«jírwe alguna dificultad , la fortuna cuida de vencerla y de allanarte el
pa$o. Determinó Muza seguir la conquista pok* partes donde Taric no
kibípse estado, y en seguidas marchas corrió la tierra de Esbilia, y
(irlaole de esta ciudad y en su comarca estuvo un mes : entregóse la
nudad por avenencia y con las condiciones del Islam , tomó rehenes á
5a(t)nteDto , y dejó en ella por gobernador al caudillo Isa ben Abdila
«ITowail de Medina, con alguna tropa por la importancia de la pobla-
noQ, y asistencia de los muslimes enfermos. Continuó su marcha , y
onipu de paso la ciudad de Carmuna , que aunque fuerte por su sitio y
lotígnas murallas , se rindió á ejemplo de Esbilia y otras de Anda-
Ijda.
Ueraba Muza en su hueste diez y ocho mil cabaUos con poca gente
^ pfooes, que iba dejando en las ciudades , como para reciproca con-
íiaoza y segundad de los rehenes que tomaba en ellas , y por tantear el
f^moü de los naturales. No halló resistencia en ninguna parte; asi in-
^do so ánimo y deseoso de nuevas conquistas le pareció campo es-
trrdioel de Andalucía, y pasó á la Lusitania, que es el Algarbe de
^^. Se le entregaron al paso las ciudades de Libia , Ossonoba, Myr-
%. Beja y otras , y llegó sin dar batalla alguna á la grande ciudad de
Mérída. Guando vio Muza aquella magnifica ciudad dijo á sus caudillos :
^^f^ <iue lodos los hombres han reunido su arte y poderlo para en-
^v^uMiecer esta ciudad : venturoso el que logre rendirla. Envió á la
f^oMva intimación para que se sometiesen á las condiciones acos-
t'onbradas; pero los de la ciudad, confiados en sus altos y torreados
i^iintt, respondieron con altanería y salieron á impedir que los árabes
PBM^en su campo j pero fueron rechazados , y se retiraron á su
nadad.
Viendo Muza que la ciudad era grande y fuerte á maravilla , para
"[Qibatirh con acierto la rodeó por el contorno de sus muros, y cono-
"^^ que seria forzoso detenerse en aquella empresa ; y para seguir la
^^nísta envió á ñamar á su hijo Abdelaziz , para que viniese con mu-
'^ diligencia con cuanta gente pudiese allegar, para llevar el terror á
^das parles y asegurar la conquista. Entre tanto cada dia daba un recio
^te á la ciudad por diferentes partes , y los de eDa sallan con mu-
^ Talor á pelear con los muslimes ; pero se les llevaba y retraía mal-
f'^radíjs á sus muros , y desde ellos se defendían y hacían harto daño á
'" (arcadores. Había visto Muza que á cierta distancia de la ciudad
^ba ana honda cava cortada en peña , y en ella escondió de noche
^^ gente de á pié y dea caballo. A la hora del alba, oomo tenia de
^^^^ijnibre, salió de su campo para combatir los muros , y asimismo los
^^^f^i^u»^ que ya estaban acostumbrados á sus rebatos y alboradas ,
22 HISrpl[lU PE lA PQipHAaQIf
salieron i estorbar sos combates. Mandó Maza ^ los musUmcs hacer
una bien ungida retirada , de suerte que cargando la gente de los cer-
cados se fueron arredrando los muslimes bácia su emboscada. Los cris-
tianos empeñados en la pelea y en seguir á los árabes con la yentaja
que creían obra de su esfuerzo , llegaron peleapdo j maltratando íi los
muslimes mas adelante de la celada , que estaba al costado de la pdca :
de súbito salió aquella gente ^ y acometió con grande Ímpetu y yoccria :
los muslimes antes fugitivos hicieron frente á sus contraríos con deno-
dado ánimo , y se trabó una recia pelea que duró ipi;chas horas hasta
que los cristianos acabaron despedazados , que muy pocos escaparon de
la muerte ; pero vendieron muy caras sus vidas. En adelante los de la
ciudad no osaron ya salir á pelear con los árabes. Gomo en un asalto
hubiesen ocupado los muslimes una fuerte torre , los cristianos se es-
forzaron por echarlos de ella, y pelearon con tan bárbaro valor, que
no escapó ninguno de los valientes muslimes que entraron en ella; y
los árabes la hubieron de perder con gran matanza, y asi llamaron
después á aquella torre Borg-Axuhuda, torre de los Mártires.
Llegó en este tiempo Abdelaziz ben Muza ccm siete mil caballos afri-
canos, y gran ballestería de los berberíes : como los de la ciudad viesen
que el campo de los árabes se acrecentaba con nuevas tropas , y quo
en la ciudad faltaba gente de guerra y escaseaban las provisiones , que
esperanza de socorro no había ninguna , que la gente menuda y la
mayor parte del pueblo murmiu*aba y pedia que se tratase de avenen-
cia, los principales tuvieron su consejo , y acordaron enviar sus mon-
sageros á pedir paz al caudillo Muza. Fueron presentados en su pa-
bellón , y le vieron con su larga y cana barba muy respetable. Hicieron
su propuesta, y Muza les ofreció condiciones mas generosas que las
que merecía su resistencia : mandóles venir otro día á la misma
hora : aquella tardo acordó Muza con los caudillos muslimes las
condiciones que se debian dar á I04 de la ciudad : alheñó Muza aquella
noche su barba y la enrojeció, y cuando venido el día entra|x>n en su
presencia los enviados de Mérída apenas creían que fuese el mismo, y
se maravillaron mucho de su barba negra que tiraba á roja .* jn^opü-
soles sus condiciones , y ellos tomando á la ciudad deciap á sus gentes :
¿Por ventura peleards con hombres que rejuvenecen cuando quieren
en su vejez? pues sus reyes asi lo hacen, y nosotros los hemos visto
mozos , despules que los habíamos visto canos viejos : asi que salid y
conceded cuanto os pidieren si queréis ser salvos. Fueron las condi-
ciones convenidas entre ellos : entregar las armas y caballos , los
bienes de los fugitivos de ellos á Galicia , los de los muertos en la celada,
los de los que se retirasen de la ciudad, las alhajas y riquezas de los
templos , los vecinos seguros en sus personas y en sus bienes , y entre-
gar rehenes á contento de los muslimes. Entonces abrieron las puertas
de la ciudad , y entró Muza en ella día de Alfitra ^ en principio de
Xawal del ano 93 y n^aravillóse mucho de la grandeza de la ciudad y
1 AlQtru , U Pascua do salida del Ramauín.
de sos m^iiiificos edificios : tomó en rehenes )a iviyeiito4 vm priodp^
arla ciudad con la reina goda, muger del rey Ruderipi j otras gent^
5 mancebos de la primera nobleza que alli se babi^ acogido.
Eo tanto que esto plisaba ep la Lusitania, Tarje, después que ocop¿i
los alcázares y fortalezas de Tolaitola , y la aseguró 9 tf^t^ de corref
aquella tierra, y pcrsq^oir algunas derramada^ Iropas que ai|-
daban en cUa. Encontró cierUis ciwpa&ias de ellas op una dudad que
eslaba tras los montes , y la rindió coq facilidad , que el teiiior peleaba
piir los maslimes , y no babia entre los cristianos caudillo que Los Feu-
Díne ni animase , y por todas partes la gente de armas buia siu ^nüap
en campo ni en poblado. Esta ciudad se llamó entonces la ciudad dq
Taric , del nombre del caudillo conquistador. Enyió desde aqu| parta
de sos tropas á Tolaitola , y con el resto siguió sus marcba^ y llegó i
Goadilhigiara , y pasó este ríp , y tomó el monte , y lo atravesó pop* ui|
TaQe que se Úamó entonces Feg-Taric de su propio nombre. Ocupó
ana pequeña ciudad que estaba tras el monte ; y como en ella se baUasQ
ana preciosa mesa guarnecida de yerdcs psmcraldas y jacintos, Sfl
llamó Medina Almeida , ciudad de la mesa , que ¡íecün la mpsa de Su*
lejman. Luego siguió su camino á Medina Maya ; en esta encontré
muchas alhajas, oro y piedras preciosas; y parga4o de ricQs 4<^^ppjo§
turnó á Tolai(ola.
CAPITULO XIV.
n» ta f cttldA d« Mttt á Tftledo, f de las deMvtnandat de ambes eandlHei.
Cuando Muza ben-^pscir estaba ocupado en d cerco y conquista de
Mérída , la gente menuda del pueblo de Sevilla , con inconsiderada te-
oierídad , acometieron á los muslimes que alli estaban bien descuidados,
7 mataron de ellos como treinta hombres ; que los demás lograron li-
brarse de sos pérfidos enemigos , y llegaron al ejército do Muza por
caminos extraviados. Sin tardanza ordenó el >Va|i que su bijo Abde-
laziz ooQ on cuerpo de caballeria muy numeroso partiese para Seyilla,
j castigase con severidad á los culpados, (a gente principal de I9 du-
dad no había tenido culpa en aquella inútil temeridad , y cuando llegó
h hoeste de Abdelaziz querían salir á ofrecerse al caudillo, y excusarse
de la alevosía ; pero el pueblo pandaba , y cerró las puertas , y quiso
dcrendcrse á todo trance. Acometieron los muslimes cpn el ardientp
deseo de venganza , y forzaron las puertas , y saciaron sus espadas se-
dientas do vidas, haciendo en el pueblo grqn matanza : por desgrada
soele ser común el castigo de la culpa de alguno^ pocos. Ricificó Abde-
laziz la dudad, y avisó de ello á su padre, que le envió orden para
que continuase la conquista á la parte meridional de España.
Díspncstes las cosas de la seguridad y quietud de Mérida , partió
Muza con su ejército hacia Tolaitola , tomando al paso por avenencia
algunas ciudades , persuadiendo á los pueblos que los árabes no venían
á destruirlos ni despojarlos , ni quemarles sus campos ¿ incendiarles
24 HISTORIA DE LA DOMINAGION
4SU9 poblaciones : que no hadan la guerra sino á los rcbddcs y obsti<
nados en su vana é inútil resistencia. Ofreciéronse á los árabes en esta
marcha maravillosos puentes , obras délos antiguos jonios, que nunca
hablan visto edificios de igual magnificencia , pues no parecían obras
de bombres , sino de genios divinos : sobre todo , les complacía la ele-
gancia y la comodidad de los puentes del Tajo y del Guadiana.
Cuando Muza ll^ó á Medina Talbera , el caudillo Taric , que sabia
cuan ofendido estaba el Wall de sus buenos sucesos , salió á recibirle
sin temcH* ni desconfianza de quien ha faltado', ni con altanería y orgu-
lio de vana presunción : para templar su enojo , llevó consigo algunas
joyas preciosas, que le hablan tocado en la distribución de los despojos
como á principal caudillo de la conquista. Fué Taric á recibirle , y to-
davía llegó á encontrarle en Talbera. AI presentarse á Muza le dijo este
Wall con mucha severidad : ¿Porqué no obedeciste mis órdenes? y
Taric le respondió con mucha sumisión , que por mejor servir la causa
dd Islam , y por creer que él nusmo no podia desear cosa mas acertada ;
que por lo demás bien sabia que él era hechura suya , y muy su servi-
dor; y con esto le presentó aquellas alhajas, que eran su parte como
principal caudillo de la conquista. Luego pasaron á Tolaitola juntos :
las tropas acamparon fuera de la ciudad , entraron en ella Muza con
Taric y otros caudillos, y subieron al alcázar. Allí, en presencia de
todos, le dijo Muza: ¿que dónde estaba la preciosa mesa de Suki-
man? y Taric se la dio falta de un pié, diciendo que asi so habla en-
contrado : la tomó Muza , y le dijo: que por su desobediencia en cosa
tan grave, confiando mas en la fortuna de las armas muslimic&s, que
en la prudencia y buen consejo , y en la experiencia de su Wall , que
á nombre del califa le privaba del mando de su ejército que le habla
dado. Concluyó Muza dando gracias á los demás caudiKos por su valor
y celo en los trabajos y propagación del Islam. Todos callaron , y solo
Taric dijo : Señor, mi deseo fué servir á Dios y al califa : mi concien-
cia me absuelve , y espero que nuestro soberano hará lo mismo, á cuya
justicia y amparo me acojo.
Estas razones de Taric no aprovecharon para templar el ánimo
llagado do envidia del Wall , antes mas ensañado contra él lo encarceló,
y escribió al califa su desobediencia. Encargó á Muguciz el mando que
antes tenia Taric , y este mismo caudillo fué el único que le habló alli
en favor de Taric, y le dijo : que las hazañas y servicios de Taric eran
muy públicos y gloriosos, y no merecía, en su dictamen, reprensión
ni cárcel, sino las mas distinguidas honras : que viese lo que hacia,
que Taric tenia muchos amigos en el ejército. Muza no mudó de pro-
pósito , y no trataba menos que de hacerte morir.
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 3¿
CAPITULO XV.
De las conquistas de Abdelaziz en tierra de Murcia.
En Gste tiempo Abdelaziz , después de aseguradas las ciudades de
Andalucía , pasó con su hueste á la parte de España meridional, donde
hada frontera contra los árabes el caudillo de los cristianos que se
Damaba Tadmir , que era de las principales famiUas de los godos, y se
llamaba rey de aquella tierra , que de su propio nombre se conocía
por tierra de Tadmir. Era este principe muy esforzado, y se había dis-
tinguido en varías ocasiones contra los muslimes, y en especial mani-
fcslósa ánimo y prudencia en la batalla de Guadalede, cuando desba-
ratados los cristianos reunió y retiró este Tadmir las reliquias de su
rate , y las libró de las espadas de los vencedores. Cuando entendió
Tadmir ben Gobdos que Abdelaziz se encaminaba á sus tierras, salió
á defender el paso con las tropas que pudo allegar ; y aunque no osaba
(irpscntar su gente en campo raso ni venir á batalla con los árabes,
lamiendo con razón la ventaja de la caballería, con mucha inteligencia
«jmpaba los montes y los pasos difíciles, y acometía en los desGLnderos,
7 en donde con pocos y sueltos incomodaba y hacia grave daño á los
escuadrones y tropas numerosas. De esta manera , peleando con varía
fortuna, fné avezando á los suyos á pelear y contener el ímpetu de los
árabes. Abdelaziz y su caudillo Habib procuraban todas las ocasiones
<fe dar batalla ; pero Tadmir, con mudia destreza y conocimiento de
b tierra, las evitaba y salía por donde menos se pensaba. En fuerza
de su constancia fueron internándose hasta los campos de Lorca, y
aquí lograron dar á los cristianos una sangrienta batalla, en que los
rtMBpicron y desbarataron : la cabaUeria los siguió, alanceándolos con
nacha ventaja. Huyeron los cristianos , y se acogieron á la ciudad de
Auríola , única fortaleza en que pudieron ampararse. Viendo Tadmir
la perdida de su gente de pelea , para engañar á los muslimes, y que
creyesen que había muchas tropas en la ciudad , dispuso que las mu-
pres se disfrazasen y vistiesen como varones, y subiesen armadas á
las torres y moros , con sus cabellos cruzados porque pareciesen barbas.
Este engaño salió bien á Tadmir, y los árabes pusieron cerco á la
ríodad con todas las precauciones convenientes , como suele hacerse
delante de una numerosa guarnición. Dispuso Abdelaziz sus gentes
para eombatir la ciudad , y entonces salió de ella un caballero enviado
de Tadmir, que se acercó y pidió seguro, y le fué concedido. Presen*
túseá Abdcbóiz, que le recibió muy bien , y este mensagcro á nombre
de Tadmir y de la ciudad pidió seguridad y paz , porque se allanaban á
entregarse con buenas condiciones , conforme á la generosidad de los
caodilk» muslimes y á la nobleza del principe , que las pedia por bien
de sos pueblos. Dijo este caballero que venía autorizado á concluir el
OHirierto y avenencia que otorgase $ y se escribió en esta forma : Es-
cñtora y eonvenio de paz de Abdelaziz ben Muza ben Noseir con Tad-
:?6 HISTORU DE LA OOXIllf ACIOI^
mlr ben Gobdos, rey de tierra de Tadmir. « En el iHNnbrc de
» clemente y misericordioso^ Abdelaziz y Tadmir hacen este convenio
T» de paz , que Dios confirme y proteja : quo Tadmir baya el mando de
» sus gentes, y no otro de los cristianos de su reino : que no habrá
» entre ellos guerra , ni se les tomarán cautivos sus hijos ni mugercs :
» ipic no scráQ molestados sobre su reügion , ni se les incendiarán sos
» iglesias , sin otros servicios ni obligaciones que las aqui convenidas :
» que esta avenencia se entienda también sobre siete ciudades, Auriola,
>» Valentila, Lccant, Muía, Bocsara, Ola y Lorca : que él no recibirá
» nuestros enemigos, ni nos faltará álafidelidad^ ni ocultará trato
» hostil que entienda : que él y sus nobles pagarán él servicio de un di-
» nar 6 áureo cada año, y cuatro medidas de trigo, y cuatro de cebada,
» y cuatro de mosto, y cuatro de vinagre, y cuatro de miel, y cuatro
» de aceite ; y los siervos ó pecheros la mitad de esto. Fué escrita
» en cuatro de Regcb, año 94 de la Hegira. Testificaron sobre esto
» Otzman ben Abi Abda , Habíb ben Abi Obcida, £dris ben Maicera y
» Abulcasim el Mezeli, »
Después que firmaron el convenio, declaró el mensagero de los cris-
tianos que 61 era el mismo Tadmir, y Abdelaziz Tué muy contento, y se
holgó do su franqueza y noUe proceder , y le hizo mucha honra , y
comieron juntos como si de luengo (jcropo fuesen amigos. Tomó Tad-
mir á la ciudad aquella noche , y ordenó que al dia siguiente á la hora
del alba se abriesen todas las puertas de la ciudad ; y el con los princi-
pales de ella salieron , venida la mañana , á recibir á Abdelaziz , Habib
y otros principales muslimes , que con escogida gente de á pié y de á ca-
ballo entraron en la ciudad. Maravilláronse mucho de ver en ella tan
poca gente de armas , y preguntó Abdelaziz á Tadmir : ¿Que has hecho
de tus tropas las que coronaban los azuores ó muros de esta ciudad ? y
Tadmir le refirió su estratagema , que pareció mqy bien á todos. £1
cristiano los obsequió tres días , y luego partió Abdelaziz sin hacer
daño ni correr la tierra. Pasó la hueste á las comarcas de las sierras
de Segura , y entró en Bazta , y cu Acxi , y en Jayen , y en Elvira ,
y en Garpata, que tenían los judios, y en Anlicaria, y entró en
Málaga y otras ciudades de la costa del mar, sin hallar resistencia
en ninguna psirte : le acompañaron en esta expedición los caudillos
Otzman ben Abi Obcida el CarsL que fué siempre compañero de Muza
benNoseir , su padre, y asi Tuéei priinero que confirmó la escritura de
paz y convenio con Tadmir ben Gohdos el cristiano, rey de la parto
oriental de Andalucía : su propio nombre de este era Obeída ; también
le acompañó Abdala ben Maicera el Faliemi , que asimismo era com-
pañero de Muza ben Noseir, y confirmó la escritura de paz con Tad-
mir el cristiano , y Habib , su amigo, hijo de otro amigo de su padro
Muza, que confirmóla paz, y Abulcasim el Mezeli, y otros mas jóvenes.
En este tiempo llegaron á Muza órdenes del califa, mandándolo res-
tituir á Taric el mando de las tropas que tan gloriosamente había con-
ducido , dicicndóle que no inutilízase una de las mejoras espadas del
Islam. Aunque á su pe^ar Muza obcdedó , sin manifestar su (l(sgusto ,
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 27
ii ¿rdea dd cdiGí ; le puso en libertad , ; aque) dm oonücron juntos,
j le restiiujó eo público el piando desús tropas : fué general el aplauso
y alegría de todos los muslimes , por la satisfaccioq dada á tan digno
caudillo. Dispuso Muza que luego sin dilación partiese Taric con su
hueste báeia España oriental , y él mismo dio sus órdenes para seguir
coo SD gente la conquista. IVIandó qué todas las tropas fuesen muy des-
cargadal y á la ligera, la caballería con su piel y saco de provisión,
y su hortera de cobre, y sus precisas armas, y la infantería sin mas
embarazo que las armas. Las proTisioncs de cada taifa en acémilas
bastantes , divididas por el número de banderas , y estos bagages condu-
cidos por pocos hombres i de suerte , que no se inutilizasen brazos vigo-
rosúb para las armas, ni se empleasen aparatos que estorban los pro-
gresos de las rápidas marchas , ni gente y bestias sobradas, que solo
sinren para consumir las provisiones y forrages de la tierra. Ambos
caudillos repitieron á sus tropas la prohibición de robos y pillnge con
peoa de la vida , solo permitido después de las batallas en el campo
enemigo y en entradas por fuerza de ciudades , cuando les fuese dada
ficencia.
CAPITULO XYI.
CmqMn de Taile en U Espafia oriental , i de Moza en tierris del norte de Sipalla.
Tarícaloríente buscando las fuentes del Tajo, atravesólas
sierras de Arcabica, Molina y Scgoncia , y descendió á las vegas
y campos que ríega el rio Ebro. Muza pasó tras las sierras á Scntica y
Salmantica , que se entregaron sin resistencia , y allanó la tierra hasta
Asioríca , y volvió subiendo por las corrientes del rio Duero á la parte .
oriental de España; y descendiendo al rio Ebro llegó al cerco de Medina
Sáracnsla , que tenia en mucho estrecho el ejército de Taríc. Habia ya
ocupado esta hueste todas las ciudades de la comarca ; pero en esta ciu-
dad se habia reunido mucha gente de toda España : el rigoroso cerco y
les combates la tenian ya muy apurada , y cuando llegó Muza decayeron
de todo punto de ánimo los cristianos, y lu^o salieron á proponer su
entiba con buenas condiciones. Muza sabia que alli estaban deposita-
das muchas riquezas de todos los pueblos de España oriental ; y sabiendo
el triste estado en que se hallaban por falta de provisiones, les impuso
sobre las condiciones ordinarias una muy grave exacción , que debian
ingar el dia de la entrada en la ciudad : esta era la contribución de
sangre, porque con ella se redimían de las violencias de la espada del
▼mcedor. La necesidad los forzó á todo, y allegaron y recogieron todas
hs alhajas de los vecinos poderosos y de los templos , para cumplir la
gran cuantia que pidió Muza ben Noseir : asimismo tomó rehenes á su
contento de la juventud noble de esta ciudad : puso en ella un buen
presMio con escogida gente, dando el gobierno á Hanáx ben Ábdala
Asenani , me poco después edificó alli una mezquita magnifica y una
principal 4]^una.
28 HISTORIA DE LA DOMINACIÓN
GoDtinnó el ejército sn expedición , y entró sin resistencia en las
ciudades deWósca, Turiazona, Galagurra, Ilerda, Taracona , hasta
los montes de Afranc : al mismo tiempo que Taric desde los montes
descendió por el Ebro á Tortuja, áMurbiter, á Valencia, Jativay
Denia, que todas se sujetaron á las condiciones del Islam, quedando
los moradores, bajo la fe y amparo de los muslimes , dueños paciGcos
de sus bienes. £1 ejército de Muza ben Noseir puso en obediencia del
Islam las ciudades de Barciluna , Gerunday Empuria, y otras de los
montes orientales. Cuenta Novaíri que pasó á tierra de Afranc , y ocupó
Medina Narbona ; y halló alli siete ídolos de plata á caballo , que estaban
en un templo. Luego se tornó á España , y caminó alGuf ó norte de ella
hacia Galicia por Asturíca^ y entró en Lugidania ^ , y en todas partes
sacó muchas riquezas , que no partia con nadie. Taric en su conquista
seguia otra Tía y otra conducta : los despojos y contribuciones repartía
con los muslimes, sacando el quinto que reservaba para el califa con
mucha justicia; y no comunicaba á Muza sus empresas, sino escríbia
al califa , y censuraba la codicia y exacción del Wali , que era insaciable.
Por su parte Muza vituperaba los procedimientos de Taric , y se quejaba
al califa de cuanto perjudicaba á la unión de los muslimes y al ejemplo
de subordinación y buena disciplina la conducta absoluta y la prodiga-
lidad de Taric. De estas quejas inflrió el califa Walid ben Abdelmelic
que con venia poner aquella conquista en otras manos, y ^lamar á Siria
á estos dos caudillos.
CAPITULO XVIL
De la partida de Muza y Taric de Espafia para Damasco.
Escribió el califa sus cartas á Muza y Taric ben Zcyad para que sia
dilación partiesen á Damasco, ordenando á Muza que dejase en el go-
bierno de España y de África personas do conCanza. Pesó mucho á Muza
de esta determinación ; pero esperando todavia que lograría volver á
esta conquista, se dispuso para la partida. Mandó que su hijo Abdc-
lazíz quedase por amir ó gobernador de España durante su ausencia :
encomendó las tropas de frontera al caudillo Naaman ben Abdala, y con
una buena compañía de caballos tornó por Toledo a Córdoba y Sevilla,
recogiendo al paso los tesoros que tenía allegados : dejó en Sevilla á su
hijo Abdelaziz; y para que le ayudase con su prudencia y valor dejó
alli en su compañía á su sobrino Ayúb, hijo de su hermana, caudillo
muy estimado de todos los muslimes ; y á Isa ben Abdala el Towail
de Medina, su intendente de presas y despojos. Ammismo ordenó
Muza que partiesen con el á Siria cuatrocientos varones de las
familias regias godas que teñía en rehenes , que llevaban sobre sus
cabezas diademas de oro , y cintos también de oro ceñidos. Partió
el Wali Muza ben Noseir de España con muchas riquezas que sacó
> Asi depravaron el nombre de LusiUinia , que fueron después olvidando.
BE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 29
de db, y apertó en África con macha felicidad. Era en este tíempo
almirante del mar para las comunicaciones y paso de España á África
Mnbamad bcn Umén ben Tbabita , y fué el que pasó las tropas de Taric
7 Moza para la conquista , según cuenta de él Abu Said , autor de la
HistcHia de Egipto; y el ano 102 todavia estaba sobre el mar de
Túnez , según Abdala ben Abdelhakem en su historia. AUi mandó que
su hijo Abdelola quedase por gobernador de Tanja y de Almagréb , y en
Cairvan otro hijo suyo que se llamaba Meruán , y con las riquezas de
estas regiones de occidente entró en Siria el año 95 de la Hegíra (713).
£1 caudillo Taric, que babia recibido la misma orden del califa para
pasar á Damasco , partió poco antes que Muza, y su hueste quedó en-
cargada á Habib ben Abi Obeida para que hiciese la conquista de Galí-*
da y Lusitania. Cuando Taric llegó á Damasco no estaba alli el califa ,
7 pasó á Dair Marún , en donde á la sazón se hallaba. Walid le recibió
con mucha honra, y holgó mucho de ver al célebre conquistador de
España , y le aseguró que estaba bien persuadido de sü bueua conducta ;
pero que babia sido forzoso que viniese para saber de su boca la verdad
de sucesos tan importantes, y por evitar otros inconvenientes que po-
dían resultar quedando en África ó en España, en donde eran tan po-
derosos los hijos dé Muza , que cierto no era su amigo : dio cuenta Taric
de sus hechos todd§ , y concluyó diciendo ; Señor, los muslimes hon-
rados de tus huestes, que me han conocido en África y en España, pue-
den decirte cuál he sido en todas ocasiones , y aun nuestros enemigos
ios cristianos dirán si he sido cobarde , si cruel , si avaro. Quedó Walid
muy pagado de las razones de Taric , y le respondió que todo lo sabia,
7 estaba muy satisfecho de sus buenos servicios.
Entre tanto Abdelaziz, que estaba en Sevilla , donde habia puesto la
OTte y aduana * de los árabes, por estar mas cercana á las comuni-
dciones de África, tenia en su compañía una muger goda que habia
sidomuger del rey de España RudcriCi era muy hermosa, se llamaba
Aycla, y Abdelaziz la amaba, y la persuadió á que fuese su mugcr :
cplebraron sus bodas con grandes fiestas en Sevilla, y fué su nombre
Omalisam *. Luego partió Abdelaziz para seguir la conquista , y dio sus
órdenes á Habib ben Abi Obeida ben Ocha ben Nafe, para que por su
parte las adelantase también.
Guando Muza se acercaba á Siria con los despojos y riquezas de Es-
paña y de África , adoleció Walid de grave enfermedad ; entonces el
hermano de Walid, Suleiman ben Abdelmelic, escribió á Muza desde
Randa , donde estaba , que se detuviese en el camino y no se presentase
hasta que su entrada fuese ya en sus dias, pues su hermano no podia
naturalmente convalecer de su grave dolencia. Muza no lo hizo asi, y
Ufgó antes de la muerte del califa : ordenó Walid que ambos caudillos
^ AdvaM entro los árabes es la casa del senado , ó del concejo , donde se congregan los
iBrtewim ó consejeros : asimismo daban nuestros árabes esle nombro á la casa donde so
Ih^aba la cuenta y raion de las rentas públicas, y donde se depositaban; entre turóos todavia
«c Uanu diván el consejo.
> Esle ef ,1a de los preciosos coliares.
30 HISTORIA D£ LA DOMINACIÓN]
se prcsctitasch 6 uil tiempo, y asi lo hicieron ; y al offécc^ Muza los
tesoros y priíciosidadcs que tf ala para el califa , le di6 la preciosa mesa
verde orlada de jacintos , y le dijo : Yo la hallé , señor ; y dijo Taric -
No sino yo la hallé, o amir de los fieles : replicó Muza que no era
verdad lo que decia ; y Taric dijo : Yeamos si la mesa está falta de al^
Sfuna pieza , y pregúntese al que la trae dónde está ; y el que suplirá
o que falla , esc eti verdad la halló. Vio el califa y los presentes la mesa,
y en lugar del pié que le faltaba habla Muza puesto uno de oro; y dijo
Taric al califa : Pregúntale si asi la halló, si estaba con ese pié : prcgun-
tóselo Walid , y Muza respondió : Asi la hallé. Entonces Taric sacó el
Sié propio de la mesa y lo puso en su lugar , que convenia con la labor
c los otros , y se maraviUó el califa , y se vio clara la impostura dD
Muza. Pocos dias después falleció el califa Walid de su dolencia , y su-
cedió en el imperio su hermano Suleiman. Cuenta Aly ben Abderahman
bcA Hudeil de Granada , que preguntó el califa Suleiman ben Abdel-
tUelic á Muza ben Noseir cuando se le presentó de vuelta de Espada :
¿Has hallado pueblos muy valientes en tus conquistas? Señor, respon-
dió, muchos mas de los que yo acertaré á describirte. Pues dime de lo&
cristianos ; y dijo : Son leones en sus castillos, águilas en sus caballos j
y mugeres en sus escuadrones de á pié ; pero si ven la ocasión la saben
aprovechar, y cuando quedan vencidos son cabras en escapar á loa
montes , que no ven la tierra que pisan. Y dime de los berberíes ; y dijo :
Son gente muy semejante á los árabes en acometer, pelear y ayudarse ,
y en el sufrimiento y en la fisonomía y hospitalidad ; pero los mas pérfi-
dos hombres del mundo, no cumplen palabra ni guardan pacto ni fb
alguna. ¿ Y^de los de Afrapc qué me dices? Son gente infinita, pronios
y animosos en el acometer y pelear j pero medrosos y tímidos en la ftaga.
¿Y cómo te ha ido con estas gentes? ¿íes has superado, ó te han vencido?
£so no por Alá , ni una bandera me huyó jiynas ; y los muslimes mios
no han dudado acometerles aunque fuésemos cuarenta contra ochenta :
y se comi^ació Suleiman de sus razones. Ofendido este de la conducta
de Muza , lo mandó encarcelar , y lo espuso al sol , y lo fustigó , y lo
multó en tíca mil mitcalcs, otros dicen doscientos nül pesantes.
CAPITULO XVIIl.
Del imperio del califa Salelman.
Fué jurado califa ó sucesor del imperio Suleiman , el mismo dia qiic
faUeció su hermano Walid : su madre fué Abesa , hija de Ahibás : se
apellidó Abu Ayúb .- fué su proclamación á mediada luna de Giumada
postrera, año 96 (714). Su sobrino Goteiba, hijo de Muslema, se in-
tentó rebelar cu Gorasan ; pero los fieles muslimes le resistieron y le
quitaron la vida. Puso Suleiman por Walt de aquellas a>nquistas &
Jezid ben Mablabi ben Abi Sofra , que adelantó las conquistas al Tabe-
ristan y Giorgian , y puso aquellas regiones en tributo y obddicQcia.
DlS LOS ÁRABES EN ESt^ÁÑA. 31
Sé bcrmano Mo$lt*flia llegó contra los griegos hasta Costanllnia , su
apílal. Había fallecido d gobernador de £gipto Corraho , y envió en
SQ lugar Soleiman á Asama, que fué muy cruel exactor, y obligaba h
l(» moradores de sus provincias á llevar consigo roanxur ó cédula de
paso, 7 para obtenerla pagaba cada utk> diez dinares , y el que era ha-
ibdo sin manxut , albara ó cédtda de libre paso , tenia pena de sei-
ttanado con fuego , y asi nadie osaba estar sin su manxur hasta qüc
qoiso Dios que a^dió este cruel amir. Acnaró ó mas bien hizo eonstrufr
este Asama la medida de las crecientes del Kilo , porque la que habia
anügoa c& Hulwan se habia arruinado , y con licencia de Sulciman se
nmstrajó la que hay en la tsla entro' el rio de Fostat ^ y el río de Giza,
obra mararlUosa que se acabó el año 97 (715).
En España adelantó Abdelaziz la conquista hasta los extremos de Lu-
siunia á la costa del gran tnár Océano, y sus caudillos corrieron toda
k tierra Alguf *, y Pamploffa , y montes Albasiienscs ; y allegaron mu-
chas preciosidad^. Ordenó Abdelaziz enviar las rentas de estos pueblos
de España á Siria , y noticia del estado de las conquistas : nombró para
eslu á Malianiad bcn Habib ben Abi Obcida el Moafbri , Assama ben
Mdic el Ghulani , y á Ismail ben Abi Abdala de Bcni Mahrum , con
otros principales caudillos , en todos diez varones : solían juntarse las
rrotas de las provincias de España con las de África , y en una sola caja
liekía lodo recaudarse por losmcchtisebes ó contadores y recibidores de
cada proTÍncia. Allegóse en esta conducta de España inmensa suma .
i|Qe llevaron á Siria estos diez diputados , y entraron en Damasco el
^97 (715). Fueron muy bien recibidos del califa, y mandó volver á
E^nña á ocho de cUos , otros dicen cinco : de ellos Assama , Ismail ,
IbMby Naaman , con orden secreta del califa para que luego que llega-
sen á África depusiesen de sus gobiernos á los hijos de Muza bcn Noseir,
que estiban en Gairvart y en Tanja : ordenándoles que después de pri-
tados áA mando , les quitasen la vida. Lo misino previno en sus cartas
i los dnco Drincipaks caudillos de las tropas de España : receloso del
poder de la himilia de Muza , que consideraba ofendida , no quiso dejar
ninguno de ella. Extraño premio dio la suerte á los distinguidos servi-
cios de e^ noble gente.
CAPITULO XIX.
tM la muerto do Abdetatiz y gobierno de Ayttb.
Q primero que abrió y leyó estas cmcles ffirdencs en Espdña fué el
fiel afliigi>de Muza bcn Noscir , y compañero do Abdelaziz su hijo, el
cndülo Habib ben Obdda el Fehri , y lo mismo se prevenía ál caudillo
> Fmui, eslo f pabellón ó tienda do campaña : se á\6 este nombre i un sitio do la antigua
y ttC«, dniíidc e>»tMvo acampado Amru bcn Alda, el conquistador de Egipto : luego fué parte
M ürañ Cairo , aegun Edria y Elmacin .
« Ali;af ó AIbbIU ea la parto norte « Alqiiibla la do mediodía , AurUt ta do oriente i y ü-
# AigacUa la de pontéate.
32 UISTORU DE LA ])OMINAGI(»>l
Zeyad ben Nabaft, que era tamUen amigo de amlM» : qoedarcm sos-
pcnsos, y las cartas con el temblor les cayeron de las manos , y dijo
Habib : i Es posible que tanto puede la envidia y enemistad de los con-
trarios de Muza , que hacen olvidar tan gloriosos servicios , tan felices
empresas! Pero Dios es justo , y nos manda obedecer á nuestros sobe-
ranos. Estaba entonces Abddaziz cu una alqueria cerca de Sevilla,
que se llamaba Kenisa Rebina, donde habia mandado edificar una mez-
quita , y en ella se congregaba el pueblo á la oración. En esta alquería
pasaba el tiempo con su familia el Wali Abdelaziz. Recelosos los encar-
gados de cumplir las órdenes del califa , temiendo que las tropas se albo-
rotarían , y defenderían á Abdelaziz , que era muy amado de ellas, para
evitar que resultase inquietud ni división entre los muslimes, acorda-
ron de calumm'arlo de mal muslím , y que por influjo de la muger goda
Ayela favorecía mucho á los crístianos , y aun el vulgo anadió , que su
muger quería hacerlo rey|, y que le cenia diadema , y que los cristianos
confiaban en que por su medio se alzarían con la tierra. Esparcidas
estas hablillas entre la gente menuda, y en el vulgo de los muslimes ,
ya todo fué fácil ; se hicieron públicas las órdenes del califa , y á todos
pareció muy justa providencia , y todos querían tener d mérito de la
ejecución. Con todo eso querían algunos oponerse á esta resolución, y
fué necesaria toda la firmeza y valor del caudillo Zeyad ben Nabigat el
Temimi para contener á las tropas mas afectas á Abdelaziz , que inten-
taban á todo ríesgo defenderlo. Era la hora de la oración del alba, y
estaba Abdelaziz en ella cuando entraron en confuso tropel en su estan-
cia , y lo asesinaron á porfía : cortaron su cabeza, y el cuerpo fué se-
pultado en el patio de su casa. Hubo algún movimiento y disgusto entre
sus guardias y algunos de sus parciales $ pero la voz general y la orden
del califa sosegó á todos. Fué la muerte de Abdelaziz en fin del año 97 ^
de la Hcgira (715) ; y quedó España sin amir ó gobernador nombrado
por el califa cerca de un año. Salieron los comisionados para llevar la
cabeza de Abdelaziz al califa , y partió con ellos Habib ben Obcida el
Fehrí. Envió en esta misma ocasión Tadmir sus mandaderos al califa,
suplicándole que confirmase los tratados de paz y protección que tenia
concertados con los muslimes , y el califa los mandó guardar , y lo alivió
los impuestos que antes pagaba ; asi tornaron muy contentóse España.
Los caudillos y muslimes principales tuvieron su consejo, y de co-
mún acuerdo eligieron por Wali ó gobernador interino "ISi caudillo
Ayúb, primo hermano del desgraciado Abdelaziz, por su autoridad y
general concepto que le daba siempre el primer lugar entre toáoslos
muslimes de España. Mudó Ayúb la aduana y corte de los árabes de
Sevilla á Córdoba, por estar mas en lo interior para atender al gobier-
no de las demás provincias de España. Ordenadas las cosas de Anda*
lucia , partió con su hueste á visitar la España oriental , y visitó de paso
la ciudad de Toledo, y se detuvo en ella oyendo quejas y descargos de
los pueblos y de los gobernadores. Pasó los montes y entró en Zara-
i Uay «Igvn escritor qoe dice que fué muorio el año 98.
DE LOS AKAB£S EN ESPAÑA. 33
psa , donde goberaaba Hanás ben Abdala bcn Amni ben Hantala ben
FHiídbeii Renán bcn Thalbe bcn Abdala ben Tfaamir Asafei el Senani,
cooqaisüidDr de Egipto ^ de África, Ahnagréb y de España, en donde
lÚD grandes proezas , compañero de Muza bcn Ñoseir ; había construido
una giran mezquita en Zaragoza : alli mnrió en este tiempo, y fué en-
lirada con mucha honra , y su sepulcro y el de Muza ben Aly ben
Rebah están en un mismo sitio , á la puerta Alquibla ó del Mediodía ,
salieodo de la ciudad cerca del muro , y á lado de los sepulcros de ambos
está el de Aba Amcr Ahmed ben Muhamad bcn Derag. Mandó Ayúb
reparar las ruinas de una antigua ciudad , y construyó en ella un fuerte
qoese llamó dé su nombre Calat-Ayúb. Pasó á las ciudades del extremo
de Airanc , y en esta expedición aseguró aquellas fronteras de los mon-
tes de España oriental.
Coando los comisionados que Uevaban la cabeza de Abdelaziz á Siria
b presentaron al califa Suleiman canforada y en una preciosa caja ,
lavo la crueldad de manifestarla áMuza bcn Noscir, que con otros
cauífillos habían entrado á risitarle ; y descubriéndola delante de todos
eflos le dijo : O Muza , ¿ conoces esta c^eza ? y respondió Mtiza sincera-
menté y con indignación, apartando su cara : Si, bien la conozco, la
flialdidon de Dios sea sobre quien asesinó á quien era mejor que él .- y
sin dedr otra cosa se salió del palacio lleno de dolor, y luego se partió
á Merat Dheran , ó á Wadilcora , y alli falleció de gran melancolía en
aqud ano de las muertes de sus hijos. Otros dicen que este suceso y su
muerte acaeció habiendo salido á la peregrinación de Mecca con el califa,
el cual talleció también pcoo después, ya entrado el año 99 (716), y
Muza ben Noseír al fin del año 98.
Poco antes de la muerte de este califa se acabó la obra de la grande
aljama de Damasco, y se gastaron en su fábrica cuarenta cestas de á
atnroemil doblas de oro cada una : se pusieron en ella seiscientas lám-
pacas, pendientes de cadenas de oro, y era tanto el resplandor de sus
luces á las horas que se encendían , que no se podia orar : con el humo
se oscorecieron , y el califa Omar las mandó quitar en su tiempo , y
poso otras de menos valor , Ueyando las cadenas de oro al tesoro del
estado. Sideiman había declarado futuro sucesor del imperio á su hijo
Ajúb; pero este mancebo falleció poco después, y declaró para futuro
ncesor á Omar ben Abdelaziz benMeruán. Era el califa Suleiman muy
hermoso; y como cierto día se mirase á un espejo , diciendo á sus es-
davas : Yo soy el rey de la juventud, una doncella le dijo estos versos :
Eres bello , ¿quién lo niega ? no faera presancíon vana ,
A no leoer la hemiosura de ser instable la falta :
Esta sola tacha tienes el ser tu bellexa humana ,
Qoe pasa cual sombra leve, como flor del campo acaba.
Después estuvo melancólico algunos dias, y apoco tiempo falleció
Soleiinan ed 21 de Safar aik) 99 (717), en Merg-Dabic de tierra de
Uanrina : imperó dos anos y ocho meses.
34 HISIORU DE LA DOMINACIÓN
CAPITULO XX.
Del imperio del califa Ornar ben Abdelaiia, y gobierno de AlboOr en Sspafit.
Sacedió á Sulcimatt en c) imperio su primo Ornar ben Abdclaziz r la
madre que le parió se llamaba Om-asima , hija del gran califa Ornar 1 -.
se apellidó Abu-Uafas .- el primer dia de su mando prohibió lacostumbre
de maldecir á Aly en los pulpitos de las mezquitas al fin de la oración
publica : esta mala práctica habia desde el tiempo de Moavia ben Abi-
sofian , primer califa de los Omeyas , que lo mandó en el terror de sus
rivalidades y guerra civil j pero este Omar la prohibió diciendo : Dios
manda la justicia y la beneficencia. Sabiendo el califa Omar las crueles
exacciones del wali de Egipto Asama , envió por gobernador á Ayúb
ben Sarbabil , con orden de enviar preso y encadenado á Asama ; y asi
\o íúto echándole una pesada argolla de hierro al cuello , y murió en el
camino de pura fatiga. Mandó Omar que se dejase á los cristianos en
pacifica pespsion de sus templos, conforme á las estipulaciones que hu-
biesen intervenido, sin que ningún muslim los inquietase con ningún
pretelto; y asi se observó en todas las provincias. GonOrmó en el go-
bierno de África á Jezid ben Abi Muslema, y era parte de su amelia ó
gobernación la España , que encargaba á walíes de su confianza : este
fué el encargado por Suleiman para deponer de sus gobiernos de África
á los hijos de Muza ben Noseir , y lo mismo de España y como ya liemos
referido ; y cuando supo que Ayúb era también de la familia de Muza
escribió para que dejase el niando, y lo encargó en su lugar á Alliaúr
ben Abderraman el Gaisi, caudillo muy acreditado en ella. Estas ór-
denes , y las comunicaciones que se ofrecian entre España y África, las
conducta el walide las naves de España Ayáx benXerahílel Homiari.
Fué pues Ayúb ámir de España siete meses , y procedió con mucha pru-
dencia en todas las cosas , y como irreprensible no halló en su conduela
donde morder el venenoso diente de la malignidad.
£1 amir Alhaúr codicioso de gloría y de riquezas partió á las fronteras
de España oriental , y con buena hueste penetró en la Calía Narboncnse,
que es tierra de Afranc. Conquistó la ciudad de Narbona, y corrió y
sojuzgó todas sus comarcas, sacando de ellas muchos tesoros y cautivos,
itífios y mugcres. Era este amir duro , inflexible , y tan cruel para los
enemigos como páralos muslimes. La mas leve licencia castigaba con
pena de la vida, y todos temblaban en su presencia. Én tanto que él
esparcía el terror de sus abaras en las tierras que riega elrio Garuna
al otro lado de los montes de Albortát ^ , llegó á España la triste nueva
de la muerte del virtuoso califa Omar ben Abdelaziz , que falleció en
Hasira dia 25 de Regcbaño 101 (719) : imperó dos años y cinco meses.
Parece fatalidad que persigue á las ccfeas humabas , que por lo común
1 Llamaron Gibál-Albortál , moiilcs do las Paerlas, a los Pirineos , arabízando el nombre
latino bárbaro portat : asi nosotros llanmuios purrtos ¿ Iñ'íi angostaras de los montes y pasos
por ellos do unas regiones á otras, como las celebres Termopilas , tos puertas Caspias, Cilicids
7 Armenios.
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 35
fcflnieiios principes duran poco ticqpo. Fué llorado auü de lo» cnniHl-
¿06 de so familia, y decía XarifelMasawi : <' O hijo de Abdelaziz, si
' lumiaiios ojos debiesen llorar por alguno de los Omeyas , los míos te
> liiibí«raii plafiido áU : tú nos libraste de la iníkmia de la maldición, y
* si posible ftiaa á ti te libraria de ella. »
C3APITUL0 XXI.
Dd imperio del calila Jeiid ben Abdelmelic, y gobierno de Altama.
Sncedióle en el imperio Jczid , hijo de Abdelmelic y de Aticá , hija
de Jczid bcn MoaTia, no por disposición de su primo el califa Ornar, sino
^orqne asi lo había mandado Suleiman su hermano : fué proclamado el
fia que murió el yirtuoso califa Omar , á seis de la luna de Regeb del
año 101 (719). Este mismo año se rebeló en Basra el gobernador Jczid
im Mahlah ben Abi Sofra , se le allegó mucha gente y entró en Gufa ;
pero el califa Jczid envió contra él á su hermano Muslema y á su sobrino
.\ba5 ben Walid con la gente de Siria : se encontraron ambas huestes,
j hujeron derrotados los rebeldes , y el caudillo Jezid cayó en manos
de Muslema y le cortó la cabeza, que entió al califa. Moavia , hijo del
pfbeldc , entró por sorpresa en Wasit y mató al gobernador Adi y á
treinta y dos de sus guardias : luego pasó á Basra , y se embarcó y pasó
á Candabil en Sindia i Muslema envió contra él á Holal ben Achor el
Mazan! y que persiguió al rebelde y sus parciales ; y habiendo caido eu
9QS manos , los envió al califa', que los mandó matar con ignominia.
Uó Jezid el gobierno de la Iraca y del toAsan á su hermano Muslema,.
tn este año depuso el califa Jezid del gobierno de Egipto á Ayúb ben
Sarhabil , y puto en su lugar á Baxar ben Sefuan el Kelbi : habiendo
este pasado poco después á África, dio el gobierno de Egipto al ber*
Biano de este , Hatitala ben Sefuan.
En Bspaña el amir de eUa Alhaúr continuaba sus excursiones , sa-
cando á los pueblos cuanto tcnian : en vez de hacer justicia para reme-
(fiar la opresión y los robos, la hacia para ser solo el cruel exactor : á
Nios oprimía, á los cristianos , á los que habian abrazado el Islam , y á
los mas antiguos caudillos muslimes, que osaban advertirle del disgusto
y escándalo que daba á todos los buenos con su conducta. Encarceló á
mochos alcaides y caudillos walies de provincias , con pretexto de qué
«roltaban los tesoros y productos de las rentas de sus pueblos. Por esta
«^osa muchos se retiraban de los ejércitos de frontera , y abandonaban
ia propagación del Islam. Todas estas cosas fueron representadas con
Hucha claridad y energía al gobernador de África , y esté lo comunica)
al ralifa , y le envió las cartas que sobre esto le habian escrito el caudillo
ImMsa ben Sohim el Kelbi , Naaman ben Abdalá el Hadrami , y otros
lastres muslimes. £1 califa mandó que Alhaúr saliese de Espaila , y se
focargase dd mando de aquella conquista d wali Alsama ben Melic el
Qnlam, que acaudillaba parte de aquel ejérdto : por este medio logra-
36 HISTORIA ]>£ LA DOMINACIÓN
ron los pueUos de España verse libres de las Tejaciones de tan afaro y
cruel amir. Fué la deposición y salida de España de Alhaúr ben Abde-
rahman el Caisi , año 103 (721) de lá Hegira K
Sin tardanza partió el amir Akama á la frontera de la tierra de
Afranc, acompañado de todos los principales caudillos muslimes de
España oriental, y con numerosa hueste corrió la comarca de Marbona,
C2arcaxona y Tolosa , y puso cerco á esta ciudad , la combatió con por-
fiado empeño , y la tenia ya en grande apuro : las tropas muslimes se
¡Hreparaban para entrarla por fuerza , cuando llegó aviso al campo de
que venia en socorro de los cercados el señor de Afranc con innume-
rable gentío. No se atemorizó Alsama con esta nueva : ordenó su batalla
y ammó sus tropas. La multitud de los enemigos era tanta , que el polvo
que levantaban sus pies oscurecía el cielo con densas nubes. Salióles
al encuentro el ejército muslime , y los enemigos hicieron igual movi-
miento : esforzó Alsama á sus caballeros^ y les dijo : No temáis la mul-
titud que viene, que si Dios está con nosotros ¿quién será contra nos-
otros ? Los dos ejércitos se acometieron con el Ímpetu que los torrentes
que bajan de las cunibres , y se trabaron con igual ánimo sosteniéndose
los unos y los otros como montes : la pelea y matanza fué atroz, y es-
tuvo dudosa la batalla largo tiempo por ambas partes. Gorria Alsama á
todas partes como bravo león , y animaba á los suyos en lo mas arduo y
sangriento de la matanza: si no se oían sus palabras, se veian sus
obras, hazañas increibles: sus brazos destilaban enemiga sangre que
fluía al levantar su espada ; pero una enemiga lanza le atravesó por un
costado hallándose bien adelante enttc sus enemigos , y cayó muerto de
su caballo. Este fatal acaecimiento desmayó á la caballería árabe , y todo
el ejército cedió el campo á }§» enemigos , dejándolo cubierto de cadá-
veres y bañado en sangre : fué esta cruel batalla día Attarviya * de
Dylhagia, luna última del año 103 (721) : murieron en esta batalla
muchos principales caudillos del ejército, entre ellos Naaman bea
Abdala el Hadrami , que fué de los primeros conquistadores de España.
También murió este día peleando como bueno Naim ben Abderahman
ben Moavia el Tegibi, y otros muy nobles caballeros. El ejército mus-
lime se retiró á Narbona : allí los caudillos de la frontera oriental die-
ron el mando de las tropas á Adberahman ben Abdala el Gafeki , por
su valor muy acreditado entre los soldados , así por sus hazañas en di-
ferentes ocasiones , como en especial en esta última batalla , y en la re-
tirada de Tolosa, en que hizo prodigios de valor : tenia ademas una
prenda muy de soldado, que era una extremada liberalidad y generoso
desprendimiento, que le daba gran opinión entre las tropas, y asi to-
dos le amaban , y aplaudieron su elección.
Luego que se supo en España este desmán , se pusieron en movi-
»
1 El Edobi dice que foé depuesto el «ño 106 , si no es error de copia , que asi me parece.
s Es el dia nueve de esta luna , y por otro nombre se Tlama dia de Mina, porque en él los
peregrinos en la Mecca visitan con varias ceremonias y vanas observancias el vallo de Mina ,
y es dia do ayuno y de gran mérito para los musiimcs , segua su calendario, como &i diesen
mil caballos para la santa guerra,
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 37
wolohs IroiMn mnslimes de todas las proTincias por orden de Ambi-
SI bcD Sohim, que había quedado encargado del mando por disposición
Mamír Aisaina al tiempo de su partida á la frontera. Guando llegó
k iHieTaal goba*nador de África aprobó la elección de amir, que ha-
bían hecho las tropas de España en el ínclito candillo Abderahman ben
Abdab el Gafeki : y en este mismo año 104 (722) dio el califa el go«
kiemo de Egipto á sn prqpio hermano Muhamad ben Abdelmelic, que
icnnaneció en él basta que murió el califa Jezid en Harran á veinte y
CÓMO de la lona Xaban del año 105 (723), habiendo imperado cuatro
¿os y mi mes. Fué Jezid muy hermoso y muy dado á sus pasiones,
jiHfosy espectáculos : gastaba mucho con sus esclavas , y tenia dos lia-
Dad» Hebaba y Selima , á las que amaba roas que á si mismo. Ha-
Neodo muerto Hebaba , la conservó sin enterrar hasta que ya no pudo
loftir el cadáver : reprendíale su hermano esta debilidad , y le respon-
dió : Todos me lo dicen ; pero no hay mas remedio en mi*pena que la
minie , y por esta yo iré también de hoy á mañana á la mandón eterna.
Dicen que después de enterrada, impaciente la sacó del sepulcro, y
nárándola Ueno de tristeza y como estúpido , murió pocos días des-
poes, siendo de veinte y nueve años : otros dicen que de treinta y
tres.
fin España el amir Abderahman ben Abdala no solo contuvo á los
(ristianos de la Galia Narbonense , sino que también allanó y sojuzgó
á h» cristianos de los montes de Aiíanc, que se habían rebelado por
i» Tentajas de los de Narbona ; y á unos y otros obUgó á pag^ sus trí-
katoft, y hubo de ellos muchos tesoros y preciosidades en oro , jacintos
¡remeraldas; y reservado el quinto para el cah'fa , todo lo demás re-
petía entre sos soldados : esta liberalidad bacía que sus tropas le ama-
n, y para eUas tomismo eran cuestas que llanos, y en nada hallaban
tfadlad por^servirle.
CAPITULO XXII.
Dd imperio del califii Hixém , y gobierno de Abderahman y de Ambisa en Espafia.
Soce^ á Jezid en el imperio su hermano Hiiíém ben Abdelmelic,
SQ madre hé Fátfana , hija de Hixém el Mabrumi .• se apellidó Abul-
iralid ; fué proclamado el día veinte y cinco de Xaban dd año 105 (723),
d Husmo día de la muerte de su hermano. Estaba en Rusafa entonces ,
y al iutante se vino á Damasco. Depuso del gobierno de Egipto á su
bmnauo Muhamad , y puso en su lugar á su primo Hasan ben Jusuf
beo Yahye.
Eq fi^paña envidiaban algunos caudillos la gloriosa fama y populari-
dad que en ella tenia el amir Abderahman ben Abdala, y en especial
^da escribió contra él al gobernador de África : no negaba su valor
T eicdentes prendas militares; pero acusaba su administración descui-
M y su iikliscreta liberalidad , que viciaba las costumbres frugales
7 sencillas de loa musíimes. Él mismo aseguraba que no estaba en su
3p mSTQaU DE U IMUQKA^ION
mftpo d«jar de ser tan li))eral , y que aunque temblasen eielos j tierra ,
después de um victoria , nada negaría á sus soldado^: Con tanta diú-
gencia y empeño se hacían estas representaciones contra Abderabnuin,
que logr{|ron que se le reemidazase en el mando y gobierno de £spa-
ña 7 y se le encargó al caudillo Ambisa ben Sobim el Keibí , que ade-
mas de sus propios méritos era de la tribu y familia del gobernador
de África fiaxar ben Itantala ben Sefuan el Kelbi. Era Ambisa caudillo
muy estimado pc^ su yalor y prudencia , y el depuesto Abderabman
de tan noble corazón , qqe no se ofendió de esto, y se contentó con d
antiguo mando de tropas que antes babía tenido en España oriental,
y [cumplimentó y dio su enhorabuena al nuevo amir Ambisa oon muy
sinceras expresiones y protestas de amistad.
£1 amir Ambisa vino á Górdolm, donde estaba la aduana de los
árabes de España desde el tiempo de Ayúb , y dispuso y ordenó la re-
paudacion de las rentas de las provincias, y repartió tierras á
ios muslimes sin ofender á los cristianos ; pero aplicó la mayor parte
de los baldíos, y todavía quedó mucha de que disponer. Impuso la con-
tribución de un quinto á los pueblos que se habían conquistado por
fuerza , y un diezmo ¿ loa que de su voluntad se hablan puesto bajo la
fe y amparo de los muslimes. Mandó reediGcar el puente de Córdoba,
y luego partió i visitar las provincias interiores de España. En todas
partes hacia justicia igual con todos , no distinguía del muslím , ni del
cristiano ni judio : asi era de todos muy respetado. En España oriental
se rebelaron algunos pueblos de la comarca de Turiazona : f oó á cUa
fx)n suma diligencia , y entró en la ciudad por fuerza , y arrasó sus
muros , y castigó á los fomentadores de la inquietud , y les dobló la con-
tribución á los pueblos segunda vez sojuzgados. Por medio de sus cau*
dillos hizo entradas en tierra de Afranc , que talaron y r(d)aron la tierra,
quemando algunos pueblos , matando hombres y cautivando niños y
mugercs : cosas que no aprobaban Ambisa ni los buenos muslimes , ni
les fué fácil remediar, porque la mayor parte decía que era justo y con-
veniente.
El califa Híxém dio el gobierno de las provincias África á
Obeída ben Abdcrahman , sobrino de Abu el Awar el Lahmi , cau-
dillo de la caballería en Safair de África ; y depuso á Baxar ben Han-
tala ben Sefuan el Kelbi : sintió esta novedad todo el bando de los
yemanies , árabes del Yemen , y entre otros el caudillo Husam Abulcba-
tar, que había venido á Cairvan , que no tenia muros hasla que se los
mandó hacer Baxar ben Sefuan , que cuando llegó Obeída no hizo mas
que ponerse la clámide y decir á las gentes ; Este es vuestro nuevo amir
que viene , y qué anadió : No hay gloria ni poderío sino en Dios, y que
se retiró del ayuntamiento , y se fué adonde Dios quiso. Luego que tomó
Obeída el gobierno hubo grandes revueltas en África contra los kelebíes
y otros dd Yemen : que todos se disgustaron de la conducta de Obeída ,
porque tomó los bienes de fiaxar ben Sefuan y de sus parciales , y los
persiguió, y encarceló á Ilusam Abulchatar. Ofendido esíe caudillo de
estas injusticias , y de la arbitrariedad del amir en la distribución de los
DE LOS ARAH^S EN ESPAÑA. 39
áesff^qs tovuidot á los berberíes , escribió a^iueDos célebres Tersos , «pe
; Ctt«l si el prado de RahlU nonc« de vos fuese visto ,
Ni tof que alli Tucron buenos nunca hublérades sabido !
AUi naestro peeho y Unza y de nucslra espada el filo
Vnefiro cuello aseguró de los bravos enemigos :
Ko tuvisteis mas peones ni caballos que los míos.
T cuando el punto llegó en que nosotros vencimos ,
Tos dimot de la victoria los uxomáUeos vinos,
Ta fuisteis para nosotros sin ojos y sin oídos :
Tes hicisteis vuestro fecho unte nuestros ojos limpios ;
lías eomo en la lid trabada jiosotros «n remolino]
Los contrarios derrocamos por alzaros al Olimpo,
Asi , no dudéis , tal vez hará fortuna lo mismo ,
Y caerá de la alta rñéda el pié mas alto subido. '
Estos Tersos que parecían aplicables á las intrigas de África , y como
n se faubicseQ becho al suceso de la batalla de M erg-Rahita , llegaron
á Dolida 4^1 califa , y le agradaron cuando los oyó, y preguntó quién
Vá había compuesto $ y babiéndole inforniado Said bea el Walid el Abrax
d Keüñ que eran del caudillo Hnsam ben Obirar Abukhatar d Kelbi ,
00 se olvidó de él y le prQoíió oportunamente , como Tcremos.
En este tiempo los jndíQs que había en España , que eran mudios y
muy ricos , asi de los antiguos como de los que habian pasado de África
después de la entrada de los muslimes, se alborotaron porque les vino
sueva de que en Siria se babia aparecido un cierto Zonaria , impostor,
que se decia ser su Alesiah , y rey prometido que ellos esperan ; y todos
i» judíos de Gspafia y Galia partieron á Siria , abandonando sus bienes.
£1 anw Ajnbisa aplicó todos sus bienes , casas y posesiones al estado.
Ordenadas las cosas de España pasóála frontera de Afyanc connumerosa
imeste , y corrió y taló toda la tierra de Narbona , y mas adelante de
allá del Bódano, tcnnando muchos despqjos y cautivos , y en aquella en-
trada , pelfiando valcf osamente contra cristianos , fué herido de muy
graves beridas , y á pocos dias después falleció. Encargó antes de morir
fl mando de las tropas al wali Hodeíra, para que las acaudillase en
tanto qoc Obeida ben Abderabman el Gaist nombrase amir de las pro-
vioeías de Espafia : acaeció su muerte en fin del aik) 106 (724).
CAPITULO XXIII.
Elecciones y desti*.ucÍones de varios amíres de España.
Tenia entonces el gobierno de África Obeidala ben el Hagiag, y
ruando lo comunicaron la muerto de Ambisa ben Sobim nombró por
soccaor en eL gobierno de España á Yahye ben Zalema , que remplazó
k liodeira ben Abdala el Fehri al principio del año 107 : era lahyc
excelente caudillo , tan práctico en las cosas de la guerra como pru-
dente y justo , pero demasiado severo : hacíase temer , así de pins-
Kmescomo de los cristianos , por su macho rigor. Luego pasó á visitar
bs fronteras y tierra de Alguf y montes Albaskcnscs, y mientras en esto
40 HISTORIA DE L\ DOMmACTNN
se ocupaba, recorriendo los pueblos soj lujados , los árabes , descon*
tentos de su severidad , consigfuieron del nuevo gobernador de África
Goltum , que depusiese al amir Yahyebcn Zalema, y encargase el go-
bierno de España al caudillo Otman ben Abi Neza , que andaba en las
fronteras de Afranc, y se distinguia por su mucbo valor. Esta nove-
dad fué muy grata á los émulos de Yahye ben Zalema, que eran mu-
chos y poderosos. Tomó el mando Otman año 108 : en el mismo año
que Hasan ben Jusuf ben Yahye , primo del califa , abdicó su gobierno
de Egipto, y puso en su lugar Hixém á Hafas ben Walid el Ha-
drami.
Muy pocos meses tuvo el mando el nuiBVO amir de España Otman.
Los mismos que le habian elevado, poco satisfechos de su correspon-
dencia , y frustrados en sus intentos y vanas esperanzas , llevaron repe-
tidas quejas contra él á Goltum ben Aam, y este escribió al califa
Hixém para que nombrase amir de España al caudillo Hodaifa ben Al-
haús. La inconstancia y venalidad de los que gobernaban en este tiempo
en África, daba oidos á las impertinentes solicitudes y maquinaciones
de los ambiciosos , que aspiraban en España á los cargos y gobi^nos.
Asi fué , que el amir Hodaifa no tuvo lugar ni espacio para hacer cosa
memorable en el corto tiempo de su gobierno , pues á pocos meses creyó
el ambr de África que era necesario deponerte , y asiló escribió al califa,
dando entre tanto el mando interino á Otmán ben Abi Neza el Chemi ,
año 109 (727). No duró áeste caudillo el mando lo que él quisiera, pues
á los seis meses llegó la provisión que hizo el califa Hixém para amir
de España en Alhaitam ben Obeid el Kenani. Este siró se puso luego en
posesión, y principióádescubrir su natural cruel y avaro. Envióálas fron-
teras de Afranc al caudillo Otman ben Abi Neza * , y él quedó en Andia-
lucia para oprimir á los pueblos con todo género de vejaciones. Los mas
principales muslimes , viendo su crueldad y contlicion avara, procura-
ron perderle, y tramaron sus conjuraciones; p(TO descubiertas por
Alhaitam se enfureció contra ellos, y con diversos pretextos encarceló
¿ muchos, y les quitó sus bienes , y todavía no satisfecha su venganza
contra algunos de ellos les hizo morir con extraños tormentos. Entre
los ofendidos y encarcelados estaba uno llamado Zeyad ben Zaide,
hombre principal y de grande ingenio : con el favor de sus amigos logró
que el califa leyese sus quejas , y la referencia de las crueldades de Al-
haitam, sus exacciones viriuntarias , y violentamente sacadas á los pue-
blos, que los oprinúdos eran infinitos, que el descontento y aversión
era general, en daño y descrédito grande del gobierno, y de la causa
del Islam : concluia diciendo : Señor , vuelve por los tuyos , que al
lado de esta tigre no tienen un instante de seguridad. Luego que el
califa Hixém leyó esta queja mandó que pasaseá EspañaJtfuhamad ben
Abdala para averiguar con imparcialidad y discreción la conducta de
Alhaitam , y castigarle como merecían sus excesos , y en tal caso poner
1 Efile otman ben Abi Neza os el que en nuestras antiguas crónicas y en las de Francia se
llama Munuza : fué fácil depravar el Abo-Nexft en MuDota : en algunas co{>ías arábigas se le
llam« Abu Teaa.
BE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 41
ra d gobierno de Espafia á la persona de mayor crédito j conGanza que
hallase entre los caudillos que en ella estaban.
Cittndo Muhamad yinoáCórdoba aTcrígu6con macho secretóla con-
ducta , loque hacia y mandaba el amir Alhaitam ; y no tardó en apurar
h Terdad de las quejas que contra él había. Manifestó la carta del califa,
le depaso del manÁ), y le encarceló después de haberlo paseado por
las plazas y calles sobre un asno por afrenta : confiscó cuanto tenia ,
poso en libertad á los encarcelados por él sin causa , y de sus tesoros
nstitayó cuanto estos alcanzaron á los que élhabia despojado. Poco
después le envió á buen recaudo á África. También dqiuso el califa el
iño 109 (727) á Hafas el Hadrami del gobierno de Egipto , y puso en su
hgtf áábdelmclicheuRafie. Do5mesesgobemóen£s[mfiaMuhamadben
Abdala, qoe no tardó mas en tener conocimiento delmérito y valordel cau-
dillo Abderahmau ben Abdala el Kelbi el Gafeki , y le nombró amir de
£spañaaiyirtuddelas facultades que tenia delcalifa. Todos losmuslimes
de Eq[»ana alabaron esta elección , y la miraron como el sello de la in-
tegridad y justicia de Muhamad ben Abdala : solo cpiedó ofendidoy mal
contenió el wali Otman ben Abi Neza, que secreia merecedor de la au-
toridad de amir, y desairado en no haberla obtenido. Muhamad ben Ab-
dala se retiró adonde Dios quiso acabada su comisión. Esto fué entrado el
anollOdelaHegira.
CAPITULO XXIV.
Gobiecno de Abderahman ben Abdala , y muerte de Otman ben Abi Neza.
Abderahman ben Abdala el Gafeki , luego que obtuvo el cargo de
mír de Espada , hizo una visita de todas sus provincias para deshacer
bs Rijasticias que se habian introducido en el tiempo de Alhaitam. Oia
hsqoejas dé los pueblos con afabilidad, y con igual interés por losmusli-
mesqaepor los cristianos : removia de sus alcaidías á los que habian sido
inJQstosqpresoresde sus pueblos : ponia gente de conocida probidad ; y á
todosgoardaba sus derechos. Restituyóálos cristianos las iglcsiasqueles
babian quitado , conforme á las estipulaciones de la conquista : destruyó
hsqnese habianlevantado en algunos pueblos por connivencia interesada
de algonos gobernadores. Entre tanto no dejaba de solicitar que se refor-
zase el ejército de España con nuevas tropas de Egipto y de África (73 1 ) ;
Já este fin escribió muchais veces al gobernador de África. Empleó losdos
primeros años de su gobierno en reconocer y visitar las provincias in-
leriores de España; y habiendo llegado de África numerosas tropas es-
^dasy voluntarias, que envió Coltum el año 113, Abderahman,
qoe no las quoria tener ociosas, las dirigió á la parte oriental de
España. Insaciable de gloría , que parece que no tenia la vida sino para
(aponerla intrépido á los mayores peligros de armas y combates, meditó
hacer una expedicioD en tierras de Afranc, y Wdenó á los caudillos de
las fronteras allegar una poderosa hueste.
Mandaba en la frontera de los montes de Albort&t , en confines de
42 QISTORU DE U DOMmiCIOH
tierra de Afmpc , el caudillo Otman bea Abi Nesa, hombre de yalor y
de nobles prendas ; pero émulo de la reputación y gloria de Abdcrah-
man , J envidioso ahora de su autoridad : este caudQIo en una cabalgada
que habia hecho en tierra do Afrapc cautíyó una doncella, hija del
conde ^ de agüella comarca : por sus amores con esta cristiana tcoí^i
concitadas paces por cierto ti<»npo con los cristianos. Guando entendió
la determinación del amir Abderahman le escribió disuadiéndole dd
intento de la expedición en aquella frontera , por las treguas que tenia
concertadas con el conde de aquel pais, que no era justo atropellarlas.
Pesóle mucho de esto á Abderahman , y como algunos le informasen de
todo lo que pasaba, y del verdadero motivo de estas avenencias y amis-
tad de Otman con los cristianos , diciendo que no debia haber otorgado
estas treguas sin licencia del amir , pues las habia concertado después
de la elección do Abderahman ; en suma que no debia suspenderse la
^^ipedicion : escribióle el amir con gran epqjo , y le decía : que sos
avenencias otorgadas sin su conocimiento y permiso no vallan : que lo
manifestase asi á los cristianos de su frontera , y estuviese prevenido
con su gente para la entrada -. que entre los muslimes y losde Afrancno
habia ya mas ratón que la espada. Otman , que en su corazón aborrecía
al amir, viéndose desairado y atropelladas sus tr^^ias avisó al conde
que se apercibiese para defender sus tierras ; que por él no faltaba á la
tregua, ni por su persona pelearía nunca contra el. Todo esto fué co-
municado al amir Abderahman , que sin dilación envió á Gedhí bcn
Zeyan con tropas para que se asegurasen de cuanto hiciera el cau-
dillo Otman, y si hiciese algún movimiento en favor de los cristia-
nos que le prendiesen y matasen. Ia Uegada de los adalides y campea-
dores de Gedhi ben Zeyan á la ciudad de Alb&b % donde estaba Otman,
fué tan improviso que no tuvo tiempo este caudillo sino para hm'r con
su familia. Entró Gedhi en la ciudad , y sabiendo que en eUa no se ocul-
taba mandó seguirle por los pasos mas diricilcs de los montes. Descan-
saba Otman con su amada cautiva por hallarse muy fatigados del camino
y del ardor del sol, y reposaban á par de una fuente , que de uuas altas
quebradas se derrumbaba , formando en el valle un verde y florido
prado : allí estaba Otman mas cuidadoso do su cautiva que de su propia
▼ida, y aunque hombre tan animoso , temblaba entonces aun del ruido
del agua que se precipitaba entre las peñas. Parecióles á los de su fa-
milia que oian el paso de los que los perseguían , y no fué vano el recelo
de sus corazones , que de improviso fueron rodeados do los de Gedhi :
todos los suyos huyeron , que el temor les puso alas en aqueDa ocasión :
buscaba Otman algún lugar donde ocultar su cautiva , cuando se vio por
todas partes acometido de soldados : intentó en vano defenderla con sn
1 Este conde, cuyo nombre no ineDcioiían los libros arábigos, era Eodon, duque soberano
de Aquítania , do la estirpe de los antiguos reyes racrovingianos : las crónicas francesas dicen
qoe su hija la esposa de Munuaa se llamaba Lampe^íia.
s SI nombre de Medina Albáb es en castellano ciadad de la Puerta 6 del Puerto : varios es-
critores árabes llaman á los Pirineos montes Albortál, por ser los puertos d puertas para entrar
en Francia por los estrechos valles del Pirineo : tal vez esta ciudad estuvo donde PuicorUá. El
Pacense la namaCaslrum Libise in Gefrítania.
m M)9 AEA9ES EN E8FAÑA. 4S
oiMda oQBio si todo sa valor y csfuerio bastara contra tantos ; pero fué
IfTído de muchas lanzas, y allí espiró el triste. Apoderados de la crís-
tiana cortaroa la calveza al desangrado cuerpo de Otman. Cuando Gedhi
liresenió la cautiva y la cabeza á Abderahman , dijo el amir : ¡ Guala ,
que tan preciosa caza no se hizo nunca en estos montes I y mandó cuidar
con dumAo esmero aquella doncella , para enviarla á Danu^sco.
CAPITULO XXV.
Eipodfeion de Abderahman ¿ las Galiaa.
En «te mismo tiempo conquistó Muslema , hermano del califa , al-
ionas tierras de los turcos ; y sus dos hijos Moavla ben Hixém y Sulei-
muí ben Híxém dieron batalla al rey de los griegos Costantin , y lo
Tfnciooa y tomaron prisionero en la fuga : dicen que fué esto año
113 (73t). Los de Afranc en las fronteras de España luego supieron la
desgracia de Otman , y el gran poder de los muslimes que venia contra
dloi. Preveníanse para defender su tierra, y escribieron sus cartas á
anchas provincias pidiendo que viniesen á socorrerlos. El conde de
aqneQa frontera allegó sus gentes y salió contra los muslimes, y pelea-
Ittn coa varía fortuna ; pero siempre Abderahman los arredraba , y
ocopdia sus pueblos : envanecidos con las continuas ventajas , y llenos
de oonfiaua en el valor y práctica militar del amir , no deseaban sino
batallas, y las daban caMia dia muy sangrientas atropellando á sus ene-
BHgos. Pasaron el rio Garunay talaron sus campos, y quemaron los
puehloe , y hacían innumerables cautivos. Por todas partes iba este
qérdto eomo una tempestad desoladora. La prosperidad en los sucesos
de hs armas hace insaciables á los guerreros. Al paso del rio venció
AhácuUbman el ejército del conde de aquella comarca , y se retiró á su
dudad ; luego la cercaron y combatieron los muslimes , y la entraron
por fuerza , que todo oedia á sus espadas robadoras de vidas. En la
defensa murió el conde , y le cortaron la cabeza , y salieron cargados de
despojos, que tocóácach uno oro, topacios, jacintos y esmeraldas.
Todos los pueblos de Afranc temblaron de este terrible ejército : recur*
rieroo á su rey Caldus * dándole noticia de los estragos de estas algaras
muslímicas , que ocupaban y corrian libremente toda tierra de Narbona,
Toiosa y Bordhal , y le refirieron la muerte de su conde. Consoló el rey
de Afranc á cstps pueblos ofreciéndoles su auxilio. En el afio 114 (732)
montó a caballo , y sacó innumerable gentío contra los muslimes. Lle-
gaban estos á Medina Towrs, y la querían entrar por fuerza, cuando
supo Abderahman la poderosa hueste que contra ellos venia. Yeia Ab-
derahman y otros prudentes caudillos el desorden de las tropas mus-
I ÁMk está desfibrado el nombre de Carlos Martel : es indecible la depravación de los ooni»
Isrs propios 4|«« m baila en los libros arábigos, en siendo de lengua extraña para ellos : en
■r^audi casi todos los re) es de Francia se llanuin Colorió y Lodorio : casi todos los de Espafia
UáfM « Odraa ¡ pero no oMán ow mu» mipbocmmi toa nombres árabes en nuetcros cronicones.
44 HTSTOniA DK LA DOMINACIÓN
limes que estaban cargadas de despojos y riquezas ; pero por no descon-
tentarlas no qoiso mandar que todo se abandonase, para atender soloá
las armas y caballos de batalla ; y asi conCado en su constante fortona ,
y en el valor de su gente , despreció la multitud de los enemigos y llenó
de vana confianza á los demás caudillos ; pero este descuido y falta de
disciplina siempre ftié fatal á los ejércitos. Con la codiciado los despojos
apretaron tanto el cerco y combales de la ciudad, que la entraron for
fuerza casi en presencia del ejército enemigo. £1 furor de los muslimes
aquel dia fué de tigres rabiosos , y asi hicieron horrible matanza en los
moradores de la ciudad ; por eso parece que Dios los castigó, y la for-
tuna les volvió las espaldas.
£n las riberas del río ' Owar se avistaron las dos enemigas huestes de
muslimes y de cristianos de diferentes lenguas : temiéronse unos á
otros : Abderahman confiado en su fortuna accmietió el primero con
horroroso ímpetu de su caballeria : mantúvose la pdea con igual es-
fuerzo por los cristianos, y se mantuvo sangrienta todo d dia, y la
noche se interpuso entre las dos enemigas huestes. Venido el día si*
guíente , á la hora del alba se acometieron con furor : los caudiNos mus-
limes, sedientos de sangre y de venganza, penetraron en los espesos
escuadrones enemigos; pero en lo mas ardiente déla pelea , viendo Ab-
derahman que gran parte de su caballería salia corriendo de la batalla á
defender su campo, y que este movimiento ponía en desorden y con^
fusión su gente , corrió á todas partes , pero no le fué posible contener-
los ; y peleando con los mas esforzados, cayó con su caballo pasado de in-
finitas lanzas. Fué cediendo el campo todo con harta confusión , y á
favor de las tinieblas de la noche se retiraron del horrible campo de
batalla. Los crístianos siguieron su victoria y los persiguieron algunos
dias , peleando á veces y caminando entre continuos horrores hasta llegar
á Naii>ona. Fué esta funesta batalla y la muerte del ínclito caudillo el
año 115 (733). El rey de Afranc puso cerco á Medina Narbona; pero
los muslimes la defendieron con tanto valor , que le fué forzoso levantar
el cerco y retirarse ásus tierras con mucha pérdida de sus gentes.
CAPITULO XXVI.
De la eleceíon de Abdelmclic ben Cotan para amlr de Espafia , y su venida á ella.
Guando se supo en España la desgraciada batalla y muerte de Ab-
derahman , se )>usieron en movimiento todas las tropas muslimeé de las
fronteras para acudir á donde fuese necesario. Se pidieron socorros de
África , y vino nombrado por amir de España Abdelmclic ben Cotan el
Fehri : envióle Oboida el Kisi, gobernador de África, con mucha dili-
gencia y con un buen cuerpo de tropas de á pié y de á caballo. Escribió
al califa esta desgracia , y le dio también noticia del nombiramiento prcH
1 Fué ea iQfl cuapot de Poititn » y fobrt l«i rioi q«e tcq «I Loira.
DE LOS. ÁRABES EN ESPAÑA. 45
tiáRialde amir. qae habíahedio; y elcaUfa lo confirmó y escribió á
Abdetnidic ben Gotan exhortándole á vengar la sangre derramada de
sas muslimes. Laego qne entró en España, pasó con macha diligencia
alas fronteras de Afranc, y le siguieron á marchas forzadas las tropas
^sejnnUiron de las provincias. Halló Abdebnelic ben Cotan mny in-
ÜDídados á k» muslimes , los ¡«txniró esforzar y recordarles que sus
nqores días habían sido los de las batidlas y sangrientos combates de
la sania guerra; qne esta era la escala del paraíso, que el enviado de
Dios se preciaba ád ser hijo de la espada, que reposiaJm á la sombra de
hs banderas y ^ los campos de batalla ; que las victorias y la muerte
y las derrotas están en la mano de Dios, que las da como quiere, y hoy
pirsígoe y triunfa el que ayer fué vencido. A pesar del valor y pericia
nOilar de este amir , la guerra fué poco favorable á las armas muslimes
en Aliranc, y los cristianos recobraron algunas ciudades, y fué cadadia
mas díficü la empresa de mantener la conquista de aquella tierra , que
en vano se cansa quien trabaja contra los eternos decretos.
Estaba en este tiempo en Egipto el ^ali ben Alhegág Aseluli el Caisi,
j de orden del califa pasó á África en Rebie postrera del año 116 (734),
y dejó esk ella á sus hijos, á Alcasim en Barca y á Ismail en Sus, y
nombró para annr de España á Ocha ben Alhegág su hermano , que se
detuvo en África dos años y medio por las grandes revueltas que allí se
suscitaron. Amer ben Abdala el Muradi , gobernador de Tanja , cau-
saba grandes vejaciones á los de la ciudad y su comarca : los berberíes
se rebelaron y se apoderaron de la ciudad acaudillados de Museir , cau-
díDo de mucho valor. Los muslimes mandados por Ocha Alhegág les
dieron batalla y los derrotaron : se acogieron á la ciudad j y furiosos
contra su candiUo los bárbaros lo despedazaron, atribuyendo á falta
wya SQ derrota. Eligieron en su lugar para que los mandase á Cbalid
el Zaneti , que todavía quiso encargarse de acaudillarlos un hombre de
Takr. Salió este ccmi sus berberíes, y acometieron á los muslimes y los
rompiaroii y desbarataron, y se esparcieron por los campos. Los mas
BoUes árabes murieron en esta batalla. Por esta ocasión no fué posible
ayudar al amnr de España Abdelmelic ben Gotan como convenia. Los
caudillos que habia en España no estaban bien avenidos entre si : los
que pasaban de África eran mas codiciosos de riquezas que ambiciosos
de bonra, y las tropas participaban de estos mismos vicios; y se habian
hecho crudes enemigos de los pueblos.
Coa todo eso pasó los montes de Albortát el amir Abdelmelic , y
entró en tierra de Afranc el año 118 (736) , y peleó con muy buena
suerte; pero siendo muy adelantada la estación de las lluvias volvió á
Espada, y en los pasos y asperezas de aquellos montes padeció el ejér-
rílo moslim una derrota impensada y sangrienta. Las repetidas desgra-
cias del ejército se atribuyeron al amir Abdelmelic ben Cotan, y como
si en mal punto fuese nacido, todos sus intentos se miraban como in-
Enislos. Asi lo representó al califa Hixém el Trali de África , y mandó
que fuese á España el amir Ocha ben Alhegág.
En este «fo 118 murió el g(d)eniador de E^pto Aben Rafie, ypuso
46 HÍStORIA DE U DOMINACIÓN
d califa en su lagar á Abderahman beti Chaltd betiTabitdFahéml, y
en el misnio año lo dcposo , y dio d gobierno á Hantala ben Seftián ct
Kelbi.
CAPITULO XXVIL
Gobierno do OgIni bea Álhogág.
Telnblaron todos los gobernadores de Espada á la venida de Ocba ben
Alhegág á ella r la fama de su severidad y de su juslícia llenaba toda la
tierra, y no bien entró en Andalucía cuando se sintieron los buenos
efectos de su influjo : quitó de sus alcaidías á los caudillos acusados de
crueles ó de avaros , ola con benignidad á los desvalidos , y hallaban en
él amparo y protección cuantos la merecian. Era igual su celo por la
religión y por la justicia : llenó las cárceles de malversadores de las
rentas públicas , y de injustos exactores de fardas y tribuios arbitrarios :
ora para Ocba el delito mas grave en los encargados del gobierno ,
cuando por su interés particular y por su codicia afligían á los pueblas
y hacian detestable la autoridad que regentaban. Estableció cadics 6
jueces en todas las ciudades principales de cada provincia, y otros en
las poblaciones mayores de cada comarca, para que oyesen y concilla-
sen las ({uejas y desavenencias que se ofrecen entre los hombres , y con
su autoridad y discreción se conservase la quietud de las familias y la
pa2 pública. Ordenó que los walíes de provincia enviasen sus kaiúe-
fes ^ pata perseguir á los ladrones que anduviesen en ellas, y evitarlas
violencias y maldades que se cometían por los bárbaros en los campos y
despoblados. Puso escuelas en los pueblos para enseñar las letras, y las
dotó con asignaciones competentes sobre las rentas públicas. Mandó
construir mezquitas principales y menores para la oración , y ordenó
que hubiese en ellas lectores y predicadores que enseñasen la religión
Á pueblo. Empadronó todos los vecinos de todas las poblaciones de Es-
paña, igualándolos tributos en toda ella sin distinciones odiosas por su
origen ó causa, y con la sucesión del tiempo injustas : envió en cadenas
á África á muchos culpados. Era Ocba en su conducta irreprensible^
y por consiguiente amado de todos los buenos , y temido de todos los
malos. Examinó la conducta del depuesto amir Abdelmclic ben Co-
tan, y no hallándole delincuente le mandó pasar á las fronteras con
cargo de wali de caballería , para que sirviese como antes. Para cum*
Slir las órdenes del califa y sus propios deseos , partió á las fronteras de
ifranc con ánimo de hacer allí entrada de conquista : cuando llegó á
taragoza recibió cartas del amir de África Abdala , en que le comuni-
caba el estado de la guerra y rebelión de los berberíes, que á causa de
algunas ventajas que habían logrado estaban muy inquietos, y le man-
daba que sin tardanza volviese para terminar aquella guerra. Ocba
*" 1 Kaxiefes eran eomo indiea el nombre descubridores , gente armada que buactbit y desea-
Ittte ]•» nudhechere», oomo los cuadrilleros do la Santa Hermanemd.
PE LOS AftÁBES EN ESPAÑA. 47
«B defeocrse un insUiiite volvió con precipitadas marchas 6 Córdoba ,
i DeTuidO un escogido cuerpo de cábálleria qae puso en barcas , bajd
por el río, y se pasó á África. Fué la partida de Ocba elaño 120 (737)
ée b Hegira.
Guando llegó á Tanja se reunió á los caudillos muslimes , y habido su
coDsejo salió contra los berberíes , y derrotó varías taifas de ellos , y los
dispersó en los desiertos ; de suerte que antes que llegaran los socorros
de Gaffvan y de Barca , ya estaban destruidas las numerosas tropas de
los rebeldes. En España quedaron las provincias encargadas á sus wa-
Kes , porque el amir Ocha pensaba que seria muy en breve su vuelta.
Este iifio 120 dio d califii el gobierno de la Iraca á Jttsüf ben Ornar
d Tiaidfl , cuya estupidez y arrogancia era proverbial entre los orien-
tales : y el año 121 (738) fué wali de Guía y Basra ; año en que apareció
Zad , hijo de Husein , nieto de Aly el califa , y suscitó en Cufa rd)elion,
f los de la ciudad le juraron obediencia : acudió con tropas JUsuf ben
ÜBiar j gobernadcHT de Iraca , y los venció , y murió Zeid peleando, que
el popaincho y los rebeldes resistieron poco. Tomó Jnsnf el cuerpo de
Zdd , y lo paso en un palo , y lo quemó , y esparció sus cenizas al aire
7 al mar, y la cabeza la envió al califa Hixém , que la mandó clavar á
una poeita de Damasco.
En Espada los walies procedian sin uniott , y fío hacian cosa de im-
portancia para dilatar las fronteras , autos bien con su descuido y par-
cialidades dieron o^slon á que se rebelasen algunos pueblos de los
montes del Guf de España. Abdelmelic ben €otan acreditó su celo y
buena conducta en esta ocasión , y por su parte evitó cuanto fué posible
ks males de la discordia : con su gente rompió y deshizo algukias parti-
das de rebeldes crístianos ^ que no tuvieron otro asilo que ocültak'sc y
desaparecer en las gua jaras y desfiladeros de sus montañas : anduvo á
caza de estas fieras , y el escarmiento de unos intimidó á otros , y se
aUanaroo y quedaron sometidos*
Lo misooo sucedió en África por la ioteligencia y actividad de Ocba ;
7 cono hubiesen llegado muchas trqpas de Siria y Egipto , por ocupar
ttlilmcnte estas gentes , las envió Oveidala ben Alhegág á conquistar la
isla de Sicilia , y encargó el mando de esta expedición á Rabib ben Abí
Obeéda ben Ocba ben Nafe el Fchrí. Desembarcó con gran ventura en
eOa , y la sujetó y allanó ; y tomó á Afríca en la luna de Giumada pri-
men^ afio 193 (740). ¡ Cuan incierta es la suerte de los hombres! Este
candlBD Habfe , que salió venturosamente de tantas batallas en España,
qee vcdvió á SMa con no poco riesgo de perder la cabeza por amigo de
Muza y de sus hijos , que tornó á mandar pdigrosas expediciones en
África y en Sicilia , murió el año 123 en batalla contra los berberíes -.
aadie Inije del tiro del destino. En este año dejó Oveidala el gobierho
ée AlHca ^ y se partió á E^pto : era este amir mas dado á las letras que
á I» amas y cuidados políticos , y fué muy elegante escritor de las con-
quislas de los árabes , y en Túnez edificó la.aljama y una dársena para
raostruir y reparar las naves. El año anterior 122 murió Muslema ben
AbdeiBieiicten Afcroán^ el indíto héroe dolos Beni (hneyas j ñié gran
48 HISTORIA DE LA DOIUM ACIÓN
caadiHa, sabio , de buen consejo, y muy esforzado, que do (uto seme-
jante en su familia , ni en su tiempo , en ninguna parte.
CAPITULO xxvm.
De la vuelta de Ocb* á Espafia, J de au maerte.
Enelaffo 124 (741) enrió Hixém al gobernador de Egipto Hantah
ben Scfuán al gobierno de África , y puso en su lugar á Hafas ben Wa-
Itd y que permaneció alli hasta la muerte del califa : para la tierra de
Magréb ó poniente de África envió á Goltum ben Zeyad , que habia
tenido antes el gobierno de esta parte de África. Mandó Coltum que
luego pasase á España el amir Ocba ben Alheg^ con sus gentes.
Halló Ocba muy revueltas las cosas de España , que los walies esta-
ban entre si desunidos, que Abdelmelic ben Gotan era el único que ha-
bla preferido las atenciones del bien público á su conveniencia parti-
cular. Escribió Ocba á Abdelmelic dándole gracias por su celo y buenos
servicios , acudiendo tan oportunamente á las inquietudes de las fron-
teras ; le aseguró que babia escrito al califa para que le confirmase en
el gobierno de España que merecia , y esperaba que asi lo baria el califa .
Le envió gente de ¿ pié y de á cabiQlo para ocuparla en mantener la
frontera de Afranc. En este tiempo enfermó en Cordela él tirtuoso
amir Ocba ben Alhegág , y de aquella dolencia falleció , año Í24 , que
fué muy grave pérdida para los muslimes de España , y mas por no
haber tenido tiempo de componer las desavenencias de los vralies ó
caudillos principales, que la tenian dividida en bandos y parcialidades.
CAPITULO XXIX.
De la rebelión de los berberíes de África contra los árabes , y entrada de Baleg en Andalucía.
En África se reunieron otra vez los berbenes , comandados por Cha-
lid el Zaneti : salió contra ellos el amir Goltum ben Zeyad , y se dio
sangrienta batalla en los campos de Tanja : el caudillo GhaUd rompió y
desbarató á los árabes , y en lo mas ardiente de la pdea murió Goltum
el amir y otros caudillos muy señalados , y en ambas huestes fué atroz
la matanza. Uegó la nueva de esta derrota de los árabes á Egipto j y con
la mayor diligencia se puso en marcha el nombrado g<rf)emador de
África Hantala ben Sefuán con un ejército muy numeroso : entraron en
éUa en la luna de Rebob del año 125 (742) . Los rebeldes , que supieron la
venida de esta poderosa hueste , doblaron sus esfuerzos , muy confiados
en sus buenos sucesos y pasadas victorias. Allegaron innumerable gen-
tío de todas sus cabilas, asi de á pié como de v^aballo ; acaudillaban esta
moltitud Chalid el Zaneti , Acách de Masamuda y Abdelwaliib de Zan-
haga, todos caudillos moros de los mas acreditados y aguerridos. Pu-
D£ LOS ARAB£S EN ESPAÑA. 49
amii sa campo en riberas del rio Masfa , y parecían sobre aquellas
«PDOsas Dañaras á las inmensas bandas de langostas : tantos y tales
afarcdaQ los negros combatientes de Sus y Masamuda. Las tropas
árabes venían acaudilladas de Thacilaba ben Salema el Ameli y de Baleg
bpo Baxir : el primero conducía las gentes de Siria y de Arabía , y el
se^ndo las do Egipto y de Barca .- Hantala ben Señián mandaba las
tropas proTÍncialcs de Almagréb, reliquias ilustres de los conquista-
dores del pais.
Ordenadas sus haces se acometieron estas huestes en aquel abrasado
desierto con espantoso alarido : nubes de polvo y de saetas hicieron
afiei dia oscuro , y dieron horrible sombra á los hijos de la guerra. Las
Instadas lanzas, sedientas de sangre, se embeodaron en profundos lagos
de ella : todos pelearon con igual furor , y no parecían hombres quo
peleaban, sino Aeras tigres ó leones que rabiosos se despedazan. Los
obalios árabes no pudieron resistir el calor ardiente de la pelea y del
día, 7 cedieron á los caballos moros el sangriento campo : estos incan-
sables y duros los rompieron y desbarataron á la mitad def dia , volvie-
roB brida y fueron perseguidos , y parte fué degollada en los desiertos ,
parle que era de los prácticos del país se acogió á los fuertes y sitios de-
fendidos, otra gran parte de los mas valientes se retiró peleando hacia
la costa del mar con sus caudillos Baleg y Thaalaba , y desde ella, atra-
vesando d estrecho Alzac&c , se yinieron á España en la mitad del año
«25 (742).
Había poco antes recibido Ahdelmelic ben Cotan la confirmación de
sv ear^ de amir de España , y la nueva de la muerte del califa Hixém
loe había fallecido en Rusafa dia 6 de Rebie postrera del año 125 ;
^ de edad de cincuenta y tres años, y había imperado diez y nueve,
úete meses y once dias : fué de mediana estatura, de muy buen gobierno,
pero muy exactor de tributos : gastaba mucho en cosas inútiles : tenia
b manía de hacerse infinitos Testidos , cuentan cpie se podían cargar
snsdentos camellos ; y no los gastaba sin econcxnia , los tenia tan guar-
dados que apenas se halló uno para envolverle y amortajarle , porque
Wa puestos sellos á sus armarios y depósitos.
CAPITULO XXX.
Guerra cíyU de Baleg y Aben Cotan en Espafia.
Babia puesto Ahdelmelic en Córdoba por gobernador de eUa á Abde-
nhman ben Ocha , y en Toledo puso á su hijo Omeya ben Abdelmelic,
Jéi se hallaba en Zaragoza cuando fué avisado del paso de Baleg ben
Buir y de Thaalaba ben Salema ; pesóle mucho de ello , asi por la de&-
Cfana del ejército muslime como porque receló que esta entrada susci-
^ inquietudes en España. Luego se puso en camino para venir á An-
falucia , y escribió á estos caudillos que no debian separarse de la costa
^ estar mas prontos para tornar á África , donde sus personas y
4
50 HISTORIA DE LA DOMIT^ACIOM
genta hacían mucha Talla. Los desafectos de este amir, que eran mu-
tíios , tomaron de aquí ocasión para enemistarle con los walies Bal^
Y Thaalaba y suscitar novedades : escribiéronles que todos serian de su
nando , que no creyesen las propuestas de Abdclmelic , que solo quería
el mando absoluto, y que le estorbaban todos los buenos. Sin perder
tiempo estos revoltosos quisieron apoderarse de las ciudades de Cór>
doba y de Toledo : los primeros que hicieron armas fueron á cercar á
Toledo, la que defendió bien Omeya ben Abdclmelic mas de un mes :
otros fueron á sorprender á Abderahman ben Ocba en Córdoba; y mu-
chos se reunieron para juntarse con los venidos de África. Avisado
Abdclmelic de estos movimientos apresuró sus marchas y fué á socorrer
al wali de Toledo , que ya estaba en gran estrecho, y los sitiadores sa-
biendo su venida levantaron el cerco precipitadamente. El wali Omeya ,
conociendo la causa de su fuga , salió de la ciudad y les dio un impeo-
sado y sangriento rebato, que los desordenó, y persiguió matándoles
tnucha gente. Sabiendo el triunfo de su hijo, guió Abddmelic su hueste
contra los de Córdoba , que ya habían sido derrotados por el hijo de
Ocba , que se empeñó en seguirlos y acabarlos. Lograron estas tropas
dispersas y ftigitivas reunirse á las que habían venido de África , y sa-
biendo que Abdclmelic las iba á los alcances salieron juntas en nume-
roso ejército i encontrarle. Avisados de sus adalides y descubridores
fueron sobre el cuerpo de tropas de Andalucía , que mandaba Ab-
derahman ben Ocba , y con poca resistencia fué atropellado y puesta en
fuga por la caballería de Baleg ben Baxir, y se dispersaron sin dirección
por varias partes. Caminó el ejército vencedor á la parte de Algarbc ,
para salir al paso á la hueste de Abdclmelic , que venia por Mérida para
allegar de paso las gentes de guerra de la Lusitania : encontráronse liis
campeadores de ambas huestes en Mertula : ordenaron sus haces en
batalla , y con enemigo ánimo, como si fueran gentes de diferente ley,
lengua y costumbres , pelearon gran parte del día sin ventaja ni desi-
gualdad : á la (arde los caballos de África rompieron y desbarataron
¿ los muslimes andaluces ; y la derrota fué general poco antes de la
noche. Huyeron durante ella por diferentes partes , y Abdelmelic con
parte de su caballería se acogió á Córdoba. Luego escribió Abdclmelic
ben Cotan una carta á los caudillos B¿deg y Thaalaba , en que les mani-
festaba cuan sin razón abrigaban á los revoltosos muslimes de España ,
y como convenia, como pueblos de una misma ley y de una misma na-
ción , avenirse y concertarse sin dar lugar á que entre tanto qne ellos
inconsideradamente se destruían, los rebeldes de AMca sacasen ventaja
de su guerra civil, y que considerasen que los pueblos de España acaba-
ban de ser sojuzgados por fuerza de armas , y que podían muy rácO-
mente, á ejemplo de los berberíes , procurar su venganza, y recobrar
8ü libertad y señorío. Proponíales que se contentasen con ocupar el ter-
ritorio de Gezira Saltis, y esperar allí qne se facilitase su vuelta á
África , como era necesario : en fln , concluía con manifestarles sns dis-
posiciones pacific<as , y que todo lo que había precedido era obra diabó-
lica de los revoltosos. Nt> persuadieron estas razones á Balcg ni á Thaa-
D£ LOS ÁRABES Eü ESPAÑA. 5 i
kba , y de sos palabras inferían sos temores y pocas Tuerzas , y puesta
fa mira en su intoies y deseo de venganza caminaron con toda su gente
áGónMui.
Los de Córdd>a , temerosos de ]a tempestad que les amenazaba , por
fritar los excesos de los bárbaros y africanos , y la crueldad de fialeg ,
crejeroa templar la sana del yencedor entregándole á su amir Abdel-
nelic , y asi lo bicieron. Presentáronle atado á un palo á la entrada del
pie&te, 7 herido con cañas c luego le mandó cortar la cabeza el cau-
(Qlo Bál^, y la pusieron en un garflo á la puerta del puente. Asi acabó
este acble amir Abdelmelic ben Gotan en fin del año 125 (742) de la
Bc^gini.
Los de Córdoba y el ejército proclamaron por amir de España á
Bakf ben fiaxir en el ttunulto y desorden del cUa de su entrada en la
ciudad : esto no agradó al caudillo Tbaalaba ben Salema; antes oíen-
dido deque Baleg permitiese aquellas populares muestras de preferen-
cia á su persona , dijo á sus gentes : que Baleg no era sino su igual ; que
la deccion de amir pertenecia al califa, y de su orden y especial con-
fianza al gobernador de África Hantala ben Sefuán ; que todo lo que
alli pasaba era un alboroto y licencia popular muy vituperable , y mas
fD los que pudiendo reprimirla no lo hacian j que porque no pareciese
que con su presencia autorizaba el desorden , que en aquel día se ponía
eo marcha con los que le quisiesen seguir. Asi k) hizo y partió con
gran parte de la gente de guerra de su mando , que pocos le faltaron ,
7 coo ellos pasó hacia Mérida acrecentando cada dia su parcialidad.
Por otra parte Omeya ben Cotan, el hijo de Abdehnelic, en lo de Toledo
7 en toda España oriental tenia gran partido , porque los alcaides y
gobemadcnres de las ciudades eran amigos y hechuras de su padre $ y
eotre los caudillos principales el insigne Abderahman ben Ocha , que
estaba jurando por cielos y tierra que habia de vengar la muwte del
amir Abdelmelic , y a7udsur con todas sus fuerzas á su hijo. A este fin
remio las tropas que andaban dispersas en Andalucía, y allegó un
boeo ejérdio , y fué el primero que se opuso á Baleg ben Baxir . La sa-
lida de Thaal^ ben Salema l¿bia debilitado con su separación las
fuerzas de Baleg , asi que solo tenia como doce mil hombres , y con
ellos salió á encontrar la gente de Abderahman ben Ocba.
£neontrán>nse ambas huestes en los campos de Calat-Rahba : animó
Bakg á los suyos , diciéndoles : que despreciasen el número de sus ene-
■Mgoa que eran gentes allegadizas , miserables reliquias del ejército que
antes habían atropellado ; que todavía estaban temblando de sus cor-
lantes espadas , y los mas tenían todavía sin cicatrizar sus heridas. Aco-
metieron con desesperado furor, y los de Abderahman ben Ocba los re-
cibieíoQ con increíble esfuerzo : la pelea fué sangrienta , y mantenida
coo tesón por arabas huestes .* el caudillo Baleg , atropcllando á sus
cüotraríosá derecha é izquierda, ookno un bravo león entre la tropa de
lüscazadores , andaba buscando á voces al hijo de Ocba , que le salió al
moientro no menos animoso, y le dijo : Yo soy, yo soy el hijo de Ocba
que buscas^ y arremetieron el uno contra el otro, y se dieron crueles
52 HISTORIA D£ LA DOHIPÍACION
botes de lanza , y revolviendo con mayor presteza el caballo, el hijo de
Ocba fué tan feliz que pasó de banda á banda de nna lanzada á Baleg ben
Baxir, que cayó en tierra muerto. Sus tropas no tardaron en sentir la
falta de tan esforzado caudillo, y fueron desbaratadas y puestas en
buida , dejando el campo cubierto de cadáveres y de sangre.. Por esta
victoria dieron á su caudillo Abderahman ben Ocba el titulo de Al-
manzor : acaeció esta batalla el año 125 (742).
Las tropas fugitivas de esta bataUa no fueron mucho tiempo per-
seguidas , y se acogieron al ejército de Thaalaba ben Salema y al de
Abderahman ben Habtb, que entró con Baleg ben Baxir, y hacia
parte de la división de Thaalaba ben Salema , que caminaban hacia
Mérida : juntas estas tropas llegaron delante de la ciudad, y su walí
no les permitió que entrasen en ella , y lo intentaron por fuerza , y
la cercaron como enemigos.
CAPITULO XXXI.
Del imperio del califa Walid ben Jezid , y del califa Jezid ben Walid.
En Siria el califa Walid ben Jezid ben Abdelmelíc fué proclamado
el dia 6 de la luna Rebie postrera, el mismo dia en que murió su lio
llixém : era ya de mas de cuarenta años : apartó del gobierno de Egipto
á Hafas ben Walid , y puso en su lugar á Isa ben Abi Ata. Era este ca-
lifa Walid implo y menospreciador de la religión : se bañaba en vino,
abusaba en todo de su poder, entró en territorio de Mecca con perros
de caza : hacia muy buenos versos y gustaba de la música ; pero era des-
templado en sus pasiones. En el año 126 (743) , estando bien descuidado
délo que le amenazaba, recreándose con sus esclavas y cantores, los pue-
blos de Siria de común acuerdo proclamaron califa á su primo Jezid
ben el Walid ben Abdelmelíc. Este principe , aprobando la conmoci<m
popular, ofreció cien mil doblas de oro á quien viniera con la cabeza de
Walid. Hallábase el califa en Basra en Tel-Rahita , cerca de Damasco :
sus guardias le abandonaron al acercarse la turba de los amotinados , y
llegándose mucho gentío escalaron las murallas , y entrando donde es-
taba Walid le despedazaron inhumanamente, y llevaron sus manos y
ciü)eza á Damasco , y las clavaron en las puertas de la ciudad : los des-
pedazados miembros del califa fueron conducidos al cementerio de la
puerta de los Hu<»'tos , y alli los enterraron; sus dos hijos Hakem y
Osman fueron encarcelados , al parecer por librarlos del furor del po-
pulacho : esto fué el año 126.
Fue proclamado Jezid ben Walid ben Abdelmelíc en la insurrec-
ción popular contra su primo el califa Walid el dia 28 de la luna
Giumada postrera , año 1 26 (743) : fué su madre Xahferinda , hija de
Firuz, nieta de Jezdegird, rey de Persia. La violenta muerte del califa
Walid llenó de turbación y anarquía todas las provincias del imperio.
Los ambiciosos son como el mar que con todo viento se alteca.* unos
DE LOS ÁRABES. EN ESPAÑA. 53
(DD pretexto de iadignacioii por la desleidtad de los pueblos do Siria ,
se pusieron co armas , y otros por aprovechar la ocasión de las revueltas
T confusión áél estado , para saciar su codicia y deseos de venganza vaga<«
bao de unas ciudades á otras robando y matando indistintamente á todos :
»i ha sucedido siempre y sucederá entre los hombres mientras su natu-
raleza sea la misma. Los de Hemesa se amotinarony cerraron las puertas
de la dudad , y se resistieron á la obediencia de Jezid tratándole de
iKorpador. E^vió Jezid contra ellos un ejército , -y fué rechazado por
Iw de la ciudad. Suleiman ben Hixém ben Abdelmclic , que estaba en-
rarcdado , salió de su prisión y se puso.al Árente de los descontentos, y
ntrú eo Naamana , y la saqueó para recompensar á sus tropas el celo y
leallad y los buenos servicios que hacian al estado , y luego fué con ellos
contra Damasco. También se levantaron este año con el mismo pretexto
Vis de Jardana y Palestina , y dieron muerte á sus gobernadores. Depuso
Jezid á Josuf ben Omar del gobierno de la Iraca , y pu^ en su lugar á
ManjAr ben Giamhor. Al mismo tiempo Meruán ben Muhamad se ma-
nifestó también contra Jezid, so color y pretexto de vengador de la sangre
de Walid : se haUaba en Armenia y allegó mucha gente, y se disponía
á Temr contra Jezid ; pero este le propuso por medio de sus parciales
fie le dejaría los gobiernos de Gezira ó Mesopotamia , Armenia , Mosul
y Aderbijan á condición de que le reconociese , y asi lo hizo Meruán ,
7 le juró obediencia en Harran. Disminuyó Jezid el estipendio de los
súldaÑIos; y esta medida, aunque fuese justa , fué muy inoportuna , pues
sitt otra razón muchos abandonaron su partido, y dejaron sus banderas
a&efándose á los que le negaban obediencia : por esto le llamaban Nakis
ó disminuidor. A los cinco meses de su imperio y cuarenta años de su
edad murió de peste-, oró por él su hermano Ibrahim.
CAPITULO XXXII.
Be las reweius de África , sosegada! por Hantala ben SefoAn.
Toda España estaba dividida en bandos y parcialidades por las desa-
Tfnencías de loa caudillos , sin que pudieran remediar estos males las
dílignidas y prudentes consejos de los buenos muslimes que en ella
««Uhaa. Contribuían á estos desórdenes las revueltas de África , y las
Bqaietudes y turbulencias de oriente sobre el califazgo , de que hemos
U>bdo. Eo África el amír Hantala ben Sefuán ben Nufal el Kelbi ,
pbmiador de África y del Magréb por el califa Hixém , y conGrmado
for sus sucesores, á fin de sujetar á los rebeldes berbenes quiso probar
t^ si mismo si las armas serian ya mas felices en sus manos que en las
dr* sos caudillos , y reuniendo un poderoso ejército de cuarenta y cinco
>al hüobres de Apié y de ácaballo , vino ábuscar á los rebeldes. Estos
1^ MI parte. cuidaron de allegar toda su gente, y ol caudillo Acách
fvtk > á enoontrarlos antes que U<^[asen á Gairvan ; y Abddmelic , otro
t<Mde , foé por tierra de Negiana á tomarlos por la espalda i los cam^-
&4 mSTOlUA DE 1A DOMIHAGlOTl
peadoreg de la haesle de Hantala, veloces eomo égailas, le arisaroQ de la
tnarcha de cstag tropas enemigas , que intentaban rodearle y pelear
contra él en un mismo dia y en un mismo lugar. Conoció Hantala cuanto
convenia pelear con ellos separados : ordenó sus haces , y con precipi-
tada marcha anduvo toda la noche : encargó la delantera de batalla al
caudillo Husám ben DhirAr, y viniaxm antes de rayar el dia á herir en
los de Acách , que no esperaban esta alborada y estaban harto descui-
dados : antes que tuvieran tiempo de ordenarse en batalla fueron derro*
tados con gran matanza por los de Hantala , debiéndose esta viclma al
esfherzo y diligencia de ben Dhirár , que no esperó la luz del dia para
acometer á los moros rebeldes. Conseguida esta ventaja, sin perder
tiempo y sin mas descanso que el forzoso para respirar de la fatiga de
la pasada refHéga , el amir Hantala siguiendo el carro de la victoria se
adelantó hacia Cairvan , recelando que se le adelantase Abddwahib ,
otro caudillo de los rebeldes que venia con innumerable chu^sma á unirse
á los demás berbcries. Esta segunda batalla fué mas sangrienta que la
primera y mas venturosa para los muslimes , pues rompieron y desor-
denaron á sus enemigos haciendo en ellos gran matanza : aquella noche ,
que puso treguas á los horrores de la pelea , pasaron losj vencedores
¿*abes sobre el campo de batalla, oyendo los gemidos de los heridos y
moribundos bárliaros -. el número de los que perecieron aquel dia Dios
lo sabe ; entre estos el valiente caudillo Acách se encontró cubierto de
heridas , y mandó Hantala cortarle la cabeza , que se Uevó en una pica
por el campo : también pareció muerto Abdelwahib. La división del
rebelde Abdelmeltc , avisada por los ftigitivos de la primera y sogfunda
derrota de sus compañeros , se dispersó por los montes. Con esta Insigne
victoria quedaron sosegados los movimientos é inquietudes de Alma-
grób , y toda la tierra quedó sojuzgada. Gonocien<k> Hantala el genio
inquieto y belicoso de estos pueblos procuró hacerlos soldados útiles del
Islam : les repartió armasjy caballos á los que quisieron pasar á España,
porque pensaba enviar á ella un amir que la tranquilizase y deshiciese
los bandos y desavenencias que la tenían á punto de perderse : reunió
hasta quince mil mogrebinos voluntarios de las cabilas de Zenetes ,
Masamudes y Azuagos , gente muy esforzada.
CAPITULO XXXIII.
De la elección de Husám beo JMiirtr para amir de Espafia , y de tu gobierno mi eUa. I
Los honrados muslimes de Espada le pedían un caudilloque reuniea
las voluntades discordes de aquellas facciones que había de ycnianieal
Alabdaris, siros , y egipcios ; que fuese de tal prudencia , valor é inüj
gridad , que no se inclinase á ningún partido , que se llamase declarad
enemigo de toda parcialidad , y solo atendiese al bien general de Idj
mnslimcs y de los pueblos sometidos. Pareció al wait Hantala bon Sel
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. M
ÍMb que aquella era ocasión de yalerse de las conocidas prendas y valor
dd ciiidillo Hnsám ben Dhirar ben Sulciman d Kclcbi conocido por
Almldiatar, ya antes propuesto para este cargo por el califa Hixém,
nuodo le recitaron sus yersos. Hay quien dice que la elección del amir
Rttsikm ben Dhirar fué el ano 122 , y que fué el catorceno de los que
(obemaroD en España , que tuvo este cargo cuatro años y nueve meses |
pero en yerdad no entr6 en España hasta ahora con escogidas tropas
africanas.
Cuando entró este amir en Andalúcia se había apoderado de Mérida
rl caudOlo Thaalaba ben Salema , y tenta puesto cerco á m ciudad de
GórdoiMí , y en sus marchas tiacia estragos en los pueblos , y á todos los
trataba con mucha crueldad cuando en algo se le resistian , ó no le
nevaban las provisiones y servicios que les imponia. Temerosos los de
Córdoba de experimentar su mucha crueldad j le entr^aron la ciudad
coa buenas condiciones ; pero habiendo alli tomado mil prisioneros de
Aniar>ar, por aterrar á las gentes mandó sacar al campo aquellos mil
cantivo y dcgidlarlos del pueblo en (üa Juma. Ya estaba congregada la
imilíitiid para tan cruel espectáculdycuando fué avisado de la súbita
Tmida deHusám ben Dhirar, que se había adelantado con mil caballos.
Este inesperado anuncio lo suspendió ^ y mandó retirar aquellos cau^
tiros j j hiego salió con otros caudillos á recibir al amir Hus&m beq
DUrar, y por obsequiarle puso á su disposición aquellos prisioneros
para que dispusiese de ellos lo que quisiese. El amir se lo agradeció,, y
en d misaio dia los mandó poner en libertad; y que se agregasen vo-
Imtarios á las banderas de berberíes , ó se retirasen á su tierra. Fué
aplaudido Husám de todos los muslimes por su generosidad ; y en el
mismo dia mandó prender á Thaalaba* ben Salema , y que partiese ¿
boen recaudo para Afríca. Sosegadas las tropas de Thaalaba , y ordenada
V) conveniente para el gobierno de Córdoba , partió pocos dias después
eon su escogida gente áj Toledo , y obligó á salir de alli al caudillo Ab-
éerahman ben Habib , compañero de Thaalaba y de los que se llamaban
amircs de España de propia autoridad. Los del partido de Aben Cotan «
sin resistencia alguna , antes muy de su propio movimiento , vinieron á
ofrecerse al servicio del amir : sin dilación corrió las otras provincias ,
y en todas partes ganó á los muslimes mas con su prudencia y su bondad
natural , que con la fuerza ni opinión de los valientes africanos que le
acompañaban.
Consideró como la primera y mas importante providencia de su go-
bierno el evitar toda ocasión de discordia , y asegurar la quietud de los
ranAmes en España : á este fln hizo repartimiento de tierras á las tribus
de Arabia y de Siria , que eran las mas poderosas en España , y com-
pcüao entre si pretendiendo todas ellas apoderarse de las comarcas de
la cafMal de Córdoba , que no les podian bastar. Para terminar sus
icias repartió á los siros y árabes veledies establecidos en el
moradas y tiaras en regiones semejantes á las suyas , y con mayor
aadrara que la de aquellos pueblos : repartió en tierra de Ocsonoiw y
de Beja á los de Egipto y {rimeros veledies , y á los demás árabes oe
6G HISTORIA DE LA DOMINACIÓN
estos en tierra de Tadmir * : en las comarcas de Sevilla y de Libia á las
gentes de Hcmesa , que eran también muy principales : repartió mora-
das y posesiones en tierra de Sídonia y Algezira á los palestinos, y en
las comarcas de Rayata á los de Alordania : en las de Elbira á las gentes
de Damasco : en tierra de Jayén á los de Quinsarina : en Las comarcas
de Cabra á las gentes de Wacita , y en las provincias mas apartadas á
los de las Iracas, y á los de Gairvan : asignóles también alimentos en
la tercia parte de lo que rentaban los bienes de los colonos siervos de
los * agemies , dejando á los árabes veledies de la primera gente con lo
que tenían ^n su poder de sus bienes, que no se les privó de nada de
cUo. Guando vieron las tierras señaladas tan semejantes á las de su
pais en calidad de frutos , disposición del terreno y anchnra, se hol-
garon mucho, y dieron gracias á Dios de su venturoso estado, y no
cesaban de bendecir á los caudillos Muza ben Nosenr y á Baleg ben
Baxir , que tantos bienes y fortuna facilitaron á las gentes de ambas
naciones.
Quedaron, sin embargo, algunos descontentos de las remociones y
mudanzas de gobernadores de ciudades y provincias que fué forzoso
hacer para que los pueblos quedasen contentos y libres de los opreswes,
de quien se habían quejado al amir. Entre otros se dio por agraviado
Samail ben Hatim ben Xamri el Kelebi el Dhabei, que se apel]i(^a Abu
Gaisi : fné su abuelo Xamri de los mas nobles de Cufa, y uno de los que
asesinaron á Huscin , hijo de Aly , y d que presentó su cabeza á los pies
de Jezid ben Moa vía; por esto cuando las venganzas de esta muerte se
unió Xamri con su familia á confines de Siria , y allilc mató el vengador
Mathar. Los hijos de Xamri huyeron y entraron en África con Goltum
ben Ayad , y el joven Samail vino á España con los principales de Siria
en la entrada de Baleg ben Baxir , que mandaba una parte del ejército
de Goltum : era muy esforzado y de mucha prudencia , y se había h^ho
en España cabeza de la facción egipcia, y opuesto á la Yemeniya, ó de
árabes de Yemen , que favorecía muy á las claras el amir Husám ben
Dhirar , según decían los descontentos -. aunque de ilustre prosapia ,
como Samail se había criado en tiempo de revoluciones, y de fugas y
extrañamientos, era muy sin letras, que no leía ni escribía ; pero de
mucha prudencia, y práctico en los conocimientos de la guerra y
gobierno de pueblos. Guenta de él Abu Becre ben Akutia , que se acom-
pañaba siempre de hombres sabios y los consultaba, y admitía el con-
sejo aun de gentes humildes : este Samail ben Hatim se manifestó como
el mas ofendido de Husám ben Dhirar, porque no le dio el gobierno de
Zaragoza que le tenía ofrecido Baleg , y suscitó discordias con sus par-
ciales : al principio fueron secretas quejas y murmuraciones , que pasa-
1 E»(e repartimiento de las tierras de Tadrair, esto es de Moreia , acredita lo qoe refiere el
Pacense cuando dice : que después de la muerte de Teodondro le sucedió Atanaildo , que fué
noble y valeroso, rico y liberal aun en aquellos tfempos; pero poco después el rey AlhozEa
Alchatar acometiendo la España le hiio muchas injurias y le condenó en graves tributos. Este
rey Álboua es el wali Huzam Abulchatar, que sin creerse obligado á los pactos convenidos con
Tadmir, que fueron con él y no con sus sucesores, repartió sos \\9tn9i
• Los «gemios pueden Mr \n g«dof *
BE LOS ÁRABES Elf ESPAÑA. 57
itn á dcsjprccios y dcs(ri>ediciicía. Procuró Hus^m apagar estas chispas
aotes que prendiese y se dilatase el fuego de la sodíciou en toda España ;
pero se le anticiparon los caudillos y fomentadores de la facción egipcia
f de los Alabdaris , levantaron tropas y corrieron la tierra.
CAPITULO XXXIV.
Del imperio del ctlifa ibrahim , y de U guerra eivU en Siria.
Ed Oriente el califa Ibrahim sucedió en el imperio á su hermano Jezid
d día después de Id aladheha ó fiesta de las victimas ; fué su madre
Xiiama : fué proclamado por los parciales de su hermano, sin pretensión
ni repugnancia de su parte ; pero el breve tiempo de su imperio fué
turbulento y sin ventura. £1 año 127 (744) vino Meruán ben Muhamad
ouQ su ejército á Quinsarina , con ánimo de seguir á Damasco y ocupar
el imperio : estaban en Quinsarina Baxar y Mansur , hijos de Wdid ben
Abdelmelic , y Baxar salió con sus tropas contra Meruán ; pero sus sol-
dados le abandonaron y se pasaron al ejército de Meruán , y fueron pre-
sos Baxar y Mansur y encarcelados. Luego pasó á Hemesa , y los de la
riudad le recibieron bien y le juraron obediencia r allí se le juntaron á
Meruán mas de ochenta mil hombres. Salió el ejército de IbrahiiH acau-
diHido de Suteiman ben Hixém ben Abdelmelic, que era de ciento y
Tdnte mil hombres , y se dirigió contra Meruán : divulgó este principe
que su intento era vengar la muerte de Walid , y poner en libertad á
Ía dos hijos del desgraciado califa, Osman y Hakem, que estaban en
Damasco; pero Suleiman despreció sus proclamas, y se dieron san-
picota batalla : murieron muchos de anibas partes : Suleiman y los
Miyos huyeron vencidos , y en la fuga muchos cayeron en poder del ven-
redor. Meruán exigia de los prisioneros el juramento de obediencia á
k« dos principes Hakem y Osman, y sin otra condición daba libertad á
sustantivos. Vuelto Suleiman á Damasco, de acuerdo con el califa Ibra-
him , hizo dar muerte á los principes en su prisión : luego tomó todo oí
oro qae había en el erario y tesoro del califa , y repartiéndolo á sus sol-
dados para que siguiesen su fortuna se retiró de la ciudad. Entró en eHa
Meruán , y hallando muertos á los principes Hakem y Osman los enterró
con mucha pompa : hizo sacar de la prisión á Muhamad Xeibani, que
había estado preso con ellos , y al ll<^ar á la presencia de Meruán le sa-
bido llamándole califa, y lo mismo hizo Jezid , hijo de Suleiman. Dijo el
Xeibani que el principe Hakem y su hermano le habian declarado suce-
sor, diciendo Hakem : Si yo muriese y mi socio futuro sucesor, que
Meruán sea amir amumenin, ó gobernador de los fieles. £1 mismo califa
Ibrahim ben Walid lo reconoció por su señor , y abdicó y se declaró de-
focsto del imperio , y lo mismo hizo todo el pueblo de Siria proclamán-
*)le. Imperó Ibrahim dos meses y algunos dias, y vivió hasta d fkño
132, en que le quitóla vida Nebuno; otros dicen que murió ahogado
tu no rio huyendo de la batalla en que Abdala él de Alabas venció á
M nSTORU DE U DOMlMAClOlf
liflrata. Era Ibrabim de poco talento y descuidado : los tuyos unas
yeoes le llamaban califa, otras amir.
CAPITULO XXXV.
De la guerra civil entre loa caadiHos SaOiail , Tlmeba j Husám ben Dhirar.
En España los AlaMaria y egipcios, secuaces de Saman, corrían la
tierra como enemigos, y exigían contribuciones de sangre en los pueblos
q[ue no Tenían ¿ ofrecerles su obediencia y seryidos : entre los caudillos
descontentos apareció Thucba bon Saloma el Hczami , que habia hecho
grandes proezas en África contra los berberíes. Andaba Husám bon
Dhirar en tierra de Beja , en Algarbe de España , cuando le avisaron de
las levas de gente y correrías que se hadan en la tierra , en desobedien-
cia do sus mandamientos y desprecio de su autoridad *. le dijeron que
SamaH y Tfaueba le habian depuesto de su amirazgo , y revolvían contra
él todas las provincias ; qae ganaban los soldados fieles con falsas acu-
saciones contra él , y á otros con la licencia y libertad de robar los pue-
blos : recibió cartas de algunos honrados muslimes que le prevenían
que anduviese con mucho cuidado y desconfianza, porque sus enemi-
gos le buscaban la muerte por todas vías. Quiso Husám ben Dhirar
venir á Córdoba y asegurarse en ella • para esto dispuso su marcha con
poca compañía de caballeros fieles , y por caminos extraviados venia
con mucha diligencia ; pero su partida no pudo ser tan secreta que no la
supiesen gentes entregadas á sus contrarios : asi fué, que al paso de
unos montes cayó sobk*e ellos una celada de los Alabdaris que los sor-
prendió y llevaron á Samail y ¿ Thueba. Qneria Thueba que sin dila-
ción se le descabezase, pero Samail no lo consintió, y acordaron po-
nerle enearcelado en una torre de Córdoba, divulgando en el pueblo
que eran órdenes que se habinn recibido del califa , que estaba infor-
mado de sus excesos y tiranía. Fué la prisión de Abulcbatar Husám ben
Dhh*ar daño 127 (744).
Los caudillos descontentos , por su propia autoridad , eligieron á
Thudia ben Saloma por amir de España : era Thueba el Hezami de
Gabila Yemeni , muy esforzado y buen caudillo En la frontera oriental
estaban Aben Cotan y Aben Od)a con poca gente y ho bien avenida :
por la distanda de aquella frontera de ^paña oriental no sabían de las
cosas que pasaban en Andalucía, sino lo que querían los Alabdaris y
egipdos; y cuando supieron la prisión de Abulchatar Husám ben
Dhirar , no sabían á qué atribuirla sabiendo por otra parte su rectitud,
prudcnda y buen gobierno. Deseando saber lo cierto, recelosos de las
maquinaciones de los Alabdaris, enviaron á Córdoba un caballero de su
confianza para que averiguase lo que pasaba , y las verdaderas causas
de la prisión de Husám ben Dhirar. Luego entendió aquel enviado que
la ambidon do Samail , y los deseos de venganza de Thueba ben Saloma,
y la codicia y maldad de los que ansiaban la Kcenda de las correrias y
BE LOS ÁRABES EN ESPAAa. 6t
eitonloiies que autoriza el estado de guerra y de revueltas, efan 1«|
tíertM razones de la desobediencia al amir Husám , y de su violenta de-
posición del amirazgo. Volvió á la frontera y! reGrió á los tvalics Aben
Golan y Aben Ocba lo que habia averiguado ; y como por las pocas tro-
pas que tenían no estuviesen en estado de adelantar ni de intentar em-
presa alguna, acordaron que Aben Gotan fuese secretamente á Córdoba
y procurase por medio de sus amigos y parciales poner en libertad ¿
Hoaám ben Dbirar , y si no lograse algún partido en Andalucía , que no
en de esperar , retirarle á las fronteras orientales , donde ellos tenían
antorídad y partido. Llegó con rápidas marchas Aben Gotan á Córdoba ,
y fué á hospedarse en casa de Abderahman ben Hasan , caudillo de mu-
cho valor y amigo de Aben Cotan. Conferenciaron sobre la libertad de
Hosám , y confiando su intento á treinta valientes soldados de su con-
fianza, ag:iiardaron una noche que ítoda la ciudad estaba en profundo
sosiego , y acometieron á los que guardaban la torre en que Hus&m es-
taba preso, y á los mas degollaron , y otros huyeron y se ocultaron :
sacaron á Husám , y á la hora del alba corrieron las calles y se apodera-
ron de las puertas de la ciudad, que sabiendo que habia sidq puesto ei|
Mbertad se declaró en su favor , y se armó la juventud para guardarle y
defenderle. Los fugitivos de la torre , y otros del bando de los Alabda-
ris, llevaron esta nueva á Samail , que pasados pocos días vino con muy
boena hueste sobre Córdoba. Había salido Aben Cotan á tierra de To-
ledo para buscar algunos auxiliares que favoreciesen el partido de
Hnstoi ben Dhírar. Entretanto los de Córdoba mantcnian el cerco, y se
defeodlan de los combates que daban los de Samail. Toda la tierra de
GteiMMi padecía los estragos de la caballería y gente qué enviaba Thueba
para entrar la ciudad. Los buenos muslimes confiaban en los socorros
qoe diegaria Aben Cotan , y aconsejaban que se mantuviese el cerco.
La juventud acalorada é impaciente murmuraba que el amir habia per-
dido «i la prisión el valor y la inteligencia en cosas de guerra : le ofen-
dieron estas hablillas , y por acreditar su valor salió con pocos y csco-
gidoB yemanies : acometieron á los de Samail, que no esperaban esta
saUdi , y rompieron y desbarataron cuantos se les pusieron delante, de-
jando d campo cubierto de heridos y muertos. Con esta salida los de la
dudad se envanecieron y se ofrecieron voluntarios á otra muchos ara*
bes , abroa y africanos ; y por manifestar Husám cuan bien sabia meneifr
las armas quiso también salir acaudillando esta inconsiderada juventud.
Habla Samail dispuesto que á la parte que hiciesen salida , las tropas
oedieaen eampo fingiendo retirarse peleando , y preparó escogida gente
decabaHería, que les tomase el costado y les cortase la retirada. Asi
acaeció : la gente de Husám , siguiendo á su amir, atropellaron á los
etitadores , que se fueron retrayendo hasta que llegó el punto de salir
la caballería preparada , que envolvió á los de Husám : peleaba este con
maravilloso esfuerzo , revolviendo con destreza á todas partes su ca-
brito, y en lo mas ardiente de la refriega cayó pasado de una lanzada.
PüooB pudieron volver á la ciudad de los que estaban á su lado , que los
murienm peleando ; y otros llevaron la desgraciada nueva de la
60 HISTORIA DE LK DOMINACIÓN
muerte de HosAm y la flor de su caballería : asi acabó el amir Hnsftnn
ben Dhirar al fin del año 127 (715) , ó ya entrado el 128, como dicen
otros. Los de Córdoba abrieron las puertas á Samail , atribuyendo la
resistencia á los parciales de Abukhalar , y entre otros al caudillo Ab-
derahman ben Tlasan y al wali Aben Cotan , que fueron buscados para
entregarlos ¿ Samail , pero no estaban en la ciudad ni volvieron á ella.
CAPITULO XXXVI.
Gobienio de Thueba y eleceion de Jat oí el Fehrí«
Desde este dia continuó sin rival en su amirazgo Thueba ben Salema
el Hezami : Samail fué á su gobierno de Zaragoza y España oriental , y
entre ambos gobernaban toda la península , con mas atención á mante-
ner sus parcialidades que á dilatar las fronteras , ni fomentar el bien
general del estado. Los buenos muslimes veían el abandono de estos
caudillos : que á su ejemplo los gobernadores de las provincias y los
caudillos de las fronteras miraban sus pueblos como rebaños que les
pertenecían , y los despojaban con voluntarias extorsiones , sin otra
ocupación que vagar armados para sacarles tributos y desusadas contri-
buciones. Los muslimes pacíficos padecían poco menos que los cristianos,
y el descontento era general, y cada día era mas insuGrible la gober-
nación mQitar. Los caudillos de cada provincia querían ser dueños in-
dependientes de cuanto sus tierras producían : los walies de Andalucía
pretendían ser obedecidos de los de Toledo y de Mérida : estos no recono-
cían superioridad legítima en los de Córdoba ni en los de Zaragoza : todos
procuraban acrecentar su partido ganando con franquezas y libertades
los ánimos de los alcaides y capitanes de frontera , y todos se disponían
¿ conservar sus pastos y rebaños á fuerza de armas contra quien qui-
siese invadirlos. Así estaba España dividida entre yemanies ó árabes del
Yemen , egipcios , siros y Alabdaríes , y sin un amir con autoridad legi-
tima que los gobernase y mantuviese los pueblos en justicia : por las re-
vueltas de Oriente y do África no se podía esperar que de allí viniese el
remedio de estos males. Los mas nobles árabes Cahtanics y otros del
Yemen, y algunos egipcios, viendo las calamidades que amcnu»iban
estas divisiones de los que gobernaban , y las locas pretensiones de algu-
nos caudillos*, propusieron que se celebrasen juntas pacificas , para
tratar en ellas lo que convenia á la seguridad y bien general de los
pueblos. Muchos por sus intereses particulares no querían que se hicie-
sen estas congregaciones ó ayuntamientos, porque no se estableciesen
en ellos ordenanzas ó nuevas autoridades que perturbasen su absoluta
gobernación. Después de muchas dificultades se congregaron los walies
y principales caudillos , y persuadidos por los ancianos Cahtanies y
egipcios se convinieron en que debía elegirse un amir que tuviese au-
toridad sobre todos , que los walies y caudillos le obedeciesen , que él
proveyese los gobiernos de las provincias y ciudades , y el mando de las
D£ |X>S .ÍRA9BS ETI ESPAÑA. 63
Dimio , Alisbona, Por tócale, Tude , Auria , Luoo , Astorica, Samora,
Iría, y etica, Oseonoba, Egitania, Golimbiria, Beseo, Lamico, Calia-
Irá, Salamáiitíca , Abela , Elbora , labora , Cauria , y otras menos con-
siderables pertenecientes á las comarcas y jurisdicción de las principales.
La coarta prorinciade Saracosta, que antes llamaban Celtiberia, se
eiliende áesáe la falda oriental de los montesdcErcabicaydcl otro lado
áe ias sierras , donde nace el rio Tajo , por todas las tierras de España
oriental , coyas valientes descienden de ambos lados al rio Ebro hasta
(hitro en los montes de Albortát y montos Albaskenzes : sus princi-
pies dodades Saracusta, Tarracona. Gerunda, Barciliona, Egara,
£iB|iiirla, Ausona, Urgelo, Lérida, Tortnsa, Muesca, Tutila, Auca,
CaUíorfti, fiambolona, Tarazona, Barbastar, Acoscantc, Amaya,
Jaoca, Segia , y otras pertenecientes á las comarcas de las principales.
La quinta proThicia de Narbona , qnc está en tierras de Afranc y se di-
hta desde la Talda oriental de los montes de Albortát, como descien-
den las Terticntes hacía el mar de Damasco , entre los montes y la costa
lUniar basta el rio déla ciudad Ncmauso , que entra en el rio Ródano ; es
üerra de frontera contra las gentes de Afranc : sus principales ciudades
Marboaa, Nemáuso, Carcasona, Gaucolibcri, Betieras, Agada, Macalona,
Lotoba, Elena, y otras de menos nombre que pertenecen á sus comarcas.
Envió Jusof el Fehri á su hijo Abderahman , llamado Abulaswad ,
coo esconda gente de á pié y de á caballo á las fronteras de Afranc con el
Ocaili , primo de Samail , que era caudillo de la gente de Siria , y con
Sdeiman ben Xihcb , que mandaba tropas egipcias , para contener á
loi rebeldes que habían inquietado las fronteras aprovechando la oca-
áoode las desavenencias de los muslimes de España.
CAPITULO XXXVIII.
Del imperio del califa Meruán , último de los Omeyas en oriente.
Loado seas, sefior Dios, dueño de los imperios , que das el señorío á
qnieD qoiercs, y quitas el señorío á quien quieres , y honras á quien
qoierei , y humillas á quien quieres ; en tu mano está el bien y el mal,
y táeres sobre todas las cosas poderoso. Ordenado estaba en los eternos
decretos que acabase en oriente la felicidad y el reinado délos Beni-
Oneyas. Los últimos califas de esta dinastía , Jezid y Meruán , dcspre-
riaruo , que no debieran , las pequeñas centellas de rebelión que ¿bñ-
gahsn los Beni-Alábas con politices disimulos , desestimando aquellos
avisos que en excelentes versos envió el caudillo Nasir ben Seyar al
califa Mcmán, diciéndole :
Entre la ceniía fría vi lucir levea eentellas ,
To leiBo que lian de llegar A ser llamas dcscubierlaa :
8i acaso no las apaga ^n tiempo mano discreta ,
Lo que estas llama» aliraseB no será monte ni selva ,
Sino gente , que la vida entre sus incendios pierda :
Dije viendo tal visión , con admiraeion de verla :
64 UISTORU DE LA DOMmACIOH
: Oh , quién á menos disUncit «hora saber pudiera
Si la sucesión de Qmaya duerme á suefio suelto ú vela!
Asi fué , que ^icendidos los ánimos con las sugestiones de Abu Mus-
lema , ardió el estado en discordias y descubierta guerra civil. Para dar
mayor impulso á la ruina de esta alta casa de Omeya , cayó también su
apoyo y principal columna el wali Na^ ben Seyar , y con él todas las
esperanzas del estado : esto fué año 131 (748) , y en. ocasión tan peli-
grosa depuso él califa Meruán del gobierno de Egipto á Guayara h&í
Sahli , y puso en su lugar á Abdala ben Magbara, que murió poco des-
pués. Envió en su lugar á Abdelmelic , hijo de Muza ben Noseir, y
conGrmó al amir de África Abderahman ben Habib , que tenit este go-
bierno por su propia autoridad. Asimismo aprobó y conGrmó la elec-
ción de amir hecha en España en Jusuf el Fehri , ó fuese conGanza , ó
disimulo por no'poderlo impedir. En todas las provincias se lerebela*
ban los gobernadores, y los que se querian oponer á los desleales que-
daban vencidos. Los gobernadores de. las ciudades, siguiendo el viento
de la fortuna que soplaba , las entregaban al vencedor y rebelde Asefah
aun antes que intentase, tomarlas , y todos se le ofrecían y se ponían de
su bando. Asi facilitaron á Abdala Abulabás Asefah la violenta subida
al trono de los califas.
Por industria y valor de su waizír Abu Mnslema tac Abdala procla-
mado { y sin perder tiempo, tan precioso en estas ocasiones, envió á
su tío Abdala con numerosa hueste á perseguir al califa Mcruán.
Encontráronse ambas huestes en Turab , cerca de Mosul ; la batalla fué
muy sangrienta , y mas de treinla mil hombres murieron al lado de
Meruán. Huyó el vencido califa y las pocas tropas que escaparon de
la espada del vencedor se ahogaron en el' Forat : este dia y en este
paso del rio murió ahogado Ibrahim , el califa depuesto. Fatalidad de
los eternos decretos , que muriese Ibrahim peleando por conservar el
imperio al que le había despojado de él. £1 sin ventura Memán llegó á
Quinsarina , y Abdala le siguió con la flor de su caballería. No creyén-
dose alli seguro Meruán , que no lo está el infeliz aunque se esconda y
encarame en los nidos de las águilas , sobre las altas rocas, ni evitará
la saeta de la poderosa mano del hado , aunque se suba á las estrellas ,
partió Hemesa. Los de la ciudad al principio le hicieron buena acogida;
pero cuando' entendieron las circunstancias de su derrota , y el mal es-
tado de sus cosas , le obligaron á sdir de su dudad , y se declararon por
su enemigo. Llegó á Damasco , y sin conGar en esta su ciudad , pasó á
Palestina, y cerca de Alardania le alcanzó Abdala que le seguía c(Hno
el hambriento pardo á la tímida gacela. Trabóse una sangrienta esca-
ramuza , en que se retiraron vencidos los de Abdala* tanto puede ei
desesperado valor. Desairado y ofendido de este revés de su fortuna
quitó el califa Abdala Asefah el mando de las tropas á su tío Abdala , y
lo encargó á su hermano Salch.
Meruán , perseguido siempre de su contraría fortuna , huyó á Egip^
i Foral , el rio Eufrates , que nace en Us sierras de Armenia y \a al golfo Pérsico.
DE LOS ÁRABES EN ESPAIVA. 65
ruQ hs tropas que todavía le cpiisieron seguir , que no eran muchas :
ib Sakh en su alcance , y en unas alquerías de Salda , que Uaman
fiusir-eoridas, alcanzaron su campo el dia 27 de Dilbagia, año 132
749) : aoomelicron los de Saleh con ventaja , y la resistencia de los del
calih duró poco tiempo, porque Meruáu cayó muerto en los primeros
encuentros. Cuéntase que un vil soldado, que antes vendía granadas
en la iriaia de Cufa, le cortó la cabeza y la presentó á Saleh : mandó
este desmeollarla para enviarla canforada á su primo el califa Asefah ,
que ya habla ocupado el palacio de los califas en Cufa. Gomo para pre-
innrla y embalsamarla hubiesen arrancado su lengua, una fuina la
arrebató : lo que se tuvo por castigo divino por las impiedades que
Meraán solía decir. Así lo refería Saleh en su carta y versos j que con
esle motivo escribió á su primo el nuevo califa :
Dios te dio fríunro y victoria en las batallas de Egipto »
Y la moerte ¿ Meraán por temerario é impio ;
cual 80 leogaa paga cuantas blasfemias ha dicho ,
Pues la arrastra y la devora vil faina de cortijo :
Aquí vimos ¿ las claras cómo el Señor del destino
A los impíos tiranos les da so Justo castigo.
Después Saleh se volvió á Siria , y dejó en el gobierno de Egipto al
caudillo Abu Aunila. Guando presentaron al califa Asefah la cabeza do
Meraán en Cufa se postró y dio gracias á Dios por la muerte de su
enemigo. Los hijos del rey Meruán se salvaron huyendo á Etiopia ,
donde los negros peleando contra ellos mataron á Obeídala : su her-
oíano Abdala escapó con alguna gente y anduvo vagando ¿ diversas
jnrtes, hasta que en el califado de Almehdí cayó en manos del gober»
oador de Palestina Nasrü ben Muhamad ben Alaxal , que lo envió al
califa Almehdí. La familia de Meruán , sus hijas, mugeres y esclavas
foeron presentadas á Saleh , y mandó que las llevasen á la ciudad de
Uarran , donde Meruán solía tener su corte parte del año. Las desgra-
ciadas, al entrar en aquella hermosa ciudad, y ver sus alcázares y deli-
ciosos jardines , ya no suyos, lloraron con lastimosos lamentos, y se
qaqaron en vano de su enemiga fortuna. Tenia Meruán cuando murió
sesenta y dos anos : había reinado cinco, diez meses y quince días : era
Uanoo de color, de ojos garzos, la cara magestuosa, barba densa y
bien puesta , y de mediana estatura : de grande ánimo , muy valiente ,
ét entendimiento y consejo muy agudo : sino que ya se habían acabado
su imperio y fortuna con los dias de su felicidad , y se habían de acabar
PB ínfortnnio y dt^sgradas; por eso no aprovecharon su buen consejo
J agudeza. Fué su sobrenombre Abu Abddmclicy Alhemarú , y tam-*
Wen le decían el Gíadi porque seguía la opinión de los algiades, que
eran los que decían que el Alcorán y el Hado eran criaturas • su madre
«9 de nación curda. Este fué el último califa de los Omeyas, que todos
faeron catorce.
\o será inoportuno abreviar aquí sus nombres , y el tiempo que duró
^ califado de cada uno. £1 primero se Uamó Moavia ben Abí Sofian ;
Airó su imperio diez y nueve anos , tres meses y veinte y siete dias.
5
66 HISTORIA DE LA DOMINACIÓN
Este solía decir : que los príncipes son la fortuna buena y mala de los
hombres en este mundo porque levantamos y engrandecemos á quien
queremos, y abatimos y humillamos á quien se nos antoja. El segundo
fué Jezid , hijo de Moavia sobredicho ; duró su imperío tres años y seis
meses. £1 tercero se llamó Moavia, hijo de Jezid ben Moavia ; reinó
tres meses , otros dicen cuarenta días. £1 cuarto se llamó Meruán ben
Hakem ; fué califa nueve meses y diez y ocho dias. El quinto se llamó
Abdelmelic , hijo de Meruán ; reinó trece años y cuatro meses menos
siete dias. £1 sexto se llamó el Walid , hijo de Abdelmelic ben Meruán
ben Alhakem , que fué muy venti^roso en sus cosas ; en su tiempo se
conquistó la España , engrandeció la ciudad de Damasco con magnlGcos
edificios, y duró su venturoso imperio nueve años y siete meses. El
|¿ptimo se llamó Suleíman , hijo de Abdelmelic j fué califa cuatro años
y ocho meses. £1 octavo se llamó Ornar ben Abdelaziz^ fué califa dosaños
y cinco meses. £1 nono fué Jezid ben Abdelmelic ; reinó cuatro años y
un mes. £1 décimo se llamó Hixémben Abdelmelic ; reinó diez y nueve
años , nueve meses y dias : los hijos de este califa pasaron á España
perseguidos por los califas de Beni Alabas , y establecieron en ella su
imperío. £1 onceno se llamó el Walid , hijo de Jezid ben Abdelmelic ben
Meruán ; reinó un año y tres meses. £1 duodécimo se llamó Jezid , hijo
de. Walid ben Abdelmelic , fué llamado el Nakis por los soldados ; reinó
dnco meses y doce dias. £1 decimotercio se llamó Ibrahim, hijo de
Walid ben Abdelmelic, hermano de Jezid ben Nakis ; reinó cuatro
meses, otros dicen setenta dias, pues fué depuesto, y años siguientes
murió ahogado en el rio Azabo cuando perdió la batalla el califa Me-
ruán, como ya hemos dicho. £1 decimocuarto y último de los Omeyas
se Uamó Meruán , hijo de Muhamad ben Meruán ben Alhakem , que le
llamaban el Giadi ; reinó cinco años , diez meses y quince dias , murió
peleando en Egipto , donde perdió su ejército.
CAPITULO XXXIX.
De olrofl soeesos irágicos de los Beni Omeyas después de U muerte de MeriiáB*
Ah orsdiremos el suceso de los Beni Omeyas después de la muerte del
califa Meruán , las persecuciones y muertes de ellos , siguiendo d arden
del tiempo. Cuentan los hisUnriadOTos que después de la muerte de Me-
ruán , acabado el imperio de los Omeyas , quedó de esta familia Soli-
mán , hijo de Hixém ben Abdelmelic y el décimo de estos califas, el cual
con su hermano Abderahman alcanzaron del calila Asefah no solo
seguridad , sino estimación y honras especiales , y estaban bien recibi-
dos en la corte , si no hubiera influido la malignidad de algunos corte-
sanos contra ellos , entre otros uno llamado Sodaif , que por algún
antiguo agravio que habia recibido de los Omeyas , ó por lisonjear al
califa y á sus parientes, le entró uu dia diciendo estos versos :
DE tos ÁRABES EN ESPAÑA.
67
A tvft ojM nanea cre«s ,
T tal ves b^ del hntú
Con la espada se repara ,
T da de mano al asóte ,
Baala qae da lodo el orbe
De feotes de Beni Omeya
que la apariencia es falax ,
puede Qcultane gran mal :
que por eso al lado está,
porque no suele bastar :
en el ámbito capas
no quede rastro ú sefial.
Coindo d califa oyó estos yersos , como sa corazón estaba ya muy
ftpoe&U) á esta crueldad , mandó matar á Solimán ben Hixém , y su
knnaiio se libró por estar ausente. También estaban algunos caballeros
de h familia de Omeya Refugiados y con seguro y muy honrados en la
corte de Abdala ben Aly, tio del califa Asefah : cuentan que eran hasta
Borenta caballeros , los cuales habiendo sido convidados á un festin , y
estando para comer oon el tio del califa , entró en la sala de la concur-
RBda IQabil ben Abdala , liberto de los Beni HaxiAm , y dijo estos
Teños al príncipe :
Sobre loa mas altos montes
Su clara y felia estrella
De los nobles Alabaces
Que todo el mundo anhelaba
T des pnea que su inconstancia
Cuando de sus pies los alza
Injusta será , si á un tiempo
Con hijos de > Abdeliiamsi,
Eso no es de recelar,
Y con tristes contratiempos
Luego, sus, cercena y corta
Y deila no quede rama
AcaJ»ep también al golpe
Con halagtlefio semblante
Sabe que eontra ti son
Que cortan sin compasión
Ahora yo, que te quiero ,
Sienten verlos en tu alcázar
Y que en él se ven bonradoa
Pues que Dios los humilló »
Salgan luego de tu casa ,
DeAlhuseinSyZaydi»
Ni á quien en su propia cama
Y aquel ínclito * varón
Por las calles arrastrado ,
Y olvidado entre eitrangeros.
á este reino amanecía
que lo hññó en luz benigna :
llegó á su cumbre la dicha
y Abdelhaxiam i merecía :
mostró la suerte enemiga ,
y otra vez los acaricia,
su fas muestra compasiva
eon esa prosapia ímpia.
que en saña airada les mira,
su justa venganza indica,
de raiz la planta altiva ,
que pueda dar sombra un día.
los qué su bando seguían :
hoy tus umbrales visitan .*
acicaladas cuchillas,
y están sedientas de vidas,
y los que ta riesgo escita ,
pisando tus alcatiras ,
con tal regalo y estima :
¿porqué tu no los humillas?
no tengas dellos mancilla :
no olvides la muerte indigna»
robaron la dulce vida :
que en Harran amanecía
muerto con alevosía ,
venganza , venganza , grita.
EQUmoes Abdala , tio del califa Asefah , mandó azotar hasta que mu-
'KseD á los noventa caballeros de la familia de Omeya , y luego se hizo,
7<ajreroD desfallecidos en el suelo, y entonces hicieron extender los
'sMos sobre ellos, y las gentes comieron sobre aquellas alfombras ,
^toio los gemidos de aquellos sin yentqra hasta que murieron. No
* Elle era el abuelo ú tronco de los Alabaces ó Abasidas.
' E«ie fué el abuelo ú tronco de los Omeyas.
' álteseia ftié hijo de Aly, hijo de Ahí Taleb, tio del Anabí Mahomad y hermano de Abas,
{|*(<&i(sr del califa Asefah : este Husein fué asesinado por orden de Jeiíd , segundo califa de
**^^ss : le cortaron la cabeza , y el cadáver fué arrastrado y pisado de la gente y caballoü
*«bi railes.
* Zi|4i, hijo de Husein, vencido en haUUa y muerto por orden del califa fWxf^xn ben Abdcl-
*^ Mi cadáver eslavo puesto en un p^ilo mientra» reinó aquel califa de lob Onicyaí^.
Este fue Ibrahim , ct hermano del califa Aseftih , muerto eu su prisión.
68 HISTORIA DE LA DOMINACIÓN
oonteoto de esto hizo Abdala que abriesen los sepulcros de los califas
qae estaban sepultadas en Damasco , y sacaron los huesos de Moavia
bcn Abi Soflan con los de Jezid , su hijo, y los de Abdelmelic ben Me-
ruAn , y los de Hixém, su hijo, que hallaron su cadáver sano, y lo
mandó poner en un palo : después lo mandó quemar y esparcir sus
cenizas al viento. ¡ Inhumana venganza contra los muertos! Persiguió
á todos los de esta familia y real casa de Omeya , hasta intentar que no
quedase de ella ni chico ni grande : por otra parte los pcrseguia con
la misma crueldad Solimán ben Aly, otro lio del califa, que hizo
morir muchos de ellos en la ciudad de Basra , y los hizo echar al campo,
y que nadie los enterrase , para que los perros los comiesen y las aves
carnívoras. Los que pudieron se huyeron disfrazados, vagando por
diversas partes d^l mundo.
CAPITULO XL.
De la guerra civil de los caadUlos Árabes én Es|Mfia.
En este tiempo en España d amir Jusuf el Fchri se hacia temer de
lodos por su severidad y justicia , aunque los descontentos ó émulos de
su poder decian que no era su justicia sino contra sus rivales ó extra-
ños, que para los de su casa y sus amigos su copa era de miel , y para
los demás de amargos ajenjos. El que se manifestaba mas libre y mas
desafecto fué Amer ben Amrú el Coraixi , caudillo que em cabeza de
los Alabdaries , y por sus muchas riquezas y grandes alianzas con los
mas poderosos de España nada temia : se habia enemistado con Samaíl,
vali de Toledo, y con su hijo , que tenia el gobierno de Zaragoza , y de
esto estaba ofendido : solicitó alguno de estos principales mandos , y
desairado en sus pretensiones principió á fomentar la sedición y dis-
cordia civil; ya desde el año 132 (749) andaba inquietando los áni-
mos , ganando ¿ los alcaides de algunas comarcas con dádivas y pro-
mesas.
El amir de España receloso de su conducta , y alisado de las ma-
quinaciones sediciosas de Amrú, no se descuidó en seguirle sus- pasos y
averiguar sus intentos, temiendo que su mucho crédito y riquezas vi-
niesen á ser fatales á los pueblos de España. Llegó á manos de Jusuf el
Fehri una caria que Amer ben AmrA habia confiado á un siró su
ahorrado , gente leve é infiel cuando los estimula su natural codicia
con alguna nueva esperanza de logro : este le entregó la carta, y bien
pagado fingió su viaje pasando al Egipto. Escribia Amer al califa de
Damasco, didéndole : que^Jusuf gobernaba !a España cerno absoluto
dueño de ella ; que él y sus amigos la tenían repartida entre si como
si fuese herencia propia ; que no se oía el nombre del califa en Es-
paña ^ ni de quien se preciase de serle obediente ; que llevado de su celo
y respeto á la autoridad del amir de los fíeles y legitimo califa se lo
participaba para que providenciase el conveniente remedio } que con*
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 69
Use con sa obediencia y la*de sus parciales, qae eran muy poderosos;
qoe DO oonCasc en Samail ni en su familia, que estos tenian parte en
h tiranía y mal gobierno de Jusuf el Fefari. Dio parte de esta carta A
Samafl y á su hijo , y acordaron que era menester asegurarse de Amer
bea AnurA, y procurar su muerte si no habia otro remedio.
Estaba en este tiempo Samail en su casa , que tenia en la dudad de
Secunda '; y sabiendo que Amer ben AmrA pasaba con algunos de sus
parciales cerca de esta ciudad, intentó Samafl que algunos cabaUeros
desQ compania saliesen como acaso al camino, y lo prendiesen ó Ueva-
sa ooB engaños á Secunda. Salieron los de Samail, y viendo que los
qoe acompasaban á Amer ben Amrú eran en mayor número , los salu*
dsroQ , y con muestras de amistad los convidaron con sus casas y hos-
pedage. Lo aceptó Amer bien ageno todavía de que sus maquinaciones
fnesen sabidas en Espada : recibidos en Secunda , cuando en el palacio
de Samail cenaba este con sos principales secuaces, se oyeron las vo-
ces de loa que primero se hablan adelantado á desarmar su gente : con
■Htravilloaa presteta saltó Amer de la mesa , y con su espada se alnió
paso como un rayo , y mezclado en la confusión de los que se resistían
y pderiían en los patios se salvó con pocos de los suyos, que allí que-
daron mnertos la mayor parte de ellos. En vano los buscaron y persi-
guieron los de Samafl, que mas ligero suele correr el perseguido.
Lnego fué abierta la guerra y descubierta la parcialidad. Allegó
Amer sos gentes, y ardiendo todos en deseos de venganza corrieron
por todas partes á las M*mas. Cuentan algunos que Amer fué prevenido
de lo que contra A se intentaba aquella noche un poco antes por su
aicata» ó secretario, que se llamaba AlhebAb , que era de Beni Zahira,
qoe oyó palabras de sospecha entre la familia de Samafl. Por todas
parles andaban los agentes de Amer excitando á la venganza de la
sangre de los nobles árabes derramada alevosamente en la dudad de
Seonida, qoefué desde este día un monumento de horror y de compa-
ñón para los honrados muslimes. Gomo esta perfidia era publica , y
hs intentos y maquinaciones de Amer ben Amrú secretos y desoonod*
dos, gran parte de los árabes Yemanies y Cahtanies se declararon en
SQ bvor, y engruesaron sus compailias. Cuanto se publicaba por él
aBúr Jnsof y por Samafl se tenia por falso y como vanas excusas de
sa naUgna intención frustrada contra sus esperanzas : todos lo atri-
fcnían á la envidia y antigua enemistad de Samafl y de los suyos contra
Aoier ben Amrú.
Con snsmudias riquezas y el favor deHusein Ocaili y de otros can-
ttos Yemanies y beÁeries aUegó Amer una buena hueste, y entró en
tMxras de Espaüa oriental, y se dirigió á las comarcas de Zaragoza,
tede menos recelaban sus enemigos. Luego fué avisado Samail del
golpe que amenazaba ásn hijo, y con la caballeria que de presto pudo
jutar fné contra los Alabdaries : supieron estos su marcha, y con mn-
cbi düigenda salieron A encontrarle : aprovecháronse de la aspereza
*>»<eicrOigiiB».
70 HISTORIA DE LA DOMINACIÓN
•
de la tierf a por donde Samail debia pasar, pelearon con d en las sier-
, ras donde su caballería no bacía efecto alguno, y fatigada de las largas
marchas cuando salió de las fragosidades ya estaba sin brio y muy dis-
minuida. Asi á pesar del val<v y de la destreza los Alabdaríes quedaron
tenoedores , y fué forzoso á Samail encerrarse en Zaragoza. Cercaron
la ciudad los Alabdarics con grandes esperanzas de rendirla ^ pero Sa-
mail la defendía con igual valor y con mucha inteligencia. Los combates
eran fk*ecuentes : en los rebatos y salidas hizo Samail mucho daño a sos
enemigos , y como las provisiones fuesen escaseando en la dudad , de-
fermiQÓ salir de día dejando á su Injo la gente mas á propósito para la
defensa, en tanto que llegaba el auxilio que esperaba de Toledo y de
Córdoba. Salió de la ciudad Samail con su gente y muy buena cabiille-
ria ! pelearcm con los de Amer ben Amnk , que no pudieron contener
M impetuosa salida, y aunque en el desorden recibieron harto dado,
luego vieron que el intento habia sido dejar la ciudad , y confiaron en-
en ella sin mas resistencia. Todavía mantuvo la ciudad el hijo de
defendiéndola con mucha constancia. £1 campo de loa Alabda-
ríes se dividió , y mientras Amer ben Amrú continuaba en el cerco , su
hijo Wahib y el caudillo de los Cabíanles Husein ben Adegiam el Ocaili
partieron siguiendo á su primo Samail , con quien trabaron algunas es^
caramuzas en su retirada. Entre tanto , apurados los recursos de la ciu-
dad, y dilatándose el sitio, reducidos á mucho extremo los defensores
se dispusieron ¿ dejar la ciudad en manos de sus enemigos : con mucho
secreto prepararon su salida valiéndose de la oscuridad de la noche,
cuando los fuegos de los que cercaban la ciudad estaban casi apagados.
.Fué la salida á la tercera vela de la noche : todo estaba descuidado en
el campo y en la ciudad. Caminaron con umcho silencio hasta Uegar á
las fosas que rodeaban las avenidas de la ciudad : alli acometieron con
Ímpetu , y degollaron cuantos se ofrecieron al paso , y con harta felici-
dad rompieron la circunvalación sin perder un hombre. Amrú á h
venida del día fué recibido fút los habitantes que le manifestaron que
no habían tenido parte en la resistencia oí defensa , sino como forzada»
p<Nr su wali; y Amer ben Amrú los aseguró y les ofreció su fe y am-
paro siéndole obedientes. Fué la entrada de Alabdari en Zaragon el
ailo 136 (758). IMó el gobierno de ella ¿ su hijo Wahib ,.y luego avisó á
•ans parciales esta ventaja. Salid á reunirse con Husein para perseguir
juntos á Samail y á su hijo , que se habia retirado á los montes. Cuando
Jusuf el Fehrí esperaba que Sílmail destruyese á sus comunes «lemigos
los Alabdaríes , quedó espantado y lleno de saña al saber que habia
dMndonado la cíi¿dad , y toda la Espada oriental ; así con la mayor dili-
gencia partió en su ayuda con mucha cabidlería. Fué en este tiempo
cuando aparecieron en Córd(d)a tres soles muy pálidos ^ , y ¿ la parte
del Gttf ó boreal una terrible guadaña de fuego, y todo el délo como
cdw desangre, quetionía espantoá Itt gentes que la Veían. Señdes
1 Este fenómeno de los tres soles es cosa DAtonl, j en 1» do eneif del áfts iTlf M yM en
U rilla de Caspe en Aregon por U malUn«f ^^_
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 71
óerias y presados de las desolaciones que se siguieron , y de las san-
grientas guerras que aíligíeroo estas tierras.
Se unieron en Toledo á las tropas del amir Jusuf las que ya estaban
dispoestas por orden del wali de ella Samail, que babia enviado sus
cutas á sus alcaides y gobernadores de sus ciudades : toda Espufia 86
poso en armas ^ y los caudillos muslimes que estaban en las Iront^ns
ja dirigían sbs banderas á lo interior de la península para destruirse
fo horrorosa guerra civil , divididos en contrarias parcialidades. Amer
ben Amru y Husein el Ocaili -allegaron numerosas huestes , y Wahib
el hijo de Amer se adelantó á pelear en las sierras contra las tropas de
Andalucía. Los habitantes de las poblaciones las abandonaban , y se
Inian sin saber adonde ir : las tropas de ambas huestes abrasaban las
poblacioBes para quitar toda comodidad ¿ sus contrarios, y en esta
üanpíenta guerra civil desaparecieron algunas de que solo restan las
nuaas 6 cenizas.
Asi estaban diyididos los gobernadores de España, y sus pueblos
Beños de esperanzas y temores : de esta desavenencia y í^ruel guerra
civil procedió la unión y buen consejo de los principales muslimes, el
bien comnn de los pueblos de la peninsida y él establecimiento en ella
del imporio de los Beni Omeyas.
£n cuarenta y cinco años que babian pasado desdé la conquista , Es-
paña fué gobernada por veinte amircs ó caudillos principales, según
cuentan nuestros ancianos, cuyos nombres ya he referido , si bien en
el tiempo y duración del mando de cada uno hay en los historíadore^
algunas dlFerf^cias. El tiempo que de ellos hemos referido es de cua-
renta y cuatro años y siete meses; y aun en esto hay alguna leve dis-
oordanda en nuestras memorias. Entró Taric ben Zeyad el Sadfi,y
Bando' síAo en España un año : entró Muza ben Noseir el Becri, y
oíandó él y su hijo Abdelaziz casi tres años , y estuvo España sin amir
casi ^ dos años, hasta que las tropas hicieron su adelantado ú caudillo á
Ajikb ben Habib el La^mi, i|ue era hijo de la hermana de Muza ben
Kosev , y mandó seis meses : entró en España Alhaür ben Abderahman
el Tzakefi , y mandó un año y siete meses : entró Aisama ben Malee el
Cholaní, que mandó por orden del califa Ornar ben Abdelaziz dos años
J siete meses : entró Ambisa ben Sohim el Kelebi , y tuvo el mando
coatro años y cerca de cinco meses : entró Yahyc ben Salema , y mandó
en Eqiaña un año y cerca de seis meses : hubo luego él gobierno Ho-
ddfa ben Alhaús , y mandó cerca de seis meses : después hubo el go-
bierno Otman ben Abi Neza el Ghemi , y mandó ub año y cerca de seis
meses : hiego hubo el gobierno Alhaitam ben Obeid d Kenáni , y mandó
cerca de cuatro meses .- después de él hubo el mando Abderahman ben
Abdala el Gafeki, que gobernó dos años y cerca de isiete meses : go-
bernó luego Abdelmelic ben Gotan el Fehri , y estuvo en el mando tres
y dos meses : después entró Ocha ben Alhegdg el Seluli , que go-
tkKO aftoB y dos meses : luego se alzó Abdelmelic ben Gotán el
* E4abi dic« que etiuro Ss^fia sin amir casi un «ño , y asi otros escritores.
72 HISTORIA DE LA DOMÍlS ACIÓN
Fehrí contra Ocba , y le depuso , y niandó un año y casi un mes : luego
entró Baleg ben Baxir el Caisi , y mandó cerca de seis meses : después
bubo el mando Thaalaba ben Salema el Amell , y gobernó cerca de
cinco meses : luego fué amir Abulchatar Husam ben Dhirár el Kelebi,
que mandó dos años y ocbo meses : después hubo el mando Tfaueba
ben Salema el Hezami , que gobernó un año y meses , y al mismo tiempo
oon otro varón ' , que mandó nueve años y once meses ' : dicen que
hubo en el gobierno otro varón ; pero no sé en verdad sino la historia
y sucesión de estos veinte : Dios lo sabe , no hay gloria ni poder sino en
Dios Todopoderoso y glorioso.
Serie de lo» califas de oriente que faeron sefiores de EspalU en etta época.
Walid ben Abdelmelic ben Meruán.
Suleiman ben Abdelmelic.
Omar ben Abdelaziz.
Jezid ben Abdelmelic.
Hixém ben Abdelmelic.
Walid ben Jezid.
Jezid ben Walid.
Ibrahim ben Walid.
Meruán ben Muhamad ben Meruán.
Amires ó gobernadores de España por los califas de Damasco desde el principio de la conquista
basta el afio IS7 de la Hegira , séptimo del gobierno de Jusuf el Febri.
Taric ben Zeyad el Sadfi.
Muza ben Noseir el Becri .
Abdelaziz ben Muza.
Ayúb ben Habib el Lahmi.
Alhaúr ben Abderahman el Tzakeíi.
Alsama ben Malic el Ghulani.
Ambisa ben Sohim el Kelebi.
Hodeira ben Abdala el Febri .
Yahye ben Salema . '
Hodeifaben Aliíaús.
Otman ben Abi Neza el Chbmi.
Alhaitam ben Obeid el Kenáni.
Muhamad ben Abdala .
Abderahman ben Abdala el Gafekí .
Abdelmelic ben Gotan el Fehri.
Ocba ben Alhegág el Selulí.
Abdelmelic ben Cotaa, segunda vez.
1 Este ftié Jusnfben Abderabman el Febri , y el otro qne indica este fragnento poede ser
Samail ben Haiim , que mand^ al mismo tiempo, ó alguno de los interinos qne omite.
' Según Hayan y Abu Becre ben Alcutia goberné Jusuf en Espafía nueve afios y nueve meses.
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 73
Baleg ben Baxir el Caisi.
Thaalaba ben Satema el Ameli.
Husám ben Dhirár elKelebiJ
Thueba ben Salema el Hezami.
Jusof ben Abderafaman el Fehri.
L«s principes ctisüanos de EspalU y Francia que se mencionan en esta época.
Roderic , rey godo de Espafia.
Tadmir, señor de tierra de Murcia.
Atanaildo , sucesor de Tadmir.
Eodon , duque de Aqnítania.
Garlos Martel , maire de la casa real de Francia.
74 HISTORIA Dfe L\ bOMLNACIOll
SEGUNDA PARTE.
CAPITULO I.
De Abderahman ben Moavia, ena&M eotrt loi alAnbcs del dMierto»
Bendito sea aquel Señor en coyas manos están los imperios , que da
los reinos, el poderío y la grandeza á quien quiere, y quita los reinos,
la potestad y la soberanía á quien quiere. Señor Alá , tu imperio solo
es eterno y sin vicisitudes , y tú solo eres sobre todas las cosas poderoso.
Estaba escrito en la tabla reservada de los eternos decretos que á pesar
de los Beni Alabas , y de sus deseos do acabar con toda la familia de los
Beni Omcyas, ya despojada del califado y soberanía del imperio mus-
límico , todavía se babia de conservar una fecunda rama de aquel in-
signe tronco, que se establecería en occidente con floreciente estado.
Abderahman ben Moavia ben Hixém beh Abdelmelic ben Mcruán,
mancebo de veinte años, pues habia nacido el año 113 en el campo de
Damasco, se halló, por fortuna , ausente en Zeitun cuando fué la orden
del califa Asefah para darle muerte á él y á su primo Suleiman ben
Hixém ben Abdelmelic, que ambos vivían sobreseguro y honrados en
la corte. Luego fué avisado de la muerte de su primo , y de la mucha
diligencia con que buscaban su cabeza. Proveyéronle de Ijoyas y caba-
llos sus fieles amigos : se disñrazó , y desconfiando de poder estar des-
conocido en Siria , huyó de aquella tierra por caminos extraviados :
salió de su patria , abandonando los palacios de sus padres y abuelos,
sin osar entrar en poblado, que no era persona oscura y desoonodda,
sino hijo de principes poderosos dueños de aquellas provincias. Anduvo
errante y fugitivo desde el año Í3¿, viviendo entre beduinos y pasto-
res ; y aunque acostumbrado á los regalos de la opulencia , y á las de-
licias de las ciudades, se acostumbró con facilidad ala rústica y dura
vida del campo , como si hubiera nacido en sus valles y rancherías.
Estaba cada día con nuevos sobresaltos, las noches pasaba con desvelo,
y á las alboradas era el primero que ponía el freno á su caballo.
Pensando hallar mas seguro asilo en África que en Egipto dejó á sus
beduinos y pasó á ella : era gobernador de la provincia de Barca Aben
Habib, que debia su autoridad y buena suerte á los califas Beni Orne-
yas ; pero siguió el aire de la fortuna que sqplaba , y olvidó á sus anti-
guos favoreced(»*es. Tenia este wali espiados todos los pasos, y dadas
las órdenes para prend<»' al joven Abderahman, y luego supo que un
mancebo de sus mismas señas habia entrado en su provincia. Avisó á
sus alcaides, y mandó buscarle en toda la tierra, dicíéadoles : que no
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 75
foáiM hicer al ealifa serricío mas agradable que la prisioii de aquel
ÍQgitiTO.
Andaba Abderabnuin en tierra de Barca, y en todas partes halló gentes
Uen inCencioaadas y benéficas que se le aficionaban y deseaban servirle :
8Dedad,sa gentileza, cierta magcstad que resplandecía en sus ojos, y su
ondickm afable ganaba los corazones y voluntad de cuantos le trata-
bu. Los beduinos del aduar en que estaba hospedado fueron una noche
alcanzados de una compañía de gente á caballo, enviada por Aben Ha-
kíb para prender ¿ Abderabman : ¡Hreguntáronles por un joven de Siria
ie tales sedas , que los beduinos no dudaron que buscaban ásubués-
pedGiafar Almanzor, quecon este nombre le llamaban ellos , y recelando
que no fuese para bien suyo , les respondieron : que cierto ^ el mismo
que bnscabao había salido á caza de Iconps con otros jóvenes, y debían
pasar la noche en un cercano valle. Partieron aquellos emisarios al
indicado valle , y los honrados beduinos llegaron presurosos y manifes-
Uroa á su huésped lo que les habían preguntado y sus bien fundadas
sospechas : agradecióles con lágrimas y sinceras expresiones lo que por
él habían hecho, y acompañado de sisis esforzados mancebos del aduar
huyó durailtc la noche , y protegido de sus sombras, á procurarse en mas
aptftados desiertos algún seguro asilo de las asechanzas de Aben Ha-
btb : atravesaron grandes llanuras y collados de arenas : oyeron sin
temor el rugido de fieros leones; y continuando intrépidos algunas jor-
nadas llegaron á Tahart ' , donde hallaron generosa acogida. Los hos-
pedó en su casa un noble jeque de los mas principales de la tribu
Zeoeta, los visitaron en ella todos los de Tahart, y querían llevarlos á
sos casas. No auiso Abderabman disimular aquí su origen y desgracias,
sabiendo la nobleza y genetosidad de esta tribu y que su madre Raba
procedía de ella. Divulgada esta feliz circunstancia todos los jeques
zeoetcs le ofrecieron su amistad y favor, y se acrecentó la buena vo-
loDtad que ya le tenían , y producía naturalmente su gentileza y afa-
biUdad.
Entretanto en España continuábala guerra civil : los muslimes de la
Espada oriental mantenían el partido de los Alabdaries , que acaudillaba
Anier ben Amrú el Coreixi : los de Andalucía y de tierra de Toledo ,
fonducidoa por el amir Jusuf el Fehrí , peleaban con varia fortuna con-
tra ellos cto las ásperas sierras de las fuentes del 'fajo, posiciones díG-
ciles que favorecían á los Alabdaries, que tenían pocos caballos , y en
ellos oonsistia la fuerza de la hueste de Jusuf el Fehrí : se distinguió con
hechos muy señalados el caudillo Wahib , hijo de Alabdarí , en esta
goerra de montaña el año i 36 (753) , y parte del 1 37. Era el furor y la
enemistad igual en ambas partes : los campos se talaban , los pueblos se
destruían , todas las provincias estaban inquietas , y los habitantes sin
t TalHrt m la capital del At^arbe medio, en Mauritania : estaba esté lagar ¿ cuatro Joma-
bas de Teleacen , que decinlos Tremeoen ; y en este tiempo no era todavía ciudad , sino una
«na proYinda haínitada por las tribus zeoetas en varias poblacionefl y valles : se llamé ciudad
Cuando se admenld la población con la concurrencia de los pueblos depehdientes , como Tenes ,
ktice , BbéI lUtgana , Tabales , Begaya , Gigcl , Mcliáiía , Alcalá « Mesita , Gadir, Mocra , Ne-
ón, T«Im , &m«iCíim , Baes , Bagiayt , Tilas , D«r Madio , Tanna , Por Malul y MelUa.
76 HISTORIA DE LA DOMINACIÓN
segoridad y sin justicia ; gravados con arbitrarías y violentas exacciones,
forzados á seguir, según las vicisitudes de las armas, uno ú otro par-
tido, detestando en su corazón de ambos.
CAPITULO II.
Del consejo de los jeques de Siria y Egipto, establecidos en Espafia.
En este tiempo de calamidad algunos buenos muslimes de los que ha-
bían entrado en Espada el año 113 , del ejército de Goltum ben Ayadh
el Maanic , entre otros Husám ben Melle de Damasco , Hosain ben Ada-
gim el Ocaili , Hayút ben el Molemis Hadrami de Hemesa ^ Temam
ben Alcama AbuGalib, Wabib ben Zahir, caudillos de gente de Siria
establecida en España ; en todos ochenta varones de integridad y pru-
dencia , que veian con dolor los interminables males de la guerra civil,
y el fuego de general discordia que incesantemente se encendía y acre-
centaba : pospuesto todo temor , pero con la conveniente reserva y dis-
creción , se juntaron en Córdoba á oonrerír y consultar sin pasión , odio
ni enemistad con los de ninguno de los dos partidos , qué remedio podía
hallarse para acabar la guerra civil , y establecer en España un gobierno
justo é independiente que asegurase la paz y quietud de los pueblos, la
buena y constante administración de justicia, la observancia de la ley,
el premio de los buenos servicios , el castigo de los malhechores , y una
sucesión tranquila y permanente del mando. Hayút de Hemesa les dijo :
que bien sabian las revueltas de Oriente, la usurpación de la soberanía
del caliradopor los Alabas contra losOmeyas , la tiránica arbitrariedad
de los gobernadores de las provincias , asi de las apartadas regiones
orientales de Ghowarczmia y Mawaralnahar , como de las occidentales
de Egipto y de África , y el general desasosiego del imperio muslímico ;
que en España dios conocían por experiencia que como país tan apar-
tado de Oriente no podia esperarse que llegasen á tiempo los influjos de
la justicia , aun cuando por fortuna ocupase el trotioun califa tan justo
como Abu Becre ú Omar ; que por hartos años hablan visto cuánto mal
ocasionaba al gobierno de los pueblos la distancia del trono ; que no
debian esperar como débiles y tímidas aves el triunfo de alguno de los
que contendían para hallar la paz y la justicia que anhelaban. Temam
ben Alcama y otros muchos dijeron , que todos estaban persuadidos de
las mismas razones ; que todos creían que bien unida España , indepen-
diente de Asia y de África , regida pcur un buen principe , seria el país
mas venturoso de la tierra ^ pero ¿dónde iremos k buscar este principe
que nos conviene ? Callaron todos : entonces Wahib ben Zahir les dijo :
No extrañéis que os proponga un joven descendiente de nuestros ante-
pasados califas , de la misma prosapia de nuestro Anabi Mahomad : en
África vaga errante entre las tribus bárbaras, y aunque perseguido y
fugitivo está en ellas respetado y servido por su valor y su noble con-
dición. De Abderahman os hablo , hijo de Moavia , hijo del califa Hixéak
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 77
ki Abddmelic. Gmvinicron lodos en este pensamiento, y MMnbraron
á Temam bcn Akama , y á Wahib ben Zahir , para que en nombre de
Jo$ jeques de España , reunidos para el bien común de ella , pidiesen ¿
Abderahman ben Moavia que viniese con ellos á ser su amir y gobernar
la España , que todos le ofrecían su Gdclidad y obediencia , que querian
que reinara en ella con absoluta independencia de los califas orientales
jde todos sus gobernadores ó lugartenientes de Egipto y de África , y
lodos ios buenos muslimes de España darian su vida por mantener su
iadependencia y el imperio que le ofrecían.
CAPITULO III.
De fai embi^afl^de ios Jeques A Abderahnun.
Con mncliD secreto partieron á África los encargados de esta mensa-
fma y pretextando otros motivos de su partida , porque los parciales de
Josof óde Alabdarí no le entendiesen. liegaron á Tahart , donde fueron
biea redUdos de los jeques de la tribu zeneta , y presentados á Ab-
«knhman le comunicaron el propósito de su venida , y Temam ben
Alcama le dijo : « Los muslimes de España, y en su nombre los
> principales jeques de aquellas tribus de Arabia , Siria y Egipto ,
' DOS eoYian á ofrecerte de todo buen corazón y buen talante no
> solo un asilo seguro contra tus enemigos, que este ya lo tienes en el
amparo de estos niales zeneles, sino el imperio de los pueblos de
- España ; ya eres dueño de sus corazones , y en su buena voluntad y
' leal obediencia apoyarás tu honra con mas firmes fundamentos que
- k» montes : algunos peligr<is y resistencia encontrarás i pero no esta-
* ras solo : verás á tu lado los esforzados caudillos conquistadores de
* occidente , y los Celes pueblos que te desean y te llaman para que go-
* biemes aquel estado , que fué de tus abuelos : todos correrán á las
* peleas y á la muerte, si necesario fuese , para colocarte y mantenerte
' en b soberanía que te ofrecen. » Suspenso estuvo un poco Abderah-
man, y como esperando si Temam continuaba sus razones, y viéndolos
pemfientes de su respuesta, dijo : « Ilustres caudillos , enviados de los
muslimes de España, por vuestro bien y por corresponder á vuestros
nobles deseos iré con vosotros : pelearé por vuestra causa, y si el
Señor me ayuda y aprueba Ui obediencia que me ofrecéis, tendréis en
mi un hermano y compañero de vuestros peligros y prosperidades.
M los trabajos ni las adversidades me intimidan , ni los horrores de
las batallas y de la muerte me p^en espanto ; que ya en pocos años
la inconstante fortuna me ha enseñado á despreciar muchas veces la
▼ida, y me ha puesto delante horrorosas imágenes de la muerte : y
pnes tal es como decis la voluntad de los honrados muslimes de Es-
pina , yo soy contento de ser su caudillo y defensor , si Dios quiere. »
Quedaron muy contentos de su determinación los enviados , y le
■^ifestaron cuanto, omvenia el secreto al buen término de sus cosas i
7B HISTORIA BE LA DOMINACIÓN
les dijo Abderahman que en todo caso no podía dejar de participarlo á
sas bienhechores los jeques senetes , qne en esto nada se arriesgaba , y él
no partiría do allí sin hacer esta confianza. Dijéronle que á su discre-
ción quedaba todo. Sin mas dilatarlo habló á los jeques y les comuníGó
d negocio que traían aquellos caballeros , y la grave propuesta que le
hacían : y con mucha prontitud dijo el jeque su pariente : « Hijo mió,
» pues Dios te llama por ese camino , no dudes seguirlo con valor, y
» cuenta con nosotros para ayudarte, que en verdad no se defiende y
9 mantiene la honra de la casa y familia sino con las lanzas y la ca-
» balleria. » Todos los caudillos que estaban presentes le felicitaron
ofreciéndole su compañía y auxilio: los jeques zenetes leofrederon
quinientos caballeros , los de Mecnasa doscientos , cincuenta caballos el
jeque de Tahart , y cien lanzas. Sin pasar muchos dias dispuso su
partida , y el jeque le dio su bendición con lágrimas : toda la juventud
quería acompañarle , todos querían servirle ; en la separación y áesp^-
dida de la familia del jeque hubo lágrimas y desmayos : qne no produce
otra cosa la separación de los amigos.
CAPITULO IV.
Del Gn de la guerra contra Alabdarí.
En este tiempo Jusuf el Febrí había vencido y derrotado al hijo de
Alabdarí cerca de Galat-Ayúb , y lo persiguió hasta encerrarlo en Za-
ragoza con su padre. Puso á la ciudad rigoroso cerco : hacían los de
Alabdarí algunas'salidas contra los cercadores ; pero con poco efecto.
La numerosa población y las tropas constunieron en breve todas las
provisiones que tenía la ciudad : el cerco se observaba con mucha dili-
gencia , los combates fueron cada día mas ví(dentos , y los mismos
parciales de AJabdari movieron secretos tratos con los de Jusuf, y en-
tregaron á sus caudillos y la ciudad en fin de la luna de Dilhagía del año
137. Apoderóse Jusuf el Fehri de la ciudad , y puso en cadenas ¿ Amer
ben Amrú el Abdarí , á su hijo Wahib ben Amcr, y á su secretario Al-
hebáb el Zohri. Ordenadas las cosas del gobierno de la ciudad partió
para Toledo , y llevó en fierros y sobre camellos á los tres caballeros.
Guando llegó á Toledo despidió la gente de aquella provincia , y entró
en la ciudad con los principales caudillos de su hueste. Descansó allí
unos dias y partió para Córdoba con los caudillos y gente de Andalucía.
Descansaba un día en un valle que llaman Wadaramk , cincuenta millas
de Toledo; y mientra^ reposaba en su pabellón con su familia , comían
sus gentes y los prisioneros que llevaba á buen recaudo , llegó su ami-
go el wali Samail con gran prisa , y entró en su pabellón muy fatigado,
y ledijo : En esa carta verás la importancia de mí venida , es de un amigo
de toda mí confianza: Icyo Jusuf, y decía: Señor, acábase tü imperio,
ya está en camino el que destruirá tu estado y autoridad : Dios nos
destina á la muerte , como la padeció Suleíman Aben Xihcb , y fulano
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 79
} fuhiio , y otros nobles muslimes : asi no tardes en acabar á los Alab-
dnries Amer y su hijo , y á los jeques pérfidos que te han buscado un
sucesor que no tardará en manifestarse: acábalos, que bien conocidos
soD, y de los enemigos los menos. Conferenciaban Jusuf y Samail sobre
el contenido de esta carta , y llegó d gran diligencia un enviado de
Córdoba : toda la gente se poso en movimiento y suspensión con estas
cosas : entró el enviado que venia de orden de su hijo Abderahman , y
k entregó á Jusuf su carta , en que decia : que un Coraixi de los hijos
dd califa Hixém ben Abdelmelic , llamado Abderahman ben Moavia ,
ptsaba el mar para España , que según ciertos avisos debia aportar en
bs costas de Elbira , que venia llamado de una poderosa parcialidad de
los Omeyasen que estaban los mas nobles jeques de las tribus de Arabia,
Siria y Egipto, y que venia auxiliado de tropas berberíes. Quedó Jusuf
suspenso, y después de algún espacio, temblando de indignación y de
cólera , enfurecido como pisada sierpe en aquel momento mandó despe-
dazar á Amer ben Amrú el Corajxi , á su hijo Wahib y á Alheb^b el
Zohrí ; y se hizo como mandaba : crueldad que parece le indispuso con
su fortuna y que desde entonces le abandonó, y se pasó al bando de su
ooeToríval , que venturosamente atravesaba el mar. Fué la muerte de
Amer el Alal)dari al principio del año i 38 (755) . En la siguiente jomada
encontraron un caballero que venia enviado desde Córdoba con cartas
|nra el amir Jusuf, en las que su ^ladre le decia : que Abu Otman , que
eradesns BQuy fieles servidores, le avisaba desde Garia-Torás , donde
nn^ : que uno de los hijos del califa Hixém , llamado Abderahman ben
Moavia , pasaba el mar, y se esperaba que aportase en las costas de
Oomasoo, esto.es en los confines de Elbira ; que habia gran alboroto y
mofimiento de gentes en aquellas comarcas, y que se aseguraba que
00 lardaría en llegar el sucesor y legitimo dueño de todos los estados de
oocídente. Esto acabó de llenar de cuidado á Jusuf y á su amigo Samail ,
y apresuraron sus marchas, y mandaron sus cartas para allegar sus
gentes coa mucha diligencia , para oponerse á cuanto se ofreciera.
CAPITULO V.
De la Tenida de Abderahman á EsfMiua.
En el dia 10 de la luna de Rebie primera del año 138 (755) desem-
barcó Abderahman ben Moavia en Hisn Almunecáb * con hasta mil
catudlcros de las tribus zcnctas. Los jeques principales de Andalucía le
estaban esperando, y luego que salió en tierra le juraron obediencia
tomándole la manO: el pueblo, que había concurrido gran muchedum-
bre , gritó con alegría : Dios ensalce á Abderahman ben Moavia, rey de
España : corrió la fama por toda la parte meridional de España, y en
focos días se le allegó la gente mas granada de los muslimes de EÍ^paña
1 Bm lloniaecáb , fortalna de Almunetéb , ó de las Lomas ; ahora decimos Almufíecar.
80 HISTORIA DE L\ DOMmAClON
de todas las tribus : en especial la juvcnlud toda tomó su voz , y se de-
claró por éi, descando todos manifestarle su voluntad de servirle.
Estaba entonces Abderahman en la flor de su juventud, era de mucha
gentileza, de noble y hermoso aspecto, blanco, de color sonrosado,
grandes y bellos ojos zarcos muy animados , y de apacible y magestuoso
mirar, de buena estatura , alto y no grueso • acrecentaba su hermosura
la alegría y satisfacción que le producia el general aplauso de los pue-
blos , que á porHa le manifestaban su contento y sus deseos de servirle.
En pocos dias se juntaron á los jeques que s^nian al rey Abderahman
mas de veinte mil hombres de las comarcas de Elbira , Almeria, Má-
laga, Jerez, Arcos y Sjdonia. Cuando llegó ¿ Sevilla , la ciudad salió á
recibirle , y le proclamó con la mayor alegría ; y llegaban comisionados
de otras ciudades á ofrecerle sus servicios y obediencia.
Todo lo sabia Jusuf el Fehri , y todo le desesperaba y llenaba de in-
dignación , maravillándose de la ligereza y veleidad popular, y mas
todavía de la perfldia, asi la llamaba ¿1 , de los jeques de las tribus
árabes y de Siria ; de la traición de los caudillos egipcios de las ciudades
de la costa , que cierto no esperaba de ellos esta deslealtad. Dio órdenes
á su hijo Abderahman para que defendiese la ciudad y comarca de
Córdoba , en tanto que en compañía de Samail allegaban la gente de las
capitanías de Mérida y de Toledo, enviando á sus hijos Mabomady
Alcasim á las provincias de Valencia y de Tadmir, para prevenir la
gente de ellas y mantener en ellas su partido.
CAPITULO VI.
De la guerra contra Jusuf y Samail.
El rey Abderahman ben Moavia, persuadido de cuan importante
seria para acreditarse con sus nuevos pueblos dar alguna muestra de su
valor y de su inteligencia en las cosas de la guerra , pues bien veía que
tenia contra si dos esforzados y prácticos caudillos, que no perderían
un momento para intentar destruir de un golpe el nuevo edificio de su
naciente imperio, tuvo su consejo con los jeques zenctes y andaluces,
y de comuif acuerdo partió sin dilación á Córdoba contra el hijo de Ju-
saf el Fehri. Salió este al encuentro con una buena hueste de caballma,
y habiéndose trabado una sangrienta escaramuza con los campeadores
del rey Abderahman , en poco tiempo se hizo general la batalla ^ pero
los del Fehri no pudieron resistir el ímpetu de los caballeros africanos,
y huyeron en desorden y se acogieron á la ciudad. Puso Abderahman
cerco á la ciudad, con ánimo de no levantar su campo hasta rendirla.
Al mismo tiempo se extendían y divulgaban proclamas en que se decía á
los pueblos , que el rey Abderahman, su legitimo sc^erano , como hijo
de sus califas los Beni Omeyas, venia á librarlos del tiránico y arbitrario
poder del amir Jusuf el Fehri ; que si á ejemplo de las otras ciudades de
Eqiada se venían á su obediencia , dejando de servir al que se pretcn-
DE LOS ÁRABES EN ESPAJNA. 81
dit Dmiener en la soberaDÍa qacUcnía sin razón , que en breve tiempo
late gozarían de los bienes inestimables de la paz , y tí virían tranqui-
las j felices bajo el paternal gobierno de su legitimo principe.
La nueva de esta primera victoria de Abderabroan llenó de pesar y
marpunt él ánimo de Jusuf, y luego avisó á Samail para quú viniese
ammiidia diligencia á socorrer á su hijo, y hacer levantar el cerco
de GMoba que había puesto el rey Adaghel, ó intruso , que asi le
Inaban ellos. Allegadas numerosas tropas de oriente y mediodía de
Espaaa vinieron hacia Andalucía. Informado Abderahman del moví-
nicoto y reunión de estas gentes , y del designio de sus caudillos , tomó
prte de su hueste , y dejó diez mil hombres en d cerco de Córdoba al
caidado del caudillo Temam ben Alcama. Parecía temeraria resolución
sdir con diez mil caballos contra tan numerosas tropas de á pié y de
ácabaUo, mandadas por dos tan acreditados capitanes. No tardíaron en
aTísarie sus campeadc»^ que habían descubierto las avanzadas de sus
oootraríos. Hizo Abderahman un reconocimiento muy arriesgado , en
fK se empeñaron algunas escaramuzas por sus zbnetes, descubrió la
<Bsposicion del terreno y las fuerzas que traía la primera batalla ó dívi-
m de sus enemigos , que acaudillaba el mismo Jusuf el Febrí , y con-
cibió Abderahman presagio feliz por las circunstancias que concurrían
ca aquella ocasión : el día el de Arafa que le convenia , y sin recelar de
hoscoridad del futuro suceso dijo conGadamente ; Bla de id al adheha,
festa de las victimas , día juma contra el Fehri , albricias , amigos , yo
espero nn dia hermano del día de la batalla de Merg-Rahita : y cumplió
Oíos el presagio de Abderahman. Este principe y sus caudillos y toda
la cabañería supieron aprovechar el tiempo y el lugar , y el buen ánimo
jToofianza del rey se comunicó á toda su gente.
Estaba d campo de Jusuf en Musára , y cuenta Razi que habiendo
^ Jusuf la poca gente que traía Abderahman dijo á sus caudillos
inns antiguos versos de Hurca hija de Noaman que dicen :
SedlmU tArba venimos, y ha de ser lance apurado , '
Qu^ Bos maiMJaifc repartir este mezquino i cttcbarro.
Eslando ya á la vista ambas huestes pasó Ola ben Gebir el Ocaili á la
tcgonda batalla ó división que mandaba Samail ben Hatim y le dijo : O
Aba Jajx, confianza en Dios , pero guala que este dia es como el de
Na^K-Rihtta , todo se presenta infausto , Dios y las fadas son contra
ittsotips , i ojalá me engañe ! t No ves la gente de pelea y Jos caudillos ?
^ya, Fehri , Cais y Yemen : nuestro caudillo es Fehri , y su wazir ó
iogarienientc Zofaro ben Alharíz ; y tu mismo que eres hoy wazir,
<^nsCais, el diajuma, y dia de las victimas, lo mismo fué el dia de
Merg-Rafaita, y allí murieron los hijos de Alharíz ; asi todo me parece
<^tra nosotros , plegué á Dios que no sean tales sus eternas fadas : oyó
^ Uania eucharro los pastores y gente del campo ¿ los hoyos á cavidades naturales de las
f^^f» é pedernales en que se recoge y conserva el agua cuando Hueve : como los ¿rabn en
'^«dniiiiaflapreeian tanto los depósitos de agua que se hallan > no se desdefia ao poeaia de
•HttiBiieiietffñsÜeaa.
82 RISTOaU P£ LA DOM DUCIOlf
osfoSamaU jT «MÍO: VaoMMála pelea ^jrseainofibQenfipcahillBiM. tn
esHiO foco después del rayar el alba , aoometiéroose con terrible impeUi
las tropas de caballería de la priinera batalla , y fueron atropeUadas
por los caballos zenetcs y jerezanas : Tolvácron á ordenar sus haces de
infantería que fueron aUropelUdas por sus mismos caballos , y ant^ del
medio diiai huyeron los de Jusuf con general espanto ,' dejando el campo
cubierto de cadáveres^ armas y despojos $ y los dos caudillos Jusof d
Fehri y Samail se dividieron entre los fugitivos á diferentes partes.
Fué esta señalada batalla de Musára el día id al adbeha ó fiesta de las
victimas dd aüo 138 (755) .
CAPITULO VII.
Del AlkasniMilo j «iHnfl 4« Gir4<»bjt«
Cubrióse de gloria Abderahman este día, y todos ios jeques de su
partido se llenaron de buenas esperanzas. L¿s parciales de Jusuf de-
cayeron de ánimo , y se esforzaban á inventar imaginarios triunfos de
los fugitivos caudillos, y asi se consolaban con estas soñadas victorias
como si fueran verdaderas, y engañaban á los que de buena voluntad
los oían. Perdieron ánimo los de Córddía con la nueva de aquella vic-
toria, y osaron proponer á Abderahman |ben Jusuf el Fehri que con-
certase la entrega de la ciudad por avenencia, porque parecía obsti-
nación temeraria que^rer defender aquella ciudad contra un principe
tan valiente como venturoso , á quien ningún ejército resistía , y todas
las ciudades de España reconocían for ^ señor. Abderahman el Fehri
viendo la disposición de los ciudadanos les aseguró que si eo cierto
tiempo no fuese socorrido ni levantado el can^, quo & lea dejaría
hacer sus avenencias con el vencedor. Jusuf se fué retirando con las
reliquias de su hueste á Algarbe , y Samail á tierra de Tadmir ; y su
gente se dispersó en tierra de EUnra y comarcas de Aimuiecál».
Cuando Abderahman vino al campo de Córdoba , tos de la ciudad ,
desconBando de ser socorridos, concertaron su entr^ , y lograron
que ai mismo tiempo que las tropas del rey entrarian por la puerta de
Alcántarsi , las de Abdarahmdn ben Jusuf partiesen por la de la Axar-
quia; y asi se hizo con harta tranquittdad , saliendo los de Alabdarí y
k» ipie qui^eron seguirtos , que no fueron muchos, y se fueron ca-
mino de Mérida, Puso el rey Abderahman por gobernador de Córdoba
i Husám ben Abddmclic , y habiendo recibido la obediénda de los de
Córdolm , sin detenerse mas que unos dias , partió á perseguir á sus
enemigos, que allegaban nuevas fuerzas en Mérida. El e¡jem|dode
Córdoba persuadió á otras ciudades, y enviaron sus protestas de obe-
diénda que d rey recÜHa con mudia bondad , atencfon y consideracio-
nes á los jeques que se presentaban, ofreciéndoles visitar sus ciudades
hxego que añanase y pacificase las provincias : al mismo, tiempo confir-
aabaá los alcaides 4» sus ak^as I yaks walias de froalfica en sus
U íM áRAfifiS JBN ESPAÑA. 93
\f f Mot a|i«D oontantoi de ta presencia , y hablaten á los
^qUqb «qr Yentajomneiite de las prendas y gentileza de su rey, y
^Káa qufí parpda mas que hombre algún genio benéfico.
£$tas alegrías de los buenos muslimes se turbaron con una desgracia
qoe tQYJeron las tropas que estaban en flronteras de los montes de
Abane : por coiisqo dd caudíUo de Siria Husain ben Adcgiam el
Ocaiii se enviaron las tropas de aquella frontera á contener los movi-
úolos y juntas de gente que hacían los cristianos de los montes , que
inpedian las comnnicaciones con los muslimes que mantenían la ciu-
<hd de Karbona. Encargáronse estas algaras por este caudillo á su w^-
ar ólogartenienle Snleiman ben Xihab, y en esta expedición acome-
tidos de numeroaas trepasen los puertos fueron vencidos, y padecieron
gno deiTOta -. en ella murió peleando Suleiman ben Xibab con la
najor parte de su gente : fué esta derrota sobre los muslimes día 2 de
Beiicseganda, «fio 139 (756).
CAPITULO VIII.
De l« eoBtiuiieioii de k goeira » y avoientía de Juní.
Jomf el Febri saliendo por sus pardales la salida de Abderahman
ka Motvia y sos designios, y que en Córdoba quedaba poca gente^
partió de Méiida con veinte mil hombres en dos divisiones , y por ca-
■BooB dífanentcs se dirigió á Córdoba con mucha diligencia , y cami*
ttndo mas de noche que de dia sorprendió las puertas de la ciudad ,
» que pudiese defenderla el wali Husám ben Abdelmelic , que (no
(STO tiempo sino para salir con la poca gente que tenia á Hisn-Modwar
atierra de Gnuíada. Cuando ét rey Abderahman sopo este suceso,
aalíó en d alma el verse asi engañado jpor la ligereza de las tropas
aMoigas y sagacidad de su contieno : para no dar tiempo á que se for-
cease en Gó^oba , y seguro de que tan rápida y secreta marcha había
Ák operación de poca gente, volvió Abderahman sobre Córdoba, y
ao encontró en ella á sus enemigos. Había Jusuf dispuesto que su pri-
BKn dhrfsíon siguiese al wali Husám para destruir aquellas tropas, y
onspor haber á las manos á los jeques del partido de Abderahman ,
ftm aitBente deseo de venganza : entró en Córdoba , y no hallando en
da ninguno de los princi(Mdes , que todos habían seguido con las tropas
dr Husám , partió con mucha diligencia á unirse á su primera división.
B trj Abderahman informado enCórdoba de la marcha de sus contraríos
partió en pos de eDos , y los alcanzó en comarcas de Almnnecáb, dónde
"^ iabtan reunido Jusuf y Samail con todas st» gentcs.Sin tardar mas
fanpo que d necesario para que tomasen sus provisiones y comie-
^ , ordenó Abderahman su hueste , y la animó á la batalla : púsose
Airierafamati id frente de su caballería con admirable intrepidez y de -
medo, y aoomelió á sos enemigos, que mantuvieron la batalla con te-
loa y neniar oonstanda : fiié muy porfiada y sangrienta : los caudBUos
84 HISTORIA DE lA DOVINAaOlf
Jnsaf y *Samail pelearon aquel dia como descosos de acabar matando :
i la hora de alazar ó inedia tarde la yictoría se declaró por la hueste
de Abderabman , los de Jusaf y de Samail dejaron el campo A sus ene*
migos , y dispersos huyeron á los montes, refugiándose en las aspere-
zas de ábira.
En esta ciudad aconsejó Samail á su amigo Jusuf , que propusiese
algún acomodamiento ú arenencia con Abderabman el Adaghel, pues
era , como yeia , ta^ Tavorecido de la fortuna. Aunque muy contra
su voluntad, y con harta repugnancia de sus hijos, movió tratos
de paz por medio de Hosain el O^iU , primo de Samail , aunque es-
taban desavenidos con este caudillo. Por su crédito y autoridad logl*6
que Abderabman ben Moavia concediese seguro á Jusuf el Fehri y á
ios suyos , con absoluto olvido de todo lo pasado , entregando estos por
su parte en cierto tiempo señalado todas las fortalezas y ciudades que te-
nian en su poder, los depósitos de provisiones y de armas que tuviesen,
sin contar las suyas propias. Se ajustó y otorgó esta avenencia en miér-
coles á dos dias de la luna Rcbie segunda , año 139 (756). Luego deso-
cuparon Medina Elbira y las nuevas fortificaciones que babia en Gra-
nada, y partieron estos walics á tierra de Tadmir, donde andaba
Mubamad Abukswad, hijo de Jusuf, y á la comarca de Toledo.
Cuando vieron que aquellos pueblos todavía estaban por ellos y reple-
taban sus órdenes , se arrepintieron de su precipitado concierto , y vol-
vieron secretamente á encender los ánimos , y á mantener á todo trance
su partido.
CAPITULO IX.
/
De la enerada d« Ábderahman en Mérida, y naeímlento de Uixém.
En tanto que esto pasaba , el rey Abderabman pasó pacificamente á
visitar la dudad de Mérida , y fué recibido en ella con grandes demos-
traciones de alegría , y fué su entrada un dia célebre de fiesta : paseó
aquella gran ciudad á caballo entre las sinceras aclamaciones del pueblo,
agradóle mucho toda la ciudad, y vio con admiración sus magnifioos
edificios del tiempo de los emperadores de Roma. Detúvose en ella al-
gún tiempo, y alli vinieron á ofrecerle su obediencia los de las ciu-
dades de Lusítania , que es Algarbe de España. Luego recorrió la
tierra y visitó las ciudades , y en todas partes manifestaban los pueblos
su alegria de tener un tal principe tan generoso y afable, y céld)re ya
por sus victorias. Habia llegado en este tiempo el término del preñado,
de la sultana Howara , africana de las tribus berbcrisoas, á quien Ab-'
derahman amaba en extremo, y con noticia que tuvo de su indisposi-
ción se vino para Córdoba, en donde se hallaba su esposa : á pocos
dias á 4 de la luna de Xa val de este año 139 (756) le nació su hijo
Híxém , que tal nombre quiso que tuviese. Celebróse este feliz acaeci-
miento con mucha alegria , y d rey Abderabman repartió copiosas
limosnas , y dio comidas á pobres con mucha abundancia, l^tc aíio
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 85
Abderabmaii labrar la Rusafa , constrayó y renovó la calzada
tttígiía, y idantó alli tma huerta muy amena : edificó en ella uoa torre
qoe la dcsóibria toda , y tenia maravillosas vistas , y en esta hu^ta
pintó mía palma (jue era entonces única , y de ella procedieron todas
hs que hay ea España. Cuéntase que desde la torre solía contemplar
aqodb palma el rey Abderahman, la cual acrecentaba mas que tem-
plaba 8H melancolía por los recuerdos y memorias de su patria, y en
filas ocasiones hubo de hacer aquellos versos suyos de la palma , que
andan en boca de todos :
Tú también , insigne palma , eres aqui forastera ,
De Algarbe las dulces auras tu pompa halagan y besan :
En fecondo suelo arraigas y al cielo tu cima elevas.
Tristes Ugrimas lloraras, si cual yo sentir pudieras :
Tú no sientes contratiempos como yo de suerte aviesa,
A mi de pena y dolor continuas lluvias me anegan :
Con mis lágrimas regoé las palmas que el Foral riega ;
Pero las palmas y el rio se olvidaron de mis penas ,
Ctaando mis infaustos hados y de Alabas la fiereza
He fonaron á dejar del alma las dulces prendas :
A ti de mi patria amada ningún recuerdo te queda ;
Pero yo triste no puedo dejar de llorar por ella.
£a este tiempo deseando el rey Abderahman honrar al caudillo Sa-
mafl por cuanto habia contribuido á la reducción de Jusuf el Fehri , y
por ganar el corazón y la confianza de este ^ali , y aprovechar sus co-
nocimientos y experiencia , lo envió á las ciudades de España oriental
para ordenar lo conveniente á su gobierno , y componer las desavenen-
das qoe se habían suscitado entre los caudillos de la frontera de Afranc.
Saman partió para España oriental con Ola. bcn Gebir el Ocaili , su
primo , á quien se confió el mando de algunas fortalezas de aquella fron-
tfra. En principio del año 140 (757) llegó de vueHa de su viaje á Siria
Moavia ben Salchi el Hadrami de Hemesa : era de los que habían se-
guido en Egipto y en África la suerte dd rey Abderahman , y pasó do
so orden ¿ Siria á persuadir á muchos parciales y afectos á los Beni
Omeyas á venirse á España ; y en esta ocasión vinieron muchos muy
principales en su compañía, entre otros Habib ben Abdehnelic, y At>del-
méHc ben Baxar ben Meruán , los diez hermanos M emanes , y Ximro
ben Nomeír , que era de los familiares de los Omeyas , y Abu Suleiman
Foteis ben Suleiman ben Abdelmelic, y otros muchos que vivían en las
Iracas , en Egipto y en Barca , vagpndo errantes y perseguidos en estas
ivovincias fOt haber sido ilustres y favorecidos en tiempo de los
Omeyas : ordinarios juegos de la inconstante fortuna. Alegróse mucho
am la venida de estos éi rey Abderahman, y dio á Moavia ben Salehi el
cargo de cadi de los cadies, ó justicia mayor de las aljamas de toda
&|Müa ; á Abdelmelic ben Ornar ben Meruán el gobierno de Sevilla,
y i S«ildnian Foteis el de Cabra , ciudad que llamaban Wasita * por la
4e la Iraca. Vinieron también algunos caballeros de Hemesa con inten-
I Pw cMoa gratos recuerdos de las ciudades de su patria soliui llamar los ¿rabee * Scrítla
i , y á EIMn U de Granada Damesco ,.y á Jaén Quinsertna.
M mSTOlUA DE lA DtartMiCÍOll
tos de venganza oontra Abdala, hijo de Abdelmélié bén Meraán, qn^
tx>r lere ocasión había muerto á nn ra pariente llamado Abnlsabahi el
Yahsebi ; pero informado luego Abderahmañ de esta enemistad y de las
causas de ella , logró componer su desavenencia á satisfacción de ambas
familias. Declaró Abderahmañ su voluntad de que la ciudad de Córdoba
fuese la capital del imperio de los muslimes en Espafia, mandando cons-
truir en ella su alcázar sobre la orilla del rio con hermoaos jardines.
CAPITULO X.
De la insurreocion de Jusof , y so muerle.
En este tiempo el gobernador de Sevilla Abdelmelic ben Ornar bcn
Meruán avisó al rey Abderahmañ de los movimientos j junta de gentes
que bacian los parciales de Jusuf el Fehri , y que este wall, olvidando
el concertado pacto , no solamente dilataba la entrega de las fortalezas,
sino que abiertamente habia levantado banderas , y se declaraba amir
legitimo de Espaila, y daba al rey Abderahmañ el Ululo de Adaghel,
aventurero intruso y desconocido. Ordenó el rey que Abdelmelic saliese
con la caballería de Jerez , Arcos , Sidonia y*SevilIa , y fuese á castigar
á estos rebeldes. Fué la primera empresa de Jusuf apoderarse de Hísq
Modwar ^, que ocupó por sorpresa en fin del año 141 , y corrió y albo-
rotó la tierra. Sin perder tiempo fué contra eUos Abdelmelic, y sos
hijos siguieron con gente de á pié á poner cerco á la fortaleza de Mod-
Tirar : hubo entre las tropas de caballería algunas escaramuzas con va-
ría fortuna : ocupó la hueste do Abdelmelic varios pueblos que se ha-
bían declarado por Jusuf, y ^an depósitos de sus provisiones y armas,
todo lo entregaron y manifestaban haber sido obligados á estos servicios
por la presencia de las tropas del rebelde : asi llamaban al amir legi-
timo á quien poco antes obedecian. Luego fué Abdelmelic al cerco de
Modwar, que en pocos dias se rindió. Escribió al rey este suceso , y le
pidió que enviase gente de Córdoba , Ecija y Gazlona . que fuesen por
dos caminos diferentes con mucha diligencia, unos a los campos de
Ubeda , y otros á tierra de Tadmir, en donde estaban las fuerzas mas
considerables de los rebeldes en número y calidad : asi logró dividir la
atención y fuerza de Jusuf, y Abdelmelic logró en los campos de Lorca
envolver y ceñir con su caballería muy numerosa, la que acaudillaba
el mismo Jusuf el Febri : este esforzadd caudillo y la mayor parte de
sus parciales, hombres muy ejercitados en la guerra , pelearon con ad-
mirable valor, y la matanza fué grande, que pocos pudieron abrirse
paso para librarse de la muerte en este día .* Jusuf fué hallado en e!
campo de batalla cubierto de heridas , y poco después de reconocido es-
piró. Envió Abdelmelic á Córdoba lá nueva de esta victoria con la ca-
beza de Jusuf el Fehri : acaeció esta batalla y muerte de Jusuf el año
142 (759) : habia gobernado la España nueve años y nueve meses.
1 Ahora AlmodoTar.
DB LOS AHAfiES EN ESPAÑA. 87
CAPITULO XI.
D«l tritoto inpiMld á 1m de Gutllla, y «nlrad* en Tol#do.
Holgó macbo d rey Abderaiunan con la oueva de esta yictoria ^ espe-
rando que la desgraciada muerte del caudillo acabarla loo taños inten-
lúsde sos parciales. En este mismo tiempo concertó el rey Abderabman
coD los cristianos de Castilla el tributo ^ debian pagarle , y la carta
de ivoteccion y seguridad que les otorgó deda asi^ t En el nombre de
Uos demente y misericordioso ; «1 magnifico rey Abderdunan ¿ los
patriarcas , monges, proceres y demás cristianos de Espafia , á las gen-
tes de Castéla y á los que los siguieren de las regiones otorga pai y se-
guro, y prcHuete en su ánima que este pacto será firme , y que deberán
pagv diez mil onzas de oro, y diez mil Ubras de plata, y diez mil cábe-
las de baenos caballos, y otros tantos mulos, con mil lorigas y mil
eradas , y otras tantas lanzas cada año por espacio decinoo años : escri-
bióse en la ciudad de Córdoba, dia tres de la luna Safar del 142 (759).
Cuentan algunos que en este año perdieron los muslimes Medina Nar-
booa deqpues de seis años y meses de cerco, y que la perdieron por con-
fiar sn guarda de cristianos.
H caudillo Samail habiendo sabido la muerte de su amigo Jusuf el
Fehri , ó desengañado de la Yanidad de las cosas humanas , ó por consi-
derar desbaratado el juego de su fortuna , habiendo desempeñado los
encargos que tenia en las fronteras de España oriental con mas inteli-
gencia que buena voluntad, y por no desmentir la opinión que habja
mermdo , escribió al rey que sn presencia no era allí necx^saria , y qiic
le concediese licencia para retirarse á su casa en Siguenza. Goncedió-
$ela Abderahman, y se vino Samail a su casa. £1 vali de Toledo Temam
ben Akama perseguía en aquella comarca á los hijos de Jusuf el Fehri :
m una sangrienta escaramuza murió peleando Abderahman el hijo
mayor , que era muy buen caballero , y su hermano Muhamad Abulas-
wad se refugió con su caballeria a la ciudad, y se fortificó en ella : avisó
Temam al rey esta victoria , y envió la cabeza de Abderahman , que fué
puesta con la de su padre en un garfio de la muralla de Córdoba. Se ce-
kbró en esta ciudad la victoria conseguida por Temam bcn Alcama ,
importante por la fama de sabio y esforzado capitán que ya tenia el sin
ventura Abderahman ben Jusuf. Continuó Alcama el cerco de Toledo,
y como la ciudad era populosa , asi en ella eran muy diversas las vo-
hotadcs : la gente del pueblo, que no tenia afición ni interés en ninguno
de estos partidos , solo deseaba el término mas breve de los males del
cerco, asi que por la mayor parte la defensa era mal esforzada, y en
k» combates la resistencia ni voluntaria ni fuerte. Algunos moradores
á Temam con secretas inteligencias la entrada en la ciudad :
I o Oruiaéln« que trae esta eaeritiira reflriéndoM á Razt no la copió , á mi parecer, con
naemmá^ pM* en tloapo de «ate antiguo bíatorUidor no asaban deair éém por año sino wnat,
•a n— aban famla aino Galicia á las províncíaa y tierras del otro lado de Gibal Axerrit 6
•wnaa de Guadarrama.
88 HISTORIA DE LA DOMINACIÓN
los parciales de Jusuf en la scurpresa que este acaedmienlo les cansó ,
solo atendieron á su propia seguridad , y se libraron cxxmo pudieron con
presta fuga : pocos €Uidú*on del riesgo del joven Muhamad Abolaswad,
que fué hecho prisionero por el caudillo Bedre, liberto del rey Abde-
rahman : Casim , el otro hijo de Jusuf, logró salvarse disfrazado. Puso
Temam en cadenas al jóycn Muhamad bcn Jusuf, y lo envió á buen
recaudo á Córdoba para que el r)&y dispusiese de él á su voluntad : fué
la entrada de Temam ben Alcama en Toledo día 9 de la luna de
Dylcada del año 142 (759). Cuando recibió el rey Abderahman la nueva
de estos felices sucesos , como naturalmente era de corazón humano y
compasivo, y que la buena ventura y las alegrías disponen el ánimo á
la benignidad , se compadeció de la juventnd de Muhamad Abulaswad,
y se abstuvo de derramar su sangre , y le mandó encerrar en una fuerte
torre del muro de Córdoba.
CAPITULO XII.
De los movimientos de Barcerab, y del bijo'de Jasuf.
Entre tanto Barcerah ben Nooman el Gasani , que vivía en Gezira
Alhadrá , recibió en su casa al hijo de Jusuf, que hatria huido de Toledo,
llamado Casim , y le ofreció su protección con tan temerario empeño
que allegó mucha gente ociosa y mal acostumbrada con la licencia de la
guerra civil, y con estas compañías de bandidos acaudillados de Bar-
cerah y de Casim ben Jusuf ocuparon la ciudad de Sidonia : esta ven-
taja les puso mayor atrevimiento, y mayor número de aquella g^ente
que reunía la esperanza del robo : con estas fuerzas Tueron solnrc Se-
villa , que estaba descuidada entonces , y entraron por sorpresa eo ella.
Cuando el rey Abderahman tuvo noticia de estos movimientos par-
tió al punto de Cca*doba con la caballería africana que estaba en la
ciudad, y algunos caballeros que pudieron segiúrle con mucha cele-
ridad , dando al mismo tiempo aviso de su marcha al Ynsli de Toledo
Temam para que viniese á Andálucia sin tardanza. Fué el rey Abde-
rahman sobre Sevilla , y salió contra él Barcerah con sus bandidos : tra •
bóse una porfiada escaramuza , y en eUa fué muerto Barcerah , y luego
huyó aquella gente sin tener caudillo que los dirigiese : entró Abde-
rahman en la ciudad, en donde fné recibido con demostraciones de
mucha alegría. Los caudillos africanos siguieron á los bandidos con
órdon de recibir á cuantos d(*jasen las armas, y no matar á los que se
rindiesen. Pocos dias después llegó Temam á Sevilla, y el rey le reci-
bió y hospedó con mucha honra : quería el rey que descansase>a]li en
su compañía ; pero Temam se excusó diciendo : que no le mandase des-
cansar hasta que hubiese acabado con todos los rebeldes de España.
Pasó este caudillo con su caballería á Sidonia , y entró en ella sin resis-
tencia, porque Casim y sus bandidos no osaron esperarle ^n ella : sa-
biendo que Casim se habia refugiado en Gezira Alhadr& fué con increi-
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 89
Meoderidad , y aDí le fué entregado por los mismos bandidos. Lnego
voinú á Sevilíai este insigne caudillo, llevando consigo en fierros á
Casim , hijo de Jusuf , para que el rey hiciera de ¿1 á su voluntad. Holgó
mncbo Abderahman del venturoso y rápido suceso de estas expedi-
cuaes ; 7 por mas honrar á su wali Temam ben Ahmed ben Alcama el
TzaÉefi lo faiio su bagib ó mayordomo mayor , que era el primer mi-
Bístro en las cosas de paz y de guerra en la corte de los Beni Omeyas.
Envió el rey á Toledo á su vfazit y liberto Bedre , y con él á Casim ben
Josnf para que lo pusiese allí en prisión en una fuerte torre. Dio el go-
biomo de Toledo á Habib ben Abdelmelic, y q1 gobierno de Mérída á
Abdala ben Abdelmelic ben Meruán, y á su padre , por tenerle mas
cerca de si , el de Sevilla ; á Ibrahim ben Abdelmelic el gobierno de Le-
cant, á Muhamad ben Abdisalem ben Baseil el de Sidonia, y á Ased
ben Abderahman el Xeibani el de Elbira. Entró Bedre en Toledo , y
pocos dias después de su llegada tuvo orden para traer preso á Toledo á
Samail ben Hatim.
CAPITULO XIII.
De la prisión y maerte de Samail.
Vifia este insigne caudillo en su casa de Sigüenza , al parecer tran-
quilo , cediendo al poderoso impulso de las circunstancias , sin pensar
en otra cosa que en conversar con algunos de sus antiguos amigos, y
holgarse con ellos en el ocio y comodidad de su casa. Cuenta Abu Becre
Razi que en un convite que dio á sus amigos con mucha profusión y apa-
rato, en la mayor alegría delfestin dijo unos versos fatidicos, que sus
anoDcios fueron muy en breve cumplidos. A pocos dias fué cercada su
casa por el caudillo Bedre con una compañía de caballos , lo prendió y
Iteró á una torro de Toledo , y poco después le dieron muerte en su
prisión. O fué temor de su genio astuto y ambicioso, sospechas mas ó
menos fundadas, ó calumnia de sus enemigos, que parece harto mas
reronmil : pues después de su muerte se divulgaron perfidias y teme-
rarias conspiraciones, que no podian proceder de un mediano discurso.
Foé la amerte de Samtdl año 142.
Estaba el rey Abderahman en Sevilla hospedado en casa propia de
Hayút beo Molemis el Hadrami de Hemesa , que era de los mas nobles
jeques do las tribus de Siria , y cedió al rey su casa con cuanto habia
en ella ; y el rey Abderahman admitió su generosa dádiva por no desai-
rarle. Vivió poco tiempo después, y el rey Abderahman honró su me-
moria con unos elegantes versos en que celebró su hospitalidad , su mu-
rafioencia y otras nobles prendas : diciendo que al faltar del mundo
Hayút ben Molemis habian desaparecido con él la bondad, la gracia , la
hospitalidad y el valor. Se detuvo el rey en Sevilla gran parte del ailo
143 (760) , y en este tiempo hizo la Almunia ó huerta amena , que Ila-
ubnn de Rabunales, y labró en ella una hermosa torre , y plantó una
pahna, d^ la cual procedieron las que hay ahora en esta tierra , y aquel
^ HisrroRiA DE u wíñtmkam
iHietfe Báiiift éempte deqmesRaMá $ y asi hay íflgiuioB qoe dicen que
jfor éñÍB fábBñ bifoel rey Abderabman aqneDos tenas, y úopor la de
GArdobá : skbelo Dios.
CAPITULO XIV.
De U tnsurreccion de Ben AdrA en Toledo.
Ofeponiaei rey Abderabman sd salida para yisitar la Espafia oriental,
cuando tuvo aviso de haberse levantado en Toledo contra su vrazir
una familia muy poderosa en aquella tierra de las gentes de Hemesa ,
acaudilladas de fiixóm ben Adra el Febri , pariente de Jusuf : habían
ocupado el alcázar , y el vrazir de la ciudad salió prcdpitadamente
huyendo de los conjurados, y asi se libró de la muerte : muchos hon-
rados muslimes qtie se opusieron á los rebeldes fueron despedazados por
ellos. Sacaron de la torre en que estaba preso á Casim hijo de Jusuf, y
solicitaron ¿ la rebelión á todos los pueblos de la provincia. Reunieron
á sus banderas todos los bandidos que había en la tierra , y con los te-
soros de Hixém ben Adra , esparcidos con loca prodígadídad entre la
gente baldía y miserable , se adlegó una hueste de diez mil hombres ,
gran parte de ellos malhechores que no osaban antes entrar en poblado.
Uenó de pesar esta nueva al rey Alnlerahmah , y salió con la caballería
de Córdoba y africana , que estaba en la ciudad , ordenando que le
siguiesen á Toledo con sus gentes los de Mérida y sus comarcas. A la
llegada de la caballeria de Córdoba á tierra de Toledo se acogieron á la
ciudad todas las tropas de los rebeldes que corrían los campos de tala-
trava y de Guadalhijara ; como no era geUto de guerra , ni ejercitada
en las armas, no trataron de oponerse á las tropas del rey, ni pelear en
tí campo ; pero defendían bien las puertas de la ciudad desde las torres
y almenas de sus muros ; y como la posición de la ciudad es efi logar
alto y fuerte, bien cei*cada de altos y torreados muros, sn defensa era
fácil. Viendo el re^ que el cerco seHa largo ; asi por la fuerza de la
ciudad , como por la desesperada obstinación de los r^eldes, que tenían
oprimidos á los ciudadanos , movió tratos de avenencia con ellos ,
aunque con harta repugnancia suya, por consejo de su hagib Temam
ben Alcama , que sabia que era forzoso levantar el campo para acudir
á las costas de Algarbe , donde amenazaba no menos peligrosa t^npes-
tad. Propuso el hagib, como v^ali que era de Toledo, á los caudillos
de la rebelión en ella, que si en tresdias se viniesen á la merced del
rey que les ofrecía una generosa avenencia y olvido de su desacato y
perGdia. Instado Hixém ben Adra de su familia y de los clamores de
gran parte de los vi^cinos que no podian sufrir las incomodidades del
sitio, y menos todavía las vejaciones de los defensores, envió á su
hijo Nohamad á suplicar al rey que los perdonase , como esperaban de
su generosidad .- el rey dijo que á todos los perdonaba sin mas condición
que Hixéra entregase sin dilación las puertas de la ciudad , y Tíniese
confiado al campo del rey. Con no poco temor y desoonOanca se resolvió
DB LOS ÁRABES EN ESt^ÁÑA. ^i
Hiiéta á Teñir al pabellón del rey Abderahmaii ; pero Itft tetmclaé de
m hqo j de oíros princi[tales cindadanos que se ofrederon A venir en
sn oompañia rencieron sos recelos. En el mismo día entregó la ciudad ,
y se presentó al rey qne le dijo que aunque por su rebelión y por los
onles que babian causado eran merecedores de muy graves castigos ,
todos dk» estatmn p^donadosy podian volta^ á sos casas con segu-
ridad ; que solamente quería quedase en rehenes el hijo de Hixém ben
AdrA, j que Casim ben Jusuf ftiese otra vez á su prisión. Algunos catt-
diOos aconsejaban ál rey que para seguridad mandase cortar la cabeza
áSHxémy á los otros de Hemesaáus parciales; pero el rey dijo que por
todo d mundo no fidtaria A su palabra. Puso el rey por wazir de To-
ledo al caudillo Said ben Almesib , y luego partió á Córdoba y mandó
que se retirase ¿ su provincia la gente de Mérida qát habia venido al
cerco de tVdedo , y el rey entró en Córdoba al fin del aiSo ÍH (761}.
CAPITULO XV.
De la Tenida del wali de Cainran contra Abderahman.
No bien habia el rey descansado* de la fatiga de su expedición cuando
sn hagib Tonam ben Alcama le manifestó unas cartas que envialm el
jeque de Medina Tahart , capital de las tribus zenetas , en que avisaba
qneAly ben Mogueith, wali de Cairvan, con numerosahueste preparaba
Qtt desembarco en tas costas de Espada , para establecer en ella la auto-
ridad del califa de Oriente Abu Oiafar Almanzor ; que todos los walies
de Egipto y de África estaban encargados de echar de España al fugi-
tivo Abderahman ben Moavia. Estas nuevas que ya tenia el hagib habían
sido laa que le persuadieron ¿ tratar de avenencia con los rebeldes de
Toledo : 7 poco tiempo después avisó el wali de Mérida ^ que en las
costas de Algarbe habia desembarcado una buena hueste de gente de
á pié j de á caballo, que luego habia corrido la tierra proclamando ál
cáBia de Oriente , tratando de ilegitimo y de usurpador al rey Abde-
nrimian ben Moavia. Puso en cuidado al rey Abderahman este aviso ;
pera manifestó que solo séntia las fatigas que estos temerarios movi*
meñUsé producían á sus provincias, dio orden á los caudiltos de reunir
beriMdleria de las comarcas , y que pasasen á las costas de Algarlieeon
mndlia dfligencia.
Luego qtle llegó á Toledo la noticia del desembarco del wali de
Cainran en Algarbe con numerosas tropas volvió á excitarse en
aqoelb dodad el fuego mal apagado de la rebelión. Hixém ben Adré el
Fehrí y sas pardales acometieron al Alcázar, y degoQaron á cuantos fo
defentUan , y entre ellos al wazir de la ciudad Said ben Almesib ; se
apoderaron de bs puertas y fortalezas de la dudad , y proclamaron al
cali& de Oriente. Gomo la fama vuela , y con increiblc celeridad cuando
y divttlga alborotos y calamidades de pneblos, luego se
en Gftrdoba lo acaecido en Tcdcdo. Ordenó d rey que partiese
92 HISTORU DE LA DOMINACIÓN
á Toledo su caodillo Bcdre , y reuniendo las genlcs de CalatraTa, Ta-
layera , Udés y Webde pusiesen riguroso cerco á la ciudad , y les mandó
llevar con dios á Muhamad el hijo de Hixém ben Adra , para obligar
al padre á entregar la ciudad , ó quitarle la vida.
Reunida la caballcria de Córdoba y de sus comarcas, partió el rey por
Gástala á Silbe y Mirlóla , donde debia reunirse la cabaUeria y gente de
Mérida. Los africanos del wali de Cairran corrían la tiorra basta Beja y
Jabora, y exhortaban á los pueblos á tomar armas contra el rey Adaghd,
aventurero advenedizo ^ resto. miserable de una Tamilia proscripta y
exccmiulgada en todos los alminbares ó pulpitos de las aljamas de
Oriente: mucha gente tímida y supersticiosa se persuadió de estas ¡hto-
clamas, y siguió las banderas del i^ali de Gairvan , que para seducir á
los ignorantes y gente menuda y baldía de los pueblos Uevaba delante
de si una bandera que deda haber recibido de las manos del caUfa , y
ofrecía grandes premios y recompensas á los buenos muslimes que la
siguiesen. No faltó gente vana é inconstante , amiga de novedades , que
se dejó llevar del corriente y de las vanas promesas de Aly ben Mo-
gueíth, de suerte que con sus africanos y esta chusma allegadiza com-
ponía una respetable hueste en apariencia. Reunidas las tropas de
Abderahman de Córdoba y de Mérida las dividió en tres óuerpos , en
delantera , batalla y de la zaga $ su fuerza principal era toda de la ca-
ballería de Córdoba, Sevilla y Jerez. Adelantáronse los adalides y
campeadores hasta descubrir el campo de los africanos que era harto
numeroso, salieron estos y se trabaron algimas escaramuzas de poca
importancia. Había llegado al campo de Aly ben Mogueíth el mismo
Hixém ben Adra para persuadurle que sin díilacion y en seguidas mar-
chas fuese á ocupar la capital de España , la gran ciudad de Toledo que
él tenia á disposición dd poderoso señor y califa de los muslimes de
wiente y occidente. La venida de este jeque y las facilidades que pro-
ponía deslumhraron al v^ali do Gairvan , y se persuadió que con sok)
ganar una batsJla se hacia dueño de toda España. Dio sus disposiciones
para pelear , y á otro día á la hora del alba se avistaron ambas huestes,
principió la batalla por parte de los africanos , que fué muy sangrienta
hasta la mitad del día : á la tarde cargaron los andaluces con tanta pu-
janza y ardimiento, que los pusieron en desorden ; la gente de á pié y
allegadiza que había en la hueste délos de África huyó al campamento
y principió á robarlo, y los africanos que lo guardaban á pelear contra
ellos ; <ie suerte que en ambas contiendas quedaron desbaratados. Aly
ben Mogueíth murió peleando con mucho valor. Huyeron gran parte
de los suyos á diversos puntos , los mas á la costa para volverse á África.
Quedaron muertos en el campo de bataUa siete mil africanos, y entre
ellos el wali de Gairvan Aly ben Mogueíth su caudillo: mandó Abde-
rahman cortarle la cabeza , y desmeoUada y canforada la envió con
secreto y celeridad á Gairvan , y la puso de noche un cordobés encar-
gado de esta comisión en la columna ó rollo de la plaza de aquella ciudad
oon un escrito que decía : Asi castiga Abderahman ben Moavia ben
Omeya á los temerarioscomo Aly ben Mogueith, valí de Gairvan. Fué
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 9S
cs(a Tícloría el año 146 (763). Otros dicen un año antes , pero lo pri-
mao es mas seguro. Ordenó el rey Abderahman qae se persiguiese á
los fagitÍTos , ofreciendo seguro de la vida á los que rindiesen sus armas,
ó se viniesen á sus banderas , y volvió á Córdoba para proseguir la re-
docdoo de Toledo.
CAPITULO, XVI.
Del leranUmieiUo del alcaide de Sidoma.
Hixém ben Adra con sus parciales no siéndole fácil yolver á entrar
en Toledo, que estaba cercada con mucho rigor por los caudillos de
Abderahman , solicitó á la insurrección á los alcaides de Sidonia y de
Jaén y otros de Andalucia : tuvo la imprudencia de entrar en aquella
ciudad , conGando en el valor de su alcaide Said ben Husein el Yahsebi ,
qoc era de los Alabdarícs , y conocido por el Matari , y también se juntó
á estos temerarios Sakfan ben Akma que había sido antes alcaide de Si-
donia ; 7 Abdala ben Harasa el Asedi que lo había sido en Jaén , y
descontentos de su suerte y estado querían novedades ó venganzas : con
hs reliiiuias del ejército desbaratado en Beja, y con mochos bandidos
formaron compañías de caballería que corrían y robaban la tierra , sin
afaslencrse de talar las siembras y plantíos con bárbaros y desusados
cslR^os : estas algaras llegaron á las puertas de SeviUa , y por sorpresa
Ikgaroii á ocupar sus puertas. Informado el rey de estas talas y desór-
denes montó á caballo, dio orden á su hagib de juntar la caballeria de la
provincia , y lu^o partió con sus zenetes y afric^os, y for otra parte
los alcaides de &ibra , Ezija y Carmona , con la caballeria de sus ciu-
dades, fueron á reunirse con el rey Abderahman : el wali de Sevilla que
había salido de la ciudad por la entrada de los rd)eldes , luego que
allegó sos gentes fué á buscar á sus enemigos, estos abandonaron la
ciudad sabiendo que tantas gentes iban contra ellos , y robando los de-
pósitos de armas y la casa del rey, huyeron precipitadamente. Encontró
estas gentes Abdelmelic ben Omar ben Meruán , y peleó con ellos , y los
roaqwóy deshizo , y los persiguió hasta Sidonia, donde se encerraron :
dejó puesto cerco á esta ciudad, y partió con esoogida gente á Sevilla y
á saludar al rey y excusar su descuido. Luego en el campo de batalla
pareció muerto Husein el Yahsebi , y cortada su cabeza mandó el rey
ponerla en una pica , y manifestarla A los que se habian refugiado en
Sidonia: fué esto ano 148. Encargóse al alcaide de Carmona que )a
llevase con su gente al cerco de Sidonia , luego después salió Abdelmelic
de ófden del rey con los alcaides de Ezija y de Cabra y su gente , y
fueron sobro Sidonia : cansó gran espanto á los rebeldes la llegada su-
resiva de estas tropas , y como conGaban poco en los vecinos de la ciu-
dad , y lodo el peso déla defensa debia cargar sobre ellos , les pareció á
estos hombres ammosos aprovechar sus fuerzas y brazos en campo
abierto , antes que esperar la muerte cierta después de unas inútiles
y viles fiítigas : lomaron este partido todos ^ aunque contra la opinión
pi BmORU DE Lk DOMINACIOR
<fe Híxém ben Adra el Febrí, que por m deigrada estaimalli reAigiado.
£raya viejo y no se sentía con fuerzas ni soltura para la batalla, pero
el tnsle se perdió por su mal consejo ^ aunque este suele servir muy
poco cuando falta ó no favorece la fortuna.
Estaban los del campo con mas confianza de loque requería la ocasión
estando con enemigos tan cerca, pero no sospechaban que tan poca
gente intentase salidas contra un campo tan numeroso. Los caudillos
rebeldes , con gran secreto ^ porque los d^ la ciudad no penetrasen sa
intento , esperaron la tercera vela de la noche, y dispuestos todos sa-
lieron por (k)s contrarias puertas aun mismo punto con ánimo de morir
ó abrirse paso , para acogerse á las serranías de Ronda. Muchos fueron
bario felices , y lograron romper por el campo de los cercadores como
Sakfan ben Akma, yHafila, y otros bandidos; pero cayó, herido su ca-
ballo , el jeque Hixém ben Adra el Fehri , y fué encadenado con otros
suspardsdes que tuviéronla misma suerte. A la hora del alba salieron
los de Sidonia á manifestar su obediencia inalterableal rey Abdorahman.
Luego envió Abdelmelic la nueva de este acaecimiento al rey, y con
los alcaides de Ecija y Carmona la cabeza del rebelde Hixém , recejando
que todavía la bondad del rey le dejase la vi(|la : fué esto afio 148 (765).
CAPITULO XVII.
Da U Teaid» del Mekoeii oontn Abderahmsn.
Los rebeldes Sakfan , el Hafila, Abdala ben Harasa el Asedi y sus
secuaces se enriscaron en aquellas sierras y por tierra de Elbira; no
contentos desu buena suerte, pues habían escapado de tantos peligros,
pasaron en África y solicitaron auxilios de los walíes de Almagréb :
entre otros se dejó llevar de sus promesas un joven valí de Meknesa,
llamado Abdelgafir el Meknesi, que se preciaba de descendiente de
Fatima, hija única del Anabi Mahomad, y esposa de Aly , el primo dd
nusmo Mahomad. Con este se unieron varios aventureros de África,
que deslumhraron las relaciones de los rebeldes de las serranías de
Ronda y de Hbira. Estos y sus parciales divulgaron la fama del poder
de este wali , que venia con grandes huestes y muchas riquezas para
pagar y premiar los servicios de los buenos y leales muslimes que toma-
sen armas contra el rey Adaghel, que injustamente ocupaba el trono de
España. Estos movimientos y asonadas negaron á Córdoba , y mandó d
rey Abdcrahman que la gente de Elbira persiguiera á los de aquellas
serranías , que levantaban los pueblos de aquellas comarcas , y que en
AlmunecAb hubiese un precio considerable , y que guardasen las naves
de aquella costa y las de Almeria las entradas de toda aqudla marina :
ofreció una gran cuantía de doblas por las cabezas de los caudillos re*
beldes, y este arbitrio los puso en mucho desvelo y desconfianza. A
pesar de ella el triste Abdala ben Harasa el Ascdl fué asesinado en Jacn,
y su cabera presentada en Córdoba el año 149 (766). En este tiempo
T» ifiS Afí4Bf& £ff fSfAifA. |§
Affd teD Abdenlhnan el Xeibaní , wali de la ifigion 4» E|Mi»f quB
Ma h guerra á los rebeldes de la sierra con raria for tima , tu vp no-
tina de Jiabcr desembarcado en aquellas costas alguna gente y cabaU/ería
k Afrka : esta fué la primera que ux>rtó en España acaudillada del
NdkDcsi, luego se reunid ^ los rebeldes de la sierra, j osaron bajar ¿
hscampffias.
Entre tanto el rey Abderabman mandaba á sus walies que termjnawi
d higo cerco de Toledo, que se bacía con mucha flojedad y descaída,
procediendo esto d/e las relacione» é inteligencias¡que habia entre loa
Mcampoylos de la ciudad: no se daban combates, ni se guardaban
ksalidas por parte de I09 cercadores, ni se impedían entradas dapro»
TisioQcs en barcos por el rio, y los délos pueblos déla comarca euUiv«-
bn sos campos y condudan á 14 dudad sus frutos sin grandes difionl-
tete. Luego partió Temam ben Alcama al cenco de Toledo , yaHiaa
presencia ^ dieran oombaies, y se initentarra escalabas por la parla
DOS baja del muro, yeomo ka de la dudad vimn ac^ecenlane d nú*
nerode loa sitiadores , y las disposidonea acUvaf para entrar la ali-
gad, aiovídoa desntemordeexperinieijütarlasaaadelosTenoedcMries,
bcflitaroD loa parciales de Gasim ben Jusuf , que este se saliese ¿ nado
pord arrabal de aq;ueUa parte superi<Nr dd rio, y luego foe este salié
abríeroo las puertas de la ciudad implorando Jadomenda del rey ,f
eicQsándoae oon que babian sido forzados de los bandidos y£uni}iade
Fdirí , y que no nabian tenido parte en la amerte diel waaár Saüd bd
AloMsib, que todo babia sido obra de los Hemjjseacw y parciales del
Fefarí. Temam desasmó a todos los de la dudad, ylesproaaetióquejoi-
teroederia con el rey para que usara oon eUos d6Sttbe¿Ú;ni4a4«JW)t
rcndkK)adeT<ded9eDfindelaaol48 (765).
CAPITULO xvm.
Eb eslc mismo año envió el rey Abdcralnnaa los caudillos de frontera
Nadkar y Zeid bon Aludháh el Asbai á los montes de Qalidaque están
'I «tentrion de España y ¿ los montes Albaskenzes ; visitaron la tierra
dt Cauda» y persiguieron algunas reuniones y taifas de cristianos re-
ndes , que conGadc» en la aspereza de aquella tierra ufaban la obe-
'Ñticia al weji por la mayor parte eran estos infieles fugitivos délas
PvoTiocias de España. Volvieron á Córdoba con muchas riquezas , ga-
Mk) y cnativos. Referían de estos pueblos de Galicia , que son cristia-
*us y de los mas bravos de Afranc ; pero que viven como fieras , que
imca lavan sus cuerpos ni vestidos, que no se los mudan y los llevan
puestos bttita que se los caen despedazados en andrajos , que entran
en las casas de otro^ sin pedir licencia. En este aiio mandó d rey
rc^parar los muros de Córdoba , y oonstruir una fortaleza
'^dla-
96 fliSTORIA BE LA DOMINACIÓN
* El wdi de Ebira Ased ben Abderahman el Xeibani salió con sa gente
contra los rd>eldc8 y bandidos que infestaban las costas de tierra de
Almonecáb y de Almería , y peleó con ellos , y los Tenció y puso en
fuga ; pero fué gravemente herido de lanza y de saeta , y le fué forzoso
retirarse á Elbira , y sos heridas fueron causa de su muerte , que acae-
ció en principio del año 150 (767). Su muerte fué muy sentida del rey
por su yaior y prudencia : este valí fué quien dirigió las obras délas
nuevas fortalezas de Granada : puso el rey en su lugar al siró Abdel-
aalem ben Ibrahim , que servia alrey con sus doce hijos. Los rebeldes
de las serranías lograron ser auxiliados con otro desembarco de gentes
de África, que venian á reforzar la hueste de Abdelga6r el Meknesi ;
con esto se animaron los bandidos y se esparcieron sus algaras hasta las
comarcas de Arcos y Osuna. Avisado de estas excursiones el wali de
Sevilla , sin mas gente que la de Garmona y la de su ciudad salió á con-
tenerlas, y trabó con eUas varias escaramuzas de corta importancia.
Escribió al rey Abderahman que enviase alguna caballería de las comar-
cas de CórdclNi para reprimir el atrevimiento de estos rebeldes : luego
se pusieron en camino los alcaides de Ecija y de Baena, y con los de
Sevilla y Garmona continuaron la guerra contra Abdelgafir y sus bandi-
dos con varia fortuna : asi pasaron mucho tiempo con frecuentes pero
leves escaramuzas , excusando los africanos las ocasiones, v evitando
con destreza el venir á batalla de importancia , ocupando siempre las
alturas , porque la caballería de los andaluces no aprovechara la ven-
taja que scAre ellos tenia : fatigándola con sus continuos rebatos noc-
turnos y alboradas, procurando siempre teñera sus contrarios en
inquietud y sin un puuto de reposo.
Al principio del año 151 (768) aportaron cerca de Torlosa diez barcos
grandes con el caudillo Abdala ben Habib el Sekelebi y tropas africanas
para reforzar el ejército de los rebeldes , porque estos fingían victorias
y progresos que no conseguían; y asi lograban excitar á los waliesdc
África ¿ auxiliarlos con las esperanzas que sus fingidos triunfos ofre-
dant Luego que estas tropas desembarcaron en aquella costa , divul-
garon que seguirian nuevos socorros de armas y gente , que en poco
tiempo echariau al hijo de Moavia del reino qué tenia usurpado, h»
alcaides de las comarcas de Tortosa avisaron sin dilación al vali de
aquella ciudad , y este al de Tarragona y ftl de Barcelona ; y asi la fama
de este desembarco se extendió pcH* toda España , acrecentando el nú-
mero y calidad de la gente. Luego que el rey Abderahman tuvo noticia
de esto, sin mas compañía que sus caballos zenetes y los wazires y cau-
dillos que se hallaban en Córdoba, partió á tierra de Tadmir y de Va-
lencia , juntando al paso mucha cabaüeria ; pero antes de llegar á Va-
lencia recibió aviso del wali de Tortosa, que con las gentes dcaqaeOa
comarca y la caballeria de Tarragona , sin mucha dificultad , había des-
baratado y puesto en fuga á los africanos , que no hablan logrado vol-
verse á embarcar , porque las naves de Tarragona habian quemado y
puesto en fuga las & los contrarios : que estos se habian retirado á los
montes , donde los perseguían sus alcaides. Hdgó mucho Abderahman
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 91
coa esta nueva ; y aunque ya su presenda no era necesaria , quiso pasar
jddante por visitar las ciudades que tan bien le habían servido en esta
ocasión : llegó á Barcelona y dio gracias al wali Abdala Aben Salema
por sos oportunos socorros , y por el buen estado de las naves de aqueUa
costo, manifestándole que convenia mantenerlas siempre con el mismo
cuidado, por los importantes servicios que harian guardando la tierra,
amo habían hecho las de Tarragona. Luego se volvió el rey por Wesca
y Zaragoza, y en todas partes fué recibido con demostraciones de mu-
cha alegría : después de algunos dias pasó á Toledo, y estuvo en ella
poco tiempo, y por Galatrava se vino ¿ Córdoba , y el día de su entrada
en dh fué un día de gran fiesta.
La nueva del desembarco del Sekelebi animó á los rebeldes de las com-
pañías del Meknesi , y se aventuraron á probar fortuna , y dieron bata-
lla en Astaba á los de Sevilla , y en eOa lograron desordenar y poner
en fuga á los caudillos de Baena y Carmona *. esta ventaja , muy cele-
brada por los descontentos y amigos de novedades , acaloró los ánimos
ioqnietos de algunos sediciosos de Sevilla , entre ellos un jeque llama-
do Hayún ben Salem , y se pusieron en inteligencia con los de Abdel-
gafir d Meknesi » ofrecióidole entregar la ciudad á sus gentes si vinie-
«ádla.
CAPITULO XIX.
ne la entrada det MefaiMi en Sevilla , y de fla muerte.
Reunió Abdelgafir toda la gente que seguía sus banderas , y descen-
dieron todos los bandidos de las sierras de Ronda y Antequera. Junta
n gente dispuso sus compañías , y ordenó á sus caudillos que antes del
día estuviesen á punto para acometer á los de Córdoba y SeviUa. Estaba
«icargado del mando de los campeadores de Sevilla Casim hijo de Ab-
ddmdic, v?ali de aquella ciudad : este mancebo todavia en su primera
javentud, y no acostumbrado á los horrores de la guerra^ fué encar-
gado por sa padre de hacer k descubierta y reconocimiento de las posi-
ciwies y movimientos de los enemigos ; y sorprendido de los campea-
dores ooDtrarios, sin reflexión volvió brida á su caballo, y vino
precipitadamente al campo de su padre : lleno Abdelmelic de saña al
verle asi venir, le dijo : Muere , cobarde, que no eres Meruán, no eres
Ujo mió ; y diciendo esto le arrojó su lanza y le traspasó con ella , y
oyó muerto s todos se horrorizaron de esto , y él mandó que retiraran
de allí la caerpo : luego llegaron los campeaüdores y avisaron que los
niemigQs venían formados en batalla. Abddmelic ordenó su gente para
redbirlos , y luego se avistaron ambas huestes. Intervinieron idgunas
eKaraQHuaa , y alto ya el sol se trabó una sangrienta batalla bien sos-
leuda por ambas partes. A la tarde ^forzó tanto la pelea Abdelmelic ,
^nnpió y desbarató á los rebeldes, y se dispersaron huyendo á dife-
rentes punios. Su calnlleria se dirige la mayor parte hacia Moror y
Narcbeaa^ y su gente de á piéá las sierras de Leit. La fatiga del día no
7
98 HISTORIA DE L.\ DOMINACIÓN
permitió á la caballería de Abdelmelic el perseguir á sus enemigos. Al
dia siguiente , recelando los del M cknesi que los de Andalucía yiniescn
á buscarlos, se apresuraron á retirarse , los mas animosos á Sevilla, y
los de á pié y heridos á las sierras de Leit. Confiaba Abdelgafir en las
promesas de Hayún bcn Salem , que le abriría la ciudad de Sevilla , y
nallaria en ella muchos parciales que acrecentarían su partido. Abdel-
melic presumiendo que los arricanos intentarían entrar en la ciudad ,
DO dio descanso á sus gentes y los siguió en el mismo dia , y los alcanzó
en el Alxarafe en cercanías de la ciudad. Trabóse una sangrienta batalla,
en que ambas huestes pelearon con igual empeño y valor. Abdelmelic
fué herido muy gravemente y los mas principales caudillos } al mismo
tiempo en la ciudad los sediciosos se apoderaron del alcázar , mataron
al ^azir déla ciudad y á sus gentes , el wazir Aben Abda Gehwara fué
muy herido y le dejaron por muerto , ocuparon las puertas y facilitaron
el paso del rio y la entrada á las tropas de Abdelgafir; pero esta pose-
sión ñié de una sola noche , siguió la caballería de Sevilla y de Córdoba
4 los enemigos dentro de la ciudad, las muertes, la confusión y voco-
ria de los que peleaban , y el furor y saña de los combatientes fué inter-
rumpido por la oscuridad de la noche que sobrevino. Viendo el Mek-
nesi que no era posible mantenerse en la ciudad, robó aquella noche los
depósitos de armas y todas las riquezas que halló en la casa del rey y
en la del wali Abdelmelic , y antes del dia salió con todos los suyos y
los rebeldes y parciales que se agregaron en Sevilla , aunque poco satis-
fechos del éxito de su loca perfidia. Aceleró su marcha á pesar de la fa-
tiga de sus caballos , y llegó sin ser perseguido á Gástala ^
Estaba el rey Abderahman muy disgustado de la duración de csfa
guerra , que sin tener mucha importancia fatigaba los pueblos de Anda-
lucia , y era el refugio de los bandidos y malhechores : escribió al wali
de Mérida que enviase á Córdoba su caballería para tomar con mayor
empeño la guerra contra el Meknesi , que su ánimo era no dejar las ar-
mas de la mano hasta acabarla. Luego congregó sus alcaides y partió el
wali de Mérída para acompañar al rey , si fuese su intención salir á
esta gu^r^. Entre tanto llegó á Córdoba noticia de la entrada dd Mek-
nesi en Sevilla , k fama siempre mentirosa fingió derrotas y fugas en
desorden de las tropas de Sevilla y Córdoba , y todo se engrandecía y
abultaba. Supo el rey el verdadero estado de Sievilla y las graves heri-
das del wali Abdelmelic, y sin mas compañía que sus africanos quiso
salir á perseguir á los bandidos .* disuadió el hagib Temam ben Amer
bea Alcama al rey Abderahman de este pensamiento hasta la Degada de
la gente de Mérida , que no podía tardar : muchos veazires eran de pa-
recer qna d rey no díebia saúr á esta.gnerra de malandrines ; pero d
rey deseaba la paz de sos poebk», y se le hadan años los dias que este
bien se dilataba.
Llegaron á Córdoba laslropas de Mérida , recibió d rey con mucha
boara al wali y ¿ sus alcaides , y habiéndoles dejado descansar ^s £as
1 CasUU , ahor« GauUa : e« notable la alteración de «al#t üomhH$t uk (|e Bc»U MwMA
Itexa , de GasCulona Cazlona.
0E LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 99
dispuso 811 marcha para buscar á los del Meknesi , que avisados de la
Begada de estas tropas y caballería de Mérida , luego vieron que aquella
tenpestaid iba sobre ellos. Parecióle al Meknesi que debía pasar al otro
ímIo del rio de Córdoba, y buscar en las conocidas sierras el asilo que les
cooTenia : otros tenían por mas seguras las mas cercanas ^ pero preva-
leció la opinión de Abdelgafir , y fueron á pasar el rio por Lora. El
ansmo día que los africanos pasaban el Guadalquivir salió Abdcrah-
man de Cordel • no habían descansado en la pasada del rio por adelan-
tar y as^furar sus marchas , cuando informado el rey de su dirección
■ando pasar por los mismos vados toda su caballería , y seguirlos y acó-
meterlois en donde los alcanzara. Los alcaides de Elbira y de tierra de
Tadmir habían saUdo de Sevilla sabiendo el paso del Meknesi , y desea-
ban también cortarles su retirada á las sierras : por fortuna de las ar-
mas de Abderahman se consiguió alcanzarlos casi en una misma hora
eo oercaniaa de Ecya ¿ la ribera de Jeqil : acometidos á un tiempapor
dos diferentes partes no mantuvieron mucho la pelea, los africanos hi-
cieron maestra de su valor y destreza en pelear y retirarse , pero aco-
ndos de los vencedores les fué forzoso huir á rienda suelta • perseguía
el alcaide de Elbira al Meknesi que estaba muy herido , y habiéndole
akaaiado le pasó con su lanza y le cortó la cabeza : la misma suerte
tavIeroQ Aben Harasa y el jeque Hayún bcn Salem , y otros cincuenta
caballeros africanos , cuyas* cabezas presentaron á los pies del rey Ab-
deralmiaii loa caudillos de Mérida y de Garmona : las cincuenta cabezas
se enviaron á Elbira y al presidio de Almunecáb y á Granada, las del
Meknesi y la de Aben Harasa á Córdoba, y la del jeque Hayún á Se-
villa. Encabó d rey que continuase la persecución de las reliquias
«fispenas de esta hueste, divulgando que el rey recibiría á todos los afri-
qoB se viniesen á su obediencia -. fué la derrotü y muerte del Mck-
afto 156 (77&).
Ptaó el rey Abderahman á Sevilla á visitar y consolar al wali Abdel-
ttcUc beo Ornar ben Meruán que estaba enfermo de sus graves heridas,
y BM» todavía en el ánimo por la muerte de su hijo Casim ; pero la vi-
sta y presencia dd rey fué como bálsamo para sus heridas. Luego vino
á Córdoba con los de Mérida y alcaides de tierra de Córdoba , y allí
rpparüó armas, vestidos y hermosos caballos á los que se habian dis-
tiiqtaido en esta expedición del Meknesi. Encargó el gobierno de Se-
villa , como wazir de Abdelmelic ben Ornar bcn Meruán, á Abu Omeya
Abddgatr ben Abi Abda Gehwara, hijo menor del wazir Hasan ben
MelíG Gehwara , que se había criado con el rey Abderahman , y era de
w mayor confianza ; el gobierno de Zaragoza y de toda España oriental
á Abdehneiic' bei| Ornar hen Meruán , que debería partir á esta pro-
tincia luego qne sanase de sus heridas. Considerando Abderahman que
ka wáOcñ de África por orden de los califas de Oriente no cesarían de
, <Mrdenó que su hagib Teman ben Amor ben Alcama , pa-
* a* «ato AMalOMlie beo Oíaar, esto es hijo de Ornar, qae los eristianos de su tiempo llama-
nm Qmmi» IIím, renlté en tai erMoaa de «qqell« edad el rey Harailius de ZcragoM que
U híiloria I romancea do Carlomagoo.
too HISTORIA DE LA. DOMINAGIO!^
Mudo kjM ciudades de Tortosa y Tarragona , mandase consiruir naves
para guardar las marinas de España , y mandó que se labrasen en ata-
razanas que estableció en Santa María de Oksonoba en Sevilla , ca
Cartagena Albalfe , ó Espartaría , puerto antiguo de Murcia, y en Tor-
tosa , y que huMera siempre algimas en Tarragona , Almería , Almu-
necáb , Algedra AlhadrA, Cadisy Welba : dando el cargo de anur del
mar á este caudillo por sus conocimientos y actividad , y la experiencia
que tenia por sus muchos años de gobiernos en Wesca, y en Taraiona
de España oriental , y en Toledo.
CAPITULO XX.
M levantamieDlo d« Basein «I Abdiri en ZtragoM, j de U edactcion de \w hijof
de AMenhaMii.
En Zaragoza este año 156 (772) Husein el Abdari, que había sido
irali y estaba retirado , cansado de vivir tranquilo, y descontento de sa
fuerte , persuadía con discursos sediciosos á muchos ignorantes , que no
debían cwtríbuir al rey con la dédma de rentas , frutos y ganados ,
puesto que lo empleaba en hacer guerra contra muslimes, y en man-
tener sus pretensiones de mando contra los califas de Oriente , verda-
deros señores de España. £1 wazír de Zaragoza con mucho secreto
avisó á los walies de Wesca y 1\idela y otros alcaides de la iMX>vincia
para que concurriesen á Zaragoza con gente de su confianza , porque
recelaba de los de la ciudad por el crédito y estimación popular que te-
nia el sedicioso. Concurrieron los walies, y fué preso y descabezado
Husein el Abdari : participaron este acaeciiíniento al rey, que lo tuvo
por bien bedio , y dio gracias á sus walies por su celo y buen servicio.
Ta en este tiempo se distinguía el principe Hixém por su gentileza y
buen ingenio, era las delicias de su padre por su afabilidad y virtuosas
inclinaciones, habíale puesto el rey su padre los maestros mas doctos
de su tiempo ; y á fin de que se acostumbrase á la práctica de justicia y
de equidad, mandó el rey que Hixém y su hermano mayor Suleiman
asbtiesen á la audiencia de los cadies de la Aljama, y al méxuar ó con-
aejo de estado. Celebraban estos principes los dias del nacimiento de su
padre , y daban en ellos convites muy espléndidos á los hombres doctos
y á los que concurrían á las academias que celebraban con esta ocasión,
y premiaban ellos los mejores elogios que se hacían al rey, y ellos
mismos hadan versos y discursos elegantes , y los leían en estas acade-
mias. En el año 158 (774) falleció en Córdoba Moavia ben Saldii de la
aldea Naquíla de Hemesa, cadi mayor de las aljamas de España, hom-
bre sabio y muy amado dd rey Abderahman : acompañó al rey gran
parte de su vida , y en todos estados , asi en los tiempos de sus desgra-
cias, como en la prosperidad de su fortuna : su féretro fué seguido y
acompañado de toda la ciudad , y hizo oración por él d misno Abde-
rahman. Nombró el rey para este empleo de cadi de los cadies, 6 jus-
DE LOS ÁRABES EN ESPAÍIa, |0t
ticB mjor, á Hasan ben Bezar el Hudeili , Taron muy docto y tóh
tB060, y para gobernador del juzgado de GórdoiMí á Sirag ben Abdala
ben Staag, que era su ahorrado y familiar.
Gomo Imbiesea prevalecido los cristianos de Afrane en tierra y
comarcas de Narbona, después de la pérdida de aquélla ciudad, aprove-
dando la ocasión de las continuas guerras que traía d rey Abderah*
mu con los rebeldes, tomaron ánimo , y con grandes huestes mitraron
en tierras de España talando y estragando los campos, incendiando
los piid>lo8 y cautivando las gentes : llegaron con sus algaras hasta
Zaragoza; pero los iralies de Wesca, de Lérida y de las otras btrnte-
ras fueron contra ellos , y los vencieron y obligaron á pasar los mon-
tes, y tuvieron que dejar la presa y despojos por la vuelta ^ : el des-
mido de los iralies de la frontera fué causa de estas calamidades. Fué
esta entrada de los cristianos de Afrane año 162 (778). Escribieron es-
tas nuevas al rey Abderahman los walies de Wesca y de Zaragoza , y
el rey les mandó que persiguiesen é los cristianos de los montes y loa
pusiesen en obediencia con enf radas fontiuuas- en sus valles; pero esta
goma era obstinada y sin importancia , fatigándose los muslimes fron-
teros en seguir en los montes ásperos y enriscados hombres bravos,
cubierlos de pieles de osos , y armados de chuzos y guadañas, sin tener
otra cosa que las armas con que se dcfendian.
Entre tanto el rey Abderahman atcndia al gobierno de España »
7 envió á su hijo mayor Suleiman, que habia nacido en Siria, á To-
ledo, para que gobernando una ciudad y provincia tan principal pu-
siese en práctica las sabias doctrinas que habia estudiado, y para segu-
ridad y acierto en sus resoluciones le dio por wazir y consejero á
Muza ben Hodeira , hombre político y de su confianza : á su hijo se-
gando Abdala encargó el gobierno de Mérida con la mi^ma idea , y le
dk) por wazir y consejero á Abdelgafir ben Hasan ben Mclic , hijo del
▼azir Hasan Gehvara, que se habia criado con el rey Abdierahman
desde niño , y le amaba como á un hermano : con estos ministros envió
Abderalunan á sus hijos. Solia recrearse el reyAbderahmuí en la caza
de aves , y tenia muy preciosos halcones para esta diversión ; y de su
mudm atficion á esto se cuenta que en una de sus expediciones de guerra
caninando en el centro de su hueste , como viese una banda de grullas
abatirse á un valle no distante , salió de su escuadrón y fue con sus
halconeros á cazarlas , cosa que dio ocasión á que algunos ingenios
de su corte , que iban allí , hiciesen agudos y elegantes versos : asi
por esta afick>n á la caza de aves , como por sus guerras de montaña,
finé llamado el Sacre Coraixi. En el año 154, en la luna de Dylhagia,
apareció de repente el sol poco después de salir tan demudado y sin
residaiidor, que causaba horror su vista, y duró en su espantosa
oscuridad hasta medio dia , sin que hubiese eclipse , nieblas ni polvo^
> Dejarla preM por UtimIU es un proTeri>io Arabo que dieen oaando en sut alKans 4
fwvfíMief 9 por likracM de los que los pertiguefi , abandonan las presas que babian liHbo i ,
nu r«é la famosa batalla da Roncesvalles.
102 HISTORIA DE LA DOMINACIÓN
CAPITULO XXI.
De la fuga del hijo de imaí de la prisión de Córdoba.
Mnhamad Abulaswad , hijo de Jusuf el Fehri , estaba preso en una
torre del muro de Córdoba muchos años habia : los primeros años de
su prisión fueron muy rigorosos ; pero como todo cede al tiempo, tam-
bién la dureza de sus guafrdas y carceleros. Al cabo de algunos años,
compadecidos de su triste suerte , les pareció que ningún riesgo habia
en que gozase de la luz del sol ; pero el astuto Muhamad en aquel punió
se fingió ciego , y con tanta propiedad hacia del ciego y lo parecia , qae
de todos fué tenido por verdadero ciego, y asi le Uamaban. Asi pasó
gran tiAnpo , y en esta seguridad confiados sus guardias solían dejarle
salir de su encierro á unas salas bajas de la torre , en especial en la es-
tación calorosa del rcrano ^ y aun le' permitían pasar en ellas la noche,
para que gozara de la frescura, y le concedían bajar á los algibes por
agua para lavarse. El fingido ciego vio la oportunidad que deseaba , y la
fácil salida que ofrecían unas ventanas bajas que daban luz á ks esca-
leras de los algibes. Solían visitarle en este tiempo] algunos parciales
secretos de su padre , y con ellos comunicó sus pensamientos, y ellos
le animaron á ponerlos por obra ofreciéndole su ayuda para dio. Una
tarde del verano , en que todos estaban bañándose en Guadalquivir, y
hasta los siervos de la prisión estaban fuera á Sus negocios, y confiados
en la gota serena de Muhamad le habían dejado solo en las salas bajas,
donde solía pasar el dia , no quiso perder la ocasión que tan favorable
le abría sus puertas ; y asi con mucha presteza se desprendió por las
ventanas bajas de la escalera de los algibes, y pasó el rio á nado, y á
la otra parte en las alamedas , á corta distancia de la orilla , tomó ves-
tido y caballo que le estaba prevenido , y caminó toda la noche y al dia
siguiente por caminos extraviados ; y asi desconocido llegó á Toledo,
se hospedó en casas de amigos, le proveyeron de lo necesario, y lo en-
caminaron con mucha seguridad á las sierras de Jaén al abrigo de los
bandidos y rebeldes que allí estaban. Temerosos los guardas de la pena
que merecía su descuido , tuvieron harto tiempo oculta su falta , y en
secreto esta novedad -, pero al cabo fué forzoso dar parte al rey de la
fuga del ciego Muhamad Abuslaswad : pesó mucho al rey de aquel des-
cuido , y dijo : Todo es obra de la sabíduria eterna , que nos enseña coo
este acaecimiento que nunca se hace bien á los malos sin hacer al mis-
mo tiempo mal á los buenos. To recelo que la fuga de este ciego nos
ha de causar no poca inquietud y efusión de sangre. Luego mandó el
rey avisar á los gobernadores y alcaide^ de Elbira y de Segura, y tierra
de Jaén, para que enviasen descubridores á sus comarcas y montes de
ellas, y persiguiesen á los bandidos que aOi andaban. En este tiempo
falleció Habib ben Abdelmelic el Meruán , que fué vrdi de Toledo :
fué de los mas privados del rey, que acompañó su féretro con sus seis
hijos ; y como viese á su hijo Hixém sentado y muy alDiigido , que no se
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. ÍO^Í
ierantaba para acompañarle , le dijo : No está bien , Abulwalid , tanto
abatimiento j pena : levántate y acompafia el entierro del mejor de tu
casa.
CAPITULO XXII. .
De la gaerra contra Aliulaswad, sus aventvaa y maerte.
Ne pasó mucho tiempo en manifestarse el ftiego de la rebelión en las
aems de Cazorla y de Segura : los bandidos sediciosos y descontentos
de todas las provincias tomaron por su caudillo á Muhamad Elaswad,
lolTieron á desplegarse las banderas de los Pehries , y se juntaron
mas de seis milhombres aguerridos y bien armados. Luego fué avisado
(i rej Abderahman de esta novedad , y sin perder tiempo tan pre-
ám en estas ocasiones partió con la cabaUeria de Córdoba , avi-
sando al wali de Tadmir y al de Jaén , para que acudiesen con sus
pates i deshacer estas taifas de rebeldes. Luego que entendieron la
rnida de Abderahman procuraron evitar su encuentro, esperando de
la en dia acrecentar su hueste con las que recogía Casim ben Jusuf el
Fehri en las serranías de Ronda , y eu Somontan y montes de Jaén el
kmdido Hafila y otros de sus caudillos. Yencióles en diferentes batallas
i^ poca importancia , sin lograr traerlos á campo abierto ni empeñar-
los <n) acción general de toda su gente. Alargábase tanto tiempo esta
PKira de montaña , que fué forzoso suspenderla muchas veces y vól-
ter áella en estaciones convenientes. Por otra parte los rebeldes pade-
tían menos que la caballería y gente de Abderahman : acompañaban en
db al rey los caballeros de I^orca , Elbira y Jaén ; pero la aspereza de
sfiellas sierras donde se retiraban era tanta, que ni aun la gente de
é pié podía seguirlos en sus guájaras y fragosidades. Cansado el rey
Abderahman de las molestias de esta lenta\uerra dio orden á su$ wa-
|ks para pasar de un cabo á otro las montañas , y obligar á los rebelde
á sdir de ellas : allegaron sus gentes con gran ballestería , y de dife-
nifltes pantos penetraron en aquellos montes. Huyeron entonces los
^^^'Mdesá los montes deCastulona, y en esta ciudad aconsejaron algunos
á Muhamad Abalas wad que se fuese ala merced del rey Abderahman, y
^ pidiese perdón y escusase su fuga , que Abderahman era de corazón
'oíigao, y le recibiría; pero Abulaswad les respondió, que era tal
^ desTcntura , que aunque quisiera no tenia libertad para solicitar
^cia , ni podía dejar de seguir por donde aquella su gente le llevaba :
<pw bien conocía el término que había de tener tan desastrada guerra f
P^ que ya no estaba en su mano sino hacer lo que insinuaba el último
*^Uaán de sus taifas. Con todo eso le aconsejaron que aunque viniese á
^talla , lo que no podría evitar, que huyese y se salvase , y estuviese
fWto que el rey Abderahman le recibiría con benignidad y le trataría
^. Pocos días después se dio la batalla , que fué muy sangrienta , y
^ T^T Abderahman los venció , y huyó Muhamad Abulaswad con mu-
^^ cabañeros : toda su gente de á pié fue muerta , que pocos se Itbra-
104 HISTORIA BE LA DOMINACIÓN
ron de la espada; y cuenta Razi que estavictoria ftié dia 4 de Rcbie
primera del año 168 (784), que fué dos días después de la conver-
sacion y propuestas que le hicieron algunos de sus amigos , aunque
al mismo tiempo 6eles al rey Abderahman ; y dice que perdió Abalas-
irad en esta batalla cuatro mil hombres , los mas esforzados de sa
gente, sin muchos otros que se ahogaron en Wadialahmar al pasar
huyendo de la caballería de Abderahman ; que Abulaswad entró en
Gastulona , y luego salió de aquella ciudad , y siguió huyendo con sos
caballeros hasta tierra de Algarbe.
Después de esta batalla se vino el rey ¿ Córdoba, y fué recibido con
demostraciones de mucha alegría : luego pasó á Mérida para disponer y
seguir la comenzada guerra. Los alcaides de Beja , Badalyox y Cantan
Alseif se ofrecieron á continuarla y dejar al rebelde sin un hombre :
el rey Abderahman dio licencia para que se ocupasen en esta guerra al
de Badalyox y Cantara Alseif, y agradeció al de Beja su buena Tolun-
tad, y le mandó volverse á su alcaidía. Los caudillos rebeldes se hablan
dispersado después de la batalla de Castulona , cuales á una parte ,
cuales á otra , culpándose unos á otros del mal suceso de aqud dia. Ha-
fila con muy pocos bandidos huyó á los montes de Segura : Mohamad
Abulaswad el Fehrí con alguna caballería á tierra de Algarbe : perse-
guido por los alcaides de Badalyox y Cantara Alseif fué derrotado en
muchas escaramuzas , y como le faltó la fiMrtuna le abandonaron tam-
bién los hombres y los pocos parciales que le quedaban. Quedó al fin
solo y sin un siervo , que él mismo huia de su gente : solo y disfrazado
entró en Cauria , y allí estuvo oculto algún tiempo .* de allí se retiró
pobre y desconocido, y se escondió en los bosques espesos , y allí pasó
en la soledad como hambriento lobo , acordándose como de un tiempo
venturoso de cuando estaba en la oscuridad de su prisión. Los trabajos
de su miserable vida le habian desfigurado tanto , que pudo pasar igno-
rado y seguro en Alarcon fpueblo y fortaleza de Toledo, y alli murió
un año después.
CAPITULO XXIIL
Del viaje de AMerahiuii A Lusiunie y Oalieie.
En este tiempo acabada la guerra en esta provincia pasó el rey Ab-
derahman á visitar las ciudades de Santarin , Alisbona, Portocale , Go-
limría y Baraca, y otras de Lusitania en Algarbe de España, y en todas
mandó construir aljamas y mezquitas comupps , y para esto destinó una
parte de las rentas que en ellas le correspondían, dejando en todas darás
señales de su beneficencia -. pasó algún tiempo en las ciudades de la
parte boreal de España , y por Astorga , Zamora y Avila vinoá Toledo,
donde fué recibido de su hijo Abdala y de toda la ciudad con grandes de-
mostraciones de alegría. Habiendo sabido que en tierras de Tadmir an-
daban algunos rebeldes, acaudillados por Casim , hijo menor de Jnsuf
el Fehr i , y por Hafila que había , allegado los bandidos de toda la
DÉ LOS ÁRABES EN ESPAftA. IOS
, faé á tierra de Tadmir para acabar esta guerra : asa ttegada ¿
ÍK sierras de Alcaraz tavo nueva de la derrota de los rebeldes por los
walies de Tadmir , y que Abdala bijo de Abdelmelic ben Ornar el Me-
riián había logrado prender al caudillo Casim ben Jusuf el Fehri , y le
(enia á boen recaudo ; y visitó el rey el fuerte de Secura, que es como
una ciudad edificada sobre la cumbre de un monte grande, que hace
iMccesible la fortaleza, y salen de su falda dos rios; el uno de dios es el
de Córdoba , llamado Guadalquivir , y el otro es Guadalabiad , que pasa
por Murcia : el que vapor Córdoba sale de este monte de una junta de
aguas, que como una laguna clara hay en el corazón del monté , y des-
ciende ¿ la raíz de él, y sale del sitio profundo déla montaña , y va cor^
riendo al occidente á mcrnte Nágida , a Gadira y cerca de Medina Ubeda,
j alas llanuras de Medina Bayesa, á Alcozir , ¿ Hisn Aldujar , á Can-
Unra Extesan y á Córdoba : el Guadalabiad sale tand)ien de la raiz del
BDDte , de la fuente de Mediodia á Hosain Alfered , á Hisn Muía , ¿
Mnrda y á Aunóla, á Almodwar y al mar. Se dirigió desde alli Ab*
dendunaa á Denia , y estando alli le llevaron la cabeza del sin ventura
Hafila, que tantas veces habia salido bien de peligrosos trances de ba-
tallas sangrientas : nadie puede evitar el tiro de la saeta de su destino.
Tino después el rey Abderahman á Lorca y á Murcia , y se detuvo en
estas ciudades algún tiempo, y acompañado del wali Abdala ben Ab-
dehndic tomó á Córdoba en el año de 170. A pocos dias después
de su venida á Córdoba le presentaron el bijo de Jusuf el Fehri enca-
denado , y considerando Abderahman la inconstancia de la fortuna
de los hombres, se compadeció del triste Casim, imploró estesuclc^
neada besando la tierra á sus pies ; y Abderahman , quede su natural
condicioo era muy generoso y compasivo, luego le perdonó y mandó
quitar sos fierros , y Casim vivió siempre en obediencia del rey , que le
honró y dio posesiones en tierra de Sevilla para que mantuviese su casa
eonf(»Tneá su estado y condición correspondil.
CAPITULO XXIV.
ar lacontlniecioii d6 U meiqaiU mayor de Córdoba : Jora solemne de Hixém, y muerte
de Abderahman.
Cmiiplidos los deseos de paz que siempre tenia el rey Abderahman ,
Kdaló el primer año de ella , que fué el 170 (786} , mandando edificar
en Córdoba y cerca de su alcázar la grande aljama y mezquita mayor :
dicen que d mismo rey trazó el plan de la obra ; que se propuso que
fiíese semejante ¿ la de Damasco, y mas grande y superior en su mag-
nificencia y suntuosidad á la nueva de Bagdad , y que fuese comparable
i la de AlalísA * en la Casa Santa de Jerusalcn : puso en ella muchas y
1 Veneran loa muilimes dos templos 6 casas santas , el de la Caaba de Mecca , y el de Jenn-
lalcfl , que es el <|ue llaman Alaksa ó remoto, por mas distante de sa Arabia : el que veneran
«nlcrasiáea eeel de la Reavrecden , que también llaman eldeAsabara, d de la pella órooh
106 HISTORIA DÉ LA DOXINACIOH
muy prectosas oatntnnas de mármol : su entrada por diez j nueyeptiertas
may espaciosas para ir ¿ su alquibla por diez y nueve calles de columnas
de mármoles direrentes marayillosamcnte labradas , y atravesadas estas
de treinta y ocho calles de oriente á poniente , y en sus costados á cada
p^rie nticve puertas : dice Abeti Hayan que la altura de su alminar ó
torre era de cuarenta brazas poco mas 6 menos : aunque puso en esta
obra gran diligencia y trabajaba en ella él mismo una hora cada dia , y
gastó en la obra mas de cien mil doblas de oro, no quiso Dios que viese
acabado este ediflcio ; pero dotó las tnadrisas ó enseñanzas que había de
haber en ella y sus hospitales , cual convenia á la magnificencia de la
aljama.
En este tiempo se enseñaba en España según la secta y declaraciones
del ' Auzei , enseñanza que habia introducido y practicaba en Córdoba
el andaluz Saxato ben Salcma , que fué discípulo del Auzei en Oriente,
y solian llamar á este sabio el Damasquino; y por eso algunos le tenian
por natural de Damasco : no dejó de enseñar en Córdoba hasta que fa-
lleció en tiempo del rey Hixém, año 180, y algunos dicen que vivió
doce años mas. En pa^o de sus señalados servicios habia ofrecido el rey
Abderahman al caudiUo Abdaia, liijo de Abdelmeliccl Meruán, darle
por muger su nieta Cathira, hija de Hixém ; y como Abdala recordase
firecucn temen te al rey el cumplimiento de su promesa , el rey se la dio
y hubo en Córdoba con este motivo grandes alegrías. Al Dn del año
170 congregó el rey Abderahman en Córdoba á los vralics de las seis
capitanías de España Toledo, Mérida, Zaragoza, Valencia, Granada
y Murcia, y doce gobernadores de las ciudades principales, y los
veinte y cuatro wazires de éstos, y cuando los tuvo congregados en '
su alcázar en presencia de su hagib , del cadi de los cadies , de sus al-
catibes secretarios y consejeros de estado , declaró á su hijo Hixém por
BU vrali alálidi , ó futury sucesor del reino. Todos los waUes y wazires
presentes hicieron su juramento de fidelidad y obediencia , como fieles
y leales á su señor el rey Abderahman durante su vida , y para después
de sus dias á su hijo Hixém , declarado sucesor de su imperio ; y todos
por su orden tomaron la mano del principe Hixém. Hizo el rey Abderab-
man esta preferencia de Hixém para sucedcrlc en el reino, aunque de
menos edad que sus hermanos Suleiman y Abdala , porque bahía ma-
nifestado siempre mucha bondad, afabilidad , prudencia y rectitud. Al-
gunos dicen, que la sultana Howara, madrv de Hixém, tenia ganado
el corazón de Abderahman , que él no tenia mas voluntad que la suya , y
que ella persuadió al rey esta preferencia. Suleimany Abdala, que
habían concurrido á la jura de su hermano, disimularon su resenti-
miento y no se dieron por agraviados por respeto á su padre el rey , ni
dtu*ante sus dias manifestaron queja ni descontento. Luego que despidió
el rey á sus vralíes , y partieron á sus provincias al principio del ano
171 (778) , se fue á Álérida, quedando en Gírdoba Abdala su hijo , que
1 La secla ó escaeladel Auzei precedió en España á la de Malic ben Anas, que siguieron
después : hay enire los niusolmanes cuatro sectas aprobadas, la de If alie, la de Saliei» la de
Hanbal y la de tíantfa.
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 107
Hiidm ae(miiNiñ& al rey su padre , el cual á pocos meses adoleció y de
» eDformedad faUeció , pasando á] la misericordia de Dios dia ^ 2d
dehhna de Rebie segunda del año 171 , á los cincuenta y nueve
Idos, dos meses y cuatro dias de su edad. Asi dejó los palacios de este
Bando perecedero y y pasó á las moradas eternas de la otra vida
Fué enterrado con gran pompa, siguiendo su féretro toda la gente
k h ciudad y de los lugares de la comarca , que acompañaron su
cotierro, y le honraron con sus lágrimas : hizo oración por él su hijo
Hixém en dia martes , seis dias por andar de la luna de Rebie segunda.
En este mismo año de la muerte de Abderahman entró en África
Edrís hen Abdala , de la descendencia de Aly ben Ab| Talcb, y después
deTag[ar errante entreoíos africanos, ayudado de la tribu Aruba y
otras berberíes, se apoderó de Almagréb contra los califas de Oriente,
7 djó principio al poderoso estado del reino de Fez.
Tuto el rey Abderahman su zeka ó casa de moneda en Córdoba , y
00 hizo novedad en la forma y ley de ella , acuñándola en todo seme-
jinteála que labraban en Siria los califas sus antepasados, sin dife-
rida en la inscripción de ella , sino en la expresión del lugar y año.
Por un lado se leia : No es Dios sino Alá, único y sin compañero : en su
orla decia: En nombre de Alá se acuñó este diñar ó adírham en Anda-
I», año tal. Por el otro lado se leia: Dios es uno, Dios es eterno; no
es hijo ni padre, ni tiene semejante : en su orla decia .- Mahomad en-
tiado de Alá , que lo envió con la dirección y ley verdadera para
ostentaiia sobre toda ley á pesar de los ínfleles.
CAPITULO XXV.
Del rey Hix6m» y «Iteradonet de sos liennaiios.
Después que el rey Abderahman ben Moavia fué enterrado, su hijo
el rey Híxém, acabadas las ceremonias y honras funerales, fué solem-
Kmeote adamado rey, paseó las calles de la ciudad de Mérida oon gran
<^h> de caballería , y se hizo por él la chotba ú (vacion pública en
Ittfas las aljamas y mezquitas principales de España ', y en todas partes
^ repitió por el pueblo : Que Dios ensalce y guarde á nuestro rey
Hilera, hijo de Abderahman. Tenia Hixém treinta añoa de edad, em
ti magestaoaa presencia , de condición apacible , muy religioso y exacto
ni la obaervancia de la ley, de mucha integridad y amcNr á la justicia c
pw oslo fué llamado Aladil , ó el justo , y por su bondad el Radhi , d
t^^ngno. Sus dos hermanos Abdala y Suleiman no disimularon su re*
Katimienlo y encono por la prcferonoia y sucesión de Hixémen d trono
^ Diee Alaber que falleeió dU niArteg , Mis dias por andar de Rebie segunda.
* U cboÚM ú oración pública por el rey es uno de los primeros derechos de la soberaniA
"«^ los Mastimes : debe hacerse en las mezquitas principales, todas las fiestas , por el ehatib
•(«Mirador de ollw 2 se hace desde el raiubar ó pálpMoi y «ata oración coalieno alalwiai á
f*« . bndiciones al ioabi ff ahornad, 7 súplicas por la vida 7 prosperidad del rey.
108 HISTORIA DE LA DOMmACIOH
de su padre. Se propasieron gobernar con absoluta independencia sns
proyincias , y dieron y quitaron gobiernos y alcaidías en ellas, sin con-
sultar ni avisar al rey su hermano. Abdala, que estaba entonces en Cór-
doba , dejó su casa particular, y se pasó al alcázar , en la luna Giumada
primera del año t71 (787) ; esperaba que los irazires y principales ca-
balleros de la dudad le diesen la enhorabuena, pero ninguno fué á
visitarle sino á su propia casa. Desengañado con esto de la disposición
de los ánimos y voluntad de los de Córdoba , por no venh* á súbito y
maniflesto rompimiento escribió á Hixém que le diese licencia para irse
á Mérida , y que no atormentase mas tiempo con su ausencia á sus leales
cordobeses , que deseaban con ansia su venida.
Luego vino el rey Hixém á Córdoba , y fué recibido con grandes de-
mostraciones de alegría : recibió Abdala á su' hermano d rey con los
caballeros de la ciudad , y le volvió á pedir licencia para ir á su pro-
vincia. Dijole el rey Hixém , que todavía quisiese permanecer algunos
dias en su compañía, y Abdala respondió : Que te plazca , o amir, que
yo parta , que no me siento bueno en esta ciudad. Dióle Hixém su
licencia , y en aquel mismo dia salió de Córdoba. Dio d rey el sdlo real
y cargo de hagib al wali Abu Omeya Abdelgafir ben Abda el Gehwara,
que habia sido gobernador de Sevilla.
Cuando supo Suleiman que su hermano Abdala estaba en Mérida , le
escribió que fuese á Toledo para tratar sus negocios, y acordar entre
ambos lo que les con venia Luego pasó Abdala á Toledo sin pedir li-
cencia ni avisar al rey con algún pretexto ú causa. £1 wazir de Mérida,
hombre de acendrada lealtad, comunicó al rey la partida de Abdala ¿
Toledo, llamado de su hermano. Pesóle mucho de esto, pero no lo
manifestó, y respondió al wazir dándole gracias por su aviso, ydi-
ciéndole que ya lo sabia. Los dos hermanos se convinieron en gobernar
sus provincias como señores de ellas , con independencia de su hermano
el rey de Córdoba , y defender de mancomún su soberania. Uabian Sa-
mado á su consejo id wazir de Toledo GaUb ben Tanam el Tzakífi, y
como leal á su rey y hombre prudente se opuso á sus intentos , y les
afeó su determinación. Suleiman ofendido de sus razones lo mandó
poner en prisión cargado de cadenas. Luego fueron sabidas del rey
Hixém las cottfercncias de sus hermanos y la prisión del wazir, y
sospechó gran mal : escribió á Suleiman que habia sabido la prisión dd
honrado wazir GaUb , y no era justo que él ignorase la ocasión que hu-
biese habido para tal procedimiento , interesándole tanto la suerte de
sns buenos y leales servidcnres , que esperaba ser informado de todo sin
dilación. Cuando Suleiman recibió esta carta sé llenó de saña , y en d
furor de ella , en presencia del enviado de su hermano , mandó sacar
de la prisión á Galib y que lo clavasen en un palo ; y dijo al mensagero :
Di á tu señor que nos deje mandar en nuestras pequeñas provincias,
que esta libertad no es gran recompensa del agravio que se nos hace ,
y cuéntale también lo que ha valido aquí su intempestiva soberanía.
Llenó de justo enojo y de indignación al rey Hixém la desobediencia
y atrevimiento de sus hermanos, y luego escribió á todos b» waliei y
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 109
liGttdes que latiesen por enemigos dd estado á sus dos hermanos y k
oíaotos UeTasensa yoz, que defendiesen de ellos sus ciudades y forta-
leas, y no los amparasen ai sus provincias, que su desobediencia ya
ora páUica. Mandó allegar su cabíallería y gente de guerra , y con una
hoeste de veinte mil hombres partió contra Toledo. Este movimiento
de tropas no fué ignorado de Suleimau , recorrió su provincia y cpmar-
as y allegó quince mfl hombres , y dejando encargado la defensa de
Tdedo á su hermano Abdala y á su propio hijo , saUó al encuentro de
hs tropas de Andalucía.
Al misaio tiempo Said ben Husein, vali de Tor tosa , se resistió á recibir
ea aquella ciudad al nuevo valí que habia nomfirado el rey para suce-
dcrie en su gobierno ; y mandó el rey Hixém que el wali de Yalenda
ioese sin dilación á castigar al rebelde. Luego juntó la caballería de la
dudad y la de Murbiter y Nules ; antes de llegar á Tortosa salió contra
füos Said ben Husein , y trabaron una escaramuza muy sangrienta : los
de Yalenda pusieron en fuga á los de Said , y empeñados en su alcance
ks caballeros de Valencia, cayeron en una emboscada quQ les. tenia
|NMsta : pelearon en ella con mucho valor^ y la matanza fué grande de
mhas partes , pero habiendo herido^e muerte al wali de Valencia Muza
ben Hodeira el Keisi , sus caballeros hubieron de ceder el campó á los re-
beldes : fué esta pelea y muerte del wali de Valencia al principio del ano
17á (788). Luego fué avisado el rey Híxém de este desmán , y porque
cslo no añadiese nuevo ánimo y osadía á los rebeldes , encargó ¿ los wa-
líes de Granada y Murcia que enviasen sus gentes á Valencia , y unidos
isa nuevo gobernador AbuOtman escarmentasen ¿ los rebeldes.
CAPITULO XXVI.
De la baUüla d« Bolche , y aUanamiento de los príncipei.
Entre tanto caminaba el ejército del rey á castigar los desafueros y
dcMbediencia de Suleimau que abiertamente levantaba los pueblos , y
allegaba gentes para mantener su independencia y la de su hermano
Abdala. i^contráronse ambas huestes cerca de Hisn Bulche , y como si
foeran enemigos de ley, lengua y costumbres diferentes, se mezclaron
ensangrienta batalla , que se mantuvo igual buena parte del día t á la
caída dd sol los de Suleimau cedieron el campo , y la venida de la
noche impidió su completa derrota. A favor de la oscuridad se retiró
dd campo de.batalla y se aseguró en los montes. £1 ejército vencedor
ftipiió hasta Toledo y la cercó , defendiéndola Abdala con inteligencia y
falor, y la fortaleza de^u enriscada posición. Suleimau descendió de
bs sierras reunidas sus gentes , y corrió las campiñas de Córdoba, y
«capó la fortaleza de Sefenda. Luego vino contra el Abdala ben Abdel-
OKUclel Meruán, que salió desde Córdoba y peleó con él y le venció y
cdió de Sefenda, obligándole ¿ tornar á la sierra , y ampararse en ella.
Aeide Petroxis y Maltamisa envió Suleimau á solicitar al wazír de
tío HISTORU PE LA DOVlIfAClON
Mérida y á IO0 principales candiUos de su comarca { pero faeron vanas
sus esperanzas , pues en lugar de ayudarle tomaron armas para venir
contra él : perseguido de los campeadores de Abdala el Meruán se retiró
por las sierras hacia tierra de Tadmir : fué la batalla de Hisn Bulche
aSo 173 (789).
Viendo Abdala que su hermano Sulciman no acababa de llegar á To-
ledo 9 -que las provisiones de la ciudad se apuraban , y con ellas las
fuerzas y voluntad de los defensores ; sabiendo que su hermano d rey
Hixém , después de dos meses y medio que había estado en su campo
delante de Toledo, había ido á Córdoba, acordó con susobrinqquc
mantuviese la defei^a 4c la ciudad en tanto que él volviese, que seria
muy en breve, ó con tropas para forzar á sus enemigos á levantar el
sitio, ó con las avenencias mas favorables para entregar la ciudad y
ponerse en paz y buena inteligencia con el rey, pues no era ya posible
continuar cercados y faltos de todas las cosas necesarias. Luego salió un
wazir de Abdala que propuso de su parte á los vralies del ejército que
diesen seguro paso y compañía á los mensageros de la ciudad que pasa-
ban á ofrecer al rey donde estuviese sus propuestas de avenencia. I^ego
fué otorgado el paso , y el mismo Abdala salió con su wazir ; pero des-
conocido y ungiendo ser otro , diéronles dos caballeros que ñiesen coa
ellos á Córdoba, y en llegando al alcázar su mismo wazir se adelantó y
anunció al rey Hixém la venida de su hermano. Recibióle el rey Hixém
con los brazos abiertos , sin estar en su mano hacer otra cosa : concer-
taron la entrega de Toledo y olvido de todo lo pasado , y que esto se
entendía también con Suleiman , si se viniese ala merced del rey sabida
esta avenencia. Partió el rey His:ém y su hermano Abdala con la caba-
llería de guardia de zenctes y andaluces , y antes de llegar al campo se
adelantó Abdala y su wazir, y entraron á disponer la entrega, que se
hizo con general alegría. Subió el rey Hixém al alcázar acompañado de
su hermano y de su sobrino , y de los principales caballeros de su ej^-
cito , y fué este dia de su entrada en Toledo un dia de gran fiesta.
Concedió el rey Hixém á su hermano Abdala el morar en una real casa
en cercanías de Toledo en un ameno sitio. Luego llegó á Suleiman la
nueva de la entrega de su cradad, y tuvo gran pesar de este acaeci-
miento ; pero no decayó todavía su ánimo , y esperaba hallar en la per-
fidia de algunos sediciosos y descontentos apoyo para sus vanas preten-
siones, ó á lo monos auxilios y recursos para proseguir inquietando á
su hermano en la posesión del trono , y perturbar la paz de sus pueblos.
Sabiendo el rey que su hermano Suleiman andaba en tierras de Tad-
mir levantando los pueblos y allegando gentes para venir contra él ,
dio orden á sus walies de aprestar las gentes y partir á buscarlo. £^-'
cargó la vanguardia de su ejército á su hijo Alhakem , que por pri-
mera vez se ensayaba en el acaudillamiento de algunas tropas : iban á
su lado caudillos de experiencia : partió la vanguardia, y en ella lo
mas florido de la caballería de España, y un dia después se puso en
marcha todo el ejército : en los campos de Lorca estaba la gente de Su-
leiman , y el principe Alhakem , sin esperar á que llegara su padre con
iob la hueste , acometió á estas tropas coa tal determinacioD y de-
nuedo, qoe á pesar del número y de su vigorosa resistencia los rompió
j puso en desordenada fuga , quedando muchos tendidos en el campo
para agradable pasto de aves y Ceras. Cuando Uegóel ejército de Hix¿xi
ja DO babia enemigos con quien pelear. Elogió el rey á su hijo Alha-
km y á sos esforzados caballeros ; pero le advirtió que si bien conve*
nía mudio el ardimiento y valor en la guerra , pero no menos la pru-
dencia y reflexión : que no deben aventurarse los sucesos cuapdo ^ia
innerídad ni precipitación puede. ser mas cierto y mas completo el
trimifo. Que muchas veces por imprudente confianza y necia presun-
(ioñ de sus propias fuerzas , y por no dar parte en la gloria de sus ima-
ginados triunfos á otro compañero , muchos caudillos perdieron hatallas
noT importantes , que causaron la ruina de algunos estados , y ¿ sus
Bcmbres perdurable infamia.
So estaba Suleiman en su hueste el dia de la batalla , y cuando loa
fogitiros restos de su gente llegaron donde estaha y le re&rieron el si|-
f)'^ desgraciado del dia^ quedó pensativo, y sin decir otra palabra que %
Mal haya mi fortuna ¡ partió con algunos caballeros hacia Valencia sin
camino ni dirección cierta. Llegó cerca de Denia, y perseguido alli de
los campeadores de su hermano, viendo el empeño con (jue sus enemi-
f« le segoian, y que sus gentes le iban dejando , se entró en Gezira
Xocar, lugar fuerte y rodeado del rio, y desde olli escribió ásu ber*
Duno rogándole quisiese olvidar lo pasado y recibirle en su gracia con
bs mismas condiciones que ^ su hermano Abdala , ó como le pareciese.
Holgó mucho el rey Hixém de este allanamiento , y habido su consejo
criQ sus wazires y walies le recibió en su gracia ^ pero le propuso que
para su seguridad podia establecerse en Tanja ó en otra ciudad que él
quisiese de las de Almagréb , que concertarian la venta de las posesio-
nes sayas en España , para que pudiese adquirir otras en Berbería. A
t*xlo se allanó Snkiman, y cpncluyeron su avenencia año 174 (790).
Oifotan que recibió del rey Hixem por sus posesiones sesenta mil mit-
c^k's ó pesantes de oro, y se fué á morar á Tanja. En este mismo año
rl wali Abu Olman venció al rebelde Said ben Husein , que murió en la
batalla , y envió su cabeza á Córdoba con la nueva dQ la victoria, y la
mandó el rey poner en un garfio del muro.
CAPITULO XXVII.
De la rebellón y guerra en Espafía oriental.
Con ocasioo de las desavenencias de los principes se rebeló en España
oriratal el caudillo de la frontera BaUuI ben Makluc Abulhegiág , se'
«püderó de Zaragoza, y se le unieron los gobernadores de Barcelona ,
Mi9ca y Turiazona. Envió contra ellos al wali de Valencia Abu Otman
nm numeroso qiército de gente de ¿ pié y de á caballo : los vencióeo va-
ri^ bat4^FbiJ5 , y se apoderó de las ciudades , que oprimidas por csloi
112 HISTORIA DE LA DiMOKAClON
caudillos rebeldes deseaban rerse libres de sus yejacloiies y estar pro-
tegidas de sa rey y señor : asi ellas mismas abrieron sus puertas al ven-
cedor , y se pusieron en defensa contra los rebeldes : envió Abu Otman
á Córdoba nuevas de su venturosa expedición y las cabezas de algunos
caudillos. Celebráronse en Córdoba estas victorias con públicas alegrias,
y escribió el rey Hixem á Abu Otman que fuese á la frontera de Airanc
y esperase nuevos refuerzos de tropas para poder recobrar las ciudades
que habian perdido los muslimes en aquella tierra.
Venido el año 175 (791) mandó Hixém publicar en toda España el
algihed ó santa guerra , envió sus cartas á todas las capitanías, se ley^
ron en los alminbares ó pulpitos de todas las aljamas , y todos los bue-
nos muslimes quisieron concurrir por sus personas , ó con sus armas y
caballos , ó con sus limosnas , por merecer los ineCÁles y copiosos pre-
mios prometidos á los que ayudan á tan digna empresa. Encargó el
mandio de las tropas que se dirigieron á las fronteras á su bagib d wali
Abdelwahid benMugueit , y ¿ su yerno Abdala ben Abdelmelic el Mc-
ruán, y á Jusuf ben Bath el Ferasí : entraron estas huestes en tierra
del Guf ó norte de Eq)aña , una divisi(m de treinta y nueve mil hombres
que corrió y taló las comarcas de Astorica y Lucos , y toda Galicia , to-
mando cautivos y muchos ganados y despojos , causando en aquellos
pueblos el espanto y la desolación de las terribles tempestades ; otra á
la parte oriental que entró en los montes Albortát , y sojuzgó sos pue-
blos, y tomaron grandes despojos, cautivos y ganados. En el año 176 con-
tinuaron las entradas por los valles de los montes Albaskenzes hasta
dentro en tierras de Afranc : los pueblos huian á las grutp de las Ceras,
y abandonaban sus poblaciones. Este año murió en Sevilla el waifl-
coda de aquella aljama Abdala ben Omar ben Alchitab, hombre dock)
y de singular integridad. El año 177 (793) se tomó por fuerza de armas
la ciudad de Gerunda, y sus moradores fueron degollados: la misma
suerte tuvieron los de Medina Marbona : la espada de los modimes
hizo en sus defensores y pueblo tan atroz matanza, que solo sabe el nú-
mero de ellos Dios que los crió. Los despojos de estas ciudades fueron
muy ricos en oro , plata y preciosos paños , y el quinto que de ellos tocó
al rey Hixém por su parte fué mas de cuarenta y cinco milmitcales ó
pesantes de oro. Cuando llegaron á Córdoba estas riquezas, y las nuevas
de tan venturosas expediciones , hubo en la ciudad grandes alegrías.
Destinó el rey el quinto que le pertenecía para la fábrica de la mezquita
mayor aljama de Córdoba. Quedó en la frontera de orden del rey el
yfáli Abdala ben Abdelmelic el Meruán , á quien hizo yfáüi de Zaragoza.
CAPITULO XXVIll.
De las obras del rey UU6ni.
Con estos venturosos sucesos el rey Hix¿m era muy temido de siü
enemigos , y muy amado de sus pueblos : con su clemencia , liberalidad
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 113
; copdkioD Raí y tauraana grangeaba las volantadcs de todos : era muy
carítaÜYO con los pobres de cualquiera religión , y pagaba los rescates
de los que caian en manos de sus enemigos ; y cuando alguno de los
so;o6 moria peleando en la guerra, cuidaba de sus bijos y mugeres :
en muy piadoso, y trabajaba cada dia en la obra de la aljama, y asi
h acabó en su tiempo. Esta magnifipa aljama de Córdoba aventajaba á
lodas las desoriente , tmiia seiscientos pies de larga , y doscientos y cin-
coeola dé ancha, formada de treinta y ocho nares á lo ancho, y diez y
BocTe á lo largo, mantenidas en mil y noventa y tres columnas de már~
Bol : se entr¿a á su alquibla por diez y nueve puertas cubiertas de
pianchas de bronce de maravillosa labor, y la puerta principal cu-
bkrla dé láminas de oro -. á sus lados de oriente y occidente cada nueve
{raerlas. Sobre la cúpula mas alta habia tres bolas doradas , y encima
de dks una granada de oro : de noche para la oración se alumbraba
con cuatro mil y setecientas lámparas , que gastaban veinte y cuatro
mil fibras de aceite al año % y ciento y veinte libras de aloe y ámbar
liara sos perfumes : el atanor del mihrab, ó lámpara del oratorio se-
creto, era de oro y de maravillosa labor y grandeza. Recdiflcó el puente
de CánMia y otras muchas obras que pedían reparo : por agradar al
rey y for su orden labró en este tiempo Farkíd ben Aún el Aduani , na-
tural de Córdoba, la bella fuente llamada de su nombre Ainfarkid , que
fra de las obras mas hermosas de Córdoba. Dio el rey cargo de v^ali del
Zoco o plaza de Córdoba á Soleiman ben Foteis , que habia sido cadi en
tiempo de( rey Abderahman , y era su asignación quinientas doblas
alado.
Abdelkerim , hijo del wali de la frontera Abdelwahid , hizo entrada
en Gdícia en fln del año 177, y después de haber corrido la tierra y
entrado en las fortalezas de los cristianos , y quemado sus iglesias,
coaado ▼«(Avia cargado de despojos fué rodeado por los cristianos en
ana emboscada , y en cUa recibieron mucho daño los muslimes : los mas
esloradoe murieron peleando , y entre otros el caudillo Jusuf ben
Balh \ j perdieron la presa y cautivos que tratan. En el mismo año
Abdeicadir, caudiUo del rey Hixém, persiguió á los bárbaros de Ta*
kema que se habian rebelado , y t(»nando de ellos muchos los clavó en
palos, haciendo tal matanza de ellos que dejó la tierra yerma y despo-
blada* En este año murió Edris ben Abdala el descendiente de Aly , fun-
dador de la ciudad y reino de Fez : murió alevosamente emponzoñado
con mi pmno de aromas que le dieron por orden del califa de Oriente :*
no tenia hijo todavía ; pero dejó preñada una hermosa alárabe llamada
Keüiira,híjadeTelid; estaba ya de siete meses , y los alárabes persua-
« E«U proKjidad es propia de los árabes.- el autor de la Historia de Fes, AbdelhaUm de Gra-
sada , rventa basta el número de tejas que cubrían la aljama de aquella ciudad , á saber, cua«
mHtnu» sesenta y siete mil y trecienUs tejas, y que tenia quince puertas grandes para los
boobre» , y dos pequeñas para las mugeres, y se alumbraba con mil y setecientas lámparas;
f<T» ao las escienden todas sino en las noches del Ramazan , y la que llaman de Candiles , y
tm H vrBDjiteBOTO es pan ornato y ostentación.
t Dice Alabar qneel wali Jusuf ben Bath el Ferasi acaudillaba la caballeria en la expedición
4« OaHcM , que llevaba treinta y nueve mil hombres , y que después de ella murió en Toledo :
4M tm NI» G«hvar Aben Jasut ben Balb fné waiir del rey Aibakem.
8
114 HISTORU Í)E U DÓMINAtlON
áiáoR dd leal baglb Raxid eflperaroii qoe pariesíé , y dcs][)ae$ há^ta la
competente edad del niño Edris, y todo este liettipo faeron gobernados
po^ el hagíb de sn amado rey. También fdlecid este año en Córdoba el
insigne poeta de su tiempo Amer ben Abi Giafar , que escribió elegan-
tes historias, y fué cadim al maut, 6 intendente de herencias propias
del fisco 9 que el rey cómo padre universal heriBda á los que no tienen
herederos. Se recreaba el rey Hixém en el campo , en las aoi^nas huer-
üisy plantio de árboles flrutales, y como le prepusiesen la adquisición
ae una aldea y tierras contiguas muy feraces, como una apacible y útil
grangeria , que deseaban muchos á competencia sti adquisición , el rey
no quiso comprarla, y en esta ocasión hi2o unos Tersos que manifiestan
sn ingeiiioy grandeza de ánimo i
Mano franca y liberal fié blasón de la noblexa ,
£1 apañar intereses las grandes almas desdeñan :
Floridos huertos admiro como soledad amena ,
£1 aura del campo anhelo , no codicio laa aldeas ,
Todo lo qoe Dios me da es para que á darlo vuelva :
En los tiempos de bonanza ih rundo mi mano abierta '
Bn el insondable mar de grata beneficencia ;
y en Mempo de tempestad y,de detestable guerra^
En el turbio mar de sangre baño la robusta diestra :
Tomo la pluma, ó la espada , conio la ocasión requiera ,
Dejando f aertes j lanas , i el contemplar las estrellas.
CAPITULÓ XXIX.
be la Jura del principe Alhakem , j moerte do tLlxéta,
El año 178 (794) estando el rey Hixém en Córdoba Irebreándose M sus
almunias y amenos huertos , donde se entretenia en cultitar por su
ipano alffunas flores y plantas ^ un cdebre astrólogo de su bortele dijo :
Señor , trabaja en estos breves dias para él tiempo de la eternidad : d
rey le dijo , que porqué le dada aquella sentencia : y el astrólogo Ic
pidió que no le mandase decir otra cosa , que sin pensar \ú había
dicho : instóle el rey que no le ocultase su pensamiento , seguro de que
por nada del mundo se disgustarla de I9 qué le dijese. Entonces el as-
trólogo le dijo, que estaba escrito en el cielo que Hixém áabíñ morir
antes de dos años. No se entristeció por el anuncio de su teihprana
iñuerte .: prosiguió entretenido basta su hora acostumbrada : d^pues
• oyó cantar, jugó al ajedrez como solia , y mandó dar al astrólogo un
buen vestido. Repelia muchas veces estas palabras :-M{ confianza es
Dios , y en él espero.. Puso en Córdoba y en otras ciudades de España
enseñanza^ de la lengua arábiga^ y obligaba á los cristianos que no
hablasen oirá , ni escribiesen en su lengua latina. Aunque el rey Hixéni
era sabio y superior á las credulidades vulgares sobre el influjo de las
eátrcllas, bien persuadido de que todo se mueve al soplo de la divina
voluntad , ^egun los eternos decretos , no quiso dilatar la solemne de-
claración de su fiituro sucesor en el imperio ; mandó congregar sus
BB L0S ÍOIáBES m ESPAftA. H5
nlies|ffÍQCiiNiles, y los wazires y alcatibes , secretarios y consejeros
decstado, al cadi de los cadíes de España , y á su hagib, y declaró
por su wali alahdi 6 futuro sucesor A su hijo Alhakem ; y todos los
valies, wazires y principales jeques de España le juraron fidelidad y
obediendá sin condiciones ni reservas, tomándole su mano : tenia el
jiríocipe Alhakem Teinte y dos años , y era de muy gentil presencia y
Inm iagoik). Fné esta solemne jura el año 179 (795).
£b los primeros dias de la hum Safar del ano 180 adoleció el rey
Bixém de b enfermedad de que falleció á los doce dias de lá minna
iaoa, y se filé á la mísertcordía de Alá. Gnentan que antes de morir
<fijo á sn hijo Alhakem estos buenos consejos , aunqne otros los atri-
koyeo á su padre : Deposita en tu corazón ^ y no olvides liunca estos
consejos «pe quiero darte por el mucho amor que te tengo. Considera
<|oe los reinos son de Dios, que los da y los quita á quien quiere.
Pq» IMos nos ha dado el poder y autoridad real que está en nuestma
moos por su divina bondad, demos gracias á Dios por tanto beneficio,
ingaaM» su santa voluntad , qne no es otra que hacer bien á todos los
hombres , y en espedal á los encomendados á nuestra protección : has
justicia igual á paires y á ricos, no consientas injusticias en tu reinó ,
fie es caumno de perdición : ni mismo tiempo serás benigno y clemente
eoo tos qne dependen de ti, que todos son criaturas de Dios. Confia el
gobiemo de tos píbvincias y ciudades á varones buenos y experimcn-
Mos : castiga sin onhpasion á los ministros qne opriman tuis pueblos
ásionion con voluntarias exacciones : gobierna con dnlzUra y firmeza
i tos tropas cuando la necesidad te obUgúe á poner las armas en sus
OBoos : sean les defonortea del estado , noéus d&vastád^tkt^ ; pero cnida
k tcnerioB pagados y seguros de tus promesas. Nunca ceses de gran-
inrlafvohUitad de tus pululos, pues en la l)ehevolencia de dios con-
»te ht seguridad del estado, en el miedo el peligro, y i^n el odio stt
cierta runa. Procura por los labradorlss que cultivan la tierra y
w dan d necesario sustento : iao permitas qne les talen sus siembras y
pbatios; ea suma haz de manera que tus pueblos te bendigan , y vivan
CQQlcntos á la éombra de tü protecdon y bondad , que gocen s^ros y
^i^nqiifloB los placeres de la vida t en esto eonsfete el biíen gobierno ,
y silo congngties, serás fdi2 y lograrás la fotna del mas glorioso prin^
Qpe del mondo. Nb hizo el rey Hixém novedad en la moneda , y ^ la^
hñhaam el miaino tipo y ley que en d tiempo de su padre. Fallecid
Ole rej Hixéin ben Abderahman á los trdnta y side áflos y cuatro
BMses de sa edad, y fiíé la duradon de su reinado láete años y sida
axses. Eo este mismo mes y afio falleció en Córdoba Said ben Abdús ,
qaecra eonDddopor d Ooder, aÍDddnz que viajó á oriente^ y fué allí
dbeipoto deMdik hen Anas, y volvió á su patria con graii fema de
aéio.
116 IIISTORU 1)B LA DOMINACIÓN
CAPITULO XXX.
Del rey Alhakem ben Hixém, y de les alteraciones que suscitaron ^as tíos, y victorias
en España oriental.
Despaes que con gran concurso del pud>lo fué enterrado el buen
rey Hixém, y que su hijo el principe Alhakem hizo oración por él,
luego el dia 14 de Safar del año 180 (796) fué adamado rey con gran
pompa; y concurrió á la mezquita mayor el primer juma, que fué
dia diez y seis de la misma luna , y se' hizo la chotba ú oración pú-
blica por el nuevo rey Alhakem ben Hixém. La madre que le parió se
llamaba Zecraf : era hermoso y de muy gentil disposición , y estaba en
la flor de su edad , pues tenia veinte y dos años. Todos esperaban en él
un digno sucesor de su padre y abuelo , su noble fisonomía lo anunciaba,
su buena educación y los ejemplos paternos lo persnadian; pero solo
Dioses sabedor. Era Alhakem docto y de ingenio , pero vano y de na-
tural duro , y fácil solo para la ira. Se había criado desde niño con Ab-
delkerim , hijo de Abdelwahid el hagib del rey Hixém ; por eso amaba
á este erudito , que fué su bibliotecario desde muy mozo , que ya se dis-
tinguía entre sus iguales por su buen ingenio y elegantes versos : le
nombró su hagib , y era la persona de su confianza. Guando Suleíman y
Abdala, tíos del rey Alhakem, supieron la muerte de su hermano Hixém,
renovaron sus pretensionesála soberanía doEsp^a, ó por lo menos do
algunas provincias de ella , de cuya posesión se mindmn violenlamente
despojados. Procuraron parcialidades , y buscaron auxiliares contra sa
sobrino, con ánimo de destronarle si la fortuna les era favoraMe , y si
menos propicia venir á nuevos conciertos de avenencia, y hacer un re-
partimiento de la España. Excitaron á la rebelión á los pueblos de To-
ledo, Valencia y Tadmir , y con ayuda de aipigoa y con sus propios
tesoros Suleiman all^ó un buen ejército y pasó de África á España,
llamándose señor de ella como hijo mayor dd rey Abderahman ben Moa-
vía. Abdala que estaba en tierra de Toledo había ganado la voluntad
de algunos alcaides de aquella comarca, en espedalde uno llamado
(%eida ben Anua, hombre astuto y de valor, que puso á su devoción
las fortalezas de Uclis , Webdc y Santíbcria , y levantó gentes, y ae apo-
deró de Toledo , sus puntas y alcázar : fué esto el año 181 (797). Cuando
el rey Alhakem entendió las ambiciosaa maquinaciones desús tíos , como
r^ con armas , juventud y ánimo dispuesto á la soberanía ó á la muerte,
no se intimidó por mas que le amenazase guerra larga , peligrosa y
sangrienta. Luego mandó juntar su eaballcaria de Arcos, Jerez, Sido-
nía, Sevilla y G^doba , la gente do á pié de las comarcas de Mérida y
Toledo, y se dieron órdenes para la partida.
Caminaba con estas tropas contra Toledo , y al estar en sus cercanías
le llegó nueva de la frontera de Afrancque los cristianos habían vcn-
cidoá los caudillos muslimes Bahlul y Abu Tabir , y habían ocupado las
ciudades de Narbona y de Gerunda , esto en d mismo año 181 , y que
BE LOS ÁRABES Eüf ESPAÑA. 117
Tenian cod poderosa hueste sobre las otras ciudades de la frontera orien-
tal. Hobo el rey AUiakem su cpnsejo, y ordenó que luego partiese con
mocha diligencia el wali Fotcis ben Sulciman al socorro de la frontera
con parte de la caballeria , y que de paso juntara la gente de España
oricDtal con el iirali de Zaragoza y de Wesca : que el rey Alhakem , si
ei cerco de Toledo se alargd)a , partiría con toda su caballeria , que-
dando el cuidado de mantener el sitio al caudillo Amrú con la gente de
i pié y alguna de á caballo. Antes de llegar el i?ali Foteis á Zaragoza
sopo la pérdida de Pamplona ^ y que Hasan , el wali de Wesca , habla
«itregado su ciudad á los enemigos con ruines tratos ; estas infaustas
noevas enviaba el, cadi de aquella ciudad Abdelsalem ben Walid , y ma-
nifestaba qae los walies de aquella frontera oriental , acostumbrados á
ser independientes en sus gobiernos , se mantenían en ellos con artera y
Til política, buscando la amistad y el fayor de los cristianos para no
<ÍKdecer á su señor el rey , ni servirle ; y cuando ya no podian sufrir
la opresión de los cristianos fingían ser leales y buenos muslimes , y se
acogiaa al amparo del rey, que por esta causa se habia perdido aquella
frootera; y que se perdería toda la tierra si con tiempo y diligencia no
se acudiese. Entristecieron al rey Alhakem estas cosas, y luego partió
con la flor de su caballeria á la frontera oriental de España , y unido á
sus walies om numerosa hueste recobró las ciudades de Wesca y Lérida,
que los cristianos no osaron esperarle, y entró en Gerunda y en Bar-
celona , y pasó á tierra de Afranc, y en JNarbona degolló cuantos infie-
les hubo alas manos, haciendo cautivos niños y mugcres, y tomando
grandes y preciosos despojos : por esta gloriosa expedidon fué llamado
Afanudafar, ó yencedorfeliz y afortunado : dejó por fronteros en aquellas
dttdades á Abdelkerim ben Abdelwahid , y á Foteis ben Sulciman , y se
tornó con su caballeria para tierra de Toledo , donde sus tios Sulciman
j Abdala , con gentes de África , de Valencia y de Tadmir , ocupaban los
pueblos y acrecentaban cada dia su partido. Peleaban con ellos los wa-
lies de Córdoba y de Mérida con varía fortuna ; pero cuando llegó el
rey Alhakem luego mejoró la suerte de las armas. Era el ejército del
rey compuesto de .valientes tropas, muy acostumbradas á la» fatigas de
laguetra, y prácticas y experimentadas en las peleas contra los mas
atenidos enemigos : La gente de Sulciman y de Abdala , aunque era
ñocha, porlaniayor parle eran aventureros de Africay de Almagréb,
qoesolo venían á España á probar fortuna por la fama de la riqueza de
bs ciudades, y de gente allegadiza y baldía do algunas provincias de
España, que la pobreza , ó el miedo de ser castigados. por sus delitos,
llevaba á sus banderas. Asi fué que el rey Alhakem los venció y echó de
tícrra de Toledo, oeapó las fortalezas de Uclis y Wcbdc, y los forzó á
retirarse á tierra de Tadmir y de Valencia el año 183 (799).
118 mSTOBU DE U. DOHDUaON
CAPITOU) XXXI.
De las nneTai viotoriai de Albakem, maerte de Soleiman, y aTenenefa con Abdala.
Eq el principio del año siguiente los de Toledo por secretas inteli-
gencias con el caudillo Amrú le dieron entrada en su ciudad , y le en-
tregaron el rebelde Obcida ben Amza, á quien cortó la cabeza, y la
envió á Córdoba ; y dejando en el gobierno de Toledo á su propio bíjo
Jusuf partió con la nueva de estas ventajas al campo de Gingília,
donde el rey estaba. Entró el rey Albakem con todo su ejército eo
tierra de Tadmir, y tuvo algunas escaramuzas con los campeadores
africanos de la hueste de Suleiman, hasta que ambos ejércitos, como
de un acuerdo , se encontraron y acometieron con igual odio y espe-
ranza de la victoria : pelearon todo el día con admirable esfuerzo , y á
la tarde los de Albakem , siguiendo á sus caudillos y el ejemplo de su
rey, rompieron y desbarataron kt primera batalla de Suleimad, á pe-
sar del valor de este y de su hennano Abdala , que bien mostraron este
dia de quién eran hijos. Suleiman , procurando rehacer el orden de sos
gentes vencidas y desanimadas, se opuso al tropel de los mas impetuo-
sos combatientes, y él solo puso en duda otra vez la victoria que tan
declarada estaba por su sobrino. Al>dala acudió también con sus caba-
lleros ; y viendo Alhakem que tan pocos valientes arredraban y dete-
nían el triunfante carro do la victoria , se actelantó hacia ellos con sos
zenetes , y en este punto una saeta entró por la gola á Suleiman , y
cayó de su challo , y alli fué atropellado y muerto entre los pies de la
caballeria. Abdala , que vio caer á su hermano, desesperó de la fc»*-
tuna , y siguió la fuga de su vencida gente. La venida de la noche sus-
pendió los horrores de la atroz matanza.
Abdala, aprovechando las tinieblas de la noche, se retiró á los
montes , y continuó retrayéndose á Denla y tierras de Valencia. Al dia
siguiente pensaban los del rey Alhakem que se renovarla la batalla por
ser muy numeroso el ejercito de los principes : confiaban perfeccionar
su victoria cuando vieron con mas placer que sus enemigos hablan des-
aparecido. Entre los cadáveres fué luego reconocido el príncipe Soleí-
man, que llevado á la presenda de Alhakem lloró acordándose de sn
padre .- mandó enterrarle nÉuy honradamente , y se detuvo alli para
esto todo su ejército. Abdala, seguido todavía de muchas tropas de
África, se acogió á Valencia, donde era muy amado, y los déla ciadad
le recibieron en ella exhortándole á procurar su avenencia con el rey
su sobrino ; y él , por evitar los males y calamidades que amenazaban á
la tierra, sin esperanza de mejorar de suerte, envió sus mandaderos
al rey Alhakem, desistiendo de sus pretcnsiones, y ofreciendo estar
á su merced , ó pasar á África ó adonde mas quisiese. Alhakem , que se
proponía terminar la guerra aquel año, recibió bien los mensageros
de su tio, y solo le pidió que le diese en rehenes sus hijos, y que faese
á morar donde bien le pareciese -. luego pasó Abdala á Tanja , y envió
DB WS HüBfiS SM ESPAÑA. ||9
« dMliyol al fiqirÁlhaicm, qae los recttiió con madio amiur, y lai
Inló ojlmp ¿ sus primcM , y seiialó al priacipe Abdolii mi) mitcaleai sX
mes 7 diico mil al (ia <)e pada ^So , y le permitió vivir en Yalenpia ó
tu Tadmir en algona casa ^ campo : perdonó á todo^ los jeques y
luiro qoe babian seguido la parcialidad y bando de sus tíqsi y asi se
coDcertó y otorgó por avenencia. Mucbos caballeros afrícauosf fueroif
Rcündos p(»r el rey en su guardia, y ¿ todos bizo merced : á su primo
Bajor, llamado Esfáh , dio en matrimonio su hermana Alkin^. Acaba-
das coa tanta voltura estas guerras vino d rey ¿ Córdoba > donde Ai^
icdbido con grandes alegrías en fia del aío 184.
f
cAprniiiO XXXII.
De Us entrtdaf d« los de Afirano en Espafia oriental. ^ ^
Ea d aSo siguiente hicieron los cristianos de Afranc entradas en la
bprna oriental , y pusieron cerco á Gerunda y la ocuparon , y vinieron
á eocar á Hedina Barcelona con grandes huestes ; pero la defendían
lien los musUones. Conducidos y ayudados del rebelde Bahlul ben Mak-
Inc AbolhegiAg descendiertm ccm sus algaras basta Tarragona y oo«-
Biitas de T(9i08a. Ordenó d rey Alhakem una expedición para cas-
ligaral rebdde y contener á los infieles ; y en este tiempo le nació un
kijo en Córdoba , á quien por buenas fadas y presagio de fdicidad dio
el nombre de Said d Chair, que asi esperaba buena ventura en aquella
eaqvesa. Cuando ya estaba junta la caballería y la gente de ¿ pié.
Tino nueva de la entrega de Barcdona , que ocuparon los infides de
ibancal fin del año 185 (801) después de siete meses de sitio. Luego
Rirtió d rey Alhakem á Espada oriental con el wali Amrú, y con d
cndiHo de £i cd>alleria Mubamad ben Mofreg el Fontauría , que era
<ieb garbia de Córdoba, cerca de Ain Fontauría, y se le conocía
fw d Q^iboxi , por tener su casa cerca de Ain Pobboxi ó Cuente de
Cameros : era muy estimado de Alhakem por su valor y su erudición,
taire laato las violencias y crueldades de Jusuf ben Amrft , que no
s^ distinguir con razón las cosas que merecían gracia ó pedían se-
^eríiM , exasperó los ánimos de los toledanos , y alborotada la gente de
b plebe rodearon su casa y la apedrearon, é hiríeron á muchos de su
purdía: k» principales de la ciudad lograron apaciguar la multitud que
^OKnaiaba gran desorden y maldad, y poco á poco los dispersaron y pu-
serünenobedienda. Quería este joven, que poco antes demiedo no ha-
Baba donde esconderse, hacer un horrible escarmiento en la ciudad :
^>Ma su temeraria resoluciop , los mismos vecinos nobles que habían
Ifjgndo calmar la tempestad popular fueron harto determinados , y sor-
pit^ndiendo sn guardia se apoderaron del inexperto wali , y lo llevaron
'W) preso á la fortaleza de Ghadaraque : así evitaron los desafueros y
^íülendas que intentaba. Escribieron al rey manifestando cuanto habían
^forzado» á hacer para sosegar d irritado pueblo, y contener al
120 HISTORIA DE lA DOMINACIÓN
joven waK extrañamente ensañado. Mostró el rey aqaéilas cartas á sa
caudillo Amrú , y le mandó qae su hijo Tíniese á la front^a , fyie por
sus pocos años no convenia en Toledo , ciudad grande y llena de cris-
tianos , que no llevaban bien el yugo de la dominación muslímica.
Viendo Amrú que el rey no se daba por ofendido de aquel atentado po-
pular, no menos vengativo que su hijo, pidió al rey que si le placía
que Á fuese wazir de Toledo , que ya tenia muy conocido el genio de
aquellos naturales : el rey por sus buenos servicios' se lo concedió ;
y luego volvió para este gobierno , y su hijo Jusuf pasó á la frontera.
Entró el rey Alhakem en Zaragoza, y fué recibido con grandes de>
mostraciones de alegría : luego fué á las ciudades de la frontera^ y
dejó por alcaide de l\itila i^Jusuf , hijo de Amrú : ocupó la ciudad
de Pamplona , y descendiendo por riberas del Ebro ocupó á Wesca ,
y visitó la frontera de Afranc : el alcaide de Tutila , deseoso de acre-
ditar su valor, entró en frontera de Afranc con su gente, y cayó
en una emboscada en poder de enemigos el ano 187 (802) : avisó á
su padre su desgracia , y le rescató. Pasó el rey con su hueste sobre
Tarragona, y la recobró , persiguiendo al rebelde Bahlul, que acau-
dillaba algunas compañías de gente allegadiza y montaraz , pero muy
acostumbrada á las fatigas de la guerra : babia entre sus taibs muchos
cristianos de Gibal Alborlát, gente muy esforzada y dura : peleó mu-
chas veces con estas tropas con harta fortuna hasta que logró vencer
en atroz batalla al rebelde y sus auxiliares cerca de Tortosa, y hubo á
las manos al traidor Bahlul ben Maklul Abuihegiág , y le mandó cortar
la cabeza en pena de su perfidia : fué esta victoria año 188 (803). En este
mismo año proclamaron los de Almagréb á Edris hijo de Edris , el des-
cendiente de Aly, que había llegado á la edad de once años y cinco me-
ses, y las mas nobles tríbus de albarbarcs le reconocieron por su señor.
£1 rey, aseguradas las fronteras , volvió p(Nr Tortosa á Valencia , y
por Xatiba , Denia y tierra de Tadmir á Córdoba , donde fué recibido
con grandes alegrías. Venido el año 189 envió Alhakem sus mensageros
á Edris ben Edris , para darle la enhorabuena de su proclamación, y
concertar con él su alianza contra todos sus enemigos de oriente, ó de
África , que intentasen perturbarles en la posesión de sus tierras, y fue-
ron en esta embajada quinientos caballeros andaluces , y el rey Edris los
recibió con mucha honra, y holgó muchode aquel mensage, y de la amis-
tad y alianza del rey Alhakem , que los principes mozos se pagan mucho
de la magnificencia y pompa de estas visitas. Los recibió en la ciudad
de Velila , que todavía no estaba fundada Medina Fez , que la |Hr¡ncípió
poco después.
CAPITULO XXXIII.
De la venganza de Áoiraeii Toledo, y alboroto de Herida.
En este tiempo el wazir de Toledo Amrú meditaba tomar una cruel
venganza do los toledanos, y esperaba alguna ocasión oportuna para
BE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 121
sa íolento. Los fatigaba coa exacdones para reparar los mnros, forti-
icar sus torres, y engrandecer el alcázar. Enviaba el rey Albakem
nuco mil cabalk)s á la España oriental, y los conducía su hijo Abde-
ráhman , que ya tenia qnince años : al pasar estas tropas ocrea de To*
ledo salió el wazir Amrú para obsequiar al príncipe : le ofreció su casa,
j le rogó que se dignase pasar la noche en ella : lo mismo le suplicaron
los principales muslimes de la ciudad , y Abderahman aceptó el obse-
quio , y entró con escogida guardia de caballería, y fué hospedado en
daltíoar. Cuentan algunos que Amrú comunicó al príncipe sus inten-
tos, persuadiéndole que convenia cortar muchas cabezas en aquella
cíndad ^ llena de gentes soberbias , inquietas , duras é inflexibles, siem-
pre dispuestas á la rebelión y' desobediencia ; que habia llegado el
tiempo y ocasión mas á propósito de acabarlas, y hacer este escar-
wiokio sin riesgo ni peli^ de alteración -, que el principe todavía le
dijo que mirase bien lo que hacia, y no quisiese sin necesidad hacerle
aborrecible á los pueblos. El ^wazir avisó á los principales de la ciudad
que viniesen á visitar «al principe y honrar el festín que'tcnia preparado
aqndla noche. Acudió toda la nobleza de la ciudad al alcázar, y
como iban entrando, los guardias de Aúirú los conducían á los sinven-
tora á una apartada estancia subterránea, y allí los degollaban; y de
esta manera corlaron la cabeza á cuatrocientos caballeros, sin que otros
muchos que estaban con el príncipe supiesen la crueldad de esta in-
fausta noche. Algunos dicen que fueron cinco mil los d^ollados ; pero
lo primero es mas cierto. Al día siguiente parecieron las cabezas corta-
das de los desgraciados , y toda la ciudad quedó espantada y llena de
terror : se divulgó que habia sido por orden del rey esta atroz ven-
ganza , y en pena del levantamiento contra el hijo de Amrú; y el uno y
el otro sobrevivieron poco á esta crueldad : dicen que fué esta noche
deTcdedo el año 190 (805). Pasados tres días partió el principe á la
frontera con su caballería.
Había dado el rey Albakem el gobierno de Mérida á su primo Esfáh,
7 descontento de su i?azir le destituyó del cargo y puso otro de su con-
fianza. Era el wazir depuesto muy favorecido, del rey , se presentó en
Córdoba , y sus quejas fueron amargas y envueltas en calumnias contra
el wali £^fáh, inspirándole con gracias mordaces , sospechas y descon-
fianzas del poder y autoridad que habia largamente dado á su primo.
Movido el rey de estas fatales inspiraciones , aunque hasta entonces no
habia visto en Esfáh sino pruebas de sinceridad y de amor y respeto,
cediendo á su genio desconfiado é impetuoso privó á su primo del go-
biemo, y envió la orden con el wazir que debía tomar el gobierno de
la ciudad y provincia, liego él enviado mandando á Esfáh que saliese
de Mérída : ofendido de esto el wali respondió que extrañaba mucho
qu&el rey diese mas crédito á las quejas y falsías de wazires depuestos
fue á la experiencia de su respeto y amor ; y que por otra parte , á un
nieto de Abderahman no se le despedía como á un liberto ú hombre
vulgar. Esta respuesta enfureció al rey Albakem, y mandó luego que
fuese el wali de su caballería, y prendiese á su primo Esfáh. Cuando
1» BlSnmU DE LA DCHIBIA£I01
llflgaion la» (iO|Mifl me d^ion DondacMe , BiCUi oerv6 1» iNMrbu de k
dudad , y üo permitió k entrada , sin hacer otra re8i$tcncta. Alhakem,
Tiendo qae sus órdenes no se cumplían , partió para Mérida oon determi-
nación de entrar por fuerza la ciudad , y hacer en ella un cruel castigo.
Disponía Esfáh las gentes de Mérida para que eyitasen la saña dd
rey , y solamente quería cierto número de caballeros para salir por una
puerta'cuando d rey entrase por otra , temiendo dar ocasión ¿ que por
su causa padeciese la ciudad : todos los moradores de ella se ofrocicroii
á defenderle; pero la esposa de Esfáh, llamada Alkinza, hermana dd
rey , salió ¿ caballo de la ciudad, atrayesó el campo de los sitiadores sin
mas compañía que dos siervos de su casa , y fué al encuentro del rey su
hermano : se puso á sus pies esta hermosa y discreta señora , y el rey
la abrazó , y ella con sus razones templó el enojo del rey , que perdonó
y olvidó todo lo pasado : entró en la ciudad acompañado de su hermana,
y mandó que su primo fuese llamado y obedecido en Mérida copio de
antes. Detúvose en la ciudad , y hubo en ella con este motivo grandes
alegrías.
CAPITULO XXXJV.
«
De los moTimientofl de los do Afranc, tregua con los de Galicia, y conspiración en Córdoba.
En el año 190 hicieron entradas los de Airanc contra loa moslimes,
que fueron rechazados con grave pérdida de ambas partes. Los cristia-
nos de los montes de Galicia concertaron treguas con los caudillos mus-
limes, que las otorgaron al rey que ellos taiian llamado Anfús. Estaba
Alhakem en Mérída, y fué avisado de su primo Gasim , que luego vi-
niese á Córdoba donde su presencia era mas necesaria que en Mérída.
Guando llegó á Córdoba le comunicó Casim que se intentaba contra d
cierta conjuración , que el príncipal de ella era en el concepto de los se-
diciosos el mismo Casim : que era el primero que la habia maquinado
Yahye, uno de los jeques del mexuar ó consejo, con otros vanos no-
bles de la ciudad : que creyéndole ofpndido del rey por la desavenencia
y movimientos de Mérída , le hablaron con muchos rodeos y oscorídad ;
pero sospechando mal de sus intenciones les facilitó con aparente agrado
que le descubriesen su corazón , que les puso delante los inconvenientes
y dificultades de lo que pensaban; y ellos con mucha resolución mani-
festaron estar dispuestos, si la fortuna no les fuese contraria, á qui-
tarle la vida y dar el imperio á cualquiera de los nietos de Abderahman.
Que viéndose entre muchos de ellos , y dueño de tan importante secreto,
no se atrevió á disuadirles su determinación , que fingió enerar en todos
sus pensamientos , les dio gracias por la confianza y afecto que tenían é
la casa de Omeya , y les pidió una exacta nómina de la gente prii^pal
con quien contaban. Llenóse de horror y de saña el rey Alhakem sS oir
esto , y dijo á su primo que si queria continuar disimulando oon ellos
para descubrir á todos los conjurados ; y Gasim ofreció avisarle oportu-
namente de todos sus pasos. Pocos dias después le presentaron ¿ Gasim
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. US
hBiftiM do tredentos cabañeros qae teniaii digpoesto dar muerte ál
nj AfludEem el primer joma al entrar en la meiquita á la hora de azala
óaraaon : faltidban dos dias, y estaban muy segaros de que todo el
pueblo aborrecía el gobierno de Alhakem por su dureza y por sos alian-
DSOOD el que se llamaba rey de los cristianos en Galicia* Aquella noche
enrió Gisim al rey la nómina de los coi^urados, previniéndole que no
se descuidase en IÑlcot lo que convenia. No se durmió el rey , y por di-
Kpnda del iralilcodá ó presidente del consejo Farág ben Gancna de
Sidonia , á la tercera vela de la noche vio tendidas sobre sus alfombras
hs trecientas cabezas de los conjurados. Mandó el rey que amanecie-
MD puestas en garfios en la plaza , y escrito sobre eUas : Por traidores
enemigos de su rey. Horrorizó al pueblo este atror espectáculo , igno-
lando la mayor parte la causa de este escarmiento.
£d este ano de 1 91 (806) compró Edris ben Edris , señor de Almagréb
délas tribus zenetas Zuaga y Yargos , el campo en que fundó la ciudad
de Fez , y lo compró por seis mil adarbames. £n estas tribus unos eran
cristianos , otros ^ magos , otros judios , y muy pocos muslimes. Era
este campo nmy abundante de agua pura y de frescas arboledas, á dos
míiks del rio Zebú»
CAPITULO X3aCV.
• Dé la guerra contra cristianos en I4S fronteras.
fiatrado él aSo 192 (807) los cristianos de tierras de Afiranc descendió*
wa toa numerosas huestes que cu)>rian los campos , y pusieron cerco ¿
Medina Tortosa. Guando Alhakem tuvo pucvas de esta entrada mandó á
sahijoel|HrincipeAbderahman que acudiese desde Zaragoza con cuanta
feote pudiese allegar, y lo mismo ordenó al ivali de Valencia. Juntá-
ronse estas tropas, y acaudilladas de Abderahman, como si este príu-
dpe llevase la victoria asida á sus banderas, rompió y deshizo á sus
con horrible matanza, huyeron los cristianos dejando los
de abundante cebo para las aves y carnívoras fieras :
toé esto aBo 193 (808). Luego vino á Córdoba el {principe, y fue recibido
cun adanudones de triunfo. Los caudillos de las fronteras no tuvieron
repoioen dos años , peleando cada día con los cristianos de los montes
por todas cuatro puertas de Gibal Albortát ; pero con entradas y alga-
ras de poca impcM'tancia , en que se peleaba con varia fortuna. Siguió á
estoma cabna como la que suele preceder á las terribles tempestades.
Lus cristianos de los montes del Gof de España bajaron con gran gentio
} corrieron y talaron los campos de Lusitania, robando y quemando
poeMos. Venidas estas nuevas á Córdoba partió el rey con escogida ca-
balleria y gentes de Toledo y de Mérida , y pasó á la frontera , donde
reunidas sus gentes buscaron á los cristianos , y el rey peleó con ellos ,
* los énibft Ilamalian magos é los que seguían las tradiciones de los sábeos, y tenían por
H^feUs ée Dios é JÜ>raham , Elias y Elíseo , y por esto los toleraban : esta era la secta de
^ditsi «ZorMsires, muy extendida en Persia,
m HISTORU DE LA DOMINAaOR
y los venció con sa noostumbrada felicidad ; y en dos años no tomó á
Córdoba, visitando aquellas ciudades de Lusitania y de frontera de Ga-
licia, hasta que cansado délas vicisitudes de tan prolija guerra de mon-
tañas se restituyó á Córdoba el año 196.
Al año siguiente vencieron los cristianos al caudillo Abdala ben Ma-
lehi en la frontera de Galicia , y padecieron los muslimes cruel matanza,
y el esforzado caudillo Abdak murió peleando como bneno, y su caba-
Ueria huyó en desorden , llevando el terror y espanto á la hueste que
acaudillaba Abdelkerim , y á pesar del valor de este caudillo huyeron
desbaratados , y por huir se atropellaban, que muchos murieron aho-
gados en la corriente de un rio , que confusamente se arrojaban de sus
riberas, cayendo unos sobre otros, y allí perecían : otros se acogían á
los cercanos bosques y se subian sobre los árboles , y se escondían en la
espesura de sus ramas , y los ballesteros enemigos por juego y donaire
los asaeteaban y burlaban de su triste suerte. Cuenta Iza ben Ahmed
el llazi , que después de esla derrota estuvieron trece dias ambas huestes
á la vista sin osar los cristianos ni los muslimes venir á batalla ; pero que
en una sangrienta escaramuza que se empeñó por ambas partes fué he-
rido de un bote de lanza Abdelkerim , y dos días despucá murió. Habia
sido almocadem ó adelantado de la gente de Córdoba , y tenia grandes
riquezas adquiridas en la guerra y en sus gobiernos de Tntila , Wcsca
y Zaragoza ; y en esta frontera era menos conocido que en la de España
oriental. ^
Volvió el principe Abderahman el año 197 (812) á la frontera de
Afranc, entró en Gerunda y en tierra de Narbona , y sacó de sus co-
marcas grandes riquezas , ganados y cautivos ; y después de haber cor-
rido aquellas provincias pasó á la frontera de Galicia pasado el
invierno y el tiempo de las lluvias , y á la primavera del año siguiente
echó los cristianos de Medina Zamora , y ocupó otras muchas fortalezas
por fuerza de armas , y en riberas de un rio venció en sangrienta ba-
talla á los cristianos, haciendo en ellos cruel matanza , que cubrían sus
cuerpos el campo por mucho espacio , ni pudieron llevarlas corrientes
tantos cadáveres. Luego concertó una tregua con los cristianos de Gali-
cia y de Afranc, y se vino á Córdoba con muchos despojos y cautivos.
En principio del año 198 (813) hubo alguna conmoción en pueblos de
la cora ó región de Moror contra sus alcaides ; pero fué con tiempo so-
segada esta inquietud , y se contuvieron las maquinaciones de algunos
sediciosos, y vinieron á Córdoba las cabezas de los princit>ales. En
Tadmir murió al fin de este año , ú principio del siguiente , el cadi de
aquella tierra Fadlo ben Amira ben Baxid el Caneni, de Aleca, varón
insigne por su nobleza y virtud , se apellidaba Abu Alafia , y fué muy es-
timado del rey Alhakem : tenia un hijo de su mismo noml]!hi , y heredero
de su integridad y doctrina, y el rey le dio el mismo cadiazgo de Tadmir.
!En Córdoba falleció este año 199 (814) Ziyadel Lahmi, conocido por el
Sabton •. fué el primer alfaqui que enseñó en España la secta de Malee
ben Anas , que antes los doctores de España segnian la del Auzei . otros
dícenquemurió seis aSosantes, y otros que vivió basta el 204 : le ofrecie-
]>£ LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 125
noeMÜazgos, y boIos aceptó : f oé muy retirado y de loableTida. Asiniis-
n) íálledó este año el cadí de los cadtes de Córdoba Farag ben Ganena
bcD Ncsar el Sidoni ó de Sidonia, y fué muy sentida so muerte por su celo
faBCHT ¿la justicia.
CAPITULO XXXVL .
De la jan del principe Ahderahman, y balalla del arrabal de Córdoba.
Consistía ya en Abderahman todo el gobierno y la reputación del
fstado : el rey su padre, congregados los principales walies, Tfazires,
alcaides secretarios y consejeros , declaró walí alahdi ó futuro sucesor
en el imperio á su hijo Abderahman : los primeros que le juraron fueron
Esfáhy Casim , primos del rey, después el hagib , el cadi de los cadies ,
j iijs demás waliesy consejeros : fué solemne y celebrado este dia , y se
publicó con gran pompa. No había guerra sino contra cristianos por
mantener frontera , y no con deseo de ampliar y extender los limites del
nñno, ni por esperanza de sacar grandes riquezas, por ser los cristianos
gente pobre de montaña , sin saber nada de comercio ni de buenas
artes : las naves de las marinas de Esp^a hicieron expedición á las islas
lebisas, Mayorcas y Sardinia en este año 200 (815).
£1 rey Alhakem , en tanto que esta paz duraba dentro y fuera del
reino, oosalia de su alcázar, holgándose en sus jardines con sus esclavos
T esclavas, que tenia muchas muy diestras en cantar y tañer diversos ins-
trunientos , y solo se acordaba que era rey para satisfacer cierta sed de
>aftgrc qae parece tepia , y pocos días pasaban sin dar ó confirmar sen-
tencias de muerte por toda especie de delitos. Había puesto una guardia
de cinco mil hombres , los tres mil andaluces muzárabes , y los dos mil
eslavos, con muchos eunucos dentro del alcázar. Señaló paga fija á estos
suldados de su guardia : puso un nuevo tributo de entrada sobre algu-
nas mercancías. Hubo al principio algunos transgresores que rehusaron
pagar este nuevo y extraño derecho, y atropellaron álos recaudadores :
lueroo presos diez de estos, y hubo ruido y alboroto en las puertas. Mo
ic quejaba el pueblo , sino con un rumor vago murmuraba de los
nuevos impuestos , y de la desconfiianza que manifestaba aquella gran
ffuardía que tenia en su alcázar, cosa que no tuvieron su padre ni su
abuelo ; pero con todo eso no estaba libre de continuos recelos de ale-
T<isías y conjuraciones.
Sabia Alhakem estas hablillas , y sabia también que en el vulgo no'
haj medio , ó teme, ó procura atemorizar, que cuando está en temor
sin peligro se le puede gobernar, tratar y castigar, y que no conviene
nunca darle lugar al desenfreno con inoportuna blandura. Diéronle
fiarte del alboroto de los diez transgresores , y como de su natural con-
(SciuD era inclinado á los consejos mas rigurosos, los mandó clavar en
palos. Acaeció que un infausto miércoles día 13 ' de la luna de Ramazan
< En «m aaaliaU dia 22 de Rlunasan : en el affo todos convienen.
126 HIStORIA BE LA DOHIIfACION
del aüo SOS, cotilo Hubiese acudido graa gentío del amÍMl
de Córdoba á presenciar la ejecociondc los diez delincuentes en su plaza
un soldado de la guardia hirió acaso á un yecino , alborotáronse lo
circunstantes , y con gran Yoccria cargaron sobre él á pedradas, y he
rido y ensangrentado , y parscguido de la multitud se acogió á las guai
días de la ciudad. La osadía del alborotado pueblo fué tanta , que acó
metió á la guardia y despedazó á cuantos querian oponerse á su furía
Llegaron persiguiendo á los soldados hasta las puertas del alcázar coi
espantosas roces y amenazas insolentes. Entendida la novedad por c
rey Alhakem salió armado , á pesar de su hyoy del hagib y del alfaqn
Jusuf ben Matruc , ;^ del wali Aben Abdelwahid , y otros caudillos qu
hablan acudido al alcázar , y puesto al frente de su cabaücria de 1
guardia acometió á la multitud , que huyó atropellada al arrabal ; t
niayor parte se encerró en sus casas , la canalla y chusma Til hizo al
guna inútil resistencia -. la matanza fué grande , y habiendo tomadi
trecientos titos los mandó clavar en palos á la orilla del rio desde (
puente hasta las últimas almazaras puestos eíi flla , espectáculo hor
rendo • el Jueves siguiente mandó destruir aquel arrabal, principiand
de la parte del mediodía , permitiendo á las tropas el robo y pillaged
las casas y habitaciones por tres dias seguidos , sin ninguna humanidad
solamente mandó que se abstuviesen de hacer daño á las mugere$
Después de los tres dias del cruel saqueo mandó Alhakem quitar de lo
palos á los sinventüra y recoger los muertos, y concedió seguridad d
la vida á los que habían quedado de aquel arrabal , con la condición d
salir desterrados de Córdoba. Los desgraciados tuvieron que abandona
sü amada patria , y vagar miserables en los lugares y aldeas de confine
de t*oledo : gran parte de ellos se refugió en aquella ciudad , y mas d
quince mil pasaron á Berbería, y continuaron á Egipto : ocho mil per
manecicron en Almagréb. Los que fueron á Oriente .llegaron á Alejan
dria eh d principio del reinado de Abdala Almamun , hijo de Raiid
los moradores de aquéba ciudad hicieron vigorosa resistencia par
impedir lá entrada á los advenedizos andaluces; pero estos desespera
dos , y no pudícndo sufrir mas las contrariedades de su enemiga fortuna
entraron por fuerza de armad en la ciudad , y después de atroz matanz
se apoderaron de ella, y se hicieron dueños de su gobierno por hart
tiempo. Después fue Abdala ben Taher, que era gobernador de Egipl
por el califa Almamun, y capituló con los expatriados andaluces,
otoirgaron su avenencia de dejar aquella ciudad de Alejandria, entre
gándoles una suma considerable de mitcales de oro, y que degiría
alguna isla de las del mar Griego para establecerse en ella. Y ra fln s
retiraron y aportaron á la isla de Acrítas ó Greta , que no estaba en
tonces muy poblada : sé apoderaron de ella y la poblaron los ándalaces
y con el tiempo se les juntaron gentes de diferentes países de la Iraca ;
de Egipto. Y cuenta Edobi que eligieron par su caudillo á Ornar bo
Xoaib Abu Hafas, llamado el Goleith, natural de Fohs AOx>lut,ei
cel*canias de Córdoba , que desde la triste salida de estas cabilas destcr
radas de Andalucía le traían pw su caudillo* Dice StíA ben Jooas qa*
DE LOS AMBES EN ESPAÑA. W
ückrtíá los anddáoes la conquista de Gerira Acritás di^pnes del
jJM> 220 , que fué ^1 caudillo de ellos y señor de la isla Úiliar ben Xoaib;
j después sus hijos, hasta el último Abdelaziz ben Ornar ben Xoaib, qde
n sos dfiis la conquistó Armetos , hijo de Constantln rey dé Grecia i
fsto en año 350. Asi lo refiero Homeidi citando á Mubaifaad benHuzaita ;
y coenla asimismo qne estos andaluces con veinte nares corriah y ro-
htan en el mar Griego y en sus islas t dice qne desliando ellos por el
iBtaral amor á su patria tornar á ella con las muchas riquezas que há-
Imd allegado, que sn caudillo les quemó la flota, y como se quejasen
áe él y de su constante detcrminacibn , lamentándose de sil destibrro ,
qoe el caudillo les dijo : ¿Cuánto mejor y mas amena es esta isla que corre
Bíei y leche , que vuestros desiertos ? entre estas bdUas cautivas ólvi-
darm vuestras amadas ; hallareis aquí todos los placeres de la vida y
ana nueva generación, que será vuestro solaz en la vejez s que mora*
bailen Suda, y Aindaron Candas al oriente déla isla. Tal fué lasuerte dé
ios etpatriados de Córdoba.
La inconsiderada saña y destemplada severidad de Alhakem dismi-
injó la pc^ladon dé Córdoba de mas de veinte mil hombres , toda gente
vigorosa y ütil, dio á la nueva puebla de Fez ocho mil familias , y el rey
tárb les ditt aquella parte de la ciudad , que por ellos se llama barrio
de bs andaluces , pnes eQos lo poblaron. Mandó arrasar todo el art-aba!
M Quibla ó mediodia desde enit-ente de la puerta del puente hasta la^
«Mmas almazaras ; y no contento de haberlo asi arrasado ^destruido ;
dqó mandado á su hijo y sucesores que nunca se volviese á poblar, y
fiedó hecho un campo dé siembra , y en poder de stis descendientes no
ic edificó alli casa alguna. Por este acaecimiento y destrucción del air-
rabal fué llamado este rey Alhabem Alrabdi , ó el dd arrabal , y Abu d
Aasí por la dura y cruel condición suya.
CAPITULO XXXVII:
De la guerra en Us frontera» y en el mar, y maorto del rey Alhakem*
£n d afio 203 y bn el siguiente pasó Abderabman á lá fróbtera de 6a-
fida con la gente de Mérida , y venció á los cristiano^ en muchos en-
menlroa de corta importancia; desde alli partió á las fronteras de
Aíraoc , y omtuvo las correrías y entradas que intentaron : y en el año
90s5 f820) se vino á Córdoba, pues su padre no tenia otro ministro de
otado y guerra que él. Al paso por Tarragona mandó salir las naves
* la marina de España , y fueron contra Gczira Sárdinia , y pelearon
(tA tus cristianos y les quemaron su flota delante de la isla , y tomaron
«ho naves de los enemigos.
Cneofá Aben Hayan de referencia de Abi Becri ben Alcutiá, que el
rrj Alhakem, después do la matanza del arrabal , fué extrañamente ator-
aentado de grave melancolía y perdió el color, que se puso pálido y
128 HISTORIA DE LA DOMINACIOII
enflaqueció , y le entró calentara en fuerza de su Tchemente tristeza , y
se le representaba la matanza , y le parcela ver gente que pelealm y y oia
el estruendo de las armas y los alaridos de los combatientes y moribun-
dos; y esto era mas frecuente cuando estaba solo y se paseaba en las
salas y azoteas de su alcázar: muchas Teces á deshora de la noche lla-
maba ¿ sus esclavas y sierros para que le entretuviesen , y se íd^m-
cientaba en extremo si no venian al punto que Darnaba. Cuentan que
cierta noche después de acostado llamó á un siervo que tenia , llamado
Jacinto , que solia ungirle su larga barba ; y como dudoso del llama-
miento hubiese tardado un poco , le dio una gran voz y le dijo : ¿ Dó
estás , ¡ o ben laghna ! y cuando llegó con una ampolla de algalia , se la
arrebató y se la rompió en la cabeza : el siervo Jacinto con mucha hu-
mildad le dijo : Señor, ¿ qué hora es esta de ungirnos ? Y Alhakem le
respondió : No temas que nos falte ungüento aunque se vierta con pro-
fusión , que para que á los dos no nos faltara hice yo «cortar tantas ca-
bezas. Solía llamar á los cadics y wazires de la corte como sí fuese
para tratar con ellos de asuntos de importancia , y esto á deshora , y tal
vez á la media noche ; y cuando todos estaban juntos mandaba tañer y
cantar á sus esclavas , y los despedía como si para esto solo los hubiera
convocado -. llamaba los jeques y caudillos y allegaba sus gentes : y como
si fticra para expedición repartía armas y caballos entre ellos, y luego
los despedía y enviaba á sus casas. Asi estuvo «{emente á intervalos cerca
de cuatro años. En su mdano^ia hizo algunas canciones de mucha ex-
presión y de vivísimas imágenes que se conservan , y Abes ben Nasíh,
prefecto de los músicos en tiempo de Abdcrahman su hijo , cantaba á
este principe muchos buenos versos de su padre , entre otros estos que
acreditan su buen ingenio y su valor .-
Las hoirdaras de la (ierra alzarse tí con la espada ,
Hacerse i los montes valles cuando á las cumbres trepaba :
A mis fronteras pregunta si en ellas entran algaras,
Sí hay en ellas algún braio que oso desnudar espada ?
Si otro fulgor resplandece que las cascadas de plata
Que descienden susurrando desde las pellas mal altas,
Y llevan en su corriente las coloquintas amargas?
Te anunciarán que si yo entre sus héroes no estaba
El primero , la primora destelló sangre mi lanía.
Los jóvenes escogidos que la fatiga acobarda,
0 del horror vacilaron de mil muertes á la cara ,
Si brida tal vei volvieron , no fueron de mi mesnada.
Mis clientes amparé, librándolos de la infamia ,
Y los que no defendí sombra de baldón empaña ¿
Y cuando á beber les dimos nuestros cubos de batallas.
Les hicimos apurar á cubos mortales ansias.
Si por llenar la medida que suerte fatal prepara
Ellos al encuentro salen á que los huelle la parca.
No es mi culpa , cuando yo antes depuse las armas,
Y atónito las mire sin deseo de buscarlas.
En fin del año 206 acrecentándose la tristeza y la calentura rallecíú',
muy arrepentido de su crueldad , entre la hora de ásala ú oración de
1 Quiere decir que humillaba y abatía los pueblos levantados contra él.
s Bacríbe Alchatib que aurió este rey día n de Pylbagia.
DE LOS ÁRABES EN ESPAftA. 129
aáDhir y de alasar, 6 sea entre la oración de medio dia y la de la media
Urde , dia jueyes cuatro días por andar de la luna de Dylha^a del refe-
rido aiio, habiendo reinado con harta inquietud yeinta y cinco años y
once meses ; sí bien otros cuentan yeinte y seis años y diez meses. Loado
sa aquel cayo imperio es eterno y sin contrariedades.
CAPITULO XXXVIII.
M nioado de Abderahman ben AUutkem, y morimíentos de in tío AbdaU.
Ed d mismo dia jueyes ¿ 25 dias de la luna de Dylhagia del año 216 ,
caipe pasó á la misericordia de Dios el rey Alhakem , y fué enterrado
sa cadáTcr con solemne pompa , fué aclamado en Q^ddia su hijo Ab-
faahman , que era de edad de treinta y un años , tres meses y seis dias.
ü madre que le parió se llamaba Halewa ; era hermoso , alto y de muy
gmbl disposición , de color trigueño y bien dispuesta barba , que tenia
roo alheña. Fué apellidado Almudafar por la felicidad y yal<Hr con que
había Tencido y domado á los rebeldes délas fronteras , y á los enemigos
foe babítaban los montes y sierras , gente rústica , y por esto mas dura
7 fnüz : era lan intrépido y duro en la guerra como humano y benigno
eabpaz, padre de los desyalidos y pobres ; y anadia á estas prendas su
nceleoic ingenio y admirable erudición : hacia elegantes yersos con
^ la precisión de la cienda métrica : complcló la gloria del imperio
n E^iaña , y eclipsó á sus predecesores en ostentación y grandeza de
áoiiDO: acrecentó su guardia con mil africanos , y gustaba de que fuese
gnte muy lucida cu su disposición , armas y caballos.
Luego que Abdala, hijo de Abderahman bcn Moayia , supo en Tanja
h moerte de su sobrino el rey Alhakem , no habiendo apagado todayia
hoicYc de sus canas el fuego de su corazón ambicioso , pasó el estrecho
CQQ muchas tropas , conflando yanamente que sus hijos le ayudarian , y
s? proclamó rey de España en su campo, y en los pueblos abiertos que
M podían resistir la entrada de su gente. Ayisado el rey Abderahman
^^ Ycnida salió al paso con su caballería , y en pocos encuentros y
«caramuzasque entre ellos hubo yenció al tio de su padre, y le obligó
^ retirarse por tierra de Tadmir hacia Yalencia .
IH^rsíguió Abderahman á estas tropas por toda la costa meridional de
f^V^i peleando siempre Abdala con poca fortuna, hasta yerse forzado
¿merrarse en Yalencia, y en ella fué cercado de Abderahman con
pvfó^lo de no levantar el campo basta tenerle en su poder. En este
tíempo Dcgaron al real sobre Valencia los dos hijos de Abdala para in-
^rceder con Abderahman , y persuadir á su padre á venir á una con-
^(uieote aycnencia; lo que no era difícil por la natural clemencia y
scoeruso ánimo de Abderahman y y por lo que ellos se prometían de la
^'lodad de su padre, y la piedad del cielo favoreció sus buenos deseos.
Había dispuesto Abdala hacer una salida con toda su gente contra los de
^Jfdoba , y un dia jueves habló á sus gentes y les dijo : Mañana , si Dios
Viere, oompaileros míos , haremos nuestra oración de juma , y con la
lio BISTORU Dfi U POMDUaON
tendiciOQdo Alá parUremos él sábado, y pdetremos si fuese saditini
Tolnntod. Tenido d joma, y congregada sa gente delante de la mezquita
de Bab Tadmir 6 poerta de Mnrda , les hizo una plática , y al acabarh
dyo : O nobles compañías de yarones , que Dios os sea miserioordiofio,
creed que nos conviene pedir á sa diyina bondad qnenos ensenedca-
mino que debemos seguir, y d partido que nos conyiene tomar, sin
otra pretensión qne conformamos con sn divina voluntad. Yo espero de
su demencia que nos la muestre y nos haga entender lo que mas con-
viene. Alzó sus ojos y sus manos al ddo , y dijo : Dios mió, señor Alá,
si^ tengo razón y es justa mi demanda $ si mi derecho es mejor que d del
nieto de mi padre , ayúdame y dame victoria contra él; y si él tiene mas
fundado derecho al trono que su tio, b^dicele y no permitas las dcs-
graciasy horrores de la guerra y discordia que hay entre nosdra,
apoya su poder y estado y ayúdale. Todos los de la hueste, y machas
gentes de la dudad que estaban presentes, dijeron á una voz : Asi sea ;
y en este punto sopló un viento muy frió y bdado , extraño en aqod
dima y estación , y dio á Ai)dala un súbito acddente que le derribó en
tierra , y le dejó sin habla ; desnerte que se acabó la oradon sin él, y
le llevaron al alcázar, y permaneció sin habla algunos dias. Luego soltó
Dios su lengua y dijo á sus caudillos y wazires : Dios ha declarado este
negocio, asi que no quiera Dios que yo intente cosa contra su düYioa
voluntad. Envió un v^azir al campo para llamar á sus hijos, escribiendo a^
mismo tiempo al reyAbderahmanofreciéndoseásu obediencia con entera
voluntad. Poco después mandó abrir las puertas de la dudad, y habiendo
entregado el wazir sus cartas al rey Abderahman y á sus hijos, estos habi-
da licendadd rey montaron á caballo y fueron ala dudad, addantóse el
wazir de Abdala y anunció á este k Uega^ide sushijos, y salió á recibirlos
oon sus caballeros, y todos juntos vinieron al pdidlon del rey Abde-
rahman. Traian d veneraUe andano en medio de sus dos hijos, y se-
guian sus caballeros : arpeáronse los hijos de Abdala, y uno asió la brida
del caballo, y otro tuvo el estribo para que su padre descabalgara , y lo
entraron á la presencia de Abderahman , á quien Abdala fué á besar la
mano , y Abderahman lo recibió en sus brazos , y le biso toda honra y
buena acogida: quedó asentada perpetua paz entre dios, y le concedió
Abderahman d gidbierno y señorío de Tadmir por sus dias , y alli falle-
ció dos años después, esto es, daño 208. La gente de Abdala qne había
venido de África, partede díase estr bledo en tierra de Tadmir , y parle
se vdvió áTanja.
CAPITULO XXXIX.
De la eipedicíon del rey á Barcelona»
libre de los cuidados do esta guerra doméstica partió Abderahman á
la frontera de España oriental, y fué á pono* cerco á Barcelona que ha-
bian ocupado los de Afraac : llevó en su vanguardia al caudillo Aben
Abddkerím, y antes de cercar la ciudad peleó con los cristianos , y 1«
vendó y encerró eoBarcdona: cuando ^ó Abderdnian al cerco se
BS LOS ÁRABES fiM ESPAÜA. ISi
<eroo muy taertai combates y j estando los maslimes apoderados de las
■mllts 7 á punto de entrar la dudad huyeron los cristianos, y la ca-
kiHeria Uso en éDos gran matanza, y Abderahman ocupó la dudad , y
■mió reparar la muralla, y continuó sobre Urgel, que también la te-
lan los crisüanos, y eonla mismaféUcidad se apoderó de eUay deotros
Inpro que hablan ocupado, huy^do los cristianos á las fortalezas
eiOcidas en peBasoos y en los pasos angostos de los montes: dlisere-
Afiiroo, porque toda su confianza estaba puesta en la aspereza de
aqndtasmoDtaftas , y en el inyiemo antidpado de aquella tierra. Do-
Bttloi les rebeldes, y ordenadas las cosas que conrenian á la sqvridad
ieh trontera , volvió d rey Abderahman á Córdoba , donde ftié recibido
QOD grandes demostradones de alegría. Fué esta venturosa expedición
dada 207(832).
Eb el afto 908/alleció en Tadmir d amir Abdala , hijo de Abderah-
nan bea Moavia, y cuando sus hijos EsAh y Gasim dieron parte al
Rf AlHlerahnian de su muerte les concedió que heredasen todos sus
bienes; y cuentan que en esta ocasión establedó por ley general en Es-
fifta qoe los hijos heredasen todos los bieúes de sus padres , quedando á
hi nnigeres de los difimtos sus azidaques y anafaca^, bienes dótales y
alimeolos correspondientes, y que pudieran disponer en testamento dd
tercio de sus haberes en favor de propios ó extraños. En este mismo
tKin¡KrTinieron á Górddm enviados del rey de los griegos desde Gons-
tantina , y fueron redbidos con mucha honra , y fué muy noble y
eoBcunMa su entrada en Córdoba , y traian muchos y muy hermosos
cabillos, con ricos y vistosos jaeces, que nunca se vieron tales en
España. Aposentólos el rey Abderahman en su alcázar, y le dieron su
embajada, en que el rey de Grecia le rogaba que fuesen amigos y aliados
cootra ios califas de Bagdad sus comunes enemigos , como usurpadores
M|ifliperio de los Omeyas. Abderahman les dio muy buena respuesta ,
yredbíósus presentes, y cuando.dispusieron su partida, envió con
dloBáYahyebenHakem, conocido yor el Gazali, vali degranmérito
en la marina , y excelente ingenio en la poesia , para saludar al rey de
Greda, y presentarle en su nombre dgunos hermosos caballos anda-
taces, y espadas muy preciosas labradas en España , y otros ricos pre-
iCDtei.
CAPITULO XL.
De tal expediciones á Us frontera*, y edacecioa de loi principes.
B ato M9 (8M) envió el nsy Abderahman á la frontera del Guf ó
iorte de Sspaila á Obeidala , hijo 4e Abdahí , hermano de EsfUi y de
<Mn,qiiecffnGaiddelossuaifes, ó capitán de la guardia de los de la
<viiília , para que guardasen aquella frontera , porque los cristianos
Sacian cabalgadas en ella. Iban y Otman , hijos del rey Abderahman ,
y distinguian en este tiempo por su aplicación á las buenas letras y por
» iogeolo , y encargó el rey la educación de ambos d wali de Sidonia
BlufaamádbenSaíd elGamri, que se esmeró en su euseñanza; y apro-
U2 HISTORU DE LA DOMINACiOll
Techaron tanto , que tenían conferencias con los homlires doctos de
aquel tiempo ; y muchas veces el rey se comidacía en oirías y en exa-
minar sus composiciones literarias. Los walies de la frontera tuTícroo
en este año sangrientas batallas con los cristianos de los montes de
Áfranc , y los vencieron con cruel matanza en los angostos valles de los
montes de Albortát, y en la batalla de Bort-Xézar, que es la puerta de
tierra de Pamplona ', desbarataron á los de Afranc , y cautivaron sos
caudillos , que vinieron con muchos despojos ¿ Córdoba. Con igual vra-
tura pelearon los muslimes en las fronteras del Guf contra ^lanfns, y
le compelieron á refugiarse en sus montes y fortalezas : lu^o v<¿vió d
wali Obeidala á Córdoba con muchos despojos y cautivos , y filé muy
bien recibido del rey Afoderahman por la importancia de aquella eqie-
dicion. Fué la venida de Obeidala el año 210 (826), y habiendo desean*
sado algunos meses, el rey lo envió ¿ la frontera segunda vez con
escogida gente y caballcria. Puso el rey por wali de Toledo á Amir ben
Amir ben Koleib ben Thaalba el Gezámi, que después fué sustituido
por su hermano Abdala ben Koleib , que estaba en Mérida.
En este tiempo mandó el rey Abderahman construir hermosas mez-
quitas en Córdoba, y en ellas puso fuentes de mármol y de varios
jaspes , y trajo á la ciudad aguas dulces desde los montes con encañados
de plomo, y la llenó de fuentes y edificó baños públicos de mucha co-
modidad, y abrevaderos y grandes pilas para las caballerías ? eSiScó
alcázares en las ciudades principales de Épaña : reparó los caminos y
construyó las rusafas á orillas del rio de Córdoba : doló las madrisas ó
escuelas de muchas ciudades , y mantenía en la madrisa de la aljama de
Córdoba trecientos niños huérfanos. Las horas que hurtaba á los ne-
gocios graves del estado , se entretenia con los sabios y buenos ing^
nios que habia en su corte , que eran muchos, y entre dios estimaba y
distinguía al célebre poeta Abdala Aben Xamrí, y á Yahye ben Hakem,
conocido por AlgazaU ; y como este sabio habia estado entre los cristia-
nos de Afranc , y en Grecia en sus embajadas , gustad)a mucho de con-
versar con él y de informarse de las costumbres de los reyes infieles , y
de los pueblos y ciudades que habia visto. Habia hecho hagib al vafi
de Sidonia Aben Gamri , y con este sabio caudillo solia jugar al xaii-
trang ó aljedrcz, que era de los mas diestros jugadores que en aqud
tiempo se celebraban , y competía con él Abderahman á este juego con
grandes apuestas de joyas muy preciosas. Era en extremo liberal y da-
divoso , y gastaba mucho con sus esclavas , pagando sus gracias y sus
mas cortos obsequios cou joyas inestimables. Cuenta Ibrahim el Caüb
y otros, que un día regaló á una niña esclava suya , muy liada y pre-
ciosa, un collar de oro, perlas y piedras de valor de diez mil diñares ó
. doblas de oro, y como algunos wazires de su ccmfianza que estaban
presentes encareciesen tan sobresaliente dádiva, diciendo que aqnd
collar era joya de las que ennoblecían el tesoro real , y podian sovír eo
un apuro ú vicisitud de fortuna , Abderahman les dija : Me parece que
> tos escritores árabes meneioiuin cuatro puertas <^ pasos prinGÍpales en el Pirineo : Borl
Oxmara, Bort Jaca, Bort Xénur, y Bort Baymia. U de Xéjtar, según se escolie, puede iaW-
preiarse la retuerta, y es por Boacesvalles.
DI LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 13S
«áadmbra d brillo del collar y la estíniadon imaginaria que dan los
knfat«s á la rareza d6 estas pedrezuelas y á la Bgura y lindeza de sos
peria»? ¡pero qué tienen que ycr con la hermosura y gracia de la hu-
■uoa perla que Dios ha criado l Su resplandor encanta los ojos de
quien la mñra, arrebata y desmaya los corazones : las mas bellas per-
las, los jacintos y esmeraldas mas preciosas , que ofrece la naturaleza
^^ especie , no deleitan asi los ojos ni los oidos , no tocan el corazón
m reerean el ánimo ; y asi me parece que Dios ha puesto en mis manos
«tes cosas para que yo las dé su propio destino, y sirvan de adorno y
gvgantíDa á esta graciosa muchacha. Todos conrinieron en esto por
(mfbcer al rey los viejos, y los mozos por natural convencimiento.
RAió después el rey á su poeta familiar, Abdala ben Xamri , la con-
tiesda sobre el collar que había tenido con los wazires , y le dijo que si
le oconia alg:un concepto ¿ propósito; y respondió : Este, señor, si
« ^ace ; j dijo estos Tarsos :
Preí aereeienU «1 conar y á los precioMs Jacintoi
La que excede en resplandor . á la lona y sol unidos :
tM maao del Criador ostenta raros prodigios ;
Pero como este njognno homanos ojos, han Yísto :
o perla , que Dios cri6 de celestial atractivo ,
A ti de la tierra y mar cedan perlas y jacintos.
Agradaron mudio al rey los versos , y como quien sabia hacerlos con
bcfljdad 7 precisión métrica dijo estos :
Ss dot tuyo. Aben Xamri, la elesanta poesia »
Los osearos pensamientos ta claridad ilumina ,
Cual las sombras de la noche la luz del alba disipa :
Sa encanto por el oido en el coraion destila ,
Como la gracia y beldad de una criatura linda ,
Nuestros ojos arrebata , nuestro corazón hechiza ,
Mas que la rosa y Jaimin , mas que las eras floridas.
Hi eorazon y mis ojos , á ser mios todavía ,
Rendido los ensartara en la hermosa gargantilla.
Dijo entonces Xamri al rey : Guala , que tus versos son mas ingenio-
sos que los mios , y tu elogio es para mi mas grato que cuanto pudiera
desear, y no me queda sino pedir á Dios que te conserve y me dé tiempo
pna ocoparle en tus bien merecidas alabanzas. Mandó el rey Abderah-
maa darle una bidra ó boba de diez mil adarhames , que repartió entre
sasam%oi presentes. Obeidala ben Garloman, uno de los donceles y
bmfliares distinguidos de Abderahman , estaba en esta ocasión ausente
«B el campo, y cuando volvió odebró también con elegantes versos la
Kberalídaddelrey.
Había venido en este tiempo á España de sus viajes á Oriente Yahye
beo \abye el Laiti , á quien Malee ben Anas llamaba d discreto anda-
ioz , y él entendimiento de Algarbe. Cuéntase que estando en la cátedra
<H sabio Malee con otros muchos discípulos pasó por la calle un elefante,
j todos los jóvenes salieron á verle ; solo d Laili quedó con Malee, y
^ dijo : ¿Cómo no sales tú ? que en España no se ven elefantes ; y le
nspondió : Yo no vine á Oriente por ver elefantes, sino á oirte á ti :
; de su respuesta se maravjUó y complació Malee'; y el Laiti fué tan
m BISTOBIA DE JU DOlOHACiOIf
aposioiíado de este doctor, que fué doe Teces 4 Oriente per tisltarie,
y estuTO alli en ocasioaque acompasó sa féretro. A este sabio mcargó
el rey Abderahman la enseñanza de sus bijos JacAb , él llamado des-
pués Abu Cosa, 7 Bixar, y ambos sali3t>n muy aproyechados y eru-
ditos : Jac&b fué de gran ingenio para la poesía , y se conservan algu-
nas composiciones suyas muy elegantes en la colección de Ahmed bm
Ferag, intitulada los Huertos. Bixar era de mucha elocuencia y muy
docto, y le solía encargar su padre las oraciones fúnebres de loe que
fallecían de su familia, y de otros principales. £1 Laiti dio noticia al
l^y Abderahman del mérito y celd>ridad que tenia en Oriente Aly ben
Z¿riab , insigne músico de la Iraca, y le enyió á buscar con grandes
promesas y liberalidades, y logró que yiniese á EspaiBa, y le tuvo el
rey en su alcázar, y este sabio enseñó en Córdoba ¿ mueboa discípulos
que igualaron deqpues4 los mas famosos de
CAPITULO XU.
DtvariM tveetot, y e^mnoclon del piieMo d« Mérlda.
En d año 212 (827) murió en Toledo Isa ben Diñar el GafeU , natu-
ral de la misma ciudad ,>y alfaqui muy sabio de la escuela de Malee
ben Anas : era hombre muy afable con todos y de muy entretenida con-
ycrsacion, y enseñaba deleilando : practicaba algunas extrañas obscr-
yancias , hacia su oración del alba con la preparación y layatmo de la
oración del anochecer : su féretro fué acompañado de toda la gente
ilustre de la ciudad. En el mismo año murió también en Toledo el cadí
mayor de su aljama Sabaton ben Abdala el Ansari , yaron muy respe-
tado por su sabiduría y su rectitud. En este tiempo enyió el rey tropas
á las fronteras de Afranc , y dio el mando de la caballería ¿ Muhamad
ben Abdelsalcm , que habla sido wazir del rey Albakcm su padre.
Cuando estaba dispuesta la salida de Abderahman para las fironteras,
un inesperado Icyantamiento de los de Mérida suspendió la partida :
dio ocasión al descontento de los moradores el excesíyo rigor de los
vazires del wali de aquella capitanía en las cobranzas de las rentas de
azaque ^ correspondiente al rey , y fomentado d descontento ppr algu-
nos sediciosos, entre otros por Mahqmad ben Abddgebir, que <m tiempo
del rey Alhakem había sido mccbtiseb ó recibidor de rentas, y en este
tiempo se bailaba ocioso : el Yulgo y gente baldía siempre leye , sin ra-
1 Aiaqqe es lo que se da por ley á Dios ó al rey , como medio seguro de acrecentar y con^er>
nr los demás bienes t es e! diesmo de todos los fratos de siembra, plantío y cria de genedos,
de productos de coraerdo y de industria, del benefloio de laa minas ó invenciofi de tesoros .-
se pagaba con varías práctioas. De la invención de tesoros tenía el rey el quinto : no so.pag4ba
•taque de la piala , oro y piedras preciosas empleadas en guarniciones de espadas y de libros,
y en anillos , arillos ,'eÍ0Kas y otras joyas de los adornos de sus nugeres y eselavas, y en Jaeces
de caballos de guerr^. Las rentas del asaque son para mantenimiento del rey y de sus minis-
tros, defensa de las tierras, para aprestos de guerra, reparo de obras públicas ^ meiquitaf ,
baftos, fuentes, escuelas, y mantenimiento de los maestros de ellas, oomponer eamino»,
puentes y posadas, rescatar cautivos y remediar pobres secuaces de la ley, que cumplen se»
cinco aialaes O oraclonee, pues quien estas no cumple y su áiaqueno paga, es doctrina de
Aiuua no trgtarie nt enterrarle. Mobtasar Aaunoa. Ms.
M LOS A1UBB8 BU BffAftA. US
loaydqiQMtá álatoonmockmesyalborDloi, vonqtfó élfrMode óbe«
tieocit 7 ¿rdea, y ea deanandada Inrba acometió con Airor las casas
de les wazires , los despedazó y robó sos casas ; cnndió el tropel 9 la miil«
tílud y la insolencia, y el vali con sn guardia y Ceumilia pndo librarse
de h muerte huyendo de la ciudad. Abhomad y otros sediciosos de los
ñas osados se apoderaron del mando, repartieron armas, vestidos y di»
■ero á la gente menuda , se les allegaron los bandidos y malhechores
it la coaiarca , y se prepararon á defender aquel violento y tumultua-
rio gobiono. La infausta nueva de estos movimientos llegó á Córdoba
eoQ mucha celeridad , y con la mayor diligencia pasaron las tropas de
Algaihe y de Toledo á castigar la rebelión. Mandaba la gente de To-
kdo el caudillo Abdelruf ben Abdelsaiem el Dilhethi : los de Mérida ño
osaron salir de sus muros , y las tropas destruyeron muchos edifldos y
casas de campo , talando sus huertas y estragando la tierra de la co-
Barca. No quería el rey Abderahman estos males , ni consintió que la
ríndad fuese entrada por fuerza , porque la calamidad y el tumulto se-
ria tanto mayor cuanto la ciudad era muy populosa y rica. Alargá-
base por esto el cerco de Mérida , y en ella cada dia eran mayores los
desórdenes. Corrían sus calles mas de cuarenta mil hombres , gran
fiarte de ellos armados : no había nada seguro de su rapacidad , miraban
bs casas de los mercaderes y gente rica como legitima presa y premio
de sn valor y alrevindento.
En tan triste situación los buenos muslimes , y aun los que por abor-
redmiento á los gobernadores , ó por vanos deseos de novedad y mu-
lama se hablan holgado neciamente de sus propios peligros , anhela-
ban ahora por restablecer la obediencia y el orden , únicos apoyos de la
^lica seguridad. Valiéronse para esto de la honrada juventud , que á
m pesar andaba armada entre los amotinados , y acordaron que sa-
liendo algunos de los mas principales de noche al campo de los cerca-
dores, ofreciesen al wali Abdelruf franquear en horas convenidas al-
fanas puertas y torres , para que las tropas del rey apoderadas de ellas
arrogasen de la ciudad á los rebeldes y malhechores. Asi se locró apro-
▼echando las tinieblas de la noche : seis nobles mancebos salieron se-
cretamente de Mérida , y se presentaron á Abdelruf, comunicaron
la Intento y convinieron en la hora y señal para abrir las puertas en la
B%uiente noche : tres jóvenes se volvieron aquella noche á la ciudad ,
j dieron parte de lo concertado á los que convenia. Abdelruf dio sus
órdenes muy rigorosas á la caballeria que debia correr las calles en
entrando eif la ciudad , para que no hiciese mal sino á la chusma rué
se opusiese armada , y mandó á la gente de ¿ pié que ocupara las m:'-
raflas y las plasas sin apariarse ninguno de sus banderas , manifestanoc
& los caudillos la voluntad del rey en el castigo de los rebeldes. Tenida
h nodie y su tercera vela se acercaron con silencio al muro las gentes
dr Toledo, y hecha sedal por los jóvenes de Mérida se abrieron las
puertas , y las ocuparon sin difleultad las tropas t siguió la cabaDeria de
Algarbe , y se formó en las primeras plazas interiores de las tres puer-
tas. Ala venida del dia fué general el espanto y la sorpresa de losre-
teUoaos de Mérida , y del coonm de los habitantes : la cabaUeria del
I8( HIST0RI4 DE lA POMlKAaOll
rey Abdeinfannn corría las calles persigaiendo á la mnltitiid : muchos
dejaban llenos de lerror las armas , y todos inciertos corrían á todas
partes. Las caudillos de la rebelión se salfaron en la confusión y tropel
de los fugitivos, y la ciudad al medio dia ya estaba libre de dios : que-
daron muertos en las calles coíno setecientos , y U)da la multitud desa-
pareció, ú oculta en la ciudad ó fugitiya en los campos. Aseguró Ab-
delrúf los ánimos de los vecinos , restituyó el orden y la quietud al pue-
blo , dejó sin enterrar aquellos cadáveres algunos dias , y avisó al rey
el allanamiento de la ciudad : á pocos dias llegó el perdón que el rey
concedía compadeciendo las calamidades que habian sufrido los honrados
mcMradores de Mérida : fué esta conmoción de los rebeldes de Mérida éí
año 213 (828).
CAPITULO XUl.
Da la sedición y alboroto del pueblo en Toledo. ". *
Apenas babia teaido el rey Abderahman tiempo para celebrar tan
agradable acaecimiento , cuando tuvo aviso de igual inquietud y albo-
roto en Toledo : la población de esta ciudad era grande, y había en
ella muchos cristianos y judios muy ríeos, gentes, aunque sometidas,
enemigas de los muslimes , que por señores los aborrecian , y á su propio
ríesgo suscitaban desavenencias y se alegraban del mal del estadio. Los
sediciosos hallaron un caudillo cual ellos le querían : Hixémel Atiki,
mancebo muy rico de Tdedo, con deseos de venganza procuraba sus-
citar algún bullicio popular y levantamiento contra el wazir de la
ciudad Aben Mafot ben Ibrahim : esparció á este Gn mucho dinero
entre la gente pobre, ganó los berberíes de la guardia del alcázar, y
todo lo tenia preparado, esperando su ocasión oportuna. Sucedió por
caso inesperado el anticiparse el rompimiento, y fué que reunida mu-
cha gente de la que estaba pagada por Hixém en la alcana, ó mercado,
prendieron los ministros del v^ali del Zoco á uno de ellos : causando su
prisión algún ruido acudió aquella gente, y rodeando á los ministros
por todas partes, aunque dejaron el preso, todavía llovieron sobre
ellos piedras ; huyeron mal heridos al alcázar por ampararse de la
guardia, y los berberíes de ella con fingido pavor huyeron de la mul-
titud que los siguió , y por instantes se acrecentaba ; entraron de tropel
en d alcázar, mataron á los ministros y guardias fieles que quisieron
oponerse á sus violencias , y toda la ciudad manifestó alegrarse de ver
arrastrados por la plebe los ministros de su opresión. El wali Aben
Mafot estaba en el campo , y es(a fué su fortuna , y avisado del motín
y de las muertes y ocupación del alcázar se retiró á Calat-Rafaba , y
avisó al rey lo que babia sucedido. Luego mandó Abderahman que sa-
liese su hijo Omeya con parte de la caballería de la guardia á unirse
con el wali Aben Mafot para castigar á los rebeldes de Toleda En la
ciudad excitados los ánimos por los sediciosos persuadieron á muchos
la necesidad do defenderse : señalaron de común acuerdo por so can-*
DÍALOS ÁRABES EN ESPAÑA. 137
düfei Hixéiii, qoe no deseaba otra gloria. Pasó alarde de sa gente,
repartió armas á los mas osados y bien dispuestos, y ordenadas las
ittnderas y repartidas á los mas distinguidos por su valor ó su popula-
ridad , y encargada la guardia de la ciudad á los bisónos y sin expe-
rieoda de guerra, salió con su escogida gente contra Aben Mafot, que
había reunido alguna gente y caballería. Encontráronse estas huestes y
pelearon con varia fortuna , y lograron algunas victorias que aumen-
taron su orgullo y esperanzas.
Eotre tanto la ciudad de Mérida gobernada por el wali Abdelrúf ma-
nifestaba estar contenta en la cabna de la obediencia , del orden y de la
Iraeiia policia. Recogió Abdelrúf los pobres , dio ocupación á los ociosos,
persiguió los vagamundos , mandó velar á los cadies de coras ó comar-
cas y á los de la ciudad para evitar y prevenir las maquinaciones de
ks malos , puso gran recaudo en los depósitos de armas , y hacia ron-
dar las calles de d^a y de noche con partidas de caballeria , con guardias
permanentes en las plazas y barrios de mucha concurrencia. Como en-
tendiese el rey Abderabman el allanamiento de Mérida y la prudencia
qoealii había manifestado su wali Abdelrúf, le mandó pasar á tierra
de Toledo para tranquilizar la comarca que estaba levantada, y echar
de eUa á los rebeldes : al mismo tiempo le encargó que no hiciese la
pnernt en aquel pais mas daños que los que no pueden evitarse en ella :
que á k» que huyesen delante de su hueste no los persiguiese para ma-
l;irlos, sino para obligarles ¿ dejar las armas ó salir de las comarcas
que infestaban : que los muslimes asi debian hacer la guerra á los de
so misma creencia.
Habían pasado tres años sin que los caudillos del rey pudiesen alcan-
ur ninguna considerable ventaja sobre las tropas de los rebeldes de
Toledo , hasta que el año 217 ^832) Omeya, el hijo del rey, logró ro-
dearlos en una celada á orillas del rio Alberche, causándoles atroz
matanza , que obligó á refugiarse en. la ciudad á los que Dios quiso
librar de la espada de los vencedores ; pero la fortaleza de Toledo les dio
s^uro para continuar en su desobediencia. En el año siguiente acau-
dfllando las tropas del rey el wali Abdelrúf peleó contra los de Toledo
en los campos de Maghazul , y por la matanza que allí tuvieron fué para
ellos un monumento de horror y de maldición , que muy pocos se sal-
Taron aquel infausto diia.
CAPITULO XLIII.
De la entrada de los rebeldes en Herida.
Pbco tiempo después como hubiese faltado de Mérida el wali Abdel-
rúf. los descontentos de la obediencia 7 sujeción en que los tenia luego
avisaron á los bandidos y malhechores que andaban en tierra de Alis-
briQa acaudillados del rebelde Mahomad ben Abdelgebfr, y aprove-
chando la ocaskMi de la ausencia del wali , y que la ciudad estaba mal
ftnardada, se fueron introduciendo en ella pocos á pooos, y viendo
138 HISTORIA M L4 DOMIllAaOK
aqaella oportunidad que se les ofireda acometieron de noche ¿ loa
guardas de las puertas, y se apoderaron de ellas y de los depósitos de
armas y vestidos , y toÁ) lo repartieron entre la gente menuoa dd pue*
blo , y buscaron con mucha diligencia á los vazires y ministros del
gobierno , y asaetearon ¿ dos sin ventura que pudieron haber á las ma-
nos. Cuanck) el rey tuvo la nueva de esta rebelión dio orden ¿ los al-
caides de la comarca para juntar sus gentes con mucha diligencia y
pasar ¿Mérída *. el mismo Abdcrahman partió de Córdoba con la caballo-
ria de su guardia y la de la ciudad, y en Ain Goboxi se le juntaron los
alcaides con las gentes de sus alcudias ó jurisdicciones : hizo d rey
alarde de estas tropas , y halló ciento y veinte banderas con cuarenta
mil hombres. Habló el rey ¿ los caudillos , y les mandó que hiciesen la
guerra como contra hermanos seguidcnres de una misma creencia , que
en el momento que volviesen brida y huyesen , ya no eran sus contra-
rios , sino hijos y hermanos extraviados y regidos de mal consejo, que
oonvenia desarmarlos y darles otro castigo que la muerte , de que solo
eran dignos los promovedores de la rebeUon. Los rebeldes no osanm
salir de sus muros ^ pero defendieron bien sus torres y puertas , y obli-
gaban á todos los vecinos á su temeraria y obstinada defensa. Lnego
mandó el rey dar algunos combates á la ciudad , y con mucho trabajo
se derribaron algunas torres , cavando sus cimientos y sosteniéndolos
en gruesos leños que el fuego destruia. Todo estaba dispuesto para en-
trar la ciudad por varias partes ; pero d rey deseaba evitar la matanza
y calamidades de una entrada violenta, y mandó arrojar ¿ la ciudad
saetas con escritos , en que ofrccia perdón á todos si entregaban á los
caudillos fulano y fulano , principales susdtadores de la rebelión. Algu*
nos de estos escritos cayeron en manos de los mismos fecciosos ó de sus
amigos, y previnieron su desgracia con la fuga. Corrió la voz entre la
gente honrada de la ciudad , y se animaron todos ¿ ofrecerse rendidos
á la clemencia del rey. Luego se abrieron las puertas de Mérida , y en-
tró el rey Abderahman con su guardia de caballeria : fué recibido con
grandes demostraciones de alegria de los vecinos, y con mocho temor
de los inquietos y revoltosos. Excusaron con mucha humildad los prin-
cipales de la ciudad su falta en no haber podido prender á los señalados
cabezas de la rebelión , y el rey Abderahman les dijo ? Yo doy gracias
á Dios que en este día de complacencia me ha librado del disgusto de
ajusticiarlos y mandarlos matar : tal vez Dios abrirá los ojos de sus
entendimientos, y volverán de su locura, y si no lo hacen, Dios me
dará poder para impedir que perturben la quietud de mis pueblos.
Despidió el rey las tropas do las provincias regalando vestidos, armas
y caballos á los alcaides y otros cd)alleros, y todos volvieron muy con*
ten tos de esta expedición. Permaneció el rey en Mérida algunos dias , y
mandó levantar las fortalezas derribadas y reparar los muros , aunque
algunos le aconsejaban que los destruyera para evitar nuevas rebefio-
nes ; pero el rey encargó al amil ó gobernador de la provincia , Abdala
ben Goleib , que diese ocupación en estas dirás á los pobres de la dudad,
y asi se hizo, y acabada la d)ra se puso en la fortaleza principal esta
His^pdon<
M u> iiuns ni csmda.
140 H1ST0NA BE LA DOMüfACH»
En este año mnrió en Córdoba Caraos ben Abes bcn Mansor el ThekiG ,
disdpulo muy docto de Malic ben Anas , maj favorecido del rey.
Entre tanto ccmtinaaba la guerra contra los rebeldes de Toledo, que
mantuvieron tres años con indecible constancia aquel continuo cerco ,
haciendo frecuentes salidas contra los walies Aben Mafot y Ábdeh*úf ,
hasta que estrechados y reducidos á lo alto de la ciudad les fué forzoso
entreg^vse por no perecer de hambre. El rebelde Hixém cayó herido en
manos de Abdelrúf , que luego le mandó cortar la cabeza, y fué puesta
en un garfio sobre la puerta Bab Sacra *. Conforme ¿ las benignas ór-
denes ádl rey publicó un perdón general á toda clase de ciudadanos -.
filé la entrada de Abdclrúf en Toledo año 223. Se ocupó en reparar
el muro y muchos edificios del arrabal , que hablan quedado maltra-
tados : restableció la buena policía de la ciudad , y atajó los barrios con
puertas para mayor seguridad de los vednos. Fueron celebradas qp
Córdoba con mucha alegría las nuevas del allanamiento de Toledo, y
d rey confirmó en el gobierno de aquella ciudad y provincia al insigne
wali AbdelrAf ben Abi Dilhcthi$ y ¿ su tiode este, Aben Mafot ben
Ibrahim , lo hizo vazhr de su consejo de estado.
CAPITULO XUV.
De It guerra en las fronteras, y por mar en lai coataa de Manella.
En el año 224 (838) mandó el rey al wali de Zaragoza que allegase
las banderas de toda España oriental y fuesen á correr tierras de
Afranc : Obeidala ben Abdala y su wali Aben Abdelkerím hicieron en-
tradas dos años con numerosas huestes , y las gentes huían por todas
partes y abandcmaban sus pueblos , y los muslimes tomaron muchos
cautivos y ganados de toda especie. Asi también al mismo tiempo la
gente de Mérida, Badaiyos y Alisbona entráronlas tierras de Galicia,
y pelearon contra Alanfus , que era rey de aquella gente rústica y aguer-
rida, y pelearon contra ellos con varia fortuna. Las naves de Espaite
pa^oron de Tarragona este año , y juntas con las que halua en Uis islas
Yi^isAty Mayoricás fueron á las costas de Afranc y aportaron en ellas,
y robaron las cercanías de Marsella , y tomaron muchas riquezas y cau-
tivos en los arrabales de aquella ciudad. En este tiempo vinieron al
rey raensageros de Teófilo, rey de los griegos, instándole para que le
ayudara en la guerra omtra Almoatesim el califa de Oriente , y Abde-
rahman los recibió con mucha honra , y escribió al rey de los griegos,
que luego que pudiese desembarazarse de las guerras domésticas que
le oeupaban , enviaría sus naves en su ayuda , y con ricos presentes los
despidió contentos.
Los cristianos de los montes de Afranc extendieron sus algaras hasta
Albaida y Calahorra , y robaron los pueblos y quemaron aldeas, y ta-
laron los campos. Pesó mucho al rey de estos males , y escribió á los
> Ahora se llama Bisagra , depravada la voi arábifa Bab, puerta , y la lalina Saera, que M
•u Bombre aotiguo.
DE LOSIARABES EN ESPAÑA. Ui
de la frontera para qoe allegasen sus gentes, qoe delennmaba
ir en persona á esta smta guerra.
£1 año 227 faDedó el cadí de Tadmir Abderahmaa bcn Fadal el Ga-
kdí , de Ateca , célebre por su integridad : su hijo Aben Fadal era en
este tiempo de singular ingenio y virlud, y el rey le dio el mismo cargo
qoe había tenido su padre, y a^dlos pueblos dieron gracias al rey
por ello.
CAPITULO XLY.
De la venida de loa nortmanos á las costas de Espafia.
En d aSo 229 (843) vinieron á las costas de Alisbona cincuenta y
cuatro nayes de los ^ magioges, gentes fieras habitadoras de las últimas
tierras boreales -, robaban las poblaciones , y degollaban á cuantos po-
dían habet á las manos con bárbara crueldad , no perdonaban mugeres,
niños, ni ancianos , ni los animales domésticos : cuando ya no hallaban
presas que hacer incendiaban y destruian los edificios, talaban los cam-
pos, y eran enemigos de todo el género humano. Estuvieron ddante de
la ciudad troce días talando y quemando los campos y las poblaciones.
AHegaron los caudillos muslimes las gentes de laá comarcas , y los ma-
finges se embarcaron con sus presas y desaparecieron. Poco después
tolTieron á infestar las costas de Algarbc de España y de Almagréb, y
saltaron en Welba , y en Gczira Gadís , y corrieron la tierra hasta Si-
donia : y en d año 230 el dia 8 de la luna de Muharram Uegaron
sos barcos hasta SeyiUa redando y abrasando los pueblos , quemaron
Gezira Cabtal', y pelearon tres dias con atroz matanza con la gente de
aquella tierra, y robaron el arrabal de Sevilla , y se fortificaron en
Tablada ,- pero los esforzados muslimes de la ciudad los vencieron , y
el dia 12 de la misma luna se retiraron, sabiendo que venían contra
ellos quince naves que enviaba el rey Abderahman con muy escogida
gente : lomaron los magioges á las costas de Algarbe, y el rey envió
sos órdenes áMérida, Senterin y Colamria para guardar aquellas costas.
Rabia salido el rey con su caballería para derendcr las ciudades de An-
dafaida, y vio los estragos que hablan hecho los bárbaros , y aseguró y
consoló sos pueblos, y mandó reparar los muros y otros edificios de
Serilla , que dejaron maltratados : la gente de SeviOa abandonó su ciu-
dad por náedo de los magioges, y huyó hasta Garmona.
Eueste tiempo hizo el rey cadi de la aljama de Córdoba á Muhamad
beo Zeyad ben Abderaliman el Lahmi ; era de la misma ciudad , hombre
flioy docto y de loable vida. Mandó el rey construir naves en Gezira Ga-
dís, cu Cartagena y en Tarragona para asegurar las costas, y encargó el
caidado de los avisos y comunicaciones de mar y tierra á su hijo Jacúb,
d llamado Aba Cesa : ordenó que hubiese en todas las capitaniasde Es-
* Ut ánkea liaaufcan magfoses ¿ lasgenlcs de los eslMmos del norte de Eviopa y de Aaia,
<^ es, los de Gof y Magog s en Buropa se conocieron con el nombre de norUnanos, 4 gentes
^> Mfie, los q«e eo esle tiempo kajando del Báltíeo y de la Noruega tnfet taroQ las coslaa de
'' i,rfaMtn,flwaAa, Italia y Afrka.
Ut mSTOIUA DE LA nOMUf ACIÓN
páüaun sahibd berid,ócapiUiadeyeredas, oonciertonüaNrodefo-
rénicos ó correos á caballo , para llevar con mucha diligencia los ayisoí
y mandamientofl del gobierno.
CAPITULO XLVI.
De TiríM Moeíos y obras d«l rey Abderahnuui, y de sa maerle.
En el'año 232 (846) hubo en España gran seca, que perecían los ga-
nados por falta de abrevaderos , se abrasaron las viñas y árboles fruta-
les, faltaron las cosechas de trigo y cebada ; pasó también gran phga de
langosta desde África, y no quedó planta verde en el campo : machas
gentes de España huyendo del hambre se pasaron á Afriqa, que allí ea
Almagréb y toda tierra de Fez se vendía d wisque ó carga de trigo por
tres adirhames. En el año siguiente , 'como continuase la carostía y falta
de frutos, perdcmó el rey Abderabman álos pueblos el diezmo de fru-
tos y ganados que le debian pagar. Estas calamidades impidieron al rey
la expedición de algihed ó santa guerra que tenia dispuesta , y elreoek)
de nuevos desembarcos de los magioges contuvieron las amuis de los
muslimes y de los cristianos. Por ocupar y mantener álos pobres edificó
Abderabman mezquitas y alcázares en varías ciudades de España, coos-
truy ó la Rusafa sobre la orilla del río en Córdoba , hizo traer agua de la
sierra en encañados de plomo , y mandó labrar muchas fuentes en la
ciudad, y baños de mármol para comodidad de los vecinos» Reparó coa
magníGcencia los dos palacios de Meruán y de Mogueit y otros hermo-
sos edifldos de Córdoba. £1 año 236 acabó estas obras y enlosó b&
calles de la ciudad.
En la primavera del año 237 (850) mandó congregarse en Córdoba
los walies g<d>emadores de las grandes ciudades , los cadíes^ alcatibes,
vazires consejeros de estado, y declaró ¿su hijo Muhamad futuro
aucesor del imperio, y todos los presentes le juraron fidelidad y obe-
diencia, sin reservas ni excepciones : concurríeron los hijos dd rey y
otros nobles jeques y caudillos , y se celebró esta solenme dedaraeíoii
con grandes alegrías. Dio Abderabman en estas fiestas comidas muy es-
¡déndidas á los walies de las provincias , y repartió caballos y armas á
los caudillos , y preciosos vestidos á susguardias. Los pobres fueran so-
corridos con copiosas limosnas en todas las ciudades dd reino, y aun ks
lugares mas apartados y pequeñas aldeas participaron del conlealo y ale-
gría de la capital, y de la generosidad de su rey. En esteaño faibeió Casini
ben Hilel el Caisi , hombre muy docto, cadi de Guadil-bijara su patria
Enlaluna de Safar del año 238 (852) adoleció el rey AbdmdiiMn ben
Alhakem, y aunqne de dia en dia se fué agravando su dolencia , perma-
neció siempre con ánimo tranquilo; ya le faltaban á Abderabman laí
fuerzas , y todavía conservaba la serenidad y apacible compostura de st
gesto, y hasta eltdtimo momento de su vida la blandura y afabilidad d<
su natural. Cumplido él ¡riazo de sus dias talleció un jueves al anoche
cer, último di^ de laluna de Safar del dieh&afio, baMeodo vivido s&
Mt LOS ÁRABES EN fiSPAflA. 143
M&tay dnco aiios, tresme^es ytresdias, y el tiempo de sa reinado faé
Irdota y un años, tres meses y seis dias : dejó cuarenta y cinco Iiijos
Tuones : fué acompañado su féretro de toda la gente de la ciudad y de
I» comarcas : todos los pueblos lloraron su muer le como la de un buen
padre. Geldiróse su entierro á la hora del alba del dia 3 de la luna de
Rebíe primera : hizo oración por él su hijo. No hizo novedad esle rey
ea la moneda , labrándola de la misma ley y forma que sus antecesores :
se perfeccionó en su tiempo la fábrica de armas de Córdoba y la de To-
ledo,y las enseñanzas en toda España.
CAPITULO XLVII.
Del reiüado d« Muhaouul, hijo de AMerahman.
fiespnes de la muerte de A))dcrahman segundo de este nombre , y el
cuarto de los reyes de Beni Omcya en España , fué aclamado en Cór-
doba su hijo Midiamad, apellidado Abu Abdala : era de edad de treinta
años : la madre que le parióse llamaba Themina. Le juraron obediencia
d dia jueyes 6 de la luna de Rebie primera del año 238 (852). Con-
cibieroQ loa pueblos buenas esperanzas de prosperidad en su reinado,
9Ú por sos excelentes prendas de humanidad , justicia y valor, como
por so erudición y natural ingenio. En los primeros meses de su rei-
nado se susdtó una querella literaria entre los alimes y alfaquies de la
ayama de Cordel contra el Hafit ^ Abu Abderabman fiaqui ben Macha-
lad : este sabio andaluz había estudiado en Oriente con los mas famosos
doctwes de aquel tiempo . discípulos de Ahmed ben Muliamad ben Han-
bal , y enseñaba en Córdona por los libros de Abu Becri y de Abi Xoaiba,
andaluz de la misma escuela. Toda la aljama de Córdoba se opuso á su
enseñanza , y manifestó al rey que no convenia aquella diferente expo-
údotk del Alcorán , que la aljama de Córdoba seguía tradiciones apoya-
das en mil y trecientos doctores, ó cerca de esle número; y el Hafit
fiaqui y los de su escuela en doscientos ochenta y cuatro , de los cuales
apóias había diez de autoridad y aprobada fama. £1 rey Muhamad les
mandó juntarse en su presencia , y examinó la obra de Abi Xoaiba , y la
dedaradon del Hafit Baqui , y oyó sus disputas , y le parecieron las di-
ferencias todas leves sutilezas y cavilaciones que no alteraban lo sus-
tandil de la ley ni de la sonna ó tradición recibida , y que en las deda-
racioiiea de Baqui había doctrines de buenas y saludaldes prácticas , y
declaró qne no era justo impedir aqu&Ua enseñanza , que podía ser útU
á la iliistradoD de los pueblos, y todavía mas los virtuosos ejemplos del
Hafil , qoe era hombre de muy loable vida.
En Ramazan de este año falleció en Córdoba , de edad de cincuenta y
tns años, d sabio alfaqui Abdelmelic ben Habib , andaluz conocido por
d Salemt , que había estudiado en todas las mas célebres aljamas de
Hall fr< Mido 4|«o lo daba á lo» sabios que conservabaa eu su memoria muchas historias
144 HISTORU DE hk DOMUIAOC»!
Oriente , y en todas partes quedó fama de su prodigiosa eradiciOD y y de
su apacible condición : sos obras eran apreciadas y adquiridas por los
sabios de todos los países : otros dicen que murió en fin del año si-
guiente, día sábado 12 de Dylbagia. También murió este ano Amira
ben Abderabman ben Marun el Ateki de Tadmir , célebre por sus grao-
des conocimientos y su buen ingenio en la poesía , conocido por Abul-
fadal , y su muerte fué miqr sentída.
CAPITULO XLYIII.
De la gnerri en Us fronleras de Galicia y en Toledo,
Deseando el rey Muhamad la propagación del Islam en las fronteras
de Espada , y contener los movimientos é inquietud que en ellas cau-
saban los de Galicia y los de Afranc, encargóá los walies deMMda j
de Zaragoza allegar sus gentes , y entrar en aquellas tierras. Por parte
de Arrancias algaras fueron muy venturosas : pasaron los montes y ta-
laron tierra de Narbona, tomando muchos ganados y cautivos, y los
pueblos huian por todas partes de los vencedores muslimes, y aun salían
á ofrecerles sus bienes para templar su saña. En la frontera de Galicia
pelearon con varia fortuna , y el wali Muza ben Zeyad el Gedaí fué ven-
cido de los cristianos cerca de Hins Albeida, y tomaron aquella forta-
leza y degollaron ¿ los muslimes que la defendían : las nuevas de esta
desgracia llegaron ¿ Córdoba , y posó mucho al rey de este desmán ;
pero los de la corte y muchos enemigos del caudillo Muza ben Zcyad
aprovecharon esta ocasión para dañarle, y le infamaron diciendo, que
por ruines tratos y dones que había recibido de los cristianos se habla
perdido aquella fortaleza. El rey dio oídos, que no debiera, á los mal-
sines , y depuso del mando á Muza ben Zcyad , wali de Zaragoza , y á sa
hijo Lobia ben Muza , que era wali de Toledo : ofendidos estos caudi-
llos , confiando en el amor de los pueblos de sus provincias solicitaron
con secretas inteligencias hacer treguas y procurar el favor de los cris-
tianos de Galicia , y rebelaron la tierra contra su señor. Cuando estas
cosas se supieron en Córdoba , el rey dio mayor crédito á las sugcsüoDOs
de los enemigos de Muza ben Zcyad ; y luego salió con la gente de An-
dalucía á castigar á los rebeldes. Envió el rey de Galicia muchas tropas
en auxilio de los de Toledo , y fortificaron mucho la ciudad. Pasó d
ejército de Andalucía los montes, y sabiendo el rey Muhamad que los
enemigos, amparados de la fortaleza de la ciudad, no osarían salir á
pelear contra su gente , deseando hacer en ellos algún buen efecto, es-
condió parte de su hueste en un frondoso y espeso bosque; y con poca
gente y caballería pareció en las vegas de Toledo , y anduvo campeando
á la vista de la ciudad , manifestando recelos y temores , y no parando en
ninguna parte. El wali de Toledo , pensando que esta gente seria la de-
lantera de otra poderosa hueste , quiso aprovechar la ocasión , y con
todas sus tropas y auxiliares salió contra ellos, y trabando Ugeras esca-
ramuzas con poco empeño se fueron retirando. Los de la ciudad por su
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 145
vfBfaja fe cebaron en el alcance de estas tropas, qae se fderon retrayen-
do hasU Wadacdeie , qae asi ñamaban al valle en donde estaba la em-
tacada ; j saliendo la caballería que acaudillaba el rey con Haxem ben
Abdeiazíz , rodearon por todas pakesá losde Toledoé hicieron en ellos
atroc matanrii : el csmpo quedó cubierto de cadáveres y regado de su
sangre : ocho mQ cristianos y siete mil muslimes murieron alli : los que
p»fieron salir del combate se acogieron á la ciudad j y confiados en su
líirtaleía no quisieron rendirse , aunque les ofreció perdón si se venian
á SQ merced sin condición alguna. Yiendq el rey que el cerco seria largo
se Tolvió ¿ Córdoba , dejando encargada la gente á su hijo AfanondUr ,
qne ya hada sos primeras armas, y manifestaba indinatíon á su ejer-
dcío, y eran sus wazires los caumUos Abdelmelic ben Abdala Abu Me-
raán^y Aben Abddaziz. En esta expedición de Toledo murió Abdel-
CMÜr ben Abi Xoiba de Aleolea, en tierra de SetiUa, caballero de
ancho valor*
Coando el rey Muhamad entró en Córdoba fué redbido con grandes
donosl^adones de alegría , qiie no quedó en la ciudad chico ni grande
qae no saliese á recibirle en su entrada , que fué el año 240 (854). En el
4M> sigaientc y habiendo el prindpe Almondhir saOdo con parte de su
hueste á reoMnrer la tierra de Talavera , y las fortalezas de Calat-Rahba,
Uchs WAde j Zorita, a|novecharon esta ocasión los de Toledo, y sa-
Keroo contra las trcqpas que mantenían d cerco., y las atropcllaron y
ápáaca , hadando en eUas mucha matanza : se acogieron á Talavera,
y bs rebeldes las persiguieron hasta encerrarlas en sus muros. Sabido
eslo por el príncipe Almondhir fué luego con el ^ali de Talavera contra
los rebeldes, y los venció y puso en fuga, y volvieron con gran pérdida
á entrar en Toledo. El príncipe AlmcmÁir envió setecientas ú ocho-
denias cabeas de rdl>eldes á Córdoba, comunicando al rey su padre el
«ceso de la batalia de Talavera : que aquéllas cabezas habia mandado
ooriar i aetedentos rebeldes que hablan caldo en sus manos vivos en la
fuga, y d rey las mandó poner en las almenas. Continuando con mas
risor el oeroo las tropas de Andalucía talaron las huertas y vinas de To-
feíb; y ea un combate que dio Almondhir destruyeron el puente con
pan matanza de los rebeldes que en él estaban. Tres años continuanm
las talas y la devastación de laís cercanías de Toledo : los vecinos pací-
iooay loa pobres labradores miraban con mucho dolor destruidas sus
cana de campo , viñas y buerlos , por la obstinación y rebeldía de algu-
aos sedkiosos, por la mayor parte malos muslimes , muzárabes y ju-
díos. El ado 346 (859> vino al cerco de Toledo d rey Muhamad, y como
bs vcdnoB lo entendieron , vinieron algunos de secreto , y ofrecieron
al rey que si los perdonaba que entregarían la ciudad ó asesinarían
a los candillos rebddes ; y el rey les prometió perdón si en cierto
flazo lo cumplían , y antes del aplazado término abrieron las puertas
á so sejior, y entregaron las cabezas de algunos caudillos de la rebelión,
^ otros logran» ocultarse y salieron desconocidos de la ciudad. Aun-
VK d rey perdonó la rebelión á los vecinos puso otros vazírcs y cadies
en dla^ aá pan loa JBudimes como para loa cristianos, eligiéndolos de
10
amella coofiaiua con queros ordenamienUM? nm rigvra» feiim :
quo la dgwsiada blwamn y (plermcía (tel gqbievpo Uü hocia inia*
CAPITUW) XUX,
D« la Tenida de los magioget á las costas de Bspafla.
Entre tanto qao d re j Muhamad entendía en allanar sa tierra y so9^
gar las alleracionos de ella , los bárbaros naftogcs vinlerqn con so
senta nsvcs á las oostas do Andalucía , desembarcaron y corrieron ticr*
ra de Raya, Cártama , Málaga y la Radaya , y toda gaibia de Ronda,
badendo en toda esta tierra los estragos de las tempestades. No osaron
entrar mucho en lo Interior , pero ¿rasaron los pueblos yeoinos al
mar . y destruyeron muchos edificios y atalayas que habia en las ma-
rinas } robaron la mesqníta de Alhadrá y la qne llamaban de las Ban-
deras ^ Envió el rey Muhamad sq caballeria contra ellos, y luego »
embarcaron y pasaron á las costas de África. Oorrieron aqoeUa tiem,
y Tolvieron h invernar á las marinas de Eipafia , y cargados de rique-
zas salieron al osar Océano , y deaqiaiecicron t foé esto ailoSI6 (W)).
Los crisUanoa entendieron sus algaras hasta las ceroaidaB de Salamanca
y de Coria, y venciccon al wali de aquella (kreatera 2eid bes Casiin.
Estas nuevas Uegaron á Córdoba , y mflMwU él rey que se aprestase te cih
baUería para baeer entradas en Galicia. Partió d principe Almoodhír,
y en riberas del Duero dividió su hueste en delantera , dios alas, centro
de batalla y zaga, á lo que llamaban ' ddiamiaes i asi acometió al ejér-
cito de los cristianos. Guiábala deLanlera Muhamad Aloaothir, la bata-
lla principal iba ikcaudiUada del mismo Aünondhir t veneieroii á los cris-
tianos coa gran matanza de ellos, y los persiguieren, y entraron la
tierra , y ocuparon las fortalezas que habían tenido los cristianos, y
llegaron basta Pamplona y los montes de Afrane , haciendo grandes pre-
sas do ganados y c^utivos. En esta expedición dd afto d47 cautivó Al-
mondhir un cristiano muy esforzadoy principa} llamado FortAn , y vino
i Córdoba , y lo dio libertad , y.vivió en día mucho tiempo, que llegó á
ciento veinte y seis afios de edad.
£n el año 8i9 (863) hicieron entradas los cristianos de QaHeia y los
de los montes de Afraue, y robaron los puebles , y talaron k» campos ,
y llevaron cautivos de los muslimes de la Ar^mtera. Mindó el rey Mu-
hamad á los caudillos y n^ies de las provincias allegar sus g«ntes par^i
la santa guerra , y so publicó esta reaolncion en todos los simínbares d(
^paua , y Tueron juntindose las banderas en las capitanías pan partíi
1 Dico Xerif Edris que en Gciira Alb;u]rá UbU ¿ la puorU <lel;nar «na iMifvita llamad
Mmyéi de las Banderas, porqne al tiempo de la oonqaisia juntó allí Taric á consejo las ban
éwAM do los musttiiieftt
« Alchamis si^niAca cinco (»artaa, y sifnbó)i€ajaiento maiiQ, y ejéreho por^ss ae fema d
cinco parles : Almoeadcma , Calb, Almaimana , Almaisara y Assaca, esto ^, delantera, ccnlr<
ala derocka, ala laqalerda y ta^a. Jusuf ben Said de lllora declara asi esUVtoz, y en nuestro
9^wv» UiiTPa se iiaU40 W« iMHubfea de akUuawH y ttaiaMlAi por bvealee f aim^Ui.
DE IfiS ARASES SN B8PANA« 147
üfrimar «Ttao. Ba el principio del año 2$0 falledóeii CArdote él ia*
úgot Ydije ben Alhakem, d oonocído por Algazali , que había sido
amir del mar de Siria en tiempo del rey Hixém y de su hijo el rey Al^
faskem, y en tiempo del rey Abderahmiui faé enviado al rey de los
griegos con embajada , y á los reyes cristianos , y siempre fué muy €#-
tundo por mi humanidad y disprecion , y por su grande ingenio j y son
célebres los versos suyos en que describe una tcmp^tad que padeció en
dmsr CQ ocasión de su vi^e á Grecia : fuó muy sentida su muerte del
KyMubamad; pero ya eran sus difis cumplidos , que pasaron sobre él
Boventa y cuatro ano^ | babí« nacido ofio 156 , ei| el reinado de Abde*
rahman ben Moavi^
CAPlTÜWÍs.
Da la guerra en Galieia, y origen del rebelde HafsiiB.
Corrió la (ama de las entradas muy atrevidas de los de Galicia y
<k Afrailo en las fronteras por toda España , y sin dejar de acrecentarse
á h mayor distancia, abultando los estragos y talas que padecían loa
paeUos^ él número y calidad de las huestes enemigas, y todas la$ dr^
OBtttaacias de la(ii|vasion. Recibió elrey avi«o de los walies por los
ferénioos de Mérida , que decían como el rey de Galicia habia entrado
A Lositania y oorrido tierra» de Alisbcma; ^ue babia robado lospue*
Uos aUertoes que babia quemado A Cintra, y habla llevado grandes
fRsas de cautívoa y ganados de aquella tierra. Guando el rey Muhamad
toYo estas nuevas Hi^ partió con la caballería de Andahida t selejun-
laroo las banderas de Mérida , y entró con su ejército en tierras de Ga*
lids hasta Santyac. Los cristianos se retiraron á sus montes , y se encer-
rvoB en fortalezas puestas sobre peñascos. Yolvió el rey Muhamad por
Canora , envió su cabsUeria de Mérida por Salamanca , y eon la de
Córdoba siguió á tierra de Toledo : algunos cuentan esta expedición
«a el ano 347, otros en el de 249, y parece mas cierto. En las
fronteras de Afraac se daba en esto tiempo principio i una rebelión
VK vino á aer de mucha importancia. Un hombre de origen pagano, de
«cura y desconocida prosapia, UamadoQmar ben Hafs, conocido des»
pnes por Aben Hafson ben Giafar ben Arius : esta generación le dan
«IguiMiaf y Muhanmd Abdala ben Sebaun el Gairvani dice que sabia
sm cosas de los hijos de este rebelde, ycon todo eso nada pudodedr
<ie m pmaapía ; este cuentan que vivía de su trabajo humilde en Aon-
ii,delac(Hnarcade Raya, pero no contento de áo pobre suerte se (iiá
a h cíodad de Toqpeki & buscar su vida , y se biso salteador de camtaoa
<^ oíros compañeros, á quienes por su valor aicaudillaba : se resistió
9 ks caxiefes y justicia que los pcrsegm'a , y cobró celebridad y muchos
(^nipañeros y secuaces. Se encastillaron en Adharwera, castillo allí oo-
Qüodopor Gdat-Yabaster, señalado por su inacoesiUe fortaleta t esta
«t ima de las divenas relaoioues que hay en España del principio de su
f^Mian* fki d ad(» 9dO (a64i, echido de Aadakipia» se puó con ana
148 HISTORIA DE LA DOHINACION
bandidos á la frontera de Afranc , y se apoderó de la fortaleza de Bota-
lyebud , lugar inexpugnable por la aspereza de su situación sobre pe-
ñascos cercados de un rio.
Los cristianos de los atontes de Afranc , Tiendo la fortuna de las pri-
meras cabalgadas dé este bandido, buscaron su amistad, y unidos para
la desobediencia y rebelión se confederaron los de Ainsa, Ben Auarc j
Ben Asque , y corrieron impetuosos , como los rios que bajan de aque-
llos montes, hasta Barbastar, Wcsca y Afraga, levantando los pueblos
contra su señor, y ofreciéndoles seguridad y amparo contra los ^ralícs
de aquella frontera ; y al mismo tiempo (alaban los campos , y quemaban
los pueblos que se resistían á tomar su yoz y seguir su bando. Ocupa-
ron varias fortalezas de aquella tierra hasta la eomarca de Lérida. Q
wali de Zaragoza, aunque pudiera haber contenido los progresos de
esta rebelión , quejoso de hallarse privado de su gobierno, y esperando
al nuevo goberna(k)r, no salió de la ciudad , ai dio orden á los alcaides
de la provincia para juntar sus banderas y oponerse á los rebeldes. £1
alcaide de Lérida, llamado Abdelmelic , siguió el partido de Hafsun , y
le dio entrada en su ciudad ; y lo mismo hicieron otros alcaides de for-
talezas menos considerables. Uegó la osadía de los rebeldes á correr
toda la tierra basta riberas del Ebro. Avisado el rey Mutiamad de esta
insurrección escribió á los malíes para levantar un poderoso ejército
que acabase de un golpe con aquellos temerarios. Partió el rey de Cór-
doba con la gente de Andalucía, llegó á Toledo , donde debían unirse
bs tropas de aquella provincia , y la gente de Murcia y Valencia partió
acaudillada de Zeid ben Casim , ilieto del rey : el principe Almondhir
quedó encargado de la frontera de Galicia con las tropas de Mérida y
Lusitanía.
CAPITULO LI.
l)e la perfidia de Hafsun.
Guando Ornar Aben Hafsun vio que se acercaba contra él aquella ter-
rible tempestad, envió sus cartas muy humildes al rey Muhamad, y
con fingidas palabras y sumÍ3Íon pérfida protestaba en ellas por cielos
y tierra que todos sus pasos eran artificio y disimulo para engañar á los
enemigos del Islams ,• que á su tiempo él volvería sus armas contra los
de Afranc , y esperaba que el rey, bien persuadido de aus intentos , des-
preciando las apariencias, le ayudaría oon las gentes de la frontera
oriental , ó las de Valencia ; que le concediese á lo menos una tregua
limitada, y que pudiese disponer de la alcaidía de Wesca ó Barbastar para
que con aquella gente diese á los enemigos el golpe que tenia pensado.
Tantas protestas y buenas palabras , y las que añadió el astuto enviado,
persuadieron al rey Muhamad. Soberano Alá , que cuando tienes dc^
terminado en tus ciertos y eternos juicios el tl%stornar un estado, ola
ruiua y cidamidad de un pueblo , te agrada el poner la culpa de ello en
nuestra ignorancia , y nosotros mismos damos prisa y armas á nuestros
IllE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. U9
«ñañigas, ó oorremos' apresurados al precipicio á despedarnos ! Asi
qnisisle dcslombrar al rey Muhamad para que diese crédito á las Talsas
promesas y fementidas protestas de Aben liafsun.
Ofreció el rey Muhamad por su parte ayudarle con la gente que
acaudillaba Zcid bcn Casim ; y después de asegurada la frontera de
Afranc, y ocupados los fuertes que tenian los cristianos, le prometió
d gobierno de IVesca , ó t^l vez d de í^aragoza. Luego mandó el rey
qoe su buestc partiese á Mcrida para unirse á la que tenia el príncipe
Afauondhir en fronteras de Galicia ; al wali Zeid ben Casim se encargó
b entrada en los montes de Afranc en compañía de Aben Ilafsun. Este
pérCdo caudillo, unido con el alcaide de Lérida Abdelmelic, dispusie-
njQ dar muerte al wali Zeid y degollar á los muslimes que acaudillaba.
£o los campos de Alcanit se encontraron con los de Aben Hafsun, y
camparon cerca de ellos en confianza de aliados : trataron á Zeid ben
Casim con bonra y muestras de amistad; y aquella noche, cuando los
déla hueste de Valencia y Murcia reposaban sin recelo , dieron en ellos
te de Hafsun y Abdelmelic , y antes que pudieran ponerse en defensa
babían degollado gran parte de ellos, que muy pocos lograron librarse
de sos espadas : entre ¡os que murieron defendiéndose de sus alevosos
contrarios fué el joven wali Zeid bon Casim , que espiró peleando ani-
niüsameiite antes de cumplir diez y ocho años. Las tristes reliquias que
pur fortuna se salvaron con la fuga vinieron á dar la funesta nueva
de esta maldad al rey Muhamad, que indignado al oiría juró la mas
¡«BgríeDta venganza, y lo mismo juraron lodos los caudillos de su
piardia y los walies de Andalucía : fué esta atroz y pérfida matanza de
Alcanit el ano 252 (866)..
Loego envió el rey sus cartas al principe Almondhir refiriéndole la
alerosia y engaño de Aben Ilafsun , encargándole que procurase tomar
nimpüda venganza de los pérfidos y rebeldes ; y muchos caballeros de
Gúrdoba y Sevilla partieron voluntarios á esta guerra de venganza. Fué
este año de 253 de extrema sequía en África y en España , y así conti-
OQú mas de diez años después , que muy poco Uovia en estas regiones.
Falleció ea este tiempo el ínclito wali Abdelrüf ben Abdelsalem , el que
íoé gobernador de Toledo y de Mérida mas de siete años ; era wazir
del consejo de estado del rey y de la mayor confianza : su muerte fué
moy sentida, y su féretro acon^Kiñado de toda la gente de Córdoba -.
'JTó por él Bixar ben Abderahman , hermano dd rey Muhamad , por
Nar ausente el hijo de Abdelrúf , que estaba en la frontera con el prin-
cipe Almondhir.
CAPITULO UI.
De la entrada de Almondhir en Rotalyehod.
B príncipe Almondhir entró en tierra de Galicia y en los montes de
AlMiriál y Albaskenzes sin hallar resistencia : allí le alcanzaron las
cartas de su padre , y luego las mandó leer & toda su hueste, que se
ifto HiérahiA m la Doi[i!fAfci0ii
llaiA dé \mtíí ludigfnadcm : {Partió con toda sd liü^té eíl ti^ Mierpos k
bíMst A Io6 rebeldes , que do omtod ofrecerse al eticiieniro de estos
valientes. Llegaron , cansando los estragos de las tempestades , á los
montes y tierra de Rotalyehud , que era el tiido del pérfido Ornar ben
Hafsnn • alli salió contra ellos el intrépido caudillo Abdelmelic , y A
pesar de las ventajas de Ja posición de sn gente faé atropellado con atroz
matanza ; y los valientes de Andalucía saciaron sus espadan sedientas de
iiangre. Los que pudieron se fugaron á los ásperoé montes , dejando d
campo cubierto de cadáveres. Ji^capó herido con den esforzados caba-
ñeros el caudillo AJ)delmelic, y se acogió al fuo'te de Aotalyehnd. La
noche suspendió la matanza , que fué muy graude. Al dia slgniente
mandó Almondhir entrar la fortaleza , que parecía inaccesible por todas
partes ; pero todo lo venció el valor y denuedo de las tropas , y el ar-
diente deseo de venganza. Entraron por fuerza aqudlas escarpadas tor-
res ; entre los valientes que las defendieron peleando hasta morir se
halló todavía moribundo el caudillo Abdelmelic , que luego fué desca-
bezado ; y otros muchos cayeron dei^eñados huyendo de las espadas
vengadoras de la sangre de Zeid ben Caslm y los de su hueste. Envió
Almondhir á Córdoba la cabeza del infeliz Abdelmelic con la nueva de
su victoria , que también costó cara á los vencedores , pues muchos per-
dieron la vida al trepar por las altas peñas de aquella fortaleza. La
muerte de este esfbr^ado caudillo , y la entrada en Rotalydmd , inti-
midó A los rebeldes de tos montes de Afranc ; y müdios pueblos por no
experimentar la saña de los vencedores vinieroü á oft'ecer su (4)edienda
al príndpé AlmondUr : asi hicieron los de LMda, Afraga, Aiitsa y
Baltania , y otras fortalezas. Ornar Aben Hafsun no osó* esperar al prin-
dpe vengador, y abandonó la tierra , y se enriscó en los mcmlies de
Arbe , aconsejando A sus pardales y secuaces que para evitar su ruina
se aUanasen á la obediencia del vencedor, que él tomarla muy en breve
A protegerlos. Ro|)artió sus tesoros entre sus mas fieles , y huyó de todos
para BU seguridaa , y se perdió en aquellas fragosidades. Allanada la
tierra y sometidas aquellas gentes fieras de España oriental tomó Al-
mondhir A Córdoba , y fué recibido en día con aclamaciones de triunfo :
salló toda la gente de la dudad á recibirle , y el rey Muhamad y los mas
principales caballeros salieron A mucha distancia , y d día de su entrada
en Córdoba fué un dia de fiesta y general alegría. Repartió el tef ar-
mas , vestidos y caballos A muchos jóvekíes que habían hecho «n esta
ocasión sus primeras armas : hizo widi alardi ó inspector de revistas de
tropas A MansAr ben Muhamad ben Abi Bahlúl.
CAPITULO Lili.
De las expediciones á Galicia y A los montes.
En el afio &54 se edipsd toda la Iwa desde el prindplo de la noche
hasta elalba con mucha oscuridad : en este misino afio envió el t^ M u-
m LOS AttABÉS KM fiSPAÑJk. 151
WtmpOk hác^bgaerra élt )ád cortas déGalidá ! ^edrg¿
ertiwpMltelm Él áiiiff del tnár Waltd ben Abdelhamid ben Gattim , y
ttM lÉ aramdsi eoil buen tiento , y llegó con próspera navegación á lais
anta ddGar de España, y estando para desembarcar en aquellas bocas
ikNakar Mino solmtino recia tempestad con encontrados vientos que
leriiiiabail días como montes , y las naves se quebrantati^n unas contra
otns raMünando con la violencia del viento y d ímpetu de las olas , f
oins ttaiéroD á estrellarse contra los peñascos de unos islotes , y en la
eoita brava, en donde pocos ae salvaron, y de estos túé el caudillo Ab-
delhaiiiid ben Ganlm. Esta desgracia de la flota de los muslimes puso
grande ánimo á los cristianos de Galicia , y este año ctnirieron toda tierra
de liositania, y ocuparon Salamanca y cercaron la ciudad de Coria.
I^ nuevas de estas desventuras llenaron de tristeza á los de Córdoba ,
y los may virtuosos y severos miraban estos infaustos acaecimientos
oQoío castigos del délo por la falta de celo y fervor en las prácticas re-
ligiosas , y qne loa muslimes pensaban mas en vanidades y deleites que
en la |Hx>pagadon del Islam. Otros declan que en el servicio de Dios no
coDvietie buscar atajos ni escusar fatigas , y que por eso aquella expe-
dición por mar no babta qu^do t)ios que fuese venturosa.
Mandó ni rcv Mtdiañiad que los walies de la frontera de Aflranc , tshac
bea tbrahim el Ocaili y 2aide ben Rustam , fuesen á contener los cris-
tianoB de los montes que habían ocupado Medina Pamplona : fueron á
mrref aquella Üefra y pusieron cerco á la ciudad, y ocuparon algmias
torres de sus muros ^ t la tedian muy apretada , cuando viniendo mur
chas gentes de Ah^nc nié forzoso á estoá caudillos levantar el campo y
retirarse á Tutila y riberas del Ebro. Por la parte de Galicia entraron
al mismo tiempo tos wdie^ de la frontera , y tomaron muchos cautivos
V ganados , y retirándose con estas presas , pastoreándolas con mucha
n>nfian2a y descuido, despreciando el poder de sus enemigos, sin acor-
darse que mndias veces un débil nios(piito punza los ojos al mas bravo
león, ftacron acometidos de súbito en uno§ pasos estrechos en donde la
GahaSeria no fué de provecho, y debilitada la hueste por adelantar la
presa y canti vos con la delantera , Ibé atropellada la 2aga y padeció gran
taatanza , f ftiéron muchos los heridos y muchos los que quedaron cau-
tivos én poder del enemigo. Estas nuevas turbaron la alegría de los
muslimes de Andalucía y consternaron álos defensores de las fronteras.
En este año 255 (^68) falleció eñ Córdoba Yahye el Lalthl , docto alfa-
qui que en su juventud viajó dos veces á Oriente, y fué discipulo del
célebre Malic ben Anas , y fué de él muy distinguido, que le )lamaba el
Hitendimiento de Eispaña y el discreto andaluz : túé su casa concurrida
ée discípulos y de oyentes, que parecía una academia ó escuela pública.
En el principio del año siguiente mandó el rey Muhamad juntar sus
(rentes de Ancbduoia y de Mérida , y envió á su hijo Almondhir á tierra
ér Alaba y montes Albaskenzes , y á castigar al 'wali de Zaragoza
Muza , que no habla querido recibir al gobernador de aquella ciudad ,
qne el rí?y habla nombrado á AbdelWahib ben Abdelrüf : llegó el prín-
cipe Almondhir sobre Zaragoza , y el vrali Muza cerró las puertas de
152 HISTORIA DE LA DOMUIACION
la ciadad : detúTOse Almondhir delante de día Teinte y eiiioo dias^ j
por no perder tiempo pasó á la frontera de Afranc, 7 ooni6y tdó la
fierra de Alaba tomando g[anados y algunos cautivos , y vdYióal oeroo
de Zaragoza. En este año en la noche del sábado, 20 de la lunadeSa-
far, pareció en el cielo una gran mancha roja craiOTivo fuego, que
duró desde el principio de la noche hasta el alba, y puso gran espanto
en la gente menuda del Tulgo , que no viera nunca cosa semejante.
Falleció en este tiempo en Córdoba Ibrahún ben Mudema, apellidado
Abu Ishac ; fué wali del Zoco muchos años, de mucha integridad en sus
juicios, nunca recibió dádiva de nadie, y era muy respetado y temido
de mercadantcs y placeros .
CAPITULO UV.
De la entrada de Almondhir en Zaragota» y del rey en Toledo.
En el año 257 (870) continuó d principe Almondhir la guerra de
frontera en España oriental y puso muy apretado cerco á Zaragoza , y
durante el sitio falleció el wali Muza , no sin sospodia de haberle
ahogado en su cama, y luego la ciudad se entregó al príncipe Al-
mondhir, que envió sus forénicos. con esta nueva al rey su padre,
que holgó mucho de este acaecimiento. En el mismo año los de
Toledo por sugestiones de sediciosos aclamaron por su wali U hijo de
Muza , que pocos años antes había sido privado áA gobierno de aquella
ciudad : era este Abu Abdala Mnhamad ben Lobia, caudillo de mucho
valor y experiencia en las cosas de la guerra ; pero descontento y desa-
fecto al gobierno del rey : tenia secretas inteligencias con los cristianos,
y estos ayudaban á sus intentos y rebeldía. Cuando el rey Muhaoiad fué
avisado del movimiento y alboroto de los de Toledo mandó juntar las
gentes de Andalucía , y con la ceAalleria de su guardia se dirigió á tierra
de Toledo : los de la ciudad estaban dispuestos á resistir y defenderse
con mucha constancia; pero el prudente caudiUo no quiso aventurar so
seguridad dentro de los muros, recelando con razón de la ligereza y
natural inconstancia de la gente popular. Sabiendo cuan numerosa
hueste seguía al rey, con pretexto de reconocimiento de sus fuerzas se
salió de la ciudad , y envió poco después algunos caballeros para que
aconsejasen álos principales que se ofreciesen á la obediencia del rey,
pues no tenían fuerzas ni disposición para resistirle. El populacho y
gente baldía quiso despedazar á los enviados de Abu Abdala Muhamad
ben Lobia en el furor de su ioconsídcrada resolución ; pero el consejo
y persuasiones de sus principales ciudadanos pudo sosegarlos y calmar
sus primeros movimientos. Dispusieron salir á implorar la clemencia
de su señor, y lograron que los perdonara. Entre los caudillos habia
muchos que proponían al rey que se destruyesen los muros y torreones
de esta ciudad para quitaren adelante la ocasión y confianza que aque-
llas fortalezas daban á los ánimos inquietos de sus habitantes ^ pero no
M IOS, ÁRABES » ESPAÑA. 153
quiso Dios que tan buen consejo fuese oído : Mnslama Abu Said , hijo
éAreyj ivali de Sidonia , fué quien mas insistió en este pensamiento ;
pero HixéiD Abulwalid , j Alasbag Abulcasim , y Abderabman Abulmo-
iaraf, hijos tambioi del rey Muhamad, fueron de contrario parecer, y
este prevaleció. Detúvose el rey algunos dias en Toledo , y ordenadas
hseosas convenientes á la quietud de la ciudad se vqIvíó á Córdoba,
donde fué recibido con gi;andes demo^adones de alegria. En el año
SS8(S71} falleció en Murcia, su patria, Abdelgebar ben Muza ben
Obeidala el Sameti, lecUnrde Alcorán, hombre de singular erudición.
Era el rey Muhamad de su natural muy apacible, y se entretenia
coD mucha familiaridad con los de su casa y s^vicio : Abdala ben Aasim,
M alcatib ó secretario intimo , á quien distinguid por su buen ingenio,
cono entrase á la cámara del rey un dia de grandes nubes y tempes-
tad de truenos y relámpagos, . halló que estaba el rey Muhamad entre-
tenido eon unos nidos , y tenia en sus rodillas uno muy lindo y en ex-
tremo gracioso, y le dijo el rey : ¿A qué vienps en este dia? ¿qué
podeoios hacer en él? y respondió Abdala : Señor , dicen las gentes que
esbueno estar con niños cuando truena, y yo digo lo mismo :
Bueno es estar con nifios cuando retumba el trueno.
De copas y convite el estrépito oyendo :
Que gire á la mtonda el escanciano bello
Mientras nubes coronan los árboles del huerto :
¿Ves las ramas cargadas del dulce y grato peso ,
Que ei viento las menea , que brillan en el suelo 7
Agndó al rey la ocurrencia y los versos, y mandó traer dulces y co-
lación, copos y Ücorsahbá', y que viniesen los músicos y cantores, y du-
rante el convite mandó el rey disimuladamente al esclavillo que tirase
las copas á la cabeza de Abdala ; y el niño, que sabia obedecer á su
señor, le tiró las copas , y Abdala alzó la cabeza y evitó d golpe, y
dijo al niño : ¡ O linda cara ! no seas cruel , que no está bien la cruel-
éiá con la hermosura : el cielo hermoso <;uando sereno es muy apaci-
ble, y ahora su saña nos horr<M:iza y espanta. En el mismo tiempo cayó
na rajo * con horrísono estruendo sobró la mezquita mayor y sobro la
aKombra misma donde Muhamad hacía oración. £1 rey aplaudió los
feraoB de su alcatib, y mandó darle una bidra ó bolsa de diez mil adi-
rliames,ósímasqueríaclhennoso esclavillo 7 y ¡«efiríó la bolsa á la
iNMdta cara por no darle pena.
1 Sahbly nombre de un licor, especie de vino claro, invención para eludir la expresa probibi-
cioo alcoránica del gbamar ó vino rojo.
> El anobispo don Rodrigo dice en su Historia de los árabes que el rey Mubamad oraba en la
■esquila de Córdoba y y cayo un rayo, y mató dos bombres que estaban á su lado.
114 mB/tam m u Mnnüafii
CAPITULO LV.
De touevu entr«dafl en Galicia , y de varios acaecimieDlos y calamidadet.
£l dAo 95» (872) el plrtticipe AÍmofulMf Meo entmdti eti Uemuí de
Gélícto , V pele6 con loa crtsUános ooü tarift fortttiift , y én d paso del
Ho de Bahagun, que ^baja al Duero , tuyieron una sangrienta tNitalk
eti que murích>ti muchos eaforzadoa ceiballeros.de Córdoba y de Sevilla,
y muchos dé h>s de TDlcdo y de Mérida. Los cHstiauos padecieron tan
atroit inaianeá , que hú pudieron en once dtas enterrar sus tntterUM.
Gorrid Alikiondhir aqudk fh)ntera, haciendo en ella tuaravillosos he-
chos dé armas ^ que la gente dé Galicia es la mas brara y aguerrida de
los cHsUattos , y apehas pasaba cBa en que tío trabasen muy refiidas es-
oaramueas t bl Bti del año voltio ¿ la Lusftañia. fin al año 900 hubo
tan extraña ttéqaia en Arabkl ^ Siria ^ Egipto, África, tíimas de Alma-
grA , y en España , que feltaroñ los manantiales y fuetilGS , y Us
campos no produjeron frutos , y Aló general la esterilidad y catiBstia t
moría de hambre la gente pobre, y de esto se siguió pestilencia, que
causó horrible mortandad en occidente , asi en AIMca como en España.
En Arabia quedó Mecca^ la madre de las ciudades, desierta de sus ve-
cinos , que no se veian eti día sino gentes de paso , y estuvo cerrada
la Gaaba mucho tiempoi Estas calamidades estorbaron salir en hueste,
y en seis años no se hizo sino guerra de frontera por mantenerla.
Eh el año 96S volvlñ á entrar ea Galicia el priivDipe AhnDndliir, y
sacó gratidés despojos, Cautivtdi y ganados; peío estas ventajas dek»
muslimes no se lograban sin graves pérdidas y muéhos trabajos. En
este año murió peleando en una escaramuza Tahye ben Hegág , mu;
distinguido caballero por su valor s J éélebre por sus viajes á Oriente.
El pérfldo Ornar ben Hafimn , que se habia acogido al amparo do los
cristianos de Afranc , les onreció vasallage y tributos , y poner m so
poder los fuertes dé la frotitera , y con ayuda de dios ocupó las forta-
lezas de la orilla del Segre , y ellos le llamaban rey , y les pagaba tributo
y Véttdia las ciudades á los enemigos del Islam. H priodpe Almondfair
con la gente de Mérida y dé Toledo pasó el nfio 26ft corriendo toda la
fh)ntera de Galicia^ puso cerco á Zamora, que hablan ocupado ios
cristianos , y la tenían muy fortificada y defendida, y la tenia ya mu;
apurada, cuando tuvo aviso de la venida del rey de Galicia con numerosa
hueste para socorrerla , y durante este cerco dicen que hubo un cspan-
(Dio odipae déla luna , aunque otros dicen que fué en el año siguíenic.
Cuando el principe Almondhir puso sus muslimes en batalla para ir
contra el rey de Galicia , muchos tímidos y supersticiosos rehusaban la
pelea , y á pesar del valor del principe y de sus caudillos no hié posible
que hicieran su deber y pelearan como buenos , y con gran trabajo de
los alcaides lograron retirarlos sin desorden delante de los enemigos, y
muchos nobles caballeros murieron á lado de Almondhir por contener
el Ímpetu de los enemigos. En este año ú en fin dd anterior, según
OK LOS ÁRABES KN fiSVARA. m
derio, ftBedO ett Tadmfr d cadi deai|iiellá pnrrliiciá FAdlbeA
Fadl beii Atnira, varón respetado de todos por m tirtud é integridad,
y oonaiülado de los prindpes por su consumada prudencia.
En el afio 367^ día jueTes, 22 de la Idna de XawAl , tembló la tierra
con tan espantoso mido y estremecimiento , que cayeron muchos al*-
e&area y magníficos edificios, y otros quedarotí may quebrantados,
K hundieron montes , sé abrieron peñascos , y la tierra se htmdid
; tragó pueblos y alturas , el mar se retrajo y apartó de las costas,
y desapar^^*on islas y escoflos en el mar. Las gentes abandonaban los
imdiios y hnian á los campos, las aves salían de sus nidos , y las fieras
espantadas dejaban sus grutas y madrigueras con general turbación y
tnstomo \ nunca los hombres tieron ni oyeron cosa semejante : se ar-
ndoaron mudios pueblos de la costa meridional y occidental de España.
Todas estas cosas intuyeron tanto en los ánimos de los hombres , y eit
«pedal en lá ignorante multitud , que no pudo Almobdhlt* persuadirles
(píe eran cosas naturales, aunque poco frecuentes, que no tenian in*
lojo ni rrtacion con las obras de los hombres ni con sus empresas , sino
por BU ignorancia y yanos temores , que lo mismo temblaba la tierra
pan los muslimes que para los cristianos , para las fieras que para las
ÍDocentes criaturas. De acuerdo con el rey Muhamad concertó Almon-
dliir treguas eon el rey de los cristianos, que onvió á Córdoba ^ sus
mensageros, que fueron acompañados de caballeros muslimes.
CAPITULO Ltl.
De la entrada úé fot de Aff atic con Hafsan , J IMUilta dn Aybar.
Ornar ben Hafsnn, receloso de que Almondhir aprovechase la oportu-
nidad de la tregua {¿üra pasar contra el , pidió á los de Afranc y de los
montes de Albortát que le ayudasen con cuanta gente pudiesen. Los
enemigos de Alá se reunieron innumerable muchedumbre , y bajaron
de sus montes y corrieron la tierra hasta el Ebro : en Tutila se les opu-
sieron los -walíesde Zaragoza y de Wcsca , que fueron yencidos¡dé esta
infinita chusma : avisaron á Córdoba y á los otros -walies de Mérida y
deTbledo. Muhamad excitado dbl peligro de esta impetuosa irrupción
luego se puso en marcha con toda su caballeria , y unida su gente con
h dífil principe Almondhir dispusi^on sus alchamiaes muy bien ordo*-
nados, oon muy escogida caballeria y peones ^i sus batallas , y fueroo
i buscar á los cristianos. Llevaba la delantera Almondhir ^ y el cuerpo
de batalla el rey Muhamad ^ las alas derecha é izquierda Aben Alidebrdf
y Aben Rustam , y la caga elwali de SidoniaAbu Said , hijo del rey.
Avisados los de Afranc de la calidad y número del ejército de Córdoba ,
temieron venir a batalla , y con Cursadas marchas se retiraban á sos
< Sff esta eenioii hito d^ aer la embijada de Dulcidlo^ «tve mefteiraan nveitrat anttgvos
156 HISTORIA BE LA DOMINACIÓN
taems; pero párelos muslimes en aquella ocasión lo misiiio enu cues-
tas que llanos : una mañana á la hora del alba descubrió Almondhir el
campo de los de Afranc , y se hallaron tan cerca , que no fué posible
que rehusaran la batalla. Trabóse ya alto el dia con igual ímpetu y va-
lor, pero no tardaron muchos los muslimes en desordenar y romper
á los de Afranc : la matanza fué atroz este dia , y los campos quedaron
cubiertos de cadáveres y regados de sangre. Salió Ornar ben Uafsun
herido de muerte, el rey de los cristianos García y sus principales ca-
balleros quedaron muertos en el campo de bataUa. Fué este día ^ glo-
rioso para los muslimes, y de infausta memoria para los cristianos de
Afranc , en el año 269 (882). Los despojos de armas y riquezas que per-
dieron los enemigos hartaron la codicia de los soldados muslimes. Luego
volvió el rey Muhamad con su caballería á Córdoba, y en todas las ciu-
dades al paso fué recibido con aclamaciones de triunfo y de alegría : el
príncipe Almondhir quedó en la frontera hasta el invierno. A la vuelta
de esta expedición hizo el rey Muhamad unos versos , que se cooserran
en la colección de Ahmed ben Farag, intitulada los Huer|/[»s , aunque
tal vez no los hizo en esta ocasión , sino en otra expedición cuando era
mas mozo i los versos son estos :
Cubro la espada y reposa mando de las lides vengo ,
Y la espada del amor no cesa de herir ral peeho :
Vehemente como de cerca esii mi pasión de lejos ,
T ahora en la cercanía crece mi amoroso fuego.
Entrando en el pabellón desato acerado peto ,
Y de la pasión ei nudo da al corason mas tormento :
O Córdoba ! por ventura voy á ti , ó me vas huyendo!
Tu proximidad esquivas á quien ansia el verle presto.
Riegue tu alcáiar la nube, igual benéSeo riego
A la Rusafa, y los prados conceda benigno el cielo,
Gomo con sangre regué del enemigo protervo
1^8 campiñas que infestaba , y les vino el campo estrecho.
Aon en la atezada noche las cotas resplandecieron
Con muy mas vivas centellas que las estrellas del cielo.
A las tropas fui cual muro^ yo las guiaba al encuentro,
Y mi presencia les daba nuevo impulso á sus aceros.
CAPITULO LVII.
De la declaración de sucesor del reino en el principe Almondhir, y muerte del rey.
El dia que entró el rey Muhamad en Córdoba fué un dia de gran
fiesta , toda la gente de la ciudad salió á recibir^ : hizo el rey muchas
mercedes á los caballeros que le habían acompañado , y regalópreciosas
armas, vestidos y caballos. Entrada la estación de las lluvias se volvió
el principe Almondhir, asegurando y allanando antes aquella frontera .-
•tomó rehenes de algunas ciudades de Espafia oriental y d¿ cuya fidelidad
recelaba mucho. En premio de tantos servicios, considerando que todos
miraban á Almondhir como la columna del estado , mandó ,el rey Mu-
> Fué etui la célebre batalla de Aybar , eñ que muHó peleando oottin los unwos el rey de
Navarra García Ifíiguex, el segundo afio de su reinado.
D£ LOS ÁRABES EN ESPAJtA. 157
hiiiiml que Yíniesen k Córdoba los walies de las principales provincias ,
los wazHPes, cadíes 7 bagibes de su consejo y real casa, y declaró al
principe Almondfiir su hijo socio dd imperio , y futuro sucesor, y todos
los walies y consejeros de estado que estaban presentes le juraron obe-
diendayfiddidadsin reservan! excepciones.Fué esta solemne jura el año
370(833). En este ado dicen que murió de sus heridas Ornar benHafsun,
7 SQ hqo CaKb ben Hafsun renovólas pretensiones de su padre con los cris-
tíaoos de los montes de Afranc, y el natural deseo de venganza animó
aqiiellasgentes,ydescendióeste rebelde con sus parcialesá tierra de Borja
iieBde las nnontaña» de Jaca donde tenian su asilo , hicieron correrlas de
este lado dd Ebro, y le llamaban rey aquellos pueblos. Cuando llegaron
esbs nuevas á Córdoba, el principe Almondhir se puso en marcha con la
caballeria de Toledo, que reunió el caudillo IValid ben Abdelhamid ; to^
maron el camino de Valencia , porque lasalgarasde los rebeldes bajaban
por toda la ribera del Ebro : cufimdo entendieron la Uegada de Almon«
Air, que se encaminaba contra ellos, se retiraron á los montes. Detú-
vose Almondhir en Tc^tosa , y encargó al wali Abdelhamid la defensa
de la (iroDtera y observación de los rebeldes : peleó con ellos con varía
fiortmia todo aquel año , y en el siguiente con algunas ventajas , ocu-
pando las fortalezas del Segre y del Cinca y de los riosque bajan al
Ebro ; pero al paso de Hísna-Xariz, habiendo vencido unas taifas de
cristianos aeaodilladas por algunos señores de los montes de Afranc,
parciales de Aben Hafsun , empeñado inconsideradamente en perse-
^írlos., dio en una emboscada, y cercada la hueste de los muslimes por
(odas pandes en un angosto valle , cayó Abdelhamid lleno de heridas en
manos do los enemigos , y como ya le conocían por su valor en aquella
frontera los señores de aquella gente , lé curaron sus heridas y le trata-
ron ooB mucha honra. Las reliquias de esta hueste se acogieron á hs
dndades de la ñrontera , y muchos quedaron cautivos entre cristianos.
Coando Almondhir tuvo nueva de este desmán pesóle mucho de la pér-
dida de viudios buenos caballeros , y envió á tratar de su rescate , y dio
por el wali Abdelhamid gran cuantía de doMasde oro , pw ser muy co-
oockla so persona en aquellfi tierra : faé esta batalla en fin del año ¿72.
Los mas grandes acaecimientos como los mas leves , el hundimiento
de una montaña como el movimiento y caída de una hoja de sauce , todo
procede de h divina voluntad , y como está escrito en la tabla de los
eternos hados cómo y cuándo el soberano Señor lo quiere, asi fué que
el rey Muhamad estando sin dolencia alguna , y recreándose en los
huertos de su alcázar con sus virazires y familiares , le dijo Haxem ben
Abdelaziz ben Chahd , vrali de Jaén : ¡ Cuan feliz condición la de los
reyes ! para ellos solos es deliciosa la vida , para los demás hombres no
tiene el mundo tantos atractivos : ¡ qué jardines tan amenos, qué magní-
ficos alcázares, y en ellos cuántas delicias y recreaciones! pero la
nmertc tira la cnerda limitada por la mano det hado ,.y todo lo turba ,
j acaba el poderoso principe como el rústico labriego ú aldeano. Mu-
laniad le respondió: En apariencia la senda de la> vida de los reyes
parece Ileoa de flores aromáticas; pero en verdad son rosas y con agudas
m HISTORIA ns U WWikQW
éqñiuiii la moarte de U$ erMmm es dm de DIO0, y priiwi|iio de
bienei inefables para los tiuenos; y ^io eUa yo no seria ahova rey de
España. Retiróse el rey á sa estancia , y se reolinó i descaiuw, y le
salteó el eterno saeño de b muer te, que roba las delidas demando, y
ataja y onrta los ooidados y Yanai esperansas bumanas. Esto Itaé «1 ano-
cbeotf del domingo S9 de la luna de Safar, ano 973 {896) , á los sesenta
y cinco aSos de su edad, ó oerea de ellos , y treinta y cnatio y once
meses de su reinado : tuvo en diferentes mngeres cien hyos, y le so-
breYívieron treinta y tres s fué de buenas costumbres , amigo de loa
sabios, bonraba A los alimes , balitees ó tradioioneraa, y fué muy fa-
YOrecido de este rey el docto aUaqui Qáqui ben Chalad , llamado Aba
Abderabman , y lo defendió de sus émulos , cuando lograron que la
a^ama de Córdoba] reprobase sus tradiciones y doctrbias 1 dieese que
dio preferencia á los de Siria sobre los árabes yeledies en asientos y oon-
ferenciaa s fué su secretario intimo su bíjo AbdelmeKc. Era este rey Mu-
hamad semejante eu muchas cosas y prendas.de ánimo y cuerpo al califa
Abdehnelicben Meruán. Escrtbia epn elegancia, y hacia buenos versos:
construyó en Córdoba unos magoiOcos baSos y abrevjideros^ No alteró
la fabricación de las monedas. Fué su féretro acompasado de toda la
gente de la ciudad , oró por él su hijo Abnondhir ; pues aunque estaba
ausente en los bafios de Almería, que llaman Albama , cuando la muerte
de su padre » YUiQ á tiempo de aeompaüar su féretro.
CAPITULO mu.
D«l relnadtf del re; AlnMmdhiTt hijo dci Muharaad.
«
Guando ej principe Almondbír recibióla infausta nueva déla mu^te
de su padre estaba en Albama de Almería , y partió al punto á Córdoba ;
fué aclamado rey el mismo dia qi^e se cdebró el entierro de su padre,
se hizo por él la cbotba en l/xlas las mezquitas , se apellidaba Abu
Alhakem» lamadrc que le parióse llamaba Otból, habia nacido ano tt29.
Cuenta Isa Abmed ben Mubamad ben Razi , que Abnondhir, hiJQ del
rey Mubamad, sucedió á su padre en dia domingo á 3 de la lona de
Bebió primera del ano 273 , en el cuarto dia después de la muerte de
su padre { que él se hallaba haciendo la guerra en conCnes de Raya , y
entró en su alcázar dia primero \ que oró por su padrte, el cual había
muerto faltando cipco días de la luna de Safar, y se celebró el entierro,
y fué jurado Abnondhir en parte del djomingQ y en el lunes ^goieole.
Era bagib entonces, y lo fué hasta que Abnondhir le mandó matar, d
wazir Haxom ben Abdelaziz , qt|e era hermano del cadi Aslám ben Ab*
delaziz y mayor que él : sus antepasados habían sido walies del califa
Otman ben Afán : este Haxem fué muy distinguido ddi rey Mubamad ^
hijo de Abderahman , y le hizo wazir, y le dio mando de ciudades ^ y fuét
wali de la provincia de Jacm , y edificó Medina Ubcda y la mayor par4e
di& }q^ (uerles de aqueUacoms^ca ; fué bomtNTQ mvy fí^^
dilnltooiaei de &piito { puea rooiila ¿I tri^
(akaIlewd58utkiii|iQ,MÍ en vidmf y f entíleBaa áa oilialkria como ea
étadi^ de ingenio y eriidioioQ. También logró la oitimaeíoo de Al-
ttiMÜúr en tiempo de en pedre, hesta qae se iaAspiiio y onemiMtó qoii
d)7faiel principio de an deigracia la Jura de eito rey. Diee qna
candoyino AlmoQdhir, ánmas qoe apearas del caballo y eon soa Tea*
titode oamino fué A preaentaiae á la aala de la jiira laon el vestido
teliñado y plegado de la silla : cuando entró la gente se levantó el
bpbBaim 000 el librado la joraensusmanoa, ycomencósuleyen-
ii, y al |lq[ar é mencionar al rey Mubanuid las lágrimaa y soUoxos Ira^
WoQ la leogo^ , qoe no se entendían #iia palabras, y turbado volvió A
itff lo qoe ya baí>ia'leido, y lo observó Almonábir^ y le miró oon ira t
Haiem ao lo tío y siguió su leyenda hasta el cabo, ho$ que vieron
HwOa mirada teirible no dudaron que amenaiaba muerte. Guando fué
«locado d fáretro del rey Mubamad en su sepulcro se quitó Uaijem fv
Ofaym tmlmole, y entró en su sepideroy lloró con lastimado llanto,
yijo; o Muhamad, mi alma sea oon la tuya , que por ti me darán A
fostar copa mortal. Todo esto fué sabido de Absiondbir, y ademaa aa
knatsron contra él Muhamad ben Gebwar y Abdelmeiie ben Umoya ,
r«a ae valió Aben Um^a de Saida, bevnana de Atanondhir, para k^
parla mina de la easay fiunilia de BaxfWt y no tardaron en oonse*
porto, por haberla laltado el favor del rey.
Sabida en las fronteras de Dspanaorienlalla mnetto dd roy Moha*
ttd, Tolvió á salir de sus montas CaUb ben lIafsuU| y eon ayuda do
SK pardales allegó numero^ hueste , y entró por las tierras que riega
el Ehro, y por aarpresa ac apoderó de muchas ciudades de Bspada
motel I juntó allí díei mil caballos, y ae le entregó Zaragoaay Wesca,
jTinohasta tierra de Toledo, y cpn secretas inteligencias con los criar
insoa da esta ciudad entró en ella , llamándose rey, y derramando ta-r
sw» eaCre la gente pobre de la tierra, para que le aclamasen. Estas
ttvttiades dtow nmcbocuidadoalrey AlmondUr; mandó congregar las
Meras de Andalucía y de Marida , envió delante con escogida caba-
llería áHaxem ben Abddaaie. Uegó este eandíllo con presurosa^mar-
^ á confines de Toledo i el rebdde Aben Jlaf^un temió baUarae car-
Qdoen una dudad donde no tenía confianga s y para evitar esteriesio
ce aUó con la flor de su gente , d^ando numerosa f uamicion para
^i^feader la «nndad : fortifleó los castillos del Tajo , y las fortaleías de
^dísy Webde* Alarcon y Conca, PusoHaxemcci*coá Tolodocononn
^ r%qr ; entre tanto Aben Bafsun pidió i sus auiciliares nuevos so-*
oorros , y por dar mas tiempo proposo al caudillo Bavem ben Abdelaiis
^Ua avenencias , ofreciendo entregar 1« ciudad de Toledo , y returarse
4 Etpaua orientid , si se lo daban acémilas pura conducir loa beridoa ,
^pnaios y provisiones que tenia en Toledo , sin los cuales no podia
^<iiy« á suafronteras sin hacer grandes extorsioneíl en los pueUoa i que
^^ Tenido engadado de malos muslimes, y <te los oriatianos de To--
l^i que ya estaba dmengaQado , y sinceramente proponía calas ave*-
">«m.VKe9^|i>eoe4loal(:andiil9li^^ y Jo avisó
160 HISTORU MS LA DOMmACim«
al rey Almoadliir, qae ya Ycnia á tíerra de Toledo con sos gentes de An-
dalocia. Recelando que fuesen fabias y artificios de este rdidde, envió
á dedr al caudillo Haxem que esperaba que fuese cauto y no diese lugar
¿ quedar burlados de este astuto zorro de Hafsun. Ab¿n Abdelaziz e^
taba tan persuadido de la sinceridad del rebeMe , que escribió al rey
que estaba dispuesto á otorgar á los de HaGsun lo que pedían , pues poco
se aventuraba ; que si al llegar las aoéaiilas no entregaban la dudad ,
que la combatirían ; que si la entregaban era manifiesta la verdad de sos
proposiciones , y se evitaba una guerra dvíl larga , sangrienta y de
éxito dudoso. Las acémilas llegaron, salió gran parte déla gente que
Hafsun tenia en Toledo, y otra gran parte quedó octdta en la ciudad :
tomaron sus acémilas , cargaron enfermos y provisiones , y defarcm en
aparienda la dudad , y la ocuparon algunas tropas de Haxem beo
Abdelaziz. Entonces Haxem escribió al rey que ya era dueño de Toledo,
que los enemigos se volvían á las fronteras de EspañA oriental, y que
no sin ventura y especial providencia ya se había acabado la guem
dvíl , que podía despedir los alcaides á sus provincias, que por su con-
sejo todo híd)ia salido con feliddad .
Contentaron mucho estas nuevas al rey Almondbir, y despidió sus
banderas. Se vcAvió á Córdoba meditando otras empresas para asegurar
sus fronteras de Galida. Poeos días después vino también á Córdoba el
caudillo Haxem ben Abddaziz , muy ageno de la perfidia de Caiib Aben
Hafsun. Este rebelde, cuando tuvo noticia de la partida de la gente de
Córdoba y de la proximidad de sus auxiliares , hizo degollar á los con-
ductores de las acémilas , sin que se librara unliombre; envió una taifa
de caballería para ontrar en Toledo , por las ínteligendas que alli le-
ma ; aseguró los fuertes del Tajo , y corrió libremente toda la tierra.
Llegó aviso de esto á Córdoba , el rey Aknondhir sé llenó de indigna-
cton y saia , y mandó llamar á su presencia al ^ali Haxem ben
Abdelaziz.
Cuenta iza Abmcd ben Muhamad el Rari en la Historia de los hagibes
de España , que el día que le prendieron salia Haxem de su casa , y con
él Ornar su hijo ; que antes de salir encontraron al enviado que llevaba
las cartas en su mano , y las tomó Haxem y las leyó , y había entonce^
en el patio de su casa gentes de Libia que venían á saludar al hijo de su
hermano , que era gobernador de su tierra ; y que se acercaron á Haxem
á saludarle , y el mancebo del mensage les dijo : Ós engañáis, <iue no e^
este ; y que Haxem salió sin decirles nada. Cabalgó en un caballo rojo,
vivo como un rayo , y al llegar á la puerta de Dos Huertos el caballo
saltó y le arrojó de la silla , y quedó sin color mucho tiempo. Guando
los circunstantes vieron que no le volvían á su casa , todos ccmocicron
que iba preso , y no se vio día de mas llanto en Córdoba que este , ]
puede afirmarse que no hubo casa en la ciudad en que no se llorase
la prisrion y muerte de Haxem , que su bondad había sido para grande^
y pequeños* Salió á la hora del alba del dia en que le mataron , que tui
domingo , cuatro <Kas por andar de la luna Xawal del año i!73. Guandd
eiitróá la presenda de Almondhir le dijo muy airado : Tú fniste quien
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA.
161
me aconsejó , tú qnicn ayudó á la perfidia del rebelde, tü morirás hoy
pira qae otros aprendan á ser prudentes y cantos : y olvidando sus
bocnos servicios y sanas intenciones le mandó descabezar al anochecer
M dia 26 de Xawal del año 273 (886), y asi se hizo en el patio
dd alcázar; envolvieron su cuerpo y cabeza en sus vestidos, y lo en-
viaron á sus gentes : fué sentida esta muerte de todos los caballeros y
caadfllos, porque Haxem ben Abdclaziz era de los leales y nobles
nzires de España, y habia siempre merecido la honra y estimación de
1» baenos. Se dice que estuvo preso en una torre del alcázar de la Ru-
safa algunos dias antes de darle muerte , y que entonces escribió á su
ffloger estos versos :
El Tísilarte me ímpidea
Agba, no te maravilles.
No es extraño que fortuna
Con voz no confusa el alma
Y sobre brasas del hado
Dejé el camino derecho.
Machos dicen que me salve ,
Que hay efugio y retirada
Yo respondo que la fuga
Y la nila, si no es grande,
Si lo quiere Dios del cielo,
¡ De los decretos de Dios
El que de mi suerte ahora
Yo espero que de mi copa
con torres y herradas puertas;
naci con infausta estrella :
instable gire su rueda;
me anuncia desgracia cierta,
me dan la vuelta postrera,
segui peligrosa senda :
que con la fuga pudiera,
de su furor en la tierra :
es de almas tintidas seña,
de ser muy noble se precia.
y ha de ser mi suerte aviesa ,
qué efugio al hombre le queda!
se complace y se recrea,
basta las heces se beba.
Asmjsmo mandó el rey que los dos hijos de Haxem , llamados Omar
7 Almicd , qae eran walies en Jaén y en Ubeda , quedasen presos en
una torre , y les confiscó sus bienes. Dio el rey orden á los alcaides do
Andalucía y de Mérida para juntar sus banderas , y que le siguiesen á
Toledo : y al otro dia partió con la gente de su guardia , llevando en su
compadía á su hermano Abdala , que era el mas esforzado y sabio de
Mas los hijos del rey Muhamad.
CAPITULO UX.
De la muerte del rey en batalla.
Coando llegó Almondhir á tierra de Toledo no osaron los de Aben
HaTsan salir á su encuentro , y se encerraron unos en la ciudad y otros
en k» fuertes de toda la provincia. Dejó el rey á su hermano Abdala
01 el cerco de Toledo , y con un campo volante de caballería partió á
perseguir á los rebeldes y sus auxiliares. Peleó con varia fortuna con
dios en dif(ia%ntcs combatas : por lo (^mun vencía y atropella^ las
compañías de campeadoi%s que osaban pelear con él, logró echarlos
<le Tarios fuertes que ocupaban , quemó algunas poblaciones en que se
encastUteban los cristianos , y asi se mantuvo mas de un ano la guerra ,
que apenas pasaba dia sin escaramuza ó reencuentro de mas ó menos
importancia. Al principiQdel año 275, corriendo Almoudbir la tierra ,
11
162 HISTORIA DE LA DOMINACIÓN
7 descando venir á batalla campal con su enemigo Habón , y evitando
este con arte el encontrarse con él , temeroso de sn ardiente y impe-
tnoso valor, hasta que nn día en cercanías de Hisn Webde descubrieron
sus campeadores una numerosa hueste de los rebeldes, que estaban
delante de la altura de aquella fbrtaleza, avisaron al rey, y sin mirar el
excesivo número de los contrarios animó á sus caballeros , y al Trente
de ellos, como acostumbraba, acometió á los enemigos, despreciando
el número y la ventaja del sitio que tenían , y rompió á los de HaTsun,
7 llegó peleando como un bravo león hasta las banderas : alli las nu-
merosas tropas de Hafsun dñeron á los caballeros de Andalucía , y por
desgracia el rey Almondhir cayó pasado de inCnitas lanzas; los caba-
lleros que le acompañaban pelearon con heroico valor hasta que lodos
ellos tuvieron la misma suerte que el rey, y cayeron sobre montones
de cadáveres. G)rrió la voz de la muerte del amir, y los de Hafsuo
creyeron que habia sido su caudillo , y sin poderlos contener él mismo,
huyeron del campo de batalla; los de Córdoba por su corto número, y
porque estaban sin quien los guiara, no siguieron á sus contrarios, y
porque sobrevino la noche , y en ella supieron la desgracia de aqucila
infausta victoria. Asi acabó este valeroso rey en el segundo ano de su
reinado, que prometía ser de los mas gloriosos de los Omeyas de Es-
pana : fué el tiempo que reinó un año \ once meses y veinte y cioco
días ; y fué su muerte en fin de la luna de Safar del año 275 (888).
Cuando llegó la nueva de la infansta muerte del rey Almondbír al
campo delante de Toledo , fué general el sentimiento : todos los valientes
muslimes que estaban en aquel cerco habían seguido sus banderas, y
habían sido testigos de sus hazañas , y le habían visto muchas veces
desde su primera juventud sufrir las fatigas de la guerra con alegría ,
con valor y constancia inalterable : en ningún peligro ni ocasión se
vio mudado su semblante : era en extremo frugal : en sus vestidos,
armas y mantenimiento no se diferenciaba de los otros caudillos inferio-
res : su pabellón no era mas grande ni precioso , y solo se distinguía por
la kmdera de los otros vralies. Su hermano Abdala que man<hba
el cerco dio sus órdenes á los yfáhcs para continuarle , y partió del
campo acompañado de la caballería de su guardia , y se fué á Córdoba.
CAPITULO LX.
Del reinado del rey Abdala, hijo deMuhamad.
Cuando vino á Córdoba la nueva de la desgraciada muerte del rey
Almondhir, toda la ciudad se vistió de luto, porque era de todos may
amado, y tenían grandes esperanzas en su valor y prudencia. Se juntó
el mcxuar ó consejo de estado, y en el mismo día llegó a Córdoba el
principe Abdala , hijo del rey Muhamad : se presentó al consejo , y
1 Edobi dice que reinó dos años menos «luince día;».
DE WH ÁRABES EN ESPAÑA. 163
todos se tevantaion en su presencia , y le aclamaron rey , y le Juraron
Cdelídady<d)edienda sin reservas ni condiciones. Dio luego orden para
traer el cuerpo del rey Almondhir su hermano á Córdoba , donde se le
hiciese su entierro como correspondía, y encargó esta diligencia á su
hemiaoo Jacúb, el Uamado Aba Cosa , y á dos wazires de su guardia :
mochos prindpsdes caballeros de Córdoba se ofrecieron voluntarios para
Mompanar al principe Jacúb ben Muhamad. Era Abdala de hermoso
semillante , blanco de color sonrosado , de ojos azules , grandes y bellos,
de mediana estatura y buenas proporciones , animoso y prudente , de
madia emdidon y buen ingenio : había nacido el año 230 : la madre
qoe le parió se llamaba Athara , á la que amaba y respetaba en ex-
tremo. Por congraciarse con el pueblo puso en libertad á los dos hijos
deHaxem lien Abdelaziz, y al célebre y erudito maestro de ellos Gc-
bírbcn Gafth de Libia , y les mandó restituir sus bienes : á Ornar dio el
gifticmo de Jaén , que había tenido su padre , y á Ahmed hizo capitán de
caballería de su guardia. Esta gracia y generosidad insigne del rey Ab«
dahfaé muy acepta al pueblo, y aplaudida de todos los principales,
proceres , ivalies y caudillos del reino -. fue tanto mas notable esta
gracia del rey por cuanto los había mandado clavar en palos el rey
Almondhir el día de la batalla en que murió : solamente desagradó á los
prÍDcípes de la casa real , y entre ellos á su propio hijo el principe Mu-
hamad , wali de Sevilla , que por rivalidades y competencias de mocedad
7 galanterías estaban enemistados.
Poco tiempo antes había venido de África á España desde Mersa Ho-
oain nn almoedan ' de (ierra de Telencen , hombre impostor que se
decía profeta , y declaraba las sentencias del Alcorán á su antojo , dando
nmdia licencia de costumbres , y alterando las recibidas prácticas de
bs cinco azalaes ú oraciones diarias , sin alwados , lavatorios y puriíica-
ciooes, y otras novedades. Luego fué acusado como sandic ó impío por
SDsextniñas opiniones : el rey Abdala mandó examinar sus doctrinas y
conducta, y lo mandó poner en prisión. En vista de las acusaciones y
pruebas ádegadas contra este almoedan consultó el rey á los alfaquies
ycadícs, y en especial al docto Baqui ben Machlad, célebre por su sa-
hidmia y por su loable vida; y con el consejo de estos sabios le mandó
davar en un palo. En fin de este año 275 falleció en Zaragoza el cadi de
» aljama Abdala ben Abi Naaman, hombre muy docto y de suma in-
tegridad ; y en Córdoba Abes ben Fimás , llamado Abulcasim , elegante
alchatib 6 predicador, y buen poeta, ttuy estimado de los príncipes.
I AlflMedan llaman al muñidor que desde lo alto del alminar ó torre de la mezquita pregona
I avtta al pueblo las dnoo horas de sus axalaes ú oraciones : oslas son al alba , al medio día , á
wHtb (arde, á la puesta del sol y <1 anochecer, y son sus nombres Asohbi, Adobar, Aiasar
AiiMgribyAUtoma.
164 HISTORIA DE LA BOMlNAaON
CAPITULO LXI.
De la guerra de los principes , y del rebelde Aben Hafsan.
Dispuso el rey Abdala su partida á tierra de Toledo contra el rebelde
Aben Hafsun , y cuando toda la caballería estaba en Córdoba para acom-
pañarle vinieron los forénicos de Sevilla con avisos de haberse unido
los principes Alcasim , Alasbag y M uhamad con los alcaides de Elisena
y Astaba , y los de Elbira y Raya y serranías de Ronda : que los ^azires
fieles y gran parte de los ciudadanos resistían sus órdenes de hacer la
guerra contra los de Jaén y de toda su comarca. Sintió mucho el rey
Abdala estas novedades y desavenencias, y recelando que su hijo Mu-
hamad inquietase con sus parcialidades toda la tierra de Jerez y Sido-
nía , porque los walies de estas ciudades eran sus tios , y habian siempre
favorecido sus pretensiones, envió ásu hijo Abderahman, llamado des-
pués Almudafar \ para que con persuasiones hiciese por desenojará
su hermano mayor Muhamad, creyendo que su prudencia y buenas
razones sosegarían aquel ánimo inquieto y soberbio. Luego partió Ab-
derahman á tierra de Sevilla para hablar de paz á su hermano. £1 mismo
dia llegaron avisos de Mérida que referían que el wali deAlisbona habia
salido en cabalgada contra los walies de Lamico , Alfandica y Alfcreda,
que mantenían la frontera del Duero. Envió el rey á sosegar estas des-
avenencias y castigar al wali de Alisbonaal wazír AbuOtman Obeidala
ben Muhamad ben Algamri ben Abi Abda , ayo que habia sido de su
hijo Abderahman Almudafar ; y para sorprender á estos walies tomólas
naves que estaban en Welba y Oksonoba.
Partió el rey Abdala al cerco de Toledo, y antes de llegar á esta ciudad
le avisaron que el cadi de Mérida Sulciman ben Anís ben Albaga se alzó
en aquella ciudad contra el wali de ella, y le echó de la ciudad con grande
inquietud y alboroto del pueblo. Sin dilación pasó el rey Abdala con su
caballería de guardia, y entró en Mérida cuando nadie le esperaba :el
cadi sorprendido se vino álos pies del rey, y puso su cabeza sobre la
tierra , y el rey , movido de su natural clemencia , le perdopó y le mandó
ncarcelar , y pocos días después , atendiendo á su poca edad , á su buen
ingenio y á los méritos y buenos servicios de su padre, lepusoen libertad ;
y con el tiempo le hizo wazir , y llegó á ser de los mas ricos vecinos de
Córdoba. Continuó el rey su expedición á tierra de Toledo , y el rebelde
Aben Hafsun no se había descuidado en fomentar por sus parciales las
discordias de Andalucía. En tanto que el rey combatía á los de Toledo, y
hacia la guerra en sus comarcas á los de Aben Hafsun , algunos sedido-
sos quisieron alborotar la ciudad de Córdoba, pero los caudillos que esta-
ban en ella, y la diligencia de Muhamad ben Said ben Muza ben Hodeira ,
que estaba encargado de la prefectura de la politia , impidieron que el
i Algunos historiadores le llaman Almularaf, que siguiflca victorioso, tñunfante; j U
misma siguiflcacion tiene el nombre Almudafar.
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 1^5
poel* se mezclase en la comnoclon ; y presos los au^
poestosen palos para castigo y escarmiente. Descando Abdala extinguir
fl faego en su origen reunió su gente y fué á buscar al rebelde , que
con moYumentos y estratagemas evitaba el venir á batalla : en las oliBas
flei 1 ajo, en unas llanuras , logró alcanzar la cabaUeria de Córdoba á la
oe ualison , y pelearon los andaluces con tanto valor que vencieron y
posicroD en desordenada fuga á los de España oriental , aunque pelea-
ron con mucha conslancia. La noche suspendió el alcance ,- y muchos
«ahogaron en el rio por huir de los que los perseguían. Pocos dias pa-
Mluinsm trabarse reñidas escaramuzas : no quería el rey Abdaladete-
rme en los fuertes que ocupábanlos que seguían la rebelión de Aben
«arsun , y asi las provisiones y acémilas seguían siempre el campo del
rey. Empeñada una sangrienta pelea quedáronlas recuas y acémilas de
provisiones en un vaUc cerca del Tajo, y mientras la caballería peleaba,
unas taifas de cabaUeria del rebelde sorprendiéronlas tiendas y recuas,
J fas tomaron , y huyeron con ellas al fuerte de Zurita , en la misma
nbcra del Tajo. Acabada la pelea las gentes del rey Abdala se hallaron
sin provisiones , y fué forzoso mudar de plan para tener á su disposi-
ooo los fuertes. Recobró en pocos dias los de Uclisy Webde, y como el
de Puli se obsünase con temeraria resistencia fué entrado por fuerza y
►« defensores todos fueron degollados. Enlró en oíros de la provincia
¡Jim mucha facilidad ; y contento de estas ventajas volvió al cerco de
Toledo. Allí estaba la gente mas práctica en el ejercicio de las armas y
ñas rcsodCa á mantenerse en aquella fortaleza.
CAPITULO LXII.
De la continuación de los bandos y guerra civil.
Pdcos diaa después recibió el rey Abdala avisos de su hijo Abderah-
man en que le comunicaba que su hermano mayor Muhamad no había
querido entrar en negociación ni avenencia con él , ni le había permi-
|'4> entrar en Sevilla , ni contestar á sus cartas y persuasiones ; que
inriudo de muchos revoltosos que se le habían juntado, recelaba que
ínlentarian hostilidades contra Córdoba ; que sus parciales ya tenían
(«WDovida la tierra de Jaén , y asi le parecía que dejase encargado el
«TOO de Toledo á sus caudillos , y se viniese luego á Córdoba ; que
^^ le parecía conveniente, y allí concertarían el plan que debería
*?n¡r para reducir por fuerza á sus hermanos á la obediencia de su
padre y señor. Estas cartas dieron mucho cuidado al rey Abdala, y or-
dr-naodo lo conveniente para continuar el cerco de Toledo, se vino con
mucha diligencia á Córdoba, Entró en la ciudad sin dar parte de su
^foida , y asi no fué recibido ni aclamado del pueblo. Concertó con su
Wjo Abdcrahman Almudafar la guerra que debía hacer á su hijo hasta
wlsfflc de Sevilla , prenderle y asegurar la tierra , castigando á los re-
beldes que la inquietaban é infestaban. En este mismo tiempo llegaron
IG6 HISTORIA BE LA DOKINACION
mievas de la Lusitania, y expedición contra el ^ali de Alisbona, qne
fué muj yenturosa por d valor y prudencia del wazir Abu Oünan
Obeidala el Gamri : el cual se apoderó del wali de Alisbona, y le cortó
la cabeza ; sosegó las desavenencias de aquellos alcaides ; prendió á los
de Xilbe, Biseo y Golimria , que habian sido del bando del desgraciado
Abdelwahib de Alisbona , y envió sus cabezas á Córdoba.
Ufano el rebelde Hafgun sabiendo las inquietudes de Andducia , en-
vió á tierra de Jaén á Obeidala ben Umia , que se apellidaba Asalat ;
este astuto caudillo, unido con Suar ben Hamdúm el Caisi, que tenia
siete mil hombres, se apoderaron de las alturas de Somontan , en tierra
de Jaén , y lograron entrar en Gazlona , y en otras fortalezas en las
Alburéghalas ó Alpujarras ; toda esta gente vivia de robos y desola-
ción : se unieron con ellos los secuaces de Yahye ben Suquela, amir
de alárabes , y la facción de los Maulidines , muy poderosa por sus ri-
quezas ; tenian á sueldo árabes y cristianos como seis mil hombres. De
orden del rey fué contra ellos Ghaad ben Abdelgafir, wali de tierra de
Jaén , encontráronse ambas huestes y trabaron sangrienta batalla , en
que fué vencido Ghaad con pérdida de siete mil hombres , y él cayó en
manos de los rebeldes con otros principales caudillos de su hueste , y
los llevaron presos á las fortalezas nuevas de Gamata , al poniente de
Medina Elbira. Con estas ventajas se extendieron los rebeldes por toda
la provincia, y ocuparon Huesear, Jaén, Raya, Archidona y toda
tierra de Elbira hasta Galatraba : fue esta desgraciada batalla en fln del
año 276 (889). Cuando el rey Abdala supo estos desgraciados sucesos
juró no volver á Córdoba hasta deshacer estas taifas de bandidos.
Allegó el rey la gente de Andalucía y la caballería de su guardia : en-
cargó los peones y ballesteros á Abderabman ben Badr Ahmed , cau-
dillo muy práctico en aquellas sierras de Ronda y Alpujarras. Entró
esta hueste por tierra de Jaén , y les salió al encuentro con sus bandidos
el caudillo rebelde Suar ben Hamdúm , las gentes del rey vencieron y
pusieron en desordenada fuga á los rebeldes , y en la batalla cayó he-
rido el caudillo Suar, y no pudo librarse entre los suyos, que en el
alcance fué conocido y preso .- traido á la presencia del rey Abdala
luego mandó cortarle Ir cabeza, y la envió á Córdoba con la noticia de
esta victoria : ocupó el rey la ciudad de Jaén y la de Loja, y las mandó
fortificar : estoen principio del año 277 (890). Cuenta Hayan que mu-
rieron en esta batalla doce mil hombres, y que se llamó la batalla de
Medina Elbira : muríó en ella el amir ben Suquela.
Said ben Suleiman ben Gudi, que andaba con los de Jezid ben Yahye
ben Suquela , amir de los árabes bandidos , describió estas batallas :
en la de Jaén elogia al caudillo Suar ben Hamdúm el Caisi en estos
versos :
Va de la arrancada el polvo so hqMte de pavor llena ,
Todo el cielo se oscurece, que densa nube se eleva :
Al encuentro de las lanías Umidos la espalda muestran, •
Se abrevan en sus raudales , que iban de sangre sedientas.
Con lluvia de sangre apagan la confasa polvareda :
Ellos atónitos huyen, la tierra les viene estrecha.
Pálidos y sin aliento luego vienen en cadena.
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 167
Pregunta á Saar; te dirá de la encendida pelea.
Si las hidieaá espadas cercenaban las cabezas ,
Despojando á los turbantes de bandas y cintas bellas.
A Bóni Alhamra pregunta caándo su tiempo les llega ,
Si chocaron como montes de altas cumbres descompuestas :
Allí aeabó Dios la gente que dejó nuestras banderas ,
Y sobre ella volteó de la batalla la muela
Con Ímpetu arrebatado, que ninguno dellos queda.
A sinrasoB nos combaten con viles estratagemas ,
T caballos y peones sus máquinas desordenan.
De Adnan y Gabtan los hijos se traban , luchan y estrechan y
Leones ios acaudillan , rabiosos ansian la presa :
Presas de batallas buscan » gloria sin baldón anhelan.
El mejor Cais los conduce , su espada sangre destella ,
Y entre las huestes camina á la altura mas excelsa.
B mismo hizo estos Tersos ¿ la muerte de Suar en la batalla de El-
bira:
De Soar te quebró la espada en esa de sierra Elbira ,
La espada que á las hermosas de tristes lutos vestia ,
La que de mortales ansias daba copas repetidas ,
Y de una misma brindaba á gente noble y baldia.
Por solo Suar mil maté , que él solo por rail valia ,
Por uno nuestro mil dellos es barata mercancía;
Lieilo fuá matar mas por igualar la partida.
Nuestns sedientas espadaí en shs gargantas bebian ,
Y sus fuegos apagaron en el raudal que corría.
8i nuestras valientes Tantas fortuna contraria humilla ,
También la columna dellos ó viene al suelo ú vacila.
Consuelo de Abi Sidqni , dos siervos de poca estima.
Sangre dellos no i colora como vil sangre vertida :
La nuestra se vengará , aunque en la poxa caia.
Los rdxddes , después de la muerte de Suar, nombraron por su cau-
dSk) á uQ siró , originario do Quinsarina , llamado Said ben Gudí * :
osle nías yalicnte y osado que discreto, confiando en el valor de sus
a^erridas gentes, descendió ¿ las vegas y llanuras de los campos de
Gamata y de Laja. Las tropas del rey Abdala aprovecharon aquella
ocasíoo, y con mucha resolución y confianza acometieron á los ban-
didos, que fueron desbaratados , y seguidos de la caballería padecieron
atroz matanza : el campo quedó lleno de cadávwes , y la victoria de las
tropas de Abdala fué completa : el caudillo de los rebeldes cayó en
manos de los soldados muy herido , y después de liaber alanceado y
Bocrto á muchos de ellos : lo presentaron al rey, que lo mandó ma-
tar, y antes le quemaron los ojos , y al tercero dia le cortaron la cabeza,
que envió el rey á Córdoba con la nueva de esta batalla. Las reliquias
dd vencido ejército de los bandidos se juntaron en Elbira , y nombra-
ron por ra caudillo ¿ un hombre ilustre y esforzado que se llamaba
Vohamad ben Adbeba ben Abdelatif el Hamdani , de origen persa ,
leoor de Hisn Alhama ; menos temerario que su antecesor, se acogió á
1 Quiere decir que no pide vengante su sangre : por una antigua vana observancia pensaban
<•« aribes que ta sangre del hombre vertida violentamente, y no vengada, aparecía Trasca ,
nt%»áM f eoaio renovada : á esto llaman ellos ToUat, que expresa que la sangre como que se
nni, j renovando tu vivo color, pide venganxa. La poza , en el último verso , alude al sitio de
li baulla , Elbira es pota en arábigo, ignorando el poeta que se llamó asi de Iliberí.
* Era cale eavdiHo bermano de otro caballero de quien se conservan versos que describen
Us baultas de Jaén y Elbira.
168 HISTORIA DE LA DOUTNACION
las asperezas y flragosidades de aquellas sierras, y evitó coq prodencia
el encaentro de las tropas del rey Abdala. AI mismo tiempo el cau-
dillo del rey Ishac bea Ibrahim el Ocaili , capitán de caballería , tan es-
forzado como elocuente , y que con su voz y ejemplo solía animar á
sus tropas, peleó con varía fortuna contra las gentes de Aben Hafsun,
y logró echarlos de algunos fuertes que ocupaban, y se apoderó de
la ciudad y fortaleza de Montixon , las reparó de sus ruinas , y las de-
fendió largo tiempo contra las tentativas de ios rebeldes ; y conserTó
aquella tierra hasta el tiempo del rey Anasir Abderahman.
£1 wali Abderahman ben fiadr aconsejó al rey Abdala que volviese
á Córdoba para dar calor á la guerra de Toledo , y apaciguar las inquie-
tudes de las comarcas de Sevilla , pues aquellos bandidos y gente per-
dida no debian detener al rey ni á sus caballeros. Siguió el rey este con-
sejo, y dejó allí la gente que pareció bastante para perseguirá los
salteadores y malandrines que andaban á monte. El caudillo de los rt-
beldes Abdda ben Asaliat, viendo esparcidas y mal paradas las taifas
de la sierra , se pasó con su gente á Wescar con Aben Hafsun , y per-
maneció mucho tiempo en servicio de este rebelde. Por otra parte d
principe Abderahman Almudafar peleaba con varia suerte contra los
rebeldes de Sidonia , Jerez y Astaba. Salió contra él su hermano Mq-
hamad con muy escogida caballería, y andaban en su campo sus her-
manos y tíos con todas sus gentes. £1 caudillo Ibrahim ben Hegá^ el
Lahmi con quinientos caballos guardaba la comarca de Sevilla, y en
esta ciudad dio muerte á Coreib ben Otman ben Ghaledun , y á un her-
mano suyo, porque se oponían á la rebelión , y persuadían la obedien-
cia y fidelidad que debian á su rey Abdala. Asimismo ocupó la ciudad
de Garmona, sorprendiendo á otro hermano de Coreib. Los parciales
de este caudillo rebelde escríbian y vituperaban á los caballeros de Cór-
doba y á lodos los leales al rey, y solo fué loado de ellos Bedr el Wasíf ,
familiar intimo del rey Abdala , y era tal su mordacidad que no perdo-
naba ni al mismo ibrahim que los protegía y fomentaba , y se valia de
sus escritos : eran estos Abu O^r ben Abdrabihi , y Muhamad ben
Yahye el Galfat, hombre de tanto ingenio como malignidad.
CAPITULO LXllL
De la vietoria do Almodafar, y prisión de los principe* Muhamad y Alcatim/
Luego que el rey llegó á Córdoba envió su caballería á sn hijo Ab-
derahman Almudafar , y con este oportuno refuerzo se dispuso á boscar
á los príncipes rebeldes. Entró en Carmona y en Sevilla, aseguró
aquellas ciudades , y siguió la hueste de su hermano. Encontráronse
los campeadores de ambas partes , y trabaron una reñida escaramuza :
peleaban en ella los mas nobles y esforzados caballeros de Andalucía,
los de Jerez, Arcos y Sidonia contra los de Córdoba , Ecija, Carmena
y Sevilla : el empeño y valor de los caballeros hizo que la polea faese
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 169
(rnieral , y acometiéndose con todas sus gentes la batalla faé mny san-
grienta : murieron muchos de ambas partes , y los de Ahnudafar no
qaísieron que se desmintiese aquel día el glorioso nombre de su cau-
dillo : vencieron y derrotaron á los del principe Muhamad , á pesar del
heroico yalor de este y de sus caballeros y de toda su gente : muchos
alcaides murieron peleando : el principe Muhamad después de haber
hedK> prodigios de valor se le cayó muerto el caballo , y él mismo tan
lleno de heridas que no pudo moverse , y le llevaron á presencia de su
hermano Abderahman Almudafar , que le mandó curar y tener á buen
recaudo : lo mismo avino al principe Alcasim , hermano del rey Abdala,
que cubierto de heridas fué preso y presentado á su sobrino Almudafar,
que mandó curarle y guardarle con el mayor cuidado. Pasó después á
Sevilla, y calmaron los bandos que habia en ella con el suceso de esta
batalla. Envió el principe Abderahman sus cartas al rey dándole cuenta
del éxito de esta cruel batalla, y de la prisión de su hermano Muha-
mad y de su tio Alcasim , que estaban muy heridos. La noticia fué agra-
dable por ver el término de esta guerra civil ,* pero muy sensible por la
desgracia y pedida de tantos nobles muslimes. £1 principe Muhamad
murió en su prisión; algunos dicen que de ponzoña que le hizo dar su
hermano Abderahman , y de orden de su padre dicen otros , que no es
mas creíble ; otros cuentan que murió de sus graves heridas y de abati-
miento de ánimo, que es lo mas cierto : murió dia 10 de Xawal del
ano 282 (895) : tenia entonces este desgraciado principe veinte y ocho
anos. Dejó un hijo de cuatro años llamado Abderahman , que Dios guar-
daba para grandes cosas, como después veremos. En la corte se le lla-
maba á este niño el hijo de Muhamad el Mactul ó asesinado , porque la
opinión maligna del pueblo era que su padre no habia muerto de su
maerte natural. .
En este mismo año 282 , por resentimientos y rivalidades se enemis-
taron el caudillo y wazir Abdelmelíc ben Abdala, y el wali Omar, hijo
de Haxem ben Abdelaziz , y salieron al campo en dcsaño, y Abdelmelíc
mató á Omar ben Haxem : pocos dias después Almutaraf, hijo del rey
3Iubamad , principe de la juventud por sus nobles prendas, mató á dos
millas de Sevilla al Tvali Abdelmelic, y dio el principe el gobierno de
Abdelmelic á Ahmed, hijo de Haxem ben Abdelaziz, hermano de Omar,
cuya muerte vengó. El rey Abdala dio á Meruán, hijo de Abdelmelic, el
cargo de alcatib, que habia desempeñado su padre muy á su satisfac-
cioa. En Ramazan de este mismo año mataron violentamente en una
calle de noche al principe Almutaraf, que tenia veinte y cuatro años,
hubo sospechas contra Meruán, por indicios de desafío, y fué preso
porellas , y permaneció encarcelado hasta el año 284, que murió en sus
prisiones.
En el año 283, en la luna de Giumada postrera , falleció en Córdoba
d wazír Temam ben Amri de los Alcamas, á los noventa y seis años
de su edad ; fué wazir del rey Muhamad y de sus hijos Almondhir y
Abdala ; escribió en verso la conquista de España , con los hechos de
sos walíes y reyes , y referencia de sus guerras , desde la entrada de
170
HISTORIA DE LA BOMINACIOFi
Taric ben Zeyad hasta los últimos años del rey Abdcrahman ben Alba-
kem : habia nacido año 194.
Said ben Suleiman ben Gndi , de antig:ua y noble familia de Quinsc-
rina, andavo alg:an tiempo en el bando délos Maulídincs; fué muy
buen caballero, y se decia de él que tenia las diez prendas que distin-
guen á los nobles y generosos , que consisten en bondad , yaientia , ca-
ballería , gentileza , poesia , bien hablar, fuerza , destreza en la lanza ,
en la espada y en el tirar del arco. Gomo en aquel tiempo hubiese desa-
fiado á Galib ben Hafsun , este no salió al desafio : después se encontra-
ron en el campo , y Said le acometió, y le hizo perder la silla y cayó de
su caballo, y le hubiera muerto Said si no le hubieran librado los suyos.
Por esta enemistad se yino á la obediencia y servicio del rey Abdala ,
que le dio mando en la cora de Elbira , y alli le mataron con aleyosia
algunos de sus compañeros en la luna Dylcada del año 284. Se decia que
filé la causa de su n^uerte el haber hecho unos yersos ofensiyos á los
M eruánes , que principian :
o hi|os de Meroán,
Si no son vuestros caballo»
Pero sus pies en la fuga
Sois la» estrellas brítlanles
Dejad los cármenes bellos.
Porque mas les pertenecen
célebres en retiradas !
tan sueltos en las batallas,
nunca estuvieron con trabas :
del tal de Wadilcasaba ;
los alcázares y casas,
á bravos de Bení Alárab.
El Asedi, poeta de los árabes de Elbira, hizo estos yersos á su sepulcro
¿Dó yace el que alimentaba
Y rué su sombra en verano,
Breves céspedes le ocultan ,
Que siempre le cubran rosas.
Desde que da el campo flores.
Ni desde que luce el sol ,
Otro que mas noble fuese
O lágrimas de mis ojos.
á los pobres desvalidos,
y en el invierno su abrigo?
pero céspedes floridos,
y esté su jazmín sombrío r
hoja el bosque y agua el rio,
hombres ni genios han visto
que el Said aqui escondido :
regad la sonda de mirtos.
El año 285 fué de gran esterilidad y carestía , y hubo hambre general
en España y África , que los pobres se comían unos á otros : se siguió
la peste , y fuétanta la mortandad que se enterraban muchos en cada
sepultura , que no había quien las hiciosc, y los mismos hombres ya mo-
ribundos se iban á los cementerios , y los enterraban sin lavar los cada-
yeres y sin oraciones.
CAPITULO LXIV.
De la entrada de los rebeldes en Galicia, y batalla de Zamora.
Aquietadas las turbulencias de Andalucía , puso el rey Abdala nue-
yos gobernadores en Jerez, Astaba y Sidonia. Quería el rey d«ar á su
hermano Alcasim el gobierno de Sevilla ; pero se opusieron su hijo Al-
mudafar y otros walies, y continuó olvidado y como preso : el gobierno
de Jaén se dio á Abdelwahid , caudillo en aquella frontera , contra Aben
Hafsun y los rebeldes de los montes. Andaba en el partido de Hafsun un
N
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 171
caudillo llamado Ahmed benMoavia t>en Aikithi, apellidado Abalcasim ;
era de los Maulidines, pariente de la familia real , y en las vanas prc-
ti*nsiooes de los principes bnscó el favor del rebelde Hafsnn : como este
tenia por suya la tierra de Toledo y Talavera , quiso dilatar sus fronte-
ras á la parte de Galicia , y correr aquellas comarcas. Estaba el rey Ab-
dab en paz con el rey de los cristianos de Galicia , y en esta seguridad
tenían descuidada su frontera. El caudillo Abulcasim entró con much^
gente de á pié y de á caballo por Zamora , robando los pueblos asi d^
cristianos coíno de muslimes. Los alcaides de aquella frontera avisaron
ai rey Abdala y también al de Galicia , disculpando aquellas algaras que
eRos no podian evitar , que no eran suyas ni de los buenos y honrado^
muslimes subditos, sumisos de su señor. El wali Ahmed ben Alkithi cop
macha vanidad y orgullo escribió al rey de los cristianos amenazándole
(|Qe si no se hacia muslim ó su vasallo , que venia á echarle de sus tier-
ras, y hacerle morir mala muerte si caia en sus manos. Cuentan que la
gente que fievaba este caudillo eran sesenta mil hombres , muchos ber-
beríes traídos á sueldo , muchos bandidos y gente de Alguf , de Algarbe,
de Toledo y sus confines, y de la gente de España oriental. Los cristia-
nos de Galicia juntaron sus gentes y vinieron contra el caudillo Ahmed ,
7 encontrándose estos grandes ejércitos en cercanías de Zamora traba-
ron sangrienta pelea , que mantuvieron con gran furor y encarniza-
miento cuatro dias ; los arrayaces berberíes , el último dia , otros dicea
que el primero . abandonaron el pampo de batalla , que los muslimes de
España oriental y tierra de l'oledo pelearon con mucha constancia , j
d mismo caudillo Ahmed , que perdió la vida peleando -. con su muerte
los muslimes huyeron sinórdei), y «los cristianos hicieron en ellos gran
matanza. En la fuga murió Abderahman ben Moavia , insi^e caudillo
deTortosa. Cortaron los cristianos muchas cabezas, y las pusieron ep
las almenas de Zamora y en sus puertas ; y esta derrota fué célebre entre
los cristianos y fronterizos con el nombre del dia de Zamora : fué la
batalla de Zamora y derrota en ella de los muslime^ rebeldes año 288.
Falleció en Córdoba en fin del año 287 (900) el docto alfaqui de Ao-
dalucia Ibrahifu ben Nesar : su entierro fué ropy concurrido , y continqó
la gente en el cementerio gran parte de la noche , y en el día seteno se
li^jó en ^ sepulcro un elogio de su virtud. Hizo el rey cadí de la al-
jama de Córdoba á Nadhr ben Salcma el Kclebi , que babia Ifccho diipi-
sion de este cargo , y quería que se diese á su hermano Muhamad ben
Salema, que Ío fué después.
CAPITULO LXV.
De Iab treguas con el rey de Galicia , y otros sucesos.
En este tiempo se decía en Cordela que el wali de la frontera Ishac
elOeaili , que tenia en su poder el fuerte de Montixon , y lo había de-
fendido de loa rebeldes , haciéndoles mucho daño en sus correrías , que
1 72 HISTORIA DE LA DOMINACIÓN
ahora se habia concertado con ellos y les ayudaba conservando el jo-
bicFDO de su ciudad y fortalezas : esto en principio del arlo 289. Fué
general el sentimiento de los pueblos por la derrota de Zamora , y mu-
chos de los muy fervorosos secuaces del Islam predicaban que el pueblo
muslime debía armarse todo para la venganza de la derramada sangre de
sus hermanos. El rey Abdala, lejos de ceder á las instancias de los faná-
ticos que le aconsejaban hacer sus avenencias con Calib ben Hafsun, y
declarar la guerra á fuego y sangre contra cristianos , envió al caudillo
Obeidala el Gamri , que estaba en Alisbona , á tratar con el rey de Gali-
cia * para conservar su buena inteligencia y mantener sus concertadas
treguas. El ^'ali hizo su embajada y concertó sus treguas como el rey
deseaba, y dispuso el ánimo del rey de los cristianos á mantener una
recíproca amistad, y hacer la guerra sin cesar á los rebeldes que llega-
sen á sus fronteras. Estas negociaciones desacreditaban al rey Abdala
con los austeros y muy religiosos muslimes de las aljamas de Andalucía,
y llegó en algunas ciudades el atrevimiento de los imámes y alchatibes
á omitir su nombre en la chotba , ü oración pública , como si fuese mal
muslim ó descomulgado. En Sevilla fué esto practicado con mayor osa-
día , favoreciendo estas insolentes opiniones y hablillas el príncipe Al-
casim. Avisado el rey de esto envió al wazír Abdelwahib, hombre
astuto y de valor, que halló ser verdad cuanto habían comunicado al
^y? V^^ <^Q vez de su nombre se ponía en la oración pública el de Moc-
tesidbilah, califa de Oriente, y que públicamente decía Alcasim que no
se pagasen al rey Abdala las rentas de azaque, que era mal muslim y
descreyente , que empleaba los diezmos contra los muslimes. Avisó al
rey de todo , y le mandó prender al principe Alcasim, y convencido de
todo fué muerto en la prisión con lina bebida que le prepararon : esto
fué año 290 : era este principe Alcasim de gran ingenio para la poesía ,
y se le conocía por el Gurlan.
Desterró el rey por estas hablillas sediciosasá muchos alimcs célebres,
y huyendo de estas persecuciones partió para Oriente el insigne alfaqui
Zacaría ben Alchilab de Tutila , famoso por su loable vida y grandes
conocimientos , que honró su patria en las mas apartadas regiones. Los
parciales de Hafsun no perdían estas ocasiones de adelantar su partido ,
y en tanto que sus caudillos mantenían la guerra contra las tropas dd
rey Abdala , este rebelde Calib Ornar ben Hafsun, que estaba disfrazado
en Balay, veinte millas de Córdoba , se atrevió á entrar en ella con mu-
cho secreto el afio 293 (905) ; pero fué descubierto por un extraño in-
cidente.
La vigilancia de los wazires del rey descubrió que entre los sediciosos
que calumniaban al rey y á sus ministros andaba un noble jeque que
habia sido cadi de Mérida , á quien el rey Abdala habia dejado de cas-
tigar por su mucha juventud y por su buen ingenio : era este Suleiman
ben Albagade Mequineza : habíanse divulgado unos versos harto inge-
1 Lo era en este tiempo Alfonso 111 el Magno : los árabes llamaban reyes de Galicia á los qoe
nosotros de León, Asturias y Galicia: á los de Navarra, Sobrarbe y Cataluña llamal>an los de
los montes y los de Arranc.
\
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. I73
DIOSOS y satíricos en qae se indicaba maniflcstamente el rey, dándole el
apodo de el Himaro, con muchas imprecaciones al que le conducía y
guiaba , aludiendo á los principales ministros que el rey tenia. De unos
en otros yino á averiguarse que el autor de la sátira era Suleiman , y el
rey le mandó traer á su presencia , y le dijo : Por Dios, amigo Suleiman,
<|ue mis beneGcios han caído en muy mal terreno , y que no te merecía
estos vituperios, ó siquier sean alabanzas , que para mi lo mismo valian
siendo tuyas : puerto que ahora debiera yo darte á gustar el rigor de mi
JQsto enojo, pues tan poco te aprovechó el favor de mi benignidad y
mansedumbre : si en otro tiempo me pudiste loar como demasiado man-
so, ahora tendrías ocasión para maldecirme como cruel ; pero no ha de
ser así , yo quiero que vivas , y que cuando yo te lo mande me repitas
tos versos ; y para que veas que los estimo en mucho, has de pagar mil
doblas por cada uno, y si mas hubieras calcado al Himaro , mas cara y
mas preciosa seria la carga. Suleiman se llenó de confusión, y puesta su
cara á los pies del rey le pidió que le perdonase. Hizolo así el rey : el
poeta lleno de agradecimiento , sabiendo que estaba Aben Hafsun oculto
en Córdoba, descubrió este secreto, y el prefecto de la policía aseguró á
SoleimaQ porque no pudiera avisar á los parciales de Aben Hafsun.
£sta prisión puso en sospecha á sus parciales , que sabían que Suleiman
estaba antes en sus maquinaciones y secretos , y aconsejaron al rebelde
su pronta fuga, y á la hora desapareció. Arrestaron los wazires á varios
tenidos por desafectos , y algunos fueron atormentados, pero no se ave-
rió otra cosa que entender que ciertamente había estado en Córdoba,
T que había salido en trage de mendigo pidiendo de puerta en puerta.
En este año 294 (906) falleció Ibrahím ben Isa el Moredí de Ecija,
de los hombres mas sabios de este tiempo , á quien consultaba el rey
Abdala con mucha frecuencia. También murió este año Alhasan ben
^rgibil de Badalyos, hombre célebre por su erudición. En este tiempo
sucedió una cosa muy memorable que refleren Homaídi y fien Pas-
cual , y acredita la estimación popular que se hacia en Córdoba de
la virtud y loable vida del sabio alfaqui fiiaqui ben Machlad : cuentan
que cierto día vino una pobre muger á Baqui y le dijo : Hace ya mu-
cho tiempo que un hijo mío está cautivo en poder de cristianos, y
por mis cortos bienes no he podido rescatarle, ni hallo quien quiera
cumprarmo una pobre casilla que tengo; y aunque logre venderla,
r quién me hará las diligencias necesarias para su libertad? así yo rii
de dia ni de noche tengo un instante de reposo. £1 viejo alfaqui la con-
soló , y dijo que tuviera mucha confianza en Dios , que todo lo reme-
diaría su divina bondad : rogóle la muger que él se lo pidiera á Dios ,
y él dijo que asi lo haría , que fuese á su casa con buenas esperanzas.
Foése la pobre muger, y el jeque movió sus labios y pidió al Señor
que consolara á la triste viuda. Pocos dias después vino la muger^ con
MI hijo á buscar á Baqui , y le dijo como ya había venido libre , y con-
taba el mancebo que él estaba cautivo en poder de unos señores críslia-
fi«is , que estaba con otros cautivos muslimes , que los tenían al cuidado
de un hombre que los llevaba cada dia á trabajar al campo, que lleva-
■ -" 174 HISTORIA DE lA DOMINAaON
ban sus cadenas con argollas en los pies, qae e3tando en nr a ranchería
de trabajo con el qae los guardaba se le cayeron de sos pies las cadenas
ül suelo; y ajustando el tiempo, dia v hora de este acaecimiento se
halló que habia sido el mismo en que la pobre muger había acudido al
Jeque Baqui ; que el que los guardaba fué gritando contra él cuando le
Tió caídas sus cadenas, diciéndole : ¿ Porqué rompiste tus cadenas?
que él dijo : No las roitapi, que ellas se me cayeron de mis piés; y lle-
vándole delante de su señor, que allí le tornaron á poner sus hierros,
y como hubiese andado algunos pasos yolviéronsele á caer las cadenas
de sus piés , y que meditaron sobre el caso , y consultaron sus monges ,
y que le preguntaron : ¿ Acaso tienes madre? y como respondiese que si
la tenia, entotires dijeron ellos : Sin duda Uios oyó sus oraciones, y
pues Dios te da libertad , taosolros no podemos encadenarte ni quitár-
tela ; y que entonces lo enviaron á la frontera de los ihuslimes. Que
Baqui les dijo : Todo es obra de la divina voluntad , dad gracias á Dios.
En el aflo 295 (907] falleció en Zaragoza Muhamad ben Suleiman
benTe^id de Wcsca, cadi de la aljama de aquella ciudad, y antes lo
habia sido de la de su patria : fué hombre muy docto y de mucha inte-
gridad, muy austero, que nunca recibió dádiva de ninguno ni asistió á
ningún convite ni festín : fué su entierro acompañado de toda la gente
de la ciudad. Fué puesto en su lugar Ibrahim ben Harún ben Sobli,
alfaqui muy docto y de loable vida ,• qae apenas vivió un año después
de su elección.
Cuando Calib Aben Hafsun llegó á su hueste , que estaba en tierra de
Toledo , pasó á correr la tierra de Galatrahba : en aquellos campos le
salió al encuentro el wazir Abu Otman Obeidala ben Ganuri , y le venció
en muchas escaramuzas , y ocupó algunos fuertes de aquella tierra, y
en el año 296 le dio una batalla sangrienta en que acabó toda su caba-
llería, y le causó gran matanza, obligándole á refugiarse en Toledo y en
algunas fortalezas sin que osaran salir á batalla campal en mas de tres
años. En el de 297 murió en Córdoba Obeidala ben Yahye el Lailhí,
hombre depródigiosa erudición ^ había recorrido las academias de África,
Egipto, Siria, y de las Iracas , y entre otros muchos escritos dejó dos
preciosas historias de alfaquíes y de alcadíes célebres. Este año 297
murió en Córdoba Suleiman ben Harún elRayeni de Toledo, conocido
por Abu Ayúb , que escribió una historia general. En el año 298 el
principe Abderahman Almudafar prendió al rebelde Ibrahim ben Alhc-
gág ! sus gentes fueron sorprendidas por la vanguardia de Almudafar,
y por lograr que el principe no los pasara á Glo de espada á todos, le
entregaron atado su caudillo , y Almudafar luego mandó descabezarle
en pena de su perGdia y atrocidades.
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 1 75
\
CAPITULO LXVI.
*
Del retiro del wali Aba OUnan , y oirás ocurlhencias en Córdoba.
En este mismo año el caudillo Obeidala ben Gamri , que tantas vic-
torías habia conseguido de los rebeldes, supo que el principe Alma-
dafar solicitaba que su padre le retirara del ejército y del gobierno de
b provincia de Mérida que tenia : resistió el rejr Abdala esta propuesta
en consideración á los excelentes servicios de Abu Otman Obeidala : in^
sistióel príncipe diciendo, que bien conocia el mérito del wali, pero
que ya era viejo , y estaba mas para el reposo que para la energía y fa-
típs de la guerra .- pero el rey le respondió resueltamente qíie no pen-
saba retirarle en tanto que el wali no lo pretendiese. Almudafar since-
rando sus intenciones dijo á su padre : Sea , señor, como os place , que
JO lo decia con mucho respeto á sus honrados años y venerables canas ,
fue son mas para el consejo que para el campo de batalla. Informado
d wali de esto escribió al rey pidiéndole que le concediese retii^rse de
los cuidados del mando , y le pidió licencia para hacer su alhige ó perc-
grínacioo religiosa : esto lo hizo por no inquietar ?\ principe, que de-
seaba el gobierno de Mérida y el mando de las tropas que él tenia ; pero
leqoedó muyen el alma la enemistad que concibió contra él. En este
tiempo murió peleando en la frontera de España oriental Niam el Gha-
laf ben Abi Chasib de Tutila , que era caudillo frontero en acuella
tierra , y era tan esforzado como ingenioso poeta.
Coando el wazir Abu Otman Obeidala ben el Gamri se retiró á Cor-
loba , el rey Abdala le hizo capitán de su guardia de esclavos , que era
gente extranjera oriental muy estimada , de mucha gentileza y valen-
tia, y de mucha fidelidad : esta guardia era interior en el alcázar, y
osaban de espada de dos manos , escudo y maza de armas. El principe
Abderahman Almudafar fué á mandar las tropas que hacian la guerra
al rebelde Aben Hafsun , y desde luego principió á perseguir á los insu**-
gentes de la provincia con tan ardiente empeño que no osaban parecer
en campo contra él : cuantos venían á sus manos de los rebeldes eran
loego alanceados ó descabezados, y en la disciplina militar era en ex-
tremo duro y rigoroso , de suerte que cíe los' enemigos y de los suyos
era temido. £n Córdoba el wali Obeidala ben Gamri se declaró como
protector del joven Abderahman , hijo del principe Áluhamad el Mac-
tul, y procuraba ganar el corazón del rey y la afición de los jeques f
waUes, irazires y otros principales á favor de este mancebo : su genti-
leza j amables prendas eran las delicias de Córdoba , solo el rey Abdala
nf> se manifestaba á las claras por no dar inquietud á su hijo Almudafar ;
pero oia con mucha complacencia las alabanzas de su nieto.
Suleíman ben Wenasos el Berberí era capitán de los africanos de la
Ruardk del rey , y era wazir y del consejo de estado , liar to célebre por
MI erudición y prudencia y por su carácter sevcrf) y libre : refiere Aly
ben Ahmod que este wazir entró un dia á la presencia del rey Abdala
176 fflSTORlA Df; LA DOMINAaON
ben Muhamad can una luenga y cjpesa iiarba ^ que él tenia ; cuando k
vio el rey que estaba de buen humor le dijo unos versos satíricos vitu-
perando y ridiculizando el uso de tan desmesurada barba , y luego le
dijo : Sentaos, fiarbarillo ; y se sentó , y sin poder disimular su enojo
por aquellos versos dijo al rey : Si los hombres no fuéramos tan fatuos,
ni veniéramos á estos alcázares con nuestras necedades , ¡ de cuántos dis-
gustos y humillaciones nos excusaríamos ! pero la fatuidad y locura nos
engaña , y no acabamos de saciarnos de desengaños , ni acabaremos basta
que nos pongan en franquía nuestros estrechos sepulcros : allí reposará
nuestra vanidad y nuestras máquinas aéreas : y diciendo esto puso su mano
en tierra , y se levantó , y sin mas salutación ni cortesía se fué á su casa.
Disgustó al rey esta salida rústica, y como pasaron algunos días sin
que Aben ^Vcnasos pareciese , le depuso de su capitanía , y la encargó á
otro. Mo pasaron muchos días cuando se acordó el rey Abdala del buen
juicio y prudente consejo del wazir Aben Wenasos, y manifestó á sus
vvazires que deseaba verle ; pero dudaba como decírselo : uno de los
v^azires, llamado Muhamad ben el Walid ben Ganim, dijo al rey que
si le daba licencia , que él iría , y esperaba que viniese : dióle el rey
licencia , y pasó ben Ganim á casa de Wenasos , llamó , y se anunció
que era un vrazir del rey , porque era costumbre del gobierno de los
Omeyas de España que un wazir no entraba sino en casa de wazir de
su misma clase : tardó en responder como despreciando su visita , ya
dio licencia , y fué conducido á su estanza , y permaneció sentado en su
almohadón sin levantarse ni ofrecerle su estrado -. ben Ganim le dijo :
¿ Qué es esto? ¿ no sabes que soy wazir del rey como tú? ¿ porqué no
te levantas y me ofreces tu estrado con el honor debido? y le respondió
Wenasos : Eso era en tiempo pasado, cuando yo era fatuo siervo como
tú ; pero ya soy horro , como ves : ben Ganim no pudo persuadirle que
dejara su extravagante retiro , y lo dijo al rey , que manifestó qucsentia
que tan honrada barba como aquella hubiese perdido su consejo.
En este tiempo Muhamad ben Adha el Hamdani , caudillo de los re
bcldcs de sierra Elbira , como desde el principio del levantanücnto se
hubiese desavenido con los otros caudillos rebeldes de las Alpujarras,
anduvo mucho tiempo errante y sin lugar seguro : por último se esta-
bleció en Hisn Novales , que los pueblos mismos le llamaron para que
los defendiese de los robos y vejaciones que les causaban los bandidos.
Este prudente caudillo logró reunir mas de cien poblaciones por la
mayor parte fuertes por su situación , y persuadió á la gente principal de
estos pueblos que se pusiesen en obediencia del rey, y le enviaron á
pedir perdón y seguridad : se presentó en Córdoba , y fué muy bien re-
cibido del rey ; pero no faltaron impedimentos maliciosos para que no
se acabara su pretensión tan pronto como él deseaba : después hubo
tales incidentes, que el rey no tuvo tiempo para dar á sus pueblos el
t La barba entre loit árabes era signo de autoridad y de libertad , solo á la juventud en sus
floridos años se di^uiulaba el no llevarla, y aun aiiora á los esclavos no se permite el tenería
crecida; pero un muslime \ti ca^aüo y con hijos no puede honradamente presentarse sin ^us
barbas.
\
BE LOS ARAB£S EN ESPAÑA. 177
fffdoo 7 seguro qne pedían : sigaicroo después las calamidades de lare-
hám ^ j rué necesario rendir por fuerza de armas á los que ahora se
ofrecían de su propia voluntad. Hubo también competencia entre dea
wazires 4^1 consejo del rey, Muza ben Hodeira y Isa ben Ahmed ben
Abi Obda , que cada uno de ellos pretendía que su asiento en d consejo
focse sqperíor al del otro : el rey les dijo que todos los asientos en el
consejo eran iguales , que solo era precedei^te y distinguido el suyo, y
que ya su padre Amir Muhamad había declarado que en caso de prece-
dencias k» de Siria precediesen á los árabes véledines.
CAPITULO LXVU-
De U edaoacion del principe Ábderaliman , y maeno del rey tu abuelo.
lU>iase puesto mucho cuidado en la crianza de Abderahman desde
qoe se le destetó , que f oé al tiempo de la desgraciada muerte del prin-
cipe Mobamad , su padre : de orden de su abuelo el rey Abdak se le
insieroo los mas famosos maestros , que le enseñaron luego que empezó
su niñez en las mejores enseñanzas : leyéronle Alcorán, y aprendió de
nemorías sus doctrinas , y cuando tuvo ocho afios le enseñaron la sunna
y ciencia de Hadices , ó historias tradicionales , la gramática , poesia , y
proTerbios árabes, vidas de principes , ciencia de gobierno y otros co-
nocimientos humanos : luego aprendió á bien cabalgar y manejar con
gentileza un caballo, flechar y lanzar, usar de todas armas y estrata-
gemas de guerra , y en esto se ejercitaba desde sus once anos. Guando
Abderahman jugaba con otros manccbillos de su edad , le miraba el rey
m abuelo tan embebecido , que se olvidaba de todo , y en una de estas
ocasiones, como distraído no viese que ya sobrevenía á mas andar la
noche, se lo avisó su v^azir y capitán de guardias Abu Otman Obeidala
benGamri , y dijo estos versos celebrando á su nieto y excusando su
distracción »
¿ De qué si iren , alcohol , en ojos de int corcülo ?
In&til cómo las marcas , siendo mas que todos lindo :
¡Como si no fuese o rosas entremeacladas con lirios
8qs mejillas, y su talle cual tierno ramo de mirto!
Coando la mirada vuelvo , de sus ojos al heehiio
m del día ni la noche la diferencia percibo >.
En el año 299 (911) fué el edipse grande del sol , que se oscureció
todo : fué miércoles , á 29 de la luna de Xaveal , después de la ora-
ción de Alazar, que muchos se adelantaron á venir á las mezquitas
para la oración de Almagrib ó puesta del sol, porque oscureció y se
Toan las estrellas : luego principió á clarear como un tercio de media
bora, se puso el sol y concurrió la gente á la oración. En este mes fa-
Deció en Córdoba el sabio Gebir ben Gaiih de libia , que fué maestro
> Quicio doeif «ioe el respUndor de sus ojofl suplía U loi del lol ; le UaoM eoicitlo, espnakm
twiwaMadaeD Uacoatumhres y poesiAOrieniíl.
178 HI8T0RU BE U DOMmAGION
de los hijos de Haxem ben Abdelaziz , y era famoso por su insigne eru-
dición, él este mismo año 299, al princi|Ho deja luna de Safar, falkció
la sultana Athara , madre del rey Abdala , á la que el rey amó , honró
y respetó toda su vida , y lloró con amargas lágrimas en su muerte.
Mandó labrar un magníGco sepulcro para enlerrarhi en el alcázar de
la Rnsafa , y se celebró su entierro con gran pompa : triste desde en-
tonces no pensaba sino en su muerte , y mandó hacer otro sqiulcro
cerca del de su madre para que en él le diesen sepiíltura . En este tiempo
de su tristeza y profunda melancolía hizo aquellos Tersos suyos asoéticos
Ueoos de vivísimas imágenes , que principian :
¿El estrépito no escachas? rápido bate las alas
El plazo fatal que llega burlando tas esperanzas :
cNo ves qoe á su fin camina el mundo con presta marcha,
Y que nada permanece, y en él no es estable nada?
Él da prisa sin avisos, ningunas insignias alza,
A todos k su fin lleva, y en sus caminos no para.
De su continua tristeza y gran melancolia adoleció gravemente, per-
dió el dormir y la apetencia , y en pocos dias de calentura conoció que se
llegaba su muerte t congregó á sus wazires y vralies , y declaró por fu-
turo sucesor del imperio á su nieto Abderahman , hijo de su hijo mayor
Muhamad, encargando en esta declaración á su hijo AlmudaCar que
protegiese y amparase al joven Abderahman como si fuera su hijo pro-
pio. Un año y un mes después de la muerte de su madre , en la aocesioa
de una csdentura , talleció á principio de la luna de Rebi^ primera dri
año 300 de la Hegira , á los veinte y cinco años de su reinado , y setenta
y dos de su edad : dejó once hijos ; fué un rey bueno , animoso en medio
de las alteraciones y discordias de todas las provincias de España , fué
excelente caudillo de stis tropas en la guerra ^ político y observador de
sus pactos , y por esto fué censurado de los fanáticos como mal uradim,
porque no hizo continua guerra á los cristianos.
CAPITULO LXVIII.
De Abderaliman Anasir Ledínala.
Acabada la pompa funeral del rey Abdala ^ en el mismo día 5 de b
luna de Hebie primera del año 300 de la Hegira fué aclamado con ge-
neral alegría Abderahman , hijo del principe Muhamad , y nieto del di-
f unto rey Abdala -. apellidábase Abulmotaraf : la madre que le parió se
llamaba María, h\ja de padres cristianos -. estaba Abderahman en la flor
de su edad , apenas tenia veinte y dos años, era de mucha gentileza y
de hermosura y gravedad digna de principe, de eolor blanco y sonro-
sado , de ojos azcQes , y de muy agradable mirar ; pa*o todavía era mas
la bondad de su corazón y virtuoso ánimo. Era de buen ingenio , de
mucha erudieiOB , y priideale;mas que promotiau sus pocos años, afable
y, de graciosa conversaciou. Estas preíoNlas eran muy coaocidas do lo-
\
BE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 179
te, j asi fué general el contento de los pueblos en su jura y aekma-
cioo. £1 principe Abderahman Almudafar su tío le amaba como si fuera
stt hijo ) 7 fué el primero que le juró oliedicneia , y este juramento fué
recibido de Abderabman con tan maniflestas demostraciones de amor y
respetuoso decoro , que se rasaron de lágrimas los <^os de los eircuns-
íanles. El mismo dia de su jura restituyó al cadi Mubamad ben Said
bea Muza ben Hodcira el cargo judicial que había servido con mucha
integridad. En todas las mezquitas principales se hizo la chotba ü ora-
cioo pública por cdi nuevo rey.Poramor y respeto ¿su abuelo se nani6
también Abdala , y sus pueblos, por el mucho amor que le tenian, y es*
peranzas que haí>ian concebido de su bondad , le llamaron Auasir Le*
(Koala, defensor de la ley de D|os, Amir Aknumemn , principe de loa
Mes , y otros títulos que andaban discurriendo para honrarle y engran*
deoerle. Ik^e luego se dedicó á procurar la reducción de los rd)eldes ^
j aUanamicmto de los pueblos que estaban fuera de su obediencia. Con
saalabilidad logró deshacer enemistades y desavenencias antiguas , re-
dimió quejas y venganzas de sangre entre algunas antiguas familias , y
con su dulzura y prudencia ganó los corazones de muchos ofendidos.
Mandó el rey Abderahman Anasir allegar las gentes de pdea para
perseguir á los rebeldes , y se juntaron tantas , que fué neoesario in*
dícar el número de los que debían seguir cada bandera, para que no
dejasen todos sus labranzas y el cuidado de sus familias, i^tró en tierra
de Toledo con cuarenta mil hombres con ciento y veinte y ocho ban-
deras. Ocupó esta hueste las fortalezas que tenían en su poder los re-
beldes : Hafsun temió el encuentro do este ejército, y se retiró á Es-
pada oriental , á fln de levantar mas gente y venir con ella á oponerse
al nuevo rey, dejando entre tanto en Tdedo á su hijo Giafar con harta
gente para defender aquella ciudad, y bien abastecida para mantener
un largo cerco. Be toda la provincia sola esta fuerte ciudad no se vino
á la obedieneia del rey x todos los pueblos acudieron á porfía á ponerse
bajo su fe y amparo. No pareció conveniente detenerse en el cerco de
Toledo, sino dirigir estas fuerzas á taparte de España oriental; y en
las primeras marchas hubo avisos de la venida de Hafsun coil poderoso
ejército. Esta nueva causó alegría á todos los esft^zados caudillos y
calientes tropas de Abderahman. Su tío Almudafar ordenó sus hazes ,
tomóá su cargo el orden de batalla, y quiso acaudillar la delantera i
dióal rey el centro y principal cuerpo de batalla : su d««cha al wali
AUerahman ben Badr , y su izquierda al wali Gehvrar ben Abdala ei
Meiami, y la zaga y gente de reserva al respetable anciano Ctt)eidala
beiíGainri. Los de Hafsun superaban en numero, pero eran infmores
en armas y caballeria ^ sus caudiUos los hombres mas aguerridos y va-
ieoles de bpaña oriental y de las cierras de Tadnmr y de Elbíra.
Eneontráronse estas enemigas huestes en una espaciosa llanura , la
mas acomodada para los horrores de una batalla. Los campeadores de
una y otra hueste trabaron algunas ligeras escaramuzas , y retrayéndose
a los cuerpos de batalla, como de un acuerdóse acometieron ambos
ejéctiios coa espantoso alarido y estruendo de anaQrcs y trompetas :
^
180 HISTORIA D£ LA DOMINACIÓN
estuvo macho tiempo incierta la suerte de la pelea ; pero la fuerza de
la caballería de Abderahman atropello y puso en desorden á la gente de
Hafsun , á pesar del valor y constancia de sus caudillos , y á la caida
del sol abandonaron el campo á los vencedores , dejándole cubicrlo de
muertos y heridos. Huyeron aquella nociie las reliquias del vencido
ejército, dejando siete mil tendidos en aquel horroroso campo : también
murieron muchos de la hueste del rey , que los enemigos eran valien-
tes y sabian bien el menester de las armas -, se contaron perdidos mas
de tres mil. Se retiró Haisun á Hísn Gonca y á otros fuertes de aquella
tierra. Llenó de horror al rey Abderahman el campo de batalla , viendo
desperdiciada tanta sangre de muslimes, como si no tuviera el Islam
enemigos en España, y no hubiese todavia en sus fronteras sangre no
vengada. Mandó curar con igual cuidado los heridos de ambas huestes.
Después de esta victoria el rey Abderahman acompañado de )os cau-
dillos de Andalucía y de su guardia vino á Córdoba , y su tío Almudafar
continuó haciendo la guerra al rebelde Hafsun : se allanó en esta expe-
dición toda tierra de Toledo , desde las vertientes de Axarrat al mediodía
hasta tierra de Tadmir , y el rebelde Hafsun no se atrevió á salir de los
fuertes mas enriscados. En el año de 302 (914) mandó el rey Abderah-
man Anasir mudar el cuño de la moneda de oro y de plata : sus anteceso-
res hablan conservado el mismo tipo y forma de la moneda de los cali-
fas de Damasco , y solo se diferenciaba la de España de la de Oriente en
el lugar y época en que se labraba, asi en los dinares ó monedas de
oro , como en las dirhames ó monedas de plata y en los feluces ó mo-
nedas menudas de cobre , y ordenó que se pusiese por un lado su nom-
bre y títulos, y por otro la confesión de la unidad de Dios y la misión
profética, y en la orla de un lado el lugar y año en que fuese labrada.
Asimismo hizo poner en sus títulos en ella el de imam ó principe de la
religión , como hacian los califas de Oriente. En este año 302 falleció en
Sevilla su patria el docto Ibrahim ben Ahmed ben Maad , hombre muy
respetado en aquella ciudad : fué sobrino del célebre Saad ben Maad , y
discípulo suyo en toda especie de erudición. Asimismo murió este ano
en Zaragoza Gasim ben Thabita ben Uazamí el Adfi ; habla viajado en
África , Egipto y Siria, y había tratado ^ estudiando en las célebres es-
cuelas de todas partes, con los mas famosos sabios de aquella edad;
vuelto á su patria le propusieron varias veces para el cargo de cadi de
la aljama de Zaragoza , y lo rehusó, y nunca quiso aceptarlo •. llevaba
esto á mal su padíre , que era de los principales de la ciudad, y por
iiltimo le apuró tanto , qué el hijo le pidió tres días para resolverse á
obedecerle en esto, y en el último de los tres dias murió, que no le
queria Dios por aquel camino : mereció siempre la estimación de
cuantos lo conocieron y trataron : había nacido en 20 de Dylhagia
año 247.
BE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 181
CAPITULO LXIX.
De la eipedidon del rey Abderabuuin Anasir al mediodía de E^afia.
En tanto que Almudafar seguía la guerra contra el rebelde Hafsun
en la frontera oriental , el rey Anasir quisa TÍsitar las comarcas de la
parte del mediodía de España, y sujetar álos alárabes de sierra Elbira y
Somontan , que no daban un momento de reposo á los pueblos de aquella
üerra. Entró en ella el rey con la gente de Córdoba y parte desu guar-
dia, y con su presencia sola bacía tantas conquistas como por la fuerza
desús armas. Se pusieron en su obediencia muchos pueblos, que al
mismo tiempo que yoluntarios se ofrecían á la merced del rey, le pe-
dianarmas y juraban emplearlas en defender su tierra contra rebeldes y
bandidos, y mantenerla siempre en su servicio : el rey los recibiabicn
á todos, y quedaban tan adictos á su señor, que los mas esforzados se-
guían el campo del rey, y querían ser los primeros en todos los traba-
jos y peligros de la guerra. Los principales secuaces de Hafsun que
andaban en estas comarcas se vinieron á someter al rey Anasir , y con
su natural bondad á todos los recibía y destinaba confornic á sus cír-
nuistancias , olvidando su rebeldía y los males que había producido ,
deseando la paz de los pueblo^ para reparar con ella las calamidades y
estfagos de la guerra civil y déla discordia de las tribus. Entre los prin-
cipales se vino á la merced del rey en este tiempo el wali Ahmed bcn
Mubamad ben Adha el Hamdani , caudillo de los rebeldes de sierra El-
bira : recibióle bien Abdcrahman , y le dio la alcaidía de Alhama,
silio muy fuerte de aquella comarca : asimismo se presentó á la obe-
diencia del rey Anasir un noble jeque llamado Obeídalaben Omeya,
que estalla apoderado de Cazlona, y seguía las banderas de Hafsun, y
mandaba las gentes de Huesear : el rey atendiendo á su nobleza y valor
le hizo wali de Jaén. Después de haber visitado todas las comarcas de
Qbíra sin hallar en ninguna parte resistencia , habiéndose pacificado
l<)s caudillos mas poderosos de los rebeldes , con mas de doscientos pue-
blas fuertes, se volvió el rey á Córdoba, despidiendo muy contentos á
)(« jeques y alcaides que le habían acompañado : su entrada en
<^jrdoba fué un día grande de fiesta y general alegría. En este año
de 303 falleció en Toledo el cadi de la aljama de aquella ciudad Ishac
bí*n Dhezame , hombre de mucha integridad y de loable vida , y poco
después murió en la misma ciudad con sentimiento de todos sus vecí-
Díwel noble jeque Ismailben Omeya, insigne por su grande liberali-
dad, y acompañó su féretro todo el pueblo. El Mahedi, que se había
levantado cu África, principió este año á edificar nna ciudad que
d** su nombre se llamó Almahedia , pues pasando por la costa de
África vio un sitio como península unida al continente con un estre-
^b(i istmo, como la mano está unida al brazo, y ordenó que allí se
<*diGcase la ciudad con fuertes y torreados muros , y puertas muy gran-
dt*s de bronce y que cada puerta pesaba cien quinlales, y puso allí su
X
ÍS2 HISTOIUA BE LA DÓMINACIOH
corte el Mahedi , j principió la obra dia sábado 25 de Dylcada de esle
año 303 : cuando la tío ac^da dijo t Ya puedo viyir siluro en Alrica.
CAPITULO tXX.
De las disposiciones det rey pera goardar las oosus de Espafia.
En d a&o 805 (917) , estando el rey Abderabman Anasir en sos pala-
cios de Córdoba ocupado en repararlos con obras de magnificencia y co-
modidad, fué avisado de los walies de las costas del Mediterráneo, qae
los africanos y aun los alárabes de Sanhaga y Masámnda se hablan dado
á infestar con piraterías las costas de Espafia y las desús islas, qae los
principes levantados en Barca y África habian juntado naves, y no so-
lamente saltaban en Sicilia, sino que osaban aportaré internarse en
Calauria , de donde sacaban muchas presas y cautivos; y luego ordenó
el rey que partiese el wali Ocaili con una buena flotaáreoorrer y guar-
dar las costas de España. Envió también á Mayoríca al caudillo Giafar
ben Otman Mustafá Abulhasan ben Casíla, sevillano muy práctico en
aquellos mares : y ordenó que en todas las atarazanas de España se
construyesen sin cesar barcos grandes para oponerse á los africanos.
Encargó el rey la recaudación general de sus rentas de azaque al tole-
dano Wahib ben Muhamad, hombre muy instruido en la administra-
ción y economía de las rentas públicas ; y como auxiliares suyos nom-
bró á los alcatibes Muza ben Chair y Aben Badr. Eula luna de Xawal
de este año 305 hubo en la plaza de Córdoba un espantoso y rápido
incendio que abrasó todo el Zoco ; por fortuna no perecieron los ve-
cinos por haber comenzado muy al principio de la noche ; pero se per-
dieron muchas riquezas del vecindario : duró el fuego muchos días.
Luego mandó el rey construir aquella plaza con mas solidez y hermo-
sura, y destinó á los gastos de esta obra el producto de las rentas do
toda la provincia. En el mismo año se quemaron los arrabales do Me-
kinesa en ol Guf de España , y asi fué Uamado el año de los fnegos j
'pues en él se quemó también la plaza de Fez y la de Tahart , capital de
Zeneta.
En este tiempo era uno de los cuatro cadíes del consejo del cadi mayor
de Córdoba Sohaib ben Muñía, andaluz ; era bebedor de vino, y de la
secta de los de la Iraca , y en su seUo tenia grabadas estas letras : Ve
Alimé cul gaib , cun wufé bi Bohaíb ; o sabedor de todo lo oculto , sé
propicio á Sohaib : y como un dia hubiese bebido en casa del hagib
Muza ben Hodeira , le tomaron el sello , y borrados unos ápices de la
inscripción quedó alterada y decía : Ye Alimé cul abib , cun vnáé bi
Sohaib i o sabedor de los dados al vino , sé propicio á Sohaib : el cadí no
advirtió nada, y sellaba como antes , hasta que llegando á manos del
rey unos escritos con este sello , lo notó y le dijo : Sohaib , tú bebes vino,
y tu mismo sello lo manifiesta : perdió el cadi su color natural, y se ma-
ravilló de ver en su sello la confesión de su culpa, y dijo al rey : Se-
BB US AIU9BS £N ESPAÑA^ m
ior,iio fléoámoes esto: pero qiie Dios iiie perdone mi falta, y que tíi
lambieo me perdonarás; y el rey celebró la ingeniosa borla.
£d tanlo que el rey se ocupaba eu Córdoba en la provisión de estaa
oosai recibió cartas de su tio Almudafar, que le comunicaba sus yentcg w
contra los rebeldes , que por todas partes se refugiaban ¿ los montes, y
apenas osaban entrar en poblado, que era compasión el yerlos perecer
en las fragosidades de las sierras ; que seria conveniente para acabarlos
de redndr, y que los pueblos lograsen vivir en reposo y seguridad ,
juntar las gentes de guerra de tierra de Tadmir, y seguirlos con em *
peno sin consideraciones de blandura y humanidad ^ mal entendida.
CAPITULO LXXI.
De li Tlsiia del rey Abderahman á sos ciudades de líoreia, Valeneia y Zaragosa.
B rey bien persuadido de las nuK)ne9 y política de su tío escribió á
los alcaides de las comarcas de tierra de Tadmir y de Valencia , que ve-
nida la estación de la primavera tuviesen prevenida y á punto la caba-
Ueria y gente de guerra para visitar la provincia, y allanar aquellos
pueblos que permanecían entregados á los rebeldes. Luego partió el rey
Aoasir con la caballería de Andalucía , y entró en tierra de Tadmir, y
en la dudad de Murcia , la de Auriola , Lorca y Kenteda fué recibido
con adamadones del pueblo, y de todas estas dudades salian los prin-
cipales y solidtaban que el rey les concediese seguir su hueste. Visitó
Im ciudades de la costa Elche , Denla , Jati va , y en Valenda se detuvo
algunos dias : pasó for Murfoiter, Nules y Tortosa , y en todas partes
fué redbído con grandes alegrías. Siguió por el Ebro hasta Alcanit , que
en esta dudad se detuvo para recibir la obedienda y sumisión de mu-
chos pueblos que aUi llegaron. Partió de alli con poderosa hueste , y se
poso delante de Zaragoza. En esta ciudad había muchos partidarios de
<^lib Aben Hafsun ; pero el pueblo y la mejor parte de los vecinos se
declararon con píd)licas demostraciones por su rey Abderahman Ana-
lir : k juventud abrió las puertas, y salieron ¿ ofrecerse y ofrecer su
cnidadálaobedienciadelrey, que los recibió con mucha bondad. Luego
á hs puertas se presentaron los [vincipales jeques y ciudadanos , y le
entregaron con mucha sumisión las llaves de la ciudad, y el rey holgó
Ducho de esto , y perdonó á todos los pardales de Hafsun que estuviesen
en la ciudad , ó se presentasen y viniesen á su merced en derto tér-
mino, no siendo él ó sus hijos, de los cuales quería un especial rendi-
míenlo y seguridades. Entró el rey al siguiente día en Zaragoza con la
fltr de sa caballería, y fué un día de gran fiesta en aquella dudad : se
hospedó enelakáiar, y se detuvo en día algunos días, porque so si-
1 Esta es eoo relación á las ipaxiinas y cosuimbres militares que Ilamabau de Aljr» el prino
^^Vabomad, que prohibían en guerra cnlrc mnslimes se(;aír ct alcance mas allá de una cora
*«««area, malar á loa fugilivos fuera del campo de batalla , y cercar con ligor las poblaciones
■Mdavnff pMwdias. .
184 HISTORIA I>£ LA DOUllf ACIÓN
toadon y amenos campos le eontentaron mucho. Botando todayia él rey
en esta dudad le envió Aben Hafsan dos alcaides con ciertas avenen-
cias y tratos de paz. El rey los recibió sin aparato ni ostentación en el
fampo á orillas del Ebro, y el alcaide de Medina Fraga , que era el mas
anciano, propuso muy comedidamente que Amir Hafsan deseaba estar
en paz con el rey Abderahman ; que sentia como buen muslim la san-
gre que se derramaba en desavenendas civiles, y asi que le rogábale
concediese la posesión tranquila de la España oriental para si y parasns
sucesores ; que con este titulo que él les diese , él se encargaba de la
defensa de aquellas fronteras , y ofrecía ayudarle con sus gentes cuando
hubiese necesidad de ellos , y que desde luego entregarían la ciudad de
Toledo y Huesear y todos los fuertes que estuviesen en su poder, £1 rey
Abderahman le respondió : que por un exceso de paciencia sufría que
un caudillo rebelde y fomentador de bandidos llegase ¿ proponer á sn
rey y señor conciertos de paz , y proceder con términos de prindpe ; que
por enviados no los mandaba clavar en palos; que fuesen á su caudillo
y le dijesen que si dentro de un mes no venia á su obediencia, que
después de este plazo no pensaba admitirle en ningún tiempo ni con
ninguna condición : con esto despidió á los alcaides. IJispuestas las cosas
convenientes al gobierno de Zaragoza, el prindpe Almudafar quedó en
quella ciudad para continuar la guerra en la frontera , y el rey se vino
á GórdiAa , visitando de paso gran parte de lo interior de España.
Hafsun, oída la respuesta del rey, conflando todavía en la constancia
de sus secuaces y en sus alianzas con los cristianos de Afranc y de los
montes , visitó sus dudades ; animó á sus hijos , que temían que su for-
tuna los abandonaba ; envió algunos esforzados bandido^ tierra de To-
ledo para mantener las esperanzas de sus parciales en aquella dudad
y en su comarca.
CAPITULO LXXM.
De li8 expediciones á sierra Elblra.
Guando el rey Abderahman Anasir llegó á Córdoba salió á recibirle
toda la gente de Li ciudad , y entró en ella en medio de las festivas aela-
madones de un inmenso pueblo. Poco tiempo después de la venida dei
rey á Córdoba llegaron avisos de los movimientos de los bandidos y re-
beldes de sierra Elbira. Obededan en aquella comarca mas de cíen
pueblos á Muhamad bcn Adha el flamdani , conoddo entre dios por
Asomor, descendiente de gente antigua y valerosa. Al prindpto de la
rebelión de los árabes y IVIaulidines en aquellos montes anduvo mire
los baudiUos de aquellos encarnizados bandos, y por su prudencia y ha-
ínanidad se distinguía entre todos , y los pueblos hallalmn t^n él amparo
y defensa contra las vi(dencias y robos de aquellos ánimos feroces. En
el último tiempo del rey Abdala persuadió este vfali á los pueblos de
sierra Elbira que se viniesen á la obediencia del rey, y cUos sin repug-
nancia entonces con la fresca memoria de los males pasados tuviéronlo
BE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 185
for bien , y enoomendaron el negocio de sa allanainicnto á este can-
diflo; pero por sos tristes hados, y desventura de aquella tierra , el
rrj Abdala no tuTO logar de recibirlos. Asomor se volvió á la sierra ,
T rnaatovo en aqacUos pueblos una sombra de autoridad y de soberanía ,
gobernándolos muy bien. Acostumbrados á la independencia y exen-
ción de aquel gobierno débil de su amir, que no exigía de ellos muchas
cosas ni diñcQes , estaban bien hallados, y no buscaron la sumisión al
nuevo rey. El wali Asomor se había venido á la merced del rey, que le
recibió bien , y le habia dado la alcaidía de Alharaa. Como hubiese en-
trado de orden de Wahib ben Muhamad , recaudador de las rentas del
anque, un wazir con una banda de soldados para recoger las de
aqacUa provínda , no conociendo bien la disposición y ánimo de los na-
turales j ya mal acostumbrados á la servidumbre , los trató con dema-
siado rigor, y sus soldados con desusada Ucencia int(^ntaban entrar en
sos casas para obligarlos á pagar sus rentas , tratándolos de rebeldes y
fogitivos. Los pueblos ^ olvidados de la fidelidad debida al rey, y lleva-
dos de so saña y deseo de venganza , acometieron á estas tropas , y ma-
bron la mayor porte de ellas. Luego so pusieron todos en armas, y
midieron al wali Ahmed ben Muhamad el Hamdani , y le obligaron , á
poar de su repugnancia , á que los acaudíllase y defendiese, que ellos
Botenian otro defensor : luego hizo fortificar las ciudades de Baza y
fio^iana, Albuchera, Tagela, y otras fortalezas, con grandes esperanzas
de mantenerse por la aspereza de la tierra. Ofendió mucho al rey Ab-
derahroan Anasír la desobediencia de estos pueblos, y mas todavía la
perfidia de Asomor. Para castigarle, y reprimir aquellos movimientos,
7 defender los otros pueblos de la comarca , que los rebeldes robaban y
ofirímian , se puso loego en marcha con la caballería de Córdoba y gente
^ Ecija , fiolcuna y Algafdat ; y fué tanta la diligencia de estos cau-
dillos qoe no dieron tiempo á los rebeldes sino para encaramarse en
aquellas goajaras y fragosidades inaccesibles. Las fortalezas mqs im-
porUntes fueron ocupadas por las gentes del rey, como Baza y Bogiana^
5 no pareciendo por ninguna parte los rebeldes entró el rey en Jaén el
día jueves 14 de la luna de Xaban del año 306 (918). En esta oca-
^Ni se presentó al rey en aquella ciudad el poeta célebre Aglab ben
Wibi, natural de allí : su ingenio y sus elegantes poesías agradaron
taotp al rey Abderahman Anasír, que le llevó consigo á Córdoba, y le
biio familiar suyo, y le llamaba su poeta. Cansado el rey de andar á
<^7a de malandrines en las sierras , no pareciéndole decorosa aquella
RQcrra contra bandidos, habiendo descansado algunos días en Jaén, en-
^i^ando aquella reducción al wali de Jaén Labi ben Obeidala , se vino
a Córdoba.
Cuando el rey Abderahman llegó á su alcázar de voella de su visita
^ las Alpujarras recibió avisos de su tío Almndafar, en que le comuni-
<^ las ventajas que habia conseguido de los rebeldes en la frontera ,
7 b moerte del caudillo de dios Ornar ben Hafsun , que habia fallecido
^ tktra de Wesca, y que habia dejado dos hijos , Suleiman y Giafar,
Ivmferus de su valor y obstinada n*beldía. Abderahman dio gracias á
186 HISTORIA DE LA DOMUIACIOII
Dios porque diraüiraia el número do los enemigos de la paz eatte los
muslimes : fué la muerte de este en fln del año 306. Manáü el rey cods-
truir Tarias mezquitas asi en Córdoba como en otras ciudades de Es*
paña i y en las de Córdoba y SeviUa hizo poner fuentes con harmosas
pilas de mármol , y reparar el gran puente de Guadalquivir ; y enca^
la inspección de estas obras , y las de los reales alcázares^ i su wazír
Nasar Abu Otman, ¿ quien el rey estimaba y disUnguia entro loa de
su consejo por su nobleza y mucha erudición.
En el año 307 (918) hubo peste y gran mortandad en España y en Al-
magréb , tanto que los hombres so cansaban de enterrar sus muertos :
en España y en África se hicieron rogativas y penitencias públicas , y no
salían los homlMres de las mezquitas para implorar la divina misericor-
dia. En Almagréb y en parte de Andalucía un ftierle huracán arrancó
muchosárbolesgrandesymudias casas. Murió este añoenCórdobalsmail
ben Boxair, prefecto de oración de la aljama, y fué enterrado con mucho
acompañamiento en la macbora ó ccmcotmo do los Arrayanes , en el ar-
rabal. Y en este tiempo hizo el rey cadi de Sidonia ¿ Cbalaf ben Hamid el
Caneni , ó de Canena , hombro do mucha celebridad por su virtud y sabi-
duria. Entre tanto los rebeldes de sierra Elbira, acaudillados de Aso-
mor , sabida la partida del rey se atrevieron á dejar sus enriscadas for-
talezas , y descendieron á los campos. Fué contra ellos el vali de Jaén ,
y los venció en una sangrienta escaramuza; pero los rebeldes, fingiendo
que bulan , los llevaron por una rambla á un valle de espesa arboleda
y rodeado de bosques, y saliendo otros de sus emboscadas acometieron
por todas partes, encontrando á los que seguían adelante, y siguiendo
á los que mas cautos so retiraban , y aunque muchos se unían para am-
pararse y contener á los enemigos , al Gn fueron rotos y desbaratados , y
padecieron atroz matanza , que pocos lograron escapar de la ferocidad
de los enemigos , rompiendo las porfiadas tairas que los ceñían y acosa-
ban. Esta desgracia y otras que sufrió la gente de Jaén se ocultaban y
disminuían, y so decía que continuaba la guerra con varia fortuna ; pero
los rebeldes cada día se obstinaban mas en su resistencia , y fiMrlificaban
sus pueblos.
En la frontera oriental ocupó el inincipc Almudafar varios pueblos
y fortalezas, y en una escaramuza en tiwra de Lérida murió peleando
el año 308 Abddruf ben Ornar el Casati , que era de los principaks de
Lérida ; y su muerte fué muy sentida del principe Almudafar por su
mucho valor y crédito en aquella frontera. En esta ocasión se apoderó
de Medina Fraga y de Mequineza , que habían tenido los rebeldes; y
entró en Montixon^ que había mantenido en obediencia el ivali Ishac
ben Ibrahim el Ocaili.
En las sierras de Elbira continuaban las ventajas de los rebeldes , y
el wali de Jaén Lcbi ben Obeidala pidió auxilios A los alcaides do Bal-
oona y Algafdat , y al vali Ishao ben Ibrahim b^ Sacr el Ocaili , que
Até en su socorro el año 300 , y pelearon contra Asomor con varia for-
tuna : en una batalla los venció , y aprovechando su victoria sorpren-
dió AscMttor la ciudad de Jaén y otros fuertes de la comarca. £1 wali
U J109 ARABSS EN ESPAÑA^ 187
Idttc el Ocafli Tino á Córdoba con esta infausta nueva , y reOrió al rey
hs circunstancias de este desmán , y el estado de aquella provincia. £1
rey le recibió con mucha honra , y con tanto agrado como si este respe-
table jeque hubiera venido á comunicarle una victoria, ó la conquista
y allanamiento de aquella tierra. Ordenó que este anciano quedara en
Córdoba para descansar como su^ aik» y venerables canas requerian $ y
escriláó á sua alcaides de tierra de Tadmir para que allegasen sus gen-
tes, que él mismo quería ir á terminar aquella guerra. En este ano fa-
Oedó d hagib del rey , llamado Ismail ben Badrc , el que escribió elogios
de los borotees ilustres ; y dio este cargo al cadi Muhamad ben Said ben
Huía, hombre muy docto y amado del pueblo : ganó este cadi la con-
fianaa del rey Abdcrahman , y asi lo decia su vazir Abdcbnelic ben
Gehwar , que no era creíble ni se hallaría que un ministro tan severo y
retirado como este Muhamad hubiese asi ganado el corazón de su señor.
Teniaa también en este tiempo la estimación y favor del rey los inge-
niosos y eruditos caballeros Hasan ben el Hasan Abu Aly , Uamado el
Sonat, hombre de gran cultura y elegancia , y Saadon ben Ornar de
Raya, que uno y otro elogiaron al rey Abderahman con excelentes ver-
sos. Allegadas las tropas de Córdoba y de tierra de Tadmir partió el rey
á Jaén , y puso cerco á la ciudad , que no tardaron en abandonar los re-
beldes, retirándose á sus montes : mandó d rey perseguirlos por dife-
rentes partes , y se refugiaron unos á sus guaj aras y precipicios , y otros
á la fortaleza de Alhama, que tenia muy abastecida y fortificada el cau-
dillo Asomor. La posición y sitio del lugar , y el valor y constancia de
sos moradores hacían muy difícil y lai^o el cerco do aquella fortaleza ;
pero el rey Anasir propuso no levantar el campo hasta tener á sus pies
la cabeza del pérfido Asomor. Se daban cada dia recios combates , y los
cercados se defendían con desesperado ánimo : se arruinaron con leños
7 fuego parte de sus fuertes y torreados muros , y se entró la fortaleza
con atroz matanza de ambos partidos r fueron pasados á cuchillo los
pocos que se hallaron vivos en Alhama , quo la mayor parte murieron
peleando. Entre los cadáveres pareció Asomor, ya moribundo, cubierto
de heridas, que apenas era conocido; y presentado asi al rey mandó
descabezarle, y envió su cabeza á Córdoba con la nueva de esta victo-
ria : fué este suceso en principio del año 311 , ó fin del anterior. Luego
pasó el rey Abderabman á Granada, y se detuvo en ella algún tiempo,
porque esta ciudad le agradaba sobre manera. En esta ocasión hizo el
rej cadi de la aljama de Granada á Abulhasan Aly ben Omar do Ham-
dañ, de los Meruanes Algaríbes de Siria. £n fin del año 310 (923) murió
en Córdoba Otman ben Rebia, natural de alli, hombre de muy florida
midícion y iritica, que había hecho una colección do las mejcHrcs poe-
sías de los ingenios de España. Después de la muerte de Asomor los pue-
Uüs de sierra Elbira se rindieron , por fuerza de armas lus mas princi-
pales , y los otros convencidos de su propia convenientía ; y acabada
esta karga y sang^rienta guerra, el rey se vino á Córdoba , donde fué re-
obído ooQ grandes demostracioiics de alegria.
188 HISTORU BE LA DOVIlfACHNf
CAPITULO LXXIII.
I>e la rendición de Toledo.
Cuando descansaron sus g:iiardias de la fatiga de esta gnerra, se dieron
órdenes á los caudillos de tierra de Toledo para principiar con mucho
caloría reducción de aquella ciudad. Ordenó el rey al waU Abdala ben
Jali , que estaba en las fortalezas del Tajo , que con la gente de Zorita
y sus comarcas, y por la parte de Talayera y de Calatrava, se entrase
y corriese el término de Toledo para quitarles los frutos y mieses : así
se hizo, y talaron la tierra dos anos , que no les dejaron recoger nada.
En fin del afto 313 falleció en Córdoba Isbac ben Ibrahim ben Sacr el
Ocaili , que habia sido caudillo en tiempo del rey Mubamad y de sus
hijos los reyes Almondhir y Abdala , y en la frontera oriental mantuvo
la fortaleza de Montixon contra el rebelde Hafsun, y yencido de este
caudillo Tino á Córdoba, en donde poco después murió : fué su féretro
acompañado de la nobleza de la ciudad.
Viendo el caudillo Giafar ben Hafsun , que estaba en Toledo , que si
se ponia cerco á la ciudad no seria posible mantenerla por falta de pro-
yisiones , y que no habia recursos en los pueblos cercanos , que todo
había caído en manos de Abdala el Jali , no quiso verse forzado á entre-
garse á sus enemigos , y con pretexto de amparar y defender la tierra ,
recogiendo cuantos tesoros tenia y pudo juntar de sus parciales , ha-
biendo encargado la ciudad y su defensa á un esforzado caudillo, salió
de la ciudad con la gente mas granada suya y algunos caballeros princi-
pales , que ignorando sus intentos , quisieron acompañarle. A pesar del
valor de Giafar y de sus tropas continuaron las talas de la tierra de To-
ledo, y al tercer año escribió el rey Abdcrabman á los walíes de Me-
rída y de Valencia para que enviasen sus gentes al cerco de Toledo. Q
alcaide de Talayera , el de Uclísy Calatrava , fueron los primeros que
cercaron la ciudad : púsose un numeroso campo á la parte AlguGa ó
del norte, por donde no está ceñida del rio Ts\jo : que por donde este
rio la ciñe el monte es alto é inaccesible. Los primeros días hicieron los
de Hafsun algunas salidas contra los cercadores, favorecidos de unos
grandes y antiguos edificios que hay fuera de la ciudad por aquella
parte. Luego que el rey tuvo nuevas do la llegada de sus gentes de Mé-
rida y tierra de Valencia salió de Córdoba , y fué al cerco de Toledo
para abreviar la entrada en la ciudad : con su presencia se adelantaron
los trabajos : mandó destruir aquellos antiguos edificios que estaban
entre la ciudad y su campo; y aunque todavía quedaba muy defendida
con su natural elevación y levantados muros , impidió las salidas de los
cercados, que desde entonces fueron menos frecuentes.
Viendo el caudillo de Giafar el determinado ánimo dol rey de entrar
en la ciudad, y conociendo que los vecinos ya no podían vivir por falla
de provisiones, y que por otra parte sos pocos soldados no bastaban á
defender todas las puertas y contorno de las murallas, propuso á los
DE LOS ÁRABES EN ESPAPIA. 189
vecinos principales qoe acordascD suplicar al rey <]uc les concediese el
seguro de sos vidas, y le entregaran la ciudad. Habia en ella muchos
qoe decían qne no debían rendirse , sino quedar enterrados en las ruinas
de h dudad. Los mas prudentes fueron fía acuerdo de ofrecerse á la ele-
mencia del rey , y para disculpar mejor su obstinada y larga resistencia,
que seria bien facilitar en una alborada la fuga de tres ó cuatro mil
hombres de los mas yalicntes que de^fendian la ciudad , y luego abrir las
puertas al rey su señor. £1 mismo caudillo de Giafar adoptó y aprobó
este pensamiento. Lo comunicó á sus compañeros , y sin mas dilación á
U noche animando á sus mas esforzadas tropas concertaron su salida en
la madrugada, porque no se divulgase el intento y k> supiesen los cerca-
dores. Antes de la venida del día salieron impetuosamente y rompieron
(OQ dosmfl caballos el campo de la gente de Talavera .* siguieron asidos
á bsdnchas y estribos otros dos mil hombres, y entre el tropel y al-
jtaara y la confusión de este movimiento lograron escapar cerca de cua-
tro mil hombres , qne muy pocos quedaron en manos áe los cercadores.
Todo el campo se puso en armas, y luego supo el rey que las tropas de
Piafar b^ Hafsun habían huido de la ciudad, y concibió la esperanza
de entrar en ella muy en breve. Aquel mismo dia salieron enviados de
h ciodad á suplicar al rey que los recibiese bajo su fe y amparo , y no
quisiese que los inocentes, infelices y pacíficos habitantes de aquella
ciudad fuesen tratados como rebeldes , pues muy á su pesar habian man-
tmido las tropas del rebelde Hafsun, y en el momento que se veían
libres de sus opresores venían á ofrecerse á la obediencia de su rey. Ab-
derahman les ofreció el seguro de sus vidas y bienes , y les mandó que
abriesen sus puertas con la dd>ida confianza. Volvieron los enviados á
ia dudad, y á la hora estuvieron abiertas todas sus puertas : los princi-
pales vecinas y gentío innumerable salió á ofrecerse á la clemencia del
it'y, qoe los trató con benignidad. Entró (X)n la caballería de su guar-
<b 7 principales caudillos por Bab Sacra entre las aclamaciones y gene-
ral alegría del pueblo. Concedió el rey un perdón general á todos los
babitantes : despidió las tropas de Mérída y Valencia i y encargó al wali
AbdaU ben Jali el perseguir á los fugitivos restos de la hueste de Giafar
beo Hafinm. Fué la entrada de Abderabman Anasir en Toledo en el
^ 315 (927) , y permaneció en esta ciudad hasta el fin de este año ^
^ el gobierno de Toledo al caudillo Abdala ben Jali , y partió el rey á
CMoba , d(Mide fué recibido con grandes alegrías.
£1 rébelóe Giafar solicitó el auxilio de los cristianos de GaUcia , ofre-
óéodose por vasallo y apazguado de su rey. Con numerosa hueste
descendieron los cristianos al Duero , y pasando este rio , vinieron á
^^amora y Salamanca hasta llegar con su campo sobre Talavera , y
cwibalieron sus muros , y destruyeron sus antiguos edificios , y las
iMpas dd wali de Toledo fueron contra esta poderosa hueste y pelearon
CQO varia forUina , y no lograron hacerles levantar el campo, y en-
é
J Afcmifeda dice que el rey Anasir entró la dudad por fuerta y árrainó iu8 muros; pero üo
"Anié Mtt anrot, tino nraehof ediilciot que babia extriimiifoi.
190 HISTORIA DE LA DOnNAClOll
traron los enemigos en aquella ciudad y robaron muchas riquezas, y
mataron hombres, niños y mugeres con bárbara crueldad. El wali de
Toledo levantó la gente de su nrovincia y fué contra los cristianos que
huyeron á sus tierras cargados de despojos , talando y estragando la
tierra. Abdala ben Jali los persiguió bastad Duero, y mantuvoaqueUa
flrontera , y avisó al rey de los grandes daños que los cristianos habíaii
hecho en su entrada , y como habían destruido la ciudad de Talayera y
otros muchos pueblos de la comarca , que la caballería muslioae no habia
podido alcanzarlos en su retirada que hablan hecho por los montes entre
jaras y arbustos.
Este año 317 murió en Córdoba el alfaqui Faiflo ben Salema ben
Gewair el Gohni el Baheni , hombre de maravillosa erudición , y célebre
por ella en todas las aljamas de oriente y de occidente. También murió
este año el sabio alfaqui Amran ben Otman ben Joñas de Córdoba. En
este tiempo llegó é Córdoba desde la frontera oriental el tio del rey, d^
jando aquella conquista en buen estado , que los enemigos no osaban
descender de sus montes ni salir de sus enriscadas fortalezas. La nueva
de la entrada de los cristianos hasta Talavera fué causa de su venida , y
apenas aDegó las banderas de la gente de M érida y de Córdotw , partióá
tomar cumplida venganza de los daños recibidos. Pasó el Du^t) esta
hueste , y entró en Galicia á sangre y fuego, quemaban los pueblos y
talaban los campos , tomando cautivos y ganados sin perdonar vida de
hombre de armas tomar. Huian las gentes de sus pueblos , y todo lo de-
jaban por salvar sus vidas. Era ya tan grande la presa y el número de
cautivos , que ordenó el caudillo la vuelta por no embarazar mas sos
tropas. Ai paso del Duero aparecieron los cristianos en considerable
número, y los muslimes para disponerse á pelear sin recelo de sus cau-
tivos , que eran muchos , los degollaron. La batalla fué harto sangrienta,
y los muslimes quedaron vengados : los cristianos volvieron dejando en
el campo grap parte de los suyos para agradable pasto de floras y affó
carnívoras. A la vuelta mandó Almudafar reparar los muros de Tala-
vera, y se acabó la obra año 319. Entró Almudafar en Córdoba el
año 318 , y fué recibido con aclamaciones de triunfo. En este mismo
año 318 falleció en Córdoba el cadi Sohaib, hombre muy estimado del
rey Abderahnian por su integridad y justicia , aunque sospechado de
bebedor de vino según la secta de la Iraca.
CAPITULO LXXIV.
De las cosas del Magréb, y estado de los Benl Edris en Fez.
En este tiempo andaban en Almagréb muy encendidas revueltas y
civil discordia : para inteligencia do tan importantes acaecimientos
compendiaremos el estado de las cosas del reino de Fez, para que se
vea la ocasión y el principio del poder do los reyes de España en aquellas
provincias.
BE LOS ARAMIS EN ESPAÑA. 191
H imam Muhmnad , hijo de Abdala , de la desccndeucia de Aly , habla
íomado las armas en Arabia contra el califa Abu Giafar Almanzor :
este imam era biznieto de Husein, hijo del catira Aly. £n el año 145 (762)
íoé derrotado cerca de Medina por las tropas de Almanzor, y se
refíigió á la Nubia. Después de la mnerte de Almanzor le sucedió su
bijo Almahedi , y el imam Muhamad volvió á la Mecca cuando los pe-
ngrínos estaban reunidos en aquella casa santa , y le reconocieron y
xhnianm por su legitimo soberano los moradores de Mccca y Medina
j lodos k» pdeblos del Hegiaz* Su virtud y loable vida le mereció el
reoooibre de Elnasf Asequiyat, justo y piadoso : tenia Muhamad seis her-
IBID08, lahye , Snleiman , Ibrahim , Muaá , Isa y Edris , y á los cuatro
eofíó á propagar el Islam en diferentes provincias. Aly pasó á África,
Vabje fué al Corasan , Suleiman á Egipto, y desde adli pasó ¿ la Nubia
despaes de la muerte de Muhamad , y de alU á la tierra de los negros :
<le ata pasó á tierra de Z&b en la provin<;ia de África , y después entró
en Tdencen dé tierra del Mf^réb , donde se estableció : tuvo muchos
kíjos que se difundieron en lád provincias de Duncalá y de Sus Alacsá.
EUmamMuhamad, que juntaba poderosas huestes, fué el año 179 (785)
contra d ejército del califa Almahedi , y le dio batalla muy san-
l^ata á seis millas d|e Mecca ; pero quedó vencido y murió peleando
como baeno. Poco después su hermano Ibrahim , que estaba en Basra ,
lovü la misma suerte. Edris, sabida la muerte de sus dos hermanos,
bu)ó coa su liberto y familiar Raxid, y se vino á Egipto, donde fué
icopdo de un leal partidario de los descendientes de Aly .- el Egipto
litaba entonces en manos de los Alab&s : el wall de Egipto , aunque supo
SQ venida, no quiso mancillar sus manos con la sangre de un pariente
dd profeta ni incurrir en la desgracia de su soberano concediendo asilo
a oü enemigo suyo, y asi mandó avisar á Edris, que sabia donde estaba,
^ partiese sin tardanza y en tres dias saliese de Egipto. El mismo
qoc Ic habia hospedado le sirvió de guía, y por caminos seguros y extra-
viados le llevó á tierra de Barca , para evitar que cayese en manos de
^ que le buscaban de orden del califa. Llegados á Barca le proveyó de
^ necesario y le dejó con su liberto Raxid. Pasaron de allí á tierra de
'^ca sin detenerse , y permanecieron algnn tiempo en Cairvan , y alli
'cwdaron pasar á Almagréb Alacsá. El liberto Raxid le disfrazó y vistió
^ esclavo para mayor seguridad , y le llevó á Telencen , donde estu-
^imm algunos dias. De aqui entraron en Tanja , pasaron el rio Mu-
'tfja hasta entrar en la provincia de Sus Aladná, que se extiende desde
Hrio Mnluya hasta el rio Om-arrebia , que es la mas fértil provincia
^1 MagrA : la superior, ó Sus Alacsá , se extiende desde el Gebal Al •
<l<!ren, ó Atlas, hasta Belad Nún. Era entonces Tanja cabeza de todo
^ Magréb. Se detuvo alli Edris pocos dias, porque no halló medios de
^plir sus intentos , y en compañía de su leal Raxid pasó á Yelila,
ciudad de corta población y de muy feraz campiña. Favorecióle su go-
''eroador Abdelmegid Eleurobi, que era de la secta de los motazelies :
^ buena acogida que le hizo este wali llenó de conQanza á Edris , y le
^''scubrió quién era. A los seis meses do su permaneoGía en VeUta^ Ab^
192 HISTORU ^£ LA DOMIÍ^IACiON
delmegid jttQió su familia y las cabilas ambas , y les presentó á Edrís,
y de común acuerdo le aclamaron por su rey «n la luna de Ramazaa del
año 172 (788).
Los zenctcs y otras cabilas de berbcries de Alraagréb slguieroiiesü!
ejemplo; Tiéndese Edris poderoso emprendió diferentes conquistas:
sojuzgó toda la provincia de Temezena , lu<^ la de Tedela, cuyos mo-
radores eran kís mas críslianos y judíos , y les obligó á entrar en d
Islam : siguió sojuzgando todo el Magréb , forzando á los infieles cris-
líanos y judios á rendirse á su obediencia : se apoderó de las ciudades y
fortalezas en donde sehabian refugiado , y les obligó á abrazar el Islam.
Después de estas expedicK>nes muy venturosas se adelantó contra Te-
lenceú para sujetar las cabilas de Alagaraba y Beni Yefrun : el wali de
esta se entregó por avenencia , y luego mandó edificar una mezquita.
La fama de las conquistas de Edris llegó á los oídos del califa HaruD
Raxid , y le pesó mucho de ellas , y tuvo temor^ y consultó sd>rc esloá
su wazir Yahy e ben Gbalid el Harmcki , y por su consejo envió á Magréb
un hombre muy astuto para asesinar á Edris. £1 enviado para esto fué
Suleiman ben Jorais , hombre docto y elocuente , el cual supo ganar la
confianza de Edris, porque entonces en Magréb no había sino gente
rústica é ignorante , de suerte que Edris notcnia otra persona con quien
tener una conversación agradable. El cuidado y desvelos del leal Kaiid
impidieron mucho tiempo el que Suleiman pudiese poner en obra su
infame encargo. Un dia que estaba á solas con Edris le presentó un po-
mo de olor diciendo que le había traído de Asia , porque en Magréb qo
habría confecciones aromáticas , y le suplicaba se dignase recibirle. £1
botecUlo estaba emponzoñado , tomóle Edris , y Suleiman fingiendo una
necesidad natural salió y se fué á gran priesa á su casa, tomó un vdoz
caballo y huyó al momento. Edris apenas olió el botecillo cuando cajú
desmayado, y en la tarde de aquel mismo dia falleció sin haber podido
hablar una palabra. Poco después de la muerte de Edris se notó la falla
de Suleiman i y sabido que había partido de la ciudad con tanta dili-
gencia por haberle encontrado algunos á distancia de cEa, al puulo
sospechó el leal Raxid , y luego partió en su alcance, y al paso del rio
Muluya le alcanzó y le acometió , y le hirió y cortó la mano derecha ;
pero logró escaparse. No dejó Edris hijos nacidos , sino una esda^a
preñada de siete meses. Juntó Raxid las cabilas berberíes, y les propuso
que esperasen que la esclava diese á luz su preñado, y si fuese niño le
reconocerían por su señor, y si fuese niña los jeques de las tribus dis-
pondrían del trono como les pareciese. Todos convinieron en esto , j^e
concertaron en tener á Raxid por señor si la hermosa ^ Kinza pariese
niña. A los dos meses la esclava parió un hermoso niño que fué llamado
Edris, y fué reconocido por heredero del trono, y Raxid quedó en-
cargado de la regencia y educación del principe duraute su menor edad.
A los once años y meses fué Edris jurado rey por todas sus cabilas,
1 En mi manuscrito arábigo de la Historia de Fes so llama esta esclava Kclhira ; pero en oi/a^
coplas buenas mudados los ápiees de la f A, esta se hizo », y b r so oonvirtid en s ,y resulto
Kiau , que Uunbten es nembre luado ile i&ugefos. ^ .
DE LOS ÁRABES £N £SPA?«A. 193
y comenzó á gobernar por si mismo : la fama de sus virtudes le atrajo
nochos pneblos & su cbcdiencia , y acrecentó mucho la fuerza de sus
ejércitos. Hada grandes honras á los árabes , y so fueron muchos de
España á vivir en sus estados. Entre oíros distinguió mucho á Omair
bcn Masab Alezdi, y le tomó por wazir, y por cadi á Amer ben Muha-
mad bcn Saíd el Caisi , de la familia de Cais Gailan : era este hombre
piadoso y muy docto tradicionero , discípulo de Malic y de Sofian , pasó
í España , y alii bizo la guerra contra inGeles , luego volvió á África ¿
h provincia Advra , en donde halló muchos árabes que siguieron sus
consejos, j se pasaron al partido de Edris , y fueron tantas las cabilas
berberíes que vinieron á Velila, que no cabian en la ciudad. La gran
coDcorrencia de pueblos en Yelila dcterininaron al rey Edris á fundar
Doa nneva ciudad en un sitio vecino al rio Zebú ; pero notando que era
lagar expuesto á las inundaciones de invierno del rio Zebú , mudó de
ppQsamiento, y la edificó en otro lugar comprando el terreno á los
beri)eríes que lo poseian : esto fué año 192 (807) de la Hegira. Edificó la
dudad partida en diferentes barrios, ó cuarteles divididos ron muros,
ni eqiecial dos grandes barrios, uno llamado Alcarvin , y otro Andalu-
lin, y eo el de Alcarvin edificó la grande aljama , que costeó una muger
noble llamada Fátima , y la aljama del barrio Andalucin otra insigne
BQger llamada Maryem , ambas con bienes licitos y heredados de sus
PmÍcs y hermanos. Después, en tiempos posteriores, se hicieron magni-
ficas estas aljamas : cuentan que un jodio cavando los cimientos de una
casa halló una estatua de muger que tenia en el pecho una inscripción
que decía : En este lugar estaban los baños que habian durado mil años ,
» destruyeron para edi^r un templo al servicio de Dios. De la ferti*
üdad de la tierra de Fez dtce Abdelbalim que los frutales en las huertas
de foera de la puerta de Beni Mosafir, y en los prados que llaman
Mrrg-Carca, dan dos frutos al año , de suerte que se comen peras y
manzanas nuevas en estio y en invierno ; y en el sitio llamado Hafs Al-
niasara , fuera de la puerta llamada Sab Asheria , que es una del barrio
Alcarvin , se siegan las mieses á los cuarenta dias de sembradgs, y he
▼isto por mis ojos tierras sembradas á 15 de abril , y segadas en fin de
nayo, de manera que en cuarenta y cinco dias dieron una buena co-
secha ; y esto fué el año 690 , que llamaron de la Seca , porque no llovió
gota en cuatro meses, que hasta 2 de abril no cayó lluvia alguna, se
bbr6 k tierra , y quiso Dios que en tan poco tiempo» fuese la cosecha
(^niohedi<^.
Edris , después de edificar la ciudad de Fez , dilató los limites de su
imperio con muy venturosas conquistas , y murió en el año 213 (828) ,
de edad de treinta y tres años , dejando doce hijos varones , y le sucedió
en el trono el mayor llamado Muhamad. En el reinado de este hubo
discordia y guerra doméstica , que debilitó las fuerzas del estado : sin
embargo los hijos de Edris continuaron reinando hasta el año 375 ,
como veremos. En el reinado de Yabye , hijo de Muhamad , quinto rey
<klos Edrises , se engrandeció la aljama, que sucesivamente se fue acre-
ceatando por otros principes. Yahye bcn Edris ^ octavo rey de esta di-
ta
194 mSTORU DE lA DOMINACIOH
nasüa , ae yió cercado ca su capital d aiio 305 (917) por las tropas de
Obeidala, primer califa de losFatimitaa, y logró d rey Yahyo que se
levantase el cerco pagando gran cantidad de dinero y obUgándose á obe-
decer á Obeídala conoo á su S(d>erano.
CAPITULO LXXV.
Del «lUdo de lot Bcni Wih en Afriea.
Porqae mejor pueda entenderse la ocasión de las guerras que el rey
Abderahman fué forzado á mantener en África en tierras de Alma-
gréb , será bien compendiar los mas importantes sucesos de los fieni
Aglab , señores de África.
En el año 144 (761) el califa Abu Giafar Almanz(»r nombró amir de
África á Muhamad ben Alaxath el Gazei , y con la hueste que Uevó á
ella fué Ahmed ben Abi el Aglab , que era su nombre Ibrahim ben Ab-
dala ben Ibrahim ben Aglab Abulabas : era hombre docto en la lengua,
y en astrologia y otras ciencias , pero muy yano y preciado de su no-
bleza : era deudo suyo Ased ben el Forat ben Scnén , fmnfliar de Beoi
Solmi de Nisabur ; este habia nacido en Uarran , y se apellidaba Abu
Abdala, ysolia decir de si y de sus nombres: Yosoy Ased, y clleoala
peor de las fieras ; mi padre Forat , y Forat la peor de las agoas } mi
abuelo Senén, y la sierra la peor délas armas. Contaba de si Abulogiab
que siendo de dos años , el año 144 le llevó consigo su padre con Mu-
hamad ben Alaxath el Gazei en la hueste y que entró en Gairvan , }
permaneció alli cinco años , que después pasó^n su padre á Tunes, y
estuvo alli como nucye años , y cuando cumplió los diez y ocho sabia de
memoria todo el Alcorán. Luego fué á Oriente , y en Medina esludió
ciencias , y pasó á la Iraca , y volvió á Gairvan año Í8l (797). En este
tiempo Seyadatala ben Ibrahim ben el Aglab le encargó el mando de
tropas que enviaba á la conquista de Sicilia, y salió para ella en la lusa
de Rebft primera del año 212 , que conducía diez mU hombres , los no-
vecientos dc^caballería : que conquistó gran parte de ella, y su deudo
Ased ben Forat murió cercando Medina Siracusa, año 213 (827). Escri
bió Zeyadalala á Mamún el califa la conquista de Sicilia por mano del
caudillo Ased ben el Forat.
Quedó ben Abdala el Aglab en Sicilia siguiendo aqnella conquista
hasta el año 21 7 (832) , que vino á África con muchos cautivos y despo-
jos muy preciosos, que alli consiguió grandes victorias. Ya el año üM
habia entrado en aquella isla como ocho años antes de la conquista que
hizo de ella el caudillo Ased ben el Forat. Fué wali de Sicilia Abdala
ben Ibrahim Abulaglab desde el año 221 (835), que permaneció allí
todo el tiempo de su vida.
Zeyadatala , hijo de Ibrahim ben el Aglab Abu Muhamad , fué wali
de África después de su hermano Abulabas año 201 , su padre fué de lo»
árabes mas esforzados y célebres de su tiempo, de mucha erudición é iu-
0E LOS ÁRABES EK ESPAÑA. 195
pm^ oaeift oqiik> treinta'afioa antes qae Lehibatala Ibrahim el Mahedl ,
7 {aé Zoyadatala qnien edificó la aljama de Cair van y su patio de her-
■om hdriUos y mármoles , después que había sido destruida , y edificó
(ododmiiirab de mármol de abajoá arriba con elegantes labores é ios*
crípcioues, y cercó la aljama de fuertes muros lalM*ados con piedras
klucaí y negras pulimentadas y brillantes : delante del mihrab colocó
doi colamnas magnificas de p^fido puro purpúreo y figuradas con
taoxíis ó labores naturales en el pórfido , y decian los que Teian estas
coiomoas , asi de oriente como de occidente , que no habia cosa seme-
jiole: que d seikir de Gostantinta llegó á ofi*ecer fot ellas lo que pesa-
biD de oro, y no se le bico caso por honra del Islam. £1 primero que
ailcA esta insigne aljama fué Ceba ben Nafe el Fehri , que fué quien
nvó h dodad de Gairran el afio 53 , y cuando fué wali do África Ha-
n ben Nooman el Gasani la destruyó menos el mihrab, y luego la
neÉílcó) y cuando ñió iprali de África Jezid ben Hatim año 155 se
telniyó, y la ifolvió á edificar, y cuando lo fué este Zeyadatala lá
faribó y la edificó con mucha magnificencia, como va deseripta, y
«abó la obra año 822 (837), y después murió él en luna Regeb dd
afeS93.
b DolaMe lo que se cuenta ^e Abu Ibrahim Ahmed el Safekt ben el
Agbb, que siendo wali de Afirica antes dd año 217 le enrió á decir d
diifa Almamun que haUa entendido que aclamaban en sus alminbares
4 AiNUa ben Taher ben Alhusein , que habia sido gobernador de Egipto
r de África. El Aglab se ensañó de esto, y ordenó que el enviado del
dUa entrase á su prcsenda después que habia comido y bebido, y e»-
bteoon sus cabdlos y barba erixados , y sus ojos como brasas de fuego,
^Ma que atemorizó al enviado, y le dijo lleno de cólera : Ya sabe Amir
Affitunenin mi lealtad y la de mis antepasados : impertinente é injusta
9 10 reeonrencion ; aqui no se ha aclamado á ningún siervo ftigiti vo ni
poicripto, y no han faltado ni faltan inquietudes y pretensiones ; y
«hamioniano A una bolsa que tenia al costado , sacó mil dinares de oro,
f ios dio al en viado para que los presentara al califa, que todos estaban
Mftidos en nombre de Edris Alhasanl , esto para que viera el califa la
ntensioa y ;poder de sus enemigos en Almagréb , y en su respuesta al
ciAifaalladió en dos Oneas estos versos .-
8o} eono taego «woiidldo «n sa doro pedernal ^
Si se le hiere j eicita , su ardienle Ilsma dará t
Soy Icón que sus cachorros guarda en su cañaveral,
6i «an ladrando lé irriu , so muertoppoYooará t
Soy mar en oalm», sus olas el viento puede alterar :
Temerario navegante, teme la furia del mar.
IKoen qne Almámun abbó SUS versos , y quedó satisfecho de su leal-
M y servicios.
B Afl^b ben Ibndmn Abu Icala, apellidado Gezar, foé wáli de África
'opues de IhraUm ben el Aglab , el tercero de sus hijos, y por suí
^vMes d primero t Abu Alabas Abdala sucedió por pacto á su padre,
l^d Ikapo da en muerte estaba en Tarabolos ^ peto su hermano
196 HJSTOmA DE LA DOXINAClOlf
Zeyadatala se alzó con el estado en su ausencia^ y redbiú la jora de obe;
dieacia para si y sa familia, pero no duró puncho su permanencia. £1
segundo, que fué Abu Muhamad Zeyadatala, fuéquien reinó maa tiempo.
Abu leal sucedió á su hermano Zeyadatala , fué el tercero , y se le Úa-
nuaba Abu leal el Aglab : fué muy breve su reinado , que no doró ano
dos afios , nueve meses y algunos días : era el mas virtuoso de su fami-
lia, y muy amado de sus pueblos : prohibió en Cairvan el uso del vino
y del sahbá : falleció Abu leal en fin de la luna Reble segunda afio 226
(840).
Sucedió en d estado su hijo Muhamad ben el Aglab ben Ibrahim ben
el Aglab Abulabas , y murió día lunes dos de Muharram ano 242 (856),
y tenia treinta y seis años , y reinó quince y ocho meses y doce dias : no
tenia barbas , ni dejó hijos , pero fue bueno y generoso. Le hixo gueira
su hermano Ahmed, y lo venció y obligó á retirarse á Oriente .* hubo
otras muchas guerras en que fué veno^or ayudado de su hermano d
sq^undo , que se llam«d)a Muhamad también , y se apellidaba Abu Ab-
dala, y era gobernador de Tarabolos de su orden, y alli murió en so
tiempo el año 233 (847) : y dio Muliamad este gobierno al hijo de so her*
mano que llamaban Abulabas , y este fué quien hizo versos celebrando
en ellos su prosapia. Ibrahim ben Abi Ibrahim Ahmed ben Abi Abdala
hubo el mando después de su hermano Abu Abdala Muhamad ben
Ahmed , el conocido por el Goranic , por su afición á la caza de grúas :
fué este Muhamad declarado sucesor por pacto de su padre , y se celebró
su jura con gran solemnidad de mas de cincuenta jurados en la aljama
de Cairvan , jueces y alfaquies, y sin embargo cuando pereció AhnMsd A
G<Mninic, seis dias pasados de la luna Giumada primera del año 271 (874),
8U hy o Muhamad fué echado del pueblo de Cairvan , y eligieron á Ibra-
him ben Ahmed, y Dios los castigó con sus injusticias y agravias ; Ucgó
á tanto que le llamaban el malo : al principio de su reinado fué bueno,
y mantuvo justicia como siete años ; luego después se apoderaron de Á
sus pasiones y sus enemigos , y derramó mas sangre que todos los de sa
familia , y principió asesinando á sus compañeros catibes y hagibes , y á
sus deudos con muchas crueldades , aun contra mugeres de su familia :
era tan avaro como cruel y vano : él decia en unos versos -. Nosotros so-
mos astros, hijos de las estrellas, nuestro abuelo fué la luna del cido,
el sol nos dio su poderoso influjo ; ¡ quién llega á tan alta y celeste no-
bleza ! Ojalá hubiera él durado tan poco como la celebridad de sus
versos, y lo mismo su descendencia ; pero su reinado fué largo y malo
como noche de invierno , pues reinó veinte y nueve años , cinco meses
y diez y ocho dias : Dios cumplió su divina voluntad.
Cuenta Abu Obeid el Becri , que Ibrahim b(*p Ahmed fué quién edi-
ficó Medina Roqueda , y estableció en ella su corte , y la trasladó de Me-
dina Alcázar Cadim , y construyó en Roqueda alcázares y aljama de
magnifica y maravillosa fábrica , y no cesó desde entonces de ser la
corte ó casa del reino de los Beni Aglab , hasta que fué echado de ella
Zeyadatala por Abdala el Xiyei , caudillo de Obeidala el Mahcdi , y este
liabító en ella hasta que se trasladó á Mahedia,y8e llevó los vecinos y
VE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 197
ÜBédatrnyéndola sin cesar en sn tiempo, hasta que reinó Aben Isnrnil ,
qoe destruyólo qoe quedaba, arrasando hasta sus ruinas ; que no quedó
(un memoria sino unos huertos. No hay en África ambiente mas puro
j ddidoso , ni temple mas benigno , ni auras mas apacibles y saluda-
bles que Jas dd sitio de Roqueda. Se refiere que un principe de Bcní
Af lab estaba enfermo , que hahia dias que no podía dormir, y le ordenó
SQ ishac, esto es , su médico , que era de Atrifal , que si no podía dor-
mir que anduYiese é hiciese ejercicio en el campo, que así lo hizo , y
cuuido llegó al sitio de Roqueda se adurmió, y por esto desde entonces
se llamó Roqueda : se labraron casas de recreo de los principes.
Cuando la edificó y pobló Ibrahim ben Ahmcd prohibió en Cairvan la
TCDta del vino, y la permitió en Medina Roqueda , y con este motivo se
quejaba un ingenio de Cairvan , y decía : O señor de los hombres , hijo
de sus señores , cuan sumisos y atentos estamos á tu soberana voluntad ;
por eUa el vino es harem prohibido en nuestra ciuda^ , y es halcl licito
en Roqueda ! Cuenta Abu Ishac el Raquiqui, que en el imperio de este
Ihrahim se fomentó y floreció la literatura en África , y el exquisito
gusto en las artes. Cuenta el mismo que Becret)en Hemád el Tahartí
teoia necesidad de presentar al rey una súplica , y los siervos le dijeron :
Hoy al alba salió el rey ábolgarse en sus jardines con sus esclavas , y no
DOS es permitido entrar adonde está , que hoy no se qpupa de negocios :
fiieel Tabarti escnbió en unas rosas que debían presentarse al rey y á
sos esdavaa estos versos :
Las beraoMf , aunque eaclavafl y de lo» tioinlires polilla ,
Como soberanas mandan y á sus dueflos esclavizan :
Pero si qaereraos rosas cuando el campo no las cria ,
Plaeíeiiica nos las ofrecen en sus mejillas mas lindas.
Esta súplica yo espero que será favorecida ,
Por ser formada de rosas , Imagen de sus mejillas.
Los versos fueron leídos , aplaudidos y cantados por las esclavas del
fey, y el Tabarti logró el Cavor que pretendía, y una cédula sellada de
den diñares.
Había puesto el rey Ibrahim ben Ahmcd el Aglab en el gobierno de
Tvaboioa k su |Hrimo Muhamat ben Zeyadatala ben Muhamad bon el
Afiab , iKHDbre humano y docto, y amigo de los sabios : su padre Ze-
yadatala había sido "wali de África después de su hermano Ahmed ben
Mahamad , que fué muy político y de buen consejo , que había apren-
tto ooD el omíí Suleiman ben Amrán ; solía decir que Zeyadatala el
Signir ', que asi: se le llamaba á distinción de su padre Zeyadatala ben
IlaidiiBi ya dicho , era el principe mas sabio y mas virtuoso de los Beni
Agiab. El rey Ibrahim ben Ahmed aborrecía á este su primo vrali de
Tarabolos, y este por su parte no quería bien al rey su primo, y exci-
tado de algunos enemigos ó agraviados del rey Ibrahim envió un cadi
al caUfii de Bagdad Almoatedhid , y le dieron quejas de las tiranías y
x^.., el Sainiir signiflca el chico y úliíroo en orden, este Zeyadatala no fué sino el se^
I de este nombre » que deapues hubo otro Zeyadatala , que fué el úllimo » y en quien acabó
eaa«sMllat
IM Hinonu M LA DOMnuaoii
cnieldadM de Ibrahim : y cuenta el historiador Abo lákaellinliiBi Imo
el Casim , el conocido por el Raquiquí , que ol caUia AUnooteAid ei*
críbió á Ibrahim desdo la Iraca , dicíéodolo que estaba mwafiUado de
los males y crueldades que de él le decian , que oootuyiese su nalord
indinacioD á derramar sangre , y al mismo tiempo le preTenia qae man-
tuviese eo el gobierno de Tarabolos al hijo de su tio, Muhaoiad ben
Zeyadatala , señor en aquella tierra. Con estas cartas y losarisoí que
Ibrahim tenia de algunos envidiosos y péríidos amigos que le eomirai*
caban las diligencias y pasos de su primo Muhamad ben Zeyadatala oon-
tra él , partió Ibrahim á Tarabolos Gngiendo que. saUa para Egipto, y
aparentando con él mucha benevolencia hasta que se apoderó ¿ él ce-
nando en su alcázar, y le mató y davó en un palo con tanto odio y cmel-
dad, que mató á todos sus hijos é hijas ciiioos y grandes, y mandó
abrir el vientre á las mugeres y esclavas preñadas , atrocidad barbarse
inhumana ; fué esto el año 283 (989) i y todo esto se hiao con tanta cde-
ridad que entre su salida y su vuelta no pasaron quince diaa. Babia es-
crito este principe Muhamad el libro intitulado Recreo de coraaonas, y
otro libro de las flores , y Abu Aiy Husein ben Abi Said el Cairvani
menciona algunas de sus poesias , y una historiado los Beni Aglab, qae
él mismo había compuesto.
El rey Ibrahim ben Ahmed declaró sucesor de su reino á su bíjo
Abdala ben Ibrahbn ben Ahmed Abulabas; era muy esforsado y polt-
tico , muy sabio en el arte de la guerra , que su padre le ejerdió en alia
desde muy niño : vivió en tiempo de su padre en continuos temores y
sobresaltos por su cruel natural y condición inhumana contra deudos y
extraños : era muy diOcil el agradar con sumisión y rendimiento á tan
maligna índole i se sirvió de él su padre en muchas guerras , y le distin-
guió entre sus hermanos por su discreción y valof y la feUcids^ de sos
armas. Luego que le declaró sucesor del reino le entregó el sello real,
y Ib fecha do este decreto era dia juma echo dias Mtantea de la lana
Reble primera año S89 (901), el misny) dia en que murió él calila Al*
moatedhid, y le sucedió su hijo Almoktefibila. 'Esk la luna Dylcada de
este mismo ana murió el rey Ibrahim ben Ahmed , y aqueUa noche se
vieron eomo laucadas infinitas estrdlas que se esparcieron como Bavii
á derecha ó icquierda , y se llamó este i^ el de UÍa Estrellas. Reinóeite
r^y Abdala ben Ibrahim un año y cincuenta y dos dias , que fueron de
eqíuidad , humanidad y justicia ; pero no concedió el cielo esta veninra
A los pueblos sino por poco tiempo , como que no la meréeian. Asesina*
ron á este virtuoso rey Abdala la nodie del miércoles , ultimo dia de b
luna de Xahan año 290 (909). Habia preparado esta maldad su propio
hijo Zeyadatala ben Abdida ben Ibrahim ; teníale su padre en Sidlia
como desterrado ó preso , y con liviandad y mal consejo ordenó á tres
esclavos de Sidlia que mataran á su padre : esta inhumana y ferina
maldad fuéejecutada por ellos estando el rey durmiendo enau cama -, y
fueron con su cabeza á Sicilia, y les pagó su injusta y atroz obcdienda
davándolos en palos.
Zeyadatala , hijo de Abdala ben Ibrahim , apeSidado Abu Moiar, ftt¿
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 199
d Htía» de Um reyes de Bcni Aglab , que en él acabó m estado por
Obeidali el ñamado Mahedi % primero de los reyes Axiyeis, caando el
waH del Mabedi , el esforzado canditto Aba Abdala el Xíyei, adelantando
hi pretcnsiones de Obeidalá , venció elej^cito de Zeyadalala en diasA-
Moseis fallantes de la lana Giomada postrera del año 296 (908), y
ttlr6 en Medina Elerbas á (taerza de espada : llegó la nneva á Zeyada*
tsb á la hora de la oración de Alasri ó media tarde del domingo si*^
gaienCe, y bayo delante de los vencedores^ y se entregó á ellos todo el
país^pcrqne no le amaban sus pueblos, ypasóáTarabdos ala dere-
cha de Diar Misr confines de Egipto, y fué su reinado seis anos , dos
meses j algunos dias. Este tiempo lo pasó en vanidades y delicias en
Bledina Roqueda , que habia poblado su abuelo IbraUm ben Abmed ,
qne la habia edificado y hecho amena^ y que corriesen en ella aguas
cristalinas, y plantó aUi diversidad de árboles frutales , y alamedas de
apacible sombra , con muchos arrayanes y otros preciosos árboles aro-
máticos , y construyó una buena muralla que cercaba los alcázares ; el
iiaOBellainÉbtBagdadyelotroelMochtar, que eran de mas extensión
qne Medina Cairvan ; y entre ambas ciudades habia la distancia de seis
míDa*. En el reinado do este Zeyadatala se edificó de sa orden una so^
riba ó grande alberoa de quinientas turaias de larga, y cuatrocientas de
aacba, ó iba á ella un espacioso canal que formaba un claro lago , que
llamaban el mar ; y en él edificó un hermoso aloáxar, que se UamalM al
Arte , construido sobre cuatro grupos de muchas columnas unidas , y
gastó en él , sin cantar las multas y condenas de loa judíos y agemies
ó cristianos , dusoientos y treinta y dos mil diñares de oro, SoUa decir
de esle alcáaar Obeidalá el Mahedi «pía era la primera y principal cosa
de las Iras que había visto en África que no tenían igual ai semejante
en Oriente. Y en la oonstruecion da este magnificD aleáaar se verificó lo
que dada an ocasión semejante AbuUathl d BusU :
Ed juegos y vanidades en Unto que el rey se huelgas
El hado faUl decide de su estado y su grandeza.
If léBtraa en ^laliciat nada á tus oidos no llega
El esiniendo de las annas ni el grito dp la |»elea*
Todas estas cosas perdió en un dia desgraciado de batalla el rey Zc-
yadatala el aik) 296 , y huyó á Egipto , y idli murió violentamente. Fué
aclamado en Boqucda Obeidalá dia juma nueve dias por andar de la
lunaRcbie postrera año 297 (909) , y fué su llegada á eUa dia jueves , y
fué aclamado califa , y asi acabó el reino de los Bcni Aglab después de
ciento y doce años, y los Bcni Madrcz reinaban en SigUmésa después
de ciento y sesenta años , y reinaban en Tahart los Bcni Buslam des-
pués de ciento y treinta años. Mogbar ben Ibrabim ben Spfian era de
lüs Aglab , y su tio el rey Ibrahim bon Ahmcd le habia dado el gobierno
* MalMdi qvicra deelr guiador 6 diréetor de loa hombres : este titulo se han dado varioB Im-
MMwea ambieioaoa antro los oinslimcs, fundados tn nnaeitrafia prodiedon de su Annabl
■shaaail , que decía qne á fnelta de trecientos afios habia de salir el sol por occidente r esto
lo amendieron do una revolución política ó religiosa en tierras del Magréb ó poniente, y c6n
esto tUnlo cate Obeidalá fundó It dlnaaUa de los Faiamla 4 lamaellta.
^00 HISTORIA DE LA BOMIIf ACIÓN
de Elarbosa , y por nn acalorado juego de caSas se ensaüócOBlra él, y
le desterró á Sicilia ; y este i^ali mandaba la hueste y naves que estaban
en Mesína y tierra de Calauria después de la batalla de Milaso, y salió
con sus naves para Calauria , y cayó en manos de los de Rúm , y le lle-
varon cautivo á Constaniinía , y allí Gnó en su prisión , y envió aque^
líos versos de sus lamentaciones , que allí escribió en su cautiverio , qae
principian :
¡ Ok quién hubiera ubído lo qoe fortuna ordenaba
Gonira mis Aleairoranei t mis valientes de Alcáiar
t
y acaban :
Tal vei aquel que iibrd é Jusnf de amanlet bascas,
£1 que alivió las tristezas de Ayúb y su malandanza ,
Aquel que salvó á Ibrabim de las encendidas llamas ,
Y á Muta entre Farabones le dio veneedon vara ,
Abatiendo los encantos que ¿ los egipcios pasmaban,
DarA al cautivo paciencia como le da la esperanza.
Mobamad benHamza fué el caudillo que envió Zeyadatala ben Ibn-
him á prender á Mansur el Tombuzi en su akázar de Mahamedia, j
después fué vencido y muerto en batalla por la poea afeccicm dd ejér-
cito á su rey Zeyadatala y á su caudillo , y Ahmed ben Mutiamad ben
Chamza ben el &16I fué hagib de IbraMm ben Abmed y de su hijo Ze-
yadatala , y le confiaba todos sus negocios , y fué muy boen caudillo 7
prudente consejero, y el que solia decir : No todo lo que naeatros ene-
migos intentan y revuelven contra nosotros son cesas convenidas y de-
cretadas : lo que ha de ser , y k) que nos ha de sobrevenir , favorable ú
adverso, ya lo decretó Dios antes que lo piensen ni deseen mieatros ami-
gos ó enemigos. Abdala ben Asayí^ fué safaib el barid ó capitán de los
forénicos ó cursores del rey Zeyadatala , y contaba Abu Isbac el Ra-
quiqui que el rey Zeyadatala pocos días antes de sñ desventura pre-
guntó á un cantor suyo si sabia algún tono ú concepto que él no le hu-
biese ya oido, y le respondió : Señor , un verso solo, pero no me puedo
acordar de su principio ú primer hemistiquio ; y le dijo el rey : Pues di
lo que salx» , y le cantó :
Ya de la triste partida el infonslo cuervo ^ Ilesa.
En aquel punto llegó Abdala ben Asayeg , su correo mayor y que en
muy erudito y buen poeta , y le dijo el rey lo que pasaba ; y este muy
maravillado, y lleno de espanto por las noticias que tenia y el peligro en
que todo estaba , le dijo al rey : No vi tal en mi vida , el primer hemisti-
quio de esc antiguo verso es este :
Ensaya tu corazón y al sufrimiento le enseiía ,
Que de la triste partida el infausto cuervo llega.
1 En la vida vaga y trashumante de los árabes bedawts ó campestres , observaban ellos qvc
al levantar sus tiendas y rancherías para mudarse de unos valles á otros, acudiíAi euenos, }
,corao que les anunciaban y presagiaban la partida ; porque en las prevenciones para el viaje
solían degollar rcses : de atiuí procedía el llauíar ellos Gurab albein, cuervo de s^paradon é
de partida , al primer cuervo que descubrían al disponerse para partir: y su poesía está tloaa
de estas imágenes y obserrancias nlsticas.
INB LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 301
í i pocos diad despoes faé forzoso qne el rey Zeyadatala hnyena de*
bnie de sus enenúgos, perdiendo sns estados , y poco después su Yida.
CAPITULO LXXVI.
De Im r«ya0)Uyeis, qae «¡«recieroii en fin de esteoeiiuoar en África.
Fué el primero Obeidala, apellidado el Mahedi Aba Muhamad : se
ignora su origen y verdadera prosapia , asi dcda el Razi : unos decían
que fué hijo de Muhamad bén Abderahman el Bosri, de Medina Sala-
meya : oíros dedan que fué hijo de Muhamad ben Isroaíl ben Giafar
ben Muhamad ben Aly ben Husein ben Aly ben AIh Taleb : otros, y
muy fidedignos , como Abulcasim Ahmed ben Ismail el Razi el Haseni,
que decía : Por Alá que Obeidala no es de nuestra ascendencia y pro-
sapia, que este hombre no es conocido sino por sus hechos : lo mismo
dona Abu Becre ben el Teib el Baquillani. Los genealogistas de Egipto
apuraron mas sus yerdaderos orígenes , y Aben Abi Taher en sus bis-
lorias de Bagdad manifiesta que el levantado ú rebelde en tierra de ^
Cairvan , Obeidala ben- Abdala ben Salem , fué un ahorrado de Aben
Siadan d Baheli , que fué Sahib Xarta y caudillo de frontera de Zeyad,
el conocido por $üs huestes qne llevó á Abdala á Salameya , y aUi se
acomodó con unos honrados mercaderes , y que trataba en azófar y
otros metales en aquella ciudad : que cuando se levantó el Carmati en
Siria se fué con él , y despules se huyó á Egipto y luego á Algarbe , y en
Occidente fiíé conocido por el Bosri : dice Razi que entró ya con el en
Cairvan su hijo Muhamad , el conocido por Abulcasim. De suerte , que
DO se conviene ni en su prosapia ni en su nombre, ni en la de su hijo,
pues hay quien dice que el hijo fué Abderahman : otros que Muhamad
fué quien le educó , que Obeidala fué de Beni Hasan ben Aly , y que
Abulcasim , el qne sucedió en la rebelión, fué de Beni Husein ben Aly
Ismaelí -. que Obeidala se casó con la madre de Abulcasim , que era
Rumia, y de la familia de Bieni Husein , y que se apellidóestc joven Abul»
casim, Abderahman , Muhamad y Abu Giafar, y también Hasan : que
entró con 0beidala4e^ Siria en Egipto t que aÜi esperó los de Yemen
y después los de Barca : que entró con sns amigos y gente de confianza
en Magréb : que paró en Sigilmésa , y se le allegaron los berberíes , y
dio d principal impulso á sus conquistas Abu Abdala el Xíyei : que
venció el ejercito de Zeyadatala el Aglab , y le hizo T^ali de Roqueda,
y á su hermano Abulabas de ZAb y otras comarcas de Afríca; y en pago
de tan señalados servicios los mandó matar á los dos hermanos á Abu
Abdala y Abulabas , que era mayor que él| y los asesinó Ambato el
Gotemi de sa orden en dia martes, al acabar la luna de Dylhagia , alk>
298 (910), y los mandó enterrar en el jardín del alcázar. £1 mismo
Ambalo el Gatemi fué muerto cruehncnie poco después por orden de
Übeídala. Loqfo principió á edificar Almahedia : dicen que en sábado
dia 5 deDykada uño 303 (915), y tembló él sitio, y lo fortificó con
m HISTORf A W LA MMmACIOII
Aúrtes y torreados muros j magnlBco alcázar , j pobló la dadad ooa
sos gentes , y pasó á ella Obeidala en XawaI del afio 308 , despaes de
haberse apoderado de África y proTincias de Almagréb, Tarabolos,
Barca y Sidlia , y declaró sucesor de su imperio ¿ su hijo Abulcasim
Alcayembimrila, á quien enyió dos vecesá Egipto, la primera el añoSOl ,
y se apoderó de Alejandría , Alfiúm y parte de Saida, y yoIyíó áMa-
gréb año 809 1 y no cesó de acrecentar sus oonquistas y estado hasta qnc
murió á mitad de la luqa Rebie primara año 329 (933) : continuó sa
reinado desde que llegó á Roqueda y fué jurado en ella hasta que
murió, que fueron veinte y cuatro años , dos meses y yéinte días : otros
cuentan su reinado desde que pareció tríunftinte en Sigilmésa en pri-
mero de Bylhagia año 290 , y cuentan desde este diá hasta que murió en
Mahedla veinte y cinco años , tres meses y tres dias cumplidos de cali-
fado : era de sesenta y dos años , habia nacido en Salameya ó en Bagdad
año 260 (873} , ' y su hijo Abulcasim habia nacido año 379 ó 27B (891).
Cuenta Aba Obcid el Becri , que Obeidala el Mahedi, después de haber
asesinado al wali Abu Abdala el Xiyei y á su hermano , escribió á las
provincias de Atmagréb para que sus pueblos se vinieran á su obedien-
cia, y se dio titulo de imam , y tnéen estas tierras el primero que se
llamó amlr araumentn ó principe de los fletes , como los califas de Bag-
dad; y dicen algunos que fué quien primero acuñó monedas de plata y
oro en Aftrica con estos augustos títulos. También escribió con muolia
altanería al wali Said bou Salhi , gobernador de Medina Nocór y sus
comarcas , en Almagréb , que las tenfa por los Meruanes de España , y
decia en sus cartas que no rehusase venir á su obediencia por bien ,
porque si llegaba á entrar por fUerza de espada no quedaría hombre i
vida en aquella tierra , y en lo bajo de la carta puso estos versos :
Sito|Mttámlos?eiils, MtotifUyMÉménola;
qtierpis ipe4ir Im armw , oí veiioefé ea la pole« t
Mis espa4as vencedoras humillarán a las vuestras*
Un ndaluff originario de Toledo ^ conocido por el Achmia, le res-
pondió de orden de Said ben Salhi en estos versos con loa mismos oon*
Bonantes :
Por li cusa de Bios Juro qp» ^ Yanidcd M ckiga ,
Slo jusUcia en (us razones ^ uí en tus intentos prudencia :
Ni eres tú sino ignorante á quien la impiedad despeña,
o barban) que no tiene do Dios ni su ley ide#.
?osoiros do Mabomod seguimos 1« recta sondii ,
no dudamos que Alá confundirá tu soberbia.
CAPITULO LXXVII.
Pe la guerra auxiliar en almagréb.
Andaban en África y Afanagréb muy resueltas discordias y goerra
e)vn , que habia principiado con la invasión do Mdaa ben Abi Alafia ,
maáv de Mequlnaza » eá los estados de Fez , contra Yahye ben Bdris desde
Ms iM ahábes eh es»a1Ia. m
dateaos. Aben Alafia se apoderó de Peí el alio SIS, y de VdadTaEáy
TesAl jj de la mayor |ttrte de Almagréb oon las ciudades de Asila y
Ssle > el pnebk) le juró y aclamó ; pero se levantaron contra él alinea
jeqoes y cabilas zenetes , ó por lealtad á sus reyes ó por envidia del ea-
grasdeeimiento de este amir. Estos parciales de los Edrises escribieron
sos cartaa al rey Abderabman Anasir de España, siifrilicándole que am-
parase y fayoredese á los Edrise», injustamente dcsposeidos de saa es*
todos , recordándole la antigua amistad de sus padres desde su estableció
míenlo en estas partes de poniente : que los enemigos eran gentejiárbara
7 onel que no cabía en las dilatadas regiones de Egipto , Barca y África,
fue no plisaban menos que en apoderarse de todos' los estados de AI-
nagrdb, y despuéslntentarian también pasará España. MrcyAbderah^
man , habido su consejo , respondió á estas cartas que ampararía á los
Edrises contra los usurpadores de sus estados. Ordenó que sus caudillos
Gíafar ben Otman, widi de Mayoreas, y el Ocaili , amir de sus naves
(O el Mediterráneo , pasasen á África con hueste de á pió y de á caballo ,
y que procediesen de acuerdo con los caudillos zenetcs leales á los Edri-
ses, y procurasen ganar á su favor á Musa ben Alafia , interesándole
contra loa intentos de hnvasion de los del Xtyet : asimismo escribió el
rey Abderahman al wali Said ben Sahli , gobernador de Nocór y de sus
eomarcna por los Meruanes. En el afto 319 (981) ocuparon las tropas de
Abderahman las ciudades de Gebta y de Tanja , para tenerlas como pre*
sidios de seguridad para los ejércitos de España, y las repararon y for-
fifiearon sos mvros , y acordaron con los caudillos zonetas asegurar
aqodloa estados contra la invasión de los del Xlyef . Muta ben Alafia
ofreeió eoBspirar al miamo intento, aparentando amistad con aqueOoa
á quienes tenia ó necesitaba.
Elntre tanto loa Bdrises huyeron á la fortaleca de Hijar Anoaor 6 PeBa
da Agoflaa. Musa ben Alafia, después de pdear eon varia fertuoa, loa
cercó en aquella fortaleía inaccesible , que había edificado Muhamad
ben Ibrahim ben Mnbamad ben Alcasim ben Edri9 ^ su altura se esconr
día entre las npbes. 8e cansó Alafia de las dificultades del silio, y de-
jando en el cerco^ á su caudillo Abulf eth d Tesuli con mil eabaÓos , as
partíóá Feí en el afio 317. Permaneció Alafia en Fes hasta que vino á
Magréb Hamid ben Sobeil , caudillo de Obeidala elXiyei, desde Abn»-
hedta eon gran hueste , y con él Hamed ben Hamdaú el Hamdani t esto
en el alio 390. La ocasión de su venida fué que Aben Alafia, al partir
dd cerco de Hijar Anosor y entrar en Feí, quitó la vida al gubernador
del barrio de los andaluces Abdala ben Taalaba ben Muhamad han
Abud, y puso en su lugar al hermano de este Muhamad ben Taalaba, y
poooa ifiaa después le diespojó dd gobierno y lo dio á Towal ben AM
yendque permanedóen él hasta que Fez saliódel poder de Aben Ala^
fia , y en el barrio de los Gairvanes puso á su hij o Modin t luego partió
á Medina Tdencen , yse apoderó de eUay de sus comarcas , que tenia
Alhasan ben Abi Ayxi ben Edris el Hasani , echándole de la provincia y
snscenfinef ) esto año 319 1 este huyó á Medina Melila de fictair Mu-
hya^ y aBi ae defendió, y eaorjbiáal Xiyei desconfiando del aullia dt
204 HISTORIA DE LA DOMINACIÓN
los andaluces. En este tiempo, en h luna de Xaban dd afta 390 (939) ,
fué adamado Abderabman Anasir , rey de España , en Fez y en todas
las ciudades de Almagréb , y se hizo la chotba por él en todos sus almin-
bares. La fama de oslas cosas llegaron i Mahcdia , y entonces Obeidala
el Xiyei envió sus caudillos con numerosa hueste -. Namid ben Sobeil pe-
leó con Muza ben AlaGa , que huyó vencido con sus compañías á la for-
taleza de Ain Ishac, en tierra de TcsiU, y se forii6có en ella. Hamid
pasó á Fez, y antes de llegar á ella huyó de la ciudad Modin , hijo de
Muza b^n Ala6a : entró Hamid en Fez , y dio aqud gobierno á liamed
ben Hamdani , y se vol?ió á la provincia de África. Los Edrises con es«
tas noticias salieron de Galat Anosor , y venci^^n al caudiUo Abulfelh
el de Muza ben Alafia , y fué la entrada de Hamid en Fez el año 321 . El
wali de Nocór Ahmcd ben Ahí Becrí ben Abderahman ben Salili con los
andaluces fueron con mucha diligencia sobre Fez , y la entraron por
fuerza , y degollaron siete mil de los de Obeidala el Xiyei , y quitaron la
vida á Hamed q1 Hamdani , le cortaron la cabeza, y la enviaron á Muía
ben Ala^ con su hijo , y Muza la envió ¿ Córdoba al rey Abderahmao.
Luego envió el rey Abderabman nombramiento de amil ó gobernador
de Fez al caudillo Ahmed ben Becri , y permaneció en esta dudad bajo
la protección del rey de España y de Muza ben Alafia hasta qne llegó
Maysor el Feli , caudillo de Abulcasim el Xiyei , hijo de Obeidala el Fa-
temi , y cercó Maysor la ciudad de Fez basta que salió Ahmed ben Becrí
con palabra de seguro á tratar con él, y le presentó muchos rióos pre-
sentes : Maysor los tomó , y faltando á sus pdabras y seguro le encadeoó
y k puso á buen recaudo, y le envió á Mahedia : estuvo sicle meses
Maysor sobre Fez , y concertó con los de la dudad que proclamasen á
Abulcasim el Xiyei , y le pagasen á él siete mil dinares ; y así lo hicieron,
y acuñaron monedas en su nombre, y le hicieron obotba en sus mez-
quitas, y luego partió con su hueste á pelear contra Muza ben Alafia.
Los Edrises aprovecharon este tiempo favorable y ocuparon la mayor
¡Horte de sos tierras , y Muza ben Alafia no cesó de retraerse hacia Safara
y á los confines de sos antiguos estados desde Medina Ajarsif hasta Me-
dina TekrAr : hasta que murió, según el Bomozi , en Velad Múluya
año 828, que sus enemigos le quitaron alevosamente la vida ; y lesuoe-
dienm sus hijos en sus estados. Algunos dicen que su muerte fué en d
año 341 , que le sucedió su hijo Ibrahim , que murió año 350 : después
hubo á mando su hijo Abdala ben Ibrahim hasta que murió afio 360 ;
j después le sucedió su hijo Ahmed ben Abdala, y en sus dias acabó el
estado de los Alafias de Mekineza año 363.
En este aüo 319 falleció en Zaragoza Ishac ben Abderahman Aba
Abdelbomeid , hcHnbre muy docto y de mucha austeridad , á quien con-
saltaban todos los pueblos de España oriental ; y en miércoles, nueve dias
Saltantes de la luna de Regeb , falleció en Córdoba el cadi de su aijatna ,
llamado Aslam ben Abdelaziz ben Haxem , que le eonocían por Abulgaad,
hombre de mucha integridad, muy retirado y continuo en la otados.
A mediados de la luna de Safar del año 320 faBeció en G('>rdoba Muha-
saad ben Said ben Muza ben Hodeira , quedespues de haber servido en
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. ?05
I» prcfecloras do coras , y de ^raH de provincia , vino ft Córdoba en
tiempo del rey Abdala ben Mnhamad , que le encargad el juzgado de jus-
ticia urgente de la ciudad : después fué depuesto de este cargo , y luego
ratitnido por el rey Abderahman, que en premio de su celo y buenos
tenidos le nombró su hagib, y tuvo toda la confianza del rey; y en
ote importante cargo falleció con grave sentimiento del rey Abderah-
Bian , que no tuvo después otroliagib de igual confianza.
En este mismo año murió en Córdoba Abdala ben Abilwalid Abulna-
thar, alfaqni de mucha integridad y sabiduría : poco antes de su muerte
If consultó un amil de la ciudad una orden larga y grave que recibió
dd rey , y sin acal)ar de leerla le respondió Abulnathar : Mucho tiempo
antes que la orden del príncipe de los fieles recibiste el libro de Dios :
considera cuál de estas dos ordenanzas es la mas imp(»rtante y primera,
7 obra sin recelo.
Poco tiémpo^espues falleció en Jaén Otman ben Said el Ganeni , natu-
nl de aquella ciudad , hijo de los cadies de ella , hombre de loable vida ,
nmj retffado y sabio : era conocido por Har Caus ; dejó en Jaén muchas
OKiDorias de su beneficencia , y su sepulcro fué visitado de las gentes.
Eo d año 329 , á mitad de la hiná Rebie primera , falleció en su ciudad
de Mabedia el rey Obeidala el Mahedi , el primero de los Fatemis ó Is-
naelícs , y fué aclamado so hijo Casim , apellidado Alcayem Bimrila ;
pero este acaecimiento no turbó los ánimos ni desalentó las esperanzas
de k» parciales y caudillos de aquel poderoso estado.
CAPITULO LXXVIII.
De las algarai en GtlicÍB.
Las nuevas de los venturosos sucesos de las armas de Abderahman en
Ma^(4> el IVast causaron grande alegría en España j pero se turbó luego
esta en Córdoba con los avisos posteriores , y los del wali de Mérida ,
que comunicaban que Aben Isbacbcn Omeya, gobernador de Santarin,
oTcodido de la muerte que con justicia se habla dado á su hermano el
^niT Muhamad ben Ishac por sentencia y mandamiento del rey Abde-
rahman Anasir ; aquel noble caudillo , olvidando su lealtad , se habia
pasado á la protección del rey Radmir * de Galicia , llevándose en su
compañía muchos esforzados fronteros de aquella ciudad y de su co-
marca. Que este habia aconsejado y dado mayor osadia á los cristianos
de Calida, y habían principiado á entrar y correrla tierra de Lusitania,
llegando sus algaras hasta Badalyox y Alísbona. Mandó el rey que se
juntase la caballería de Córdoba y de Mecida , y que partiese el principe
Almudafar á la frontera , y luego salió acompañado de muchos caba-
lleros que quisieron seguirle voluntarios á esta espedicion.
En Loátania el príncipe Almudafar peleó contra los cristianos de Ga-
1 Elle fiiéel ni doa Bmlro U de iksturías y de León.
HISTORIá DE lA DOHDUaM
y los yendo, obligándolos k retirane ¿ la derecha del rio Doero
macha pérdida , y la caballeria de Almudafar entró y Gqrrió las
leras de Galicia : no osaron salir contra ella los cristianos ni el re-
c Aben Ishac ben Omeya. Volvió Almudafar á repasar el rio Doero ^
cgorada la tierra se Tino por Mérida á Córdoba con ricos despojos
sta expedición. Al fin dd año 324 (935) falleció en Córdoba el odi
I aljama Ahmed ben Baqui ben Machlad, hombre de muy loable
y insigne por su mucha sabiduría y por su yirtud ; murió sfobiado
ños f y su muerte faé sentida de los pobres y desyalidot, á qoieneB
su yida consoló y remedió, y su féretro acompaj&ado de toda la
e de la ciudad.
CAPITULO LXXIX.
Dt 1« nindtckm d« MsSliui Auhri*
1 rey Abderahman Anasir solia pasar las temporadas de ^imayera
oño en un apacible sitio á cinco millas de Córdoba Guadalquivir
o ; y por la frescura y amenidad* del lugar, por sus alamedasy es-
» bosque mandó edificar alli un alcáiar con muchos edificios maguí*
s y muy hermosos jardines contiguos , y lo que antes habia sido una
L de campo se transformó en una ciudad, fin medio de ella estaba el
alcázar, obra grande y de elegante fábrica. Mandó poner en él
tro mil y trecientas columnas de preciosos mármolefu todas de ma-
¡llosa labor. Entraban cada dia en la obra seis mil |flkras labradas,
las de mamposieria que eran infinitas. Todos los pavimentas de sos
»eas ó cuadras estaban enlosados de mármol con diferentes alicatados
oficiosos cortes : las paredes asimismo cubiertas de mármol con va-
alizares ó fajas de maravillosos col(Mres : los techos pintados de oro
!nl con elegantes atauxias y enlazadas labores : sus vigas , trabes y
¡sonados de madera de alerzc , de péolijo y delicado trabado. En algo-
de sus grandes cuadras habia hermosas ftientes de agua dulce y cris-
tia , en pilas , conchas y tazones de mármol de elcganles y varias
Das. En medio de la sala que llamaban del Califa habia una fuente
aspe que tenia un cisne de oro en medio , de maravillosa labor, que
labia trabajado en Gonstantinia , y sobre la fuente dd ctsne pendía
techo la insigne perk qae habia regalado á Anashr el emperador
go. Contiguos al alcázar estaban los grandes jardines con dlyersidad
rboles frutales , y bosquecillos partidos de laureles ,. mirtos y arra-
M , ceñidos algunos de curvos y claros lagos , que ofrecían i la vista
ados los hermosos árboles , el cielo y sus arreboladas nubes. En
lio de los jardines , en una altura que los dominaba y descubría , es-
i el pabellón del rey , donde descansaba cuando venia de caza .: e^
i sostenido de columnas de mármol blanco con Qiuy bellos capiteles
idos : cuentan que en medio del pabellón habia una gran concha de
ido, nena de azogue vivo, que fluia y refluía artificiosamente como
lera de agmi, y daba con los rayosdel sol y dek luna ua resplaii-
BB tos ARABBS £N KSPAJU. 207
dor qfm dedomlmba* Tenia en loi jardines diferenles baSos en pilM
de mármol de mucha comodidad y hermosura : las alcatifas , oortines
; velos lejidoa de oro y seda oon figuras do Oores , selvas y animales
eran de maravillosa labor , que parecían vivas y naturales á los que las
miraban. En suma , dentro y fuera del alcázar estaban abreviadas las
riquezas y delicias del muqdo que puede goiar un poderoso rey. Se Ik^
o» estaciadad Medina Axabrá, del pombre de una hormoia esclava del
rey , á la coal amaba y distinguía entre todas las otras de su harem.
Edificó en Medina Azahrá una mosquita que en preciosidad y elegancia
aTcnt^aba á la grande de Córdoba , y construyó también en ella la seci
ó casa de moneda ^ y otros grandes edificios para estancias de sus guar*
días y caballería. Acabóse la obra principal el afto 395 (936) i y dfee el
Baquiqui que costó sumas inmensas. Era la guardia del rey Abderah-
nan Anasir muy numerosa , la formaban doce mil hombres , cuatro mil
esclavos , que era guardia interior y de á pié , cuatro mil africanos ze-
netes, y cuatro mil andaluces i estos ocho mil eran de á caballo, los ca-
pitanes de esta gente eran de la familia real , y jeques principales de
Andalucia y de Tabart , y repartían por taifas ó compañías la guardia ,
eriacioa y tiempo que les correspondía i solo en ocasión do salir el rey
á b guerra servían todos. Ademas de la parte de su guardia que seguía
al rey en las dos jornadas de verano y olodo, escogía el royAbderabman
fas esclavas y siervos que debían acompañarle , los wazíres y alcatíbes^
7 los hombres doctos y de Ingenio que quería llevar consigo , y sus ca^
adores y halconeros, pc^ue como sus padres se entretenía mncbo en
la caza de aves»
En osle año 325 pareció en los montes de Gomera un hombre lia-
nado Hamim , que se decia profeta , y con ía predicación llevó tras si
mocha gente róstica d ignorante de los montes de Gomera y de otras
parles : imponía á sos secuaces dos oraciones al día , ana al salir del
•al y otra al ponerse, con tres arraqueas ó postraciones en cada ora-
ción i lea dio una leyenda en lengua berberisca , y una oración que de«
da i SeAor, líbranos de pecados, tü que nos diste ojos para ver el
Blando : sácanos de pecadios, tú que sacaste á Joñas dd vientre de hi
haUena, y á Muza del mar. En las postraciones debían rogar por la
udud án Hamim, de su compañero Yahlaf y de Telíat, que era una
Buger hechicera que le acompañaba. Mandábales aytmar diei días de
RamazaD y dos de Xawal, y sus ayunos eran hasta el mediodía, con
oerlas alcafisras ó eiipiaciones , y dispensaba del Alhag ó peregrinacloa
religiosa, y de las purificaciones de alwado y atahor, permitiéndoles d
ooaier carne de puerca, didendo que por Alcorán solo se prohibia d
puerco, y prc^nia otras prácticas y vanas observancias. Seguíale ya
onclia gente, que le acudía oon el azaqne ó décima de todos sus frutos ,
j la nepiban al rey , resistiéndose al servido y obediencia debida. Los
caudillos del rey prendieron á este hombro , y mandó Abderahman que
los allaqnies examinasen su doctrina , y se juntaron para esto en al-
cáar ¿ Aiasamnda, y condenaron sus prácticas , y declararon que
Hamia era IM hipócrita embaidor. Díonm enema al rey de esta dscfah
208 UISTOfUA DE LA BOMmAGION
radon, yle mandó matar ; y fué darado en un palo, y su cabeza en-
yiada ¿ Córdoba.
En fin de este año pasó de Gairvan á Sidlia Alcayem Bimríla , hijo y
sucesor del Mahedi ; se apoderó de la isHi por fuerza de armas , con hor-
rible matanza de los habitantes : solo Dios sabe el número de k» muer-
tos en la violenta entrada de este nuevo señor ; muchos huyeron de b
Isla , y se pasaron á tierras de Rüm. En este año falleció en Córdoba su
patria Ibrahim el Morcdi , hombre muy docto , y consultado de los sa-
bios de todas partes : su fama era grande en África , Egipto y en las
Iracas , y nunca habia salido de España : también falledó en fin de este
año en la misma dudad Obeidun el Geheni , conoddo por el Gomer, que
fué TfalOcoda de España solo un dia.
CAPITULO LXXX.
De la entrada en Galicia y iMitalla de Álhandic.
En el año 326 ordenó el rey Abderahman Anasir que so juntasen las
gentes de Andalucía , Mérida y Toledo en la frontera de Galicia, por
las grandes asonadas de guerra que inquietaban la Lusitania. Todos los
pudblos ribereños del Duero traian sus ganados aquende el rio , y con
el temor que tenian de las crudcs entradas de los cristianos desampara-
ban la tierra, yse acogían alas fortalezas y ciudades. Con la orden del
rey toda España se piíso en movimiento , y de todas partes to allegaixin
peones y caballeria , .todos los caminos estaban cubiertos de gentey apa-
rat06*de guerra , acémilas y provisiones. Yenido el prindpio del año 327,
avisaron los palies de las capitanias que estaban juntas las banderas de
todas las {nrovincias en h frontera , y solo esperaban la orden del rey
para hacer su entrada. El rey Abderahman partió de Córdoba con sa
guardia y la flor déla caballería de Andaluda. El principe Almodafar
su tío salió de Mérida con la caballeria de Algarbe , y en prindpíosdc
la luna Safar llegó d rey al ejérdto , que estaba reunido en Salamanca
y sus comarcas. Reconoció el rey en compañía de su tío Almudafar to-
dos los acampamentos , y concertaron el orden y división de la gente ;
banderas. Era todo el ejército mas de cien mil hombres , que dividieron
en tres huestes, acaudillada la primera del principe Almudafar, la se-
gunda del Trali de Badalyox Obddala ben Ahmed ben Jali ben Wahib
de Córdoba , y la tercera por el rey Abderahman con los yrtíiúg de To-
ledo, Yalenda y Tadmir. Señalado el día se pusieron en movimiento,
y pasaron el Duero y entraron sin hallar resistencia hadendo los es-
tragos de las tempestades : talaron los campos y quemaron las pobia-
dones en tierra de cristianos : asolaron Rebat y Amaya , y llegaron á
cercar Medina Zamora , que habia tomado el rey de Galicia. Era h
dudad fuerte k maravilb , rodeada con siete moros de robusta y antigna
fábrica , xibra de los pasados reyes , con dobles fosos andios y profuiáos
Henos de agua , y dafendida por los mas valientes crisliaiios.
DE LOS ABABES Eü ESPAÑA. 209
«
£iiGai|6sc el oHrco de Zamora ¿ Abdala bea Gamri y al vfáii de Va-
Icfx-ia : Io6 cristianos hicieron impetuosas salidas contra el campo de los
miblimeSf que con mucho valor las rechazaban, y de una y otra parte
se eosangrentaban las armas; pero siempre volvían los infieles ásus
muros acosados de las lanzas de los muslimes ; no pasaba dia sin san-
gnentos lances y porfiadas escaramuzas. £1 rey de Galicia Radmir allegó
SDS gentes para venir al socorro de los cercados , por conservar tan im*-
partantc fortaleza. Luego fué avisado el rey Abdcrahman de los movi-
mientos de las huestes de los cristianos ^ que habian bajado de sus moa-
tes lodos los de Galicia y Alvascande. Salió al encuentro de los infieles
el príncipe Almudatar con su hueste de cuarenta mil hombres , y siguió
á esta la del rey Abderabman de igual número de combatientes , y en
cUa iba la flor de la caballería de España ; y quedó Abdala ben Gamrí
} el wali de Yalencia con veinte oúl hombres para mantener d cerco
de Zamora.
Eucontráronsc los campeadores de la hueste de Almud^far y los de
los infieles á las orillas de un río que baja al JDuero , trabaron una leve
escaramuza y se retiraron á su campo : al dia siguiente hubo un espaa-
to6o ocUpse , que cubrió la luz del sol de amarillez oscura en la mitad
del dia, horrorizando los áninios de la inexperta juventud que no había
>isto en su vida cosa semejante. Dos dias pasaron sin hacer movimiento
alguno ni los muslimes ni los cristianos -, pero al tercero impacientes los
esf(»'zados caudillos de Algarbe ordenaron sus banderas , y el principe
Almodafar recorrió sus compañías y los animó para entrar en batalla.
Tdffió el priacipe la delantera y centro de batalla , las alas derecha é
izquierda encargó á los walies de Toledo y Badalyox , y al rey Abdc-
rahman con los caudillos de Tadmir y de Yalencia el cuerpo de reserva,
para acudir adonde fuese necesario. Comenzó la batalla alto ya el sol ,
aunque 4esde el rayar del dia habia principiado á moverse el campo y
a Donarse el aire del estruendo dq anafires y trompetas , y de las voces
y alarido espanloso de ambas huestes , que hacia temblar y estremecer
la (ierra. Bajaba el inmenso gentío de los cristianos muy apiñado en sus
escuadrones , y con enemigo ánimo se acometieron ambas huestes, y se
Irabaron con atroz matanza. Por todas partes so veía igual furor y
Oünstancia : el principe Almudafar recorría todos los puestos animando
á tos mfisUmes , blandiendo su robusta lanza , revolviendo su feroz ea<
bollo entraba y salía en Ips mas espesos escuadrones enemigos, ha-
dcado cosas hazañosísimas. Sostenían los cristianos el encuentro de la
caballería nrasUmica con admirable esfuerzo , y su rey Radmir con sus
caballos armados de hierro rompia y atropellada cuanto se le ponía dc^
bule : el rebelde Aben Ishac Aben Omeya con sus valientes caballeros
rodaba también cubierto de crugíentes armas , derramando la sangre
de los muslimes como el mas feroz de sus enemigos : cedían el campo
Umoülimes al valor de esta aguerrida gente : pero el rey Abderaih-
maa viendo desordenadas muchas banderas del ala derecha , y que toda
b bucste oedia d campo á los enemigos , se lanzó con la caballería de
Cúrdoba y ioda su guardia al costado del ejército de los infieles , y re-
cittttíto «m V9lur por apiíjadíjfrcscuaUrones de laucerus , t^ d ímpetu
u
2i0 HISTORU DE LA DOMINACIÓN
■
de la caballería log;ró penetrar en ellos, y se y (Avié de aquel lado la
fuerza de iodo el ejército enemigo : por todas partes se renovó la batalla
con mayor ardimiento : Aben Ahmed reparó sa gente , y peleando en
los primeros contra los mas valientes enemigos , fné derribado del tercer
caballo con un fiero golpe de hacha , y espiró al punto : también murió
á lado de este caudillo y á la vista del rey Abderahman el cadí de Va>
lencia G^haf ben Yeman , y el esforzado caudillo de Córdoba Ibrahtm
ben Davd , que se distinguió este dia con extrañas proezas , y cayó lleno
de heridas. Ya la victoria se dedarába á favor de los muslimes , y los
cristianos se retiraban peleando , cuando la venida del encubridor tiempo
de la noche puso treguas á tantos horrores.
Quedaron los muslimes sobre el campo mismo de batalla , que estaba
regado de humana sangre y cubillo de cadáveres y de heridos mori-
bundos, que espiraban hollados entre los pies de la caballería : allí
pasaron la noche, y descansaban los vivos tendidos y mezclados entre
los muertos , esperando con knpaciencia y temor la luz del dia para aca-
bar aquella sangríentaé inhumana contienda : los cristianos se retiraron,
y por varios vados pasaron el rio sin ánimo de probar al dia siguiente
la suerte de las armas. Cuenta Mesaudí , que Omeya Aben Ishac los
persuadió , que intimidó á Radmir , ponderándole el excesivo número
de la gente muslime , sus estratagemas y emboscadas , que recelase de
los árabes y de sus engaños de guerra , que cuando parece que los han
vencido , entonces comienzan á pelear; y como antes dd alba sonaron
tantas trompetas , y principiaron á descubrirse por el campo tantas ban-
deras muslimes con la dudosa luz acrecentadas , aquel estruendo ate-
morizó á losinGeles , y aceleraron su retirada , alejándose de aquellos
estragados campos. Esto libró á los muslimes de manos de Radmir , )
así le privó l)ios de una victoria , y de poder socorrer á los cercados en
Zamora. ¡ Quién puede saber el número de los muertos ! Dios lo sabe.
Yista la partida de los enemigos, y que no convenia ^npeñarseen per-
seguirlos, dejando algunas taifas de caballería sobre los pasos de aqnd
rio volviéronlas huestes de Abderahman al campo de Zamora, se dieron
recios combates á sus torreados muros , y los cercados los defendían con
bárbaro valor .No se adelantaba ni ganaba un paso sino á costa de sangre
de los esforzados muslimes; la presencia del rey Abderahman y del
príncipe Almüdafar excitaba el ánimo de los combatientes , y lograron
aportillar y derribar dos muros , entraron numerosas compañías de
muslimes, y hallaron dilatado espacio, y en medtoandiay profunda
fosa llena de agua , y los cristiaiH)s que con desesperado ánimo defen-
dían aquella fosa. Fué una espesa nube y horrible torbellino de tiros y
saetas , la matanza fué atroz , y los esforzados cristianos caían muertos
en el lugar que ocupaban. Los valientes muslimes perdieron en aquella
pelea algunos míllaíres que alcanzaron este dia las copiosas recompen-
sas y premios de su algihed -. entraron muchas banderas de la ganM»
de Algarbe y de Toledo, y arrojando al foso los cadáveres de sus ber-
tnanos muslimes , estos les sirvieron de puentes , y los cristianos no pin
dieron resistir el impeta de tantas espadas sedientas de sangre, y 9¡ü
ñutieron como bueno^La sangre de estos y la de los musümes entur-
D£ LOS ÁRABES £?i £SPAfiíA. 21 1
Íri67 enrojmó las aguas del foso, y parecía un lago de sangre. Se es-
calaron los muros y se rompieron sus herradas puertas , y en todas sus
torres se pusieron banderas del Islam : apoderados do la ciudad solo se
absluTicron de derramar la sangre de niños y mugeres. Esta fué la
celebre batalla de Albandic, ó de la fosa de Zamora, tan sangrienta
jara k» Tenced(M*e9 como para los vencidos. Acaeció esta batalla y la
de Abderahman y Radmir en la luna de Xawal del año 327 (638) , tres
días despoes del eclipse que turbó los ánimos de estas huestes. Cuenta
Mesaudi que se decía en Postal de Egipto en su tiempo, que habian
Boerío en esta expedición cuarenta ó cincuenta mil muslimes.
CAPITULO LXXXI.
De la vuelta del rey Anaair á Córdoba , y de Yarioi iuoeMt.
H rey Abderahman dejando asegurada aquella frontera , y dada orden
para reparar los muros de Medina Zamora , se vino con su hueste á
Mérída, despidió las banderas de Toledo, Tadmir y Yalencia, y fué
ii^cibidoenla ciudad con aclamaciones de triunfo : premió á los caudi-
fts que se habian distinguido en esta gazna de Galicia, y dióá los jóvenes
mudos preciosos, armas y caballos , y á los jeques y caballeros alcaidías
1 fsobicmos. Dio el gobierno de Sevilla á Ismail ben fiadr ben Ahmed
bcnZajde, conocido por Abu Becri, caballero de Córdoba. Después que
inoínsó d rey algún tiempo en Mérida se vino con los v^azires y alcai-
<lesde su guardia á Córdoba , y el día de su entrada en ella fué de gran
fiesta y general alearía. Hizo el rey cadi de Yalencia á Giafar , hijo de
Miafben Yemen, en consideración a sus propios méritos y álos bue*
iH» scryidos de su padre , que murió peleando en la batalla de Zamora,
n ano 328, doce días antes de acabarla luna de Giumada primera,
bllcció el célebre cordobés Ahmed ben Mubamad ben Abdrabihi, docto
J eicgaote poeta de este tiempo : había celebrado en sus versos ¿ los
reyes Muhamad , Almondhir, Abdala y Abderahman Anasir, y sus in-
{^iosas composiciones eran las delicias de Córdoba, y la honra de los
poetas andaluces. El principe Alhakem hizo de ellas una escogida co-
irón que tenia veinte partes , y las dio títulos singulares como el
nelo, las estrellas , la aurora , el día , la noche , el huerto , la nube , el
'mar, el arrepentimiento , la corcilla : habia nacido á diez de Ramazan
M aoo 246 , y esperó la muerte ochenta y un años , ocho meses y ocho
días. Cuenta Yahye ben Hudheil, sabio y erudito poeta, que él se de-
<Sicó ala poeaaoon esta ocasión; que habiendo fallecido Ahmed Abdra-
hlú, él posaba por una calle enCórdoba , y vio salir de una casa infinidad
de frente que seguían un féretro , que preguntó quién era el difunto , y
ledíjeroQ : ¡Pues no sabes que ha muerto el poeta de Córdoba ! que siguió
^1 entierro , y vio el gran concurso y general sentimiento, y de aqui
procedió su ansia por ser poeta : que se volvió á su casa sin pensar en
<to cosa , y aquella noche en su sueño le parecióqueostaba á la puerta
deima casa, que le dijeron que era la casa de Alhasan ben Ueni : que
212 HISTORU DE LA DOMIMACIOR
llamó á la puerta , y le salió abrir Albasao, que le miró cOd ojos ma;
agradables , que luego á la hora dispertó y estuvo desvelado hasta el
día : consaltó á sus amigos su sueño, y le dijeroo que con el ticynpo
seria un buen poeta, según el benigno aspecto con que le habia mirado
Alhasan ben Henl : que se dedicó ¿ la métrica , y con efecto consiguió
mucha celebridad por sos poesías : que fué su escuela la casa del ^azir
j privado del rey Abderahman Anasir el célebre Abu Amer Ahmedbcn
Said : que su casa estaba abierta á todos los hombres doctos, y en es-
pecial favorecía á los buenos Ingenios : que concurrían á ella ¡os mas
insignes poetas de Andalocia. Era la casa de esto wazir como una aca-
demia , y contó en ella Said ben Ahmed ben Qialad , andalu2 , que es-
tando en Oriente en una concurrencia de muchos eruditos de varios
paises se citaron poesías muy elegantes, y dijeron algunos : Nocs josto
que nos ocultéis vuestros buenos versos de Andalucía , como no se
oculta la luna llena en la oscuridad de la noche : que entonces recitó
varios versos de poetas de Espefla , que (taeron repetidos y celebrados
de todos ; pero unos egipcios dijeron entonces : ¿Y dónde hay entre
tantos poetas de España uno como Alhasan ben Heñí ? que él entonces
les dijo unos versos de Algazali Yahye ben Hakem, andaluz ^ de su ca-
sida larga , y maravillados todos á una vor dijeron t ¡ Dorr el Basan,
dorr el Gazali ! que no ceden en nada uno á otro. Eran al mismo tiempo
muy concurridas las conferencias de eruditos en casa del cadi Abca
Zarb , y asistían á ellas Aben Thaalaba , Aben Asbag y otros muchos
sabios de la ciudad ; y algunas veces Muhamad ben Moavia el Coraixi,
Ahmed ben Almntaraf , el vazir Aben Said y Muslcma ben Casim, j
otros de la primera nobleza. En casa del wazir Iza ben Ishac , y de
Ghalaf ben Abes el Zahrawi , famosos ambos por su sabiduría en todas
las ciencias , y en especial por sus doctas obras de medicina , eran las
conferencias de hombres aplicados á las ciencias físicas y ala astrono-
mía , al cálculo y otros conocimientos : eran ambos médicos del rey
Abderahman; pero tan virtuosos y benéficos que sus casas estaban
abiertas de día y de noche , y sus patios se llenaban de pobres que les
consultaban sus dolencias. En fin de este año 328 falleció ca Córdoba
Ibrahim ben Hilel el Caisi, llamado el Ghuzeni por su patria, hombre
de mucho valor y de loable vida , que acompañó al principeAlmuda-
for en muchas sangrientas batallas , Ucvando sus órdenes á los caudillos
y banderas.
CAPITULO LXXXH.
De la baUUa de Gonnu, y uegnaa om Im critÜiMot.
El rey de los cristianos volvió á bajar de sus montes con numerosas
tropas, corriólas tierras que riega el Duero en Lusitania, peleó con el
caudillo de aquella frontera Abdala el Goraixi , y venció álos muslimes,
y se apoderó de Medina Zamora , y degolló á los muslimes que la de-
jfendian. Estás infaustas nuevas llenaron de pesar al rey Abderahman,
y escribió álOB wáUes de las capitanías de Toledo y de Mérida que en-
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 215
TMMrat banderas A la frontera de Galicia. Envió la caballcria de An-
dalada, y encargó al caudillo Abdala la venganza de los daños recibidos
de los cristianos, y le ordenó que les hiciese cruda guerra á sangre y
fuego. Juntas las tropas muslimes , el wali Abdala el Coraixi entró con
dhs aquella frontera , le salieron al encuentro los de Galicia, en tal
stiucion , que por un lado estaban cercados del río Duero, y por el
otro de altos cerros y tajadas pellas, por lo cual el sitio obligaría á los
linos y los otros á pdear , y la esperanza consistía en el valor , y la salud
dependía de la victoria , decia Coraixi :
De nn lado nos eeret Duero , del otro pefia Ujada ,
La salida esU en vencer, y en el valor la esperania ,
La sangre de loa ínfleles enturbie de Duero el agua.
Trabaron una sangrienta batalla , vencieron los muslimes , haciendo
en los cristianos atroz matanza , y en esta ocasión vengaron la sangre
de sos bermanos, y la de sus enemigos enturbió las aguas del Duero t
se apoderaron á fuerza de espada de la fortaleza de Sanestefan de Gor-
maz , y Dios sabe el número de los enemigos que allí murieron : fué esta
ha(aúa de Gormaz afio 329 (940). Pasó después Abdala el Coraiu sobre
Zamora , y la entró por fuerza con gran daño de los que la defendían ,
qne pocos se libraron de las espadas musUmcs sedientas de sangre. Con
h nueva de estos venturosos acaecimientos en Galicia , se templó el dis-
gusto de las noticias menos agradables que venian de África : los Edrises ,
mas condados en los auxilios que les daban los caudillos del Fatimi, que
en los de los caudillos andaluces , se mantenían indecisos , y con la
muerte de Moza ben AlaGa , de quien habian recobrado la mayor parte
desús tierras de que les babia desposeído, disimulaban menos su dcsa-
fcdoá los de Andalucía, y no creian sinceros los auxilios que Abdcrahman
les ofrecía. En este tiempo Aben Isbac ben Omeya se indispuso con el
rey de GaUcia por desconfianzas que tenia de sus servicios y consejo , y
«scribió al rey Abderáhman para que le recibiese en su gracia , y excu
samlo sus anteriores procedimientos , por haber procedido de una bou
nda presunción^ creyéndose d)ligado ¿ vengar la sangre de su hcr-
naao : que ya desengañado de no haber sido muerto á sin razón , le
npücaba le recibiese en su servicio para acreditar su lealtad , y como era
boeo mnslim. El rey Abdcrahman admitió sus excusas , y le recibió en
su gracia y en la misma dignidad de ^azir y caudillo de frontera. £n
este año 329 falleció el cadi de Badalyox Salmón ben Coraixi , hombre
docto y de mucha virtud : su muerte fué muy sentida en la ciudad y
pueblos de sn comarca. También falleció este año el insigne poeta Abes
H Soteid , asi llamado del valle de Solch en el cadiazgo de Sevilla , por
otro nombre se le llamaba el Taliki ó de Talica, ciudad antigua cerca
de Sevilla. Murió este año Ghalaf ben Basil el Firixi, célebre en Oriente
fw sos conocimientos ; murió ep Firi^ , pueblo de Granada.
fií d año de 330 sabiendo el rey Abderáhman la gran fama de oru-
didoa y de sabiduría de IsmaH ben Casim Abu Aly el Ca)i , natural de
Mmar-gerd en Diarbecri , á quien admiraban los sabios de Pcrsia , de
Siria y de las Iracas , que vivía en Bagdad desde el año 303 , donde le
214 HISTORIA DE LA DOMINACIÓN
oooBnUdmiL lo9 caUfiís cuando volaba sobre oUai mamumeá^ j Tiendo
la aflcion y amor á las letras de su hijo el príncipe Albakem , cnyió sos
cartas á Ismail d Cali, rogándole quisiese venir á establecerse en Cór-
doba^ donde le oTrccía su mismo alcázar 6 el de su hijo con quien de-
bería conversar, y al mismo tiempo le propuso tan generosas condi-
ciones , que Ismail ríno á España , y entró en Córdoba en este año. Fue
admirada su sabiduría y aplaudido su grande ingenio, sus poesías, y
mas que todo su buen corazón y general agrado : presentó á poco tiempo
al rey su libro célebre intitulado Nutkler , lleno de composidoues muy
elegantes en prosa y verso : su casa fué desde luego frecuentada de los
doctos y de la gente mas distinguida de Córdoba, y frató oon especial
amistad al célebre ingenio Jusuf bcn Ilarun el Kendi de Rameda en Al-
garbe , de quien docia que el principio y el sollo de la poesia había sido
y era Kenda , con alusión á Amrulkcis y Motcnabi , y al español Jusnf
Kendi; y escribió este una elegante casida á la entrada en España de
Abu Aly Ismail ben Alcasim. £n este ano 330 partió á Oriente el cadi
Mondhir ben Said el Boluti con su hermano Fadlala, ambos de Córdoba,
y muy estimados del rey..
En este año falleció en Córdoba el docto Abdala ben Joñas el Morcdí ,
andaluz, célebre por sus elegantes escritos. Se levantó en Afríca contra
los Fatemis Abu Yezid, y los venció y ocupó gran parte de sus estados,
y cercó al rey Alcayem Bimríla en Mahcdia, y duró lai^ tiempo d
cerco , y falleció Alcayem Bimrila el año 334 , y estuvo oculta sn muerte
mucho tiempo , y le sucedió su hijo Ismail , apellidado Mansur Bila ,
que venció al rebelde y recobró sus estados.
£1 rey Radmir de Galicia envió sus mandaderos á Córdoba al rey Ab*
derahman Anasir para concertar ciertas avenencias de paz en sus firon-
leras : y el rey Abderahnian los recibió muy bien , y otorgaron sus tre-
guas que ofrecieron guardar por conveniencia de ambos pudilos^ y
envió el rey Abderahman á su wazir Ahmcd bcn Sahid con los manda-
deros de Galicia , para saludar en su nombre al rey Radmir , y ftoié fj
wazir á Medina Leidnis, capital de Galicia, y son cristianos como loa de
Afranc do secta Melkita : se ajustaron treguas por cinco años, y fuGion
muy bien guardadas.
En el año de 333 se acabaron de construhr algunas d>ras y reparos
en las atarazanas de Tortosa , y mandó el rey construir naves en los
puertos del Mediterráneo. En la frontera de España oriental el ir4dí
Abderahman ben Muhamad hizo entrada en los montes , y echó de I¿-
rida y de sus comarcas ú los hijos de Hafsun , y puso en el gobierno de
esta ciudad al wali Muhamad ben Atanail , que permaneció en día
hasta el año 335. En esto año volvieron de Üriente ios dos hermanosfil
radi Mondhir ben Said el Boluíi , y Fadkila bco Sasd , y pocos dias des-
pués de su llegada á Córdoba talleció Fadlala ; era walilcoda de Fcrfis
Albolut.
En Edja se construyó de orden del rey una acequia de riego y un
abrevadero magnifico , y se acabó la obra al principio del año 338, y el
gobernador de la ciudad y de su comarca puso una elegante inscripción,
(fxe dice asi :
DE LOS lAABES EN ESPAÑA.
En d nombre de Dios clemente y itiisrrirnrdioso innndi'i el principe <]e loa
iirtei,aigr«iKl¿tCBleDios,AbderahinRnhijo(lc Muhaniad, cooslruir e«ta ace-
<|B» , etparaDdo los premios de Dios Dinni potente , ftlorioao y dadM' de todo
•"«i , j w) aeibó eat« obro con oyuda du Dios por manos de su siervo y amil
**'W7*bonHuhuiMdbcnSonieidenloliinadeMubarram,Qño 33S.
3Í6 HISTORU BE LK Dímilf ACIÓN
CAPITÜM) Lxxxm.
De U conspiración de AbdAla, hijo del rey.
Había el rey Abderahman declarado f aturo suoesdt* del imperio á sa
bijo Alhakem y y se babia celebrado con mucha solemnidad la jin*a de
walialahdi con asistencia de los walies , wazires , alcatibes y oonsejeros
de estado : su hermano Abdala competía con AUiakem en aflcion á las
buenas letras y en sobresalir en todas buenas artes y gentilezas de caba-
llería , y en ganar la voluntad y favor de los hombres , y hacerse amar
de los pueblos por su afabilidad y generosas liberalidades s eran ambos
do excelentes prendas , admirable ingenio y erudición ; pero Abdala
celebrado de todos, desvanecido acaso con el demasiado favor del aiffa
popular. di6 oidos á las sugestiones de algunos ambiciosos que buscaban
por medio de este principe su propia exaltación , y le hicieron concebir
ideas que trocaron su feliz estado de honra y celebridad presente, por
esperanzas torpes ó inciertas de una subida violenta al trono y ya desti-
nado a su hermano. La grandeza del intento ofrccia temor , peligros,
dilaciones ó incidentes que obligaban á nuevos proyectos. Fué d caso,
sogun cuenta Abu Omar ben Afif en su historia que perfeccionó Aben
Hayan , que Ahmed ben Muhamad , el conocido por Aben Abdilbar,
hombre sabio y especial amigo y favorecido del principe Abdala, qne
apenas se apartaba de su lado, que le acompaftabaen casa y en el campo;
pero al mismo tiempo hombre do ánimo atrevido, disimulado ea sns
cosas, tan adulador como soberbio y codicioso de subir y levantarse á
mayores , con un exterior de respeto , de suavidad y singular modestia,
todo artificios y ficción para lograr sus intentos ; este, ' pues, persua-
dió al principe Abdala , que la gente principal dé (odas las provincias y
la de la capital do todas las clases, le miraban como agraviado en la
preferencia que había dado su padrea su hermano Alhakem dedarán-
dolé su futuro sucesor , desentendiéndose de las prendas que le distin-
guían, y del general amor que el pueblo le manifestaba : que si él qncría,
si él entraba en ello, no habia dificultad en hacer por él una aclamacioo
popular , y remediar lo hecho , y aun obligar al rey su padre á cederle
<^1 trono, y si era menester se toniarian determinaciones mas fuertes.
Deslumhrado el principe Abdala con las lisonjas y alabanzas de este,
con las promesas y seguridades que todo lo facilitaban , y en suma por
fatalidad de su estrella , mas que por malignidad de su cxnrazon , le per-
mitió fomentar su bando y parcialidad, y él mismo procoró ganar las
voluntades de wazires y caudillos de la guardia, honrado á los amigos
de Abdtlbar con su especial ftivor , con oficios y gobiernos ^ y familiari-
zándose con toda clase de gentes. Nadie extrañaba que el principe ve-
tase á los hombres doctos , y á los que recomendaba la fama de sos in-
genios y erudición , y que estos frecuentasen el palacio Memán en
donde vivía : siempre habia manifestado igual humanidad y afición á
las letras. Aben Abdilbar, menos discreto de lo que omvenia, ósea qne
falla el consejo cuando falta la fortuna , confió su secreto á quien mas
Bte LOS AHAffiiS SN fiSPAÑA. 1^17
Mqoeéllo re?el6 al rey Abdettilmiftn, y le deécolbrtó anmiias de lo
^sabía de la eonjaradon que se tramaba ¿ favor de so hijo Abdala ;
por nracboa pardales sayos qac intentaban una reyolndon contra su
soberanía , y quitar la Tida al principe Alhakem su ñituro sucesor , que
d día debía ser el de la fiesta de las Víctimas , que ya se acercaba ^
Abderahman, aun en )a incertidumbre de esta delación, consideró
que ni todo se había de creer ni lemer , ni en estas cosas hay ninguna
por lere qne parezca , que deba despreciarse : con mucho secreto con-
salló á sn lio Abnndafar , y de su acuerdo envió un ^wazfar de sus guar-
dias de cabaDeria para que á media noche prendiera á su hijo el prin*-
dpe Abdala, y á buen recaudo con secreto y diligencia aquella misma
oocfaelc condujera ¿ Zahrá, donde estaba la corte , y hechas las conve-
nkntes prevenciones al wa2ir para desempeñar su encargo : este partió
á GMoba , y á nombre del rey entró <m el palacio Meruán , que está
filen de la cradad , y sorprendió al principe , y hallando en su compa-
ñía al alfaqui Aben Abdiltmr , y á un caballero amigo suyo conocido
por el seüor de la Rosa , llamado Ahmed ben Abdala bcn Alatar , que
pasaban con el principe aquella noche , como á sospechosos los prendió
también , y separados los llevó presos á Zabrft y los encarceló sin comu-
nicadon. Guando llegó Abdala á la presencia del rey su padre , este le
dijo : ¿Te tienes por ofendido porque no reinas? y con la turbación Ab-
dria no acertó á decir nada , sino llorar ; y su padre con mucha severidad
mandó que se le encerrase en su estancia, y asi se hiaio. Ordenó el rey
que doa vr azires de su consejo de estado averiguasen de Abdala lo que
sapicsedcla conjuración. Los^azires aclararon cuanto se deseaba saber,
porque Abdala con ingenua verdad descubrió cuanto habia en el caso
hasta el momento de su prisión : que las sugestiones de Aben Abdilbar
le hdiian induddo y excitado á conspirar contra su hermano, que él
mismo exornaba y facilitaba los medios para este atrevido intento ; pero
que no conocia otras personas determinadas á servirle en este malha-
dado enredo : que aun el señor de la Rosa Aben Alatar en su concepto
era inocente y no habia tenido parte en estas maquinadones por incauto
y poco secreto : que sdo sabia del mal consejo de Aben Abdilbar y de
sos tramas , q[ue el prindpio de ellas habia sido que Abdilbar deseaba
<4 cargo de cadi de los cadies de España, y que á pesar de su favor no lo
había logrado , que este descontento le habia pei^do , que él daba gra-
cias á Dios porque su divina bondad habia desconcertado tan pemido-
tts maquinadones. Mandó el fey Abderahman que se convendóse á
Abdilbar can loque Abdala había declarado, y que se le descabezase el
día de la pascua de las ' Victimas, el mismo en que él meditaba poner
por obra sos malvados intentos.
I Kdobi caeutji en pocas palabras esla desgracia de la familia de Abderahman, diciendo :
Akuia, bijo de Anastr, mancebo moy erudito y Tirtaoso, fué muerto por orden de sa padre
P«f ranM del gran séquito que teiiU de gentes , por so hoioaiiidad y eieelentes prenda» ; coibo
M a lo<$ reyes descontentaran sas hijos cuando son buenos y bien acostumbrados.
' Tcnian los musliiues do España cuatro pascuas al afio, la primera el dia noveno de La luna
4» Mabarram, y se llamaba pascua de Ataucia; la segunda ei dia doceno do la luna de Robie
Fiincra, y se Ñamaba pascua de Annabi; la tercera el primero de la luna de Xawál, y se lia-
"ttka de Atatra A do Randa de Ttnmatnn ; y la cuarta el deceno de la tuua Dylbagia , x ^ ''*'
i&sba pascua de Cameros ó de las Victimas.
U% Umomk M LA D01llNiU::iM
SibioMlo Aben AbdÜMo- qae él ate de hr pascua de tes YkCiiiias había
de ser descabesado, h noche preoedenle se quitó h vida, y amaneció
woerto en su prisioii : entregóse sa cadáver ¿ sos parientes , ylo enter-
raron en ^ cementerio del Arrabal. Fué £sto en te hina Dyihagia del
año 338 (949). ha fama, como suele, levantó cosas atroces acerca de hs
drennstanclas de estos acaecimientos , y aun estando fresca te memoria
de esta desventura so contaba ya con variedad te muerte dd principo
Abdata. Se dice que Alhakem piíUó i su padre el perdón de su hermano
Abdala , y que Abderahman le respondió : De tu parle están bien los
niegos y te intercesión , y si yo tuviese ahora te suerte de un homtur
privado baria lo que tü quieres, y como redama mi coraron; pero
como rey debo poner los ojos en te posteridad, y dar á mis pod^
ejemplos de justicte , y asi yo lloro amargamente á mi hijo, y le Uoran>
mientras me dure te vida; pero me es forzoso ser justo imitando d
ejemplo ^ del gran califa Omar ben Alchiteb : asi que ni tus lágrimas ni
mi d^oonsudo y el de toda nuestra casa pueden librar á mi desgraciado
bijo de te pena do su cierto delito. Dicen que escribió d principe Ab>
date á su padre rogándole por el sefk>r de te Rosa , diciéndolc -. Señor,
que no padezca un inocente por mi culpa : y d triste fué muerto aquella
noche en su estanda , y enterrado al día siguiente en d cementerio do
te Rusafa : acompañaron su pompa fúnetere sus hermanos AHiakom ,
Abdeteziz Abulasbag , Abddmdic Abu Muhamad, Almondhír y otros
M emanes con todate nobleza de tedudad. Gonu>tes desgracias no vienen
sotes, poco después falleció d príndpe Almudafar, tio del rey. con
grande sentimiento de este , que le amaba comoiá padre.
CAPITULO J-XXXIV.^
De la Tenida, de los meosageros de 6 recia , y otros auoesos.
En este tiempo vinitnron á Córdoba enviados del rey de los griegos al
rey Abderahman , fueron recibidos con mucha ostentación en el magni-
fico pabellón del jardín grande , que estaba cpbierto de predosos relm
de seda verde y oro ; el rey estaba acompañado de su hagib, n^azins j
alca tibes, y de una briltenle guardia de eslavos. £1 rey de los gncpt^
enviaba sus cartas escritas en vítete de oro y azul , cerradas en ana ci^ja
de oro , y en sus extremos grabadas unas imágenes do Jesús bendito si*a
y dd emperador Constentino : pedia en ellas que renovasen los an(igiK«
tratos de amistad y altenza que hablan tenido sus antepasados rontra
los califas de Bagdad : mandó el rey ií su hagib que hospedase á los on-
viados griegos, los cuales después de haberse detenido algunos dia<; on
Córdoba se despidieron del rey Abderahman , y envió con dios un wa-
zir de su casa para que saludase al rey de los griegos de su porte, j lo
* Alude al ffadia de Aba Xahma coando le taanáú aiotar •« padre el calfb Omar eon ejM'
piar tereridad. La muerte de Abdala fué , según Alcodai ben Alabar, día marteá seigMinlo v
tercero de la fletia de laa Vlctimaa, afio 399 ; pero Edobi y oirós antisuoa dicen que fué ri aiHt
anterior.
DB LOS ARAUS EN fiSPiyfiíA. 219
4e sa «nifllad, y le Hcvase nn rico presente de eaballos de
AadaiiiGía , «roías y predofioe jaeces de Toledo y de Córdoba.
Eñ Almagráb el wali Atm Alaixi Ahmed Alfadfl, hijo de Alcasim
Edris , por consejo de los caudillos zenetes y andaluces se puso bajo la
pn>leodoo de Abderahman Anasir, y le hizo aclamar en todas sus du-
Mes : holgó mucho Abderahman de esta confianza de Abu Alaixi , y le
(Mríbió aaegurindole que le ampararía contra todos sus enemigos , y le
^nidaria con todo su poder, y envió tropas de Andalucia para reforzar
ios presidios de Gebta y de Tanja. Aclamaron al rey Abderahman Ana-
ar de Córdoba en Medina Taliart y en Fez, donde gobernaba bajo su
proleodoo el irali Muhamad bcn el Chair Yafcrini el zenelc, cuyos
iDlepasados fueron muy afectos á los Omcyas de Espaila. Entre los
boenos ingenios que florecían en este tiempo en España, y merecieron
la estimación del rey Abderaliman , fueron dos de la amolia 6 gobierno
deSegoyia, el uno llamado Edris ben Yemen conocido por el Sabini ,
dd nomhre de su patria Caríat Sabin , por las sabinas que abundan en
sqoella sierra , que son especie del saniber 6 enebro, de que se hacen
buenas adargas; solo Aben Derdg le podia disputar el mérito do sus
poesías : el otro era Abderahman bcn Otroan el Oxami , ¿c la antigua
Oxama, que se distinguía en esta provincia por su ingenio y erudi-
ción.
£1 rey de Galicia hizo entrada en tierras de Zamora y en la Lusitania -.
d mdi de Mérida y los caudillos do la frontera de Duero avisaron de
estes cabalgadas: luego mandó el rey Abderahman publicar algihed
para eotiar la tierra de Galicia , y se allegaron las banderas de todas
las provincias , y vino el gobernadoor de Fez Muiuimad ben el Chair ben
Bf iduanad el Yaferini el zenete con muy escogida taifa de caballería , y
con licencia del rey Abderalmian dejó en aquel gobierno á su primo
Ahmed ben Abi Becri ben Ahmed ben Otman ben Said el zenete , y
hifgo qfie llegó ¿ Córdoba partió A la santa guerra : también vino de
Zangón Mubamftf ben Háncem el Tegíbi por obligación de pacto que
otorgó al rey cuando le depuso del mando de aquella ciudad ; y con
Doneroia hueste entró él wali Ahmed ben Said Abu Amer en tierras
de los cristianos , y los echó de Selmanica y otros fuertes do aquella
comarca con atroz matanza , y corrió con sus algaras basta los montes,
y peleó con los cristianos, y los venció, y hubo de ellos grandes despo-
jos, caativos y ganados : fué esta célebre entrada el año 339 (950) : los
firoolcroa repitieron su entrada al año siguiente , y fue también harto
ventoroaa. Ésk este año falleció en Córdoba D^vila ben Hafasol Mcroání,
lumbre muy poderoso^ que contribuyó con sus grandes riquezas á que
en este aío se restituyese á Mecca la piedra negra , y él- fué á recibir las
demás recompensas de su genc?osidad : en principio del año 340 falle-
ció en Córdoba Casim ben Asbag , el de Baena, insigne por su sabiduría ;
na obras eran la admiración y estudio de todas las academias de Oriente
y de África , en muchos siglos no se hallará quien escriba tantas y tan
pyrehwaa ? cuentan que los dos años últimos de su vida no habló una
palabra. En d aBo 339 cayó granizo grande como piedras de peso de
de blira , mataba las aves y ganados , y ¿ los hombres también , y
^20 HUTeRIA DE LA MHDIACIOll
destraydlaamiMesykMrnitofl délos árbolet, yfoécMBMdBMratia
en algunas proviDcias de España.
CoandoYiDoá Córdoba el wali AJuned ben Said Aba Amer de ma-
pedícioa de Galicia , fué recibido con adamadoiiea de triunfo « y d rej
Abdcrahman le hizo grandes honras, y dio á su hermano Abdebndic d
cargo de wazir de su consejo de estado , y además del qnintoqoe entre*
garon á Abdelwahib, tesorero del rey, hicieron estos walies un rico
presente al rey Abderahman que acreditó su opulencia. Consistía, se-
gún refiere Aben Chalican, en estas oosasi cuatrocientas libras de oro
puro de Tibar, valor de cuatrocientos veinte mil zeqnies en plata eo
barras, cuatrocientas libras de lináloe, quinientas onzas de ámbar,
trecientas onzas de alcanfora preciosa , treinta piezas de tela de oro y
seda, ciento y diez aforros de martas finas deCorasan, cuarenta y odio
cubiertas ó caparazones de oro y seda para caballos , tejidos en Bagdad,
cuaLo mil libras de seda en madejas, treinta alfombras de Persia,
ochocientas armaduras de hierro brufi^do para caballos de pdea, mil
escudos, cien mil flechas, quince caballos árabes de raza coa ric»
jaeces recamados de oro , den caballos de Africay de Espada bien en-
jaezados, veinte acémilas con sillones y cubiertas largas ^' cuarenta es-
clavos Jóvenes, y veinte esclavas bien parecidas, to^ con predosos
vestidos , y una casida ó composición larga de elegantes versos en elogio
del rey, obra dd wali Ahm^ ben Said. En el aAo 841 murió el señor
de África Mansur Bila el Fatemi , y le sucedió su hijo Moezlcdinaia Ain
Temim Maad , y babia reinado siete años y diez y seis días , tenia trciita
y nueve años. £1 año 34S cayó granizo muy grande, que mmcase vi6
tal, mató fieras y ganados , y destruyó los firulos de toda espedetse
siguió una inundadon, que se ahogó mucha gente en ella^ y losrioi j
avenidas dcstruytíx>n muchos edifidos asi en iUmagréb como en Espada,
continuaron nubes espantosas por muchos días con truenos y reUñaipa'
gos y bravos huracanes , que dcstmian casas y arrancaban árbdcs ro-
bustos. En la luna de Safar del año 343 el wali de loledo Obddah bes
Ahmcd ben Yali , que tanto se habia distinguido en la entrada al Gnt de
Badalyox y sus comarcas, entró en tierra de Galicia y dervolóá ks
cristianos , que le llamaban el Caid AJainaporsu vakMr,y ancódeaqoeDa
tierra mudias provisiones y. despojos , y manifestó bien que era bijo de
su padre Ahmed.
£1 valideFez escribió al rey comunicándole loa psogresos de sos ar-
mas en Alnugréb, y pidiéndole líc^icia para edificar el 4loanoúcú|Niia
de la aljama de los Gairvanes, y el rey se la dio, y envió unagrso
cantia de doblas de oro para la obra, del quinto de los despojos deis
expedición de Galicia i asi se engrandedó la aljama, ae derribo d
d<Nno antiguo, y se puso encima del nuevo la espada de £dris,dfaadi-
dor del estado de Fez, y se acabó esta obra el ano 344 (9t56). Ee ^
mismo año ocuparon ha tropas del rey do España Abderahman Aoaai
la ciudad de Telencen , y fué aclamado en día como proteelor de la
Edríscs. En el prindpio del mismo hubo postileiida en Africa« en M
magréb y en Eqiaña , y ciwó gran mortandad en todss estas regíoaei
DE LOS ABABES EN ESPAÑA. 331
CAPITULO LXXXV.
De li presa de una nave de ACrica , y otros sucesos.
£q este tiempo ana naye grande que habia mandado el rey labrar en
ScTíUa, para oondacir mercancías de España á Egipto y Sjria , encon-
tró en m nayegadon cerca de Sicilia una nave de África en que venia
m enviado de Moex Danla, soldán de Egipto, con cartas para el wali
qoc tenia en aquella isla t d arráez andaluz trabó combato con la nave
africana , y la venció, y se apoderó de ella , continuó su viaje y vendió
en Alejandría sos mercancias, y cargó otras, y se tornó ^ España.
Cuando d soldán tuvo noticia de la presa de su nave mandó salir de sus
puertos naves armadas , y también de Sicilia , y vinibron siguiendo á
ias de España : mandaba las naves del soldán Albasan ben Aly, wali de
SidUa , 7 con sus naves armadas entró en el puerto de Almería, y se
apoderó de la nave grande que todavía no pudo salvar su trarga, y
quemó otras pequeñas que estaban en d puerto, v huyó contento con
esta presa y venganza. Esta nueva causó mucbo disgusto al rey Abde*
rahaun, porque venían en aquella nave muchas doncellas hermosas y
cantoras de Greda y dé Asia. El hagib Ahmed ben Said ofreció al rey
drjarle Uen vengado , mandó allegar las naves de las costas de Jbpaña ,
j con nmcha gente de pdea pasó á Wahran , reunió las tropas de An-
dalucía que estaban en Almagra , y juntó veinte y dnco mil caballos,
j entró en la provinda do África t salió contra ellos Alhasan ben Aly,
y trabaron sangrienta batalla, y vencieron los andalucá á los de San-
haga y Ketama con atrqz matanza , siguieron á los africanos, y corrió-
run la tierra , quemando los aduares de aquellas tribus hasta llegar ¿
cPTcanias de Medina l'unez , que distaba dos largas jomadas i en éOk ,
por sn situación en la costa ^ habla mudios ricos traficantes y judios , y
pur cansa del comerdo tenia fama de grandes riquezas. Con la espe-
ranza del saqueo se animaron ks andaluces y zenetes , y le dieron re-
cios oombates por mar y por tierra, pues hd>ia mandado Ahmed ben
Said qoe sos naves fuesen siguiendo la costa i los de la doibd , viendo
el p^gro que les amenazaba do s^ entrados por ñierza , y estando sin
esperanza de ser socorridos, movieron tratos de avencnda ofreciendo
gran smna de doUas de oro < Ahmed ben Said les imposo una grande
amtribucion en dinero , y adunas les sacó ricos paños ^ muy preciosas
mercaderías , inestimabtei ioyas , vestidos, y cierto número de esdavos
7 esclavas , armas y cdMiIlosi y las naves que tenían en su puerto, y
rvjn estas y las suyas divió la presa ¿ España, y volvió á Sevilla muy
bien vengado. Las riquezas ganadas en esta expedición fueron tantas
que después de sacado d qukito , y d rcsardraicnto do la nave dd rey,
quedó gran suma al hagib y á los arraeics , caucKllos y tropas de la
hueste , que todos queduon contentos , andalmcs y zenetes. Hizo d rey
pandes honras k su hagib Ahmed belí Said, y le señalópata su ouuite-
nimienlo den mU doblas de oro al año.
Ikifota ben AlalUr, eseritof muy ^Higente tie sncesos prodigiosos ,
323 umORU I>£ LA DOWIfACHm
qiiecD csttiaan3t6(!)57)cl mar mciiguóocheaUbraz», descubriéndose
Islas , inonk-9 y escollos nunca vislos ni conocidos en los pasados timi-
pos : asimismo en eslc aña se acabaron de labrar anas facnles y ornntos
del palio de la aljama de Córdoba , j se puso una bella inscripóoi) gra-
bada en mármol cárdeno , que en Irecc lineas dice asi ;
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DE faOS ÁRABES EN £SI»AftA. 22S
Ble ptlio os harto osi>acK)so , y está jilaBtado de polmas j naranjos con
icrmosas fuentes de agua pura que corre entre flores y apacible verdura
debajo de los planteles , para recuerdo de las amenidades del paraíso. El
geógrafo Al^ardi compara la aljama de J^walem á esta de Córdoba ,
dice a» : Alónente de la ciudad está la gran mezquita llamada Alaksá ,
(|ttc no tiene par en el mundo en grandeza sino la aljama de Córdoba
fn Andalncia : la longitud de la mezquita Alaksá es de doscientas varas,
j de aochora tiene ciento y ochenta : en medio de eila está la Alcoba
Asaban ó capilla de la Peña ; se dice que el techo de la aljama de Cór-
doba es mas alto que el techo de la Alaksá , y el patio de la Alaksá mayor
qoc el patk) de la aljama de Córdoba.
CAPITULO LXXXVI.
Do la Ycnida de Abu Alayxi é Espafia , y olrot sucesos.
Eq el aüo 347 dio Abderahman Anasir el gobierno de Tanja y de sus
nmfioes á Jaalt ben Muhamad el Yafcrini ; y viendo Abu Alayxi Almied
N Akasim Kcnuz ben liklris el poder de Abderahman , y que ya era
doeiiode todo A ImagrCb, escribió sus carias pidiéndole licencia para ve-
nú* á Espada para hacer su algihed, y el rey Abderahman se la concedió.
Cuando sapo su venida mandó el rey prepararle todas las posadas desde
Ak^zira Alhadrá con tanta comodidad y magniGcencia que no echase
BKnos sus alcázares ; y ademas del servido , manteninriento y gastos
necesarios, señaló mil doUas do-oro aldia para regalos extraordinarios ,
Tasí 8c hizo desde Algezira Alhadrá hasta Córdoba , que fu<Hron treinta
n|MsíQttes t en Córdoba Tuc recibido con macha honra , y saüó á red-
birle cl príndpe Alhakcm y sus hermanos con muy lucida caballería , y
fnc hospedado en el palacio real : se holgó algunos días en Córdoba y
^ Medina Azahrá , y después partió á la frontera oriental para hacer
<*nella su algihod, y alli quiso Dios que lograse la corona de los guer-
^Ttjs : este fué el último de los Edrises que reinó en Almagréb. Habia
dejado en su ausencia por ^ali do sus estados á su hermano Alhasan
beo Kcnikz , que continuó bajo la protccdon del rey (te España.
Go este mismo tiempo Naad ben Ismail , señor de África , deseoso de
f (D^rse de los daños que le habiati het^ho los andaluces y zenctes en
Mib tierras do África, y envidioso del poder de los Omeyas en Alma-
trri'b, envió á su caudillo Gehwar cl Bumi con veinte mil caballos de
b cabilas de Kctama y Zanluiga , y muchos mas de otras , con ánimo
^ ocupar los estados de Almagréb. Salió Gchwar de Gairvan con ínfi-
ñu chusma : llegó k nueva de su invasión á JaaU ben Muhamad el
Yafcrini, wali de Abnagréb p(Mr el rey Abderahman de Córdoba, y reu-
vfndo sus cabilas Yaferini , de los zenetes y de Masamuda , allegó nu-
ntroba calnUeria y saltó al encuentro de los enemigos en cercanías de
Uedioa Tahart , pelearon los campeadores de ambas huestes ooa varia
UIOTOAIA DE lA DOHINAaOlf
una , evitándose por unos y por otros d venir á una batalla canqnl.
3ci6 Geliwar grandes premios á los caballeros de £etama si quita-
la vida al \9dli de Almagréb, y habiéndose trabado una sangrienta
iramuza , que sin pensar vino á ser una batalla de mas de treinta mil
illos j en lo mas recio de ella una banda de caballeros de Ketama
ipió impetuosamente hasta llegar adonde peleaba Jaali di Yafcrím
10 un bravo león , y arremetieron todos contra él , y le pasaron á
cadas, y cayó muerto entre ellos , le cortaron la cabeza , y á su
i^rte se siguió el desorden de sus zenctes, que fueron vencidos con
n matanza por los de Ketama y Zanhaga : llevaron estos la cabeza
Jaali á su caudillo Gehwar el Rumi, que les pagó el concertado
mío : la cabeza fué enviada ¿ Maad ben Ismail , que la mandó llevar
una lanza por todas las calles de Gairvan. £1 hijo de Jaali recogió las
¡quias del vencido ejército , y se retiró á las fortalezas,
kspues de esta victoria revolvió Gehwar contra Sigilmesa , donde se
lia alzado con el gobierno un alcaide Uamado Muhamadben Feth,
tocido por Wesuc ben Maymon ben Medarar Ataferí , que se apelli-
da Amir Amumenin , y también Xakirak, y labraba moneda en su
a , que se llamaba Xaqueria : aunque vano era hombre justo , y muy
orzado, y de la secta de Malee : contra este señor fué Gehwar, y le
có en su ciudad , y después de recios combates la entró por fuerza de
tada , y tomó preso al Xaquír , y toda su gente fué depilada , y ü
^adenado siguió la expedición de su vencedor.
M principio del aHo 349 (960) pasó este ejército vencedor á tiem de
z , y puso cerco á la ciudad combatiéndola de día y dé nodie por todas
rtes , y al cabo de trece días la entró por fuerza de espada, y los ao-
luces y zenetes la defendieron hasta morir : saqueó las casas , y enca-
ló al gobernador de ella Ahmed ben fiecri d zenete, que gdMniaba
ciudad y su provincia por el rey de España Abderafaman : deslroyó
muros y torres de sus puertas : fué esta entrada de Gehwar en ¥ei
el dia 20 de Ramazan ; y en pocos meses se apoderó de todas bs
idades de Almagréb , fuera de los presidios de Gebta , Tanja y Teles-
1 , que defendian las (ropas de Abderahman. Se volvió Gehwar a Ma-
dia , llevando en triunfo al wali de Fez y al señor de Sigifanesa , y
ince caballeros de Fez, y los entró encadenados sobre los lomos des-
dos de los camellos , y puso sobre sus cabezas unos andrajos largosde
ta coa entrelazados cuernos , y los pascó por escarnio por las calles y
izas de Gairvan y de IVIahedía , y en esta ciudad los encarceló, y perc-
ron en sus calabozos.
Estas desagradables nuevas llenaron de pesar al rey Abderahman, y
recentaron la amargura de sus penas , pees todavía lloraba b muerte
su tio Abnudafar, la de su hijo y la de su hagib Sebid , que acábate
suceder ; y asi nopodia disimidar su dolor y m melancolía. Para re-
rar los malos de África , y tomar en ella venganza de sos enemú^Sf
indó preparar numerosa flota de naves para envitf grandes buesltf
^ez, y desde luego principiaron grandes api^estos «o Sevilia, AJge-
a Albadcá y en AlflKría.
ÚE LOS ÁRABES EN £SPAÑA. 225
tatre (anto no descaído el rey Abderahroan la dcrensa de las fron-
teras en España oriental : hacían los cristianos de los montes algunas
estradas impetoosas y rápidas , que no podían impedirse por ser tan
¡Desperadas como breves; pero los walicsde Zaragoza, Wesca, Afraga
7 Tarragona entraron de orden del rey ea tierra de cristianos de los
mooles cm mnd¡o dpño de aquellos infides. En Andalucía se envianm
OM indecible diligencia tropas de á pié y de á caballo ¿ Cd>ta y Tanja,
y los caudillos del rey en Almagréb unieron sus tropas y caballería á
hde España, y en pocos meses, peleando con mucho yalor y próspera
fartiua , recd>raron las ciudades y fortalezasperdidas , y se apoderaron
de Medina Feí á fuerza de espada , hadendo gran matanza en los de
Kclama y Zanhaga , y subyugaron toda aquella tierra , y se aclamó en
lodos los alminbarcs de Almagréb al poderoso rey Abdcrahman Anasir
de Córdoba con general alcgria délos pueblos y cabilas zenetes.
GAnTULO LXXXVII.
De variM obraf úéi rey Abderabinan , y de ta roaerte.
£d este año mandó el rey construir en Tarragona d mibrab ó adora-
torio interior de la mezquita principal , y en la fachada sobre el arco y
> sos lados es puso esta inscripción, grabada en precioso mármol :
"En d nond>ro de Dios : la bendición de Dios sobro Abdala Abderah-
Bno, principe de los GdcSj prolongue Dios su permanencia, que mandó
que está obf a se hiciese por manos de Giafar, su familiar y liberto ,
ano 349.»
• *
(Xa íMcripcioñ arábiga ge hulla en la pág. iiguieníe. )
Asi también en este año mandó Abderahman reparar la aljama de
Medina Scgoyia, y la adornó con muy bellas columnas « y de esta obra
^pusouna elegante inscripción en las columnas del mibrab ,* y en otras
varías ciudades se cdíGcaron mezquitas, baños, fuentes y hospitales.
^ celebraban en este tiempo en»Ck>rdoba )as poesías de Ghalaf ben Ayúb
N Ferag , y en especial sus elogios al rey , y se leían en las academias
<|ue tenia el principe Alhakom en el palacio Meruáu , y en las que
^^ en su casa el ivazir Obeídala ben Yaliy e bou Edris , ¿ las cuales
•
18 HISTORU DE Ik DOHllUaON
incurrían kw bombrcs ipag insignes en erodícioo j poe^. Era de los
as célebres, ymuy familiary cstiiuadu dclrcy, su consejero Abu
xri Ismail brai Bcdr, el que envi6 bI rejr Abderahmaa unos ciega»-
8 versos en ocasión que k celebraban algunas de siu últimas couqui»-
B: Tieodoalrey que esUbacomo triste y distraído, jrealregadoá ras
W LOS ÁRABES EN ESPAftA.
piMittieotos, sin ftlcnder á la oonYenackm ni lo
griade los ooatrites, le escribid estos Tirsos :
227
Dd mra de tos ^ietorln *
Y el giele efUépito Mcna
De U aromática copa
Aunque religioD severa
Telaren catdados tristes ,
de los festivos eonvites :
dulce fuego en mi reside ,
á tristezas me destine.
Rec3)i6 el rqr estos versos ; pero eontiauó en su melancolía y dis*
tnecioa^ylsmaflenvió^slaieiiel misiiio ritmo y oonsonancia á ana
demeacfaivas;
L«x, que en so oossejo mandas, ¿ porrioé de sombras le ciñes ?
¿Sofá algna dia en que aeaken
TelhiJodelaabalaUa^
Resplandecen bomo fuego
O son lámparas que alumbran
Que tu rey de sus cuidados
Que en el torbellino gira
los pesares que le afligen ,
solo por amor suspire ?
todas Ua armas que viste *
para que vele y medite !
siquiera al yantar se olvide,
de mas que sangrientas lides.
Cdando el rey vio estas repetidas insinuaciones y consejos de su
bnea amigo Ismail, le respondió con estos versos , siguiendo sus mis-
mos números y consonancia :
i Cómo no ha de suspirar
i Cómo esperará bonania
Si dura piedra acabó
i Cómo disipar cuidados
Estoy con temor ya sabes.
Si lo que mi gloria fué
Cierzos de penas llevaron
Temo que nils azucenas
Mis claros diaa pasaron
No ef petet que alegre Mrera
quien en tristes ansias vive?
«del mal temporal que sigue?
con la pompa de mis vides ,
en las copas apacibles?
ni extraiíes quemo intimide ,
ya por la partida gime :
de mis rosas los matices ,
el braVo huracán marchite,
y llega mí noche triste,
sos negrae sombras disipe.
. Manifestaba en estos conceptos que temia la decadencia de su fama y
gioría m&itar , y la ñigadesu florida juventud. Pasaba Abdcrahman
ia mayor parte del año en Medina Azahra en la frescura y amenidad
(lesas jardines, porque ya descuidaba los negocios del gobierno en su
liijo Alhakem, ya jurado sucesor del trono, que después de la muerte
i^ Sehid no quiso tener otro hagíb. Conversaba frecuentemente con
SdefaM» ben Abdelgafir el Firexi , que era de la principal nobleza , y
kbíasido gran soldado , y ahora hacia una vida ascética y retirada j era
01 extremo anstero'y despreciador del mundo , solo vestía lana vellosa
y andaba descalzo , lloraba de temor de Dios, y por continua memoria
^ h mnerte : era notable lo que respondía á los que le preguntaban
por su salud : iCámo bá de estar, (lecia, quien d mundoes su casa, el
22S HISTORIA D£ LA DOMÜtAGIOff
Iblis ' su Tedno , y le están escriMendo todos sus hechos, petabns y
pensamientos! Asi respondía á los buenos que le saludaban : se apélK-
daba Abu Ayúb, j se ocupaba sin cesar en bien de los pobres y con-
suelo de los aOigidos ; y el rey Abderahnánporsamanosocorría mucbas
pobres familias. En una conversación con este buen muslfon dijo el rey
Abderahman , que ajustada bien la cuenta de los momentos de perfecta
y pura tranquilidad de ánimo en los cincuenta anos de su reinado,
apenas contaba catorce dias de sincera felicidad. Permaneció' en Medina
Azahra los últfanos meses de su Tida entretenido con la buena conver-
sación de sus amigos , y en oír cantar los elegantes oonoqptoa de Mozna ,
su esclava secretaria ; de Aixa , doncella cordobesa , hija de Abmed ben
Cadim , que cuenta Aben Hayan que fué la mas honesta , bella y em-
dita de su siglo ; y de Safia, hija de Abdala el Rayi , aamísmo en extrcino
linda y docta poetisa , y con las gracias y agudezas de su esclava Noira-
tedia : con ellas pasaba las horas de las sombras apacibles en los bosqae-
cilios que ofrecian mezclados racimos de uvas , naranjas y dátiles : eo
sus últimos dias estuvo algo melancólico, pero siempre afable con
cuantos le rodeaban : alli con una leve indisposición le trasladé la numo
irresistible del ángel de la muerte de sus alcázares de Medina Azaiira
á las moradas eternas de la otra vida , la nodie del mineóles dia 2 de
la' luna de Ramazaii del año 350 (96Í] , á los setenta y dos años de su
edad , y cincuenta años , seis meses y tres dias de su reinado, que nio-
guno de su familia reinó mas largo tiempo : loado sea aquel Sctor cuyo
Imperio es eterno y siempre glorioso. '
CAPITULO LXXXVIII.
Del reinado del tej Alhakem Almof tansir Bilali.
Al siguiente dia 3 déla luna de Ramazan fué adamado rey d prio-
dpe Alhakem , tenia ya cuarenta y siete años : otros dicen que eran ya
cuarenta y ocho, dos meses y dos dias , que d largo tiempo dd reinado
de su padre sumergió los años de su florida juventud, y el mismo Ab-
derahman solia decirle : Mi tiempo se prdonga y defrauda al tuyo, o
Abulosi : la madre que le parió se llamaba Mergan : era de mediana
estatura, pero bien formado y dispuesto, de hermosos ojos , grave y
agradable aspecto. Su jura y aclamación fué de gran pompa : sus her-
manos y sus primos rodeaban su trono , luego estaban los capitanes de
t Los muslimes de vida ascética 7 coDlemplaliva cuentan cuatro epemigoa del alma^Ibiís,
el danta, el neis y el hewa, esto es, el diablo, el mundo , el apetito y el amor.
»
CoAtrQ diestros arqueros me combaien
Con fleohas de sos arcos ToUkloni» ,
IWIs y el msiido , amor y ni apottto :
Sofior, t4 soto liacormo sa^ro pgedcs.
DE LOS ÁRABES EN ESPAAA. ??9
bsgurdias, asi eslaVos como andaluces y arrícanos ^ el hagib y los
waiircs estiÚMoi al frente , y lá guardia de csIaTOs puesta en dos filas
ccfcahan la gran sala con su espada desnuda en una mano, y sus grao-
toescados en la otra : los esctovos negros con yestidos blancos forma-
hn otns dos filas cbn hachas de armas á los hombros : en el patio ex-
leríor estaban las guardias de andaluces y africanos con magníficos
Tcstidos j brillantes armas ; y los esclavos blancos con sus espadas en la
nano : le juraron obediencia sus hermanos, los "seazires y caudillos sin
raenra ni condiciones^ y fué adamado con general alegría de todo el
RneUo. Acabada está ceremonia en Medina Azahra el jueves, envió al
dusiguíeiite á Córdoba el cadáver de su padre con grande acompaña-
níaito, y se le puso en un magnifico sepulcro en el panteón de la Ru-
sda : fué 8cgui(k> su féretro de toda la nobleza de la ciudad , y honrado
coalas ligriBiasde innumerable pueblo, que decia : Murió nuestro padre,
blló sa espada , la espada <lel Islam , el amparo de los débiles y mencs-
teosos , y el terror de los soberbios.
Los mbios astrólogos y los poetas anunciaron en sus predicciones y
ea sus versos, asi en Córdoba como en las demás ciudades del reino ,
bcootÍDoadon de las prosperidades del reinado de su padre Abderah-
man Anasir Ledinala, y llenaron la España de agradables esperanzas :
folre otros el vali de SeviDa I^ail ben Badr ben Ismail ben Ziadi
Aba fiecrí, liberto de gracia délos Omeyas , hizo este dia de la jura de
Afanostansir muy elegantes versos , que se conservan en la colección de
Aben Ferag , Hamada k» Huertos , y dice de él que venció en los certá-
menes poéticos á los mayores ingenios : fué algún tiempo rawi ó nove-
lista del rey Alhakem Ahnostansir , y le contaba sucesos de armas y de
amores con muy extraños lanc^, y en elegante estilo ; pero ya era viejo,
y blleció pocos ailos después. Asi como su padre mandó poner su nom-
bre y d augusto titulo de imam y principe de los fieles en sus monedas
de oro y plata , y debajo el de su hagib , que era también prefecto de
las cttis de moneda. Fué Alhakem tan amante de las letras y conoci-
BMalos útiles desde su mas florida juventud , que no tenia otra pasión
qoe adquirirlos mas preciosos libros de arles y ciencias, y las mas ele-
mies cofeeciones de poesia y de elocuenda , y toda especie de obras y
memrias de historia y de geografia. No pardonaba diligencia ni gasto
paia esto : hacíalos traer de todas partes , y tenia encargados en todas
las principales ciudades de Afnca , Egipto , Siria y en las Iracas y en
Ansia , expresamente enviados A recoger las obras mas célebres : llenó
de ellas el palacio MetvAn , que ya no babia en él sino libros , ni hubo
principe modiia qoe acopiase fibros con mas ansia que este : tenia todas
ias genealogias de las cabilas alárabes de Arabia y de África con sus pro-
cedencias y emigradones : su casa estaba siemj>re abierta á los hombres
doctos é ingeniosos, y de ellos ¿ los mas sabios y críticos enviaba á pro-
nmr nuevas y escogidas adquisiciones. Entro otros tenia en Egipto á
Aba Ishac Muhamad ben Alcasim el Xetbani , y en Siria á Abu Ornar
Mtthamad ben Jusuf ben Jacub d Kindi , y otros ademas de estos dos :
por si mismo á Abulfaragi el Isfahani ol Goreixi do los Mema-
230 HISTORIA DE lA MMINACION
nes , rogándolo que le enYiase una copiíi de su libra intHulado él Agaai,
colección muy preciosa de canciones , y para ffastos de la copia le dio
letra franca y mil escudos de oro : este le enyíó su copia , y una historia
genealógica de los Omeyas, muy cumplida y drcuostandada de todos
los de esta prosapia , la mas noble de los Coreixis , y una elegante easida
de Ycrsos en elogiode los príncipes de esta familia. En Bag<hd tenia en-
cargado para estas cosas y compras de buenos libros i Mnhamad bcn
Tarhau , y para que le copiasen los mas raros escritos tenia eo todas
partes muy diestros copiantes. Su biblioteca estaba ordenada cod espe-
cial distinción por ciencias y conocimientos , y todas sus salas y áUlao^
ñas notadas con elegantes inscripciones, que manKestaban los libros que
contenían , y las ciencias ó artes de que trataban . En sus Índices se flo-
taban las obras , los nombres de sos autores , sus genealogías y patria,
el año de sus nacimientos y de su muerte, y todo con mucha verdad y
critica. Era en esto muy sabio y curioso, y tenia escritas con mocha
prolijidad y esmerólas genealogías de los árabes de todas las regkmeg de
España. Ayudaba al rey en estos útiles trabajos y areriguadones lu se-
cretario Galib ben Muhamad ben Abdelwabib, conocido por Aba Ab-
dolselcm , y dice Razi que este fué quien empadronó los poddos de toda
España. Cuenta Abn Muhamad ben Huzam en su universal de prota-
pias , que este príncipe en los quince años de su reinado fuéd prote^
tor de los sabios , y las delicias y amor de sus pueblos : Aben Hayandüce,
que los índices de su bibliotecaMeruania, por estar end palacio Meraán,
eran cuarenta y cuatro tomos , y cada uno de cincuenta fotioa, con los
nombres solos de los autores ó de las ooleedoneB ; que según T^d d
Feti el índice general no se acabó basta el tiempo del rey HixAn sa
hijo. I
Desde que su padre le confió los cuidados del golnemo, ya noliieroD
los libros su principal atención , y solamente m ocupaba en ellos y en ia
comunicación de los sabios en aquellos ratos que Imrtaba á las obiigack>-
nes severas de su estado. Con todo eso no se olvidó en d trono de favo-
recer ¿ los buenos ingenios , y de convidar á los sabios mas célebres de
Oriente y de AArícaá que viniesen ¿ establecerse en Espada. Encargó
su biblioteca á su hermano Abdelaziz por su aficiónalas buenas letñs
y ¿ la poesía , y á su hermano Almondhir el especial cuidado de los doc-
tos y de las academias. Pasaba mudio tianpo en Medina Aiahra, go-
zando con mas tranquilidad que su padre de las am«aidadea de aqiKdos
vergeles. Amaba á ¿i hermosa esdava Redhiya por sus gvacías y ent^
dicion , y la llamaba Estrella feliz. Era también muy £aniiliar y privadij
suyo Muhamad ben Jusuf de Guadalhajara , que eserünópara él rey la
historia de España y de África , las vidas de sus reyes y sus guerras, j
otras de ciudades, como la de Wahran , Tahart, Tenes, Sigifanesa]
Nacor i asimismo f aé estimado del rey Aihakem el célebre poeta Mo
hamad ben Yahye , llamado el Galafate , por ser de los mas elegaotes ]
floridos ingenios de Andalucía : vinoá sus instancias á Córdcdia Saboi
clporsiano, que en sus pocos años era ya doetoá maravilla, ylebí2<
el rey su camarero.
DB LM AkAlIfcS EN ESPAAA. 231
CAPITULO tXXXlX.
Di Ul «lirada del rey en liraiiteraa de GalicU.
Ett kM primeros altos de ftu reinado no hubo sino algunas leves eor-
niiaty cabalgadas en las fronteras , y los mnsUmes peleaban con barta
fivtooa, j tañan arredrados y atemorizados álos cristianos de los mon-
tes. Eran también de poca importancia las entradas de los muslimes en
tima de infieles. En el año 353 (963) ordenó el rey Albakem hacer en-
Indi en fronteras del Duero , y para dar mayor prisa ¿ las disposiciones
fcesla jomada pasó á Toledo, y fué recibido en aquella ciudad con
gnuides danoftraciones de alegría;
£n esta entrada de Santisteban declaró el rey Albakem las obligacio-
oes de los muslimes cuando van en algibcd, ó á mantener frontera en
esU orden : es deuda de todo buen musUm ir en algihed ó guerra contra
hueles enemigos de nuestra ley : los enemigos serán recpierídos con el
Idam, salvo cuando ellos , como ahora , principien la invasión : en otro
oso se ks propondrá que se hagan muslimes , ó que paguen las parias
establecidas que nos áánen pagar los infieles de nllestro señorío. Si en
Ittiides no fueren los enemigos de la ley dos tantos mas que los mus-
limes, dnmslim que huyere en la pelea es vil , y peca contra la ley y
«mtra nuestra honra. En las entradas en la tierra no matéis á las mu-
fferes, álos niños, ni viejos shi fuerzas, ni á los monges áe vida apar-
tada, salvo cuando ellos hicieren daño. No matéis ni prendáis á quien
disteis seguro , ni quebrantéis sus condiciones y posturas. El seguro que
as cradflHo diere, todos lo mantengan. Todos los despojos, sacado d
fii&toqaenos pertenece, se partirán en el mismo ean^ti logardeia
M; el eabaUtfo tendrá dos partes, yel .dcápiéuna-. de las cosas de
«naer temad cuanto tuviereis necesidad. Elmi¿Um que conociere en el
despojo alguna cosa suya , jure, ante los cadies de la hueste que le per-*
ieaece, y se le dará si redamare antes déla partición , y si después de
kdm sele dará sujusto precio. A los que sirvan en la hueste, aunque
Msein gente depelea , yseandeotra creencia , los caudillos usarán de
«iMrio para premiar sus servidos } y eso mismo á los qnebicieren en
iaüd 6 taera de eHa alguna hazaña nmy noble y^ de importancia. 9fo
veoiui en hueste de algihed , ni á. mantener frontera , aunque sea de
■nyormirilOflosqne tienen padre ó madre sin licencia de ellos amboi,
tdTO en ocBsíoa<^ de sAbita necesidad , que entonces la prindpal obe-
dieacia es ocurrir á la hora á la defensa de la tierra, y á la obediencia
de tos waUes que los llamaren. Esta orden mandó publicar á las cau-
dillos en sos banderas que se congregaron en Toledo de todas las pra-
Tíadv.
AlU preguntó el rey por un doncel de los de su guardia que se Ila-
*>^ Abthla bcn Muhamad ben Mogueilh, hijo dd cadi Abulwalid
ionas ben Abdila, conocida por Aben Alsafar j era este mancebo de
232 HISTOIUA DE LA DOmNACMUC
mueha cmdicion , y se ocupaba en ilustrar lás poosias de los reyes Bcni
Oineyas, y las qae se habían compuesto por grandes ingenios en elogio
de eUos : so presentó esto Abdal^ , y le.snpKoó al rey que le permitiese
quedar alli ó en Córdoba, excusándose de ir en aquella exp^cion por
su falta de salud. El rey dyo k Atuned ben Nasar, capitán de su guar-
dia : Quédese en buen hora Abdala , yo sentlria que este doncel enfer-
. ma^ , pues espero de él muy importante y i^adable servicio : yo es-
pero , Abdala , que tu obra no me deje envidiar á la que han.presentado
á los califas de Beni AlabAs ; será^ conveniente que vu4;lvas á Córdoba y
cuides de tu salud , y para continuar tu obra con ro^iyor comodidad, sea
en tu casa , ó si mas quieres en la casa real de Almotilla , á la orilla dd
rio , toda estará á tu disposición : Abdala dio gracias al rey, y dijo qoc
ea su propia casa trabajaria con mas quietud , que no tardaría en aca-
bar su obra : y asi fué que la presentó al rey antes de su vudla de la
expedición do Galicia.
Congregadas las banderas* de las provincias con los walics y alcaides
de ellas partió el rey Alhakem á Galicia , para manirestar á sus pueblos
que no solo era rey sabio y prudente, sino también diestro y esfonado
caudillo. Entró coh numerosa hueste en tierra de cristianos , y poso
.cerco al fuerle de Santísteban : vinieron los cristianos con innumerable
gentío al socorro, y peleó contra dios, y Dios le ayudó, y los veació
con atroz matanza : entró por fuerza do espada la; fortaleza , y degolló
á sus defensores , y mandó arrasar sus muros : ocupó Sedmanea, Cauca,
Uxama y Clunia y las destruyó : fué sobre l^Iedíaa Zamora y cacó á
los cristianos en dh , y les dio machos combates , y al fin la ^tró por
fuerza , y pocos de sus defensores lograron librarse del furor de las es-
padas de los muslimes : se detuvo en aquella ciudad con toda su huesle , |
destruyendo sus muros. Con muchos pautivos y despojos se tomó veo-
cedor á Córdoba^ y entró en ella con aclamaciones de triunfo ; y se ape-
llidó Almostansir Bila por su confianza en el auxilio de Dios. Mientras
el rey estuvo en esta expedición Tino á España la tribu Gbazarag , noble
y antigua de Medina , y se estableció y avecindó en Gtedoba y en sos
isercaniás.
Pocos meses después vinieron á Córdoba enviados del rey de Galicia
y señores de Gástela, rogando al rey Alhakem que quisiese hacer a»
ellos paz, y coiiio de su natural era padfico holgó nraeho de estas peii-
eiones , y trató con mucha honra á los mensagax>s que se deiuvieroii al-
gún .tiempo en Córdoba , y el rey los recibía con mucho agnado en sus
jardines, y estuvieron en Medina Azahra muy contentos y festejados,
y se maravillaban mucho de la hermosura de aquella dudad y de la ri-
queza y mágDificencia del real alcázar. Cuando partiWHi á su tíerra
envió el rey con el|os á un livazir de su consejo con sus cartas para el
rey de GaBda, con dos hermosos caballos ricamente enjaezados, con
sendas espadas de Córdoba y de Toledo, y dos halcones de los mas ge-
nerosos y altaneros para presentarlos al rey de Galicia en su nombre -.
asi otorgaron sus paces , y fué e^ta avenenda hecha el año 354 (965).
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 33S
GáPITCLO XG.
De varios aeteeiBüMlot y proridonciat del ley Albakem.
En etíe tiempo yiiyeron á Córdoba muchos cabalICFOs de EgpaSa
orieolal j de los montes de Afrane y de Galicia y de Gástela , y todos
crao bien recibidos y homrados , por la justicia y bondad y mucha no-
Ucza del rey Alliakem : algunos de estos cristianos solicitaban por sus
parcialidad^ qae el rey declarase gnnra á los otros cristianos , y mu-
dios wazíres de su consejo y los ^'alies de las Ti^nteras deseaban oca-
nones de rompimiento , sabiendo que los cristianos tmian guerras entre
(Ous i pero drey Alhakem les respondía con aquellas palabras del libro
de Dios : Sed fieles en guardar vuestras posturas , que Dios os pedirá
cuenta de ellas. En el año 355 hubo un fuerte huracán que arrancó los
árboles y destruyó muchos aduares y edificios , y mató mucha gente ;
pero hizo mayor estrago en Magréb que en Empana. En la noche del
martes 28 de la luna de Regeh de este año pareció en el mar una llama
6 luz saltante, como una gran columna y que alumbraba de noche tanto
con suresplandor, que yeneia la oscuridad , y so acercaba á la claridad
del día. En este mismo mes hubo eclipse del sol y de la luna; el eclipse
de la luna fué en la noche catorcena de ella ^ y el sed amaneció eclipsado
el día 28 de la misma luna.
Por mala costumbre y licencia introducida en España por los de la
Iraca y otros extranjeros se había hecho libre y como licito el uso del
▼ino, que el vulgo y aun los alfaquies lo bebian., y se pcrmitia en ' wa-
limas y convites con escandalosa libertad ; pero el rey Alhakem , que
era religioso, abstinente y docto en las eiposiciones aprobadas del Al-
corán , juntó sus alimes y alfaquies , y les preguntó en qué podia fun-
dtfse d general aboso que habia en España , que no solo se usaba el be-
ber dghamar, vino rojo, sino que se bebía el sahbá, vino daro, el
nebid , vino de dátiles , y el de higos y otras bebidas fuertes quo embria-
gan : respondiéronle que desde el reinado del rey Muhamad se habia
bedio común y recibida opinión, que estando los muslimes de España
en continua guerra con los enemigos del Islam , podian usar del vino ,
por lo que esta bebida acrecienta el valpr y el ánimo de los soldados
para las batallas $ qpe asi en toda tierra de fronteras era licito su uso
para tener mayor esfuerzo en las lides. Reprobó el rey estas opiniones ,
7 en odio del abuso mandó arrancar las viñas en toda España , y que
solo quedase una tercia parte de las vides para aprovechar el fruto de
h uva en su sazón , en pasas y en arrope ó miel de uvas , y otras dife-
rentes composiciones saludables y licitas, hechas del mosto espesado.
Era en este tiempo cadi mayor délas aljamas de España Abdelnielic ben
< Lbroaban waliiMs nueslros muslimes ¿ la§ comidas de días de boda : ae celebraban eilaa
na ttUicttcia de paríentei varouoa y beinbrai», con alegre larobra ; eslo es, uiüsica y bailo ,
^0 randonet amorosas cantadas por rougeres con grandes pausas de verM á verso.
ÍU HISTORU BE LA DOMmACtOll
Mondhir ben Sald el Bolati , honibrc insigne por m sabldaria y sa jus-
ticia , y á este conflaba el rey los mas grayes negocios. En el aik> 356
recibió el rey Alhakem un legado de preciosos libros con la noticia de
la muerte del autor de ellos Abulfaragi ^ Ali ben Albasan ben Mahamad
ben Alhaitam, de la familia de Omcya , y descendiente del último califa
de ellos en Oriente ; fué de Bagdad , donde habia nacido el año 284, hom-
bre docto en todas ciencias , y muy entendido en politica y sucesos de
principes , y en historias genealógicas : compuso él libro de las cancio-
nes , obra de cincuenta años ; y lo presentó al soldán de Halepo , qacle
dio mil escudos de oro, excusándose de su corta dádiva r compuso otras
muchas obras muslimicas y curiosas , y la historia de los cáUfas Omejras ,
asi de Oriente como de los que reinaban en España ; habia cntiado dé
secreto esta obra ál rey Albalcem siendo principe , y habia recibido de
él muy preciosos presentes, y grandes cuantías ée escudos de oro : el
libro de los reyes de España se intitulaba Origen de los Omeyas : el otro
Emigraciones y conquistas de los árabes : otro {^elación general gen^-
lógica , otro los Hechos y aventuras de Aben Xeiban. En este mismo año,
en la luna de Rebie postrera , falleció en Córdoba el sabio Ismail Abo
Aly el Cali , maestro de erudición del rey Alhakem ; habia nacido en
Gala , aldea de Menargerd en Diar Becri , al año 988 ' vivió mucho
tiempo en Bagdad , y por eso se le conocía por el Bagdad! , fué muy fa-
vorecido del califa Motuakil , que le consultaba aun cuando pasaba noá
mosca sobre su cabeza : vino á Córdoba á instancias dd rey Anasir para
maestro del principe su hijo, y este le amó y distinguió toda su vida, y
honró su memoria con un magnifico sepulcro.
Nombró el rey cadi de la aljama de Córdoba al docto Aben Zarbi, y
cadies i^azires del mismo caii^ á Aben Tbaalba , y á Ibrahhn ben Ha-
rán ben Chalaf el Masamudi , que habia venido de Berbería , y era cadi
de Alisbona , y Abu Becri ben Wefid : todos muy acreditados por su in-
tegridad y sabiduría.
CAPITULO XCI.
De las nueras guerras en Magréb.
En la otra banda en tierra de Almagréb no habia en este tiempo ia
paz que se gozaba en España : Alhasan ben Kcnuz , señor de Medina
Biserta , con ol auxilio de los caudillos y tropas de Andalucía estaba apo-
derado de todas las provincias de Almagréb : manteníase este amír en
obediencia de Alhakem rey de España mas por temor de su mucho po-
der y cercanía , que por lealtad y conflanza. En el año 357 vino con po-
derosa hueste desde África oriental , Balkin ben Zeir ben Menad de
< En los anales de Aben Sohna están los nombres y prosapia dé este insi^n^ etcritor, y 1«
liaina Abulfaragi el Isfahanl Aly Aben Hnsein ben Mubamad ben Ahmed ben ANialtam ben
Abderahmon ben Hernán ben Alhakem ben Alasi ben Omeya : sn obra más célebre fué Kíteb rl
Agáni , libio de cantigas d eaiieioiiea con la máiica y nodo de ouMailai. *
DE LOS ÁRABES EN E»AftA. 2S5
Zmhaga , con deieo» de yengaiiza eonlra los ^wsKes ¿enoteft : su entrada
héimpreyjsla y rápida , y venturosa para sos intentos; venció tres afios
Muidos á los indíes de Magréb el Wast, y en ellos deshizo cuantas
tropos se le opuneron , asi de los zenetes como de los andaluces , y en
daño 360 se apoderó de las prindpales' fortalezas del estado, acla-
mando en las ciudades de Alinagréb al priilcipe Fatemi Maad ben Is-
maO , como antes faabia hecho el wali Gehwar el Ruml. En este año 361
Giafar ben Aly el Menusi , andalu2 , wali de Sale y Eráb , venció y
nato en batalla á Jnsuf Zeiri el de Sanhaga, y envió á su hermano
Ydif e ben Aly á Córdoba con la nueva de esta victoria , y el rey Alha-
kem le honró mucho : los caudillos zenetes , temiendo que Balkin ben
Zeíii vengase la mnerte de su padre , intentaron prender á Giarar , y
entregárselo , paTa sosegarle y ganar su voluntad ; pero lo entendió
Giafar* y se pasó á Espafia quejándose al rey Alhakem de la perfidia y
veleidad de los caudillos zenetes t el rey le recibió bien y le hizo su ha-
gib, y conservó este cargo hasta que murió en tiónpo de Hixém. "En
este mismo ado cu^ta Aben Sobna que el príncipe Maad pasó á Egipto
7 lleTó entre sus familiares al poeta andaluz Alhasan Aben Heni ben
Mubamad, que fué alevosamente nmerto en el camino; y refiere de
este célebre ingenio , que en sus desmedidos elogios á Maad solia decfa*
impiedades : Maad entró en el Gahiro á 15 de Ramazan del año si-
guiente. En estas revueltas el primero que siguió este partido fué el
aoiir Alhasan ben Kennz , olvidando su homenage y antigua clientela ,
j cnanto debia á los Omeyas de Espafia , y por si y por sus pueblos acla-
mó en sus estados á Maad , y auxilió á Balkid contra los andaluces en
aquella sangrienta invasión y obstinada guerra.
Ofendióse mmcho el rey Alhakem cuando tnvo nuevas de esta desleal-
tad de amir Alhasan ^ y ordenó que sin dilación se aprestasen naves en
todos los puertos de Andaluda para enviar numerosas huestes contra
Mkiñ ben Zeir, y contra él p^fido y desagradecido AUiasan ben
l^Qz. Con mucha ;diligenc)a se reunieron tropas de las costas de
Tadmir , de Elbira, de Raya, y do Algarbe, y se embarcaron man-
<iadas por el vraU Muhamad ben Alcasim de los Meruánes , y pasa-
ron de Algecira Alhadrá á Medina Cebta en la luna de Rebie primena
del año 362. Poco tiempo descansaron estas tropas de Andalucía, que
luego salió contra eBas amir Alhasan ben Kenuz con muchas cabflas
iKrberiscas. En confines de Tanja se encontranm estas huestes en un
lugar conocido por Alfobos Beni Masrag , y se dieron cruel batalla , en
qneftieron vencidos los andaluces , y murió peleando el wali Muhamad
ben Alcasim con mudios cabaUeaos de su hueste , y parte de ella se
scogió á Tanja, y parte huyeron y se encerraron en Cebta. Los caudillos
andaluces escribieron á Córdoba pidiendo al rey que les enviase gente
P^m poderse oponer á los enemigos , que eran muchos y muy aguerri-
dos. Pesó mucho al rey Alhakem de la poca ventura de las armas y de la
^ifsgradada batalla de Tanja. Mandó á los v^alies de las provincias en-
riar sos banderas, y allegada la gente de guerra y mudias provisiones
<ie armas y dinero encargó la expedKckn (d caudillo GaHb, llaniado ^
2S6 HISTORIA DE LA BOHllfACIOfl
Gamba, hoodire de mocho yalor y moy práctico en las cosas de la
guerra. Di6 ¿ este wali sus instmcckmes , y le dijo que esperaba de ¿1
DO solo el vencer en balalla ¿ sus enemigos , sino recobrar todas las for-
talezas y sojuzgar aquellos poAlos rebeldes, y á la despedida le dijo : No
te doy licencia para qu^Yudiras sino vencedor 6 muerto : el fin es
vencer ; pero no seas avat^ ni escaso en premiar á los valientes. Purtió
GaUb do Córdoba con mucha caballería y grande aparato y provisiones
en fln de la luna de Xa wal del año 369.
Volóla fama del paso de estas tropas, y el amir Alhasan ben Kenoz
temió, y al punto abandonó la ciudad de Biserta , y sacó de ella su ha-
rem y todos sus tesoros , y los llevó á Hisn- Hijar Anosor , ó Peña de
Águilas , fortaleza inaccesible , y allí aseguró sus riquezas y su familia.
Entre tanto pasó Galib el mar desde AlhadrA á alcázar de Masamuda :
alli se le opuso AlhalLem ben Kenuz con sus cabilas berberisca^, y pe-
learon algunos dias con varia fortuna. Logró Galib con secretas comu-
nicaciones con los jeques y alcaides de aqodlas cabilas , á fuerza de pre-
sentes muy cuantiosos y de mayores pr(»nesas , que muchos de ellos
abandonaran el partido de Alhasan, y que algunos se pasaran km propio
campo : fueron tantos los que dejaron la hueste deandr Alhasan, que
en una noche quedó con solos sus caballeros , y antes de venir el día
huyó y se acogió á la fortaleza de Peüa de Águilas. Siguió Galib con
toda su caballería , y cercó aquella roca con mucha vigilancia : Uegó
después toda la hueste , y les cataron d agua á los de la fortaleza. Por
sugestión de gentes que creían en agüeros y estrelleria persuadieron á
Galib que si dentro de un cierto plazo no tomaba la Peña de Águilas ,
que se perdería con toda su hueste. Llegaba aquel término, y Gab'b por
no desanimar á sus tropas para la ocmtinuacion de la guerra , apretó los
combates , y al mismo tiempo [uropuso al amir Alhasan una avraencia
qae aceptó , porque ya estaba en sumo apuró : dióle s<^ro para él , sa
familia y bienes, que allt tenia , ó en otros depósitos ; pero con la fo^
zosa condición de ponerse en maiios de Galib , y pasar con él á España
cuando Galib volviese á día : se concertó esto en la luna de Muharram
del año 363 ; y en el mismo día salió con su familia y entregó la for-
taleza.
Entonces escribió Griib al rey Alhakem este suceso , que fué muy ce-
lebrado en Córdoba $ y continuó la reducdon de los rebeldes y los ven-
dó en muchas escaramuzas , y subyugó todos los pueblos de Almagréb,
y ocupó sus fortalezas , y no quedó en aquella tierra ningún alcaide de
los de Sanhaga. Vino después á Medina Fez , y la ocupó , y puso en dl^
por gobernador á Muhamad ben Aly ben Fcsus en el barrio de los caír-
vanes, y en el de los andaluces á Al>delkerim ben Thaalba : asegurado
el imperio de Almagréb volvió Galib á Espada, y con él amhr Alhasan
ben Kenuz y otros muchos señores de la familia Edrísia y Gaduta de to-
das las provincias de Almagréb el Wast , y quedaron los Omeyas de Es-
paña apoderados de iodos aquellos estados. Salió Galib y esta taifa de
caballeros de Medina Fez á Gnes de Kamazan del año 3G3 (973) , y U^ó
á Gebta , donde se embarcaron con los caudillos y tropas dn Aadalocía
DE LOS ARABfiS EN ESPAftA. 237
enhsoavcs de España , y aportaron en Gczira Alhadrá. Escribió Galib
desde allí B^ re; Alhakcm informándole do su llegada y pidiéndole 11 -
raicía ffta pasar á Córdoba con el amír Alhasnn , y los caballeros y fa-
milia que con él Tcnia : el rey envió sus forénicos dándole licencia para
llegar á Córdoba con toda su gente , y dio órdenes para que se les apo-
xnlase con mucha honra en toda su marclia.
, •CAPITULO XCII.
Be l« venida del amir de AlHca á CérdoU, y otros lucetos.
Cbando ya se acercaban á la conlarca , mandó el rey á su sobrino Ab-
ddaziz ben Almondhir , que era capitán de su guardia de caballería de
lodalaces, que con otros princi|>ales jeques y wazires se adelantase á
redbtrlos , y el rey mismo montó á caballo , y con los otros caudillos de
» guardia y mudios nobles de su corle ^ió á cierta distancia de la
tíodad. Coando se avistaron , descendió iipúr Alhasan de su caballo y
los otros jeques, y se humilló á los pies del rey Alhakem , que le dio su
n^aoo y fe mandó cabalgar , y le tuvieron el estribo los jeques de Alma-
P^) y entraron juntos seguidos de toda la cabaHeria , y salió toda la
!CDte de la dudad á recibirlos , y el caudillo Galib se puso de orden del
^ á su lado, y así entraron hasta el alcázar ; y fué este día grande y
^^^hibreen Córdoba el i ^ de Mnbarram del año 364 : era innumerable
^ gentío que concurrió á ver esta entrada y triunfo de Galib y de la
cahaDaía de Andalucía. Cuando Hegaron al alcázar, el rey Alhakem
<ft^¡ó al amtr su protección y amparo , y le mandó hospedar en el pa-
hcioMogueiz con toda su familia, y á los jeques y caballeros de Beni
Edrís ; (fe Cadula en otras casas principales. Señaló el rey grandes cuan-
te á Albasan y á los suyos , y todos quedaron muy contentos de la ge-
i^Prosidaddel rey Alhakem : cuentan que gastaba con setecientos caba-
"^ lo que solía darse á siete mil , y asi muchos de ellos se establecieron
^ Córdoba , y quedaron en servicio de Alhakem'.
Q amir Albasan no estuvo nmcho tiempo en Córdoba , y pidió al rey
fK le permitiese TOlverse á África con su fanúUa : manifestó Alhakem
^iceoda de esta resoludon , y aunque contra su gusto y voluntad le
^'^^Ppedió Sceneia á pesar de los consejos de sus vrazires ; pero no le per-
iMtióqiie fuese á morar en Magréb ., sino en la parte oriental de África,
J k ofreció sus naves para conducirle con toda su familia y riquezas :
^Ua^n le dio gradas por su dignación , y apresuró su partida. Tenia
H amir entre sus preciosidades un trozo de ámbar de extraña grandeza,
V^ en tiempo de su reinado se halló sobrenadando en las costas del mar
de Magréb; y como Alhakem tuviese noticia de esta maravillosa pieza
^ áoÁar , manifestó su deseo de verla , y fué forzoso al amir Alhasan
«''«cerie, aunque á su pesar, la posesioa de esta rareza como regalo
"^ despedida a d rey la mandó guaurdar entre las preciosas alhajas de su
239 HISTORU DE LA IMMIINáCIW
casa , y se conservó hasta d fin de la dinastía de los Omqras, en que ^
vio á los Alhasanies. Salió amir Alhasan con su familia y sos riquezas,
y se embarcó en Almería en naves del rey , y pasó con venlorosp DSTe-
gacion á Túnez año 365. Desde Túnez parUó á Egipto con los hijos de
SU tio al amparo de Nazar ben Maad , 8(ddan de África y Egipto : le
recibió muy bien y le ofreció su proteodon y ayuda contra todos sus ene-
migos. P(H*maneció alli Alhasan largo tiempo, y el soMan escribió el
mismo año una carta muy soberbia al rey Albakcm amenazándole con
todo su poder y llamándole usurpador de los estados de Magréb ; y es lo
bueno que él mismo acababa de apoderarse de Egipto, tratando coa ei-
trana crueldad á sus pueblos.
En este año hizo el rey chitan de su guardia de cabalkría á Giafar,
hijo de Otman Abulhasan su hagib , que en el año anterior habia venido
dd gobierno de Mayorca. Nombró cadi de aljama de Córdoba al docto
sevillano Ahmed ben Abdclmelic ben Haxcm , conocido por el Mocui :
ya dos veces habia sido decto para este cargo , y no lo babia admitido :
estaba en d consejo de estado con mucha estimadón del rey, á qniea
habia presentado una obra muy docta de politica de príndpes y máxi-
mas de buen gobierno , que tenia cien capitules , y habíala eompaesto
en compañía del sabio Obeidala el MoaiU , y f né la obra tan grata al rej
Alhakem , que á los dos los hizo del mexnar, y eran dignoa socios dd
sabio cadi Aben Zarbi que los presidia. Dio en Zahrá una hermosa casa
al célebre historiador Ahmed ben Said d Hamdani, que se ocupaba ca
escribir la historia de España : asimismo dio el rey casa cerca (M alcá-
zar á Justtf ben Harán el Arramedi , conocido pot Aba Amar, d mejor
ingenio de cuantos en este tiempo Ooredan en Córdoba : habia presen-
tado al rey dos degantes poemas , uno de la caza, y otro de caballería.
Refiere de él Abulwdid ben el Fardi , que d mismo contaba esto : Saii
un día después de la zalá del juma y pasé d rio de Córdoba, y andaba
en los jardines de Beni Menián y y encontré en ellos una donedla es-
clava , qoe nunca en toda mi vidía habia yo visto otra de tal gentileza m
tan hermosa como ella : la saludé, y mé respondió con modia grada,
pues no soloera afaUe , sino también en extremo discreta : d tono de
su habla era de tanta dulzura , que regalaba los oídos y se entraba por,
cUosen d alma, de suerte que su gentileza, su haUtf y sus razones
me rindieron el corazón. Le dije yo : Por Alá, ¿te podré llamar her-
mana ó madre? y ella me respondió : Madre , si quisieres : y dije en-
tonces : ¿De gracia mereceré saber cómo te llanaanfy me respóidió:
Llámanme Hakwa. Con buenas ^ fadas j dije yo , te pusieron tan doloe
nombre. Come se iba acercando la hora de alazar se volvió á la ciodad,
yo seguía sus pasos, y á la entrada del puente me dijo : Por Alá qoe
i HActr buenas f«da^ enire iraestros mnsKmefl era una fiesta cíomésifea al oetaro <Ii« ^^
nacimiento de nna criatura ^ varón ó hembra , fara ponerte Munbre ; <iesellabaa una m bien*
á Ca hora de adobar del dia anterior, se juntaba la familia, y el abuelo ú el padre de k criatan,
invoeando el nombre de AM, te decía al oído el nombre qoe babia do tener : (Comían todos de
la res y daban de ellaá pobrea : loa riooa ptaaban ididUa ÉvaeabeDoa, f dabia w pcMda«f»
ü plata por amor do Dios.
BE LOS ÁRABES EN ESPAAA.i 339
ti; tt idktote i mas detras ¡, qoe aeré mas bien visto , y no mal pecado :
kdije joentooces.: ¿Y será esta, por mi corta ventura, la última coa-
wsacioa contigo? y respondió : No cierto, si tü quisieres. ¿Pues
cbíihío, dije yo, tendré la dicha de encontrarte? Cada juma , dijo ella,
en el mismo lugar y á la misma hora ; y con esto ae fué. Decia Aben
Amar : £[o hay qne preguntarme si acudi al siguiente juma , que me
pvedó q^Q tardaba en Uepor un año. Sali por el puente á los jardines
deMeniáo, y en ellos la encontré , y me pareció mas hermosa que la
Tei primera i nos saludamos , se acrecentó nuestra confianza. Yolviamos
áladadad, y al apartarme de ella le pregunté : ¿Qué precio pediría
pw ü tu dueño si codicioso te quisiese Tender ? y me respondió : Tre-
cJeotos mitcales de oro. No es mucho , dije yo para n^i. En esta ocasión
nefaé forzoso ir á Zaragoza, visite al gobernador Abderahman ben
MDhsmsd, le prés^üé una casida de versos bien conocida , y en ella
ifsaM las gracias de la linda Uatewa , y referí al wali mis aventuras , .
J Bie regaló los trecientos mitcales do oro , de los cuales solo disminuí
la costa del camino : volví volando á mi deseada Córdoba y á mis sus-
pirados huertos de Meruto; pero , triste de mi , ya no hallé rastro de lo
toe bascaba. Perdidas mis eqieranisas dispuse mi partida para mi p»-
iria, y dcspidiéodomode un amigo á su puerta, me entró en su casa y
easa estancia , y mo hizo sentar en su estrado t luego se levantó á sus
i^^OQQs , y yo DO habia osado mirar con curíosidad ¿ una mugerqne
^ esiaha cubierta oon su velo ; peroeBa se levantó presurosa , y al-
ando su velo , dijo :¿ Es posible que ya no me conoces? y entonces me
^cslmahró la hermosurm de la misma Halewa ,y dije temblando : Gie-
^, ¿qoé veo? ¿qué oigo? ¿no decías que eras esclava de fulano? Si en
^^t^Bá^ respondió ella con voz turbada, y quería proseguir, cuando
U<¥ó su dueiio; eQa calló , y yo también enmudeci ; y porque mi palí-
dex DO manifestase la alteración de mi ánimo , pedí á Dios esforzase mi
<^wazQii, y exoosándome con una súbita novedad que en mi sentia, me
^Icspedi y salí desa casa. Esta fué la ocasión de escribir aquella casida
^his siete canciones ¿ esta hermosa esclava , que cuanto agradó á mis
amigos, tanto mas ofendió al dueño de Ualewa , y fueron causa de su
desreotura y de la mia/Deseó el rey Alhakem ver tan celebrada don-
^, sabiendo que la tenia en su casa Abu Aly el Cali , y logró visitarla
iiúeiitras la azak dd juma , día señalado para la entrada del enviado
^ rey de loa cristianos : predicaba aquel día en la aljama el cadi Mon*
dbir ben Said el Boliiti , asi llamado del nombre de una aldea de Gór«
<Umi que decían Fohos AlboIiU , hombre elocuente y de sonora voz !
previno el rey al cadi que alargará su plática mientras la entrada del
cunado de los cristianos , sabiendo que Abu Aly, dueño de la hermosa
'^va , no dejaría de asistir como acostumbraba á la aljama : hizolo
^ el cadi , y tal vez con malicia di}o al fin de su oración : Hoy ha sido
^SO oai discmso , porque folla la juventud que no gusta de largas plá-
^ , que hogr la tiene el rey como arrínconada en una sola parto de la
ciudadi y si «o fiaera por el rey, prolongue Dios sus satisfacciones , yo
We liaahlw doaao ver cosas nuevas y eitraiias no estaría donde apeiMB
240 HISTORU D£ LA DOMIKAClON
queda nadie. De esta yisila residtaron zcbw y resentimieiilos : el poeta
Arramedi cayó en desgracia del rey, y la (tonedla en la de ni daeño.
Cuenta Homaidi qne Aben Amar estando en prisión escribió elogios al
rey Alhakem y el libro de las Aves, en que trata de sos prq[>iedades eo
elegantes Tersos , y acabaron súplicas al i»indpe Hixém para que in-
tercediese por su libertad con el r^ su padre , y añade que había Yíslo
un ejempliir de gran perfección y precio de esta obra ingeiúosa.
CAPITULO xaii.
De la Jura del principe Hixém , y memoria de les labioe de Andalacia.
Por complacer á la sultana Sobiba , madre dd principe Hix^ , se
celebró con mucha magnificencia en Córdoba la declaración de fotoro
sucesor y jura del principe Hixém , aunque muy nillo : se congregaron
los walies délas capitanías principales y los vazires y alcaübes, y caá-
dillos de coras de todas las provincias , y hubo con este motiro grandes
fiestas y alegrías. Con esta ocasión se presentaron al rey, que amaba h
poesia , elegantes composiciones en verso de muebos cAebres iogenios
deEspafia. Se admiraron ios versos de Aben Amar Arramedi , los de
Ahmed ben Ferag de Jaén , y los do.su hermano Abdala : sin embargo
Ahmed no lagró como Ab¿i Amar salir de su prisión; y se decía de
estos dos famosos ingenios que eran como los ruiseñores, que por sa
dulce y admirable canto pierden su libertad. Aben Ferag de Jaén había
sido A compilador de la escogida colección de poesías intitulada los
Huertos, que presentó al rey Alhakem al pri^pipio de su reinado, y fué
muy agradable al rey, y recibió por elb grandes ¡nremlos y distinciones
de especial favor, y los sabios de todas partes de oriente y occidente la
estimaban mas que la colección de Abi Bocri ben Daud el Iqiahani inli-
tulftda las Flores , pues aunque la de los Huertos tiene mucho de esta,
y es semejante en la división porque también está distribuida en cien o
pitidos , y en cada uno hay cien composiciones ; pero en la de los Hae^
tos no hay un solo verso qne no sea de poeta español : el triste Ahmed
ben Ferag continuó en desgracia dd rey y en prisión el resto de su vida.
Ademas de los buenos ingenios que florecían en Córdoba , se distinguie-
ron ahora muchos de las provincias , como Abu Walid Joñas ben Abdab,
cadi de Badalyox 3 sus versos fueron muy celebrados, y por la fama de
su virtud el rey le mandó venir á Córdoba , y poco tiempo deqmes can-
sado del ruido y vanidad de la capital , pidió al rey licencia y se retiróá
una soledad de Algarbe , y alli escribió sus obras ascéticas y de menos-
precio de las cosas humanas. También manifestó su ingenio y gratítnd
al rey en esta ocasión el granadino Aben Isá el Gasani , que acababa de
llegar de Egipto y de otros paises de oriente , donde had)ia viajado de
orden del rey Alhakem , y le pr^cntó su geografía y una eb^anfc des-
cripdan de las comarcas de Elbjra. Se distinguienm en esta misma ora-
sioB los insignes eruditos de Guadalbajara, Ahmed ben Chalaf boa Mu-
DE LOS ÁRABES EN ESPAiNA. 241
hamad ben Forlan el M adyuni , y Ahmcd ben Muza bcn Yanqui , que
(iespncs de haber estudiado en su patria con el famoso Wahib ben Ma-
sera, 7 en Toledo con Abderahman Bcn Isa ben Modareg , pasaron á
Oriente, y estuTieron en Egipto y en Mccca , y en este tiempo llegaron
á Córdoba con el Sadic ben Chalaf ben Babil de Toledo , vecino de Bar-
gas, que venia de visitar el templo de Alaesá : se aplaudieron los con-
ceptos de Ibrabim ben Chaira Abu Isbac , apellidado Aben Asbag de
SeviHa , célebre ya por sus poesías descriptivas , y los de Sulciman ben
Batal de Badalyox , el conocido por Ain Gudi ^ porque muchos versos
SQYos principiaban con esta expresión -. ojos dichosos .- dieron también
brillantes muestras de su ingenio y existencia Suleiman ben Chalaf ben
Amer, conocido por Aben Gamron de Córdoba , que habia sido cadi de
£cija, y ahora vivia en Córdoba en el chandac ó fosa del arrabal de
Aragegíla , y el rey le hizo ^razir de su consejo , y Yabye ben Hixém el
Meroáni , y d docto poeta de Córdoba Yahye ben Hudheil , y Joñas ben
Mesand de la Rusafa de Córdoba , autor de la descripción de los jardi-
iKs, y Yaix ben Said de Baena, el que copiaba con maravillosa elegan-
cia bs poesías que lograban la preferencia y distinguida aprobación del
n? Alhakem. Gomo en este tiempo era tan estimado la erudición y la
poesía en España, hasta las mugeres en su retiro eran estudiosas, y
nmdias se distinguían por su ingenio y buenos conocimientos. El rey
Iniia en su alcázar á Lobna , doncella muy hermosa , docta en gramá-
tica y poeaa , en aritmética y otras ciencias : escribía con singular de-
sanda y muy bellas letras , y el rey Alhakem se valia de día para es-
cribir sos cosas reservadas : no habia en el palacio quien la igualara en
agudeza de conceptos y suavidad de metros. Fátima , hija de Zacaria el
^i6rí , doméstico de la casa real , escribía con mucha perfección y co-
piaba libros para el rey. Ayxa , hija de Ahmcd ben Muhamad ben Ca-
<lim de Córdoba , era tan docta , que refiere Aben Hayan que no habia
co España doncella mas sobresaliente en belleza y loables costumbres ,
ni en discreción, elocuencia y poesía : escribió elogios á los reyes y
principes de sü tiempo : todos los sabios admiraban sus composiciones
J sus hermosos caracteres , asi en carta como en vítela : tenia una pre-
ciosa colección de libros de artes y ciencias. Cadiga , hija de Giafar ben
-Nffieír el Temimi , hacia en este tiempo muy buenos versos , y los cantaba
cnomay dulce voz. Maryem, hija de Abu Jacúb elFaisoli deXílbe, ense-
inba enidídon y poesia á las doncellas de familias prindpales con gran
celebridad en Sevilla , y de su escuda salieron algunas insignes en estas
gracias que fueron las delicias de los alcázares de los principes y grandes
icftores. Sadhia, la llamada Estrella feliz, liberta del rey Abderahman
A^r, que la cedió á su hijo el principe Alhakem , era la admiradon
^ su sigk> for sus versos y elegantes historias : después de la muerte
ilclrey viajó á Oriente , y en todas partes fue aplaudida de los doctos.
A ejempk) del rey los walíes , wazires y jeques principales de la capitd
y de las provincias protegían á los sabios y honraban á los buenos ín-
S^oios , y no perdían ocasión de manifestarles su aprecio y la estima que
l^vian de sos c<MU)cimient06. £1 cadi de Córdoba Muhamad ben Ishac
16
242 HISTORU DE hk DOMIMACION
ben Selim , hombre anslero , pcro^octo y afable , cuenta Akasim ben
Asbag el Baeni , que referia de él el cadi Joñas que Aben Safaran Xch
bani vivía en Górdoba á la orilla» del rio en las fuentes ; y sucedió que
salló el cadi Aben Selim á caballo, y le cogió una lluvia que le obligó á
entrar con su caballo en el dihliz ó patio del Xeibani, que este salió y
le rogó que se apease, y le e^tró en su habitación, y después de los cum-
plimientos y de haberse sentado en su estrado, le dijo el Xeibani : Tengo
en casa uoa muchacha de esta ciudad, déla mas suave voz que puede
oírse i si te place cantará una * axara dcllibro de Dios, ó algunos versos;
ylerespondíóelcadi : Enhorabuena. Vino la doncella mas linda quehuma-
nos ojos vieron, y le mandó el Xeibani leer, y después cantó unos versos,
y todo le pareció muy bienal cadi, y sin que fuese visto sao) una bolsa
y la puso debajo de su asiento , y alzada la lluvia , dio gracias al Xeibani
y se despidió y montó á caballo, y salió el Xeibani á despedirle, y lu<^
entró y halló debajo del estrado una bolsa con veinte doblas de oro.
^ Ahmed ben Said ben Cautír el Ansari de Toledo, docto alfaqui en aquella
* ciudad, hombre rico y respetado en ella en este tiempo, se cuenta
de él que solía juntar en su casa hasta cuarenta amigos y aficionados á
las buenas letras, asi de Toledo como deCalatrava y otros pueblos^ y en
los meses de noviembre , diciembre y enero se reunían en una gran sala,
el pavimento estaba cubierto de alfombras de lana y seda, y almohado-
nes de lo mismo , y las paredes asimismo cubiertas de tapices y paños la-
brados ; y en medio de la gran sala había un grueso canon de altura
de un hombre lleno de carbón encendido, y todos ^e sentaban al con-
torno ala distancia que les agradaba : leian su hizbeósecciondeAl-
coran , ó algunos versos : conferenciaban sobre ellos : les traían perfu-
mes de almizque y otros aromas gratos , y se rociaban de agua de rosa :
luego les servían lina mesa con abundancia de carnes de cabritos tier-
nos y camero , con otros diversos manjares compuestos con aceite , des-
pués leche cuajada y en espuma , manteca , variedad de dulces, algunas
frutas y dátiles. En los días cortos de la estación pasaban lo mas del dia
en la mesa , y duraban estas conferencias hasta fin de enero , y esto era
todos los años : no llegó á la generosidad de este alfaqui ninguno de
aquella ciudad, aunque había en ella otros muy ricos. Le nombró A
rey prefecto del juzgado de la ciudad, y por envidia de su fama y popu-
laridad le hizo matar Yaix ben Mühamad , cadi del mismo juzgado, y
entró el asesino en su casa , donde era muy conocido , y Aben Caulir leia
en su Alcorán , y conoció á lo que iba, y le dijo : Ya sé á lo que vienes,
haz lo que te han encargado , que Dios está en el cido , y lo ve todo y lo
sabe todo : y el asesino le ahogó, y fingieron que había muerto de acci-
dente natural. Hayan dice que fué emponzoñado en Santerin el año 403.
< Loi muslimes dividen el Alcorán en ciento y catorce suras 6 capitales rany desigaales, y
cada sura en varias liiibes ú secciones, y estas en cierto número de ataras 6 divisiones me-
nores de á dies versos ; al verso alcorinico llaman aleya; al principio de cada rara se exprés
su título , el número de versos que contiene , y si fué publicada en Mecca 6 en Medina : le
llaman libro do Dios , y tamil ó descendido del cielo : Alcorán es la leyenda por excelrnda, y
el ser mocil é lector de Alcorán en las aljamas era empleo disUnguido : leiaa con TOi enlooada
y sonora, y á este modo de leer llaman tala.
]>£ LOS ABABBS £N UPAÑA. 24}
CAPITULO xav.
Be COSAS noiables del gobierno del re; Alliakem, y de su maerM*
Procuró el rey Alhakem Almostansir que su hijo único d príncipe
Hiiém turiese los mas doctos maestros qae en Oriente y en Occidente se
hallasen -. entre otros buscó á Muhamad ben Alhasan ben Abdala ben
Meihag el Zubeidi , originario de SeviJla y vecino de Córdoba , se ape-
llidaba Abu Becri , babia sido discípulo de Casim ben Asbag , y de Said
beo Fahlon y de Ahmed ben Said en la lengua , y en la poesía de Abu
Mjel Bagdadí : era este Zubeidi el hombre mas docto que entonces se
coooda en la lengua arábiga y en su gramática ; y fué su especial en-
carp) enseñar esto al principe. Escribió varias obras muy curiosas y el
(tjiDpeodlo ^ del célebre diccionario intitulado Ain : le ayudaban en este
trabajo de orden del rey el capitán de su guardia Muhamad ben Ahí
Huseio , j el Insigne poeta Abu Aly el Bagdadi -. fué el Zubeidi prefecto
del juzgado de Córdoba , y después el príncipe Hixém le honró con otros
prindpales cargos. Alcasim Aben Asbag de Baena le enseñaba historias
tncücioiiafes , y Muhamad ben Chatéb el Lezdi varia erudición y la mé-
trica, y lo mismo el Tobni de Záb , insigne poeta de este tiempo y wali
urta del rey Alhakem.
Era el rey Almostansfar muy amante de la paz , y la procuró con-
serrar aun con los cristianos , á pesar de algunos de sus walies de fron-
tera ; y cuentan que los consejos que solia dar á su hijo Hixém concluían
«empre con decirle : No hagas sin necesidad la guerra , manten la paz
pan to feüddad y la de tus pueblos, no saques tu espada sino contra
los iojuatoa : ¿qné placer hay en invadir y destruir pueblos, arruinar
«lados y llevar los estragos y la muerte á los confines de la tierra? ten
a paz 7 ea justicia los pueblos , y no te deslumhren las falsas máximas
de la vanidad : sea tu justicia un lago siempre claro y puro , modera tus
ojos , pon freno al ímpetu de tus deseos , confia en Dios , y llegarás con
smnidad ai aplazado término de tus dias.
Mandó empadronar los pueblos de sus estados , y había en España seis
dadades grandes, capitales de las capitanías, ochenta de mucha pobla-
cioa , tredontas de tercera clase , y las aldeas ^ lugares , torres y alque-
rías eran innumerables : solo en las tierras que riega el Guadalquivir
lulna doce mil : dicen algunos que se contaban en Córdoba doscientas
iBíI casas, seiscientas mezquitas , cincuenta hospicios, ochenta escuelas
póblícas, y novecientos baños para el común. Las rentas del estado va-
lian cada año doce millones de mitcales de oro , sin contar las rentas do
vaque que se pagaban en frutos. Se beneficiaban muchas minas de oro,
plata , y otros metales por cuenta del rey , y otras por particulares en
ns posesioiies : eran muy ricas las de los montes de Jaén, Bulche y
Anicbe, y las de los moatcs del Tajo en Algarbia de Espada. Habia
ninas de piedras preciosas , dos do jacnt rojo, ó de rubíes á la parte de
t loa ttttgiia copia de e»(o compeodio del Zubeidi eitá eo la Real Biblietcca de Madrid.
244 mSTORU DE LA BOMINAaON
Beja y de Málaga. Se pescaban corales ea las costas de Andducia, y
perlas en las de Tarragona. En la larga paz que mantuvo el rey Alha-
kem se fomentó la agricultura en todas las provincias de España ; se b-
braron acequias de riego en las vegas de Granada , Murda , Valencia y
Aragón : se construyeron albuheras ó lagos para riego , y se bicieron
diversas plantaciones de toda e^ecie como convenia á la calidad y dima
de las provincias. En suma este buen rey mudó las lanzas y espadas en
azadas y rejas de arado, y convirtió los ánimos guerreros é inquietos
de los muslimes en pacíficos labradores y pastores. Los mas ilustres ca-
balleros se preciaban de cultivar por sus manos sus huertos , y se hol-
gaban los cadies y alfaquies en la apacible sombra de sus parrales ; todos
iban al campo y moraban en las aldeas dejando las ciudades , cuales en
la florida primavera , cuales en el otoño y al tiempo de sus vendimias.
Muchos pueblos siguiendo su natural inclinación ^ se entrqpat» á la
ganadería , y conservaban la antigua vida de los Bedawia , y trashoma-
ban de unas provincias á otras , procurando á sus rebaños comodidad
de pastos en ambas estaciones.
Jusuf ben fiamud el Sadfi, cadi de Cebta su patria, informó alrej
Alhakem de la sabiduria y celebridad que tenia en Oriente Abdalaben
Ibrahim el Omaya de Asila la de Tanja : este era originario de Sidoaia
en Andaluda, y de la mas ilustre prosapia t había pasado á CairvsD y
á Egipto , y estaba en la Iraca y solicitado del cadi deGebta, y por car-
tas del rey Alhakem se vino á España en este tiempo, y desembaroáen
Almería. Hizo el rey Alhakem muchas obras públicas en las proyindas
de España : reparó mezquitas y menciles ó posadas páUicas, entre ota
la célebre y antigua de Libia, que se llamaba Menzil Haxemia, cons-
truyó fuentes en poblado y en caminos públicos, y reparó puentes j
acueductos. Encargó el gobierno de Badalyox y de sus comarcas al per-
siano Sabur, su familiar y camarero , hombre docto y de macha pdiüca.
En este tiempo murió Muhamad ben Abdelwahib, gobernador de Jaén,
hombre de grande ingenio, que mereció la confianza del rey Anasir j
de su hijo el rey Alhakem : en su juventud habia tenido oofnpetencias
con el wazir AbdelmeUc ben Geh war sobre precedencias de asiento ooo
notables lances ^ este Aben Gehwar fué wali bait el mal ó prefecto de h
Tesorería , y cuenta Razi que sus composiciones poéticas eran de tania
d^iancia que se atribulan á Zeidun de Córdoba : sobre todas se cd^
braiba su canción de las excelencias de la rosa, que algunos dedan que
i Desde l« mas remota antigOedad fueron loa Árabes moradores del campo» gne Tigibtii
pastoreando sos rebaños : Isaías anunciando la desolación de Babilonia decia, qoeaqoeU*
ciudad Tendría á ser un yermo espantoso : we lo yabel sam Arabi, We roim lo jarbizo sao :
que ni acamparía allí el árabe , ni pastores sestearían alli : como decía Ootalba , no ssbeo vñir
aino buscando pastos á sus ganados, mudando sos ranchos é mas ó menos dislaoeia, por dir
tiempo i que se renneyen las yerbas , 7 para buscar en la mesaifa ó esueion de Terane Us
alturas frescas hada el norte ú oriente, ó volviendo al fln de la esudon para la nesta ó inT«^
naderó , hada loa campos abrigados del mediodia ó poniente , imitando i las grullas qve,eon«
decía Damir , tienen so mesaifa en la Iraca ó Caldea, y su mesta en Bgipto y tierras de pooieDie^
Estos árabes se llamaban moedinos, vagantes ó trashumanlca, y es láell quealirndoaifl
nombre de él baya procedido el de nueatiM ganadoa merinM* qse oooserraB estt vét
alárabe.
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 345
$t arenlajaba á la printavera y á la descripción de la lluvia do Abdala
d hijo de Alhakem el Coreixi.
B rey Albakem no solo era justo apreciador del mérito de los buenos
ingenios, sino también muy buen poeta, pues como en aquel tiempo
érala pocsia una de las prendas de educación de los caballeros, la en-
tendía bien y se ejercitó en su juventud en toda especie de metros , j
qoedan anos versos suyos, que dioe Hayan que los hizo á la partida y
separadcm suya de la sultana Sobeiba , madre de Hixém , con ocasión
le h jornada de Santistefan de Gormaz , que los repetía Abu Aly el
Basan ben Ayúb , y con algunas variantes Mubayer el Dilemi , y son
estos.-.
De tas ojos j los mios en la triste despedida
De lAgrimas loa randales inundaban tas mejillas t
Uqaidas perlas llorabas , rojos zafires i vertia »
Juntas en tn lindo cuello precioso collar bacian.
Sxtraftof, amor, al partir como no perdí la vida i
Mi eoraion se arrancaba , el alma salir quería ,
Ojos en llanto anegados, aquellas lágrimas mias
Si del ooraion salieron en su propia sangre tintas,
i Este coraion de fuego cómo no se deshacía ?
Loco de amor preguntaba : • i dónde estás , bien de mi Tida ?
Y estaba en mi corazón y con su encanto vivía :
A sinrazón me querello de amor que en ansias suspira ,
Y de los ojos que lloran , j del corazón que bechizas.
Seria menester dilatarse mucho para referir las virtudes y grandeza
de ánimo de este sabio rey, y la mucha prosperidad de España en su
tiempo; pero pasaron sus días como pasan los agradables sueños, que ^
Qo drjan sino imperfectos recuerdos de sus ilusiones : pasó á las moradas
eternas de la otra vida, en donde haUaria , como todos los hombres ,
aquellas moradas que labró antes de su muerte con sus buenas ó malas
obras : falleció en Medina Azahra á 2 de Safar del año 366 (976), á los
innita y tres años de su edad , y quince años, cinco mesesy tres dias de
su reinado. El féretro del rey AUÚd&em fué acompañado de todos los ca-
bailcros de la ciudad , y de infinita gente que acudió de la comarca : fué
^ti*rnido en su sepulcro del cementerio de la Rusafa : hizo oración por
^ SQ hijo Hixém, que descendió al sepulcro , y salió de él sin poder con-
\net sus lágrimas.
♦
CAPITULO XCV.
Del reinado de Hiiém el Hoyad Bila.
Acabada la pompa funeral del rey Alhakem f né aclamado su hijo
Ritdm , de edad entonces de diez años y meses : fué hijo único del rey
Albkem : fué su madrota sultana * Sobcíha, y le apellidaron el Muyad
* U dedr que sus lágrimas eran de sangre, que sallan del coraion.
' Sobeiba es awora : nuestros Árabes ponían A sus bijas nombres de slgnlflcacion agradable.
ftaabdUa, apaciMe A plácida; Niama, graeia i Noeima, graciosa ; Saida, feiis ; Soeida, ven-
^•^vM ; Selima , paciflca ; Amina , fiel ; Zebra , flor ; Zahira, florida ; Zobraita, Florinda; Boriba,
^*i Safla, esoegida, pura; Mowalra, Lucinda; Uila besana, seat, golls, nocbe buena,
^abaeoa, feKs albo ; Nasiha, candida, deliciosa; Kerima, Honoria ú UoBorinda; Kinia,
''^^ ; Ktibtra , fecunda ; Lutu , perla ; Lobna , láctea ¡ Bialiba, hermosa.
' 146 HISTORU DE LA IK>MmA€IOFI
Bill y ayadado ú protegido de Dios : se celélljró su jara solemne con gran
concurrencia de walies, cadíes, wazires y otros principales ministros
del estado, en dia lunes 5 de la luna de Safar : hizo la lectura de inau-
guración Giafar ben Otman el Mushafi, el hagib, conocido por Abul-
basan el berberi , que habia sido ^^alixle Mayorca en tiempo de Anasir,
7 wazir del rey AUialíem , y en este dia fué nombrado hagib del rey.
La suUana madre de Hixém con su discreeion y hermosura habia ga-
nado tanto el corazón del rey Alhakcm, que por mas de diez años no se
habia hecho cosa alguna de poca 6 mucha importancia, asi en la casa
del rey como en la corte y en las provincias , sin consultar su voluntad,
y sus mas leyes insinuaciones eran soberanos mandamientos que se obe-
decian sin excusa ni dilación . Era secretario de la sultana Muhamad ben
Abdala ben Abi Amer el Moaferi , hombre que por su afabilidad, gen-
tileza, valor y consumada prudencia habia merecido la estimación y
confianza del rey y de la reina , y el respeto y consideración de todos los
'wazires de la casa real, délos capitanes de la guardia , de los vralies y
gobernadores de las provincias. £1 padre de esle, Abdala ben Muhamad
ben Abdala ben Amer ben Abi Amer, Muhamad ben el Walid ben Yezid
ben Abdelmelic fué de Córdoba, aunque originario de Algczira Alba-
drá , y se apellidó Abu Hafs^ fué muy honrado del rey Anasir , pasó á
Oriente para hacer su alhig ó peregrinación santa ; era hombre docto,
discípulo de Muhamad ben Ornar ben Lubeba, y de Abmcd ben Chalid,
y de Muhamad ben Foteis de Elbira, y del célebre Muhamad el B^i :
de vuelta de su peregrinación enfermó en Trabólos, y dicen* Hayan,
Aben Afif y Aben Fayad ; que falleció en Roqueda al fin del reinado de
Anasir, y alli fué sepultado con mucha honra : su hijo Muhamad había
nacido en Toros, aldea de Algezira Alhadrá, el año 327, y siendo
mozo de poca edad vino á C!órdoba , y en ella estudió humanidades , y á
la muerte de su padre estaba entre los donceles del rey ^''akem , y se
distinguía por su ingenio y gentileza , y la sultana Scby. .a le hizo su se-
cretario, y después su mayordomo. Considerándola sultana la po(^
edad del rey Hixém su hijo , encargó á Muhamad el cuidado del gobier-
no, y le nombró su primer hagib , para que fuese como tutor de su per-
sona y primer ministro de estado y guerra. No hubo quien no aplaúdese
esta elección , sino Giafar ben Otman el hagib y sus hijos , que miraron
la elevación de Muhamad ben Abi Amet como menosprecio de sus
grandes y antiguos servicios ; pero disimularon su secreto resentimiento.
El rey Hixem, asi piór sus pocos años como por su natural inclinacioD,
no pensaba sino en sus juegos é inoecntes placeres , no salia'de sus al-
cázares y deliciosos jardines, ni deseaba otras distracciones ni recreos
que no conocía t en su retiro estaba siempre rodeado de esdavfllos de
su edad , que vivian encerrados con él y á nadie comunicaban. Sabur el
persiano , que habia sido camarero del rey Alhakem , y habia venido
de Mérida para la jura del rey Hixém , quiso hablar con él antes de sa
1 Cacnla Hayan que Abdala , d padre de este Mahamad Almanzor , faé nieto de AbdeloiHic
de Wasit , que entró eu Espaua ron Taric ben Zeyad «1 principio de la conqolftla :qve la madn?
de Almansor era Boríha , hija de Yabye ben Zacaria el temimi , conocido por Aben Batial.
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 947
parUda , y k sidtaiia Sobeiha le excusó la visita de acuerdo con el hagib
Muhamad, j luego partió para Algarbe; y los demás valles á sus pro-
nncias. Desde el priocipio de su privanza supo ganar el favor y amis-
lad de todos los principales de la coríe y de fuera de ella , haciéndoles
notables honras , y usando con ellos de mucha cortesía y afabilidad :
trataba con especial estimación á los sabios, y les hacia grandes mer-
cedes , y admitía en su casa á los que se distinguian por su ingenio y eru-
dición : ¿ todos los hombres de crédito de cualquiera clase procuraba
tenerlos obligados y agradecidos : aun los infieles y enemigos le honra-
Iwm, respetaban y temian. Besde el primer año de su gobierno quiso
señalarse con hechos insignes , y previno á los walíes y caudillos de las
fronteras que pensaba romper las treguas que había con los cristianos,
á quienes juró perpetua guerra , y no- pensaba menos que en subyugar
adiantos tenían este nombre en los términos de España. Estas ideas
foeroQ mny gratas al vulgo de los muslimes , y no se oían sino alaban-
as del hagib Muhamad, y anticipados anuncios de sus futuras victorias.
Fué de las primeras providencias del hagib Muhamad ben Abi Amer
d concertar avenencia y paz con el señor de Zanhaga Balkin ben Zeiri,
qncconria tierra dcMagréb , y tenia puesto cerco á Medina Ccbta , de-
seando vengar la muerte de su padre Zeiri ben Menad , á quien habia
moarto en batalla Giafar ben Aly , siendo gobernador de Sale y Erab
pur d rey Alhakem : otorgaron sus avenencias en este año de 366 , y
fialkin levantó el cerco de Gebta , y se retiró á su ciudad de Túnez. El
bagib Abnlhasan Giafar ben Otman el Mushafl , y Abu Becri el Lului y
otros de su parcialidad , censuraban y murmuraban, no sin ocasión y
buenas razones , que Muhamad ben Abi Amer hiciese paces con los mas
constantes enemigos del rey Alhaliem , y declarase la guerra á los de Ga-
licia y de Afranc que habían sido por tantas años fieles á los tratados
que habian otorgado con el rey. Al mismo tiempo Giafar ben Aly el
Aodalnsi, señor de Mezila, estaba cercado en Akázar-alocáb por los
berberies , y cacribió á Muhamad ben Abi Amer pidiéndole socorro , f
manifestándole que sí hasta cierto plazo no fuese el auxilio que pedia, so
Tena forzado á entregar aquella fortaleza. Envió sus cartas con su iva-
zir Abulwalid ben Gehwar, que era favorecido del hagib Muhamad ben
Abi Amer : cuando recibió Muhamad estas cartas ya tenia concertada
sa ayenencia con el señor de Zanhaga , y no cuidó tle la suerte de Giafar
k'Q Aly , y la pérdida de Alcázar-alocáb sirvió de pretexto para perder á
ale wali , que envolvió en su desgracia á toda su familia.
•
CAPITULO XCVi.
D^ las primerai^xpedleionei de Almunsor.
En prindpÍo« del año de 367 (977) partió el hagib Muhamad ben Ahí
^mer á viritar las fronteras de la España oriental , dando sus órdenes
248 HISTORIA Iffi U DOnXACIOff
á ICB iFiUes y ikildes de aqneDa tlwTa púa tena- di^oMtM tos gentes
para hacer cada año doe entradas en tierra de cristianos , cnondo pw
ana parte cuando por otra : lacgo pasó por Zaragoza , j tÍsíIÓ aquella
frontera de los montes de Afranc , dando allí las mismas órdenes á los
fronteros , j sabiendo por el Ebro vino á las tierras de la frontera del
l>uero, y en ella con la gente de Mérída j Lusitania tuzo entrada en
tierra de Galicia , talando los campos y quemando alganas poblaciones,
sin bailar resistencia en ninguna parte : tomó algunos cautivos j gana-
dos, y se volvió á Córdoba cooteato de la visita y del suceso venturoso
de estas 'primeras algaras , que pw tan rápidas é imprevistas no pudienn
ser estwbadas ni costaron sangre. En este mismo año se acabaron en
Ecija los acnednctosque alli se hadan de orden do la reina madre, y se
grabó Dua inscripción en piedra qae decía :
BE LOS ÁRABES EN E^AftA. 24D
hk d nombre da Díob elemente y pfadoto mandó edifiear esta acequia la
•Aon, engrandézcala Dios ^ madre del principe de loe creyentes, el favore-
cido de Diqp Hixém , hijo de Alhakem , prolongue Dios su permanencia , espe-
rando por ella los premios de Dios copiosos, y las mercedes grandes ; y se acabó
eco ayuda de Dios y su auxilio por manos de su artífice y prefecto sahib xarta «
cadi de los pueblos de la cora ó comarca de Ecija y Carmena y dependencias
de n gobierno Abmed ben Abdala ben Muza , y esto en la lima Rebie postrera
delióo5$7.
Endflo de este año desembarcaron en Algeara Alhadrá las Ircq^ de
obaDeria qae enyiaba Balkin ben Zeiri , sedcnr do Tnnez , para las
guerras contra cristianos , como tenian concertado ; y babiendo llegado
Giaiar ben Aly f oé puesto en prisión , y poco tiempo después mandó el
hagib Mnhamad ben Abi Amer cortarle la cabeza, y la envió á su amigo
bdkin , que la estimó como d mas precioso presente. Los parientes y
parciales de Giafar miraron esta precipitada justicia como la señal del
nnqmniento contra ellos, y principio de las venganzas y rivalidades del
bfibMubamad.
Ziad ben Aflag , liberto que liabia sido del f ey Anasir, y en este
tiempo sahib almedina de Córdoba , dio sentencia de muerte contra
AbdefaiieU(^ ben Mondar, convencido de graves delitos por liviandades
A^ mocedad : consultada la sentencia para su ejecución , la revocó el
Npb Mohamad ben Abi Amer en este año 377, y en principio del si-
guiente año falleció Ziad.
£q el siguiente de 368 partió Mnhamad con la caballería africana y
la de Aodalucia , y con las gentes de Mérída , y entró en Galicia : venció
# los cristianos que le salieron al pa30 con cruel matanza , y tomó mu-
ch» ¿espejos , y cautivó muy florida juveütud de ambos sexos, y volvió
vencedor á Córdoba , donde fué recibido con grandes demostraciones de
alegría. Fué apellidado en esta ocasión Almanzor, insigne vencedor y
niiiliad(Nr del pueblo muslime , defensor ayudado de Dios , y con el
tiempo aercdHó que mcrecia estos inditos titules. Repartió los despojos
de su expedición entre sus soldados , sin mas reserva que el quinto que
taba al rey, y la estafa ó derecho de escogencia que pertenecía á los
ondíBoa, asi de los cautivos hombres ó mugeres, como de la presa de
guiados de toda especie : renovó la antigua costumbre de dar convite
ilai Irms después de las victorias , y él recorria todos los randios de
^ banoeras , y era tal su memoria que conocía á todos sus soldados , y
Mierraba los nombres de los que se distinguían , y los convidaba á su
May ks hada especiales honras. Desde estas primeras entradas contra
crisHanoa tuvo Mubamad Almanzor esta costumbre , que siempre que
^olvil k SQ pabellón del campo de batalla hacia que le sacudiesen con
■Mchocuidado el polvo que (raía en sus vestidos, y lo guardaba en una
<>ja dispuesta para esto, y decia él que cuando llegase la hora de su
Wrte le cubriesen en su sepulcro con aquel polvo .- en todas sus cxpe-
didoocs bada llevar esta caja con mucho esmero, como las cosas mas
F^eelosas de su recámara. Usaba de clemencia con los vencidos , y no
permitía herir ni ofender con violencias á la gente pacifica y desarmada.
S50 mSTORIA DE LA DOMUUCIOH
En d mismo a9o de 368 (978) volyieiido de su entrada en la frontera
de España oriental, que fué tan venturosa cerno las precedentes, y la
liberalidad de Almanzor con sus caballeros y fronteros excesiva , mucho
mayor, que otras veces , de suerte que el wazir encargado de lais presas
pertenecientes .al rey por su quinto percibió de esta expedición muy
poco, y sabiendo esto el hagib Abulhasan Giafar ben Otman , como pre-
fecto de la tesorería , dijo á sus wazires : Paréceme que las excursioneg
del hagib Muhamad , aunque sean como dicen sus amigos , muy glorío-
888, son en verdad de muy poca ntíUdad y ventiga para el estado , pues
no saca de la inquietud en que se halla sino pérdida de gentes y de ca-
baHeria : mas bien lo entendía nuestro buen rey Alhakem. Asi dijo este
Abulhasan, ó por ofendido y ehemigo de Almamtor, ó por ser natural-
mente franco y duro , que no sabia acomodarse al tiempo ni seguir el
viento que soplaba. Era en este tiempo dañoso y mal seguro el no ser
amigo de Almanzor, ó tibio siquiera en sus alabanzas. Luego fué iafor-
mado de las palabras del hagib Abulhasan Giafar ben Otman, y pocas
horas después recibió este hagib el mandamiento de prisión, y príTado
de sus cargos fué conducido ¿ una torre de la muralla , y sus bienes apli-
cados al fisco.
En este tiempo Marón, hijo de Abderahman ben Marón , biznieto del
rey Abderahman Anasir, conocido por el Tolcic , mozo de diez y seis
años , muy erudito y de buen ingenio en la poesia , hirió de muerte á su
padre por esta causa -. habíase criado este mozo en su infancia con una
niña , hija de una cautiva esclava de su padre; se amaban al principio
como niños , pero crecieron ellos y crecieron sus amores, qufe no po-
dían vivir el uno sin el otro t ignoraba esto Abderahman el padre di
Marón , y cuando le pareció conveniente separó á la doncella del%Gonh
pañia de su hijo. Con este apartamiento se acrecentó su recíproca pa-
sión. Impaciente el mozo y deseoso de ver ¿ su amada logró entrar fur-
tivamente en los jardines donde s(dian holgarse las esclavas de su padre.
Al principio de la noche entre unos tnirtos vio á la doncella , y le dijo .
No es tiempo de mucho hablar, hagamos presto lo que debemos hacer,
ella que no tenía mas deseo que de complacerle , tan^^rande era el amor
que le tenia , luego le siguió y huian juntos , pero por desgracia cuando
llegaban á las puertas del jardin los encontró su padre Abderahman, y
el atrevido y loco enamorado , sin mirar que era su padre , y qae no
podía ser otro en tal puesto y á tales horas, le pasó con su espada : á
las voces de Abderahman acudieron todos sus siervos , y aunque Marón
quiso abrirse paso por entre ellos , la doncella se desmayó , y por soste-
nerla fué desarmado y preso. El prefecto de la justicia urgente mandó
poner en una torre á Marón , y el cadi de los cadies , averiguada esta
desgracia y sus circunstancias , consultó á la reina madre del rey, por
ser Marón de la casa de Omeya , y primo del rey : Almanzor estaba en
sus expediciones , y los cadies con licencia de la reina tomaron oonod-
miento de la causa , y atendidos los pocos años de Marón, le sentenda-
TOn á tantos años de prisión como tenia de edad : y la reina y el rey
confirmaron esta sentencia. Cuando vino Almanzor de CMida maoí-
DE iOS ÁRABES EN ESPAÑA. . !tSi
fnfó d rey llixém qnc había jozgfado oomó róozo y enaiiMxmdo , y no
como padre de familia. Permaneció Marón en la torre basta el año 384 ,
jensa prisión escribió muy buenas canciones enamoradas y tristes que
le dieron gran celebridad.
CAPITULO XCVII.
De otras entradas de Almanzor en Galicia.
En fin del año 368 (978) Abdclmelic ben Ahmed ben Said Abu Me-
niAn, gobernador de Toledo, dio muerte en desafío al alcaide de Mo^
dina Selim , Galib , hombre de mucho valor y muy estimado de Al-
manzor : por esto Abdelmclic fué privado de su gobierno, y fué puesto
msQ lugar Abdala ben Abdelazizben Muhamad ben Abdelaziz ben
Omcya , apellidado Abu Becri : era este caballero muy favorecido de la
reina madre de Hixém, y era muy rico, que tenia en tierra de Tadmir
maciías tierras y aldeas : cuentan que pasaban de mil alquel*ias : fué Ua-
Buido de los cristianos en su lengua piedra seca , por su dureza y con*
dicion avara. Se distinguía entre los donceles del rey el hijo de Alman-
zor Abdelmelic, y le llevaba su padre á las expediciones y entradas en
tierra de cristianos , para que se acostumbrase ¿ las fatigas y trabajos de
b guerra , y aprendiese el acaudillamiento de las huestes á su lado , y en
Tanas ocasiones dio claras muestras de $u valor y destreza en las armas.
Estaba Almanzor en tierra de Galicia á la vista de una poderosa
hueste de cristianos de Galicia y de Castilla en el año 370 : trababan los
campeadores de ambas huestes varias escaramuzas mas ó menos san-
grientas y porfiadas -. preguntó en esta ocasión Almanzor al esforzado
candólo Mushafa .- ¿ Cuántos valientes caballeros te parece que vienen
en nuestra hueste? Y le respondió Mushafa : Tú bien lo sabes ; y añadió
Almanzor : ¿ Te parece que serán mil caballeros ? Y respondió Mushafa :
Ko tantos. ¿ Serán quinientos? dijo Almanzor : y le dijo Mushafa : No
tantos ; y entonces dijo Almanzor : ¿ Serán ciento ú siquiera cincuenta ?
Y le dijo Mushafa: No confio sino en tres : maravillóse Almanzor de su
respuesta. En esto salió del campo de los cristianos un caballero bien
armado en un hermoso caballo , y dijo : ¿ Hay quién salga á pelear con-
migo? Salió luego contra él un caballero muslim , y antes de una hora
el cristiano le mató, y dijo : ¿Hay otro que salga contra mi? Y salió
otro muslnn , y pelearon menos de una hora , y el cristiano también le
mató, que era muy buen caballero •. los cristianos daban grandes voces
de aplauso y alegria, y los muslimes gemian de despecho y de indigna-
ción. Dijo el cristiano : ¿ Hay otro que salga contra mi, y sino dos ó tres
juntos? Y luego salió un esforzado muslim , y á pocas vueltas el cris-
tiano le derribó de su caballo de un bote de lanza. Los cristianos aplau-
dieron con gran algazara y voceria , y el caballero se tomó á su campo,
y mudó de caballo, y salió en otro tan bueno como el primero , y le
traía cubierto de una grap piel de fiera, cuyas manos pendian anudadas
2(3 HI8I01IIA DE U MMIlUGHm
i lo0 pedHM del oalNiDo y SUS uñas paredande oro; j dijo AlmaiUEor
que no saliese mnguno contra él : llamó á Musbafa y le dijo : ¿ No has
¥istoIo que ha hedió este cristiano todo el día? Lo yi pw mis ojos, res-
pondió Musbafa , y en dio no hay engaño, y por D¿s que el infid es
may buen cabaUero, y que nnestros musUmes están acobardados. Me-
jor dirías afrentados , dijo Almanzor. £n esto d caballero con sn feroz
cabaDo y su preciosa cubierta de piel de Gera se adelantó y dijo : ¿Hay
quién salga contra mí ? y entonces dijo Almanior : Ya too , Mushafli,
ser cierto lo que me decias , que apenas tengo tres Talientes caballeros
en toda la hueste : si tu no sales, irá mi hijo, y sino iré yo mismo, que
ya no puedo sufrir esto. Entonces le dijo Alnshafa : Yaras que presto
tienes á tus pies su cabeía , y la erizada y preciosa piel : Asi lo espero,
dijo Almanzor, y desde ahora te la cedo ^, para que después entres con
ella pomposo en la batalla* Salió Musbafa contra d cristiano , y este le
preguntó : ¿Quién eres tú de los nobles muslimes? Y Musbafa Man-
diendo la lanza le respondió : Hedhe ginsi , hedhe nasbi , esta es mi no-
bleza , esta es mi prosapia. Pdearon ambos caballeros con mucho valor
y destreza, hiriéndose de crudos botes de lanza , reyolyiendo sus caba-
llos y eyitandc» los golpes , entrando y saliendo el uno contra el otro con
admirable gallardía ; pero Mushafa , que era mas mozo y suelto , y es-
taba mas descansado , reyolvia su caballo con mas presteza, y le hirió
de una mortal lanzada por un lado , y cayó muerto de su caballo : saltó
Mushafa del suyo y le cortó la cabeza, y despojó al caballo de la piel,
y se tornó á Almanzor, que le abrazó y le dio aquella preciosa pid.
Dada la seíial , ambas huestes trabaron sangrienta batidla , que sepnró
presto la Tenida de la noche. Al dia siguiente los cristianos no quisieron
Yolver á^la pdea, y al rayar d dia se retiraron, y Almanztn* vdYióá
Córdoba triunfante.
En este tiempo llegó á Córdoba Abdala ben IbraUm el Qmeya , afri-
cano de Asila , originario de Sidonia , que por la fama de su sabiduría
le llamó el rey Alhakem Almostansir, y yino de Egipto y desembarcó
en Almería al mismo tiempo de la muerte del rey : anduvo errante y
pobre algún tiempo : luego que Almanzor tuvo notida de su mérito y
poca fortuna le disti9guió y le hizo del mexuar , y poco tiempo después
le dio el cargo decadi de Zaragoza; era de los hombres mas doctos de
este siglo, pero de la secta de los de las Iracas , y le llamaban en Zara-
goza zaque del Ebro, y se le motejaba también de avaro y tenaz. La
reina Sobeiha , madre de Hixém , mandó construir en Córdoba una
magnifica mezquita , que se llamó de su nombre, y mas comunmente
de la madre de Hixóm , y fué prefecto de la construcción Abdala bea
Said ben Mubamad ben Batri , que ara sahib xarta * de la dudad, y
1 Era antiguo derecho del caudillo de los muslimes en la guerra, cuando im los desafios
que solian preceder á las batallas un caballero de su hueste Yencta d mataba al contrarío, el
bacer de los despojos á su arbitrio , ó quedarse con ellos , d donarlos al rencedor, 6 aüadirtoj
á la presa común.
s Sahib xarta, prerecio de la guardia pretorlana , jefe de la Jente de armas que había m
las ciudades principales para mantener el orden y seguridad púbitea, y el sabtb xarla tenia
el mando de la ciudad er ausencia del wali 4 gobernador.
M LOS AHáBES en ESPAftA. 2S%
«bh eneargado de Iob reparos de lagrande aljama por orden del
hagib Almanior.
Alano siguiente de 371 (981) faé la -entrada en tierras de Galicia con
mndus 7 muy escogidas tropas dea pié y dea caballo : acompañóá Al-
mamor en esta gazna el wali de Toledo Abdala ben Abdelaziz : talaron
los cunpos y pusieron cerco ¿ Medina Zamora , ylaentraron por faerza
dB espada , y ocuparon otras fortalezas, y mas de cien lugares, robaron
los ganados y cantmron mozos y doncellas : bizo Almanzor destruir
los moposde les pueblos que los tenían, y en esta jomada fué tan co-
posa la presa que todos los soldados de las prwíndas y los fronteros
acnroD su codicia , y fueron generosos con sus ffiigos. Almanzor entró
tríonfanteen Córdoba precedido de mas de nueve mil cautiTOs, que
ÜMuí en caerÓBB de á cincuenta luxnbres. El wali Abdala entró en To-
Meoott cuatro mil cautiTos ¿ principio del aflo 371 , y cuentan que en
d camino lud>¡a cortado otras tantas cabezas de infieles.
Ba el oloSo del mismo año vcdyió Almanzor con Abdala , y pasaron
A Onero, y corrieron la tierra y fronteras de Galicia sin que los cri»-
IttDOS seles opusiesenal paso ni viniesen á bataUa ; pero de lejos los
npáuk y observaban ocupan^ las alturas. La experiencia enseñó en
esta ocasiOQá los muslimes que no debiandespredar las pocas fuerzas de
los cristianos, que aunque pocos en número eran muy aguerridos.
Usfaba Almanzor su ejército dividido en dos huestes , y como acam-
IMttenenun valle muy vicioso de pastos ala orilla de un rio, suscam-
peadores se emboscaron en unas alamedas donde con descuido apaoen-
labaa sos caballos, como si estuviesen muy distantes sus enemigos. Los
cnstianos aprovecbaronesta ocasión , y como estaban atalayando vieron
tui favorable oportunidad , y descendieron de súbito , y cay^non sobre
los moslimes con terrible Ímpetu y vocería : todo el campóse Uenó de
espanto y confusión : los mas animosos acudieron á sus armas y se pu-
sieron en defensa ; pero la multitud dio á buir desatinada y sin saber
adonde,* y unos á otros se atropeUaban y oprimían : llegaron los infieles
á b interk^ dd primer campo rompiendo y desbaratando ¿ cuantos so
les oponían con gran matanza. Los fugitivos de la primera hueste lle-
Taron él terror ala segunda $ entonces Almanzor, que estaba en su
pabellón , se poso á caballo , y con su guardia de caballería corrió al en-
nientro de los enemigos llamando ¿ sus esforzados caudillos por sus
nombres : todos los valientes le siguieron denodados , y pudo tanto su
presencia que reunió su gente , y aunque con trabajo logró rechazar ¿
hs cristianos y quitarles la victoria que ya tenían por segura. Repren-
dióá los campeadores y caballeria de su repentino temor y vergonzosa
fQga,yde tal manera enardeció los ánimos de sus tropas, que deseosas
de venganza persiguieron á los cristianos basta encararlos en Medina
Leyonis i y si las Duvias dd invierno no hubiesen sobrevenido, hu-
bieran entrado aqndk ciudad. Tomó Ahnanzor ¿ Córdoba, y fué re-
cibido con macbsL honra; pero las alegrías y fiestas que se hideron por
ns victorias nole hideron dvidar de sus meditadas venganzas , y man-
dó quitar la vida en la prisión i &afar ben Otman < ai bien otros dicen
254 HISTOBiA D£ LA DOMOUCIOIi
qne murió de deipecbo y aflk»i(m de eqp^
En este tiempo por orden de Almanzor reparó los moros y fortalesEa de
Maqu^da y de Wakex. el arqoitecto Fatbo ben IbraUmel Omeya, cono-
cido por Aben el Caxeri de Toledo , célebre for sus coQpdmieotos y
sus Yiajes á Oriente ; habia edificado poco antes en Toledo dos grandes
mezquitas , la de Gebal Berida y la de Adab^n. Al fin de este añosalíó
para Oriente Gbalaf ben Meruán el Omeya el Sahari, así llanwdode
Sahara Haiwat, pueblo de Algarbe de Espafia; era de los hombres loas
doctos de su familia.
En el ano 373 (9S3yemerosos los cristíi^nos de Galicia de las entradas
de Muhamad ben AMkmer Almanzor sacaron todas sus riqueías de
las ciudades de Astorica y de Leyonis, y de otras muchai, y con sus fa-
milias y ganados se retiraron á los montes i en verdad no se enganann
en sus recelos, que Tenida la primavera partió Almanzor con los ca-
balleros de Andalucía ) de Mérída y de Toledo. Todos iban contentos y
confiados en la buena ventura de sus caudillo» : llegados á la fronte»^
pasó alarde á su gente , repartió ks banderas y fueron ¿ poner cerco á
la ciudad de Leyonis, que era muy fuerte y bien guarnida con altos y
torreados muros, y sus puertas do bronce, qne cada una parodaima
fortaleza. Ordenó Almanzor el cerco, y dio cinco días de reck» y coa-
tinuos combates cqu ingenios y máquinas extrañas : al cabo de los daoo
días rompió ias robustas puertas y aportilló los muros pw varías partes :
tres dias díó s^to falso á la parte de mediodía, y verdadero á b de
occidente, por donde Almanzor, cansado de la resistencia de aqaeUcs
valientes cristianos, fué el primero que con una bandera y suespodi
entró atropellando cuanto delante se le ofrecía; por su mano mató al
esforzado alcaide de los cristianos, y todos á su ejem|do morieroa pe-
leando : acabóse de entrar la ciudad al anochecer, y los muslimes esto-
vieron en vela y con las armas en la mano toda la noche : aldia «goieote
fué saqueada la ciudad, los cristianos que se obstinaron ea defen^terse
fueron dcj^oUados, y los demás y las mugeres y niños cautíToa :/destrByé
Almanzor los muros deia ciudad , y por no detenerse maa tiempo que-
daron á medio arruinar las torres, que eran fuertes á maraviUa. la
misma suerte tuvo la ciudad de Astorica : su defensa fué obstinada, y
los defensores trabajaron en vano, que Dios destruyó so» fuertes moros
y gruesos torreones, en que se confiaban. Al paso destruyó tandrien la
ciudad de Scdmanca , y contento con estas ventajas se vi^vió ¿ Córdoba,
y en todas las ciudades por donde pasó fué recibido con adamadimes de
triunfo.
CAPITULO XCVIII.
De cómo Almauor honraba á loa doctos» 7 de otros sncoios.
Se detenia poco tiempo Almanzor en las fronteras , y mientras estaba
en Córdoba su cesa era como una academia de sabios y de hombres de
BE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 25S
ii«aio : la frecoentalm d mdagaeik) Obadaben Abd^
Alm Beoi , qne era de los mejores poetas de este tiempo en* Andalucía,
j escribió la hist(»ia de los poetas españoles y y ona célebre borda ó
elogio de Anabi Muhamad , y para pedir licencia para Tisitar al vajdr
de Almantor Ahmed ben Soaidben Hezam hizo unos Tersos muy ele-
gintes de improyiio, y le dio d vazir den diñares de oro, y su casa
frioca átodas horas : taonbien concurría á casa de Almanzor AbdelipraríE
beaSofeÍD, y muchos otros de las familias ilustres de Córdoba. Esta^
Ufició Almanzor una academia de humanidades , y solo tenían asiento
ea eila hombres dootos, va conocidos por obras útiles 6 ingeniosas de
Tana eradicion en prosa o verso. Visitaba las madrisas ó escuelas ^ y las
aljamas y odegios, y se sentaba entre los discípulos, y no permitía que
« iaterrumpieae la enseñanza A su entrada ni ¿ su salida ; daba premios^
á ios disdpnlos mas sobresalientes. Por este medio acertaba en la ele(>
cioQ democríes y aldiatibes , lectores y predicadores para las mezquitas ,
y de doctos cadíes para las aljamas {M'incipales' del reino, fü rey Hixém
contíinuba en el retiro de sus alcázares holgándose en sus deliciosos
janHflcs : nlngana persona podia visitarle sin licencia de la reina su
Dadre, ó del hagib Aiubamad ben Abi Amer. No se hacia mencioii de
éi sino en la chotba ú oración publica del juma , en las monedas é
ioscrípoones , precisos y únicos testimoaios de su existencia. Guando
oMMurria en las pascuas y otras fiestas á la mezquita no salía de la
Qicsaní ' hasta que todo el podilo habia ya salido de la mezquita*, y
eaUmces saUa rodeado de su séquito y guardia , y se vdvia á su alcáaar,
qoe estaba cercano, apenas visto de la gente»
Oegdeel año 365 estaba Alhasan ben Keouz en la corte del soldán de
Egipto Nazar ben Maad, y ahora entrado el año 373 escribió Nazar al
caudillo Baikin , que mandaba en su nombre en África , para que fa^o-
recieBe á Alhasan en sus empresas en tierra de Magréb. Llegó Alhasan
áTonez, y le recibió con mucha honra BaUdn ben Zeiri ben Menad, y
vistas las carias del soldán le dio tres mil caballos , y le siguieron algu-
aasaicabilas de berberies voluntarios , y om ellos entró en Almagra» ,
J faé adamado en varios pueblos. Vino esta nueva áCórddia, y al punto
^Tió el hagib Almanzor á su vkzir Abu Alhakem Ornar ben Abdala
ka Abi Amer con muy escogida caballería , y le dio el gobierno de Al^
nia|réb y sus dependencias. Luego que Alíuisan tuvo noticia del paso
<fe estas tropas vino á encontrarlas á cercanías de Cebta , y las acometió
va el momento de su desembarco , y en la misma costa dd mar se dieron
sangrienta batalla , y los andaluces quedaron vencidos, y se acogieron
ala dudad de Cebta, y en ella los cercó Alhasan algunos días. Escribió
Ornar su desgracia á Córdoba , y el hagib Almanaor ordenó queluego
partiese á Afinca su pnqiioliijo Abdelmelic Abu MeroAn , aunque muy
* Vacsora era ana tribuna nn poco lerantuda sobre el pavimento en la parle principal de la
ttaqvila , rodeada de retjas doradas , donde se ponían los reyes cuando asistían á la lata.
^ noioa estaban en las mezquitas detrás de los viejos, y las mugares detrás de los mucfa^-
rbi apartadas de todos los bombres ; y no se movían los bombres hasta baber salido las
^nnn ; y las doncellaft no Iban á la raesquita donde no habla lugar apartado, y (odas las
>«iccci ibaa miy Msa tapi<iss y cubiertas de »tt« tolos.
256 HISTimU I>£ LA DOlfOUCION
moiD ya bien acreditado por 8118 prendas militares. Pftsó sin tardona d
aaxilio de sa tio Ornar con muy bnena haeste.
Entre tanto Almanzor lii20 entrada con grandes faersas en España
oriental, salió con él la catialleria de Córdoba, pasó por Gamata, Baza,
Lorca y Tadmir : en esta dudad se detuvo -esperando qoe DegaseD las
gentes de Algarbe y las nares de aquellas costas : se hospedó en casa
del amil de la ciudad Ahmed ben ^chitéb ben Dagim , que en Tchite
y tres dias que allí estuvo &6 de comer espléndidamente á todos los ca-
balleros y caudillos que acompasaban al bagib, y á toda la eaballcria y
peones que llevaban , sirviendo á los principa}es con ddicados bados de
agua de rosa, y con profusión de aromas en sus concurrencias y comi-
das cada dia, y se les ponian á todos estos ricos lechos de preciosos pa-
ños de seda y oro , y ¿ todos ^ general muy cómodas posadas . A la des-
pedida dijo Almanzor delante de sus caudillos y caballeros : En verdad
que Ahmed no sabe aposentar gente de guerra, yo me guardaré de
enviar pw aqni tropas de algihed ni fronteros , para quien sus arreos
son lasarmas, y el descanso d pelear; pero también es cierto qoe no iia
nacido para vulgar pechero un hombre de tan generosa oondidon, y así
en nombre de nuestro seilor el rey Hixém yo le hago franco de pagar
tributos durante su vida. Fué esto el dia tSdelaluna de Dylhagía del
aüo 974 (984) , en la vigésima tercera expedición de Almanxor contra
cristianos. Se refiere que cuando esta jomada de Mubamad ben Abdala
ben Abi Amer Almanzor, salió con a desde Córdoba Abu Ornar Ahmed
ben Gbaiéb, llamado Albadn, y los hospedó en su casa en Murda
cuando Almanzw pasaba á la expedición de Barcelona con su séquito y
hueste, y tuvo en su casa á todos los prindpales, y á Aben Sohaid, pre-
fecto de asadaca ; y el hijo de este Alnned llama(k> Abubsbag Muza hos-
pedó al hijo de AÍinanz(v y á sus caballeros en su viaje , y por esto tu-
vieron franquezas en las puertas de Górddba que les coníDedieron los
Meruftnes, y en el dia esta insigne familia está tal vez despreciada , y
viven pobres y oscuros como miserables alárabes t IKos lo sabe. Cumta
Hayan en su historia de los Alameries , que la jonfada de Almamior á
Barcelona fué en el año de 375 , y era la vigésima tercia desús entradas,
y llevó su camino por la parte coiental de Espada por Elbira, Basta', á
Tadmir, y se hospedó en Murcia , alcaidía de Tadmir , en casa del al-
caide Aben Qiatéb , que los obsequió trece dias á él , sus criados j ca-
balleros, llevándoles á sus posadas pan, carne y frutas con raodia
abundancia cada dia, sin interés alguno, que todo lo pagaba Aben
Chatéb, y se servia á Almanzor y á sus caudillos cada dia diferentes y
espléndidas comidas , sustancias , conservas y frutas, que era maravilla.
Como entendiese Almanzor á la partida que todo lo halria suplido y pa-
gado Chatéb por las relaciones de los wazires que llevaban las caeotas
del gasto , á nombre de su sejior le dio gradas : refiriendo esto á su
vuelta al rey Hixém le propuso el hacer libres de dereclios á Chatéb
y á su familia. Convidó Almanzor á Cliatéb á Córdoba , y le bonró
mucho, y le llamaba él obsequioso, y á su partida le r^aló una
linda esdava de su alcázar, y lu^o se tornó á su anidia ó goiriemo
DC LOS AHAB£S £3i E&PANA. 2¿7
é Tirimir 5 y conservó sus derecbos y priviloglod. Ctumia Abu Bccri
Ahmsd ben Said ben Abilfayadh en su historia , la traducida en hebreo,
fie para la giaoa de Almanzor á Barcelona salió de Córdoba dia martes
13 de la lona de ])ylhagia del afio374, que fué Sdemayo, y estuvo
m Ittrin; de aUi pasó á Basta, á Lorca y á Murcia, donde estuvo
fónte y tres dias hospedado en casa de Ahmed ben Dagim ben Ghat^^
y eo la de su hi¡o Abulasbag Muza ben Ahmed , que ninguno de la
haeste gastó ni un &bam , que cada dia sirvieron ¿ Almam^or con di-
TcnascQinidasy frutas en diferentes y preciosos vasos, ysele poniael
iaíto siempre de agua de rosa : quomaravillado de esto Almanzor le dio
nndias gracias, yle confirmó en su amella, y se celebró mucho su hos-
fítaUdad. Aoompañsriba entonces al hagíb Aloianzor Qmaya ben Galib
eilfarori, de so patria Moror , uno de los buenos ingenios en poesía ,
qseceldvó Ja generosidad dd Tadmiricn elegantes versos. Allegó Al-
BUBior en su marcha gente y caballeria de Valencia ^ Tortosa y Tar-
ngooa, y fué á los campos de Barcelona. Salió contra él ccm infinito
pntiodrey* de Afranc, y aunque doUsdmn el número de los musli-
BKs, d valor de estos, la pericia de Almanzor y la ayuda de Dioshizo
ipie OcOmente rompiesen y desbaratasen aqi»ella muchedumbre de
pule montaraz y baldía, que nunca pelea bien , y menos cuando tiene
cota algún asilo, que presto busca su sq^uridad en la fiíga : acogió-
noM con desorden ¿ la ciudad , y los muslimes los cercaron en ella con
tan lesodto empefio y ardor, que elseiSor de Afranc no esperando po-
Ma defendor, ni que le llegase socorro de ninguna parte , huyó de
Mbe por mar favorecido de la oscuridad , que no le pudieron ver las
■nvcs de Agarbe que guardaban la marina. Dos dias después se entibó
hciodad por av^Msnda, sal vas las "vidas , pagando el tributo de sangre
por cabeza. Aseguró la firontera,^ se vcdvió á Grá*doba por en medio de
Apaña, deqiedidas las tropas ie Valencia y de Tadmir : visitó al paso
hs ciudades, y en todas quedaron memorias suyas por las obras que
naadó hacer en eUas para su seguridad y comodidad. Guando llegó á
GjnMn, movido de laceld>ridad y fama de Said ben Edris ben Yahye ,
el Salemi , moeri de la aljama de Sevilla , hombre muy docto que había
viajado á Oriente y hecho su alhig ó peregrinación santa, y era admi-
nUe por su virtud y excelencia de su sonora voz, le hizo prefecto de
uda en la mezquita del rey Hixém, y en este cargo de im&m perma-
iKQó hasta la guerra dvil m que so roturó á Sevilla , y alU falleció UeM
de ados en fin del428.
£q Ahnagréb cuando Alhasan ben Kenuz , que tenia cercado en Gebta
iOmarben Abdala ben Ahí Amer , supo que iba contra él AbddmcdiCy
dhijodel hagS) Almanzor, om escogida gente, se tuvo por perdido , y
^ aoonsqadoseqiuso poner en manos de sus enemigos , y asi envió á
h dudad pidiendo avenencia y seguro para sí y para su familia, ofre-
* &• Ml« nj4e Ainn^ , 6 de los francos , Qorel eondo de Baroelona : todo el Pirineo 9 sus
^^ I vMtientM t asi & la parte de Bspafie eomo á U de Franela , estaban en estos Uempoft
^J^^^$ en peqa^os «eHofiof , y nneetroi Arabea í todos los UauaUn ir^es y sefioresde
ti
258 RISTOaiA DE LA mnOlf ACIÓN
cieodoi Ornar cjooiiasarkeaEspafiftá la nien^ del rejifiste
pendióle Ornar como deseaba , y avisó á Abdelmelic de esto , y ostc lo
consultó por medio de los Torénicos con su padre Almanzor^ qoe les es-
cribió que apresuraran aqnd negocio dando á Alhasanben fienuz cuan-
tas seguridades pidiese , y que viniese A CórddKi. Asi se hizo, y eile
principe luego pasó A Andalucia : avisado Almanzor de su bijo de como
ya estaba en su poder , escribió el hagib que sin embargo de lo ooDcer*
lado con venia al servicio del rey que luego le cortasen la cabexa y la en-
viasen á Córdoba , y sin atención al s^g^uro y palabra dada le cortaron
la cabeza en el campo, cerca de Alcázar al Ocáb en tierra de Tarifa , 7
dicen que al mismo tiempo que lo descabezaban so movió un bravo
viento que arrebató el gabán de los hombros del principo Alhasan bco
Kenuz , y desapareció que no se halló después. Enterraron allí su coerpo
los de su desconsolada familia ,' y los caballeros encargados por Alman-
zor entraron en Córdoba coa su cabeza , en la luna Ginmada primera ,
año 375. Fué d imperio de Albasan ben Kenuz^dtez y seia ados la pri-
mera vez , desde el 347 hasta el de 364, y después la segunda un aíloj
nueve meses. Los parientes de Alhasan se establecíeroii ea Córdoba en
la aljama de Magarawa , y en el diván del rey , hasta que reinó en Cór-
doba después de los Omeyas Aly ben Hannid, y se renovó la memoria
de osla insigne familia. Con 1» muerto de este Aben Kenuz acabaron los
Edrises en Almagréb , dinastía que habia principiado el dia de la jnni
de Edris ben Abdak ben Hasan en Medina Velila, en jueves á 7 de Rebíc
primera , año 172, hasta ahora cuando fué asesinado alevosamente estr
Alhasan Aben Kenuz, en Giamada primera de este afio 375, y toé totiod
tiempo de este imperio doscientos y dos años y cinco meses. Era la exten-
sión de su estado desde Sus Alacsá hasta Medina Wahran, y foécabcia
del imperio la ciudad de Fez, y después la de Biserta. Estaba este im-
pmocomo euel corazon# las dos poderosas dinastías que lorodeabui
por Oriente y Occidente, por Oriente la de los Bcni Obeid, actores de la
provincia de África , Barca y Egipto , y por Occidente la de los Beni
Omeyas, señores de España y de Almagréb , y por esta cansa siempre
estuvieron en inquietudes y guerras , ya señores de casi todo Almagral
ya dueños solo de algunas Coórtalezas como Azíla, Hijar Anosor y Bi-
serta, y hasta Telcncen, hasta que acabó su soberanía : solo Dios es
eterno , y señor de eterna dominación.
El hagib Almanznr mandó construir en Fez paf a ornato de la aljamt
una alcoba ó capilla, y su cúpula sobre columnas en medio del gran
patio, donde estaba la torre vieja, y puso sobre su attura un talísoiaa
como los que habia antes sobre la cúpula de la capiHa dd Mihráb, qn«
era de los que sabían hacerlos antiguos, como aquellos que se hicieron
en tieuqx) del Xiyci Se puso el talismán sobre una barra de hierro en-
cima de la cúpula : uno era el dd Alfar ó dd ratón , y con d nunca se
halló ratón alguno en la aljama , y si entraba no andaba qoe luego se
descubría y moría : d dd Acrab ó alacrán era otro , y con él nunca f^'
vio entrar alacrán en la aljama , y d que entraba qucdato como h^)a<lo
y pereda j y de esto hay testigos fidedignos Como el alfaqui Aben Harón
M LOS ÁRABES Ui B»AftA. tS9
d tdhnwa dfi li nhmna de metal amarillo taria tui flfpin de t«7a A
lerpieste , j nanea K tío serpiente «l^na en la idjama. Ktoa eran oo-
■orámientos de los geoiOB. El hijo de Aleunzor Almodafar Abdelmélio
téM d haqrfdo y le sortló de agaa pw una acequia qoe labró, qae
li Muba de Wwmiwsaii que cwre fuera de la ciodad á la poerla de
Hlam. Bfandó labrar para ladjana m albfnbar 6 palillo de maden
fc oidt y de tiiuio de preciosa hdwr om eita taHOffpriOB t
m
Sosegadas las cosas de Almaf^b , eo c! mismo aito de 375 entró Al-
muuor en las frooteras do Galicia , corrió la limra , puso cerco y entró
por fuerza de espada eu Medina Cutánea, dcslruyii sus moroe, y va-
^^ndosc de algunos Cristianos principülc.i qnr estaban ei! su compafíin
e« BiAOMA DE u Mimueieii
como refugiados por dcmyeaeiicias que entre eDm habla, kamáb sus
discordias , y entró por sus tierras hasta las marisinaB do Galicia, j
robó la iglesia de ZacAm , y tomó de día mudias riquezas : endotono
taló y corrió las tierras de Nahara y los montes Albaskenies, y ala TudU
castigó á los de Uxama, Alcoba y Aüncia, que se habian levantado > y
tiAyíó ¿ Córdoba cargada su gente de despojos. Eoi esta oeaakm dera-
dito poeta Zeyadatala ben Aly le presentó su Kitéb Alfahnám, libro de
la muerte, Heno de elegantes y conceptuosas poedas. En este tiempo
Almanzor nombró cadi de Toledo al wali-xúri de Górdd)a Abmed beo
Hakem ben Mnhamad d Amen, conoddo por Aben Lebána de Cor*
doba, hombre docto y de mucha cdebridad ,* y puso en su lugar á Aii-
mcd ben Abddaziz ben Fareg ben Abi d Hubéb i cordobés muy erudilo,
que habia sido maestro de su hijo Abddmdic.
En este año 375, avisado el hagib Almanzor de haber entrado Bailan
ben Zeiri en Almagréb , luego ordenó que partiese d caudillo Ascaldia
con gente africana y de Andalucia, y fueron á Medina Fez , y la entra-
ron porquería , y apoderados de ella se hizootra vez la chotba por los
Omeyas de Espaiía , que se había interrumpido con las novedades de los
Zeiries de Sanhaga : quedó por amil de los Obcidics en el barrio de ks
Alcairvanes Mubamad ben Omar de Mekinez , que no pudieron losan*
daluces ocuparle hasta d año siguiente.
CAPITULO XCIX.
De liB bodas del htjo de Almanior, y de eacesos de Magréb.
Al prindpio del ano 376 vino á España Abmed ben Aly Arabeí cl
Beganí ^ por la fama de su erudición fué llamado para leer en la aljanu
de Córdoba, y cl hagib Almanzor le encargó la educadoa de sa hijo
Abderahman , y poco tiempo después le nombró cadi , y era de trdnta j
sds años. En la primavera de este año se cdebraron en Córdoba las bo-
das de Abdelmelic , el hijo de Almanzor, con Habiba, hija de Abdala
ben Yahyo ben Abi Amer y de Boriba , hija de Almanzw : hubo coo
esto motivo grandes fiestas y regocijos públicos : se hideron hs txxi»
en los hermosos jardines de la almunia llamada Alameria , oontignos á
los alcázares de la Zahriya , almunia que regaló d rey Hixéin á su
hagib Almanzor cuando le pidió licencia para edcbrar en ella estas bo-
das. La nobleza toda de Córdoba concurrió á estas alegrías : la linda
novia fué condudda en triunfo por las calles principales de la dudad,
acompañada de todas las doncellas amigas de la familia, precedidas y
seguidas del cadi , y délos testigos , los señores, jeques y cabaDeros de
la ciudad : las doncellas todas armadas de bastones de marfil y de (HO
guardaron la entrada del pabellón de la novia todo d día : el noTÍo,
acompañado del gran séquito de los nobles mancebos do su familia, ¿ h
' venidla de la noche , protegido de los estoques dorados de sus amigos,
logró la entrada á pesar de la bizarra defensa de I93 doncellas .* lodos
M LOS A^xmS EN ESPAÑA. ?61
a^ieBos Jardine» <^liiban ilaminado», j en todos sns bosques y raontca
j eo los barcos de sas claros lagos resonaban apacibles músicas , y las
éáiuxtiñ de los desposados eran el asunto de las canciones : los Tersos
jhsinMcas doraron toda la noche basta la bora del alba , y los regó-
ojostootiamiroii todo el siguiente dia. Los mas aplaudidos versos que
caitanm las donodfas en estas bodas ftieron de Abu Hafis ben Ascaleha,
7 ios de Ben Abilhditt) y de Abu Tafair el Estnrconi. Repartió Alman-
nr en esta ocasión á sos guardias preciosos vestidos y armas , dio mu-
te limosnas á los pobres de las zawiyas \ casó y dotó huérfanas pobres
de 80 aljama , y regaló á los buenos ingenios que celebraron ¿ su hijo y
iMa : no se vieron en Córdoba días mas grandes que estos, ni valimas
i eoovites nupciales mas espléndidos.
Eá la hma de Xaban de este mismo aSo 376 , saliendo Yahye ben Ma-
fie ben Ayadh de la aljama de Córdoba , después de la azala do anoche-
ce, acompaifado de algunos amigos , llegaron á su casa , y se sentaron
co m patio que era grande y ameno con frondosos jazmines y naranjos,
y «Oí en tanto que reposaban rogó Yahye á uno de ellos llamado Aben
Uí Hebáb , que le cantase unos versos que habian oido ambos en fiag-
<hdáHangmi, y se los cantó : que se despidió entonces Abu Hebáb de-
Kánd(rie loga vida y (Ávido del plazo fatal , y le correspondió y partió,
I antes de llegar al cabo de la calle le dieron voces que volviese ; vol-
^ y le hdló muerto. Era de los hombres sabíos.y generosos de este
fanpo, y muy fllósofo , y habia estado en la India y en diversas cfai-
<Ue8 de Asia y en Egipto , y fué su muerte sentida de todos los buenos :
n fércUo ftié acompaáido de mndia gente ilustre , y oró por él el cadi
<leh aljama el Jaboki.
& MagrA el caudillo Ascdeba unió sus tropas con las do Abu Bies
Ibnadod Jat&t ben Balkin el M agaravi , y fueron á Fezy entraron por
hena en él barrio de los Alcairvanes , y se apoderaron de él, y murió
Ptendo en sus puertas Muhamad ben Amer, el de Mekinec, amil del
l^vrio; y se acbunó en él al rey Hixém por no desagradar A los anda-
^fxs : avisaron estas ventajas A Córdoba y A Túnez, y fueron muyoe-
Undv.
fiídailosigniente hubo gran (dagadolangostaen A]magréb,yeii
^primeros meses vino á Fez el señor de las cabilas zenétes Zenr ben
AtíadMagaravi, que ttamaban el Gbazeri, y entró en Fez, y fué re-
nfaidode Ascalcha y de Abu Bies : entre tanto en la provinda de África
ttiíadan cruel guerra AbolbehAr ben Zeiri ben Menad de Sanhaga, y
^ iobrino Mansur ben Balkin , seikHr de Túnez : este abandonó d par-
^ y amisCad que le ofreda Almanzor, como lo habia tenido con su
Nre, y proclamó A los Obeidies en todos sus estados; d caudillo
Abnlbishlr entró aquéllas provindas y las subyugó y proclamó en ellas
^toftOmejf as de Espada, ocupóla ciudad de IVbbedia y otras de Záb, y
i^ifo cboOM por d rey RUém d Muyad de Espaiia en todos los alnin-
^ Ziwfyai eran bofpteloa para pobres de tNrofesion t eada casa do catas tnila en «aUl A
ouidtha de la eopservaeiou f polida de ella.
262 nSIOMA Dfi U DOHMUaOff
liara de h$ ptovfBdas de AlHea y Magréb, y ewrió m }«ik ds^be^
dicQcia en este mismo año 377 (M7). Se celebraron en CMoím estas
noevas, y luego envió Aknanzor las cartas de proleocxm y loa titak»
de amir de las proyintías que tenia Abulbebár en sn podw, wos her-
mosos caballos, la espada y el yesUdo de aorir, todo muy precíoM.
Apenas habia recibido Abulbebár estas cartas , cuando , nn ooaaioD ni
motivo alguno > se pnao en obediencia y bajo él amparo de los ObeicVa,
y probibió en sus mezquitas la oración por el rey de Córdoba. CoaalD
Almansor recibió estas nuevas de la veleidad y perSdia de AbulbeiiArf
escribió luego á Zeiri ben Alia encargándde la vengaua de este des-
precio» y autorisándole 4 ocupar y poseer todas las tierras de bs pro-
vincias de África y Záb que tenia Abulbohftr. Gcffrespondió Zeiri inn
Atia ofíreciendo Iiaoerle cruel guerra basta acabarle y despcyole de e^
lado y vida.
En Espafia corrió Almanzor las fronteras de Castilla y Galicia, qnenó
y destruyó Chuna y Alcoba , volvió por Atincia y dorólo sus mam.
Acompañaban en sos cdpcdiciones al bagib Almanzor los dos eddres
ingenios de este tiempo en España , Abu Amer Abmed ben Dorágd
Gastali, ódeCazaUa, que era aleatib del diván al ata, ó csyadek
gente de guerra, y Abu Meruán Abdelmelic ben Edris, que seleeo*
noda por Aben Hmrid. En él año 378 volvió Abderahman á bs fronte-
ras do España oriental y peleó con los de Afranc , que én gran número
hablan descendido de sos montes , y los venció y aserróla fronian, ;
vino i Córdoba con muchos despojos : le acompañó en esta gazua Mo-
llamad ben Abi Husam de Tadmir, hombre austero y virtuoso , qoehi-
bia viajado en Asia y en África mucho tiempo. Al año siguíenle vUl6 h
frtmtera de Galicia, yocupó Medina Goümria, yUegóá Santyac, de»^
Iruyó sns muros, y tomó grandes despojos y módios cautivos, y voMó
vencedor á Córdoba por Talayera y Toledo.
En África el Zeiri Aben Atia con sus tropas de zenetes y andáhioes y
otras cabOas berberiscas fué contra Abulbebár^ que no osó espcraie,
y huyó siempre delante ; se le allegó su sobrino Mansur ben fiaUdn j
le abandonó sus tierras y la defensa de ellas. Aben Atia fué tan ?eotn-
voso en esta guerra, que se apoderó de Medina Tetencen y de todsisQs
dependencias, y de cuanto poseía Abulbehte, y extendió sus eiladoi
desde S&s Alacsá basta Záb en todo Almagra , y dio parte de sus T!^
torias al hagS) Almanzor, y le envió ra fin dd año muy preciosos (ne-
sentes, entre otras cosas cien caballos generosos de noUe raza^ dacoenU
grandes camellos de carga y carrera , mil adargas de Lamta , moefa»
acémilas de arcos hermosos y de alfonges de fino temj^e, caifas grao^
des de aljabas bordadas llenas de llecfa¿ , muchas girafiís , y ¿fereota
fieras y aves de los desiertos de Lamta y de otras regiones , mil cargas
de frutas diferentes y muy exquisitas : varías acémilas cargadm de ri-
cos y delicados paños de lanas finas. De todo esto se complació mocbo
Almanzor, y le cscríbíó en nombre del rey y de su parle , dáudde gra-
cias , y renovándole los pactos de protección sin mas condidoaes ni
cargos que los de homenage , de obediencia y respeto, ^trait» eaGír*
ra LOS ÁRABES EN BSPAÑA. « ?tí5
dohittlMfrewntes el año 381 al priocipio ; y faé este nn dia grande
de£esla o& Córdoba. En este año salió de SeviUa Abu Abdala ben Abéd,
ateUero principal de Andalacia, para Oriente, y para hacer la peregri-
ttcioadelas casas santas iba en su compañía Said ben Raxic de Car-
daba , apdlidado Aba Otman , hondire muy erudito y religioso , y en
sfl peregrinación conversó con todos los sabios de Oriente : ambos caba-
lleras eran de los que concurrían a las conferencias académicas del ha-
gíb Afanamor : en ellas tenia el primar asiento, y hacia la propuesta de
k> que se baUa de tratar él docto Ibrafaim ben Nasar el Saracusti , ó de
Zaragoia ^ á quien llam2d>an d Malic ben Anas do su siglo; era uno de
los mas sabios mufties de la aljama de Córdoba.
En este nrismo ano,unsáhadodial2delaluna de Ramazan^Said
bm Otman ben MeruAn el Goraixi , conocido por Aben Bolita , pre-
sentó al hagib Almanzcr una casida ó composición larga de yersos muy
elegantes en su elogio : era una memoria de sus pasadas expediciones y
fdicesyictorias » la leyeron los concurrentes á la academia de humani-
dades aquel dia con grande aplauso : contenia cien Tersos , y le envió
Aloanior al otro dia trecientas doblas de oro.
A la fama de los sabios de España, y en especial de los de Córdoba,
▼orian á ella gentes de todos los paises , asi de África , Egipto , Siria ,
lis Iracas y Persia , cooio de tierras de Rúm, y de Afranc y Galicia.
Al el año anterior de 380 Tino á Córdoba Said ben el Hasan el Rebai ,
otnoddo pcn* Abidola , docto en lenguas y en toda erudición ] era origi-
aaríode Biar Mnsul : habia estudiado en Bagdad , se le tenia por el me-
jor poeta de su tiempo , era humano y afable, de muy cariñoso trato :
AlmaoBor le honró mucho , y le colmó de beneficios , le señaló sos ali-
■lentos éA toado destinado para los literatos, si bien esta renta no era
sóndente para su natural dadlTOso y desprendido t era este Abulola muy
astuto y mañoso para lograr faTor y premios con sus gracias y Tersos ,
y no perdia ocasión para esto. Entró un dia en la maglisa de Almanzor
€00 ana sobrereste deshilada y sutil que se clareaba el Tcstido interior,
y era dia odebre y de mucha concurrencia, ]^al Tcrle asi le dijo Al-
flunzor : ¿ Qué es esto , Abulola ? Y respondió en tono humilde y lasti-
moso : Esta íbé dádiTa de nuestro soberano , que Dios guarde , Dios se
k) pague : yo no tengo gala alguna mas estimable, y por eso hoy la ho
vestido. Almantor le dijo : Tú haces bien, y para que la conserTCs ma-
ñana enviaremos otros Tcstidos que suplan , y esto se guarde como me-
rece. Dedicó este sabio al hagib muchos libros , como di Kitcb Fusús ó
de los topacios , el Nuédir wclgaríb , exposición de la obra de Abu Aly
el Cali , el de los prorerbios ó fábulas , el de las profundidades , el de los
«scnadrones , que agradaba mucho ¿ AJmanzor, y otros muy elegantes.
Dat»a reqmestas muy prontas, y no cuidaba de otra cosa , y decía lo que
le Tenia ¿ la boca. Cuentan que un dia entró ¿ Tisitar á Almanzor, que
Umia en sus manos un libro de cuHíto de jar<&nes , que le acababa do
presentar un amil de cierto pueblo de España Ikíniado Mabroman
ben Boreid , en que se mencionaba el calab y el tarbil , que son nombres
de las desigoaUades de la tierra antes de Ambrarla , y le dijo Alman*
vr>4 ^ HisrmiA de ia oemnAGiosi
zar : Abolida; y respondió él : Labaika ye moleña, <^|ilaceiaú«eilor.'
y dijo Almanzbr •. ¿Acaso visCe en Bagdad , entre tantos libros como
iban ¿ tus manos , el libro de los cuélib y de los roélib de Mabromao
ben Boreid ? y respondió : Si , señcMr, lo tí en Bagdad en copia de Abu
Becri ben Daweid, de letra de zanca de bcnmiga, y tenia estas y estas
sedales en sos lados, y tal y tal ; y le replicó Afananior : ¿No teater-
güenxas, Abulola , de mentir asi? £ste libro se ba escrito en tal parte,
por tal autor, y trata de esto, y esta es la verdad ; pero él respondió,
qoe él no negaba qae aqodlo (ocse cierto, ni era Edao lo qoe baUadi-
dbo : era akbatib ó predicador en la mezquita Aljama Axahira de Gói^
dd)a.
^ Permanecía Zeiri ben Atia en Fez, babia establecido aHi á sos pa-
rientes y amigos, y en so comarca mochos de sos familiares y dooíés-
ticos. Escribióle iümanzor el aik> 3S2 , yle ordenaba qoe Tiniese , por^
que el rey Hixém elMuyad le babia nombrado waH de Córdoba. Luego
ae poso en camino dejando en su lugar á su hijo Almaan, al cual mandó
residir en Telencen , y puso por sahib dd barrio de los Andaluces de Fez
¿ Abdcrahman ben Abdclkerím ben Thalba, y por sahib del barrio de
los Alcairvancs á Aly ben Muhamad Casim ben Aly ben GasAs , y nom*
bró cadi de ambos cuarteles al docto alfaqui Abu Mniíamad Csíám ben
Amer el Lczdi. Dispuestas estas Qosas partió para Andalada, y llevó
consigo algunas cosas y ¡Nresentes de precio : muchas alhajas, omebas
acémilas cargadas , pájaros extraños, algunos de los qoe haUanense-
fiados al berberí y á la algarabía , animales del almizde , camellos sO-
vestros como yeguas, accbias y panteras y grandes leones en sos jaabs
de hierro, dátiles muy preciosos como los de Azarfan, y grandes nneoes
como tazas. Uevó también en su compañía trecientos caballeros de sa
familia y scrvidmnbre , y trecientos escuderos, gente muy escogida.
Coando Almanzor supo su llegada previno un ostentoso recibimiento, 7
le hospedó en elalcázardelhagíbGiafar, yelrey HixémlerecftióeoQ
mucha honra , y le concedió franquezas y honores muy notables : Al-
manzor le mandó dar d titulo de i^azir quibir, y en estos cumpUmieo-
los y delicadezas de conesania se vinieron á ofender y enemistar uno
con otro , porque naturalmente se avienen mal , y no pueden vivir jun-
tos dos genios grandes y! soberbios como estos. Poco tiempo deqwes,
con notidas que llegaron de África , pidió licencia al rey para vdferá
suamdia,y elrey se la concedió , y á su partida le renovó Abnmuor
los pactos de homenagc sobre los estados de Magr^, y cuanto había
conquistado en aquellas provindas.
Pasó Zdriben Atia d mar , y al saltar entrando en la tierra de Taoja
dijo, puesta la mano en la frente : Ahora entiendo para que me ha lla-
mado Almanzor. Gomo a^nos al hacer la chotba le conservasen el
tratamiento de wazir quibir, que le babian dado en Córdoba, los re-
prendió y dijo ; No vazir , por Bios , sino amir hijo de amir; y vo
disimulaba cuan poco contento venia de Almanzor , y decia qoe eo so
viiqe había logrado ver que no era lo que la fama decia.
Dorante su ausenda en ilpaña, las cosas de África nopermanedcroo
n
M WS ÁRABES BM ESPAftA. 26&
flDBokBlHMÉ dejado. Blamir Jadocben JallelYalMidTiiiocoQpo-
deranineste, yentrópor sorpresa en Fez, yporfaerza enelbarrío
délos Aidabiees, y se apoderó de toda la ciudad en la Inna Dylcada
Maifio 883(999). GiUDldo Zeiri llegó á Tanja sapo la entrada de Jadoc
en Fez , y luego apresuró sa marcha oontra él , y pelearon y pasaron
eslreeltegnuides IrntaBas con varia fortuna , qae Jadoc era muy esfor^
adD caudillo, ymoyyaliaites las cabilas de Yañnr, y deseaba vengar
hnnwriedesapadre; pero prevaleció Zeiri benAtia, ylevendóy
desilbo sos tropas cerca de Fes , y peleando con A le mató y cortó la
otea, y la envió á Almanmr á Córióba entradoelaiEo 383. Con esto
se apoderó déla mayor parte de Magréb sin temerá nadie.
fiidajloS82, al anochecer del jueves 3 de la luna lie XawalfOon-
CBrió el faagib Almanzor á un certamen poético en la academia de
Imiaiiidades : en ¿1 se leyeron excelentes versos en elogio del rey
Biiém y dd mismo Almangor , los mas aplaudidps ftieron dá secretario
Ahmed ben Derag él Gastali, y los del wazir Alcatib Abdelmelic ben
Edrisde Algezíra, el apellidado Abu MeruAn : este hizo esta noche
los Tersos de la luna entre nubes : también asistióel cdebre Muhamad
beoEUsri , poeta nniy favorecido de Almanzor ^ que tenia en su casa un
jardin con rosales que daban rosas todos los meses del aik>, y las en-
viaba al hagib como en tributo con elegantes y sutiles conceptos : el
caudüto Jali ben Afamed ben Jali soBa hacer d mismo obsequio á AI-
■aonr^ y en ama ocasión escribió estos versos :
OMndo yo do ni Jardín to omrlo las rosas bellaa»
Lo extrafia la gente , y dioo oon admiración de verlas c
Pelis 80 apresara el afio , flor lemprana el prado tten »
0«s 4no ol Uempo de Almanior os perpetua primaren*
V d docto Ibrahim ben Muhamad el Axarafl, aldiatib ó predicador
de haljama de Sevilla, su patria, pues él era del Axarafe en las alUi-
ns dd aeikorio de aqudla ciudad , y le habia traido Ahnauzor á Córdoba,
y era tan discrelo predicador como poeta , ylsmail ben Abderahman d
Curaiii Alameri de los hijos de Amer ben Lowi, cordobés muy sabio,
fie habia estado en Egipto mudio tiempo, y vivia en Córdd>a vecino
ddcadi Abuld)As ben Dekuen : repartió Ahnanzor la asignadon de á
cieo doblas de oro que tenum p(« d establecimiento déla academia, y
nttndóhaoer edcccionde laspoesias mas escogidas. SoUa llevar A sus
expedidouBS adosó tres de estos buenos ingrados, como llevó ala de
Úiday cmquistade Santyac A Ahdefanelic d Harizi y A Aben Derag,
y calos escribían A la sombra de los pabellones en Imenos versos las ba-
lseas y drcnastandas de las conquistas, compitiendo en la facilidad,
copia y doganda. Hubo ocasión en que d Harizi al anochecer dd dia
niaiio de una gran batalla dio condoida su compoddon , y didendo
AlüanaorABenDerag : ¿Y túharáslomismoFYenaquella noche basta
^ alba le presentó las marchas , la descripdon dd pais , y todos los in-
cideotn dks la expedición, y aquella última batalla, con admiración de
todos k» doctos^ y decían i No cedcmoa A nioguna nación en buenos
2M HltfiORU BB I<4 INMOlMíGIOII
po«la»,y omiflto naeitio Aben Darag pQJnmn ewpétJr^aaflÉtfty
Moienábi. Fué también de esta academia, y faToreddo deAlmamor^
Ibrahim bea Edris el Olui Alhasani el Monios, OaiQ^do Mfibal, que
hixo ana buena oompoMcion en elogio de Ben HudbeU bm Harin , sedor
4e ciertos castüloa en Santa María de Oriente , que llamaban Santa
María de Aben Radn , y era especial amigo del iMgíb AhoaBior . Estaba
en este tiempo preso por el Gadilooda, uno de los buenos ingenios de
España , llamado CasUn ben Mubamad el MaruAni, conocido por el
Xibenin por su patria , y cansado de su larga prisión escribió una sq^
^ versos miqr elegantes al bagib Almamor, y por dios oonsiguió tu
deseada libertad.
CAPITULO C.
M U enmda de Almtnior eBGclleia,.y iirMoa del rsy GéicU.
Valida la primavera del aSo 384 allegó Almanzor sus banderas de
Andaluda, Mérida y Toledo , y partió oon poderosa bueste de caballería
ilafrontera de Galicia : venció las tropas de los cristianos que le k
opusieron al paso, destruyó sus fortalezas, y quemó sus templos, tomó
grandes despojos de los pueblos, y cautivó mosos y doncellas : llegó á
las marismas de Galicia y fiortecala , y saqueó d templo de Santyac y le
quemó ; y como antes de su llegada los cristianos lo bubieseo despojado
de sus riquezas , por eso destruyó la ciudad ca>cana , y mandó traer ¿
Córdoba las campanas de aqudla iglesia , y volvió á Córdoba oon mudM»
cautivos y ganados , y entró en triunfo en la dudad precedido de cualro
mil cautivos* mozos y demedias , y fué dia de gran flesta en la dudad, y
las campanas fueron puestas en el patio de la grande aljama. Ala pas-
cua de las \1ctimas de este aüo se dio libertad al Toleic Marón bea Ab-
derahman , que había estado en prisión diez y seis años. Cddiraron coo
muchos versos este suceso los poetas de Andalncia, entre otros Nafe
ben Riadhi el de Algezira, y Abderahman ben Xablac el Hadraoú de
Sevilla, competidor en la eleganda métrica doAbu Amar Jusnf ben
Harún el Ramedi : este erudito ingenio Xablac , que otros llamabaa
Xilnrao , es d que referia de si cuando ya era viejo , pues vivió largai-
dmo tiempo hasta el rdnado de los Beni Hamúd , que vio ensuoíoeqae
estaba en una macbora ó cementerio muy florido á la sombra de muy
frondosos árboles verdes y oon flores , y allihabiaun sepulcro rodeado
de espesos arrayanes y mirtos, y nmclias gentes que allí bebían recosta-
dos sobre las delicadas flores y verdes yerbas oon extnufia alegría y boUi-
cki, que les reprendió diciéndoles t ¿Asi hacéis vosotros caso de las
sd>ias amonestadones? Por Alá que no profanéis este respetable logar
de sepulcros ; y dios le respondieron : ¿Tú no sabes de quién es este
sepulcro? Mo, respondí yo, y me dijeron : Este sepulcro es de Abu Aly
el Hakemi Alhasan ben Heñí, y no debes ir de aquí sin elogiaiiei y foó
así quo hice unos versos qae son harto conocidos.
EndaOo de 385 (905) partió Almanzor de Górddwácorrer tierra do
ai IM AIIABBS I» «gMJlA. M7
crbüiMs. (Hi k froBtara orienuyi t mmftíii^álfím mt^
fiar Abdelmclic Aba Meroán , hombre de gran consejo y experienciai
j Abulola el de Musiü, y otros insignes caudiUos : pasó Abnanzor á las
btttterasoon tanta oeleyridad, qne antes que los cristianos entendiese»
faialida de Córdoba yaestaba en sos tícrras. Habian reunido sus fuersas
Job cristianos de los montes Albaskenzes y los de Galicia, y attegaron
BOGhadambre infinita de gente, y los acaudillaba Garcia ben ^ Sanoboi|
qneera buen caballero y rey de los cristianos délos montes. Aunque
hiatendon de loscristianos no fué , al parecer , sino impedir las mar*
dng de loa muslimes, y dar tiempo para reunir todas lasgentes quía
eilM esperaban, fueron acometidos de la caballería, y se trabaron aan«-
(Tientas escanomiiaa quede una y otra pártese mantenian con mucha
ootttsacia, y los cristianos se ampararon de unas altaras en donde
Unían ventaja i y mandó Almansor retirar lacaballeria qoe peleaba,
eiperuido qoa kls cristíaaos deaoanderian á la llanun. En este día por
b tarde presentó Alhaaan Said de Bagdad al hagib Abnanzor un cierro
atado y unos Tersos en que le presagiaba la victaria, y en ellos deciat
AaUo de mis temores , y de mis riesgos amparo ,
De los humildes apoyo, benigno escucha mi canto :
8iom|>re tal fafbrecido de ta behéflea mano.
Goal Hnvia que fecundiat las verdes yerbas del prad« »
Y caal riegan tos arroyos flores y plantas del campo :
Ampárete Dios del elelo eon so auxilio soberano ,
y qa« te bendiga y Ubre de los del errado bando «
Si por mis ojos no viera tu valor ó ingenio claro ,
Tímido cual soy muriera del peligro amilanado :
Veo el polvo que levaatan en el tarayal oereano
Des leopardos feroces qoe por la presa dan saltos :
Tú , bden sefior, aseguras mi timidez de su estrago ,
Yó triste ftiera su presa sin tu poderoso braio.
£8te siervo que plantaste de tu gracia en el cercado
Agradecido te ofrece un ciervo con 6n extraño ;
Garcio le di por nombre , y cual te le orrexoo en laso ,
Si el deto mi agttero ao^ta , veré á Qsreia ben Sanebo.
Feliz aurora , amanece y descúbrenos gozo tanto ,
Y si tú mi don admites, yo quedaré bien pagado ,
Y como nube ta aljaba flechas llueva en los contrarios.
Kecíbió Abnanzor el ciervoy los versos, y holgó mucho de hablar
aquella noche con sus caudillos de la facilidad con que podia verse cum-
PÜo d vaticinio de Said Abulola. Dio á sus caadiUos las disposiciones
7 arden de batalla, y á la venida del alba hizo su azala , y después re-
<3orrió las banderas de su hueste , y dada la señal de la pelea con anaflres
y trompetas se principió labataÚa con igual denuedo y algazara, cu-
brieado el aire el torbellino de flechas , y las espesas nubes del levan-
tado fciro i los caudillos de la delantera , según estaban prevenidos, se
fneroQ retrayendo , como que cedian á su pesar el campo á los enemi-
gos : estos animados con la aparente ventaja descendieron de sus cáca-
las como Impetuosos torrentes con espantosa vocería que resonaba en
^ Eo nuestros eronicones se te llama conde Garcia Femandií : In Era MXXXIII. prsserunt
Manñ conde Garcia Femandiz , et fuit obitus ejus die ii. feríO) iv. kal. Aug. Estas fechas son
'^^c^t y las confimao las memorias arábigas.
268 HunroBiá m la mkiiiacioii
los dfataHtes nDe» , j einndo iMrecia Gil Tajadero ^^
delosmudimes, y vacilante su centro de batalh i»nii la confusa fnga ,
entoioes la caballeria de la zagay de las alas de la hneste mnslimica
aoomelieron á los cristianos por ambos lados, y aanqoesos candiDos j
caballeros peleaban con mndio valor, decayó él ánimo de lamnlUtnd
oonesta no eqp^ada acometida , y torbadosse desordenaron y huyeron
pcHT todas partes perseguidos de la caballeria : la matania fué grande,
y el númerode los cautivos masimportantc por la caKdad de las personas
que por la mudiedumbre sin cuento de la gente menuda. Pareció cosa
extraña que ooiñosi Said Abulola hubiera alcanzado por ciencia 4 saber
lo que Dios alto y poderoso tenia dispuesto en los etotios decretos de su
providencia , salió cumplido su agüero poético, y entre los principak»
caballeros cautivos vino preso el rey deloscristíanosGarcia ben Sancho,
pero tan gravemente herido que murió pocos dias deanes , sin que
aprovechasen las medicinas y el cuidado con que Alnumior encargó su
curación. Fué esta batalla memorable en la luna de Rdiie segunda del
año 385 (995). Mandó Afananzor poner él cuerpo ddreyGareiaeniina
caja bien labrada, envuelto en un precioso paño de escarlata y de oro
con buenos aromas pafa enviarlo á sus cristianos , y luego llegaron unos
caballeros de los suyos á buscar el cuerpo de Garda con mochas rique-
zas para rescatarle ; pero Almanzcnr no quiso recHrir nada de sus ricos
presentes. En Xawal del mismo año vendó otra vez á los cristianos, y
después de la batalla el rey Bermond ' de Galicia envió sus mandaderos
y cartas para concertar sus avenendas con Almanzcn* , y vcAvió con los
enviados cristianos Ayúb ben Amer de Gezira Saltis para tratar con el
rey Bermond. Las lluvias principiaron, impidiendo que Almanzor con-
tinuase laexpcdiciiHi, y se vino á Córdoba , donde fué reciMdo con gran-
des alegrías.
Guando Ayúb ben Amer tomó A GónkAa de su embajada al rey de
Galicia se disgustó Almanzor de los tratos que había concertado oun
los infidos, y por sospechas que hubo contra él le encarceló, y no le
dio libertad el hagib en sus días^ hasta que después de la muerte de Al-
manzor le sacó é& su inrisíon su hijo AbddmeUc.
CAPITULO a. ,
Do vtrtofi Miccsos do áfrica j de Espafla.
Zeir ben Atia mantenía en publico su amistad y buena iñíeñgoocU
con Almanzor , hasta que engreído ya con su mucho poder principió á
manifestar el odio que ocultaba en su corazón. Edificó la ciudad de
Wahda , y la fortificó , muró y torreó sus puertas , y labró una alcazaba
como fortaleza, y puso en ella todas sus riquezas y tesoros, y la pobló
de gente suya, y la hizo casa real y cabeza de sus estados, porque
t BX rey BennvUo II de Lqob.
M ÍM ÁRABES ER 8»AflA. 209
C5lteaielMniiodeflllo0: acabó demorarla eo lA luna de Begob dd
aío 384 ; en tanto 4pe en esU) se ocupaba ^ aiuiqae tuTO algunas d^
das coa Almanior , disimuló hasta d año 386, en que sabiendo Alman-
»r que Aben Aüa haUa mandado ijpútar su nombre de la oración pú-
Uica, y que apenas se mencionaba el de Hixém, y que sin respeto al
rey hd>ia despojado de sus gobiernos á los que tenia puestos en las
ciudades deSb^^ñft, y loshabia enyiado á Medina Gd>ta, mandó al cau-
dOlo Wadha el Feti pasar eoQtra él en Alnuigréb con gran hueste de A pió
jdecabaUeria. En la luna de Safar del ano 387 (997) hiio AlmanzfHr
catnda y talas en tierra de Álava , y repartió ¿sus tropas toda la presa
jd quinto que al rey perteneda, conforme á las posturas que d rey
Haém le otorgó para esta expedicioii, por haberla hecho en tiempo de
inoynuYias.
fió esta hueste A Tanja, y allí se allegaron algunas cabilasde 6o-
nara ySanbaga y otras berberíes de los abietes , y Wadha el Feti les
repartió armas , vestidos y dinero , y salió con poderosa hueste de aquella
ciudad. Zciri salió contra ellos de Medina Fez con escogida gente , y se
eoooQinron ambos ejércitos en Wadi Zcdát , y se dieron sangrienta
iaCaDa que liié seguida do otras muchas muy crueles : pelearon tres
>Kses con varia fortuna, hasta que la hueste de Wadha , como no so
wqnphnba, quedó Daca y débil y fué cediendo al número, y al cabo
fueroQ (orzados A retirarse huyendo á Tanja ccm grave pérdidÁ* AUise
kíio fuerte Wadha y escribió Á hagib Almanzor el estado de sus cosas,
|MÍíéiulolc que le socorriese con gente, dinero y provisiones, que todo
lo fallaba* £1 hagib Almanzor con esta nueva salió de Córdoba y vino
^ Algedra Alhadürá : mandó allegar mucha gente de guerra y envió con
dia á su pro|HO hijo Abdelmclic Almodafar. Toda la flor de la caba-
Hería de España se juntó para esta expedición y los principales alcaides.
Abnanior quedó en Algedra para atender ¿loque se ofreciese y enviar
socónos á Gebta.
Cuando llegó la nueva del paso de Almudafar al amif Zciri Ben Atia
la<!go temió y escribió pidiendo socorro á todas las cahitas zenetes y le
ahueren gentes de Velad zab, de Tclcnoen, Sígilmesa, Melia y otras
<le Wadi zeneta , y con estas partió á bascar ¿sus enemigos y pelear
<^ dios. Abdelmclic Almudafar salió de Tanja con sus tropas de An-
tbloda acompafiado dd caudillo Wadha el Feti , y se encontraron am-
bas hncstes en Wadí-M ena en confines de Tanja y se trabó entre etbs
<üt« batalla que nunca se oyó de otra semejante : pelearon un dia
colero desdoaalir d sol hasta ponerse; en lo mas recio déla pelea fué
<^tn Zeiri un mancebo negro llamado Zalem , á quien Zeiri habia
OHierio un hermano , y viendo este mozo buena ocasión de vengarse ,
cooM) le hubiese conocido por sus insignias , fué para él y le hirió con
aialfange de tres crueles heridas, y no le acabó creyendo qué faerim
Qwrtales. El negro se vino á Abdehnelic y le contó como habia herido
df muerte á Zeiri, entonces Abdehnelic animó á los suyos y dieron con
nuyor esfuerzo en los contrarios : faltos estos de la asistencia de su can-
^S aegtuMfi mnerloi se desordenaron y pasieroa en faga, ha-
vi flunraun VE u doüihaciui
eiendoenilloilos snMiices gran nmtansa. LaGonfosloiiy^ileifirdni
del09 Eenetes 11^6 hasta el real en donde corábanlas heridas á Zeiri ,
qne se tío forzado á huir con sns principales caballeros dejando sa
campo en manos de sns enemigos que se apoderaron de sns riquezas,
tiendas , pabellones , armas , caballos , cameUos j ganado innmnerable.
Oerrió Zeiri hasta un sitio llamado las Angosturas de WadDbaya entr«
término de dos ciudades de Meqninez : alli se detuvo y se le fberon jun-
tando los nobles de su gente j mucha parte de las tropas ftigitiyas. Es-
peró aBi pensando rehacerse para Tolver contra Abdelmelic hijo de Al-
manzor : este candfllo sabien<to donde estaba enrió con mucha dfligencia
i Wadha el Feti con cinco mil caballos escogidos de su hueste qne fue-
ron á tomarlos descuidados : la pelea fbé brara j los andaluces á pesar
de la noche hicieron tanto que los vencieron j pusieron en ñiga como
qne estaban asegurados de la cercanía de sn campo y de su número.
Fué esta derrota á mediados de la luna de Ramazan bendito del aüo 3S7 :
la matanza fué grande , quedaron muertos la mayor parte, y presos los
nobles de Magarava, que serían como mil caballeros. Mandó Abdel-
melic ponerlos en libertad , y aun les dio sus armas y caballos para que
se fuesen si querían ; pero muchos de ellos se quedaron cu su hueste.
Zeirí huyó sin parar hasta Medina Fez con pocos de los suyos , y los de
la dudad cerraron las puertas y no le dejaron entrar en eUa : Zeiri les
suplicó qne dejasen salir á sus hijos y hmilia , y los echaron fuera dán-
doles caballerías y provisiones , y huyeron al desierto delante de Abdel-
melic Almudafar el hijo de Almanzor. Corríó Almudafar la tierra de
Sanhaga y pasó á Medina Fez y entró en ella con aclamaciones de
triunfo : fué su entrada sábado , salida de la luna de Xawal del año 387.
Escribió Abdelmelic Almudafar á su padre Almanzor el suceso de sa
expedición y sos victorias , y la carta se leyó en el almintíar de la grande
aljama de Córdoba y de Azahra , y en todas las ciudades principales de
España oriental y occidental , como se acostumbraba en las grandes vic-
torias : aquel dia mandó Almanzor dar libertad á mil y quinientos cau-
tivos y trecientas esclavas cristianas , para dar g^cias á Dios de tan
señaladas mercedes, y repartió muchas limosnas á pobres , y pagó deo-
das de gente pobre y honrada. En este mismo aflo 387 (997) se reedificó
^ puente de Toledo por orden de Muhamad ben Abdala ben Abi Amer
Almanzor, hagib del principe de los creyentes Risóm el Muyad Bila por
manos de su siervo y wasir Chalaf ben Muhamad Alameri. En dicho
año fallecieron en aquella ciudad Abdelmenám ben Galbon d Mocri ;
Ahmed ben Sohli Alfaqui, embos naturales de Toledo y ambos Insignes
por su sabiduría : también mnrió en Medina Azahra el muti de sa al-
jama Ibrahim ben Abdorahman el Tenési, hombre docto y virtuoso.
Una pobre viuda , madre de un delincuente, cuyos delitos graves hi-
bian sido famosos en Andalucía , presentó una súplica á Almanzor para
que so le perdonase por el gran favor que en este tiempo se hacia k
todas las pobres viadas y huérfanas i al leer Almanzor el memorial se
dio una palmada en su frento y dijo : Guala , á tiempo me lo has acor
dadO) y por McriMr cracifiquese escribió suéltese: recibid rf waiir el
m £05 AlUMS EN ESPiJtk.
271
escrito jMffa aüadir el toandamieiito de estQo hágase lo mandudo, y pa-
ssr la ¿den al sahib xar ta de la ciudad ; pero informado de los graves
delitos de aqael hombre entró á preguntar al hagib si era acpiello lo
([oe mandaba : se poso muy airado y volvió á esaibir la misma equivo-
cación : extrañó el wazir que hubiese tachado el hagib la sentencia pre-
cedente para repetirla en iguales términos , y volvió á consultarle y el
hagib á tachar su equivocación y á incurrir en la misma : el wazir vino
eotoocesá su presencia y le dijo : Ya tres veces has escrito que se suelte
Qlc delincuente, y es cosa bien extraüa : miró atentamente Almanzor
b qae Imbía escrito y dijo : Si , suéltese , aunque contra mi intención ,
pues á quien Dios quiere que sea suelto , no debemos nosotros crucifi-
cvic: y luego fuépuesto en libertad.
Escribió Almanzor á su hijo Almudafar dándole muy sabios consejos
para gobernar aquellos pueblos con justicia y conveniente prudencia, y
50 carta fué leída en el minbar de la grande aljama de los Alcarwanes
^ el üilimo juma de la luna de Dylcada : en esta misma carta iba su
Qombramicnto <ie amil de Almagréb. Envió Abdelmelic Abnudafar á
&paiia al caudillo Wadba el Feti con mucha caballería en la primavera
<^(*Iaoo388, de orden de su padre Almanzor, para hacer guerra á los
msUanos. En este tiempo se construían los muros de Gebal Almina,
moale altoá la parte oriental da la ciudad db Gebta ; se hadan estas for-
üficadones de érden de Almanzor, que cuando pasó á esta ciudad le
pareció bien aquella llanura que hay sobre el monte , y aun quería que
^ trasladase la ciudad á lo alto $ pero por su muerte no llegó á mudarse
b gente , y permanecieron en su antigua ciudad , y la de Almina vino
4 arruinarse. Abdelmelic quedó en Fez gobernando la ciudad y estado
con macha justicia sin dar ocasión de queja á nadie ; pero á los seis me-
ses le escribió su padre que se viniese á España , y envió para gobernar
<ii su lugar á Iza ben Sald , sahib xarta de la ciudad -. este permaneció
^ el giAicmo hasta la luna de Safar del año 3S9 , en que le separó de
^i y le privó de cuanto tenia , y envió en su lugar al caudillo Wadfaa
H Feti , y se vino Iza ben Said á España en el mismo año.
En este mismo tiempo Gahb ben Omeya ben Galib de Morón llamado
'^boiasí ^ erudito y o^ebre poeta , estando á la orilla del rio de jCórdoba
T á vista del alcázar , distraído en sus meditaciones , hizo de improviso
estos veraoa i
: Aleáitr, cuántas delieiu
i De ruYnas te presenro
¡Cuánlos reyes te habitaron
Hoy sobr* sim trifties foeMs
Di al mundo y á quien admira
Porqué tanto nos engañas ,
No presumas permanencia ,
y lo que un día anhelaba
i Dó fueron los poderosos
CiOlumnas, arcos y torres.
Debajo de los oteros
MosYdlcen hmididns valles
Oue noblezas enrniabniílas
A 1o« dlserelot no engaña
contienes en tu recinto •
tu venturoso destino!
de gloría y poder ceñidos 1
voltea el celeste giro :
sus aparentes prestigios
siendo cngafio conocido !
que el tiempo sigue su estilo ,
otro lo desdefla esquivo,
dueños del imperio siró,
verjas de dorados brillos!
yacen de la hormiga nidos,
vivir huiaildo y tranquilo,
en nioiilcs y precipicios :
la Hoslon de los sentidos.
272 ilISTORU D£ LA DOMUiACIOli .
Lóeto «1 albt el acérelo , si el resplendor raaUíttDQ
Ahuyenta Uf negras aombras en que estaba oscurecido.
Zciri ben Alia llegó á tierra de Sanhaga, cpie halló rcvaelta contra su
scfior Badis ben Mansar ben Balkin por discordias soscitadas después
de la muerte de su padre. Envió Zeiri á buscar gente de las cabUas zc-
netes, y vinomuchacaballeríadeMagaraYay deofras, yafvovechaiido
esta ocasión invadió la tierra de Sanhaga y la subyugó y cebó de ella
las tropas, y entró en Medina Tahart y otras de Záb , y se apoderó de
ellas y de Tclencen y Xelf y Masila , y en todas proclamaba al rey HixAm
el Muyad de Córdoba, Puso cerco á Medina Axiada, cabeza de los pue-
blos de Sanbaga, y allí peleó con sus enemigos desde la mañana liasia la
tardo, y con la agitación de la pelea se le encrudecieron las heridas que
lo habia hecho el negro Zalem, y de ellas murió el aio 391.
CAPITÜIX) ai.
De I* batalla de Galal Anosor, y nraerle de Almanior.
En el aik> de 390 hixo Almancor entrada en Eq^aña orientaly salieroo
contra él los cristianos coníiunierosas huestes, y peleó coa cUosy los
venció, y humilló ¿ sus caudillos que ya le temían con el espanto de h
parca : hizo en ellos grave matanzay les dejó infausta memoria deb
batalla de Hisn Dhervera : estragó k tierra y les destruyó fortalezas j
qucmósus poblaciones, y siendo antes aquella tierramuy poblada qoedó
yerma, porque los mismos infides quemaban todas sus cosas, los la-
gares y las aldeas , porque los nuestros no se pudiesen aprovedat'
Volvió AlmanztNT á cárdobay entró en ella con aclamacioiics de triunfo:
en este tiempo le presentó sus versos Ahmod ben fiopdi, llamado Abo
Hafas , uno de los wazires mas eruditos de Córdoba, y SokJnua ben
Golglial su libro de los médicos de España célebres por su sabiduria.
^n esto tiempo el wazír Hasan ben Melic ben Abi Obda, docto j
elegante poeta, entró á visitar al hagib y le halló que tenia en sos
manos los proverbios de Sobal ben Abi Galib , el conocido por Abo
Serri , Obra que se habia escrito para el califa Harún Raxid , y le dijo
Almanzor : Yo gusto mucho de las elegancias de este libro $ pero le falU
un buen comentario : pidió Hasan el libro al hagib, y seretirúáso
casa , y en una semana hizo un docto comentario , trcdentos versos j
una bella copia que presentó á Almanzor , que solía decür que la obra de
Hasan era de lo mas ciclante que se habia escrito en Espada. Lo wis¡^
decía Hüsain ben Walid Abulcasim en las academias de Almanzor, y en
ellas competía en improvisaciones poéticas coa Abuloh Said Ix^ ^^'
basan y con Gehuar el Tegibi , conocido por Aben Floriso de Almería.
En el año de 391 salió para Oriente Abdcrahman ben Cid Amos de
Uclés, discípulo de Abu Otman ben Said ben Salem el Magerilifa^
llamado de Magerit su patria en tierra de Toledo : hombre de gran ce
lebridad por su saber y su loable vida en África , £^pto y en las Iracas
DE LOS ÁRABES EN ESPAÍtA. 273
ftlabí COQ él en Bagdad el Táglebi de Córdoba , y saliendo Taglebi de
h dudad llegó á unas qulnlas , j en una de cDy vio á un saqni ó agua-
dor que tenía en sus manos un vaso de cristal abierto y grabado en ex-
traño lindo, y en él agua pura y clara ; y como era el principio de la
estadon de las rosas, tomó algunas muy frescas y las puso en aquella
agua cristalina, y parecia el agua purpúrea con el brillo de las rosas y
h trasparencia del cristal; y como cstuYicsc mirando atentamente,
decía el Taglebi , me dijo el saqui : ¿ Qué miras , Mogrebi ? ¿ te maravillas
délas rosas? Si, respondí , la belleza de las rosas me embelesa cu este
krmoso vaso : oye pues un concepto mío á esta flor y vaso ; y dijo -.
Ocupa la rosa el trono , que su imperio no declina';
Todas las flores son tropa , la rosa su reina linda.
Mandó Almanzor que viniese mucha caballería de África para uo
dejar im año de reposo á los cristianos , y desembarcó en Algezira y en
SiQta María de Ocsonoba : Farbon ben Abdala ben AbdclwaUd, g<4>er-
oidor de Santerin en Algarbe, reunió mucha caballería : y k» viralies de
Méríday de Badalyos allegaron toda la de su tierra, y el año de 392 se
Koiieron todas las banderas de Toledo ; y dispuso el hagib su entrada
en tierra de cristianos con una grande y numerosa hueste. Las asonadas
de esta expedición conmovieron ¿ los cristianos , y juntaron todo su
poder para salir contra Almanzor. Partieron los muslimes divididos en
du8 batallas, en la primera estaba la caballería de la Andalucía, y en la
Menuda la de África .- corrieron las tierras de la ribera de Duero , sin
hallar en ninguna parte resistencia , siguieron Duoro arriba hacia sus
fuentes. Los cristianos estaban acampados en cercanías de CalatAnosor,
n hueste partida en tres almafallas que cubrían con su muchedumbre
^ campos como las esparcidas bandas de langosta. Guando los cam-
peadores muslimes descubrieron el campo de los infieles tan extendido,
se iiorrorizaron de su muchedumbre, y avisaron al hagib Almanzor,
que con los mismos campeadores reconoció la posición dolos enemigos,
y dio sus disposiciones para la batalla : hubo aquel día algunas escara-
muzas éntrelos campeadores de ambas huestes , que suspendióla venida
de la not he. En la corta tregua que les concedió á favor de sus sombras,
ios caudillos muslimes no gustaron el dulce sueño : inquietos y dudosos
m el temor y la esperanza miraban á las estrellas y al cielo á la parle
de la aurora ; y la venida de aquel rubor y claridad del alba , que sude
Alegrar á los hombres , oscureció entonces los corazones de los tímidos,
7 el toque de anafires y trompetas estremeció los mas animosos y acos-
tumbrados á los combates. Hizo el hagib Almanzor su oración del alba,
ks caudillos ocuparon sus puestos y se reunieron á sus banderas. Los
nistianos se pusieron en movimiento y salieron sus haces muy ordena-
da : temUaba la (ierra debajo de sus píes. Las * ataquebiras y clamores
de ambos campos , el estruendo de alambores y trompetas , el relinchar
I Auqnekirw aoa loaeiones á Dioa , que «san los masHines al entrar en las batallas gritantlo ;
A^ te actar. Dios es el mas grande y poderoso.
fS
274 UISTORIA DE LA DOMUfAUOR
de los €a|>aUo9 resonaba en los cercanos mootes , y paremia hundirse el
ciclo : la balaUa se Irabá con enemigo ánimo y con ignal denuedo, ; se
mantuvo con admirable conslancia por ambas huestes : los crjstianoi
(X)n sus caballos cubicrtos^de hierro peleaban como hambrientos lobos,
y sus caudillos en todas partes parecían animando ¿ los suyos : Alman-
zor revolvía á todas partes su feroz caballo , que semejaba un sangríeoto
pardo, atropello con sus caballos andaluces á los armados de Grogientes
armas , y entrando en lo mas recio y ardiente de la pdea se in^goaba
de aqucUa desusada resistencia y bárbaro valor de los infieles. Sus cau-
dillos hacían cosas de ex^eituido valor , y los caballeros africanos rom-
pieron muchas veces los apiñados escuadrones cristianos : con el polro
que se levantó en toda la extensión del campo de batalla el sol se oscu-
reció antes de su hora , y la noche se anticipó con sus tenebrosas alas de
oscuridad, y separó estos enemigos pueblos, sin que ninguno hubiese
cedido un paso del campo de batalla. Quedó la tierra cubierta de cadá-
veres y regada de humana sangre. Aquella noche , esperando AÍmaqzor
en su pabellón que se congregaran como solían los caudillos de su ejér-
cito, viendo que tardaban y que no parecían sino algunos pocos , infor-
mado de que la mayor parte de ellos habían muerto peleando, y otros
estaban malheridos , coúoció el estrago que habían padecido los suyos,
y dio orden para levantar el campo antes de rayar d día y pasar el
Duero por los puentes de Andalus , llevando sus huestes en orden de
pelea, por si los enemigos quisiesen seguirlos. Los cristianos viendo el
movimiento de los muslimes , recelando que fuese para renovar la san-
grienta lid, se pusieron en orden de batalla ; pero seguros desureli-
rada, ño se movieron cansados del trabajo del día anterior, y por la grao
pérdida que también habían padecido. Almanzor se sintió tan abatido y
apesarado, que no cuidó de sos heridas , y con la agitación y trisleza de
su ánimo sus heridas se encrudecieron, y conoció que se le acababa h
vida : no pudiendo estar á caballo, le pusieron en una silla, y vino
catorce leguas conducido en hombros de sus soldados hasta Walcorari^
en las hronteras de Castilla en cercanías de Medina Zelim : alli le en-
contró su hijo Abdelmelic, que iba enviado por el rey Hix^^m á saber
de su padre , y en aquel lugar falleció día lunes ' tres d^as por andar de
la lona de Ramazan , año 39^2 (1001) á los sesenta y cinco años de su
edad. Guando se divulgó entre sus tropas la voz de su muerte , todos le
lloraron con grave dolor y amargura, y decían : Perdimos nuestro
padre, nuestro caudillo, nuestro defensor; y todos declan verdad.
Tomó el mando de la hueste su hijo Abdelmelic Almudafar . Uevaroo á
enterrar el cuerpo de Almanzor á Medina Zelim y le enterraron con sus
precios vestidos , como que habia muerto en camino de servicio de
IHos, y le cub;rícron con el aromático polvo recc^do en mas de cin-
* Edobi, Alabar y Uayáo Honuidi dicen qoe murió on 25 de U laiu de lUmnuB^^ ^'
Abulfcda cti sut» anales dice que en el año 393 , j lo mismo nuesUro arzobispo D. Bodrigo ri
epiUfid de Almatisor lo rq»ÍtMi vario«, y enire otroi Aba Teib ben Xarif el Kondi , en ra li^ro
de métrica : el analista de Fez menciona que fué cubierto con el polvo de sus batallas. Hwicm
ben A9im escribió la vida de Almauzor, con el título de Proeinsalafflems.fiatMVOseiCtfl^
llanos del epítaOo los hizo mi amigo don Leandro i;>ni|ittdtt d« ÜAratin.
BK LOS AftABES EH ESPAAA. 27S
cuenta balallas Tentnrosas contra infieles -. acompañó su entierro todo
el ejérdto , oró por él su bí jo Almudafar , tenga Dios misericordia de
él. Sa sepulcro está allí notable , y sobre él escritos estos versos :
No eiiste ya , pero qaedé en el orbe
T«nU memoria de sus ^tos bocho»,
Qae podres , admirado , conocerle
C114I ai lo vieras hoy présenle y vivo :
Tal ínéit <iQ* nunca ^ snceaicn eterM
Darán los siglos adalid segundo ,
Que asi, YeBCtendo en guerras, el imperio
Bol puem» de lantel aer«ca nlgMide.
Gobernó el hagib Mubamad ben Abdala bee Abi Amer AlmaiaQr el
estado con mucha gloria y ventajas dojl Islam veinte y cinco ados. Iji
rema Sobiha» naadredél rey Hix<!^m^ le encargó todos loa negocios de paa
j de g;uerra, y no se hacia nada en el reino sin sa eonaettlimie^to^ éb
manera que no le faltaba sino el nombre de rey; pw> en verdad, á su
podcncia, valor y fortuna ae debieron grandes iiroq>efidadea y ooi^
q[Qi$tas. Siempre uié vencedor de sm enemigos ^ no vio huieste ée infidc»
ó cacmigos <|ue no rompiese, ni cercó ciudad ó fortalea» que maelQ
rindiese i dilatando las Gponteras de los muslimes á les extremos de E»«
pana de pw amar. £n lodo el tiesipe desu gc^ierao no padeció Hiter«
cadencia Infelicidad del estado , ¡mes con el temor que todos le tensa»
DO hubo qui^n suscitase la mas kve dvspa de sedicioa m desobadieneiab,
ii)OK) las que habían antes abrasado á £sp^
fué tan floreciente , que nuncsk babía Hipado & tan ako gradb^ de poder
y grandeza. Pasaron de cioGiieata laaíetaada» victoriosas que Uzacra^
tra cristianos , tanto que sus reye^ intimidados le enviaban á rogar 1»
paz, y que no los acabase. Había nacido el ana 3iS7, el adiada la saoh
gríenta batalla de Alhandac de Zamc^a, y eseogió A Seior pan vengar
elIdamelbraBodcAlmanxor, yfuésumueHeenfiu de ütamamadet
año 392 (lOOÍ) eu las fronteras de Castilla. Cuando kt infeuala imeva d&
SD muerta se supo en Córdoba fué un dia de tuto y general desfOBiudb,
%»ienesta ciada4 como en las demás del reina, y en muduv tínnpo Bae
pudieron consolarse de tan grave pérdida. £1 vulgo de Córdoba repeüs
^es\G tiempo qnos versos de Ibrahim hem £dris el Haaani^ q«e pro^
oostícaban mal de la prepotencia de Almanzinr y de 9U8 p^ ciales , llar
nudos por él los Alameries, y pw ellos había sido desterrado de Gód-
doba este noUe africano poco después de k «raerte de HasaiabeftKeniQ»}
ios versos eran estos : *
Ta Toestra creciente luna , inalgnes hijos de Omaya»
De MIS refalgeniDs luces el cielo y la tierra bafia :
A aa pl^ihmio llega y á deshora etté eellpMdt :
leoio que el yjlido eclipse (|Qe U oscurece no aealM .*
Que la dareanCe eslrella Uo su fortuna desmaya.
7« nunoftu o£ l.v oomiííacuni
CAPITULO ClII.
Dd gobierno de Abdelmclie , hijo de Almaiuor.
La reina Sobiha , madre de Hixóm , falleció en este tiempo , y acon-
sejó á su hijo pusiese el gobierno en roanos del bijo de Almanzor^ con-
fiando baUar en Abdelmelic las prendas de yalor, prudencia y virtad
que en su padre : asi lo bizD el rey Hixém , y todos aplaudieron tan
acertada elección : pues en Terdad Abdelmelie heredó el valor y pm-
denda de su padre ; pero no su fortuna , contra las predicciones (fe los
astrólogos que en su nacimiento pronosticaron que en sus dias llegaría
la grandeza de España á su mas alto grado de gloria : si bien en algún
tiempo de su gobierno hubo mucha prosperidad. El rey Hixém continaó
en su retiro entregado á sus fáciles placeres.
En África , después de la muerte de Zeiri ben Atia , hubo el mando
su hijo el amir Alman ben Zeiri , las cahitas zenetes le juraron obe-
dienda. Sabida la muerte de Almanzor escribió á sa hijo Abdelmelic
para que le nombrase amir de Magréb ^ y Abdelmelic le envió la con-
firmación con un magnifico vestido » una espada y un caballo con pre-
cioaos jaeces : permaneció Alman fiel al hagib Abdelmelic y al rey Hixém,
que hizo proclamar en todos sus estados. Por acrecentarle en poder
mandó Abdelmelic que viniese á Córdoba el ym\\ Wadha el Feti , y puso
en manos de Abnan la gobernación de Medina Fez y de sus dependen-
cias. Ofiredó Alman enviar á Córdoba cada afio cierto número de caba-
llos de raza , con sus jaeces correspondientes , armas y otras cosas , y
con el primer presente envió Alman á su hijo Manser, como en rehenes
de su lealtad y obediencia : esto en el año 393. Estaba el joven Manscr
en Córdoba muy estimado de la nobleza , y permaneció en cUa hasta las
turbaciones y discordia civil , cuando acabó el estado de los Álamcríes ,
oomo veremos después : que solo Dios es eterno y eterna su soberanía.
Se propuso el hagib Abdelmelic Almudafar seguir las hudlas de so
padre , y hacer cada año dos entradas en tietra de cristianos , y en este
año de 393 vengó venturosamente la sangre de los muslimes, y llegó
en su primera gacia á la parte oriental de España , y sóbrelas fronteras
de Lérida dio cruel bataUa á los cristianos , y los venció , y so huyeron á
sus montes : en esta atroz pelea murió Ayúb bcu Amcr el de Saltis , y
fué enterrado en la mezquita de aquella pudad. Por sospechas de inte-
ligencia con los cristianos después de la expedición de Calida del ano
385 le encarceló Almanzor, y Abddmelic le puso en libertad , y había
venido ¿ esta su primera entrada contra cristianos , en la cual murió
peleando con mucho valor. Volvió Abdelmelic á Córdoba , y fué recibido
con demostraciones de la mayor alcgria , concibiendo grandes esperan-
zas de sucesivos triunfos y victorias contra infieles. Encargó el hagib
Abdclmehc Almudafar el cadiazgo de Toledo á Chalaf ben Meruán el
Sahari por la a*lcbridad de su sabiduria y virtud, á propuesta
del cadi de Córdoba Aben Dhakuén : habia estudiado en Córdoba , y el
BE LOS AIVlBfiS KN KSPAIYA. ?77
láo 372 habia pasado ¿ Oriente. Recibió Chalaf este cai^ con repng-
Banda, y poco despaes pidió su dimisión y se retiró á Córdoba, por
eotregarsc con quietud á las meditaciones ascéticas. En este tiempo
Soleiinanben Mohran de Zaragoza , célebre y erudito poeta de Espada
oriental, vino á Córdoba y concurría á las academias de buenos ing^e-
mos en casa del wazir Abulasbag Isa ben Said, que era del consejo de
Alfflodafar Abdelmelic , donde asistían muchos doctos después de la
BHKrte de Almanzor .- pero Abulola no volvió mas á ninguna concur-
rencia, aun solicitado por los bijos del hagib. Un amigo mió, decia
Hajáo, oyó el aflo 396 ¿ este Abnlola los versos de su elogio alliagib
Aimudafar Abdelmelic, hijo de Almanzor ; y pocos años después se pasó
áSíeilta, donde murió de su enfermedad el aSo 417. Asimismo vino á
Córdoim en fln del afio 393 Chalaf ben Mcsaud el Jarawi de MeNla , lia-
nadod Malki , y conoddo por Aben Amina , y aqai hizo sus estudios ,
jfué Diny disUngaido por sn erudición é ingenio del hagib Aimudafar
J d cadí Abu Dhakuén. Falleció en este año Abu Omar Ahmcd ben
Abdala , conoddo por el Begi , que fué el hombre mas sabio de toda Es-
pila en todas las ciencias en sas troncos y ramas , esto es , en sus ele-
mentos y procedencias : no hubo sabio de fama que su padre no le bus-
ose para su enseñanza ^ viaj^ al África, Egipto, Siría y Chorasan , y
estadio con los doctos de todos los países de Oriente y de Occidente, y á
los diez y ocho años era ya maravillosa su erudición : vivió lo mas de
SQ vida en Sevilla , donde habia nacido, y aun siendo muy joven le con-
saltatia el cadi de aquella ciudad Aben Fawéris.
También falleció este año en Córdoba Jali ben Ahmed ben Jali, de los
mas célebres caudillos Alameries , y en las últimas horas de su vida
manifestó mucho sentimiento de morir en su cama , y no en el campo
de batalla como buen caballero.
Eo el año de 394 allegó Aimudafar mucha caballería , y entró con
^n boesfe en fronteras de Galicia, haciendo en aquella tierra el es-
iraf^ de las tempestades ; venció á los cristiano» cerca de León , y se apo-
dera de la dudad , y arrasó sus muros hasta el suelo ^ que ya antes su
padre los habia destruido hasta la mitad. Continuó sus entradas con
furia ventura , y siempre vino vencedor y con muchos cautivos y gana-
dos. En este año de 394 (1003) apareció en el cielo una estrella muy^en-
rendida , de gran magnitud y de mucho resplandor. Cpatro años segui-
dos entró Aimudafar en tierras de España oriental y occidental , dcs-
frayendo en el verano los pueblos y fortalezas que reparaban los
nisUanos durante el invierno.
Eo d año 396 , apareció una estrella grande de las que se corren con
fmndes truenos , y era una de las doce notables que mencionaron los
antiguos : observáronla los sabios con mucha atención y opinaban que
n<» aparecía astrode esta especie sino cuando Dios altísimo por especial
proridenda tiene destinadas grandes novedades en el mundo ; pero solo
Uos 03 sabedor de sos secretos. En este año las naves de los muslimes
de España fticron á Italia y saltaron en Saierno, y pusieron á contribu-
ion aquella ciudad , y mientras los muslimes esperaban descuidadloa en
Í7» HttTORIA DE LA iMUOlUCiOII
la playa d dinero conoortido^ IO0 4d h ciudad aali€iM da kapmiio
contra ellosi j legraroa embarcarae , annqoe ood pérdida de los nu»
csforsadoSé
Pasando el hagib AbdelmoUe Almadarar por Toledo en d año 397,
visitó al jeqae Muhamad l>en Ibraliim el Goxéri de GárdolMi , boiabn
mny sabio y célebre por sa mncba prudencia , anstmdad y virtud, j
menosprecio de la vanidad del mundo : fué Almodafar A tn coa un d¿
después de zalá de juma, y estaba el doctor en su casa con dgaoos
discípulos ; pedida licenoia para entrar, sabiendo que era el bagíb , dijo
á sus oyentes que no se levantaran á su entrada , y asi lo bideron como
lo mandó : Almudafar entró y el jeque le bizo mocha cortesía, y el
hagib honró su escuda y á la despedida le rogó que le eneomendaseá
Dios en sos adoas ó súplicas , y luego hiao Muhamad han Ibraim sa ora-
don , didendo t Allahoma % sefior Alá , pon en les eoraaones de ns
subditos la perfecta obediencia , y pon en au coraaon la benignidad y d
amor para con ellos : y con esto partió Almudafar. Se dctUTo en ToInId
algunos dias , esperando que se allegase la gante , y luego partió ala
frontera oriental , y corrió la tierra , badendo mudbo mal A los criitia-
nos. En este tiempo vinieron á Córdoba |lgunoa cristianos muy princi-
pales , que por desavenencias huyeron de su tierra ^ y demandaron al
hagib Almudafar que les diese licencia para morar en la dudad ó foera
de día : el bagib dio parte al rey Hixém, que holgó mucho de dio, j
les concedió que morasen dentro de la dudad , y le» mandó dar casas j
jardines en que pudiesen vivir muy en seguridad y á au placer. Pidie-
ron paces los cristianos , y les respondió Almudafar que no podiao ha-
cer paces; pero que les otorgarían treguas por derlas afios^ y asi le
hizo á instancia del ivali de Tdedo Abdala ben Abddazis, que era de los
Meruanes , pariente del rey, y babia sido grande amigo de Almanzor j
le babia acompailado.cn sns entradas en GaUda. Tenia este Abdala trato
y amistad con el rey de los cristianoe , que le enviaba muchos presenta
y joyas de oro y plata , por causa que Abdala babia enviado al rey de
Galida una cautiva muy liermosa , que babia tomado en sus algaras, t
aunque por su gentileza y extremada beldad era muy amada de Abdali,
sabiendo de los otros cautivos que era bija del rey la envió con otras
doncellas sin recibir precio alguno pw sn rescate.
ÍPasados los anos de la tregua entró Almudafar en tierras de Galicia,
y por todas parfes destruyó los fuertes que habian^construido los cris-
tianos« Corrió y taló la tierra y tomó muchos ganados y cautivos : der-
ribó los muros de Avila, llegó A Salamanca y pasó á lo interior de Ga-
lida y Portugal : volvió por riberas dd Duero y destruyó los fuertes
de Gormaz y de Ui^amaiy vino vencedora Córdoba el año da 398 (1007).
En este mismo año entró con mucba caballería en Galicia, y llevé en
sú compañía al joven Manser , hijo de A Imaan d wdi de Fez , y salicroo
contra dios los cristianos. Iba Almudadár al (rente de cuntro mil caba-
»
f AIMmtim es OM liivoeacioii del nenilM» de Dios , del ma^of afecto y irttirntUt, q«^ ^
vuelTC la i*iier|ia de la interjercian sin espresarla.
DB LOS ÁRABES BU EStAÑA. V9
HoftAOMMlM deMeazasy eotas de mallas brUIanlm como cstareHfts, los
aúkñ coa cobkitías y caparazones de seda de dobles forros ; se¿Qib
h odNilleria de andaluces y africanos , genle agnerrida, qne se habla
disliagnido en las mas peligrosas ocasiones , acaudillada del wali de
Toledo jr dd de Badal JOS y del jóTen Manser, que iba en nn feroz caba-
lo como m león furioso, y lleno de la animosidad de sns valientes cu-
Uleros. Aonnetieiñon ¿ los cristianos; y annqne eran los héroes desn
iMopo, qne todos habían entrado en mochas batallas , y estaban arezá-
ioBá las horrores de las peleas, los atropellaron y rompieron sus alma-
Uhs , y retolTieroQ sobre ellos como dragones , y se pusieron en desor-
faadi faga 4 dbfando el cunpo regado de sangre. Siguió Abdelmelic el
llamee con su cabaBeria , y reparados los cristianos en unos recuestos
j pasos dificües , se renoTó la crud batalla : los infieles pelearon como
niriosos tigres, y alU los muslimes padecieron mucho. La Tenida de la
■oche puso fin á la sangrienta pelea : á favor de su oscuridad los cris*
Iiaoo8 16 retiraron á sus ásperos montes , y los muslimes , viendo la no-
Ule pérdida que habían tenido, se volvieron ¿ las fronteras , y de ellas
á ToMo y á Córdoba. Poco después de esta jornada enfermó Abdelme-
Kc Ahmidafar, y de su grave didencia falleció en la luna de Safar del
año 399 (1006), ÍH> sin sospechas de haberte atosigado. Sn muerte fué
maj sentida de todos los buenos, y su entierro acompañado de la nobleza
deladudad. Gobernó el estado seid años y cuatro meses con mucha
Fofaiiia y feUddád.
£o este año fUleció también Ahmed ben Abdelazfz beti Feragi ben
Abí HoUtb de Córdoba, hotnbre sabio y virtuoso , maestro dd hagib
Almndsftr; tedia ya noventa años ^ se enterró en la mácbora de la Ar-
nnaüi , ort por él Ahmed ben Dhecué».
CAPITULO av.
Del goliiertto de AfNlerahman, hijo de Alttanior, y de tu muerte*
BreyHixém^ que no tenia mas vduntad que la de sus siervos,
oooibrú A propuesta de estos por su hagib al hermano de Almudafar
AtNlcnhnian , que era capitán de la gnariia del rey, esperando hallar
^ ellas prendas y fortuna de su padre y de su hermano; pero por lo
amnm h» hombres se engañan ensus juicios y en sus esperanzas, que
^ I>iot es sabedor. Guando Maan ben Zeiri supo la elección del nuevo
h>gib envió para él grandes presentes, y entre otras cosas ciento y cín-
nienta cabidlos generosos que le presentó su hijo Manser, que estaba
^ Córdoba , como en rehenes de su homenage. Agradecido el hagib
Ainlerafaman i estas expresiones , hizo grandes honras á los enviados de
Almaan; y ks dló preciosos vestidos y abajas , y envió á Manser á su
padre : esto obUgó mas A Almaau y recogió los mejores caballos de Ber-
^ría y envió A Córdoba mil caballos , qne nunca llegó de Magréb á
^paña mas preciosa dádiva que esta. Era el hagib Abderahman mozo
280 HISTORIA DE LA DOMIIIACION
qoc andaba iiiHf cnlreleiiido en sua. gustos , y gastaha el dia €n genti-
lezas de catmllcria , y la noche en festines y con viles , dado á lodo género
de placeres y pasatiempos de la corle , no aoostambrado á severidad dp
costumbres , ni aplicado á los graves negocios del gobierno. Era de 8»
natural condición apacible y franco, y no negligente ni para poco,
como algunos decían^ que le vituperaban por hombre sin brío, y ver-
güenza de su linago, y merecedor do ser privado del gobiemo. Por sos
grandes riquezas era en extremo liberal y casi pródigo, sa estatnn y
Csonomia la de su padre Almanzor, y aun esto daba ocasión ¿ qned
pueblo lo quisiese bien y aplaudiese sus gustos y ligerezas. Tenia la mis
intima privanza con el rey Hixém , pero suele ser fatal la privanza de
los principes, que raras veces dura, ni tiene un venturoso término,
sea que por haberlo dado todo , y los validos por no tener mas qQed^
sear se cansan y fastidian , ó porque vienen á perder la cabeza por locos
pensamientos , ó que la envidia de los inquietos ambiciosos mina in-
resantcmentc y destruye estos ediQí3Íos de la vanidad.
Ao tenia d rey Hixém el Muyad* hijo alguno que le snoediese en á
imperio , aunque todavía por sa edad no estuviese sin esperanza de
poderlos tener. £1 hagib Abderahman , sin atender á esto, ni á los pa-
rientes del rey, no consultando sino 4 su inconsiderada vanidad , y oon-
liado en la mal segura inclinación del pueblo , que le anulNi y tíeiadedi
por un ciego favor á la memoria de su padre , se atrevió á |HK)poner y
persuadir al rey que le declarase futuro sucesor del trono, suspendiendo
esta declaración hasta después de su primera safida contra loscristíanos,
que esperaba que fuese venturosa. Aunque estas cosas se trataban coo
secreto en las salas del alcázar, no dejaron de traslucirse excitando h
indis^nacion y el odio de todos los Meraánes , y en especial se manifestó
mas ofendido un primo del rey Hixém , llamado Nubamad ben Híiétn
ben Abdelgiabar ben Abderahman Anasir: era este mozo de nudio
valor, y presumia suceder en el trono á falta de hijos del rey Hixém , y
no pudiendo sufrir mas tiempo las maquinaciones del hagib Abderah-
man , á quien llimaban Anasir, se salió de Córdoba , y pasó á las fron-
teras de Castilla , y allegó á su partido muchos alcaides de aquella tiem,
. y jimtas sus banderas vinieron á Andalucía, manifestando á los poebto
las vanas pretensiones del hagib Abderahman , que habia obligado al rey
Hixém á qiio le declarase sucesor del trono d^ los Omeyas, sin respetoá
la familia real. No fué difícil el concitar los ánimos de los nobles, que
ya. tenían de antes hartos motivos de envidia contra los Alameries, y co
pocos días formaron un buen ejército.
Cuando Abderahman entendió la tempestad que contra él se umaba,
con. mudia diligencia salió de Córdoba con la caballeria africana y
guardia del rey para desbaratar á sus enemigos antes que fuesen mas
poderosos. Apenas había partido Abderahman de la ciudad , cuando Aié
avisado Muhamad por el wazir Iza ben Said , y por otros mnohos par-
ciales suyos, asi de la salida del hagib, como del mal recaudo de guardias
que liabia en Córdoba. Con eslc aviso Muhamad dividió su gente , y ooo
la Oordc su cabaUerta por caminos extraviados con gran celeridad en(ru
BE LOS ÁRABES m ESPAÑA. :»1
«GfirdDlMi, 7 se apoderó de la guardia del alcázar y de la l^ersona del
rey Híiéni , poMicó la deposición del hagib Abderahman : asi la fortuna
oomeoió de repente á p^nrbar las cosas en España. Avisado Abde-
nhnan de lo qne pasaba en Córdoba , se llenó de saña , y contra el dic-
tamen de algunos de sus caudillos , dio luego Yuclta á la ciudad muy
coDfiado en el aura popular, que no debiera : y entró en ella con su
cabiUeria sin resistencia : á la llegada á la plaza del alcázar, se le opu-
sienm en gran número los partidarios de Muhamad con toda la gente
principal de la dodad , y mucha gente menuda : se comenzó una san-
grienta y desigual pelea. Al primer acometimiento los de Abderahman
nmineron y atropellaron aqueUa muchedumbre ; y riendo Abderahman
que contra sus esperanzas la amontonada plebo no hacia caso de su toz,
7 antes con espantoso alarido gritaba muera , muera , á pesar del estrago
ipie hadan sus caballos atropellando cuanto les estorbaba, acre-
eeotando d gentío les fué forzoso retraerse para salir de la ciu-
dad : procuraron abrirse paso haciendo atroz matanza en el pueblo :
muchos de loa suyos murieron peleando como bravos leones , el mismo
AiNierafaman retirándose se defendía y ofendía como hombre de valor,
pm atajado de todas partes y herido de muchas lanzas cayó mu^to su
aballo, y él muy mal herido cayó también en manos de sus enemigos
V^ le presentaron á Muhamad , que luego mandó que le crucificasen ,
7 así foé ejecutado al momento, y espiró clavado en un palo Abderah-
nan d hijo dd grande Almanz(»r , el hermano del insigne Abdelmelic
Almndtifar : y todavía hay quien confie en d ingrato y variable pue-
blo. Fué su muerte día martes infausto á 18 do la luna de Giumada'
postrera del aflo 399 , á los cuatro meses de su gobi^no. En el nK>-
mentofué Títuperado el triste, que pocos dias antes era admirado y ben-
dcddi) dd pueblo : sus bienes fueron aplicados al fisco , su nom1>re no
M" mcndonaba sinocon apodos de menosprecio y le llamaban Sanchuelo -.
sus amigos no osaban parecer en público, temerosos del inquieto vulgo.
Muhamad Abddgiafaar , despreciando á los Alamcríes, que no eran
pocos, ni gente oscura , aprovechando la ocasión del favor popular , y
á petidon de los de su bando, hizo qne el rey Hixém le nombrase su
pnnier hagib. Pata congraciarse con el pueblo de Córdoba, sabiendo
queja guardia de zenetcs africano» eran aborrecidos de la multitud, or-
denó que saliesen del alcázar y de la dudad. Esta providencia le concitó
d odio de estas tropas y de sos caudiDos, que eran de la principal no-
bleza de África. Hizo presidente del consejo de estado á Chalaf ben Me-
nián ben Omeya ben Haiwat, conocido por el Sahari de Sahara Kay-
^at, que era pueblo de su bisabuelo en Algarbe de España ; era cadi de
Toledo, cargo que le dio Almudafar después de sus yiajes á Oriente ,
7 había renmidado su empleo después de la muerte de aquel hagib , y
dd wali de aqudhi ciudad Abdala ben Abdelaziz : fué propuesto para
esta presidencia dd rocsuar por el cadi de la aljama do Córdoba Aben
* Homaidi éie0 Alé erneiflead* en U luna da Regeb , esto es, en el me» siguiente : pero las
(<^^ de las sacetos pasterioret eonflnMR lo que asignan otma Hdefligno» i*«cniore».
2tt HHfOMA DE hk DQKnfáCIQII
DbacuéD. Hilo «simbiiio walQeoda ó josUda nwfor de la dpriiiaile
Córdoba al cadi Abmed ben Abdorabman bep Said el Huiaiiii, hombre
muy popular y de gran mérito por su virtud y sabidioú. Di6á Mbqo
Obeidala el gobierno de Toledo , y envió oon él á su favor^Gido Süki-
man ben Mijüíamad ben Batal j llamado Abu Ayub dé Badalyox ^ ceM^e
por sus poesías y su ingenio. Cuidó el bagib Muhamad de apartar dd
jrey Hixém todas las perso^iasde su intimo servicio y oonfiannt y poso
otras de su bando. Pocos dias después^ pw ec|iar el resto al juego de m
fortnpa , divulgó que el rey Hixém estalMi enfermo de grava dolencia :
cuando vio el poco interés qu^ el pueblo manifestaba en la pdigron
situación del rey , y que los walícs , wazires y alcatibes no duAibaaque
él seria el futuro sucesor del trono trató de asesinar al rey Hixém :
pero Wadha el Alameri, que era caniarero.del rey y le amd», con nm-
cha prudencia y valor le (disuadió , diciéndole que para lograr lo qoe
pretendia no era necesario quitar la vida al p(d>re rey, que retirado y
oculto y bien guardado no estorbaría sus intentos : que á este fin podií
tomar todas las seguridades conducentes , y él mismo le propondría lo
que creyese mas oportuno* Persuadióse Muhamad ^ y de acncardo eoo é
eslavo Wadba le encerraron con gran secreto , confiando su guarda á
jiersona de intima confianza. Dicen (pie le pusieron en casa ¿1 wazir
jHuseinbenHay, que buscaron un homlnre muy semejante en edad, es-
tatura y fisonomía al rey Hixém^ que le arrebataron una noche y le
ahogaron , y colocado en d lecho del rey se divulgó la grave enferme-
dad , y como si fuese de su orden se celebró la dedaracion y jora de
futuro sucesor á su hagib Muhamad ben Hixém ben Abddgiabar. Se
eongregaron los walies y wazires y se publicó esta dedaraoion i y po»
horas después la nueva del fallecimiento del rey Hixém. Porieiott enra
f^tro al supuesto Hixém y fué enterrado con gran pompa y le pmie-
ron su sepulcro en el primer patio del alcázar : esto en d dia 25de
Ginmada postrera dd mismo ano.
CAPITULO CV.
t6i retiMila d« MoluiiniNl él UtOOli Bllft.
£n el mismo dia fué aclamado rey en Córdoba Muhamad benflix^
ben Abddgiabar ben Abderabman Anasir, se intituló d Mohdi * BilS)
se hizo oración por él en todos los alminbares de E^da , y se acodó
moneda en su nombre* £nti:onizado por estos medios hizo eumphr eon
mucho rigor la orden que había dado para que saliesen de Córdoba to-
dos los africanos de la guardia. Ofendidos loa caudillos de esta rcselocioD
Ée confabularon y convinieron en resistir la providenda á todo riesgo,
tomaron las armas , y el capitán de ellos Hixém Raxid ben Sdeiioan
ben Abderahman Anasir animó ¿ sus zenetes y berberíes á oponerse
1 El Mohdi, es decir el trancjuHizador, el eoncntádor de los ámmóí» doavenldos , lon^T*^
los Mioesos no corrMpondieroft é Ua eipersnuB de este nomlire.
aWertttKttte á las ArdcneB dtí, naevo rey, tratándole de pérfido y ase-
táú desa «Aerano. Fueroii los conjurados á cercar el alcázar, pidiendo
h ctbeía del injusto usurpador del trono. Muhamad con mucho valor
salió contra los conjurados con sus guardias de andaluces y se trabó san-
grienta iNitalla entre ambos partidos : el pud)lo acudió en inmensa
taám wáifi los aAricanos , y tes filé fbrtoso retiMME^ hatíeiidd gran
nlaiiia m te gente de la cfcHlad que eon ttkis tmior l|tte inteUgéndáie
iIMa á la desigoal pelea s dulró ^ta ft^tidla tarde^ gran phrte d(B la
Mcbe, y seieDOvé al alba áA siguienle dift. Los africanos ttaeron fot-
aá» á dqar sus cuarteles y salir de k ciudad peleando con mucho
nkr, QDDteniendo á la nraltitnd que intentaba atropellarlos. En esta
peKgresa retirada el esfonado caudillo de les afrtcanoB Hiiém bén Su*
\Bam eayó herido eon su cabidlo entrb un tropel de caballeros anda-
laces, y le UeraroQ preso ala presencia de Muhiaraad 9 que mandó eor-
Urie loego la oabexa, y arrojarla por el muro á los afiricanos que ya
Mtík salido de la dudtád. Ctiando vieron la desgracia de su caudillo ,
imniando sedientos de sangí'e y de venganta , eiigi(Nron por su caudillo
j terríUe vengador á Suleimau ben Alhakem ben Sttleiman bcn Anasir ,
prioio del sin ventura ben Suleíman Anásbr : este caudillo considerando
fie sos faenas íio bastaban para mantener cercada la dudad ^ y resis-
tir álos de Miriiaraad , levantó el campo jueves dia 5 de Xawal de este
100999. Dice Homaidi que antes departir entró por fuerza en Córdoba
d dia 6 de Xawál, y luego se vio fonado á salir de ^a y partió á las
fronteras de Galicia , y concertó con el conde Sancho , rey de los cris-
timos, qae le ofreda su amistad y le daria derlas fortalezas de aquella
frontera si le nyudaba contra Mtibamad qne se ttanaba rey de Córdoba.
Otorgadas sus avenendas, vino Soleitnan con ayuda dé caballeros
eríitianos, gente ínoy escogida, á las cercanías de Córdoba. Muhamad
hiego sapo ki venida de estas huestes, y salió con muy poderoso ejér-
cito oon¿a ellas , y á mediados de la luna de Rebie primetu del año 400
se eocontraroQ en Gebal Quintos, y trabaron cruel batalla que prind-
piaron los aoddnces eon su cabaUeria. La pelea fué atrot, y en pocas
Inras quedaron t^ididos en el campo vdnte mil cordobeises entre muer-
tos y heridos. Cuenta Hayan que en esta bataSa hidK> de morir Abu
Otman ben Algenr de Córdoba, que entró en la pelea, y no pareció
(kspnes vivo ni muerto; dice qne la batalla fué en dia sábado á mediados
fcReMe prUoera : y lo mismo acaedó en día al iradr Aly ben Fath de
Córdoba , insigne poeta , qne nunca mas pareció. Huyó Muhamad con
hs rdiqaiaa de su hueste, atravesó k» montes y pasó á los campos de
Criatrava, y á tierra de Toledo, donde era wali sü hijo Obeidria : por
Biedio de este boseó también el auxilio de tos eristíanos de España
orientad, y concertó por dinero que le ayudase el conde Bermond y el
conde Armengndi , y vinieron eii su ayuda con sus gentes estos esfor-
ndos caudiDos de Afranc. Detúvose Mvdiamad en Toledo en estas nego-
rtaeicñnes mm de seis meses.
384 mnotttk w iK nomMam
CAPITULO CVL
D« 8al«lnian AlmogUln Bita.
■ *
Soleiman despaes de la venturosa y sangrienta batalla de Qoiatos
pasó coa su ejército vencedor á Córdoba : los de la dudad queriaa opo-
nerse á su entrada ; pero por consejo de Wadha d Alameri se abrieron
las puertas al yencedor. Suleiman, desoonflando con naom de los yeci-
nos de la gran ciudad, asi por la enemislad antigua con sus africanos,
como por el terrier y odio que habia producido la rédenle malansa de
Gebal Quintos , y por causa de sus auxiliares crístianoa, acordó con el
mismo eslayo Wadha que mantuyiese la ciudad en quietíid pretextando
que no entraba por no molestar al yecindario con tandesagradablesboéi-
pedes , y con otras excusas aparentes de conyenienda* Estoyo con sos
huestes en las cercanías hasta el dia 15 de Rebie postrera del año 400,
en este día entró en Córdoba con su caballeria aflricana y fué aelamado
Sulciman y apellidado Almostain Bila. En este mismo tiempo fué úespe-
dazado por el populadlo de Málaga Gbalaf ben Mesaudi el Hayawi,
llamado Aben Omaina , que en varias partes de Andalucía el p«eblo se
leyantó contra los africanos, que Chalaf les pidió que le dejasen hacer
su oración con dos postraciones , y que se lo permitieron , y antes que
la acabara le rompieron la cabeza con una piedra : asi lo cuenta Hayan.
Pasaba Suloiman lo mas del tiempo en Zahráy alli tenia sos auxiliares.
Mudó los alcaides de algunas fortalezas, y puso otros de su conianza :
visitaba las dudades , y bada justicia en ellas, y estaba en continua agi-
tación, y siempre desconfiado de la gente d^ Córdoba. Seguían su
bando todos los pueblos de las fronteras y tierra de Toledo, y desite
Tortosa en oriente de Espada basta Alisbona en su ocddente. Entre los
caballeros de su guardia africana estaban dos ilustres caudUlos muy
mozos llamados Aly ben Hamud y Alcasim ben Hamud ben Memán,
ambos hermanos y de la familia real de los Edrises, á estos puso en los
gobiernos de Algezira Alhadrá al menor , y en el de Gebta y de Tanja
al mayor , y asi en otras dudades á otros caudillos de su parcialidad.
Por suscitar discordia entre los africanos hubo qiúen propuso á Me-
man , primo de Suleiman , que se alzara contra A , que dios le ayuda-
rian , y que toda la tierra estaria en su favor por ser Suleiman tan abor*
recido. Entendió Suleiman estas conjuraciones , las averiguó y cortó las
cabezas á cincuenta de los principales sediciosos : a su primo Meruán
puso en una tone. Se indispuso Suldman con los eslavos , porque estos
maliciosamente le propusieron que degollase á los cristianos , y ganaría
el amor y confianza de bis pueblos de Andalucía , que al fin enn sos
naturales enemigos : pero Suldman afeó sus propuestas , y dijo que no
podía ni quería faltar á naclie t^ seguro y palabra dada , y mudio menos
á los que tan bien le habían ayudado; pero recelandk) que contra su
voluntad , los suyos instigados do facciosos los ofendiesen , los despidió
con muchas dádivas y mayores promesas. También resistió Suldman á
MS LOS ÁRABES EN ESPAfU. 2SS
Itf JiirioaKíoiies y porfiados ruegos de Wadba el Alameri, que le des*
cnkríó el secreto de la vida del rey Htxém , y le aconsejaba qae le ma-
nifestase al pueblo y le colocase en el trono, en lo que ganaría la afee*
doo de todos ks buenos nrastnncs ; dicen qoe Suleiman le respondió :
Wadha, macho lo deseo , pero no es tiempo de ponernos en tan débiles
■aw : déjale estar, que ya llegará su hora : y solo mudó de lugar y
cvoelero.
Bd esto Tino nuera de la llegada de Muhamad con escogida gente de
tierra deToledo,yalenciayMorday de los cristianos de España oriental :
era h hueste de Mnfaamad de treinta mil muslinies y nueve mil crístia-
B06. Í4iogo partió Suleiman con su caballería africana y sus gentes de Al-
iwbey deMérida, y aunque el nnmerode sus enemigos era cuasi doble que
1» de su ejército, habiéndolos encontrado á diez míDas de Córdoba ,
b aoometjó con su acostumbrada intrepidez en un campo llamado
AdMalbacar, y pelearon con mucho valor sos gentes todo el día; pero
ila eaida del sol cedieron campoá las numerosas tropas de Muhamad,
7 faioncidos los de Suleiman de la venida de la noche dejaron el campo
delnialla y huyeron á Zahra ,que noosó Suleiman entrar enCórdolrái.
Bioogió los tesoros que alli baMa, y los africanos^ que no pensaban
fvediúr mas tiempo en Andaluda , robaron contra la voluntad de Sulei-
naa el akAzar y la principal mezquita , y se llevaron lámparas de oro
f pbta , cadenas y coronas preciosas, y ricos pañ«B y pedreria de algu*
Bas casas principales. Lo que estos no pudieron llevar lo robaron des-
pocs los de Muhamad y los cordobeses que entraron en aquellos alcá-
zares. Suleiman á largas jornadas se retiraba hada AIgczira Alhadrá
ott ánimo de pasar en África. En esta sangrienta batalla de Aebat al-
ocar murió peleando al lado de Suldman ben Alhakem el noble y vir-
tooso caballero Aboala ben Abmed ben Kindi de Córdoba , el conocido
por el Taital ; también murió peleando al lado de Suleiman el mocrí de
ia aljama de Córdoba Suldman ben Hixém ben Walid ben Colaib , y
Alimed ben fieril con su señor el mocri Aben el Camer. Esto era el
>«) 400 , y también murió en aquella batalla Abdala ben Abdelazíz
<ie Córdoba, cadi de Elbira, y el ingenioso poeta Muhamad ben Me-
rM el Bacheni , que fué tan íav<^ecido de los reyes de este tiempo , y
Htt gradoaas poesías las ddidas de Andaluda i venia en la hueste de
Hahamad^ y esta sangrienta bataUa de Acbat albacar y el año 400 se
boaroQ «1 ado de los francos por los que vinieron en aquella hueste.
CAPITULO CVIl.
1)9 U kaUlla de Ouadiaro, y muerte de Mahamad.
MohaoMMl entró en Córdoba después de su victoria , y fué recibido en
Qa con adaoMCÍones de triunfo , llamándole el pueblo su vengador y
ilMTtador. Nombró al edavo Wadha el Alameri hagib de su casa por
286 USrOBU DA lA BOMllfáGiail
L» oonfianias <pie le merecU : no te 4o(aTO en Górdoka «asde doi
dia£f , j mrtió coa teda su geato sigaiendo el alcance de k» africaaoi.
ÜsMÁaii esios acampados en las riberas dd Wadiaro e& caiD|Nis de Al*
gezira. Con el orgullo de la pasada Tietaria Mnhamad les aeoMelióúi
da^ tiempo al de^anso de sus tropas : esto hizomasventorosa la suerte
deSuleiman^ queyiendoestaooasioiideTeDgaazaydepfobarfcrtaiiii
animó á sus africanos , didéndoles : Forzados estamos ¿ peleur hasta
vencer ómorir : no hay otra esperania cfue la denueslrasespadas^f
asi antea de rendir el cueUa & noestiw enemigoa morir Tengados. Q^
dénosos haces y acoanetieron con desesperado ánimo % loada Mniumad
pelearon con mucha constancia ^ pero no pudieron Desistir el impeta de
los caballos africanos mas desoaiosados que los suyos. AsütuéqueSató-
man ronoqnfr y desbarató la hueste da Muhamad, que ^ohñó bákj
huyó espardik h&eia Córdoba. iSuleiman siguió el atomce hasta Issca^
canias de la ciudad , yMuhamadentrócneUaeOBpocosdesugDSidia,
y pocos dias deqmes llegaron sus (tigitivas trepas y auxiliares crisüsiios.
Muhamadpara defenderse torneó los muros de Córdoba, y lepsrósos
t(»Tes9 y abrió un profundo foso al oontomo de la ciudad. Bl edito
Wadba su hagib era toda su ooi^anaa, y mandaba con absoluto poder
en todo : los Yednos trabajaban de día y <te oodie en las IbvtiiieackNK^
los prindpales cargos se daban á los ¿lavos y Alameries po» el hagib
Wadha , el rey Muhamad no osaba oponerse á sus propuestas. Lossabka
y la gente principal estaban descontentos de la prqioleBcia de los esh-
vos ; la gente menuda cansada de las fatigas continuas quo la oprimiaB ,
y losesbvos que seguian el aire de la fortuna , que ya era oontrami
JMEubamad^le prindpiaronáhacero^Hoso. Le aconsejaron que fajciesesaiir
de Córdobaámuchosprindpalesjequesy waziresconprefextosdedisav-
sos sedidosos, de supuestas conjuras , y de desafectos ¿ so bando. Esb
luna Sylcada de este ado 400 falledó en Córdoba Snleiman ben Abdel-
gaGr Bengmél d Qmeya , elFire», hombre de sadta yida , yesfort«k)
frontero en su mocedad ; estaba ya dego , de vie|o y de llorar por tesior
de Dios : habia naddo el ado 301 , y tenia ya noventa y ocho atoy
medio, poca mas : fué su antieno mas acompailado y llorada del»
pobres, (kienla Abu Hayan que murió dia doomga, siele dios pr
andar do la luna do Bylcada ^ que fuéentemdo lunes siguiente en Ma^
bora del arrabal despu^ de ázala alasar : que ol aoompadandento üié
muy grande, qop no se vio otro igusi en Córdoba : que asistió cea)»
prindpales del estado el califa Muhamad ben Hixém el Mbhdí , que hiio
oración por él , y fué asesinado diez y nueve dias después. Dios le haja
perdonado. Al mismo tiempo persuadieron al caudillo de los cristíaiKS
Armengudi que sacase sus gentes de Córddia, porque el rey Mohamad
trataba de faltarles al seguro y con pretexto de revuelta popular desar-
marlos y quitarles hi vida, filccistiano da despredar este aviso , á pesar
de las protestas y seguridades de Muhamad se despidió con varias ex-
cusas, y partió ásu tierra con cartea para Obeidak et waMde TdMIp
para que aHegase sus gentes y sin diladon vinieseá socorrer á Córdoba,
que estaba cercada do loa afrioanos. Escrfliió taátbioD áf los wafies de
DK LOS ÁRABES £» £BPAftA. W
MUb j do Zmgofli, y á los alcaides de las fronl^iis; pero todos se
eioBsbaii , y d poeMo estaba persuadido que sus cosas iban mal por
Jübofie aliado con infieles , y en todas partes le vituperaban por esto, ik
otinacioii y amor del puebk) ya al aire de la fortuna, no abona ni cali-
kk iasaopioaes sino por los sucesos : el malvado que vence es un héroe ;
d iMNnbre )iBto y bueno vencido es un infame y digno de un patíbulo.
ios africanos llegaban con sus algaras á las alturas ó alxarafes de
Qnloha, mudios vednos principales desaparecían de la ciudad , y se
pniM al campo de Sulefanan. Mubamad veía que la fortuna le aban*
AMba, qse coanfosu partido se disminuía, el de su enemigo se acre-
eatoba, (|ue so miaiía guardia estaba dividida y en discordia. En esta
oenoB, en que falto de consejo no sd)ía qué hacer ni á quién acudir,
dedivo WaAa Alameri aprovechó esta ocasión , le aumentó d temor ;
li degoottfianaa de BUS guardias , le iosmuó sospechas y secretas conju-
nckmes, y en fin , á persuasión de este hagib , como el absoluto dueüo
de Córdoba , sin esperar especial mandato de Muhamad , sacaron al es-
coodidorey Hixém d Muya^ dei si| prisión día domingo 7 de la luna
de Djlhagia ailo 400 , y le presentaron al pueblo en la macsura de la
pvide itKima. Toda lat ctvdad se conmovió al oir que su rey Hixém
^i>ia, y al verle, á todos parecia un sueño cuanto por ellos pasaba.
Acudió ^UQCPso gentío delante de la mezquita, y el eslavo Wadba les
peseotó su rey , y le adamaron con las inas sinceras demostraciones de
alegría yle acompañaron con estrucndpsa algazara á su alcázar. Mu-
hamad confiado, en los eslavos se ocultó en el alcázar ^ pero d dia de la
pascaa de las Victimas á 10 deDilba^iá el eslavo Anbaro Ic presentó á
los pies del trono del rey Hixém , que poco antes había ocupado^Le re^
prendió d rey con aspereza sc^ dcsiealtad, y le dijo : Ahora gustarás él
amargo fruto de tu desmedida ambición } y mandó que allí le cortaran
la (aboza, y tm wazir la llevó por las calles en la puntado su lapza
^^(>niendóá caballo. £l cuerpo fué arrojado en la plaza y despedazado,
Já los tres días lo enterraron en el patio de una mezquita. Mandó el
^7 que cnTÍascn la cabeza de Muhs^mad á su rival Suleiman que estaba
tuCitawa, creyendo el rey Hixém que esteescarmiento le intimidase y
pusiese en su obediencia. Fué el mando de Muhamad desde que se le-
vantó hasta que fué descabezado die;;y seis meses, de esta suma los seis
oiesos estuvo Suleiman en Córdoba y sus cercanías , y Muhamad estuvo
^ Toledo y en sus fronteras : se le apellidó el Mohdi , y después de la
(llalla de Acbat albocar Adafir , y comunmente Abiil \f alid ; la madr^
que le parió se Damaba Mozna .- tuvo un hijo llamado Abdala que murió
aoüfsqueél, y no dejó sucesión .- había nacido el año 366.
Recibió Suleiman la cabeza de Muhamad como un precioso presente, y
*^biendolospreparativos deObeidala en Toledo para venir contra él, tomó
"<'as¡on de este suceso para suscitar este nuevo enemigo al rey Hi^éii^
V a sus cordobeses , y la canforó y envió á Qhpidala esta cabeza y diez
mil mitcales de oro , y le escribió 16 que posaba ^n Córdoba diciéndole :
V« paga d rey Hixém á los que le síryeny le resUluycnd trono j esa es
U cabm de Muhamad tu padre , guárdate de caer ed manos de este in-
388 WSSOMk DE LA DOlUNAClOli
gratoy cruel tfrano, si descasta segoridad y yengaiuHi seiéltt eompaAero
Sideiman. Recibió Obeldala la cabeza y tan infaostas nueras, y se Ueoó
de pesar , y la carta causó en su animo el efecto que SuleimaB esperaba.
Enterró con gran pompa la cabeza en el patío de la mezquita mayor , y
escribió á Suleiman sus cartas de amistad y de odio eterno al rey Hixtei.
En el dia 7 de la luna de Giumada primera falleció en Górdete d
sabio Ahmed ben Abdelmelic ben Haxem, cadi de aljama, presenció su
entierro en Macbora ó cementerio Coraixi el hagib del rey Hixém
Wadha, oró por él cadi Abu Becri ben Wafid, le kvó Aba Omar ben
Afif , y estuvo en él toda la ciudad. Este año 401 , en esta misma lona
dia jueves por la noche , diez días pw andar de ella , faUeció Yabye ben
Amor ben Huscín ben Nabil de Córdoba, hombre sabio que habia via-
jado á Oriente ; y fué del consejo de estado por el cadi Abui Ates ben
Dhacuén , fué enterrado con gran pompa después de anda dealanr en
Macbora Farénic,
CAPITULO CVIII.
De otroi facetos del cerco de Córdoba » y entrada de Wadba en Toledo, y de Saleinun
en Górdolia.
Confirmó el rey Hixém en el cargo de hagib al eslavo Wadha ; este
caudillo hizo algunas salidas venturosas contra los africanos de Sulei-
man, y sabiendo que el wali de Toledo venia á unirse con escogida
gente á los de Suleiman , dejando el mando de la gente de Córdoba á los
caudillos eslavos Zahor y Anbaro partió á tierra de Toledo con una
buena compañía de caballos , y al mismo tiempo solicitó auxilios de laü
fronteras de CastiUa , y del rey de los cristianos. Este le respondió que
' Suleiman le daba seis fortalezas en su frontera porque le ayudase , pero
que si le diese otras, mas qucria ayudar al rey Hixém que al rebelde
Suleiman. £1 eslavo Wadha sin esperar la voluntad del rey se concertó
con el infiel^ y luego vinieron contra la tierra de Toledo, y como Obei-
dala hubiese ya salido de aquella ciudad , Wadha con secretas inteli-
gencias ocupó la ciudad. Obeidala con noticia de este desmán volvió á
buscar á sus enemigos , y en cercanías de Maqueda encontró la hueste
de Wadha y sus auxiliares los cristianos : trabaron sangrienta batalla t
y fueron vencidos los de Obeidala, y huyeron hacia Córdoba, y fueron
alcanzados muchos caballeros con el ivali Obeidala, y entre otros Ma-
hamad ben Teman , y Ahmed ben Muhamad ben Wasim de Toledo , ca-
ballero principal y muy erudito. Este fué puesto en una cruz, y en ella
repetia la sura Yax , y los soldados le hirieron la cara con sus venablos,
y cayó del palo, y quedó pendiente de la cintura : y asi murió en la
luna de Reyeb de este año 401 , según cuenta Hayan, ó en Xaban del
mismo año. El wali Obeidala entró en Córdoba á buen recaudo, y luego
mandó el rey Hixém descabezarle. Estaba este wali en la flor de su
edad , y cuando el pueblo entendió que habla sido preso en pelea contra
cristianos se vituperó al hagib Wadha , y se murmuró del rey y «te sus
DE LOS ÁRABES £Ñ ESPAÑA. 289
cmADw, llamándolos hereges v malos nraslimes. El hagib Wadha en-
cargó d gobierno de Toledo á Aba Ismail Dttnún , jeque muy podc-
rnof noble en aquella ciudad, que con su autoridad y riquezas babia
l^ado su entrada en Toledo. Luego se vino á Córdoba muy cootento
*eslos sucesos , y despidió á los cristianos dándoles grandes dádivas y
FoiDesas. Recibióle el rey Hlxém con mucba bonra y le concedió para
sos eslavos y Alamcricd alcaidías y tenencias perpetuas en la parte me-
rídíooal de España : los gobiernos de Tadmir, Cartagena , Alalfc , Le-
cn( , Almena , Denia , Játiva y otras , y confirmó en otras á los que
í» Icnian.
Soleiman con sus africanos talaba los campos de Ecija, Carmona y
otras poblaciones de las orillas de Guadalquivir y cercanías de Córdoba.
B hagíb Wadha mandó á los caudillos Zahor y Anbaro salir contra los
africanos , que pelearA con varia fortuna , y lograron arredrarlos hacía
te montes ,- y esto dió^^n desahogo á la ciudad , en la cual se sentía
pan falta de provisiones , habia hambre entre la gente pobre , y se ex-
citó peste, y todos temían la infección y contagio. En este año 401 , día
jueves , siete días por andar de la luna Dylcada , falleció el Hafiz Obeí-
Wa, el Moaiti \ de Córdoba, apellidado AbuMeruán. Fué enterrado en
<") arrabal , oró por él su tío Obeídala ben Ahdala , por comisión del cadi
^ Wcfid : era este Hafiz de la misma noble prosapia de Omaya ben
Abd Shems.
En este año 401 , dia domingo 11 de la luna Dylcada, falleció Ahmcd !
í>en Aly Arabai d Begani, lector que habia sido de la aljama de Cór-
<^. Almanzor le encargó la instrucción de su hijo Abderahman , y
(iespoes le hizo cadi , y d rey Hixém acababa de hacerle del consejo do
'^(ado, y socio del cadi Abu Becri ben Wefid ; habia nacido el año 345.
También falleció en Córdoba , en la noche del miércoles al jueves, cua-
dro dias antes de acabarla luna Dylcada del referido año, el noble caba-
llero Admed ben Muhamad ben Abmed ben Saíd , conocido por Aben
^ezír el Omaya. Babia sido alcatib del cadi Mondhir el Boluti , y su te*
úeote del zoco : murió de peste en su palacio Moqueiz donde moraba ;
fué su féretro acompañado de toda la nobleza. AI principio de esta
oúsnia luna habia muerto el prefecto de los arquitectos de la aljama y de
1^ casa real de Córdoba Abdala ben Said ben Muhamad ben Batrí ; era
^ahib xarta de la ciudad y de sus comarcas , fué muy sabio y estimado
** los reyes.
Sabia Snleiman el estado de las cosas en Córdoba, y el descontento de
I»» nobles por la prepotencia de los eslavos y Alameries, y que el rey
'i(v:onfiaba de sus parientes y de sus mas leales servidores. Por no per*
^ tan favorable ocasión escribió á los walies de Calatrava , de Wa-
^jara y de Medina Sclim y al de Zaragoza, que si le ayudaban con-
^ Ins eslavos que tiranizaban á Córdoba y otras ciudades , ellos tendrían
)ur joro de heredad sus gobiernos y alcaidías. Convinieron estos vralics
^Mtnun los 6«Be«logiüt;i8 árabes Ue esM c«M Moatii h«»l« üíei y s«is olraelOB en linón
^ <' . »ia ibiervalo ni falu «Iguua.
10
m HISTORIA w u DomsiAaw
coa Soleiisfifi V le eoviaroo «mbanderM coofleiito4oiiMydeiei*
bailo. Guando Wadha el bagib supo que yeuian contra cUoskw walie^de
Empana orieotal dio eoenta al rey Hixém de eitas asonadas de gncm y
grandes movimientos de las jNrovincías , y persuadió al rqr que eseri^
hicse unas cartas para Ahr ben HannM , d w«li de Cebta j Tanja, j
para su hermano Alcasim nc» Hamud, el wali de á^lgcdra AJbadráy «fe
Málaga : que sabia que estaban desavenidos con Sideiman : ofreciaiet
grandes partidos si venían con lodo su poder en su ayuda, y aun to
decía aue si la fortuna les fuese venturosa , haría al mayor de ellos au-
ccsor futuro del trono. Escritas las cartas , el bagib no las envió , y las
guardó para otra ocasioo mas oportuna, tal rúi desoonüaiido eolonees
de aquel recurso.
Pasó el año 402 ^ sufriendo la tierra de Andalucía los eatvagas da b
peste y las molestias y aflicciones de la guerra ^ípril* Faltaban en Có^
doba las provisiones, cundíanlos males y el g^ral d0scontentD se au-
mentaba. El pueblo, que siamprc murmura de^obiomo, en estos apu-
ros y calaibidades viene á ser insidente y furioso. I/)a vedóos ({Sd
podían se retiraban do Córdoba , y se buian á las sierras y poblacíooi»
cortas. Por medio de estos mantenía Suleiman inteligencias oon aignooi
vecinos y y de estos cuentan que fué también d bagib Wadba d eslavo,
lo que parece incrcible. Avisaron al rey Hixém que su hagib coBraiú-
caba con los enemigos , que meditaba entregarles la dudad, £1 r^ lo
creía tpdo y de todo temía : mandó pender al leal bagib y le mando
cortar la cabeza por haberle bailado las cartas que el rey había escnti)
para los de Bcni Hamud , y en una hora de cólera desgraciada, olvidó
los buenos servicios de muchos anos. Nombró el rey Bixém por so
bagib al gobernador de Almería Hairan , caudillo de mucho valor j pro
dcncia , el mas á propósito para salvar al rey Uixém sí su fortuna oo
hubiese ya llegado al último plazo. Era Hairan de los eslavos y AJaoM^
ries , y fu¿ el último que le sirvió. Algasenia^ célebre noetisa de fia-
geqa , hizo una larga casida de elqi^aotes versos en elogio de Hairan,
señor de Almería y bagib del rey Hixém « que se la presentó en osle
tiempo y fué muy aplaudida de los buenos ingenios de eaUm^- ^
benigno y generoso ,'j pudo contener ^unas órdenes uránicas delrcfi
que desconfiaba de todos los principales de la ciudad , y no pcrmítia (f^
se juntasen sino en las mezquitas , sospechando conjuras eo las iubi
inocentes reuniones de los vecinos. Esta pública opresión y general
descontento favorecía á Sulciman , que estaba ya en Zahra coa numerosa
hueste , y puso á la ciudad riguroso cerco. Hairan animó á sns guardias
y á la gente del pueblo para defender al rey y á la ciudad , pero sus
exhortaciones y esfuerzos aprovecharon poco : hizo por su parte ci)mo
buen caudillo , pero no se conserva una ciudad que no quiere guar-
darse. En tanto que Hairan con sus guardias peleaba en rechazar á k«
afk*icanos que allanaban el foso por las puertas de la axarquia , los éfá-
contentos en la ciudad peleaban con las tropas fieles al rey que defeo-
dian la segunda puerta. Avisaron al hagib Hairan de este al¡bMt)(o, v
M foraoio acudir á eonlMier eate peligroso desorden y reprimir ^ ^
donamlados. Cnaado llegó Hairan ya habian dado entrada á los enemi-
gos : oonió este caudillo con sas tropas y yecinos fieles á oponerse al
paso, y se renovó una sangffeuta pelea qi^e duró gran parte del dia ; los
oemigos se apoderaron de todas las torres y fortalezas deja dudad : el
etfonado Hairan cayó herido entre los mas leales y valientes caballeros
íb Córdoba, que defendieron hasta morir la entrada. Los africanos hi-
oeroD emel matanxa en el pueblo , y eSos y su9 auxiliares saquearon
por tres dias la «udad sia perdonar á los de uinffitii partido - e| docto
y docnml» orador Mubavad Casim el Halati Aie do¿(41ado cm inhu*
ottoidad en su propia casa ; y Chalaf bj^ Salem» beo Chamis de Cór^
<bba, DBo de los odules ó jurados de la ciudad , fu¿ degollad^ eu siicasa ,
7 eotorado sin compadía ni oraaou en la macbora de BeQ Abfta. Fué
este dia despedazado en su casa Abu Saleina e| JSahid, imam de la mes-
quita Ain Tar, y el sabio Ayúb Rucb Bono , y Said \mn j^ondir, hijo de)
cidi de la aljama , ftió cruelmente muerto : y Muhamad beu Abi Siar^
edaro de la guardia do Híxém, pereció despedazado en su casa t la
Kaia suerte tuvo Abdala ben Husein llamado el Gárboli , aabio arqof-
iectode Córdoba, que habia oonstruido en ella muchos reales edificios,
J otras autchas obras de uiAidad pública : le despedazaron Iqs bárbaroi
en esta su hoatible entrada en Córdoba, dia Iuqü» $ de la |im« de ^vAl
<U ato 403 , y oienta el Badalyo» que estuvo brea dm W ei^terrar,
que al fin lo llevaron á Macbora Om Salina , y se le enterró sin l^var,
áiaasortajar, ni oraciones, por la gran confusión y aflicción de las gen*
tes que en estos dias de juicio sufrieron saqueos y violeqctai da tuda es<-
pede,
Ea el día oúsmo da la entrada se apoderó Suleiman 4d alcáaar, eo
cuyas puertas cayó herido el hagib Hairan Alamerí , y quedó eubíerlo
^ cadáveres de otros esforzados y notdes caballero», Hairan volvió eo
ú en la oscuridad de la noche, las tropas todas entregadas al t^ no
yodieron estorbarle , anduvo buscando la casa de algtm vednQ que te
iflogiese, huyendo de los soldados que en tropas ourrian por la dudad ,
y eo casa de un pobre y iHmrado vecino fué aniparado , y dlí deseono-
cído curó de sus heridas. Fué adamado Suleiman con el titulo de Ado-
br Bihulala. Los eslavos y otros honrados servidores dd rey Hilan
nplíearoD por él á Suleiman : lo que imso de él se ignora , pues uuncn
ttas pareció vivo ni muerto , ni dejó sucesión , sino de calamidades f dífr*
cordk ovil. Los bárbaros asesinaron en sus casas á nuiohos nobles
i^V^^ 7 eotre otros al eshivo Muharaad ben Zeyad, que habia sido
Snn privado del rey i atropellaron los haremes de loa princípalfis se*
tees de Córdoba , y es to los hizo mas odiosos que todas sus oraeldades •
:^92 mSTOfUA D£ LA DOMlPIAGiOfi
CAPníJLO CIX.
Del gobierao del rey Satetmen, | noera guerra cttil , y otros sucesos.
Sosegadas las cosas do Córdoba , despidió á los auxiliares , oonOma-
ron 9aA avenencias, y partieron á sos proTÍncias. Depaso Snldmao á
muchos Alameries de sos cargos j gobiernos y los dio á los jeques y
caudillos de sus alcabilas de africanos. Hizo yenir á Córdoba ¿ su padre
Alhakem, que había sido wali de Cebta en tiempo del rey Hixém, y es-
taba retirado del mundo en yna soledad : puso por su wadr en Sevilla
á su hermano Abderahman \ confirmó en su destino de cadi de Cebla su
patria á Jusuf ben Hamud el Sadfi , varón insigne por su ingenio y au-
dición , tenia un huerto que cultivaba por sus manos y en él habia toda
especie de plantas. Al hagib Almanzor Abu Mozni Zawi ben Zeirí foco
Menad de Sanhaga le dio el gobierno de Caruata : en premio de sus ser-
vicios dio al caudillo Abu Ciafar Ahmcd ben Said , conocido por Aráb,
la ciudad de Santa Maria de Algarbe, puerto de Ocsonoba sobre la costa
del mar Océano occidental. A todos sus secuaces hizo mercedes y dio
posesiones y tenencias por juro de heredad^ con reconocimiento dehome-
nage, fidelidad y obediencia, y venir á su servicio cuando los Ikroase.
Componían estos arrícanos seis alcabSas ó tribus , y el rey dio á cada una
ciertos lugares.
En el año de 404 Aslao ben Razin pobló y reedificó el fuerte y h
puebla de Santa Maria de Oriente , que de su nombre se llamó Santa
Maria de Aben Razin. Raxid ben Ibrabim de Córdoba, hombre sabio y
principal , que vivía en la gran plaza y asistía én la mezquita Lait , sati^'i
huyendo de los bárbaros al Guf y le asesinaron en el camino. El csiavo
Hairan, curado de sus heridas, salió secretamente de Córdoba, y se anh
paró en Auriola en casa de sus amigos y parciales , y auxiliado de dios
con gentes y muchas riquezas , logró entrar en su ciudad de Almería.
Su nuevo wali Alafia resistió la entrada en su alcázar veinte días ; pero
fué ocupado por fuerza, y arrojaron al mar al infeliz caudillo con sus
hijos. En el año 405 pasó Hairan desde Almeria á Cdita, donde era
señor Aly ben Hamud , y le persuadió que allegase sus gentes y viniese
á España, y unido con él y con su hermano Alcasim ben Hamud, señor
de Algecira Alhadrá , y con ayuda de otros Alameries , alcaides de las
fortalezas de la parte meridional de España , lograrían echar de Córdoba
á Suleiman ben Alhakem , que reinaba en ella contra la voluntad de los
andaluces. Le habló del infeliz rey Hixto, y de las cartas que les babia
escrito para que fuesen en su ayuda , y como en ellas les crfrecia la su-
cesión del trono : tratando todo esto Hairan como quien tan bien lo sa-
bia. T como sí todavía el triste rey viviera encerrado , cuando ya nada
1 EsUs cn«genaciones perpetuas de tos gobiernos de ciudades y provineUs , disminuyendo
la Mb«raiiia, dieron principio á la división, decadencia y ruina del esUdo; pero estaban ra
uto en estoa tiempos en toda Europa.
DE LOS ÁRABES EN ESPAftA, m
c^enba ni tcmia, le ponderó el peligro grande en qne estaba en ma-
oosde tan cruel enemigo, y en su nombre le rogaba, que ya que no
Uqiasen á tiempo para librarle de la muerte oscura que sus enemigos
k darían , que á lo menos tomasen á su cargo la venganza de su sangre,
fue por otra parte les. tocaba como descendientes de una misma ilustre
prosapia. Encendido el noble caudillo Aly ben Hamud en deseos de yen-
ganza por gratitud al rey Híxém , porque do su natural condición era
compasivo y generoso , propuso en su ánimo auxiliar al rey Hixém , y
cuando otra cosa no pudiese , vengar su inocente sangre. Concertanm
sus ÍDlentos y escribió con Hairan á su hermano Alcasim ben Hamud
para qae uniese sus tropas con los Alameries de Andalucía para socorrer
li oprimido rey Hixém. Partió Hairan á Algezira Alhadrá : al tiempo
desa desembarco el enebro poeta Abu Amer ben Derag le presentó una
casida de versos muy elegantes , y Hairan le dio ciento y cincuenta mit-
cales de oro. Alcasim entró en la alianza con todas sus fuerzas : Aly
bízo pasar sus gentes de Cebta y Tanja á Málaga , y aunque el alcaide áe
^eíla ciudad Amer ben Fe(h quiso oponerse , á su pesar los de Aly
^ apoderaron de la ciudad , y divulgaron su empresa de restituir id
(roño de España su legitimo rey Hixém ben Alhakem ben Abdcrahman
Anasir. Los Alameries a>nvinieron todos en ser acaudillados del insigne
Aly ben Hamud , y reunieron sus banderas con esperanzas de hacer una
goerra venturosa. Todos los pueblos se conmovieron , esparciéndose por
loda Espada las voces y asonadas de esta Tamosa empresa.
£a este tiempo unos vecinos de Alisbona , en número ochenta hom-
1m^, amigos entre si , y de una alcabila , se embarcaron á buscar nue-
vas tierras en lo interior del Océano Atlántico; pero no pudieron pa-
sar de unas islas en que fueron embestidos de una infinita multitud de
azores, y se volvieron contando cosas maravillosas de su viaje; y fueron
llamados los emprendedores , y dieron nombre á la calle en qne mordt-
ban en Alisbona, que en adelante se llamó calle de Almogávares.
Coenta Xeríf Edris, que de Medina Alisbona fué la salida de los Al-
QMgawares en naves al mar Océano, para reconocer lo que en él hu-
biese; por eso en Medina Alisbona el sitio cercano de Alhama Darab so
llamó por ellos la calle de los Almogávares, basta estos últimos tiempos.
Acaecióquc se juntaron ocho varones, todos primos hermanos, y ade-
r(*zaron una nave de carga, y pusieron en elb agua y bastantes provi-
siones para algunos meses : se dieron al mar á los primeros soplos del
Tiento oriental, y como hubiesen navegado casi once dias, llegaron á
Qn parage de mar do gruesas corrientes y oscuras aguas y poca claridad.
Bios entonces temieron y volvieron sus velas á otra mano, y surcando
<"! mar á la parte meridional doce dias , salieron á la isla de los Gana-
<h)$, pv los que sin cuento vagaban en rebaños á todas partes, sin
pastor ni persona que les cuidase. Acercáronse á la isla , y saltaron en
<^, y encontraron una fuente de agua pura corriente, y sobre ella
una higuera silvestre , tomaron algunas reses de aquellos ganados , las
aderezaron ; pero sus carnes amargaban , y ninguno pudo comerlas ,
fsUanlaron de sus pieles, y continuaron con viento moridional doce dias,
m HmOlak ÍA LA DMlNACKM
immá que áe le^l deik^briA tma isla , y Tierofl eti éda hUdlátídAes j
tflilipds labrados. iNrigiéronse á eDa para averiguar lo qüc en efia ha-
b\e6e , pero A poco trecho fueron cercados de gente en zawarcas ó bar-
cos , qne los prendió y llevó en sus naves á una ciudad que estal» sobre
la costa del mar. Y aportaron en día, y vieron hombres rojos, de pocos
pero largos cabellos , de alta estatura , y sus mugeres hermosas á mara-
tilla. Tuviéronlos encerrados en una casa tres dias : luego al cuarto
flia entró á ellos Un hombre que haUaba arAbigo y les preguntó quiéo
eran , A qué vénian , y cuál era su tierra , y le contaron sus sucesos, ;
les prometió buen despachó. Al segundo dia después los presentaron al
i^y , y les preguntó lo misino qne les había preguntado el intérprete (»
la tarde t que ellos se hicieron ál mar con deseo de ver lo que habia en A
dé tantas maravillas , y deseando llegar A sus eiitremos. Guando enten-
dió el rey esto se sonrió y mandó al trugiman que les dijese, qne su
¡mdre habia mandado A ciertos vasallos suyos que reconociesen este
hiar , y que navegaron en su extensión algunos meses , hasta qne les
fiíltó lu2 y sé tornaron sin aprovechar su viaje. Después mandó el rej
A su trugiman que orreciese á aquella gente seguridad y buenas espe-
ranzas de su parte: Que los volvieron A su prisión hasta que principió
á correr el viento occidental, y los pusieron en zawarcas y les venda-
ron los ojos , y navegaron con ellos con muy buen tiempo ; y decían
ellos : Rabiamos navegado eti su oompaflia tres días con sus noches, basta
que viniendo A una playa nos desembarcaron con loa bratos atadis
airas , y nos dejaron en la playa. Ya principiaba A rayar el dfa, y salió
el sol ; y nosotros en mucha angustia y maltratados con las ataduras ,
hasta cpie nimos algazara de voces humanas, y todos griUimos á una j
vinieron A nosotros ciertos hombres que haUAndonos en aqud estado
nos dt^áataron de nuestras ligaduras , y nos preguntaron y leshaUamos,
que eran bereberes , y nos preguntó uno de ellos : ¿ Sabéis cuánto hay
entre vosotros y nuestra tierra.' y dijimos que no ; y dijo t Pues entre
vosotros y nuestra tierra hay camino de dos meses. Y dijo el principal
de la gente : Wasafi , oh qué pena, y desde entonces aquel logar sellanó
Asafl , que es un puerto en extremo del Alagréb.
La fama de este levantamiento de gentes Uegd A Córdoba ^ y Suleiaan
ie puso en gran cuidado : escribió A sus caudiltos , y éntió mensageros
A sus aliados, algunos dicen que entonces asesinó al rey Hixémel
Muyád, creyéndole autor d<! aqueDos movimientos; pero Uos lo sabe:
solo eá constante qne ño se supo mas dé él desde la tercera entrada de
Sideiman Almostain en Córdoba. Suleimán allegó su catialléria , 7 00
quiso esperar que sus enemigos le cercasen en Córdoba. Dejó A sn padre
AUnfkem ben Anasir por gobernador de la ciudad en sct ausencia , acm
que el anciano rehusaba estos cuidados. Entre tanto Hairail Alamerí ron
su gente de Almería , y Aly con la de Gebta , Tanja y Algezira , Málaga
y sus comarcas, se reunieron en Almunecab, que estA entre Málaga y
Almería , y alli juntas sns banderas juraron los caudillos entronizar ftl
rey Hixém el BTuyad , y obedecerle como A su verdadero señor, bijo de
sus señores. Eéío hicieron delante de sus tropas con mudm sohMQihidad,
nüiban por su rey Hiiém , sino por interoBi» pirtimUMi úé loi «attdi-
U»y y por sus (Nropias querellas y yenganzas* A los eooflueai do esta
diuM, donde estaba el ejército do Aly ben Hamud y de sus aUádos,
O^ó Sideiman oob ud campo Tolanle de muy escogida cabdlería : los
cuDpeadores trabaron muchas escaramtiMs en que por ambas partas
» pele^ eoQ mucbo valor y varía fortuiia. Procuró Suleimau eitcusar
dempeoo de una batalla campal con el mimeroso ejér4;ito de los alia-
dos, esperando que con la dilaekm y el tiempo per^sen el ánimo que
(núao, 7 se deshiciese aquella unión 4 como suele suceder» Pero el sa^
tno Hairan ^ y el no menos prudente Aly , conociendo sus intenciones ,
le obligaren, no siu graves dificultades y eltratagemas , á venir ¿ una
talalla de poder á poder, que fué muy satigríonta y de gran pérdida para
ambos partidos 1 esta fué en fin del año 406.
£d este tiempo Mugehid Edim ben Abdala Alameri, conocido por Abn
Geix el Muafck , familiar que babia sido dd hagib Abdérahman , hIJO
de Almanzor 4 y era vali de Denia , hombre astuto y de grande ánimo ,
coiso viese tan revuelto el estado y cosas de B»pafia dispuso una buena
&)ta, y con sus gentes y otras que tomó á sueldo pasó á las tslas Yebi-
sas j Mayoreas^ y se apoderó de ellas, y las fortificó y aseguró en el
aso 406. Dejó por gobernador y adefaintado de stís pueblos de Denla á
Abdala ben Obeidak ben el Walid ben Josnf ben Abdalá ben Abdelari<
^ Amru ben Otman ben Muhamad ben Cbaldi ben Ocba ben Abi
Muaití ben Aban ben Aamir ben Omeya ben Abdtemsi, conocido por el
itfoaiti de Córdoba, bofiíbre de insi^ nobleza y virtud, docto y de
boea ingenio I discipuk) de Muhamad el Begl, y deolroisahíds. Aesit)
poso por adefaintado de su tierra y estado de Scnid ^ y los puéUos de
aquella parte oriental de España , por consideración á su vlr ind y noble
prosapia, y por el mándainiento de Mugehid , le Juraron obediencia y
badán cbotba pw él en los álminbares de sus mezquitas , y labró mo-
neda con propio cuno. La elevación y reinado de este Moaiti , y otros
<^$os semejantes , hacen dudar si las cosas de los hotqbres son regidas
7 gc>bcrDadas del destino ó de la necesidad inmudable ^ ó remeltaA á
f^iso y sin |nt>videncía , lo que no es creible. Solo Dios es sabedtM^* Guen-
ta Hajáu que el sabio Muhamad el Begi le dijo un dia á este Moáiti ,
^ discípulo 1 Ho cedas , o Gorei» , á tus pasiones ^ no te deslumhren
k« prestigios del mando y de la vanidad mundana , no aceptes cargo de
imperio que te encomienden : líbrete Alá de ios males que traen oon-
^>. Quedó pensativo y como disgustado d Moaiti de lo que su maes-
tfo le decía ^ y le preguntó : ¿Porqué dices esto, y de dóndo lo sabes?
íi jblame daro lo que entiendes , asi Dios te haga bien» Y le respondió t
IHiT cierto con mucha claridad y por buen camino^ aegtin la divina vo-
(mUd : veíate yo en mi sueflo , y soOé que un encendido Aiego rodeaba
«na florida vid muy viciosa , y que lentamente ei fuego la consumía . y
»1 caÍM> la vi eoleAnmente en cenizas, lío entiendo por este ftsego la m*
^iadvil fuese irá eucendiendo, y no tardará en alzar Uamés ^ y ki
tta florida aa estado tuyo i en fin Dioalosite i y dijo el Moalti% Mni
'2dÜ HISTORIA DE LA DOVINACION
m» Kfarc de tantoft males. El tiempo y loBsnoesoftacrediUiroiídsaeíio
y explicadoo del Begí á los caarenta aílos después.
Al año siguiente Mugehid parlió de Mayorca en sus nayes á la isla
|[rande de los cristianos llamada Sardenia : llevó en su oompaüia á Tba-
bit el Guageni j africano , sabio astrónomo : aportaron en aquella isla
y por fuerza de armas se apoderó de lo mas de ella y de sus fortdexas.
En el año 407 (1016) continuaba la guerra entre Suleiman y los aliados
con varia fortuna : la tierra y los pueUos suf rian talas y algaras, y lodos
vivian en inquietad. Quiso Suleiman sacar mas gente de Córdoba y so
comarca , pero le servian sin voluntad , y taifas enteras se pasaban á
sus enemigos. Sus aliados de España oriental con varias excusas no ve-
nian , y toda su hueste se formaba de sus africanos , y alguna cabaUc-
ría de Marida y de Garmona , Ecija y Sevilla, y de los pueUos de Al-
garbe que acaudillaba su hermano Abderalmian, y el wali de Santa Maiia
Abu Giafar , y Abu Otman Said ben Harúm, wali de Mérida. Sus cn^
migos no se descuidaban en fomentar el descontento y la desobcdicDcia
de las provincias, y de todas maneras le hacian mal y daño. Despaes
de muchas escaramuzas y leves combates se ^contraron ambas tuestes
en cercanías de Medina Talca en tierra de Sevilla , y romo de un acuer-
do trabaron cruel batalla. Pelearon los africanos con bárbaro yalor,
esforzados del ejemplo de sus animosos caudillos y de su rey SolrimaD,
que peleaba como bravo león. Pero cediendo al número se retraían or-
denadamente hacia la fortaleza al caer de la tarde , cuando se Tieron
acometidos de buena parte de sus mismas tropas por traición torpe de
sus caudillos andaluces, que siguieron el aire de la fortuna : la cual in-
constante , según su condición ordinaria , desamparó á Suleiman aquel
dia para siempre. Los dos hermanos cubiertos de heridas , muertos sos
caballos , estando rodeados de los mas valientes enemigos , cayeron en
sus manos. Alli murió peleando á lado de Suleiman sirwazir Aboied
ben Said, señor de Santa Maria de Algarbe , y se libró por fortuna de
igual suerte su yerno Said ben Harun de Mérida con otros caballeros de
Algarbe. El campo quedó cubierto de cadáveres en gran espacio, y si
dia siguiente entraron los vencedores en Sevilla sin resistencia alguna,
continuaron su marcha , y con la misma facilidad se apoderaron de Cór-
doba. El anciano Alhakem , sabiendo por los fugitivos africanos la des-
gracia de sus dos hijos, no quiso detener el triunfante paso del vcnc^
dor Aly ben Hamud.
Cuando los aliados entraron en Córdoba , Aly se apoderó del alcázar :
prendió al wali Alhakem ben Suleiman ben Abderahman Anasir, t
mandó traer á su presencia á sus dos hijos Suleiman y Abderahman,
que estaban ya moribundos por causa de sus muchas y graves heridas.
Preguntó Aly al noble anciano: O viejo, ¿qué habéis hecbo delrej
Hixém , dónde le tenéis? y respondió el anciano , que nada sabia de éi :
Vos le habéis muerto, replicó Aly, y dijo Alhakem : No por Dios, no le
habemos muerto , ni sabemos si es vivo , ni dónde está : y sacando Aly
su espada dijo : Yo ofrezco estas cabezas á la venganza de Hixéin el
Muyad, y cumplo su oncaí^. Entonces Suleiman abó sus cyoshácía él,
M L0$ ÁRABES EN ESPAÑA. 297
7 ie dijo ; Hiere ¿ mi sola, Aly, qae estos no han cnlpa ; pero Aly desa-
tendió sus palabras , y los descabezó por su propia mano de senikis gol-
pes. Fué la muerte de Suleiman Almostaín , y de su padre y hermano
día domingo , odio días por andar de Muharram , año 407. Había man-
dado Aly que se buscase al rey Híxém con mucha diligencia , y no que-
d6e8üincia ni subterráneo en los alcázares y en las casas de la ciudad
que no se registrase : todo fué vana diligencia , que nunca pareció • y se
publicó la muerte de Hixém dando ocasión al Tulgo de hablillas y de
rábulas.
CAPITULO ex.
D«l reinado de Aly ben Bamud.
Por consejo de Hairan el eslavo fué aclamado rey de España en Cór-
doba Aly ben Hamud con el titulo de ^ Mdtuakil Bila , y de Anasir Le-
díñala, en dia 13 de Giumada segunda, año 408 (1017) : se hizo la
chotba ú oración pública por él en todas las mezquitas, y escribió á
todos los walies de las provincias, manifestándoles que el rey Hixém
antes de perder su libertad le había declarado futuro sucesor del
trono; que esperaba que como leales viniesen á jurarle fidelidad y
obediencia. No contestaron á sus cartas los walies de Sevilla,, Toledo,
Méríday Zaragoza, cosa que le puso en mucho cuidado y déscon-
Oanza, en especial de los Alameríes. Hairan el eslavo le hacia ex-
trañas peticiones, y suponia que le faltaba á sus concertadas avenen-
cias. Aly, temiendo de su influjo en Córdoba, le despidió y mandó ir
á su gobierno de Almería. Hairan se ofendió de esto , y partió medi-
tando venganzas contra este príncipe desagradecido y altivo. Incitó al
paso á otros Alameries de su bando : y se conjuraron contra el rey Aly
ben Hamud los alcaides de Arjona, Jaén y Baeza. Escribieron al walí
de Zaragoza Almondar para que con los alcaides de aquella provincia
se uniese contra Aly para echarle del trono y restituirle á los Omeyas ,
como era justo, y el mismo Aly habia prometido á los aliados. Para
arredilar con los pueblos sus intenciones se congregaron los avalles en
Goadix , y juraron guerrear con todo su poder para colocar en el tronó
de Córdoba á un príncipe de los Omeyas , á quien correspondía legítima-
mente. Estos eran los intentos que se publicaban , pero las secretas esti«
pulaciones eran menos generosas , y mas bien encaminadas á sus parti-
culares provechos *. pensando repartirse en premio de su celo y galardón
desús fatigas las tenencias perpetuas de sus gobiernos, haciéndolos he-
reditarios en sus descendientes. Allegóseles gran hueste con el plausible
nK>tivo que pretextaban , por el natural amor de los pueblos á sus anti-
guos soberanos : todos esperaban recobrar la calma y prosperidad pre-
cedente á la sombra y bajo la protección de sus Omeyas.
Entra tanto Mugehid en la isla de Sardenia veía ya cansadas sus
< MotaaM Bn« , etto es , eonffad» en Dios : Anasir I^dinala , defensor de la ley de Dios.
m HmOHiA DE LA DOnMCIOll
geni» deis fiiemi,iM dima mabuio , y de k Iwfa Mwneift de ni
atoada patria^ Vio miidada el aura popular que antee le apbniíüa, eo-
menearon á murmurar de su ambicíoB y de su codicia » dicieiido : Ko
bastan á este amir las riquezas y fertilidad de sus estados en lo mas
> ameno y delicioso de España, y en las islas Yebisát : y pasa el bra?o
mar acometiendo sus coútinuosy^gfrandes peligros por bacer nuevss
adquisiciones f éy de todas ellas qué prorecho redunda á los que coa
tanto trabajo seguimos sus banderas, y serrimos á sus temerarias in-
tenciones ? £1 ser despojos de la muerte y pasto de las voraces fieras.
Las quejas de los descontentos , que crecian cada dia, y la venida de los
cristianos en gran muchedumbre con poderosa* flota, determinanmá
Mugebid á desistir de su empresa : y allegadas las riquezas, cautivos y
ganados dio orden de embarcarse en un mal puerto, contra el consejo de
Abu Charúb, capitán de sus naved. T t^efiere Abu Fetb el Tbabit, que
se hallaba presente , que Ieanunci6que amenazaba gran tempestad, que
mas valia csperair y pelc^f cñ tierra coii los cristianos, que con las
bravas ondas del mar tempestuoso. £lámiir no oyó sucoñs^'o, y se em-
barcaron : á la hora levantó Dios una terrible tempestad de impetuosos
{contrarios vientos. Alzábanse olas coind montes, las naves subiao
asta las nubes , y se hundían de súbito hasta lOs aljisínos del mar , que
aparecía horrible v espumoso ala temorósa y fugitiva luz de los relám-
(¿gbs , acomtiañádos de espantosos truenos . que juntos con éí bramido
y ésirueddo del hinchado ihár , atemorizaba los corazones : y los ojos
desiumbriidos rió véián si íio horrorosas imágenes dé inuérte. A pesar de
los esfuerzos de los marineros las naves chocaban uhas con otras. Aba
Charfib gritaba qué se afiartasen de la costa, donde muchas da ves se
estimularon corítra los peñascos dé ella : otras las tragó el mar. Los cris-
llanos mirábail contentos lá icihpestad desdé lá playa , y no cesaban de
t^ender y matábalos i^in VettlUra tíáüiragos, ycilahtois se salvaban déla
fllriade las bravas ondas del mar, caian én Sus alrbcc^ manos, y luego
los pasaban á (lio de espada. Veía c^tos horrores é inhumana crueldad el
amir Mugchld , y no ptidiendo remediarlos lloraba de despecho, y am^
natabá con altas voces, todo eh vaiio. Ko l)ór esb cesaba el vieñlo, ni
sfá sosegaba ta tehipestád , ni le hartaba la inhütaaná Sed de sangre de
los Ínfleles. AbuCbarOb con ládignaCióti gritabais le decía : Lk>rá, que
esta desventura lá énvja Dios para qué Uores tu mal consejó^ queá
tatitos ha l^erdido. Sosegada la tempestad, y recogidas las reliquias de
lá flota, volvió el amir á las islas Yebisát, donde descansó, y Sé reparó
dé aquella ^ráte calamidad.
Las bandejas de los aliados , acaudilladas del eslavo Haihií) , sé acer-
caron á Córdoba. £l rey Aly ben Haíiiud con Sus afí'ícánós y con h
gente de Málaga y Algezíra Alhadrá salió contra ellos, cosa que no
esperabaii , pensando que' intimidado se dejaría cercar en la ciudad.
I^eteó con la caballeHa con tan feliz suerte qoe la puso en desordenada
fuga, y ademas hizo graii matanza en la gente de á pié • y los caudiOos ,
ccdpándose unos á otros de la desgrada , se sepársOton déscónfeótos.
Encargó el rey Aly ¿ su caudillo Gilfeya que siguiese á los ftgitíW)
III LOS ARABBS EN BflPAftJki 9M
nuNÜiNhíld luHOT tind gncrtai al estofo Hairan ; corfM h tierra f
Mc6 áigniHM fuertes délos alcaides parciales de las Alanieries. Hairaii
por SQ parte reunió algunas banderas de los pueblos de tierra de Jaén
j formó bando con eOos , y aclamaron rey de Espaiía á un insigne criMt'-
llero de la casa de Omeya , wali de Jaén , hombre virtuoso , de grandes
rhpiens , liberal y de eiaclo ánimo , y amado de todos en aqneOa tierrai
En este Abderahman ben Mubamad ben Abdelmclic ben Abderahman
ABttír , llamábase Almortadi y Abul Motaraf. £1 nombre solo de este
nballero , biznieto de Abderahman el Grande , díó poderoso impulso al
(Nirtldo de los Alameries *. y todos los pueblos de aquellas sierras le
adamaron por su rey y sefior : y Hairad y todos los alcaides y Alameries
le juraron fidelidad y obediencia , y solo se excusó con aparentes pre-
ttttos el Saqbftgf , irali de Granada y Elbiraa
CAPITULO CXI.
be Abdef^maii ÁlmorUdl.
Celdirósc con mucha fiesta y demostraciones de pública alegría Id
jora y aclamación de Abderabmandcuarto de este nombre en losOmeyas
de JSifáñaí , eh la ciudad de Jaén. Ñotnbró bagib de su casa y estado al
fthro Hafaraft : y este caudillo en SU nombre convocó los walies de las
dadades ^ y allegó tropas y salió con ellas contra el rey Aly ben Ha*
fflttd. Encontráronse las huestes de amlMM partidos cerca de Baca y tra-
inron sangrienta tmtalla : y vencieron las tropas que acaudillaba Gil«
feja : y Hairan se retiró de fortaleca en fortaleza , y peleando en esta
otaraitRua fué gravemente herido ^ y dispersos sus caballeros. Hairan
K esetMidió en Caniles de Baca , y sus tropas le tuvieron por muerto ú
preao^ y se retiraron tristes y desanimados. Pasados algunos dias avisé
d rejr Abderdhman y á Sus caballeros de Almería , diciéndoles dónde
estaba, de lo cual fueron en extremo alegres , pues ya le tenían por
omerto. Envió el rey Abderahman algutaos caballeros para que le acom-
pMaran , y juntos con los de Albieria le llevaron ásu ciudad y entraron
en ella eomo en triunfo. Allí se juntaron los alcaides de Denia , Tádmir
j JM va y oÉtidios eslavos y Alameries.
£n toda la parte meridional de España se hacia chotba por el rey Ab*
derabman Almortadi , y todos se disponían á restituir á la casa de
Omeya el trono de Córdoba, y arrojar de él al usurpador Aly ben
Hamud. La fama de este partido y la adanlacion de Abderahman se
extendió por todas las provincias de España, y en todas partes se decía-
noon por él , y tomaron su voz los de Valencia , Tortosa , Tarragona y
Zaragoza , y lodqslos walies enviaron sus cartas de obediencia.
Piuo esto en óiidado al rey Aly ben Hamud , y envió su mas escogida
oballeriá al saib de Sanhaga , xialt de Granada y Elbira, para que hi-
ñese cruel guerra al rey Aliderahihan Almortadi y á sus parciales. &an
en verdad machas j^elites tos que nevaban su voz, pero no procedían
dOO niSTORTA DF. lA D0M1!f\CI0PÍ
todos con igual ánimo é ínteres : y asi eran pocos los qne estriMo easas
banderas , y los mas se estaban en sus ciadades. Entre tanto Gilfeya y
este wali de Granada ínfcslaban la tierra de Jaén , y el rey AliDor-
tadi con su gente se aseguraba en las Alpnjarras y en la fuerte posicioD
de Jaén. Salió por otra parte el rey Aly ben Hamud y fué á cercar al
eslavo Hairan en Almería : díó fuertes combates ala ciudad, y la entró
for fuerza : y el eslavo Mairau fué berído de muchas lanzas y cayó de-
fendiendo las puertas de la ciudad. £1 alcázar se entregó por avenencia
persuadidos de la muerte de su señor. Este fué conducido ddaDte de
Aly, ya casi sin sentido por la falta de sangre que perdía por sus mu-
chas heridas, y el rey Aly ben Hamud, olvidando sus antiguos buenos
servicios, le derribó la cabeza con su propia espada. Asegurada la ciu-
dad de Almería volvió á Córdoba , contento de su triunfo , creyen-
do que todas las discordias acabarían presto después de la muerte
del inquieto y revoltoso Hairan. En este año de 408 , en día martes
¿ 9 de la luna de Xábitñ , murió en Córdoba su patria Suleiman ben
Chalaf , llamado ben Gamron , cadi de Ecija : vivió en el Chandac del
arrabal Aragcgila y oraba en la mezquita Almonlhir. Fué enterrado
con gran pompa en la macbora Om Salema , y oró por él d cadi Jumir
ben Abdala. ^
En la misma ciudad de Córdoba , y en su mismo alcázar , tenia el rey
Aly ben Hamud muchos desafectos, y muy parciales del rey Abderaii-
man Almortadi : y lo mismo en Sevilla y en toda España b principal
nobleza era del bando de su rival. Envió el rey sus gentes atierra de
Granada á unirse con el Sanhagi y con Gilfeya , y él también dispuso su
partida para acabar aquella guerra. Pensaba acometer con muchas
fuerzas á los de Jaén , donde residía el rey Almortadi. Todo estaba dis-
puesto para salir , y sus guardias y acémili^ estaban ya fuera de Córdoba,
y habiendo entrado el rey Aly á tomar un baño, los eslavos que le ser-
vían le ahogaron en él , tal vez ganados por los Alameríes que habia co
Córdoba. Esta fué la desgraciada muerte del rey Aly ben Hamud eo
Dylcada del año mismo de 408 (1017).
Era de cuarenta y ocho años de edad , alto y hermoso , de ojos negros,
enjuto de carnes , virtuoso y severo , algo cruel con sus enemigos. Fué
rey de Cóf doba un año y nueve meses. Su muerte se divulgó como una
desgracia ó accidente natural , y asi lo creyeron sus guardias y iaoülia-
res. Dios lo sabe.
CAPITULO CXIL
De Alcasim ben Hamud.
Los caudillos de las guardias del rey Aly ben Hamud y todos m
secuaces aclamaron do común acuerdo en Córdoba á su hermano Alca-
sim ben Hamud, señor de Algecira Alhadrá, y corrieron las caOcs,
publicando su inauguración ; apellidóse el Manun . Le avisaron con in-
creíble celeridad este acaecimiento ; y vino sin diladott á Córdoba con
D£ LOS ARAfi£S £N ESPAÑA. 30Í
culro mil cabdos , de saerte que sus enemigos no tUTíeron lagar para
ioipedirie h entrada , ni excitar noiredad ni movimiento algono contra
él , 7 asi muchos principales catNdleros de Córdoba se vieron forzados á
jDraile obediencia , y seguirle á su pesar. Antes de partir de Córdoba
mandó hacer grandes averiguaciones sobre la muerte de su hermano :
se dieron extrafik» tormentos á los eslavos que le servían, y en fuerza
detilos declararon que lo habían hecho por satisfacer las venganzas de
mochos Alameries y nobles ofendidos de la cruel condición del rey.
Auaqueno designaron personas determinadas, el rey Alcasim hizo
qoitar la vida á muchos nobles sin otro indicio que la presunción de
dTendidospor parientes de algunos que habían sido castigados ó muertos
CQ tiempo de su hermano. Todos temían y temblaban en su presencia,
j hs primeras familias de la ciudad fueron las mas oprimidas. Muchos
caballeros huyeron de Córdoba, y se pasaron al partido del rey Al-
morladt , ylas venganzas de Alcasim dieron muchos parciales poderosos
i aquel noble bando. La fama de algunas victorias, alcanzadas por los
de Jaén contra el wali de Granada, Uenó de buenas esperanzas A los
afectos á la familia de Omeya , aumentándolos temores y desconfianza
de los secuaces de los Hamúdes. Cuando llegó á Cebta la nueva de la
muerte del rey Aly , su hijo Yahye pasó al punto á España con cuanta
ftenfc podo allegar de pronto, y dejó orden paVa que le siguiesen mu-
chas taifas de caballería, pretendiendo que le pertenecíala sucesión en el
retoode Córdoba. Traía este principe consigo una numerosa caballería
de negros de Sus, gente feroz y muy aguerrida : venia esta bárbara ju-
ventud juramentada de coronarle en Córdoba , ó morir todos peleando
ra la demanda. Venían con estas tropas muy esforzados caudillos mo-
nis y alárabes , que le prometían con mucha seguridad el triunfo. El
valor del sobrino Yahye ben Aly , la macha caballería y gente bárbara
que traía, y la justicia de la pretensión dio mucho puidado á Alcasim
ben Hamud. Juntó sus tropas y partió de Córdoba hacia Málaga, y
cuando estaba cerca supo que ya su sobrino estaba apoderado de la
ciudad. Salieron contra él los negros y se dieron algunas batallas harto
^an^ícntas, en que pelearon anibas huestes con igual valor y fortuna.
Al mismo tiempo recibió el rey Alcasim infaustas nuevas de su ejército
de las Alpujarras, que cada día padecía derrotas muy graves. Viendo
qoe mientras ellos se destruían mutuamente hacían mas fáciles y veu-
turosas las empresas de sus contrarios , asi fué que hicieron entre si sus
aveaencias para acudir al enemigo común de su familia : y se concerta-
njo, no sin falsía de una y otra parte, que Yahye ben Aly ben Hamud
tQvjese parte en el gobierno , y ocupase la ciudad de Córdoba : que su
^ Alcasim con la gente de Sevilla , Algezira y ]^¿la^ y parte de su
<^balleria hiciese la guerra al rey Almortadi , y que terminada por ellos
aquella guerra regirían la España con un gobierno justo y amigable.
') justáronse estos pactos en el año de 412, y enviaron parte de sus tro-
pas al Sanhagi para mantener la guerra de las Alpujarras contra Al-
iDi>rtadí. Alcasim pasó á Málaga, donde había enviado el cuerpo de su
hermano Aly para pasarle á Cebta , donde quería sepultarle : dispuestas
pompa 9 f fué eniamnltí Aly be» Hamud en im^ hernmft mf «Pita %m
el míMiM) babí» «dífiovdooo I4 plaw do la Uqa.
C4PITÜL0 CXIIJ. ,
£q Unto que Alcasim sg ocupaba cu la pompa funeral de su bennano
^ly en Cfíbhj su sobrino Yahye entró en Córdoba con su guardia de
moros de Sus. Los de la ciudad , que aborrecían á su tío Alcasim, k
^clamaron con grandes demostraciones de alegría llamándole su rey f
señor, y h dieron el titulo de el AJoateli , y dolándose Ueyar de la cor-
riente del favor popular , bizo que solamente le jurasen Gdelidad y obe-
diencia. Los moros de su guardia quedaron muy contentos de year casar
Elidas sus promesas : y el rey Yahye ben Aly declaró que su tío Alcasim
en Hamud no tenia derecho alguno á la sucesión del reino de Espada,
ni le per t£ncci9 pgrie alguna en su gobierno , sino la que él , como so-
berano , ]ft qiii^i^ otorgar. Los jeques , waxires y alcatibes y todos los
caudillos que estabw presentes conurmaron esta declaracioai y le ofre-
cieron sn^ servicios y atm^s para m ^tenerle en su estado y scoeraoia,
sin condición ni eixepciones. Al mismo tiep|^po que esto pasaba en Cór-
doba , los Álameries y secuaces del rey Abderabman Almortadi coatí-
pnaban guerreando coptra Mwwiv de Sanbaga , que no osaba descender
de las sierras , y solo parecía en las guajaras y asperezas, y desde allí
hacia rápidas entradas en tierra de ]^n basta GuadiiL y Baza , con har-
to daño de los pueblos de aquella comarca. Los parciales de los Omeyas
deseaban que el rey dejase aquella guerra de montana, y se acercase
con todas sus fuerzas á Gó/d(4)a ó á Toledo para reunir todas las ban*
deras de £)spaQa : pero los Abimeri^s deseaban acabar aptes con Gílfeya
y el seSor de SaDhaga , qoe estragaban y talaban sus tierras. M toj Ai-
mortadi , si bien quería venir ¿ tierra de Córdoba ó Toledo , no pre-
tendió disgustar á sus aliados, y asi trató de (aligar á sus enemigos á
yenir á campal batalla. Dividió sus tropas pn tres huestes , y so maotoTO
con dos en las vegas de Xenil , y la tercera compuesta de la gente de
Jaén y Somoptan se dirigió á buscar J perseguir al vali Gilfeya y 9I
señor de Sánbaga»
Entre tanto Alcasim ben Hamud tornó á Malaga y lluego supo la per-
fidia de su sobrino Yahye : y escribió á sus caudillos Gilfeya y Mansar
que terminasen aquella guerra de Jaén , y si veían que podía dilatarse
mucho, que se HuiS'sen hacía Córdoba para obligar á sü sobrino Yabye
á cumplir lo quo I^e habi^ ofrecido. Juntó Alcasim su caballería y la
gente de Málaga y Algezira, y partió para Córdoba. Cuando Yahye
entendió que su tío se acercaba con poderosa hueste, no pudiendod
oponerle sino sus valientes moros , y parte de dios habian pasado á las
Alpujarrai» , le pareció mas seguro evitar el encuentro , y se salió de
M LOi ABABKIS H» £ftPAftA. 9dS
GMobi ma 6o« gnardtaf , y tomando ttminút «tmviaiiiia M part
ktf ta llegar i Algezira Albadrá , an donda antro á fio da la luna do Dyl^
cada de 413; se fortificó en ellai y envió á bolear geniada Afriea. Air
casim eniró en Córdoba sin qna nadía so lo impidieso, ni salió gente
piociptlA recibirle, sino alguna gante menuda dal puoblo. 8a ansadó
deeito, y ?ió claro que aqoikla ciudad no la ara afecta. liiago mandó
nerigaar los partidarioi mas dapídidos por au sobrino^ y atormentó
a]|ninos eslavos y gantes del alcÁiuir , y i otros da qui^ so^paebaba.
Por estas crueldades se hizo mas £d)orrecido : y los principales de la
dodad meditaron una conjuración, viendo que Alcasim, como si nada
lUYiera qae temer, envió la mayor parte de sus tropas á las Alpujarras
eo auxilio de Gilfeya^ Con el conveniente secreto ganaron mucha gente
dd pacblo, prodigando mucho dinero , y repartiendo armas á los veci-
nos de confianza para el efecto. A la media noche dieron rebato , y aco-
nietíeron el alcázar : los de la guardia se defendieron bien. Duró la
batalla toda la noche , y el pueblo no pudo entrar en el alcázar : pero se
sipod<íraron de todas Jas puertas de la ciudad y de sus fortalezas , y cer-
caron el alcázar con gran ballestería , que nadie podia salir de él ni
entrar. Duró este cercó cincuenta dias, y apuradas fas provisiones (^\ui
halHaen el alcázar, el rey Alcasim y sus guardias, no eisperando ya so-
wro de las Alpujarras , y temiendo perecer encerrados , se dctermi-
Baroná salir contra la multitud armada y huir /$¡ pudiest^n de la ciudad.
Küoipieron con gran ímpetu una alborada j pero cl.pueblo pei#ó con
Unto valor que muy pocos lograron abrirse paso , y los que escaparon
<lp la plaza del alcázar perecieron la niayor parte en las puertas de la
ciudad y en sus calles. Entre estos hubiera sido despedazado el rey
Alcasim ben Hamud , si no le hubiesen conocido algunos generosos
<3t)anero6 , que le salvaron entrándole en casa del wazír Abul Husamí
Gehwars y aquella noche la saparon de Córdoba , acompasado da va-
Ifentes caballeros Alameries , que le siguieron hasta Jer^jE. Tenia el rey
Alcasim mucha confianza en el wali do aquella ciudad , y se amparó dn
SQcasa:estoelaño413,
Entre tanto el ejército de Manzor, el de Sanhaga, y del Yíáli GiUéya ,
<^agrosado con la gente y caballería que babia enviado el rey Alcasim i
<l^cndió á la vega de Granada en busca de las tropas del rey Abdcrab--
otan Ahnortadi. Encontráronse estos ejércitos en aquel espai^ioso campo,
7 como de común acuerdo se ac(anelieron con igual denuedo , y traba*
1^ atroz batalla , mantenida por ambas huestes con bárbara C0QStancia«
Resistieron los de Manzor de oanhaga el violento ímpetu de la caballerin
de Abderahman , que aventajaba á la suya < y en lo mas recio de la re-
^'ga ^ cuando la victoria se manifestaba por los Alamcries , una fatal
^ta , flechada por la mano del destino enemigo de los Omeyas , hirió
^ gravemente al rey Abderahman , que e$piró en la misma hora quo
k anunciaron que $us tropas y aliados seguían yictoriosos á sus enemi-
gos. Así murió este insigne rey ; y con su muerte cayeron las altas espe-
'^azas de sos parciales. Divulgóse la infausta nueva de la muerte de
"^liwMi f y ¿tUó lo« iidmos de loa mas esfiorudos taudilto» Los
304 HISTORIA DE LA DOJWÍACIOll
enemigos huyeron á los montes , y el señor de Sanhaga se (brtífloó en
Granada. Voló la fama de esta detracta á Córdoba , donde con la faga
del rey Alcasim parecía haberse aparecido el iris de la serena calma,
después de tan revueltas discordias civiles. Y cuando los pardales de
los Omeyas preparaban arcos de triunfo para recibir al rey Abderahman
llegó la noticia de su muerte. Toda la ciudad se llenó de descoosnelo j
tembló do temor de que se renovasen los horrores de las entradas de los
bárbaros , y las calamidades de la espantosa guerra civil.
CAPITULO CXIV.
De AbderahoMn Almosladir Bilí.
Los Alameries de Córdoba, y todos los parciales de los Omeyas , se-
guros de la aprobación popular, aclamaron en Córdoba y en todas las
ciudades de su comarca á Abderahman ben Hixóm bcn Abdelgiabar
ben Abderahman Anasir, hermano del célebre Muhamad el Mohdí Bila.
Fué jurado rey por tudos los walies , wazíres y alcatibes , y principal
nobleza de Andalucía en la luna de Ramazan del año 414. Era de veinte
y dos ó veinte y tres años, de gentil estatura y hermoso semblante, de
buen ingenio , y de loables costumbres en su florida edad : se apellidaba
Abul Motaraf , y en la aclamación le distinguieron con el titulo de ^ Al>
mostadir Bila. Decía Abu Muhamud ben Huzam el Faquí que Almosta-
dir era muy erudito , elocuente y buen poeta : y decía Hayan que no
había entonces eú su familia otro mas noble que él. Escribió sus caria:»
á todas las capitanías y provincias para que le reconociesen y juraseo
obediencia , y se hizo por el la oración pública en todas las mezquitas,
y todos celebraban y aplaudían tan acertada elección en un biznieto del
grande Abderahman tercero ; y esperaban de este insigne mozo su nietu
la reparación de los males que padecía el imperio de los muslimes eo
España. ¡Pero cuan vanas son las esperanzas de los hombres! Ofendido
de esta elección y preferencia su propio primo Muliamad ben Abde-
rahman ben Obeídala, este mancebo juró en su ánimo vengarse délos
Alameries y nobles de Córdoba, y derribar del trono á su primo, ó
morir en la demanda. Había sido la jura de Abderahman en la luna de
Ramazan , venida la pascua de AlGtra ó salida de Ramazan ; trató d
rey de corregir la ilimitada licencia de su guardia de andaluces y esla-
vos , que con las revueltas pasadas , en estas fiestas andaban insolentes
en la ciudad , y todo les estsd)a permitido. Reformó el rey sus ordenan-
zas , quitó algunas libertades y exenciones , manifestando en estás pro-
videncias la rectitud y severidad de su ánimo. No acostumbrada aquella
juventud á la disciplina se ofendió mucho , y en especial los africanos
zenetes ; murmnrsdmn y decían que el rey Almostadir debía haber pre-
ferido el ser prefecto de solitarios dd yermo antes que rey de Córdoba.
A Alfflofttodir Bila» el que espera el auiilio de Dio§ : ó el eoníUtfo en el
DK UOS AlUBfiS ^ ESPAÑA. 305
Mohamad , el pruno dd rey, aprorecbó estas disposiciones de la gnar*
dia; y eoQsus machas riquezas y su popularidad ^ y el favor de algunos
Dobles mancólos leves é inconsiderados, concertó con estas tropas una
ouojuFaciou tan pronta como cruel y acalorada : y el dia 27 de la
lana de Dylcada acometieron do tropel á la real cámara en la ma*
drogada, antes que el rey se levantara. Asesinaron á los eslavos que
guardaban y defendían la puerta : y el rey al ruido de las espadas y vo-
(tidesns c^ vos- despertó, y con su espada se defendió algún tiempo
de k» conjurados , que le despedazaron á cuchilladas inhumanamente.
Salieron con sus sangrientas espadas por las calles de la ciudad, ada-
Ottiido á Muhamad : entraron eo las casas de algunos principales je-
ques y wazires , y los mataron , y robaron sus riquezas : y d pod>lo y
k» caudillos, cadies y idea tibes, prcsendaron atónitos é intimidados esta
violenta adamadon , sin que hubiese en tan populosa ciudad imion,
fuerzas ni resolución para oponerse á la tumultuosa turba : ni después
la iM)ble firmeza que convenía para vengar la inocente sangre d¿rra-
JDada del buen rey Abdcrahroan Almostadir , que solo ocupó el trono de
Córdoba cuarenta y siete dias , digno en verdad de mas venturosa
suerte. Decía Hayan que habia el rey enviado sus cartas á los valles de
loda España sobre su jura, y cuando redbia sus contestadeoes, la
parca le salió al paso, y que no tenia sucesión. Fué esta muerte sentida
en loda Espaiia por las esperanzas que de la virtud y mocedad del rey
M^ habian concebido.
En este tiempo había vuelto de África d rey Yahye ben Aly, y sa-
bicndojel estado de las cosas fen Córdoba , y la fuga de su tío Alcasfan ,
se contentó con asegurarse en su gobierno de Algedra Alhadrá y Má-
laga : y sabieodo que su tío estaba en Jerez envió su caballeria á bus-
carle, y el wali de Jerez se lo entregó, y d rey Yahye le puso en una
rigurosa prisión , donde murió muchos años después ¿e Yahye : sin apa-
recer otra causa para esta desavenenda sino que siendo Alcaslm tio de
\ahye, y viejo , no se allanaba á obedecer al hijo de su hermano , pues
dice Abutfedá que Alcasim tenia vdntea&os mas que su hermano Aly.
CAPITULO CXV.
DeJiahaiiuid MosUcfl Bll«.
Entronizado con esta violencia Muhamad ben Abderahman ben Obei-
dala fué sfudlidado por sus guardias y pardales el Mostacfi Bila. Sus te-
tros, derramados con prodigalidad , ganaron los ánimos de la plebe y
de las tropas, y en todas las mezquitas se hizo oración púbUca por d,
y todas las clases le juraron fidelidad y obediencia. Agradecido á sus
lenetes y guardias les concedió nuevas libertades , mas espléndidas me-
as y mas preciosas armas y vestidos : ásus noUes parciales dio cargos
y gobiernos á su contento , y con esta sdvaguardia se creyó seguro, y
Do cuidó sino de reparar los jardines y amenidades de Medina Aiabra ,
30^ HISTORIA di; la. DOVINACIM
y de i^HMsarane las jddícías y placeres de la yida. Se ocopaba poooeo el
gobieroo de las proviocías , dí atendía al estado de defensa de las fron-
teras t los walíes y alcaides de ellas las tenían como absolutos dueños,
y disponían libremente de las rentas y de los productos de toda espe-
cie '. Por esta causa escaseaba el tesoro del estado , aunque el rey do
lomaba de él cosa alguna para sus propios gastos. La caja ó tesoro del
diván aláta , destinado para premios y gratificaciones de buenos serri*
tíos, estaba exhausto por las liberalidades del rey Muhamad. Siis gran-
des riqueías apenas bastaban á subvenir á los gastos necesarios para
mantener la opulencia y decoro de la real casa . Fué pues forzoso que los
ahnojarifrs y recaudadores de las rentas del estado oprimiesen á los
pueblos de Andalucía con nuevas y desconocidas exacciones : y aunque
de estas gabelas sacaban mucbo , no alcanzaba á la desmedida costa ,
per la general falta de las rentas délas provincias. En tanto oí rey Muha-
mad no pensaba sino en sus placeres , y en oir elegantes versos de los
poetas que andaban en su corte , y en aplaudir las canciones del wazir
2eidua de Córdoba , en que celebraba á la hermosa Habiba ^ hija M
rey Muhamad, por quien estaba loco. Abdelmelic ben Ziadatala.el
Taboni , célebre en África , Egipto , Siria y Arabia , le presentó sos io*
geniosas poesías, y su libro de las costumbres de los árabes en verso.
Su casa en Córdoba era frecuentada como una academia. Abdel Wabib
Abul Moqneira, ivazir y alcatib , le dedicó su colección de poesías; y
Abdel Wahidi de Córdoba, walilcodá de Játiva y originario de Cabra,
sus discursos elegantes en prosa y verso; el insigne poeta Abu Cbalid
ben el Tares una colección de poesías en su elogio í y Aboi Ghuleni de
Beja, vecino de Sevilla , sus mas célebres canciones.
El rey Muhamad sentía que no se procediese en las exacciones que
se hacían al pueblo con orden y justicia ; pero no podía remediar las re-
jaciones que arbitrariamente causaban los recaudadores. Faltaba sin
embargo para las cosas justas y necesarias ; y un príncipe que de su oa*
tnral condición era muy liberal y generoso, el pueblo y sus guardias
le vitup<»raban de tenaz y avaro, unos por lo que pagaban y otros por
lo que no recibian. Por calamidad y desventura de aquel tiempo, cD^
migo de toda virtud , no fué posible persuadir á los vralíes de las pro-
vincias el bien de la concordüa , unión y obediencia para conservar el
estado. A su ejemplo los caudillos de las fronteras y los alcaides de for*
talczas y ciudades también desobedecían. Muchos de ellos, de pobres y
oscuros principios, en las revueltas del estado habian venidoásergrandes
y lamidos. £1 pueblo mismo , mal acosUimbrado en todas partes , se hlJO
enemigo de lo» que le regían , y deseaba la inquietud, las c4)njuraciones
y revodtas , por tener ocasión de robos y venganzas , con la impunidad
que acompaña siempre á las revoluciones popularos. El rey, ó no cono-
cía este ei^enncdad pditica de sus pueblos , ó no tetia la Grmeza cgqt
1 Adents ée \u tonUfi á^ atavie , que proeedlMi M diemo de tiMlos* tos Gmus it U tiem,
> producros de la cria de ganarlos y do la iQduslria , h^bia Uis renUf del chanigf ¿ derecha
il© entrada y salida , y fas dol taadfl ó iguala , que eran exacciones sobre tiendas , j |»flr «**•*
Á iviatimo» } jodioii.
DK iOS ARABEwS EN ESPAÑA. 307
TCDÍeDle para imnediarla. Los mismos , que faltando á su honradez y
obligaciones, le habían puesto injustamente en el trono , estaban ya
impadeolcs y dispuestos á derribarlo de él. Huia Muhamad de su ca-
pital , y ]e intimidaba su gentío ; y lo mas del tiempo pasaba en Zahra :
pero no estaba allí seguro. Los sediciosos y amigos de novedades inci-
taron á la multitud , y atropados é insolentes cercaron las casas de lot
wazires y cadies : y á grandes voces pidieron las cabezas de algunos, la
deposición de otros , y acabaron por pedir también la muerte del rey y
de sos hagibes. Los pocos candillos de la guardia que le fueron fieles
avisaron al rey su peligro , y le acompañaron con alguna caballería
africana , y salid de noche con toda su familia de los alcázares de Zahra.
Mochos le abandonaron en el camino ; pero logró acogerse al fuerte de
leles en tierra de Toledo, donde fué amparado y recibido muy bien del '
alcaide de aquella fortaleza Abdcrabman ben Muhamad ben Selamben
Said ben Almoodar, hijo y nieto de esforzados caudiUos , que tenian el
gobierno de aquella tierra desde el tiempo del rey Abderahman el ter«*
cero. Poco tiempo después , habiéndole conGcionado una gallina con
ciertas yerbas Tcnenosas, que produce aquella tierra, comió de ella
Mabamad, y á su tiempo murió sin dejar sucesión, año 415. Fué el
tiempo de su reinado diez y siete meses. £n día jueves á 13 de la luna
de Gíumada primera de este año falleció Abdala ben Rebie áp Córdoba j
en esta misma ciudad , y fué enterrado al alba del dia juma con mucIiQ
acompañamiento en casa de Xuhaid. No le llevaron á la macbora por
imar de los bárbaros que en aquel tiempo infestaban las cerc^iaf d^
la dudad : aprovéchele Dios por ello.
CAPITULO CXVI.
I>e VahyebenAJy.
Con la nueva de las inquietudes y revueltas que había en Córdoba, 1q|
parciales del rey Yahye ben Aly ben üamud volaron á Málaga , y exci-
taron á este príncipe á que viniese con sus tropas á ocupar la ciudad da
Córdoba y apoderarse del reino, que le pertenecía por la declaracioii
del rey Hixém el Muyad á favor de su padre. Gobernaba Yahye su esr
tado de Alálaga y Algezira Alhadrá, Gcbta y Tanja con mucha mo-
deración y justicia : sus pueblos le amaban, y deseosos de su en-
grandecimiento se ofrecieron á ponerle en el trono de Córdoba. Así fué
quo mas por voluntad de sus ambiciosos parciales que por la suya pro-
pia partió para Córdoba. Los vecinos principales y gente honrada , pof
librarse de la tumultuosa anarquía que los despedazaba, sealegraroii
de su venida , y le salieron muchos á recibir y manifestarle su adhesioo,
J la confianza que tenian en su prudencia y buen gobierno. Toda la cía*
dad sp conmovió á su entrada , y le recibió con grandes demostraciones
de alegría. Apeóse en la aljama, y después de hacer su oración de
adobar pascólas calles principales entrefestivas aclamaciones populares.
308 HISTORIA D£ LA DOMINACIÓN
Luego escribió sos cartas á los ivalies gobernadores de las proTíncias
pora que yintcsen á Córdoba ¿ jurarle obediencia. Pero los mas distanles
se excusaron coiuiparentes pretextos, y los mas cercanos manifestaron
abiertamente que no le reconocían por sn rey , sino por un intruso,
llamado por una parcialidad que ellos menospreciaban. Pesó mucho al
reyYahye de estadeclarada desobediencia del lyali deSevilla; ydeseando
que el escarmiento de este sirviese de enmienda á los demás que pen-
sasen de la misma suerte, ordenó que sus alcaides de Jerez y Málaga
oon los de Sidonia y Arcos reuniesen su caballería y fuesen contra Se-
villa : y el mismo rey Yahye con la gente y caballería de Córdoba partió
¿ juntarse con aquellas tropas.
Conviene decir aquí quién era este wali de Sevilla , y cuál su prosapia
y condición. Era pues Mubamad ben Ismail ben Abéd el Lahmi , apelli-
dado Abulcasím , cadi de Sevilla , y desde el tiempo de Alcasim ben
Hamud , por su prudencia y sagacidad logró cuanto quiso ; y le hizo
gobernador de la provincia*, y en pago de estas confianzas cuando
Alcasim ben Hamud salió de Córdoba el año 41 3 se apoderó Muba-
mad ben Ismail de la soberanía del estado. Cuenta Abu Rafe que
este Muhamad fué hijo de Ismail ben Mubamad ben Ismail ben Goraix
ben Abéd ben Amer ben Aslam ben Amer ben Itaf ben Naim, y que
Itaf y Naim vinieron k España cuando la entrada de Baleg ben Baóür el
Coraixi ; que Itaf era de Hemesa en Siria , y de la tribu Lahmi , origi-
nario de Alaris , aldea entre E^pto y Siria , en confines de Algifer ; que
en España se estableció en Caria Jumin , del twritorio de Taxéna, de
jurisdicción de Sevilla , ala orilla del rio grande. Otros dicen que eran
de los hijos deNooman ben Almondar ben Méasemai : y de esta nobleza
se preciaban mucho, y los loaban por ello , como parece en los versos ;
elogios de varios ingenios, y entre otros en los de Aben Lcbana. Cuenta
Hayan queel padre de Muhamad fué Ismail Aben Abéd, hombre muy dis-
tinguido por su prudencia y grandes riquezas antes y después del princi-
pio de la guerra civil ; que tenia mucha autoridad en tierra de ScTÍlla,
que vi via en ella con aparatoy ostentación poco diferente de la de Iosre;es ;
que ningún caballero particular de Andalucía le igualaba en esto , ni en
liberalidad y muchedumbre de siervos. Recibió en su casa , y ampartiá
los mas ilustres desterrados de Córdoba en tiempo de las encendidas dis-
cordias y calamidades civiles. Era Ismail de ingenio astuto, de mucha eru-
dición ; buen caballero, de ánimo constante, y de aparente candor, 7
siempre alcanzó sus mira$ con harta seguridad. Crió á su hijo Muhamad
con su misma política , y le enseñó á superar las mayores dificultades.
Cuando Muhamad Aben Abéd entendió que el rey Yahye venia con-
tra él, previno ciertas compañías de caballeros de Sevilla j de Carmona
en una emboscada para salir en ocasión conveniente. Él misoio 000
Otras compañías de á pié y de á caballo se adelantó al encuentro del rey
Yahye. Los campeadores de la hueste de Córdoba pelearon con los de
Sevilla : concurrieron á estas escaramuzas las fuerzas del rey Yabje y
las de Muhamad ; y por estratagema de este cedieron pooo á poco sos
gentes, 7 se fueron retrayendo en la pelea hasta fingir su veodimeDto
DE LOS ÁRABES EN ESPAAA. 309
Jfiíga, y llevar á los de Córdoba al porage de la emboscada : entonces
acometieron con mucho valor y seguridad á los que los seguían , y sa-
lieodo los caballeros de la celada rodearon por todas partes á los de
Córdoba : y el rey Yaliyc en 16 mas recio de la batalla fué herido de una
lanada que le cosió á la silla de su caballo, y herido de otras muchas
hozas cayó muerto. Esta fué la suerte de esto buen rey , que por sus
Tirtades prometía un venturoso reinado. Fué esta balalla día 7 de
Moharram del aik> 41 7 (1026). Mandó Aben Abéd cortiffle la cabeza , y
bcDvióá Sevilla con la nueva de su victoria. Los caballeros de Córdoba
j b gente d£ Málaga se retiraron tristes y vencidos.
CAPITULO CXVII.
Del reinado de Hilera el Motad BHa.
Cnando llegó á Córdoba la nueva de la infausta batalla y muerte del
f^jUhje ben AIj bcn Hamud , se entristeció toda la gente honrada de
la ciudad por ver fallidas sus bien fundadas esperanzas en la prudencia
J justicia del malogrado principe. Luego se congregó el diván, y por
ioflajode Abilhc¿ami ben Gehwar , vrazir de la ciudad , y de los caballe-
ros Alamerics, aclamaron por su rey y señor á Hixóm ben Muha-
mad ben Abdelmclic ben Abderabman Anasír , esto es , biznieto del
grande Abderahman III, y hermano del ínclito rey Abderabman Al-
mortadi. Estaba entonces este caballero retirado en HamAÍbonte con
ei alcaide de aquella fortaleza, llamado Abdala ben Casim el Febri. El
pueblo aplaudió esta elección , y le proclamó con muestras de la mas
sincera alegría con el titulo de el Motad Bila , en fin de la luna de Reble
primera año 417. Habia nacidoelaño 364 ; era cuatro anos mayor que su
hermano el Mortadi ; la madre que le parió se llamaba Oneiza. Envía-
roole sus mensageros para anunciarle aquella voluntaria elección del
rüQscjo y del pueblo de Córdoba : y como sabio y moderado y en vez de
alegrarse manifestó su pesar de salir de la vida quieta y segura de su
^liro á los cuidados del peligroso mando. Respondió & los enviados que
|gnidccia la voluntad y amor del pueblo de Córdoba á su persona y
amflia ; pero que ya no estaba para tomar sobre sus hombros la grave
ar^a del gobierno. En fin, después de algunos días de modesta repug-
tancia , instado de sus parciales los Alameries aceptó la corona ; pero
Idioso siempre del inconstante y desconocido pueblo dilató mucho
iempo el venir á O^doba , y se detuvo en las fronteras acaudillando la
^baileria que las amparaba. Único pretexto que pudo justificar su au-
f^a de la capital. Peleaba con varia fortuna contra los infieles^ que
provcchando el tiempo de las discordias civiles de los muslimes en-
^ndiaron loa limites de sus fronteras , asi en España oriental , como en
•alicia y Castilla^ En esta ocasión trató y honró mucho al alcaide
(Kém ben Muhamad bcn Hilel el Caisi de Toledo, hombre sabioy dis-
ipólo de sabios como Aben Abdus v el Chmeni. Era esforzado, vfr-
átd ItL^lOiilA DC LA DOMlNACfCMS
tooso 1f austero , qae ayunaba con sonio rigor , y celeblraba con esplen-
didez la Idalfitta ó pascua de salida de Ramazan con sus fronteros \ y
gastaba en este dia todos sus ahorros con la gente de su fuerte. Su ves-
tido era rústico y su comida muy frugal : permaneció toda su vida en
la frontera de Castilla , y falleció á la partida del rey , que se detuvo en
aquella tierra tres años menos dos meses. Escribió al rey el vi^azir Abul
Huzam Gehvrar que convenia queluego viniese á Córdoba ; que el pue-
blo estaba inquieto y descontento ; que deseaba ver á su rey ; que de sus
leves quejas y hablillas tomaban ocasión los sediciosos para fomentar
discordias y conmociones graves ; que los vralies ó gobernadores de las
provincias interiores manifestaban descubiertamente sus intentos de
independencia , ganando con aparente blandura y equidad los ánimos de
los pueblos que tenían en su jurisdiecion, obrando como reyes abso-
lutos , sin permitir que las contribuciones y rentas de las provincias
viniesen á la capital. Con este aviso el rey Ilixém partió con mucha di-
ligencia para Córdoba , y entró en ella día 8 de la luna Dilbagia del
año 420 (10^9) : fué recibido con gran pompa y demostraciones de ale-
gría , y rodeado de ¡nfíníto gentío entró en su alcázar. Su afabilidad y
apacible y generosa condición , y al mismo tiempo su atención á la ad-
ministración de jiisücia ganó las voluntades del pueblo, calmó las in-
quietudes y puso freno á los ánimos revoltosos. Yisitaba los bospicios
y casas de pobres, y las madrisas, escuelas y colegios : cuidaba con
especial celo de los enfermos, y susmismos médicos debían visitar cada
dia los ¿Imarestanes ü hospitales. Depuso al cadí de la aljama de Cór-
doba Abderahmau ben Ahmed ben Saíd ben Muhamad ben Baxir bcn *
García, apellidado Abulmotarif, y conocido por Aben el Hasari..qae
habia sido electo cadi por el rey Aly ben Hamud. Era muy elocuente . y
fué prefecto de oración en la aljama , y muy privado de los reyes Ha-
mudes. Habia sido cadi doce años, diez meses y cuatro dias, sc^un dice
Hayan : y vivió después retirado en su casa en Córdoba poco mas át'
dos años , que falleció y fué enterrado sábado á mediada luna de Xaban
en la macbora ó cementerio de Aben Abas con grande honra. En este
tiempo Obeídyas, el catib ó secretario de Obeidala|ben Meruán, dijo estos
versos al palacio en que habitaba , que competía en magnificencia con
el real alcázar , y aventajaba al palacio Mogueiz , y casas de Almanzor -
Alcázar de Abi Heruán , del paraíso traslado.
Que construido pareces con pieles de leopardo :
> Estos rabiles, ó fronteros musJinies ^ proresabaii macha aosleridad de vida, y se ofreHan
voluiilarios al continuo ejercicio de las armas, y por voto se obligaban á defender sus fron-
teras de las algaras , entradas 6 cabalgadas de los alinop;ávares , ó campeadores cristianoi.
Eran todos caballeros muy escogidos, y de suma constancia en las fatij^s; qu€ no detoo
huir, sino pelear intrépidos y morir antes que abandonar su estación. Parece rerísimii que de
estos rabiles procedieron asi en España , como éntrelos cristianos do Oriente , las órdenes
inilitares tan célebres por su valor y por los cHstiRf uldos servicios prestados ¿ la erísiiandad.
£1 instituto de unos y otros era muy semejante,
s Es muy frecuente tMi las memorias arábigas de este tiempo el hallar en ellas nombre^ ;
apellidos godos y cristianos , como fíundCRiiro ben Dawud , Ahmed ben Guxman , Muhaiiuii
hen ForUiu, Abdala ben Goiier, ben Borangcl, ben MendiSi beo Muñios, beft Uaaric, bes
Radrair, ben García, bcn Sanche, ben Forlis, ben Galindo.
M LOS AftAWS EN M^AÑA. )t 1
Tiit btmoBof apéseniof aun mu ballos qoa at piiUeio
CoD mármoles lodos brillan «le oro do Tib«T orlados.
Procoró el rey Híxém el Motad (raer á 8a obediencia los walies de
h$ proyiocias , persuactiéndoles con cartas amistosas y razones darás la
conveniencia de la concordia , y unión de las fuerzas y recursos de todas
las provincias muslímicas de España para oponerse á los infieles , y re-
cobrar lo que la discordia civil habia hecho perder en las fronteras : que
síq uoion y buena concordia no se podia mantener el edificio de la pú*
blica felicidad. Los walies, sin desconocer la autoridad legitima del califa
de Córdoba , desatendieron en verdad sus razones , y con falsos pretextos
le nc^gaitm las contribuciones y servicios que ledebian..
Conociendo el rey que ya el mal era muy grave y pedia remedios
fuertes y violentos , se propuso la reducción de algunos walies desobe-
dientes, y encargó á Obeidala ben Abdelaziz el Yahsebi la de Algarbe.
Este caudillo obligó á la obediencia á los de Libia , Oksonoba , Xilbe y
otras ciudades gobernadas por alcaides puestos por el rey Yabye. Dio el
rej Hixém el gobierno de Gezira Sallis al padre do este caudillo , pero
Abdelaziz el Bearuí no correspondió á la^eonQanza que el rey babia be*
cho de su persona , que también se alzó con el señorío de aquella tierra .
Almaozor ben Zeiri, el de $anhaga, desde la muerte del rey Abderah-
nian el Mortadi se apoderó de todas las poblaciones, de Elbira y de
Granada : y seguro en su posesión por la debilidad dd estado de Córdoba
partió á África dejando en su lugar en Granada á su sobrino Habns beu
^io, que era muy esforzado y prudentig caudillo. Dice Alchatib que
<^le Almanzor de Sanhaga reinó siete anos en Granada. En Málaga go-
bernaba como rey Edris el hijo del rey Yahye ben Hamud , y sus pue-
blos le llamaban amir amumenin, y le juraron fidelidad y obediencia
con toda solemnidad después de la muerte de su padre Yahye elMotah' ,
y á él le apellidaron el Olui ó ensalzado , y se llamaba también Abu Ha-
íei. Era este Edris muy benigno, y daba á los pobres cada juma quí-
Bientas doblas de oro ; de su generosa condición y justicia se escriUeron
muchos versos. Levantó el destierro á los i»*oscriptos en tiempo de su
t^ire^ y les restituyó sus aldeas y poseslmies. No so oyó ea su tienqio
qiiqa de ningún desvalido. Era docto y visitaba las escuelas y los hospi-
cios: y no se desdeñaba de oir á los mas humüdes, ni sabia hacer otra
<^osa que beneficios y gracias. Era su ivazir^ y gobernador de su estado ,
su pariente Muza ben Afán , que al fio le fué pérfido , y le quitó la vida
por servir al rey de Sanhaga Almoez bea Biadis. En Denia mandaba
Abdala dMoaiti , y era llamado rey, y labraba moneda con su propio
'iuk>. Pero no pak> mucho tiempo en venir de Mayorcas el señor de
dqoeUas islas Mugehid , que le privó de la soberanía , y le desterró de
BoQia , y se pasó á tierra de Gutema « y no volvió á dzar cabesa ea este
mundo, que allí falleció aAo 432. Asi también estaban lUera de la obe-
diencia del rey Hixém el Motad los -walies de SevUla, de Garmona y
Sidonia , y como la fortuna de las armas favoreciese mas á ká uralies
^«^Ueseiilos dosaSoadc su reinada, á pesar da sus esfuetzoa^ de-
%V2 HISTORIA DE LA DOMINACIÓN
seando ci virluoeo i^y poner término A la infausla guerra cítíI, trató de
avenencias con los walics desobedientes.
Esta moderación llenó de descontento á los de Córdoba , y cnlpsbaQ
al rey de los sucesos poco vcntarosos de sus armas , y de todas hs cala-
midades de su tiempo. Ya el mal era sin remedio : el estado con la des-
unión de las provincias era muy débil contra el ilimitado poder de los
iiralies ó gobernadores : las buenas costumbres de los mudimes aole-
pasaios estaban viciadas y corrompidas , no poco á poco , sino con el
Ímpetu de un precipitado torrente. Los malos y los buenos muslimes
lodos parecian entregados á sus pasiones , los unos muy activos, inquie-
tos é indómitos , los otros indolentes y apocados , de manera guc como
decia el rey Hixém , esta generaci<m ni puede gobernar ni ser túen go-
bernada. Abul Hazam ben Gehwar aconsejó al rey que se retirase á
Medina Azahr& por asegurar su persona de los riesgos é insultos de al-
guna súbita conmoción popular que estaba muy amenazada. El rey
Hixém estaba tan confiodo en el amor y respeto del pueblo de Córdoba
que no rcci^laba tan injusto y desagradecido intento ; pero I09 sediciosos
no tardaron en excitar á la inconstante é inconsiderada ¡debe. Va-
liéronse para esto de la oscuridad de la noche : pues los homlúres cubier-
tos de la nocturna sombra son mas atrevidl» é insolentes , que así no les
estorba el natural rubor de las acciones menos honradas ó torpes.
Corrió las calles la atropada multitud , y con gritos y general algarera
pidió <pie el rey Hixém fuese depuesto , y que saliese de Córdoba.
Aben Gehwar fué de los primeros que anunciaron al rejr la vdaoUul
áA inquieto y alborotado pueblo , y el rey sin alterarse dijo : Gracias á
Dios que asi lo quiere. A la reñida del dia , salió el rey de su alcázar
con su femilia y una buena comitiva de caballería de su guardia ; y con
ella se retiró á una casa de campo, y desde ejla al dia siguiente partió
á la fortaleza de Hasn Abi XariT , que él liabia cdiflcado. Acompañá-
ronle muchos nobles caballeros de Córdoba y y entro ellos el célebre
Abdelbar el Ñamen de Córdoba , gran ingenio para la poesía ; y Muba-
mad d Raini, conocido por Abu Abdala d Hannat , asimismo famoso por
sus elegantes versos ; y el erudito Ahmed ben AbddmeKc ben XoM,
d autor del Ubro Hanut Alatar, lleno de elegancias en prosa y verso, y
otros varios favoreddos y privados del rey. Fué su salida de Córdoba ci
año 42S (10^1) : vivió en su retiro con mucha tranquilidad hasta qoe
. pasó A la misericordia de Dios en el año 438. Sus virtudes y ánimo íd-
allcrable le acreditaron de digno sucesor de sus indi tos antepasados , f
merecedor de mas favorable fortuna , y de tiempos menos tmemígos de
la virtud. En él acabó la dinastía de los Omeyas en España, que
prhMipíó en día Abderahman ben Moavia año 138, y acabó en este
Hixém el Motad año 422.
Cuenta el historiador* Alathir que después de la deposicioa del rej
Hixém el Motad , un mancebo de la fimrilia de los Omeyas , que estaba
en la flor de su edad, pratendió la suoesion.dd reino. Y como el consejo
j los dd pueblo no quisiesen alzarle por su rey, diciéndole qao temían
la mina deleartado , que se eompailcdan de su persona y nobleza , y de
BE LOS ARAKS EN ESPAftA. 31 a
so propia Tida , pm» veian qae la ferlaiut babia Yodlo laa eqialdaa á
lodos k» Omeyas ; entonces replicó este mancdM : Juradme hoy rey, y
siquiera me matéis mañana , si mi enemiga ^treBa asi lo dispone. Pero
oooonsignió persuadirlos ni concertar su elección; y dice que en aquel
día desapareció este Omeya , y nunca mas se supo de él ni de sus cosas.
Asi pasó d estado y fortuna de cDos^ como si no hubiese sido. Feliz
quien bien ríbró , y loado sea sienqire aquel cuyoimperio jamas acabará.
Serie de los reyes ár«bet de Espafia en Gdrdoba , y afios de ra fallocimictito.
Abderahmanl 17!
Híxéml 180
Alhakeml 206
Abderahman II 238
Muhamadl 273
Almondhir 275
Abdala 300
Abderahman III 350
Alhakem 11. 366
Hixém II, preso 399
MuhamadII,elMohdiBila. . 400
Snlciman Almostain Bíla. 400
i xém II, segunda vez 403
Süleiraan AlmostainBila, segunda vez 407
Aly ben Hamud 408
Abderahman IV 412
Alcasim ben Hamud 413
YabycbenAIy 413
Abderahman y, Almosladir Bila 414
Muhamád III , ben Abderahman 415
Yabyc ben Aly, segunda vez 417
Hixém III, el Motad Bib 422
Gehwar ben Muharoad ben Gebwar.-
Muhamad I Y, ben Gehwar Abulwalid.
EtiM dot últioM» reyes de Córdoba no se mencionan en esla segunda parte de la historia :
^mevecea é la lercera.
Reyes erístianos do Espafia y otros principes que se nombran en esta segunda parte.
Cap. 34. ReyAnfus.
Cap. 36. Ármelos, hijo de Gonstantín , rey de Grecia.
Cap. 39. Bey de Grecia.
Cap. 44. Alanfus, rey de Galicia, T^fflo^ rey 46 los griegos.
Cap. 56* Rey García.
,3U BttfMttA W hk MlWikCmf
Cap. M. AlCmoIII,dMafQO.
Cap. 78. KeyRadmir.
Cap. 82. Rey Radmir de Galicia.
Cap. 84. Rey de lo» griegos.
Gap. 98. Rey dé Arraac Borcl.
Gap. 100« Garda ben Sancho. Rey Bermoiid de
Gap. 105. Conde Sancho, rey de los criatíaaoa.
Conde Bermond.
Conde Armengudi.
Mt I.eS AlUülBS KN EtfAAA. IIS
TERCERA PARTE.'
CAPITULO I.
Bleeelon de Gehvcr, la gobterno , y estado de lai proriaeiaf.
Acallada la aucesioD de los Omeyas en el trono de Córdoba, asi por
las maquinadoDes políticas de los jeques walies , que procuraban esta-
blecer su grandeza sobre las ruinas de esta indita Tamilia « como por la
soperstidosa desconOanza popular que miraba mudada la fortuna de
ella, se congregó el consejo y aljama de Córdoba, y dando por cierto
y de todos sabido que de los Omeyas no quedaba ya rico ni pobre en toda
España, pusiéronlos ojos en las virtudes y excelentes prendas deGeh*
war ben Mubamad ben Gehwar , wazir sabio y prudente , hijo de hagi-
bes y wazires , y de candlleres de los antepasados reyes. Era este ilustre
wazirmuy estimado y bien quisto en el pueblo, respetado de todos los
bandos, y que en los tiempos mas arriesgados de las revueltas y dis-
cordias civiles de Córdoba habia siempre permanecido imparcíal sobre
manera , justo y amante del bien común. Por estas virtudes , de todos
coooddas , fué de común acuerdo adelantado en el mando y proclamado
rey, y con públicas aclamaciones entronizado en Córdoba. So faltaban
políticos que recelaban de su conducta sagaz y disimulada ; pero él supo
muy bien deslumbrarlos á todos , y hacer concebir las mas lisonjeras
esperanzas do un reinado próspero y glorioso. Tan político como inge-
nioso, luego que fué jurado de los jeques^ alcaides y vecinos principa*
les de la ciudad , estaibleció una nueva forma de gobierno aristocrático ,
1 Cuando emprendimos la impresión del primer tomo de la Historia de los árabes en Espafta,
nlálMmos bien distantes de creer que al empezar la del segundo no había de existir so autor.
Pero la adorable Providencia lo arrebató temprano, y dejó con esto comprometido nuestro
empeño. Saliiamoa qoe la obra estaba acabada , pero no enleramenle limada. Sin división de
(«pitoios, sin la correspondencia de los aflos, y sin otras perfecciones que ordinariamente
<lfjan los autores para la precisa, ¿quién supliría la Taita de Conde, de 6>nde empapado en
la materia de su obra , y do cuyos conocimientos se debía esperar no solamente exactitud ,
sino luces nuevas en todos los puntos que loca? Pero no debíamos sin embargo dejar burladas
las esperanzas del público en cuanto á lo esencial. Hemos becbo lo que ha permitido el tiempo
para dar menos desaliñados los dos tomos postumos ; y para la correspondencia de loa afios
nos bemoa valido con desconfianza de los mat exactos cronólogos. A pesar de esto necesita-
mof la indulgencia de los lectores « que la concederían mas pronto si viesen los originales
se^nidos religiosamente.
Ai dar la serie cronológica de los reyes árabes nos hemos vislo en un laberinto. La multitud
lie sus nombres y apellidos, su número mismo , y las deposiciones de reyes y usurpaciones
de reinos nos baria abandonar el pensamiento de colocarlos aqui , si no fuera porque el autor
dejó «obre esto apuntes, aunque informes. Los hemos comparado con la serie que estampó el
Uasdeo en su lomo XV, y ni aunen loe nombres hay uniformidad. ¿Cómo la habrá en la cro-
DoIuKía? Dejamos á los sabios la rectiflcacion de los yerros que necesariamente deben resul-
Ur en malerU Un complicada. ( Hota 4$ la BáicionUé liM. )
316 RiSTOlUA DE LA DOMUf ACIÓN
reuniendo en un consejo compuesto de los mas principales y lionrados
Yccinos la autoridad y el poder de la soberanía , sin reservar para si
mas que la presidencia de aquel diván. Todo lo que se disponía y man-
daba salía á nombre de este consejo : si alguna queja ó petición se le
4irigia en particular que fuese de consideración y con influjo en el ór-
d^n civil, dccia : Yo en esto ni puedo negar ni conceder : toca al con-
^J^Y y 7^ ^7 ui^o dd diván. De esta manera tendió el cendal sobre d
pueblo de Córdoba , y desde el principio ganó los ánimos de los mas
altos y granados dd lugar. Rehusó también por moderación el pasar
de sus casas á los reales alcázares , y cuando se mudó á ellos ordenó la
economía y servido del palacio , en términos que difária poco del apa-
rato y ostcntadon de su casa particular. Arregló el número de sir-
vientes, y quitó de las puertas del alcázar la infinita chusma de criados
que la ocupaban en tiempo de los Omeyas. Propuso tal orden y econo-
mía en guardias y porteros , y en gastos de la real casa , que resultaban
grandes ahorros. Entre sus mas plausibles providendas se celebra la de
desterrar á los delatores que vivían de calumnias y procurar pleitos,
y estableció un corto número de procuradores pagados como los jueces.
Echó de la provincia á los médicos charlatanes ó curanderos ignorao-
tes, que se llamaban médicos sin experiencia ni conocimientos, y
ordenó un colegio de sabios que examinase á los que pretendiesen ejer-
cer la medicina y servir en los hospitales. Cuidaba en extremo de la pro-
visión y abastecitnienlo de las dudadcfi , y por su diligencia llegó á ser
Córdoba el granero de toda España , y sus zocos y mercados eran concur-
ridos de todas las provincias. Estabiedó los almojarifes ó recaudadores
do rentas, y alcaldes de albóndigas : les tomaba cuentas el consejo cada
aAo de su administración : tenia inspectores de plazas y de puertas, que
▼ciaban sobre la libertad y justicia entre los concurrentes. Los alwa-
zires de su mayor conCanza eran los que guardaban la ciudad, y cuida-
ban de su pdicia de dia y de noche. Estos repartían armas á vecinos
honrados de cada barrio para rondar sus cajles : las alcanas y calles de
tiendas tenían sus puertas que se cerraban á cierta hora , y todas las
calles de la ciudad estaban atajadas con puertas para evitar desórdenes
nocturnos , y que los malhechores pudiesen huir á las rondas de cada
barrio, y los que les tocaba la ronda pasaban su dia y noche, y daban
sus armas y razón de lo ocurrido á los qpe seguían por su orden. Asi la
ciudad vi via con tranquilidad y justicia , y prosperó , y se hirieron ricos
sus artífices y mercaderes , y t<xios beiniedan á Gehvar , que como
desde atalaya miraba desde el trono lo que con venia á la justicia y buen
gobierno de sus pueblos.
Escribió á los walies de las provincias Su elección para que viniesen
á jurarle obediencia ; pero los mas se excusaron con fingidos pretextos
de graves urgencias que les impedían pasar á Córdoba , y conduian con
falsas protestas de sumisión , y deseándole prosperidad y bienandanza.
Los que mas abiertamente manifestaron su indircrcncia en esta elección
fueron los ivalíes de Toledo , de Zaragoza , de Málaga , de Sevilla , de
Graojida y (^ l^'^)ajoz ; pero Gehwar procuró disimulsir <|ue ceqocia s"s
BE LOS ARAB£S EN ESPAÑA. 317
iotenckmcs de división y de anarquía , y les escribió aplaodiendo su celo
j ci interés que manifestaban por el bien coman y seguridad de las pro-
Tinciasqnc tenian encomendadas , concluyendo con que atendiesen siem-
pre á que la prosperidad y firmeza del estado consistía en su unión y
coDcíerlo. En tanto que el prudente Gchwar entendía en esto, veamos
cuál era el estado de las provincias, y cómo sus ivalies se alzaban con la
soberanía de ellas.
Era en este tiempo wali de Sevilla , y absoluto señor de ella , Muha-
nad ben Ismail ben Abed , llamado Abul Casem. Esta familia era origi-
uria de Hemesa , que en la entrada de Baxir ben Baleg Alooraysi en
AadaJncia , vinieron con él Ilaf ben Naim y Naamin ben Almondar ben
Mé Alcemai do Siria , de una aldea Bamada Alaris, en extremos de Al-
fifer, entre Siria y Egipto. Eran de tribu Lahmi, y de este origen se
preciaban los ben Abed , y en la división de tierras en tiempo de Gesam
ben Berar se estableció Itaf en Caria Jumin , territorio de Taxéna ,
jurisdiecion de SeviUa. Ismail Aben Abed , padre de Mnhamad , por su
pmdeocia y riquezas , antes y después de la guerra civil , logró tener
macba autoridad y consideración en Andalucía, y vivía con aparato y
ostentación poco diferente de la de un rey , tanto que ningún particular
eo España le igualaba en esto. Era muy rico , señor de grandes rebaños
de ganados de toda especie , de muchos siervos, y en extremo liberal y
generoso. Su casa fué el asilo de todos los ilustres caballeros desterra-
dos de Córdoba en las discordias civiles , y su franqueza y liberalidad ,
joniocon su sabiduria y sagacidad y aparente candm*, ganaba los áni-
mos de todos, y llevaba adelante sus miras de engrandecimiento. Des*
poes de la muerte de Ismail , su hijo Mubamad siguió las huellas de
SQ padre, y consiguió que el rey Alcasem ben Hamud le hiriese cadi de
Sevilla , y que hiciese de el gran confianza , y en pago de ella este Mu-
It^mad , cuando Alcasem salió huyendo de Córdoba por las discordias ci-
viles, se apoderó de Sevilla con las artes aprendidas de su padre ¡ esto
foéel año 413 (1022), ayudándole á conseguir sus pensamientos los
iBas ilustres jeques de la provincia , distinguidos por sus empleos y va-
Orias , á todos k)s cuales habia ganado con sus liberalidades , y su indus-
tria les hizo caer en sus redes, y que fuesen sus mas fervorosos fautores.
Eran de estos los hijos de Abu Bccar Zubeidi , el gramático , maestro
TK fuera de Hixém II, y los de Airim y otros á quienes honró con su
^oúslad y enlazó con empleos y tenencias muy principales en la España
n^ridional ; y asi formó su soberanía , y dio con gran ventura el primer
paso de su declarada independencia y rebeldía en la batalla y completa
atería que consiguió del rey Yahye, cerca de Ronda, el año 41 7 (1026),
J desde aquel dia no quiso perder las ocasiones que se le ofrecieron para
su engrandecimiento , y ocupó muchas fortalezas en toda Andakicia : y
coiDo ciertos observadores de nacimientos por ia astrologta hubiesen
pronosticado que su dinastía habia de acabar á manos de ciertas gen-
tes de Sabdria , de una isla que no seria la propia morada de eUos ,
hiego creyó que fuesen los de ficrezila , que por stt privanza con Al-
nnazorbeo AU Amer, tenian ciertas tenencias en Andalucía, y de
3t8 HlSTOmA DK LA DOUlTfAGlOII
ellos era Mubiiiiiad beo Abdala Albarceli , señor de Carmona y de Ecija,
que se había alzado con ellas en las revueltas j guerra cíyH de los Ha-
mudes. Contra este detcrmifió hacer guerra hasta destruirle y despo-
jarle de cuanto tenia , y le fué á poner cerco en Carmona , cuando le lie-
garon las cartas del rey de Córdoba Geb war ; pero no mudó de propósito
por ellas , antes trató de apretar mas el cerco y desembarazarse de este
enemigo.
En Málaga luego que llegó la infausta nueva de la muerte de su rej
Yahye , avisaron este suceso á Abu Giafar Abmed ben Abi Muza , el
conocido por Aben Bokina , y^al eslavo Naja, que ambos tenían el go-
bierno de ios Albacenes Alies ^ en África , y sin tardanza vinieron á Es-
pada con Edris ben Aly ben Hamud , hermano del difunto Yabye, y le
proclamaron rey en Málaga , y le apellidaron Alolui y amir amume-
iiin. Estaba este Edris en Cebta , y al mismo tiempo tenia el gobierno
de Tanja , y dispusieron sus jeques que dejase en Cebta por vali á Ha-
cen, hijo del difunto Yahye, que no se atrevieron á proclamar á los
hijos de Yahye, porque eran mozos de poca edad. Eran estos Edris y
Hacen, que era el menor , y quedó en Cebta hasta él año 430 (tOS8), y
como eran niños fácilmente los persuadieron : fué esta jura do Edris el
ano 418 (1037). Era Edris muy virtuoso y humano , restituyó á sus casas
á los desterrados, y les dio sus bienes, y deshizo los embargos, y di6 las
aldeas y villas á los que antes pertenecían. Era muy caritativo y daba
cada giuma quinientas doblas de oro de limosna , era docto y visitaba
las escuelas , y no se desdeñaba de tratar á los pobres y humildes vasallos
que le buscaban : eran gobernadores de su imperio en África el eslavo
Álaja > y en Málaga Aben Rokina y su pariente Muza ben Aftn, este
era su wazir y hagib , y Bokina su caudíUo.
Con la nrisma ocasión de la muerte de Yahye , se suscitó otro partido
en Alhadrá á favor de los hijos de Akasom ben Hamud, de los cuales
cuidaba un honrado jeque de Almagarava , conocido por Abul Hegiag,
el cual sabida la muerte de Yahye congregó á los de Almagarava , que
estaban entonces en Algeziras, y dijo á los negros que eran la tropa de
aquel país : « Aquí os présenlo á estos mancely)s Muhamad y Hacen,
» hijo9 de Alcasem ben Hamud ; estos son vuestros señores , hijos de
» vuestros señores , estos serán vuestros caudillos y os harán felices sí
» corresponde con eil.es vuestra lealtad y vuestro valor. » Los negros
sacaron sus espadas y juraron obedecerlos y mantener sus derechos á
costa de sus propias vidas •. y Muhamad, aunque jo vencillo, les dio gra-
cias y les prometió que toda su vida se preciaría do compañero y caudi-
llo de sus negros.
En Granada Habus ben Macsan , sobrino del caudillo Habus ben
Macsan ben Zeiri de Sanhaga , señor de Elbira , siguiendo las insU^ic-
ciones de su lio , que á su partida para ^Umagréb le había dejado en su
logar el año 4:¿0 (1029), lejos de obedecer al nuevo rey de Córdoba prc-
Sjumió destronarle , y procuraba á este Qn alianzas con los de Málaga y
Carmona , contra el de Córdoba y Sevilla.
El catado d^ Almer^ y de Ma la parte meridional d^ Eqpafia, } 1^
M LOS ÁRABES EN BSPAJiíA. Slt
Un TcMia , Mafiviea y MiRoriea, eslalM en poder de leís Abméries ^
qw babian tenido aquellos goUernos desde el tiempo del hagib Alman*
zor Mohamad ben Abi Atner, y de sus hijos Abdelmelíc y Abderahman ;
j eo el tiempo de la gnerra civil siempre fueron leales á la familia de
V» Omeyas , y cuando Hairan Akmeri fué venado por el rey de Cór-
doba ben Hamud , que le quitó el estado y la vida i su pariente Zohair
Alamerí , que era entonces wali de Dcnía, aprovechando la ocasión de
b ^erra civil , y con ayuda de otros Alameries , se apoderó por fuerza
de amias de la ciudad de Akneria , que la tenia el cadi Muhamad ben
Akasem Znbeidí de Cairéwan, por favor del wali de Sevilla Aben Abed,
i qoien babia servido y facilitado ri fin de sus intenciones en tiempo de
Alcasem bea Hamud , rey de Córdoba ; y este sabio y valeroso cadi , go-
bemador de Almería, murió peleando en la entrada sangrienta de
Zohair en ella ; y dio Zohair el gobierno de Denia á Aly ben Mtigihaid ,
j á este Mugihaid su padre ben Abdala , llamado Abul Geix ,• que era
señor de las idas de Alayoríca , y se llamaba amir en su estado, y tenia
oaa hija casada con Aben Abed de Sevilla , dio la ciudad de GaistüloD.
Gobernaba las islas Abmed ben Raxie Abu Alabas , de los Beni Xobeid
de Mwda, varón justo y nmy docto , y estimado de los Alameries, y
ertnvo ea ellas y en su obediencia hasta que murió después del 4M
(101^. La tierra de Tadmir estaba asimismo en obediencia de Zohair,
j la tenia como alcadím ó adelantado el doble jeque Abu.Becar
Abmed ben Ishac ben Zaid ben Tahir Alcaysi , de las ilustres tribus de
Arabia, varón justo y tan moderado , que nunca se preció de otro titulo
que de ModheUm , ó desagraviador, y era admirable su celo y fidelidad
ai servido de los Alameries. Era rico y benéfico , que procuraba la fe-
licidad de su estado 9 y los pueUos de tierra de Murcia bendecian su go-
bjemo. Para colmo de su ventura tenia un hijo Ihimado Abderahman ,
que imitaba las virtudes de su padre en su juventud. Asimismo Valen-
cia y cuanto dependía de ella , que era mndia tierra de lo mejor de Ea*
pana , estaba en obedidicia de Abdelazic Abul Hasan ben Abderahman
ben Abi Amer, wali do Valencia, que por su nobleza y gran poderío se
intitulaba amir y Almanzor. Este era tan polilico que ganó á todos los
Alameries, y en especial á Zohair, y todos le miraban como su prin-
cipe , y al fin los heredó á todos : era wali y señor de Valencia desde el
aoo 412 (1021). Lebun y Mubaric, Alameries , teoian por él las ciudades
de Midiiter y de J¿tiva , de suerte que todos estos eran unidos entre si ,
y may desafectos del partido de Córdoba , y de su nuevo rey Gehwar.
Eo Zaragoia era amnr y absoluto ducíto Almondar ben Hud , hijo de
Vafaye ben Hnsein de los Ateglbies y Giuzamies , ilustres tribus de Ara-
bía. Se haUa apoderado de Zaragoza , y de casi toda España oriental
desde d principio de la guerra civil , pw avenencias concertadas con
Hairan el Alameri , y de wali de lá frontera , en donde su valor y proe-
zas le babian dado justamente el indilo titulo de Almanzor, y la coto-
fíanza da los r^es de Córdoba , llegó á ganar el amor de los pueblos txm
(u libecriidad y prudencia , y ctiando la elección de Gehwar^ respondió
iáaidole la enbarábuena ; pero se desentendió di^ lo que le dceia de obe-
3?0 UISTOftlA !)£ LA UOIlillACKMI
y rcooaocimiefilo ^ y no entciidia sino en defender sos frontens.
£a Huesca y en su Uerra mandaba cl wali Man bcn AlogíM , qae esUba
casado con Borija , hija de Abd^afaman el hagtb , hijo del oéiebrc Al-
manzor Muhamad bcn Abi Amer, de auerle que toda la parte de Es-
paña oriental y meridional estaba en poder de los Alameríes y Ategí-
bies, familias unidas con alianzas y paraitescos , que formaban un po-
deroso bando entre los reyes de laUas en Espada , muy apartados de
la obediencia del nue?o rey de Córdoba. .
En la Lusitania y Algarbe de Espalia , estaban apoderados los Beni
Alaflas , desde que Abdala ben Muslama Alegibi Aben Alafias de Me-
kines babia sucedido al persiano Sabúr, canuvero que (toa del rey
Alhakém, y en tiempo de Uixém II valí de Algarbe. Este caudillo per-
siano Hevó consigo k la frontera al joven Abdida Muslama , y le dio el
gobierno de Mérida , y le estimaba tanto que nada hacia sin su voluntad
y consejo , y le honró y distinguió mucho, de suerte que era como el
wali de aquella amelia ; y como en tiempo de la guerra dyil friiedesc
Sabár, le sucedió en el mando Abdala, y se docli^ dueño absoluto del
estado de Algarbe, y se apellidó Almanzor ; y estaba tan seguro de su
posesión y tan envanecido de su seilorio, que deqireció las cartas de
obediencia que le escribió el rey Gehwar, y declaró por su futuro su-
cesor á su bijo Muhamad , mancebo de grandes esperanzas; y tenia su
corte en Badalyoz , y eran sus parientes los Ategibies de Tortosa y de
Huesca , y los A ben Hudez de Zaragoza , y por esta razón uno de los mas
poderosos señores de España.
En Toledo se levanlócon d scñorio de la ciudad y de toda su tiara
el hagib Ismail ben Dylnún , que se apellidaba Masroldauk Ahmidafor,
caudUlo ilustre de gran valw, y de muy altos y ambiciosoa pensamien-
tos, que aspiraba á la soberanía de toda España , y pretendia por su no-
bleza y antigua sucesión en los principales gobiernos de España , que se
le preQriese á los amires do Córdoba y de SeviUa : y como Gehwar le
hubiese enviado sus cartas do homenagc para que le reconociese y ju-
rase obediencia, le respondió con desprecio y altaneria, diciénd(4c que
se contentase con mandar cu cl rincón que de prestado tenia en Cór-
doba , mientras sus débiles vecinos se lo permitian , que él no reconocía
en España ni fuera do ella mas serrano que al del cielo. Con este po-
deroso principe estaba unido el señor de Azahila y de Santa María de
Aben Racin , llamado Huceil ben (3ialf ben Mib ben Racin , que había
heredado el territorio de Sábila en lo de Córdoba, y el de Sania María
de Oriente, que se decía Santa María de Aben Racin de Aben Aslai , y
eran dueños dceslasciudadesdesdcelaño40t(IOt1},y fué el primer señor
de ellas d hagib Iz el Daula Abu Muhamad Huceil ben Racia. Estaba
también protegido de Alraondar ben Yahye , y con el favor de estos se-
ñores poderosos que conCnaban con sus estados no temió el despreciar
ks cartas de Gehwar, rey de Córdoba , ni sus amenazas sirvieron para
otra cosa que para fomentar la discordia y dar principio á la guerra rí-
vil. Las ciudades de Wolba , Libia y Gecira Saltis estaban en poder de
los Yahyes Yahsebis, ^ne eran valles de Libia después de su padre
DE LOS ARAB£S"£?f ESPAÑA. 331
Aluned, que se habia hecbo dueño de aqaeUa tierra desde el afio 410
(1 Of 9) : era de estos Ayub , wafi y alcadi de Córdoba , en tiempo del
hagíb Almanzor, y esta familia siempre se mantuvo leal á los reyes de
Córdoba , y procuró la concordia y avenencia de los reyes de Andalu-
cía. Santa María de Algarbe, que es puerto de Oksonoba , sobre el mar
Océano Occidental, estaba en poder del vrazir Ahmed ben Suid Abu
Gyi^, que fué latib de Zoleyman Almostain Bila , rey de España , y la
tenía por juro de heredad con Said ben Harun Abu Otman de Mérida,
su yerno , que hiegola heredó de su suegro, que llamaban Abu Adub.
Aben Abed , señor de Sevilla, apuraba cada día mas á Muhamad ben
AtMlala el Barceli en Carmena : teníale cercado y en tanto estrecho, que
viéndose forzado á rendirse por falta de proTÍsiones por no caer en ma-
nos de su enemigo , se escapó con algunos pocos de los suyos , mientras
los de la dudad se entregaban al de Sevilla , y se fué á Ecíja , que tam-
bién era suya ; pero no se tuvo por seguro en ella, y partió á implorar
el auxilio de Edris , rey de Málaga , y á su hijo envió al señor Ae San-
haga , que era dueño de Elbira y de Granada , para que le favoreciesen.
Este generoso caudillo vino en su ayuda por sii persona con escogida
caballería, y el rey Edris de Málaga envió en su socorro á su vicir
Aben fiokina, con buena hueste , que ambos principes temían las am-
biciosas intenciones de Aben Abed. No se descuidó Muhamad Aben
Abed , y sabiendo el aparato de tropas que se juntaba contra el, envió
á su Mjo Ismail y su escogida hueste á encontrar á los aliados del Bar-
celi , seílor de Carmena , y encontró estas huestes antes que se uniesen ,
y las vendó y desbarató con mujcha fortuna , y como Aben Abed supiese
la wkiariaLy envió una compañía de valientes caballeros, para que uni-
dos con su hijo persiguiesen al señor de Sanhaga y al caudillo Aben
fiokina* Giirrieron los de Aben Abed con tanta diligenda que alcanza-
ron al señor de Sanhaga , y este temiendo ser derrotado por ^1 mayor
oúmero y por la ventaja de la primera victoria , ordenó sus haces , y
envió á gran prisa á avisar al caudillo de Málaga Aben Bokina , que no
estaba mas que una hora de distancia , díciéndolc que sin falta viniese en
su ayuda , que él mantenia la batalla , y si él sobreviniese era sc^ra la
victoria. Acometiéronse con mucho valor ambas huestes, y cuando ya
k» de Sevilla llegaban á las banderas de los de Sanhaga, acometieron
de improviso los de Aben Bokina -, y los que ya se creian vencedores ,
sorprendidos con el acontedmiento de esta nueva gente , se aeobarda-
rnn y tomaron brida , y con gran desorden dejaron la batalla , y los
aliados hideron gran matanza en ellos , y murió en la retirada peleando
romo bueno Ismail , hijo de Muhamad Aben Abed , y le cortaron la c^
beza que enviaron los de Málaga á su rey Edris , que andaba enfermizo
y estaba entonces en los montes de Yebaster, y se alegró mucho de este
vcntoroso suceso de sus armas.
La aneva de este desmán dio gran pesar al señor de Sevilla, y te-
mieodo qnefiehvrar de Córdoba aprovechase esta ocasión contra él , y
que entre todos le destruyesen , para alucinar á la plebe , y dar un pre-
texto menos odioso á sus guerras y pretcnsiones , so valiódc esta Gccion .
322 HISTORU Dfi LA DOmNAGION
Divulgó que el rey Hixém Almuyad ben Albakem , del cual ya tksDpo
antes nada se sabia , que había ahora parecido en Calatrava , y qac este
desgraciado principe había venido á implorar su auxilio , y se valia de
él para recuperar el trono de España , y que el le tenia hospedado en su
alcázar, y le habia prometido restituirle en su reino « y servirle en esto
como á su verdadero y natural señor, y escribió muchas cartas de este
falso aparecimiento á los jeques y adelantados de las provincias, y á
otros walíes de ciudades principales de España y de África, y a^&)s
pocos demasiado crédulos le dieron fe, y le prestaron obediencia , y se
declararon en su favor, y en algunas partes se hi^o la chotba por el rey
Híxém Almuyad , y en las zecas de Sevilla se acuñó moneda en su nom*
brc para dar mas color á la fábula. Sin embargo , los mas astutos y po-
líticos despreciaron esto y las hablillas del populadlo, que duraron
algunos años, desde la luna de Muharram del ano 4d7 (1036) , y no
sirvieron poco para establecer sus cosas y ordenarlo que convenia á sus
intentos , al mismo tiempo que estorbaban las miras de concordia y
avenencia que tenia el rey Gehwar, pues parece fatalidad del género
humano , que las mas veces la fortuna abandona á los bien intenciona-
dos, y sigue el carro de triunfo de los atrevidos y ambiciosos malvados:
eran en verdad aauellos tiempos enemigos de la virtud y de la justicia,
y los walíes de toda España , con desmedida codicia ó vana ambición , no
atendían sino á sus particulares intereses , y despreciaban los consejos
de bien común , y las quejas y amonestaciones de Gehwar .
CAPITULO II.
Gu«rrts civUet entre los muslimef.
^^ . •
El ejército de los príncipes aliados de Málaga , Granada y Carmona
acamparon en Alcalá en comarca de Sevilla, y Muhamad bcn Abdalael
Barceli ocupó otra vez la ciudad de Carmona , y unido á sus aliados
salló con su gente á correr con ellos la tierra de Sevilla. Estas podero-
sas cabilas ei.tendieron sus algaras hasta las cercanías de la ciudad , y
llegaron talando y quemando hasta entrar en Atrayana. El señor de
Sevilla allegó las reliquias de su hueste, y con su industria y riquezas,
y con el valor de Ayúb ben Amer bcn Yahye Yahsebi de Libia , caudillo
de su caballería, logró vencerá los abados en diversas escaramuzas, y
los rechazó y arredró de sus comarcas, y descontentos del mal suceso, y
culpándose unos á otros déla poca ventura de la guerra , se desunieron.
y cada uno se tornó á su casa. El caudillo Ayúb creyó asegurar con es-
tos servicios que hizo s\ señor de Sevilla la posesión de la tierra de
Welba y Gezira Saltis , que tenia en tenencia , y gobernarlas como so-
berano, asi como hacia Ahmed Yahsebi , sn hermano, en Libia, doodi*
tenia un absoluto señorío , á pesar de Aben Abed de Sevilla y de Aben
Alafias de Badajoz ^ que preíondiau disimuladan)ente hacei^e dueñ<»s di*
«•slos estados.
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 323
Acaeció en este tiempo (1039) la muerte del Edris ben Aly , rey de
3Iabga, que andaba enrermizo , y el caudillo Aben Bokina procuró que
succíOese en el trono Yahye ben Edrís , el conocido por Hayan : los
jeques y principales señores de la ciudad y su comarca se convinieron
eo jurarle, y asi se bizo con general aplauso. Cuando la nueva de la
muerte de Edrís ben Aly llegó á Gcbta , donde gobernaba el eslavo Naja ,
IiMfo dejó en su lugar áotro caudillo eslavo de su conGanza , y atravesó
el estrecho y pasó á Málaga con Hacen ben Yahye, con ánimo de coro-
nar á este principe , á quien había criado y le dominaba , y asi pensaba
tener ambos estados en su poder. Cuando Aben Bokina supo que estos
habían desembarcado, salió de la ciudad contra ellos, con una escogida
cofnpañía de valientes caballeros, y el eslavo Naja y el principe Hacen
«• Tíeron forzados á retraerse á la Alcazaba , donde entraron por inte-
%eDcia que tenían con su alcaide , y alli los cercaron con mucho rigor
J eropeOo : la gente de Hacen era también muy esforzada , y se defen-
diau con mucho valor y constancia , y en las salidas y rebatos hacían
grave daño á los cercadores. Gomo el sitio se alargaba , y faltase provi-
sión á los de Hacen , propuso el eslavo Naja que se compusiesen , y
it)ncertaron por avenencia que Hacen tornase á su gobierno de Ccbta
y Tanja, y Edris quedase señor de Málaga y de sus tierras , y logró el
eslavo Naja que Edrís tomase por wazir á un poderoso comerciante ,
llamado Axetayfa, de quien Naja confiaba mucho : así salió este eslavo
y los suyos del cerco en que estaban muy apurados , y sin esperanzas
<ic socorro. Con esto se tornó Hacen á sus gobiernos de Tanja y Cebta.
Estaba casado con una prima suya , llamada Asafia , hija de su tio Edris ,
hermano de Aly, que por consideración á esta no se había alzado con el
^mTiodcCebta ,* pero el eslavo Naja por amores á la hermosa Asafia ,
^l^^que es mas cierto, por codicia del mando, á los dos anos asesinó al
principe Hacen ben Yahye , pretendiendo sucederle en el trono y en el
le* ho. Gomo llegase á Málaga la nueva de la muerte de Hacen Edris de
Málaga, avisó á sus parientes para que se unieran con él , y tomaran
venganza de esta maldad. Naja no se descuidó en allegar sus parciales ,
y pasó con ellos á Andalucía con ánimo de suscitar discordia entre los
Alies de ella , y dicen que antes de salir asesinó á un hijo pequeño de
Hacen , aunque otros dicen que murió de enfermedad ; Dios lo sabe.
^'jóen Cebta y Tanja por wah á Merubad Bihi ben Alcslabi. Como
t^nía de antemano meditadas estas maldades , traía consigo gran caba-
llería con dobles pagas , y pasó con gran Ilota , y luego se apoderó de las
^>a fortalezas de Málaga y de su alcázar, entrando en él por sorpresa é
inicligencia con el Xetíiyfa , y pusieron como en prisión al rey Edris en
'u propia cámara , y no peasaba menos que en matarle y hacerse dueño
'i" cuanto tenían los Alies Alhacenes en Espaiia y África. Sirvió mucho
•i ''US intentos el Xctay fa con su autoridad y riquezas , dando abundantes
pnivísioQcs y dobles pagas á los berberíes, y demás gente allegadiza y
l^aldia que se les juntó.
La iiue\a de estas violencias llegó á Algezíra , y al punto Muhamad
l^^'u Alcascm allegó sus gentes para venir contra los eslavos á Málaga,
m * mSTORIA DE L.Í DOWNAaCK^
en fiíTor de SU pariente Edris; pero Naja esparciendo voces de qae venia
Mohamad á enseñorearse de la dudad , salió con los suyos á recibir á
esta gente j pelear con ella : j estando ya en el camino , algunos jeques
de k» que andaban en su compañía , y no le scrvian de bueoa fe, le
aconsejaron que debía tornarse á Málaga , y esperar en día á los ene-
migos, y escribir á Gcbta y Tanja para que le yiniese mas gente, jél
respondió que solo quería yolver con algunos caballeros á terminar
cierta diligencia muy importante. Era su ánimo quitar la yida á Edris j
á otros de sus parciales y mas fieles servidores : y como para esto tor-
nase solo con poca compaña de sus caballeros eslavos , los jeques anda-
luces y algunos caudillos de Málaga , que habían salido con éL en aque-
lla hueste , saliéronles ti atajo cuando llegaban á ciertas angosturas j
malos pasos del camino , y allí les acometieron y alancearon , y acabaroa
con el eslavo Naja , y con diez de los suyos. Entonces se adelantaron dos
cabalteros de estos , y entraron corriendo en Málaga , gritandoalbríciaSf
albricias; victoria, victoria; y llegando adonde estaba el XeUyfale
despedazaron á cuchflladas , y revuelto j alborotado el pueblo sacaron
por las calles á su rey Edris, y le proclamaron , y d rey sosegó al pu^
blo y evitó el derramamiento de sangre que amenazaba á los pardales
y parientes del Xetayfa , y otros eslavos que habia cu la ciudad. Los de
la hueste de Naja , cuando supieron la suerte de su wali , se dtepersaron ;
muchos se pasaron á África , y otros se acogieron al servicio de Mnba-
mad ben Alcasim de Algecira , l^iciéndose vasallos del mismo contra
quien iban á pelear : asimismo Muhamad , avisado de Edris de todo lo
MKedtdo 9 despidió su gente y se estuvo en Algezira:
Estos acaecimientos estorbaban las intenciones de reunión y de pai
dd rey Geh war de Córdoba , que con gran pesar veia encenderse mas j
mas el fuego de la discordia y guerra civil, y como no aprovechaban
sus paternales consejos , ni la suavidad y buen término de sus razones ;
la ambición de algunos amires y lá codicia de los walies y alcaides to
hacia insensibles á las razones de justicia y do bien común , y níngooo
atendia sino á sos particulares intereses : donde la violencia no teoia
lugar, lo alcanzaba la liberalidad , la política y aparentes ventajas , en-
labiaba á los pueblos , y en especial á la gente menuda .- así estaba Es-
paña dKvidida y tiranizada de tantos reyes de taifas como provincias,
que con el ruido de las armas , bandos y discordia , no se oía la vozdd
justo y benéfico rey de Córdoba. Viendo pues Gehwar que sus persua-
siones eran ineficaces, probó á sujetar por fuerza de armas á los mas
vecinos y menos poderosos , y envió su caudillo con escogida caballería
á ocupar la campiña de Azahila , que tenía como suya propia Hasain-
Baula ben Huzeil Aben Racin, señor de otto territorio en Santa María
de Oriente , que tenia el nonriire de Santa Maria de Aben Radn. Oca-
paron las tropas de 0!Hrdoba algunos lugares , y el señor de Azahila im-
plor6el auxilio de su vecino Ismail ben Dylnün , señor de Toledo, que
luego tomó á su cargo la defensa y protección de Ben Huzeil Abu Moh
hamad , conocido por Aben Aslay : y allegó gran hueste , y la enTíó
contra los de Córdoba : recuperaron los pueblos de Azahila con mucha
I>E LOS ÁRABES EN ESPAÑA, Vt&
Cuffidadf porque d sefior de aquella tierra era muy amado desns pae-
Uos pe»* sa afabOidad j buen trato, y todos Ue?aron 5a yoz en esta oca-
síoo contra los de Córdoba.
Eq este tiempo Mondar bcn Yahye ben Hud , rey de Zaragoza , nno
de los cuatro jHrincipales amires qne aspiraban al seilorio de España ,
había pasado á Granada para concertar ciertas alianzas y partidos con
Habnz ben Maksan , sejior de Granada , de Elbira y Gicn ; pero entre*
tenido algnn tiempo en tanto que se congregaba la gente que debia
acaudillar sa pariente Abdala ben Alhakem , este mismo caudillo con
ocasión de unos bien fundados zelos , mató á su pariente el rey de Za-
ragoza el dia 10 de DyUíagia del aik> 430 (1039) , y luego fué la nue^a
de su muerte á Zaragoza , y en el mismo dia fué proclamaál» su hijo
Zaleyman ben Mondar ben Hud, señor de Lérida , príncipe excelente ,
que mereció eterna fama por sus proezas j y se apellid^a Abu Ayub
bcn Mubamad Mondar y Almostain Bila, y principió i reinar en la
parte de España oriental, en la luna de Mubarram, primera del
ano 431 (1040). Abu Ayub Zoleyman ben Mubamad , llamado Almos-
tain Bila, era sahib de Lérida , y se le unió el reino de Zarcusta y sus
comarcas después de la muerte de Almondar ben Yabye Ategibi , ¿
quien cortó la cabeza su primo Abdala ben Hakim en su palacio , en la
lona de Dylbagia , año 430 , y fué proclamado Aben Hud : después se lo
amotinó el pueblo de Zarcusta , y se retiró a Rot Alyeud , castiUo in-
accesible , dionde había llevado sus tesoros , y dejó robado el alcázar de
Zarcusta y el pueblo dos años * : te robó también hasta los mármoles , y
se hubiera arruinado á no haberle sucedido tan presto Zuleyman ben
Hod en Muharram del 431 .
Mohamad ben Yahye, wali deHuesca, pasóáYalencia, dondele recibió
omy bien Abdelaziz AbulHasan ben Abi Amer, que era señor de aquella
dudad y su tierra , y dio Abddaziz en matrimonio dos hijas suyas á dos
hijos mancebos de este wali ; el unoera AbulahuasMan, y el otro Samida
AbnOlba ; y acabadas- las fiestas y waUmas de estos casamioitos, partió
d wali Mubamad para Oriente , y se embarcó, y poco después hubo
Duera de como murió ahogado en el mar. En este tiempo adoleció Zo*
haír Alameri el eslayo , señor de Almería y de gran comarca en Es-
pañameridional, y de esta dolencia falleció el año 432(1041), dechnrando
por saccsor en todas sus tierras y señoríos á Abdelaziz Abul Hasan,
señcv de Talenda, que se apellidaba Ahnanzor , y este principe puso
por sa addantado y naib en Almería ásu yerno Man AbuaUraas, jpMi
¡milenio aquel estado con mucha prudencia , y fué bien quisto de sus
pneMoa, y estableció su estado independiente , que fué muy considerable
m todo su tiempo.
El aeilCHr de Sevilla , viendo qae sus enonigos se habían desunido ,
so qutao yá valerse de la fábula del rey Uixém II que había fingido , y
para servirse todavía de ella en sus intereses, divulgó que había muerto
d rej^ y pofaMcó cartas suyas en que le dedarata sucesor de sa im-
• s«BalttootcttrkhMltpcfOMlo|NidÍerM€taf«riad iclwCoMr^BIsrlftaa^
326 HISTOltU DE LA DOMmAClON
perio, j vengador de sus enemigos. Estas cosas, aonqnc valianpoGO
entre los poderosos, servían bastante para con el vulgo, j con los Ala-
meríes que amaban hasta las fábulas y sombras del poder y autoridad
de los Omeyas : asi que toda la parte meridional de España se declaró
del bando de Aben Abed, y mantenía con él secretas y públicas inteli-
gencias. En el año 432 (1041] nació un nieto al rey Aben Abed, de su
hijo el príncipe Muhamad, y de una princesa de Denía, hija del amir
Mugiahid Abul Geix , señor de Mayorca y de Depia : este nacimiento
fué observado por los astrólogos de orden del rey su abuelo , y le anan-
ciaron las posiciones planetarias grandeza y prosperidad ; pero que al
fin de sus días la luna llena de fortuna menguaría y padecería eclipse
notable. Y en el punto que este rey se disponía para salir contra sus
enemigos con gran x^balleria , atajó el Señor sus pasos con una enfer-
medad de la cual falleció en la noche penúltima de Giumada primen
del año 433 (1042) % y le trasladó de los alcázares de Sevilla á los del
paraíso. Fué muy sentida la muerte de este amir en toda su tierra , por
sus excelentes prendas reales : y proclamaron el dia 2 de Giumada
postrera á su hijo Muhamad Aben Abéd , llamado Almoateded. Era este
principe hermoso en su persona y de admirable ingenio ; pero muj
voluptuoso, amigo de mugeres y no menos cruel. Ya en tiempo de su
padre tenia un precioso harem con setenta esclavas hermosas de di-
ferentes países traídas a gran precio , y mantenidas con profusión j
prodigalidad : luego que fué rey absoluto cuenta Aben Haya que
tenia ochocientas doncellas para su servicio y delicias : sin em-
bargo amaba con entrañable amorata hija de Mugihaid Alamcri,
señor de Gastillon , hermana de Aly ben Mugihaid , príncipe de Denia ,
que por este parentesco había procurado su padre mantener á sn de-
voción á los Alaij^eries. Escribía Almoateded elegantes versos que
juntó en colección el hijo de su hermano Ismail : era algo impío, i
lo menos tenia fama de poco religioso ; y en los veinte y cinco castillos
de su señorío no edíGcó sino una aljama y un alminbar : labró en Ron-
da una hermosa casa de placer, y mantenía en ella la familia que
convenía para cuidarla : en el alcázar de Sevilla guardaba en una
alacena muy preciosa varias tazas guarnecidas de oro y de jacintos,
esmeraldas y rubíes, hechas de los cráneos de personas principales des-
cabezadas por su mano y espada , ó por su padre , y allí estaba la cabeza
del amir Yahye ben Aly , la del hagib Aben Hazvun , la de Aben Cbúg,
y otras muchas que fue jupiando su crueldad. Al fin de este ano de
434 falleció el wali de Santa María de Oksonoba én Algarbe , llamado
Saidben Harun, y heredó su estado su hijo Muhamad ben Said.
1 Dice Adel Halim que el c«dí Ismail ben Abed raUeció afio I3i.
DE LOS ÁRABES EN ESPAftA. 327
CAíiTüLo m.
HoMTle del rey át Oórdobi GehWaf , y le sucede sa hijo Muhamad. Continua la guerra
enir« los nrasUmeB.
Annqae los sucesos de la gueiira que hacia el rey Gehwar de Córdoba
contra el señor de Ataliila , y contra su protector Ismail ben Dyinún ,
rey de Toledo, no eran muy yentnrosos , los de Córdoba y sas comarcas
se esforzaban cuanto podían en servicios de su señor , ofreciéndose gu&-
tosos á tos peligros de una infeliz y sangrienta guerra , obligados de su
beoéGcoy sabio gobierno, y de su admirable justicia ; porque si la dura
necesidad de la guerra les ofreció justos y honrosos peligros en la fron-
tera, en lo interior estaba todo en suma seguridad y quietud, y como en
la mas tranquila paz habia en todos sus pueblos abundancia y buen
orden , demanera que no cesaban de bendecir su nombre , y le llamaban
padre del pueblo y defensor del estado, y cuando en toda su tierra no
babia mas temor que el de su muerte , acaeció esta en la noche de
Giuma, 6deMuharram, algunos dicen de Safcr , del año 435 (1044).
Acabada la pompa funeral del rey Gehwar , que siguieron con lágri-
mas todos los vecinos de Córdoba , y hasta las retiradas doncellas salieron
detras de su féretro derramando preciosas lágrimas, fué proclamado
rey su hijo Muhamad ben Gehwar Abul Walid. Era varón virtuoso y
prudente , digno hijo de tan buen padre ; pero de Salud quebrantada y
enfermiza. Juráronle obediencia la aljama y mczuar de Córdoba, y en
todos sci templaba el sentimiento de la muerte del padre , con las espe-
ranzas que fundaban en las virtudes del hijo ; pero el tiempo era cruel
7 muy contrario á las pacificas virtudes que resplandecían en estog
reyes. Luego que subió al trono se propuso procurar avenencias con el
rej de Tolelo y el señor de Azahiía , creyendo que no podía ser muy
venturosa la guerra contra tan poderosos enemigos • pero como estos le
respondiesen con altanería y desprecio, encargó la continuación de la
(Tuerra á su hijo Walid , y al caudillo Hafiz, ben Alhakem ben Alcasha,
que estaba de frontera en Calatrava , y allegando sus gentes corrieron
la comarca de sus contrarios, haciendo en ella notable mal y daño : en
este año de 436 (1045) murió en su ciudad de Denia el amir Mugía-
Ud, señor de Mayorca , suegro de Aben Abed.
Entre tanto Zuleyman ben Hud , rey de Zaragoza , mantenía con
nmcha constancia la guerra que le hacían los cristianos de taparte de
Afranc y lh>nteras orientales de España, y las mantenía y amparaba
oon indecible valor, haciendo mucho mal á sus enemigos : recobró
las fortalezas de Bardania, y cuando mas ocupado estaba en la santa
guerra en ensalzamiento del Islam , murió coronado de triunfos , y
sin duda el Señor recompensó sus heroicos pasos con galardón eterno,
en el año 438 (i 046) , y túé puesto en su lugar su hijo Ahmed Abu Gia-
far , llamado Almactadir , que imitó las virtudes de su padre , y ol celo
328 HBTOBU DE LA DOlPlIAaON
de la rcIigioD le tavo en continuas guerras , y fué muy esforzado y Tea*
turóse caudillo.
£1 rey Aben Abed de Sevilla continuaba la guerra contra el seitor de
Garmona Muhamad el Barceli , y contra sus aliados de Malina y de
Granada, y había entre ellos frecuentes correrías, y se entrábanlos
pueblos , se talaban los campos y robaban los ganadk)s , siendo eotrc
ellos muy varia la suerte de la guerra. Por otra parte el rey de Toledo,
viendo que los caudillcfis de Córdoba le corrían las tierras y talaban los
campos, quiso hacer un poderoso esfu^'zo y terrible entrada en la co-
marca de Córdoba , y para esto escribió á sus alcaides , y ¿ su yerno
Abdelmelic Almudafar , hijo de Abdelaziz , rey de Valencia , y á su wali
Abu Amir ben Alferág , que estaba en Conca por el señor de Valencia,
para que le enviasen gente de Xelba , Alarcon y Conca , para hacer sa
entrada en tierra de Córdoba. Asimismo concertó treguas con los de
Galicia y Castilla , para estar noas desembarazado , y hacer mas de pro-
pósito esta guerra. Abdelaziz,rey de Valencia, aconsejó á su hijoqoe no
negase al rey de Tdedo cosa que le pidiese , y escribió á todos sus al-
caides para que con sus gentes fuesen en su compañia. Concertáronse
estas alianzas el año 440 (1048), y asi con poderosa hueste entró en
tierras del rey de Córdoba , y venció en varías escaramuzas al candiOo
Haríz ben Alhakem, y ocupó muchas fortalezas de la frontera, tanto
que ya no osaba este esforzado caudillo entrar en campo de los de To-
ledo, y evitaba con estratagemas el venir á batalla Como viese Muha-
mad, rey de Córdoba , que no podía resistir solo á tan poderoso con-
trarío , trató asimismo de solicitar alianzas por su parte con sus vecinos,
y con su ayuda ponerse en estado de contener el ardimiento de Dylnún
de Toledo, y envió sus cartas á Muhamad Aben Abed Abu Amni de
Sevilla, rogándole que quisiese ser su amigo, y unirse con él contra d
rey de Toledo, pues ya no se trataba solo del imperio de Córdoba, sino
de la libertad de todos los estados de Andalucía. Respondió á sus cartas y
mensagerias Abu Amru Muhamad Aben Abed, diciéndole quenada de-
seaba mas que su amistad, que bien sabia su hijo Abddmelic ^alkl
cuanto le amaba , que contasen con su amistad , si bien esta les podía
servir de poco provecho al presente, por estar como embarazado en
continuas guerras con sus muchos enemigos ; que le traían muy oco*
pado , que siempre les ayudaría , aunque no como él quisiera. Con esta
respuesta holgó mucho el rey de Córdoba , y envió sus cartas al señor de
Algarbe Aben Alaftas, pidiéndole asimismo que fuese su aliado, y le
ayudase contra sus enemigos. La generosidad de Aben Alaf se manifestó
en esta ocasión , ylucgosinceramentese ofreció á concertarse una triple
alianza entre Muhamad Aben Gehwar, rey de Córdoba, Muhamad Aben
Abed, rey de Sevilla^ y él; y envió sus cartas y mensageros á Sevilla,
dando sus poderes para cqpGrmarlas á su nombre al wazir Ayuh ben
Amer el Yahsebi de Libia. Congregáronse los vrazires comistoaados en
Sevilla , y después de varias contestaciones se concertó la alianza en la
luna de Babii primera del año 443 (1051) , para ayuda y reciproca de-
fensa de sus estados contra los enemigos de f ^era , que qniaieten oprimir
DE LOS ÁRABES BN ESPAftA« 3M
bliiertadde los paridos de Andakida , ópierrear contra sos sobe-
nix», 8ÍQ que ellos entre si se opusiesen á sos particulares intereses j
gobjerno, ni á las satisfacciones y derechos redprocos que entre ellos
Imbiese al presente, ú en iidehuate se suscitasen. Gomo concurrían á
esta janla los jeques y principales señores de la tierra, los se£k>res de
libia, HoeÜMi, Gexíra Saltis, y Muhamad ben Said, señor de Santa María
de Algarbe y de Oksonoba , pretendían ser incluidos en esta alianza , y
que seles tuyiese como soberanos , y apoyaba esta pretensión el wazir
Ajob ben Amer el Yahsebi , que era de esta familia ; pero Abu Amm
Jíohamad Aben Abed de Sevilla se opusa á esta pretensión, y dijo :
qoe no eran sino meros arrayaces , que tenían por él aquellas tierras en
Iniencia de por vida , y que siendo como eran sus vasallos, no podia
coQseotir que en su presencia representasen soberanía de reyes de tai-
fas, que su padre las había concedido , y después de la muerte de Ahmed
Yahsebi el año 433 (1042) , las habia heredado con lapisma calidad Ab-
dehzic Yahsebi , y sus hermanos, y que no los podia mirar como abso-
lutos dueños de ellas. Y desde este punto pensó restituirlas á su estado
de Córdoba , por fuerza ó por grado. Aben Alafias quedó poco satis-
fecho de la aTcnenda, y el de Córdoba ni mas ni menos, porque todo
se conduyó á favor del de Sevilla ,* pero hubo de disimular por la ne-
cesidad que de su ayuda tenia. Obsequió mucho Aben Abed á los comi-
sonados de Badalyoz, Algarbe y Córdoba, y á los jeques que habían
Tenido á la junta , y todos se despidieron de él , mas contentos de su li-
beralidad y magnificencia que de su buena fe.
£ii este aho 443 (1051) falleció Man Alahuas , señor de Almería , y le
wcedió en el mando su hijo Abu Yahye Muhamad ben Man , al cual
había hecho jurar por sucesor de su estado antes que tuviera diez y
odx) años cumpbdos, y se apellidó Moez-Daula , y se trató desde lu<^o
como soberano , y en su proclamación fué intitulado Almoatesim Bila y
Ahiatíc fiifadlada, y otros títulos augustos al estilo de los califas de
Oriente. Era este mancebo hermoso de cuerpo y de ánimo magnifico ,
sabio, liberal y virtuoso, tan ben^oo y humano que ganaba los cora*
zones de ricos y pobres , y atraía ¿ su corte ¿ todos los sabios de Oriente,
África , y de las otras partes de Europa , y los honraba y favorecía mas
<|oe los otros reyes de su tiempo. Dalia un día de cada semana al trato
7 conversación de los sabios , y tenia en su propio palacio al célebre
poeta Aba Abdalaben Alhedád , y á Ben Ibada, y Ben Bolita , y á Aber
Malic, ingenios sobresalientes de aquel tiempo. Luego que subió al
tftHio tuvo guerra con su hermano Somida Abu Otabi , que le quiso dis-
putar la soberanía ; pero no adelantó nada, y le fué forzoso contentarse
ooo su suerte, y quedar á merced de su buen hermano, que le trató
úempre bren , y le honró en su corte. Emparentó Aben Man con los
walies de Denia por casamiento con la hija de Mugihaid Alameri , y á
este dio en matrimonio una hija suya de mucha discreción y hermosura.
Ll rey de Sevilla, para cumplir con lo concertado en la tregua, envió
una compañía de quinientos caballos acaudillados de Omar de Oksonoba,
pira auxiliar al rey de C<M(Aa contra sus enemigos de Toledo.
380 BOrrÓiftU DE LA IMHUÑitilM
Aba Keld Abdelaziz Albecri, seftor de Haelba y Sdfis, y Alimed Aben
Yahye Yahsd>i, señor de Libia, j Mahamad ben Said, s^r de Oluonoba
y de Santa María de Algarbe , muy ofendidos de Aben Abed , se oft^
cleron á pasar en ayuda de Muhamad ben Gehwar , rey de C6rdoba , y
enviaron cierto núynero de caballos que unidos á los que pasaban de
Badajoz fueron á tierra de Córdoba. Quiso Abu Amra Muhamad Abeo
Abed aproyechar esta ocasión , y envió á su hijo con escogida caballe-
ría á recobrar aquellas tenencias que poseia Abu Zeid Abdelaziz, y como
se viese sin Cierzas para defenderse entregó la ciudad de Libia por ave-
nencia , y trasladó sus tesoros y principales riquezas ¿ Gecira Saitis ;
pero como Aben Abed se apoderase de Huelba, no se consideró Abde-
laziz segtiro en Gezira Saitis , porque entendió que los de la isla Icnian
inteligencias con los de Sevilla y trataban de perderle : asi que se pasó
á una muy i\ierte torré en medio del agua que está delante de la isla, y
llevó á ella sus riquezas y los* mas leales de su casa ; luego le cercaron en
ella y estorbaron que llegasen barcos con provisiones para los de la
torre, y trató de escapar secretamente porque el cruel y tirano Aben
Abed no le concedió partido alguno , sino que se pusiera en su poder,
y estorbó que nadie le prestase auxilio ni le diese nave en que marchase
por mar : y con mucho secreto y diligencia consiguió Abdelaziz ajustar
una en di(*z mil doblas de oro ; y asi salió de noche de la torre con sn
familia y lo mas precioso de sus bienes, y siguiendo la costa salió en
tierra á buena distancia , y anduvo errante algún tiempo por tierra de
Bazal hasta que le avisaron que le perseguían de orden de Aba Amrn,
y que corria gran riesgo su persona. Asi que se acogió al señor de Car-
mona que le envió caballos para que se salvase , y después de haberle
hospedado y regalado algún tiempo en su casa , le dio caballos y com-
pañía para pasar con seguridad á Toledo ó á Córdoba donde creyese
estar mas seguro; pero Abdelaziz quiso ampararse de la protección de
Muhamad Aben Gehwar de Córdoba , que le hizo muy buena acogida ,
como su nobleza y lealtad merecían , pues en todos tiempos los de esta
familia habian sido fleles servidores de los reyes de España en los tiem-
pos florecientes de los Omeyas. El infante de Sevilla Muhamad Aben
Abed, acabada la conquistare Gezira Saitis, año 444 (1052), pasó á lo-
mar la ciudad de Oksonoba y su puerto de Santa María de Algarbe que
poseia por juro de heredad Muhamad ben Said, y á Xilbe, que era de
sus dependencias, y allí se le allegó un noble mancebo llamado Muha-
mad Aben Omar ben Huscim Almahri , de la caria de Xombos cerca de
Xilbe : era hermoso y de excelente ingenio, erudito, buen poeta y muy
político. Todas estas prendas reconoció el infante Muhamad, que en
nada cedía á este , y le llevó consigo después de la conquista de Algarbe
á Sevilla, donde también su padre el rey Muhamad se pagó macho do
su ingenio , y este fué el principio de la gran privanza de Aben Omar,
y ocasión de manifestar su talento y hacerse famoso eti España y fuera
de ella.
Dio el rey Muhamad Aben Abed la tenencia de Libia en fleldad al cau-
dillo de caballería Abdala ben Abdelaziz , diciéndole que se la daba por
DE LOS ÁRABES EN ESPAffA. 331
SOS buenos servicios y no porque Abdelaziz su padre la había tenido : y
era bien merecido premio, pues fué tanta la nobleza de este caudillo,
que por servir á su rey y señor el de Sevilla, hizo guerra muy leal-
mente al señor de Carmona, cercándole en aquella su ciudad en que
poco antes había acogido y hospedado generosamente á su fugitivo y
perseguido padre; y apretó tanto el cerco , que los vecinos na pudiendo
safrír mas las incomodidades del sitio , y cansados de las fatigas de tan
larga defensa , trataron de entregar la ciudad y diciendo que no querían
morir de hambre por quien no los podia defender. Llegó á entender es-
tas intervenciones Muhamad el Barceli , y de secreto partió una noche
déla ciudad y huyó á Málaga ; los vecinos, cuando supieron su fuga, en-
tregaron la fortaleza y se declararon vasallos de Muhamad Almoatedid
Aben Abed de Sevilla.
Muhamad ben Abdala el Barceli, señor de Gannona , llegó á Málaga á
implorar el auxilio de Edrís ben Yabye que le recibió como su buen
amigo , y allegó sus caballeros y su gente para ir en su ayuda ; y Muha-
mad Barceli partió á Ecija , que todavía era suya , y juntó su caballería
con la del rey Edris de Málaga , y fueron contra los de Sevilla , que
procuraron evitar batalla, y solosalian á escaramuzas en que peleaban
los valientes con varía fortuna ; pero no fué posible tomar la ciudad de
Carmona, que era el intento , y asi después de muchas peleas y escara-
muzas , el rey Edris se tomó á Málaga , y Muhamad Barceli á su ciudad
de Ecija.
Apenas había Edris descansado de su expedición , cuando fué forzoso
de salir en ayud^ de su amigo y aliado Habus de Sanhaga , señor de Gra-
nada, que le comunicólas tramas que contra ellos había suscitadas, to
das por Aben Abed de Sevilla, y fomentadas por sus parientes, y asi
mismo le avisó que convenia guardarse de su parte de Muzaben Afán^
que traia inteligencias con sus enemigos, aunque aparentaba andar muy
leal en su servicio , y el rey Edris lo envió adelante con cartas al rey de
Granada, dicíéndole en ellas que galardonase á Muza como sus leales
servicios merecían. Ilabus lo entendió bien y le mandó cortar la cabeza
luego que se presentó , y respondió á Edrís que ya Muza gozaba de sus
merecidas recompensas. Era Muza ben Afán primo de Edris y de Mu-
hamad ben Edris , señor de Algezira , y cuando este entendió su muerte
se dispuso á vengarla, y quiso aprovechar la ocasión déla ausencia de
Edrís que partió con su caballería á tierra de Ronda , donde andaba
ilabus peleando cada día con los de Sevilla que acaudillaba el infante
Muliamad Aben Abed. Vino, pues, Muhamad de Algecira con buena
gente á Málaga, la mayor parte era compuesta de negros africanos;
entraron estos sin resistencia en Málaga, y se les juntaron los negn)s
que guardaban la Alcazaba , y en ella se entronizó Muhamad , y fué
proclamado rey por aquellas tropas. £1 pueblo que estimaba á su rey
se puso todo en armas contra los negros, y los forzaron á encerrarse
en la Alcazaba , que fortificaron y defendieron con mucho valor. Los de
Málaga f(»rmaron un gran campamento y cercaron muy bien d fuerte,
propusieron k los negros buenas condiciones , y lograron que muchos
332 HISTORIA I>fi LA DOimAaOT«
africanos se pasaran al campo, y temían el hacer salidas con eDos por-
que se dísminaian en gran número, y no podían reemplazar su falta. Los
de Málaga avisaron á su rey de este suceso , que sin tardanza yoIyió ood
su gente y apretó mas el cerco ofreciendo á los negros que se viniesen
seguridad y premio, y amenazando de muerte á los que bailase en h
Alcazaba cuando por fuerza de armas la entrase. Por esta viaoonsigaió
que los negros buyesen de la fortaleza saliendo de nocbe por una pro-
funda cava, y Muhamad viéndose abandonado de sus valientes írof^ se
puso en manos de su primo, no dudando que le mandaria quitar la vida;
pero Edris le mandó partir á África con toda su familia ¿ su fortaleza
de Hisn Airache, donde tenia sus tesoros y su hija. Aseguró Edris la po-
sesión de Algecira, y allanó las diGcultades y levantamientos que habían
suscitado sus enemigos : luego pasó ¿ África y tomó posesión de Tanja
y Cebta , y todos los negros se acomodaron en su servicio , y los envió
á sus tierras si no querían servir en EspaAa. Estando en África , como
los eslavos, Albarquetines, Razikala y Sekan, gobernadores que ha-
bían sido de Cebta y de Tanja , quisiesen hacer alguna novedad , el pue-
blo, que los aborrecía por su codicia y crueldad, en vez de favorecer sos
intentos los acusó y delató públicamente ante elrey Edris, diciéndole :
Mulei,' estos eslavos que te acompasan y rodean son traidores, te sirven
con falsía y desleal corazón , tratan de perderte y arman conjuraciones
contra tu vida : permite que los tratemos como su perfidia merece : y
no rué posible librarlos de las furiosas y terribles manos del pud>lo, que
los despedazó en un momento arrebatándolos de la vista dd rey. Foco
después partió Edris para Andalucía llevando consigo á su hijo el menor,
y dejó al mayor en África por >rali de Cebta y Tanja. Abdclazíz Ahnan-
zor , rey de Valencia , falleció en ella el año 452 (1 060) , y le sucedió su
hijo Abderahman ben Abdelaziz , que era yerno del rey Dylnún de To-
ledo, y se apellidó Almudafar , y mal su grado envió sus gentes á la
guerra de Andalucía, que no pudo excusarlo en vida de su padre.
CAPITULO IV.
Guerra entro los reyes de Toledo y Górdolit. Traición negra del rey de Serllla pan Uwmt
¿ Córdoba.
Dylnún, rey de Toledo, entró en tierra de Górddba con muy poderosa
hueste , ocupó pueblos y fortalezas , y venció en repetidas escaramozas
y reencuentros á los del rey de Córdoba y sus aliadcñ de Sevilla y de Ba-
dalyoz , y en una sangrienta batalla rompió y deshno el ejército de los
aliados cerca del rio Algodor, así llamado por los engaños y estrata^
mas que allí se hicieron los valientes caudillos de ambas huestes. Man-
daba las tropas de Córdoba Harizben Alhakem Alcasha, el mas esforzado
de Andalucía ; la batalla fué de todo el día , y los vencedores de Toledo
y Valencia y tierra de Azahila persiguieron á sus enemigos hasta los
montes de la campifia de Córdoba. La nueva de este desmán poso en
DE LOS ÁRABES £N ESPAÑA. 333
confinioii al mcvaar dd rey de Córdoba , en gran temor á la ciudad , j
en cuidado al distraido principe Abdelmelic, que en vez de estar al
frente de las tropas de su padre, se holgaba con gran descuido en los
alcázares de Medina Azahra , j jugaba el gerid j las cañas con los jó-
Tenes de Córdoba , que no pensaban sino en juegos y deleites. Todo
mudó de faz ; las cañas se tuelven lanzas, y las azadas y hozes se con-
Tirlieron en espadas : el principe AbdelrneUc fué á SeyUla á implorar
mayor socorro de Muhamad Almotedid Aben Abed , porque la urgencia
en tehriUe, y amenazaba á la cabeza y corazón del estado. El rey de
Setflla, que era de sus años , pero astuto y politico, en ycz de darle al
pnnto lo que pedia le hizo grandes cumplimientos y honras , le obsequió
muy tranquilamente , y le enseñó despacio su armeria y preciosidades,
le hm muchos ofrecimientos , escribió á sus alcaides park que allega-
sen la caballería de la tierra , y le despidió con una banda de doscientos
caballos , asegurándole que confiase, que estaba bajo su fe y amparo.
Coando Abdelmelic llegó á cercanias de Córdoba , supo como el rey de
Toledo k tenia cercada , y que no era posible atravesar su campo sin
pelear con las yenccdoras tropas ; así que , determinó pasar con aquellos
caballeros á Medina Azahra esperando que viniese el socorro de Sevilla,
que tardaba mas de lo que él quería. En la ciudad se veian en sumo
apuro, porque estaban muy ágenos de la calamidad que les había so-
brevenido; el rey estaba enfermo , y con estas desgracias se acrecentó
80 mal y puso en cuidado á los físicos y ¿ toda la corte , y se ofrecieron
grandes premios á los que se atreviesen á llevar cartas al principe Ab-
ddmelic y al rey de Sevilla , qpe era la única esperanza de los cordobe-
ses. Lograron algunos atravesar el campo enemigo, y llevaron cartas
del rey y del mezuar al prindpe y al rey de Sevilla encareciéndole el
riesgo , y c<Hno no tenia otra esperanza que en su venida. £1 rey Aben
Abed no quiso perder tiempo ni la oportuna ocasión que se le ofrccia
para sus ambiciosos intentos : asi , pues, envió á su hijo Muhamad y
al caudillo Aben Omar con poderosa hueste de infantería y caballería y
con sus instrucciones de lo que debían hacer. Llegó la hueste al campo
de Córdoba , y acampó á vista de sus enemigos , y en tanto que la in-
bnleria asentaba el real en lugar conveniente , escaramuzaron aquel
día los campeadores y valientes de los dos ejércitos, y era tan ardiente
b porfía , que hubiera sido general la pelea si no lo estorbara la venida
de la noche. En ella no durmió un punto Aben Omar recorriendo las
almafidlas , y dando sus disposiciones á los alcaides y capitanes. Para
acertar en el combate consultó con el príncipe Muhamad Aben Abed y
con otros caudillos en cómo harían para acometer mejor al enemigo , y
concertado el pkn de batalla , y prevenidos los v^ios incidentes que
podían acaecer, llegó el punto, y al alborear se principió á mover la
caballería, y esto mismo hicieron los caudillos de Dylnñn, y salieron al
encnmtro con increíble valor y presunción de la victoria. Trabóse la
batalla, que fué muy sangrienta ; pero el valor de la caballería de Se-
villa y de Córdoba rompió y puso en fuga á los do Valencia , y el des-
orden arrastró al resto del ejército. Los de Azahila conteuian el ímpetu
334 HISTORU PE hk MIONACION
de los Yenoedores ; pero á la caida de la tarde la derrota fué completa ,
j huyeron los de Toledo seguidos de la flor de la caballería que acaudi-
llaba el príncipe Muhamad Aben Abed de Sevilla ^ y el príncipe de Có^
doba Abdclmelic. Los principales caballeros de la ciudad no quisieron
ser ociosos espectadores de este glorioso dia, y en medio de la acción
habían salido contra los cercadores , y tuvieron gran parte en esta vic-
(oria, y siguieron asimismo el alcance. £1 astuto caudillo Aben Ornar
vi6 cumplida una parte del plan que su rey le había dado , y trató de ve*
riGcar lo que faltaba. Como la gente de la ciudad había salido á robar el
campamento de los de Toledo , y no sospediaban nada de sus aliados,
aprovechó el momento, y entró con la fuerza de su hueste en Córdoba,
y ocupó sus puertas y fortalezas, y se apoderó del alcázar, y puso guar-
dia de su confianza al triste rey que yacía muy enfermo. Cuando d
desgraciado Muha.mad Abul Waiid supo lo que pasaba, y que su ciudad
y sus alcázares estaban en poder del rey de Sevilla, conoció la maldad,
y se afligió tanto su corazón , que la dolencia le llevó á punto de muerte
que se siguió pocos días después. Cuando su hijo d principe Abdelmelíc
Yolvió del alcance supo la traición de los auxiliares, se Ucnó de justa
indignación , Uegó delante de las puertas de la ciudad y no le abrieron,
y mientras estaba indeciso sin saber qué partido tomaría, se vio rodeado
de caballería de Sevilla que le intimó que se rindiese , y á todos los
suyos les mandaron dejar sus caballos y armas,, y falto 4^ consejo se
puso en defensa peleando como desesperado sin otro ánimo ni determi-
nación que morir matando, pues varías veces le abrieron paso por
donde hubiera podido salir de entre ellos \ pero al fin cayó h^ido de
muchas lanzadas , y asi fué preso el infdice principe , y Uerado á una
torre donde murió de pesar mas que de sus graves heridas , y cuentan
que murió lamentando la perGdia de Aben Abed su falso amigo, y pi-
diendo al Dios de las venganzas que diese igual fortuna al hijo de su ene-
migo , y on especial maldei^ía la voltariedad del pueblo de Córdoba, y
espiró oyendo las aclamaciones con que recibieron al rey Muhamad
Aben Abed el día do su entrada en aquella ciudad.
Las mercedes que hizo el rey de Sevilla á Io8 principales de Córdoba,
las fiestas y espectáculos de fieras con que entretuvo al pueUo, noaooí-
tumbrado á estas diversiones, lo facilitó la mas rendida (diediencia, y
logró que se olvidase la memoria del benéfico Gehwar y su sabio go>
bierno. Aarisben Alhakem, fiel caudillo do las tropas del rey Gehwar de
Córdoba, se había retirado con sus caballeros al alcázar de Azabra, y*
cuando supo la muerte de su rey y la prisión del principe, detestando
de la perfidia de Aben Abed , y confiando ma$ en la generosidad de sns
enemigos que en la falsía de tales auxiliares y aliados , se acqgió al rey
do Toledo que le recibió con buen corazón , y le honró por su valor y
lealtad , que conocía bien y tenia experimentada en tanto tiempo de
guerra que contra él habia mantenido. Este fia tuvieron los GebwarcSi
m acaharon , y con ellos el reino de Córdoba.
OB 109 ARASES EN fSPiM- m
*
CAPITULO V,
Oespojn ^ rey dc^ Toledo al de Vtleoola , y maere el rey de Avilla*
£1 ano 452 (10^), habiendo muerto el rey Abdelaziz Almaozor, hijo
de Abdcrabinan, y nieto del célebre Muhamad Alman^or bea Abi
Affler, qae era rey de Valencia , le sacedió en aquellos estados su hijo
Abddmelic ben Abdelaziz , llamado Almudafar, que era yerno de Dyl-
non de Toledo, Almamun Yabye ben Ismail ben Dylnún : y deseoso
este poderoso rey de venf arse de la afrenta que habiaq recibido sus ban-
deras delante de Córdoba , y asnnismo incitado por ai noble oandillo
Haríz bea Albakim , que no menos ardia en deseos de venganza contra
Abeo Abed , se dispuso á nuera entrada en tierra de Córdoba , esoribió
á sus alcaides y á su yerno el nuevo rey de Yalepcia para que le enviase
sos gentes., y lo mismo hizo con los de Murcia y Conca , y otros walies
de su dependencia ; pero el vízir de Abdelaziz de Valencia , llamado
Muiíaiiiad ben Meruán , aconsejó á su señor que no le convenía decla-
rarse enemigo de tan poderoso rey como Aben Abed de Sevilla , que es -
taba unido con los señores de Castilon , Murbiter, Játiva , Almeria y
Deoia sus vecinos , y Abdelaziz siguió este consejo , y respondió á su
suegro con excasas frivolas. Este procedimiento llenó do saña al rey de
Toledo, y sin oomunicar á nadie su determinación partió con toda su
caballería caminando de dia y de noche ; y entró en Valencia cuando
nKDos le esperaban , ocupó el alcázar, que defendía Abu Wabíb ben
I^boo , por s(H*presa , se apoderó de las torres , y depuso á su yerno
Abaodaiar AbdehneliG ben AJbdelaziz del gobierno y soberanía de Va-
l<^ia y de sus dependencias , y por consideración & su hija , esposa de
<^ rey, le desterró al gobi^no de Xelba. Fué esta notahle entrada y
deposición dia Arafa 9 de Dylhagia del año 457 (1056). ^iguieipn al rey
Almudafar y á su familia el ^ali de Conca y el de Santa María de Aben
Radn que eran sus amigos. £1 rey de Toledo Almamun puso en Valen-
^ por wali que la tuviese en su nombre á Isa ben Lebun ben Abde-
laziz ben Lebun, que era de los arrayazcs de Murbiter y de sus parciales,
yá Ibraim Abul Asbág ben Lebun, jeque de su confianza : así allanó la
tierra en pocos dias , y tornó á Toledo llevando consigo la principal no-
b^za de aquella tierra para que le sirviese en la guerra de Andeduda.
Q ^ izir de Valencia Abdala Muhamad ben Meruán no quiso sobrevivir
á la desgracia que causó á su rey y señor con su mal consejo , y se quitó
la vida atravesándose el pecho con una daga.
£otre tanto el rey Almotatid Muhamad Aben Abed gozaba de la pros-
peridad de sus venturosos sucesos ; dueño de Sevilla , Carmona y GrVr-
doba , de lo mejor de Algarbe , Libia, Iluelba, Gezira Saltis, Oxonoba
jXilbe, aun no descansaba su ambicioso corazón : preparó sns gentes
para hacer frontera al rey de Toledo ^ y envió á su hijo Muhamad á
li^rra de Sonda^ para.hacer guerra al de Granada y al do Málaga, anxi-
^iv» del seíor d^ Eeija. Con ocasión de esta jornada armó caballero á
336 nisTcmu DE LA DOiiiif Aami
•
8a hijo el rey de Sevilla , y le dio escudo de color azul cdeste, orlado
de estrellas de oro, y en medio de él una media lona de oro, con alnsíoQ
á las mudamcas y yicisitudes de la fortuna de las armas , y le acompañó
hasU Ronda , donde esperó mieva dd primer suceso de las armas de este
novel caballero.
El rey de Algarbe Almutfar Muhamad , hijo de Abdala Almanzor,
falledé en Badalyoz, año 460 (1068) , y le sucedió en el mando del
estado su hijo Yahye , que se apellidó Almanzor como su abuelo. Sa
hermano Omar AJmetuakil , que estiAa en labora y tenia aquella co-
marca por su padre, suscitó diferencias sobre la división de sos tierras ,
que fueron causa de que el nuevo rey de Algarbe no atendiese á las
guerras de Andalucía. En este tiempo vino á Espada la fama de los Al-
morávides , y de sus estupendas hazailas y conquistas en África , noen
que puso en gran temor á los Edris de Málaga por sus tierras en África,
y á los Sanhagas de Granada por los suyos , y al rey Muhamad de Se-
villa porque sospechó si esta gentede los Almorávides seria la queame-
nazaba ¿ sus hijos en su horóscopo; pero no por eso dejó de hacerla
guerra al señor de BarezOa , hasta despojarle de sus estados, llevado
siempre de ambición , de supersticiosas {Precauciones , y de todas las
pasiones que puedaí inquietar el corazón humano.
En tanto que el rey de Sevilla continuaba acrecentando su estado,
destruyendo á los príncipes de Málaga y de Granada , y á todos sus ve-
cinos , sin ninguna ventaja para los muslimes, ni para la propagación y
defensa de sü ley ; por otra parte el poderoso arbitro de la suerte de los
hombres y de los imperios dio un buen día de venganzi^ á los nraslimes.
Ahmed AJni Giafar AUnuctadir Aben Hud , rey de Zaragoza , imitando
las virtudes de sus mayores, se ocupaba sin cesar en la santa guerra,
y en este año 460 (1068) , venció y derrotó con horrible matanza á los
cristianos, y recobródceUosla dudad de Basbastery muchas fortalezas,
y para uuyor gloría suya y general consudo de los muslimes , mató fo
la batalla al rey Radmir de los cristianos.
En este tiempo hubo en Málaga nuevas revoluciones contra el rtj
Edris , el cual viejo y sin energía fué depuesto sin díBcultad ni contra-
dicion , y se idzó con el mando Muhamad ben Alcasin ben Aly, su primo
gobernador de Algezira , y el triste rey Edris murió encerrado , y no
se hizo cuenta de él en sus últimos dias. El nuevo rey de Málaga conti*
nuó la guerra contra los de Sevilla , que dilataban su estado por la
Axarkia y Algarbia. Asimismo falleció en este tiempo el rey de Granada
Uabús ben Maksam de Sanhaga , y le sucedió en el reino su hijo Badis
ben Habús , tan esforzado y noble como su padre , que mantuvo siempre
guerra contra los de Sevilla y otros alcaides rebeldes de su dependencia ,
y no perdió nada de sus tierras. No podía este príncipe emplear sus
fuerzas sino contra los muslimes ambiciosos , que despreciando la cansa
común miraban solo á sus particulares intereses : declaró este príncipe
Badis ben Habúz por su sucesor y socio en el mando á su sobrino Ab-
dala ben Balkm ben Badis, mancebo de admiróles prendas , qoe era
las deticiasde sus pueblos, y en sus pocos años temido de sos enen^os.
M LOS ÁRABES 01 KS^AAa. 337
Aeaedó en este tiempo que Taira , hija del rey de Sevilla, de mara-
TÍUosa gracia y hermosara sin par, adoleció de ardiente Gebre y espiró
en la flor de sa edad , y en los brazos de su padre que entrañablemente
la amaba; y fué tanta la pena y dolor que Mubamad sintió , que le aco-
metió grave calentura , temblor y repentina solución de orina y sustan*
01 geoital, con trastorno de cabeza y deliquios continuos; se siguió
pesadez y profunda distracción, que sin dormir ni pestañear parecía
noaeslatua. Losñsicos temieron su muerte , y le aplicaron estimulantes
qoe excitaron su vitalidad, y parecia que estaba aliviado. Quiso ver la
pompa del entierro de su hija *. llevaban su féretro los principales mi-
mstros de su casa , y quiso que la enterrasen ¿ la entrada de su alcázar.
Era la tarde delGiuma de la luna de Giumada primera , y ¿ pesar de
los físicos, quiso que le pusiesen á una yentana para verla , y esto le
acrecentó su mal , se renovó la pesadez , se siguió inflamación , recur-
rieron los físicos á evacuaciones emolientes , introdutorios y sangrías ;
pero estos remedios no ofrecieron esperanzas de vida , aunque apareció
mejorado á la mañana , y venida, la tarde noche del sábado en que de-
CKló Dios el descanso de su angustia , tuvo crecimiento la fiebre y
perdió el habla, y fué^u espíritu á la misericordia de Dios á la media
Doche. En aquel punto se alzó un doloroso lamento en su alcázar, y en
toda la cmdad se oyó el llanto de sus esclavas y familia. Fué su muerte
entre sáhado y domingo , dia 2 ^ de la luna de Giumada postrera ,
uio461 (1069). No se pudo ocultar su muerte. Al dia siguionte los
luhudcs y ministros del consejo ^el rey juraron obediencia al principe
Muha-man ben Muhamad Alñfiutaméd, su hijo, que era entonces de
veíate y nueve años , dos meses y días ; le proclamaron y llevaron á
caballo por las calles de la ciudad ^ acompañado de los jeques y princi-
pales caudillos de sus tropas , y le apellidaron Adafir Almuyad Bila , y
otros augustos nombres de buenas fadas. Luego mandó enterrar á su
padre eon magnífica pompa funeral á la entrada de su alcázar, y en el
mismo tarbe de su abuelo el cadi Muhamad bou Ismail hizo oración por
éleo la aljama aquella tardedel domingo, dia 3 de Giumada postrera,
tarde siguiente á la en que dio cuenta á Dios de sus pecados. Era de cin-
caeota y siete años , tres meses y siete dias ; hafoia nacido en martes ,
siete dias por andar de luna de Safer, año 407 (1016), y habia reinado
Tciote y ocho años y dos días ; fué el mas poderoso de los reyes de Es-
pana en estos tiempos de Alfitna y guerra civil : era magnifico , ambi-
cioso, volaptuoso, tímido, supersticioso y cruel. Encargó mucho á su
Ujo que se guardase de los Lamtunies ó Almorávides , y que procurase
apoderarse y guardar bien las llaves de España , Gebaltaric y Algezira ,
y Botve todo atendiese á reunir en su mano el dividido imperio de Es
pida , que le pertenecía por dueño de Córdoba.
i Ha|ÍB dtoo a.
m HUTOnu m la DQHIN AjCMNI
CAPITULO VI.
OWtH ettlN el wy d« Tél«d9 } el de Se tille , eon SútíHo de erisiianos por iii dos panes.
El nuevo rey Muhamad Almoatemed Aben Abed no pnso en olvido
lo» consejos de su padre : era joven , pradentc y animoso , magnifico,
que inOaiDoaba con su liberalidad ¿ los que le servian y eran fieles -. no
era cruel y sanguinario oomo su padre , y en la prosperidad y victorias
muy moderado. Asi ganó á cuantos le trataron , y restituyó á sos casas
¿ los que la crueldad de su padre habia extrañado : solo se le culpa de
poco religioso. Solía beber vino , y en especial lo osaba en tiempo de
guerra, y para entrar en las pel^ lo permitía á toda su gente : era de
excelente ingenio para la poesía « en que ccnnpítió con su amigo Moez-
Daida, rey de Almería ^ y ambos á porfia eran declarados protectores de
los doctos.
£n este tiempo falleció Abu Mubau^d Huzeil Aben Racin^ aedor de
Achila, él conocido por Aben Aalai , y le sucedió en sus eatados su
liermano Abdelmalec ben Chdf Aba Meroán^ que continuó en aliaiua
con el poderoso Dylñ&n de T(¿eda. Este principe sabiendo la muerte de
Almoatedid , rey de Sevilla , quiso probar ventora contra au hijo , y
con las gentes que allegó do Valencia y de Santa Maria de Oriente entró
por tierra de Murcia y de Tadnür, cuyos walies Abu Becar Aben Amer
y Ahmed ben Taher habían hecho alianza con d rey de Sevilla para ir
oontra los de Talencia y Toledo ; asi que con poderosa hueste entró en
tierra de Misada : y asimismo pidió Almamun auxilio á los de Galicia
y Castilla , que le ayudaron con escogida caballería. Abu Becar y Aben
Taher esoribieron á su aliado Aben Abed que les socorriera porque
ellos no podían oponerse solos al rey de Toledo , que traia oontra cUos
muy poderosa hueste. Estaba Aben Abed muy ocupado en la guerra de
Granada y de Málaga : asi que dispuso que partiese á socorrerlos su
caudillo y privado el astuto Aben Omar de Sombos con instruccioiies
de lo que debía practicar para ayudarles y mantenerla guerra. Cuando
salió Ben Omar de Sevilla llevaba gran caballería , con doscientos ca-
mellos y muchas acémilas, y salió por Bab Macarena , y estuvo detenido
delante de eHa cuatro días i luego alzó banderas y tocó atabales, j
partió para tierra de Tadmiri recogiendo gente y provisiones por todo
el camino. Hospedóse Aben Omar en casa de Aben Talier en Murda, }
le visitaron los principales do la ciudad , y tanto les prometió y esforzó,
que los dejó muy confiados , y sin detenerse mas do dos días, habiendo
sacado á Ben Tcdier diez mil doblas de oro, para acabar ciertas nego-
ciaciones con Ben Raymond , seilpr de Barcelona^ partió para aquella
dudad. Recibióle bien el Baroeiuni y concertaron sus avenencias, j
socorro que debía pasar á tierra de Murcia , y dio Aben Omar dSez mil
doblas de oro el día que salió la cabalgada del señor de Barcelona.
oGrecíéndole otros tantos cuando la hueste llegase ¿ Murcia , y para
seguridad recíproca díó el barcelonés un primo suyo que Tuese con U
Dft LOS ÁlUfiBS m ESPAftA. M9
kMile 7 oon Aben Ooiar, 7 este ofreció de parte de su rey una buena
kaeste , j asimismo á Raxid ben Abed , hijo del rey de ScviDa : y luego
escribió Aben Ornar con el primo del barcelonés^ á su señor, para que
CDTiase su gente y á su hijo como estaba convenido : luego se puso en
marcha Raymond con muy lucida gente de caballeril, y «d llegar á loa
campos de Murcia llegaron algunas taifas de caballería que enviaba al
rey Aben Abed con su hijo Raxid ^ el cual luego pasó al campo de loa
cristianos) y quedó en rehenes con Raymond. Aben Ornar tomó el mando
de aquellas tropas , que no eran muchas , y fueron hacia Aturda que
«taba cercada de loa de Toledo, acaudillados del rey Almamun, y de
los de Valencia , Oenia y Murbiter, y los alcaides de Játi va y señores de
Coocay Aben Raoín , y de sus auxiliares do Galicia y Castilla , que no
hadan sino talar y estragar la tierra y amenas huertas de la vega. El
barcelonés que vio la poca gente con que podia contar, se quejó de
Aben Abed , y le dijo A Aben Omar, qUe si su señor no venia no podían
hacer nada contra los de Toledo , que teniap ventaja en el número y en
la disposici(»i de sus reales y cerco : y llegó á tal punto su desconfianiá ,
que sospechó que le traían engañado para que pereciese alü con su
gente , y por asegunft'se mandó tener á gran recaudo al infante Raxid
Aben Abedr Estas quejas y desconfianzas entre los caudillos se divul*
garon entre las tropas , y se indispusieron los ánimos : no faltaron al-^
gunas eq^as del rey Almamun que le dieron noticia de todo, y los
crisüanoa de GaBcia por medio de los fugitivos cristianos que pasaban
del barcelonés : asi que, aprovechando esta ocasión, les dieron batalla ,
que fué muy sangrienta con horrible matanza en ambas huestes $ pero
los de Sevilla y los barceloneses fueron vencidos, y huyeron drianteda
los vencedores de Tdedo y de Galicia , dejando el campo de batalla cu*
bierto de cadáveres. Al tiempo que estaba dándose la batalla llegó A
rey Aben Abed, con escogida caballería que traía desde Gien, y Ú
amanecer estaba sobre Segura , y al llegar á la (NriUft de Wadimeoa ao
pudo su caballería vadear el río, que venia muy crecido, y aUi estero
detenido todo él «fia, no creyendo que hacia tanta falta su gente ^ ciiandd
vio llegar á la otra oríUa las fugitivas reliquias de su gente que vefuan
bnyeodo de los vencedores. Estos le contaron la desgraciada suerte de
h batalla , y era tanto el temor de la muerte que traían , que muchos
se arrojaron á pasar el río , y fueron arrebatados del corríente.-Ssto
llenó de espanto á sus tropas y no fué posible que pasasen adelante, y
tcMnaron brída y entraron en Segura , y sin detenerse mas de una noche
partió á lo de Gien , llevándose consigo al primo del señor de Barcelona.
Aben Ornar, que escapó de la bataUa con algunos caballeros, le siguió, y
después de algunos días le alcanzó en Guada Bullón, y le persuadíó4
cumplir lo concertado con el barcdonés; pero por falta de dineroso.
dilató el cange, y el barcelonés se tornó á su país con el infante Raxid
Abca Abed.
Aknamun ben DylnAn, contento del venturoso suceso de la balaUa^
ofroció buenas condicioBe» á los de Murcia I y Aban Taberaaimo b^o
su te y aa^paroi y seoffeció|Kwr su kd vasaUoi y todos lus prin^ini»
MO • HiSXCmA W. LA JMMUNACIQM
de la dudad lebtderon homenagc ; y asimismo ocupó por atenencialas
fortalezas de Aurida y de Mulaqae , dejó á sus alcaides , y sosegadas
estas cosas tornó ¿ Toledo , y pagó y remuneró con liberalidad regia á
los caudillos , asi muslimes como cristianos de Galicia y Castilla que le
habían auxiliadoen esta jomada.
El caudillo Aben Ornar lui^ que juntó la suma necesaria pasó á Bar-
cdona con el primo del conde Aben Raymond , y le llevó un rico pre-
sente de treinta mil doblas de oro , y rescató al infante Raxid de Sevilla,
que envió á su padre con Abn Becar de Tadmir, que no quiso apartarse
de la amistad de Aben Abed : dicen que este Ínclito rey lloró de gozo al
ver ¿ su hijo. Luego el caudillo Aben Omar continuó en nuevas nego-
ciaciones con Almulemen, hijo del reyAlmoctadir de Zaragoza, qae
era wali de Lérida por su padre, y suscitó alli ciertas discordias y per-
secuciones de familias poderosas, obligándolas á salir de aquella tierra;
y como se acogiesen á Ben Mugihaid, señor de Denia , iqcitó al príncipe
de Zaragoza ¿ que hiciese Jguerra á este , y le sirvió en ella , y ocapó
Algunos fuertes en Xeban del año 468 (1076); y en tanto que Almocta-
dir estaba en la jomada de Denia atrepellando los derechos de la noble
7 generosa hospitalidad de Abu Mobamad ben Abdilbar Mugihaid de
Senia, y después de haberle vencido en sangrienta batalla, intentaba
entrar en la ciudad , y no perdonar vida á ninguno de los refugiados en
ella , llegó un alcaide enviado por Moez-Daula, señor de Almería, con
cuya hija estaba casado el señor de Denia , y le dio cartas en qae rogaba
desistiese de aquella guerra que tanto le desacreditaba , y volviese sus
renccdoras insignias contra loa enemigos del Islam que le infestábanlas
fironteras , que no mancillase su candor con sangre injustamente derra-
mada. Estas razones persuadieron al rey de Zaragoza , y se volvió asa
tierra dejando por fronteros dos alcaides suyos de Bardania llamados
IbraMm y Abdelgobar, hijos do Sobad, que poco después vendierou
las fortalezas , engañados con doUe trato por Aben Ornar, que al mismo
tiempo burló las intenciones de los walíes Iza ben Lcbun y su faennano
Abdala, que deseaban adquirirlas por estar cerca de sus 'señoríos : así
servia Aben Omar con engaños y politica á su señor Aben Abed.
CAPITULO Vil.
Toma el rey de Toledo á Cdrdobá y Sevilla. Muere en esta ciudad recobrada por Aben Abed
El rey Ismail Almamnn ben Dylnfin de Toledo , favorecido de la for-
luna, y excitado de su propia ambición y deseos de venganza, dispuso
entrar con poderosa hueste en tierra de Córdoba , sin dar lugar á que
Aben Abed se recobrase de las pasadas pérdidas en lo de Murcia :
congregó sus alcaides y jeques , y su aliado el rey de Galicia le siníó
con escogida caballería cubierta áe hierro : y entró la tierra de Córdoba
con tanta diligencia quo sorprendió á los enemigos. Iba su hueste como
ua ttrriUe tempestad de truenos y relámpagos , que espantaba y de$-
fifi Íp8 AMQCS SN mnUtA/ ^1
tniia bs proTíncias en pocas horas. Envió al ndsinotierapa atierra de
GicQ al caudillo Anúr beo Lcban, qué ocupó algunas ciudades , y entre
otras la de TJbeda ^ de que él rey Almamun le liizo watí , y de la de Santa*
beria en frontera de Zaragoza. Asi entró en GórddMi por sorpresa el cau-
dillo Hariz , y con otro cuerpo de caballeria pasó el mismo caudillo á le
ciudady alcázares de Azahra, que sin mucha resistencia ocupó venciendo
las pocas tropas que alli estaban de guardia. En los patios del palada
real hubo una sangrienta pelea , porque la guardia africana que defen-
día y guardaba aquella casa intentaba salvar del riesgo al infante Serag-
Oaida , hijo del rey Aben Abed , mancebo que estaba en su mas florida
edad, y en la contienda de los que le querían prender, y da los suyos
por guardarle , fué su desgracia que recibió herida mortal y espiró. An-
tes de llegar á Córdoba mandó Hariz poner su cabeza en la punta de
una lanza, y correr con ella por las calles de la ciudad, gritando los
que la llevaban : Venganza de Dios , que es terrible vengador. Sin de te-
nerse la fuerza principal del ejército corrió á Sevilla, que se entró sin
resistencia, porque las fuerzas del rey Aben Abed estaban divididas en
tierra de Gien , Málaga y Algczira , en guerra que hada en aquellos
países. Solo hubo resistencia en la entrada del alcázar, que defendieron
bien sus guardias \ pero al fin quedaron todos degollados, y las riquezas
que alli tenia Aben Abed las repartió Almamun entre sús tropas y alia»
dos : no se respetó sino al harem del rey Aben Abed. Quedó Hariz en
Córdoba por naib , ó lugarteniente del rey Almamun , que estuvo en
Sevilla seis meses, y en este tiempo allegó Aben Abed sus gentes, y viíia
con gran poder á Sevilla jurando no desistir de la em|M:e$a hasta vencer
ó morir en ella. Cercó la ciudad , y el rey Almamun enfermó y se fué
agravando su mal en términos que vio llegarse el fin de sus dias y de
sus gloriosas enípresas : declaró alli por su sucesor á su hijo Yahye Al-
cadir Bfla , que era todavía qiuy mozo , y encargó su guardia y tutoría
á Hariz ben Hakem ben Okeisa , y á otros vralies de su confianza , y al
rey de Galicia su amigo, de cuya lealtad y amor estaba muy seguro : y el
dia miaño en que Aben Abed acometió ¿ las puertas de la dudad, mu-
rió el rey Almamun ben Dylnún de Toledo, en Dylcada del año 469'
[1075 ó 1074) K Defendióse la dudad con mucho valor é inteligencia
por loe wálies y caudillos, que ocultaron la mufsrtc del rey, para que las
tropas no se desanimasen ; pero fué forzoso ceder á la porfía y vdor de
ios de Aben Abed , á quienes ayudaban los vecinos de la ciudad en
cnanto podían , y asi con el posible orden y concierto salieron de Sevilla
por dos puertas , rompiendo el campo de Aben Abed , que entró triun-
fante en Sevilla , y sin detenerse mas tiempo que lo muy necesario, sa-
lió á seguir á sus enemigos, que no quisieron detenerse; sedo Hariz
quedó de naib de Alcadir Yahye ben Dylnún en C&rdoba confiando en
antiguas concesiones con sus vednos , y esperando poder conservar esta
nu¿d , porque algunos de sus parciales le lisonjeaban con esperanzas
áe ser alU proclamado rey de Córdoba ; pero no pasó mucho tiempo en
1 otro* «lieen Hi*
949 nSI!0ip44IB Lk MMDIfáCNN
fsese^deaeiigdió. Gero6 Aben Abed la dudad con fin tropn^yeoTiói
decir que no lerantaria al campo hasta entrar en la dudad : se defendió
de algunos asaltos , y dio rebatos sangrientos en d campo de Aben Abed ;
pero desQonfiando de taiantener la ciudad, en que los yecinos se diyidiai
QD bando» , salió de ella por una puerta , mientras entraba Aben Abed
por otra : siguióle este á caballo , y como Hariis por no huir con tanto
desorden no hubiese (ornado d tiempo couTenicnte, fué alcanado del
rey Aben Abed , que solo á este perseguía , y sintiendo que su caballo se
cansaba y d enemigo le buia , le arrojó su lanza con tanta foerza como
destreza , y le pasó de la espalda áloe pechos , y cayó muerto del caba*
lio. Mandó d enejado rey clarar su cuerpo en un palo con un perro
por ignominia, y lo pusieron sobre d puente de Córdoba. Dejó el iofe"
liz caudiÚo Albarix un hijo llamado Ahmcd , á quien honró mucho d
rey Akadir Yabye , y le díó la alcaidía de Calatrava , en que se distin-
guió con muy seíalados servidos , dando repetidas pruebas de su fide*
lídad , como después veremos.
. Por intrigas de Aben Omar dejó d servido del irey de Toledo d virir
de Murbiter A bu Iza Lebun ben Ld>un , que fué muy leal servidor de
Almamun , padre de Yabye , y supo enemistarle y hacerle abandonar
su patria y estado , y se vino á Sevilla am sus dos hermam» Abu Mu-
hamad Abdala y Abu Zaji , á los cuales recibió muy bien Aben Abed.
y les ofreció cadiazgos y gobiernos : esto fué año de 469 (1077), y en el
mismo aSo falledó Ld>un en Sevilla : su menor hermano Waheb ben
Lebun quedó en servicio dd rey Yabye.
TamÜen, persuadió Aben Omar á que recobrase su estado de Valen*
da d wall de Xdba Abddmdic Abnudafar, hijo de Abdelaziz , el qos
fué depuesto por Ismail Almamun , año 457 ( 1064), si bien no sote^
vivió mucho á este suceso. Gonflrmó en sus tenendas á los walies de n
bando, en Conca á Said ben Alferag , y en J^iria y Xdba y Gandia poso
alcaides de su conflanza, y dedaró por su Sucesor ¿ su hijo AbuBecir
en d mismo año 470 (1076).
Cuando Aben Abed recobró sus estados de Andaluda , favoreddo por
las discordias que suscitaba su caudillo Aben Omar en la parte meridio-
nal de Ei^ña , le llamó y le hizo su vazir , y le encargó la conquista de
Murda : allegó escogidas tropas, y entró con días en las dudades de
Lecant y de Cartagena , Lorca y Anriola , y le srvió mucho«n esta ex*
pedición Abdala ben Raxic , alcaide de la fortaleza de BaUg. Este eáv-
asado caudillo como entendiese que Aben Omar pasaba cerca de su cas-
tillo, salió como á dos nullas ¿ ofrecerle su casa y la poca c(Mnodidad
que en día pudiese gozar : aceptó Aben Omar su ofredmiento, y pasó
con d una noche, en que platicaron sobre la conquista de aquella
tierra , y d modo mas fácil de rendir la ciudad dé Murda , y de ganar
aqueflas fortalezas y pueblos que la defienden y proveen t en sus raxo-
nes conodó Aben Omar su prudenda y valor, y le hizo tantaa instancias
y ofrecimientos de parte de su señor Aben Abed , que le obligó i ir en
su hueste de Almucadim, y nada se hacia sin consultarle .* fueron á
Murcia, talaron sus campos y la cercaron : defendíala bien Abderah-
M LOS ahabu m bsíaHa. 34s
BU Aben Taher, hijo del ínclito Aba Becar MohAinftd ben Táher,
wali de tierra de Tadimir, qae la mantoTo en justicia durante la guerra
dTil, bajo d amparo de Zohair el eslavo , y nunca aspiró á la sebera-
Dtt, ni quiso otro título que el de Mutli^im , 6 desagraTiador, aunque
SD mocha riqueza y sus parciales le ofrecían harta comodidad para ha-
berse dzado con aquella regencia , y murió de noventa aSos , afio 457
(1064) : asi también Abd^nahman su hijo gobernaba en Murcia con la
misma moderación. Gomo se alargase mucho el sitio , fué forzoso que
Aben Ornar pasase á Sevilla , y confió el mando de las tropas al caudi-
llo Abdala ben Raxic. Este con rebatos y algaras ocupó por fuerza de
armas ia fortaleza de Muía , y estorbó la provisión que entraba en la
cindad. Oon esta privación anx>rotados los vecinos , obligaron á Abde-
nhman fien Taber ¿ tratar de avenencia , y propuso k los vecinos que
M dentro de veinte días no fuesen socorridos de Toledo , como él espe*
nha, que entregaría la ciudad con las mejores condiciones que fuesen
posibles. Avisó del estado del cerco el caudillo Aben Raxic ¿ Sevilla, y
íoe^o Tino con nuevas tropas el caudillo Aben Ornar, y al llegar á
^la de la dudad los vecinos que conocieron la caballería de Córdoba y
de Sevilla se alborotaron y abrieron las puertas , y salieron aclamando
al rey Aben Abed. £1 alcaide Aben Taher, que oyó la conmoción popu-
lar, salió de su casa y se acogió á la mezquita , y luego Aben Baxip
umpó las puertas*, y entró Aben Ornar en Murcia ^ y la ciudad juró
obediencia al rey Aben Abed , y se hizo la cbotba por él aquel diá en la
ineiqaita mayor : allí fué pre9Q Aben Taher y oondoddo al fuerte de
MontacAt, y allí permaneció encarcelado hasta que salió por industria
do Abu Becar hijo de Abdelmalec ben Abdda<íG, señor de Valencia i filé
esta conquista de Murcia por Aben Ornar el ano 471 (1079) : y en estfi
aoo dio Aben Al>ed el gobierno de Lc»rca á Abu Mnhamad Abdala ben
Uban, que después tuvo la vanidad de llamarse rey, y era su vizír su
í^rieate Abul Hasan ben Elija , que le sucedió en aquel gobierno, y fué
^6 los bnenoB caudillos de su tiempo.
Receloso el rey Aben Abed de que los de Tdedo hiciesen entradas en
io de Murda , encargó el gobierno de esta ciudad al wazir Aben CtaBar*
J le encomendó una embajada al rey de Galicia, pt^ra apartarle de la
amistad del de Toledo , y otra ¿ su antiguo amigo el señor de Barcelona,
picGéodole su auxilio si llegase el caso que temía : de paso visitó á su
^migo Almutemen ben Hud, hijo de Almuctadir , rey de Zaragoza; y
de todas estaa mensagerías salió muy bien , pues sabia enlabiar á todoa
1^ príncipes que trataba oon su política, su elocuencia y sus elegantes
poesías. Murmuraban de su privanza los walies y alcaides principales ,
1 se decía que de todos sacaba ¡nrovecho, y que no miralm sino á sos
mleroses. «
El rey Abaí Abed bacía i este tiempo cruda guerra i Mubaiil^d de
Málaga , y ocupó las ciudades de su dependencia , y le rompió y dedw^
nUi delante de Baza; y tomó esta ciudad, que era del rey de Granada.
El rey MnhanMd de Málaga pensaba pasar á África , para traer trqpaa
<ie aqudloa eatadoa, y murió m Milaga> quien diae que bafiándoaey
UA inSTORU IME lA DOXIlfAClQlf
qaifiB que de ardiente fiebre. Dqó ocho hijos varones : dtnajror, Alsim
AlmosMi , gobernador de Algezira , le sucedió en el reino, qoe fué per-
diendo en pocos años , que Aben Abed no le daba un instante de reposo
hasta que perdió las ciudades de Málaga y Algezira , y se pasó á África
con su familia.
Hizo Aben Abed estas conquistas en el año 472 (íQlSt) : en la lona de
Rabie segunda de él fué el gran temblor de ti^ra, que los hombres no
le vieron semejante : destruyó los edificios , y pereció en d macha
gente bajo las ruinas : cayeron los domos y alminares > y no cesó de
sacudir y afligir el temblor de dia y de noche desde djmmer dia de
Rabie primera , hasta el último dia de Giumada segunda de dicbo aiSo.
En la luna Dylcada de este mismo año 472 se alborotóla plebe deTo-
ledo contra su rey Alcadir ben Dylnñn, y le mataron los mas de sa
guardia y sus vizires, y salió Alcadir y su familia huyendo á Hisncu-
neca fronteras de Valencia , y de lo mas áspero y fragoso de sn estado.
CAPITULO VIII,
Tratado entre Aben Abed y Alfonso de Oalicla. Este entre en el reino de Toledo , y m tetin
por Yonir contra él el rey de Badajoz , que muere luego. Tómase AToledo. Muerte de Onur.
La insaciable ambición de Aben Abed no hallaba sosiego sino en ¡nie-
vas adquisiciones y triunfos. Envió segunda vez ¿ su vtzir Aben Ornar
con embajada para Alfonso ben Ferdeland, rey de Galicia : murmara-
ban de estas negociaciones el sefior de Valencia Abu Becar y el caudi-
llo Aben Raitic , y decian que eran negociadones sin Dios ni concien-
cia, en que sacrificaba Aben Abed á su ambición pueblos de muslimes
y su propia familia , pues llevó Aben Omar ilimKadas facultades para
negociar con Alfonso una torpe alianza, sin contar la gran suma de oro
que esto costó ; pero para los ojos de Dios todo el mundo no tiene ol va-
lor de un ala de mosquito. En esta ocasión recibió Aben Ornar del rey
Alfonso dos preciosos anillos de esmeraldas , dádivas que costaron Ti-
llas y castiUos , mas « las hechuras sin el oro bien valian la andad, las
lágrimas y la sangre, Alá solo apreciará. » Alfonso ben Ferddand, rej
de Galicia, se concertó con secretos tratos con Al)en Abed de SeviDa,
y olvidando la generosa hospitalidad que habia recibido en Toledo de
sn rey Almamun , padre de Yahye Alcadir , ingrato y pérCdo á las jura-
das alianzas con la familia do Dylnün , se declaró enemigo de Yahyc, j
entró por sus fronteras talándole la tierra , desolando pucUos y robando
ganados y cautivando gentes , todo esto por servir á las intenciones del
i^y Aben Abed , que entre tanto muy á su salvo guerreaba en Anda-
lucia ^ acrecentaba su estado levantando las altas torres de sn vanidad
y ambición sobre las ruinas de otros principes muslimes.
El rey de Zaragoza Ahmcd Abu Giafar Almanzor Almuctadir Bila «
preparaba para venir en ayuda del rey Yahye ; pero le atajó k parea
sus gloriosos {lasos, yfalleció el ano 474 (19St},ypasóá recibir el pre-
IHB LOS ÁRABES KJf ESPAAA. 346
mío do 908 trionfas ea eterno descanso. Luego fué prodinnado sa hijo
Jozef Aba Amer Almatamen , y le juraron obediencia en Zaragoza en
laloDa de Giomada primera del mismo año. Yióse este principe emba-
razado en guerras continaas en sus fronteras , y acreditó sa valor y ar-
diente celo del Islam en las terribles batallas de Lérida y de Huesca ,
en h cual dio á cuarenta mil hombres el mas horrible espectáculo , que
en breves horas pueden dar los feroces hijos de la guerra, aumentando
con derramada sangre las riberas del Hesera y del Zinga. £1 rey Yahye
de Toledo envió sus meusageros al rey de Badaiyoz Yahye ben Alafias ,
saplicándole finiese en su ayuda y le amparase, y sin tardanza congregó
el noble Almanzor sus alcaides, y con escogida caballeria atravesó en
presurosas marchas las vegas que ri^an Wadiana y Tajo , y la fama
sola de su llegada forzó al rey Alfonso á levantar su campo , y tcn*nar á
sns tierras talando y destruyendo la tierra que pisaba , robando ganados
7 cautivando ¿ los infelices moradores del pais. El rey Yahye Alaftas
COD este oportuno auxilio y vencimiento glorioso , acreditó que mere-
cía el titulo de Almanzor, que sus pueblos le daban, y muy contento
Tolyió á sus fronteras, y entró en Mérida con sus vencedoras tropas ,
y estando en ella descansando de las pasadas fatigas le salteó la muerte
que destruye las delicias de la yida , y ataja y fhistra las humanas espe-
ranzas , y le trasladó de allí á los alcázares y eternas moradas de la otra
vida. Uoráronle sus pueblos porque fué buen rey , y porque no les dejó
el consuelo de un sucesor ; asi que , fué puesto en el trono después de él
sa menor hermano Muhamad Ornar Almetuakil , que eátaba en labora,
7 se reunió en él todo el Algarbe , y pasó á Badaiyoz , y puso en labora
7 sus comarcas á su hijo Alabas Aben,Omar . Era este rey Ornar varón
prudente y muy docto, y en su juventud manifestó mucho valor en la
gnerra y y humanidad y justida en la paz : puso en el gobierno de Mé-
rida á su hijo Alfadal ben Omar , que imitaba las virtudes de su padre
y hermano, y todos eran nobles principes dignos de mejor fortuna que
la que teniaa escrita en la indeleble tabla de los hados.
£n tanto que Alfonso ben Ferdeland, rey de los cristianos, hacia cruda
guerra al rey Yahye de Toledo, Aben Abed de Sevilla dilataba mas sus
estados en tierra de Gien , y tomó las fortalezas de Ubeda , Baeza y Mar-
t^. Uó el gobierno de Sevilla á su hijo mayor Obeidala Arraxid , Ha-
laado el cadi, porque tuvo este cargo de cadilcoda en el mesoar de
aquella ciudad : era muy erudito y gran poeta y músico , tañia maravi-
llosamente el laúd y el mihazor, y cantaba con excelente voz sus pro-
pias cancicmes : convidaba á su casa*á los alfaquies y doctos , y á todos
los buenos ingenios de la ciudad, y les daba un espléndido convite cada
jueres , y dio á su padre en varias mugeres cuarenta y siete nietos : era
su prefecto de justicia ó cadilcoda el faki del mesuar Abu Muhamad
Abdala ben Gebir Lahmi , y después que este docto murió puso en esta
prefectura á Abul Casim Ahmed ben Mantur Alkisi. Asimismo dio el
gobierno de Algezira Albadrá ¿ su hijo Yezid ben Muhamad Arradi, lla-
mado también Abu Chalid : este era mellizo con Abed Alfetáh y Obei-
dala Aknoated, qiy los hubo de un parto en su esposa Otamida, y habia
u» HvroMA M u wmkam
antes teaMa de la misma i Abed Serag-Doh , el qae mnriópdesndoen
la toma de Medina Azalira , que era el mayor de sos liijos ; á eontein-
pladon de su madre le did el rey muclias rentas, y le hiio su rewi, por-
que era Arradi muy docto y erudito , sabio astrólogo , y había leído los
libros de Abi Becar ben Altaib , el que fué cadi , y los principales de la
escuela de Abi Mubamad ben Hazin Taheri : era el mejor poeta de los
Abedes fuera de su padre , á quien dio siete nietos sin embargo de estar
tan dedicado á las ciencias t tenía por maestro en Sevilla á Abu Abdata
Male ben Waheb , y Abul Hasen ben Alhadsir ^ qu^ instmian á sus hi-
jos. Dio el gobierno de Málaga al esforzado caudillo Zagút , y el de
Ubeda ¿ Zagi ben Lebun de Murbiter : en Córdoba puso ¿ sus hijos Al-
mamun Abed Abu Maser AlfeUh, y Alhakem Mugéhid , llamado Dothi^
Dola Abul Malkerím , que solia vivir en Medina Aiahra. La constancia
de Alfonso ben Ferdeland en hacer entradas y talas en tierra de Toledo
dos veces cada aiSo ftié tanta que empobreció y apuró los pueblos. Asi
que después de tres ados de continua desdacion puso cevcoá la fua*teciQ-
dad de Toledo. El rey Yahye, que entendía mas de juegos y delicias que
de armas y estratagemas de guerra , no podia ni sabia defenderse, ni
osaba salir en campo contra sus enemigos : envió^sus cartas y encare-
cidos ruegos al rey de Badajoz , que le envió en su ayuda ¿ su hijo Al-
fadal , wali de Marida f pero no sirvió ni fué de provecho su auxilio ,
porque el tirano AU^nso tidó y quemó los campos y los pueblos , y los
de la dudad no pudieron sufrir la gran falta de provisiones que pade-
cían 9 ni este aliftido podia librarlos del poderoso enemigo que los cer-
caba ; asi que , después de alguna) batallas harto sangrientas en que
perdió la flor de su eaballeria, se tornó á Marida, y en esta ocasión el
cadi Abu Walid de Bqa los anunció la irremediable ruina del estado,
y les dijo i El reino cuyos arrayazes y caudillo^ están divididos , por
poderoso que sea acabará y s^rá destruido i temed que este Alfonso os
haga perecer uno á uno. Viendo los moradores de Toledo que de nin-
guna parte les podia venir socorro y que morían de hambre, aoonsqa*
ron al rey Yabye que moviese tratos de paz con Alfonso , y se ofreciese
su vasallo. Envió lus mensageros , y el tirano Alfonso se n^ó á todo
trato y avenencia sí no se le entregaba la ciudad. Fué muy gravo el sen-
timiento de los nobles muslimes, y quisieran morir antes defendiendo in
libertad y los paternos muros i pero el pueblo se alborotaba, y la mul-
titud mal sufrida pedia que se entregase la ciudad : y así cediendo á la
contraría suerte se concertaron muy buenas condiciones , y se ajustó la
entrega de la antigua y fuerte ciudad de Toledo : « Otorgó el vencedor
que aseguraba las vidas y haciendas á los morad<»*e6 en pacifica y quieta
posesión, que no arruinaría las mezquitas, ni estorbaría el uso y ejer»
ddo público de la religión', que tendrían sus cadies que juzgasen sus
pleitos y causas , conforme á las leyes muslímicas , que serían libres on
permanecer en Toledo, ó retirarse á otra parte donde quisiesen :> y
todo esto fué firmado por el rey Alfonso y sus principales caudillos .* y
entró Alfonso ben Ferdeland en Toledo , dia de la luna de Muharram,
aBo 479 (1085). El rej Yabye y sus principales caballeros salieron dala
BK LOS AAAMSS BN ESUAk. U1
doáadf M ftierai á Yatenda , Ileyando consigo sos ínas preeloies teso*
roí. Asi se perdió aquella ínclita ciudad^ y acabó el reino de Toledo
COD grave pérdida del Islam. En este malhadado año de 478 falleció en
Zaragoza el rey^ Jusef Almutemen , ínclito defensor del Islam , y le su*
eedió su hijo Ahmcd Aba Giafar ben Hnd,^ que se apellidó Almnstain
Kla , de singular virtud y muy político. ,
No era posible que el autor de estas desgracias gozase con tranquili-
dad del Aruto de sus pérfidas negociaciones , todos los alcaides de Es-
paña le aborrecían y buscaban 3U perdimiento. Acusóle Aben Raxic de
qoe tenia llenos los castillos y fortalezas de frontera de alcaides de su
famflia , ó rendidos á sus intereses , y como este cargo era verdadero ,
sospechó Aben Abed de la conducta de Ornar su privado , y le mandó
prender; pero avisado por sus parciales de esta determinación se huyó
de Morda , pasó por Valencia , y receloso allí de los principes , que esta-
ban divididos, y poco satisfechos de su conducta , partió para Toledo ,
doode estaba el rey de Galicia Alafuns ben Ferdeland, que le recibió
bien , pensando valerse todavía de él para sus conquistas; pero Aben
Raxic y otros alcaides enemigos suyos llenaron á Alfonso de descon-
fiaorasde sus servicios , tanto qne este rey le dijo un día en su lengua :
O Aben Ornar , tú semejas al ladrón que hurta su hurto y lo guarda
bata qoe se lo vuelvan á hurtar : y él sospechó de esto, y se huyó de
Toledo á Zaragoza al servicio de Abu Amer Jusef Almutamen , que le
bonró y confió empresas de intriga y adquisición de fuertes de frontera
(Q lo de Valencia y Murcia , y en esto sé ocupaba engañando con tratos
pMdos álos incautos que le oían. Temeroso el rey Aben Abed de Se-
Tflh de'qne sus secretos y negociaciones se descubriesen por Alien Omar,
encangó su prisión á su hijo Yezid Arradt , que lo consiguió por indus-
tria de Abu Becar ben Abdelaziz de Valeiida , á quien engañó en el
castOlo de Jumilla que es del gobierno de Murcia , por lo que allí le
aborrecían chicos y grandes. Pagó muchas espías que le avisaban de
lodos sus pasos , y dónde dormía y sesteaba , y sabiendo que cierta no-
che entraba en Xecura , puso Arradi gente de su confianza que le pren-
dió t fué su prisión á seis días por andar de la lona de RaMe primera.
Arúaron al infante Yezid , y vino á Xecura y dispuso su conducción :
asi qne , cargado de cadenas y á buen recaudo le llevó hacía Córdoba ,
7 ^n todas partes le insultaba el pueblo, y el mismo Ben Abdelaziz
envió un judio , que era grande andador , para que le diese unos versos^
qne contra él escribió, y alcanzó al infeliz Aben Ornar en Caria Jumin.
&críbió desde el camino rendidas súplicas al rey Aben Abed , y las en-
viaba también al infante (Acídala Arraxid para que intercediese por él
<^ su padre , porque tania que hiego que llegase le mandarla matar)
7 le decía : «Conozco el derecho que tiene sobre mi sangre, y esto me
da temor ; pero también confio que no habrá olvidado ni desechado do
sa corazón d amor y confianza que le merecí , y en esto fundo mis eih-
l^ranzas '. * Uegó á Córdoba el Gluma 6 de Regcb , y se le detuvo
* Cs<< ezprwfon ei en arábigo tan eligoito t eoQclH que no he podida trtdnolrlt Mes.
348 mSTORU DB LA DOMINAGIOlf
alli una sola noche siempre cargado de cadenas , y al dia siguiente salió
para Sevilla en un maeho rodeado de gente armada á pié y á caballo :
los caballeros que le conducían iban con armas y vestidos negros,
y esperaron á la venida de la noche para entrar en Sevilla, aunque
otros dicen que le entraron á medio dia, 6 poco después, y que salió
mucha gente á verle , y el populacho y gente menuda le insultaba , y se
reia de su desventura. Le llevaron al alcázar y le encarcelaron en ana
oscura y retirada estanza , de la cual guardó Aben Abed las llaves.
Pidió aquella noche luz, papel y tinta , y se le dio recado de escribir.
Los conductores luego que lo entregaron á la guardia del alcázar se
fueron á su oración de alazar , que hicieron con sus armas y vestidos
negros. Escribió Aben Omar unos bien sentidos y elegantes versos para
el rey, que los envió por medio del inrante Arraxid, en que dccia :
«Conozco, señor, el derecho que sobre mí sangre tienes ; pero confio
en clamor que todavía me queda en tu corazón; nadie como (ú
sabe mi lealtad , y el celo con que te he servido. » £1 rey Aben Abed le
respondió en los mismos versos á la vuelta : «Mal tiempo anuncia el
hado á Oxonoba y á Xelb , y triste llanto y lágrimas amargas heredará
Semsa tu pobre madre^ » Visitáronle en su prisión el infante Arratid,
que le estimaba por su admirable ingenio , y los alimes Iza Aleslád Abul
Ht^giag y Abu Becar ben Zcidun, y otros poco afectos á Aben Omar, y
como entendiese este que el rey Aben Abed estaba algo movido á per-
donarle, y aun le hubiese indicado que no trataba de quitarle la vida,
y ahora estos sus enemigos le manifestasen que el rey tenia resuelto
matarle, dio amargas quejas al infante, y le dijo : «Señor mío, ya veo
que mi suerte es clara y el fin de mi destino manifiesto, llevóse el ma-
ligno viento de la envidia y enemistad las leves auras de vida que res-
piraba . Muleyna ? ayer no pensaba en quitarme la vida , y hoy me b
dilata pensando con qué tormento me han de acabar mas á sabor de mis
enemigos....» Después de esta visita incitaron tanto estos alimes d
ánimo de Al)en Abed , que lleno de saña fué á la prisión y con su propia
tabrizina le cortóla cabeza ; y decía Abdel Gelil ben Wahbon , que no se
vio quien por éi derramase lágrimas , ni se oyó quien dijese : sequésde
la mano al matador. Este fué el pago de sus artificios y mala política :
fué su muerte en el año 479 (1086) al principio.
Como viese Aben Abed de Sevilla que el rey Alfonso no solo había
conquistado la dudad de Toledo, sino que sus victoriosas tropas discor-
rian impetuosas como los torrentes invernales que bajan de los mon-
tes , y ocupaban las campiñas que riega el Tajo , y se apoderaba sin
resistencia de pueblos y fortalezas como Maglít , Maquida y Gaadilbi-
jara , pensó que convenia poner limite á sus conquistas, recelando mocho
de su engrandecimiento. Escribióle que no pasase adelante en ocupar
los pueblos del reino de Toledo , que se. contentase con aquella ciudad
y le cumpliese lo que le había ofrecido cuando concertaron sus alianzas.
El rey Alfonso le dijo : que estaba pronto á servirle en Andalucía coa
escogidas tropas de caballería , y para que viese que no olvidaba sus
pactos , le enviaba quinientos cabañeros para que entrase oon ellos eo
Dfi MS ÁRABES BU ESPAflA. 349
tierra de Granada : que los pueblos que habia ocupado eran suyos, y
del rey de Valencia su amigo y aliado : asi le llamaba ; pero mas pro-
punente era su vasallo. Entraron estas tropas de caballería cubiertas
de bierro en Andalucia sin resistencia , como que iban de auxiliares de
Aben Abed , y estuvieron tres diés delante de Sevilla , y pasaron á
Xidona donde estaba el rey Aben Abed, que se maravilló mucho de
e$(a entrada y habló con los caudillos cristianos, y les mandó volver á
n señor porque trataba de hacer paces con el rey de Granada y no
necesitaba ya de su socorro -, pero en su ánimo principió á meditar la
nnoade Alfonso. Los cristianos se volvieron á sus tierras , y en las fron-
teras de Toledo hicieron talas y robaron ganados , y cautivaron niños y
mogeres.
¿críbió Aben Abed al rey de Granada , al de Almería y al de Algarbe
pora celdl)rar unas cortes en que tratasen de la defensa del estado y bien
onnan de los muslimes de España : concertóse una junta de cadíes en
Sevilla , envió el de Granada su cadilcodá , el de Badalyoz á su cadi Abu
Isbacben Mokina, el de Granada era Abu Giafar de Alcolia, también
asistió Abul Walid de Beja , y el de Córdoba el i^azir Abu Becar Mu-
bamad, y Abdala ben Zeidun, y se juntaron en la aljama de Sevilla
COQ el cadi de ella. Abu Becar ben Adahim y todos fueron de parecer
qoe se escribiese al principe de los Almorávides Jusef ben TcxGn , cuyo
nombre y conquistas en África eran muy celebradas en España : soía-
meote se opuso á este parecer el wali de Málaga Zagút , y dijo : que no
convenía traer á España al conquistador de Mauritania, que sin duda
quebrantaría el poder de Alfonso; pero que les pondría á ellos cadenas
que DO podrían romper : que si ellos de buena fe se unían y procedían
(OD el solo ínteres de la religión , que Dios les ayudaría y vencerían á
su coman enemigo Alfonso, que sus propias discordias y divisiones
habían engrandecido : Estad unidos y seréis vencedores, les dijo, y no
permitáis que los moradores de las ardientes arenas de África pisen los
amenos campos de Andalucía y de Yalencía ; pero este consejo no se si-
guió, y trataron á Zagút de malmuslimyde descomulgado. Aben
Abed para ganar el corazón dd rey de Algarbe le pidió en matrimonio
una hermosa bija que tenía , y se concertaron paces entre todos ellos.
Q rey de Badalyoz Omar ben Alafias fué el encargado á nombre de los
amires de £q»ña para escribir al principe de los Almorávides que
quínese pasar á España para contener la soberbia del rey Alfonso , que
tronaba y relampagueaba amenazando la total ruina del Islam, y se
Dombraron allí los embajadores que debían pasar á Mauritania.
CAPITULO IX.:
De bs Alqioravicles ; siii f uerráf en África*
Paeslo ifoB los Almorávides y sus principes vinieron á ser dueños de
£si>aña , nos<»*á inoportuna la noticia de esta gente mora , y la historia
^0 BiSTOBU HE Lá DOMflfAOON
de su origen y mas famosas conquistas saya», ocasión desaentrada ea
Andalucía. Diremos el origen de los MulUminesó Almwavides de it
cabila ó tribu de Lamta, que vinieron del desierto ¿ la parte del pouenle
de África con su caudillo Abu Bekir , del cual asimismo diremos A
origen , y cómo llegó á tener el gobierno de ellos , y la causa que le
movió á salir del desierto y dar principio ¿ un nuevo y poderoso im-
perio en las marismas do África , que son las tierras que están de esta
parte de los montes de Daren , y los antiguos llamaron Mauritania, k
cabila ó familia de los mulUmines era descendiente de otra cabila mas
antigua llamada de Lamtuna , que procedía de un varón llamado Lamtu, .
pariente también de otro llamado Gudala y y de otro llamado Mustafa,
cabezas y progenitores de las cabilas ó tribus de sus nombres, y iodos
tres se preciaban de descendientes de otra mas antigua y noble, llamada
de Sanhaga de la antigua sangre de Humait , de los primeros reyes del
Temen, ó feliz Arabia, en donde vivían Sin mezclarse con los bárbaros,
ni p^mitir á sus mugeres que se mezclasen con ellos por casamieoloi.
S^eron del Yemen los de Sanbaga, y entraron en los desiertos por
causa de ciertas guerras en que fueron forzados á salir por nomezdtfse
con los bárbaros y fugitivos en África , y pobres usaban una manen
de vestidos simples que los envolvía y enmantaba, y de esta vestidura
llamada lamt quieren algunos decir que les vino el nombre de Moltí-
mines , si bien parece mas cierto que lo debieron al nombre de su pro-
genitor en tiempos desconocidos.
Estas tribus no moraban en ciudades ni tenían determinado asiento,
sino que vagaban en diversas parles de los desiertos de África, Ueyando
sus camellosy tiendas como laocasion y necesidad del tiempo y logárseles
ofrecía. Anduvieron asierrantcs de provincia en provincia, y do regios
en región, basta que vinieron ámorar en los desiertos de la África última,
que llaman alia y occidente ¿ por qué causa salieron del desierto lo
cuenta asi la historia. Dicen que un hombre llamado Yahye ben IfaraiD}
de la cabila de Gudala , pasó en peregrinación á la Meca en Arabia, j
ásu vuelta visitó la ciudad de Cairvan, que dista tres jomadas de
Túnez , á la parte de mediodía ; y como se hubiese detenido allí algva
tiempo por ver las curiosidades de aquella ciudad , sus aljamas y escoe-
las, trató allí un alfaki de aquella aljama llamado Abu Amram, nato-
ral de la ciudad de Fez, y conversando con él, preguntó el faki al pe-
regrino de qué tierra era , cual era su nación , y de qué secta de las
cuatro ortodoxas del Islam. Respondió el peregrino que los pueblos do
su tierra carecían de ciencias y de letras, y no tenían casi ninguna reli-
gión ni noticia de las sectas de que le hablaba , que sus cabilas estaban
apartadas de todo trato de gentes políticas, que no tenían ciudades ni
poblaciones en que suelen enseñarse esas cosas, que vivían en medio de
los desiertos , adonde no llegaban sano gentes rústicas , ó traficantes que
entendían solo en comprar y vender y hacer sus grangerias ; y sin em-
bargo que los de su nación y los demás del desierto no eran tan bárbaro»
y feroces, que no deseasen aprender y tener letras y religión, qoepor
lo común todos eran de buen natural y muy humanos , en wébio de sus
M LOS ARABBS EN UPAlU. Ui
rúfficas oostttHdMrea : «si i|iie lo rogaba oncareoidamoUe que te diote
ilfpindttdpiilo, si habiáalfitno que quisiese ir con él ásn tierra, para
instruir á los pueblos* Prometióle Abu Aoiram hacer en este negocio k>
que pudiese, y lo propuso á sus discípulos; pero ninguno vino m lo
que él deseaba y les proponía , fuese por la gran distancia que babia
desde CairTan basta el desierto adonde ddiian ir , ó pcn* las difiouHadea
; peligros que tan arduo camino ofrecía t y como el peregrino esta -
Tiese pora partir de alli , el faki di6 noticia al peregrino de cierto faki
que- YÍTia en Almagra, en el reino de Sue , que se llamaba Abu Isag.
Era este faki muy venerado de los muslimes por su doctrina y mo-
deradas cQstutnbres ) asegurándole que este Abu Ijsag era tati TÍrtuoso
que sin duda le proTeería de mdestro cual conrema y él deseaba $ y para
esto le dio cartas de recomendación para aquel alfaki dé Sus , para que
biciese con diligencia cuanto el peregrino le rogase. Partid pues el pere-
griooy llegó al reino dé Sus, y p(»r su carta fué muy bien recibido,
JSB negocio se terminó como tí quería $ pues Abu Iiag h dio un maes-
tro llamado Abdala ben Yasim , de quien A mucho contaba , hombre
docto que había estudiado siete afios en Andalucía todas las ciencias, y
era insigne letrado. Uegé Abdala ben Yasim con el peregrino al desierto
en que moraba la tribu Gudala, y fué muy bien recibido de toda la
cabíla, y se le juntaron luego setenta jeques de los mas nobles de la
gente , y como era nación honrada y humana, teníalo en gran venera-
cioQ, y le miraban como sí fuese padre y seik)r do todos ellos t tanto
que Abdala se atrevió á mandar á la gente de Gudala que se armasen ,
T qae hiciesen guerra á cierta cabila comarcana que era la de Lamtuna,
T de tal manera se hubieron con ellos valerosamente , que oMigaron á
ksLamtunies á obedecer al jeque Abdala ben Yasim , ydel mismo modo
7 con el mismo valor y fortuna sujetaron á todas las cabllas del desierto,
creciendo mucho la reputación del jeque, y el poder de la tribu dé
Godala ; de manera que Abdala asi en esta tribu como en la de Lam-
tona era mirado como soberano , pues el amir de Lamtuna Abu Yabye
Zacaria ben Omar se declaró su discípulo , y en pac y en guerra seguía
su consejo, y no se hacia sino su voluntad. Cerca déla cabila de Lam*-
tuna había unos montes y áspera sierra en que moraban ciertos bárbaroe
que no tenían religión, álos cuales quiso instruir el jeque Abdala;
feto ellos despreciaron su doctrina , ó no hicieron caso de sus predica-
dones y á los cuales mandó el jeque que se hiciese cruda guerra, y la
encomendó ¿ los de Lamtuna sus confinantes, y elh» la hicieron con
iieróico valor y constancia.
El rey Aba Zacaria Yabye salió con mil caballeros de Lamtuna contra
los bárbaros , y trabó con ellos muy refitda y pdigrosa bataUa. Eran los
Lamtunics gente suelta, ligera y robusta, muy endurecida y acostum*
brada ¿ las fatigas y ejercicios de fortaleza , porque iñlvían en continuas
gnerras con estos bárbaros y con otras cabilas enemigas , y sabían po-
ner sos haces en orden de batalla , y ponían en las primeras almaAiIte
les que tenían lanías puy korgas, que afiitnaban en tierra, que
era la tente de ápü, ytanfimí, dice Abu Oxeid de-Bejer, que no
352 ' HISTORIA DE LA DOMUIAGIOII
se les Tió nunca yolver la espalda en las batallas , y qoe antes que-
rían morir en ellas que ceder ni perder un pié de tierra, ni huir, por
grande y excesiya que fuese la múltitad de enemigos que les acometía,
de suerte que con este valor y deseo de vencer hadan gran matanza en
sus contrarios ; y asi de los bárbaros cayeron mas en las almafallas de
los de á pié , que entre la caballería. En suma los de Lamtuna fueron
sefk)res del campo haciendo huir y retirarse con mucho desorden álo$
berberíes, cuyas tiendas robaron y dividieron entre si los despojos ga-
nados. Costóles harta gente á los Lamtunies esta victoria, y viendo el
jeque Abdala el ánimo y constancia de los de Lamtuna en la pelearlos
llamó Murabitinesó Almorávides, esto es, hombres de Dios, y espon-
táneamente dados á su servicio. Tiendo pues que estos de Lamtuna
eran tan esforzados y bravos en la guerra, pensó que con estos Almo-
rávides y la diligencia y eficacia que él pondriajde su parte , podia llegar
á ser dueño de toda la Mauritania y tierras de Almagreb : y para en*
vanecerlos y animarlos á lo que intentaba les decia : «O nobles Almo-
rávides de Lamtuna, vosotros tenéis constancia y habéis vencido á todos
vuestros contrarios -. si en servicio de Dios y en ayuda de la publicadon
de su ley habéis de emplearos , yo confio que con facilidad superéis las
dificultades que se os opongan , y que dejareis á vuestras espaldas los
estorbos que se ofrezcan en la virtuosa senda, que debéis seguir para
alcanzar el paraiso , premio de vuestras buenas obras. » Asi pues dis-
puso sus corazones , y con ellos conducidos de la dulzura de su per-
suasión y de las promesas de los futuros bienes , les persuadió á saUr
del desierto , hicieron guerra á los berberíes , y se enseñorearon de
Sígilmeja Dará, y otras provincias de los amircs de Magaraba, prin-
cipes de la tribu Zeneca , que gobernaba entonces Mesaud ben Banod
ben Hiazron ben Falful Alazán. Persuadidos los de Lamtuna allegaron
sus gentes y se unieron con ellos los deUsufa y Arara y Lamta ; principia-
ron la guerra conMesauddeMagaraba, y conquistada esta provincia pasó
el victorioso A bu Yahye Zacaria á tierra de Dará , y también se apoderó
de ella; pero en una sangrienta pelea con una hueste de gente de Gn*
dala murió peleando como bueno el rey Abu Yahye Zacaria, sin que
por eso los suyos dejasen de quedar vencedores.
Muerto en la batalla el esforzado Abu Yahye Zacaria por los de la
cabila de Gudala, el jeque Abdala con su serrana autoridad eligió y
nombró por amir á un hermano del muerto llamado Abu Bekír , hijo de
Tarkit de la cabila Sanbaga , y de la antigua sangre de üomair , el cnal
fué recibido muy bien y le juraron obediencia los de Lamtuna, y los de
SigUmesa y Dará : y después de esto pasó el amir Abu Bekir á tierra de
Masamuda , que está á la otra parte de los montes de Daren , y escogió
por lugar conveniente para su morada la tierra de Agmal, Guanay
Ezmira , adonde llegó el año de 450 (1 058) . Salieron á recibirte los prin-
cipales del pais, que se sometieron á su dbediencia, y puso su casa en la
ciudad de Yeriquia , en compañía de su imam ó jeque Abdalá , que do
podia sosegar sm hacer nuevas conquistas, aunque parecía que las quería
para Aba Beitir ; pero en verdad él tenía la potestad y s<ri)eranía , y lo
DE LOS AllABES EN ESPAAa. 353
esencial del gobierno. Gomo hiciese una entrada en la tierra de Tamisna
procarando sujetar y traer á su obediencia á los naturales de cUa , los
moslímes le trataron y recibieron muy diferentemente de lo que habian
hecho los de otras naciones , pues en una de estas visitas le pasaron con
lina boza y murió. £1 rey Abu Bekir sintió mucho su falta ; pero se fué
ingeniaudo en la ciudad de Agmat en Yeriquia , y se fué apoderando
poco á poco del señorío de la tierra , enviando á los pueblos sus gober-
Didores y recaudadores, manteniéndolos en su obediencia con el temor
^ su poderío, porque cada dia le iba viniendo gente del desierto : de
suerte que en el año 460 (1078) creció ya tanto y se multiplicó aquella
i?en(e, que estrechaban á los naturales del pais , y no cabian sin diíicul-
l^eo h tierra; asi que, no pudiendo pasar los unos con los otros, los
jeques y principales á nombre del común dieron cuenta al rey Abu Be-
kir de ios apuros que padecían , y de la estrechez en que todos estaban,
díGcultad que cada dia era mas grande. Elrey Abu Bekir les dijo, que
puesto que tenian razón en quejarse de su incómoda vivienda , que
cOos escogiesen un lugar conveniente y bueno para edificar una ciudad
ea que él y los suyos morasen. Los jeques muy contentos de su res*
puesta tuvieron su acuerdo, y de común parecer señalaron las tierras
que llaman de Eilana y las de Heimira , y lo participaron al rey dicién-
<^le : ¡ O amir , ya escogimos lugar conveniente á tus deseos y á los núes-
^ en tierra de Eilana! Y luego al punto Abu Bekir bcn Ornar montó
á cal)aUo y siguió á los guias , y con él toda la gente de los Multimines y
Masanuidas, moradores de la otra parte de losmontes de Darcn. Llegá-
is todos juntos hasta el bosque y llanura en que ahora está la ciudad
^ Marmccos -. estaba este bosque desierto y no habitaban entonces en
^síoo leones , tigres, cabras monteses , avestruces y otras fieras , y no
oadao en aquella tierra sino adelfas y espinos , y otros rústicos arbustos ;
P<3t) con todo eso agradó mucho el sitio y frescura suya , y la comodidad
que ofrecía para la fundación de una ciudad : sus abundantes yerbas y
pastopara los ganados abonaba la disposición oportuna para ella. Go-
uieQzáronse á trazar las calles y plazas , y á delinear las casas y sitios
públicos, y toda la gente trabajaba con mucha alegría : no se cuidó en-
toDces de cercarla de torreados muros, que estos los labró después do
^igUQ tiempo d rey Aly Hasen , segundo rey de los Almorávides como
vivemos. Fué la llegada del rey Abu Bekir al sitio en que fundó la ciudad
^ Marruecos el año 462 (1070).
Ocupábase el rey Abu Bekir en dar prisa á la fundación de su ciu-
^<), y á los príncipales edificios de ella , cuando le vino nueva de la
ubtla de Lamtuna de donde él procedia , en que sus parientes le envia-
^ á decir que la cabila de Gudala (X)n quien desde tiempo antiguo te-
dian desavenencias, habia entrado contra ellos haciéndoles muertes y
^^ y otros graves daños; que la enemistad era ya tan crecida que
l^reda que la guerra seria interminable sin la ruina de una de las ca-
lilas. Pesó mucho al rey Abu Bekir de estas cosas, y abandonando la
'Hipacion que alli le detenia, nombró por su califa sucesor y logarte-
sicote á su primo, Mamado Juzef ben Taxfin beu Ibrahim ben Tarquit
i3
354 HISTORIA DE tA pOMmACION
bcn ycrtAquita bcn Mansur bcn Mynla bcn Tamím bca Bagali, de la
caVúíí de Sanhaga de la antigua sangre de Homair, y en Ibrabini,
abuelo de Juzef , se reunían los dos amiros primos suyos y predecesores
ya mencionados, A bu Yahye Zacaria y Abu Bekir : dividió este amir
sus gentes en tres ejércitos, y con los dos piarcbó á grandes jornadas
al desierto para socorrer á su familia de Lamtuna : y dejó el otro eu Sus
Alaksá ó última en el sitio de la nueva ciudad , encomendado á su primo
Juzef bcn Taxfln Aba Jacob.
CAPITULO X.
QiUfAigo de Jaief ben Taxfin.
Conviene antes dar una idea justa del carácter de este califa. Era Ju-
zef ben TaxBn ben Ibrabim ben Tarkut bcn Wcztaktir ben Mansar bcn
Misála ben Watmell ben Telmeit de la descendencia noble de Homair
de Sanhaga de Lamtuna, de los hijos de Abdciscms bcn Wetliil ben
Homair : la madre que le parió era de Lamtuna , hija de Ornar, que se
llamaba Fatima, hija de Syr ben Abi Bekir ben Yahye ben Wáh bcn
Wataktir : su color era moreno, de buenas facciones y estatura, enjulo
de cuerpo , de voz delicada , ojos brillantes y grandes , bien rasgados ,
grandes y pobladas las cejas , bigote retorcido, barba bien dispuesta, y
mas blanda que el cabello. A estas prendas del cuerpo juntaba un alma
generosa : era prudente en el gobierno de sus pueblos , esforzado y rá-
llente en la guerra , siempre atento á la seguridad y defensa de sus es-
tados , grande amparador de sus fronteras , amigo de la guerra que ba-
da con mucha inteligencia y felicidad , liberal en extremo , grave j
austero, en sus vestidos y adornos descuidado, pero con simple aseo,
abstinente y moderado en los placeres, apacible en el trato y conversa-
ción, y en todo se manifestaba para las grandes cosas que Dios le habla
criado, para conquistar para el Islam gran parte del mundo, Susvesti-
dos eran de lana , y nunca usó de otra especie : su roantenimíeato
pan de cebada y carne de camello , y de otros animales robustos ; pero
en corta cantidad -. ni sobre el sabor y confección de los manjares se
quejó en su vida, ni de la calidad ó captidad de ellos, siempre la
misma con mucha igualdad : no tuvo en su vida mas enfermedad qne
la última que Dio^ le dio para llevarle á los prepiios y recompensas de
la otra vida , por lo que en esta babia procurado lá propagación del Is-
lam y el conocimiento y adoración del poder y gloria de Dios , pues hizo
que se le alabase asi en España como en Almagréb, sobre mas de mil
alminbares y novecieníos alminares ; pues fué su imperio en ella so-
bre dilatadas tierras , desde Rlcdina Fraga en conOnes de Afranc , ex-
tremo oriental de España ^ hasta último término de Santerin y Alisbona ,
aue está sobre el mar Océano, occidente de España , que es extensión
e mas de treinta y tres días de camino , y de proporcionado ca<ii igunl
aucbvra. En poniente de África se e^Ltendia su imperio desde Gczira
m IOS AKAB£S EN ESPAÑA. 355
firaí Márgala hasta Tanja ^ al extremo de la última Negrería al monte
del oro de tierra de negros , siii interposición de ningún poder ni seño-
rio extraño en sus estados-, que no le hubo cu sus tierras. Su poder y su
voluntad resignada en Dios , y conforme á sus santos mandamientos, y
eo las exacciones y tributos conforme á lo dispuesto en la ley y en la tra-
<iícion , y en las fardas y tributos que le pagaban los Ínfleles tx)nfbrme á
sos pactos de sumisión , y asi se halló en su tesorería después de su
muerte la cantidad de trecientas mil arrobas de plata , y cinco mil y
cuarenta arrobas de oro en doblas. Administraba coq justicia sus esta*
<ios, y aunque tan jnsto , era apacible y afable con sus vasallos j eu e^
pccial respetaba y honraba á los alfaquies y alimes , y los admitía á su
hdo y seguía sus consejos en sus deliberaciones , y de esto se preciaba
mucho. Era de excelente ingenio y buen natural , humilde y vergon-
zoso, y parecía que en él se habían acumulado todas las virtudes ^ y
como decía el doctor Muhamad Aben Amid , como que cada una díe
ellas contendía y porflaba por manifestarse la principal. Nació Juzef el
ano loo (t009 ó lOiO) en Telad Sahara, y su muerte fué el aüo 500
(1110 ó 11 11), de cien años de edad. Su vida , parte la pasó en Alma-
gréb , desde que sucedió á su primo el amir Abu Bekir ben Omar, basta
que fué á la misericordia de Dios, que fueron cuarenta y siete años,
(^to desde el año 453 : y en Andalucía desde que quitó el gobierno ¿
los amires , y entre ellos al rey de Granada Abdala ben Balkin hasta su
muerte, diez y siete años, cobclo después diremos : fué su principal
vazir ó consejero Syr ben Ahí Bekir su yerno : fueron sus hijos Aly,
que le sucedió en el imperio después de su muerte, Temin , Abu Bekir,
Uoian , Ibrahim y Cuba y Rakia.
Gomo hubiese Juzef quedado en el gobierno y califazgo de Marrue*
eos y de las provincias del poniente de África por naíb ó vicario de
su primo Abu Bekir, luego comenzó á gobernar con mucha prudencia
y destreza , agradando al pueblo y á la gente de guerra , presumiendo
en su corazón alzarse con el imperio , y hacerse absoluto dueño del es*
tado á pesar de las intenciones que su primo tuviese. Dio gran prisa i
h fábrica de la nueva ciudad : cmnpró á cierto vecino de Masmuda el
terreno en que plantó su pabellón do pieles para asistir y esforzar la
obra : su primer cuidado fué ediíicar una mezquita para la oración , y
la alcazaba, reducida fortaleza llamada el alcázar de la Piedra, pava
gnardar las armas y provisión de caudales. En la obra de la mezquita
trabajaba él mismo en eDa , y preparaba con sus propias manos el
barro para los ladrillos con los otros trabajadores , dando á todos este
ejemplo de celo y de moderación : perdone Dios á quien tal edificó.
£sta es ahora la noble ciudad de Marruecos, en delicioso sitio, abui^
dante de yerba, fruta y agua, que donde se cava un pozo luego á poca
hondura se halla agua pura y dulce. Asi desde luego fué habitada d^
macha gente , y se principió á murar ; pero esta obra la acabó su hijo
en (cbo meses el año 526 (1 132), y después la engrandecieron sus suce-
«ves en el estado : en especial amjr amumímn Abu Juzef Jacub Al*
aianzor bcR Juj^bea Abdclmumín ben Aly Alcumí, príncipe de los
356 HlStORU DE LA DOHUf ACIÓN
Almohades en el tiempo en qac esta dinastía se apoderó de Almagréb,
7 no cesó de ser la principal y cabeza del imperio de los Almorávides
mientras reinaba esta familia, y lo fué tamliicn en tiempo délos Al-
mohades , hasta qae uno de sus príncipes mudó la corte á la noble y
antigua ciudad de Fez , como adelante veremos. En tíempo de un año
después de la partida de su primo Abu BeldrbenOmar acrecentó Juzef
8U potencia y grandeza , y viendo que tenia mucha gente , que serían
bien cuarenta mil hombres de guerra los que acaudillaba , negando á
Wadi Mulua dividió su ejército'en cinco partes , y las repartió en cua*
tro caudillos , que fueron Múhamad ben Temim Agedati , Amran beo
Zuleyman el Maznkí , Moderec el Tddeli y Syr ben Abi fiekir el Lam-
tuni ; y encargó á cada uno de estos cuatro la alcaidía de cinco mil
hombres de su cabila, dándoles sus instrucciones y ordenanzas para el
gobierno de ellos en la guerra de Almagréb y de Magaraba , Beni Ya<
ferian y otras cabilas berberíes que se le habían levantado, y los de-
mas los acaudillaba por su persona ; y asi en breve tiempo una tribu en
pos de otra , y provincia tras provincia sojuzgó toda la tierra de Alma-
gréb, que todas las cabilas se vinieron á su obediencia , y entró en Me-
dina Agmat, y alli casó con la hermosa Zaináb, que la quitó á sa
hermano Abu Bekir ben Omar, porque la amaba tiernamente, y día le
correspondía. Dicese que compró una gran suma de esclavos de Guinea
que le vendieron ciertos traflcantes que se ejercitaban en el trato y co-
mercio con los guineos en una ciudad llamada Gasza , que estaba mu;
dentro de sus desiertos, y que estos negros eran en lo antiguo cristia-
nos ; pero con el trato de los berberíes , ó por los males y violencia de
la guerra , ó por otra causa que se ignora , vinieron á perder la reli^oo
para sus intentos y ejecncion de sus designios. Envió estos negros á las
costas de Andalucía , y tomó en cambio muchos mozos cautivos cristia-
nos que daban en trueque los de Andalucía , y de estos mozos que hacía
instruir en la ley, armaba caballeros y los ejercitaba en la destreza y
manejo de las armas y caballos , y de estos tenia consigo doscientos cin-
cuenta escogidos y bien adiestrados. También escogía de los mozos D^
gros los mas bien dispuestos , y les daba armas y caballos , y de estos
tenia consigo dos mil caballeros muy bien ejercitados y valientes ,- y tam-
Uen impuso grave tributo á los judíos de su estado , que eran muchos y
ricos ; y con esto allegó gran riqueza , y amnentó su poder, y tanto cre-
cía la muchedumlM^e de cabilas y pueblo que se le allegaba , que d
aik) 454 (1062) halló que tenia un poderoso ejército : tocó sus atabales,
levantó banderas , congregó sus huestes , y hecha reseña tenia mas de
cien mil caballos de las tribus de Sanhaga , Gezula, Musamada y Ze-
ceta ; y de ellos Albazáscs y Arramátes. Salió con estas tropas de Mar-
ruecos camino de Fez , y le salieron al encuentro las cabilas de aquella
tierra de Zuaga, Lamait , Lunait , Sadina, Sedrana, Maguila, Bebíala
y Mediona y otras en gran número , y le presentaron batalla , que fué
muy reüida y sangrienta ; los venció y deshizo con horrible matanza, y
Imyeron tedk» , y muchos se acogieron á la foilaleza de los muros de
Medina Mediona , y los Almorávides la cntranm espada en mano, la
BE LOS ÁRABES EN ESPAÜA, ^7
saquearon 7 robaron , y degollaron en ella mas de cuatro mil hombres ;
arrasó sus muros , j se encaminó á Medina Fez , donde estuvo hasta que
sojuzgó y allanó las tribus que moraban en aquellos confines.
£1 amir Abu Bekir su primo, después de haber tomado yenganza.de
ks de Gudala , y haber terminado las diferencias de sus parientes y
amigos de Lamtuna', el ano 465 (1073) tomó á Alauritania , y en Agmát ,
estando fuera de la ciudad , supo el engrandecimiento y potencia de Juzef
beo Taxfin y sus soberbios pensamientos^ cómo habia ganado los ánimoe
y Toluntad de las gentes, y habia fortificado la tierra , de manera que
claramente se echaba de yer que no quería tener compañero en el im-
perio. Asimismo acaecía que los caballeros que salían dd canipo de
Aba Bekir algunas veces para ver los edificios de Marruecos y el orden
j concierto que en todo había puesto Juzef , volvían muy maravillados
de sa prudencia y de su poder, y como sabian de la manera que se habia
con sus gentes de guerra , usando con ellos de mucha liberalidad , dán-
doles muchas dádivas y preseas de caballos , armas y ricas vestiduras ,
7 esclavos , y las promesas que hacia á los que seguían su servicio, to-
dos volvían al campo alabándole y encumbrando sus prendas basla el
cielo. Por todas estas cosas conoció Abu Bekir que era irremediable la
determinación ambiciosa de su primo de alzarse con el imperio , y reco*
ciendo su indignación y enojo en su pecho , perdida la esperanza do
reinar como antes en aquellos estados , disimuló su sentimiento y envió
sus cartas á Jusef para concertar unas vistas. Señalado y venido el día,
salió Juzef con numeroso ejército con muchos esclavos y familia, y en-
contró á su primo en mitad del camino , entre Agmát y Marruecos, que
es distancia de cuatro millas y media , pues hay nueve de una á otra
parte. Saludó Abu Bekir á su primo Juzef que estaba á caballo, corte-
sía qae no solía hacer á nadie : luego se apearon ambos y se sentaron
juntos sobre un albornoz , lo que dio motivo á que en adelante se llamase
aquel sitio el bosque del Albornoz. Maravillóse mucho Abu Bekir de la
magestady grancteza real que manifestaba su primo Juzef, asi en su
persona como en la muchedumbre de sus caballeros , orden de sus es-
cuadrones y repartimiento de sus tiendas. Después de su conversación
le dijo por ultimo Abu Bekir, pero con disimulado ánimo : O mi her-
nuno Juzef, que por tal te tengo , pues eres hijo de mi propio tío, y es
tan cercano nuestro parentesco , yo no hallo quien pueda mantener el
imperio de Almagréb como tú : no digo bien , quien merezca como tú
ser señor de todo ; pues á nadie con mas derecho le pertenece. Yo en
verdad no puedo detenerme aquí, y debo volverme al desierto y morar
^ncl; mí venida no ha tenido otro fin que declararte mi voluntad , y
decirte que eres el dueño y señor de estos estados , y con esto volverme
al desierto , propia morada de nuestros hermanos y antepasados. A estas
razones le respondió Juzef con humildad y dándole gracias. Llamaron
á su presencia á los nobles de Lamtuna y grandes del reino , á los walíes
1 jeques de los Musamadas , y con ellos alcatibes y xuhudes , y parte de
los del pueblo y gente menuda , y se otorgaron escrituras de esta cesión
que juró el rey Abu Bekir, en si y en su f^ la renuncia do las tierras do
asa HISTORIA DE LA DOMIIIACIOK
Marruecos y demás de Almagréb en sn primo Juzef bcn Taxfin. Luego
se leyantaron j despidieron con secreto dolor y sentimiento fingido de
Abu fiekir ben Ornar, y con su compañía se tornó á su real , que estaba
en A^mát. Juzef tornó con los suyos á Marruecos , y en llegando dis-
puso un notable y rico presente para su primo , que contenia las pre-
cíosidadcs siguientes : lo primero Teinte y cinco mil escudos de oro
finísimo, setenta caballos generosos , de los cuales los veinte y dnco iim
esietsbertados con caparazones y jaeces guarnecidos de oro de martillo;
asiitaismo setenta espadas , las veinte con guarniciones de oro , y las de-
mas de plata : ciento cincuenta acémilas escogidas .- cien turbantes pre-
ciosos , y cuatrocientos de los de Suz , cien vestidos con cabríUllas finas,
doscientos albornoces blancos , y listados y de varios colores : mil pieías
de lienzo para tocas , y doscientas piezas de telas finas : setecientas man-
tas de vestir coloradas y blancas , y de otros colores , al uso de los Lam-
tunies : doscientas cincuenta aljubas de escarlata , y setenta ropas de
paño fino para defenderse del agua : veinte esclavas doncellas , blancas
y hermosas , y ciento cincuenta esclavas negras : diez libras de palo de
Indias aromático , del mas suave y fragante olor : cinco saquillos de
almizcle de lo mas fino : dos libras de ámbar : quince de cánfora y alga-
lia; y un rebaño de vacas y carneros , con muchas cargas de trigo ;
cebada. Con este rico presente escribió Juzef á su primo Abu Bekir, qne
le perdonase de aquella cortedad , que le rogaba se dignase recibir
aunque tan poco digna de la grandeza á quien se enviaba. Dicen qoe
se alegró mucho de esta dádiva el rey Abu Bekir, y que la repartió
luego entre sus caballeros , y se retiró á su desierto , donde haciendo
guerra á los negros murió á los tres años ; pero mientras vivió turo sa
Íirimo el rey Juzef la atención de enviarle cada año un ricopresentc. Ko
alta quien dice que no se sosegó su enojo , y que se rebeló después, y
que Juzef le venció, y le entró en triunfo en la ciudad , y le mandó
matar. Que su hueste se retiró á Medina Sofar, que se resistió , y la
entró por fuerza espada en mano , y mató á los jeques de su consejo,
hijos de Mesaud el Magaravi , que estaban apoderados del gobierno de
la ciudad y de la tierra. De alli revolvió sobre Fez que se resistió , y h
tuvo cercada como un año, y la entró en el año 455 (1063) , y puso alli
un wali de Lamtuua , y partió allanadas las cosas para Velad Gomara,
contra su wali que se babia rebelado : era este Mansur ben Hemad , ;
la entró por fuerza , y mandó matar á Mansur y á sus parciales. En este
año 455 (t063) fué proclamado el amir Almahcdi ben Juzef el Cainaü,
señor de Velad Mekineza , y se vino á la obediencia de Juzef ben Tax-
fin , y fué con él tan generoso que le confirmó en el señorío de sa tierra,
con la obligación de servirle con cierto número de tropas en la guerra
de Velad Almagréb y tribus comarcanas. Dispuso su gente Almahedi,
y salió de Medina Auxa á voluntad de Juzef ben Taxfin , y como en-
tendiese esto Tcmim , hijo de Manscir el Magaravi, el rebelado en la
ciudad de Fez , temió por su vida al ver cuánto se acrecentaba el poder
y la potencia de los Almorávides , y se adelantó con las tropas de Maga-
rava y de las cahitas zenetas , y se encontraron , y se tral)ó entre ellos
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 339
may reñida y sangrienta l)a talla , en quo peleando como un fiero leotí
murió Almahedi ben Juzef, y sus gentes fueron vencidas y deshechas, y
eoTió Aben Manser Tcmim su cabeza al señor de Cebta el BarqueU ,
que era su suegro. Los de Mckineza después de este destnan tomaron
gran pesadumbre, y avisaron su desgracia y la muerte de su amir á
Jazef ben TaxGn , ofreciéndole la tierra , y rogándole que fuese su rey,
y Jnzef aceptó su obediencia y ofiredmiento, y dispuso luego sus gentes
contra Temim ben Manser Ahnagaravi , señor de Fez , y entr<^ eA sus
tierras y las corrió , y taló sus campos , incomodándole con algaras con-
tinuas. Viendo Manser que las gantes estaban ya cansadas de tantas re-
jacicmes y continua desolación , y que el descontento de los pueblos
crecía , porque les tcnian corta¿ki el agua ^ y en las batallas se perdía
mucha gente , congregó cuanta fué posible de Magarava y Beni Yafarin i
j salió con buena hueste á probar fortuna contra los Almorávides t Ira-*
büse batalla que fué una horrible matanza , y murió peleando Temim
.^lanscr y mucha gente principal de los suyos. Luego que él murió toma
el mando y gobierno de Fez,en su lugar Alcascm bcnMubamadben Ab^
dcrahman ben Ibrahim ben Muza ben Abi Alaflael zenete ^ y el Meki«
nczi congregó sus tropas zenetas , y salió al encuentro de los Almoni*
Tidcs, y fué la batalla á las riberas de Wadisiflr, quo fué terrible y j
fueron derrotados con gran matanza los Almorávides , y aunque Á
ambas partes murió mucha gente , la mayor carnicería fué entre los
caballeros. liego la nueva de esta derrota á Juzef ben Taxfin , que es^
taba CD el cerco de Hisn Mahedi , y se partió luego de alli dejanck) en d
sitio algunas tropas de sus Almorávides , cerco que fué extrañamente
largo, pues duró nueve años hasta que se entró por avenenóle
añu465 (1073). Partió de alli Juzef el año 456 (1064), y fué ¿ Beni Mo^
rasan, que su wali se habia rebelado entonces y se resistió i pero Juief
le Tcndó y mató muchos de ellos , y allanó la tierra : de aÜi partió A
Fendelewa y conquistó todo el pais : luego pasó á Velad Barga , y eDtr¿
la dudad el año 458 (1066). £1 año 460 (1068) conquistó Yelad Gomara
desde Araif ¿ Tanja , y el año 462 (1070) pasó á Medina Fez , y se puso
delante de ella con todo su ejército, y la cercó y apretó tanto que la
ealró por fuerza espada en mano , y mató á los de Magarava quo en eUa
encontró, y á los de Beni Yafaran , Mekineza, y de las tribus zenetas
que no perdonó vida ; pereció alli gente infinita , hasta llenarse las calles
j plazas de mortandad : y de los vecinos de la ciudad y del Cairvan mató
aias de tres mil hombres, y no pocos andaluces, que los demás huyeron
alus confines deTeliman. Esta fué su segunda conquista: fué su en-
Irada en Fez dia jueves 2 de Giumada segunda del año 462 (1070).
Lu(f o que Juzef ben Taxfin entró en Fez la mandó fortificar, y derribó
<'lmuro que atravesaba y dividia los barrios do los Andaluces y de los
de Cairvan , y redujo estos dos barrios á uno , y mandó edificar mez-
quitas en sus contornos , plazas y calles , y si cu alguna calle grande ó
plaza no habia mezquita , obligaba ¿ los vecinos á que la labrasen , y
<*dificó aljamas y fondacas y alharas , v mejoró estas y los zocos, y se
entretuvo on esto, y estuvo alli hasta la luna de Safer del año 463 (1071)
3G0 HISTORIA DE lA DOMINACIÓN
qae salió de ella , y partió para Velad Muluya á oonqaistar la fortaleza
de Felát j y en el año 464 (1072) se disponia Juzef para sojuzgarlas
demás tierras de Almagréb , y los jeques de las tribus Zeneta, Masama-
da , Gomara , y otras de los berberíes se adelautaron ¿ proclamarle.
«
GAPITUIX)XI.
ContiDoan las conqoisiai del AlmoraTíde Jmer.
Por esta sumisión de las tribus Juzef las perdonó, y á todoslos dejóen
posesión de sus bienes. Entonces recorrió con tropas dd país Mossus
estados de Almagréb , y vio el estado de sus pueblos , y entendió cuanto
convenia para el buen gobierno de aquellas Uerras , y le pareció csla
la mas importante de todas sus empresas , y la primera obligación del
principe. En el aílo465 (1073) ganó Juzef la ciudad de Aldahna de Telad
Tanja , y la entró por fuerza , y asimismo ocupó el monte Aludan.
En el año 467 (1075) tomó á Gebal, Gieza y Beni Macúd y Beni Ra-
bina , y mató mucba gente de allí , y dividió los estados en tierra de Al-
magréb : este año de 467 en luna Dylbagia apareció en Almagréb, jsc
vio en las tierras de España la estrella Almekác, y dio el gobierno de
Velad Almagréb á Yezid ben Abi Bekir .- y el de Mudain Mekioeza,
Velad Meklala y Velad Fezán, á Ornar ben Zuleyman : Medina Fezj
sus comarcas á Daud ben Aixa : Sigilmesa y Daraa dio su gobierno á
su hijo Temim con Medina Agmftt y Marruecos y Velad Asús, y lo d^
mas de Velad Masamuda y Velad Temizana. En este tiempo Mahamad
Aben Abed Almutamcd, rey de Sevilla, entendiendo el gran poderío de
Juzef en África y sus grandes victorias, quiso ganar su amistad , y en
especial porque le convenia para acabar sus conquistas en Andalucía,
que este príncipe ocupase las armas de Muhamad Barqueti de Ccbtay
de los señores de tierra de Tanja , para lo cual escribió sus cartas ro-
gándole que admitiese su amistad, y le ayudase con su poder ala de-
fensa del Islam ; que quisiese pasar á la santa guerra que hacia en Es-
paña : y el rey Juzef le respondió que no podía pasar á España en tanto
que no fuese señor de Gebta y Tanja , y como el intento de Aben Abed
era el que hiciese guerra á los dueños de estas ciudades, le volvió á
<^cr¡blr ofreciéndole de ayudarle , si el mismo Juzef acometía por los
desiertos y rodeaba aquellas ciudades ; y asi lo cumplió , y envió Aben
Abed sus gentes que pasaron el mar , y ayudaron á Juzef á ocuparlas
como lo hizo el año 470 (1078). Con esta ocasión se vio Juzef empeñado
en la guerra de Tanja y Cebta , y llamó en su ayuda á Saleh ben Amran,
que le acudió con doce mil caballos escogidos de los Almorávides , y
veinte mil de las tribus de Almagréb y zene tes , y al acercarse á conGnes
de Tanja les salió al encuentro el hagib Socra el Barqueti con sus tro-
pas. Era ya este caudillo muy viejo de mas de den años , y dijo : Guala,
que viviendo yo no se han de oír en Cebta los atabales almorávides; y
se encontraron los dos ejércitos en las orillas de Guadtmena , en coa-
DE LOS ÁRABES EN ESPAAa. 361
fines de Tanja : trabóse la batalla con bárbaro valor de los dos partidos
yfaé muy sangrienta ; el esforzado viejo Socra murió peleando; y luego
sus tropas se desordenaron y huyeron derrotadas. Los Almorávides con-
tinuaron su marcha hada Tanja y la entraron , y el hijo de Socra el
iiagib Dhialdola Taheye permanecía enCebta : escribió Saleh ben Amran
esta victoria á Jnzef ben TaxBn. En el año 472 (1079) envió Juzef á la
conquista de Medina Telinzan á su caudillo Mezdeli , y fué á ella con
Tciote mil Almorávides y la rindió, y entró en ella y triunfó de Yala
ben Yala , amir de ella ; y le mató y se volvió á Medina Marruecos donde
estaba Juzef, y entró el año 473 (1080) , y en este año mudó la zeca de
h moneda , y escribió en ella su nombre. En el mismo conquistó las
ciudades de Agersif , Melila , y toda la tierra de Araíf , y conquistó tam-
bién Medina Tekrur , y la destruyó y arrasó sus muros , que nunca se
volvió á Reedificar. Entrado el año 474 (1081) se le rebeló Medina Wa-
bida, y la entró por fuerza , y sojuzgó las tierras y tribus de Beni Bar-
netin , y descabezó á los jeques que las acaudillaban. Partió después á
Teiidzan y la tomó segunda vez , y entró Medina Túnez , y Medina
Wahran, y C^bal Wcasris, y toda la tierra oriental hasta Gezair, y
TOlvió á Marruecos , y entró en ella en la luna de Rabii segunda del
ano 475 (1082). En este mismo año recibió otra vez cartas de Almnta-
med , rey de Sevilla , implorando su auxilio y procurando su amistad : y
Juzef le ofreció que pasaria á España luego que acabase la guerra que
traía entre manos en lo de Gebta.
En este tiempo fué la expedición y entrada de Alfonso en las tierras
de Andalucía , y con gran hueste de cristianos de Afranc y Albaskenes y
de Galelikia y Castilla caminó hacia Zaragoza, talando los campos, que-
mando los pueblos y cautivando y matando la gente : huian delante de
<^I despavoridos todos lq| pueblos, y por todas partes llevaba la muerte
T la desolación ; no perdonaba la vida sino á los que no podían ofenderle.
D esforzado rey de Zaragoza Almustain no podía resistirle, y toda Es-
paña se veia inundada de sus tropas feroces, mandadas por caudillos
crueles, que oprimían á los infelices muslimes de todas las provincias.
Coando esto vieron los amiresde España abrieron los ojos , y conocieron
que Alfonso podía ver cumplidos sus deseos muy presto, si no procura-
ban poner remedio al mal que les amenazaba. Como ya dijimos , á per-
suasión de Abul Walid Albagi, cadide Córdoba, y gobernador deella por
Aben Abed rey de Sevilla, temiendo la ruina del Islam , de acuerdo de
su señor Aben Abed congregó los alimes y alfaquies y cadies de las alja-
mas de España , y trataron del riesgo y general ruina que les amenazaba ,
y todos fueron de parecer queso escribiese á to(k)s los amires de los rei-
nos de España, y á sus walies y alcaides de sus ciudades y fortalezas ,
exhortándolos á la común defensa del estado contra los cristianos, y
todos respondieron luego que convenía que se publícase guerra santa
contra Alfonso, y asimismo concertaron todos los amires, desconfiando
de sus propias fuerzas , que se escribiese al príncipe délos Almorávides
Jozef ben Taxfin , para que con gran poder viniese á favorecerles en
csla santa guerra. Todos fueron de este parecer , menos Abdala ben
362 HISTORIA DE hk DOmNAClON
Zagut ) gobernador de Málaga por Aben Abed^ quo les dijo t qae no
oonyeDia traer á España á los muslimes almorávides , gente feroz acos-
tumbrada á los desiertos arenosos do África, que sería como si trajesen
los mas Ceros leones 7 tigres que producen aquellas arenas ; que él dcs-
conflaba do los muslimes, y sospechaba que si Juzef ben Taxfin ycaia,
aunque por ventura quebrantase las cadenas que Alfonso les ponía, era
muy de temer que aquel poderoso conquistador les pusiese otras mas
graves y difíciles de romper ; que viesen en cuan poco tiempo había
sojuzgado las ciudades de Almagréb , y había quitado su libertad é inde-
pendencia á tantas y tan poderosas tribus de Alkibla y de Sus Alaksá;
que loque masles convenia era unirsey hacer causa común comobuenus
muslimes, y pelear juntos contra Alfonso, que cierto era que estando
ellos unidos, olvidadas sus discordias, desavenencias y particulares in-
t<;reses , serian superiores á los cristianos, y favoreciéndose y ayudán-
dose reciprocamente serian invencibles : que bien sabían todos ellos
cuál había sido la causa de la decadencia del poder de los muslimes.
Estas prudentes razones fueron mal oídas y desaprobadas , y le trataron
de mal muslim , y de confederado con Alfonso, y como á enemigo de la
ley le descomulgaron y maldijerony le declararon reo de muerte.
Enviaron su carta los amíres , de Sevilla Aben Abcd , de Granada
Balkin, Ornar ben Alafias de Badalyoz , de Valencia Dyinún , de Almena
Moez-Daula , el wali de Tadmír Aben Zeídun , y Aben Tahir, y otros:
hasta trece amíres Armaron la carta en que le rogaban encarecidamenle
que se dignase pasará España, y con su poder librarlos del soberbio
enemigo que los angustiaba, qué esta súplica era de todos los seguidores
del iVlcoran ; porque las tierras estaban taladas , destruidas las ciuda-
des, ocupadas las fortalezas , y la flor de la juventud muslímica escla-
vizada en duro cautiverio : que oyese los lamAitos de tantos infelices,
y viniese con vencedoras huestes , á quienes Dios favorece , a redimir-
los, que de su generosidad esperaban su cierto remedio.
Estaba Juzef en Medina Fez , y poco antes recibiera carta de su hijo
Gilman de la toma deCebta , y de como había entrado vencedor en eUa
en la luna de Rabií primera del año 477 (1084]. Teníale ^muy contento
esta nueva, y por esta razón recibió con mas gustóla súplica de los
amires de España , y resolvió en su ánimo de pasar á ella desde Cebta {
pero antes estando quieto y pacíGco en su reino, trató de renovar sos
ejércitos y acrecentarlos , y poner en su palacio muchos criados , y mu*
chos oficiales en su corte. Para este fin escribió sus cartas, y envió sus
embajadores al desierto alas cahitas de Lamtuna, Musafa,Gudaiay
otras , en las que decía como Dios le había enriquecido con nuevos rei-
nos en las partes de Almagréb , y como le obedecían y servían con macho
gusto los naturales de estas tierras ; les avisaba la bondad y abundan-
cía de estas regiones, y les rogaba muy encarecidamente que viniesen
á su casa y reino, porque deseaba hacerles mercedes como á sus propios
parientes , y que fuesen ricos y poderosos , y que tuviesen los mas lloa-
rados cargos en su corte y en sus provincias y ciudades , y que tuviesen
el mando de sus gentes de guerra , y le ayudasen en el gobierno de los
DE LOS ARJIBES EFI ESPAÑA. 363
estados que Dios había pnesto bajofin poder. Foresta generosa demanda
á muchos les vino en voluntad el acudir á la fortuna y comodidades que
se les ofrecían, y en pocos días vinieron al rey Júzef bcn Taxfin mu-
chas taifas de aquellas tribus del desierto, y les dio á los mas princi-
pales muy honrosos cargos , y á los demás los contentó conforme á la
nobleza y ralat de cada uno , repartiéndolos por las provincias y ciu-
dades , de manera que se llenaron las tierras de Almagréb de moradores
Tenidos de Lamtuna y de las otras tribus del desierto , y esta fué la edad
masprósperay felizde los Almorávides, y se acrecentaron extrañamente
los ejércitos del rey Juzef Aben Taxhn , y se divulgó y extendió su
grandeza y poderío y la fama de su soberanía no solo en África , sino
en Estaña y fuera de ella. Asi que en esta ocasión , acabada la conquista
del reino de Fez y de Telinzan y de Mekinczay otros estados de amires
zenetes , los jeques walies ó gobernadores de sus provincias y nobles de
SQ cotle se congregaron y le persuadieron que puesto que hasta en-
tonces se habia contentado su moderación con intitularse con el solo
titulo de amir, que le rogaban quisiese en adelante intitularse como
califa en las tierras de occidente, con los augustos y honrosos títulos que
SQ grandeza requería : que el solo nombre de amir era común á mu-
cbos principes y señores de poco poder en África y en España, que por
tanto le suplicaban muy humildemente permitiese que le nombrasen
amir amuminin ó rey de los fieles. Entonces Juzef les respondió, que
no quisiese Dios que él tomase aquel titulo , ni consintiese que sus ser-
vidores se le aplicasen ; que aquel titulo augusto les pertcnecia á los
caliras de Oriente, descendencia ilustre del profeta y señores de ambas
casas santas ; que él no era mas que un hombre que seguia y se preciaba
déla religión de los principes y grandes califas de Oriente. Rogáronle
que á lo menos se honrase con algún titulo y tratamiento que le distin-
guiese de los demás amires, puesto que sus gloriosos hechos tanto lo
distinguían : y convinieron todos en llamarle amir almuslimin , señor de
ios muslimes, y le apellidaron ademas nasaradin, y para que fuesen
estos títulos conocidos de todos se publicaron en los almimbares y en
la azala de cada Giuma , y se acordaron los tratamientos que se le debian
dar en las peticiones y cartas, y el decreto de este mandamiento decia así t
< En el nombre de Dios misericordioso y piadoso. Del amir almus-
limin nasaradin Juzef ben Taxfin á los grandes y nobles de nuestros
reinos y estados , y á todas las familias que Dios con su liberalidad
perpetua en su santo temor, y ajuste á su beneplácito, salud cum-
plida, prosperidad con su misericordia y bendición. Después de dadaá
gracias á Dios á quien las alabanzas son debidas, al dador de los
Licaes y de las victorias, os hemos escrito esta carta nuestra^ pro-
visión en esta nuestra corte de Medina Marruecos, guárdela Dios , á
mediados de la luna de Muharram del año 478 (1085), y lo que contiene
es, que habiéndonos Dios hecho merced de muchas victorias célebres
{' gloriosas, y como nos haya enriquecido con abundantes y manifiestas
iberalidades, como rocío de bienes , habiéndonos asimismo enderezado
en el verdadero camino de la ley de nuestro profeta el liberal y escogí-
364 HISTORIA DB Lk DOMTNACTW
do , hemos acordado que cuando nos habléis ó escribáis en Tuestras
cartas y peticiones , nos habléis con este titulo de rey de ios fíeles mus-
limes , y ayudador ó defensor de la fe , para distinguirnos con estos tí-
tulos de los demás reyes que gobiernan las cabilas ó tribus de África y
de otras regiones ; asi que cualquiera que nos hablare ó demandare algo
por escrito lo pida á nuestra real y alta persona con el referido titulo y
nombre , si Dios querrá , que él es en verdad el señor del amparo por
su liberalidad : salud, m
CAPITULO XII.
Concierto de los musUnes de Espafia y Juzer contra el rey Alfonso. Este, tomada Toledo,
escribe al rey de Sevilla.
Despidió el rey Juzef muy contentos á los embajadores de Andalucía,
prometiéndoles que les enviaría socorro para librarlos de los daiios j
egresión que padecían , y de los riesgos que les amenazaban , y de h
estrechura de que se quejaban. Estos males cada dia eran mayores ea
España ; pues el rey Alfonso tronaba y relampagueaba sobre las tierras
de los muslimes , y parece que los quería hacer sus tributarios y qui-
tarles su imperio á los amires , tratándolos con mucha arrogancia y so-
berbia , como se yíó por las cartas que el rey Omar ben Alaf tas, rey de
Algarbe, le escribió, que este era su comarcano y fronterizo , y le aiw-
nazaba mas de cerca el enemigo de Alá : pues en ellas se queja de su so*
berbia y ambición , y de como intentaba avasallarle, y presumía cosa
fácil el conquistarle el reino que estaba en sus confines. Respondía pues
Omar á las arrogantes propuestas y amenazas de Alfonso en esta ma-
nera : « De Omar ben Alafias Almudafar , rey de Algarbe, al rey de Galicia
Alfonso. Nos ha llegado una carta del poderoso rey de los cristianos, en
la cual lleno de presunción y confianza en su poder y en la grandeza
que Dios incomprensible le ha dado, truena y relampaguea , y sin nuoo
concertada nos amenaza con sus grandes huestes, y con su poderlo j
victorias , y no sabe ni entiende que también tiene Dios ejércitos coo
que honra y hace triunfante la verdad de su ley y la doctrina de nues-
tro profeta Muhamad, y favorece y ayuda álos muslimes que hacen josU
guerra á los cristianos, siguiendo el camino de Dios sin dar muestras de
temor , que se conocen y temen á Dios , y se ejercitan en la contricioo,
pues si esto entendiera no escribiría como escribe .- que si ahora res-
plandece y luce la faz de los cristianos, esto es por permisión de Dios,
para que los fieles abran los ojos y vean su ceguedad , y puedan distio-
guir las cosas malas de las buenas , y también para enseñanza y guia
de los descreyentes. En cuanto al desprecio y burla que hace de los
muslimes por causa de nuestros desmanes y malos sucesos , sepa que
entendemos que de esto han sido causa nuestros pecados y nuestras des-
avenencias y discordias , y la poca conformidad de los de nuestra Da-
ción , que en verdad si ellos se aviniesen y confederasen , entonces os
haríamos ver á vos , rey Alfonso , y á vuestros cristianos , que todavía
DE LOS ÁRABES EN ESPAAA. 565
w sabremos confecioúar los sabores que otras veces nuestros antepa-
sados hicieron g:ustar á vuestros mayores, y sabe que no perdemos la
esperanza en Dios, y con su ayuda no desistimos de pensar que te hare-
mos gustar y aun beber hasta las heces de ios mas amargos tragos que
jamas probaste ni oistc. Entre tanto acuérdate de Almanzor y de aque-
llos conciertos en que tus antepasados le ofrecían sus propias hijas, y
las enviaban en tributo hasta su propia tierra. En cuanto á nosotros , si
bien es verdad que ha menguado el número de nuestra gente, y falta
quien nos ayude , con todo eso no hay entre ti y nos mar que nos separe,
ni otra cosa que impida el vernos sino espadas, en cuyos filos verás los
caellos y gargantas de los tuyos , y un puro y espantoso resplandor de
armas que deslumhrará tus ojos, y no lo podrás ver. Mi confianza es
Dios, y en él espero ampararme contra ti, y en sus ángeles aparentes
ea humana forma. No esperamos ta\OT sino de Dios, ni hay lugar para
aoügcmos sino en Dios , ni asilo sino en Dios -, en suma no esperamos
sino una de dos felicidades, ó victoria gloriosa sobre vosotros, ¡ oh qué
feUndad seria esta! ó muerte todavia mas gloriosa en el camino y ser-
Tido del Señor, ¡ oh que bienaventuranza ! ¡oh qué paraíso de dcÜcias!
que en Dios está el galardón y la recompensa de esas tus aioienazas , y
de la honrosa muerte , y en Dios esperamos una victoria que nos redima
j saque de los pasados males , y Dios altísimo te dé á ti , rey Alfonso, la
misma que nos has amenazado. »
El rey Ornar , aunque muy esforzado , con todo eso bien conocía que
sus fuerzas no eran bastantes para oponerse y resistir al poder del rey
Alfonso, y temiendo que la vecindad de sus tierras con las de los cris-
líanos les diese ocasión para que entrasen en ellas ¿orno acababan de
hacer en Toledo , escribió con grandes megos al rey Juzef pidiéndole ,
que no dilatase su pasada en l^paña para refrenar á los cristianos que
peleaban con mucha prosperidad contra los muslimes : la carta fué de
su propia mano , y decía asi :
«De Ornar ben Alafias el confiado en Dios, á Juzef ben Táxfin, rey de
los muslimes: Gomo la luz y resplandor de la buena guia, ó rey de los mus-
limes, que Dios la fortifique , sea la que te dirige y encamina y mueve , te-
niendo por camino propio suyo el camino de la beneficencia y la sabiduría
&e ocupe y emplee siempre en hacer bien á otros , y tus deseos sean de
hacer sianpre guerra á los descreyentes, de lo cual estamos bien infor-
mados, y siendo bien cierto y averiguado que te dedicas siempre á
honrar, sublimar y defender nuestra ley, y que tú eres el mas ínclito y
principal emperador, y el mas poderoso caudillo, y conquistador y ven-
cedor de infieles , nos conviene implorar tu auxilio , para que socorras
y defiendas nuestra ley y á nosotros. El dolor de nuestras desgracias es
extremado : tribulaciones y calamidades nos cercan por todas partes en
España, y daños mayores todavía nos amagan, que no pueden imaginarse
MO espanto. Por todos lados nos va rodeando esta maldita gente , desde
[|uc los nuestros descuidaron el sujetarlos como antes , y estar unidos
mnlra dios. Estos enemigos han crecido , han tomado alas , y como
^M'oipre nos querían mal , creciendo su poder y su enemiga rabia nos
3Q6 H^TORIA DE U DOmNAGM»
acometen ya estos perros de manera qne nos tienen acobardados, j
siempre con la barba sobre el hombro , sin quedarnos mas remedio para
mantenernos sino palabras Gngidas de sumisión y blandura : pérfidos
tratos que no dan sosiego , antes nos tienen con perpetuo cuidado y re-
celo de lo que nos puede sobrevenir. No sirve para perder estos temores
el enviarles dádivas y preciosos dones cada día, dejarles sacar de nues-
tra tierra toda especie de provisiones y mantenimientos : con todo eso
no calman los sobresaltos ni se disminuyen los peligros ; y en verdad si
el daño no pasara mas adelante nos contentariamos con eUos, y estaría-
mos alegres con la miseria c infelicidad de este estado ; pero ellos no
cesan , nos quitan cada dia las haciendas , y nosotros mezquinos las de-
jamos llevar callando, y nos parece que el no hacernos mayor mal es
merced que nos hacen, y les estamos á manera de agradecidos, y pen-
sando qué les poder dar cuando nos vengan á pedir. Pero, señor, nos sa-
carán los ojos , y el mal nos ha pasado ya de parte á parte hasta parecer
ya llaga incurable. Como ya saben nuestros enemigos que nada pode-
mos darles y su codicia es insaciable, ya tratan do conquistar y saquear
nuestras ciudades y ocupar nuestras fortalezas , y se ha encendido el
Alego de los cristianos por toda España , y en todas partes las puntas de
sus lanzas y los agudos filos de sus espadas beben y han bebido mneba
sangre de los muslimes , y los que por fortuna escaparon de la crudí
muerte en las atroces peleas gimen en su poder en dura esclavitud y
atormentados do sus crueles manos, pues no tratan sino de acabamos j
hacernos sufrir indecibles tormentos. Y según parece piensan en darnos
el último asalto, y muy ik)co distante miran el fln de sus deseos , que es
nuestra ruina y absoluto vencimiento; pero, o fe de Dios! será posi-
ble que los muslimes hayan perdido la esperanza y aliento para mante-
ner y sustentar la verdad de nuestra ley! será que algún dia triuníe la
Infidelidad de la religión verdadera I los asociantes vencerán á los qne
confiesan la unidad ! y no habrá quien nos ampare y Ubre de estas cala-
midades! ha de faltar quien levante nuestra fe caida en el suelo! no
aparecerá un defensor de la religión y de las cosas santas! Pero no te-
nemos otro auxilio ni refugio que á Dios delante de su trono sublimado,
á el cual toca la baja y terrena súplica , y su divina bondad ha honrado
á los bajos y envilecidos. Nuestra calamidad es inconsolable, es des-
gracia sin par. No te habia escrito , o rey de los muslimes , antes de
ahora ocupado en defenderla tierra del asiento y cerco de Medina Cau*
ría , restituyala Dios , que pudiera ser causa de la despoblación de esta
tierra de los muslimes que moran cerca de ella. Siempre ha ido en au-
mento mi temor de que se perdiera la ciudacl de que te escribí : la fuerza
del enemigo se ha aumentado , y en fin la ciudad vino á su poder, cosa
que acrecienta nuestros males. En medio de la ciudad hay un castillo de
mucha fortaleza , tal que excede á los mas fuertes castillos , este es como
el centro de la ciudad , y como el centro en un circulo, señorea todas
las partes de la ciudad , y da vista y atalaya toda la tierra al rededor, asi
á los que están cerca como los que están apartados y distantes, de ma
ñera que no era otra cosa esta fortaleza que como un viento fuerte y
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 367
tempestuoso en las salidas de los que dentro estaban ; pero se apoderó
de él an traidor enemigo , un soberbio ínGel , y si no te das mucha
prisa en venir con tus huestes de á pié y do á caballo, no tardará en estar
todo pncsto en desolación y ruina. No te recuerdo , o rey de los mus-
limes, la palabra del libro de Dios, ni la doctrina de nuestro honrado
profeta , pues entre vosotros hay mas doctrina y letras que por acá , y
abéis bien lo que en este caso nos obliga. Envióos esta carta con un no-
ble jeque nuestro predicador y alchatib para que s! os ocurriese alguna
dada en el particular os la declare y manifieste. Este se ha determinado
á llevar esta carta y embajada por ser obra meritoria y alcanzar de
vncstro poder este socorro y singular merced , y yo no he dudado de
manifestarle mis intentos, confiando asi en su fidelidad muy apurada
como en su saber y en la elegancia de su lengua. Salud. i>
En este mismo tiempo uTano y envanecido el rey Alfonso de Galicia
de sos victorias y de la conquista de Toledo, que era la cabeza de España
7 casa principal de los antiguos reyes godos, deseoso de nuevas con-
tristas, atropellando los conciertos que con Abed de Sevilla tenia , pen-
sando cosa fácil el avasallarlo y hacerle su tributario como al infeUz
Vahye Alcadir de Valencia, ó por romper aquellas paces que con él te-
nia asentadas, que le impedían continuar apoderándose de Andalucia ,
asi como hiciera de las comarcas de Toledo, por todo esto escribió al
rey de Sevilla Aben Abed Almutamad , pidiéndole que entregase á $u
<^bajador y á los que con él iban ciertas fortalezas, ó á lo menos de-
clarase pertenccerle aquellas de derecho , y que en esto no hubiese falta
ni dilación , mostrando bien en sus palabras cuan alegre y contento e^-
^ de sus pasadas victorias : la carta decía asi :
•• Del emperador y señor de las dos leyes y naciones, el excelente y po-
deroso rey D. Alfonso ben Sancho, al rey Almutc^ned Bila Aben Abed ,
que Dios fortifique y alumbre su entendimiento para que se determine
á seguir el verdadero camino que os conviene : salud y buena voluntad
de parte de un rey engrandeccdor de reinos y amparador de pueblos ,
al cual han encanecido los cabellos en el conocimiento y prudencia de
las cosas , y en el ejercicio y destreza de las armas y en perpetua consc-
cucioQ de victorias, en cuya casa nació la consecución de sus deseos y
el cumplimiento de su voluntad, en cuyas banderas está de asiento la
victoria, el que hace blandear las lanzas y las blandean sus caballeros
con esforzadas manos , el que hace vestir de luto á las dueñas y donce-
llas muslímicas, el que hace ceñir las espadas en las cintas de sus cam-
peadores , y llenar de lamentos y alaridos vuestras ciudades. Bien sabéis
lo que ha pasado en la ciudad de Toledo, cabeza y corte de toda España ,
f lo que ha sucedido á sus moradores y á los de*su comarca en el cerco y
entrada de ella , y si vos y los vuestros habéis escapado hasta ahora , ya
06 >iene vuestro tiempo, y este no se ha dilatado sino por mi voluntad y
por mi buen querer, y si ahora estáis quietos y en sosiego advertid quo
la prudencia y cordura del hombre está en guardarse á sí mismo, y mi-
rar bien lo que le conviene antes de caer en el lazo y calamidad que des-
pués no pueda remediar \ pues en verdad sí ne mirara á los conciertos
368 HISTORU DE LA DOMIIf ACIÓN
qne hay entre nosotros , y palabras que nos hemos dado , pues no hay ^
nú cosa mas presente que el guardar mi palabra y fe prometida, ya os
hubiera entrado la tierra , y á sangre y fuego os eduira de toda España
sin dar lugar á demandas y respuestas , y no habría entre nosotros mas
embajador que el ruido y tropel de las armas , y el fiero relinchar de la
caballeria , y el estruendo de los tambores y trompetas de batalla. Os
quiero adelantar este aviso para quitaros toda disculpa, y advierte que
no se apresura sino el que teme que los sucesos no correspondan á su
voluntad. Envióos esta embajada con el Garmut Albarhan porque codGo
en él que sabe tratar y disponer los negocios, y conferir con personas
de su discreción cuanto le quieras comunicar; trátale con conGanza,
que tiene prudencia para cualquiera cosa que gustes comunicarle en lo
que conviene á tu persona y vasallos, y conforme hicieres verás des-
pués las obras y sus efectos. Salud. »
CAPITULO XIII,
Respuesta de Aben Abed al rey Alfonso , y conyersacton de aquel con su hijo.
Parecióle al rey Aben Abed muy soberbia la carta del rey D. Alfonso,
y las propuestas que de su parte le hizo Albarhan, y aunque en su cm-
sejo habia muchos vizires que tenian por mas seguro cualquier acornó^
damíento con el rey Alfonso y pagarle tributo , con todo eso el rej
Aben Abed que era muy absoluto tuvo por demasía y arrogandala
carta, y respondió al rey Alfonso en verso, que era muy excelente
poeta y muy docto , y también en prosa : la carta en sustancia de-
cía asi :
« Del rey victorioso y grande, el amparado con la misericordia de Dios
y confiado en su divina bondad , Muhamad Aben Abed , al soberbio ene-
migo de Alá, Aironso hijo de Sancho, al que se intitula rey de reyes f
señor de las dos naciones y leyes , que Dios quebrante sus títulos vanos,
y salud á los que siguen el camino derecho. En cuanto á llamarte señor
de las dos naciones , mas derecho tienen en verdad los muslimes para
preciarse de esos títulos que tú , por lo que han poseído y tienen de las
tierras de los cristianos, y por la multitud de sus vasallos y riquezas de
armas y tributos , que nunca llegará tu poder á jscr comparable con el
nuestro, ni puede alcanzarlo toda tu ley y tus secuaces , y ciertamente
puedes tener por año venturoso este en que has suscitado esta novedad,
y no puede ser mas prudente y oportuno el consejo que se te ha dado
acerca de esto. Ya dispertamos de nuestro sueño y nos levantamos de
nuestra flojedad y pasado descuido. Hasta ahora pensábamos pagarte tri-
buto, y tú no te contentas con él y quieres ocupar nuestras ciudades y
fortalezas ; pero ¿cómo no te avergüenzas de tales peticiones , y quieres
que se entreguen á los tuyos y nos mandas como si fuéramos tus vasa-
llos? Alara viUome mudiQ de la diligencia y prisa con que urges para
que se cumpla tu vana y soberbia voluntad : te has envanecido con la
DE LOS ÁRABES EN ESPAKA.
S69
Gooquisla de Toledo sin mirar qae eso no lo debes á (a poder, sino á la
fuerza 7 deslinacion divina que asi lo había determinado en sus eternos
decretos y y en eso te has engañado á tí mismo con torpe engafio. Bien
sabes que también nosotros tenemos armas, caballos y esforzada gente
qoe 00 se espanta del estruendo de las bataUas, ni vuelve la cara á la
kHTorosa muerte, y puestos en la pelea nuestros caballeros saben sah'r
airosos del empeiio : nuestros caudillos entienden en ordenar sus haces,
fo conducir los escuadrones, armar coladas, y no temen el entrar por
cotre los filos de las espadas , ni les horrorizan las contrapuestas lanzas.
Sabemos dormir en la dura tierra sobre un albornoz , rondar y hacer
las velas de la noche , y nos dan salud los Oeros golpes de los furiosos
endiablados : y porque veas que*esto es asi como te digo, ya te tienen
preparada respuesta de tu demanda , y de común acuerdo te previenen
aceradas y limpias espadas , y gruesas y agudas lanzas, y al fin es cierto
que 00 hay mal que por bien no venga, y que presto se arrepiente quien
de súbito se determina. ¿Cuándo tus antepasados tuvieron buena suerte
coD los nuestros , sino por alguna vHeza de las que tü sabes y que todo
dk) era nada? yo veo que los que te aconsejan son como bestias sin en-
lendimiento, y al mismo tiempo es gente de tan poco valor que nunca
sos obras acreditaron su vana parlería; asi es que nunca los matamos
peleando como buenos en campo abierto, sino escondidos y encerrados
eo sos torres y tras los muros. Deben por ventura creer esos tus conse-
jeros que carecemos de entendimiento , y que en los hombres , en los
reíaos y estados no hay mudanzas. Es verdad que hubo entro nosotros
ooDcicrtos y capitulaciones para que no moviésemos nuestras armas el
ano contra el otro, porque yo no ayudase á los de Toledo con mis fuer-
zas y oonsqo , de lo que pido perdón á Dios , y de no haberme opuesto
antes á tus intentos y conquistas , aunque gracias ¿ Dios , toda la pena
de oocstra colpa la ha cifrado en las palabras vanas con qoe nos insultas ;
pero como estas no acaban la vida, confio en Dios , que con su ayuda
me amparará contra tí, y sin tardanza verás entrar mis tropas por tus
(ierras, pues Dios favorece y ampara á la verdadera ley, y da salud á
ios que conocen la verdad y la siguen , y se apartan de la falsedad y de
sos engaños. »
EN VERSOS DECÍA ASI :
Alatimienio de Animo y vileía
£o lenerMO pecho no te anide,
M eabe bien , ni el corazón conaienie.
Por mas que deudo A amistad nos ligue,
A qoe lenumos vanas amenaias
De te soberbia , como vil esclavo
El furor teme de su airado duefio.
El miedo es torpe y vil , de vil canalla
Es el pavor, y si por mal un día
Parias fonadas te ofred , no esperes
En adeUnle sino dura guerra ,
Cruda bataHa , sanguinoso asalto ,
De nocbe y dia sin cesar un punto ,
Talas , desolación á sangre y fuego.
Eftias dadivas solas preparamos
Para tu tierra m ves del oro y plata.
lias poderoso y grande es el etenio
Alá , que cielo y tierras ha criado ,
A quien adoro, que la cnii que adoras »
Y ostentas en tus amias y banderas.
Ármate pues, prevente á la batalla.
Que con baldón te reto y desaflo.
El sol en negras nubes eclipsado
Bafia su fas en ligrimas do sangre.
Entre nosotros solo guerra y muerte
Habrá de hoy mas, y espanto enloda Es-
paña.
Con sn duro eslabón el sufrimiento.
De fusgo hace saltar vivas centellas.
De cruda guerra en la tiniebla oscura
Y confusión de la discordia insana.
Las espadas deslumhran ya lus ojos ,
370 HISTOJUA DE U DOMlNACiaN
Y le arrepenUris cuando á tu ^cho . Tefiidas del carmio 4e las mejíljas,
8e eonfrapongaii las herradas lanías, Y de los peebos de tu pobre geAle.
Cuéntase que en este tiempo como hubiese enTiado el rey Alfonso un
embajador á Sevilla y un judío su tesorera llam(ido Aben Galib, que
era muy principal y privado suyo, para entregarse de derla cantidad
de doblas que el rey Aben Abed le debia pagar, que este embajador j
d judio no estaban aposentados en la ciudad , sino de fuera de ella en
sus pabellones, adonde Aba Zcidun, tesorero de Aben Abed, llevó las
doblas en compañía de otros vizires, y él judío del rey Alfonso no que-
rin entregarse de aquellas doblas con prete:KtQ de que no eran bien cen-
dradas , y no quería recibirlas sino á prueba de fuego y cendra. Bobo
eptro ellos demandas y respuestas, y como el embajador propusiese que
en vez de las doblas se le diesen unos bajeles que allí tenia el rej Aben
Abed, puesto que el judio no quería sin quilatear recibir aquella mo-
neda, la propuesta irritó el ánimo del rey, y dijo : qu& do ningnna ma-
nera se págase aquella cantia , que ya no podía llevar tanta soberbia de
aquella gente vil ; y aquella nocbe misma entraron algunos eaclavos en
los tiendas dd embajador y del judío , y mataron á este con mochas pu-
ñaladas, y maltrataron á los cristianos que venían con el embajador;
no se sabe si esto fué licencia y desenfreno do los esdavoa, ó por con-
sejo délos yizires por complacer al rey Aben Abed , que no mostró que
le pesaba de esta maldad , cuando el embajador se quejó de esto al día
siguiente , y se partió de Sevilla anienazando y jurando venganzas de
parte de su rey.
Bien conoció Aben Abed el yerro y la maldad , y aunque algunos k
aconsejaban que excusase este acaecimiento con el rey Alfonso , y lo
atribuyese á demasié del pueblo oüendido de la desconGania del judio;
pero resuelto á romper con el rey no pensó en otra cosa que en preve-
nirse para la guerra , y llamó á su hijo Raxid , principe jurado heredero
de sus reinos para después de sus días, y que ya tenia mucha parte ea
el gobierno del estado, y le dijo estas palabras : O hijo mió, nosotros
estamos huérfanos en Andalucía , y entre un mar tempestuoso y no
cruel y poderoso enemigo, y no tenemos amparador que nos valga »do
Dios altísimo. De los amircs de Andalucía ya ves que poco se puede es-
perar, pues no son de provecho para ayuda ni defensa. Por otra parte,
ya yes las conquistas y potencia del Alfonso , enemigo de Dios, quecoo
su fortuna y constancia en hacer la guerra por siete años se ha enseño-
reado de Toledo y de sus tierras, poblándolas de infieles y de viles cria-
turas. El enemigo de Dios disimula su deseo de oprimirnos, y si leTanla
la cabeza contra nosotros, temo de su porfía y fortuna que se apodere
de nuestros reinos , y que venga sobre nuestra ciuda^d , pues que si una
vez viene con sus tropas y asienta su campo delante de ella, difldl será
librarla de su potencia. £1 mejor consejo parece el implorar el socorro
de AbcnTaxfln, él nuevo conquistador de Afirica, si bien esto como está
concertado entré nosotros iú> carece dcpoligro, y en verdad que no me
da este muslim menos temor y espanto que la arrogancia del maldito
Iffi LOS ÁRABES EN ESPAÑA* ZU
AITono. Con la eontínua guerra nuestros tesoros están apivados, las
reatas 7 ftmtos han menguado con b falta de la labranza con ocasión de
las talas 7 correrías, nuestros ejércitos están mu7 disminuidos, que no
acuden á nuestro Uainamiento como solían , 7 los que yienen , llenos de
temor 7 desconfianza ; 7 lo que peor es que no nos quieren bioi , antea
nos aborrecen asi los niales como la gente popular , de manera que no
kaUo otro partido Respondiere su bijo Raxid : Padre 7 señor
iDío , 7 ¿quieres traer á Kpada al ambidoao Aben Taxfin , al que ba sa*
lido de kn desiertos de Alkíbla atropellando todas las tribus de Alma-
giA 7 de Mauritania? No dudes que ese nos echará de nuestras casas ,
7 sos bóriMuras gentes nos esparcirán 7 desterrarán de neutra unión , y
fc nuestra amada patria.» Aben Abed dijo : «No quiera Dios, bijo
■lio, que se diga de mi que perdi la Andalucía, y que la bioe morada
de iDÜelcs 7 herencia de cristianos, ni que consienta que se me pubU*
que coa maldiciones en los almimbares de nuestras mezquitas, 7 que
ni oombre sea execrable á los muslimes, como el de otros infelices
Kfes ; no por Dios, no, hijo mío, mas estimaré sirviendo al re7 de Mar^
mecos ser pastor 7 guardar sus camellos , que siendo amir tributario y
vasallo de los perros cristianos. Raxid su hijo le respondió : Hágase
fracs lo que Dios os inspire, 7 el re7 Aben Abed le dyo : Yo confio en
*Q diTína bondad que lo que me inspira en este negocio ha 4e aer coat
boena 7 provediosa para nosotros 7 para todos los muslimoa.
CAPITULO XIV.
Bmliajada de Aben Abed á Juief .
Con esta resolución el rey Aben Abed dispuso au emboda, y escribió
sus cartas asi por su alcatib como de su propia mano, y la del rey do-
<%i: « A la ivesenda del príncipe de los muslimes , amparad<Mr de la fe ,
soadtador de la verdadera secta del califa, al imam de los muslímea y
Ky de tos fieles Abu Jacub Juzef ben Taxfin , el ínclito y engrandecido
con h grandeza de sus nobles, alabador de la magestad divina, y de la
potcDcia del Altísimo, comedido á Dios 7 al cielo, que no se envanece
de SQ honra 7 grandeza , 7 se contenta del galardón que Dios le da, Mu-
hamad Aben Abed , salud cumplida de Dios conveniente á tu soberana
7 alta persona ; 7 asimismo la misericordia de Dios 7 su bendición : en-
vía esta el que dejando todas las cosas solo se dirige á tu generosa mar
(estad de Medina Sevilla , en el entrelunio de Giumada primera del año
479 (1086), 7 cierto, o re7 de los muslimes, que Dios (Mosalce 7 ampara
contigo su le7. Nosotros los árabes de Andalucía no conservamos en
España distintas nuestras cabilas ilustres sino mezcladas unas con
otras, 7 esparcidas en diversas partes de ella mezcladas nuestras gene^
daciones 7 familias, de manera que poca ó ninguna comunicación tena-
Ms tiempo ha con nuestras cabilas ó familias que moran en África :
^ qoe esta falta de unión ha dividido también nuestros int^esas, y do la
372 HISTORIA DE LA DOMINACIÓN
desanioD procedió la discordia y apartamiento , y la fuerza del estado
se debilitó, y prevalecen contra nosotros nuestros naturales enemigos, y
estamos en tal estado que no tenemos quien nos ayude y valga sino qaicn
nos baldone y destruya : siendo de cada dia mas insuírible el enconoy rabia
del rey Alfonso, que como perro rabioso con sus gentes nos entra las tier-
ras, conquista las fortalezas, cautiva á los muslimes, y nos trata de pisar
debajo de sus píes sin que ningún amir de España se baya levantado á
defender á los oprimidos, mirando con descuido la ruina de sus parientes,
amigos y vednos, sin siquiera ejercitarse á ello por defensa de nocstra
ley, y en verdad que lo pudieran baber becbo si bubieran querido como
debian, sino qat ya no son los que solian, que el regalo, el suave am-
biente de los aires de Andalucía , las recreaciones , los delicados baños
de sus aguas olorosas , y frescas fuentes y conflcionados manjares k»
ban debilitado, y ba sido causa de que teman entrar en guerra y padecer
fatigas , sin moverlos ¿ ello causas tan justas ; asi es , que ya no osamos
alzar cabeza , y pues vos , seilor , sois el descendiente de Homair nuestro
predecesor , dueño poderoso de sus pueblos y dilatadas regiones, á ?os
acudo y corro con perfecta esperanza , pidiendo á Dios y á vos amparo,
suplicándoos que sin tardanza paséis en España para pelear contra este
enemigo, que infiel y pérfido se levanta contra nosotros, procurando
destruir oiiestra ley. Venid luego y suscitad en Andalucía el ocio del
caonino de Dios , y la defensa de la doctrina de nuestro boinrado profeta ,
por lo cual mereceremos eterno galardón y retribución divina y liberal
delante de Dios altísimo, que no hay fuerza ni poder sino en Dios alto
y poderoso , cuya salud y (¿vina misericordia y bendición sea con vues-
tra alteza. »
Esta fué la carta del rey : la que escribió en su nombre su alcatib
Abu Bekir ben G^í deda : « Al rey muy poderoso , con el favor de Dios
rey de los muslimes , defensor de la ley, príncipe de los Almorávides
Abu Jacub Juzef , con cuya luz y esplendor ilustra Dios todas las partes
de la tierra , y con cuya perfección bermosea Dios y ad(Hma á las cria-
turas y á los que seguimos una misma ley, del rey excelente por la gra-
cia de Dios , premiado con su divina misericordia , el confiado y apoyado
en Dios Muhamad Aben Abed , salud ¿ la presenda y soberanía qac se
establece en la fe y en respetables juramentos , y cuya verdad y seguri-
dad es manifiesta á todo el nmndo : Dios ha fortificado la ley con la (e
de la unidad y concordia , y nos ha vedado seguir las torpezas y leyes
contrarias á nuestra ley, y óon ésto ha favoreddo á sus servidores con
un nuevo gobierno que enseña la austeridad y gravedad de costumbres,
del cual nos ha llegado cierta y verdadera fama que nos publica vuestra
indita descendencia , vuestro valor y celo que admira el mundo. Tam-
bi^i sabemos que Dios os ba llenado de su misericordia , cuyo rocío re-
sunta y revive el celo del camino de Dios , establece la senda derecha
de la justida , y la escala del bien y de la equidad. A nuestros pueblos
ha sobrevenido una calamidad , tal que hace olvidar las mas graves y
lamentables pasadas , que todas ellas han quedado como atónitas y oon-
ftma con la enormidad de esta que nuevamente les ha siipedido. La
BE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 373
cana de esto es la codicia y ambición de un crod enemigo, qne siem-
(ireoos hace guerra á sangre y fnego, lleno su corazón de tan entrada*
Ue odio y enemistad á nuestra ley y á los qne la seguimos, que ni se ye
ni se conoce remedio que le temple. £1 poder y sol>erbia de este ene-
migo crece y se aumenta cada dia, y nosotros al mismo paso caemos de
ánimo y enflaquecemos : los enemigos cristianos se aunan y confederan
psra nuestra ruina , nosotros por desgracia no concordamos ni conve-
nimos sino en dormir todos , y mirar con indiferencia como nuestro
enemigo se levanta y destruye á nuestros hermanos : ni una sola vez
nos hemos aunado para ofenderle ni para la c(miun defensa. Dormimos
en ixrofundo letargo , y no nos dispiertan los continuos golpes de la ene*
miga fortuna , ni los dados y graves calamidades que trae consigo esta
infetice tiempo. Ahora nos ha enviado una carta llena de truenos y re«
timpagos, y no escasa de promesas y falsas palabras, persuadiéndonos
fie le cedamos fortalezas y ciudades , y que le abandonemos nuestras
mezquitas para llenarlas de sus frailes , y poner sobre las altas torrea
sos adoradas cruces , y que se canten misas y su rekiem donde se hacia
h azala^ y en soma quiere echarnos de nuestras casas y poMarlas de
cristianos. Dios ha formado en ti , o rey de los muslimes, una posesión
J reíDo, cuya grandeza y elevación bendice, y te ha liecho su mim'stro
J en?iado para que con propósito virtuoso ayudes á mantener la torre
de sa ley, y para que con esta ocasión participes del resplandor de su
díTioa luz. Bien tienes quien te acompañe, no te faltarán ejércitos que
desean comprar el paraiso á precio de su sangre y vida , que aspiran &
Terse en la santa guerra con sus propias armas. Si codicia de bi^ies
temporales te mueve, aqui no faltan alhombras preciosas , Joyas , oro,
plata y ricas preseas , deliciosos jardines y claras y abundantes fuentes
<feagua corriente pura y cristalina ; pero si como es tu corazón solo te
mueve el servicio de Dios y el grangear para la vida eterna , aqui se te
pésenla la ocasión mas oportuna, pues nunca faltan sangrientas batallas,
peleas y escaramuzas , lanzas y resplandecientes espadas que desnudas
blandean los robustos brazos, y fuertes puños de los campeadores. Este
puaiso y sacro bosque tiene aqui Dios puesto para qne de las sombras de
las armas os trasladéis ¿ las en que recompense vuestros merecimientos.
Nos escudamos y defendemos con Dios y con sus ángeles y con vuestro
püder contra estos Ínfleles que nos hacen guerra , movidos y alentados
de aqudla divina palabra que dijo : matarlos, que Dios les dará tormento
y pena de amargura por vuestras manos , y les echará su maldición y os
dará victoria contra ellos ; y dará salud liberal á los nobles pechos de
ios fíeles. En fln Dios nos aune y congregue en la palabra de la unidad
para que nos ayudemos con la misericordia que Dios nos ha dispensado
cuii su ley para qne le demos gracias por ella , y mencionemos su nom-
bre santo, y propagando su conocimiento : la salud de Dios'con su mise-
ricordia y bendición sea con el rey de los muslimes , defensor de la ley do
Uos , y amparador de la fe. »
Los nobles embajadores del rey de Sevilla entregaron sus cartas al
rey Juzef ben TaxOn , y le hicieron relación del estado miserable délas
S7i H£srroiiiÁ DE íA Domiaaoii
cosaideEBpaiiáydelatyentajtSyflOberbiaddrejr Alfiomot jUdaij
eotendidas las cartas j raxonea de los de Andalucía las mosM á los (k
sn consejo que estaban allí con él , y ¿ sus parientes , diciékidoles : t Qué
es parece de estas demandas 7 pretenskm de los andaluces.? y sos punen-
tes, qiíe por primera yex oían nombrar cristianos como reden Tenidos da
los desiertos, le dijeron t O amir délos muslimes, nos parece que es nay
justoy Cosa conyeniente que todo mnslim socorra á su bermanodmas-
Km que cree en Oiosy ensn profeta, y nos seria cosa yergonioia y md
contada que tengamos un hermano yecino y de nuestra propia ky, tan
cercano que no hay entre nosotrosy él sino una acequia y corto estre-
cho de agua, y que le dejemos solo y sin amparo para que el enemigo
ledeyore de un solo bocado i pero oon lodo eso, haced, señor, lo que 01
parezca mas acertado, que el poder y s(ri>erano mando es de Dios j
yueslro. Después el rey Juzef se aconsejó á parte con su alcatíb AMe-
rahman ben £sbat , andalux de Almería , y le pidió que le dijese sa pa-
recer en este negocio, y el secretario le resprtndió : Señaty el mandar*
nosesdeDiosy yuestro, asi que me parece excusado el daóros consejo,
sino como humildes sieryos obedeocHros. Sin embargo, dijo Juzef, diim
tu sentir y lo queáti te parece : y respondió el catib < Gonyiene sin dada
que todo muslim socorra á su hermano muslim; pero yo tengo ciertas
raiones que se oponen á que hagas esta pasada á Espada. Por tu vida,
dijo el rey, ¿qué razones son esasf y respondió su alcatib : O rey de ka
muslimes, que Dios te forliOqoe ^ has de saber que España es oomo ana
isla cortada y rodeada de mar por todas partes sino por unos montes al
oriente. De eUa ocupan los muslimes una buena parte que cada día tas
perdiendo, y los cristianos tienen lo demás ; es tierra estrocha y atqadi
de montes, y es una cárcel de los que entran en ella , pues quien «Oá
pasa nunca suele tomar, porque se ye forzado á quedar bajo el aeüorío
del que en ella manda ; y si una yez allá pones los pies no nstarádespoa
en tu mano la yudta. Ademas, ¿qué amistad hay entre ti y ese amir
que te llama? i qué seguridad te ofrece ni qué antiguo parentesco te
¿bliga á socor^rle? Yo temería que si Dios fayorece loa intentos del
enemigo que después el rey de Seyilla te estorbe él pasage y yuelta pan
África , que fácil cosa le sería. Asi que ^ si te parece , escribéle que no
puedes pasar ^ y excúsate de dio si no te cntr^ la ida Verde para que
pongas en eHa gente de tu oon6anza que te asegure el paso cada y cnaiódo
quisieres. En yerdad , Abderahman , d|]o el rey, que me has ady^ido
una cosa de que yo no cuidaba : bien dices , ye y escribde conforme á
tu consejo , que me place. Escríbió Abderabman sn carta ¿ nombre de
Juzef, y decía asi t
«En el nombre de Dios misericordioso y piadoso t del rey de los aras-
limes , defensor de la fe , renoyador de la yocacion dd rey de los mas-
limes , al rey generoso confiado en la ayuda de Dios y apoyado en Dios
Ahulcascn Muhamad Aben Abed, perpetué Dios y ajuste y comida su li-
beralidad con su santo temor, en lo que á su divina tbagestad agrada t
salud de Dio^ con su misericordia y bendición « Esto supuesto , iiegóoos
yu^stra carta y noble demanda , por ia cual enieiPado de lo que eti d)a
M IM AHABSS m fiSIPAfliU 875
bremos de las eaiunidftdes y iiMlesc|ae os oprimen) enteüdietidolapoca
tndOD 7 lieniHiiidad ^ne iMiy entre Tosoiros los reyes de Andalucía , y el
poco fafor que os prestáis , yo por mi parte seré vuestra mano derecha
709 Ayudaré por mi persona y ¿ente, que es lo que en ratón conviene
que yo haga como Dios manda en su honrado Alcorán; pero no espo-
riUs que yo pase á Andalucía si no entregáis én nuestro poder y én má-
sos de nuestra confianza la isla Y erde para que el paso no se nos impi^
iH estorbe como y cuando fuere nuestra voluntad. Si este os parece buen
consejo otorgad lo que os demandó , y sin tardanza pasaré en tu ayuda ,
ti Dios quiere. Salud cumplida. »
A k vuelta de los embajadores á SevHIa vista la demanda del rey Xu*
tef hubo difcrenles pareceres , y Raxid el jMrincipe dijo á su padre : ¿Qué
« psrece, señor? A mi me parece grande y no conveniente la demanda
M rey de AfHca , y con ella se aumenta mi temor y desconfianza. El
rej Aben Abed le respondió t No es mucho, hijo mío, lo que el rey de
ks mosltraes pide comparado con el beneficio que de su maoio recibire-
mos viniendo en ayuda de nuestra gente y en defensa de nuestra ley ; y
laego el príncipe Raxid juntó sus cadics y otcH^ron la entrega de la isk
Verde para el rey Juzef Aben Tátfin y para sus descendientes , sin re*
serrar en ella ni en parte de ella ningún derecho el rey Aben Abed para
sí ni para criatura humana por su causa. Y esta escritura autorizada se
enrió luego al rey Aben Tatfin , rogándole muy encareddamehte quc
sa Tenida fuese sin dilación. £staba en aquel tiempo por gobernador en
Alfredra un hijo de Almutamed Aben Abed de Sevilla , llamado como
;a dijimos Yerid Badila , y le envió so padre orden para que entregase
«loelb fortaleza á los moros de África enviados por el rey Juzef, y que
hiego que llegasen él saliese con toda su getlte de la ciudad y de Sü
tierra, como se compBd en todo. -
CAPITULO XY.
Viene el rey lozeí á España, y rcúnense los atníres contra Alfonso.
Luego que el rey Juzef vt6 otorgada la donación de la isla se óu-
menzó á Asponer para pasar en España. Congregó sus alcaides y gente
de guerra, llatilándMos á Marruecos, y anunciándMes cotao pensaba
pesar á Espafta contra cristianos, y en pocos dias se le juntó mucha
^ntey con ella partió camino de Gebta. £1 rey de Sevilla Almutamed
Aben Abed viendo ya la ocasión en las manos, considerando elriesgt)
que todas sus cosas tenian , y teniendo aviso del cerco de Zaragoza , que
tttaba muy apurada por el rey Alfonso t sabiendo ya también como
Jozef habla saKdo de Marruecos para Gebta , creyó que le convenia
pasar en persona á prevenir al rey Juzef en su favor , siempre deseoso
de llevar adelante sus ambiciosas miras. Embarcóse en Sevilla con muy
Incida compaáia de nubles andaluces y pasó allende el mar y fué ¿ vi^
376 BISTORU HE LA DOIIIllá€KHI
sitar á Joief, ¿qaien encontró eníierra de Tanja en sillo ooooeidopor
Yelila á tres jornadas de Cebta, Recibióle muy bien Juzcf , j Aben Abed
le habló ddi estado de Andalucía , y le dijoque en él consistia la libertad
j seguridad de los muslimes de ella , que yolase á sacarlos de sos con-
tinuos temores , y de la angustia que los oprimia y conturbaba. Le pon-
deró las victorias y soberbia del rey Alfonso , los sitios y correrías con
que infestaba la tierra , y como ya tenia cercada y á punto de perderse
la ciudad de Zaragoza , una de las principales c^tes de los árabes de
España, que por presto que fuese, tal vez seria demasiado tarde pan
llegar á socorrerla. Le habló de los amires y de las prendas de cadaono,
y de los males de la discordia y desunión , causa única de la decadencia
y ruina del oslado. Juzef ben Taxfln le respondió : Torna luego ato
tierra, cuida de tus cosas, que yo iré allá, si Dios quiere, y seré vuesiru
caudillo y venceremos : iré en pos de ti. Tomóse Aben Abed á Espada,
7 entró Ju^ef en Cebta y dis|iuso y apercibiólo conveniente para el pa-
sage y expedición ; previno las naves , allegó sus banderas y gente, y
ordenadas y dispuestas las cosas cumplidamente para el gobierno de]¿
provincias de Velad Zabara , de Alkibla , Zaba y Almagréb, y pronta la
gente de aquellas tribus, mandó que pasase el ejército á España, y tué
tanta la gente que pasó que solo su criador puede contarla.
Desembarcó esta infinita mucbedumlnre en la isla Yerde , y acampú
en sus plazas. Pasó el mismo Juzef Aben Taxfin con Ibrabim y con una
tropa de caudillos almorávides de Lamtuna , de quienes hada mudtt
cuenta , y los honraba y trataba con mucha estimación y agrado. Luego
que entró en su nave y se puso sobre ella extendió sus manos al délo y
rogó á Dios altísimo, y dijo en su súplica : ¡ Allahuma ! si ha de ser , tú.
Señor, lo sabes , para bien de los muslimes este mi pasagc aplaca y tran-
quiliza este mar, y si no ba de ser de provecho poule embravecido y
tempestuoso que no permita el paso : y luego en aquel punto sosegó
Dios el mar y se quedó muy sereno y sosegado , y pasó su nave con ex-
traña velocidad. Fué su pasage día jueves en el interluniode Rabií
primero del año 479 (1086) , y desembarcó venturosamente en la isla
Verde , y rezó alli aquel dia su ázahí de adobar , y salió de la ciudad á
recibirle con lucido acompañamiento el gobernador Aba Chalid Aradila
Yezid, hijo menor del rey Aben Abed, que asi se lo ordenó su padrví
y en la puerta de k ciudad de Algecira estaban esperando d rey Almu-
lamed Aben Abedy todos los amires de España con muchos principales
alcaides y caballeros, y aquella tarde hubo su consejo con iodos ellos
acerca de la expedición. En el tíenqx>que alli estuvo d ejérdlo de Juznf
acampado restaurólos muros debciudaden las partes qucestabanapor-
tillados, ylevantó dgunas torres que habiaarruinadas y caidas,yalrede-
dor del muro hicieron su foso, y seabasteció la fortaleza conmucbas provi-
siones para muchos dias , y puso Juzef en ella un Imen presidio de esco-
gida gente con orden de que la guardasen siempre con mucho cuidado,
y que quedasen y habitasen alli siempre. Esta fué la primera pasada del
rey Juzef en España de las cuatro que ¿ ella hizo en toda su vida, cchdo
después veremos. El rey Aben Abed partió á Sevilla para prevenir pro-
se L08 AIUBES EN ESPAAa. S77
Tíiíoiiesy nmcboft regalos para ios AlmoraTides que yenian á su soeorro,
y dada orden en las cosas de Algecira marchó Jozef con su hueste hacia
SeTíIla. Algunos dicen que el rey Aben Abed encontró al rey Juzef ¿
una jomada de Algecira , y al llegar delante de ¿1 hizo demostración
de apearse por cortesía para besarle las manos ; pero Juzef no lo con-
si'nlió, adelantándose á saludarle , y luego fueron juntos en conversa*
don y platicando largamente de los negocios de la guerra, y entretenién-
dole con ingeniosas palabras por el camino. £1 ejército gozal^ por el
camino de buenos alojamientos y provisiones en abundancia, que todo
estaba prevenido por el rey Aben Abed , y se repartian con mucho
concierto conforme la calidad y nobleza de cada persona. No cesaba el
rej de Sevilla de admirar la muchedumbre de escogida gente que traia
el rey Juzef, y tenia por cierto desde entonces que seria muy venturosa
esta jomada contra el rey Alfonso.
la fama de esta venida de los moros Almorávides voló al campo y
hueste del rey Alfonso que estaba sobre Zaragoza, y luego levantó el
cerco pensando salir al encuentro del rey de los muslimes. Hubo Alfonso
su consejo con sus caudillos, y escribió al rey dolos cristianos Aben
Radmir, maldígale Alá, y al Barhanis, que el primero tenia cercada
Medina Tartuxa , y el segundo andaba en tierra de Valencia , y los dos
vÍDÍeron con sus gentes en su ayuda y se juntaron con él. Asimismo
envió á llamar sus gentes de GelaJikia , Castilia y Bayona , y le vino de
to9as estas provincias gentío innumerable; y cuando estas tropas do
Ínfleles se juntaron con las del rey Alfonso, y los tuvo en sus manos ,
congregó sus caudillos y condes, y convinieron en que convenia salir
al encuentro al rey Juzef Aben TaxGn , y al ejercito de los Almorá-
vides.
El rey Juzef y sus Almorávides llegaron á Medina Sevilla , y el ejér-
cito se detuvo en cUa ocho dias , no solo por descansar sino también
para prevenir lo necesario para la jomada, y los amires de Andalucía
mandaron á sos gentes que acudiesen á la hueste , camino de Badalyoz ,
j de todas las provincias se congregaron los muslimes de España ; solo
se excusó el amir de Almería , porque tenia cerca de si un frontero cris-
tiano que le daba cuidado. Envió el rey de Algarbe á su hermano Al-
moslanser para prevenir provisiones por aquella tierra para los hombres
y para los caballos. ¥ como ya estuviesen todos los amires y cabezas de
las dudadcs con sus banderas, se despidió la gente que parecía inútil
para pelear -. y luego movió la hueste de Sevilla : la delantera la condu-
ela él mismo, y^por mano de su caudillo AbuZuleyman Uaud bcn Ayxa
con diez mil caballos almorávides *. seguían los amires de España Al-
mutamed Muhamad Aben Abed de Sevilla , Balkin ben Habúx, rey de
Granada, Aben Muslama, señor de Almatgar la alta. Aben Dylnún
Vahye, señor de Valencia, Onmr bcn Alafxas, rey de Algarbe : los walíes
ben Azun, ben Gaduny ben Zaydun; y mandó Juzef que todos estos
amires y señores fuesen en una sola hueste con sus andaluces , y que
los acaudillase Aben Abed, rey de Sevilla, yel ejército de los Almorávi-
des formaba otra hueste á parto , y asi caminaban de manera que el
m RlSfOftlA DE lA MMtffAClOH
lo^r que dejaba Aben Abed por la mafiattá) le ocupaba ala tarde Ju-
zef con sus Almorayides, y asi continuaron sns marchas hasta ({oe tli!-
garon á Medina Artuxa , donde se detuvieron tres dias.
Cuéntase que antes de salir de Toledo el rey Alfonso rió en sudBos una
espantosa visión que le puso mucho temor , y la vio no una vez sino
muchas. Parecíale pues en sueños estar á caballo sobre un elefante, y
que á su lado estaba colgado en alto un alambor , y parecíale qoc es-
tando aili pendiente él mismo lo tocaba y hacia prodigioso estruendo,
de lo cual tomaba tanto temor y espanto que luego despertaba atónito
y despavorido , y como esto no fuese sueño de una noche sino de varias,
le pareció ser cosa considerable , y aunque sabia que los sueños por lo
común son especies vanas que proceden de diversas causas naturales
que excitan la imaginación , con todo eso pensó que muchas veces snelc
Dios representar estas cosas ]^randes á las almas en aquel estado de re-
poso y quietud , dando asi como vislumbres de las cosas y grandes acae-
cimientos futuros. Asi que como una noche le hubiese dispertado esta
Vision con mucho sobresalto y angustia , estuvo desvelado y con inquie-
tud hasta que fué de dia , y luego que amaneció mandó llamar á sos
mayores letrados y sabios de los cristianos , obispos , clérigos y rabíDos
de judíos sus vasallos, por pareccrle que estos son nías dados á estas
adivinanzas é interpretaciones de sueños. Venidos á su presencia el rey
les hizo cumplida relación de su ensueño , contándole con mucha pro-
lijidad y muy por su orden , y añadió : Tx) que en esto mas me mard-
villay espanta es la extrañezá del elefante , animal que no se cria ni le
hay en nuestras tierras , y ademas aquel alambor que vi , no es de h
forma y figura de los que usamos y hemos visto en España : todo esto
me maravilla, y así mirad qué puedej ser esto, y qué significa , y avi-
sadme luego de ello. Los sabios se retiraron y consideraron aquella tísíod
y ensueño, y venidos en presencia del rey, le dijeron : Señor, este la
ensueño y visión significa que vencerás este grande ejército qne V»
muslimes han juntado contt*a ti , y que despojarás sus realeo, y te apo-
derarás de las riquezas que traen consigo, que ocuparás sns tierras, y
solverás victorioso con muy honrada y gloriosa fama ^ qne divulgará
tu triunfo por todas partes; pues el elefante en que te parecía venir cs-
balgando es este rey Juzef Aben Taxfin , señor de las dilatadas tiernis
de África , el cual , asi como el elefante , se ha criado en sus desiertos y
ha salido de ellos para que tú le venzas y subas sobre él , á pesar de m
gran poderío , y el extraño atambor qne toüabas signl^ca la estrada y
singular fama que se esparcirá y oirá en todo el mundo de tu insigne
victoria. Con atención había escuchado el rey aquella declaración,}
acabando de oírla les dijo : Paréceme que Vais muy lejos déla verdadera
declaración de mi ensueño , que me da el corazón , y cierto que no suele
engañarme , anuncios que espantan y atemorizan ; y diciendo eslorol-
vióla cabeza á unos caballeros muslimes, tasallos sbyos que aDíenla
sala estaban, y les dijo : ¿Sabéis vosotros por Vctilura de algún alimede
vuestra nación que entienda de interpretación de ensueños? y le res-
pondieron qne si , que aüi én Toledo había uii sabio que enseiSaba eo
M ÍM áftáBfiS m tíPÁÑk, S79
qna mesqnita, que lo haría á sa satisfacción. Mandóles que le trajesen
á SD presencia , que deseaba verle y hablar con él sobre este negocio.
FaéroDle á buscar, que era el faki Mohamad ben Iza , que era natural
deMagama, y le dijeron como dréy le llamaba y deseaba ver. £1 les
(reguntó si sabían para qué le llamaba : ellos le dijeron lo que en el
caso hablan entendido , y que el rey deseaba que le declarase su eh-
nefio, y el faki les dijo : No quiera Dios que yo pise los umbrales de
no infid para ese fin : y como le ponderasen cuánto conyenia á su
iKMior ir á la presencia de tan poderoso rey , eliáki les dijo : Dios es mi
sedor y mi amparador , y en sus manos está el mal ó bien que puede
svcedóme. Los caballeros viendo su determinación se disgustaron
OHicho , y para no causar desabrimiento al rey por donde al sabio vi-
Diese mal , le excusaron con el rey diciéndole t Señor , es un hombre
hoQjkieyfakt austero, y estos tales no tienen por licito el entrar en
k» palack» y casas de los grandes , y puesta que esta es una delicadeza
de SQ ley ) de su humildad religiosa , parece disculpable : asi que si á
V. A. parece , nosotros con vuestra licencia contaremos al sabio el en-
sueño, y traeremos la declarack>n que hiciere , que esperamos ser¿ ver^
dadera. El rey fué contento de eUo^ y les hizo relación de su sueik>y
^mn , y con esto volvieron al faki Muhamad ben Iiá de Magama ,
que estaba leyendo en la mezquita que estaba dentro de Toledo , que
<va almoerí de ella , y te contaron por extenso la visión del rey , y lo
rogaron que la meditase pCMtpie era cosa gravo y de mudia importancia
el satisfacer al deseo del rey. El faki después de sus meditaciones les
dijo : Id al rey y decidle que el cumplimiento de su Vision y ensueilo
está muy cercano, y que significa que será vencido con torpe venci*
Duenio y gran matanza , y que huirá con pocos de los suyos, y que la
victoria ser* de los muslimes , y que esta declaración se saca del hon**
ndo Alcorán en donde dice : ¿No veis loque hizo vuestro Dios á loé
M elefante, no hito que se deshiciesen en nada y envileció sus mal^
vadas intenekmea? ¿ no envió sobre ellos los pájaros de Babil ? Palabras
lOQ estas, dijo el faki , que declaran la derrota y vencimiento del rey
de los abexies Abraham cuando subió con poderosa hueste contra Ara-
bía intentando destruir la easa de Dios Alharam , para lo cual venia
cabalgando en un ciiorme elefante , y envió Dios los pájaros de Babil ^
que con piedras de ardiente fuego destruyeron aqud ejército, y de»*
barataron los intentos vanos del rey de Etiopia , convirtiendo su pompa
y soberbia en vileza y polvo ; y aquel alambor que el rey dice que
pendía colgado en alto y que él mismo lo tocaba , este significa que aquel
día en que se oirá el estruendo de los atambores y trompetas , será dia
espantoeo , horrible y de daño atroz para los infieles. Llevaron esta
declaración al rey, que demudó d color al oifla , y les £jo ! Pues por
I>io9 que si ese vuestro alfaki me miente que yo le haré que sirva de es^
<^nnk;nlo. . . y dicen que cuando el alfaki oyó luego esta fiera ainenaza
del rey que hi despreció , y dijo : Mi el rey ni nadie puede ofenderme
lin la voluntad de Dios.
S80 HISn»UA DE Lk DOMIMAaW
CAPITULO XVI.
BaUlIadeZalaca.
Gomo el rey Alfonso hubiese aUegado sus gentes, que era chusma
innumerable , y mas de ochenta mil caballos ^ de ellos los cuarenta mil
eran de grave armadura , cubiertos de hierro , y los otros que parle de
ellos eran árabes , que le ser vian como treinta mil , eran de caballería
ligera, pues venían en su campo muchos muslimes, partió al cncaenlro
dd rey Juzef , y cuando ambas huestes se acercaron y pusieron sos
campos cercanos en tierra de fiadalyoz , en el bosque y llanos qae lla-
man de Zalaca , á cuatro leguas de aquella ciudad , dispuso Almutamcd
rey de Sevilla , que se pusiesen en dos campamentos apartados pan
mayor terror y espanto dd enemigo, que en verdad era espectácubqoe
atemorizaba. Pasaba entre los cristianos y los muslimes el rio de Bada-
joz, que llamaban Nahar-Hagir,y bebían de sus aguas ambos ejércitos.
Dlcese que entonces escribió el rey Juzef una carta al rey Alfonso, otros
dicen que la escribió en Medina Artuxa, en que le proponía una de
tres cosas, o que se hiciese mnslim dejando la fe de Cristo , ó que se hi-
ciese su vasaUo pagándole tributo cada año , ó que se dispusiese á la
batalla ; y lo deda también : Oído he , rey Alfonso , qne deseabas tener
naves para pasar á mis tierras en busca mía, ves pues aquí que te he
ahorrado de ese trabajo , y vengo en persona á buscarte en las tuyas, j
Dios nos ha juntado en este campo para que veas el fln de tu présuncioa
y de tu deseo. Escrita y enviada esta carta, cuando llegó á manos de
Alfonso contaba el enviado que luego que la leyó la arrojó al suetomoj
encolerizado , y con gran saña y altanería dijo al mensagero : Ye 7 dii
lu amir que no se oculte , que en la batalla nos veremos. Hubo desjmes
entre los ejérdtos y los caudillos muchas demandas y respuestas sübiv
el orden y día déla batalla , y en esta ocasión dicen que escribió Alfoosu
una carta cautelosa al rey Juzef diciéndole en ella , que por ser viernes
el día siguiente y Gesta para sus muslimes, seria bien que no se diese eo
él la batalla ; que luego el siguiente era sábado, fiesta también para los
judíos, de los cualeshabia muchos en su hueste , y que no era justoque
atropellasen su fiesta , que por consiguiente tampoco se debía dar la
batalla en aquel día; que después el otro que seguía era d domingo,
fiesta de los cristianos , y no convenia dar la batalla en d por la mi^nu
razón, qué esperasen que llegara diunes , en d cual de común acuerdo
(KMlian trabar su batalla , y pdear de poder á poder sin ningún escrú-
pulo. Decía esto porqut pensaba engañará los muslimes, y dareaell(b
de sobresalto cuando menos pensaran. £1 rey Juzef con acuerdo de los
amíres de Andalucía le respondió , que se hiciese como el rey Alfoosu
quería , y que se diese la batalla el lunes 14 de la luna de Regeb d<'l
año 47*9 (1086). £1 rey de Sevilla dyoal rey Juzef que estuviese alcnlu
y preparado para la pelea, que el enemigo era muy artero y astuto en
las estratagemas y engaños de la guerra. Venida k noche dd dia de
BE LOS ÁRABES EH ESPAÑA. 38 i
Regeb, repitió Aben Abed sos avisos y exhortaciones para qne todos
rstaviosen listos para la pelea , y envió espías y campeadores á caballo
hada el campo enemigo, para qae anotasen sus movimientos, y annn-
nasen con diligencia cuanto viesen : y en esto se ocupó hasta el alba
del dia Alginma , y estando Aben Abed en la azala Asohbi , que ya que-
ría amanecer y alboreaba el dia , descubrió que venia corriendo un espia
de ]os campeadores que andaban oteando el campo enemigo ; y le dijo :
Moley, ya el enemigo principia á moverse contra los muslimes con un
fientio innumerable como espesas bandas de langosta ; y luego envió
este aríso al rey Juzef, y dicen que'en este punto consultó Aben Abed
Á un SQ astrólogo que levantó Ggura , y le dijo : Muley, será este dia
mj infausto si los muslimes entran en batalla , y esto no quiso Aben
Abed decirb al rey, ni á los otros amires por no atemorizarlos , ni que
le toTÍesen por tímido que miraba en estrellerías. £1 aviso de Aben Abed
halló al rey Juzef en sus estancias listo y preparado para la batalla ,
repitiendo sus exhortaciones y que nadie habia dormido en su campo
aquella noche : y envió á su caudillo Ahnudafar Davud ben Ayxa , con
rrao tropa de ballesteros , y su delantera de caballería de los Almora»
Tídes que habia escogido 'para vanguardia. Este Davud ben Ayxa era
nay «forzado caballero, que no tenia par entre los muslimes en
denuedo y ánimo , y era muy ejercitado en los trances peligrosos de las
batallas.
Habia el enemigo do Alá, el tirano Alfonso, dividido su ejército en
dfis haces, y envió su delantera contra los muslimes pensando tomarlos
desprevenidos, i' se adelantaron sus campeadores roas esforzados, y
trabaron escc/amuza con los de Ben Ayxa que fueron poco venturosos,
} se retiraron con harto mal suceso. Vueltos unos y otros á sus alma-
fallas y ordenaSza, pocas horas después se comenzó á oir nueva gritería ,
estruendo de gente y trompetas , y mandó el rey de Sevilla á su astró-
i«^o qoe hiciese observación de nuevo, y en aquel punto la haUó muy
próspera y que ofrecía gloriosa victoria á los muslimes , y luego envió
este anuncio al rey Juzef en cuatro versos , que era Aben Abed exce-
leote poeta :
Ira de Dios á la cristiana Renie,
Cruda matania por tu espada envia ,
El cielo anuncia el hado de victoria ,
V á los muslimes venturoso dia.
Entonces el rey Juzef, que se habia apesadumbrado mucho con el
suceso de la escaramuza , se animó con esta nueva , y luego rodeó á
(aballo toda su gente , y se holgó de verlos en aquel, punto tan ganosos
d^" pelear. El rey Alfonso movió su delantera , y acometió contra la
hueste muslímica de Juzef que acaudillaba Davud ben Ajrxa , y se trabó
"^ogríenta y atroz pelea. Mantuvieron con fuerte corazón los muslimes
«qnel terrible encuentro, y el enemigo de Dios los arroUaba y atrope-
Haba con la muchedumbre de su gente , como si fuesen una creciente ú
avenida , y tan juntos y trabados estaban que se herian y despedazaban
<^ las espadas , porque ya las lanzas rotas eran inútiles. La segunda
382 mOTORU BE LA DOMINAaOll
boeste del tirano Alfonso la mandaban 7 oondacian ASwr HanisT
García Aben Radmir, j estos la llevaron y dejaron caer con impetn
sobre el campo de Aben Abed y de los otros amires de Andalucía , y k»
rodearon y cubrieron que no se yeian anos á otros , como las sonütns
de la oscura nocbe cubren y ocultan las cosas, y los muslimes seta-
vieron por perdidos y comenzaron á retraerse , y en fin los pusiéronlos
cristianos en desordenada fuga bácia Badajoz. S(dos mantenían con Ta-
lor la pelea sin volver la cara los cabaUeros de Sevilla , que acaudillaba
el animoso y valiente Aben Abed su rey, y peleaban como heridos
leones rodeados de la multitud que sobre ellos solos cargaba la faena 7
peso de los mas valientes enemigos , y manifestaron aquel día su heróioo
valor y bárbara constancia. Uegó aviso á Juzef ben Tai[fin del rompi-
miento y calamitoso encuentro de los andaluces y la desordenada faga , J
como Aben Abed y Aben Ayxa mantenían con sus valientes compaftias
el mayor tropel de la batalla, muriendo aDi muchos nobles muslimes
como buenos y esforzados varones : y envió á su caudillo Syr beo Abi
Bekir con las cabilas alárabes de los muslimes Zenetes , Masamudei 7
Gomares , y otras cabilas berberíes que estaban en su campo depreten-
cion para que volasen al socorro de Daud ben Ayxa su caudillo, y del
esforzado r^ de Sevilla Aben Abed , y el mismo Juzef se adetoató con
su guardia lamtuna y cabilas almorávides , aenetes y sanhagas, dfaigiéo-
dose á \os reales y tiendas del rey Alfonso , que estaba muy ocupado y
revuelto en lo mas recio de la batalla , y estaban los reales con poca
guardia : acometieron á las tiendas y las entraron sin mucba resistendif
atropellando y despedazando á los caballeros que las defendían, y tam-
bién entraron en el pabellón de Alfonso , y pusieron fuego al campo por
diver^ partes. El rey Alfonso andaba en lo mas ardiente de labat^
y tenia ya vencidos y desbaratados á los de Aben Ayxa , y sus gente
buian llenas de confusión ; cuando la caballería de Alfcmso encontró i
los de su campamento que venían á refugiarse á ellos , buyendo dd nj
de los muslimes Juzef, que con su tropa de retaguardia á tambor ba«
tiente y banderas desplegadas los acosaban y perseguían , y los valieotes
Almorávides destrozaban con sus espadas á los infieles , y sedientos de
su sangre se abrevaban en los lagos que de ella se hacían. Quemaroo
las tiendas de los cristianos y cuanto babia en su campamento, y roba-
ron su haram y sus riquezas, que aquel dia fueron pródigos , tal era so
liberalidad que las derramaban como su propia sangre. Entonces re-
volvió Alfonso su delantera contra él en orden terrible de batalla , y sos
tropas acometieron impetuosas á las del rey Juzef, y se renovó la mas
reñida y sangrienta pelea entre ambos ejércitos con tanta saña y atroz
matanza, que nunca se vio ni oyó semejante. Andaba el amir Juief
entre los escuadrones de los muslimes exhortándolos ála constancia j
animándolos á la pelea y camino de Dios, y les decía: ¡ O compañías
de los muslimes , ánimo ! Ea , buen ánimo en esta pelea y santo algiiuid ,
que Dios ha numerado ya y disminuido á los infieles, y el premio de
vuestro martirio es el paraíso , y los que han muerto en esta pdea y*
gozan en la bienaventuranza delicioso galardón y etonK» pramios. ^^
D£ LOS ARABfiS tü £$PAKA. m
mismo tícinpo peleaba brayamente por su persona, y andaba ya sobro
el tercer caballo, que no esquivaba los mayores peligros. Todos los mus*
limes pelearon aquel día como deseando la corona del martirio , y asi
parecía que buscaban con ansia la muerte. £1 rey Aben Abed y su es«
forzada caballería contendían peleando desesperados de vivir porque no
sabían el estado de la batalla : y cuando de improviso vieron derrotados
á los cristianos , y que despedazaban y berian sus espaldas los alfaBJef
moriscos , dijo Aben Abed á los suyos : £a, amigos, á ellos, que Dios los
hacontadío : y apretaron contra los cristianos con nuevo esfuerzo, y
siguieron acaudillados por Syr ben Abi Bekir, y con los que le seguían
iie las tribus alárabes de Zenetes, Masamudcs y Gomares , que renova-
ron la batalla y acabaron la derrota de las huestes cristianas, y se
recobró la gente q|ie babia huido con desorden al principio de la ba-
talla , y se había refugiado hacia Badajoz , que todos estos cuando enten-
dieron que amir Juzef ben Taxfin babia vencido y llevaba atropellados
á los infieles, unos tras otros, y taifa tras taifa, volvieron al campo
de batalla y renovaron la sangrienta lid contra Alfonso , basta que de
todo panto quedó vencido -, pero no cesó la horrible matanza hasta
puesto el sol.
Coando el enemigo Alfonso vio llegada la noche y que tgdo su ejér^
cito estaba destruido, muertos sus mas esforzados campeadores, consi-
derando el valor de los muslimes Almorávides, y la intima unión de
k» muslimes en sus gncrras sacras , conoció que no le quedaba otro re-
medio que la fuga , y que no debía ni le con venia probar otra vez la in-
fausta snerte de la batalla : asi que desesperado , sin camino ni vereda
derla , huyó delante de los muslimes con quinientos caballeros , sin de-
jarlos de perseguir los vencedores Almorávides espada en mano ', hi-
néndcdos pcnr los montes y por los valles , y en todlas partes espigaban
romo las palomas espigan los granos , hasta tanto que se les entrepuso
la noche con su negro y tenebroso velo. Aquella noche pasaron los mus-
limes soi»^ los destrozados cadáveres de los cristianos , y despojaron y
cautivaron y amontonaron los despojos y armas de los vencidos , can-
tando alabanzas á Dios por su favor y amparo, y asi estuvieron hasta la
hora del alba, y la azala de Asdhbi se hizo en medio del campo de batalla.
Fué esta de las mas crueles y horribles matanzas , y la mas estupenda
que Dio% ha hecho en sus enemigos : en ella murieron los mas nobles
seoofcs de los infieles , sus defensores y auxiliares mas esforzados , sin
>3lvarse de ellos sino el tirano Alfonso con una corta compañía de ca-
balleros que pudieron apenas huir por la ligereza de sus caballos , de los
coales murieron después machos de sus heridas, tanto que entró el rey
.\lfonso con cuatrocientos caballeros en Toledo , y algunos ciento dk^
MI Camilla y propia guardia : fué este venturoso y feliz día viernes*
J4 de Regeb dd año 479 (1086). En él anticipó Dios los ¡Nremios de
• I>t«r Mvbamad AbOelaiix, que era de la eaaa de Aben Abed , que un negro esela? o del rey
¡ntrf Mrfd ron su gambea al rey Alfonso en un muslo , y que el mi^o rey decia : Me ba
b«-rwlo tan ima hot.
a aM<IU1íib dice en ta aeguada décadt de Regeb.
384 HISTORIA DE LA DOMIMAGION
la fe y del martirio, como á tres mil muslimes, y mandó Amir Amu-
minin cortar las cabezas ¿ los cadáveres de los cristianos , se allcgaroo
a su presencia en montones como torres , y cuenta el Taki Abu \abjc
que oyó á machos muslimes que se bailaron presentes á esta gloriosa
batalla, que se juntaron tantas cabezas de los cristianos muertos, qac
amontonadas al rededor de la mas lai^ga lanza que había en el real bío-
cada en el suelo la cubrian y sobrepujaban ; y también escribe Abu Me-
man , que se haUó en esta batalla , que contándose las cabezas por ca-
riosidad delante de Aben Abed rey de Sevilla , se contaron basta veinte
y cuatro mil cabezas ; pero Abdel Halim refiere, cosa que parece increí-
ble, que el rey Juzef envió de aquellas cabezas diez mil á Sevilla, diez
mil á Córdoba , diez mil á Valencia , y otras tantas á Zaragoza y Mor-
cía , y que envió á África cuarenta mil cabezas , que se repartieron por
las ciudades para que las gentes las vieran , y dieran gracias á Dios por
el Tavor grande que les habia hecho, amparándoles y concediéndoles
tan importante y famosa victoria, y añade que seria el número y suma
de los infieles, á buena cuenta, ochenta mil caballos y cien mil peones,
y de^ estos los mas perecieron sin escapar sino muy pocos , y Alfonso
con cien caballeros , que con tan estupenda victoria humilló Dios la so-
berbia de los infieles en España^ tanto que no pudieron levantar cabeza
en casi setenta anos.
En este dia se apellidó Juzef ben Taxfin amir amuslimin , que anl»
no fué asi llamado, pues por su mano ostentó el Señor triunfante el
Islam , y dio esfuerzo á su pueblo , y escribió Juzef esta señalada victo-
ria á la otra banda , y á Temim el Man , señor de Almedina , y se pu
blicó y divulgó la venturosa nueva con mucha alegría en todas las tier-
ras de África , Almagréb y España , y cundió la Cama á todas tierras de
muslimes , y las gentes acrecentaron su fervor, caridad y celo , y dieren
gracias á Dios por tan singulares beneficios. La carta de lo acaecido en
este dia que envió á la otra banda el amir Juzef decía :
CAPITULO XVII.
Relación de U victoria de Zaltci enriada por Juzef á la otra banda , y por Aben AM á SetiU'-
« Supuesta la loa á Dios altísimo , celoso defensor de sa ley : las bendi
ciones y engrandecimientos de felicidad , y perfección á nuestro señor
Muhamad su excelente enviado , la mas noble y honrada criatura , cic.
Al enemigo de Dios y tirano , maldígale Alá : luego que nos acereamt^
á su campo y concertamos lo que convenia , le anunciamos nuestra de-
terminación , y le hicimos nuestra propuesta dándole á escoger una áe
tres cosas, el Islam , el tributo, ó la guerra, y él prefirió la guerra.
Habiaroos nosotros convenido en que la batalla se diese el dia Iones
12 de la luna de Regeb , y nos dijo : £1 viernes es Gesta de los moslimcs,
el sábado de los judíos , y en ambos nuestros ejércitos hay muchos : el
domingo es nuestra fiesta. Convenimos paes en el dia ; pero este tira»)
BE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 395
j m gentes ilo guardaron ( como acostumbraban ) sus palabras y con-
ciertos , cosa que nos acrecentó el furor y justa saña para la pelea , y
desconfiando de ellos les pusimos campeadores y espias que oteasen sus
moTífluentos y nos avisasen de su estado. A la hora del alba del día
Tierocs 12 de Regeb dicho, nos yino nueva de como el enemigo ya
JDOvía su campo contra nosotros , y se prevenía para su ruina. Enton-
en se adelantaron á salir contra ellos los muslimes mas valientes, y les
principiaron á causar desmayo antes de desmayo , y comenzaron á nu-
merarlos antes de numeración , y votó el ejército muslim contra su ej^-
cilo como ]as águilas sobre su presa , y con su caballería los pararon con
acometimiento de bravos leones. Movimos nuestras insignias de felici-
dad y de victoria y de Ínclito martirio, y vieron atemorizados y llenos
de espanto la hueste lamtuna acometer contra Alfonso ; y cuando los
cristianos miraron sobre sí nuestras banderas de fe y de victoria, y la
caballería gloriosa nuestra vencedora los deslumhró con desmayo al
r^yodel espanto y de la turbación , y los asombró la nube tempestuosa
de nuestras lanzas , y cayeron en las hoyas que sus feroces caballos ca-
laban al trueno estruendoso de los.atambores. En este lazo cayeron los
cristianos y su tirano Alfonso , que trataba de engañar con sus estrata-
gemas á los muslimes ; pero los Almorávides esforzados les acometieron
á las claras. El alto torbellino del viento impetuoso de la batalla, y las es-
padas montando en sangre, que las lanzas con penetrantes botes sacaban
de las profundas heridas que abrian , formaban copiosos ríos de sangre ,
7 sobre ella se abrian paso en nombre de Alá poderoso y excelso defen-
sor, y cada uno de los valientes campeadores ofrecía al de Afranc y al
maldito Alfonso copiosos raudales que fts podían servir para hartarse
desangre y nadar en ella los cuatrocientos caballeros que de ochenta
mil y de cien mil peones le quedaron , gentío que trajo Dios á la Almara
para molerlos y exprimirlos , y quiso Dios librar á unos pocos malditos
en nn monte para que desde allí viesen su calamidad. ¡ Oh mal espectá-
culo ! y buena prueba de paciencia y de indignación rabiosa y desespe-
nicíon irremediable por ser imposible la venganza, sin quedar mas que
el Taño recurso y miserable del Guai de Alfonso , que no halló mas re-
medio en su desventura que ocultarse en las tinieblas de la oscura y
atezada noche. £1 amir de los muslimes , el defensor de la santa guerra ,
el numerador y destruidor de los ejércitos enemigos, dadas gracias á
Dios con bendita seguridad , acampaba sobre el carro del triunfo y de las
Tíctorías y á la sombra de las vencedoras banderas insignias del amparo
y déla gloria. Ya los caudalosos rios, el Nilo de las algaras arrebata im-
petuoso sus edificios y fortalezas , tala sus campos, y encadena sus cau-
tÍTos , y mira esto con ojos de complacencia y de alegría , y Alfonso
lleno ite rabia con desmayados y tristes y vertiginosos ojos. De los ami-
res de España solo Aben Abed rey de Sevilla no volvió la cara al temor
de la cruel matanza , y se mantuvo peleando como el mas esforzado y
caliente campeador, como el principal caudillo de los muslimes , y salió
de la bataUa con una leve herida en un lado para gloriosa rehquia de la
estupenda acdon en que la recibió. Alfonso amparado de las sombras de
«5
MS HISTORIA P£ lA DMDMAClOli
la oscura nodbe se salvó bayendo sin canóno cierto ni direcdoa, y m
dar sos tristes ojos al sueño , y de los quinientos caballeros que con ü
escaparon los cuatrocientos perecieron en el camino, y no entró en To-
ledo sino con ciento. Gracias á Dios por todo esto. >
Fué esto singular favor y gloriosa victoria de Zalaca dia viernes
12 de Regeb del año 479 (1086), correspondiente al dia 23 del mes
de octubre Agemi* Alebata y Aben Grcmhur y otros buenos poetas
oetebraron en elegantes versos esta victoria , y en verdad que aquel dia
no se portaron bien los amires de España , y sdo Aben Abed fué de
ellos el que mereció alabanza y eterno nombre ; y lo mismo los caballe-
ros sevillanos que acaudillaba , pues él y los de su oMnpañia bicieroo
proews admirables. Algunos dicen que Aben Abed sacó seis gloriosas
heridas, y él mismo hace memoria de esto en unos versos que escribió
poco después á su hijo Raxid $ y asimismo cuentan que aquel dia á pues-
tas del sol en tonto que Juzef y los AlmcM'avidcs seguían el alcance á los
fogitivos cristianos, que el rey de Sevilla se quedó en su pabellón por
cansa de sus heridas, y con el contento y gusto de la victoria tomó ua
papel estrecho de un dedo y escribió en él el suceso de la batalla á su hijo
Raxid, que estaba en Sevilla, con estas breves palabras : «A mi bijoRaiid,
que Dios le haga cumplido de su gracia. Se encontraron los ejércitos
muslímicos con el soberbio Alfonso , y Dios ha dado la TictCHria á los
muslimes venciendo por sus manos á los infieles , gracias á Dios por
ello , que es el sustentodor de todas laa cosas : haz saber esta nueva á
todos los fieles que contigo están. Salud. » Luego cerró esto cédala y la
ató debajo del ala de una paloma que habia traido consigo desde ScYilh
para este fin , y sirvió de mensagero de esto gloriosa nueva.
Dice Yahye que estaban en Sevilla con harto cuidado y suspensos,
deseando saber el suceso de las gentes, cuando vieron venir el mismo
dia la paloma al alcázar de Aben Abed , tomáronla y quitaron la ceda-
IHla que traía en el ala , y fué leída á todo el pueblo en la mezquita
mayor , y toda la ciudad se llenó de alegría y comenzaron á hacer gran
fiesta y regocijo y dieron gracias á Dios , y á pocos días llegaron reía-
dones mas por extenso, y el mismo Aben Abed escribió á Sevilla, y
asimismo Metuakil ben Alafias, y Almudafar, y Abdalarey de Granada,
y los demás amires cada uno á los suyos enviaron rdaciones y cartas
de la victoria que se divulgó en breve por todas partes.
La carto de Aben Abed decía : « La alabanza á Dios : Venido d dia 12 de
Regeb del año 479 (1086) , manifestó Dios un decreto de su eterna to-
luntod, escrito con caractores resplandecientos de divino fuego ea la
tobla de los liados. Este decreto nos abrió las puertas para que saliése-
mos de angustias y tribulaciones, y por donde entremos en nuevas vea*
turas y felicidades. Concediónos el misericordioso, el liberal, d acep-
todor de la contrición , el p^rdonador de los pecados que enoontrásenM»
al arrogante enemigo : principió con engaño y falsía á ofendemos , 1
cayó en el mismo lazo que nos armaba ; destinación divina de la eterna
justicia : y su priecipitada falsía nos fué presagio de felicidad y de feo-
tura : aura de victoria y de felicidad Ueño de suave
nosotros sa engaSo , que no puede ámpwt oí oicoreoer te fotoia. Nae»^
tros muslimes preparan sus armas resplandecientes como estrellas, enh-
cubicrtan sus caballos cQn cobertores de seda, y esperan con impadencia
la Tenida del día en que se mezclarán y envolverán con sus enemigos ,
sedientos de abrevarse en la^os de enemiga sangre. Llegó al fin la au-
rora de la felicidad que nos hizo venturosos, apareció llamándonos
(bde las alturas de la salud y como que nos excitaba y deda i amane-
ció, amaneció, y de aqui á poco saldrá el sol, sus resplandecientes
rajos abrasarán ¿ los infieles; que no hay sombra ni amparo quo los
cobra ó defienda del resplandeciente fuego de este dia. No albweó jal-
mas aurora mas brillante para los muslimes i ordenáronse las haces ,
los caudillos y valientes comenzaron á ponerse bien, y ajustamos los
cabos de las tocas de los turbantes , no sin algún movimiento y sobre^ ^
salto del corazón ; hicimos nuestra breve profesión de fe , y en aquel
ponto resplandeció la tierra y tembló debajo de nuestros pies al res-
plandor de la victoria , que fué dada por Dios al ejército suyo ; amparo
dlWno que no puede explicar humana lengua ni cabe en entendí-
miento criado. En los primeros encuentros hubo un asonw> de venci-
nuento y perdición de los muslimes , que el Ímpetu de la muchedumbre'
enemiga los arrebató como impetuosa avenida de corriente rio , y cor
tonces muchos nobles muslimes perecieron al furor enemigo , mas deih
paes de este terrible trance hizo Dios que la victoria descendiese sobra
nuestras banderas, y los filos de las espadas muslímicas segaron oopiosn
mies de gargantas infieles. Anunció Dios la victoria , prometió buena
suerte, y Dios no es vano prometedor, y cumplió bien cabal la promesa.
Considerad esta felicidad, alegraos con ella como nosotros y dad gracias
al vencedor , que ninguno es vencedor sino Dios, ni hay fuerza ni po-
der sino en él , y decir : gracias sean dadas á Dios, criador y sustentador
de todas las cosas, por la felicidad en que amanecemos y anochecemos, v
Esta batalla de ¿alaca fué la mas próspera y venturosa que alcanza-
ron los muslimes desde la batalla de Yarmuz y el dia de Cadisia, y la
bataDa de Zalaca ó resbaladero fué ocasión de la firmeza del Islam en
Andalucía , y donde antes resbalaban los pies y se deslizaban en el ca-
mino de Dios , se afirmaron y volvieron $ohre si del deleznable csladp
que antes teoian.
CAPITULO XVIII.
TmIu d« JttMf á AfHct. ComrlM úé los AlmoraY As y de Aben Abed. Tome de Huesea por
loe QfielMDoe despves 4e U viotoiU de Alcorua. Segonde venida de Juief.
Cuentan que pocos dias después de esta victoria , en tanto qua se ro-
parlian los despojos que alli se ganaron, asi de ropas como de armas ,
opadas doradas, ricos tahalíes, lanzas preciosas tachonadas do marfil
T plata y otras cosas , vino al campo nueva de África de como había
muer lo en Marruecos Abu Bekin Scir, hijo del rey Juzef, que habia que>
dado gravenoiente enfermo. Por esta causa el amir se entristeció mucho,
dS8 HISTORU BE LA DOmNAClON
y se templó entre los moslíines la grande alegría de la victoria* Asi pues,
sin dilación dispuso su vuelta para África, que si no fuera por este acae-
dmiento no se tornara. Díó el oiando de sus Almorávides para conti-
nuar en España á su caudillo Syr ben Abi Bekir , y luego parlió para
África , se embarcó y pasó á Marruecos , donde se.estuvo hasta el ano
ttO (1087).
£1 ejército de los Almorávides corrió las fronteras de Galicia, reco-
brando pueblos y fortalezas que habian tomado los cristianos , y los
acompañaba el rey de Badajoz Aben Álaftas. Syr ben Bekir, el masas-
tuto de los Almorávides , y de quien mas fiabli su señor Juzcf Aben
Taxfin, observaba la disposición de la tierra y el estado de los pueblos y
fortalezas, y en esto pasó hasta el año 480. £1 rey de Sevilla Aben Abcd,
que entendía mejor que los otros lo que pedia la ocasión, trató de apro-
vecharla en su favor , y con un campo volante de caballería entró cor-
riendo la tierra de Toledo, y ocupó pueblos y fortalezas que por su
causa y alianzas tenia el rey Alfonso ; asi cobró las fortalezas de UUis,
Huebte , Cuenca , Gonseora y otras. INó vuelta á tierra de Murcia y cd
lo de Lorca le salieron al paso ciertas compañías de caballeros cristia-
nos que pelearon jcon él y le desbarataron con baria pérdida, y estos
eran los alcaides fronteros que por alli tenia el tirano Alfonso. Refa-
gióse Aben Ábed á Lorca , en donde le recibió bien su gobernador Ma-
bamad ben Lebún , hijo de Isa, que tenia por él aquella ciudad , y había
servido y peleado como bueno en la batalla de Zalaca. Allí estaba cuo
él su esforzado amigo Huscin Aben Zerág , el que reprendió á Abu fie-
car ben Alcabotorna , porque siendo muy valiente caballero se detuvo
en Badajoz durante la batalla de Zalaca. Hizo poco efecto en tierra de
Murcia la entrada de Aben Ábed en esta ocasión , porque los cristianos
se habian apoderado de la fortaleza de Álid á doce millas ^ de Lorca, que
es fuerte á maravilla, puesta en una peña tajada y sobre un alto y escar-
pado monte , y cuando el rey Alfonso lo supo mandó ir á ella muchos
ballesteros y la flor de sus campeadores para que mantuviesen y corrie-
sen la tierra, talando los campos, robando los ganados y qaémaDdt)
los pueblos, y cautivando y matando á los infelices moradores. Las al-
garas que desde alli hacían eran mas terribles que las tronadoras tem-
pestades , y por toda la tierra de Murcia llevaban la desolación y estra-
gos, sangre y fuego que todo lo destruían.
En fin de la luna de Rabíi postrera del año 480 (1087) salió d rey
Juzef de Marruecos, y recorrió y visitó la tierra de Álmagréb, ioTor-
mándese del estado de las ciudMes y de su gobierno , y oía las quejas de
sus vasallos y cuanto convenía á la administración de justicia y buena
policía. En tanto que en esto se ocupaba , sus Almorávides continuaban
sus algaras en tierra de Galicia, y hacían cautivos, y tomaban pueblos
y fortalezas.
El rey de Zaragoza Álmustain Bila Ábu Giafar cuando creía descan-
sar , y que los cristianos escarmentados en Zalaca le dejarían gozar de
1 Camino de medio di« , dice Yahxe.
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. SS9
li felicidad de aquella victoria , se vio acometido de muchedumbre de in-
fieles que acaudillaba el tirano Aben Radmir. Salió contra él c(hi cuanta
gente pudo allegar, que serian veinte mil hombres entre caballeros y
peones, gente muy esforzada y robusta, columnas del Islam. Encontrá-
ronse estas tropas con las del tirano Aben Radmir, que eran igual nu-
mero entre caballos y peones. Fué el encuentro de estas dos huestes,
decía Ben Hudeil , cerca de Medina Huesca , fronteras de España orien-
tal, fortifiquelas Dios y ampárelas. Estaban ambos ejércitos muy con-
fiados cada uno en su poder y en el valor y destreza de sus caudillos,
hijos de la guerra , leones embravecidos. Presentáronse la batalla , y al
principio de ella dijo Aben Radmir , destruyale Dios , á sus principales
onpeadores .- Vosotros me habéis de decir quién de los valientes mus-
limes, que conocéis como nos conocemos, asiste y se presenta en la lid,
y quien de ellos buscado y llamada se oculta ó falta : y luego dijo á otros
nombrando á siete por sus nombres : Fulano y fulano atenderán en nues-
tra hueste á los valientes que en esta batalla se distingan, y si los cono-
cidos por sus proezas se portan en esta ocasión como les corresponde , y
Kacen lo que deben á su nobleza : y de estos nombró ciento muy esfor-
<aulo8, y les dijo : Ea, mis amigos, señalemos con piedra blanca este dia ;
ám'mo y á ellos. En este punto se trabaron las dos contrarias huestes
con igual denuedo y valor, y fué la batalla muy reñida y sangrienta,
que ninguno tornó la cara á la espantosa muerte, ni quería ceder ni
perder su puesto ni fila, y mucho menos el campo, cada uno queria
que su caudillo le viese peleando como bravo león , hasta que fatigados
ambos ejércitos que no podían menear las armas suspendieron la cruel
malanza á la hora de Alazar. Estuviéronse mirando unos á otros como
una hora, y luego haciendo señal ellos con sus bocines y trompetas, y
nosotros con nuestros atambores, se trabó con nuevo ímpetu la porfiada
; sangrienta lid : acometiéronlos cristianos con tal pujanza que de tro-
pel entraron dividiendo nuestra hueste, y asi hendida aquella fortaleza
que se mantenía , se siguió la confusión y desordenada fuga , y la espada
del vencedor se cebó en las gargantas muslímicas hasta la venida de la
noche , y el rey Almostain el Zaguir Aben Hud y los suyos se acogieron
á la ciudad de Huesca.
Luego los cristianos cercaron la ciudad y la combatían con máquinas
¿ ingenios, y los valientes muslimes salían y daban rebatos, y se los
destruían, y en uno de estos fué herido y muerto de saeta Aben Radmir^
ol rey de los cristianos; pero no por eso levantaron el sitio, antes bien
con nuevas tropas vinieron á la conquista. Estaban los muslimes muy
apurados, y como Almustain hubiese logrado salir de la ciudad allegó
muchas gentes, y pidió auxilio álos amires de Albarrazin y de Játiva
y Denia , que luego fueron en su ayuda. Con la fama de la venida de
este socorro los cristianos levantaron su campo de Huesca, y salieron
con poderosa hueste al encuentro de los muslimes. Fué el encuentro en
cercanías de la fortaleza de Alcoraza , acometiéronse ooñ grande ánimo,
y la pelea fué muy reñida y sangrienta , que duró hasta la venida de la
noche : en ella los muslhncs recibieron grave daño, y muchos princi-
^0 UI^OMA DE Lk DOMINACIÓN
palos, ast <)ue como fuesen gentes diversas culpando los nnoft & los otros
del suceso , no quisieron esperar al dia siguiente la suerte de nuevo com-
bate , y unos por una parte y otros por otra se retiraron aquella noche,
dejando muchos muertos y heridos en montes y valles para agradable
pasto de las fieras y de las carnivoras aves. £1 rey Almostain se retiró
á Zaragoza perdiéndola esperanza de mantener aquella ciudad, y pocos
meses después se entregó Huesca & los cristianos por avenencia.
El rey de Sevilla disgustado de la jornada de Murcia se retiró á Gó^
doba, y de allí pasó á Sevilla viendo que estorbaban sus empresas los
diferentes intereses de los amires de Andalucia y caudillos de Lamluna,
y que él solo con sus fuerzas no podia atender á la guerra que por va-
rias partes se le ofrecía , y deseoso de servirse á discreción de los Almo-
rávides, envió sus cartas al rey Juzef ben Taxfin , avisándole de las en-
tradas y correrlas que los cristianos hacian en tierras de muslimes, asi
en la parte oriental , como en el mediodía de España ¡ en especial le
hablaba de las algaras del Gambitúr t, principe cristiano que infestaba
^ las fronteras de Valencia. Decíale que sus Almorávides no eran acandi-
liados ni conducidos como y adonde convenia , que si sos cuidados y
ocupaciones grandes en África no permitían volver por su persona á
España, que ¿1 partiría á recibir sus órddnes, saber sus intenciones, y
aprovechar acá sus fuerzas y la fortuna de sus vencedoras banderas. Sin
aguardar respuesta á sus cartas pasó Almutamed Aben Abed á África,
esperando que Juzef le diese la soberanía y acaudillamiento desús Al^
moravides , creyéndole muy ocupado en Almagréb. Pasó pues el mar y
encontró al amir Juzef en la Maamura de la boca de Wadi Sehia , reci-
bióle muy bien Juzef con mucha afabilidad , y después de sus cortesías
le preguntó qué causa tan grande le habia traido á África , pues bas-
taría una carta suya para persuadirle cualquiera cosa. Aben Abed le
respondió : que lo principal que le habia movido á pasar en África era
por visitarle, que en eso tenia mucha satisfacción y ganaba y merecía
con él, y también por persuadirle la necesidad de hacer la guerra á los
cristianos, y perfeccionar el amparo y defensa de la ley, que tanTcn-
lurosamente habia comenzado por sus invictas manos : que aunque en
verdad bastaría una carta para mover á esto su generoso corazón; pero
que habia querido venir en persona él mismo, y tener joste mérito, y
por informarle principalmente de lo que parece mas necesario y con-
veniente al estado de los muslimes en España , y que no se malograsen
los frutos de su gloríosa expedición. Le habló de lo poco que habían ade-
lantado los Almorávides en Algarbe , por estar conducidos por caudillos
mas valientes que de experiencia y conocimiento .- le dijo los daños que
hacian los crístianos que estaban en la fortaleza de Alid , y le habló ma-
cho de los diversos intereses de varios amires y caudillos de Andalucia,
sin olvidar lo de la batalla de Huesca , y como por falta de auxilio y de
unión se perdería aquella tierra. Esperaba Aben Abed otra comí iH*ro
el amir Juzef salió al encuentro'á sus razones , y le consoló de las des-
< El Cüd Gampfidor.
BE LOS AAA&ES EN ESPAÑA. 39i
gracias y pesadumbres qac en su corazón no sentía, y le prometió que
sin tardanza pasaría á España, y remediaría el estado de los males qae le
afligían , y trataría de arrancar de raíz la causa de la opresión que á los
mndimes angustiaba; y con esto le despidió, y se vino Aben Abed á
España bien asegurado de que el rey Juzef Tendría luego á ella.
Asi fué que pasó en pos de Aben Abed de alcázar Mogez á la isla Y erde,
y ¿nando esto supo Aben Abed Tolvíóá recibirle ¿ ella como la vez pri-
mera , mandando llevar grandes provisiones y regalos para hospedarle
7 muchas acémilas , y mil camellos cargados , todo con la mayor magni-
ficencia 7 aparato que le faé posible. Luego que desembarcó el amir
Juzef escribió y despachó sus cartas á todos los amires de España, para
que se viniesen á juntar con él para la[sacra guerra , dándoles por punto
de reunión los campos de la fortaleza de Alíd , en comarcas de Lorca , y
sin mas detenerse comenzó á marchar en la lana de Babii primera del
aSo 481 (1088), y dice Yahye que llegó por Málaga con su ejército y
la gente de Aben Abed de Sevilla , y de Málaga salió el señoi^ de ella que
era entonces Temim hijo de Bali&in , hermano del rey de Granada : y
despnes le alcanzó y siguió con su campo Almudafar Abdala ben Balkin,
rey de Granada : también llegó con buena compañía Almutasim ben
Samida, rey de Almería, grande aitiigo de Aben Ahed, y este venia ves-
tido de albornoz negro, al estilo del amir Juzef y de los Almorá-
vides , cosa que dio ocasión á que le motejase festivamente su ami-
go Aben Abed, y que le tratase de cuervo entre palomas, porque los
caballeros de Almería vestían de color blanco : asimismo llegaron los
walies y cabezas de las ciudades de Baza, Jaén y de Lorca, el esforzado
Mubamad ben Lebun ben Iza y otros. De Murcia vino Abdelaziz.Aben
Rasih , uno de los principales señores de España , que tenia la ciudad de
Murcia por Aben Abed, pero que la gozaba como soberano sin acudirle
con tributos ni rentas. Asentaron su campo delante de la fortaleza, en
la cual había doce mil peones y mil cabáUeros, gente muy esforzada que
hacían frecuentes salidas y rebatos contra el campo de los muslimes ,
que kis rechazaban con mucho valor, y los obligaban á encerrarse muy
escarmentados. Combatían los muslimes la fortaleza con todo género de
máquinas y de ingenios; pero la fortaleza natural del castillo era tanta
que hadan muy poco efecto , y el fuerte se mantenía sin esperanza de
tomarle. Trabajábase con t(Mla diligencia en el cerco, y lo guardaban
los «mires de Ajidalucia por su orden cada uno en su día , y esto duró
algoooB meses , y recelando que vendría socorro del rey Alfonso daban
todos gran prisa en los combates.
392 mSTOBU DE LK hOMOkaon
CAPITULO XIX.
Desavenencia entre los matlimes, y marcha de Jazefi AMca por temor de Álfonio. VoHv«
á Espafia, llega á Toledo y va á Córdoba. Los Almorávides donyaan en Espafta.
Parecióle al rey Juzef y Aben Abed que sería mas acertado correr la
tierra , y hacer entradas en las fronteras de los cristianos; hubieron su
consejo, y hubo diferentes pareceres. Abdelaziz Aben Rasih no quería
que se apartasen de allí, ni se suspendiese el cerco hasta entrar la for-
taleza, y lo mismo dccia Ahnutasim de Almería y Lebun de Lorca, y
otros caudillos : por el contrario parecer estaba Aben Abed y Abdala
ben Balkin de Granada , que decían que lo mas conveniente era no per-
der tiempo , que se levantase el campo de Alid, y dejasen salir á los
cercados, que mas fácil era vencerlos en campo, que no era gente que
se estaría encerrada ; que detenidos delante de aquella fortaleza ioac-
cesible se perdía el tiempo , y se daba lugar á los cristianos á repararse
de sus pasadas pérdidas , y todo se aventuraba. La discordia de opiniO'
nes fué tomando calor. Aben Abed trató de ingrato á Abdclaziz ben Ra-
sih , y de que su opinión procedía de inteligencias con AlfoQso , y Abde-
laziz, joven ardiente, puso mano á la espada para herir á At>en Abed, y
el rey Juzef mandó que le prendiesen , y el mismo Aben Abed le pren-
dió allí delante del rey Juzef , y fué encargado de guardarle y le puso
en prisiones.
Las gentes del señor de Murcia cuando vieron lo que pasaba se amo-
tinaron y con mucha diligencia recogieron sus tiendas y aparato de guer-
ra, y se marcharon del campo, y noiuéposiblc persuadirles queperma-
neciesen, porque sus caudillo^ se tuvieron por muy ofendidos: asi que,
no desistieron de su propósito , acantonáronse en los conGnes de aquella
tierra , y no dejaban pasar las provisiones ni la gente que iba al real de
los muslimes , que estaban en el campo de Alid , antes bien todb lo d^
tenían y robaban, de donde vino á sentirse hambre y deserción en el
ejército. Cuando Alfonso entendió lo que pasaba , luego con un campo
volante dé escogida caballería partió hacia Alid , y de todas partes
mandó que se moviesen gentes sin cuento , y fuesen á tierra de Murcia,
y mientras Alfon$o se acercaba , Jujcef habido consejo se fué reliando
hacia confines de Lorca ^ y tierra de Almería , y por alU se embarcó y
pasó á la otra banda , no osando esperar á Alfonso , que llegó con sa
gente sobre Alid , y poco antes levantó su caibpo el rey Aben Abed, y
se retiró á lo de Lorca para observar á los enemigos. Los demás amires
partieron á sus tierras cada uno por su parte. Desembarazó Alfonso el
castillo , y le desmanteló porque veía que rodeado de las tierras de los
muslimes no se podia conservar, y ademas necesitaba de mucha gente
para mantenerle ; sacó de allí su gente hambrienta , miserables rebuscos
despreciados en la vendimia de la muerte , y caminó á Toledo , y Aben
i Dice Vahyc que se detuYo en Tiriasa , logar ameno y de muchas faentei.
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. ' S9S
Abcd que le óiMervaba loego entró en la fortaleza de Alid , que tanto
había dado que hacer á los muslimes^ Tenia en su defensa cuando le
cercó Jmef Aben Taxfin doce mil cristianos muy valientes, y mil ca-
ballos coD siervos y familia , de los cuales muy pocos se libraron de
morir de hambre , ó por la espada en rebatos, salidas y desafíos, que
apenas sacó de allí Alfonso cien caballeros : esto fué en 483 (1090).
Las continuas hostilidades que los cristianos hacían á los muslimes ,
fias cartas de Syr ben Bekir, caudillo de los Almorávides , movieron al
rey Jiuef á pasar tercera vez en España. No vino ahora llamado de los
rejes de Andalucia-, antes venia Ueno de enojo contra ellos y de nuevas
intenciones , y con pretexto de venganza le traia la ambición , y la co-
dicia de apoderarse de los reinos de España : y no había sido tanta su
prudencia y disimulación que ya antes no hubiese dado algunos indicios
de lo que en su corazón fraguaba. Notaron esto algunos de los príncipes
andaluces, y principió cada uno á mirar por si, con la mayor diligen-
cia y recato que podía. £1 primero que echó de ver la novedad y retira-
miento del ánimo de Juzef , fué AbddabenBalkin , rey de Granada, y
o)oocído esto del caudillo de los Almorávides escribió á su señor, y fué
ocasión de que viniese Juzef tercera vez con pretexto de la sacra guerra.
Allegó grandes huestes de las tribus de los muslimes Zenctes , Maza-
mudes, Gomares y Gazules, y con ellos desembarcó on Algezira Alba-
drá COD mucha felicidad : y en esta algazia conforme á los consejos de
sus caudillos pasó en seguidas marchas á las fronteras de Toledo , y en-
cerró al rey Alfonso en aquella ciudad, restituyala Dios al Islam. £1
ejército de loe» Almorávides estragó las comarcas, taló sus campos, arrasó
SDs huertas y poblaciones, matando y cautivando gentes sin cuento. Y
en esta jomada no le vino en ayuda ninguno de los principes andaluces,
que ja iban conociendo lo que pesaba la espada de Juzef Taxfin , que al
paso que destruía á los cristianos amenazaba también á sus cabezas ,
imaginando contra ellos, y maquinando engaños y traiciones, jyianifestó
que DO le desagradaba este procedimiento de los amires de Andalucía ,
que así le daban ocasión para tenerse por ofendido de ellos. Sin dete-
oersemudio en tierra de Toledo partió con su campo hacia Granada, y
eotróen la ciudad y posó en su alcázar, hospedándole en él y recibién-
dole con maestras de mucha conflanza el rey Abdala ben fiaikin ben
lladis, aunque estaba su corazón bien Ueno de recelos de aquelhi visita
hecha con tanto estruendo v aparato de gentes. Sabia el rey Juzef por
relación de su caudillo Syr oen Bekir que este Abdala sospechando de
sus intenciones había hecho tratos secretos con el rey Alfonso, favo-
recia sus empresas y le tenia por amigo y le enviaba sus órdenes y (ra-
tos de su tierra , y que se ocupaba con mucha diligencia en fortificar
»us fronteras , y por él se dijo entonces aquella copla ;
Tal bay que sirve de muía para voltear la rueda ,
Y con su sangre ha de untarla ; ó cual gusano do seda ,
Sn eáreel propia ae labra en donde encerrado moera.
Dicosc que antes que llegara Juzef había pensado resistirse y cerrar
394 JIISTOAIA DE LA BOMU^ACION
hs puertas de su ciudad; pero Abu Yahyecnetittqucdisiiinilüyleflalié
á recibir y le llevó A su alcázar. Otros dicen que descoofió abiertamente
de él y le cerró las puertas, y que Juzcf le cercó y ajustaron sus coa-
ciertos , y coa pacto de seguridad entró en Granada , y el mismo Abdala
ben Balkin sosegó á los de la ciudad que estaban alb(»t>tado6 y dispues-
tos á pelear, defendiéndose hasta la muerte ; pero ya fuese lo primot)
ya lo segundo después de dos meses que alli estuTO apoder4do de la du-
dad prendió al rey Abdala, y le enrió encadenado á Agm&t de Afria
cerca de Marruecos , enyiándole con su harem y familia. Dorante el
tiempo que se dcturo en Granada disponiendo el gobierno de aqneDa
ciudad y de aquel reino llegaron A Granada enviados de los reyes do Se-
villa y de Badajoz para darle enhorabuena de aquel nuevo señorío,
porque se publicó que Abdala lo cedia por ciertas tierras y poscsioaes
en África; pero Juzef no los quiso recibir ni dio lugar A que le hablasen,
de manera que se volvieron llenos de pesar y corridos de este desprecio.
Almoatesim, rey de Almería, envió en esta ocasión A su hijo Obeidah
Izeldola Abu MeruAn para que le diese el parabién , y Juzef con vanos
pretextos le detuto ^ en su compañía como en rehenes , hasta que des-
pués consiguió ganar al que le guardaba y disfrazado escapó y por mar
se restituyó A Almería. Asi pues depuso Juzef ben TaiÁi al rey de
Granada Abdala ben Balkin y holgó mucho de la amenidad de la tierra j
del excelente sitio de la ciudad , y propuso pasar en ella todo el tiempo
que en España se detuviese. Luego se partió para África el rey JuzeT j
se nevó consigo al rey de Granada y A su hermano Almustensir Tenúm,
gobernador de MAlaga , que le salió A recibir, y tambieti dispuso del go>
bierno de aquella ciudad y de su tierra , y dejó el mando de las trops
almorávides y gobierno de Granada A Syr ben Beltir el Lamtuni , ; cm
esto se embarcó y pasó A Marruecos en la luna de Ramaian del
año 483 (1090).
El rey Aben Abed luego conoció el mal que le amenazaba , y priod|»6
ya tarde A arrepentirse de haber traído los moros A España. Trató de
fortificar sus ciudades , y los muros de Sevilla y el puente , y á poner
mucha diligencia en apercebirse para la defensa. Entonces vino á élso
hijo el principe Abu Hasen Raxid y le dijo : Ya vcia yo venir esta tem-
pestad , padre mió , y bien á tiempo te la anuncié ; pero tú desateodisle
mis razones y las de otros prudentes y nobles jeques , y quisiste traer
por tu mano este principe de los desiertos Ji que nos ecluoe de nwstns
amenas tiaras y deliciosos alcázares. Aben Abed no hallaba razones con
que excusar su yerro , y solamente dijo : No hay diligencia humana que
pueda estorbar lo que Dios altísimo tiene decretado.
£1 rey Juzef avisado de estas prevenciones de losamires de Andalucía
dio orden en Cebta para que pasasen innumerables tremías A España, j
esto se hizo en su presencia , y dio orden á Syr ben Abi Bddr para que
se fuese apoderando de las tierras de Sevilla , encargando que prioci-
piasen con disimulo y cautela para tomarlos mas des|»*6venidos. En el
i Con est* motivo escribió unoi elegdnies vertot « tn padre ^ y ci rey le respondió een mt^h
t»E LOS ÁRABES ÜN ESPAÑA. 395
ffcttipo que se detuvo en Cebta ttiandó edificdr la mezquita mayor do
aquella ciadad , levantando sus torres tanto que dominaban toda la ciu-
dad y daban vista al mar. Labró la fuente delColat, de muchos caños, y
también fabricó el muro que llaman de la Almina baja. Ordenó que el
ejército que babia de hacer la guerra en Andalucía se dividiese en
grandes cnerpos j la primera división , que formaba un buen ejército , la
encalcó á Syr Abu Bckir para que fuese á ocupar el reino de Sevilla , y
que después posase contra el rey de Algarbe Aben Alaftas. La segunda
división encargó á Abdala bon Giag, para que fuese á Córdoba contra
Abu Naser Alfetah , hijo de Aben Abed , y la tercera división se dio á
Abu Zacaria ben Vesein para que entrase en lo de Almería contra Mu-
hamad ben Man llamado Almutasem, rey.de aquella tierra, y la cuarta
se encaí^ á Gasnr el Lamtuni para que fuese á tierra de Ronda , donde
gobernaba otro hijo de Aben Abed llamado Yezíd Radila. Partieron estos
campos y entre tanto quedó el rey Juzef en Cebta para esperar el suceso
de la expedición y proveer desde allí lo necesario.
C^ITÜLO XX.
Conquistas de los Almorávides sobre los maslimes de EspaSa. Ejército del rey Alfonso ^ faYOC
de Aben Abed vencido. Toma de Sevilla. Saerte y maerte de Aben Abed. •
Entró Syr ben Abi Bekir con sus Almorávides en tierra de Sevilla ,
paisando si el rey Aben Abed le saldria al caniino luego que lo supiese
pva engañarle oon cautelas, regalos y magníGco bospedage, pero no hizo
^y ni salió ni eúvió mensageros que le saludasen de su parte. Entonces
^jr ben Bdtír le enviá una carta en que le niandaba quo allanluse la
tierra y le entregase las fortalezas , y viniese ¿ jurar (4)edieDCia á Juzef
beo Taxfin, príncipe ée los muslimes. No cogió de improviso esta orden
al rey de Sevilla, ni se sobresaltó con ella, y sin responder nada á la
propuesta trató de defenderse como pudiese , aunque con muy desmaya^
^ corazón , porque era Aben Abed muy dado ala estrellería , y conoció
<pie había llegado el punto que le anunciaron las estrellas en su nacif
miento, y vio cumplido aquel pronóstico « de que su dinastía babia de
ser destruida fot derta gente que saldria de una isla que no seria la
pi^ofria morada de ella.» Y anadian desaliento á su corazón algunos
Mednrientos domésticos de triste y aciago agüero, como el oír en
saeoos que uno de sos hijos decía en degantes versos :
Tiempo foé en que la próspera Tonuna Como pasan los dias y las noches ,
f n rutilante rarro los llevaba, Asi pasan del mundo las delicias ,
V di^lgó la fanu de sus nombres. Y la grandeía como sueño pasa.
Abora calla y con seatidoa ayos Como boyen del neblí las avecillas,
Uü llora iucoDsoIablc. Asi tus gentes tímidas se ocultan.
Salió Aben Abed con su caballeria contra los Almorávides, y era tanto
su valor y destroza en las armas que á pesar del excesivo número de
^contrarios peleó con varia fortuna con ellos en muchas escaramu-
39« mSTORIA ra LA DOIONACIOÜ
zas, eTf (ando siempre el venir á bataUa de poder en poder , y parh di-
vidir su atención mandó Syr ben Bekir qne el caudillo Bati fuese con
una división á Gien , el cyal con mucha diligencia la cercó y la apretó
tanto que se entregó por convenio y la ocaparon los Mmoravid».
Escribió Syr ben Bekir esta victoria al rey Jozef , que la celebró mucho,
y mandó qae no se desistiese de la guerra basta despojar al rey de Se-
villa , y que no le qaedase una almena de tantas ciudades como tenía.
El caudiño Bati tuvo orden de reunirse á la división de Casur Larntoni
que bacia al mismo tiempo guerra en lo^ de Córdoba , y la tenia cercadn ;
per^ en una salida que hicieron los de la ciudad acaudillados dd bijodc
Aben Abed contra los Almorávides les causaron horrible matanza, y por
esta causa fué necesario reforzar aquella división. Con la llegada de las
nuevas tropas que conducia Bati , apretaron tanto á la ciudad que fué
forzoso mover tratos de entrega , y concertados con seguridad de vidas
y haciendas entraron en ella los Almorávides en dia miérodes 3 de Safer
del año 484 (1091) : pero después que entraron en la ciudad mató Casar
alevosamente al hijo de Aben Abed llamado Aba Naser AJfetah y de
apellido Almamun. En este mismo tiempo los Almorávides de Syr beo
Bekir entraron en Baeza , Ubeda , Castro AlvelAd , Ahnodovar, Assa-
chira y Zacura. La división que estaba en Ronda se apoderó también
de aquella ciudad después de muy porfiada y noble resistencia del walí
de ella Yezid Badila, hijo menor del rey Aben Abed, que asimismo mn-
rió alanceado por Casur Lamttmio que le tenia en guarda , contra la
justicia de los pactos.
En pocos meses no quedaron al rey Aben AlM3d mas ciudades de todo
su reino que Sevilla y Carmona, que estaban bien defendidas. El rao-
dillo Bati ben Ismaíl se detuvo en-Córdoba hasta que la dejó bien pr^
sidiada , y aseguró las fortaleJ»s de la comarca , y envió á Calatrafa qw
era de las mas fuertes de los muslimes un caudiflo de Lamtuna con mil
caballos almorávides , porque hubo asonadas de que venia el rey Al-
fonso en defensa y auxilio de Aben Abed. Asegurada la frontera pasó
Syr ben Bekir contra Carmona y la cercó y combatió con indecible ar-
dor , hasta entrarla por fuerza de espada dia sábado al anochecer del
17 de Rabii primero del año 484 (1091). Perdida esta fuerte dadad
cayó del todo la esperanza del rey Aben Abed.
Envió á pedir socorro al rey de los cristianos el tirano Alfbnso oft^
ciéndole ciertos pueblos, y este principe con extraña generoridad, ol-
vidando los daños que por su causa habia recibido, envió en sn ayuda
ásu caudillo d conde Gumis con veinte mil caballos y enarcóla mil
peones; porque Aben Abed no le declaró el miserable estado de sus
cosas 9 ni del cerco y aptiro en que se hallaba. Entró este poderoso ejér-
cito en tierra de Córdoba y talsÁa los campos y quemaba los pueblos {x^r
donde caminaba. Salió contra esta muchedumbre por orden deSyrbeu
Bekir el caudillo Ibrahim ben Ishak de Lamtuna, uno de los masesíur-
zados alcaides almorávides , llevando consigo diez mil caballos zeneles
y gomares y de Mazamudcs , gente muy escogida , y una buena división
de peones, toda gente muy ejercitada á los horrores de las batallas. £a-
i»E LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 397
cootráronse estas dos huestes y trabaron muy reñida y sangrienta ba-
talla en que los cristianos fueron vencidos, aunque con grave pérdida
délos Almorávides; huyeron los cristianos , que solo así pudieron sal*
varse de la muerte.
Ealre tanto Syr ben Bekir tenia cercada la ciudad de Sevilla y á su
rey Aben Abed, y se defendian con mucha constancia y valor, haciendo
gallardas salidas , escaramuzas y desafíos : pero fueron tantas y tales
las proezas que hicieron los caudillos almcvavides^ que la ciudad pidió
al rey que concertase alguna avenencia con tan esforzados enemigos que
00 era posible defender la ciudad de su valor y ardimiento. El rey Aben
Abed sopo el mal suceso del ejército de los cristianos y cayó toda su
esperanza : asi que , con mucho dolor de su corazón , se concertó la en-
trega de la ciudad bajo la fey amparo del rey Juzef , pidiendoseguridad
para todos los yecinos de ella, y para si, sus hijos, hijas, mugeres y
üunilia de su casa , y todo fué concedido por el caudillo de los Almora-
Tídes Syr ben Bekir á nombre de su rey Juzef Aben Taxflu. Entróse la
dodad por los Almorávides en domingo ^ , dia 23 de Regeb del año
m (1091).
Q caudillo dé» los Almorávides envió luego preso y á buen recaudo á
África al rey Muhamad Aben Abed llamado Almutasem , y también á
SQS hijos Abu Husein Obeidala Arraxid , Abu Becar Abdala Almoated,
Aba Zoleymaa Arabio llamado Tag-dola y y Abu Hasim Almoali Zeino-
dola con sus mugeres , hijas y doncellas , y la que él mas amaba por su
discreción y hermosura llamada Otamida^ madre de Arabio, que era
conocida por Saida Cubra (de esta hay memoria en la inscripción del dorio
de la mezquita año 478 (1085) y por Romaikia por/iue la compró Aben
AbeddeRomaikbenHegiag : átoda esta ilustre familia envió á África.
Es indecible el gran llanto que hubo en las naves en que los embarcaron
al apartarlos de su hermosa ciudad, y al perder de vista las torres de
sos alcázares \ y al ver desparecer como un sueño toda su grandeza.
Este es el estilo del mundo : que no da sino al quitar , ni endulza sino
para acibarar , ni aclara sino para enturbiar , y aun lo mas claro de él
nu deja de correr turbio. Llegaron á Ceuta, y el rey Taxfin sin consi-
deración á la magostad real envió preso al rey Aben Abed y á sus hijos
i la ciudad de Agmát. En el camino un alárabe llamado Abul Hasen
Hasorí hizo unos versos en elogio del infeliz Aben Abed , y aunque no
«ran comparables á losque le solia presentar Aben Zeidun su privado, c<m
todoeso se diceque lediótreintay seis doblas de oro -, que qpa todo lo que
consigo llevaba , y la última merced que pudo hacer en su vida. En lle-
gando á Agmát le encerraron en una torre donde vivió cuatro años con
mocha pobreza, rodeado de sus hijas que le acompañaban y servían ,
n bien mas que de consuelo eran ocasión de acrecentar sus pesares y
melancolía. Su amada Saida Cubra murió muy en breve , no pudiendo
sufrir sa corazón la desventura, pobreza y «d)atimicnto de su esposo.
Bice Aben Lebana que con o(^ion de darle las pascuas entraron á visi-
> OiiM dieen dit 19 del dteh» DM.
3d8 maroRu d£ ia iHmmJaw
tarlealgonos de los suyos en la torre donde estaba preso, y qoeleTienn
rodeado de sus hijas que estaban vestidas de muy polm y astrosos
paños, y con todo esto , dice que resplandecía en sus caras la magestad
real , y debajo de aquellos pobres vestidos se descubría su delicadeza ;
mucha hermosura, que parecian como cuando el sol estíi edipsado,ó
cubierto de nubes que oruscan su resplandor ; pero que no se oculta dd
todo su perfección : dice que era tan extrema su pobreza que SevabaD
sus píes descalzos , y ganaban su sustento hilando ; qi^e como todos en-
mudeciesen de pesar , el rey Aben Abed dijo entonces una triste elqpa,
no sin lágrimas y profundo dolor. Sus hijos vivieron pobres en Afnn ,
su hijo Almoated murió asesinado en Ramazan del aSo 484 (1091), j
aquel día había enviado á su padre irnos versos con un h^o sojo pe-
queño, en que le consolaba de su mala vaitnra, Yelmismo Aben AM
murió el año 488 (1095) : su reinado fué veinte y tres años. Ladinastíi
de estos reyes de Sevilla duró sienta y tres ano9 eorao él dice en dom
versos , porque la poesía fué su recreo y desahogo , aun en sos majorefi
desgracias , y eran tan excelentes y hien sentidas sus cancioaes qne erai
vulgares y sabidas de todo género de gentes.
CAPITULO XXI.
Toma de Alsa^ por IO0 llffloitTides. Entran en VáleneU. Tentado del rey de Zmgou
eon iuief •
En la luna de Xaban del mismo año ocuparon los Almorávides la cis-
dad de Novua, y en la luna de Xawal del mismo ano entró el caodilio
Davud ben Aixa en Medina Hariza, y escríbiqsu victoria y oooquisU
alamir Juzcf bcuTaxfin. Era este alcaide muy esforzado y virios
caudillo , sabio , justo y de apacible trato , que nadie tenia queja de d,
tal era su moderación y prudencia , y por esta vía hizo tantas conque
tas como por las armas. En este tiempo Mufaamad ben Man de los Al-
tegibies, rey de Almería, conocido por AlmoatesimMoez-Dola, y Avalic
Olla, grande amigo de Aben Abed, fué acometido en sus tierras,!
aunque había procurado que los amires de Andalucía procediesen uni-
dos en la defensa de sus tierras, luego que conoció la perfidia deSjr
ben Bekir y del principe de los Almorávides ; no le dieron estos tiempo
para que concertase sus confederaciones, y una división de los Almorá-
vides conducida por Abu Zacaria ben Yscinis le cercó en su ciudad de
Almería. Era este príncipe muy amado de sus vasallos por su justicia jr
liberalidad, y amado también de todos los principes de España, f pv
esta razón dio á los Almorávides mas cuidado la conquista de su tieira,
porque recelaban que le ayudasen todos asi muslimes como oristíaooS'
Cercáronle con tanto rigor y vigilancia, que ni por mar ni por tierra
podía nadie entrar en la ciudad , ni salir de ella. Viéndose muy apa-
rado, y sabiendo que era imposible el librarse de sus enemigos qo®
á un mismo tiempo hacían guerra á todos los reyes de Empana , se en-
DC liOS ÁRABES £K £$PAÑA. 999
(ristodá tanto y se angustió hasta perder la yida de despecho y pesar.
Antes del momento de su muerte aconsejó á su hijo Abmed Moez-Dda,
qHe si Dios le libraba de sus enemigos se acogiese á los Aben Hamides
de oríeole de África, y se hiciese su aliado si le quedaba algún poderío
en ia tierra. Lo mismo dijo al menor llamado Iz-Dola , pero este no
síprió los consejos de su padre. Asi falleció este sabio rey Almuatesim
de Almeria despoes de haber reinado con mucha felicidad cuarenta
alto. Babia seryido al $mir Juzef ben Taxfin en la batalla de Zalaca , y
coosos tropas en el cerco de la fortaleza de Alid en las comarcas do
I^irca ; pero todos estos scrricios no fueron parte para evitar la ruina
soya 7 de su familia. Lc^go fuéprodamado su hijo Ahmcd Moez-Dola *
por los Tocinos de Almeria, que ya antes le había su padre declarado
socio del mando y futuro sucesor : hicieron esta proclama el dia 4
deRabie postrera delaño 484 (1091). No permaneció el reinado de este
Aba Meroán Moez-Dola sino un mes después déla muerte de su padre,
poes como llegase nueva de la entrada de los Almorávides en Sevilla, y
^ la deposición del rey Aben Abed , perdió la poca esperanza que
tenia en la suerte de aquel príncipe ; y viendo que era imposible librarse
oi conservar mas tiempo aquella ciudad , apercibió secretamente una
oavc , y principió á tratar de la entrega de la ciudad. El cuidado y dili-
gmcia de los que defendian la entrada del puerto fué desde entonces
n^ cuidadosa, y huyó de noche con su familia y tesoros á la parte
oriental de África , y abandonó su ciudad y dependencias de ella á sus
enemigos. Fué su fuga en la luna de Ramazan , otros dicen en 25
de Xahan del año 484 : y se llevó consigo á su hermano Rafeldola
^ sos hijos y mugeres , y se acogieron al señor de Bejaya , y estuvie>
ron en aquella ciudad como dependientes y vasallos de Almanzor ben
Aoasir ben Alanás ben Hamedi ben Balkin ben Zciri ben Menad Zan-
^i, que poco después le dio el gobierno de Tunis de occidente, y su
hermano Rafeldola fué después favorecido del Mezdeli , vrali de Telen-
<^n, y alli vivió dadoálas letras hasta que falleció año 539 (1144), como
Infieren los historiadores andaluces, Amru Otman de Córdoba,'y Zaca-
rías de Zaragoza , y Alcodai de Yalencia. Al dia siguiente se entregó la
nndad de Ahncria , y entró en ella el caudillo de los Almorávides Aben
Aixa , y envió algunas tropas que ocuparon los lugares dependientes de
Almería , y cercaron á Montuxar, que es á veinte millas de aquella ciu*
^, y fádlmente se ganó como los otros pueblos. Envió Aben Aixa
oaeras de su conquista de Almeria al rey Juzef ben Taxfin, dándole
(^uenla de como en año y medio eran ya dueños los Almorávides de cinco
reinos de Andalucía , que habían sido de Aben Habux , de Aben Abed ,
^ Abn Alhas Man , de Aben Abdelaziz y de Abdala ben Becar, señor
*?Gien, de Oyla y de Ecija.
£o el año siguientede 485 (1092) mandó Juzef que su caudillo Davud
ben Aixa fuese áDenia, ycamiuóáella,ylaocup6, ytambien Játiva, que
sinhas las tenia Aben Monead , que estos amires , y Abu Meruán Huzeil
' LUMirit olroi Obeldalt Moeidalt Abu Mcraán.
400 HlSTCmiA DE LA DOMmACIOIf
de Aben Bazín , Murbiler y Valencia , se habían aliado cou los cristianos
y con su caudillo Kuderlc el CambKúr , y pensaban con su ayuda de-
fenderse de los Almorávides ; pero las ocupó Aben Aixa sin mucha di-
ficultad ni derramamiento de sangre. El estado de Aben Razin quedó
dependiente , y se dio el gobierno en tenencia á Yahye Abdelmclic Abu
MeruAn , su señor por juro de heredad , en que sucedió su hijo después,
esto por su antigua posesión y alianzas con I09 Aben Hades de Zaragoza.
Desde alH partió á Secura, y entró también esta ciudad , y pasó el ejér-
cito áValenciay la cercó. Defendía esta ciudad el rey Yahye ben Dylnúo,
ayudado de los cristianos que eran sus aliados , ó mas bien sus seiíores.
En una salida y sangrienta escaramuza fué herido de muerte el rejr
Yahye, y ese mismo día falleció : sucedióle en el reino y defensa de la
ciudad Alcadir Yahye ben Dylnún, que como Tállente y sabio caudillo
defendió y disputó con sangrientas salidas y rebatos la entrada eo ella.
Yiendoqueera imposible mantenerla, los cristianos se retiraron de ella.
y Alcadir, ayudado del esforzado caudillo Aben Tahir, señor deTadmir,
la defendieron hasta la muerte -, y hubiera costado mudio tiempoy mucha
sangre la entradat en ella ; pero por inteligencias con el cadi de la ciu-
dad Ahmed ben Gehaf Almaferí , se abrieron las puertas y los Almon-
vides entraron espada en mano haciendo gran matanza en la gente de
Alcadir, y el mismo principe pereció con muchos nobles caballeros,
peleando como un león. Al cadi Ahmed se dio en premio de su serrifio
el gobierno de la ciudad , y de cadilcodá que habia sido en ella, subió
á wali de tan excelente ciudad ; ¡ pero qué justa es la divina providencia
en la necesaria ley y cumplimiento de sus eternos decretos ! Lo veremus
después en la muerte de este cadi. Escribió Aben Aixa su conquista do
Valencia al rey Jtizef , y le mandó continuar hasta que sojuzgase toda
la España.
El rey Abu Giafar de Zaragoza , de la indita descendencia de Aben
Hud , mantenía con justicia y heroico valor toda la parte oriental de
España, desde Wadir Higiara, Medina Celim, Helga, Daroca, Cala-
tayub , Huesca , Tudila, Barbjasler, Lérida y Fraga , y era asimismo
poderoso en el mar por la parte meridional del Pyren , y enriaba *os
naves al oriente de África á Alejandría cargadas de frutos de Espña,
y le traian mercaderías de tierra de Siria y de otras provincias de onenic.
Era el mas rico de los reyes de España, ademas muy afable y humaoo.
y muy amado de sus pueblos , que podia decirse que tenia en su mano
sus corazones. Asi que, de todos era estimado, sus védnosle respeta-
ban, y sus enemigos le temian. Por esta causa d rey .Tuzef no se atrevió
¿ enojarle , ni pensó en declararle la guerra; pero el político rey Ah-
med Abu Giafar temió tenerle por enemigo, y viendo sus victorias
contra los otros reyes, quiso ceder al tiempo y preT,cnir la tempestad
que amenazaba. Envió al rey Juzef ciertos presentes muy preciosos \
y una carta con su propio hijo Imadola Abu Meruán Abdetmdic, j^
1 Dice Alcodai que le eofió catorce arrobas de plata en joya , marcadas coa los selloi át »
abaelo Almalamen, que Juaeí recibió estas dádivas, y las mando «cufiar eo kiraief,ipi
distribuyó al pueblo de Córdoba en día dó Id Nahira , pascua do cameros.
]>£ LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 40Í
elia solicitaba su amistad y alianza contra los cristianos : y entre otra^
cosas doda : « £s mi estado el muro que media entre tí y el enemigo de
noestra ley, este muro es el amparo y defensa de los muslimes desde
que reinaron en esta tierra mis abuelos, que siempre velaron en esta
frontera para que los cristianos no entrasen á las demás provincias de
España. Será mi mas cumplida satisfacción la conflaoza y seguridad de
to amistad , y de que estés cierto de que soy tu buen amigo y aliado.
Mi hijo Abdelmelic le declarará las disposiciones de nuestro corazón ,
joucsiros buenos deseos de servir á la defensa y propagación del Islam.»
A esta carta respondió el rey Juzef en estos términos :
«Del rey de los muslimes amparador de la fe Juzef ben TaxQn, al con-
fiado en Dios Ahmed Abu Giafar Aben Hud, cuya potencia perpetué y
prospere el Todopoderoso : de nuestra corte de Marruecos, guárdela
Dios, donde llegó tu carta , clara muestra de la nobleza y valor de tus
mayoix^s : damos gracias á Dios y cumplidas alabanzas, y le rogamos
nos dirija y encamina por la senda de los rectos , y enderece nuestros
pensamientos á saludables flnes : rogamos al Señor por nuestro señor
Mahomad su siervo con quien sea la divina gracia que engrandezca su
perfección. En cuanto á lo que á nos bace para contigo, fortifíquete
Dios, y para con tu sublimo liberalidad sabe que no hay en nosotros
sino una sincera amistad , propia de nuestro natural que Dios nos ha
dado : asimismo ha venido á nuestra presencia la honra de la grandeza ,
la soblimidad del entendimiento. Esto es Abu Meruán Abdelmelic, hijo
voestro por sangre , hijo nuestro por amor y buena voluntad. Acre-
rícnte Dios en él tu amor, pues es la lumbre de tus .ojos , y alegría de
tu corazón. Llegaron también los dos honrados vizires Abú Las Bá y
Abu Amir, á los cuales haga Dios merced de su santo temor, y á todos
Tuestros servidores y á cada uno de ellos según su calidad los hemos hon-
rado. Entregáronnos tu honrada carta y de nos con honor recibida, por
ella hemos entendido y por la relación que de palabra 'nos han hecho
ron mucha discreción tus deseos , y respondemos nuestra conformidad
á tus dcmaudos , y comunicando y habiéndoles una y otra vez han en-
inidido bien lo que se contiene en los capítulos de nuestra reciproca
anjbtad y alianza , que t(MÍos se dirigen á la conservación de la grandeza
y soberanía del estado en cuanto sea del servicio de Dios. Salud. »
CAPITULO XXII.
^ras d« los cristianos en tierra de Fraga. Conquista de Badajos por los ÁtmoniTides. Unkm
^ Cjd con los moros oontra eUos, y les toman á Valencia. Los Almorávides toman laa
Bilcaies.
Quedó muy contento de esta alianza Abu Giafar, y en el ailo 486
Ü093) pasaron los Almorávides en su ayuda contra los cristianos, que
^ian liecho una terrible entrada en sus tierras, ayudados de los de
^fnac y enlómanos , y se hablan apoderado de Fraga y Barbaster, ta-
so
i02 HISTORU D£ IX DOMUf AaON
lando la tierra , quemando los pueblos , robando y matando á los mch
radores. Que perecieron en estas algaras mas de cuarenta mil personas
^ntre gente de armas y demás , y cautivaron mucbas mugeres^ duoce-
flas y niño$. Fueron pues en ayuda del rey Almustain seis mQ ballesle*
ros almpravídes y mil caballos , y juntos con la gente del rey hicieroa
cruda guerra á los cristianos y recobraron las fortalezas ocupad por
ellos j y entraron los muslimes en Barbaster por fuerza de armas, y no
escaparon con vida sino muy pocos , y recobraron también la ciudad ds
Fraga venciéndolos en varias batallas muy reñidas y> sangrientas, y en-
tró Almustain en Zaragoza después de esta jomada con cinco mil don-
cellas cristianas , mil armaduras de hombres de armas y muchos despo-
jaos muy preciosos 9 ()c los cuales envió un r^co presente al rey Juzrf j
Sje confirmó de nuevo su amistad.
£q tanto que e^to pasaba en la parte oriental de España, Syr beo
Befi^jr, e) mas astuto de fos caudillos almorávides, se encaminó con po-
derosa hueste de Almorávides á tierra de Algarbe para ocupar el reino
de Badajo?: que tenia Ornar ben Muhamad ben Alafias apellidado AIm^
luakil Bila , ocupó fácilmente las ciudades de Algarbe y muchas forUle
^asy entró enXelb y Ebora y vino con su cainpo delante de Badajoz,
defendiéndose con valor el rey Aben Alafias ; pero la ftM'tona habla
vi^elto las espaldas á estos principes. Era vulgar crédito y popular
¿reencia que habla una profecía que anunciaba la irremediable caidaie
los reyes de España , y que serian vencidos y depuestos por unos prío-
eipes de África. Esta persuasión popular de la gente del vulgo era las
perniciosa en este tiempo , que fué gran parte para que los Almorávi-
des se enseñoreasen tan fácilmente de España, y para que sus prindpes
no hiciesen cosa de provecho ep su defensa. Diósc una reñida batalla
én que los de Aben Aiaftas quedaron vencidos, y presos dos hijos del
rey que acaudillaban su gen te ; es tos eran Alfadil y Alabas, que no cedie-
ron hasta que muy mal heridos y abandonados de los suyos cayeron en
manos de los Almorávides. Los de la ciudad intimidados con el horror
del suceso de la batalla forzaron al rey á concertar la entrega de la cia-
dad. Ofrecióle el caudillo ben Abi Bekir que saliese seguro con sos hi-
jas, familia y cuanto tenia; pero después que se apoderó de la ciudad
con esta condición y le dejó salir de ella cqu sps hijos , mugeres y escla-
vos , luego envió cierta tropa de caballería de Lamtuna en su segin-
miento , y alcanzaron á esta desgraciada familia en cercañias de Bada-
joz, y alli alancearon con inhumana crueldad al rey Almetuakil y á sos
dos hyos Alfadil y Alabas. Acaeció esta lastimosa tragedia en sábado dia
7 de la luna de Safer .del año 487 (1094). Todo esto fué por orden de
^nzefben TaxQn. Lanaeátaran esta desgrada losmascéMMMpoeUsde
aquel tiempo, y amiaeniíeeaáe todos la degia del wazfir de siipalado
Abu Muhamad Abdelmegid ben Abdun. Era el rey Almetuakil maj
docto y agiigo de los sabios , y pasaba con ellos el tiempo con tanto pla-
cer que se olvidaba de todas las cosas. Tenia én su mismo alcázar por
seóretário alVazir Abdelroeffid, insigne poeta que competjacoo el cik'
brjBtordob'ésAbcíala ben Zcjáuh, privado del re v Abei? 4Jbe^. wj*
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 403
canciones eran él encanto de las musas asi de Espanta y do África como
de Oriente. Era cadilcodá do sa corte ^1 sabio Aben Mocama. Cuéntase
de este rey Alinetuakil que solazándose en sus jardines en conipañia de
su wazir Abu Talib ben Ganim se entretuvo tanto tiempo que se le pasQ
labora del comer, y era diaen que tepia nobles jeques que le espera*
bao, y como llegase ya la noche y el rey no viniesii , los jeques pidieroi|
de comer y se les sirvió parte de la comida del rey, y recordándole si}
wazir la hora y los convidados , y le dijese uno de los siervos que ya^ lui«
bíaa tomado parte de su comida , envió al wazir para que le excusase
con ellos , y lomando una hoja de alcarambe ó de atarfe escribió doü
versos refiriendo la causa de su olvido y diciendo que los culpados ya
tenían recibida la pena de su delito, siendo todos recíprocos ejccptores
de ella. £1 hijo de Almetuakil llainado I\cgm-dola, irali de Santarih, fu^
encarcelado en Almithema , y referia Aben Zarfon, cadi de la aljama de
Córdoba , que en cierta ocasión le ^ntró á visitar el wazir alcatib Abii
Bekar ben Alcabotorna poco después de la desgracia 4q svi padre y ber^
manos , y cuando le vio no pudo contener sus lágrinias mirando j^p {^
miserable estado al que babia sido señor de tan ricas ciudades, y red4-*
cido á una estrecha prisión el que soíia vivir en magníficos alcázarei^i
rodeado de nobles jeques que le respetaban y servían. Tales vueltas ¿fji
la fortuna á su inquieta y deleznable rueda. Asi a<;jibaron los reyqs da
Andalucía -, los puso en el trono la discordia y guerra civil , vivieron ep
continuas desavenencias, destruyendo por sus particulares interósea \^
fuerza y unidad de España j facilitaron el engrandecimiento de sus ene-*
migos, en tanto que ellos en provincias y ciudades estableciap 3119 ^opi-
les y efímeras soberanías , pues como decía un poeta aad^m de <iqairt
tiempo,
En España los paeblos divididos
Llaman amir amumenín su arráez,
y coamlo o^noderon so yerro y pensaron remediar sus males llamaron
en su auxilio á los moros dé África qué desotaron la España /vencieron
á los cristianos , y después yencieroú y destronaron' á los amiros ; dáii-
dídes ea pago muerte cruel ó vida miserable mas cruel que la muerte.
Oívíilgóse ep toda España |a nueva de la muerte del rey Alcadlr de
Valeftcia y la entrada en eHa de los Almorávides por industria del
cadi Atañed ben Géáf, y también se decía como este cadi en reooni*
pensa de sus servicios bsdbia quedado por wali de la ciudad. £1 seQor de
Santa María de Aben Razin, que era Abu Meruán Abdclmelic ben Hit-
zeil, aliado y pariente de Alcadir, excitó á los arrayaces de Murbiter,
Játiva 7 Dente , que asimismo estaban ofendidos de los Abnoravides, y
todos estos se Juntaron con Ruderic S caudillo de ios cristianos conocido
por d Gambitor que se preciaba de ser amigo y aliado del rey Alcadir,
de Aba Meraáo y de sus parientes. Juntaron una escogida irOpa de ca^
baOerisy peones asi muslimes como cristianos, y acaudillados del Cam-
Utor cercaron la ciudad de Valencia .- apretó tanto á los de la ciudad
I Otro* te lUuMia rtjr ó mi , iiraiiQ.
404 HISTORIA DE LA DOVINACIOIX
que oUigarOD á su wali Aben Gcáf á que la entregase, pues no tcaian
esperanza de socorro tan pronto como la necesidad pedia. Concertó
Abmed ben Geáf sus avenencias de seguridad para él , su familia y ve-
cinos , que por ninguna causa ni pretexto se les ofendiese en sus perso-
nas ni en sus bienes , y asimismo ofreció el Cambitor que le dejaría en
posesión del gobierno que tenia. Con estas buenas condiciones abrió las
puertas de la ciudad y entró en ella el Cambitor, maldígale Alá , con
toda su gente y aliados. Esto fué en Giumada primera del año 487 (109i},
estúvose en ella con sus cristianos y muslimes sin manifestar sus inten-
ciones, y con mucha conCanza y seguridad de Ahmed ben Geáf, qoc con-
tinuaba en su empleo de cadilaniá , embobado con la dulzura del man-
dar, y al cumplir el año cuando menos esto recelaba le encarceló el
Cambitor y con él á toda su familia. Esto lo hacia porqué declarase dónde
paraban los tesoros del rey Yahye Alcadir, sin omitir para averígaarlo
megos, promesas , amenazas, engaños ni tormentos. Mandó encender
un gran fuego en medio de la plaza de Valencia ; tal era aquella hetera
que su llama quemaba á mucha distancia de ella. Mandó traer alli al
encadenado Ahmed ben Geáf con sus hijos y familia y los mandó que-
mar á todos. Entonces claman todos los presentes así muslimes como
cristianos , rogándole que siquiera perdonase á los hijos y familia ¡no<
cente, y el tirano Cambitor después de larga resistencia lo concedió.
Había mandado cavar una grande hoya para el cadi en la misma plaza,
y le metieron en ella hasta la cintura , y acercaron la leña al redcd(jr j
la encendieron y se levantó gran fuego , y entonces el cadi Ahmed se
cubrió la cara , y diciendo : En el nombre de Alá piadoso y miserícor-
dioso , se echó sobre él aquel fuego que en breve quemó y consumió su
cuerpo , y su alma pasó á la misericordia de Dios. Pasó esto en dia ju^
ves de la luna de Giomada primera del año 488 (1095), en la misma luna
en que el año anterior había entrado en Valencia el maldito Cambitor,
y loa vengadores del rey Alcadir Yahye ben Dylnun. £i i^razir Aben
Tahir partió de Valencia á Murcia y se llevó consigo el cadáver del rej
Alcadir para darle allí honrada sepultura , y después marió en ella el
noble Aben Tahir el año 508 (11 14), ya de mas de sesenta años. E&\c
wazir hizo unos versos ala muerte de Yahye Alcadir en que anunciaba
la venganza que yendria al que fué ocasión de su temprana muerte.
El Gambilor ordenó el gobierno de la ciudad y quedó en poder de cris-
tianos para asegurarla á los aliados muslimes , y se partió con el prínd-
pal de estos, que era Abdeknelic Aben Meruán ben Huzeil, señor de Santa
María de Aben Razin , y en Valencia quedó Abu Isá ben Lebuo ben
Abddaziz , señoi^ de Murbiter, como naib ó teniente de Abu Meruán.
En este tiempo envió Syr ben Abi Bekir sus naves á que ocupasen
las islas del mar oriental de España, y tomaron posesión de Yebíxát,
Mayorca y Minorca al nombre del rey Juzef Aben Taxfin sin resisten-
cia alguna. Tenian el gobierno de estas islas por los reyes de Vatancia
y de Denia los Benixuhcid^ ilustres jeques deMurciaque las gobernaban
on paz y justicia desde que el año 440 (1048) pasó á días de wali Ahnied
bea Baricb Aba Alabas, secretario del anur de Denia Abu GeíkMogehid
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA* 405
icn Abdak Alam^i : y como supiesen que toda España estaba en poder
del rey Juzef le juraron obediencia de buena voluntad y se pusieron
bajo su fe y amparo.
£n el año 493 (1099) acaeció que Obcidala, el que se habia alzado eo
AdcuD, yerno de Abu Meruáa, d señor de Santa María en compañía de
iba Iza ben Lebun, señor deMurbiter, como bubiese llegado á cerca-
olas de Santa María con ciertas taifas de algara corriendo la tierra, en
íaolo que Abu Iza con los otros almogávares bacía sus correrías, este
Obddala con un hijo suyo'y algunos de su gente entró á visitar á su sue-
gro Abu Meruán al cual hizo tan extrañas peticiones y demandas de que
le nombrase sucesor de su estado, que le sirviese de presente con tro-
pas j dinero, que Abu Meruán muy enfadado de su atrevimienUT le re-
prendió con aspereza , se acaloraron en sus razones, y sacaron las es-
padas bijo y padre contra Abu Meruán. Defendíase de ellos, y alas voces
entró en la sala una hija de Meruán prometida esposa de Obeidala, que
Tiendo como se herían , dio grandes voces , acudió la familia y gentes
de Meruán, que al verá su señor acometido de aquellos, luego los
atropeUaron á cuchilladas, y los hubieran acabado si Meruán no los hu-
biera contenido. Mandólos prender , y habiendo retirado de allí á su
bija, mandó cortar pies y manos á Obeidala, y sacarle los ojos , y des-
pués ponerle clavado en un palo , y ¿ su hijo cortarle los pies y encer-
rarle : y todo se4)bedeció al punto como lo mandaba. Era este Abu Me-
raán muy amado de sus gentes, el fuego de la hospitalidad ardía en su
casa de día y de noche , trataba al pueblo con mucha afabilidad , y era
el amparo de sus necesidades : manteníase con la amistad y alianza del
rey de Zaragoza , y con el Cambitor, caudillo de los cristianos, y en es^
pnHal por su política y buen gobierno.
Acabada la expedición á las islas con avjso que hubo Syr ben Ahí Bekír
<le la entrada de los cristianos en Valencia que le comunicó el goberna-
dor de Almería, hijo de Abmedben Geáf el quemado por el Cambitor,
en>ió toda su armada de naves y saetías con mucha gente de desembarco
.T gran ballestería de alárabes , de moros de Lamtuna y Masamudes , y
Tíoo sobre la ciudad de Valencia , y los cristianos y los muslimes sus
aliados viendo que no la podían mantener y que no esperaban socorro
la abandonaron después de largo cerco , en que hubo sangrientas bata-
'bs y reñidas escaramuzas, y al fin por la constancia de los Almorávides
Dios la restituyó venturosamente al Islam en la luna de Regeb del año
^95 (i lOá) , y en esta ocasión volvieron á Valencia muchos nobles y doc-
tos que se habían ido á Liria ^ á Murcia y á Jaén cuando entraron en
("Ha loscrístíanos ; entre otros Muhamadben Bahr ben Aasí Alansarí, na-
tural de liria y jeque de su patria , que huyó á Jaén y estivo allí como
Mete años y se dedicó á las letras con Abu H^ág Alkefiz y Meruán Aben
^ág , tornó á Valencia en este año que se ganó , y fué en ella almo-
(Ti ó lector de la mezquita mayor , y escribió sobre las variantes del
Alcorán una obra muy crítica : y después se retiró á su patria Liria y
^Ilí Talleció á la hora del alba en domingo día 6 Xawal año 547 (1152),
f fué enterrado en la makbura deBeni Zenún , dd aquella población,
40S HiSTORU DE LA DOMINACIOM
Hiíó.oradóa t)or él su bcrmano Alm Mnhamad : habia ñaddo (fio Í70
(1078). En edte año 496 (1103) ralleció Ábdelmelic Aba Mcnián, sefior
de Aben Razio, y le sucedió su bíjo Yahye; pero como dependiente dd
^lerno de Valencia.
CAPITULO XXIII.
ViielU 4f luMf á Efpafia. Jan de la h^o Aly. Maerte de latef ea Aftka.
Ascgui-adas las cosas de España pasó el rey Juzef á ella el año 49fi
(1 1 03]^ por yisilar sus nuevos estados , y pasaron en su compañía sus dos
hijos , el mayor llamado Abu Taír Tcmim , y el menor Abul Hasen Aly,
y aunque este era de menos edad tenia mas espíritu y valor qae suher-
mano, y decía de él un poeta andaluz de aquel tiempo*.
Aunque en los afios es Al y postrero ,
aa valor le coloca por primero.
Asi como el anillo mas preciado ,
En el dedo peqoefio es colocado.
Recorríó ocm cUoa todas las provincias y le agradó sobre manera U
disposición y naturaleza de la tierra , y la comparaba toda á una ágtiih,
y decía que la cabeza era Toledo, el pico Akalé d€ Raf/a^: ú
pecho Jara , las uñas Granada : d ala derecha la Algarbia, li
izquierda la Axarkia : entendiendo todo esto de la importancia del
gobierno y guarda del estado , que en cada parte convenia. Acabada sa
visita convocó á los jeques y principales caudillos almmravides j trató
con ellos de declarar futuro sucesor de sus estados á su hijo Aly qac es-
taba en Córdoba , y mandó que todos le jurasen óbediencíay le recono-
ciesen por señor después^ de sus dias. Celebróse la jura con moclia »-
lemnidad y gran concorrencia de la nobleza y caballtíria de África '7
de Espeña , y mandó á su wazir Abu Mubamad ben Abdelgafir que es-
cribiese la carta del pacto de sucesión en estos términos ^ « Pacto defolun
fiucesien y compañía de imperio : Alabanza á Dios que usa de misericor-
dia con los ipie le sirven en las herencias y sucesiones : qoe creó ato
reyefa cabezas délos estados por causa de la paz y ooiioordia de los pue-
blos : como el amir almnsUmin Nasredin Abu Jacub Juzef Aben Taxfin
sabe y conoce qtie Dios le ha hecho cabeza, guarda y defensor de lau-
tos pueblos que sirven á Dios y son fieles, temeroso de que d dia de
mañana le puede Dios pedir cuenta de lo que le ha confiado y dado en
guarda , y hallar queno ha procurado dcjsur en su lugar on sucesor qoe
los ampare como rey y los gobierne en paz y justicia : sienda constante
que Dios mandó hacer testamento y disposición de cosas de menos im-
portancia , ¿cuánto mas será conforme á su divina voluntad esta obli-
1 En otros, CalatraTa.
s Dice Alcodal qae vino á esta Jura el ha^ib Amad dola Abu Meruán Abdelmefíe, uinoáf
Almuciadir Bila» rej de ZMraKoia, qae le envió su padre con un preseiite de singaUr r*rei« 7
preciosidad 9 jr mandó Juief bacer de él kirates de oro que distribayó al pueble de Córdoba e
día de la Bidnihar.
ÜÉ LOS ÁRABES EN ESPAÑA. W
pcion en las cosas grsíYes y de tanta consideración como las del gobierno
de k» pueblos que tocan al provecho de todos en común y en particular
i pobres y á poderosos? Asi que, el rey de los muslimes por lo que en
esto le toca y en particular, y especialmente en lo que Dios puso á su
cuidado para qae viese y gobernase lo conveniente á sus pueblos asi
en las cosas del mundo como en lo perteneciente al bien y defensa dé la
ley, tanteó las fuerzas de los dos extremos de sus lanzas , y el templé y
agudeza de los filos cortantes de su espada , y dcspuei de bien meditado
ImU^ qnc su hijo menor Abul Hasen Aly es mancebo mas bien dispuesto
pra las grandes y altas cosas , y por ésto mas acomodado para llevar en
sos hombros él peso de la administración del reino, y asi lo señala y dis-
tingue, le llama , proclama y eleva á la magcstad y alteza del trono , j
al gobierno del reiiio , habiendo antes tomado consejo de hombres sabios
7 prudentes de todas partes, asi de los cércanos como de loá distantes ,
7 lodos de común acuerdo con los nobles jeques y caballeros del reino
han manifestado libremente que aceptan y reciben contentos y bien sa-
tisfechos esta declarada sucesión, puesto que su propio padre de díase
contenta y complace : y asi le reciben por su amir puesto que el rey su
padre le escoge y elige pot amir , y le estima por conveniente para la
alteza y magcstad real. >
Entonces fué llamado el principe Aly á la presenda de su padre y del
consejo , y le propuso el rey las condiciones con que le nombraba suce-
sor y heredero de sus reinos, y dijo que las aceptaba y que era muy
contento de ellas, y juró cumplirlas : se echarcín las suertes dé la Isti-
hara, invocando á Dios pidiéndole su favor f auxilio para el acierto,
porque todo bien y prosperidad esiá en su mano. Entonces el rey Juzef
hizo una vehemente exhortación á su hijo encoméndándcflc cuanto
le pareció conveniente para cumplir sus grandes obligaciones , y el prin-
cipe repitió sus proifaesas y deseos de servir á Dios y cumplir las inten-
ciones dé su padre. Luego certificó el wazir alcatib que todos cstabab
contentos de esta sucesión y qué la aceptaban y confirmaban los presen-
tes por sí y los ausentes por sus procuradores : y como el principe suce-
sor jurado del imperio habia entendido las condiciones de su sucesión y
hs habia aceptado , y lo firmó de su nombre el irazir alcatib : y fué
esta jura en Dylhagia del año 496 (1 103J.
Las conificiones y ordenanzas que elrey Juzef puso á su hijo perteiie-
nentes al gobierno de España fueron : que los gobiernos y alcaidías
de provincias, ciudades y fortalezas las confiase siempre á los Alinora-
Tides de Lamtuna : que el cuidado de las fronteras y la guerra contra
cristianos la hiciese con los muslimes andaluces cotno mas ejercitados
y prácticos en la guerra de estas gentes y en su manera de pelear, re-
batos, entradas y correrías : que preihiásc con armas y caballos á los
que se distinguiesen en su servicio peleando con los enemigos , y repar-
tiese con ellos vestidos , y dinero en ciertas ocasiones. Que mantuviese
en España diez y siete mil caballeros almorávides repartidos en dife-
rentes partes determinadas , así que en Sevilla estuviesen siete mil , en
Córdoba mil , en Granada fres mil , en la Axarkia cuatro mil, y los de-
408 BISTORU DE LA DOMINACIÓN
npas en las fronteras para defenderlas j guardar las forlaleasas cercanas
¿ los enemigos ^
Acabadas estas cosas el rey se partió para Ceuta , y al pasar pcur la-
cena suscitaron á los judíos que moraban en aquella dudad qoe debían
hacerse muslimes , porque en un libro antiguo de Aben Muserra el cor-
dobés se halló que los judíos en tiempo del profeta habian ofrecido ha-
cerse muslimes si al llegar el año de 5Ó0 (11 07) de la hegira no les bu-
bicse venido el Mesias que esperan , que ellos dicen en su Tura que
había de ser de su nación y que su doctrina y ley había de durar basta
el fln del mundo. Gomó ahora se les recordase esta obligación que pre-
tendían algunos que tenían hecha, apelaron al rey Juzef, y con su wazir
y cadi Abdala ben Aly compusieron por gran suma de ¿Mas que no se
les molestase sobre esto , y se embarcó , y estando en Ceuta retirado de
los negocios, principió á sentir debilidad, que era ya muy viejo, y en p1
año de 498 adoleció mas, y le llevaron á Marruecos , sin dejar de agra-
varse aada día mas su dolencia y debilidad hasta tanto que sus fuerzas
del tododesaparecieron, que estaba sin movimiento que no se meneaba,
y asi murió , Dios haya misericordia de él , á la salida de la luna de Ala-
harram entrado el afio de 500 (1107), habiendo vivido cien años , y rei-
nado cerca de cuarenta desde que le hizo su naib su * primo Abu Bckir
ben Ornar : desde que entró en Medina Fez año 46*2 (1070) hasta qoe
murió treinta y ocho años, y desde que quitó el estado de Granada á
Abdala ben Balkin hasta su muerte diez y siete años.
Estando ya cercano de morir el rey Juzef llamó á su hijo el príncipe
Aly , y entre otras cosas le mandó que no hiciese guerra sin necesidad.
y que procurase no tenerla nunca con los moradores de los montes de
Baren , ni con los Masamudcs que están detras de aquellas simaras á la
parto del Kibla. Que siempre tuviese amistad con los de Bene Hud, reyes
de la Axarkia de España, que eran como el nraro que con tenia á los cris-
tianos , reparo y defensa de los muslimes de Andalucía. Que honrase á
los muslimes de España y en especial á los de Córdoba , y que disímil-
lase faltas, y perdonase á los que le ofendiesen. Se cuenta de este rey
Juzef que nunca castigó con pena de muerto, y los mayores castigos
que hacia eran prisión perpetua y destieiros de sus reinos. Fné enlcr-
radoen su mismo alcázar dentro de Marruecos, hallándose presentes
sus dos hijos Abu Tair Temim y Abulhasen Aly con otros muchos ami-
gos y parientes de Lamtuna y de Sanhaga. Dicese qua protestó al morir
su deseo do* propagar la ley de Dios, y Muhamad ben Half dice en sa
Bcian Wadefa ó clara manifestación , que no quedó á los mudimes en-
tonces otro consuelo que la acertada elección que les dejaba hecha eo
. su hijo Aly. Cuando la vicloría de Zalaca en que acompañado de trere
amircs do Andalucía venció al rey Alfonso^ mandó mudar la zeca de
la moneda que antes corría y renovó el cuño y puso en la míMieda de
oro otras inscripciones : No es Dios sino Alá : Muhamad enviado de ALi :
i Pafabvn cineo wcudotf al mes á cada caballero y le mantenían , segun Aleodai.
* Díee Tahye : desde qve recibió la naibla de Almagreb y partió sa primo Aben Onarat
éctieito trehiia y coairo aAo9.
DE LOS ÁRABES EM ESPAÑA. 409
d iráicipe de los muslimes Juzef ben Taxfin ; y al contorno : El qae
siguiere otra ley que el Islam no será recibida su fe , y en el dia último
será de los infelices. Y por el otro lado : £1 amir Ai>dala, príncipe de los
fieles Abasi : y en el contorno el lugar y el año del cuño.
CAPITULO XXIV.
Eolra á reinar Aly ben Jojef. Viene dos veces á Espafíé. Batalla de UIlHs en que murió
el infante don Sancho.
Luego fué proclamado en Mairuecos Aly hijo de Juzef; apellidábase
Abu Hasen *. la madre que le parió era cristiana llamada Gomaica.
Había nacido en Ceuta el año 477 (1 084), era blanco y colorado , de her-
mosos ojos , barba suave , cabello lacio y negro , de bien proporcionada
nariz , graciosa boca, y de mediana estatura y buena complexión. Fué su
proclamación en Marruecos en la luna de Muharram del año 500 ( 1 1 07).
Era entonces de veinte y tres años, y tenia ya tres hijos , TesGn el wali
que le sucedió después en el reino , Abu Becar, y Syr. Su secretario fué
Aba Mubamad ben Abcd, de los hijos del rey de Sevilla ; apellidóle el
pueblo amir amuminin : imperaba sobre todas las tierras de Almagréb
desde Medina Beghaya basta extremos de Velad Sus Alaksá; y de todo
Alkibla desde Sigilmesa, hasta los montes del Oro en Yclad Saedán.
Era dueño de casi toda España de oriente a occidente , y de las islas del
mar de Siria, á Mayorica , Mínorica y Yebisál. Se hacia por él chotba
en mas de trecientos mil almimbares, y en suma era el mas grande y
poderoso rey de su tiempo y de su familia. Era justo, erudito, esforzado
guerrero, y buen defensor y amparador de sus fronteras, preciándose
de seguir en todas las cosas las huellas de su ínclito padre. Después tuvo
otros hijos : Abu Afs , y Omar que llamaban el mayor, Tcmim Ibraim ,
que fué en perq2jinacion á Meca, Isbac, que murió por venganza á
manos de un sobrino hijo de su hermano Ibrahim, Abu Ham , Daviid ,
Omar el menor, Musdeli, y Otman,el menor de todos , que le hubo en
noa cristiana, que por su mucha hermosura llamaban Fadelhusun.
Fueron sus ^azires en el principio de su gobierno Otman ben Omar, y
al fin de él Ishac ben Otman. Cuando este wazir principió á servirle
tenia diez y ocho años ; pero su espíritu y prudencia en tan poca edad
era la admiración de los sabios y de los viejos , y por esto el rey Aly
ben Juzef le hizo su vrazir, y servia este empleo muy á satisfacción del
rey, y sin queja del pueblp , y con notable ventaja del bien común y de
la administración de jusRía , pues era tal su ingenio y natural pruden*
cia, que parecía que penetraba los corazones, y conocía lo pasado,
presente y lo por venir. Con estos ministros y con su propia prudencia
y amor á la justicia principió á ordenar muy bien las cosas del gobierno,
tomando ademas consejo de los doctos y experimentados en el conoci-
miento de los negocios de paz y de guerra , y á estos daba los empleos
y principales cargos. Era en extremo liberal y muy compasivo con los
410 HISTORU DE LA DOMINACIÓN
pobres : tenia mucha gravedad en su persona , y así todos le reTcrencia-
ban, y por sus Tirtudes y potencias le amaban y temiáñ. Juróle tam-
bién obediencia su hermano mayor Abu Tahír Tcmim. Este rey fué el
primero que quiso servirse de cristianos , dándoles empleos de recau-
dadores y de caballeros de su corte , sin que por eso dejase de hacer
cruda guerra por su persona á las tierras de los cristianos. Testigos de
su celo las comarcas de Toledo y de Talavera , asoladas y destruidas
por sus victoriosas armas. A este fin pasó cuatro veces á Andalucia ,
como veremos.
Dicese que luego que anunció la muerto de su padre , y le envolvió en
lienzos funerales , se presentó trayendo de la mano á su hermano Abu
Tahir Temim , y le anunció <í los Almorávides : y entonces su hermano
tomó su mano derecha con la suya , y le juró y dijo : Llegad y jurad
al amir de los muslimes , y todos los jeques almorávides que alli estaban
presentes le juraron, y. los de Sanhaga y Masamudcs, y otras tribus
alímes y alfaquics : asi se celebró esta iura en Marruecos. Luego enTÍó
sus cartas á todas las provincias , asi de Almagrób como de España , j
á Telad ^Il^ibla, dándoles noticia de la muerte de su padre y señor, y
de su exaltación al trono ; y asimismo les mandaba que le proclamasen
en sus ciudades , y se hiciese por él la cholba en las mezquitas. En osle
tiempo tuvo noticia de Fez de como su sobrino Yahye, hijo de Abi Bekar
ben Juzef , que era wali de aquella ciudad por encargo del rey Juzef
su abuelo , luego que supo su muerte y la proclama de su tio Alv, se
alborotó y se tuvo por muy ofendido de aquella jura , y se declaró con-
tra ella , y no permitió que se hiciese Cn la ciudad de Fez , conviniendo
en esto con él muchos nobles cáudíTlos de Lamtuna. Esta inesperada
nueva disgustó mucho al rey Aly , y al instante salió de Marruecos contra
su sobrino. Guando ya llegaba con su hueste cerca de Fez, su sobrino
Yahye no sintiéndose con fuerzas p^ra oponerse, resistir, ni defenderse
de las de su tio , huyó de Fez , y Aly entró en ella luego miércoles dia
8 de Rabii postrera del año 500. Algunos cuentan que como AI; hu-
biese llegado á Medina Magalia en confines de Fez , que escribió á sa
sobrino reprendiéndole su desobediencia y extravio con mucha dalzura,
y convidándole á que se viniese á su merced , y le jurase obediencia
como habian hecho todos sus parientes , y que asimismo escribió á
los jeques de la ciudad amonestándoles sobre esto , y anunciándoles qñe
sin falta iria á visitarles muy presto. Que recibidas aquellas cartas por
Yahye congregó el mezuar de la ciudad, y les dijo : que se dispusiesen
á la defensa de ella ; y que los jeques y principales se opusieron á su
parecer, y le aconsejaron que no hiciese resifÉpncia, que se fuese ásu
merced y le obedeciese , que esto le convenía , que era imposible el
mantener la ciudad , pues todo el pueblo estaba por su lio Aly, y qnc
sin el pueblo mal se podia defender la ciudad , por mas que todos eUos
se empeñasen en ayudarle y morir en su ayuda. Que oyendo Yahye este
consejo de los jeques , desconfió de ellos, y se salió de secreto de la
ciudad , y partió huyendo á Telencen , donde era wali Mezdeli, y que
este caudiUo le encontró en Guadi Mulua , que venia de presentarse y
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 41 1
dar el parabién al amir Aly por so exaltación al trono. ¥ como Yahye le
dijese la intención que lleTaba y como venia , Mezdeli le disuadió de
aqad prepósito , y le dijo que en lodo caso era forzoso dejarse de ello,
y tomaron juntos á Medina Fez , y entró Mezdeli á visitar alrey, y entre
taoto Yahye se quedó en una tienda á las orillas de Guadixedrua , y alU
estaba lleno de temores y de sobresalto. Entró Mezdeli y saludó al rey,
j k dio parte del motivo de su pronta vuelta , y de como babia persua-
dido con mucha facilidad al wali Yahye á que viniese á su merced , y
d rey le dio gracias por ello, y le alabó y honró su agradable servicio, y
k dio seguro para su sobrino Yahye , y le perdonó. Luego fué avisado
dedloy se vino al rey Aly, y le pidió perdón muy rendidamente y le
jaro obediencia , y el amir le perdonó, y para tenerle con mas seguri-
dad le destinó á Gezira Morca , y desde idli sé volvió ¿ Sahva, y pasó
desde allí al Hegiaz , y hizo su peregrinación á la casa de Dios , y des-
pues se volvió á su tio que le dio licencia de morar en la corte de Mar-
niecos, donde pasó tranquilo, hasta que por sospechas de conjuración y
kvantamiento se le prendió y envió ¿ Gezira Alhadrá , y en esta ciudad
permaneció hasta su muerte.
La primera vez que Aly pasó á España siendo rey fué en A
año 500 (1 107) , y luego que llegó á Algezira vinieron á visitarle los ca-
dtes de las aljamas , los sabios , los walies y gobernadores de las ciu-
dades, muchos 'caballeros y gente del pueblo, y á todos recibió muy
bien , y los despidió muy contentos. En esta ocasión depuso del gobierno
de Córdoba al vfa\\ Abu Abdala bcn Alhdg, y puso en su lugar al al-
caide Abu Abdala Muhamad bcn Zeifa : y babiendaordenado otras cosas
coorenfentes al gobierno de Andalucía , se volvió á África.
En el año de 501 (1108) pasó segunda vez con ánimo de hacer
gocrra á los cristianos, y envió antes á su hermano Temim que había
sido wali de Almagréb , para que previniese lo necesario , y le dio el
gobierno de Valencia , y puso en su lugar en Almagréb Abu Abdala ben
Alhig, que desde Córdoba habla venido á ^sAi de Fez , y solo sirvió
aquel empleo seis meses. Luego que Temim llegó á España, pasó á correr
tierra de Axarkia y fronteras de Zaragoza.
En esta ocasión fbé la célebre batalla de üklis contra los cristianos.
Temim ben Juzef habia pasado á Granada , y allegó poderosa hueste y
escogida caballeria , y con ella hizo cabalgadas en tierra de cristianos , y
se puso sobre la fortaleza de Uklis, en donde habia gran chusma de
cristianos que la defendian. Cercó aquella fortaleza , y la apretó tanto,
qnc los cristianos no pudieron mantenerla y la entró Temim , y acorraló
á los cristianos haciéndoles grandes estragos en sus campos. Uegó la
noticia al rey Alfonso, que se ensañó mucho por esta pérdida, y ordenó
que Inego partiesen sus gentes á la frontera para contener á los mus-
limes, y fué consejo de su muger, que puesto que Temim era hijo del
rey de los muslimes , que saliese contra él Salcho , el hijo del rey de los
cristianos y suyo. Oyóla Alfonso , y le envió con gran hueste de lo mas
aoble de sus gentes, y vino á confines de Uklis, y cuando Temim en-
tendió su venida quisiera salirse de la fortaleza , y rethrarse antes de sa
412 HISTORU DE LA DOMINACIÓN
llegada y sin encontrar ¿ los cristianos , y le aconsejaron sobre esta
Abdala Muhamad ben Fateroa , y Mubamad ben Aixa y otros valientes
candillos almorávides, disuadiéndole de su determinación, y animéa-
dple á esperar en la fortaleza sin temor de los enemigos. Instaba Te-
mim y le dijeron : No bayas temor t annque no seamos nosotros mas
qoe tres mil caballeros , gran diferencia hay entre ellos y nosotros ; y
con esto se sosegó. No bien habia llegado la tarde de aquel dia cuando
llegaron los cristianos con muchos millares , y todavía queria Temim
que abandonasen aquella fortaleza y huyesen de ellos , y hubieron sa
consejo los caudillos almorávides , y no hallaban via |mra la faga, ni
recursos para la seguridad y para mantenerse en la fortaleza : asi qae,
acordaron dar batalla. Al rayar del alba salieron con ánimo desesperado,
y acometieron á los cristianos con tan heroico valor y denuedo, que no
se yió pelea mas atroz ni mas sangrienta. EueUa derrotaron á los cris-
tianos , y murió el Salcho, hijo del rey Alfonso ; y con él cerca de veinte
rail cristianos , y entraron los vencedores muslimes en Uklis espada en
mano ' , y muchos lograron aquel dia la corona del martirio. Coando
la nueva de esta sangrienta batalla y derrota de los suyos y muerte de
su hijo llegó al rey Alfonso, fué tanto su dolor que enfermó de pena,
desesperación y tristeza , y como ya era viejo y débil adoleció, y morió
de pesadumbre * á pocos dias de esta derrota. Escribió Temim esta glo-
riosa victoria al rey su hermano , de las mas venturosas que tuvieron
los muslimes.
En el siguiente año de 502 (1 109) salió de Valencia Muhamad ben Al-
hAg de orden de Temim, y entró en tierra de Zaragoza con pretexto de
ayudar al rey Almostain ben Hud. Este virtuoso y esforzado rey hada
correrías y cabalgadas en las fronteras de los cristianos, talaba sus cam-
pos , arrancaba sus plantíos, y les quemaba los pueblos. £1 rey Alfonso,
aunque muy ocupado en guerras con otros cristianos, entró por riberas
del Ebro, y tomó Tauste , Búrges y Magalia , y sus campeadores hacían
notable daño en Jos campos de Zaragoza : llegó el caudillo de los Almo-
rávides Aben Alhág, y los cristianos levantaron su campo, y entró con
su hueste en Zaragoza , y desde allí escribió su victoria al rey Alj '.
Desconfiando el rey Almostain de la buena fe del caudillo de los almo-
rávides, y receloso de que se apoderase de su persona y le envíase á
las torres de Agmát , sin decirle nada se partió de la ciudíad , y se retiró
á ciertos fuertes de frontera en aquella comarca , acompañado de los
mas nobles de su reino. Aben Alhág, confiarme á la orden que llevaba,
salió poco después á correr la tierra de Barcelona , y las algaras fueron
muy venturosas , y en su ausencia tornó el rey Almostain Aben Hud á
Zaragoza , y los cristianos cada dia le talaban la tierra , y era tal su
osadía que llegaban hasta las puertas de la ciudad. El caudillo de ks
t Aqui bay una eoirtradiccion. Si Temim la tomó antes, ¿cómo la entra ahora espada ra
mano?
t Dice vAbdel Halim, á veinte dias.
W* Bicen alKonos que iba Aben Albég con orden de permanecer eo Zaragma, eomo vatí df
ella por los Almorávides.
BE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 413
AliixHraTídes Aben Alfaág yolvía de su expedición , y traia muy ricos
despojos y louchos cautivos que habia hecho : dirigía estas presas por los
caminos mas grandes y fáciles, y con su gente iba por ciertos atajos y
Tcrcdas de montaña, tierras ásperas y fragosas, pero pobladas de al-
querías de muslimes. En este camino áspero de guajaras que llevaba
Aben Alhág, que no habia pasado por alli otra vez, estando en medio de
aquellas fragosidades le acometieron los cristianos que estaban allí
emboscados, y asaltaron á su gente tan de improviso y con tanto furor j
que no tuvo lugar de ponerse en mediana ordenanza , y los muslimes
bujeroD con mucho desorden , y padecieron cru^l matanza , tanto que
perecieron casi todos los caballeros de Lamtuna , ó quedaron heridos y
cautivos, y allí murió peleando como bueno el caudillo Muhamad beu
Alhág , y se salvó huyendo en una ligera yegua el alcaide Muhamad
Aben Áixa , que no fué poca fortuna. Cuando la nueva de esta desven-
torada algazia llegó al amir Aly pesóle mucho de ella , y fué muy sen-
tida la muerte de Aben Alhág , y nombró el rey en su lug^r á Abu
Beker ben Ibrahim ben Tafel&t , que estaba entonces en el waliazgo de
Murcia , y partió sin tardanza á las fronteras de Zaragoza , pasando por'
Valencia , Tartuxa y Fraga , y corrió la tierra de Barcelona , y taló sus
campos, quemó las alquerías, y robó los ganados y frutos en veinte
días que campeó sus comarcas, basta que volviendo á tierra de Zara-
goza le salió al paso Aben Radmir con mucha gente de Bazit Barcelona^
T Velad Aragúna , y trabaron sangrienta y reñida batalla, en que mu-
rieron muchos cristianos, y como setecientos muslimes lograron la
corona del martirio.
CATITÜIX) XXV.
Tercera TeoidA de Aly , que lítU á Toledo y tío puede tornería. YietorUs del rey Radmir.
Correríaf de Meideli.
Entendiendo el rey Aly que era necesaria su presencia en España de-
terminó pasar á ella en el ano 503 (1 109) , con propósito de asistir eu,
persona á la sacra guerra : pasó desde Ceuta en 1 5 de la luna de Muhar-
ram de dicho año. Traiá para este fin un poderoso ejército de cien mil
caballos , y llq^ó á Córdoba , y se detuvo en ella un mes i de allí salió á
la algazia , que fué cruel , entró por fuerza de espada la ciudad de Ta-
bat, y veinte y siete fortalezas de la comarca de Toledo, y fué tal el
estrago y espanto que causó en aquella tierra, que los pueblos huian de
sus casas , y se acogían álos fuertes y á las ciudades y montes ásperos é
ioaccesiblcs , de suerte que toda la tierra quedó asolada y como desierta.
IHiso cerco á la ciudad de Toledo y estuvo la gente delante de ella un
Des, y hubo sangrienta pelea en Bab Alcántara , y la ganaron los mus-
limes con gran matanza de cristianos, que no osaron salir mas aunque
)e puso el campo á sus puertas. Fuera de la ciudad se tomó la Almu-
lia, y viendo que se perdía el tiempo, porque la ciudad es tan fuerte
loe no era posible entrarla por fuerza , se corrió la tierra y se entró en
4U flISTORIÁ DE LA DOMINACIÓN
«
Magdit y Guadilhigiara. Luego pasóla hueste contra Medina Talbiray
la cercó , y dio tan fuertes combates que fué entrada por fuerza de aN
mas , con tanta matanza de los cristianos que había en día ^ que no qned6
uno á vida : y con esto el rey se volvió triunfante y contento con esta
venganza, y pasó á África. Al mismo tiempo el virtuoso y esforzado
rey de Zaragoza Ahmed Abn Giafar Almostain Bila Aben Hud salió
contra los cristianos que tenian puesto céreo á la fortaleza de Tudfla,
que está á la ribera del Ebro , y con escogida cabaDería fué á sooomr
á los suyos ; los cristianos les dieron batalla delante de la ciudad qae fué
muy reñida y sangrienta , y peleando el rey Aben Hud valerosamente
por su persona le pasaron el pecho de una lanzada , y cayó muerto de
su caballo : cuéntalo Abdala ben Aita que se halló presente en la ba-
talla con el sabio Asaflr de Gien. Con la muerte de su esforzado rey y
caudillo los muslimes cedieron el campo, y la dudad fué entrada por
los cristianos : acaedó esta derrota y grave pérdida para el Islam ei
año 503 (tttO). Los muslimes llevaron su cuerpoá Zaragoza, yseie
enterró con sus propias vestiduras y con sus armas como estaba , acom-
pañando su féretro toda la ciudad que le lloró mucho tiempo' Y luego
fué en ella proclamado rey su hijo Abdelmelic ben Ahmed AbuMeniin
llamado Amad-Dola, que era muy esforzado caballero, ai bien menos
político que su padre para mantenerse entre tan poderosos y ambicio-
sos vecinos : ya había dado claras muestras de su valor en la batalla de
Huesca , y en las algaras deTanste y de Lérida.
Por otra parte el caudillo de los Almorávides Syr ben Bekir, que an-
daba en Algarbe de España, tomó las ciudades de Zintiras , Badájor,
Jabora , Bortecal y Lisbona , y todos los pueblos que tenian ocupados
los cristianos, ó no habían tomado la voz d^ los Almorávides : y escribió
el estado de aquella frontera al rey Aly en la luna de Dylcada dd año
504(1111).
En tanto que con varia fortuna peleaban los Almorávides en las fron-
teras contra los cristianos , cuidaban los nobles jeques de Lamtuna, qoc
tenian los gobiernos y alcaidías de ciudades y fortalezas , de ganar la
estimación y voluntad de los pueblos ; pero estos inaslos miraban como
tiranos opresores que como au^iiliares amparadores y amigos ; perod
temor de la caballería y gente de guerra que de contino estaba en Es-
paña , y la que cada día desembarcaba de África, tenia á los naturales
en obediencia de estos nuevos señores. Los cadies , jueces y letrados qae
terminaban sus causas eran todavía mas insufribles que aquellos can-
dillos nacidos y criados en los desiertos entre leones y hamorientos ti-
gres ; porque por lo común era gente sencilla y franca , enemiga de en-
gaños y vileza^, y no tan codiciosa como los cadies que los engañaban,
y á su sombra oprimían á los pobres y desvalidos , y se aprovechaban
del fhito desús trabajos regado con el sudor de sus rostros. Los recao-
dadores de las rentas solían ser por lo común judíos , que las tenían en
cabeza de muslimes y de cristianos, que no eran sino ministros de la
avaricia y codicia insaciable de los otros. '
El caudillo de los Almorávides Syr ben Abi Bekir , que babia vuelto
DE LOS ÁRABES EN ESPA5íA. 415
de siis expediciones de Algarbc á Sevilla , enfermó en ella, y se le fué
agraTaodo sa dolencia tanto que como era ya muy viejo no le sirvieron
los recursos de la medicina, y pasó á la misericordia de Dios el año
507 [1 11 3), y fué sepultado en aquella ciudad. En su lugar se dio aquel
gobierno á Muhamad bcn Fatima , que lo tuvo tres anos , que no vivió
mas tiempo.
En este mismo año el caudillo Mezdeli corrió las comarcas de Toledo
con espantosas algaras , tajando y quemando los campos y alquerías de
aquella tierra hasta la* misma ciudad , derribó el fuerte de Servand y el
de Azquena , y combatió la ciudad ocho días con muchos ingenios , y cu
los fuertes degolló cuantos cristianos habia en ellos , hasta las mugeres
y los niños. Gomo la nueva de estos estragos y del apuro en que estaba
la ciudad llegase á oidos de Albarhanis, rey de los cristianos , vino á su
socorro con poderosa hueste. Mezdeli cuando entendió su venida le-
untó su campo, y talando la tierra salió como á su encuentro , pasó por
delante de él una oscura noche , y siu ser sentido pasó hacia Córdoba
vencedor y cargado de despojos. Luego mandó llevar guarnición á
Arahina y la fortaleció , y puso en ella caballeros y ballesteros , y mucha
gente de guerra. Entonces supo Mezdeli que el conde Garcis, señor de
Guadalgiara, estaba sobre Medina Celim, y partió con escogida gente
nmtraél, y como tuviesen aviso cierto de su ida los del conde Garcis,
luego levantaron su campo y huyeron abandonando el cerco ^ y no se
engañaron en esto , que luego poco después llegó el Mezdeli , y se apo-
deró de sus bagages y máquinas que habían traído. En el año siguiente
de 508 (1114) murió este esforzado caudillo gobernador de Córdoba, y
fué su muerte gloriosa en una escaramuza que trabó en ocasión de
cierta ^trada contra los 'cristianos, en que pereció peleando coma
bueno. Se escribió su muerte al rey Aly ben Juzef , que sintió mucho
la pérdida de tan valeroso caudillo, y dio el waliazgo de .Córdoba al
hijo del mismo llamado Muhamad ben Mezdeli , no menos esforzado y
ardiente que su padre , y por desgracia no le duró el gobierno ni la vida
roas que tres meses , pues deseoso de vengar la muerte de su padre
salió á las fronteras , y murió en aquella cabalgada contra cristianos,
con el mismo valor y destino que su padre.
£n el año 509 (1115) envió Juzef sus naves alas islas de oriente de
I^ña , porque habían entrado en ellas los cristianos robando y ma-
izudo á los muslimes , y de sola la fama de que se acercaba la flota de
los muslimes, huyeron de ellas los cristianos, que no osaron esperar
<|Qe los echaran por fuerza de armas , y se llevaron mucha gente cau-
li^a, y mataron no poca con extraña crueldad.
Alm Muhamad Abdala ben Mezdeli pasó desde Granada con buen
luimerodc tropas de cahalleria á Valencia, eiitró en eUa y descansó, j
<feaUí pasó el año 510 (1 1 16) á Zaragoza , que la tenia en gran apriete
el roy de los cristianos Aben Radmír , que }a cercaba con sus gentes j
talaba sus campos : tuvieron muy reñidas batallas , y le forzó á levantar
^1 cerco y salir de la tierra y comarcasde Zaragoza. jS rey ABiad-J)Q|a
Mh» Jlod dcsconliaudo del caudillo de los Almorávides lupgoque divo
416 HISTORIA DE LA DOMINACIÓN
descercada la ciudad, se retiró con su familia y riqueza ala fortaleza de
Roi-Alyehud, y falto de consejo no sabia si allegarse á los enemigos
cristianos y valerse de ellos, ó ponerse en manos de los AlmoraTÍdcs de
su misma ley y sus auxiliares ; y el diablo le cegó para que tomase el
peor camino, y se concertó con los cristianos que sería su aliadoy
amigo contra los Almorávides. Dice Alcodai que disgustadoslos de Za-
ragoza de esta alianza de su rey , escribieron ¿ Mubamad ben Alhág
caudillo lamtuni, que era wali de Valencia ,*>que«vino á ellos y toda la
tierra se declaró por los Almorávides , y que dio batalla cerca de Zara-
goza, y venció á los cristianos año 512 , en 4 de Ramazan. El rey
Aben Badmir concibió grandes esperanzas de su amistad , y allegó grao
número de tropas, y volvió con todo su poder contra Abdala ben Me^
deli que defendía la frontera de Zaragoza : encontráronse en cercanías
de aquella ciudad , y se dieron sangrienta batalla en que el valerosa
Mezdeli murió peleando coa los roas nobles caudillos de los muslimes,
que fueron derrotados con grave matanza , y los cristianos los persiguie-
ron algunos días. Entonces pasaron los cristianos á Lérida , y la tomaron,
y otras fortalezas del Guf de aquella tierra : y después que fué deshecho
el ejército de los Almorávides volvió el rey Amad-Dola Aben Hud á en-
trar en Zaragoza , concertando su alianza y pérfido trato con Abca
Radmir.
La noticia de estas pérdidas excitaron el ánimo del rey Aly , que dis-
puso pasar á España el año 51! (11 17) ; pero sin perder tiempo ordenó
á su hermano Temim, que mandaba en la Axarkia de España, que
reuniese muchas tropas y fuese á socorrer á los muslimes de las fronte-
ras de Zaragoza y de Lérida, que estaban en mucho peligro de per-
derse. Y cuenta Yahye que Aly pasó á España , y corrió y taló la tierra
. de Galicia , y tomó por fuerza de armas la ciudad de Galambria , y ha-
biendo hecho grandes estragos se volvió á Ceuta : esto el año 511 , y
que dejó por largo tiempo claros rastros de aquella terrible entrada.
Entre tanto congregadas las tropas de Andalucía se juntaron con Te-
mim ben Juzef en Valencia, y salió en su compañía Abu Yahye ben Ta\-
finsu pariente, gobernador de Córdoba , y AI uharaad ben Alhag, wali de
Valencia, y muchos nobles jeques de Lamtuna, y los caballeros almo-
rávides , y mucha gente de guerra ; corrieron á tierra de Lérida , y huyo
de ella Aben Radmir para evitar que le cercaran , y le encontraron y
se dieron sangrienta batalla , que fué de tanta pérdida para los unos
oomo para los otros , y Temim viendo tan disminuido su ejército tuvo
por conveniente el suspender aquella jornada, y se volvió ¿ Valencia
con poco mas de diez mil hombres.
Cuando esto vio Aben Radmir despreció los conciertos que tenia con
Amad-Dola, y le pidió que le dejase la ciudad de Zaragoza. El rey
Amad-4)ola se vio cogido en las redes que él mismo había ayudado á
tender , y no sabia qué partido tomar : y sin responder al rey Radmir
cuidó de fortificar la ciudad cuanto fué posible, y proveerla para el
eerco que esperaba. No se descuidó Aben Radmir en buscar gentes de
loa montea de Afranc , y con infinita chusma de gente que paredan hor-
D£ LOS ARAfi£S £N £SPAI«A. 417
nugaera , ó tropas de langosta^ yinieron á cercar la ciudad de Zara*
gon , j ordenaron sus combates , y labraron torres de madera que con-
dudan con bueyes , y las acercaban á los muros, y ponían sobre ellas
truenos y otras Tcinte máquinas , y tenían esperanza cierta de tomarla,
T asi apretaron el cerco , y la pusieron en tanto estrecho que pereda
de hambre la mayor parte de la gente, pues como la ciudad era muy
poblada y de mucha gente, no bastaron las provisiones que se habían
podido Uéyar antes del cerco : y asi enviaron á tratar de avenencia con
el rey Riidmir , que ya no esperaban socorro ^no del cíelo : el rey Rad-
mir les ofredó seguridad en sus vidas y haciendas , y que fuesen libres
eu inorar en aquella dudad , ó retirarse á otra parte : y con esto se en-
tregó la ciudad , y muchos nobles muslimes pasaron á Valencia y á
Murcia : esto pasó el aiio 512 : el rey AmadDola se retiró con toda su
ramilla ala fortaleza de Rot-Alychud. Pocos dias después de entrada la
ciudad do Zaragoza , llegaron diez mil caballos que enviaba de África el
^y ^^J 1 7 como entendiesen que ya la ciudad estaba en poder de los
cristianos se detuvieron antes de llegar.
£n el año siguiente, ufano el rey Radmir con sus victorias congregó
su gente y entró la tierra de los muslimes, y envió contra el Temim
una Herida tropa de caballería y peones r encontráronse con d enemigo
de Dios en un lugar llamado Cutanda y se trabó muy reñida batalla en
que d enemigo rompió y deshizo á los muslimes con cruel matanza ,
pues murieron veinte mil voluntarios, aunque de los otros ninguno;
J huyó d resto^el ejérdto desbaratado á Valencia : murió en esta ter-
rible batalla A bu Bekir ben Alari, y entre otras personas y caudillos
do cuenta el alfaquí Ahmed ben Ibrahim Abu Aly, que era cadi dcXil-
vis : *fué esta desgraciada batalla en jueves 1 9 de Ranie ^ primera , año
514 (1120). Con esta victoria el enemigo de Dios entró en Medina Gala-
tAyüb, que está en aquella frontera oriental de España, y desde ella ccn*-
ría y talaba las tierras de los muslimes ^ y se fortiflcó en aquella comarca
sin dejar de hacer sus cabalgadas en tierra de Alg&f .
Estas desgracias llegaron á noticia del rey Aly ben Juzef y ordenó el
pasar en España con propósito de hacer la sagrada guerra, y mejorar
<*! estado de sus fronteras, y esta fué su tercera pasada á España , y pasó
cou él innumerable gentío de los Almorávides , de alárabes voluntarios
de las tribus de Zenetes y Masamudcs y otras de berberíes , y habiendo
pasado venturosamente llegó con su ejército á Córdoba. Allí vinieron á
M prcsenda todos los walíes y alcaides de Andalucía y se Informó de
ellos del estado de cacm provincia y dudad y de cuanto pertenecía al
buen gobierno de ellas : dio d eadíazgo de Córdoba que tenia Aben
Raxid al cadi Abul Cascm ben Hamid, y partió á tierra de Algarbe, y
entró por fuerza de armas en Medina Sanabría ', matando y cautivando
?entc , y con la misma crueldad trató á muchos otros pueblos dd Al-
S^rbc , estragó los campos , robó los ganados y pasó destruyendo y que-
' fNro5,*i» de nabic po»lrera.
' 1*1 VM fftá fiudad es la ll«iii«da CalambrÍA en U entrada »f guuda.
27
4U HISTORIA DE LK DOMINACICMI
mando ciuunlo encontraba hasta qne sojuzgó toda aqadla tierra , que
dejó asolada y como desierta : huian los cristianos delante de su Tcnce-
dora hoeste despavoridos, que no bailaban refugio para defenderse de
aquella torriUe y fidminanle tempestad sino en los montes y oastill»
roqueros Inaccesibles.
CAPITULO XXVL
Innirreeeiott en Górdoba eontra tos AlmoráTides. JUborolo en ACrica. Origen de'AbdaU
ó el Mehcdi.
Al afio siguiente de 515 (1121) se volvió el rey Aly á África dejando
encargadas las cosas de España á su hermano Temim, que no tuvo hora
de reposo.
Dice Yahye que la ocasión de la cuarta venida del rey Aly á España
en el año mismo de 515 fué á causa de un alboroto é insurrección popa-
lar que sucedió en Córdoba siendo wali de cUa un principal caudillo lla-
mado Abu Yahye ben Tobada. Fué la causa que suscitó el alborotóla
Insolencia de los Almorávides que componían aquella guarnición , que
hacían todo género de agravios á los naturales y yecinos de la ciudad ,
pues no solo les robaban sus bienes y estragaban sus jardines , sino que
entraban en sus casas y les forzaban sus hijas y mugcres. No bastando
quejas ni venganzas particulares para contener la inscdencia de aque-
lla tropa de arrogantes africanos, los vecinos se araotinaVon, y tomando
las armas á voz de común acometieron á los Almorávides y mataron
muchos de ellos , y como se hiciesen fuertes en casas y torres los.ccr-
carony minaron , entrando en ellas con furor, y degollaron á cuantos se
les ponian delante. La nueva de este alboroto llegó muy presto al rey
Aly que estaba en Marruecos, y creyendo que era necesario su presencia
para remediar los inconvenientes que de este suceso podían resaltar, sí
las demás ciudades de España seguian el ejemplo de Córdoba, luegodis-
puso volver á gran prisa, y para esto congregó mucha gente de guerra de
las cabilas de Sanhaga y Zeneta y Masamuda y de los berberíes de las
sierras * de Daren, y con innumerable gente de á pié y de á caballo paüó
á Andalucía, y sin detenerse llegó delante de Córdoba , y encootrú las
iTeliqoias de la guarnición y al valí Abu Yahye que hablan podido sal-
Tarse huyendo del furor y venganza popular. Los de la ciudad como en-
tendiesen la venida del rey Aly cerraron las puirtas de Córdoba y bar-
rearon las calles que sallan á la muralla, y se fortiCcaron y apercibieron
para esperar un largo y riguroso cerco : asimismo tuvieron su consejo
sobre lo que convenia hacer en estas circunstancias, y cómo podían
obrar contra su rey Aly en aquel caso en que sus propios ministros j
soldados les habian dado motivo y causa justa de tomar las armas , y los
alimcs y alfaquíés de Córdoba dijeron que convenia hacer sabi^* al rey
que aquel alboroto y rebelión no había sido voluntario en los de la ciu-
1 Atlas ó montes claro».
DB LOS AEABES EN BSPAÑÁ. 419
ÚMá , 8Íao fonadoe dd natural derecho defendiendo sna propias yidas ,
sos familias y nrageres , no solo sos haciendas ; que el origen y causa
del mal habia sido la insolencia de los Almóratides , y en eUos estaba y
de sa parte la injnsticia dd caso ; qne si el rey Aly , después de infor-
mado de la verdad de aquel suceso, porfiase en ayudar y proteger el ]par-
Üdo do los insolentes y soberbios causadores del mal, en este casólos
de Cárdoba harían justa resistencia al rey Aly en defensa de sus perso-
nas , vidas , honras y haciendas , y debian mantenerla hasta que Dios
quisiese poner remedio & las desgracias. Con este parecer los de Córd(ri)a
negaron la entrada al rey Aly , que combatió la ciudad por muchos dias
hasta que cansados los vecinos de las fatigas é incomodidades dd cerco
y de los combates se convinieron en enviar una embajada al rey Aly para
n^arle que tratase ¿ la ciudad como suya y se acordase de los encargos
que al morir le habia hecho el rey Juzef su padre acerca de Córdoba ,
que perdonase sus excesos, pues si miraba la ocasión de ellos eran harto
disculpables. Los enviados fueron los mas nobles de la ciudad, y el rey
los recibió bien y se concertó que la dudad pagase cierta cantidad de
doblas para recompensar ¿ los Almorávides que hablan perdido sus
bienes en la insurrección , y cuyas huertas y casas hablan saqueado. Asi
se concluyó la avenencia á satisfaccioa de todos , y entró el rey en b ciur
dadjr todo quedó sosegado. Pocos dias se detuvo d rey Aly cnCórdoba,
pues le avisaron de África queen el reino de Sus Alaksá se habia levan-
tado el Mehedi.
Laa asonadas de guerra y levantamientos ¿e gentes en África que fue-
roD causa de la partida dd rey Aly fueron ocasionadas por d Mehedi^
coyo aparecimiento alborotó toda el África y h puso en armas por mu-
chos años^ y fué causa de arruinar el poderoso imperio de los Almora*
vides, dueños de la principal parte de África y de Espada , y que en
ambas r^íones apenas habia pueblos que no les obedeciesen y temiesen
ra potenda. £1 origen de estas cosas fué de esta manera.
Un hombre llamado Abdala hijo de Tamurt, que después tomó d
WMnbre de dMehedi, africano de k tierra de Sus, de k cabila Masamudaí
partió á oriente y oyó á los sabios de aqudla tierra , y en espedd al oó*
lebre Aben Ahmed AlgazaU, con el cual estuvo tres años : después de
este tiempo se tomó á Afriáiy entró en día al príndpio de la luna Rabie
primera del año 510 (1116). Prindpióseá divulgar su compostura en el
vestir, su austera santidad, su enérgica y libre predicadon reprendiendo
loa vicios del común y de los reyes , conmoviendo é inquietando los áni-
mos del pueblo, y dándose d titulo del Mehedi para atraerse los pue-
blos ignmuites y supersticiosos que no descubren las intenciones tirá-
nicas de estos impostores.
Como llegase á cierta aldea en confines de Tdencen llamada Tejcm
encontró en día á Abdelmumcn ben Aly, mozp de buena disposición y
liermoso de rostro, que estaba de camino para oriente en compañía ée
un tío suyo que lo libaba á estudiar. £1 Mehedi se concertó con d y le
prometió que le enseñaria las letras que iba á buscar al oriente, y el lio
de Abdeimnmen fué contento de esto. Ensenóle cuanto conducía á sus
4:20 HISTORIA DE LA DOMlflAGiON
Intenciones estando en d anrabát de Mebla , y en especisl ciertas ^t(h
fecias escritas en un libro que ]c mostró, donde se decia : No se leyanfará
el imperio de la Tida y de la ley sino con Abdelmumen, luz délos Almo-
rávides. Luego que le tuvo instruido^y acomodado á sus designios le
nombró su vizir, y partieron á tierra de Beni Xiris, donde le sí^ió
otro mozo llamado Abu Muhamad Bckir, y pasaron juntos á la ciudad
de Fez, y desde allí á Marruecos , y en esta ciudad acaeció que un dia
de Giuma en que todo el pueblo estaba en la mezquita mayor para ha-
cer su azala, este Mubamad ben Abdala se adelantó á la primera hilera
delante de todos y en donde solo se solia poner el imam. Todos se ma-
ravillaron de esto , y un ministro de la mezquita llegó á él y le adyírlió
que alli solo podia ponerse el rey de los muslimes. Aben Abdala volviu
á él la cara con mucha severidad y grave reposo y le respondió con (v
las palabras del Alcorán : inne el me$agide lillahi , ciertamente los tem-
plos son solo de Dios, y prosiguió el capítulo teniendo suspensos á to-
dos, y mirándole todos con admiración. Gomo de allí á poco llegase el
rey para hacer su oración todo el pueblo se levantó para hacerle el acos-
tumbrado comedimiento , solo Aben Al)dala no se movió del sitio qnc
había tomado , sin alzar los ojos á mirar al rey ni hacer la mas mínima
mudanza , todo lo cual fué muy notable para el pueblo, que se maraTíDó
mas de él. Acabada la azala fué el primero que se levantó á saludar a)
roy, y al fin de su azálam le dijo : Remedia los males é injusticias de
tus reinos , porque Dios t^ pedirá cuenta de todos tus pueblos. £1 rey
Aly no le respondió palabra , y las palabras de Abdala causaron el efecto
que él deseaba en los ánimos leves del pueblo. £1 concepto que d rey
hizo de él fué que seria algún hombre santo , qiie debía de haber hecho
profesión de morabút austero y celoso , y le mandó decir que sí tenia al-
guna necesidad ó negocio, que lo dijese para que se le despachase á su
voluntad , y respondió muy mesurado y vano , que sus negocios no eran
de este mundo ; sino en cuanto trataba de corregir la liviandad y mahs
costumbres de los pueblos. Esto puso en al^un cuidado al rey Aly. y
mucho mas entendiendo que predicaba públicamente contra las profa-
nidades y deleites excesivos así en las plazas como en las mezquitas^ ha*
cténdose en todas partes tan notable y llevando tras si mucliedumbrcdr
pueblo que le escuchaba con admiración. £1 rey mandó á sus alímes qoe
le tanteasen y examinasen y viesen qué concepto podia hacerse de cK s
ora sabio , sí sus trazas ó intentos erad buenos ó cautelosos , y dignos de
atención. Entre estos alimes había uno muy principal llamado Abo Ab-
dala Melic ben Wahib , andaluz , y para cumplir con lo quo el rey les en-
cargaba conversaron varias veces con mucha cautela con el Mcliedi,
y trataron con él de ciencias y de letras , y en otras muchas cosas , y al
fin enterados del carácter, ánimo é intentos del Mchedi, y tío engaña-
dos en sus sospechas, vinieron al rey y le diieron el juicio qoe habías
formado de aquel hombre, y como entendían que se debia haaT con
él. Señor, dijeron los alimes, no hay duda que este trata de scdudr y
alborotar los pueblos con graves novedades y escándalos , conviene po-
nerle én prisión y aportarle de la conmnicacion del ignorante vulgo . }
, DE LOS ARAB£S EN ESPAÑA. 4;?f
Melic ben Wahib , ano de ellos , dijo : O rey, que Dios parpétAe , haz
puaesle hombro ona prisión de hierro si no quieres que le hiaga gastar
ona casa de oro : otros le di jeron : Señor, pona este hombre en hierros
7 cadenas, si no quieres que te haga mañana oir los atambores en cam-
pana. En esta junta que el rey tuvo do alimes y de jeques estaba su yidr
(Hman ben Ornar, y pareciéndole mucho temor el de aquellos alimes, y
que no debia de dar temor á un tan poderoso rey como Aly un hombre
hajo j de ningún valor, soló y mexquino , dijo al rey : O selSor, vano y
sio razón es el temor y recelo que manifiestan estos alimes : no cuide
vuestra grandeza muy sublimada de poner sus ojos y atención en un
bombre miserable ni en sus opiniones y extravagancias. Con este consejo
se sosegó el ánimo del rey, que qo hizo mas caso por entonces del Me^
kedi. Este continuaba su predicación y le dejaron ir libre divulgando
^us opiniones f retiróse á Fez y estuvo en aquella mezquita cuatro años,
hasta d 514 (1120) en que pasóá Marruecos sin contenerle la presencia
del rey y de la corto en sus celosas predicaciones. Entraba en plazas y
aljamas siempre acompañado de su vizir Abddmumen, y con su acos-
tumbrada libertad de filósofo reprendia los vicios y el Úbertinage^ los
abusos en el vino y deleites, y rompía lleno de celo los insírumentos
QHisioos que acompañaban los bailes y cantares de disolución * todo esto
súi licencia de los ministros de las aljamas , ni del rey, que solo toleraba
j coQsentia este escándalo porque se lo ocultaban ó disminuían. Llegó
eo fin á sus oídos el alboroto y la inquietud que este hombre elcitaba,
y le hizo venir á su pre^ncia, y le dijo : Ola, buen hombre^ ¿qué es
kqne de ti me dicen? y respondió con mucho reposo y gravedad :
¿Qué te pueden decir de mi , sino que soy un pobre que anhela por la
obra vida y nada quiere de esta? yd no tengo en este mundo mas nego-^
cto que el mío propio , que no es en verdad de este mundo. Maravilloso
el rey Aly de su respuesta, y mandó que los alimes disputasen con él en
stt presencia. La plática fué larga y docta ; pero el fin de ella no fué de
satisfacción para el rey, ni de convencimiento para los sabios, que repi-»
ftron al rey sus recelos, y le aconsejaron que no permitiese que aquel
hMnhre predicase ni enseñase sus doctrinas y novedades : que seria
bueno que le hiciese á lo menos salir de la ciudad , porque seducía y al-
borotaba loa leves ánimos del ignorante vulgo. Asi lo mandó el rey, y
partió con sü vizír y amigo Abdelmumen fuera de la dndaff , y no muy
lejos de ella : allí entre unos sepulcros hicieron una choza , y allí per-
maaeció, y alli acudía por verle y oírle mucha gente , y tantos venían á
buscarle y tantos concurrian , y tal fama se divulgó de su virtud , que le
rodeaban de continuo mas de mil y quinientos hombres, dispuestos á
Kguirle adonde fuese , y prontos también á cumplir en cuanto les man-
case su voluntad. Aquí principió á ponderarla irreligión y liviandad
de los Almorávides , hablando con osadía asi de los vicios del común
de ellos, como también de los principes en que hallaba harta materia ,
y en este tiempo comenzó á decir que él era el Mehedi prometido por
Dios, que venia al mundo á reformar las costumbres estragadas de los
bombres , y h darles instrucciones rectas , y encaminarlos en la senda de
422 HOTOUA DE lA MMIIUCIOII
la ?crdid y caaiaa de la justicia ^ y ¿ anieilarifls fae solo Dioi es d
veicdadero aeñor. Grecia el crédito éd c\ Mehedi y el oúoiero de sus le-
oaaces^ y el rey Aly temió que se suscitase alguna subleyadoa por
causa de aquel fanático , y le envi6á decir : que temiese á Dios , que no
inquietase al pQd>lo , que no estuviese mas en la ciudad : y respondió
el Mebedi i Ya obeded tu mandamiento , y tívo entre los muertos, en
una miserable choza, y no pienso sino en la Tída eterna y en no hacer
easo de los heregos. Entonces el rey mandó quele prendiesen y le oorUh
sen la cabeza ; pero el mandamiento no fué tan secreto como€on?enia,
y avisado de eUo el Mehedi se pasó á Agmát , seguido de sus mas feno-
rosos discípulos , y desde alli pasó á Tínmál en tierra de SAs, y entró
alli en la luna de Xewal del aj|o 514 (1120). AHi predicaba con enten
libertad sus nuevas opiniones y ceremonias, siguiéndole muchedumbre
de gentes de aquellos bárbaros , y conociendo que ya era tiempo de pre-
dicar armas, violencias y guerra á los que él llamaba tiranos y h<HPego,
habló un dia á sus secuaces estas razones : Las alábanlas á Dios que
hace su voluntad sin que su cumplimiento pueda resistirle ninguna fo-
tenda, ¡ ni quién estorbará sus eternos decretos ! la gracia de Dios lea
eon nuestiro señor Muhamad su enviado : el cual anunció la venida del
Mehedi imam , que llenará la tierra de j nsticia y de equidad , en vet de
las iiqustieias y maldades de que está cubierta , arrancará la tiraníaqne
la oprime y hace gemir debajo de sus injustos pies. Enviarále el Seíor
cuando'la verdad esté oscurecida de la falsia, cuando la justicia esté
destorrada y suplantada de la iniquidad , y en el trono de la bondad j
rectUud esté sentada la tiranía. Su patria será el apartado SAs AUsá ,
su tiempo d úHimo, su nombre el nombre, y su^npresa la de encaod-
Dar oomo buen encaminador, y este es el intento que me ocupa. Aera-
das estas palabras se levantaron diez varones de los que le seguían^ y
entre ellos su vizir y amigo Abdelmumen, y le dijeron : Señor nuestro,
loque nos acabas de dedr, y la descripción que nos has hecho dd pro-
metido Mehedi á ti solo conviene, tú eres nuestro Mehedi, nnesiro
imam , y ¿ tí juramos cumplida obediencia : y le juraron allí debajodc
un algarrob9 , ¡prometiéndolo de estar siempre aunados con él , y ser sis
núsmas manos para defenderle y ayudarle haciendo guerra á todas ges*
tes que se le opusiesen , y derramar su sangre en su servicio. Los be^
beries á imitación de los diez varones se levantaron también , y jonra
seguirle, defenderle y ampararle, haciendo guerra por su nnuodadoí
qmend quisiere, y morir si necesario fuese por servirle , pues á en sa
Mehedi, sin que les iutimidasen los trabajos, muerte y afficdonefl qoe
por su causa se les ofrecerían. Los diez varones que primero le jOFarn
fueron estos s ^ Abddmumen Ben Aly, Omar bea Aly, Aznág Abn Mu-
bmnad Albaxir, AbuGhtafax, Aben Yabye ben Yanti, Sqliman bcnChalaf,
Ibrahim bou Ismail Alhezregi, Abu Muhamad Ahdel WabidAladri,
Abu Amran Muaá ben Temar, y Abu Yahye ben Jalút,
Después de estos diez le juraron otros cincuenta , que fberon de hs
* Hay alsvat aüértuelt en Im nombres d» eitós Tarenrt en todof Im lilitdriadoif»-
W LOS ÁRABES EN ESPAÑA* 4n
princípile», y daviies de «sU» ciiieoealA9cpie9eQlivoná|iiNriefle«-
tenia Yarones, que bicíeron los mismos jorwnaitosy eeremonias quo
se hab jaa becbo en el día de la jora común , yde eatos formó dos oodm»
JM, qaellamóddeloscíocuentay el délos setenta : ypara mayor aa*
toridadsoya^ los negocios mas grayes los trataba solo con los dieipríii*
opales ministros *. los negocios de menos importancia los determinaban
los dd consejo de los cincuenta , y los fáciles y ordinarios se tratidwn y
decidían en el de los setenta ^ y en todos era absoluta su potestad. Detn^
yiéroose los que le juraron enTinmál, basta la luna de Ramaiandél
^515^ y la jura soleóme se celebró elGiumá 15 de dicba luna de
Ramaian, ala borade la a^alade adobar, y ¿ la mafiana dd dia si-
guiente sábado pasó ala mezquita, y subió al almimbar, y les predicó
á lodos, y confirmó su cargo de Mehedi diciendo : Vanmes de TinlnAl ^
joioy Tuestro Afebedi ó encaminador , queyengo áenseiíarosA conocer
á Dios, Señor y Griad<»' de todas las cosas, justo Juez de todas las cria*
tu^ i y los eiliort6¿ seguir sus banderas contra los hereges, ydestdia
rodeado de sus diez ministros que tenian desnudas sus espadas. Partió
liu^ por aquellos montes y anduvo vago y errante, predicando y
atrayendo aá los rústicos moradores de aquellas montañas, de manera
que cúligregó gentío innumerable , y cada dia se acrecentaba viniemto
ácl gente de todas partes , y todos le admiraban y aplandian , y le He-*
aaban de bendiciones ; sus discípulos enseñaban la unidad de Dios en
kogna berberí, y como toda «ra gente muy rústica ó ignorante, f su
unidad de Dios muy simple y sencilla , que no les bablaba de atr ¿utos
oideAIcoran, todos los oían con gusto , y se acomodaban ¿ su doctrina s
asi foé que llevaba tras si' de la tribu Masamuda mas de veinte mil
boodnres, y de estos escogió para las armas diezmtl valientes , y con la
bandera blanca los encargó á Muhamad Albaxir , y pasó can diosa
Medina AgmAt.
CAPITULO XXVII.
Overra entre los Almohades y Almoratides.
Cuando esto sopo el amir Aly , que estaba en España , vino luego á
África, y envió /H>ntra dios un ejército de los Almorávides, que en-
cargó al wali de Sus Abu Bekir de Lamtuna, d cual fué á buscar al
rebelde y alborotador Mebedi , pensando que de una ves acabaría con
sos imposturas y escándalos < pero informado do la infinita ohuama quo
le seguia de las csbüas de Herga , Tinmál , Hinteta, Gidmtiua y Hescura,
qpe todas son tribus y familias diferentes de berberíes, y del orden y
disposidoD de guerra ipietraian, temió el pdear con ellas y se retiró ,
J refirió al rey lo que pasaba : que d Mehedi no venia seguido de sola
RCDte mezquina, y allegadiza , sino de bien ordenadas bandeas de com-
batientes, que á cada diez bombres de guerra tenia un cabo ú abnoca»
den que los dirigía , bien repartida la caballeria , y los tiradores y balles-
teros con muchos caudillos esforzados , dispilestos á morir en defmsa de
4U HISTORIA 1>K LA DOMINACIÓN
8tt imam. Entonces el rey Aly mandó allegar mas tropas y qoe nnidüs á
las que tenia Aba fiekír*, y acaudilladas lodas por sa hermano Aba
Ishac Ibrahim fuesen en busca de los rebeldes. Encontráronse en ba-
talla campal , y estando los ejércitos en arden de batalla nnos enfrente
de otros y á punto de acometerse , no se sabe por qué súbito temor, ni
qué hubieron de ver los Agemies y demás caballeros que estabas en h
delantera , que todos Yolvieron brida y huyeron á rienda suelta , desor-
denando y atropcUando á todo lo demás del ejército , que también hizo
lo mismo , y en un punto quedó el campo desbaratado , de manera qoe
sin pelear quedaron Tencidos tos del rey Mj , pero los del Mehediqne
los sig^uieron ensangrentaron bien sus lanzas^en sus espaldaisí , y mataron
muchos de ellos. Se apoderaron del campo y de las riquezas , armas y
caballos que traían el tren de pabellones y provisión de los Almorávides.
Cuenta Abu Jair que no dio tanió pesar al rey la derrota y vencimiento
de este ejército , cuanto le entristeció el saber de cierto que se le había
rebelado la tribu de Hinteta , y otras tribus de gente muy esforzada : asi
que muy encolerizado mandó poner luego en orden otro ejérdlo muy
numeroso, -y lo encargó á un cabaUero llamado Syr ben Musbdi de
Iduntuna, que viniendo á encontrar á los de el Mehedi trabó con eUm
muy reñida y sangrienta batalla , y fueron yencidos los Almorávides eoo
horrible matanza. Ufano con estas victorias preguntaba el Mehedi á los
suyos : O Almohades, que asi se llamaban sus secuaces , ¡ qué dicen de
vosotros los de Lamtuna ! Y le respondieron que los Uamatmn por infa-
marles abarixes , apóstatas , renegados , y les dijo Mehedi : Pues con
mas razón los podéis vosotros llamar muxesimines y zerragines, como
apartados de k verdad, y extraviados del verdadero camino. En esta
ocasión escribió el Mehedi una carta para los Almorávides llena de so-
berbia y arrogancia, que decia asi ; «A la gente engañada del demonio,
contra quien Dios misericcHrdioso está airado , á la junta y compañía
enemiga, á la soberbia gente de Lamtuna : después de esto : en verdad
que os mandamos hacer lo que mandamos á nuestra gente y á nuestra
misma persona, asi acerca del temor de Dios y de su perpetua obedien-
cia , como para que creáis que el mundo fué criado para después aca-
bar en nada , y que el paraiso 6s para los que sirven á Dios y le temen,
y Gihenam y sus tormentos de eternidad para los descreyentes que ofen-
den á su divina magestad : pues es razón derla seguala ley de nuestra
señor y profeta Mahomad , que nos tenemos imperio con derecho sobre
vosotros , y que si pagáis este derecho y cumplís esta obligación ten*
dreis paz ; pero sino, sabed que ayudados dd invencible poder de Dios,
os haremos guerra matándoos y destruyendo vuestras hadendas, basta
borrar del mundo la memoria de vuestro nombro. Quemaremos vues-
tros pueblos, asolaremos vuestras ciudades, no quedará de vuestrascasas
ni de vosotros rastro alguno : y sabed que esta carta servirá de disculpa
de lo que justamente padeceréis, pues os avisa con tiempo de loque
os conviene, y es bien cierto que se disculpa quien antes avisa : salud
en cuanto permite la ley queos salude ; pero esta no concede ni consiente
que os demos salud de amistad. »
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 4?5
Cnenla el Redarki que al rey Aly dieron gran cuidado las victorias
ddMehcdi, qoe estaba triste y muy solicito sin poder desechar d^
sa corazón d deseo de venganza que le atormentaba , y traia á todas
horas en su imaginación mil pensamientos y trazas para acabarle y ven»
cerle : asi que luego dispuso nuevo ejército que fuese contra él, y
escribió á los pueblos y cabilas que todavía noestaban rebelados, exhor-
tando á todos á que hiciesen guerra al rebelde. En 3 de Xaban del
año5t6(1122), se juntó un nuevoejércitoconórdende que peleasen de
poder á poder con los rebeldes Almohades. Encontráronse los ejércitos
ytrabaron cruel batalla ; pero los enemigos, que tenian mucha y buena
eaballeria , los rompieron y desbarataron , de manera que entró cu los
Almorávides tal espanto y temor, que estaban atónitos y atemorizados
que no osaban esperar el encuentro de los enemigos, y todos llegaron
a sospechar un desventurado suceso de aquella revolución y alzamiento
de él, y cuenta el Zuhairi que se halló presente en Marruecos, y vio
salir un florido ejército , que el rey Aly envió á las montañas contra los
Almohades, que iba por caudillo de la hueste Abu TahirTemimsu
hermano, caudillo de tanto valor y esperanza , que este poderosoejército
sainó las sierras en busca del enemigo , y estando al pié de los montes
en que andaba la gente del Mehedi ordenó Temim sus tropas con sumo
concierto : que principiaron á subir la cima de la montaña por diversas
partes; pero cuando llegaron á las mayores asperezas y guajaras de
aquellos riscos , sin saber porqué á la entrada de la noche se desorde-
naron y comenzaron á echarse por aquellas breñas y despeñaderos, asi
los de á pié como los caballeros, con tanta precipitación, que la mayor
partede ellos Tueron despeñados y quedaron muertos en los barrancos,
jfoeron vencidos sin pelear ni ver al enemigo, de suerte que pocos
Tolvíeron á Marruecos. Fué esta desgracia cerca de un pueblo llamado
Quig, Los Almohades bajaron persiguiendo las reliquias del ejército
que había quedado en compañía de Temim hasta llegar á la sierra *
de Viríkua , alM salió al paso de los Almohades el caudillo Yetti de
l^mtuna con tropas de Almorávides , que pelearon con harto valor en
ajuda de los suyos ; pero al fin fueron vencidos y desbaratados, y el
caudillo Yetti murió peleando con muchos nobles de Agmát.
Después de esta victoria se retiró el Mehedi á Tinmál y dejó aquellos
montes, y trató de poner su asiento en aquella fortaleza tan acomodada
por su natural disposición para resistir á cualquiera potencia. Cuando
ile^ó repartió las tierras y casas entre sus compañeros y cercó la ciu-
dad de altos y bien torreados muros , y en el monte que está sobro la
ciudad y la señorea edificó una fortaleza con muy fuerte muro , y desde
aquella alta cumbre dominaba no soto la ciudad y la sierra en que está,
siwi también los campos que tiene á la otra parte , de manera que no se
sabe que haya ciudad mas fuerte que la de Tinmál : no puede entrar en
ella liombre á pié ni á caballo sino por dos entradas, una á oriente y
otra á occidente que es como de. va desde Marruecos , cada entrada es
* EMá á (• pane meridiraal de Agmát*
426 HiSTMUA DK LA DOMIMACION
una «ngosla senda, de manera qne es fonsoio apearse para cntfar por
oUa, y es menester ir con gran cuidado para no despeñarse ? este cami-
no tan estrecho está abierto ¿ roano y picado en k dura peña tajada y de
profundos despeñaderos por un lado, y por el otro altos y escarpados
riscos : en partes ta senda está cortaüda con las quiebras formadas de
los arroyos y derrumbaderos de agua que bajan de ks cumbres; pero
estas quiebras y cortaduras de la peña tienen sus puentes de madera dis-
puestos para que en caso que sea necesario so leyantcn, y entonces
aquel espantoso camino y estrechura queda inaccesible qne no es posible
pasar adelante, ni Yolver atrás. La longitud de cada una de estas en*
tradas es camino de un dia , y k ciudad está puesta en lo mas áspero
de los montes de Duren , sierras que desde el océano occidental de Africi
corren hasta los montes de Tclencen donde se juntan con otras cor
dUleras de montes, que se dividen en diversos gajos hasta Gabis y Ha-
mano lejos de Trabólos , qne es camino de dos meses. Habiendo Alehedí
fortiGcado k ciudad de Tínmál envmba gentes á crarer k tierra, j
descendian do sus montes como impetuosos torrentes de invierno y en-
traban en los campos y pueblos del rey Aly , haciendo en ellos muerlcs
y continuos robos, rebatos y alboradas. Los pobres moradores de aqoelk
tierra se quejaban al rey de sus daños y continuo desasosiego , y pedían
á su rey que los librase de tan crueles enemigos. Uabia el rey censa-
mido grandes tesoros en disponer ejércitos para contener á los rebel-
des, y deseando atajar sus correrías y que no bajasen de la sierra, con-
sultaba con sos caudillos cómo seria bien hacer la gnerra á esto
rebeldes y acorralarlos en su nido de Tinmál : foéle dicho qne eo sos
cárceles habia un mancebo andaluz llamado Faleki , honitoe arriscado
y de grande ingenio que estaba preso por famoso kdron y salteador de
caminos , qne este tal vez cumpliria los deseos de su mageatad, ó harii
algo de lo que pretendk. £1 rey le perdonó y le mandó qnehideK
como se akjasen las correrlas y daños de los de Tinmál. Y d FaleU
mandó labrar una fortaleza en tal disposición que sin mucho riesgo e^
torbaba ks correrías de los Almohades con un mediano presidio de
gente de á cabaUo escogida , y buenos ballesteros , que los ^ñltaban en
las angosturas de los montes yak venida ü á la vuelk los acometían j
desbarakban de manera que por este medio se aseguró la tierra Uaoa de
los robos y continuos sobresaltos que sus moradores padecían.
CAPITULO XXVIII.
GoBtinua la materia del artieala precwdenta.
Tres años estuvo el Mehedi sin salir de Tinmál sino á cortas algaras
contra los vasallos del rey Aly. Su orgullo y vanidad no k coosenüa
estar tanto tiempo encerrado , sabiendo que su nombre era ya tan pú-
blico y temido por todas partes por sus extrañas victorias y ventorosos
sucesos , sin haber tenido nunca contraste ni desmán nokUe. Así que
M LOS ÁRABES £11 ESPAÑA. 427
peuó que daWa esforzane y salir abiertamente contra d rey Aly, y
cercarle en sa misma eorte de Marmecos. Para este fin escribió ¿ las
tribus de sa obediencia ^ mandándoles qne yiníesen ¿ unirse con él en
Tinmál^ y laego vino muchedumbre innumerable de diversas partes
con gran aperdbimiento de armas y caballos , de manera qne en pocoa
4ias tenia ^ cnarenta mil bomfares la mayor parte de infantería , y ncmn
bró por CMdillo de ^stas tropas al jeque Abu Mubamad d Baxir, uno
de Im dief yarones de su compañía , y le ordenó que fuese contra Mar-
roeoos oon resuelta determinación de apoderarse del imperio de África.
No filé el Mehedi ¿esta jornada porque se sentía enfermo. Venían estas
tropas hacía Marruecos y se les juntaron en el camino los de Agmáty las
tnbos de Hesraga y de€hesm y otras , lo cual sabido del rey Aly mandó
alistar un numeroso ejército de cien mil hombres de ¿ pié y de caba*
Ueria. Encontráronse los ejércitos cerc¿i de. Marruecos, y los Almora*
vides aoometieEon á sus enemigos confiando en su gran muchedumbre ,
y quiso Dios que fuesen yencidos con crud matanza y yolyieron huyen-
do lleyando sobre sus lomos las espadas de los Almdiades, que los alan-
cearon hasta las puertas do la ciudad. Murieron muchos de los
Almorayides asi en la batalla como en el alcance y en la entrada de la
andad. Cercáronla los Ahnohades con propositado no leyantar el campo
hasta entrar en ella ó morir en la demanda. Salían los Almorayides y
ks daban recios rebatos y trababan sangrientas escaramuzas con odio y
rabia implacable , y quedaba el campo cubierto de cadáyeres para sa-
broso pasto de ayes y fieras. Había en la ciudad cuarenta mil caballos , ^
y de infanteria y ballesteria muchedumbre sin cuento , y cada dia se
iban disminuyendo y apocando. Habia entre los cercados un caballero
andduz llamado Abdala ben Humusqui que era capitán de cien honsbres
de Anddttda, y era de las compañías del caudillo Abu Ishak , y como
estuyiese un dia en pdado delante del rey con otros capitanes y cau'*
díUos hablando de las cosas de la guerra y de sdidas contra los enemi*
gos, dijo bI rey t Señor, ninguna cosa nos hace mas despreciables á los
ojos del enemigo que d estarnos encerrados detras de los muros de la
ciudad. Rióse el rey de su dicho , y le pareció que aquel mozo no co^
noda la necesidad de defenderse de aquella manera , habiendo sido ya
yencidos tantas yeces en campo, y el caudillo Abu Muhamad, que tam-
bién tuyo por leye su razón , le dijo con sonrisa : Piensa el capitán Abu
Abdda que pelear con los Almohades es pelear con los cristianos : y dijo
d andduz : Ya conozco el modo de pelear los unos y los otros, y también
he acaudillado yo á los Masamudcs que ahora son nuestros contrarios ,
y en ycrdad qne si seguimos haciendo como hasta ahora adelantaremos
muy poco. Escójase los tiradores, quo muchos hay entre les nuestros de
gran destreza, y no sean mudios que se estorban unos áotros, y estos
yengan puestos entre gente escogida de á caballo , qne si como os ruego
me ooncedds, yo saldré con trecientos andaluces y número de buenos
tiradores , y se yerá la razón que tengo. Dióle el rey licencia y escogió
• Mee AMH tfillin traiiiU mil.
428 HISTORIA DE LA DOMINACIOK
trcdentos eaballeros, y como hubiese visto que los cnemip)s usaban
de lanzas muy largas fxm las cuales herían de mas lejos , mmsáii á los
suyos acortarlas , y que no tuviesen mas de á seis codos de largo cada
una. Asi dispuesta su gente salió contra los enemigos antes del alba , ó
no bien entrado el día , acometiólos en su campo y peleó con dios de
manera que los arredró y acorraló en sus tiendas , y antes del medio
día volvieron los suyos con trecientas cabe;ea8 4o Almohades á la cía-
dad , hazada que fué muy aplaudida y puso ánimo en los corazones de
los cercados. Viendo el rey Aly y sus ca^udillos que sus enemigos do
eran invencibles, mandó apercebír la gente para salir todos adarba-
talla á los Almohades. Encargó la salida al jeque Abu Muhamad beo
Bannadin , y al otro dia de mañana salió con buen ejérioito y acometió á
los enemigos r la pelea fué brava y cruel , y los Almorávides se hubieroo
de manera aquel dia que rpmpieron y desbarataron álos Almohades,
atropdlaron sus p2d>e]Ioncs y llenaron de confusión , desorden y es-
panto el campo enemigo, y quedaron muertos cuarenta mil Masamudes,
que apenas se salvaron cuatrocientos hombres de á pié y de á caballo.
Aquel terrible dia murió el caudillo de los Almohades el jeque Abu
Muhamad Baxir, que era de los decemviros del Mehcdi , y no hubiera
quedado hombre á vida de su numerosa hueste sin el amparo del esfor-
zado y sabio caudillo Abdclmumen , que mostró en esto dia un valor he-
roico y la constancia mas admirable, y procuró retirar en orden las
reUquias de su ejército. Siguieron los Almorávides el alcance hasta
Agmát:*en la sangrienta retirada murieron otros cinco decem?irQ8
peleando como leones acosados de la tropa de ardientes cazadores. B
Mehedi cuando recibió la nueva de esta espantosa derrota , como si no
cuidara de lo que le decían les preguntó : ¿ Pero no ha muerto Abdehau-
men ? y como le respondiesen que no, dijo : Pues él vive, todavía perma-
nece nuestro imperio. Sin embargo se notó en él gran pesadumbre^viendo
Ik^ar rotas y destrozadas aquellas tropas tantas veces vencedoras de
sus enemigos , y esta pena acrecentó su enfermedad , y en mucho tiempo
no salió de Tinmál su gente de guerra. Fué la derrotael ailo5l9 (t t:25) :
en esta ocasión volvieron á la obediencia del rey lascabilasdeHinteta,
Ganfysa, Hezama, y otras que se habian rebelado.
CAPITULO XXIX.
Entrada de Aben Radmir en Andalucía.
Con estas guerras y levantamientos de África el rey Aly do había po*
dido atcndefr á las cosas de Espada y en ella sus caudillos hadan la
guerra en las fronteras con varia suerte , cuando venido el año 519
(1125) llegó á Marruecos el cadilcodá de Andalucía Abúl Belít ben
Ruxd , persona de tanta autoridad que por honrarle como merecia salió
el rey Aly á recibirle. Era la causa de su venida un negocio de saina
importancia para el estado y defensa de Andalucía* Tr^tó con el re;
BE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. . 429
acercadeestoyledidáeiilender como los cristiaiio»qae moraban libres
como yasallos entre los muslimes tenían inteligencias con los cristianos
enemigos , les comunicaban el estado de la tierra , la disposición de las
fortaleías, y ademas los solicitaban á entrar j hacer daño á los fieles ,
fallando á lo que debian como vasallos j quebrantando sus juramentos,
Y que no solamente trataban con ellos de secreto, sino que también en
los lances de algaras j correrías les ayudaban y servian de guias y ada-
lides. Guando el rey Aly oyó esto fué muy maravillado, y considerada
la gravedad del caso consultó con sus wazires , alimes y jeques, lo que
oonvendria que se hiciese para atajar el trato de los cristianos muhahi-
dínes con los erístianos enemigos , y evitar los males y daños que de
eslo resultaban. La resolución que el rey Aly tomó por consejo de sus
alímcs fué cpie se escribiese á los vr alies de todas las ciudades y forta-
lezas de Andalucía , para que con secreto y diligencia sacasen á los
cristianos de las fronteras, y los metiesen en lo interior de Andalucía,
y que los dispersasen entre los muslimes de ella , y los que estuviese
l»x)bado que incitaban y llamaban á los cristianos para que entrasen la
tierra, ó se sospechase que habían ayudado en ocasiones á los de su ley,
que á estos se les echase de toda Andalucía, y se les enviase á África,
obligándoles á vender ó dejar sus posesiones y haciendas que tenian en
Andalucía , para que asi les fuese forzoso vivir y permanecer en Añrica,
ó en aqudla parte que se les señalase : y luego fué esta orden cumplida,
ypasaron muchos cristianos muhahídínes á los confines de Mikenesa,
Sale , y otras comarcas -. y de estos muchos murieron con la mudanza
del clima y aire de África. Fué la ocasión de esta novedad la entrada
que hizo Aben Radmir de Araguna en tierra de Andalucía , que do
pudiera haber hecho si los muhahidines no le hubiesen ayudado y lla-
mado en su favor, ofreciéndole que fácilmente se apoderaría de toda la
tierra. Esto pasó de esta manera. Los muhahidines de tierra de Granada
enviaron sus cartas de secreto al rey Aben Radmir, rogándole que qui-
siese ir en su favor, y que le harían dueño de aquellas tierras ásperas ,
y de la costa de Granada. Pusieron en esto gran diligencia ; pero el rey
Aben Radmir, ó por no tener á punto sus cosas , ó por dudar de la fe
<le aquellos traidores muhahidines, no concedió por entonces aquella
entrada. Gomo ellos viesen su desconfianza y falla de resolución acre-
centaron sus promesas , facilitaron medios , y concertaron servirle pú-
blicamente con doce mH hombres escogidos y valientes, y que enten-
diese que estos eran todos conocidos y vecinos de pocas ciudades ; pero
que si se determinaba , que muchos millares de ellos esparcidos entre los
poebios de Andalucía alzarían cabeza luego que se viesen auxiliados de
nn poderoso ejército : y todos juntos le ayudarían á enseñorearse de tan
rícas y fértiles tierras , y le hicieron una larga y curíosa descripción del
pais, de sus montes, valles, ríos y fuentes, de su abundancia de frutas
y hortalizas , herbosos pastos para ganados , y la copia de caza y aves
que producía , sin omitir la hermosa situación de la ciudad de Granada ,
la fortaleza de su Alkazaba , y lo principal do todo , (i «ínimo y confor-
midad de los muhahidines de ella para ayudarlo á conquistarla , y desde
4d0 HISnHUA DE LA IK>MINAaON
eibi baoerledoeño de otras mochas fortalezas , pues Granada era el al>
oáiar j defensa de aquella tierra bienareiitiirada.
Tanto incitaron estas promesas y negociaciones el ánimo de Aben
Radmir que determinó la entrada. Allegó sns gentes , y escogió cuatro
BiU caballeros que se juramentaron de seguir su pendón j nunca yoI-
▼er la espalda al enemigo , y de morir ó vencer. Salió Aben Radmir coa
so gente , y f oé por Zarajiora ocultando en ella su resolución á los mus-
linies ^ partió de eDa en el fin de la luna de Xaban del aüo 519 (1125) ,
y pasó por Yalencia, en donde era 'wali el jeque Abu Muhamad Ycdar
ben Birca,'Con una buena guarnición do Almorávides, y Aben Rad-
mir la combatió algunos dias , y sin hacer cosa de provecho habiendo
corrido la tierra levantó su campo , y luego vinieron á juntársele mu-
chos muhahidines, cosa que le animó á pasar adelante , y estos traido-
res le servian de guias , ó adalides en los caminos , avisándole donde
convenia entrar y hacer daño , y de donde era bien guardarse. Llegó
por Gezira Xucar , y combatió la fortaleza algunos dias, pero no la podo
entrar, y perdió ha^rta gente de sus cruzadas. Llegó á Denia y la dio on
fuerte combate en la pascua de Alfitra , salida de Ramazan , y después
de algunos inútiles rebatos y escaramuzas con los de Denia , pasó por
el Fax de Játi va , corrió hasta lo de Murcia , pasó por WadUman-
scNra , y llegó á Bturxana , y después dio vuelta á pasar por Nabar Taxtla ,
y en estas algaras se detuvo ocho dias. Partió desde aili á Medina Baj»,
y la cercó pareciéndole que seria fácil cosa el entrarla, porque estaba
sin muros ; pero sus vecinos la dcfendieroo con tanto valor que le foé
forzoso desistir de su empeño , después de hal>er padecido harto daño
en su gente. Llegó á Badiaza el primer Giuma de la luna de Dyfeada,
y dio fuertes combates á la fortaleza por la Almicabira ; pero perdió d
tiempo y alguna gente : asi que , habiéndose ocupado alli hasta d Iones
«guíente pasó á un pueblo llamado Sérida ^ al otro dia ; y dispuso em-
boscadas para atraer á ellas á los vecinos ; pero como estuviesen avisa>
dos fué inútil su diligencia , que no salieron del lugar, ni los cristianos
se atrevieron á entrarle.* £1 miércoles pasó á otro lugar Ikmado
Cayana, que combatió con mucha esperanza de entrarle, porque alli
fueron llegando muchos muhahidines traidores , tanto que apenas qoed6
uno en toda la comarca que no se descubriese , y no viniese con sos
armas y caballo á juntarse con el rey Aben Radmir, y como vio que so
hueste se acrecentaba cada dia con nuevas tropas , se detuvo en Cayana
como un mes (asi lo dice el autor de la Bargeliya ' ), y que entonces se
vieron claramente las tramas y sea*etos tratos de los cristianos ándalo*
ees, en especial de los de tierra de Granada. El wali de aquella
ciudad puso mucha diligencia en asegurarlos ; pero como entendió qac
eran en gran número suspendió el encarcelarlos por no alborotarlos
mas, y que procediesen con mayor osadía en dar favor y ayndar i
los de su ley ; y so contentó con sus felsas promesas de fiddidad aun-
que no las creia , y atendió á fortificar la ciudad y dispone enaolo
1 Sinda. > Claridad de! rotimpagro»
DI LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 431
m ooDteiiieiite ptfa m defensa $ pnes bien Teia que era necesario
guardarse maa de los muhabidtnes qne de los cristianos de Aben
Badmir Por todas partes acudían los traidores al ejército de los cris-
tíaoos.
Erai^ali de Andalada entonces Abn Táhir Temim, hermano dd rey
AJj, d cual tenia su corte en Granada ,* pero habia pasado poco antes ¿
África para ayudar con su consejo á la guerra que traia su hermano
ooolra el Mebedi , y como entendiese el peligroso estado de las cosas de
Andalaeia , pasó á ella con buen socorro de gente de caballería x asi
qoe^ en esta ocasión tenia un poderoso ejército en Granada , y dispuso
Tetmm qne so acampase á los contornos de la ciudad , la cual quedaba
en medio como el centro de un circulo. Pasó Aben Radmir con sus
gentes que ya eran muchas desde Gayana , y asentó su campo en la al-
dea de Degma cerca de Granada. Tem'a mas de cincuenta mil hombres,
la mayor parte de caballería, de manera que este poderoso ejérdto
Uenó de espanto á los de la dudad , que no se tenían por seguros aun-
qne sabían las fuerzas y ejéroít^que estaba en su defensa. En todas las
meiquitas se hizo la ^ azala dd temor, y la gente acudía mas á las ar-
mas que á la oración. Tanto que la azala del miedo se hizo entonces en
Granada, hasta d día de Id-Annaheri , ó pascua de Víctimas, que lla-
man pascua de carneros. Luego movió su campo Aben Radmir, y se puso
wbre el rio Ferdux', luego desde allí á la alqucria do Muzabeca , y desde
allí fué á poner su campo á la alquería de ^[ibel , y estando en este lu-
gar Tínieron grandes lluvias y nieves, que no pudo hacer cosa de pro-
vecho , y hubiera perecido con toda su gente si los muhahidines no los
bnbieran acudido con las provisiones necesarias. Allí estuvo diez y siete
dias incomodado de los campeadores almorávides, que no cesaban de
ínquieCar su campo con espolonadas y rebatos. €on esto pordió la espe-
ranza de entrar en Granada , y vio que era temeraria resolución , y
mal fundada persuasión la de los muhahidines , y se propuso satisfacer
aolo su codicia , y robar y hacer daño en la tierra que no podía con^
quistar. Levantó pu\*s su campo , y f ué á la alquería de Mersana hacia
Veoix , de allí partió ¿ Zequia en la tarde á Alcalá Yahsebi , de esta
pasó á la aldea de Luc , luego sin detenerse pasó por Yezjana , luego á
íode Yizira, y después á Cabra y á Alixena, siempre seguido de los
campeadores almorávides que no los dejaba una hora de reposo , ha-
ciendo espokmadas y rebatos en su retaguardia , y en ocasiones trabando
escaramuzas muy sangrientas en los valles , acometiendo á diversas
partes de loa^sostados de su gente , en términos que no podían perder
su ordenanza, ni salir á correr la tierra, sino el mal y daño que hacían
por doodo pasaban, que no era poco. Gomo llegasen de esta manera
cerca de Lyrena, los muslimes deseosos de pelear en batalla campal con
hs^crialianoa, concertaron el acometer á la hora del alba á los cristianos
que iban en la dcLmtera, y fué tanto su ímpetu que los arrollaron y
I La axaU del temor es en MAMonea de miedo^quc cumpi<*n ron abreviar las poatracione» y
'frfmonia», y m asisle menos á la mezquita , ó no se aslsle á ellj , y se asbtc con armas y
^■grp, eonia ic pinde.
432 HISTORIA DE LA DOMIMACKHÍ
dedMrraUdroh , abandonando sos bagajes y aparato de toda k imeste
cebáronse los mnslimes en la presa j despojos creyendo qne ya estaban
vencidos y desbaratados todos los oristianos ; Aben Radmir avisado de
los fugitivos de sa vanguardia ordenó su gente, y acometió de impro-
viso con cuatro batallas de caballería á los desordenados vencedores , y
matando muchos de dios los puso en fuga y los persiguió hasta la Te-
nida de la noche. Murieron muchos nobles muslimes en esta bataüa ,
procurando esforzar á los suyos y reanimarlos y traerlos á la batalla , y
hubiera sido mayor la matanza si la llegada de las almaíaUas de Aben
Radmir no hubiera sido ya á media tarde. Los muslimes perdieroasos
bagages y aparato , y se recompensaron bien los cristíaDOs de la pérdida
y desbaljjamiento del suyo. Desde aqui siguió el rey Aben Radmir
como hacia el Mediterráneo, y siempre seguido de los Almorávides,
que ya no se atrevían á cortarle el paso , que fué abriendo y cortando
toda aquella tierra. Al pasar d rio de Motril por aquellas profondas
angosturas y cenagosos vados , dijo Aben Radmir á los que les acompa-
ñaban de sus mas nobles caballeros en lengua cristianesca m Oh que
gentil sqpultura esta si hubiese quien desde lo alto nos echase tierra en-
cima! Desde aqui se inclinó la vuelta de Velad, y allí en la playa del
mar hizo labrar una barquilla , de que se valió para pescar alli , como
para cumplir un voto que tenia hecho de llegar con su gente de gnerra
á la costa de Granada atravesando la tierra , y comer alli de la pesca que
hiciese en la misma costa, ó tal vez para dejar esto que contar como si
fuera acción muy gloriosa. Después movió su campo y subió hacia Gra-
nada, y asentó sus reales en la alquería deDilar; desde esta ala de
Emidam, y en esta mansión hubo algunas escaramuzas entro los cam-
peadores almorávides y los de su campo. Luego pasados dos dks entró
en la vega de Granada , y acampó en la fuente de la Teja., donde los
- Almorávides no daban una hora de reposo á los cristianos , tanto qoek
fué necesario atrincherarse y fortiGcar su real para que no lo eatraseo
los campeadores , ó por el temor de estar tan cerca de la ciudad, donde
sabia que no faltaba gente de guerra , para no padecer algún ímpreTisto
desmán. Desde aquí levantó su canipo hacia las AlburagUát, pasó á La-
gon, y después por Guadiaxi, y aquí encontró parte de sos gentes qoc
dejó en una fi^taleza, y siguiendo á la parte oriental de España, pisó
por donde había venido por tierra de Murcia y Játiva i que hasta este
lugar le siguieron los Almorávides sin perder de vista para evitar que
los suyos hiciesen correrías y talaa en la tierra , y evitando tamlrien coa
no menor cuidado el empeñar batalla con su gente. Die^ qne antes
de llegar á su tierra perdió mucha gente, porque de los trabajos y fa-
tiga dd largo camino enfermaron, y se levantó peste en los snyc», y
viendo que la mcNrtandad crecía se dio gran prisa á volver á su tierra.
Y en verdad, dice el autor del Relámpago, que podía vanagloriarse
Aben Radmir de su atrevida empresa , . si bien es cterto- que en lodo
aquel trabajoso y temerario camino no hizo cosa de provedio, sino
quemar algunas alquerías , y ahuymitar á los miserables moradores de
ellas, pues no entró ni tomó pueblo cercado chico ni grande, de manera
D£ LOS ÁRABES fiüH £SPAÑA. ^33
que pance que biso aquella entrada seriamente oonira rústicos y pasto-
res de alquerías , aldeas , casas de campo y cortijos. Di(» también qne
eslavo el rey Aben Radmir en esta jomada quince meses , y que fué
para los muslimes roas de prorecho que de daño , pues mauifestó clara-
mente los enemigos que tenían en sus mismos pueblos , y les avisó para
que se guardasen de traidores.
A causa dé esto fué la ida del cadi Abul Belut ben Raxid á África ,
para consultar con el rey Aly como se atajasen estos males que amena-
laban á los muslimes de España ; asimismo hizo presente al rey que seria
bueno quitar él reino al rey de Zaragoza , porque no babia defendido
aqodla dudad r y en especial por estar confederado con los cristianos ,
que enviaba sus dádivas al rey Aben Radmir, y que de esta amistad
podía redundar mucho dado álos muslimes de España. No pareció mal
cslc consejo al rey Aly, y dijo : que siendo como ora confederado de los
cristianoB dcbia perder el reino : asi que, sin dilación dio orden para que
ci caudillo Abu Bekir ben Tefelit entrase con un buen ejército , y ocu*
pase los estados del rey Aben Hút de Zaragoza, á nombre del rey Aly
ben Juzef .
CAPllUU) XXX.
Viene a Espaua Taxfin hijo de Jazef. Sus viclorias. Otras de los Almohades en África, y muerte
natural de su jefe.
Gomo entendiese el rey Aben Hút la determinación del rey Aly , y
como estaba resuelta expedicimí contra él , escribió al rey Aly una carta
que deda en sustancia : r Bien sd>es, señor, qne mi padre Atmustain Bila
cso^Mó al rey de los raudimes tu padre Juzef Aben Taxfin rogándole
qae le consintiese en posesión de sus estados , y quisiese tener paz y
amistad con él para ayudarse reciprocamente contra sus comunes ene-
loigos y y pdr susayeneneias quedaron confeda*ados, y nuestros mayores
lagraitm no tener guerra entre si , y disfrutar de los bienes y luz res-
plandeciente de la paz y del buen consejo qne res[dandece y alegra los
oorazonea de los pudbk». Aú hemos gozado de la paz y de la seguridad
basta ahora de parte tuya ; pero desde que en estas tierras han acaecido
nosé qoédesgracias cuyo principio ; ocasión ó le ignoro, óha consistidoen
que malos consqeros han estorbado tus buenas intenciones ,- desde este
tiempo, sedor, sopla en esta tierra un yientecillo , ó por decir mejor, un
tioracaa y tempestuoso tcurbellino que nos atropella y derriba. No será
josto que nos prires- de nuestras tierras y estados cuando siem|n^ he -
mes guardado la amistad sin haber faltado á ella ni por pensamiento , y
esloen medio del abandono aunque involuntario en que nos hallábamos,
y seria cierto tenemos por gente vil y despreciable si dejásemos ocupar
nuestras ciudades sin razón. No permita Dios que vengamos á este rom-
pimieoto y á cansarnos males y dados que celebrarán nuestros comunes
("nemigus , y pues hasta ahora hemos mantenido en público y en secreto
^ amistad de nuestros antepasados , no des lugar, por malas intenciones
^ iS ¡
I
o igwraQcia de ecnsejen», á que esta buena ammia m raapt, que
Dios allirimo qoe penetra los secretos de los ooraaones sabe oa buena
voluntad j pura intención , nadie puede estorbar lo que Dios tiene de-
terminado , pero llegará el dia en que aparecerá claro él causador in-
justo de los males y estragos de la goerra, j Dios es el jues y joslio
juzgador de los que hacen el mal , y de los que ocasionan las desaTc-
neneias y discorcUas entre nosotros - Tuelvoá decir que Dios es el joslo
juez. Sdud. »
Cuando llegó á manos del rey Aly esta carta de Abu Meruán Aben
Hnd mudó de parecer y escribió á su caudillo Abo Bekir Aben TeMU
que no pasase contra las tierras dd rey de Zaragoza. En este tiempo se
ocupaba d rey Aly en fortificar la dudad de Marruecos , y la cercó toda
de fuertes y bien twreados muros > cuya fábrica se prindpió en la luna
Giumada primera del ano 530 (1 1S6) , y se emplearon en ella setenta
mil mitcales de oro, y se bizo de todo punto aquelia hermosa y durabk
fábrica en ocho meses , de suerte que quedó aoadmda y perfecta y noa
de las mas hermosas dd mundo : edificó asimismo la oM^qoita mayor
con su exodsa torre y alminara.
En este año de 520 falleció en Andalucía Abu Tahir Tcmim, hermaDO
dd rey Aly y siTkiaib en Espada. Sintió mucho d rey la faita de su her-
mano, que fué siempre su consuelo en sus mayores cuidados, y co
quien descansaba el peso dd gobierno de todas las provindas de España.
Murió en Granada y en ella fué enterrado con mucha honra, y ootíó
el rey en su lugar á España á.su hijo-Taxfin, que pasó á ella coa cinco
mil caballos almorávides, y congregadas las tropas de Andalucía pasó
d amir Taxfin á tierra de Toledo y aorrió sus campos, y entré por
fuerza de armas la fortaleza de Haoena , y tdó toda su comarca. Los
cristianos dlegaron numerosas huestes en Galida y Gastitta , ayudando
á sus reyes todos los nobles de los cristianos , y concerlaron de haoer
entrada en tierra de Algarbe^ Guando tuvieron junta su gente qoe eran
muchos millares, los caudillos cristianos quisieron entrar pcMr la tícm
de Mérida , y llevábanlo todo á sangro y fuego ^ quenrando los pueblo»,
matando las gentes y robando los ganados. Acudió Taiífin con sai Al-
morávides para amparar la tierra , y llegando á comarcas dé Badajoz se
encontraron loados ejércitos, no lejoS' dd célebre campo de Zabca^
donde su abuebhabia antes venddoá los cristianos. Guando estnviemn
unos á vista de otros ordenó Taxfin sus haces con mucha destreza, qnc
aunque era muy mozo tenia en esto mucha intetigenda. Repartió so
caballeria y tiraidores en batallas mny bien diq>ne8tas y compartidas , y
en la almafalla prindpal se puso d mismo con los jeques y caadilto
principales. Llevaban mny hermosas banderas enastada», las de loa Al-
morávides blancas con le ik Alá, le galid ile Alá. Las dos alas de batalla
las formaban kis andduces, la derecha con banderas cdoradas coa varias
figuras muy elegantes , y los zenetes y haximesy gentedo los presidios
en la izquierda con banderas de cdores; y con mucho estruendo de
trompetas y alambores se principiaron á mover los dos cjérdlos, y cim
t^rriUo Ímpetu y gritería se trabaron en reñida y sangrienta batalla.
D£ tos AftABES £N UPAEIA. 4S5
Petarai imparte del dteooniutr le igmli pero¿lahoredeed(Aar
príndpiaroo á ceder los cristianos. Corría Taxfin á todas partes exhof-
lando á los suyos, y peleando por so persona coa admirable valor. Go-
Doderon su irentaja los muslimes y prodamaron victoria , con lo cual
decityeroa de ánimo los crisüanos , y los muslimes con mayor esfuerso
cargaron sobre ellos basta que los echaron del campo, que entonces
Tolvieron la espalda y huyeron con mucho desorden , dejando aquel
campo cubierto de cadáveres para pasto de aves y íkras. Siguieron los
modimes el alcance Jiasta la venida de la noche. Fué esta terrible ba-
talla en Fohos Assebftb , y volvió Taxfin muy contento á Górdbba y
eacribíó á su padre este venturoso suceso , que fué en el ado 520 (1 136}.
foco tiempo después volvieron los cristianos á «ntrar la tierra con
poderosa hueste hacia los montes del Garaz haciendo cruel estrago en
(Nieblos y robos do ganados, que las gentes huian atemoriíadas á las
Cragosidades de las sierras. Guando Taxfin tuvo noticia de esto , juntó
wa caudillos y les preguntó ¿quó ánimo tenian , si pensaban saUr contra
loa enemigos y amparar la frontera ? y le respondieron los jeques i Se-
ñor, ó el reino es nuestro , ó pensamos abandonarlo á los cristianos t si
es nuestro debemos tratar de defend^'lo, y no cuidar de los peligros ni
dificultades que para esto puedan ofrecerse ; y si pensamos abandonario,
en verdad que Dios os pedirá cuenta. Asimismo consultó á los andaluces,
perqué la jomada era de mucho peligro , y le respondieron : De tanto
BKríto es esta guerra que quisiéramos que nos enviaras solos para que
nadie tuviera parte en nuestra gloria. Quiso también saber la voluntad,
ánimo y disposición de los zenetes y haximes, y eslos le respondieron :
Señor, alas armas : loque te rogamos es que si por fortuna muriésemos
en la batalla que cuides y mires como padre á nuestros hijos huérCanos.
Viendo la buena disposición de su gente les dio á todos gracias , y
qilandió su buen celo y les aseguró que no esperaba menos que una
victorja gloriosa para los muslimes. Salió con sus huestes, y conducidas
de sos caudillos , y avisadas de los adalides y espias fueron á buscará
los enemigos. Trataban estos de fortificarse en Gebel el Caur, y sa-
biendo la caballeria de los muslimes con mucho trabajo á lo alto traba-
ron sangrienta batalla con los cristianos , que no pudieron mantenerse
nmcho tiempo en sus ordenanzas , y principiaron á huir por aqoíflas
saperas cuestas , y cayendo predpítaifes por las peñas , los muslimes si-
goieron el ateanee ; pero la fragosidad de la tierra estorbó el hacer en
ellos mayor matanza. Abandonaron los cristianos, sus bagajes, tiendas,
preaas de ganados y cautivos y se rompieron las cadenas de millares de
nuriimes que estaban ensartados de cincuenta en dncuenta. De resul-
tas de esta insigne victtNriarecobró Taxfin treinta castillos de los buenos
de EqMila y escribió á su padre esta venturosa expedidon.
£n África, pasados tres años en quietud porque d Mehedi no se
tintióoonfueniasferesalir deTínniálydcloaltode sus sierras, vohrió
áenoenderae la guerra con nuevo fmor. Nombró el Mehedi á Ahdel-
mumen, imam de azak , y le envió con treinta mil hombres á correr la
tierra de Marruecos , volvieron á su obediencia las cabilas de Hínieta ,
436 HISTOiOA D£ LK IM>JllI«AaOn
Ganfysa , Hezama y <Hns berberios, y acreccfkitada su Imeite entra en
oercanias de Agmát : salióle alti al cncaenlro el amir Aba Befcir, bijo del
rey Aly, con munerosas tropas délas tribus Lamtana, Sanhaga, Hjudma
y otras almorávides , y hubo entre ellos grandes batallas y sangrientas
escaramuzas por ocho días , y al fln ayudó Dios á los AlnMiades, y Ab-
dclmumen rompió y deshizo á los Almorávides , y siguieron su alcance
despedazándolos por aquellos campos , hasta encerrar en Marruecos las
reliquias del vencido ejército. Tres dias estuvo AbdelmnmeD sobre
Marruecos , que después levantó su campo y se volvió á Tinmái : fué
esta* venturosa jomada de Abdclmumen en la luna de Regeb del
año 524 (1130). Cuando los vencedores Almohades lomaban á Tioinál
salió á recibirlos el Mehedi informándose de sus hazañas y conquistas,
y después de haber alabado mucho su valor y constancia les dijo que
se juntasen todos los del pueblo en la mezquita y plaza pública, que
tenia que despedirse de ellos. Todos fueron muy maravillados de esta
resolución porque no podian persuadirse que pensase dejarlos: otros
tomaron gran cuidado viendo como habia crecido su enfermedad, y
recelaban que la despedida fuese para el otro mundo. Congregado todoel
pueblo vino el Mehedi y les predicó exhartándolos á que creyesen en
un solo Dios, que esta es obligación de toda criatura desde que tiene oso
de razón , que le amasen de toda buena vcduntad y con todo su corazón,
que pidiesen al Señor todos los dias que les ayudase á guardar su fe por
su misericordia, y dijesen : O señor Alá , el mas misericordioso de te
misericordiosos , tú sabes nuestros pecados , perdónalos; tu sabes nues-
tras necesidades , cúmplelas ; tú conoces nuestros enemigos , aparla de
nosotros el mal que pueden hacemos , y basta contigo , pues eres seoor
nuestro $ basta contigo , pues eres nuestro amparo y nuestro criador. Y
después de otras amonestaciones y buenos consejos les dijo como se
despedía de dios para la eternidad , que él debia mmir muy presto.
Todos lloraron al oir estas palabras con amai^s lágrimas , y él te
consoló y dijo que se conformasen con la voluntad de Dios , que todofe
dispone para mayor bien de sus aiatnras ^ y con esto los despidió nuj
tristes. Luego se fué agravando su enfermedad hasta que pasó ¿ la mise-
ricordia de Dios dia ' jueves 25 de Ramazan.del año 524 (1 130). Dícfse
que le avisó su muerte un pcrsonage desconocido veinte y ocho dias
antes , y durante su enfermedad hacia Abdclmumen oración imbüca por
él. Cuando conoció que su muerte se acercaba llamó á su vizir At^-
mumen y le hizo diferentes encargos , le dio el libro Algefer que él ba-
bia recibido del imam Abu Hamid Algazali. Asimismo le encomaidólo
tocante á su funeral y á su mortaja , y le previno que le lavase por sm
manos , y que no le pusiese vestidos en la sepultura , y que hiciese por
A la azala. Encargóle también que ocultase su fallecimiento algunosdias
faasla que hablase al pueblo de parte suya, y lodo se hizo y eumpUó
como habia mandado. Lloráronle todos , y mucho masque lodos Abdd-
anumen; pues habia vivido tanto tiempo en su compañía, desde qw
DE LOS ÁRABES EH ESPA5ÍA. 4Sf
moy maneeUllo todavía andaba á la csrucla en Tahara , aldea de Han-
ciz, adonde le enviaba su padre Aly bcn Yalí ben Meruán á la mezquita
á aprender á leer ; y cuando después volvió de oriente el Mebedi , y le
encontró con su tío , por ciertas señales que notó en él de talento y
lHienadlqN)sidon le tomó por su vizir, y fué siempre la persona d<s su
confianza : asi que , dio mayores muestras de su profundo sentimiento :
fué la bora del alba cuando espiró. Su forma era de mediana estatura ,
carítostado , color aceitunado , barbilampiño , cabello negro , ojos her*
nosos , austero y cruel , derramador de sangre humana , asi de los ene-
migos como de sus propios vasallos : usaba el enterrar vivos á los que
quería matar con crueldad : en las batallas animaba su gente para pelear
<fioéndoles t O Almohades , vosotros sois el ejército de Dios y los defen-
sores de su ley y de su verdad , y si quedáis muertos en el campo de
batalla conseguiréis premios deliciosos ; tales que ni vieron ojos , ni
oyeron of dos , ni cabe en corazón humano. Propuso á los suyos una
sQDdIla exposición de fe , y muy fácil práctica de azala sin arrakeas ó
posCradones, de manera que podian hacerla caminando y peleando
para no perder tiempo.
CAPITULO XXXI.
Ortgen de el Mehcdl. Elección de Abdclmumen.
Aba Aly ben Raxid cuenta su descendencia desde Abu Taltb, tio del pro-
feta. También la trae Aben Gatham , y despue» la abrevió Abu Meruán,
bijo del autor del Salat , y dice que su nombre propio fué Muhamad,
<]Qe de sobrenombre se llamó Abu Abdalá , que á su padre llamaban
k» berberíes Tbnmur y también Enigar , y por mote Ic decían Asif u ,
qoe en lengua berberí quiere decir luz , porque acostumbraba su padre
te lux ó encenderla en hi mezquita : que el Mebedi no tomó este nombre
'^s^ta qoe principió á levantar los pueblos con su predicación y nuevas
doetrinas , y cuando ya le seguía mucha gente , y le obedecía como ¿
>edor. Aben Gutbam tratando del origen y cosas de Mebedi dice : que
salió de Herga , i^neblo de donde era natural , que está en Sus Alaksá ,
fpasóá Andalocia en d año 500 (1107) para estudiar ciencias en Cór-
doba, que después se embarcó en Almería en una nave que pasaba á
ffrkate , que aUi oyó al imam Abu Abdala el Hadrami , que en el Cairo
oyó al imam Ábúl Walid do Tortosa, y en Bagdad oyó al gran Glósofo
Aba Hamid AlgazaK ^ autor del libro Hiiao Ulumi-Edinni , en que en-
sHíó cosas ootttraria» á las opiniones ortodoxas ; libro que condenó la
Mademiade Córdoba después de bien examinadas sus doctrinas, y el
qoe primero las reprobó y llamó heréticas fué el cadi de la aljama de
GMoba Aben Hamdin , y fué tanto su celo, que logró con su autori-
dad que ae declarase por herege al mismo Algazali -. y se dio cuenta al
rey Aly, que aprobó y autorizó esta oondenacioadelas obras del filósofo
lieorieQto, y mandó recoger todos los libros que se pudieron hallar en
431 msToiiu ns la DOnnAaori
fii|Mlla y en África de este sabio, y se qaemaroii pAbUeaiiMIe, yeso
miimo mandó hacer en todos sua reinos con rigurosas peras áUis qae
los guardasen y enseñasen sus doctrinas , pwa que no qocdase memoria
de aquellos errores. £1 autor del Salat cuenta que era opinkm de algit-
noS) que lamina de los muslimes deoocidente procedió de esta conde-
nación de las obras de Algaiali , y refiere que llegó á Bagdad en donde
enseñaba Algazali un hombre que entró en su escuela sin barha , y con
un bonete de paño etila cabera, que luego le miró Algaiali fijando en
élsuso|os, y conociendo que era forastero lesatudó, y pregunló^de
qué pais era ? y le respondió t De Sés Alaksá en tierras de ooeidenle.
Y entonces le preguntó : ¿que si uo había pasado por Córdoba, lacsoncb
mas célebre de todo el muirio? y el forastero le respondió que sí. Le
preguntó Algaiali de algunos doctos famosos de ella , y á roelta de otes
preguntas le dijo : i si tenia noticia de su libro de la reaunneeimí de tai
eieneiai y d$ la ley? ¥ respondió que si : y entonces le pregoñtó ¿qvé
se deda de aquella obra en Córdoba y demás tierras de ponientefá lo
cual el forastero no so atrevió á responder, y su yergiienxa y encogi-
miento excitaron mas la curiosidad de Algazali , le instó que le dijese
con franqueza lo que se deda, y cuanto pasaba acerca de su libro. El
forastero le refirió como su libro se habia declarado herético , y se había
quemado públicamente después de grande examen y consulta de doctos,
por orden del rey Aly ben Juzef , asi en Córdoba como en Marmecoa,
y en Fez y en Cairvan , y otras diversas academias de occidente. Al oír
esto Algazali se le mudó el color , y tendiendo sus manos al ddo, coa
temblantes labios hizo dradon á Dios contra los corauHores j con-
tra el rey que habia mandado quemar sus libros, y que respondieron
todos sus disdptilos, Amen : y cuenta que la oradon qn6 hizo eantncl
rey, que decia : ¡ODiosmio, despedaza y destruye sus reinos comoál
ha despedazado mis libros, y quitak el señorío de dios 1 Yqimáefto
palabras respondió Abu Abdala d Mehedi , que estaba preaentecniR
sus discípulos : Ruega á Dios, o imam , que por mis manoaaeconpia
tnpetidon *. y dijo Algazali : Asi sea, señor AUi^ por manos de este. Qtf
poco después partió Mehedi de Bagdad para venirse á su patria , y traía
muy en memoria la wadon de Algazali , confiando mudio que por la
medio se habia de destruir d imperio de los Almoravides en Africs. <Nb
luego que llegó á Mahedia prindpió á predicar y enseilar sus noetaa
ophiiones, y á inquietar los pueblos de aquella tierra , por lo eaal qoi»
castígaiie Ads ben Kacif) perpnopudo haberle alas manos, pos
avisado de que intentaban prenderle huyó á la ciudad de Bngia, donde
también predicó y causó mucho escándalo t quiso prenderle Aben fia-
mid) wali de aquella ciudad , y castigarle por alborotador del pneiilo , f
entoncea d Mehedi se ocultó y estuvo harta tiempo escondido, lissts
que pudo btiiif , y pasó ¿ Metala , y en ella en una aUea éaoontrá á aa
disdpulo y sucesor Abdelmuraen. Toda su gente la tenia dividida es
diez clases : la primera y mas prindpal era la eompailia da los día
varones ; la segunda el consejo de loa cincuenta varoaies; la teroénd
couMJaM coman de kaaetenla; la cuarta tira.d grado d9 ka alíMaf
B&' LOS AHáWS BN fiWA&A^ «S»
guie doola; la i|liiiiltf ctfa de haflzes^ ó trftdícfcmfirCMi \ la seiUi era
uMigiranittla de nobles desu ftuniUa $ y la séptima naturales de fierga
n|Mitriailaocla?alagentodo TianÁl; la norena la de Ghirniba ; la
ütímM la gente di guerra de las cabilas Ganfysa, Hintíba, y oirás asi da
cabdkria como ballesteros y peones ^qoe cada clase tenia so lugar apar^
ladocn las juntas de paa y de guerra^ en las marchas y acampamentos^
fia que se perturbara este orden y concierto durante la vida y gobierno
del Mdiedi, que fué desde que le juraron obediencia los Almohades
kttta el día de su muerte ochocaios y odio meses y trece dias, según
labye. Se le atribuyen ciertos ubres ^ y unos loersos en alabanza de su
tiiír y sucesor Abdelmumen.
loseompafleros delMehedi, que eran cuatro los que de los úist que*
dsbsn, pues los otros seis hablan muerto en batalla contra los Almora*-
TídeSf convinieron después de su muerte en confiar el mando de todos
«Hos á uno solo, para que mas (ádlmenle los gobernase y mantuyiese
CB d estado que con tantas fatigas y sangre habían establecido, á pesar
de la potenda del rey de Marruecos t asi que, hubieron sus consejos con
kseabaUeros de las dos principales de los cincuenta y de los setenta, y
todos pdr común consentimiento eligieron por su rey y señor al vizir
Abdelniaiiienben Aly, unodelosctiatro de la compañía delMehedi) y
k cansa de que en esto no hubiese desavenencia ni discordia oonststia
iú en lat excelentes virtudes de Abdelnmmen, como también por la me-
aioria del Mehedl , que como eUos muchas veces habían visto honraba
y distingoia sobne todos á este Abddmumen , y engrandecía sus hazañas,
y en presencia de todos habia manifestado las grandes esperanzas que
enélAiodaba, asegurando que mientras viviese Abdelmumen nada
tomia de la suerte de su imperio. Todos pues como por divina inspira-
ción leaMgieron por su «^udAlo y absoluto señor, y le llamaran alli con
ios augnaloa títulos de califa amir amuraínin , ó principe de los creym-
les : y luego le juraron obedienciales tres compañeros^ y después los
cincuenta y los setenta y todos los Almohades.
£1 abveviadcMr de las historias de África cuenta esta elecdoacon harta
diferencia, y por ser de tanta autoridad entre los árabes no quiero
onritír wa rdadon , aunque tío la estfano tan cierta como la de Yahye.
Dice pues : en África después de h muerte de Mehedi ^ que estuvo
ocolla oMicho Uempo oonfomie ordetió el mismo Mehedi, ó por indus-
tria de an Tisir Abdelmumen , que este propuso álosdd consejo de los
diea qiie le proclamasen por sucesor , que asi lo niandaba Mehech , y que*
loa del consejo vinieron en dto, aunque otros autores dicen que no so
conformaron, que cada uno pretendía que le declarasen sucesor del
Mehedi, y que hubo entre ellos mucha desavenencia, y se dividieron
las tribus en bandos , hasta que recelando con razón que estas discordias
fuesen <»nsa de la ruina del estado se convinieron en la elección de Ab-
deünumen. £1 autor del libro de los l^lncipes cuenta que esto pasó de
esta manera. La muerte del Mehedi estuvo oculta tres años ^ pues sobre-
> ivió muy pooo á la gran derrota y vencímieoto que padecieron los
Almohades, que sujual se agravó con aqudla pesadumbre ^ y cracKr su
440 HBTORU DE lA MMQÜtAUm
dolenda y manó : qac eslo la sabia acdameiile AbdelnMiitM9ii|iKgeker-
naba como cu su sombre , y como si todavía lóese vivo d Mehedi : qoe
en este tiempo enseñó un leonciUo ipie criaba á q«ie le halagase mocho;
y tomó un pájaro y lecnsedó á decir en arábigo y en berberi estas pa-
labras : «Abdelmumen es la defensa y apoyo del estado;» y cono ya
tavicse perfecta sa enseñanza asi en d habla del pájaro «on^en ksiiar
lagos del loon, Mzo en nna casa fuera de Tinmál una gran sala y en dh
poso una columna , y encima de ella ocriocó la jaula ddpigaro, y á esta
sala congregó las juntas de los varones, principales jeques almohades,
y en medio de la sala en Ingaracomodadoenóerród león. Cuandola genio
y ayuntamiento estuvo congregado en la sala, sid>ió Abdetannmenal
mimbar qué estaba en la sala para las arengas , y al mismo tiempo serna
de jaula secreta al león. HMé Abdelmumen, dio gradase Dios, ben-
dijo al profeta, y la buena memoria del Mebedi , y imploró la ímA
misericordia sobre él y sobre ellos , y les anunció su muerte , y los ooo-
soló de tan grave pérdida , y fué muy grande el llanto que todos Uderoo,
y les dijo : Ya el imam está en mas ventnroso estado, y solo desea qoc
no baya entre vosotros discordia ni desavenenda', queno cedamos á
nuestras pasiones ni particulares intereses <, que seamos verdaderos Al-
mohades, que convengamos en la elección de un califa aunír qué nos d^
fienda y gobierne para que nuestros enemigos no puedan destmir naeslro
imperio. Galló en esto , y mientras estaban todos en silencio y km jeqoes
perplejos y suspensos, el pájaro dijo en claras y distintas palabñs:
Auxilio , victoria y poder á nuestro señor d caKfa Abdehminien , prin-
cipe de los fieles , apoyo y defensa del imperio.
Al mismo tiempo alzó Abdelmumen la puerta dñimulada de la jaah
del león , que luego salió en medio de la sala , ádí cnd todos quedara
muy espantados viendo que mostraba sus dientes, se aiolaAÑi coosa
cola , y que sus ojos centelleaban como foego ; querían huir y atemori-
zados no podían moverse. Entonces Abdelmumen se presenté con mocha
serenidad al león , el cual conforme á su enseñanza se fué llegando á él
humildoso y coleando hasta halagarle y lamerle sus manos mansa y api-
dblemente. Los Almohades que esto vieron á una voz le prodamaron
su amir y ad>soluto señor , diciendo que no sepodia ni delHa esperar oas
dará muestra de la voluntad de Dios y de su imam el Mehedi , y le ju-
raron obediencia y fidelidad en el mismo dia , y aquel león segnia á Ab-
delmumen á todas partes, y hasta en la azala le aoompajüába.jA»
> instrumento de la exaUadon de un prtnctpe que ensalzó deqmes H
Islam. Este suceso dio ocasión á esoelentes versos de Abi Aly Anas,
'quededa :
Fiero ímh con eriíado c«iTo .
Fué tu auxiliar para subir al trono :
Las arecillas cotí humanas toces
Pregonan tu virtvd, y amir te Maman :
Bien mereciste Bimrala llamiarle >.
Fué SU jura particular en los consejos el jueves 15 de Ramaian
D&LOftAHABi» EN
441
ddaío 5d4 (113^) , y k soleiiine y píibltGa do» alÍos.deapaes eneldia
Giama 90 de Rabii primera del aik> 526, y le juraron primero los
ciocueDta jeques almíriíades , y después toda el pueblaen la aljama de
Tinaiál: se celebró la fiesta con venturoso agüero , y en aquel día se
oscureció la estrella de la felicidad de los Almorávides y los abandonó
su fortuna t pues ^ste Ínclito principe consiguió de ellos insignes vic-
torias ^ y se apoderó de sus estados con mucha gloría conquistando toda
la tierra de Álmagrób y Y^d África hasta Barca, y toda la tierra de
España, y sus dependencias, y en todos estos climas fué proclamado
sobre sos almimbares.
CAPITULO XXXII.
Vieloría del rpy Alfonso sobre los muslimes. Epislola consoUtoría de Zacaria k Taxfln, .
que se lU>ró de la muerle.
Entre tanto en España continuaba Taxfin la guerra contra los cris-
tianos con varia suerte, y en una reñida y peligrosa batalla fué
vencido del rey Alfonso de los cristianos, que muy pocos Almorávides
escaparon aquel dia de su vengadora espada. Los cristianos se apode^
raron del real de k» muslimes , y el esforzado Taxfin se mantuvo con
pocos de los suyos sufriendo con admirable constancia los mas peli-
grosos encuentros de la caballería enemiga cubierta de hierro y bron-
cíneas armas ; que á pesar de su valeroso ánimo no le fué posible el
restaurar la batalla , y sin atemorizarle el horror de la cruel matanza ,
ni el riesgo de su propia persona , se retiró peleando como un bravo y
herido pardo á quien persigue ardiente tropa de cazadores. Con oca-
sión de esta sangrienta batalla Ic escribió el faki Abu Zacaria su al-
catíb una larga casida de elefantes versos en que le consuela del ven-
cimiento y desgracia de aquel dia , y le da el parabién de haber salido
con vida , y pinta la variedad y vicisitudes de la fortuna de las armas,
i$as riesgos y estratagemas, con muchos avisos militares*
DE ZAGABU.
ínclito rey en armas poderoso,
cQuién de vosotros hay tan denodado
Y diestro y animoso en los combates, .
Qoe ai enemigo acometer inleute
Con yira fuerza ú cautelosa maña
AI asomar de la rosada aurora ;
O en la tinlebla de la oscura noche ,
Sin que pavor ni timidez invada
So corazón , cuando á los mas valientes
Cíe sobresalto y de temor palpita ?
Los caballeros en la lid sangrienta
Sa Talor muestran y ánimo constante,
Y heridos y de sangre y polvo llenos,
El pundonor los vuelve á la batalla ,
Y la aiguen en noche triste oscura ;
Oseon no « que el fofigo de las voúm
Y el resplandor de los ilustres hechos
Tomó la noche como clara aurora ,
Y ellos con clara luz resplaudeeian .*
Fuego de santo celo los guiaba
A pelear con las infieles haces
En batalla campal y descubierta,
O en cauteloso ardid y en emboscadas.
Solos cuarenta las espadas vuelven,
Y en torpe fuga buscan salvamento,
Vor eso de la muerte atropellados
Fueron dos mil, y mas de mil cayeran
Sin el amparo de otros campeones ,
Que como montes al encuentro salen,
Y el Ímpetu rechazan del corriente
Arrebatado del brtdon contrarío.
Trábase nueva Ud« espesot folp««
44t
BlMOKA VE lA MHfOliCiM
84 miütlpHiM t «üi* «ÜtftttM
]E9ireme«e U U^^ra, y con las Unías
Cortas se embisten , tas espadas bierefi ,
Y hMMi lallaf las iMnáás iMeÉu
Be los armados, y al sangriento lafce
Entrati eomo sí fueseti los guerreros
G«a0lloi que U std iiNliéAte agiu ,
Cual si Meraseii alu-evarse en sanfra
Que 4 borbollones las heridas brotan,
Puebles abiertas eon las crudas láitsaa.
Las golas de la fresca hiíimida noebg
Que los floridos prados rociaba
Causan dolar á las san^^ríenuis bocas.
En ella hambrientos y feroces lobos
Con los valientes osos comba tian.
Por líUrmar sus pies en la pelea
En la vertida sangre resbalaban :
Entre los altos pabellones vienen
Y las tiendas traspasan arrojando
Agudas lanzas que las armas rompen ,
Y con ellas también los fuertes peehos.
Da Mngre y eanfuslon llenan el camptt,
Estratagema usada de batalla ,
Que en las batallas el engaño es baeno.
Ni te parezca, o rey, que no es loable
El engaflar con arte al enemigo,
Ni ooM dBftuaida imtre U gente.
Ba todas las batallas hay engaños.
Cada dia se ven sucesos nuevos
Bn las erudüa balallas por destreza
De anfmosos caadillds avéladoa
A los sangrientos juegos de la muerte.
Capitanes cual id los Inventaron,
I Oh el maa valientii en todos loi vallüitoa
Cuantos aquella noche te seguían !
tloy eres ya mas sabio y esforzado
Qua Oliste ayer, y crece eada dia
En Ü el valor, el ánimo y deitraza.
Oye , mi rey , de la e\periencia y uso
La utilidad • en los primeros afibs
SI que ha da caadillar ohando manotb»
En huestes se acostumbre y ejercite
A mirar los enbuentros sin espanto ,
Las conltapueatas baoaa y el combate.
Que oiga sin turbación ni cobaidin
Aquel clamor confuso y alarido
De los varones qoe al túfét da gttaita
A brava lid incita y arrebata :
Que no le dó pavor el duro estruendo
De las crugientes y vibradas armas ,
Ni aquel ruido é Ímpetu brioso
De feroces caballos que revuelvan
A todas partes bravos campeones j
Que la pelea ervda ardieole incitan ,
De polvo y sangre y de sndor cubiertos.
Lo qoe decirte quiero , rey , ahora
Consejos ton de gaerra , estratagemas
Qyo osaron otros grandes eapitanes
Y rayes A las armas Indinados,
De Ánimo eomo tú noble y gnerrefo ,
No porque yo «la pMda de caadlRo
Y práotioo en batallas los recibas.
Sino porque varones muy famosos
Y dáoairoa en la gaerra las usaron ,
Y en ocasionas grandes venturosos
A nuestros flaloi ftoeroa de provecho.
Por aa» ^ fof » M ^ aMoo tfrlioa,
niMllIRo Hü iádltft taelto.
Procura siempre ventajoso Ofrapa ,
En sitio f espacio , entradas y salidas ,
Y si teolaréft el teltato y (iaita
De los eanl^arioa « eoéea de honda baa
Tu campo todo : si en campaña rasa
Blgoiendo Vas al enemigo, ú viene
Sn tu BOgnida , toaToeinoa campea
Con veloces algaras tala y roba ,
y destruye sus pueblos y alquerías.
Finge asonada* falaai y lobatos
Con buen ardid, de jipefae mnchas (aeges
Encenderás, y espesas ahumadas
De dia en atalayas y altas cumbres.
Que el engañar en esto no ea dañoso ,
Y es útil dar temor al enemigo,
Y á sos gentes continao sobresalto.
Asi pierde osadía, y no prosigoe
Y menos adelanta sus algaras.
Nunca en tus haees desmandada gente
Quieras llevar, ni tralcas á pelea
Sino la gente buena, nel y honrada
Que espera del valor galardón justo,
De mano de su rey, y en la otra vida
Del paraiso la deiieia eteniat
Antes que al enemigo des batalla,
Bn talnpo llano dispondrás to geikte
Esoogieodo el mae añciio f eaeampade,
O con propio lugar para emboscadas.
Kunca tu gente eh estrechura pongas
Ni donde laHa eampo á tita eaballei ,
O estorben f atropollen tos poonea.
En todos cuatro lados fortifica
Ttt hueste, sin dejarla reUguardla.
Sn medio ea lugar Pfomo dol eaodilla
Que da vigor y movimiento al cuerpo
Gomo hace el éorazon al cuerpo homane,
Loa oapiunea á la f^nlo envia ^
Que son los ojos guías de la hueste ,
Y con ellos la gente denodada
Y mas vállenlo y práailea en la gmifa.
insignias do tu estado conoeidaa
Ko conviene vestir en la batalla,
Pues basta que loa tuyos te conoáan
Y loa que han de llevar tus mandaflrienM.
Oculu tu poder al enemigo
Cuando es mayor, y con ficción laengafis,
Y recela emboscadas enemigas,
Qoe el infiel usa mucho de este engaño.
Al principiar de la cruel pelea
A espaldas de tu campo nunca tengas
Raudo rio ú pantano cenagoso.
Lagares fuertes haya sin peligro.
Y al retirarle cuida déla zaga ,
La retaguardia cubra diligente,
La retirada en orden v concierto,
Y en retirada vence ai enemigo,
Que asi lo hicieron nobles capitanes.
Cuando de tu poder desconfiando
Recelares del fin de la batalla ,
Procúrala aicusaroofa arlé, y nanea
Ifuesires temor, y dala por la tarde ,
Y en el trance no muestres cobardía,
Que si los tuyos tu flaqueza vieren,
Desmayarán y cederán el campo.
Cuando en estrechas y apifiadas haces
Mlrayei ift ta tolva de eatnigoa.
DI LOÜ AMBl» IN ESMUA.
441
BüMiichnréB M gente conoettéilA t
T en buen orden las últimas hileras,
Ssteii asi mientras el duro trance
Con Atrla Igiul mil moertM MparllMiao ,
Fieroa golpes, heridas, sangre y polvo
Que se enciende cual fuego, y nubes de humo,
Espadas «fue deslumhran como rayos
T las herradas pvsilas de las lautas,
Cuando se despedazan como lobos
Y ieroa osos con rabiosa safía.
Y tú con dlUgtencia á todas partea
Proveerás lo que mejor conviene.
Como caudillo diestro y animoso ,
Para llegar á la elevada cumbre
De la Tieloriat fin de tu deseo.
Si algún siervo te falta mal su grado
En la batalla á lo que tú quisieras
Ka le erales con safia, ni -le mires
Con torva fai , que el corazón lastima
t)e los Tállenles el mirar airado
De su caudillo , y si de aquel no esperas
Servicio grande ni admirable hazaña ,
Confia de los otros generosos,
Y lo «irado semblante y torvo eefto,
Del ánimo tori>ado claro indieio ,
Ño les muestres jamss, que los prudentes
Con palabras agudas y cortantes
GooM espadas que hieren y lastiman
. Dirán después : Su turbación notamos;
i Cuándo tnvistes tú pavor ni miedo ?
¿C«ánd« al pavor tu ooraion dié entrada,
O de Sanbaga estirpe generosa ?
¿ T ruando estás en salvo y sin peligro
Muestras temor, deeid , no sois vosotros
Loa laMies que á todas partea giran ,
Que acechan vigilantes emboscados
Bn ef verde eafial de espesa selva?
i Qmé pudo ser lo que á deshora vino
A vuestro rey, y con descuido tanto
Faltasteis de su lado en la defensa?
B eawliilo prodouie y valeroso
Que lo va todo, y lodo lo previene ,
Nunca ocasión tendrá de torpe miedo.
Ni Tcitionaosa fuga ; adverso lance
Algnsa vea como esta sobrevino f
Que no siempre el mortal es venturoso ,
Que la fonuna estable y permanente
Solo á Juaef tu abuelo fué debida,
Qoo la victoria siempre fué colgada
De sus banderas en famosas lides,
ForUiBU que también Alá concede
Que siga Aly tu padre y no otro alnno ,
Con vestigios que nunca el tiempo borre ;
¿ Cómo á Taxfin «I noble y generoso ,
Que liberal , hHiéNo t htamu»
A todos hace bien , faltar pudisteis ?
Asi tnvo ventaja su enemigo : *
Vuestros ojos lloeanMi ládisgrMit,
Mas su valor dlsimutó so pena,
T no visteis en él so sentimiento.
i A quién no admira queen sus tiernas aftMi
En su florida edad tan tríate lanoo «
Y matanza cruel y atroz pelea
Ko fe ttirbase, y con seteno asjioeto.
Con foerce y libre ooraaon mándate i
Y en apuros seguro dispusiese
Lo conveniente á la ocasiotí terrible^
Después ya del suceso á los colpadoi
Perdoné generoso , inciit^ muestra
De su grandeza de áointo , pudíendo
Justa severidad usar al punto.
Conviene, o Taxin, qua algunas veces
En lu campo divulgues falsas voces
De nocturna Incursión y violencia ,
Y f^ena superior del enemigo.
Asi verás los tuyos avezados
A despreciar temores verdaderos ,
Y entradas y rebatos valerosos.
Guando de noche en la tiniebla oseara «
Asaltó el enemigo tus estancias ,
Llenando de pavor tus campeones,
Con la feros y brava acometidA
De sus fuertes caballos , y espantados
Huyeron del esfuerzo de tus lanzas ,
¿ Cuántas victorias y suceso» grandoa
En Mis pueblas y tierras has tenido?
¿ Cuántas veces huSferon sus vallefites
De tu valor y generoso aliento?
¿Gaáotaa veces sus nobles capitanes
A lu espada rendidos se humillaron
Pidiéndote merced ? Ínclito joven ,
Tu vida es nuestro bien , en U canfielen
Los triunfos y victorias , y tú solo
Eres bien y alegría de tu pueblo :
Et«s tú su contento y sus delieiás »
Y á todo el mondo, á los nacidos todos
Les doy el parabién de verte salvo :
SI color de las alas vi miidatoe ,
Y pudo ser el caso doro y fuerte i
Que los riscos y montes conmoviera,
Las ágdilas y buitres eamlceros
Acudieron al punto, no dejaran
En toda España quien á Dios loase.
¡Oh no permita Alá que tú nos faltes!
Qoe en U consiste el bien « aalod y aopan
De sus pueblos y ley ; Dios te prospere ,
Guárdete Dios, que guarda al que le Invoca,
T pone en él su bien y su espsrania.
CAPITULO XXXIII.
Goerras entre ti^Almobadcs y Almorávides en África, y en Espaffa entre muslimes
y erifUanos. Elogio poético de los Almoraviaes y de sos jelbs.
En Rol-Aljehad , fortaleza de España oríental , fallecióeste aiSo de 534
(1130), en la luna de Xaban , el rey de Zaragoaa Alm AUtuAd AMd-
444 HISTORIA DE L.\ MMINACIOn
melic llamado Amad-Dola. Este principe y tria en aquelh inaccesible
fortaleza, .asilo y conran retiro délos reyes sas antecesores; por sus
pactas 7 alianzas con el rey de los cristianos Alfonso bcn Remoiul Asa-
latain , estaba muy aborrecido de sus yasaUos , qae no podían lleTar
con paciencia que le enviase sus dádivas , y que le favoreciese en sus
expediciones contra los Almorávides. Sucedió á su padre en el estado
y en el mal consejo su hijo Abu Giafar Ahmed llamado Sait-Dola , que
en tres ailos acabó de ceder al enemigo las fortalezas que todavia con-
servaban las fronteras orientales de España : apellidábase Almostansir
filia y Almostain Bila ; pero no quiso Dios ayudarle ni favorecerle por
sus torpes alianzas con los cristianos, de suerte que cu él acabaron los
reyes de Bcni Ilud , tan poderosos en otros tiempos.
En África se comenzó de nuevo la guerra entre los Almorávides y
Almohades. Abdelmumcn habiendo ordenado lo perteneciente al buen
gobierno do Tinmál , y de las tribus que le obedecían , escribió
sus cartas á los jeques , y congregó sus gentes para salir á la sanU
guerra contra el rey de Marruecos. Consultó con sus caudillos adonde
convendría emplear sus armas qtie hiciesen mas venturosa la expedi-
ción , y determinaron entrar las comarcas de Alziga. Partió Abdehnn-
men de Tinmál con treinta mil hombres en día jueves M de Reble
primera del año 526 , y vencieron y sojuzgaron aquellos pueblos , alla-
nando y vendado las tiribus que se resistían victoria tras victoria, r
conquista tras conquista. Entraron en tierra de Tésala , ocuparon te
ciudad de Deraa, sujetaron los moradores de Yelad Tifiír, Velad
Fezan , Velad Guyuza y otras tierras , y pasando adelante se pusieron
sobre la ciudad de Marruecos , y asentaron su campo delante de ella,
en la luna de Xewál dd mismo año. Combatió sus muros algunos días,
y luego levantó el cerco y pas() á Velad Tcdulat» y la entró por fuerza ,
siguió á Derat, y de esta ciudad partió para hi de Sale, los vedóos
cuando entendieron que se encaminaba contra m ciudad , salieron de pax
á rendirle obediencia , y se pusieron bajo i»u fe y amparo , y entró en
aquella ciudad dia sábado á 'i4 de Dylhagia del año 526 (1 1 3%). Al ano
siguiente de 5-i7^ continuó sus conquistas el victorioso Abddmumen,
y sojuzgó toda la tierra do Teze.
• En España continuaba el amir Taxfin haciendo guerra á los cris-
tianos en todas sus fronteras ; pero el astuto Alfuns ben Ronond lo-
gró con malos tratos que Almostansir beuHud Saif-Dola, rey de Eq»na
oriental , cediese la fortaleza de Rot- Alyehud , y otras muy impor-
tantes que tenia , dándole en cambio muchas posesiones en Tcdedo, y
la mitad de aquella ciudad. Estos conciertos se hicieron en Dylcada de
aquel año de 527 (H32) % movióse á esto Saif-Dola porque temía
que sus mismos vasallos entregasen sus fortalezas á los caudillos al-
morávides , porque abonecían sus tratos y alianzas con el rej Alfonso
ben Remund , y por otra parte no confiaba mucho podlpas mantener si
« Asi Abdel Halim, atmquQ Alcodai dice que estos conciertos foeron afto &34 ; ptfroaiiott«f«
tñ fto ¥ivi« Altoiía boa RoumihIi
DE LOS ARABfiS EII E6PÁÑA. iio
este (iraiio se apartaba de su alianza como le amenaiaba mtidlád yeoe».
Ifano con estas Tentajas el coemigo de Dios Alfonso ben Remnnd ,
que le hacían muy poderoso eu las riberas del Ginga y del Seguiré ,
salió con baena hueste de Mekineza, y vino á poner cerco á Medina
Froga. Esta ciudad es de gran fortaleza por su natural disposición del
8itío rodeado de quiebras, y puesta sobre tajadas roc^ : asi por esto
coiDo por el valor de los muslimes que la defendían ne bada cpsa de
provecho, y se alargaba el cerco: Saliau los muslimes algunas veces
oootra el campo de los cristianos , y se trababan reñidas escaramuzas.
Como el wali Aben Gañía que estaba en Lérida entendiese lo que pasaba
en el cerco de JFraga , salió con una escogida compañía de caballeros á
correr la tierra , y estorbar las provisiones que so conducían al campo
délos cristianos, y quiso Dios qué estando los muslimes de Medina
Fraga en recia escaramuza con los cristianos en su propio campo, so-
brevino la cabaUma y gente de gueira que traía Aben Gania. El rey
ilfonsOf viendo aquel tropel de calmlleros que venían á toda rienda a
berir en loa suyos, sacó parte de su batalla , y les salió ¿ encontrar;
pero no fueron poderosos para contener el ímpetu de la eaballeria de
Abeo Gania. Aquellos valientes Almorávides rompieron y atrope-
liaron á los cristianos , que huyeron vencidos después de horrible ma-
tanza, que p0€0s escaparon de la muerte , y entre ellos y de los pri-
meros murió el rey Alfonso, cruel enemigo de los muslimes. £1 campo
quedó cubierto de cadáveres para pasto de aves y de Aeras. Los musli-
luesrobayron el campo do los cristianos, en donde hallaron muchas
riquezas, y persiguieron las miserables reliquias de sus vencidas gen-
tes. Entonces Aben Gania escribió esta gloriosa victoria y venturoso
suceso de sos armas al amir Taxfin , que liolgó mucho de dlo^ y fué
famoso el día de Fraga , que no le olvidarán los cristimios. Fué esta
gran batalla año 528 (1 1 34).
Como la fortuna de las armas fuese tan contraria al rey Aly ben
Juzef de Marruecos y á sus caudillos almorávides contra Abdelmu-
nien , príncipe de los Almohades, las continuas derrotas de sus qérd-
tos, las provincias conquistadas , y las calamidades inseparables de una
puerra desgraciada acabaron los grandes tesoros del rey Aly ; men-
guaron las rentas y f ratos. eon la pérdida de tantas tribus, y se siguió
mocha carestía en toda la Mauritania , y declarado descontento en los
ánimos de sus oprimidos pi^ebk». En este triste estado aconsejaron
algunos nobles Almorávides á su rey Aly , que declarase por futuro
sucesor del imperio á su hijo el príncipe Taxfin , que como todos sabían
era muy esforzado y de grande entendimiento , y muy famoso ya por
sus gloriosas hazañas y grandes hechos de armas en Andalucía , del
cual decían lodos que era lal su valor y experiencia en las cosas díe la
^erra , que sí Ic hubieran enviado algunos socorros de gente de Airica ,
hubiera sojuzgado á toda España de mar á mar; y que en todos los
encuentros y batallas que había dado á los cristianos , que habían sido
muchas , sola una vez le habían vencido , y eso por casualidad , y con
irrave daño de sus enemigos. El rey vino en eUo y le mandó enviar
4tf
iUlIQUA IIE U HMUlUCttli
ws Wfim pim VIO pisaie á Afiriot^ porque las MoeriéNta do h
guarid lo pedían para que se opnaieao al nneyo re7 de los Almohades,
quf ándate trianfaiite y victorioio.
£d el ano de 5S8 (1 1 34) celebró Abdelnmaieii la 6esia aolenme de sa
jora, y se congregaron en Tinmál los jeques de todas las tribus que le
obedecían, y le aclamaron amir amurainin, y mandó labrar sa no-,
neda. y en bonra del Mehedí poníaeueUasanombre, y cola de piala
mandó escribir por nn lado i « No es Dios sino Alá, el imperio todo es
^Dios. No bay potencia sino en Dios ; » pordotro: « AJá os nnesfro
sefioTí Mubamad nuestro apóstcd, el Mebedi nuestro imam, ó prin-
cipe, » y por diferenciarse de la de los Almorávides la mandó labrar
coadrada. Luego partió á tierra de Teze , y en el ano 5S9 (1135) mandó
odiflcar la ciudad do RabAt Teze , en lo que se ocupó todo él año.
En España continuaba el principe Tbxfin sus expediciones contra los
cristianos oon harta yentura, y en el alio de 530 tuyo una sangriesta
batalla con ellos en Fobos Alia, y los desbarató y yeneió con horrible
mataosa , y tomó muchos cantíTos y despojos , y recobró muchas fcrta-
lew que babian ocupado los cristianos. En este mismo afio de 5S0
(U36) d wali de Granada Mubamad ben Said benJaser, que la tenia por
los Almorávides, labró en eUa una magnifica casa toda de márniol
que parecia un aloisar, con hermosos jardines y fuentes muy abondan-
tes en pilas de jaspe y de abibastro.
En fA afio 531 (t 137) el prindpe Taxfin corrió la tierra de Huebte j
Ataroon, y como se resistiese la ciudad 4e Cuenca entró en día por
fuarsa de armas,» y degolló á sus mOTadorea sin perdonar vida , porque
se habían rebelado contra los Almorávides que la gnamedaB : y «n este
tiempo le llegaron nuevas de África del mal estado de las cosas de los
Almorávides, y las cartas en que su padre le enviaba A llamar con-
fiando que su valor mejorarla d estado y fortuna contraria de sas
armas.
8n este tiempo Abu Talib Abdd (SdMr de Jucar hico anos versos '
en que elogiaba á los Almorávides, y en especial al ilustre principe
Taxfin , y por su excdoncia merecen ser eoooddos en la posteridad.
Gotn^D Alá elMM y pederMO quise
Que su divina ley fuese eusalcada ,
Los ánimos unió de los mortales ,
Hm eltclr un adtUil vállenle «
Que acaudillase del Islam las iropas.
Éste fué de Taifin noble pimpollo ,
ne lAft insigne planta procedido :
Á\ mundo pareció omI clara aurora
Que á la (iuicbla de la noche sigue ,
Pum Y resplandeciente como el agua
D#oUra fuenle qm aora malutioa
Orea y esclarece , y nunca adniiie
Mancilla en si que su cristal enturbie.
Alm Jaeub ftié tal, y su vanida
Fué de águila caudal, su presto vualo
Báeia Zalaca encaminó, la espada
AlU aagriaibá la dieaini vmoadora.
Día faUs y campo venturoso.
Lo que nos diste tú , ¿quién nos badad«.*
Vuelve otra ves , Settor, tan ImiMo dia,
i O célebre Gium* , día dioboao
Cuando la santa ley , atropellada
Oel arreganto infiel, con victoriosas
Armasse levantó, y á los inSelet
Bia de Juicio fué, y allí quedaron
Gomo viles y miseros terrones.
No le válié aquel día ta poiHBde,
Soberbio Alfonso , pues allí cumpliéss
Lo que grabado en tablas de diamanie
La etema vokinUd de Dioe mía ,
Y protegió oon su divina aeinbia
La gente fiel , x ^1 rayo de la guerra
i Nncf i|w ütoe ver#of ae Ueierett despee* de le nuierte del tty Aly.
Wt ItUk MkMMS m B^AiUL 447
Jbegaró el IslaAi cual otras veces , Hubo despaes las riendas d«l imperíQ
Si Im atitigiioi tíenpos veDloroiol , fla hijo Taxlfin el esfbnado ,
y eo todaa partes Ubres y MfiirM, GpUMi bf^vo león , leoa rabidM
A I« alba , á mediodía y 4 la noche , Cercado de crueles cazadores i
Y «n tu tioiebla escara sin temores Tiranos ambiciosos á porHa
Andibiii por do quiera |oi mnsihilOf • Sns etiadoi invoden , los robddeo
Después tomó las riendas del estadQ $u señorío osi|rpi«n { tantos males
El h^o de Jozef , el animoso Y sin justicia , violencia y robo
Aly , sabio, pradento j Jasüeleré i Oo «os , potente Alá , remedie esperan.
El cual siguiendo las po(en)f s brollas
CAPITULO XXXIV.
l4oraBtimÍ«nto.«ii AlfltrbOy en Sevilla, an Valeneia y otras parles.
Después de la partida del amir Tai^&n ben Mj á Afríeai se principió
á suscitar en España el fuego de la iosurrecdon contra los AUnoravi-
^j J en Ja parte de AJgarbe se encendieron las primeras chispas , y la
<)casion j i»iroeros movimientos fueron de esta manera. Ahmed bep
floseiü ben Cosai, natural del campo de Xilbe, llamado también Abol
CasimRumi , eq su primera juventud vendió sus bienes , peregrinó á
diyersas partes , oyó en Almeria el célebre Alarif , lomóá su aldea, y
fredioó an ella U doctrina de Alg^cali , condenada en España por el go-
bierno t juntó taifa de sooos y secuaces, y se llamó imam. Pasó á Se-
villa y acrecentó el número de sns discipuloB , y entrado al año 639
(1 144} se uftió con todos los suyos al bando de Muhamad ben Yahye de
^tís , conocido por Aben Alcftbéla , que asimismo se llamaba Mustafa,
7 tenia también gran número de secuaces y admiradores. Gomunkaban
csktt sus doctrinas y designios con los principales mancdios de Algarbe,
y este Aben Cosai persuadió á los suyos á apoderarse por engaAo 6 por
roerza de Calat Mertula , d mas fuerte castillo de Algarbe. Escondió-
ipose en los arrabales como setenta hombres , entraron de noche y di-
úmulando sus intentos , y á la hora del alba del dia jueves 2 de Safer
fel dicho aoo , acometieron las puertas de la fortaleza , las rompieron
r entraron en ella , atropellando y matando á los que la tenian en guar-
lia. Vino en ayuda de Aben Cosai, como estaba concertado , la gente de
abura y de Xelbe, acaudiUada por Muhamad ben Omar ben Almondar
Ibul Waljd , mancebo éd la principal nobleza de Xelbe, que desde pe-
ioeiio se habia criado en Sevilla , y por su doctrina y nobleza (era hijo
el mezuar de Xílbe su patria) estaba también tan dado á las nuevas
octrioaa y secta de Algazali , que en el fervor de su juventud se retiró
la soledad de un yeroM), á orillas del mar en Rabat Raibána , y dio
e limoana sus bienes, y era de los mas ardientes secuaces de Ahmed
bea Coaai ^ y scgnia so bando , y le fomentaba en su patria. Ayudába-
« Aba Mnbamad Sid-Ray, hijo del wazir de Jabura, que ya do antes
nui lodoa amigos. Uniéronse públicamente todos estos con Aben Cosai ,
n mea después que se apoderara de Calal Mertula , esto es en principio
) la luiduHafaíe segunda delato S39 (I lU). Gomo ara gente tan prin-
448 HISTORU D£ LA DOMlNAGim
cipal Ueyaron tras si machos dd pueblo , que estaban oprimidos y des-
contentos de las insolencias de lós AlmoraTides , y con ellos emprendie-
ron la conquista de otros fuertes , pasaron á Hisn Mergcc , fortaleza de
tierra de Xilbe , donde se hablan fortificado los Almoravid^, y Aben
Gosai acaudillando á los suyos con mucho valor y conocimiento los
venció, mató muchos de ellos , y se apoderó déla fortaleza entrándola
espada en mano, y huyeron los pocos que la defendían á Medina Beja.
Viéndose los Almorávides que había en aquella ciudad amenazados de
la misma suerte , pidieron seguro de los del mismo pueblo para pas^ á
SeviUa , y después que ellos salieron entró en ella Omar ben Abnondar
con la gente que le había confiado Sid-Ray, hijo del wazir de Jabora.
Estaban en esta ciudad algunos parciales suyos , entre otros su hcrmaDo
Ahmed y Abdala ben Aly ben Samail. No tardó en juntarse con eUos d
jefe de la insurrección Aben Cosai , y el mismo Sid-llay, d hijo del ira-
zir, y á este por su autoridad y pditica dio Aben Cosai el mando de Beja,
y á Omar ben Abnondar la walfa de Xilbe. Hubo luego entre estos dos
caudillos alguna desavenencia y ciertos disgustos , y Aben Gosai los em-
plazó á Gaiat Mertula^ y se dieron satisfacción , y se compusieron ó di-
simularon sus pasiones : y Omar volvió á su lugar y allegó gente de
Oksonoba con la que tenia de Xilbe , y mucha de Mérida que se le juntó,
y se volvió ¿ reunir otra vez con Aben Gosai que le hizo addantadoen
toda su tierra, dánd(de parte en su estado y mando, y le üamaba
Aziz Bila. Con la fortuna de estas primeras empresas tomaron osadía
para mayores cosas, y determinaron entonces pasar con su gente el
Guadiana , y fueron sobre Welba y la cercaron , y sin mucHa resistencia
la entraron. Pasaron de alli á Libia y la pusieron cerco y la combatieron
con muchas máquinas , y vino al campo en su ayuda nueva gente de
Algafbe , y después de recios combates la entraron por inteligencia j
favor de Juzef ben Ahmed el Podruchi , un alcaide de los rdbddes ;
descontentos de aquel tiempo, que les entregó una de las torres que
defendía pc»r los Almorávides.
Este venturoso suceso puso mayor esfuerzo á los de Aben Gosai , 7
les dio ánimo para correr con algaras la comarca de Sevilla , que estaba
en poder delamir que la fortificaba y defendía. Partió el ejército de Li-
bia hacia Sevilla, y entró las fortalezas de Hisn alcázar y de ToQíata,
que son de las principales de aquella amella. Era ya en este tiempo moj
numerosa la hueste que llevafcÁn , y se había divulgado en toda Espaoi
la fama del levantamiento del Algarbe. Llegaron á Hisn Azahar, oo^n^
ron las cercanías de Sevilla , y entraron y ocuparon á Atrayana. Como
esta novedad fué sabida del mayor general de las tropas almorávides <k 1
Espafia Abu Zacaria Yabye ben Aly Aben Gania , que se hallaba en Cór-
doba , al punto congregó sus tropas para remediar y conlCBer los des-
órdenes de Algari)e : y con la nueva de la entrada en libia ln<^se
puso en marcha para la gazna de aquella tierra. Antes que este val
llegase á Sevilla fueron avisados los rebeldes que estaban en Atraram |
de su venida, que en todas partes teman parciales de su bando. Lk^l
este wali Aben Gañía á Sevilla, y Omar ben Almondar coo^sos rebridc»
BE LOS ABABES EN ESPAÑA. 449
je retífaroQ sin osar esperarle , y repasaron el Guadiana hnyendo. SU
gmUos Aben Gañía y los alcanzó , y les dio batalla en qae los rompió y
deslMraló, y mató mucha gente de eUos, los persiguió y cautivó mu-
Ornar ben Almpndar llegó aquella noche á Libia y la fortiQcó dos dias,
jse jontó en Xilbe el alcaide Juzef Pedrucbi. Llegó Aben Gañía y puso
oeroo á la ciudad , que se defendía bien haciendo salidas y rebatos en
qae había sangrientas escaramuzas; pero los de Aben Gania estaban á
b inclemencia del tiempo, que era en medio del invierno, y padecían
macho; á los tres meses del cerco llegó nueva al campo de Aben Gania
eooio en Córdoba habían asesinado al cadi , y se había levantado en la
graode aljama en día jueves 5 de Bamazan del año 539 (1 1 44} Abu
Gíafar iiamdain ben Muhamad ben Hamdain , y se había apoderado de
la ciudad apellidándose amir Almansor Bila. Con esta novedad le Tuc
forzoso levantar el campo de sobre Libia, y partió hacia Sevilla : y en
el camino oyó que también se habia alborotado el pueblo de Valencia,
donde estaba de 'wali su sobrino Abu Muhamad Abdala , hijo de su her-
mano Mubamad ben Aly Aben Gania , que le escribía que ni por si
podo nada ni por la autoridad del cadi de aquella ciudad Meruán ben
Abdala ben Meruán Abul Melic, que era alli cadi puesto por TaxGn
beo Aly el amir en 24 de Dylhagia del año 538, que subiendo á la tri-
buna habló al pneblo con mucha energía ponderando los grandes méri-
los y santas guerras que se habían debido á los Almorávides contra los
cristianos , el auxilio que habían dado á Gczira , los socorros y libertad
de Valencia, que sus esforzadas tropas habían sacado de mano de ínGe-
les; pero que todas sus exhortaciones fueron vanas, y como predicar
rn desierto , que no había sido posible sosegar al alborotado pueblo, ni
el había conseguido contenerlos con sus Almorávides, de manera que
le habia sido forzoso escapar de noche con su familia á mía de caballo
en h noche del miércoles 18 de Bamazan , y se había acogido á Játíva,
donde había llegado al amanecer, y se forlíGcaba en ella con los suyos,
fsfas cartas y las que fueron Uceando del levantamiento de Murcia, de
Almería y de Málaga , donde el pueblo forzó á los Almorávides á re-
traerse á la alcazaba con su v^alí Almanzor ben Muhamad ben Alhág,
y le pusieron riguroso cerco , que duró siete meses , y de otras princi-
pales chidades, dieron mucho cuidado al caudillo Abu Zacaría Yahye
Aben Gania , y no solo perdió la esperanza de acabar por onlonccs la
guerra y ailráamiento del Algarbe , sino que temió que se perdiese toda
Espada para los Almorávides , viendo las turbaciones y movimientos
que en todas las provincias resultaban. Asi que , luego escribió á su her-
mano Mabamad ben Aly Aben Gania , que partiese de Sevilla con las
naves y gente de los Almorávides , que tomase también las que estaban
en Almería , y se fuese á fortiBcar y apoderar de las islas Mayorcas, que
en España no habia seguridad , y su hermano lo hizo sin perdida de
tiempo. Con motivo de salir de Sevilla las naves y gente de los Almorá-
vides , fe levantó con d mando en aquella provincia Abdala ben May-
mon, alcaide de su frontera y y con pérfidos tratos se apoderó de la du-
4S0 HISTOai/k DE UL BOUDIiCIOlf
dad, y degolló en día mochos AlmoraTides, y no pooos TecfaiM qoe k
qaisieroQ oponer ¿ bos tiránicas Tiolencias. En Almeria con la migma
ocasión se Icyanló Abdala ben Mardanis, y se biso dnefto de k dudad.
£n Córdoba el tumultuario y alborotado pueblo depuso á los catorce
dias al rebelde vali Hamdain , movido de las tramas y liberalidades de
cierto bando que alli se suscitó á favor de Seir*Dola Ahmed Aben Had ,
el que estaba en la frontera de Toledo favorecido de los cristianos. Sa
real prosapia , su política y grandes riqoeías facilitaron esta novedad «i
d populacho de Córdoba , y lo proclamaron llamándole Almostenrir
Bila; entró en Górddm y fué muy aplaudido $ pero á los ocho dias le
fué forxoso salir de Córdoba , porque el pueblo se cansó de él y de las
violencias de los suyos, y se retiró al fuerte de Foronchidioe, y su wi-
lir Samcbe que se quedó en la ciudad fué despedazado por d ineOMtsole
pueblo. La partida de Abu Zacaria Yahye Al)eB Gania del cerco de li-
bia animó á los rebeldes de Algarbe, y sabiendo también los alborotos
de Córdoba pensaron abar alli su bando , y ordenó Aben Cosai que
Ornar bcn Almondar y su gente con su secretario Muhamad ben Yshye
el Saltixi, d llamado Alcabela j que era persona de su confiansa, fueieDá
G^doba, presumiendo que lograria entrar en la dudad , y harían valff
su partido en ella , esperanzas que les ofhM^ian algunos parciales suyos
que moraban en d arrabal de la Axarquia de aquella dadad , y ena
gente principal en día , como Abul Hasan ben Mumen , y otros. Los
caudillos Ornar ben Almondar y su sodo el Saltixi Alcabela con las tro-
pas de Xeibe y Libk se pusieron en camino ; pero antes de llegar supie-
ron como los había prevenido el político Seif -Dola y los de su bando j
que los de la dudad estaban por él, yqueen varias ciudades le prodar
maban.
£ntre tanto Abdala, el sobrino de Aben Gania , hada desde JáÜfi
grandes algaras y correrías en Yalenda y talaba sus campos y amenas
huertas. Los de Valencia para ddenderse de sus entradas y contener sas
(*slrag06 acudieron al ilustre caudillo Abu Abdelmdic Meroán Abes
Abddaziz , rogándole que los amparase y defendiese ; pero este noble
jeque se excusó porque recelaba de la inconstancia dd pueblo , y de lis
intenciones de los prindpales ; y coma d pueblo persiguiese á los Al-
luoravides que quedaban en la dudad después de la fuga dd vsU Ab-
dala, d sobrino de Aben Gania Abddaziz, se ocultó y huyó con lossafos
á Jáliva, que muchos te seguían , hasta que lograron persuadirte Ab-
dala ben Mardanis , y Abu Muhamad Abdala ben Ayadh , alcaide detas
fronteras , persona de mucho crédito y autoridad. Estos oonsignicroii
que cediese al bien común su comodidad particular y aceptase d pdt-
groso mando que d pueblo le ofreda, y asi movido de tantas instsocítf
vinoá Yalenciay Icprodamaron eneUaen3 deXawálddaiío5S9 (tl44)t
y encargó el cuidado de las fronteras y su comarca al alcaide Abdala
^ b(*n Ayadh, que se ocupó desde luego en aserrar las soyas propissy
* las de su yerno Abdcila ben Mardanis contra fas lamtonies que hacin
gente cu tierra de Albacite , y se baciao fuetes en^u fotiaiesas.
D£ LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 4Sll
CAPITULO X3ÍXV.
Cóntinuin los alborotos de los muslimes en Espsfia.
Banidao, hatriendo logrado ganar segunda vez el
Tohió á entrar en elk doce dias después de su salida , que fué en 10 de
Dylhagia del año 539, y le prQdamanMi con general moYimiento j ale-
gría del poddo, y sus parciales y parientes le proelamaron en yariay
cÉiMbdes de Andalucía. Su alcatib ó secretarlo Achil ben Edris de Ronda
k hizo procteoiar en su patria , y ¿ su nombre ocupó la inaccesible for-
taleza de aquella ciudad , y asimismo se apoderó de Arcos Jeris y Sidu-
Día hadéndde proclamar en todas ellas. En Murcia entró Abdala el
Tbograi, alcaide de Cuenca , luego que oyó la r^elion de Hamdain en
Córdkiba, y salió con ánimo de unirse á su bando , y al llegaráMoraa
trataba d pueblo alborotado ya desde el dia 1 7 de Ramazan de proda?
mar allí por adlílantado & cualquiera de sus principales jeques ó á Mu-
kunad ben Abderahman ben TaUr el Kisi, que era de lanobleía de
Tadmir, ó á Abu Mubamad ben Alhág Lurki , ó á Abderahman boi
Gíafar bai Ibrabim. Había el pueblo proclamado ¿ Hamdain de Córdoba,
y pusieron por su adelantado á Mnhamad ben Alhág , y este no quería
aceptar este encargo por moderación. Con la entrada del alcaide de
Cuenca Abdala ben Fetáh el Tbograi mudaron de faz las cosas , y d
bando de este nombró cadi de Murcia á Abu Giafar ben Abi Giafar, y
el dia martes i5 de Xawál del año 539 entró á Giafar la codicia dd
mando y excitó un alboroto popular contra los AlnKMraYides , y por
causa suya asesinaron en Auriola aleTOsamentc á los AhnoraYides que
bajo de palabra de seguro habían entrado en ella : y c(mforme á la ins-
trucción de los caudiUds de aqudb pardalidad entró la gente de las
aldeas y campos en Murcia y proclamaron por su amir á Abu Giafar
ben Abi Giafor, y cadi á Abu Alabas ben Helal, y por alcaide de la ca-
balleria d Thograi , y nadie ise les opuso, y asi este caudillo con pi^
texto de proclamar á Hamdain se proclamó á ri nnsmo , y ocsopód
alcázar, y se ap^idó amir Anasir Ledinalá ; pero le duró muy poeo
d imperio, como diremos.
En Yaloida fiormó hueste Aben Abddaziz para saKr contra los AI<-
moraYides de Játiva que fortificados en su abrazaba y acaudilladoa de
Abdala, el sobrino de Aben Gania, corrian y tdaban la tierra hasta la
ciudad de Yalencia , robaban y quemaban las alquerías y cautivaban las
mngeres , y por esto allegó sus gentes y salió de Yalencia , y en 28 de
Xawál fué sobre Játiva : asimismo envió á pedir socorro al wali de
Murda Abu Giafar Mubamad ben Abdala ben Abi Giafar, y en postrero
día de Xawéd cercó á los Almorávides en la fortaleza de Játiva que se
defen<fian con admirable valor. En Murcia los del partido de Abdala el
Tbogni y de Aben Tahír alborotaron el pueblo y prodamaron á Scif*
fida en fin de Xawál dd aSo 539, y bid» pdea catre los bandos de
AbaaGiato y ddThogrd, y este caudillo y otroe desu pardalidail he-
452 HISTORIA DE LA DOMINAGION
ron presos y encarcelados , y se dio la alcaidía de la caballeria á Zoamnn
de Aurfola , y se salieron de la ciudad Aben Tahir y Aben Albág : y en
esta ocasión se apoderó mas del estado el faki AbaGiafar Muhamad ben
Abdala ben Abi Giafar el Ghuseni , y se hizo dueño de Tadmir lo res-
tante del año ; y como dos meses del siguiente. Decia que no se movía
á tomar el mando sino por conservar sa lit)erlad al pueblo ; y luego
dispuso sa partido para socorrer á Meruán ben Abdclaziz contra los
AlmoraTídes de Játiva* No bien faabia llegado al cerco, y apenas sus
grites se habían mczdado en las escaramuzas que cada dia se trababan,
cuando le vino aviso de nuevos alborotos ea Murcia , que el bando de
Aben Tahir conmovió la plebe y sacaron de la prisión al Thograi .- al
punto partió con su caballería del sitio de Játiva y con presurosas
marchas llegó ¿ Murcia y entró en la ciudad por inteligencia , y se apo-
deró de la fortaleza otra vez, pero no pudo haber á las manos al Tho-
grai, que escapó de secreto respirando venganzas : sosegó el alboroto, y
se volvió al cerco de Játiva.
En este tiempo los secuaces de Hamdain que moraban en Granada
alborotaron al pueblo contra los Almorávides , sin que (üése parte para
contenerlos la autoridad y presencia del walí de aquella ciudad Aly ben
Abi Bekir, hijo de una hermana del rey Aly, llamado dd nombre de sa
madre Aben Finwa; pero las novedades de Algarbe tenían ocupado á
su caudillo Abu Zacaria Yahyc ben Aly Aben Gania, y buena parte de
las tropas almorávides, que componían su ejército. Esto facilitó al cadi
de la ciudad Aba Muhamad ben Símek el levantamiento del pueblo con-
tra loa Almorávides de la guarnición , y la tumultuosa proclama de
Hamdain de Córdoba. Los caudillos almorávides nó pudiendo contener
al all)orotado pueblo les fué forzoso retraerse á la Alcazaba y aser-
rarse en aquella fortaleza. En los ocho primeros días del motín hubo
continuas y sangrientas peleas entre los Almorávides y los vecinos.
I/M del paeblo daban recios combates al fuerte, y los valientes Almorá-
vides hacían frecuentes y sangrientas salidas contra ellos. En una de
estas terribles escaramuzas murió el cadi ben Siínek , y los vecinos y
parciales de Hamdain nombraron por sucesor á Abul Hasan ben Adha-
Este era muy político que mantenía su opinión con ambos partidos ; pero
en esta ocasión sirviendo á las circunstancias, y siguiendo d aire de la
fortuna que soplaba , se declaró contra los Almorávides , y pidió. auxilK»
contra ellos á los cadies rebeldes de Córdoba, Gien y Murcia para que le
ayudasen á echar de Granada á los Almorávides.
CAPITULO XXXVl.
Goerra en África entre Almorávides y Alrnohadcs. Muerte desgraciada de Aly.
Entre tanto no iban mejor en África las cosas de estos ; espetaba el
rey Aly qué la fortuna y valor de su hijo Taxfin remcdíaria la suerte
de la guerra que le hacían los Almohades , que andaban viettMosas y
DE IOS ÁRABES EN ESPAÑA. 45S
Iriimbntes apoderándose de sus tierras y estados , pues en diez ailos de
implacable j porflada guerra no babia conseguido ventaja contra ellos ,
antes le vencían y tomaban sus pueblos , y señoreaban las proTíncias en
qae moran las cabilas de Ateza , Gebala y Gíeza. Pasó como dijimos el
príncipe á África llevando en su compañía la flor de la caballería de los
A]ox)ravid^s , que hizo notable falta para las revueltas y turbaciones
que en España se suscitaron con su ausencia : y asimismo Heyó cuatro
mil máncalos cristianos de Andalucía , muy diestros en las armas , que
servian en la caballería de su guardia. Cuándo llegó á Marruecos al
. pautóse dispuso para salir contra los Almohades, y juntas numerosas
tropas, salió á buscar á sus enemigos ; pero no tuvo su primera expedí-
ckm la misma felicidad q[ue antes había tenido en Andalucía ; pues mu-
chas veces quedó vencido perdiendo mucha gente de los suyos , experi*
mentando cada dia mas contraria la fortuna. £1 rey Aty su padre,
como viese fallidas sus esperanzas , y no recibiese sino nuevas de ven-
cimientos y derrotas de su campo , tomó de ello tanto pesar que adoleció
<ic grave enfermedad nacida de su profunda tristeza y despecho, y fué
recreciendo su mal con las continuas pesadumbres que recibía basta que
se Ic acabó la vida en la luna de Regeb del año 539 (1 144), después de
haber reinado treiuta y nueve años y siete meses. Acaeció su muerte en
SQ alcázar de Marruecos ; su hijo se hallaba en Aceya , y estuvo oculta
la muerte del rey mas de tres meses.
Publicada la muerte del rey Aly fué prodamado rey de los muslimes
su hijo TaxOn , príncipe jurado sucesor del trono de los Almorávides.
Escribió á todas las provincias su proclamación , exhortando á los pue*
blos á la continuaciou en su obediencia y lealtad ; asimismo escribió á
1^)8 principales caudillos almorávides de España Abu Zacaria Yabye
Aben Gañía , á Ozman ben Adba , y á su tío Aly ben Abi J^kir, que lue-
go le enviaron sus cartas de parabién y enhorabuena , y desde entonces
>e oyó su nonttire solo en las oraciones públicas de las mezquitas. De-
seoso df contener la soberbia de Abdelmumen , príncipe de los Almo-
hades , allegó grandes huestes para ir contra él : pues viéndose Abdel-
mumen poderoso de gentes se atrevió á descender de los montes de
Todula y sierras de Gomera con numeroso campo talando la tierra
liana, cautivando y matando y haciendo grandes estragos por todas
partes. Encaminóse esta desoladora tempestad á las sierras que están
(*ntre Fez y Telencen , corriendo al mismo tiempo con algaras de ve-
loces caballos todas las cabilas moradoras de uno y otro lado : alcanzó
el rey Taxfin estas sangrientas tropas que como hambrientos tigres de-
54^biui cuanto delante se les ofrecía, y rodeándolos con la muchedum-
bre de su caballería hizo en ellas horrible matanza , y los Almohades
huyeroo dejando los campos cubiertos de cadáveres para agradable pasto
de aves Aeras. Por este desmán fué forzoso al príncipe Abdelmumen
subirse á los montes y encaramarse en la fragosidad de aquellas sierras;
V el rey Taxfin le seguía por las tebamas y espaciosos llanos. De dmdo
procedió que los Almohades, aunque menos en número, se defendían do
ta m ucbedarobre con la fortaleza y fragosidad de los montes , y al misn^
454 HISTORIA DE Lá DOmNAaON
tiempo ahondaban de provisiODea y nrantc ^^imiento , qne eacaaeaban
pincho en loa llanos casi desiertos, para bastecer tantas tropas. Los
berberíes de aquella sierra ^tahan ¿ deTOcion de Ahdeinramcn y no
oondttcian provisión á los Almbrayides. Asentó su campo en los montes
de Gomara , después pasó á los de Telenoen atrayendo de paso á su obe-
diencia las cahitas zenetesque están en aquella comarca. El rey Taxfin
que los perseguía llegó con su campo á Wadi Teblit, y como ftiese ya
muy entrado el invierno asentó allí su campo y se detuvo dos meses,
que fueron de tan gran Trio, que fué forzoso quemarlas cabanas y casas,
y hasta los palos y astas de lanzas y pabellones para repararse y no
perecer helados. Lurgo enderezó Abdeunumen hacia los montes deTe*
icncen , siempre siguiendo los montes, y también volvió el rey Taxfin á
perseguirle : Abdelmumen puso su campo en la cumbre de los montes
que están sobre Telencen, y desde ellos descendían sus algaras ¿ correr
la tierra. El rey TaxQn había pedido ayuda de gentes á los Beni Amal
de Saohaga que comarcaban al (Miente de África , y le enriaron una
poderosa taifa de caballería y peones. Uegó esta gente y salió á reci-
birla el rey TaxGn con todos sus principales caudiUos. Aeunidss estas
tropas con laft suyas llenaban aquellos campos, y parecían tendidas
bandas de langosta en que bien se echaba de ver el poderlo de los reyes
de Marruecos: alegre, maravillosa y estupenda vista, si no estuviera
tan cercana la destrucción de tanta grandeza. Recibió d rey Taxfin i
los caudiUos con mucha honra , y les habió de la satisfocdon que le
causaba la vista de tan hermoso campo, y trató con ellos de sus inten-
tos de acometer al enemigo , y de socorrer y fortificar la ciudad de Te*
lencen, que era la que estaba amena^da. Por otra parte Abdclmomea
estaba oteando desde las altas cumbres de los montes cuanto pasaba ea
los llanos , y no temía de tan numerosas huestes ni le ponían pavor sos
infinitas bianderas de diferentes ccdores , ni el estmendo de sns atabales
que estremecían la tierra y hacían retumbar los apartados montes.
Mandó el rey Taxfin que ciertas tropas ligeras siilMesen hacia la sierra
donde estaban los Almohades , y subieron por la parte de Wbad , que
está cerca de Telencen , y por ciertos atajos fueron contra los enemigos.
Los Almohades bajaron al encuentro, y la batalla fué muy sangrieotí
en aquellos ásperos collados ; pero los Almohades rompieron y d^ban-
taron á estas tropas , que des<^ndieron despeñándose por aquellas qn^
bradas , y los que pudieron descender á los llanos llenaron de espanto i
la muchedumbre del rey Taxfin , de manera que no fué parta su valor
y destreza , ni los esfuerzos de los nobles caudillos para mantener en
orden á la multitud , que huyó vencida maa de su propio temor que del
Ímpetu de los enemigos. Los Almohades aprovecharon la ocasión de este
desorden y terror pánico., y mataron nnucba gente á los Almorávides , y
los persignieron á lanzadas por aquellos campos*
Después de esta desgraciada batalla escribió d rey Aly á todas sos
provincias para que viniesen á servirle en aquella guerra , y no tardó ea
ll^ar nueva gente de Sigilmesa, de fingía, y poco después llegó tam-
a^m de Andalucía su hijo amir Abn Ishac Ibrabim, con eacogüia caba-
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 455
Ikria de Almorávides y crbtianos de su guardia en número de Goairo
ipil cahaUeros. Mandó el rey hacer reseda de todas sos (ropas , y dividió
7 reparüó eu escuadrones aquella infinita muchedumbre, que ocupaba
faota tierra , que causaba admiración el ver asi la innumerable gente do
anuas de caballería y de infantería , como el grande aparato de provi-
siones 7 de tiendas , pastores y reb¿ios de ganados de toda especie ; do
manera que pareda estar alli junto todo el poder y gente de África.
Hiiose el alarde fuera de Bab Carmedin , y se extendia la gente y los
apiñados escuadrones hacia la sierra por lodos aquellos campos, hasta
I el pié de los mismos montes que están enfrente. Cuenta Aben Iza que
este fué d último esfuerzo de los principes Almorávides. Luego movió
sa campo Abdelmumen caminando como hacia Telepcen , y asimismo
rigváó Taxfin con su innumerable ejército procurando atajarle, y obli-
garle á venir á batalla : tanto le inquietábanlos campeadores de TaxGn,
que le obligó á descender á lo llano caminando como hacia las tierras de
los zenetes , y acosado en su retaguardia se resolvió á dar batalla ¿ los
Almorávides*
Gomo Abdelmumen era inferior eu número de infantería y de caba-
llos, para pelear y defenderse dispuso una solabataUade toda su gente
en forma cuadrada , y á cada lado sus hileras de valientes con lanzas muy
largas que apoyaban de pies y de manos ; de tras de estas hileras de lan-
ceros había una de escuderos con espadas y grandes pavesas y rodelas
para cubrirse de los tiros de los contrarios , y detras de estas órdenes de
armados, había dos hileras de honderos y ballesteros , y en el centro y
medio de este cuadro quedaba una gran plaza y espacio en que puso toda
la caballeria, quedando asimismo seüaladas y abiertas calles donde so
debía abrir salida de cada parte a la caballeria para salir y entrar contra
los enemigoa, sin dailo ni des¿Hrden de la infantería. Gomo Taxflu no
deseaba sino la batalla luego ordenó sus haces , y mandó acometer A los
Almohades con su mayor caballería. £1 ímpetu y tropel de los Almora-
fídes fué terríble *, pero la defensa de las muy largas lanzas impidió que
rompiesea el fuerte escuadrón , muchos caballos y caballeros quedaron
espetados en ellas, volvieron sus caballos los Almorávides para tomar A
acometCTt sin cesar la espesa nube de los honderos y de la ballesteria , y
en este ptmio saliendo los caballeros almohades por ambos costados los
alanceaban en las espaldas , y luego se retraían al centro y plaza de su
escuadrón , donde se guarnecían como en firme alcázar, huyendo él tro«
peí de la gran caballeria de sus enemigos. Así continuó todo el día esta
langrienta batalla, y la pérdida de lo« Almorávides fué tanta que no
podieroQ mantenerse en la pelea. Toda la caballeria estaba herida , y
muertos los mas valientes soldados : asi que , la victoria y el campo
quedó por los Almdiades. Acogióse TaxQn á Telencen con mucha dili-
Beoda , desconfiando ya de la fortuna de sus armas : reparó sus muros
y fortaiecas , y cuando el victorioso Abdelmumen fué con su hueste con-
tra la ciudad, la halló may bien guarnecida y fortalecida : la cercó y no
t'esó de dar recios combates , ni se apartó de ella hasta que cansa(k> de
la resistencia de los Almorávides y de sus rebatos y salidas en que los
456 HISTORIA DE lA DOMUHAGlOü
suyos recibían madio daño, levantó sn campo y partió hacia Medina
Wliran , dejando alguna gente que mantuviese el cerco de Telencen.
Tenia el rey Taxfin muy fortiGcada la ciudad de Wbran, y la miraba
como el único asilo que le podía quedar eu el mal estado de sus cosas,
para en caso necesario hacerse allí fucrle y pasar á España, y había
escrito á su alcaide de Almería Abdala ben Maymon, para qac le tu-
yiese siempre apercibidas diez buenas nares en el puerto grande de
Whran para lo que pudiese ofrecerse. Puso Abdelniuroen su campo so-
bre una sierra alta que está sobre Whran , con ánimo de cercar aqnelh
ciudad y fortaleza. Luego el rey Taxfincon escogida gente salió de Te-
lencen, rompió el campo de Almohades que cercaba la dudad, y foéá
socorrer su asilo y cíodad de Whran. Llegó á las cercanías de ella y
asentó su campo á vista de sus enemigos , tuvieron muchas escaramans
en que se peleaba con varia suerte, aunque las mas veces con mayor
pérdida de los Almorávides. Dice el autor del Fen Imamia por referan
cía de Aben Malruc Alkisi , que el rey Taxfln penetró y rompió el
campo do los Almohades , y logró entrar en Whran ; pero como tícsp
que el cerco iba largo, que sus salidas y rebatos no hacían mudar de
propósito á su enemigo que le apuraba con recios combates, perdióla
esperanza de poderse sustentar en el reino de Marruecos : asi que, fallo
de consejo y desesperado se salió de secreto y de noche de la ciudad, con
ánimo de pasar á la fortaleza del puerto grande que tenia muy fortale-
cida, donde esperaba que vendrían sus naves para pasar á E2spail8 : salió
pues en tma yegua suya muy generosa y célebre por su ligereza qoc se
llamaba Rahihana, que no tenia par entre todas sus yeguas y caballos.
Era la noche muy oscura , y el rey iba harto turbado temeroso de caer
en manos de sus enemigos , y llegando á una alta y atajada barranca
parecióle con la oscuridad que to¿ la tierra era igual , y se despeñó de
allí abajo , ó tal vez la yegua se espantó, y asombró del mar coa las
sombras de la noche , y asi murió , donde fué hallado á la mañana bedio
pedazos, y también la yegua allí orilla dd mar. Lleváronle á Abdebno-
men , que le mandó clavar de un sauce, y envió la cabeza á Tínmál : to
Almorávides no supieron esto hasta que lo oyeron de sus enemigos, con
esto cayeron de ánimo, y pocos días después * entró Abddmumen jfir
fuerza de armasen Whran, en elmesdeMnharram del año S40 (1145).
La resistencia fué grande y no la hubiera entrado tan presto si no les
hubiera apurado de sed , que les cortó el agua que iba á k ciudad, yaÁ
muchos perecieron de sed , que no pudieron hacer mucho en su defensa-
Entró la mañana de pascua de Alfitra según Yahye , y pasó á cuchillo á
los Almorávides que en la ciudad halló, y muchos de los vecinos. Fw
el tiempo del reinado de TaxOn después de la muerte de su padre basto
el dia en que tan sin ventura murió dos años y dos meses : y según «l«
mismo autor murió en 6n de Rámazan del S59, y cuenU taflibiea qnc
había ya hecho jorar por su sucesor á sn hijo Aba Ishac Ibusbim"
año que vino de Andalucía.
t Dice Vthy^ fren ellas.
DE LOS ÁRABES Elf ESPAÑA. 457
CAPITULO XXXVII.
Continoan bs guerras contra los Almorávides de Eapafla.
En Andalucía continuaba la guerra y levantamiento contra los Almo-
rayidcs con implacable odio. Seguía Meruftn bcn Abdclazizel cerco de
Játiva , y se defendía bien en la ciudad Abu Abdala el sobrino de Aben
Ganiacon sus Almorávides. Llegó segunda vez Abu Giafar, el valí rebe-
lado en Murcia, al cerco de Játiva en ayuda de Meruán , y le fué forzoso
d caudillo de los Almorávides retraerse á la alcazaba para defenderse.
Asimismo acudió en ayuda de los de Valencia el alcaide de las fronteras
Aben Ayadh con muy escogida gente de ella. Entonces AbdaLi Aben
Gaaia trató de concertar la entrega de Játiva por avenencia ; pues veia
que no era posible mantener mas tiempo aquella fortaleza , y ajustadas
7 convenidas las condiciones salió aquel esforzado caudillo con todos los
soyos de la alcazaba y de la ciudad , y se encaminó á tierra de Almería
con propósito de pasarse á Mayorca con su padre si las cosas no mejora-
ban. Luego que Abdala Aben Gania salió , entró en la ciudad Meruán
ben Abdelaziz, y la fortificó, y despidió muy contentos á sus auxiliares,
dándoles preciosas alhajas, armas y caballos : y asegurada la ciudad y
alcazaba partió para Valencia , y entró en ella montado en un hermoso
dromedario con preciosos vestidos y lucientes armas , y rodeado de los
jeques y nobles caballeros , y este dia de su triunfante entrada en Va-
lencia fué proclamado con general alegría del pueblo : esto fué en Safer
del año 540 (1145). En esta ocasjon se unió Lec^nt á la amelia de Já-
tiva, y esta provincia al gobierno de Meruán ben Abdelaziz. En esta
misma luna de Safer volvió Abu Giafar á Murcia , después de haber
perseguido en su retirada á los Almorávides de Abdala Aben Gania, ro-
bándoles cuanto pudo hasta que se retiraron á lo de Almería , donde to-
davía eran poderosos.
£q Granada continuaba la rebelión , y los Almorávides se defendían
bien en la Alcazaba ; pidieron socorro los rebeldes á los de Córdoba, y
escribió el cadi Abul Uasan ben Adba á sus parientesy parciales , y envió
Hamdain á su sobrino Aly ben Omar Muhamad Adba conocido por
Omilimad, y deGíen fué el alcaide de aquella ciudad Aben Gozei, con
tropas allegadizas y mil caballos de la Axarquia , que unidos á las tropas
que llevó Abu Giafar de Murcia bacian un hermoso campo de doce mil
caballos , y mayor número de peones. Los Almorávides cuando enten-
dieron quo venia contra ellos aquella tempestad , temieron que si estos
se uniesen con los rebeldes de la ciudad les darían harto que hacer , y
así habido su consejo salieron á la hora del alba de la alcazaba , y fueron
á encontrar á los auxiliares que tenían su campo en cercanías de Gra-
nada, y con extremo valor les acometieron cuando menos esperaban ,
los desbarataron y rompieron con cruel y sangrienta matanza , y en lo
recio de la batalla murió Abu Giafar el rebelde de Murcia , y los suyos
458 nlSTOniA DE LA t)OteXAClO!t
j démas auxiliares huyeron por diversas partes con torpe fnga. Los
vencedores Almorávides se volvieron á su fortaleza déla Alcazaba.
Las reliquias fugitivas del ejército de Murcia lue^o que volvieron á
su ciudad eligieron y proclamaron por su amir al noble jeque Abdcrah-
manben Tahir, en fin de Rebie primera del año 540 (1145). Al mismo
tiempo el walí Almanzor, que estaba cercado con sus Almorávides en la
alcazaba de Málaga , trató de rendirla por avenencia , y entró en ella de
amir Abu Alhakem Ben , en Rebie segunda del año 540 , y se retiró i
Murcia donde estaba su padre Abu Muhamad ben Albág. Este caudiUo
Tahir por afición particular á la casa de Aben Hud pasó al alcázar y
apellidó á Seif-Dola Aben Hud , y se intituló sunaib en Murcia : dióla
alcaidía á su hermano Abu Secar , y escribió al rey Seif-Dóla que
Viniese. Con esta novedad se salieron de Murcia Abu Muhamad beo
Alhág y Aben Suar^ y otros principales caballeros de su bando, y se
fueron á Córdoba. El amir Hamdain los recibió muy bien, y los envió
con su primo Alfolfoli y sobrino Omilimad con escogida gente de ca-
ballería para que mantuviesen su partido en Murcia, y echasen de dli
al jeque Aben Tahir. Tembló este de las asonadas y aparato de estas
tropas , y para defenderse y mantener la ciudad procuró traer á su bando
al alcaide de las fronteras de Valencia Abu Muhamad ben Ayadh , y le
rogó que viniera en su ayuda si se preciaba de amigo de Aben Had.
Este caudillo era en su corazón de* aquel bando; pero lódisinralaba
como convenia : y recibidas estas cartas luego á gran diligencia se puso
én camino. Encontró áZaonun, alcaide de Auriola, que también era
de su bando , y este le llevó á su ciudad y le proclamó en eUa su amir.
Llegaron á Aurida muchos principales de Murcia , y le encendiert»
mas el deseo, y le animaron á ir á ella, y alli le proclamaron amir de
Murcia sin saber nada de esto el jeque Aben Tahir , que lejos de pensar
tal novedad disponía el recibimiento, y ordenaba que saliesen sus ca-
balleros y parientes á recibirle. Salió muchedumbre de pueblo al en-
cuentro de Aben Ayadh , que se fué á hospedar al Alcazarquibir, donde
no se le esperaba ni estaba prevenido para él. Esto fué en 10 de
Giumada primera del 540 (1145), y Aben Tahir se trasladó á Dar
Saguir, y luego que entendió las cosas concertadas se retiró á su
casa particular. Incitaban algunos á que Ayadh le quitase la vida, aco-
sándole de tramas y maquinaciones ; pero Aben Ayadh qtie oonocia sa
virtud y sabiduría se abstuvo de derramar su sangre : asi fué depuesto
Abderahman Aben Tahir á los cincuenta días de su waliazgo por sa
autiliar.
En este tiempo cansados ya los de Valencia del gobierno de sa amir
MeruAn ben Abdelaziz meditaron su deposición : tanta es la inconstan-
cia del aura popular que al que solicitaron con ansia para sa s^or, i
poco tiempo le aborrecen y desechan haciéndoseles intolerable sa poli-
tica y gobernación. Ix)s principales de la ciudad y los alcaides de Le-
cant, Liria, Gezira, Jncar y Murbiter escribierou al alcaide de las
fronteras Aben Ayadh que estaba en Murcia y ya era dueño de dh , qoe
viniese con toda diligencia á tomar las riendaí» de aquel estado que
m IM ÁRABES BH ESPAftA. 469
taba desooneerlado , y sin cabeza que le rigiese como convenía. No se
hizo esto tan secreto que no lo llegase á entenderMernán ben Abdelaziz,
y sí bien qnisiera poner remedio j castigar á los que suscitaban estas
DOTedades; pero no fué posible, que ya el mal babia cundido, y era ge-
neral el descontento y el deseo de nuevo amir, y como sus precau-
ciones se trasluciesen luego , la plebe se alborotó , y le fué forzoso
retirarse del alcázar y esconderse en casa de sus amigos ^ basta que
lalió de noche descolgándose por el muro el martes 26 , otros dicen
25 de Giumada jn'imera. Iba Meruán disfrazado y con sola su guia ,
qoe por desgracia le extravió, y perdido el camine llegando á
los montes de Almería^ cayó en manos del alcaide Muhamad ben
Majrnoun que le conoció y prendió , y tratándole como á rebelde le en-
cadenó y envió á Abdala Aben Gania el sobrino, que se alegró mucho de
tenerle en su poder , y le llevó mucho tiempo consigo en cadena andando
de una parte á otra entre Valencia, Almería y Játiva en todas sus al-
garas ; pero no quiso derramar su íangrc, y al fin se le llevó después
consigo áMayorca. Dicese que Meruán ben Abdelaziz cuando salió
huyendo de Valencia huyó á Golbira, y luego tomó disfrazado á Va-
lencia y entró de noche en ella , y estuvo en su casa particular hasta que
fué descubierto por alguno, y se le buscó con exquisita diligencia, y es-
capó segunda vez de secreto y se fué hacia Murcia , que allí le seguía
los pasos Juzef ben Helál para prenderle ; pero qne se le ocultó y le
perdió : que estuvo en Murcia tres dias , que desde allí partió con un
guia que le extravió en tierra de Almeria , y cayó en manos de la ca-
ballería de Maymnn , y este caudillo, como ya se ha dicho , le conodó jr
entregó á Aben Gania el sobrino : que la familia y gente de Meruán
vengó después la poca generosidad del alcaide Maymun, como si le
hubiera muerto. (Xiaodo el pueblo de Valencia entendió la fuga de su
amir Meruán proclamó á Abdala ben Muhamad ben Sad ben Mardanis,
que era naib de Aben Ayadh en aquella comarca , y le aposentaron en
el alcázar de Valencia , y en fin de aquella luna de Giumada primera
llegó Aben Ayadh , que en el camino tuvo noticia de la proclamación , y
permaneció en la ciudad cuidando del gobierno y seguridad de las fron-
teras, y luego tornó á Murcia dejando allí por su naib á su suegro
Aba Muhamad beu Sad , tio de Abu Abdala ben Sad , el conocido por el
de Albacete por loque después veremos. Prendió su gente á Abu Giafar
Ahmed ben Gubcir, padre de Abu Husein el Sabio, que defendió el al-
cázar del pueblo, y le envió en cadenas al castillo Maternisy le encer-
raron en una torre ; luego se rescató por tres mil doblas , y le quitaron
sus libros, que fué su mayor sentimiento, y se retiró á Játiva , y allí fué
de^messegunda vez preso por los de Aben Gania con otros parciales de
MeruáD ben Abdelaziz, y estuvieron en oscura prisión que no distin-
guían día ni noche hasta que los Uevaron á May orea , como diremos.
Después qoe Hamdain logró que el voltario é inconstante pueblo
echase de Okdoba á Seif-Dohi , este principe ayudado de los de subando
que cada día se le juntaban partió á Gien , y ganó el ánimo de Aben
Gozei, alcaide de .aquella dudad, que deseoso de vengar la pasada
460 HISTORU BE LA DOlDlf ACIOll
derrota qae le habían causado los AlmoraTides en Granada , se ofredó
á ir en su compañía conlra cHos. Llegaron á Granada y entraron en k
ciudad por Bab Morur ^ y salió á recibirle el cadi de la ciudad Aben
Adha , que salió á pié por mas honrarle , y le saludó y hospedó á él y á
su hijo Amad-Dola, y como este pidiese agua le sirvióla copa Aben
Adha, y al ir á bebería , dijo un alima que alli estaba : Sultán , no la
briías , que está confeccionada : y no la bebió , y arergomsado Aben
Adha que procedía con buena intracion, porque no se creyese que en
él habia malicia se bebió al punto aquella copa que estaba preparada, y
así quitó toda sospecha de sí; pero en aquella noche murió, pues en
verdad estaba confeccionada con ponzoña agridulce , que parecía agua
de azúcar y naranja : foese acaso ó maliciosamente preparada para
acabar con quien la bebiera de los Aben Hudes. Receloso Aben Hud de
la inconstancia del pueblo no quiso morar en la ciudad, aunque mani-
festaban todos mucha alegría, en especial los principales, y se puso en
un magnifico pabellón en las huertas sobre Granada , y aUi estuvo diez
dias : luego pasó á la Alcazaba Alamra , ó de los principes , y allí hubo
sangrientas batallas con los Almorávides , que se defendSan valerosa-
mente contra Aben Hud y los de la ciudad, y asi cada día morían ma-
chos de cada parte, hasta que al octavo dia de combate, qué fué muy
reñido y sangriento, los Almorávides rechazaron á los de la dudad y á
los de Aben Hud , haciendo en ellos horrible matanza , y fué herido y
preso este dia Amad-Dola , el hijo de Seif-Dola Aben Hud, y aquella
noche murió de sus heridas en la Alcazaba , y los Almorávides lo envia-
ron cafanado á su padre para que le enterrase , y le pusieron en una
preciosa caja de grana con franjas de oro llena de preciosas aromas. !No
se detuvo Aben Hud en Granada sino un mes , porque vio al pueblo
cansado de los males y afanes de la guerra que tan sin fruto hacían , que
siendo dentro de su misma ciudad eran mas graves y sensibles las vio-
lencias y horrores de ella : asi que, levantó su campo una noche y se
partió á Gien, y quedó gobernando en la ciudad Abu Hasan bcn Adba
el de la copa. Los de la dudad se concertaron después de su partida con
los Alipora vides de la Alcazaba, y ajustaron sus treguas , y salieron al-
gunos principales de la fortaleza, y se retiraron á Almunccáb, puerto
de Elbira, para estar mas dispuestos para pasar á África.
CAPITULO XXXVIII,
Prosiguen Us guerras entre los muslimes de Espsfts*
Estaba Seif-Dola en Gien después dé haber salido de Granada , j le
llegaron enviados de Murcia dándole obediencia á nombre de aipidla
dudad , y rogándole que fuese á ella : montó á caballo sin dilación acom-
pañado de muchos nobles caballeros de su bando y adelantó sus cartas á
su amigo Aben Ayadh previniéndole del dia de su llegada ; que á su an-
tigua amistad ó inteligencias secretas que entre ellos había en la9 fron-
DE LOS ÁRABES £K ESPAÑA. 461
terasdcAlgafia debió Aben Had esta proclamación de amir en Mnr-
da. Enüró en ella día Giuma 18 dcRegebaño 5i0(1145}, salióle á
recibir Aba Muhamad Aben Ayadh con la caballcria de Murcia y coa
$a hijo Aba Bccar, y el dia de esta entrada fué día de gran fiesta en
ia ciudad , y le prodamó el pueblo con maestras de mucba alegría , que
allí Dose salia de la volontad de Aben Ayadh. Sin detenerse sino pocos
diasen Murcia salieron juntos y pasaron á\s|lcncia, y alli también tenia
iiispae$ta Aben Ayadh la proclamación, que fué muy festiva, y de gran
concurso de pueblo .- y á pocos días volvieron á salir y vinieron á Denia,
y se aposentaron en su alcázar , y fué también proclamado en ella Aben
Hud. Luego volvieron á Murcia, y el aroir Aben Hud se hospedó en
AlcazarqaSiir , y el caudillo Aben Ayadh en Alcazarsaguir; pero en el
gobierno todo se hacia por Aben Ayadh á nombre del amir Seif-Dola
Aben Hud.
Poco tiempo después llegó noticia de las fronteras como el Thograi,
alcaide de Cuenca, corria la tierra de Játiva, y los cristianos ^e venian
eo su ayuda talaban y estragaban los campos; y á pocos dias envió sus
cartas el naib de Valencia Abdala Aben Sad, en que decía como los de
el Thograí y su aliado el tagi Aladfuns tenían cercada la dudad de
Játiva. A la hora el amir Aben Hud y su wali Aben Ayadh juntaron
sa caballería de Murcia , Lorca y Lecant, y escribieron al naib de Va-
lencia que saliese también con su gente para ir contra ellos. Guando los
cristianos entendieron estos movimientos levantaron su campo, y con-
siderando quesería mas difícil vencerlos juntos , trataron de venir á
encontrar á los de Murcia , de quienes mas temían, y dándoles batalla
revolver contra los de Valencia ; pero la ligereza y diligencia de estas
(ropas fué tanta que se les adelantaron , y vinieron á juntarse con la
gente de Murcia un dia antes de que se avistasen ambas huestes. Fué este
encuentro en los llanos de Albacite , llamado campo de Lug , en cerca-
nías de Ghingila* La batalla prindpió á la hora del alba , y se trabó cruel
y sangríenta. De ambas partes se peleaba con igual furor, que no pare*-
cían hombres sino rabiosas fieras que se despedazaban. Contendían en
aquel campo los mas diestros y valientes campeadores , asi de los mus-
linces como de los cristianos , el odio implacable de ambos pueblos , y d
valor y oonstancia délos mas ejercitados combatientes. £n lo mas recio
de la batalla cayó herido de una lanzada el esforzado amir Seif-Dola
Aben nuid , que peleaba en lo mas ardiente de la refriega , y por la pro-
funda herída que le rompió el pecho salió á vueltas de su sangre su no-
ble ánima. También murió peleando en los príiñeros como un bravo
león Abdala Aben Sad, el naib de Valencia, sobrino de Muhamad Aben
Sad ben Mardanis, naib de Murcia. Con la falta de estos dos ínclitos cau-
ros decayeron de ánimo los muslimes de Murcia y de Valencia , y á
pesar de los esfuerzos y heroico valor del vrali Aben Ayadh cedieron el
campo, 7 la noche protegió oon sus sombras la fuga de los vencidos,
dando treguas á la cruel matanza. Escapó Aben Ayadh con las reliquias
de su gente , y dicen algunos que Aben Hud herído en la batalla murió
aqodla nodie desangrado/ Acaeció esta derrota de los muslínies dia
462 mSTORU DE Lk DOMINÁaOll
Giama 20 de Xaban, del aSo 540 (1145), otros dicen dk sábado.
Después de la batalla Abdala elThograi coo sos aliados pasó á cercar
la ciudad de Murcia, donde babia quedado de naib Muhamad ben Sad
Aben Mardanis. Este caudillo no quiso esperar dentro de la ciudad, j
con la poca gente de armas que en ella tenia salió contra elThograi, j
se dieron batalla delante (^ la dudad , y pelearon con mndio Talor;
pero los de Aben Sad fnc^n desluratados por el mayor número de su
enemigos , y mucbos perecieron ¿ manos de los infiel» que sigoieron d
alcance. Aben Sad escsqpó huyendo eu un buen cdkllo, y se acogió coa
parte de los suyos en Lecant Abdala el Thograi entró deqiiies en Mm^
da á primeros dias de Dylhagia del afio 540 (1145), procurando ganar
los ánimos de los yetínos con su buen trato , y renoyar sus amistiides j
bando en ella ; pero no pudo conseguir, aunque lo deseaba , que ta
cristianos no entrasen en Murcia , cosa que desagradó mucho á lodos k»
yecinos. £1 wali Aben Ayadh rcspiramk) yenganias reoorria sos tíenras
y allegal^ gentes para yenir contra sus enemigos. En la parte de Al-
garbe continuaba Aben Cosai sus conquistas desde Galat Mertala, yes-
taba apoderado de gran parte de aquella tierra, obededéndoie todoi
sus pueblos. Ciomo entendiese los yenturosos sucesos de k» Afano-
hades en África, y la muerte del rey TaxBn en Wbran, enyió sos cartas
y mensageros al prindpe de los Almohades Abdelmusicn dándole
cuenta de las rey u^tas de Espaiía y como él se había apoderado de graa
parte de Andalucía contra los Almorayides, á los cual» trataba de be-
reges y malos muslimes , hacia sus protestas de las opiniones áA Meheá
y doctrinas de Algazali , y se ofrecia á su obediencia , conyidáMMe i
entrar en Andalucía y apoderarse de ella : asi que Abdetaaiimen pa-
gado de estas cosas le nombró su irali de Algarbe en Rebie segunda dd
año 540.
En este mismo tiempo el caudillo de los Almorayides Ab« Zacaría
Yabye Aben Cania sabiendo el mal estado de las cosas de sus reyes ea
África procuraba sostener en Andalucía el yacilante estado asi por fuera
de armas como con prudente p<ditica : corría las provincias, exhorta á
los pueblos á la unión y obedienda á sns legitimes sdieranos, j donde ao
yalia la persuasión empleaba con oportunidad la fuerza y el rigor. Asi
mantenía en obediencia muchas prindpales ciudades, y yiende que se
multiplicaban los rebeldes y que ya eran muy poderosos los de Ja Axl^
quia y el Algarbe, fué á buscar alianzas con tes cristianos, y para debili-
tar los mas poderosos bandos sembró entre sus caudillos la discordia j
fatal desavenencia. Como entendieise que Husein Aben Cosai había es-
crito á los Almohades ofreciéndose á su obediencia , y que Abdüuiunw
le babia nombrado wali de Algarbe, aproyechó esta ocaaien parasosei-
tar la enyidia en sus parciales Muluúnad ben Sil-Ray.y Ornar Aben Al-
mondar. Dedales que se ddnan apartar de suami^kSMl y mirar poro,
pues Aben Cosai trataba de engrandeoerae sdoy tener tosoberania del
estado, que maquinaba contra te libertad de todos, y quena traer ato
fieros AlBMihadc» á España para repetir las desgracias que loa priaj^
7 caudiUoB andaluces bafaian aofndo en k yanida de ka Aloaianrida^
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 463
coQ la difereocia de que Juzef TaxGn vino á redimir ¿ los muslimes de
las cadenas que les echaba el tirano Alfonso , pero que Aben Cosai no
podia excusar este mal consejo con tan loable ocasión : que solo su des-
medida codicia del soberano mando le movia á traer á Espada los derra-
madores de sangre de los muslimes de África : que su intención era des-
eoganarJos : que él no aspiraba sino á mantener sin mancilla el honroso
ca^o de caudillo y amparador de las fronteras del Islam, permanecer
;s<^ir en el camino de Dios basta la muerte, qucesla érala verdadera
gloria, y que por aquella senda se subía á la cumbre inacGCsibic de la
mas permanente fortuna. Eran ambos caudillos de noble y generoso
ánimo y se persuadieron de las razones de Aben Cania , y el fuego de la
emulación que no se babia extinguido en sus corazones se excitó ahora
de Duevo, y luego se indispusieron con el, reprobando su gobierno y sus
aliaczas : llegaron apunto de rompimiento declarado , y movieron sus
gentes contra Aben Gosai. Este wali para defenderse de estos bandos pi-
dió ayuda al tirano Aben Errik , señor de Golin^biria , que luego vino en
su ajuda , y entraron juntos la tierra de Beja y de Mérida , haciendo los
cristianos hartos estragos en aquella tierra. Salieron contra él Muha-
madSid-Rayy Aben Almondar, y tuvieron sangrientas escaramuzas, y le
obligaron á retraerse á su fortaleza de Calat Mertula , esto en Xaban
del 540 1145), y á la partida de los caballeros de Aben Errik les dio
sus dádivas de armas y caballos , y se habia con él como un siervo que
movía sus pestañas por las insinuaciones del otro. Entonces sus enemi-
gos le disfan^aban y todo el pueblo le aborrecía , de manera que sus gen-
tes no querían ya defenderle , y favorecían las empresas de sus contras-
ríos. Ocuparon estos la fortaleza de Galat Mertula , y suscitaron contra
él un alboroto popular y fueron aerearle en su dcázar de Axaregib,
^hq era donde moraba, y le c^^pron, y proclamaron áMuhamad
Sid-Ray, que entró el alcázar y ^^Kidió y encarceló en Medina Beja.
Entre tanto llevaba su voz y manram su bando Abdala ben Aly ben Sa-
maíl, que luego logró apoderarse de Beja y le sacó de la prisión, y Omar
ben AlmoDdaur se acogió á Sevilla.
CAPITULO XXXIX.
Guerra en ACrica entre Almoravideü y Almoiíades.
Entre tanto en África no cesaba la sangrienta guerra entre Almorá-
vides y Almohades. El mezuar de Marruecos lu(^o que entendió la
de^aciada muerte del rey TaxOn proclaAó ¿ su hijo Ibrahim Abu
Ishak , á quien poco antes habia enviado su padre desde Whran , y tcr
niéndose de su contraria fortuna habia ordenado que se le jugase fu-
turo sucesor y sodo en el imperio , y como un mes antes de la muerte
de Taxfin había sido jurado por todos los nobles de Lamtuna : solamente
sf opuso 4 so jara y solemne declaración de rey de los Almorávides su
tío Istek ben Aly negándole la obediencia y pretendiendo que le procla-
464 HISTORU DE LA DOlTllKAaOIf
masen. No faltaban nobles Almorávides que mantenían este desTenlu-
rado partido en el despedazado reino de Marruecos para dar mayor im-
pulso á su destrucción y ruina total : al mismo tiempo que Abdelmumea
no dejaba las armas de la mano, victorioso y triunfante sojui^aba todos
los pueblos y los ponía en su obediencia. Asi fué que después de baber
entrado en Whran haciendo en ella terrible matanza , ocupó la fortaleza
do Marsaelquivir, levantó su canipo y fué sobre la dudad de TélenccD,
la cercó y dio recios combates y la entró después de largo cerco por
fuerza de armas , y como la defensa hubiese sido tan obstinada se vengó
en la entrada y pasó á cuchillo cuantos se pusieron delante de sus tro-
pas feroces. Fué la matanza tan espantosa que dice Iza que pasaron de
cien mil los muertos en aquel «día de horror, que todos los moradores
perecieron á Cío de espada , que la ciudad fué diada á saco y los vence-
dores soldados robaron y mataron hasta hartar su codicia insaciable y
su inhmnana crueldad. Detúvose allí Abdclmumen siete meses, y envió
sus caudillos al cerco de Medina Fez sin perder tiempo , ocuparon Me-
quinez por avenencia y asentaron su campo delante de la gran ciadad
de Fez. Era en ella gobernador un hijo del rey Aly, llamado Yahye Aba
Becar, y tenia por amil ó proveedor de los negocios á un principal cau-
dillo de Andalucía llamado Abdala bcn Chayar el Giepi , conocido por
Abu Aly de Gfen. Este valeroso caballero defcndia bien la ciudad y hacia
todos los dias fuertes salidas con escogida gente bien ordenada en bata-
lla y daban rebatos á los cercadores , y trababan sangrientas escaramu-
zas que dallan mucho quehacer á los Almohades. Viendo Abdelmameo
que el cerco se alat^aba y que los de la ciudad se defendían con mucbo
valor, dispuso una extraña estratagema que le valió mas que todas las
otras máquinas con que en vanoJÉ|ombatia. Allegó gran cantidad de
leños y corlados árboles y con ell^^^ndó labrar un morallon que ata-
jase el rio que entra por en mcdid^pi ciudad. Ayudaba asa propósi(t>
la natural disposición de la tierra, pues viene el rio por un estrecho va-
lle ó cañada : represó con aquel jrecío muro toda la corriente , formóse
un grande y maravilloso estanque , liasta que subiendo el agua báck
atrás parecía un mar capaz de ^ndes naves. Levantadas á mucha altun
las aguas se derramaban ya por los campos , y buscaban nuevo caoce.
Entonces Abdelmumen hizo romper de una vez aquella muralla y con
ímpetu y horroroso estruendo fué la inundación á dar en los muros de
la ciudad y se llevó y arrancó hasta los cimientos de una gran parle de
ellos, destruyendo también los ediGcios, casas y puentes que la ciudad
tenia. Era la hora del alba , y en aquella misma noche celebraba sus bo-
das el wali de la ciudad Yitiye Aben Aly, tío del rey, con una hermoss
doncella de quien Abdala el Gieni estaba muy enamorada , y esto le te-
nia con grave enojo y pesar contra el principe ; pero sin embargo no
faltó entonces á su obligación , y como oyó el estruendo y sintió el tem-
blor de la tierra al punto conoció que era el ímpetu del represado rio
que rompió los muros; y luego acudió con gente de armas á las puertas
mas cercanas y salió con parte de la caballería á dar en h» eoemigo$,
que no k> esperaban, y á los demás ordenó que se pusiese sobre bs
0£ IOS ÁRABES EN ESPAÑA.
páms y gnardasen d derribado lienzo de la muralla. La profandidí
estrago del corriente defendió la entrada á los enemigos, que al mii
tiempo tuYíeron que atender á la batalla , que con mucho valor les
elGiení , asi que no consiguió por entonces Abdelmumen el triunfo
pensaba. Arrebató «1 corriente mas de mil aduares y algunas mez<
Uu y otros buenos edificios. Asi fué algún tiempo después , que todos
días babía entre ellos escaramuzas en que peleaban con varia sue
No habia el Gieni olvidado el dolor y los desesperados zelos de su ¡
dída amante , cuando otro nuevo disgusto le dio ocasión á rompe
mal disimulada cólera é indignación. Fué el caso que el amir Yahj
pidió cuenta de ciertas sumas de dineni, y quería que luego se le
tregase. Excusóse Abdak el Gieni con las urgencias de la defensa d
ciudad , y de unas en otras razones se acaloraron y trataron mal , y
tooces Abdda mudó su ánimo y concertó con Abddmumen entreg
la ciudad, y asi lo hizo, que les abrió las puertas en la tarde
miércoles 14 de Dylcada del ano 540 (1 145) y fué proclamado en ell
rey de los Almohades Abdelmumen. El amir Yahye huyó cou su fan
lleao de espanto y se fué sin parar hasta Tanja , que alli se embari
se vino á Andalucía. Abdala ben Chayar el Gieni fué muy honrado
▼izir de Abdelmumen Abu Giafar Ahmed ben Giafar ben Atia, anda
natural deCamarola, alquería de Tartuxa, en oriente de Andalucia.
ja vizir siendo de treinta y seis aSos, y asi él como su hermano .
Akil Atia gozaban de la privanza del rey de los Alnu^des por su s
doria. Abu Akil tenia veinte y tres aik)s , y ambos favorecieron mv
al Gieni, y él escribió elegantes versos en elogio de Abu Giafar, de c
fortuna hablaremos después.
Entrado el ado 541 (1146) á mediados de la luna de Muhar:
ocupó la ciudad de AgmAt por avenencia , y después de la conqt
de Fez envió Abdelmumen sus tropas á la craquista de Sale y de I
kioeza, y á esta ciudad fueron seis mil cabaUos de las cabílas
Rucan , Mikilita , Zeneta y Quiznaya que asentaron su campo dek
de ella , y para estorbar las frecuentes salidas de los cercados fa
carón un muro á la redonda de la ciudad , de manera que no poc
aalír por parte ninguna , y solo dejaron ciertas puertas que guarda
los Almohades de dia y de noche con mucha diligencia , y por c
solian entrar á pelear con los valientes de la ciudad cuando ellos c
riao. £stavo Abdelmumen presente á estos trabajos, y viendo qu
cerco iba largo, dejando dispuesto lo conveniente para seguir el ase
partió con sus prindpales caballeros al cerco de Sale , y antes de i
sa pabellón luego que vino al real salieron los de la ciudad y le
raron obediencia , y asimismo se le entregó aqud dia la alcaza
fortaleza muy hermosa que habia edificado elrey Taxfin ra el ann
de la ciudad.
30
466 HISTORU DE lA DOlONAaON
CAPITULO XL.
Paian los Almobades á Espafia. Sus primeras conquistas. Fin del imperio de los AlmoraTides.
Acabadas oon tanta Tentara aqaellas conqoi^taa de Almagréb se dis-
puso Abdelmumen para dos jornadas qae traia en el pensamiento, y
para eUas apercibió sos gentes con gran aparato de armas , cabaUos ,
INTOvisiones y máquinas , y cuanto para la guerra es necesario. Dis-
puso que su caudillo Aba Amrán Muza ben Said con diez mil caballos
y doble infantería pasase el esírecho y fuese á Andalucía, porque las
revueltas y guerra civil que en ella había le ofrecían buena ocasión
para apoderarse de ella. Tenia ya preyenidas naves en Tanjar y Cazar
Algez para embarcar sus tropas , y en la luna de Dylhagia del año 540
(1145) ya estaban listas para el paso. Híciéronlo con felicidad á fin de
Dylcada, y desembarcaron en las playas de Algezira Albadrá, y cer-
caron la ciudad, que luego se rindió. Los Almorávides que la defendían
no esperando socorro de ninguna parte luego trataron de entregvla.
Estando Abu Amrán en el sitio de Algezira vino en su ayuda Husein
Aben Cosai con una banda de caballeros de Algarbe , y Abu Amrán le
salió á recibir y le trató con mucha honra. Los Almoravidea viendo
que no les ofrecían seguro , y que la dudad no podía defenderse , sa-
lieron con desesperado ánimo , y rompieron el campo de k» Almoha-
des, y se abrieron paso á lanzadas , y huyeron hada Sevilla. Los Al-
mohades entraron en Algezira en la luna de Muharrara del ailo 541
(1146) , los de la ciudad fueron bien tratados porque no habían hecho
reristencia. Luego partieron los Almohades hacia Gebal-Taric , que
asimismo se rindió á ejemplo de Algezira , y sin detenerse pasó d
campo contra Jerez , y asentarcm su real con ánimo de cercarla ; pero en
el mismo día salió de la ciudad el alcaide de ella Abol Gamar , que
era de los Aben Ganias, acompañado de cien nobles caballeros, y vi-
nieron de paz al campo de los Almohades, y oCrecieron obediencia á
nombre de toda la ciudad, y prestaron sus juramentos de homenaje
y fidelidad acogiéndose bajo su fe y amparo. Escribió Abu Ararán es-
tas victorias y venturosos sucesos á su señor Abdelmumen , ponde*
rándole la buena voluntad y pronta sumisión de los jerezanos , y d
rey Abdelmumen holgó mucho de esto , y escribió á la ciudad de
Jerez manifestando su complacencia en que hubiese si(k> la primera
dudad de Andalucía que se había puesto en su obediencia , que ella
tomaba bajo su fe y amparo. Ordenó entonces que el ayuntamiento
de aquella ciudad tuviese la distinción de precedencia en sus cortes y
oer^nonlas de azalam publico de cada año , y que se les llamase ks
precedentes ó adelantados do Jerez, que saludasen los primeros al
rey , y tratasen antes que los de otras ciudades sus negodos y peticio-
nes : honor que se les mantuvo durante la dinastía de los Almohades.
En España meridional continuaba la guerra civil. Aben Ayadh sa-
bida la entrada de Abdala el Thograi en Murcia , y la victoria que
DE LOS ÁRABES EN ^SPAftA. 46^
IttUa eoasegüiáo delante de ella de su naib Mnhamad Aben Sad, de-
Mosode venganza Juntó mucho número de tropas de la tierra de Va-
lencia, Larca y Lecant , y vino á buscar á su enemigo á la ciudad de
Murcia. Uegó esta poderosa hueste delante de la ciudad , y como los
vednos estaban descontentos del íhogral porque tenia en su com-
pañía á los cristianos sus aliados , entendió Aben Ayadh que no tenia
vas que vencer y escalar un muro ü romper una puerta para apode-
nurse de la ciudad. Acometió con ímpetu á entrarla por fuerza , y
luego todo el pueblo se puso en armas contra los cristianos y muslime^
de Axarquia, que seguian el bando del Thograi , los cuales por atender
al muro y á los de la ciudad no hicieron cosa de provecho, y en ambaá
partes túeron vencidos y atropellados. Abdala el Thograi , después de
baber peleado como valiente en la entrada de la ciudad , viendo el al-
boroto de esta y la confusión y desorden de los suyos , huyó con al-
gunos de sus caballeros y auxiliares de la batalla , y saliendo por la
puerta de África le hirieron el caballo en la cabeza con uúa piedra desde
al muro, y d caballo atónito y espantado cayó con él en el rio , y
aUi le acabó un cierto Aben Fedá sin que los de su compañía hiciesen
cuenta de él , ni atendiesen mas que á su propio peligro. El que le
mató en el rio le cortó la cabeza y la llevó al caudillo Aben Ayadh , que
holgó tnucho de aquel presente , y se lo pagó bien. Fué esta entrada
de Aben Ayadh en Murcia y la muerte de Abdala ben Fetáh el Tho-
grai en dia 7 de Regeb del aflo 541 (1146). Trató Aben Ayadh con
mucha honra á los caballeros de Murcia que favorecieron abiertamente
su bando , y perdonó á los que hablan seguido el de su enemigo ; pero
DO dio cuartel á los cristianos que se cautivaron , que á todos los
mandó descabezar .* y (bé segunda vez proclamado amir de Murcia y
de toda la Axarquia de España.
En África se ocupaba Abdelmumen en el cerco déla corte de Mar-
ruecos , babia puesto su campo sobre un monte que está á la parte de
poniente de la ciudad que se llama Gebel Gelez , que es una colina ó
montecillD pequeño : y en la luna de Muharram del año 541 (1146)
principió á edificar alli una ciudad para abrigo y amparo de sus gen-
tes , creyendo que el cerco de Marruecos seria largo. Labró en medio
de día una mezquita con su alta torre y almenara que señoreaba y
descabria toda la ciudad de Marruecos y los cercanos campos : dispuso
dentro del recinto de aquella ciudad apartadas estancias y alojamien-
tos para las diferentes cabilas de su poderoso ejército ; y las repartió
y señaló el mismo Abdelmumen con mucho concierto. Después que
descansó algunos dias la tropa , mandó que la mayor parte de ella
fuese contra Marruecos á dar rebato en la ciudad , y otra parte de sus
tropas puso en emboscadas en lugares convenientes , quedando con
sns principales vizires y otros caballeros en lugar alto de donde podía
divisar bien cuanto en el campo pasaba. Su gente llegó muy eif orden
hasta los muros de la ciudad , y salieron contra ellos los caballeros y
gente de guerra que había en la ciudad y trabaron cruel batalla. Los
Almorávides peleaban con mucho valor , y los Almohades resistían con
M8 HISTOIUÍl de la DOMUUaON
constanda $ pero de propósilo iban cediendo y se aftedfabtn para Be-
Tartos hasta las celadas qae tenian dispuestas. Abdelmomen de que los
Ti6 cerca mandó que de todas partes saliesen á ellos, y cargaron con
Ímpetu haciéndoles volver brida, que no les fué posible resistir á los
que les acometieron de refresco , y atraillados y seguidos huyeron á
la ciudad llevando sobre sus lomos las espadas de los Ahndbades que
bacian en ellos atroz matanza. Llegaron á las puertas de U ciudad y
en ellas fué mayor el atropellamiento y destrozo por la estrechara y
prisa de entrar. Escarmentados del mal suceso de esta salida ksde
Marruecos no osaban ya salir á pelear con sus enemigos ; los Almo-
hades no hadan mas que guardar el campo para estorbar que entrase
provisión en k ciudad, y el cerco se alargaba. Entre tanto en fin de
Rebie postrera entraron los Almohades en Tanja. En Marruecos el
inmenso gentío y las bestias que la ciudad habla acabaron prontoy
consumieron todas las provisiones, se prindpió á padecer escasez, y
luego hambre , y fué creciendo la necesidad hasta oomer las bestias, y
cosas malsanas y podridas, y bástalos cadáveres humanos, y enlu
cárceles se sorteaban y comían unos á otros los miserables presos. la
mortandad fué tal que estaban las ¡dazas y calles llenas de cadáveres,
y los vivos diferian poco de los muertos. Murió toda la infancia y ju-
ventud , mas de doscientas mil personas, los pocos que todavia dora-
ban no podían llevarlas arnias ni defend^w, tanta era la flaquezay
extenuación de todos. Un espantoso silencio había en toda la dudad
tan populosa. Tan horrenda calamidad acompañaba la caída del im-
perio de los Almorávides. Dice Aben Iza que en estas terribles dr-
cunstandas ciertos cristianos que estaban en Marruecos de los anda-
luces que servían en la caballeria tuvieron secreta inteligencia cmi
Abdehnumen y concertaron que le darían entrada en la ciudad pcnr la
£ierta de Agmát, éí dia que por todas partes intentase escalar lado-
d. Prometióles seguro, y dispuso escalas y lo necesario para el
asalto : las repartió á las cabílas, y en sábado dia 18 de la luna de
Xawál se acercaron á la infeliz dudad á la hora del allia; arrimaron
flus escalas sin que nadie les estorbase y entraron por eUas oomora*
biosos Idxw en redil de tímidas ovejas. Los de Henteta y de Tinmál en-
traron pw la puerta de Dukela, los de Sanhaga y Masamuda por h
puerta de *..., los de Escura y otras diferentes tribus entraron por la de
Agmát. La defensa fué corta , s(do hubo alguna resistencia en el Al-
cázar alhigar porque allí estaba el rey Abu Ishak Ibrahim Aben
Taxfin con los prindpales caballeros y toda la noUeza de su corte y
caudillos de los AlmcNravides. Continuó la matanza en toda la dudad
desde la mañana hasta puesto el poi , pues aunque los infehoes pedían
misericordia no perdonó vida d furor de los vencedores, m atendió
sus ruegos d cruel principe de los Almdiades. Entrado d Alcázar sa-
caron de él al triste rey Ibrahim y á muchos nobles jeques y prindpa-
les caudOlos que le acon^iafiaban y los Uevaronddante dd implacable
> fúUk en el ntaiMcrito el vmétt <te U paerti.
DE LOS ÁRABES EN ESPAÜA.
m
^MdnniiiieD á la dodad qae lud>ia edificado en GAá Gdez, y cuando
Tió yenir ú rey Ibrahim sin ventura y tan en la flor de sa mocedad se
compadeció de él y manifestó ¿ sos vizires sa compasión ^ y les dijo i
• Htf ta es su desgracia , dejémosle llorarla en perpetua prisión ; » y lo
dijeron : « Señor, no quieras criar un leoncillo que después nos despe*
d«» 6 ponga en peligro. » Venido el rey Ibrahim con los otros jeques
delante del rey Abdelmumen-se postró ¿ sus pies y le rogó que le perdo-
nase la yida , que él en nada le había ofendido. De estas palabras tomó
pan safia un jeque de los Almorávides , pariente cercano suyo , que le
ñamaban amhr Sir ben Alhak, y escupiéndole en la cara le dijo : « Mi-
seraUe, ¿por ventura esos ruegos piensas que los haces á un padre
aaioroso y compasivo que se apiadará de ti? sufre como hombre, que
esta fiera no se aplaca con l^^mas , ni se harta de sangre. » Estas ra-
mes enojaron mucho él rey Abdelmumen , y en el ardor de su
cólera mandó malar al rey Abu Ishak Ibrahim y ¿ todos los jeques y
caudillos almorávides , y mandó que no se perdonase vida á ninguno
dedk», y en aquel terrible dia dice Aben Iza que murieron todos
los principales , y en tres días no cesó la matanza que murieron mas
de setenta míP personas en aquella miserable ciudad. Asi acabó el im-
perio de loe Almorávides. Abu Isbac Ibrahim fué rey dos años y algu*
nos días. Cuéntase que poco tiempo antes de esta calamidad un
dime llamado Abu Abdala ben Yerdi decia á sus familiares y amigos
haberle parecido oir en sueños estos versos :
Sn|{aftado mortal , mezquino y Iristo
Dispieru de tu soefio , tus oídos
Oigan U voi del hado inexorable :
El eterno decreto lo dispuso ,
T en la Ubla fiaui está gratiado
En tabla de oro y letras de diamante
Cuanto AIA poderoso determina
Con volontad eterna y permanente :
El cetro real de Lamtuna se rompe
En la cabeza <Ie Ibrahim, y el triMe
Paga en su tierna edad lo que pecaron
Los soberbios amircs sus mayores.
De Dios es el imperio y la potencia,
£s eterno su mando, y no vacila
De su grandeza el soberano trouo.
Eácribe el hijo de Sahib Sala , que Abdelmumen entró en Mmnecos
y no quiso detenerse en día ni hacer noche, que se volvió á su pa-
bellón dejando las puertas en poder de sus alaminos para que nadie
entrara ni saliera t y en este se estuvo dos meses, después se juntó la ri-
qnexa y tesoros, y repartió los esdavos, y vendió las mugeresy niños,
cnanto hatria en Marruecos t solo se respetó á una hija del rey Aly, nieta
de Juzcf, y aun dicen que por respeto á su marido lleuaniamar de
Musnfa que babia seguido el bando de loa Almohades , y por eso les
quedó aa hacienda. Tres dias estuvo la ciudad cerrada y como desierta.
Luego se purificó según doctrina de Mehedi , y se derribaron sus mez-
quitas , y d rey luego mandó labrar otras nuevas.
En Andalucía el caudillo Abu Zacaria Yahye Aben G^ia , con auxilio
del embalatnr de los cristianos , rccd»ró la ciudad do Baiza y vino á
poner cerco á la de GórtAba , síi^ueosaran salir contra él los del bando
de Hamdain. Entro tanto el ejército de los Almohades pasó desde Jerez
y dispuoa^cercgr te ciudad de ^illa por mar y tierra con ájvda de los
470 HISTORU HE L4 DOMBUCiOp ^
relieUes de Algarbe Uasein Aben Oomi j Sid-IUy, qM víiívoq eon
mucba gente de su bando ^ y los de Hamdain y los de k chidadcamados
de los Abnorayides fayorecíeron á los Almohades , y enlranm en k
ciudad miércoles 12 de Xaban del ado54l (1146). Los Almorávides dek
goaroicion, temerosos de la venganza popular y del furor de los veocft*
dores Almohades, huyeron hacia Carmona en ^1 punto qua principiaioai
entrar los Almohades en la ciudaid, que fué á la hora de alaxar. Al dk
siguiente se hizo la chotba por Abdelmumen en todas las mesqoittiB de
la ciudad : en el mismo tiempo se les entrega la dudad de Málaga , j
toé puesto alli por alcaide de ella Alhakem ben HasnAn. Los cristianos
auxiliares de Aben Gania tomaron por fuerza la fortadeza de Andojar,
y Baiza y otras : Aben Gania entro tanto apretó el cerco de Córdoba, f
fué forzoso á los de la ciudad rendirse i la constancia de este candiDo:
solamente pudo estorbar que el primer dia entrasen los cristianos m
auxiliares en la ciudad^ pero en el segundo, que fué en fin delaimí,
entraron los inOeles , y ataron sus caballos en la aljama mayor, y pro*
fanaron sus manos el Musbaf del califa Oünan ben Afán quo en eUa k
conservaba , traido de Siria for los reyes Aben Omeyas , preciosidad
que quiso Dios que no pereciese en sus manos. Padecieh>a los vecinot
hartas vejaciones mientras los cristianos permaneci^on en la ciudad,
aunque no fué mucho tiempo, pues como entendiesen que los Abno-
hades habian entrado en Jeriz Sidonia y en Sevilla tuvieron su oonsejo,
asi los muslimes del bando de Aben Gania y Almorávides como los crifl-
líanos del embala tur, y acordaron que convenia retirarse á sus tierras,
y allegar gentes para oponerse con todo su poder á los Almohades. Q
embalatur Aladf uns ben Sancho quena quedarse con la dudad de Cór-
doba; pero Aben Gania consiguió que se contentase con la dndad de
Bieza , que estaba mas cerca de sus fronteras de Toledo , restitnyaks
Dios, y en esto se concertaron , y partió de Córdoba la gente del emln-
latur, y quedó en Bieza de waíi por los cristianos el conde Almanrik.
La plebe de Córdoba no miraba con buenos ojos al caudillo Aben Gank
por sus alianzas con los cristianos , y como en su compafila estuviese el
caudfllo Muhamad ben Omar, el pueblo se declaró por él y ]b queríin
fOf su amil , y Aben Gania no se oponía á esto por su p(4itica; pno
Aben Qmar, que conocía la inconstancia del aura pc^Nilar, y reodoso
por otra parte de que Aben Gania se ofendiese, cedió álasínstaacte
de este caudillo y á los deseos del pueblo , y ¿ los doce días de su pío-
dama avisando su determinación ¿ Aben Gania desapareció de la dudad ,
dejando una declaradon escrita de su mano en que se deqiedia dd eoa-
sejoy ayuntamiento de Córdoba, porque no queria esperar que la iat-
tahle rueda de la fortuna le predpitase desde la cumbre del pelignoo
mando, y se fué de aventurero á servir en d ejército que estaba en
Algarbe contr^ los rebeldes del bando de Abu Muhamad Samiel Aben
Wazír. Como s(i virtud y mocho valor no podia estar oculto, en lua
ttttgrienta batalla fué herido , y tomada prisioftero , le conocieron y Ile-
Tonm al rebdde, que olvidándose de su antiguo trato y amistad le mandó
sacar te iqoa, y poner en rigurosa pr^ion ; pero despMs «laBéo los
M W$ AHABIS BN BWAÑA. 471
AlmolitidM enlfttron en Bcga le dieron libertad y puááSalo dondú mu-
rió aito 558 (1163).
Eo la parte meridioiial de España el caudillo Aben Ayadh perseguía á
los del bando del Thograi , y couteDía á les cristianoa que intmitabaii
extender sus oonquistas en tierra de Murda, y bacian entradas en sos
fronteras t y como hubiese salido con una buena cabalgada para reoorrar
la tierra y ampararla de las algaras de los enemigos y de loa rebeldes
deüeniGiomail en confines de liklis , pasando cierta noche por un paso
estrecho que domina una grande altura los enemigos arrojaban contra
SQ gente grandes piedras y saetas , y el caudillo Aben Ayadh f né herido
de saeta tan graTemente que solo vivió después un dia , y pasó ¿ la mi-
flerioordia de Dios en dia Giuma 23 de Rabie primera del aiU> 542 (1 147).
Los caballeros que le acompañaban vengaron bien su muerte $ pero no
tuvieron otro consuelo. Llevaron su cuerpo cafanado y en preciosa caja
á Yalenda, toda la ciudad hizo por él gran llanto , y fué enterrado om
mucha pompa y acompañáronle con tiernas lágrimas , porque fué exce-
lente caudillo que amparó bien sus fronteras , y en extremo era liberal
ygeneroso: fué el tiempo de su imperio dos años, nueve meses, y
Teintedtaa.
Los de la ciudad proclamaron luego por su wali á Abu Abdala Mu-
hsinad ben Sad como tenia dispuesto Aben Ayadh : y en Murcia ast-
misnio cuando llegó nueva de la muerte de Aben Ayadb recibieron por
wali á su naib Ali ben Obeidala Abul Jlasan , que le habia dejado oon
este encargo el nusmo Aben Ayadh á su partida á la jomada do Uklli,
y permaneció en el gobierno hasta que llegó á Murcia Muhamad ben
Sad d Gazami Aben Mardcnis en fin de Giumada segunda , y le salió á
recibir Abul Hasan ben Obeid y le dijo t Ya sabes , señor, que por ti
entré en esta ciudad , y por ti la he tenido , tuya es : y aquel dia fhé
proclamado oon scdemnidad Abu Abdala Muhamad ben Sad ^ : y le vino
á visiUir y saludar su yerno Aben Herasek, señor de Segura, que era su
naib en Valencia, que confiaba mucho de él , y después acabadas las
fiestas, que fueron muy grandes, Aben Sad se volvió á Valencia y dejó
por wali de Murcia á su yerno Aben Hemsek , y este puso por gober-
nador de Segura al caudíUo Aben Suar , que la tenia por él : fué hí par-
tida de Aben Sad en la luna de Regeb del año 542 (1 147).
CAPITULO XLI.
Co&tliitiM loi erteliftBos stis conquistas sobre los muslimes. Victorias de los Almohades
eo AfHea. MAquinas prodigiosas.
Los cristianos favorcddos de sus alianzas con los muslimes del parlido
de Aben Gañía y de los descontentos de Murcia , y del bando de los de
Aben Uud, entraron la tierra con numerosas huestes de la frontera, ta-
laron los campos, robaron los ganados, y vinieron sobro Almeria.
< En prAnera dl4 de Giumada primera dH afio H'i.
472 mSTORU DE L4 DOMIlfÁCaKNI
Yenia por caudillo de los crtstíanos el embalatv Aladfons ooq iafiíiUa
chusma de caballería j de infantería que cubría montes y Banos , y no
les bastaba para bebida toda el agua de fbentes y de ríos , y para mante-
nimiento las y^bas y plantas de aquella tierra. Temblaban y retumbar
ban los montes debajo de sus pies. También acaudillaba estas tropas el
cónsul Ferdelando de Galicia y el conde Radmi r, y el conde Armengadi
y otros de Afranc , y de todas las fronteras de los cristianos : yTino por
el mar con muchas naves el conde Remond , y cercaron la dudad por
mar y tierra que no podía entrar en día sino ¿güilas, y los mnslimei
faltos de mantenimientos, no esperando socorro de parte ninguna, tra-
taron de entregarse por avenencia porque en las salidas babian ya per-
dido la flor de su caballería , y no quedaba en la ciudad quien la defen-
diese después de tres meses de cerco, y se rindieron al embalaUír oon
seguro de sus vidas en fin del aüo 542 (1147).
En Andalucía el caudillo Aben Gañía, cansa de estas desgracias, corrn
la tierra y sojuzgaba los pueblos , y procuraba con beneficios miligar
el enojo y descontento de los moradores : dejaba en sus^ empleos i los
alcaides que tenían las fiM'talezas por el partido de Hamdaín : asi hiio
con Abul Gasem AchQ ben Edris de Ronda. Este habia sido secretario de
Hamdaín , y su almojarife en GMoba ; habia siempre servido á sa
sefior con mucha lealtad ; pero en el gobierno de Ronda su patria no
permaneció , pues luego se apoderó de día por fuerza de armas AIhú
Hamri, alcaide de Arcos, que no se pasó al bando de los Almohades co-
mo los alcaides de Jeris y Sidonia, y los de Ronda estaban descontenU»
del gobierno de Achíl , y ayudaron al alcaide de Arcos para que mtran
en la ciudad, que no hubiera podido entrarla sin ayuda de ellos, porque
Acbil la tenia muy fortificada á maravilla , así por su sitio como por sa
antigua alcazbe que se tenia por inaccesible. Algunos dicen que Adifl
huyó , otros que le prendió Abul Gamri y luego le dejó ir con snsmo-
geres , y se acogió en Málaga en casa de Abnlhakem ben Hasún , y de
allí pasó á Marruecos donde se estableció y m<»raba vecino de Aba áb-
delmelic Meruán ben Abdelaziz , el wali qne fuera de Valencia, y de
Aben Taliir de Tadmir y otros señores de Andalucía que vivían aUi
favorecidos del vizir Abdelatia Aba Giafar Aben Atia , y todos estos
andaluces se juntaban de noche en casa de Aben Atia y pasaban d
tiempo en apacibles cuentos y elegantes poesías; pero AdúL vino des-
pués de cadi á Sevilla por favor de este sabio vizir Abu Giafar Abeo
Atia , y en ella permaneció muy honrado basta que murióaño 561 (11 66].
Después que Abdelmumen se apoderó de Marruecos, en el mismo
roes vinieron mensageros de las tribus masamudes para prestarle jura-
mento de obediencia, y todas las de Almagréb se pusieron bajo su fe;
amparo. En este año de 542 (1147) se alzó contra Abdelmumen ea Sale
Muhamad Aben Hud , hijo de Abdala Aben Hud , que se llamaba el
Hedí , ó Mehcdl , y dicen de él que era muy pobre , que ganaba sa vida
curando lienzos en el mar de Sale y allegó mucha gente á su partido y
salió con ella contra Abdelmumen, después que le habia juradoobedicacía
y le habia servido en el cerco de Marruecos; fué venturoso en las pri-
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 473
meras batallas y venció á los Almohades. Los rebeldes hablan ocupado
áTemicena , y le seguían las tribus de Sanhaga , que era infinita gente
y buena cabsdleria , y todas estas tribus juraron obediencia á este Mu*
hamad Aben Hnd, de manera que solo quedaba en aquella tierra por
Abddmumen las ciudades de Marruecos y Fez. Envió contra los re-
beldes al jeque Abu Hafas Ornar ben Yahye de Hinteta con escogida
gente de sus Almohades y muchos tiradores , y caballeros cristianos , y
partieron de Marruecos el primer dia de la luna de Dylcada del
aüo 542 (1147), y Abdelmumen seguia en la retaguardia hasta que llegó
á Tensifel en el reino de Sus , en donde encontraron el ejército del re-
belde que se habia apoderado de Tensitena , y se trabó entre ambas
huestes una reñida y sangrienta batalla , y en lo mas recio de la pelea se
encontraron los dos caudillos y pelearon ambos con mucha destreza y
?alor, y murió en la lid Muhamad Aben Hud pasado de una cruel lan-
zada que le dio el jeque Abu Hafas Seif Ala, y con su muerte los suyos
eedienm el campo y fueron vencidos con atroz matanza. En este mismo
tiempo habían llegado a Marruecos los enriados de Sevilla que venían
á prestar su juramento de obediencia al rey Abddmumen á nombre de
aquella ciudad , y como el rey estaba ocupado en la guerra contra las
tribus rebeldes se esperaron año y medio en Marruecos sin verle hasta
que las sojuzgó y volvió á la corte. Después de la victoria conseguida
contra el rebelde , volvió Abdelmumen sus armas contra las tribus mo-
radoras de Velad Dukela, que eran veinte mil caballos , y mas de dos-
cientos mil infantes ; pero no era gente bien armada , y fácilmente los
Tcnció y los hizo retraerse á la costa del mar, hasta tenerlos en las mis-
mas marismas. Allí ordenaron sus haces en batalla : los de Dukela pusie-
ron toda su fuerza en la vanguardia porque pensaban que Abdelmumen
les acometería de frente con su caballería y tiradores ; pero Abdelmumen
ns6 de estratagema y ocultó su caballería y les embistió de frente, y
por un lado con la fuerza principal de su caballería. Los de Dukela (X)n
este mevimiento inesperado para volver sus haces se desordenaron , y
Abdelmumen los rompió y desbarató haciendo en ellos gran matanza :
defendierou bien nú sitio alto que ocuparon -, pero al fin también fueron
echados de alU , y siguiéndolos hasta el mar con horrible estrago se
metían en el agua , y en ella misma perecían á lanzadas y ahogados
machos. Fueron cautivas sus mugercs, y perdieron sus camellos y ga-
nados ; y era tanto el número de niños, doncellas y niugeres , que se
vendía alguna cautiva por una rubiOj que es una moneda de poco valor ' .
Sosegadas estas cosas volvió el rey Abdelmumen á Marruecos y entró
en ella en la Idal adhahea , ó fiesta de las Victimas. Luego se le presen-
taron los embajadores de las ciudades de Andalucía , y los principales
fueron los de Sevilla que se habían adelantado á todos , y eran los mas
nebíes de todas las que se presentaron en esta ocasión. Estos eran el
radi Aba Bekir Aben AJarabi Aben Muhafin , el chatib Abu Bekir Aben
>lurber, el catib Abu Bekir ben Algid , Abul Hasan de Zahra , y Abul
L* Vakfe die« por nn adirhain y uii muchacho por medio adirham.
474 fOBnÜtOk DE Lá DOÍUNAOOll
Hacen Aben Sabib Salat, célebre historiador, y Abo Beldr ben Xegir
de Beja ,7 Alhazrí , Aben Seiad , y Aben Zsdier, con oíros muy princt*
pales de SeyiUa , y d cadi Aben Alarabi habló a nombre de todos , y fué
tan elegante su discorso que d rey se pagó mucho de su buena gracia
y elocuencia , y le dio licencia para que le visitase cuando qmsiese , y
conversó con él muchas veces preguntándole muchas cosas acerca dd
Mehedi si le había tratado siendo estudiante en Bagdad, sihabia asisUdo
eon él alguna vez á 1^ escuela del imam Algazali. £1 cadi le respODdíó
que no ; pero que muchas veces oyó hablar del Mehedi al mismo imam
Algazali que le alababa mucho , y decia frecuentemaite que sin duda se
alzaría con el imperio de Occidente. Asimismo le preguntó AbdelmumeD
si habia oido decir que el Mehedi habia recibido de Algacalí su maestiD
el libro de proverbios de Algefer^ y le hizo otras diversas Guestioncs ñu
literatura y de ciencias , y recibida muy buena respuesta de su embaja-
da , y muchos privilegios para la ciudad de Sevilla que les coneediá
entonces Abdelmumen, se despidiéronlos embajadores para vdv^sei
Andalucía, y entonces enfermó el cadi Aben Alarabi y se agravó taslo
su dolencia que murió alli de ella y le enterraron muy honradameole ea
la cyebana ó mikabira d^ Fez<, y fué la vuelta de los mensageroseo
Giomada segunda del aik> 543 (1144). El rey Abdelmumen con loa too-
ros del rey Aly hijo de Juzef y con las riquezas de Lamtnna que erao
inestimables , y no hay lengua que no quedará corta para rcferirJas j
contarlas , trató de reparar la ciudad, y edificar mezquitas y colegioi.
En la casa ó palado que llamaban Dakalbijar labró una mezquita miyor
y mas magnifica que la que habia antigua en la parte baja de la dadai
fundada por el rey Aly. Acabada la mezquita labró en ella unos pasa-
dizos ó galerías de extraña labor y artificio, todos secretos, que eolraba
y salía sin ser visto en la mezquita por espaciosas bóvedas que conmm-
eaban con su palacio ; asimismo le presentaron un almimbar ó pulpito
de maraviUoBa labor; todas sus piezas eran de madera aromática qoe
llaman lit , y de sándalo colorado y amarillo ; las chapas , abrazaderas j
barretas y toda la clavazón y tornillos eran de oro y de plata deettraaa
y gradosa labor. También le hideron entonces una maksura ú es(aiidi
movible que se mudaba de una parte á otra con ruedas , tan grande qae
cabían en ella mil hombres t tenia sds costOlas ó brazos que se atiabas
con goznes , y estos y las ruedas estaban dispuestas de manoa qae bo
hadan ruido al moverse , y se levantaban muy á compás , y se bajabaa
cuanto convenia , y estaban colocadas estas piezas en las capillas por
donde entraba el rey á la mezquita : tenían ambas piezas tates tomos
hechos por geometría , que cada máquina se movía á la par luego qae
se alzaban las cortinas de cualquiera de las dos puertas ó entradas por
donde el rey venia al Gíuma á la azala , y luego que levantaban la cor-
tina se principiaban á salir la maksura de un lado , y el almimbar dd
otro por medio de sus tornos y ruedas con mucha pausa y magestad ,
y se iban levantando sus brazos ó costillas sin diferencia ni discrepar
un movimiento , y se ponían poco á poco y sin ruido alguno en lu-
gares convenientes de la capilla principal , y el almimbar tenia tal nó-
DE iOS ÁRABES EN ESPAKA.
475
quilla que luq^o que el chatib 6 predicador subía Im gradas , se iba
abriendo sa paerta, y en entrando se cerraba por si misma sin que se
Tiese ni oyese d movimiento admirable de estas máquinas , y el rey con
m guardias ó familia salía en su maksura con la misma facilidad , y se
retiraban de la misma manera. Estas fueron obras del célebre artífice
Albas Yahix de Málaga , el mismo que fabricq la fortaleza deGebaltarik
de orden de Abdelniumen. Celebró el maravilloso artificio de estas mér
quinas en elegantes versos elcatib Aba Bekir ben Murber de Febra ^
una casida larga :
Serás feliz en cas del generoso
Qoé «kraia tantos pueblos y nadones
Y las ampara como fuerte raoro :
Bienhadado serás con quien abraza
Ingeniosos artiflees y sabios ,
Su» inTeneione» y primor premiando :
Alli verás, secreto prodigioso ^
Máquinas con razón y movimiento :
Puerta Terás de proporción sencilla »
Que la grandeza de su rey conoce ,
y a] sentir que se acerca , comedida
Ábrese humilde para darle entrada ,
Y lo mismo á sus nobles y Tizires :
Máquina que se mueve ¿ visitarle ,
Y á recibirle saje muy atenta ;
Si se acerca , se llega : si se vuelve.
Ella también al punto se retira
Con pausa y magostad como su dueño :
Su forma varia , nobles sos mudanzas ,
Eegulares y hermosas cual la luna
En las azules bóvedas del cielo.
Fuera de la dudad plantó el rey Abdelmumen una amena huerta
que tenia tres millas de cuadro, y en ella había hermosos frutales de
dulce y ag;rio, y de cuantas especies se conocían, que nada se podía
desear. Para esta huerta mandó traer agua desde Agmát, y con ella
labr^ muchas hermosas fuentes, y cuenta Iza qiie estando él en Mar-
ruecos el año 543 (i 148) se arrendó el fruto de la aceituna de aquella
huerta en treinta mil doblas almumines, y que se decía que era muy
barato el arrendamiento.
En este ano de $43 (1148) se apoderó el rey de Sicilia déla ciudad de
Mchedia y de la ciudad de Sifakís y Bona y otras, con graye daño de los
muslimes. En el mismo año partió Abdelmumen á Sigilmesa y la entró
por avenencia dando seguro de las vidas á sus moradores, y se tomó
á Marruecos, y estuvo en ella algunos días, hasta que partió contra
los de Bení Guete , y tuvo con ellos sangrientas batallas y los venció y
ahuyentó Abdelmumen sin alzar la espada de sobre ellos hasta que los
destruyó. £n este estado andaban las cosas, cuando se levantaron en Gebta
contra ios Almohades , y los cebaron de la ciudad ; esto después que le
habían reconocido por señor y le habían proclamado, y habían recibido
de su mano muchos beneficios, pues había reparado sus muros y mea-
quitas : fué esta rebelión por consejo del cadi Ayadhbcn Muza. Él pue-
blo alborotado dio de improviso en los Almohades y degolló á cuantos
no tuvieron la fortuna de encapar su furor , y quemaron vivos a los
príoeipales : el cadi Ayadh se embarcó y se pasó á España para pedir
socorro al caudillo Aben Gañía , que le dio tropas acaudilladas del
Uarawl , que era muy esforzado capitán , y con este auxilio vohió á
Ceb ta , y luego que entraron los andaluces proclamaron los vecinos al
^ ali Aben Gañía. Aben Gueta se juntó con este caudillo y salieron con-
Ira Abdebnumen y se encontraron y dieron sangrienta bat^ ea que
476 EmOBlk DE Lk DOMUfAaON
Abdelmnmen los rompió y deshizo, mató la mayor parte de cüosy
machos cautivó, y el Darawi hoyó y envió sos cartas al rey Abdelmn-
men pidiéndole perdón y rogándole que le admitiese en su obediencia •.
y el rey le perdonó y se vino á su merced y le juró y recoDodá por
señor. Guando entendieron esto los de Gebta se tuvieron por perdidos,
y enviaron sus mensagecos of redándose humildes á sus pies, y rogin-
dolé perdón : el rey los oyó con mucha satisfacción y k^ perdonó á dks
y alcadi Ayadh, al cual pcHrmas asegurarse de él, envió ¿ Marroecos :
luego mandó derribar los muros de Gebta , y entcmoes fueron derriba-
dos también los de Mekineza , que habia tenido cercada casi siete aiks,
y la entró por fuerza de armas en miérodes 3 de Giumada prímcra
del año 543 (t 148) : degolló á los vecinos , y quintó los bienes de ks
moradores que perdonó, y toda la ciudad quedó saqueada y destniidi.
GAPITÜLO XUL
Toman los Almohades áCórdolM y otras ciudades de Andalada.
En este año pusieron los Almohades cerco sobre la dudad de Córdoba
que la tenia Aben Gañía y la dcfendia con admirable valor, cada dia
habia salidas y rebatos muy sangrientos y reñidas escaramuzas ; f^
viendo Aben Gania que apenas podia ya mantener la dudad se salió de
ella de secreto en cierto dia de escaramuza y se pasó áGranada , dejando
en la ciudad á su wali Yahye ben Aly ben Aasa , que no la defendió des-
pués mucho tiempo , antes se concertó con los Almohades y les entregó
la ciudad con sola condición de seguro para los Almorávides , los caaks
partieron á refugiarse a Garmona , y otros con su vrali Yahye pasaron
áGranada. El caudillo de los Almohades se apoderó de Córdoba fb
entró á nombre de Abdelmumen y se hizo por él la chotba en la grande
aljama, qae se puriGcó y se recogió el precioso Mushat de Otman ben
Afán para presentárselo al rey Abdelmumen. El caudillo de los Almo-
rávides Aben Gania, viendo que no bastaban sus fuerzas para contener
álos Almohades ^ imploró el auxilio de su amigoelembalatnrrejde
Toledo pidiéndole su ayuda , y el Adfuns le envió alguna eaballería
acaudillada del conde de Almanrik. Gon este auxilio y sus AbnoraTí-
des y gente de su bando salió á buscar á los Almohades , y como d cau-
dillo Yahye ben Aasa pusiese mal corazón á los Almorávides ponderan*
do el valor y destreza de los caballeros almohades, no lo pudo snfrír
mas Aben Gania , y sacando su alfange le derribó la cabeza de nn (ajo,
diciendo : Esto debiera yo haber hecho antes que confiarte la defensa de
Córdoba. En lo de Gien tuvo varias escaramuzas con los Almohades en
que pelearon c(m varia su<»*te , hasta que apoderados loa Almohades de
Carmona reunieron todas sus fuerzas y osaron entrar en la vega de
foanada : talaron sus campos haciendo en toda la tierra grandes estra-
gos. El caudillo Aben Gania quiso aventurar con ellos una batalla cam-
pal que fué muy sangrienta, y en ella fué gravemente herido d mismo
DE IOS ÁRABES EH ESPAÑA. 477
iben Cania de nmchoa botes de lanza que le pasaron las armas, y de su&
wridas mnríó en YÍemes ^ 21 de Xaban del afio M3 (1148} : enterra*
*oide en Cazbe Baz en la makbira de Ba<fis ben Habus, rey de Granada.
M Almorávides sintieron mucho sa muerte , pues en él acabaron los
aadfllosalmoraTides que tan brillante rastro y memoria de gloriosas
iroezss dejaron á la posteridad. Este ftié el indito caudillo que dio la
erríble batalla de Fraga á los cristianos , y mató al mas esforzado de sus
'ejes , el Adfuns de los dos reinos , aunque oscureció su fama con sus
iliaozas con cristianos en la guerra de AlGtna de que tratamos.
£o el sáldente ailode544(tl49) ocuparon los Almohades muchas
iodades de Andalucía , y llegaron á Gicn y la cercaron y se entró por
íTeDeocia , y se hizo en sus mezquitas chotba por el rey Abdelmumen.
^ África este poderoso rey ocupó con sus Almohades muchas tierras ,
^ la dudad de Meliana : y en el mismo ailo se levantó contra él en Te-
Mzena un caudillo conocido por Aben Tomarkid , y esto le dio mucho
lúdado porque se le juntó y proclamó Aben Gueta él rebelde con mu-
bas cabílas de berlK»*ies. Estaba Abdelmumen bien prevenido y luego
Bé contra ellos y los (Aligó á batalla campal de poder á poder que fué
noy refiida y sangrienta, y Abdelmumen los venció, y murió en ella
deando él rebelde, y su cabeza fué enviada ¿ Marruecos con la nueva
é tan señalada victoria.
Entrado el año 545 (1 150) el rey Aladfiuis de Toledo partió en ayuda
e Aben Gama y de sus Almorávides, y aunque ya sabia su muerte se
edaró amparador de los de su bando, y no paró hasta que vino á los
UDpos de Córdoba y cercó la ciudad ; sus campeadores talaban la co-
nrea y quemaban los pueblos , y robaban los ganados y mataban á los
ifelices moradores de Andalucía. En el mismo tiempo en África coñ-
uda el rey Abdelmumen su hueste contra Medina Sale , y allí hizo
ciar aguas dulces desde Rabatalfetah , y estando en esto ocupado le fué
i embajada de Andalucía que eran quinientos caballeros muy princi-
^. Todos eran jeques , aleadles , alfaquies , alchatíbcs y gente docta }
los recibió el vizir Abu Ibrahim , y el vizir Abu Hafas , y el catib Abu
iafar ben Atia , y los hospedaron con mucha honra y con la mas cum-
lida hospitalidad. Luego los presentaron al rey Abdelmumen y le salu-
>nm , y tres dias después de su entrada , que fué el primer día de Mu-
irram del año 546 (1151), se presentaron otra vez : y entonces habló el
x\ú catib alfaqui Abu Giafar ben Atia de las cosas de Espada apoyando
I qne los embajadores decian ; porque este secretario acababa de llegar
t Andalucía , que había sido enviado de Abdelmumen para ordenar el
)bienio de la ciudad de Córdoba recien conquistada , y para dalr pose-
00 de su empleo al cadi de su grande aljama Abul Casem ben Alhág ,
con este motivo describió al rey el estado de Córdoba. La capital de
&paña , decía , él centro de los muslimes en ella , está combatida y cer-
^ del tirano Aladfons , que Dios destruya , sus campos están estraga-
» ooD bárbaras talas , sos aldeas destruidas y quemadas con continuas
' AUbar dwc la da Xaban «a jueves.
478 HISTORU BE LA DOMINACIÓN
algaras. Si coniíletites , ácñor, que Córdoba se pierda, decaerá el ánimo
de los tnusllnies que con tanta constancia la mantienen , todos esperan
que vayas á defenderla , j a echar de sus comarcas á los enemigos del
Islam. Todos ponen en ti los ojos domo en un encumbrado monte de
donde esperan seguridad y cierto amparo ; no defraudes tan excelentes
y bien fundadas esperanzas. Lo mismo dijo Abu Bekir Alged en una
breve y elegante súplica , que oyó Abdelmumen con gusto y atención,
y les respondió con muy buenas razones ofreciéndoles su ftiTor; y en-
cargándoles que luego tornasen á servir en defensa de su patria sin
tardanza , y asi lo hicieron.
Entrado el año 546 (1151) movió el rey Abdelmumen sos gentesá
sojuzgar ciertos levantamientos que se habian suscitado en la parte
oriental de África , y dejó por gobernador en Marruecos á Abu Hafas
ben Yahye , y partió hacía Medina Sale. Allí estuvo dos meses , como
si preparara su marcha para Andalucía. De alli pasó á Cebta mam'fes-
tando la misma intención de pasar á España. Alli despidió á los emba-
jadoresde Andalucía, esto es de Sevlllay de Córdoba, que se embarcaron
y pasaron á su país muy contentos y con buenas esperanzas. Guando
el rey hubo allegado sus gentes en Alcázar Abdelkerim las dividid , y
ordenó lo que cada ejército dcbiá hacer , y continuó su mardia hasta
Guadi-Mulua. De allí partió á Telcncen y en esta ciudad se detuvo un !
solo dia , y mandó publicar un bando en su hueste que decia -. O mé i
gentes , cualquiera de vosotros que hablare ó dijere sola una palabra
que indique ó descubra adonde nos encaminamos perderá la cabeza.
De esta manera caminó con su ejército hacia Bugía á gran diligencia, y
oon tantosecretoque no supo nada el rebelde Asisbila Yahye bcsnAnasir,
señor de Bugia , que era dclosBeni Hamides de Sanhaga, hasta qoe
habiendo llegado Abdelmumen á Algezair , entró en esta ciudad por
avenencia con su alcalde ó amil , que desconflando de Abddmomcn
huyó el dia que entró el rey en la ciudad con avenencia de seg^uro para
todos los vecinos , á los cuales recibió bajo su fe y amparo. El anuí
encontró á su señor á la salida de Bugia , y le dijo como ya el rey Ab-
delmumen era dueño de Algezair y de Medina , y oyendo esto fué mnj
espantado, que apenas lo quería creer , y perdió su ánimo y se tuvo por
perdido. Caminó el rey Abdelmumen hasta estar cerca de la ciudad , y
luego la cercó , y al segundo dia le abrió sus puertas y le salió á redfaír
ofreciéndole la ciudad el naib que en ella tenia el rey de Bugia , que
se llamaba Abu Abdala ben Simón , conocido por Aben Hamdán , y el
rey no tuvo mas recurso que salir huyendo de su alcázar ' , y meterse?
en Cosantina. Envió Abdelmumen parte de sus tropas en su seguiniieoto|
a)n orden de cercarle y no consentir ni dar lugar á que se previniese ni
allegase sus gentes para defenderse, y asi fué puesto en tanta estre-
chura que le fué forzoso rendir su ciudad , y entr^arse con pactos de
seguridad para su persona y familia , y asi se apoderó el rey iLMelmu-
men de toda su tierra '. Lu^o el rey volvió á Ahrruecos y se trajo con-
1 Dic6 4bdel ífalim que huyó por mar á Medina G6na , y de GOna á M^MÍM Gtitda.
> Dice Abdel Halim queeniré en Begaya en la luna de Jjylcada de 517.
DE LOS ARAB£S EN ESPAAa. 479
agodre^de Bogia Aao» Bfla ben Hamid, j le dio una nagniflcacasa
j poMsiones para que yíyiera con comodidad y como conyenia á su
nobleía , y siempre fué muy estimado del rey Abdelmumcn. Dicese
que este rey de Bugia yino á perder el juicio , y se recreaba mucbo en
silirácazade todo género de fieras, y tomaba leones, tigres y pan*
(eras con redes de hierro , y presentaba parte de su caza al rey Abdel*
momeo , que se lo agradecía mucbo y recibía sus presentes con mucha
estima , y le bada fayores por ello. Cuéntase que cierto dia le presentó
Aben Hamid un leoncillo nueyo , y le llevó encadenado al palacio , y
entró á la sala donde tenia su tribunal el rey Abdelmumen , el cual
viendo el león ntiandó que le soltase , y el Aben Hamid hizolo asi con
e^Miotoy gran temor de todos , y el leoncillo hicgoque fué suelto se fué
derecho hada donde estaba el rey atrayesando por entre las hileras de
los guardias , mirándolos con encendidos ojos que paredan ascuas do
encendido fuego , y llegando sin hacer mal á nadie se echó A los pies del
trono dé Abdelmumen muy quieto y con extraña mansedumbre : y en
el mismo día presentaron al rey un pájaro que hablaba arábigo y ber-
berí , y pronunciaba palabras claras de distintas lenguas y le saludó eil
voz muy inteligible ; por lo que \bu Aly de Jcris hizo unos yersos alu-
diendo á que ayei y fieras saludaban y rendían obedienda al rey Ab-
feimomen.
CAPITULO XUII.
Colegios y escuelas fondadas por Abdelmumen. Júrase por sucesor sujo á sa btjo Cid
Muhamad. Guerras en África y Éspafla.
Sosegadas las cosas de África , y puesto en ella por wali al jeque Abu
luhamad ben Abi Afs , el rey se dedicó á ilustrar su ciudad de Marrue-
1^ con aljamas y colegios , y estableció escuela para que se enseñasen
iencian , y se adiestrasen los jóvenes en las armas y en la caballería,
ira que de ellas saliesen no solo letrados cadies y gobernadores de pro-
indas-y ciudades, sino también caudillos y buenos guerreros. Para
itos colegios juntó los muchachos de los mas nobles de Masamuda y de
ras tribus do su obediencia en número de tres mil muchachos de igual
lad , que parecia que todos hubiesen nacido en un diá ; á estos nidos
imabaa hafites , por otro nombre talbes , porque estudiaban y apren-
an de memoria élMueíta^ consejos de el Mehedi, y otro libro que
(maban el CaJtema yuilabu , el mas precioso que se puede desear, y
ros diferentes, y los Giumas cuando el rey iba á laazala mandaba salir
i en 8U presencia dentro de su alcázar á los baOtes, y les mandaba*
cir lo que habían aprendido , y asi los animaba al estudio para que fue-*
1 doctoB y diesen prontas resoluciones y discretos consejos. En otro
I de la semana los mandaba industriar en el manejo de armas y caba-
ü y corriendo y jugando las lanzas y otros ejercidos y gentilezas ca«
llereacas. En otro dia de la semana los ejerdtaba en tirar con destreza
I aroúft y baUeilones, y lanzar dardos y yenablos. En otro dia los
480 HISTORU DE lA DOlDlf AQOü
aTenbaná nadar ^ para esto ktaróan grande estamiiie en ralnteria que
pareda un mar ; era de tredentos pasos en cuadro, y les hada saltar
en barcos, y pelear y abordarse unos contra otros, y para este fin tenia
navios de diferentes tormas y varías fastas y zd^ras, algunas de inven-
don propia del rey Abdelmumen , de hechura extrada y nunca vista. Y
los ejerdtaba en remar y maniobrar y en cuanto creia necesario que
aprendiesen para la guerra , asi de tierra como de mar, y en estas oca-
padones se entretenian toda la semana con dias dertos para cada cosa , y
de esta manera animaba á los muchachos con premios sedalados para los
vencedores , con regalos , alabanzas 4el valor y virtud , y con amonesta-
ciones carijk)sas, y asi los acuciaba y encendía en deseo de sobresalir
y merecer la estimadon del rey : todos los gastos para esto necesarios
eran de cuenta del rey , que asimismo los proveía de armas y cadradlos.
Entre estos hafites babia trece hijos dd rey que saliaron muy diestros en
todos los ejerdcios, y en otras prendas muy loables, y dedard d rey
que su ánimo era poner en aquellos mozos todos los gobiernos que te-
man sus padres, dejando á los viejos de consejeros de los mozos para
que les ayudasen con sus avisos y adquirida experienda. Y los jeques j
nobles rogaron al rey qae diese á sus hijbs los prindpales gobiernos ; k
rey no quería; pero no cesaron las instandas de sus jeques, y mas
adalante lo concedió. En el mencionado aik> de 546 (1151) pasó á Es-
paña Abu Hafas de orden del rey Abdelmumen con numerosa hueste
de musUmes almohades, y con este jeque iba Cid Abu Said, hijo de
amir amuminin, con propósito de algazua contra los cristianos. £1
prindpal encargo que llevaban era sacar de manos de ellos la dudad de
Almería, y para esto llevaron mucho aparato de naves y zabras para
cercarla por mar y tierra : luego fueron á ella y la cercaron con mucho
ardor, y la pusieron en grande estrechura , que no omitieron diligencia
ni máquina que no movieron contra ella : mandó Cid Abu Said levantar
una cerca al contorno de sus muros , que no dejaba entrada ni salida
sino á las águilas. Los cristianos habían pedido socorro al rey AladAms,
que sin tardanza envió sus caudillos para que la socorriesen , y vinooon
ellos Aben Mardenís con gran hueste de á pié y de á caballo ; pero do
pudieron hacer que los Almohades levantaran el campo, ni se apartaran
del cerco , ni ellos pudieron acercarse á la dudad , ni al muro levantado
por Abu Said . Entonces los cristianos levantaron otra cerca que rodeaba
la de Cid Abu Said muy alta y fuerte , y cada día se trababan escaramo-
zas por defender y estorbar los trabajos en que se hadan maravillosas
proezas por los valientes de ambos campos, hasta que desesperando de
vencer á Cid Abu Said , levantaron el campo Aben Mardenis y los cris-
tianos, y se dividieron sus campos , que no volvieron mas á juntarse.
Desde aUi pasaron á cercar las ciudades de IJbeda y Baeza , que haláan
ocupado los Almohades echando de eHas á los cristianos que las presi-
diaban, y lasjiabian saqueado en tiempo de Aben Gania, en aqnda ex-
pedición que hizo d rey Alfonso en su ayuda, en que taló y estragó la
Andatttda tresmeses, y ocupó estas ciudí^ por algún tionpo basta que
cansados y fatigados con los rebatos y escaramuzas continuas que ks
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 4$í
dalNin los nnnlhiies se retiraron vencidos á 8a« fronteras. Cid Aba Said
cootinnó su cerco, quepor la fortaleza de la ciudad fué muy largo, como
veremos. En África el rey Abdelmumen envió ¿ tranquilizar algunos
movimientos de rebelión en tierra de Begaya y en Medina Kintala, qne
allanadas y compuestas las cosas puso alli por cadi á un talbe de los
Almohades para que gobernase aquellas comarcas. En el año de 548
envió Abdebnumen á buscar á Isallin Coraib Almehedi y le pren-
dieron , y Tino en cadenas á Marruecos desde Cebta , y le mandó empa*
lar á la puerta de Marruecos. Después de hacer esta justicia resolvió el
rey ir á Tinmál á visitar el sepulcro del imam Mehedi , y dispuestas las
cosas partió con grande acompañamiento de caballería y banderas y y
<iió allí grandes limosnas al pueblo , mandó edificar una hermosa mez-
quita , y principiada la obra partió para Sale , y allí se entretuvo el resto
del año 548.
Entrado el año 549 (tl54) dispuso la declaración y jura de futuro su-
cesor del imperio de los Almohades , y para esto escribió á todas las pro-
vincias y congregó los jeques, y declaró por sucesor suyo á su hijo Cid
Muhamad , y mandó que se mencionase su nombre en la chotba deqpues
del suyo. En estas cortes condescendiendo á las instancias do los jeques
.Vlmohadea , repartió los gobiernos y amelias de su imperio entre sus
hijos , y les nombró socios consejeros de los mas principales jeques : á
Cid Aira Hafat dio el gobierno de Telencen y sus comarcas, y le señaló
por socio á Abn Muhamad Abdelhac Waldin , y para secretarios suyos
nombró á su alfaqui Abúl Hazan y á Abdelmelic ben Ayas : los gobier^
DOS de Cebta y de Tanja á su hijo Cid Abu Said , y por socios le señaló á
Abu Mubamad Abdala ben Suleiman y Abu Otman Said ben Maymun
de Sanhaga , por secretarios á Abúl Hakim Hermus , Abu Bekir ben To-
fail y Abu fiekir ben Genis de fieja ; el gobierno de Begaya dio á su hijo Cid
Abu Muhamad Abdala , y por socio á Abu Said , y por teniente de este
á Aben Alhasen ; el gobierno de Sevilla y de TaVT y sus comarcas á su
hijo Cid Aba Jacub Juzef , y nombró por wali de Córdoba y sus amelias
taas ójurisdiciones al jeque Abu Zaidc ben Nagib : el gobierno de Fez
á su hijo Cid Abúl Hascn, y por socio al jeque Abu Jacob Juzef ben
Soleiman , y por secretario á Abul Abas ben Moda, cada uno de estos
jeques para que asistiesen á los mozos con su prudencia para que acer-
tasen en todo los príncipes gobernadores.
Poco después do haber repartido Abdelmumen los gobiernos de las
provincias entre sus hijos y de haber declarado por futuro sucesor á su
hijo Muhamad, y la justicia Isallin de Coraib Ahnchedi, sin que esto
sirviese de escarmiento se leyantaron contra cl en Medina Fez Abdelaziz
V Iza, hermanos del infeliz Isallin, y salieron con mucha gente allega-
diza contra Marruecos por d camino de Almaadin , y se vinieron á en-
contrar los que salían de Medina Fez con Abdelmumen que salió de
Sale, habiendo dejado en Marruecos á su vrali el vízír Abu Giafar ben
Atia , y se halló con la nueva inesperada de qne los dds hermanos ha«
hian entrado antes en Marruecos por sorpresa , y hablan asesinado á su
lobemador Abu Hala» bea Yaferagez , y no había hecho nada Abu Gí$r
31
i%Z HISTORIA D£ hk DOMINACIÓN
br ben Alia basta que llegó Abdelmomcn a Marruecos, que entro con
tanta diligencia y secreto que nadie entendió su venida , y logró pren-
derlos con mucha cautela y los mató y empaló como al hermano. E¿i este
mismo año entraron los Almohades por ñiorza de armas en Leila despucs
de porfiado y largo cerco : habia enviado Abdelmumen á esta expedición
á su caudillo Abu Zacaria ben Yumur, que durante el cerco manifestó
su valor y destreza en las prácticas de la guerra , y consiguió entrar por
asalto la ciudad. Los vecinos y la mayor parto de la guarnición se habían
retraido á los arrabales mas apartados de la parte por donde entró, j
embravecida su gente siguiendo á los fugitivos degolló á todos cuantos se
les ofrecieron delante sin perdonar vida^ y aquel dia pereció alli mucha
gente ilustre y hombres insignes en letras, entre otros el faki Abm
Hakem ben Batal, el célebre historiador y tradicionero, y el faki Saleh
Alfadil Abu Qmar ben Alhad. En solo un arrabal murieron ocho mil
personas, y en los contornos de la ciudad mataron los soldados mas de
cuatro mil hombres. Después pusieron en venta todas las mugeres, don-
cellas y niños y todos sus bienes, alhajas y vestidos, y esto delM^o de
banderas, como si fuese mercado de guerra y de orden del rey Abdel-
mumen. Cuando tuvo noticia de esto le pesó mucho de ello , y se eosanó
contra el caudillo y mandó que le trajesen á Marruecos encadenado, y
asi se hi20 , y entró en la ciudad en dia de pascua de Alfitra de sadida de
Ramazan , y le encarceló afeando su crueldad y reprobando su determi-
nación , y después de larga prisión le perdonó ; pero con todo eso no se
restituyó ninguna cosa á los infelices moradores de Leila, que se habían
librack) de la muerte , de tanto como les robaron.
Entrado el año 550 (1155) mandó el rey Abdelmumen rqmrar las
mezquitas de todas las provincias, y por inclinación y gusto pi^^pio i
la erudición mandó también que se permitiese la lectura de hadioes, la
escritura y enseñanza de ellos , y prohibió con mucha severidad la
quema do libros de caballerías , y permitió que se escribiesra fatelMvs
y aventuras y cuentos , y estas órdenes pasaron y se pubUcaron ea todaí
las provincias, así de África como de Andalucía.
' CAPITULO XLIV.
Gon^uütÉ de l09 Aimébtdes eli Afrie«. Sy f}ército y ótú^n de
En Andalncia el ejército de los Almohades corrió la tierra de Gra-
nada , y hoyó de ella el príncipe Aly de los Almorávides , y se retiró á
Almunecáb con ánimo de embarcarse si las cosas seguían mal. Ocupa-
ban sus gentes las fortalezas de la costa del mar, y estando en Almune-
cáb este caudillo murió con veneno que le dieron año S51 (11 5€}. Los
Almohades se apoderaron de la ciudad de Granada que entregó por ave-
nencia el naib dNs Aben Gania , y entraron en su alcazaba , y se hizo en
sus mezquitas la chotl>a |)or Abdelmumen , y los granadles envyaron sus
juramentos de obcdicmia al rry, vse añadfú esta ciudad á la regencia
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 4SS
de Cid Abu Said , y se nombró irali para que la gobernase ; pero apa*
lias habian salido de ella las (ropas , cuando el populacho se alborotó j
acomoiió á la goarnicion , degollaron parte de ella y al gobernador, j
se alzó con la ciudad Aben Mardenís con ayuda de su pariente Aben
Ucmsek, señor de Xecura y wali de Murcia, unido con cristianos.
Venido el año 552 (1157) el príncipe Cid Abu Said apretó tanto d
cerco á la ciudad de Almería por mar y tierra que les fué forzoso ren-
dirse : los cristianos que la presidiaban pidieron que se les diese aeguro
de sus vidas y libre paso para sos tierras , y asentó con ellos las condi*
clones de la entrega el vizir alcatib Abu Giafar ben Atia , y se recobró
esta ciudad y su inaccesible fortaleza diez años después que la tomaran
los cristíauos. Se hizo en sus mezquitas oración por Abdelmumen, se
Be|)araron sus muros que habían padecido harto en los combates ^ y
luego partió el ejército á lo4e Granada , porque mandó Abdelmumen
que se luciese la conquista de aquella ciudad , y se sujetase al vecindad
rio Pa^esta e&pedicion envió á su hijo Cid Juzef y al caudillo Otman
coo numerosa hueste : juntáronse con estas tropas las de Cid Abu Said
y fueron á cercar la ciudad de Granada, pusieron delante de ella aa
campo , acudieron do auxiliares de loa Ahnohades tropas del Algarbe
enviadas por el wali Sid-Uay, «í quien se confirmó en la tenencia de
Xilbe y (]alat Mertula ; este pra hijo de Abdcl Wahib ben Sid-Ray, el vi-
zir que también habia sido \Fali de Algarbe : se puso cerco a la ciudady
littbo sangrientas batallas y escaramuzas entro los granadles k loa Al-
mobades, y se combatió la ciudad mucho tiempo con diferentes máqui*
'uis y continuos asaltos , y se entró por fuerza de armas , y fué el dia de
la entrada dia de atroz matanza : en ella murió peleando el AercM deloa
cristianos , y los caballeros que le acompañaban , que eran auxiliares de
Aben Mardenis. Este caudillo y su pariente Ibrahim Aben Hemaek
huyeron con buenos caballos y se libraron de la muerte. Decía Matmc
y el Sahib Salat que la sangrienta entrada de esta dudí^ habia sido el
ano 557 , que entcmces fué aquella horrible matanza en que murieron
el héroe de los cristianos y toda su gente. Dios lo sabe. Los Almora vides
viéndose sin esperanza de poderse niantener en Andalucía se pasaron ¿
31 ayorca donde estaban sus caudillos Aben Ganias, padre y hijO| que fué
so asilo en esta ocasión en que nada les quedó en España.
£n este año 552 (1157) tuvo el rey Abdelmumen tantas quejas de la
conducta de su vizir Abu Giafar ben Atia , que le obligó el deponerle
porque le acusaban de haber hecho muchas vejaciones al pueblo , y de
quo estaba muy rico \ por esta causa se suscitó contra él la envidia y le
ptTdíó. Mandóle el rey poner en prisión en Xawalde dicho año y le con-
fiscó sus bienes ^ Dio el cargo de vizir que este tenia ¿ Abdel Selem ben
Muhamad Alcumi ; porque este tenia una hermosa hija con quien es4aba
casado el hijo del rey Cid Abu Hafas , si bien no se acabó el concertado
casamiento hasta después de la muerte de Abu Giafiír ben Atia^ que
' t>Kcn quf pn csla ocasión Aben Alia cscrilná niio5 versea al rry cxrusando su IrataHo qoe
"•niil^S Hc^alet o rarlgí, y «pie el rry |r |ierilonv: i>ero no Ir >oKi«j A empleo ni le dio i»u»
••A»^,
484 HISTOniA DE LA DOMINACIÓN
era suegro de Cid Aba Hafas , y Abdelmumen su padre le mandó que
repodiase ¿ la hija de Aben Alia , aunque la amaba mucho el principe ;
pero hubo de obedecer á su pesar, y casó con la hija del nuevo vizir Ab-
delcelem , y se dice que este , sabiendo que Aben Atia favoreda las in-
tenciones del principe , y le mantenía excusándose con su padre con
muy buenas razones , le dio veneno én la cerradura de unos versos que
le envió, y que Atia respondió á eUos sin sentir novedad , excusándose
con él de las intrigas que le atribuia , y que al segundo dia^nurió S Era
natural de Camarote en España oriental, estuvo de mogrebí en Se?i-
lla y su tierra en compañía de su hermano Yahye ben Atia seis años, tres
meses y diez y ocho dias, y fué viztr quince años , dos meses y veinte
dias : fué excelente ingenio para la pocsia y muy sabio y político, fa-
vorecia en Marruecos á los andaluces ; y esto le produjo enemigos. Eta
esfle tiempo mandó el rey Abdelmumcif que se escribiese contra las
cuestiones del cordobés Abúl Rasan Abdelme\íc ben Ayas. ^
Venido el año 553 (1158) fué el movimiento y expciUcíon cintra Ma*
bedia que habian antes ocupado los cristianos de Sicilia, por mano de
Alhasen hijo de Aly ben Yahye ben Temim el Maan ben Ycdis, de la fa-
milia de Taxfin , y la tenia por herencia paterna. Entráronla los cristia-
nos enemigos de Dios acaudillados del señor de Sicilia, que la combatió
hasta apoderarse de ella por fuerza de armas después del año 540, y el
príncipe Alhasen se había retirado á Medina Algezair y allí se habia es-
tablecido , y cuando Abdelmumen entró con su hueste en Algezair le
salió á recibir este príncipe Alhasen , y Abdelmumen pagado de su gen-
tileza y de su noble ascendencia le casó con una hija suya , y le llevó
consigo á Marruecos donde les dio hermosas casas y jardines , y le llevó
oonsigo para esta expedición el año 553 Escribió á las provindas,
allegó mucha caballería y gente de á pié innumerable : partió de Me-
dina Sale para oriente , y el orden y disposición de sus marchas era de
esta manera. -^o principiaba á marchar sino después de la azala de
Azohbi poco antes de salir el sol , y algo después de rayar el alba. Para
mardiar se hacia señal al campo con un alambor grande hecho á pn>-
póñto redondo , de quince codos , de cierta madera muy sonora , de co-
lor verde y dorado, la señal era tocar tres golpes en aquel enorme tam-
bor que se oian media jornada en día sereno y sin aire , y tocado en lo-
gar alto; yhiego todo el campo se ponía en movimiento y comenzaba á
Bnarcbar, que todos estaban ya apercibidos. Cada cabila seguia subaa*
dera y en la marcha todas iban cogidas , sino la de vanguanlía que lle-
vaba bandera alta y tendida blanca y azul con lunas de oro. Las tienda»
y pabellones en acémilas y camellos , y lo mismo la provisión con oa
ejército de pastores que conducían los ganados , bueyes y cameros qoe
iban para mantenimiento de las tropas. Llegó á tener Abdelmumen en
su campo setenta mil hombres de á pié. Llevaba su ejército dividido en
cuatro huestes, las cuales caminaban apartadas; cada una llevaba á fat
otra un día ddante , para que no faltase provisión de agua , ni oomodi-
Alabar que on el alio S9?.
BE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 485
dad de Ingar, sedo caminaban hasta medio dia, y desde la hora de adobar
acampaban y descansaban para marchar al dia siguienic á la h<»ra ya
dicha. Coo este lento paso tardó Abdclmumcn desde Sale hasta Tonex
seis meses , siendo camino de setenta dias para gente suelta de ¿ caballo.
Cuando el rey montaba en su caballo estaban delante de él todos loa
principales jeques y caudillos de su corte y ejército, los cuales hacían
con él la azala , y acabada se apartaban á cierta distancia guardando el
orden que les convenía. Ciento de estos iban delante á buena distancia
en hermosos caballos con jaeces bordados de oro con franjas y borlonei
de excelente labor, con lanzas tachonadas de marfil y de plata con ban-
derolas de cintas de varios colores. También llevaba Abdelmumcn en
sus marchas el Mushaf de Otman ben Aran el tercer califa , que había
traído á Córdoba Anasir Abderahman III de los ben Omeyas de Andalu-
cía , y le tenían en la mezquita grande de Córdoba en tiempo que ocupa*
ron aquella ciudad los caudillos del rey Abdelmumen., y mandó que se
le trajeran, y gastó en su adorno un tesoro : guardábase en una rica
caja de madera preciosa aromática cubierta de planchas de oro empe-
dradas de rubíes y de esmeraldas que formaban elegantes labores, y en
medio de cada plancha uurubi labrado en íigura de uña de caballo y de
su misma grandeza : las cubiertas interiores eran de tela verde de oro y
seda sembrada de rubíes y esmeraldas y otras piedras muy preciosas de
inestimable valor, y todo envuelto en paños de oro con bordaduras de
perlas y todo género de riqueza de los Omeyas , de los Aben Abedes,
Aben Hudes Almorávides y de la familia de Sanhaga , que todos los pría-
cipes se habían esmerado en su ornato. Llevábase la caja en unas andas
preciosas , y en sus cuatro lados iban cuatro banderas , y estas se lleva-
ban delante del rey Abdelmumen y de su hijo Abúl Aafás que iba con
él á su lado : detras de ellos iban los demás principes sus hijos sin mez-
clarse con su hermano mayor : á estos seguían las banderas de todas las
tribus en su orden y una tropa de atabaleros en grandes caballos con
tambores de metal, y los trompeteros con sus grandes trompas y ana-
files y demás música de guerra. Luego seguían los malíes, alcaides^
vizires y ministros, y después toda la demás tropa sin incomodarse ni
estrecharse unos á otros. Luego que llegaba la hora de acampar se repar-
tían en sus estancias con orden y repartimiento muy concertado, y nin*
guno podía salir de su alojamiento sin licencia de sus arrayazes. Asi-
mismo era bien concertada la provisión del campo y ninguno sentía la
fdlta de su casa , pues estaban las provisiones necesarias tan abundantes
romo en los zoques de las populosas ciudades. Con este innumerable
ejército de Almohades , alárabes y zenetcs cedria las tierras de oriente
de África ; y sojnzgó con ayuda de Dios la tierra de Zaba y las fortale-
zas do eslas regiones, humillándosele muchos pueblos rebeldes en las co-
marcas de la antigua Gartago.
Antes de llegar á Túnez salió embajada de la ciudad : los enviados
eran loa principales de ella , y le pidieron seguridad y que los recibiese
bajo su fe y amparo. Abdelmumen los concedió seguro para ellos , sus
mugerca, hijos y familia^ pero sos bienes dijo que debían repartirse
m HISTORIA DE LA DOMINACIÓN
entre sus tropas. Esfa respuesta no satisGzo h los de Túnez , y cerraron
aus puertas , y la cercó el rey Abdelmumen , y estuvo en el cerco tres
dias, que luego pasó adelante dejando tropas que la mantuviesen cer-
cada : levantó su campo y pasó á Gairvan y la entró , y tomó también la
dudad de Susa y la de Safes , y de ella caminó á la Tuerte chidad de
Mehedia. Antes de llegar á ella, las tropas que tenían cercada la ciudad
de Túnez apretaron tanto ¿ los vecinos que se rindieron con las condi-
ciones puestas por Abdelmumen , y como le avisasen volvió con so ca-
bÉlleria , y saqueó la ciudad , y juntó fuera de ella todas las riquezas de
sus moradores que dividió con mucha igualdad entre sus tropas , que
hacían después feria franca de sus despojos y los vendían á sus dueños.
Se tomó Medina Túnez entrado d año 554 , y mandó el rey fabricar
en lo alto de la ciudad una alcazaba de torres triangulares altas y her-
mosas , y entre la alcazaba y la ciudad estaban los maristanes y cole-
gios. Acabadas las obras pasó al cerco de Medina Mahedia que presidia-
ban los cristianos de Sicilia, que también eran dueños de Medina Sifakrs
y Bona en aquella costa. Guardaban la ciudad de Mahedia tres mil
irisUanos, y bi cercó Abdelmumen por mar y tierra, y aplicó máquinas
contra sus mnros , y truenos asi por mar como por la parte del medio-
día, y no cesaban los combates de dia ni de noche. Por la parte del
mediodía se combatia desde un sitio estrecho fortificado con fuerte
muro , tan ancho que podian ir por él dos hombres á caballo á la par.
Vinieron al socorro de los cercados doscientas naves de Sicilia con ma-
dia gente de armas, máquinas y provisiones, y salió contra ellos el
alcajde y amir del mar Abu Abdala ben Maymun con gran numero de
naves y gente de Andalucía y de Almagrób , y delante de la puerta que
sale de las Ataranas alli se dieron sangrienta batalla con grave malaoza
de ambas parles ; pero vencieron los muslimes tomando muchas naves
de provisiones, y quemando otras de los enemigos , con grave daño eo
la gente. Se fué alargando mucho el cerco ; pero al fin todo cedió á h
constancia de los Almohades , y á los seis meses y nueve dias fué entrada
)a ciudad por fuerza de armas degollando á todos los cristianos que en
ella estaban sin perdonar vida. Cuenta Yahye que esta ciudad viendoel
propósito de Abdelmumen que no queria alzar mano de sobre la ciudad
hasta entrarla , que le enviaron ocho mensagcros que le hablaron coo
mucha humildad y le adularon diciendo que habían liallado en ciertos
Hbros suyos que él había de apoderarse de toda aquella tierra , y asi-
mismo de su ciudad, pero que les con venia á los vecinos de ella ocultar
y disimniar su deseo de ponerse en su obediencia hasta tiempo de seis
meses, que entonces le debían pedir seguro de sus vidas y ponerse en
sus manos : que el rey Abdelmumen los creyó , y les dio s^foro para
que saHesen libres con sus bienes y armas , y que firmó sus ofrecimien-
tos, y los cumplió y se fueron libres los cristianos á Sicilia : fué la con-
quista en el año de 555 (1160), y después de conquistada Mahedia las
demás ciudades y fortalezas de la costa se rindieron con facilidad , j foé
ya cosa llíina sojnzs^ar toda la tierra oriental de África. Entraron en-
tonces an su obediencia todas las cahitas y pullos que moran y vagan
BE LOS AlliBES EN ESPAÑA. 48
t
éañt Barca hasta Télcncen , sin que intcTmcdiasc territorio ni señoría
que no fuese sayo , y no estuviese bajo su fe y amparo , y gobernado por
sus walies, amfles, y alcaides : reparó y levantó los muros y torres de
muchas ciudades y fortalezas , y en todas edificó mezquitas , hospitales
y colegios para ensefianza de los niños. En este tiempo mandó Abdcl-
mumen medir por millas y parasangas las tierras de África desde Barca
hasta Velad Núl en Sus Alaksá por su largo y ancho , deducida geomé-
trifiamente una fracción tercia por los montes , asperezas, rios , lagos y
rodeos necesarios de los caminos ; por estas medidas ordenó que se re-
partiesen las tierras, términos y comarcas de las ciudades y pueblos, y
que asi se arreglase con justicia conforme á la población el terreno y
las contribuciones de frutos y ganados que debía pagar cada provincia ;
de manera que se atendiese la extensión y calidad de los países y la co-
modidad que ofrecían para beneficiar los frutos do la labranza y pastoría
qucson las verdaderas riquezas diüos estados. Dicen que fué el primero
que escribió y arregló esto en Almagréb, y concluyen Albornoz y
Hannoo que acabó la conquista Se Almabedia en dia Axur del año
555 (1160) : en este año fué la muerte del célebre vizir Abu Giafar Ah-
m d Aben Atia con veneno que le paso en unos versos Abdel Selem de
Sale , que le sucedió en el empleo cuando el rey Abdelmumen depuso á
este insigne andaluz. En este mismo año los cristianos tomaron la forta-
leza de Alcázar Alfetah en Algarbe , que se llamaba alcázar de Abí
Denis, j degollaron á los que la defendían.
CAPITULO XLV.
Acción heroica. Pasa ÁJiídelrotunen á España , y se vuelT^loegp.
Acabada la conquista de oriente de África so encaminó Abdelmumen
hacia Tanjacon ánimode pasará Andalucía : continuó sus marchas hacía
Almagréb, y llegando á Medina Whran licenció á sus tropas para que
los alárabes tornasen á sus tierras, y escogió mil de cada tribu con
sus hijos, mugeres y familia , y fundó alU la ciudad de Baleha. La
causa y ocasión de esta puebla fué de esta manera. Como viesen los
Almohades que se dilataban sus e^^pediciones, y se alargaba su per-
nuanencia eñ Oriente, algunas taifas de ellos con el grande y vivo
deseo de volver á sus patrias , creyendo que para esto no había otro me-
dio , determüiaroQ matar al rey Abdelmumen. Concertaron entre si que
el modo mas fácil era asesinarle de noche durmiendo en su pabellón.
Gerio noble y honrado jeque entendió algq de esta conjuración , fué al
rey y le contó aquella trama que se urdía contra su vida , y le pidió que
le dejase dormir á él en su propio lecho aquella noche, sin que nadie
sopiese nada , que el rey se fuese de secreto á su tienda , y le dijo : Se-
ñor , de esta manera redimo tu vida con la mía que vale, poco , y hace-
mos un barato de suma importancia para el bien común de los muslimes,
yo e5(pero que Dios me lo pagará con copiosa recompensa si estos mal-
498
mSTORU DE LA DOMOUCaOll
vados ponen por obra súmala intención, jsino yo habré coniplido por
mi parte lo que debo hacer por mesira segundad : y en ambas casos
Dios es el rcmuncrador. Abdelmumen creyó que no debia despreciar
aquel avisoy aceptó su ofrecimiento , y se quedó d jeque á dormir en d
p¿>ellon y cama del rey, y Abdehnumon disCra^sado se aseguró en otra
parte. Aquella noche murió mártir el jeque, que le mataron á puñaladas
en la cama del rey . A la hora del alba hizo Abdelmumen anazala por él,
y cuando le halló muerto le amortajó por sus manos, y le puso sobre
una camella a la cual mandó dejar suelta y que nadie la guiase : ella
caminó vagando á derecha y á izquierda hasta que se cansó y se echó,
y en aquel mismo lugar en que la camella se habia echado mandó hacer
el sepulcro para el jeque, y le enterró alli y edificó una capilla y grande
atrio, y al contcM'no de la capilla ediCcó una buena población^ y ordenú
que de cada tribu quedasen alli diez hombres de las tribus de Almagréb,
y que morasen en aquella ciudad , y desde entonces el sepulcro dd
jeque ha sido de mucha vcncraciun^y le visitan hasta hoy las gentes de
la comarca . A la entrada del rey en Medina Telencen después de este
viajü prendió y encarceló al vizir Abdelselem ben Mufaamad Alcumi,
y le mandó dar veneno en una taza de leche, con lo que acabó. Pifflió
Abdelmumen de Telencen y UcgóáTanjaen Dylbagiadel año 555 (i 160) :
y en este mismo roes se acabaron las fortificaciones que habia mandado
hacer en Gebeitarík que habían principiado en 9 de Rabie primera del
mismo año. Se hicieron las fortalezas de su orden, y por mandamiento
de su hijo Cid Abu SaidOtman, wali de Granada, y el maestro que las
dirigió fué Alhág Yaix, gran arquitecto de Andalucía.
Entrado el año 55G (1161) pasó el rey Abdelmumen á Gebalfetahcn
la costa de Andaluda , que es Gebaltarik , y le contentó mucho la dispo-
sición y fortaleza de aquella ciudad , y aprobó las obras acabadas de so
orden. Estuvo alli dos meses , y le vinieron á visitar los walies y caudillos
de Andalucía y so informó del estado de España y de cada provinda :
cada dia venian jeques y gentes principales á saludarle , y yinieron mo-
chosalimesy buenos poetasandaluces que le decían versos en su alabanza -.
entrerUros oradores y poetas se presentó Abu Giafar ben Said de Gra-
nada, que era muchacho de poca edad, y entró en compañía de su padre
y de sus hermanos á saludar al rey : y le dijo estos versos :
DE GIAFAR BEN SAID DB ANIA , GRANADINO.
DI lo que quieras , la ocasión ofreea
Oido A ta decir, y la fortuna
Ahora ius mandatos obedece
En cuanto ilustra la fulgente luna .•
Sumiso el orbe á tu mandar parece,
Y nadie manda ó ?eda cosa alguna,
Sino tú t>odero8o y sublimado,
A quien eterno Ati sujetó el hado.
Ni la tierra ni el mar tempestuoio
Osaran ya faltar i tu obediencia ,
Antes rendido el piélago furioso
I>or ti refina y elfie tu Tehemenott :
Y fv «ende y «larga esirepifoM ,
Y en tu Berricio muestra su potencia
Inmensas tierras tuyas abrasando,
Y tus enormes naves sasteniando.
Inmensas tierras tuyas conquistadas
Y unidas i tu imperio y scnriduntee.
Con Talor de tna tropas tsfonadas.
Cual las olas del mar su mudiedombic ¡
En tu campo las huestes congregadat
At punto de rayar del eol la lumbre
En movimiento y rebramar hinchado
Semejen'bravo mar alborotado.
Tal es el pueblo luyo innnmeraUt
Que ^llieioso vigne les toiderm.
DE LOS ÁRABES EN ESPAAA.
09
laiipiitt de venloni perdurable.
De trionfes y Tictoiias verdaderas ;
CoB prestas niTes pasas el instable
Piilage, 7 de Aigecira en las riberas ,
Tos gloriosas U^ign^as les tremolas,
Espanto de las gentes espafiolas.
Pondrán en tu obediencia fAcilmente
Al audat que tu imperio usurpa osado ^
Sin que le raiga la rebelde gente
Que ligoe so penden desventurado :
Aqoi la lanía tuya prepotente
BenovarA del tiempo ya pasado
Celebres casos, y la noble historia,
Que eonsenra en sns futoa la uMmoria.
Renovarás la próspera fortuna
Del tnclito Tarik, de Muza fiero ,
Que del Islam con la ereclAite tana
Eclipsaron los rayos al lucero :
Ni comparables sois en cosa alguna,
Ben Zayde y ben Mnceir , ni vuestro acero
Igual al de Abdelmumen, ni su estrella
A vuestra luna cede llena y bella..
Entoiioes mandó el rey que se hiciese gazna en tierra de Algarbe
contra los cristianos que ocupaban las forlalczas de aquella frontera,
j envió diez y ocho mil caballos Almohades , y salió de Córdoba el
jeque Abu Muhamad Abdala ben Abi Ilafas con buena gente , y tomaron
por fuerzas de armas la fortaleza de liisn Atarnikes en conCnes de
Badajoz, y no perdonó vida á ningún cristiano de los que allí estaban.
Vino el rey Alfons de Toledo en socorro de los suyos , y bailó que ya
la fortaleza estaba perdida : los Almohades le salieron al encuentro y
le dieron batalla que fué muy reñida y sangrienta, y Dios le venció y
perdió seis mil de his suyos , y muchos cautivos, que de ellos vinieron
muchos á Córdoba y Sevilla en manos de los vencedores Almohades : se
recobraron en esta jornada muchas fortalezas, ylasciudades de Badajoz,
fieja, Beíra , y Hisn Alcázar , y puso Abdelmumen por wali de esta tierra
y fnMitera á Muhamad ben Aly ben Alhág : y en el mismo año se vol vi<'i
el rey Abdelmumen á África , y á descansar á Medina Alarruecos.
\ enido el año 557 (1 1 6*2) mandó el rey Abdelmumen corregir los
cf>fos y divisiones de todas sus provincias para arreglar las contribu-
nones y servicio de gente que podia enviar cada una para la guerra
por mar ó por tierra contra los Ínfleles , ó contra cualquiera enemigo
del imperio , procurando atender á las poblaciones de cada provincia ,
>' á la proporción de sus costas. Mandó sacar cuatrocientas plazas de
lli^ik Álamora , y de su puerto ciento y veinte : de Tanja , Cebta , Be
dis f Mersa Arif á ciento : de Velad Afríka , Whran y Mersa Ilenin á
ciento, y de Andalucía ochenta plazas. Asimismo ordenó la cantidad
y calidad de armas que debía dar cada provincia , y los caballos y c^cé-
milas y camellos con que debía ayudar cada amelia -. resultando que se fa-
bricaban cada día diez quintales de flechas en sus estados, y espadas y lan-
Eas y demás armas, asi ofensivas como defensivas sin cuento, que podía
irmar con ellas á toda la gente do África y España si fuese necesario : la
[riba Cumia sola contribuía con veinte mil caballos, servicio que se im-
[insieren sus jeques como en satisfacción, porque se averiguó que habían
(ido de ella los conjurados que intentaron darle muerte cuando sucedió
u que ya se dijo del jeque que asesinaron en su lugar , y no tomó el
*oy de dlOB otra venganza , sino que dejó la pena al arbitrio do los jeques
le aquella tribu. Ofrecieron salir en su servicio para la guerra cuan-
ris pudiesen manejar el freno. Asi fué que sin avisar ni decir nada
uisleroD cumplir su ofrecimiento, y se pusieron en marcha cuarenta
sil de i caballo con sus armas y vestidos, y vinieron hacia Marrue-
490 fflSTORIA f>K LA MMlMACim
eos para presentarse al rey y servirle donde les mandaise. Las gentes de
los pueblos por donde pasaban extrañaban la marcha de lanía caballe-
ría. Asi que corrió voz , y al llegar es4as tropas á Wadi Oro- Aabic en-
tendieron 1(B Almobades su venida , y avisaron de aquélla novedad á
Abdelmumen muy maravillados, diciéndole que habían preguntado á
estas gentes quiénes eran y dónde caminaban , y que les habían rcspoih
dido : Nosotros somos zeneles de la tribu Cumia que venimos á visitar
al amir amuminin y á saludarle : que oída esta respuesta, el candiUo
Abu Hafas y su caballería se venían ¿ estar al lado del rey, ol cual les
agradeció mucho su cuidado, y ordenó que todos los Almohades estu-
viesen dispuestos y prevenidos para lo que pudiese acaecer , encar-
gando con graves penas que por su parte se guardasen de dar ocasm
de que se suscitase algún bullicio ú levantamiento : el dia de la entrada
de estos zcnetes en Marruecos fué un dia de gran fiesta : púsolos el
rey entre sus dos cohortes , entre la tribu de Tinmál y la tribu Al-
femea , como en segundo lugar de sus guardias^ y les permitió hacer
sus gentilezas á caballo, en que eran muy diestros , y al pasar por de-
lante del rey humUlaban sus cabezas y hacían arrodillar á sus caballos
con ligereza y soltura maravillosa.
CAPITULO XLVI.
Guerra enere Almorividet y Almohade». Tr«u de venir á E»p«Sa pira vet AhMmmmm »
y muer«.
En este año de 557 en tierra de Gicn el caudillo Muhamad bcn Sad
allegó gente de armas de Guadis , Almunccáb Alhadrft , y de las Al-
pujarras , y con numerosa hueste de escogida caballería é infantería
que acaud liaba en compañía de Ibrahim bcn Ahmed Hamsec, y de
Abu Ishac Aben Hamusec, que estaba apoderado de Kcnénat,-y de
Ahmed Abu Giafar hijo de Abdcrahman Eloski , esforzado alcaide qoe
había sido wali de las fronteras de Granada, de Gicn y de Murcia « d
cual no era menos valiente que docto y buen poeta. Estos caudillos
TÍnieron hacia Granada contra los Almohades. Cuando Ic^ de la ciudad
lo entendieron salieron contra ellos gran caballería , y se encootraroo
ambas huestes en la vega el dia ^ jueves 28 de Regeb , ordqnaron con
mucha destreza sus haces , y se dieron batalla que fué de las mas san-
grientas que hubo en España. Por ambas partes se peleaba coa admi-
rable valor y ar iente saña; pero vencieron los Almohades con he-
roica constancia , y la caballería de Muhamad ben Sadi hizo prodigios
de valor ; pero quedó despedazada en el campo la mayor parle, j la
noche libró déla muerte las valerosas reliquias de ella. Fue muy grave
la perdida por ambas partes, y el derramamiento de sapgre horrible,
pues salían arroyos de ella de entre los combatientes, y por eso b
t Alabar dice Tiemes , y qtie »e dio la batalla on Marg arracád.
I^ LOS ARABFuS EN ESPAÑA. 491
Damaron el dia de Asabicftt 6 de la efusión de sangre. I os esforzados
randiUos de Andalucía se retiraron aquella noche á las sierras adonde
se refogiaron las fogili vas reliquias de su gente. Hamusec entró en Gien,
T dejando en ella al waiir Abu Giafar que la fortificó de buenas
lorrcs, se Alé á Murcia. Deseosos de vengarse apellidaron la tierra y
se les juntó mucha gente de las Alpnjarras , de Guadis y otras ciudades
se les unieron muchos caballeros , y no confiando en sus solas fuerzas
llamaron en su ayuda á los cristianos , que enviaron escogida caballería
de tierra de Toledo. Concertaron que se juntarían en la campiña de
Córdoba y llanos de übeda para ir contra los Almohades. Estos no se
descuidaron en prevenirse, y salieron al encuentro de Muhamad ben
Sad, de Hamusec y sus auxiliares cristianos. Avistáronse ambos ejér-
citos en las llanuras del campo de Córdoba y se dieron cruel batalla en
que todos pelearon como tigres y rabiosos leones; pero el valor délos
Almohades triunfó déla desesperada rabia de los cristianos y muslimes
de Aben Sad , los cuales huyeron con grave matanza , que el campo
quedó cubierto de cadcávefes : fué esta sangrienta batalla en dia do-
mingo 12 de la luna de Xawal del mismo año de 557 (1 163). Los dos
caudillos Muhamad y Aloski se retiraron á tierra de Gien y á Murcia ,
y poco después entraron en Gien por avenencia.
Entre tanto en África disponia Abdelmumen pasar á España para ha*
cer en eUa santa guerra cu servicio de Dios, y paiwTeste fin partió de
3Iarruecos dia jueves 5 de Rabie primera , y llegó á Rabat Alfetáh,
y desde alli escribió á las provincias de Almagréb , África, Alkibla y
Sos , y á todas las tribus de su obediencia , así de oriente como de po-
niente, exhortándoles á que viniesen al algihed de Andalucía : y la
respuesta fué apresurarse á concurrir de todas partes Almohades, alá-
rabes de diversas tribus, y en especial de las tribus zenetes , y en poco
tiempo se le juntaron mas de trecientos mil caballos , los ochenta mil
de gente veterana y aguerrida, y cíen mil peones y ballestería. Opri-
mía su muchedumbre la tierra que temblaba debajo de sus pies, y sus
cam][>amentos cubrían altos , llanos y valles, los campos de tierra de
Salé desde Ain Gied hasta Aín Chamis , y se dilataban por la costa
hasta Holic Almamora. En esta ocasión se acibaró el placer de ver el
orden y estupenda muchedumbre de tantas tropas, y la concertada
disposición de sus reales cxm la repentina é inesperada enfermedad del
rey Abdelmumen. Cada dia se fué agravando su dolencia , y conociendo
que no podía durar mucho , mandó que se omitiese én la chotba el
nombre de su hijo Cid Muhamad , y con esto le depuso de la futura
sucesión que le tenia ya declarada. Tomó el rey esta determinación
por los vehementes indicios de levantamiento que tenia contra él in-
tentando anticiparse la posesión del trono. Hizo esta declaración de su
noluntad en dia Giuma 2 de Giumada segunda del dicho año, y
mandó avis¿;r á todas las provincias su soberana resolución. Su mal se
agravó en términos que falleció la noche del Giuma 8 de la dicha
luna , otros dicen que espiró á la hora del alba del martes 10 de
Giumada , segunda del afto 538; loado sea el que nunca muere, cuyo
492 HISTÜRU DE LA DOIONACIOII
imperio y eternidad carece de principio , mudanza y fin. Acaeció sa
enfermedad y muerte en Medina Sale : cumplía sesenta y tres años d
dia de su muerte. Aben Cboxeb dice sesenta y cuatro , Sahíd Salat dice
que fué llevado á enterrar á Tinmál á lado del sepulcro del imam Me-
hedi , que reinó treinta y tres años , cinco meses y tres dias. Dejó una
tropa de hijos , de ellos Abu Jacob el sucesor, y su mellizo Cid Aba
Hafas , Cid Muhamad el privado de la sucesión dd imperio, Cid Ab-
dala , iiiali de Begáya , Cid Olman , wali de Granada , Cid Alhascn , Gd
Huscin, Cid Solimán , Cid Davud , Gd Iza , y Cid Ahmed : hijas, Aisá
y ZaOa : y el erudito principe Cid Abu Amrán que estaba de goberna-
dor en Marruecos por su hera ano Juzef Abu Jac&b. Estuvo la macrte
oculta algún tiempo, que solo la sabianlos ministros, y escribió d
cadi Abu Juzef á Sevilla al principe heredero Cid Juzef Abu Jacub, que
luego Tino y fué jurado en África miércoles II de la luna de Giu-
mada, segunda del año 558 (1164) , aunque hubo algunas diGcultades
y desavenencia que luego se disiparon á su venida.
Era el rey Abdelmumen de color blanco bermejo, ojos muy her-
mosos , cabello crespo , alto y grueso en buena proporción , inquido
de pestañas, nariz bien hecha, suave y redonda barba , suelto y ele-
gante, de buenas costumbres, elocuente, amante de los sabios, j
protector declarado de los buenos ingenios. Por su favor florecieron
las letras y las arte^ en todos sus estados , y en especial en España , á
pesar de las inquietudes continuas de la guerra. Era de ánimo esfor-
zado ^ pronto, impávido en los mayores peligros , sufridor de trabajos,
frugal en su comida , de genio marcial , amajite de las porcgrinacioaes
y de la guerra , conquistador y defensor del Islam en África y en Es-
paña , en oriente y en occidente. Sus conquistas en España , Almería,
Ebora , Berja , 3aeza , Badajoz , Córdoba , Granada , Gien , todas estas
por fuerza de armas en España : en África todo su imperio. Obede-
cíanle tantas tierras que habia espacio de cuatro meses do camino ea
sus estados de oriente á poniente, esto es, desde Atralx)! hasU Sus
Alaksá , y de Alguf hasta Alkibla , esto es, de norte á mediodía cíala
anchura de sus estados, desde la ciudad de Córdoba en Andalucía basta
Sigilmesa, camino de cincuenta días. El tiempo de su reinado desde la
muerte del Mehedi fué treinta y. tres años, ocho meses y veinle
y cinco dias según Yahye : fué su muerte en el alcázar del arrabal de
Sale llamado del Iletah y se le llo%'ó á Tinmál á enterrar con maravillo»
pompa. Fueron sus secretarios Abu Giafar ben Atia , y su hermano
Yahye ben Alia, Abul liasen ben Ayas, Maymun Alhmarí y Abdab
ben Gíbal, su almocrí ó lector Abu Giafar ben Atia. Después de la
desgracia de este le sirvió Abdcl Selem Alcumi, después de la desgra-
cia de este , su propio hijo , Cid Abu Hafas , luego Edris Aben Gamea.
Sus cadies fueron Cid Abu Hafas, Abu Amrán, Muz lien Sobar de
Tinmál, luego Abu Juzef II(^ah ben Juzef ^ también Abu Bckerbeo
Maymun de C(>rdoba, hombre doctísimo y célebre. Algunos dicen que
la eicpedicion de ali^ihed á España que intentó Abdelmumen fué d ano
TiiG • cuan(lo di*sembarc6 en Gebal Fetad , y mando edificar los fuertes
BE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 49S
j reparar la ciudad y que estando allí adoleció do la cnrermedad de
qae dcspaes murió habiéndose vuelto á la otra banda en Medina Sale
ado 558 : lo cierto os lo ya referido , que consta de las notas de la real
cámara de Marruecos.
CAPITULO XLVII.
Calú'aigo de aniuminin Juief, hijo de Abdelmumeii.
Elamíraiunmíuin Juzef, hijo dolrey Abdelmunien ben AlyZeiicte
Alcami , se apellidaba Abu Jacúb, la madre que le parió se Damaba Aija ,
hija delalfaqui y alcadi Abu Amrán Tinmal. Nació en jueves día 3 de
Regebdel año 533 (1130), Era blanco y colorado, de buena estatura,
cabello crespo y barba mas crespa, ojos hermosos, bien proporcionada
nariz, y en todo grave y magestuoso , muy liberal y compasivo. Fué el
primero de los principes Almohades que pasó á' la guerra santa por su
persona j conquistó muchas ciudades , allegó muchas gentes y mantuvo
grandes ejércitos , y consiguió inmensos despojos y riquezas. Reinaba
desde Suira de Beni Matkác Alcudias de África oriental hasta VeladNúl
en extremo de Sus Alalisá ; y hasta extremos de Alkibla : y en España
desde Medina Tudila Alcudia de oriente hasta Medina Santarin en
Algarbc, sin intermediar señorío extraño. Tenia bien amparadas y
defendidas sus fronteras , y asi en las ciudades como en los despobla-
dos vivían los pueblos de su obediencia seguros y conflados por su
mucha justicia.
Su providencia miraba lo mismo lo cercano que lo mas distante, y
en todo el gobierno intervenía por su persona que nada queria que se
le ocultase , ni descuidaba el mas mínimo negocio del estado : no influian
eu sus órdenes sus hijos ni ministros, aun los mas privados. Tuvo diez
) ocho hijos, el primero Jacúb que le sucedió , el apellidado Almansur,
su hermano mellizo Yahye, Ibrahím, Muza, Edris, Abdelaziz Abu
Beker, Abdala, Ahmed, Yahye el Saquir, Muhamad, Abderahman,
.Vbu Mnhamad, Abdelwahid el depuesto, Abdelhak, Ishak , y Telha
su haglb, que era quien comunicaba sus órdenes • ni Abu Hafas su her-
mano que se levantó contra él , ni sus vizires tenían influjo en su corte.
Estos eran Abu Ola , Edris bon Gamea , Abu Bakír que acompañaba á
su hijo Jacúb en el juzgado. Era su alfaqui el cadi Abu Juzef Algagi , y
segundo Abu Muza Iza ben Amrán , y después el cadi Abul Abas ben
Mida de Córdoba* Sus secretarios Abul Hasen Abdclmelik ben Ayas , su
novelista Abul Fadil ben Tahir de Bugia que era de grande elocuencia^
y maravillosa erudición , que también sirvió después á su hijo Jacúb
Almanzor y á su nielo Anasir .- su médico fué el vizir Abu Beker ben
Tafaíl, y después de este, que murió el año 581 (1185), lofnéAbii
Mcmán Abdehnelik ben Cazim de Córdoba , y el ilustre alfaqui Abul
Walid ben Raxid , á quien llamó á la corte de Marruecos el amir
amimiinin para que fuese su médico año 578 (1182), y luego le hizo
m HISTORIA BE LA DMdNACION
cadi de Córdoba , y quedó en Marruecos Abu Bckir ben Zohar, y
después se volvió otra vez á España , y al fin fué otra vez llamado á
Marruecos ano 578, y estuvo basta la jornada de SanlarÍQ en que
acompañó al amir Almanzor. Era este uií sabio muy excelente en la
medicina, y sabia otras muchas ciencias , y de memoria repetía todas
las traducciones del fiochari, como cuenta Aben Alged, y asimisuM) era
buen poeta, y murió en Marruecos á *2i de Dylhagia año 595 (1 199] de
mas de noventa y cuatro años, y desde Sevilla le llevó el rey á Mar-
ruecos para wali alhazina, ó tesorero. £1 amir Juzef Aba Jacúb fué
proclamado después de la muerte de su padre en Arríca dia miérooles
15deGiumada segunda del año 558 , y murió después peleando en la
jornada de Santarin en tierra de Algarbedc España , día sábado 18 de
Rabie segunda y del año 580 (1 16i), y era entonces de cuarenta y siete
años, y reinó veinte y uno, y un mes y dias, se dice que fué jurado i
13 de Giumada segunda del dicho año , y se cuenta así.
Guando falleció el poderoso rey Abdelmumen estuvo oculta su muerte
por causa de la ausencia de su hijo Juzef Abu Jacúb el sucesor que
debia ser, que estaba á la sazón en Andalucía. No se divulgó en el
pueblo la nolicia del fallecimiento hasta la llegada del principe Juzef
que vino de Sevilla , asi lo refiere Aben Cha\cb, y que esto se dispuso
así por cuidado y diligencia del cadi AbulHegáh Juzef ben Ornar. Los
historiadores de su reinado dicen que por común y unánime consenti-
miento fué proclamado rey día viernes 8 de Rebie primera del año 560;
esto es, dos años después de la muerte de su padre ; porque si bien los
jeques y toda la gente convenia en su proclamación , sin embargo se
opuso á ella su hermano Cid Mubamad, vrali de Begaya , y Cid Abdala,
wali de Górdoba, y el príncipe Juzef fué tan moderado, que no con-
sintió que se le hiciese la solemne proclama, ni que sus hermanos le
jurasen obediencia contra su voluntad, y así en los dos primeros años
no se quiso llamar amir amuminin, sino amir solo, hasta que consiguió
reunir los ánimos discordes y traerlos blandamente á su obediencia.
Cuenta pues Malruk en su historia , que cuando la muerte de Abdel-
mumen estaba su hijo Juzef Abu Jacúb en Sevilla, y que los ministros
con política ocultaron su muerte y le avisaron, y que entonces Juzef
vino en muy poco tiempo y fué proclamado sin dificultad ni desaveoeo-
cia, que hizo en muy corto tiempo el viaje desde Sevilla a Sale, que
solo unos pocos se osaron manifestar descontentos, délos cuales no se
hizo caso. Fué su prhner mandamiento enviar á sus tierras aquellas
tropas que allí estaban congregadas, y que luego partió á*Man1iecos.
Estando cu su corle escribió á las provincias y ciló^ los jeques y al-
caides para la solemne jura y proclamación. Concurrieron de todas las
provincias los Almohades de África oriental, de Almagréb y AlkMa^ }
de Andalucía sin faltar Córdoba ni Begaya, que también convioierrm
en la jura aquellos walics sus hermanos. Se publicó asi en África como
en España su proclamación. En las fiestas de su jura hizo grandes
liberalidades , distribuyó grandes Usoros al pueblo, á loa Almohades y
á los caudillos de todas las cubilas, y á todas stís tro|Mis. £u el ano 5¿9
I>£ LOS ÁRABES £» ESPAÑA. 49ü
yíoo á la corte su ba*mano Cid Aba Mubaniad , wali de Begaya , y Cid
Aba Abdala, wali de Córdoba, ambos cod grande y lucido acompaíia-
mienlo de sus jeques, alfaquies y letrados, á todos los cuales recibió muy
bien y les hizo grandes honras, y les dio muchas preciosas dádivas ,
pues era magnitico, y en estremo liberal el rey Juzcf Abu Jacúb.
£n este mismo año se levantó en Gomera el Sanhagi con titulo de
rey, j acunó monedas, y escribió en ellas : Men duria algoralb Nasraha
Alali : coraib^ y le proclamaron muchas gentes de Gomera y de San-
baga, y corrieron las comarcas con algaras ; haciendo grandes vcbos,
matando y cautivando gentes , y se apoderaron por fuerza de armas de
iMediaa Tarda ^ y en ella cometieron horribles crueldades y atroz ma-
tanza : luego envió contra ellos amir amuminin Juzef Abu Jacúb un
ejército de Almohades que los vencieron en sangrienta batalla, y la
suerte hizo que muriese alli peleando el Sanhagi , le cortaron la cabeza
7 la enviaron canforada á Marruecos. '
En Andalucía el año de 560 (11*65) el ejército de los cristianos, que
era de trece mil hombres, acaudillados de 31uhamad ben Sad Aben
Mardenís con toda la gente de guerra de su bando , acompañado del
célebre caudillo Aloski, Hamusek y otros jeques rebeldes, vinieron
ronlra la hueste de los Almohades qué conduela Cid Abu Said ben
Abderahman. Encontráronse estos ejércitos en un campo cerca de
31urcia, en un espacioso y ameno sitio donde se celebraba cada año una
grao feria; en este lugar se avistaron los dos ejércitos al rayar el alba
del día sábado 8 de Dylhagia^ y de común acuerdo y resolución se
dieron batalla, que fiié terrible y sangrienta. Fué tan horrísono el
estruendo y alarido de los feroces combatientes que con igual denuedo
y enemigo ánimo se acometían y despedazaban, que sus clamores y
gritería espantosa se oyó á muchas leguas de distancia; la matanza fué
atroz, y la llanura y los vecinos campos quedaron cubiertos de cadá-
veres para agradable pasto de aves y Ocras. Los de Aben Mardenis
fueron vencidos, los mas desús auxiliares muertos, que pocos escapa-
ron de la saña y furor de los vencedores Almohades. Por causa de los
clamores y confusos alaridos se llamó esta terrible batalla el dia de
Algeláb, y es Cuna que algunos dias después de la pelea seoian en aquel
campo alaridos y estruendo de batalla , y por esta razón se llamó desde
entonces Fobos Algeláb. Escribió el principe Cid Abu Said esta victoria
á su bennano Juzef Abu Jacub. Aben Mardenis con el disgusto de esta
desgraciada batalla trató muy mal de palabra á los caudillos Aloski y
Hamasck su suegro, y ofendidos ambos le abandonaron. iMoski dejó
ahiertameoie su partido, se retiró á Málaga , y de alli para seguir mas
libre el partido de los Almohades pasó á Marruecos.
En el ado siguiente mudó el rey Juzef Abu Jacúb á su hermano Cid
Abu Zacaria al gobierno de Begaya, encargándole que visi!ase sus
provincias y las demás orient«ilos de África. Entre otras cosas que le
prevenía le mandaba que atendiese las quejas de los pobres^ que levan-
tase ñ los caídos, desagraviase ú las agraviados, y humillase á los tira-
mi^ y cruele$ que con arrogancia y riqueza» oprimen á los débiles y que
496 HISTORIA DE LA D0MINA€I0?I
pueden poco, atropcllando á los jueces de las proviucias , ó ganándolos
con sus dádivas, y en esto le encargaba que fuese duro é inflexíMe , y
no permitiese que se burlasen de su justicia. En este ano 56i (1i66)
se rebeló en los montes de Gomera Juzef ben Monkefaid , y no en-
vió contra él en este año , hasta que en el principio del siguiente d
mismo amir ainuminin Juzef Abo Jácúb morió contra el rebeUc con
una escogida banda de caballos almohades que conducía por si mismo,
y los llevaba como á una caza. Encontró fin los montes al rebdde, le dio
batalla, le rompió, venció y deshizo sus tropas, y le persigoió hasta
prenderle ; le mató , y envió su cabeza á Marruecos. En esta expedidoo
fué reconocido y proclamado en las serranías de Gomera, y en d
año 563 (1168) tenia todas aquellas tierras sujetáis á sa obedíendt,
y le apellidaron aquellas provincias de gentes bravas y rústicas su
amir amuminin , esto en la luna de Giumada segicmda del mismo año.
CAPITULO XLVIII.
DetavciiencUs «mire los Almohadesi de España. EuTian emb^dores i «iQiiJmiiin« j vieae
k Sevilla.
Eu la Axarquía de España se suscitaron desavenencias y
entre los principales caudillos del partido de Abo Abdala Mohamad ben
Sad , y se apartó de su amistad y obediencia su suegro Ishak ben Hamo-
sek , señor de Segura : y ofendido de estp Aben Sad repudió la hija de
ben Hamusek , aunque luego le pesó de su ligereza y la volvió á lomar
por mugcr, y trató de renovar su amistad , y escribió también al caadHIo
Alo^i para que se viniese de Marruecos ofreciéndole tencndas y srieai-
dias en sus estados , y Aloski propuso tornar á Valencia, y le respondió
conforme á sus deseos. Entre tanto continuaba Aben Sad sus alianzi»
con cristianos y tenia presidio de ellos en Valencia, lo cual causaba nuevo
descontento á los de la ciudad , y los principales vecinos se salian á vivir
en los campos y pueblos de la comarca.
En Marruecos , no bien babia descansado el rey Juzef Aba Jacdb de la
expedición de Gumera cuando llegaron de España embajadores de ais
provincias, y eso mismo de las de Almagréb , Alkibla y Axarqoia de
África para darle el parabién de su expedición tan venturosa , y a! nusmo
tiempo informarle del estado de sus tierras; venían r>adies, aUakies,
alchatihes, jeques y varones principales. Luego que entraron en Mar-
ruecos se presentaron al rey , que los recibió muy bien , habieoA) anles
entregado sus cartas de creencia, y aquel dia se ocupó en responderá
sus peticiones , dudas y negocios por escrito , y dadas gradas al rey le
pidieron licenda para volverse á sus provincias. En este ado Inibo en
Marruecos un espectáculo y caza de leones en la fiesta de Alfitrasdida
de Ramazan, y el caudillo andaluz Aloski de Tala vera que se hallaba
presente mató un bravo león alanceándolo é caballo, y celdaró esta fiesta
con degantes versos ! esto fué en salida deRamazaa dd aik> 561 (f ÍB9).
m LOS ARAHES £11 ESPAÑA. 497
End ado sigoieote de 565 (1170) eniió á sa hermano Cid Abo Hafas
i Aodalada para que hiciese en ella santa guerra contra cristianos, dio
orden para que le acompañase muy escogida cabaDeria, y en poco tiempo
estovieron listos veinte mil caballos almohades , la flor de la caballería
de Atanagréb. Pasaron el estrecho ^lor Alcázar Algez á Tarífa , y luego
corrieron las fronteras y tuvieron varias escaramuzas con I03 infieles.
En la parte oriental continuaba la discordia entre loscaudiHos del bando
de Aben Sad, y Abmed ben Muhamad ben Giafar ben Sofian el Mach-
aimi , varón virtuoso, liberal y neo, que tenia su hermosa casa en Ge-
ara Jucar, se apartó también de la obediencia de Aben Sad , y temiendo
que este caudillo con su mucho poder le atropellase, escribió á los Al
mohades ofreciéndoles su obediencia si le recibian bajo su fe y amparo,
y entre tanto se fortificó en Gezira Jucar, y llevó á ella muchos de sus
parcides , entre otros al austero y valiente Abul Abas Ahmed ben Maad
de Udes y otros arráyales de su confianza , y negó la obediencia á Aben
Sad , deponiéndole con pública deposición , tratándcde de mal muslim y
amigo de infieles.
£aelanode566 (1171) mandó el principe Cid Abu Hafas edificar Alcán-
tara Tensifa , y se principió la obra de ella en domingo dia 3 de luna Sa-
fer dd dicho año, y en el mismo determinó el rey Juzef Abu Jacüb pasar
á España para asegurar y fortificar sus fronteras , y dar calor á la santa
guerra contra infeles. Faso venturo^mente el mar Azakac , y sin de-
tenerse á otras excursiones de guerra llegó á Medina Sevilla. El dia de
su entrada fué dia de gran fiesta, le acompañaba la principal caballeria
de la tierra, y le recibió toda la ciudad con grandes aclamaciones. Re-
cibió las visitas de enviados de las provincias , cadies y alcaides de ciu-
dades, y los alimes y aUaquies do toda España le saludaron, y el rey se
informó del estado úq las provincias y de cuanto con venia para su se-
guridad , quietud y buena administración de justicia. En 7 de Dylba-
gia del ano 566 ( i 1 71 ) se acabó la obra de la torre de Mirtula que mandó
edificar Cid Abu Abdala ben Abi Hafas , y cuidó de la fábrica el alfaqui
y akadi Abu fiekir ben Abi Barbostar. En la parte oriental de España
en que como se ha dicho reinaba y no sin inquietud y continuos sobresal-*
tos f el wali Aben Sad, después de las terribles bataDas de Asabicat y
AgcUb su partido iba decayendo, y se debilitaba cada dia mas con la
discordia y desavenencia de sus parientes y caudillos, y apenas podia
mantener sus ciudades y fortalezas. £1 pasaba lo mas del tiempo en Va-
lencia y desde allí recorria sus estados y las ciudades de su señorío, que
eran todas las de la costa del mar Mediterráneo desde Tarragona basta
Cartagena Allialfe, y las fortalezas de Murbiter, Jucar, Játiva , Denia,
Lecant , Segura , Lorca , y la ciudad de Murcia con todas sus comarcas
y muchas villas en sus fronteras. Su suegro Ibrabim Aben Hamusec
que tenia por el la ciudad de Murcia se habia retirado de su amistad , y
despees de las adversidades pasadas que Aben Sad atribuía á su falla de
valor, Ibrahim ofendido se retiró de Murcia y se alzó con su ciudad de
Segura , y fortificó algunos castillos contra él, y entre otros el Uamado
de «momlnreNodar Aben Hamasec. Lo mismo Abu Becar Aben S<^n,
498 HISTORIA M LA DOMIHACíOII
wdi de Gezira Jacar, perdida saoonfiania y amblad biso bando conln
a , se fortificó en Jucar^ y recelando que luego vendria oantia éL su
amir Aben Sad, escri))ió á los caudillos almohades para que le ayuda-
sen. Aben Sad envió conira él á su hijo Abul Hegiag Juaef Aben Sad,
que era caudillo de la caballeria, para que le ocupase la tierra y le cer*
case en Gezira Jucar, y luego fué conira él con muchas tropas j le eatib
en su Gezira con tanto rigor, que desde mediada luna de XewaI del
año 566 (1171) basta mitad de luna de Dylhagía no pudieron mirar tino
ágoilas en aquella ciudad, y taló y estragó la tierra durante un meg.
Los cercados consumieron cuanto tenian , y estaban tan aporadosy tan
sin esp^anza de soo(»to que los yednos fio podian ya sitf rirlo y mor-'
muraban publicamente do Sofian : asi que, de acuerdo de k» priBci|iato
entregó la fortaleza Abu Ayab bon Hilel, que era uno de los mas oeUei
y respetados , y les persuadió que ya no podian mantenerse Gados eo h
inaccesible fortaleza del lugar, pues si los enemigos inUmlaban cntnr
por fuerza, los vecinos y hombres mas valientes estábate tan débües qoe
no tenian fuerzas para andar cuanto menos para defcnderaey pelear, y
asi era verdad , pues de hambre y Qaqueza los mas robustos quedan»
después débiles toda su vida. Entró Abul Hegiag la dudad y se llert
consigo á Murcia ¿ este Hild y le tuvo en mucha estimación. Despaes
dio Abeu Sad el cuidado de aquella frontera á su hermano. Se conser^
van los versos de Abu Becar beu Sofian en que pedia auxilio eBlando
cercado en Jucar, y pondera las calamidades que padecían. Abu Becar
se acogió ¿ los Almohades, y por su industria y secretas inteligencias
lograron entrar en Valencia^ que los de la ciudad estaban nmy descoa*
lentos del gobierno de Aben Siui , y qucrian mas estar amparados de aa
principe tan poderoso como Juzef Abu Jaeúb ; acaeció lodo ealo é
año 566 (1171). Luego envió Aben Sadá su hijo con tropas cfuecatnroa
la ciudad tres meses por mar y tierra , pero se defendió Abu Becar bea
Sofian á quien se confió , y como al mismo tiempo redbiese Abúl Hegiag
carta de su padre en que le ordenaba ir á socorrerle á Tairagona por
mar y tierra, que los cristianos le hadan alU cruda guerra , levantó d
campo : y ordenó Abul HegiAg que partiese su caudillo Aly ben Casim
con las navesá Tarragona, y él por tierra llevó su cabaHerk, qneera
muy numerosa , y dio varias batallas á los enemigos entre ToHom j
Tarragona con varia suerte. £1 caudillo Aly bon Catim vendó en d mr
á los cristianos en horrible batalla, lomó dgunas naves y les quena
muchas con grave matanza en sus gentes.
CAPITULO XLIX.
EnCraatB de los AlmoluidM en tierra da crísUanot. Vencen 4 Santd IbaiBinU. Teaun
i Tarragona. Se oaaa Anraminin tn Ef^Qa, | vnetre á AfHea.
Én Akarbe de España los Almohades triunfaban en sus frontens.
Salió de Sevilla d rey con ánimo do algaaun y rarrió con iMiaAieica^
ra LOS ÁRABES EN ESPAKA. 4d9
bdgadas la tierra de Toledo y conquistó las fortalezas de Thogor Gao*
tara al Seif, sus fronteras y comarca que dejó talada, y robados sos
pueblos matando y cautivando innumerable muchedumbre de cristianos.
Tomó á Sevilla triunfante y sus tropas cargadas de despojos llevando
en triunfo sartas de cautivos. Entrado el año 567 (1 172) mandó edificar
ona magnifica aljama en Sevilla , y fué acabada la fábrica en Dylhágia
dd mismo año : nombró por su primer chatib al docto Abu Cazim ben
Gaflr Abderahman Alneboni , y en el mismo año fabricó el puente so-
bre el rio con barcos encadenados , coa grandes edificios para almacenes
á la salida y entrada, y edificó el Zaldic del muro que levantó y re-
paró , y desde el cimiento en Bab Gehuar, y edificó dos ^atafanes para
descargaderos de cada^ dia con sus gradas á la orilla del río. Trajo el
agua del castillo Gábir basta la entrada de Sevilla , y en estas obras con-
sumió sumas inmensas , y en esto se detuvo cuatro años y dies meses en
Andalucía, y se tornó á Marruecos en Xaban bendito del ano 571 . An-
tes de partir de España hizo en ella expediciones muy venturosas en Su
Axarquia, y sojuzgó muchos pueblos, unos que se vinieron á su obd-
dieocia de su propia voluntad , y otros conquistados por fuerza. En 5A7
(1 172) falleció en IVIayorca el amir de España oriental Aba Abdala Mu-
hamad ben Sad, otros dicen que murió el año 569, y otros qoe el 561
en que le sucedió Abul Hegiag Juzef ben Muhamad ben Sad Aben Mar-
deuis en toda España oriental. Dice Abul Feda que despue^ de la muerte
del amir Aben Sad ben Mardenis, señor de España oriental, de Valenoia
y de Murcia, y de otras muchas ciudades, que entonces sus hijos se aco-
gieron al rey Juzef Abu Jacúb de África y le entraron todas sos tier-
ras recelando ellos que no las podían mantener porque de una paile
les hacían cruda guerra los cristianos, y los Almohades africanos los in-
oouMNlaban por otra , de suerte que tomaron este partido y pusieron en
manos de Abu Jacúb todos sus estados, y la fortuna le dio de gridd lo
qae po esperaba ya conseguir por fnorza : dio á los Aben Sades nuevos
títulos y estados , y casó con una hernmna de dícbosprincipes : esto acae-
ció después de la muerte de Muhamad Aben Sad Aben Mardenis. ¥ en-
tonces edificó una ciudad en Gebal Fetah por ocupar sus cien mil sol-
dados.
£n 568 (1 1 73) fué la entrada dd principe Cid Abu Beker en tierra de
Toledo que llegó hasta la misma ciudad matando y cautivando genlcs ,
destruyendo pueblos, quemando alquerias y aldeas, y cuando atemo-
rizados los cristianos estaban pora someterse á su obedíenda salió contifti
los Almohades el caudillo de los cristianos Sanxo el conocido por AMU-
barda por causa de que solía usar de una preciosa alabarda de seda bot •
dada de oro y nesgada con inestimable pedrería y aljófcr, y allegó na-
merosa hueste , y se encontraron ambos ejércitos , y los Almohades con
ayuda deDios rompieron y deshicieron el ejército de Séutlo AbAlbarda,
haciendo en él terrible matanza , y cl mismo caudillo murió peleanéo
como valiente. De toda su tropa y caballeria apenas escapó uno , y di-
een que cln&mero de los muertos en esta gazna fué de treinta yseit ovil
hombres. En ék año siguiente de d69 (1 171) favoreció taiiriiien la fortttiía
¿00 HISTORIA BE LA DOMINACIÓN
al amir arnuminin , y conquistó en el oriente de España la dudad de
Tarcuna, y sus yencedoras tropas penetraron en aquella tierra como
espantosa tempestad de truenos y relámpag^os, y talaron y arrasaron á
sangre y fuego , matando y cautivando á los moradores , robando sos
ganados , y estragando frutos , y después de tan venturosa jomada vol-
Tíó á Sevilla. En el año de 570 (1 175) , deseoso el rey Juzef Abu Jacúb
de asegurar la paz y tranquilidad délos muslimes de España, casó amir
arnuminin Juzef Abu Jacúb con la hermosa hija de At>en Sad ben Mar-
denis , hermana del señor de Donia y Játi va , y de gran parte de España
oriental, y para recibirla y obsequiarla hizo labrar una mihergbána mag-
nifica, que no hay lengua que pueda describir su preciosidad y grandeza.
Y después en el siguiente de 57i pasó á la banda de África y se fué á
Marruecos. En este mismo año se padeció en Almagréb terrible pestiieo-
da y murieron de ella en M^irruecos muchas gentes , y de los hijos dd
rey Abdelmumen murieron Cid Abu Ibrahim , Cid Abu Said , Cid Abu
Zacaria, gobernador de Bugia, y el jeque AbuHafas ben Yabye dclatríba
Henteta , progenitor de los Abu Ha6s ; y también murió en esta ocasión
el cadi Abu Juzef Hagiag ben Juzef. En el año siguiente de 572 (1176)
murió en Alekineza en la luna de Safer el jeque Abu Ishak IbrabíiD
Aben Hamusec .- y en el siguiente de 574 (1 1 76] murió en Marruecos d
célebre jeque Abderahman benTahir, \vali que habia sido de Murda de-
puesto por Aben Ayadh, después siguió el bando de los Almohades, vsc
pasó á África y en^Marruecos murió. Hacia este andaluz elegantes ver-
ana y se conservan los que escribió á su hijo Abdelhac , y las canciones
amorosas ¿ la hija del vizir Abdel A tia , y otros morales que referia d
Ziezarl en Yalenda en sus pláticas y sermones. En este tiempo mnrió
en Málaga el célebre caudillo de Aben Sad llamado Ahmed ben Abde-
rahman Eloski de Talayera , después de haber yivido algunos años en
Marruecos cuando su desavenencia con Aben Sad , y habiendo ahora
▼udto á Andaluda falleció en Málaga el año 574. Como habia sido lao
famoso caudillo y tan célebre ingenio, sus apasionados y amigos le eo-
terraron con gran pompa en la vega de Málaga en un ameno sitios ;
plantaron al rededor de su sepulcro doce árboles hermosos de flor y fruto
doUe : se conservan sus poesias á las casas de leones que se teniaii en
Marruecos, y las alabanzas á la flor del allozo, que anuncia la primavera,
7 es la suave risa del año y previene la estación de las delidas.
£1 rey Juzef Abu Jacúb se estuvo en la corle de Marruecos basta que
tuTO nueva de la rebelión de Velad Afrikia, donde se levantó contra él en
Cafisa el caudillo Aben Ziri revolviendo y sublevando toda la provincia.
Sin tardanza el rey escribió á sus Walies para que le allegasen tropas^ y
en principio del 575 (1 1 79) marchó á oriente de África y llegó á Ca&a
y la cercó y combatió de dia y de noche con continuos rebatos, basta que
entró la cipdad por fuerza de armas, y se dio sangrienta batalla en h
mianoá plaza de la dudad y en ella yenció con horrible matanza á te de
Ziri, y él mismo murió peleando : asi acabó este rebelde : ftaé^esle su-
ceso ya entrado d año 576 (1180), y en él recorrió el rey Juief Aba Ja-
cUb aquella tierra , y sojuzgó las tribus inquietas . y sosegadas las pra-
DE LOS ÁRABES EK ESPAÑA. SOI
Tiocks volvió Tictorioso á su corte de Marruecos y entró en ella d
año 577 (1181). En el Gn del año anterior murió en África muctia gente,
y en este mismo Tino al servicio del rey con mucha y florida gente de á
caballo Abu ZargAn Mesaud, hijo del suUan de Ribai. En el año de. 578
salió el rey de Marruecos para visitar las muchas obras que babia man-
dado hacer en los almadenes ó minas y ediGcó el castillo de Zicandar
^ las da nombre.
CAPITCLQ L.
Voelie Amnmfnin A Kfpafia. Sitio de Satit-Aren. Singular ocarrencia y muerte de Amuminin.
Socédele Jacqb Aimaiuor.
Venido el año 579 (1183) pasó el rey Juzef Abu Jacúb á su tercera
jomada de santa guerra. Había salido de Marruecos en sábado 25 de la
luna de Xewal de dicho ano por Bab Delala, con propósito de ir ala pro-
viocia de África, y como á su llegada á Sale viniese ú él Abu Abdala
Muhamad ben Ishac , díciéndole que ^a en África todo estaba tranquilo
y as^arado, entonces mudó la marcha y se encaminó ú España pa-
sando á ella desde Sale en jueves 30 de Dylcada do dicho año > y llegó á
Bhaher de Velad, y estuvo en Dhaher de Sale el Giuma segundo, y
llegó á Mekincza miércoles 6 de Dylhagia , y alli esluvo la Idaladhaha
en su salida. Luego caminó á Medina Fez ^ y alli se detuvo lo restante
del mes, y entrado el año nuevo de 580 (1184), el dia 4 de Muharram
salió el rey Juzef Abu Jacub de Medina Fez, y caminó á Cebta, y en
día se detuvo lo restante de Muharram , en tanto que se congregaban
las tropas que babia mandado juntar para el pasage. Pasaron las pri-
meras las fribus zenetes, masamudes, magaravas, sanhagas, oviraras,
y otras diferentes de berberíes. Luego pasó el ejército de Ahnohades ,
algazaccs y ballesteros , y cuando acabó de pasar la gente de guerra ,
pasó el mismo rey Juzef Abu Jacúb con su guardia, vizires y nobles de
su acompañamiento, y fué su paso jueves 5 de Safer del año dicho, y
desembarcó en la ciudad de Gebalfetah en su seguro y espacioso puerto.
De alli pasó áGezira Alhadrá , y de ella caminó á Gebal Asalf, y á Ca-
lat-Cbulen, á Aukes, á Jeris , á Ncbrija y á Medina Sevilla. Después
que pasó el Giuma 23 de Safer entró en Guad-fiazar : dicen que salió
á recibirle su hijo Cid Abu Ishac ,7 los alfaquies de Sevilla y jeques de
ella para saludarle , y los envió á decir que le esperasen en AImnnia
basta que allá ll<^ara. Hecha su azala de adobar montó á caballo y
llegó adonde lo estaban esperando, se apearon todos luego que le des-
cubrieron y le vinieron á saludar x el rey se apeó y abrazó á su hijo, y
luego tornaron lodos á montar y caminaron á su gazua hacia Medina
San t' Aren del Algarbe de España, y llegaron á ella el dia 5 de Rebie
primera del año 580 ( í 1 84).
Puso el rey su campo delante de ella y la cercó y combatió con di-
ferentes máquinas ó ingenios, dándola continuos rebatos de dia y de
Oiichc basta estrecharbí y apurarla mucho , y en la noche del 22 de
SM HiSTOIIIÁ DE LA MUNACimi
Behto prfoMM miidé m eampo á la Algnfia j AlgaiWa de Snit-Aren.
Esta aradann fué moy oonlra vdantad de los mas práctioos alcaides ;
pero no oaaron contradecir la rolontad del rey. Tenida la noche y hecha
aa aiala de alaxA áltfma enyió á dedr á su hijo Cid Aba Ishac, el waU de
Sevilla , que antes del alba de aquella noche partiese da cabalgada hada
Lisbona, y qoe para hacer la gatua mas Tentnrosa Devase consigo h
gente do Andalucía , y que fuese su marcha de dia. Equivocóse la orden,
y entendió Cid Ishac que le mandaba partir para Sevilla durante la no-
che. El diablo esparció la voz en el campo de que el rey mandaba mar-
char aquella noche y levantar el campo , y divulgado de unos en otros
fnisron marchando taifa tras taifa , y caminaron aquella noche. A k ve-
nida del alba que comenraba á rayar el dia movió Cid Abu Ishac su gente
y las compañías que estaban con él , y muchos otros marcharon detra»
de ellos, y el rey estaba sin saber esto en su pabellón ,y á la hora del alba
se levantó y hizo su azala de azohfoi y clareó el dia, y descul»4ó su campo
sin gente sino la poca de su guardia y los del tren de su bagage , y algu-
nos caudillos andaluces de su guardia española , y aquella chusma que
no sirve sino para estorbo , y no había podido salir antes por la prisa de
la marcha de la gente de guerra. Cuando salió el sol, como los cristianos
viesen desde sus atalayas y desde los muros que se habia levantado d
campo , y que no quedaban sino aquellas pocas tropas del servicio de los
bagages del pabellón del rey , certiGcados de sus algázaccs de la marcha
de todo el ejército abrieren sus puertas de la chidad , y de súbito , coa
arrebatado ímpetu, salióla caballeua y cuanta gente de armas estaba enli
ciudad , gritando en su lengua : A ellos, á ellos, á él , ¿adonde está ? Aco-
metieron á los pabellones de la guardia y mataron á todos los que allí ha-
bia , Negaron al pabellón del rey , y despedazaron sus paños y cortinas
A porfia , y cerraron con éi , que solo con su espada se defendía , y mató
seis de los primeros que le vinieron delante; pero rodeado de otros
muchos j alanceado de ellos cayó herido de muchas lanzas. Asimismo
fueron cruelmente alanceadas algunas doncellas de su harem que aqoi
tenia. Apenas el rey habia caido cuando rompiendo y atropellando
llegaron dos caballeros almohades seguidos de valientes que Dios quiso
que llegasen , y acometieron y arredraron á los enemigos despedazán-
doles hasta encerrarlos en su ciudad. Volvió pocas horas después graa
parte del ejército, se renovó el cerco y se combatió la ciudad con furor
y ardiente deseo de venganza hasta entrarla por fuerza de armas , y d^
gollaron los Almohades en su entrada mas de diez mil personas. Los
cercados, como no esperaban que se les perdonase la vida, pdesbanconfí
desesperados 9 y mudios muslimes musrieron a(|uel dia peleando cono
rabiosos leones ó heridos tigres. Entonces levantaron el campo y marciió
la gente sin saber adonde, ni acertar á decir lo que les pasaba : sileo-
ciosos y tristes seguían conducidos de los timbales y entraron en Sevilla.
En el camino espiró el ínclito rey Juzef Abu Jacúb desangrado y pasado
de graves heridas, que la menor de ellas era mortal. Dice Matruc que
su muerte fné diá sábado 12 de Rebte postrera del año 690 (1184), J
que murió cerra de Gezira Alhadrd caminando para pasw a Afirica, qoe
U JüOS AAABES EN UPAÜA. .663
iacttap|i5fiié cendoeido ¿ Ttomál, j allí entemidii oerca^M sepoiero
desa ptdre. Otros dpeoii que no murió hasla llegar á Manmeoos, y que
le le Ueró i enterrar á Tínmái de 6nteii de «a M jo y aaeesor Jaeúb,
que ftió d qa» lomó d inando de laa tropas desde d dia de las heridas de
su padre* JNoe Yahjre qne d rey Jacef mnrióal paso dd Tajole?aiitado
d campo de SaalTAren , que su mnerlese tuvo secreta, qae Hegó ¿ Se-
▼iOa 7 se le embarcó y pasó á Sale , y <pie se la toYO en el arratel , que
llamaD AUeth, y desde alli fqé Gondaddo ¿ Tinmál y enterrado cérea
dd sepidcfo dé su padre. £1 tiempo de su reinado (taé veinte y dos años,
un mes y seis días. Ooullóse la muerte dd rey de orden de su hijo hasta
llegar á Sale, que alli se puUicó : solo Dioses eterno y nadie es señor
como d , ni ser vidor oooM» él .
Amir aonimininJacAh Aben Ju^f se llamaba Abdab JacAb , y se
apellidó Almanaor BifadH Ahí. La madre que le parió era hija dd Tiiir
de so padre , y nació en el palacio de su abuelo Abddmnmen , en Mar-
mecos, aSk> 555 (1160) : se llamaba también Abu Juzef; su scílo decfa :
Mi coiiftan«a en Dios. Era de color rojo, mediana y justa estatura,
ojos hermosos, perfecta naris , redondo de cara , pestañas largas, cejas
anidas , cuello ddgado , anchos hombros : de ánimo generoso y liberal ,
esforzado, elocuente, erudito, amigo de los sabios y de los hombres
útiles é la rdigion y al estado. En su consejo tenia los hombres de mayor
lama, y los hMraba en Tida y en muerte; pues solía visitar sus sepul-
cros, y acompañaba susoitlerros : todos le amaban y bendecian. 1\ito
cuatro Ujos varones : Ozman, que fué sucesor en el imperio, Abu Abdala
Anasir, Abu Mubamad Abdala Alfadil , y Abúl (Ma Edris Almamun :
sos visires y dcatibes los de su padre , y los mismos médicos : sus ca-
díes Abu Alabas ben Medhama, cordobés, y después Abu Amrán Mmsft,
hijo del cadi Iza ben Amrán. Fué jurado y proclamado domingo dia
19 de Rebie segunda del año 580 (1184), y fué su jura solemne y
prindpd en dia sábado 2 de Giumada segunda del mismo año , por la
circuQStancia que obligó á ocultar la muerte de su padre todo aqud
tiempo : su jura fué pública : su muerte en jueves 22 de Rebie pri-
mera año 595 (1 199) : otros dicen que en dia Giuma d fin de la noche
eo Medina Marruecos , y que foé conduddo á Tinmál y enterrado en
elln , siendo de cuarenta años d dia de su muerte, y que su inqierio
doró anco mil dentó y noventa y dos dias, ó lo que es lo mismo catorce
aüos, once meses y cuatro días. Su primer providencia, después ée cele<
brada y redbida su jura , fué sacar de su tesorería den mil doblas de
oro , y las nsamló di^ibnfar á los pobres por los aduares de tierra de Al-"
mngréb, y eseriMó á las provincias para poner en libertad á les enear>
celados por delitos leves , y que se determinasen rin tardanza las satis-
fecdones á los qne se debiesen dd tiempo de su padre. Perdonó las
deudas que le deMan sus vasallos , y los atrasos de pagas á flsvor dd
erario. Aumentó las pagas y sueMode los cadiesy aUsqiues : visitó sus pro-
viadas, inquirió y averiguó el estado de i^as *. Ibrtifloó las flronleras, y
puso m días pmidios de gente de guerrs, asi de caballeria oomo do
tntanlrria, pagando con mucha liberalidad á los sddados almohades. Kl
504 HISTOBIA M lA MMmACHm
ordenaba por si inisnio coanto conTenk al bien del ealado y <e la rdi*
gion , y fuéd primero de los principes Almohades qne eseriMu » d
principio de sus cartas y mandanúentos : « El bamdoUllahi ^tíaüi , » h
alabaoEa á Dios único, y asi Dios ilustró y ennobleció su remado, y le
htxo d mas noble y engrandecido en oriente ^occidente y mcdiodia, asi
en África como en España , y en ella eslavo aqud dia glorioso de ákrea :
y corrió sos tierras (tesde Velad Nul hasta Barca , y en Alares foc flus-
tre : fortiflcó las fronteras, ediflcó mezquitas y escudas en Almagréb,
África y España , edificó y dotó almarestanes para enfermos , y aljamai
para doctos , y ordenó que hubiese sus grados y disHncíoiies entre dkis
señaló los premios y sueldos á médicos , maestros y sirvientes de te
liospitalos de enfermos , cojos , mancosy ciegos en todas ans provincias,
ediflcó torres, puentes, algibes y pozos para agua en los caminos y (fe-
siertos, y cuidó de que se pusiesen mendto, posadas, faoqicdenas
desde Sus Alaksá basta Soica Mascnc, y por sus piadosas intendocesjf
buenas obras concedió Dios prosperidad y buena ventura al Islam eo su
tiempo, y sus caudillos fueron siempre vencedores de sus enemigas, sin
ffod en sus empresas se mezclase nunca advenidad.
En esle mismo ano de la muerto del rey Juzef Aba Jacúb co 580
(i 1 84) , el señor de Mayorca Aly ben Ishac, de la familia de los Aben Ca-
nias, principe de los Almorávides , luego que supo la maerte del rey
Ju2(^ Abu Jacúb allegó grande armada y pasó á África y puso ceno
á Begaya , y después de recios y continuos coiiduites la entró por fama,
y echó de ella á su Wali Suleyman ben Abdala , nieto dd rey Abddmo-
men, y á todos sus Almohades, y en k chotba hizo qne se rogase á Dios
por Nayr^Edin Ala, calila de Bagdad , y sublevó las tribus y pueblos de
aquella comarca.
CAPITULO U.
PaM á Kspafia JacAb Atmanzor, tala la tierra y se vudvc i África. I^ desafia el re; de kn
crisiianoa , y él ref|ionde.
En d ado de 589 (1186) por causa de ciertas sospediaa mandó Jaciik
Almanzor quitar la vida á sus hermanos Cid Abu Yahye , Cid Ornar, j
á PBL tío Cid Ab&l Rabie , y en este mismo adtose le rebeló Medina Gafi»
7 Cabes en b provincia de África , suscitando en ella la rebelión el ^
de los Almorávides Aly ben Ishac. Luego allegó sus tropas y fué contra
* ella Jacúb Almanaor desde- la corte de Marruecos en 3de la Inaa de
Xewaldcl ailo582; y puso cerco á la eiíadad con nradias tropas, y to^^
ella se defendieron con tanto valor que se alargó el cerco, y habia es
él continuos rebatos y escaramuaas con grave daño de los de la tíena
hasta que la entró por fuerza de amM en el ado 583. Después de so-
juzgar la ciudad de Cafisa donde hicocruel escarmicato en tes rebeldes,
pasó de gazua á tierra de AlmagrM) de África, y rompió y deshilo ta
ejórdlos de los rebeldes, y todas las cabilas ae vinieron A someter á sa
obediencia , yaigunas te siguieron en la misma guara contra los rAd-
HE LOS ÁRABES EN BSPAfti^ S05
des , j le sirvieioii con oradm fiddidad . Desjmos de
hote toda la tierra de Ahuagréb allanando los pueblos snUevados , se
lornó JacAb Almanxor éso corte de Marroecos.
Después qoe descansó de sa expedicioa en África , movió sus gentes
con ánimo de hacer la santa guerra en Andalucía , y en especial en so
Algarbe, y esta foé su primera, jomada contra infieles. Pasó A ella
desde Alcáiar Algez á Gesira Albadrá , día jueves 3 de Rebie primera
del aito 585 (1189) , y partió de Albadrá ¿ Sant^Aren, y dividió las al-
garas contra Medina lisboaa ; llegó A ella talando los campos , arrasando
la tierra, estragando sus fratoo, mató y cautivó la gente , quemó las
miescs y poblaciones , y llegaron las talas y la desolación basta lo samo,
qoe dejdNi la tierra como abrasados desiertos. Tomó en esta jornada
muchos despojos de la tierra enemiga , y se pasó á la otra banda con
trece mil mugcr^ y nidos cautivos , presas del terror y de la violencia
de la guerra mas vengativa y odiosa que hubonnnca entre dos naciones.
Llegó el vencedor Jacúb Almanzor á Medina Fez en la última década
do Regeb del afk> 585 , se detuvo en la ciudad algunos días, y estando
en ella descansando lo vino nueva de como la ciudaddc Almcison África
oriental se babia rebelado. Luego partió de Fez á 8 días de Xaban del
mismo ado, y entró en Medina Tunis en primero de Dyloada, y alli le
avisaron que ya la ciudad de Almeis estaba sosegada , y que el rebelde
de Almeis se había huido á Sabrá luego que entendió la llegada de amir
amumioin.
£n el ajlo siguiente de 586 (1190) los cristianos que inquietaban las
fronteras de Algarbe entraron por fuerza de armas en Medina Xeib , y
Ikja y fieira de Algarbe de España : esto luego que entendieron que el
rey Jacúb Almanzor se babia tomado á África , y que en ella andaba
muy ocupado en sojuzgar rebeldes que en díaselo levantaban , que los
enemigos de Dios aprovecháronla ocasión de su ausencia. Vino esta nueva
desagradable al rey Jactkb Almanior^ le^esó mucho de cslaspMidas,
y con ira y descontento mandó sus cartas á los caudilloa de las fronteras
de AiidaIocia,culp¿ndolesy reprendiéndoles con mucha aspereza su des-
cuido, y les ordenó que estuviesen ap^rcebidos y dispuestos para hacer
la cwiqvista de Algarbe, que él seria en breve con dios, que partía de-
tras de sos cartas.
Los caudillos ahnohades de Andaluda redbidas las órdenes de su rey
faeroné juntarse con Mahomad ben Juzef, wali de Córdoba, y salló con
elk» numerosa hueste de Almohades y alárabes y andaluces, se diri-
gieroa hacia Xel^, y pusieron cerco á la dudad, combatióndolade dia
y nuche basta que la entraron por fueraa.de armas , y después entraron
en alcAiar de Abi Deois y Medina fieja y fidra , que asimismo se toreó
por foerza do armas, y con esto se volvió d wali (jriunfanleá Córdoba,
trayendo ^tince mú cautivos y tres mil cristianos r y los entró en la
ciudad enracimados en sartas de dncueata : esto fué en Xewal dd ailo
587 (i 191} , y en el mismo tiempo volvió Jacúb Almanzor de la provin-
cia de África áocddente, entró en Medina Telencen, y se detuvo en
ella hajita fin de dicho año.
S06 mSMUA ra UL BMIllACieRK
Entrado daigiiieale ¿ prineipaosile Muhuram taU6«trqr i^tMb Al-
manior de Teleooea ¿ Fez , y eo aquella dodad enfermó de grave do<
kncia que le doró siete meses : luego que recobró sus fuerzas partió
de alli para Marruecos, y se entretuvo <»i suecffte haála el año 590
(1194) , en que salió de aqueHa ciudad para Bspafia oon ánimo de hacer
en ellaguerra santa, que fué la célebre j<M*nada de Alarca, ylasegnnda
gazua de JacAb Atananior en Espafia , Dios le haya perdonado.
Como se dilatase Ja ausencia de JadU) Almanior de Espoiia y su en-
fermedad le detuviese en África , los enemigos aprovecháronla ocask»
y tomaron grande arrogancia y nolaUes ventajas sobre los imislhnes,
de manera que entraban los cristianos on saa Uerras oorao lobos ea
rebaño , aoQsándc^ con crueles y espantosas cabalgadas , taiandoy que-
mando sos campos y poblaciones, de suerte que no dejaban rincón ea
España que no corriesen y estragasen sus tropas. NóhaUabau loe pobres
muslimes consejo ni remedio para contener sus violencias , ^fanlo qos
llegaron sus malditas huestes á cercar y acampar victoriosas y sober-
bias delante de Gezira Alhadrá, y desde esta escribió el rey de los cris*
tianos una carta desafiando oon extraña imnoganda al amir de loa fidfs
Jacúb. Decia pues así la soberbia carta : «En el nombre de Dios clemente
y misericordioso : el rey de loa cristianos al rey de los mudimes : puesto
que no puedes venir contra mi, ni enviar tus gentes, envíame barcos
y saetías y que yo pasaré en ellas oon mi gente adonde estás , y páearé
contigo en tu misma tierra , con esta condición que si me vencieres seré
tu cautivo, y habrás grandes despojosv, y tu seras d que dmrá la ley,
y si yo salgo yeoceiav entonces todo estará en mi mano , y la daré al
Idam.» Leida que fué esta carta por Jacúb Almanzor le acaloró y en-
cendió el religioso celo de vengar loa oprobios que se hacían al Idam,
mandó que se leyese á sus Almohades , alárabes, á las cabOas zenetes
y masamudes, y á todos los demás soldados, y todos se enasñaron , en-
cendieron , tumultuaron y previnieron para la vénganse , ramifestando
•US ardientes deseos de pasar á la sanlaguerra. Entonces Hanná JacAb
Almanaor á su hf jo Cid Muhamad, su futuro sucesor, y le di6 la carta y
le mandóque respondiese al maldito Alfonso. L^óla, yá la vu^tade
eUa escribió : «Dijo Alá omnipotente : Revolveré emtra eUoa y loshavé
polvo de podredumbre con ejércitos que no han visto , y que no podrán
evitar ni escapar dé ellos , y los sumiré en proftendidad y los deáiaré.i
Llevóla carta ásu padre, el cual lejréndola alabó su ingenio, y estufo
un poco pensativo, y luego la entregó almensagem y le envi6 oon etta',
mandó sacar el piÁclliim rojo y la espada grande , y qpe loa escondraatt
de Almohades y demás tropas se pusieron luego en mardiapara la santa
guerra. Esoríbió áias provincias de Almagra, África y AlUik para
que se congregasen las gentes para algihed, y á su llamada acudimm
las gentes mozos, y viejos detodas edades y regiones, loa moradores de
los valles profundos y de los alleamonlea, y loa de las naa apartadas
regiones.
BE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 507
CAPITULO UI.
Pata JaeAb Alminzor á Espafia. Disposiciones para la batalla de Alarcof .
Salió de la corte de Marruecos día jueves i 8 de Giamada primera
aik>5^ (li95), ordenólas marchas, dispuso que se diesen dos comidas
al dia á las tropas , y caminó aquella in6nita muchedumbre sin que nin-
guno Tolvicseia cabeza de tanla inranteria y caballería que no bastaba la
tierra para pastos ni los ríos para abrevarlos , y todos veniati con un
misoM) ánimo y con igual resolución á la santa guerra contra inGeles.
Cuando llegó el campo á Alcázar Algez fueron pasando las taifas unas en
pos de otras : la primera que pasó el*nar fuédelas tribus alárabes, luego
las Zenetas , Masamudcs, Gomaras, los voluntarios de las cabilas de
Almagréb y otras de AJgiazaces, después la ballestería, los Almohades,
guardias de servicio pasaron y se acamparon en las playas de Algczira
AlhadrA, y entonces pasó amíramuminin detras de ellos con numerosa
eompañia de jeques almohades , vizires y alfaquies de Almagréb , y quiso
]>tos que pasase con mucha felicidad , y en muy breve tiempo acampó
en Alhadrá. Fué su llegada después déla azala del Giuma 20 de Regeb
del ya dicho año : detúvose allí á vista de Alhadrá un dia, y luego mo-
vió SQ campo para ir contra los enemigos antes que se resfríase el fervor
de los que venían deseosos déla santa guerra , púsose en marcha con su
soberbio ejército, que había do ser saludV la gloria del Islam con su de-
nodado ánimo qiíe no retrocedía de su buen propósito. No bien el ene-
migo se había retirado , cuando se tuvo nueva de como estaba sobre
Medina Atarea con su hueste el maldito Alfonso , y mandó amir amu-
minin Jacúb Almanzor ir contra él confiando en Dios y en su hvor
poderoso, sin entrar en otras tierras ni distraerse á otras cosas, ni vol-
ver siquiera la cabeza -. asi que , con prestas marchas caminó contra él
hasta llegar adonde entre él y Medina Atarea no había mas que dos cor-
tas jomadas, y alli acampó dia jueves 3 de Xaban del año 591 (1 195).
AIK tuvo el principe de los Oelcs su consejo con los caudillos , jeques
y sabios, y les dijo que viesen lo que con venia para vencer al enemigo
de Dios en la pelea , según Dios manda y el profeta enseña , que aquella
es la formalidad que ordena , y ñor eso alabó su pueblo, según aquello
del libro de Dios : « Consultan sus negocios importantes , y se aconsejan,
y gastan con liberalidad con los pobres de lo que les damos , » y aquella
otra aleia que dice : « Serás piadoso con ellos , pedirás perdón por ellos,
y con ellos le aconsejarás para las cosas arduas de la guerra , y asi confia
en Dios, que Dios ayuda y amadlos que en él confian. » Convocó el amhrá
consejo primero á los jeques almohades, y después á los jeques jarabes,
y á los de Zeneta , y á los de las cabilas Masamuda , Gomara y Agza ,
y á los voluntarios; cada uno le dio su parecer en cómo se haría para
la venturosa expedición de los muslimes, y al fin llamó á los caudillos
de Andalucía , y luego que estos entraron delante del amir y les habló
romo á los otros, le dieron su azalam y se colocaron, les dijo : O
508 HISTORU DE LA DOMIlUam
andaluces, en yerdadqae los jeques y caadillosá quienes he oodsqIümIo
antes, si bien son muy prudentes y esforzados caballeros y muy prácti-
cos en las cosas de la guerra, y de gran constancia en las batdfas pan
defensa del Islam , no tienen con todo eso el necesario conocimiento de
las estratagemas de los infieles. Vosotros como que sois sus fronleriios
que de continuo andáis en guerra con ellos sabéis bien sus modos de
ordenar las haces , sus estratagemas y engaites en las batallas. ESm
le respondieron • Seílor de los fieles , nesotros todos hemos puesto k»
ojos en un esforzado caudillo, de mucho valor, prudencia, deslren
y uso en el menester de la guerra y de sus ardides , muy práctico
y ejercitado en mirar por la gloria de los muslimes. Este te dirá,
señor, loque nosotros tal vez no acertaríamos á decir, y confiamos
que él lo dirá como deseamos reste es el ilustre caudillo y honrado
Abu Abdala ben Senanid que viene con nosotros : fu parecer y opi-
nión, Dios la guie, será la mas acertada, y lu mandamiento d mas
provechoso, Dios se pague de ti. Todos ellos convinieron en que
se remidan al parecer de Senanid , y luego mandó amír que vioiese
á su presencia dicho caudillo, y habiendo entrado le preguntó so
parecer y respondió -. O amir de los fíeles , en verdad que los cristia-
nos, destruyalos Alá, son muy arteros y mañosos en las trazas y e^
tratagemas de la guerra, y es conveniente que nosotros también haga-
mos como ellos hacen. Mi opinión es, siüva, señor, la tuya, que
para dar la batalla acometan primero los Almohades de conocido vdor
y lealtad con los muslimes andaluces acaudillados de sus jeques, y todos
á la orden de un esforzado caudillo de los mas famosos « y con estos que
son la flor de tus tropas y la escogida gente de España se forme la pri-
mera batalla. Después todas las cabilas que vienen en la hueste de alára-
bes , zenetes , masamudes, de Agza y oirás provinciales, y los vohmlaríos
valentisimos que llevan siempre la victoria enlazada en sus banderas.
Con estas dos haces romperás y desharás á los enemigos, destrújulos
Alá , y tú, señor, con tus Almohades , que Dios guarde, y los negros j
guardias estarás cerca del campo de batalla en lugar oculto á espaldas
de la hueste muslímica , y si con ayuda de Dios , para engrandecimieolo
de tu imperio y soberanía, vencemos al enemigo , saldrás á completar
su vencimiento y derrota, y si no acaeciere asi acudirá oportunameole
lu gente toda en socorro de los que le necesitemos, y de esta manera se
contendrá y arredrará el Ímpetu de su^ortaleza, y acabará su esfucno
y valentía, ó mas bien su arrogante y vana soberbia. Esto me parece,
señor, lo que hace al caso, asi Dios te haga venturoso : y Almaozor le
dijo : Guala, guala , que tu consejo me parece dictado por et Señor,
bendito sea, y pagúese de ti.
Las tropas se colocaron y distribuyeron en sus puestos , y el prtodpe
de los fieles pasó aquella noche , que fué la del Giuma 4 de Xaban.
sobre la alfombra de azala orando y pidiendo á Dios excelso su pcderoso
amparo, que ayudase á sus muslimes, y que destruyese á los inGoIe>.
A la hora del alba sus ojos fueron vencidos del sueño , y se durmió na
poco en sq arrnkea , y dispertó muy alegre y acucioso y con gran solaf .
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 509
y enrió á llamar á los jeques almohades y átfaqaies. Entrados en su
presencia les dijo : Os he llamado ahora para deciros lo que Dios me
ha manifestado en mi sueño en esta hora vcnlnrosa. Mientras que yo
hacia mis postraciones en mi azala se me vencieron los ojos de sueño y
me qaedé traspuesto, y vi abrirse las puertas del cíelo, y al mismo ins-
tante pareció salir por ellas un caballero sobre un caballo blanco de
gentil figura y donaire, y en su mano traia una bandera verde desple-
gada que llenaba todo el espado de la tierra , y me dio azalam , y le
dije : ¿Quién eres, así Dios te salve? y me respondió . Yo soy un ángel
de los ángeles del séptimo cielo , y te vengo á anunciar la victoria de
parte del Señor délos mundos : tú y los que vienen contigo á la santa
guerra , y militan debajo de tus banderas por la Te , recibirán los pro«
miofideAlá.
CAPITULO UIL
BaUlU de Alanos. Vuelve Almanior á M arroecos y muere.
Venido el sábado 5 de Xaban se puso el amir Jacüb Almanzor en
su pabelkm rojo preparado para la batalla contra los enemigos. Llamó
ai Ínclito Abo Yahyc Abu Hafas, que era su mayor vizir, y de los prin*
cipales caudillos almohades, hombre virtuoso y austero, gran soldado,
y cuando se presentó le encomendó la delantera delejcrcilo y cuerpo de
batalla , asi de los andaluces como de las tropas escogidas de los alára«
bes y zenetcs y demás tribus de Almagréb-, y luego le desplegaron
banderas y le tocaron atamborcs como á caudillo general , que todo
estaba aquel dia á su cuidado. Encargó la tribu líentela y las tn>pas
de Andalucía á ben Senanid , y al caudillo Germon ben Rebah todas las
alárabes ) y encargó á Merid el Magaravi las tribus de Magarava, y
á Mohín ben Abi Bekir ben Muhamad todas las tribus de Mezani, y á
(kd)ir ben Muhamad ben Juzef las de Abdelwadi , y á Abdclaziz Ata> '
bani las de Tahan , y á Thegir las tribus de Hescura y demás de Masa-
mada , y á Muhamad ben Menafid las de Gomara , y á Hág el Saleh Abu
Hariz iJa Warbi los voluntarios , y todos bajo el mando y orden de Abu
Yabye ben AIh Harás. £1 amir Jacúb Almauzor quedó con el resto de
las tropas almohades y servicio de guardias , y mandó luego marchar.
Movióse el campo ; iba en la delantera dd ejército el jeque Abu
Yabye en un feroz caballo , y el caudillo andaluz Senanid con otros
caballeros y alcaides andaluces , y su caballería que era la flor del
ejército. Cuando levantaba el campo Yabye de un sitio al amanecer,
allí acampaba á la tarde amir amuminin : hasta que los adalides y
campeadores de Yahye descubrieron el campo de los cristianos , que
estaba acampado sobre un alto ribazo al pié de un cerro de muchas
quebradas , y sus tropas ocupaban las alturas y el llano delante de
Alarca. Desosndió d ejército muslime en orden compasado al alzarse
d sd miércoles 9 de Xaban ilustre dd año 591 (H95); y ordenó
Abo Yabye MU haces en batdia { y diólas banderas á los caudfflos délas
610 11I9I0RIA DE lA DOimUClON
tribofl para qae les sirviesen de anión : dio b bandera terde á los toIob-
taríos, 7 colocó á la derecha el ejército de Andalucía , y á la izquierda
los zenetes , alárabes de Masamuda y otras tribus de Almagréb : y eoh
delantera puso á los voluntarios algazaces y ballesteros, y á coo la
tribu Hentela quedó en el centro y coraxon del cuerpo de batalk
Cuando todas las haces estuvieron en la ordenanza y puesto oooTeniente,
cada tribu reunida bajo su propia bandera , y todo el ejército en admi-
rable orden y concierto y á punto de pelea , salió GenñoD ben Rehala
caudillo de los alárabes , y recorriendo los escuaifa^Bes muslimes por
entre las filas los animaba para la batalla repitiéndoles estas akias :
Ah creyentes, buen ánimo, constancia^ y temed solo á Dios, qae
Dios os ayuda y fortifica vuestros pies , y por ventara seréis feliccL
!Eatre tanto los enemigos, destruyalos Alá, que estaban delante de día
en el cabezo, y al lado de la fortaleza, pusieron en movimiento nni
columna de su hueste de siete ú ocho mil caballos cubiertos de hierro,
y sus caballos asimismo armados de escamadas lorigas , y de acerados j
lucientes morriones, los cuales acometieron denodados rechinando y
crugiendo las broncíneas armas, y embistieron con todo el ímpeta deso
fortaleza , y como sedientos de sangre vinieron á herir en h hueste de
los muslimes. Entonces el esforzado caudillo Yahye clamó : Ea, amigos
míos , estad firmes , nadie pierda su puesto , ánimo , que en servicio
de Dios peleamos, tcnedle en vuestros corazones , que IKos poderoso 7
glorioso os hará vencedores : esta es la primera hazaña ^ luego se sigoe
el glorioso martirio y el paraíso, ó la victoria y ricos despojos. I^iego
salió también el caudillo del amir, y andando en su caballo por eolre
las filas decia : Ea , servidores de Alá , ánimo, Alá pelea , vosotros sois
soldados de Alá , y los que siguen su partido son vencedores : ved ([ue
pone Dios en nuestras manos á nuestros enemigos ; ánimo y á ellos.
En esto llegó aquella impetuosa hueste de la caballcria enemiga que
acometió con tal denuedo, que vinieron sus caballos faaata espetarse co
las lanzas de los muslimes : retrocedieron un pooo y tomaron otra vez
al encuentro , y fueron de la misim manera rechazados : volvieroa por
tercera vez á disponerse al terrible encuentro , y el esforzado Scoasid
y el caudillo de amir gritaron : Ea , compañeros, firmes, ea mnslimes,
afirme Alá, tan alto es ! vuestros pies para esta acometida : embislieroB
entonces los cristianos con tanta pujanza y fortaleza al centro en <ps
iba Yahye , pensando que allí iba amir amuminin , que rompieron f
desbarataron el escuadrón de los valientes muslimes , y el misoio caá-
dillo Yabye peleando como un bravo león murió por sa ky. Loa cris-
tianos hacían atroz matanza en los muslimes de la tribu Hentela que k
rodeaban , y de los voluntarios y de otros muchos , á los cuales había
sellado Alá la corona del martirio , y anticipó en aqud día las delicias
del paraíso. Oscurecióse el dia con la polvareda y vapor de k» qoe
peleaban que parecía noche : las cabilas de voluntarios alárabes, alga-
zaces y ballesteros acudieron con admirable constancia, y rodearon coa
su muchedumbre á los cristianos y los envdvieron por ludas partes.
SenanidcoB sus andaluces, awawtes, masamades , goaM« , j olroit
B£ LOS ARABOS EN fiSPAJÍA. 51t
se adelantó al collado doodo estaba Alfonso, y Mi véneto , rmnpló y
deshúo sus tropas infinitas, que eran mas de trecientos mil entre
caballería y peones.
Alli fué muy sangrienta la pelea para los cristianos , y en ellos hicie-
ron horrible matanza. Había entre dios como diez niil calMilla*os de los
armados de hierro como los (H'imeros qtíe babian acometido, qaeera
la flor de la caballería de Alfonso , y habían antes hecho su azala cris^
ttaDesca y jurado.por sus cruces que no huirían de la pelea hasta que no
quedase hombre á vida , y Dios quiso cumplir y verificar su promesa
en favor de los suyos* Cuando la batalla andaba mas recia y trabada
contra los infieles , viéndose ya perdidos, comenzaron á huir y acogerse
al collado caque estaba Alfonso para valerse do su amparo, y encontra-
ron alli á los muslimes que entraban rompiendo y destrozando, y dabail
cabo de ellos. Entonces volvieron brida y tornaron sobre sus pasos, y
haycron desordenadamente hAcia sus tierras y donde podían. Segtiian
en su alcance los alárabes y voluntarios , y los de Hentetá, atgazai^
j ballesteros , y los tahonaban y molían como á lena , y los acabaron.
Así fué deshedia la fortaleza de Alfonso y su caballería en que tanto
oonfiaba. Algunos caballeros alárabes avisaron corriendo al aroir amu-
minin que estaba en su celada dícíéndolc : Ya puso Dios en fuga á los
enemigos ; y salió amir JacAb corriendo con sus tropas de Almohades ,
y entraron en la batalla en que destruía Alá á los infieles. Metiéronse
rompiendo por ellos adonde estaba peleando Alfonso y los mas valientes
de los suyos que mantenían con bárbara constancia la horrorosa lid.
Entró primero la caballería con banderas desplegadas, y seguía la in-
fantería con espantoso estruendo y alarido de atakebiras y alambores,
que temblaba la tierra y retumboban las alturas y los valles. Cuando
Alfonso alzó su cabeza vio la bandera de los Almohades, y que se
acercaba el pendón blanco de Alroanzor que iba delante y bríltoban sus
letras de léAláy iléAlá, Muhamad fíasúl Alé^ le galib iU Alá, no
es Dios sino Alá , Mahomad enviado de Alá , no es vencedor sino Alá : V
dijo Alfonso : ¿Qué es esto ? y lo respondieron : ¿Qué hade ser, enemigo
de Dios? el amir de los fieles que te^ vencido, y llega con su reta*
guardia, que sola su vanguardia deshizo tu ejército, r puso Dios gran
terror en su corazón y huyó y le siguieron los muslimes el alcance ma-
tando gran gentío por todas partes , afirmando sus espedas y lanzas en
sus lomos que se embriagaron y hartaron de éu sangre , y á dios les
hicieron apurar hasta las heces de la amarga copa de la moerte. Cer-
caroo los muslimes la fíortaleza de Alarca , creyenido que Alfonso estaba
dentro* Pero había entrado por una puerta y salido por otra , y asi
escapó el enemigo de Dios sin sacar mas que el freno de su caballo en la
mano* Entraron por fuerza en la fortaleza los vencedores quemando
sus pfuertaa. y matando á los que las defendían : apoderáronse de cuanto
allí había y en el camp6 de armas, riquezas, mantenimientos, provi-
síonea, cabatloa y ganado, cautivaron muchas mugeres y niños , y ma-
taron nmcbos enemignaque no se pudieron contar, p^es su número
cabal tolo Djoi qua ki crió te sabe. ÍUllr«a» eft Atarea Yetdle mÜ
ir-
Ó12 HISTORU ]>£ LA DOMINACIÓN
cautivos , á kM cuales díó libertad amir amumiuin después de tenerlos
CD su poder, cosa quc,desagradü k los Almohades y á los otros musli-
mes, y lo tuvieron todos por una de las extravagancias caballerescas de
los reyes. Fué esta insigne y gloriosa victoria dia miérocAes 9 de
Xaban ilustre del año 591 (1195). Habian mediado entre esta y h
famosa batalh y matanza deZalaca dente y doce años. Fué esta yidorit
de Alarca de las mas célebres y venturosas para el Islam, y la my
grande que alcanzaron los Almohades , que Dios ensalzó en ella d
Islam , y exaltó la fama de los Almohades. Escribió Almanzor esta
victoria á todas las provincias de los muslimes que estaban en so
obediencia , asi de Esfiada como déla otra banda de Almagréb, Alkibta
y África , y sacó el quinto de los deqxi] os , y dividió y repartió el resto
entre sus tropas almohades.
Partió luego su qérdto á OMrrer tierra de cristianos tomando da-
dades y fortalezas , quemando aldeas y alquerías, robando, cautivando
y matando hasta llegar las algaras A Gebal Suleyman ; desde allí se vol-
vieron cargados de despojos sin que osaran loscristíanoa incomodarles,
y llegaron ¿ Sevilla, y entró en ella triunfante Jacáb AbuJnzef Alman-
zor, y luego ordenó que se edificase una magnifica aljama con su ahni-
nar muy alio. Entrado el año 592 (1 1 96) salió amir amumiuin Almanior
de Sevilla á otra gazna , y tomó la fortaleza de Galatra va , y-Wadhilhi-
giara y Mahubit y Gebal Suleyman, Fih y Kés de confines de Toledo.
En esta ciudad estaba el rey Alfonso y le cercó en ella , y le estrechó
y cortó el agua , y le quemó las huertas y taló sus con tomos , y aplicó
máquinas á sus muros ; pero viendo la fortaleza de la ciudad levantó
luego el campo de sobre ella y pasó á Medina Talamanca, y la entró por
fuerza de armas , y roatóá todos sus moradores , llevando cautivas sm
mugeres y niños , y sus bienes fueron saqueados por las tropas; quemó
la ciudad y asoló sus muros y la abanderó , y terrible como las trona-
doras tempestades tornó á Sevilla ocupando de paso muchas fortalezas ,
y entre ellas la de Albalat y Torgiela , y entró triunfante en Sevilla en b
luna de Safer del ano 593 (11 97). Dio luego prisa paca acabar la aljana
y su alto alminar, y mandó hacer la grande y hermosa manzana , cuya
grandeza es tal que no tiene s(»nejante , su diámetro tal quo para en-
trarla por la puerta del Almuedan fué forzoso quitar la piedra dd ciotei ;
y el peso de ía gran barra de hierro en que está puesta es de cuarenta
arrobas : fué el que la hizo, llevó y ccAocó en lo alio del alminar Aba
Alait el Síkeli , y se apreció la manzana en cien mil adinares de oro.
En tanto que esto pasaba en Andalucía , y mientras k conquista de
Alarca , continuaba en Marruecos de orden dd amir amuminin lafi-
brica de la alcazaba de Marruecos y su gran torre , y se edificó también
el almimbar de la aljama de los Gatabinas , y la ciudad de Rabal Alfetab
en la comarca de Sde con su buena aljama y almimbar. Luego qoe tío
acaba<b la aljama de Sevilla mandó edificar Ilasn-Alfarag sdirc Goa-
dalqnlvir, y partió después á la otra banda , y llegó á Marruecos en b
hma de Xaban del afio 594. En esta ocasión halló acabadas diferentes
obras y edificios que haUa mandado fieteicar, ooaw la alcaidía, bs
DE LOS JIrABES en ESPAÑA. Al 3
alcázares , las aljamas , y sm torres en qac consamió el quinto de todos
los desfk>jos que babía ganado á los cristianos y otros enemigos. Cuéa-
lase que estas obras se hadan por cuenta de los arquitectos que traba-
jaban al fiado , y como eran obras tan grandes estaban apurados , que
ya no tenián de que gastar, ni osaban pedir lo que se les estaba debiendo.
Habjan hecho en la aljama siete puertas , por las siete del páraiso , y
coaado entró amir amuminin en ella se pagó mucho de la Tábrica , y le
contentó en extremo la labor de las puertas , y como preguntase qué
puertas son est^s , y porqué son siete y no mas ni menos ? le dijeron
qoe eran las siete del paraíso, y que aquella por donde entraba amir
amuminin cora la puerta Athamín, del preció. Ya to entiendo , dyo Ja-
cúb , y me alegro de la agudeza y oportunidad del aviso.
Después que descansó en Marruecos dispuso la jura del príncipe su
hijo Mabamad Abu Abdala , j le declaró stt futuro sucesor, se apellidó
Anasir Ledinala , y le juraron los principales jeques almohades, y los
demás de otras provincias , y en todas fué reconocido asi en Andalucía
como en Ahnagréb , Alkibla y África desde Atrablos hasta Telad Sus
AlacsA, y hasta los desiertos de Alkibla, y cuanto hay entre estas re-
giones de alcaerias , fortalezas , castillos y aduares en montes , valles y
tehamas , entre gentes cultas y bárbaras , que en todas partes fué jurado
y se añadió su nombre en las oradoncs públicas del Giuma. No mucho
después de la jura de Aba Abdala Anasir, y á poco de haberse sentado
en el trono principiando á gobernar en su nombre en vida de su padre,
este ínclito rey que reposaba tranquilo á la sombra de sus laureles glo-
riosos en los amenos jardines de su alcázar fué asaltado de la dolenda
que le acabó ; y cuando vio muy agravada su enfermedad y que estai)a
muy cercanode la muerte , del plazo que acaba las esperanzas humanas,
dijo i los vizircs, qne de solas tres cosas estaba muy pesaroso, de haber
entrado á los alárabes en Almagréb, sabiendo como sabía que eran
mestíisos de origen ; de haber edificado á tanta costa y dispendio del real
erario la dudad de Rabat Alfetah , y principalmente de la libertad que
había dado en Alarca á los veinte mil cristianos cautivos : y á poco mu-
rió Jacúb Abu Juzef Almanzor, haya Dios misericordia de él , después
de la azala de aláxá postrera de la noche del Giuma 22 de la luna de
Rebie primera año 595 (1166). FaUedóen la alcazaba de Marruecos.-
qne solo Dios es eterno y eterno su imperio y señorío. Fué Almanzor
de los mas virtuosos y excelentes reyes muslimes , y el mejor y mas
virtuoso de los Almohades, de gran consejo, de valor y de admirable
vírUid, Diosle baya rcdbido y perdonado , que Dios es perdonador y
galardooador justo de las virtudes.
&Í4 HISTORU PE LA DOllNAClON
CAPITULO UY.
Cililmo de aminliila Mi^amád. Vtoae á Hipafii eon un ^jétdf fowüiUMt.
El amir amominin Moliaiiiad ben JacAb ben Juzef ben AbdébnuDeo
ben Aljr Alcumi Zooete Almohade , apellidado Abu Abdala Anastr L»-
dinala , la madre que le parió ae llamaba Om Átala , hija de Cid Aba
Ishak , hijo do Abdelmmnen de la misma real prosapia^ pnao en sa adío :
«Mi conflanza es Alá , y en Terdad que es buen fiador; » y en sus ban-
deras 3 « La alabanza áDios único. » Era de jostacstatora, blanco, ddgar
do dc*cuerpo , hermosos ojos , grande y negra barba , cejas mnypobb-
di|s y largas pestailas , miraba como pensativo. Era de mucha prudeocía
para todos los negocios de paz y de guerra, pero tenia una grave falta
de rey, que no hacia por si mismo lo que conrenia en graves negocios
de estado, y se confiaba demasiado de sus ministros. Fueron sos vizíra
Aben Said y Aben Motani , su hagib ó gran vizir Aba Said ben Gamea.
]^aé jurado en vida de sv^ padre , y se renovó la solemne jura detraes
de su muerte en todas las provincias del imperio por sna jeques aliDO-
hadcs, y se le hizochotba en todas las mezquitas , y se le puUicó en
todos los almimbares.
Estuvo Muhamad en su corte de Marruecos lo restante de Rebie pri-
mera, toda la segunda, y salió en principio de Giumada primera dfl
año 595 (1 199) caminando hacia Medina Fez, y se detuvo en db hasta el
último jueves do dicha luna en que salió para }os montes de Gomera , y
en ellos venció i Aludan el Gamri , qué se había rebelado , y sojmgadi
la tierra volvió victorioso á Medina Fes , y se entretuvo en ella edifi-
cando su alcazaba y sus muros que babia derribado su abuelo Abdel-
mumcn cuando la tomó , y se estuvo allí hasta el año 598 (1202} ea qae
le vino nueva de como el Mayor Iti adelantaba sus conquistasen África
y se habia apoderado de muchos pueblos. Entonces salió d rey Asasir
de Fez y caminó para la provincia de África , y Degó i Gczair de Ma-
aana , y ordenó que de alli marchara una parte del ejército cootia d
Mayorlu , y conquistaron ks .ciudades y fortalezas que ocupaba , j b
ciudad de África fué entrada por fuerza en la luna do Rebie prünera
» del año 600 (1204), y los vecinos se presentaron al rey Anasv y tesaltt-
daron y juraron rendida obediencia , y Anasir los perdonó y admitió j
los puso por cadr al imam Almuhadiz Abdala ben Húfala, y sigtiió
Anasir sus marchas en Africarodeando y requiriendo toda la provincia,
y cl estado de los pueblos de aquella comarca. £1 Mayorki y todos sos
Almorávides huyeron delante de él y se entraron en los desiertos, j d
Mayorki se acogió á la ciudad Almahedia que la tenia como tirano desde
que la ocupó cuando le hicieron en ella vralí. Era este Yahye benlsit^
el Mayorki gran soldado y muy práctico caudillo en los ardides de b
guerra. Siguióle Anasir hasta encerrarle en aquella fuerte dudad, lo
cercó y combatió sus muros c<m dirercntes máquinas , ingenios y iroe-
nos , díándola rebatos á cada hora de dia y de noche con gran porfia j
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 5lS
▼akr de los Almotiades y tropas de Almagréb ; pero Y abye el Mayorki
oomoeilbrtmlo y sabio caadiUola defendía bien y hacia desesperar á los
Almohadea, y se alargaba el cerco, y como ya se hubiesen pasado algunos
BKsesdecoDtiaida fatiga el rey Anasir estrechó mas el cerco, aplicó á los
moros máquinas é ingenios nnnca vistos , de tanta grandeza , que lan-
xaiíaii cada unocien enormes tiros , de manera que arroinó la población,
7 caían grandes piedras al medio de ella, y tiros de globos de hierro
cjne cayeron sobre la sifla de vidrio verde y en lo mas alto del Icón de
metal. Viendo que toda la dndad estaba armiñada y que no podia ya
mantenerla , acudió á implorar la clemencia de Anasir y le envió á de-
cir qoe le perdonase , y que á lo menos concediese seguro de las vidas á
los pobres moradores , y Anasir le perdonó y concedió seguro á los
vecinos , y al Mayorki le honró mucho y le dio después una magnifica
casa, viendo sus buenos servicios con los Almohades, y asi fué Anasir
jurado y recibido en Almahedia : esta conquista ftié él año 601 (1205)»
En el aüo siguiente de 602 se dio el gobierno de la provincia de África
al jeque Abu Muhamad Abdel wabid , hijo de Abu Bekir ben Hafas , y
al punto que se volvió á Almagréb , y luego á Guadi Xelaf , alli vino el
Mayorki Yahye con gran hueste de alárabes sanhagas y zenetes, gente
allegadiza y rebdde , y hubieron batalla muy sangrienta con los Almo-
hades , los cuales vencieron al Mayorki y á los suyos , causándoles hor-
rible maítanza. El Mayorki huyó por la ligereza de su caballo. Fué esta
sangrienta batalla día miércoles último de Rebie pcimera del ano 604
(1208). Habiendo venturosamente echado de África á los Almorávides y
secuaces del Mayorki , dispuso Anasir enviar una expedición ¿ las islas
Mayoricas donde era rey Abdala , hermano de Yahye ben Isbak, y con
muchas naves pasaron sus tropas á las islas, y tomaron por fuerza la
de Mayorica que la defendían bien los Almorávides y cercaron en la
dudad de Mayorica al rey Abdala, y la entraron por asalto y prendie-
ron al rey Abdala , y lüegole cortaron la cabeza y la enviaron caqforada
á Marruecos, y su cuerpo fué puesto en los garnos del muro de la ciu*
dad. Las islas menores de Minoríca y de lebiza se rindieron por a?e-
ncnda. En este mismo año mandó Anasir reediOcar Medina Alwahiday
y dio gran prisa para que se acabase la obra en la luna de Regeb del
dicho año. Asimismo dio orden para reparar los muros de Mezma ca
Velad Rif , y se edificó la alcazaba de Bedis. En la luna de Xewál del
año de 604 (f 208) salió Anasir de Fez para la corte de Marruecos , y
poco después mandó abrir la acequia á la parte del barrio de los anda-
luces y mandó llevar el agua desde la fuente de afuera de la puerta dn
Hierro, y entre la puerta de Algufiaj la subida déla aljama de los an-
dnlnoes, y atli la colocó. Eti estas obras consumió grandes sumas ¿ edi-
ficó tmnbien una mezquita en el barrio jde los alkaire vanes, y mandó
qae ninguno hiciese azala en la de los andaluces , de manera qué en tres
ailoi toda la gente tenia que ir á sus azalaes á la mezquUa de los alkaí-
revattes ¡ pero después se volvió como antes á frecuentar la mezquita de
h» «ndaluees , ya la una ya la otra,
BstMdo Anasir en Marruecos el ano 605 (120G) le vino nueva de
616 HISTORU IMB lA DOHDlAaOll
Anddnda como el maldito AKO110O baUa vadlo á lenntir cdwn y
corría las tierras de los muslimes y talaba sus campos , estragaba sos
Tratos , qaemal» los pueblos y les ocupaba ba fortaleías, cantivandoy
matando las gentes. Imploraron el auxilio de Anasir, qoe sia tardama
mandó congregar sus tropas para pasar á la santa guerra de AudAicía.
Distribuyó el rey cuantiosas sumas por mano de sos caudiUos para que
se repartiesen ¿ los soldados , y escribió sus cartas á todas las protindas
do Almagréb , África y Alkfiíla , 7 respondieron de todas partes ofre-
ciéndose de buena voluntad á vemr contra infieles. Principió i congre-
garse innumerable gentio de todas las provincias y 4ribaa, asi.de á |ri¿
como de á caballo , ademas de la que venia poroUigacion dd cmpa¿t>-
namiento de las provincias, venia gente de todas edades. Lnego qoe
estas tropas estuvieron listas salió Anasir de la ccNrto de Sferruecos en
19 dé Xaban ilustre del año 607 (Í2i0) , hasta que llegaron é Akáar
Algez : alli acampó / estuvo mientras el paso dd ejército y de todas las
tribus , caballería, armas, municiones y todo qireslo de pierra: |Nrin-
cipió el pasage en la luna de Xewál hasta fia de Dylcadadd mismo ado,
y cuando acabaron de pasar los Almohades se embarcó d amir amumi-
nin Anasir d Hr.as de ellos, y desembarcó con feUcidaft en las fdayas de
Tarifa en día lunes 25 de Dylcada , y le vinieron alli á recibir los
daudlllos de Andalucía y sus alfaquies, y le saludaron y dieron el para-
bien. Se detuvo en Tarifa tres dias y luego pasó ¿ Sevilla con un ejér-
citd innumerable como de langostas esparcidas en bandas qoe cabria
montes, campos, llanos y profundos valles. Gran maravilla y soma
complacencia sintió Anasir en su corazón viéndola mucbedambre ianih
merable de sus tropas. Distribuyólas en cinco ejércitos ó batallas , ona
de los alárabes , los zenetcs, masamudes, sanhagas, gomares y otras
tribus, de Almagréb otra, los voluntarios otra, que componía denle
sesenta mil entre caballos; peones. Los andaluces con sus caudillos otra ,
los Almohades otra ; y mandó que cada división acampase apartada , y
llegó la nueva á Sevilla en 17 de Dylhagia del año 607 (1210), y sede-
tuvo en ella.
Hubo asonadas de esla venida en todas las provindas de Empana, y
los cristianos cuando supieron qoe tanta muchedumbre habla pasado se
atemorizaron con estupendo terror, y se llenaron de pavor loa corazones
de sus reyes. Pusieron mucha diligencia eu fortificar sus fronteras y ea
desmantelar las fortalezas que habían conquistado á los mudimes eo
ellas. Algunos le escribieron rogándole con ¿i paz , y que los dejase. En-
tre otros se vino á su merced el rey de Bayona ofreciéndose vduntaria-
mente á su obediencia y rendida sumisión ; pues luego que este mahfito
entendióla entrada de Anasir en 'Sevilla se llenó de miedo, y dando
vueltas en su ánimo sobre lo que le convenia para seguridad soya y de
sus tierras envió sus mandaderos pidiendo licencia d amir amonaiaiB
para venir á saludarle , y se lo concedió Anasir, y escribió á todas 1»
tierras de Kpaña por donde el maldito debía pasar para que le hereda-
sea bien tres dias , y d cuarto cuando se hubiese de partir qoeleeaoer-
asen mil eabdleros de su ounyaAta. Salió pues esta maldito de sa corte
D& LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 5! 7
€0D 80 gente para visüar a} amir, j cuando Ucgó en tierra de muslimes
le salieron i recibir los caudillos de ellas con sus (ropas y le recibían y
trataban oonfonne á la orden que para ello tenían , hospedándole con la
mas excelente hospitalidad. Llegado el dia de su marcha le detenían mil
de ans oAaUeros , y no cesaron de hacer esto mismo hasta llegar á Me-
dina Carmona , que no quedándole ya mas de mil de su gente, pasados
los tres dias de hospitalidad, y venido el dia de su partida le encerraron
los mil caballeros que le quedaban , y como él viese esto, dijo al alcaide
de Gamona : Si asi me dejas, ¿quién ha de ir en mi compañía? y le
reqKMidió : Irás bajo la salvaguardia del amir de los fieles Anasir, y á
la aombra de las espadas muslímicas. Salió este maldito de Carmona
con sa mnger y sns principales servidores. Era el principal motivo de su
vifiMa al amir el presentarle el libro del profeta en una caja de oro con
álnniake , cnbierta y gnarnecida de precioso paño de seda verde con
bordadiMs de oro y preciosos rubíes y esmeraldas. IJevaba ¿1 este rico
présenle en sos manos profanas , que habia heredado de sus abuelos y le
tenian con gran reverencia. Habia mandado el amir que se le recibiese
por la poerta de Carmona , y que desde esta puerta de Sevilla hasta
Carmona hnbiese en iodo el camino dos filas desoldados con sos vealidoa
de gala y armas maf Incidas, espadas desnudas en sus manos, lanzas
altas, y la ballesteria con arcos tirantes : es la distancia de una á otra
cíiidad de cmurenla millas.
ÁM qne, salió d rey de Bayona caminando á la sombra de lanzas y
espadas do los musliines, y al acercarseá Medina Sevilla mandó el amir
que se pusiese su pabelloi\ rojo delante de la puerta de la dndad que
sale á Carmona, y mandó poner tres almohadas en medio de su pabellón,
y luego ordenó qne vüiiese un caudillo aljamiado que se llamaba Aba
Giax , y venido á su presencia le dijo : Ye Abu Giux , este cafre viene
ante mi y no es posible qne no le honre; y si cuando entrara en mi pa-
beiloo me levanto do mi asiento, después estaré pesaroso, y me parece
que (aliaré á la sonná haciendo este lionor á un cafre, y sime estoy sen-
tado será en verdad una (Uta de cortesía y de atención, pues al fin es
no rey poderoso, y mi huésped , qne viene de tan lejos á visitarme. A
mi me parece que te asientes tú en la almohada 4e en medio del pa-
beHoQ , y cuando él entrará poruña puerta, yo entraré al mismo tiempo
por otra, y tíi te levantarás y me tomarás á mí f Je la mano , y me senta*
rásá lnderccha,y t<»narás asimismo á él deis, mano y le sentarás ala
jzqfoierdB : y así quedó dispuesto. Sentóse Abu Ginx en medio del pa-
belioii , y cuando entraron cada uno por su p lerta los tomó t' e las ma-
nos y les asentó quedando el amir á la dereclia, y el rey de Bayona á la
izipiienla. Signlm>n sns cumplimientos de saludos entre ellos diciendo
prioiero Abu Ginx al rey de Bayona : Este es amir amuminin , mi so-
berano que Dios ensalce, y les sirvió de darguman, y trataron sus ne-
gocios cnanto les importalia : y acabada su conferencia amir montó á
caballo, y también cabalgó el rey deJBayona y seguía un pooodétras^ y
cabalgaron los caudillos almohades , los jeques y tropa de la guardia y
entraron en la dudad. Los vecinos bicieron tm pomposo ttK^ibbnieqtQ y
618 BISlOálA DB L4 pamUGKIEI
fué este dia muy señalado. DelÜTcde alli él amir algon üemfo haciéiidoie
mucha honra, y dándole dádivas preciosas como á tan noUereycooTe-
nia, y después se despidió y tornó á sos tierras por doode había Temdo,
muy contento y pagado de la honrada acogida que le había hecho d
amir de los fielea Anasir, y por todo su camino fué tambiea obaequiaiio
y servido eu cuanto pedia.
CAPITULO LV.
BtUlto da Alaeib , y muerte 4e if uhamad en If trriieeos. '
•
Poco después de la partida del rey de Bayona pensó AJiasir en an ei-
pedición y saUó para la gazua A la tierra de Gastilia ; ftié su aaliiia d ia
primero de la luna Safer del año 608, y caminó basta ^ Sarbalera, que
es una gran fortaleza en la cima de los encumbrados montes tan altos
que parece estar pendiente de las nubes. Para esta fortaleza no hay síbd
un solo camino por cnire estrechas cuajaras y aspereza muy fragosa.
Acampó allí el ejército y la puso cerco, y se dio grao prisa i oonh
batirle , y se la aplicaron cuarenta máquinas que^destruyeroii todas sos
obras exteriores ; pero no fué posible adelantar cosa <Ib imporlanda.
Era su vizir Abu Said Aben Gamea , que no era délinage délos Atanolia-
des, antes bien era muy contrario de ellos, y desde luego que tomó d
mando de hagib y primer vizir del rey Anasir, trató de oprimir y fauín-
Uar á la nobleza de los Almohades , en tanto |^o que muehoa jeques j
noUea caballeros que con propio valor hablan ensalzado A imperio d-
mohada, se vieron forzados á retirarse del servicio del amir de los
fieles, hasta que él se quedó solo y un privado suyo, hombre oseara
llamado Aben Muneza, y era tanta la privanza de andios, que nada re-
solvía Anasir dn consejo y vóhiptad de estos. Al pasar con d ejército
por esta tierra para la jornada de Gastilia , se manvUló mucho Anasir
de la extrtóa forldeza del castillo de Sarbatera , y estos doa le dijeron :
Oamir, no ha de pasar de aquí el ejército sin que entremos por Aiona
de armas este castillo, y esta ha de ser, d Dios quiere, la firimeim victo-
ria. Fuese alargando el cerco tanto, que dicen que durante A anidó ana
golondrioa sobre su pabellón , puso sus hueves, ompoUó y votaron ks
piyarilkM. Con la inesperada detendou que pasó de oofao meses vinod
invierno, se encrudeció la estación, faltaron las provisiones y pasto para
Jas eaballerías, y perederon mudioascddadosaddela intemperie, como
por faltada mantenimientos : todo el ejérdtp^staba disgostadodeaqnetta
detención. Cuando esto entehdió Alfonso y que la fortalefea y esAaems
de los mudimes habían perdido sus puntas y los aceros con que venia se
alegró mucho en su corazón, y sin tardanza aprovediando la oportu-
nidiadquese le ofreda alzó sos cruces por toda tieiTa de infidca, y se
congregaron muchos reyes cristianos con numerosas y bien provistas
A Dio» StrlUU, ^ ei deprayaQ»«m del nomlire Stlf «lieirt.
BE LOS ARAMS EN ESPAftA. 519
ImeBfta, faeron ji»tando gente do todas partes y como saKcsen al encuen-
tro tos fronteros y sierros de Santa Marta los vencieron por su impru-
dencia y mal consqo.
Cuando Alfonso vio allegadas tan numerosas tropas se cumplió su
goiOf y le faémiendo mas y mas gente hasta entrar en las fronteras
de k» muslimes , y puso cerco á la fortaleza de Galatrava, que tenia en
guarda el esforzado caudillo Abül Hegiagben Gadis, con setenta caba-
lleros rausUmes que mantcnian y aseguraban aquella frontera. Alfonso
apretó A cerco y dio uray recios combates á la fortaleza , y Aben Cadis
y los suyos la defendían con mucho Tsdor y constancia. Enviaba cada dia
sos cartas al amir amumtnin manifestándole el apuro en que se hallaba,
y pidiéndole que le auiiUase , que si muy presto no iba en su socorro que
no le era posible d defenderse mas tiempo. Estas cartas no las veía el
rey pmpie su yizir las ocultaba para que no levantase el campo sin ha-
cer la cDBqobta de Saibatera , y lo mismo sucedia en otros negocios de
oslado <|ue el amir no sabia nada de ellos , ni llegaban á sus oidos las
qneréUas y representaciones de sus vasallos, que todo lo reservaba su
viair. Asi fué que alargándose el cerco en que Aben Gadis estaba apu-
rado que ya le fallaba la mayor parte de su gente, que había muerto asi
de hambre como de heridas, le fué forzoso entregarse , porque ya se
cumpUa d tiempo que habia aplazado con el rey Alfonso. Asi que, la
fortalesafué dada á los enemigos , que por su parte observaron la segu-
ridad que habian ofrecido á los que dentro estaban para irse ó quedarse,
asi á la gente 4e guerra , conoo á los vecinos y gente de scfrvicio. Salie-
ron toé» los muslimes y entró el enemigo en Galatrava. Aben Gadis
partió para el ejército de unir amuMinin , y le quería acotnpaftar su
suegro , que era un caballero nuiy virtuoso y esforzado , que bien habia
dado pruebas de ello durante el cerco , y le dijo Aben Gadis que no
fneaeom él, que iba á morir, que mas seguro quedaría en Galatrava , y
este caballero le respondió que de ninguna manera le dejaría de acom-
pañar, que bien sabia la suerte que le esperaba , que ya antes muchas
veces habia of reddo su vida , y la habia expuesto á mil peligros por la
defanaa y seguridad de los mudimes de Galatrava , y pues alli no habla
muerto , queria morir en su compañía , y ad hubo de consentir y de lle-
varle consigo. Guando llegaron al campo del amir, salieron á recibirlos
algunos princlpdes caudillos de Anddiuúa, y los sdudaron y les dijeron
d estado de las cosas, y como temían /nucho de su fortuna. Luego ftaé
infiMiBado d vidr Abu Said Aben Gamea de la llegada de eslos, y
mandó á la guardia de los negros que los hospedasen y los tratasen md ,
y atadas sus manos á las espddas que los detuvieran. Entró el vizir al
pabellea del rey , d cual le preguntó t ¿Qué es de AbenGaiBs , cíjtao no
viene contigo? y respondió el vizir : Seilor, los traidores no se presen-
tan al amir de los fides > y después que di^mso d ánimo del rey cmitra
ellos los mandó traer ásu presencia , y h» mdtraló de paUbra afeando*
les la frdcion que no habían cooMtido; y sin oirlos excusa alguna man^
dolos matar, y luego los sacaron afuera y los alancearon. Todo d'ejér-
cito se horrorizó y Uevó muy ámd este prooedimieuto, y losque maís
S20 HISKmiA DE Lk WMmkCim
abiertamente se quejaban eran los andaluces, y perdieron los buenos
propósitos que tenian. £1 vizir entcndi^i sus quejas y desconGó de dios
y los llamó, y á la presencia del amir les dijo : que en adelante dk»
nada tenian que hacer con los AÍmoluidcs, que acampasen aparte, y
sirviesen aparte. El rey Anasir sintió mucho la. pérdida de GalatraTa, y
fué muy grande la pesadumbre que por esta causa tomó, que en dgn-
nos días no podia comer ni beber de üra y de despecho. Gnbio supiese h
cercanía de las tropas de Alfonso mandó dar .grandes y rectos combates
á la fortaleza , y estrechó tanto el cerco que los cristianos se rindieron
ppr convenio en lus últimos dias de Dylhagia del afio de 608. Goando
Alfonso supo la redención del fuerte de Sarbatera , movió sus tropn
contra el rey Anasir, y con él todos los reyes cristianos que Tenían ea
su ayuda. Dióse noticia al rey de la libada de ios cristiaBos, y sin tsr-
danxa salió al encuentro con sus musiiÉnes, Avistáronse anibos ejércitos
on un campo llamado Hisn Alacáb , y se detuvieron attí ; y hedía panda
el amir mandó (¡jar su pabellón bermejo para señal de batalla^ y aero-
locó sobre un ribazo, y vino Anasir y se puso en él sentado sobre una
adarga y su caballo allí ddante, y un circo de sus guardias al rededor dd
pabellón, que por todas partes lo ceñían todos con sus armas. Debate
de sus guardias se pusieron las. lineas de toda la tropa con sus banderas
y atambores , y con ellos el vizir y caudillo Abu Said ben Gamea. Mo-
vióse contra ellos el ejército de los cristianos con sus haees bien ordi^-
nadas , de tanta muchedumbre que en su extensión parecían esparcidas
bandas de langosta. Saliéronles al encuentro los voluntarios que serian
ciento y sesenta mil hombres y les acometieróu á una, espesáronse y se
mezdaron las haces, y los cristianos los envolvieron con sus esonadbti-
nes haciendo en ellos atroz matamea^ Los muslimes se mantenían y pe-
leaban con admirable constancia, y peredan innumerables voluntarios
que lograron la corona del martirio : de todos dieron cabo , hasta d id-
timo soldado murió peleando. Entonces los cristianos^ cargaron can
nuevo ímpetu contra los Almohades y alárabes, que por su partchacían
prodigios de valor, y en lo mas redo de la batalla cuando cl polvo j b
sangre cubría á los combatientes de ambos ejércitos , los caudillos as-
daluces y sus escogidas tropas tomaron brida , y se salieron bojendo
de la batalla. Esto hacían por d odio y enemistad y deseo de venganza
que tenian en sus corazones con ocasión de la injusta muerte dd esfor-
zado y noble caudillo Aben GaJUs, y en aquella imp<M*tante y terrible
ocasión quisieron vengarse de los desprecios de Aben Gamea , y de sos
injustas aitancrias contra ellos.
Cuando los Almohades , alárabes y otras tribus berlieries vieroa h
fuga de los andaluces , y que los valientes voluntarios habian sido des-
pedazados 9 y que ya todo cl peso de la horrible batalla cargaba solare '
ellos por la derecha , y que aula instante se aumentaba el ímpetu de los
cristianos , principiaron á desordenase también y á huir delante de
ellos. Los cristianos siguieron con mayor pujanza , y los ronqpieroo
aUrayesando y atropellando sus lineas ; aoomettéron contra el drco de
lafguardias de negros que rodeabanal amir, y MQbron este cercocomo
. DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 531
impenetrable muro que bo pudieron romper. Reyolvicron sus feroces
caballas que ofrecían las ancas á las fuscas punías de las lanzas dé los
Taliebtes negros , tomaron con impelo contra dios , y al fin lograron
romperies y deshacer su cerco. Entre lanío Anasir se estaba sentado
sobre su adarga en medio de su pabellón diciendo .• Solo Dios es veraz,
y ^lan es p^fido : y cuándo ya casi, llegaban á ellos cristianos , y los
que le defendían perecían peleando tantos , que derlos diez mil de su
guardia muy pocos quedaban , vino á él un alárabe con una yegua , y
le dijo : Hasta oiándo te estarás sentado, o amir ! ya está decidido el
jaido de Dios y cumplida su voluntad, los muisUmcs acaban vencidos.
Eaumcea Anasir se levantó y fué á cabalgar de presto en su caballo que
alU tenia , y d alárabe le dijo : Monta en esta castiza que no sabe dejar
mal al que la cabalga , y quizá Dios te librará , que en tu vida consiste
la seguridad de todos : y montó en día Anasir y el alárabe en su caba-
llo, y huyeron envodtos en el tropel de la gente que liuia , miserables
retjquias do «na vencidas guardias. Siguieron los cristianos el alcance ,
y duró la matanza en los muslimes hasta la noche , terribles momentos
ea qoc despotizaron sobre ellos las espadas de los cristianos hasta no de-
jar uno vivo de tantos millares. Mandó pregonar Alfonso que no se hi-
ciesen cautivos, que se matasen todos los muslimes, y al cristiano que
los goiocdase : asi fué que en esla atroz batalla no se hicieron cautivos.
Fué esta espantosa derrota lunes 15 de Saferdd año 609 (1212], y con
ella decayó la potencia de los muslimes en ^paña , pues no les salió
nada bieo después de ella : y los enemigos la enseñorearon y ocuparon
rasi toda , si no lo remediara en parte el pasage de>amir amuminin Abu
Jacúb Juzef d llamado Ahooostansir, hijo de este Anasir Aben Jacúb
Ahnanzer bcn Abddhac , que Dios haya miseríccNrdia de él , que resta-
bleció las cosas y levantó los alminares, y conquistó tiercas de los in-
fieles , y los sojuzgó.
Cuando Alfonso , maldígale Alá , acabó tan venturosamente la batalla
de Alacáb^^iasó con su gente victoriosa á Medina Ubeda, y la entró por
fuerza de armas, y no dejó en ella muslim á vida chico ni grande , y
después en lo sucesivo se fué apoderando de otras tierras unas en pos
de otras, y se apoderó de todas las principales dudades sin quedar en
manos de los muslimes sino una pequeña parte , y esta perturbada (de
continuas desavenendas , hasta que Dios la puso en manos de los reyes
BeniMerlnes, prospérelos Dios. Se dice también que los reyes que asis«
lieron á la batalla de Alacáb , y entraron en Ubeda , no quedó uno de
ellos en aquel año, que lodos murieron mala muerte. Anasir llegó
desde Ahc&b á Sevilla despnes*de la derrota en la última década de Dyl-
hagia dd dicho afio. Este amir se habia compladdo mucho con vana y
leve presnndon del número infinito de sus tropas , de la fuerza , orden
y disposición de ellas , porque habia juntado para venir á esta jornada
tanta mudiediunbre de caballería y de infantería , que nunca antes otro
rey balria coagregado tan inmenso gentío ; pues iban en aquel ojérdto
dentó sesenta mil voluntarios entre caballería y peones, y trecientos
mil soldados de excelentes tropas almohades , zeneles y alárabes , y fué
522 HISTORU DE LA DOMIR ACIOH
tal m presunción y cmifiann en esta attnchedaiDbrc de tropas, que
creía que no había poder entre los hombres para yenosrie, y le mani-
festó Alá poderoso y glorioso que la victoria está en sus manos , y lo
mismo la gloria y poderío , tan alto os , y tan glorioso y lan adorable.
Entró Ana&ir en Marruecos después de la infausta jornada de Aladb,
dispuso la jura de su hijo Cid Aba JacAb Juzef , que se apellidó Almos-
tandr Bila. Juráronle obediencia los printclpales jeques almohades, y se
añadió su nombre á la cbotba en todos los almimbares del msperio tfué
esto en flnes de la luna de Dylhagia del ailo d09, leída á principe
diez años.
Acabadas las ceremonias de la jura el amir de los fieles se apartó del
tratodela corte, y se ocultó y encerró en su alcázar entregándose al
ocio y á las secretas delicias de sus jardines. £1 cuidado y gobierno
quedó en manos de su hijo el principe y de sus yizires, que á nombre
suyo satisfacían sus particulares pasiones y Tengantas. Dieen algunos
que se retiró por despecho y tristeza de su mala fortuna en Aladib,
otros que por pereza y poqmdad de ánimo, que no quería cuidados,
sino placeres : dio este amir el gobierno de la proTinda de Afrícaáai
pariente el jeque Abu Muhamad Abdcl Walid ben Abi Hafos Omar bes
Yabye, de la tribu Henteta, progenitor de los Beni Mermes, reyes de Tú-
nez. Tuyo entre otros un yizir de poco entendimiento llamado Aben Mu-
tenna. También se tiene por cierto que le adelantaron el térmiiiodesiis
días con una bebida conficionada que le dieron , y á pocas horas de br
berla bebido murió en dia miércoles 11 de luna de Xaban ilustre del
año 610 (1213) : habiendo reinado quince afios^ cuatro n^sea y diei;
ocho d jas , su primer dia el Giuma üS de Rebie primera del afio 593 , co
^ue fué proclamado, y el último d diall da dicha luna en que falleció
CAPITULO LVI.
Cilf raigo de Almoflansir Bila. Deagobierno en aa menor edad. Sa muerte. Gaeina ttkn
ItMMtiOIU
£1 amir de los fieles Jusef Almostansir Bila , que también se llanaia
Almanzor Bila , hijo de Abu Abdala Anasir ben Jacub bea Juzef bes
Abdelmumen, quedó muy mozo y de poca edad, no pasaba do oncesáos
cuando la muerte de su padre. La madre que le parió se UamabaFsü-
ma, hija de Cid Abu Aly Juzef ben Abdelmumin de la misma prosapia.
Su nombre mas común fué Abu Jacúb^ era de buena estatura y josü^
proporciones , florido y hermoso color , cabello largo negro , cjos asqí
hermosos negros y grandes 7 sus alcatibes fueron los desfu fán^sm
vizires sus propios parientes, ylos jeques almoluides que teman la con-
fianza de sus parientes. Gobernaban sus tíos el estado con absoluto y
despótico poder , distríbuian á su arbitrio las provincias en sus privadoi.
Luego que se acabaron las fiestas de la proclama de Aloiostaaflr, pasú
¿ España por wali de Valencia su tio Cid Abu Muhamad Abdab bm if
BE LOS ASíKKS EN EEPAÑá. S2S
manzor. Este jeque tenia oona soyas las eindades de Játif a ^ Denia 9
Marcia y sus dependencias ^ y Uevaba.el peso delosnegocios en su nom-
bre sa naib el jeque Zaid ben Bargan , uno de los principales caudillos
almohades. Su üo Abdala el viejo pasó á la provincia de África para
sosegar y allanar ciertos levantamientos suscitados en ella por el bando
dd Mayorki. Cid Aba Abdala mandaba en Andalncia como absoluto
soberano de ella ; daba gobiernes , alcaidías y tenencias como queria,
y como sus vizires y consejeros le inspiraban , sin atrad^rá la virtud y
mérito de loa que Uevaban los empleos» sino ¿ las dádivas que le ofre-
dan. fie aqui resaltaron injusticias y vejaciones en los pueblos y general
desoonlento en él craion de las- gentes. Los ricos y poderosos torcían á
sa sabor la balanza de la juslicia , y con sos tesoroa alcanzaban cnanto
deseaban, y hasta la impunidad de stis delitos., No permanecía un
aleaide ó cadi en su empleo, sino mientras no se presentaba un preten-
diente que pagase mas la tenencia ó judicatura. Asi no babia en los pue-
blos defensores de la justicia y mantenedores de lá equidad, sino mer-
cenarios codiciosos y mercaderes avaros de la fortuna, gente toda
Tk>lenta y venal.
Los cristianos aprovecharan esta buena ocasión que se leaofrecia para
adelantar sus conquistas, uCuios coa la vietoriadeAlaeáb tan venturosa
para ellos como in&iuata y desgradada piura los mustimes, sabiendo como
estos estaban muy atemorizados, y que en lugar de recobrarse y reparar
sus pérdidas pasadas se comenzaban á dividir en bandosy parcialidEides,
causa perpetua de su decadencia y ruina. Allegaron sus g^tes y lesen-
(raron la tierra talando sus campos , robando sus ganados, y ocupando
las fortalezas de las fronteras. Así Uegar(Hi sin que nadie les estorbara
á paso baste Ubcda y Baesa, que ocuparon algún tiempoi pero que no
pudieron mantener por ester tan adentro en tierra de muslimes. £n el
año de 613 (1216) tomaron por fuerza de armas los pueblos de Donias y
de Hisna Bejor , y después fuenm á cercar la fortaleza de Akaraz, que
se defendió bien por la aspereza del sitio $ y después de dos meses de
recios oombatimientos , perdida la esperanza de ser socorridos , se en-
tregaron á los cristianos, y lo mismo otros pueUos menos fuertes en
aquella tierra. Asimismo en la parte del AIgarbe«ntraron con sangrien-
tas algaras y takron los campos, caulivaroa y tnataron mucha, gente,
y entraron por fuerza de armas en la fortaleza de Cántara de Tajo. En
la lana de Gíumada primera delaAo 614 (1217) vinieron los cristianos y
los franceses por mar y tierra , y combatieron Alcázar Alfeltah que de-
fendió bien Abdala ben Muhamad ben Wazir^ que era wsílí de aquella
fortaleza, que heredóla tenencia desu padre, y después de muchos
combates y rebatos la entraron por fuerza, y eortiuron los enemigos
mas de mil cabezas de caballeros, Abdala quedó cautivo y después se
rescató y pasó á Marruecas, tomó á Espaia y adelante mnrió trági-
camente con su hermano en la alGtna de Aben Hud. £1 jequeCíd Mu-
hamad, tio del rey Almostansir, tenia la provinda de Córdoba y sus tron-
trras , y como los cristianos el año 614 viniesen á correr la tierra de^e
las fronteras de Tcdedo pasando sus algaras por Calalrava y Consuegra,
524 mSTOlUA BE LA DOMUVAaOll
acgnzganda la tierra llegaron á poner cerco á Medina Baiza; pero el
jeqne Cid Mulianiad estaba dentro de la ciudad con esoopda caballería^
y saUendo contra los enemigos los venció en varios rebatos y escaramu-
zas, y forzó á los cristianos ¿ levantar sa campo y retirarse á sos
tierras.
Cid Abu Aly , que tenia el gobierno de Sevilla , y sns jeqoes k» de
Sidonia, Jerez, £dja y Garmona acudieron á defender el Algarbe,
porque los cristianos habían entrado la tierra con poderoso ejército , y
pusieron cerco á slcáaar de Abidem. El wali de Jeris salió contra dios
con muy buena caballeria de Córdoba y de Sevilla para socorrer álos
cercados : se enoontrarcm los ejércitos enemigos y se dieron una san-
grienta batalla en que los muslknes hicieron prodigios de valor ; pero
cedieron el campo al mayor número y fortuna de los cristianos, los cuales
siguieron el alcance y mataron á gran número de muslimes, qoelieridos
y cansados en la pelea no pudieron escapar de su furor. De aquí se siguió
la pérdida de aquella fortaleza, qneen^aron los cristianos con inhumana
crueldad sin pwtonar vida á ningún muslim do cuantos en ella estaban,
varones, nifios y mugeres *. fué esta desgraciada ocasión en él año 615
(121 8). En este añodc615, maudó Abu Ibrahim Isbac edificar el alcázar de
Seid , que es un grande alcázar aobre Genil , fuera de la dudad de Gra-
nada, y fabril la Rabiláis eaterramientoreal delante del mismo alcázar.
Al afio siguiente intentaron incitados de su fortuna conquistar las
dodades de Cazires y Torgiela, y vinieron á cercar la primera , y ood-
(ubñü mucho que la entrarían ; peroia caballeria de la frontera de AI-
garbe que estaba secUenta de venganza vino á dar sobre el campo de i»
cristianos una alborada con tan terrible imjifetu , que lo rompieroa y
atropellaron hadendo en los cristiaoos atroz matenza. Todos huyeron
sin orden , y en la. fuga fueron bien danceados de los caballeros de Je-
rez y de Sevilla, dejaron d campo cubierto de cadáveres, y todas sos
tiendas, máquinas y provisiones , ganados f cautivos muslimes que te-
nían, que no cuidaron sino de salvar sus propias vidas, y mudios de
ellos no lo pudieron lograr, y quedaron para pastb de aves y fieras. la
misma suerte tuvieron sus entradas en lo de Y deuda , que después de
baber talado los campos de Almanza y Reklna entraban cargados de
dcqpojoB en tierra de Valenda; salieron contra ellos los fronteros y ks
dieron batalla en Ganabat , y los rompieron y destrozaron quitándoles
toda la presa y cautivos, y haciendo en dlós emd matanza.
Entre tanto el amir AlsBOstansir pasaba sus dias encerrado en los al-
cázares de MaiTuecos rodeado de doncellas y esdavos, sin pensar siso
en las ddidas del palacio y del canqio, no sabia ser pastor de sm pnc-
Uos, y se ocupaba en cuidar de la pastoría de infinitos rebaños de toda
espede de ganados, no conyenába sino con los esdavos y pastor«ís. Ta-
queros y yegüerizos, y al mismo tiempo estragado con los continuos
placeres, murió en la flor de stt mocedad , afio 620 (1223) en 13 de la
lum de Dylbagta.
.Como el fallecimiento de Ahnostansír fué repentino é inesperado, y
sin dejar sucesión , asi después de su muerte se susdió la alfitna de los
BE LOS ÁRABES Elf ESPAÑA. 525
Albabries, gaerra cíyil j desayenencia entre sus parientes sobre la
sucesión del imperio. Desde luego logró apoderarse del trono su tio
Abul Melic Abdel Wahid, hijo de Abu Jacúb ben Jnzef ben Abdelmu-
men. El poder desmedido de los jeques en cada provincia facilitaba los
bando» y discordias : asi por favor de un poderoso partido se alzó con
título de rey en Murcia Abdala Mubamad el conocido por Aladel-Bfla ,
hijo de Jacúb Almanzor. Este era muy virtuoso y sabio, y pensó reme-
diar los desórdenes del mal gobierno que había en E^ña. Su severidad
desciMitenió ¿ infinitos que gozaban gobiernos , alcaidías y otros empleos
lucrativos , y se cebaban del desorden ; por esto cuanto mas procuró
remediar las injusticias y el poder arbitrario de los palies , tanto mas
fué aborrecido de dios. Sin embargo consiguió que los jeques de su
bando en Marruecos depusieran al amir, entronizando alli Abul Melic
Abdel Wahid enl3 de Safer del aik> 621 (1284) , obligándole á abdicar
con juramento , y después que proclamaron al amir Aladel quitaron la
vida al depuesto Abdel Wahid á los tres dias^ porque recelaban que
ayudado de sus parciales baria por recobrar el trono de que le habían
privado contra su voluntad , y tomaría cruiel venganza de su ofensa , y
reiné solos ocho meses y nueve días.
En este mismo tiempo los cristianos entraron en tierra de Valencia
con poderoso ejército , y talaron los campos y robaron la tierra. En el
mismo año entraron en Andalucía con mucho poder. £1 wali de Baeza
Muhamad viendo que no podia defender la tierra se ofreció por vasallo
del rey délos cristianos, que le admitió con ciertas condiciones de que
le diese tríbulos , y le ayudase á sus conquistas , y asi le dejó por selk>r
de Baiza , y ayudó á los cristianos en aquella guerra , y tomaron la
fm-taleza de Huejada por fuerza de armas con grave matanza de una y
otra parte.
Gomo Abu Mubamad Abdala el Abdel no quisiese consentir el despo*
tismo y tiranía de los jeques , y por su rectitud y justicia les negase
muchas peticiones ambiciosas , los mismos que le habían proclamado
se desconcertaron cond , y no nensaron sino endestruír«u propia dnra.
CMrecióseles buena ocasión ', porque habiendo entrado los cristíanoscon
poderoso ejército en sus tierras ayudados dd vaU de Bíeia, tomaron
algunas fortalezas , entre otras Audujar, Martis y Xudar, y como Ala-
del no tuviese fuerzas para contener sus conquistas ni oponerse á tanto
poder, se concertó con ellos y se hizo su apazguado pensando asegurarse
en el trono , y con el tiempo mejorar su oondí¿ion y el estado de las
provincias. Los jeques vituperaron su conducta^ le trataron de mal
mndim , alborotaron contra él los pueblos púa que no le obedeciesen
ni le acudiesen con sus frutos y servido , y con pública y solemne de«
posición le declararon poc injusto detentiMr del trono < y porque no fue-
sen vanas estas ceremonias ganaron á los principales de su guardia , y
le mataron secretamente ahogándole eif su estrado : asi aoabó este vhr-
tnoao rey el aSo 624 (1227) , habiendo tenido el mando del imperio tres
n&oa 9 o¿o awses y nueve diea.
536 HISTORU D£ LA tKMOlf Aam
CAPITULO LYII.
Eleocion de Álmemun. Reprime á los jeques y vence i los cnstUnof, Pasa i
y mnere , y m acaba el imperio de los Almohades.
De eoman oonsealtaiieiilo prodamafoo los jeques dnobadespor rey
á Cid AlmemiiQ Ainflcda Edrls bea JacAb Almanzor, indito caudillo , de
generoso ánimo y gran consejo , el coal despees de sos victorias en la
jNTOTinda de África oriental habia venido á gobernador de ScTílla , en
donde era muy estimado. En fia dd año 6d3 (1226) se acabó en Mátap
la fábrica de alcázar, llamado de Seid , obra que se hizo de saórdeny
por su propia dirección. Luego que los puebkisle proclamaron procuró
este noble rey, siguiendo las buenas máximas de su hermano Aladd,
corregir la ilimitada autoridad de ios jeques almohades de los dos con-
sejos, y principió por escribir im libro contra la política y leyes dd
Meliedi , y manifestar sus incouTenientes , los desórdenes y mal gobier-
no que de ellas procedian , y manifestó sus intenciones de corregir h
constitución del gobierno de los Almohades. Era su vizir Abu Zacaria
ben Abi Amir, varón sabio y de proftmda política, que inspiraba estas
novedades al rey , que conocía como él las enfermedades dd estado , j
los remedios convenientes ; y era opinión de ambos que en un g<d)ícnio
absoluto y despótico no habia de haber otra autoridad ni otras leyes qoe
las de Dios; y la voluntad del soberano.
Cuando los jeques almohades conocieron sus miras , no omitieron dí-
ligenda para evitar su propia ruina , y mantenerse en su estado de au-
toridad y soberano podar. Mnnifestáronsele contrarios abiertamente y
despredando las proclamas de los pueblos como tumultuosas, y su elec-
ción como hecha de por ftierza , y mas por temor que de su propia
vduntad eUgierOn por sucesor legitimo del amir Aladd al jeqoe Aln
Zacaria Yabye ben Anasir, y le juraron obedienda , y íe prodamarcn
con pública pompa declarando por intruso y usurpador del trono deto
Almohades al jeque Cid Ahnemun Abulola , y poco después de la so-
lemne jura le enviaron á Espada con escogii^ gente de cabaUeria y de
infcnteria para que depusiese al usurpador del trono. Luego qnb Atoe-
mnn entendió la venida de Yahye Anasir allegó sus gentes, y con
atixiHo de cabdleros cristianos que estalmn en Sevilla salió contra so
rival y se encontraron en tierra de Sidonia , y tuviaxm sangrientas
escaramuzas con varia suerte , hasta que vinieron á batalla campd de
poder á poder en d año 624 , en la cual Almennm vendó y deditzo d
ejérdto de su competidor Yahye Anasir, que se vióforzado á huir á los
montes pata salvar la poca gente que Ic quedaba. No perdgoió Ahne-
mun á su rival ni las reliquias^de su ejátñto le daban cuidado , y así
volvió á las f^^cmterasá contener las algaras y entradas de los criathiics
en Andafaida , que en aqud tiempo andaban tan arrogantes que llega-
ban sus cabalgadas hasta lo interior de Andalucia , y habían Uegadokis
campeadores cristianos á talar las vegas de Genil y comarcas deGra-
DE tos UUBBS EN ES^hAh. kV
nada, y habiaii entrado en Loja y Alhanira , y tenian puesto oeroa &
Gien. Con gran diligencia acudió AlmemiiQ al soonrro de sus tierras, y
negando al campo de los cristianos les di6 sangrienta bataUa delante de
Gien , y los vendó con emel matanza (orzándoles á levantar su campo
y hnir de la tierra, abandonando las fortsJezas ocupadas y cuanta presa
y dcqMjos habian hecho en aquella entrada.
Qespnes que aseguró sus fronteras , deseoso Almemun de castigar la
ios^encia de los jeques , que impedían su }ura y proclamación en Al-
oiagréb vAlIcibia y África oriental, disposo pasar á la otra banda. Asi
que, dgando en Sevilla y en las demás ciudades fieles caudillos se embarcó
y pasó á Almagréb el dia 22 de Xaw&l delaño62i (1227). Enk luna de
Ramaian 41^1 año 626 fué la sangrienta bataUa de Gezira Tarík , y en
ella murió Ibrahim ben Qamea , almirante de las naves de Marruecos :
erawalideCebta. liego á Marruecos con un campo volante de caba*
llena , con tanto secreta y diligencia que apenas tenian noticia de su de-
signio sus contrarios , cuando tuvieron en la ciudad al rey , que no espe-
raban. Con ánimo verdaderamente real entró en aquella corte donde
gobernaban los jeques y consejeros sus enemigos , se fué á su alcázar y
mandó llamar á su presencia á los jeques de los dos consejos *. allí de-
lante de su guardia fes reprendió su deslealtad y la injnsticia de su poder
arbitrario, les oyó sus disculpas , ydespues convenció á los circunstantes
de la perfidia y ambiciosas intenciones de los jeques , y condenó á
maerte á todos ellos $ sentencia que ejecutaron al punto sus guardias en
los presentes, que a*an los mas soberbios y confodos, y sacándolos al
patio del alcázar los descabezaron. Lo mismo mandó hacer en los au-
sentes , y en todos los que los defendiesen y amparasen , y fué tan rigu-
rosa su justicia y tan exactamente obedecida su orden , que en pocos dias
vinieron á Marruecos cuatro hiH cabezas que mandó poner en garfios
por los muros de la chidad. Todos temblaron delante de este rey , sos
gnaráías negros y andaluces eran temido^ en Almagréb, que nadie sabia
hacer otra cosa que ol)edecer temblando al severo Almemun : fué esta
justicia hecha en el año 627 (1290). Gomo la causa de la desmedida au-
toridad del consejo era la ley y constitución del Mehedi , anuló Alme-
mun sus leyes, yoorrigió y limitó las facultades délos dos consejos
reduciéndolos á consultores del cadi , sin intervención en las cosas de
cftlado sino en la administración de justicia en las causas ordinarias y
negocios comunes de los particulares. Atropellando las preocupaciones
del vulgo mapdó que se omitiese el nombre del Mehedi en las oraciones
públicas y en los sermones , y mandó quitarle también de las monedas
en que se ponia , y raerlo de las inscripciones públicas , como que no
dcbia permitirse mantener ni autorizar mas tiempo aqueHa impostura
dd Mehedi s prohibiendo con graves ¡Senas se le nombrase ni mencio-
nase en ningún acto público como antes se acostumbraba. Cosas fuertes
y difíciles de llevar addantc eran estas que mandó Almemun, pero el
espectáculo de las cabezas do los jeques y de sus parciales tenia á todos
atemorizados, y no osaban contradecir ni censurar sus mandamientos.
Era el tiempo en que se engarfiaron aquellas cabezas en los muros de
S28 msTOiuA m; la DomNÁCion
mucho calor, y causaban muy mal olor en toda la dudad : representóle
esta incomodidad su alcatib y alfaki Abu Seid de Fez , y le respondió el
rey : Los espírílus ^ de esas cabezas guardan-esta ciudad, y el olor de
. ellas es armnático y suave para los que me aman y son leudes , y pesti-
lente y mortal para losque me aborrecen ; asi que no os dé cuid^, que
yo sé bien lo que conviene á la salud pública.
En este mismo año do 627 (123(^ tuvo un encuentro con el jeque
Yahye cerca de Marruecos, y fué la batalla muy sangrienta , y Almc-
mun vencióálos de Abu Yahye con grave matanza , que se quedaron
en el campo mas de diez mil hombres de los de Yabyc, y el jeque se
libró huyendo con parte de los suyos , y se acogió á los montes de Fez.
Aseguradas las cosas de Almagréb , como tuviese noticia de las revueltas
de España se volvió á ella el rey Almemnn , porque con su ausencia d
jeque YahyeAnasir y sus parciales alfoorotaíian contra él los pueblos en
tierra de Granada , y también los cristianos ayudados dd wali de Bieza
Muhamad habian entrado la tierra y babian tomado las fortalezas jie
Sarbatera y Borgalhimar y otras ; y en la parte oriental de Andalucía y
en lo de Valencia habia perdido su hermano la fortaleza de Banisctria,
y temeroso de los reveses de la fortuna se. habia concertado con el rey
Gacom de los cristianos., Todas estas cosas le obligaron ¿ dar vuelta á
España. Partió para día , y luego que descansó unos dias en Sevilla se
dispuso á la conquista de Medina Bieza que estaba en poder áék rebelde
jeque Muhamad , aliado deios cristianos que los abrigaba y favoreda,
siendo causa de que mas fácilmente entrasen aquella tierra. Allegó sos
gentes de Málaga j Sevilla y Córdoba , y fué á cerrar la ciudad con pro-
pósito de no levantar el campo hasta entrarla pcM* fuerza ó de grado.
Los de la ciudad que no llevaban á bien las alianzas de su wali oon los
cristianos fav(Hrecieron las intenciones de Almemun, y en pocos dias
le abrieron la ciudad y le presentaron parasu disculpa la cabeza de su
vralí Muhamad , diciéndole : Esta , señor, era el que hospedaba y acogía
á los cristianos, y nos otdigaba á redbirios y darles provisiones, Hdgó
mucho Almemun de aquel presente , y recibió la ciudad bajo su amparo.
En este mismo tiempo se apoderó de Murcia con ayuda de los cristia-
nos un caballero muy principal de la descendencia de lote últimos reyes
de Zaragoza, que se llamaba Abu Abdala Muhamad ben Juzcf ben Had
Algiuzami ; era caudillo muy esforzado y virtuoso , y en la dudad fué
bien recibido y le proclamaron con titulo de Almetuakil Alé Ala. Para
mantenerse en el estado se unió con Abu Zacaria Yahye Anasír el codh
petidor de Almemun que andaba en tierra de Gicn y en Alpujarras{
dio mucho cuidado esta alianza y rebelión al rey Almemun , y para aten-
der á día con todo su poder envió sus cartas al rey FerikluHb de los
cristianos y se concertó con d , y sehizosu apazguado, y le envió sos
dádivas muy preciosas para que no le hidese guerra en tanto que d ea-
tendía en allanar los levantamientos de sus tierras , y castigar á los re-
bddes que se las usurpaban. En tanto que Almemun ateodia á concer-
1 Ptttden Mr k» hilitoi 6 tal alauíl é eipiriuif .
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 5?9
ttf SUS alianzas , Aben Had acometió las Uorras de Granada ; salió con-
tra él Gd Aba Abdala, hermano del rey Almemuu, y bobo entre ellos
sangrientas escaramuzas en que peleaban con varía suerte ; pero las mas
Teces ]a fortuna se puso de parte de Aben Hud, y la Tictoriasegniasus
banderas, hasta que Cid Abu Abdala se y ió forzado á encerrarse en Gra-
nada, donde Aben Hud lo cercó, y por industria y secretas inteligen-
cias de sus parciales con los vecinos de la ciudad le abrieron las puertas
y le proclamaron en ella el ano de 628 (1231) '. Cid Abu Abdala se hizo
fuerte en la Alcazaba , y viendo la disposición de los de Granada , y la
poca seguridad que alli tenia se salió de ella , y se vinoá referir á su her-
mano Almcmun la pérdida de Granada, y le encontró en Córd<^ pre-
parándose para ir en su ayuda : desconcertó mucho este suceso las in-
tenciones de Almemun , y temió la pérdida del estado con esta guerra
civn. Aben flud corrió la tierra de Granada y se declararon por él las
ciudades y fortalezas de aquellas provincias , fuera de las que ocupaba
en ella sa aliado Yabyc Anasir, que no llevó á bien la rápida fortuna de
Aben Hud.
Considerando el amir Almemun que sus fuerzas no eran suficientes
para acabar con felicidad aquella peligrosa guerra contra los dos rebel-
des determinó pasar á África , y allegar un poderoso ejército que hi-
ciese temblar á todos los rebeldes que despedazaban el estado ; y con esta
determinación partió desde Sevilla con mucha diligencia. Luego que el
rey partió so levantó también en Valencia contra su hermano Cid Aba
Abdala Mubamad un noble jeque de aquella tierra llamado Abu Gio-
mail Zeyan ben Mudafc Algiuzami , y obligó al wali Qd Abu Abdala a
salir huyendo de la ciudad para evitar su muerte , y como su hermano
ya había partido para África se acogió Abu Abdala al rey Giaeuo^ el
fiarceluni que era suapazguado : esto en fin del año 629 (f 232).
Entre tanto el amir do los fieles Almemun llegaba á las cercanías do
Guadalabid caminando á Marruecos , y alli en el camino le salteó la
muerte que ataja los pasos de los hombres y destruye y acaba sus in-
tenciones y vanas esperanzas : fué su muerte en fin de la luna de Dylha-
gia del ano 629. Con la muerte de este virtuoso rey puede decirse que
acabó el reino de los Almohades en lüspaña $ pero no será fuera del caso
compendiar aquí la sucesión de esta dinastía que toé tan poderosa en
Airicay en España.
Cuando llegó á Marruecos la nueva de la muerte del rey Almemun
se suscitaron los partidos y bandos contraríos, algunos llevaron la voz
del sobrino de Almemun llamado Yahye, hijo de su hermano Anasir
Ledinala Abu Abdala Muhamad ben Jacúb Almanzor, el conocido por
Abu Zacaria Yahye Almotesim fiila, y escribieron á España donde man-
tenía sos pretcnsiones al trono con poca fortuna para que pasase á Mar-
ruceos. Otros, y en mayor número , proclamaron en lugar de Abúl Ola
Almeraim Edris á su hijo Abu Mubamad Abdelwahid, llamado Raxid,
y se hizo su jura y prodamadon pública asi en Almagréb , África y Al*
> ÁhM BaliiB dice OM.
Si
5^ HISTORIA DE LA DOMINACIÓN
kibla como en Andduda. Su primo Yabye fiíé tan poco yreñtanso en
Almagréb como habia sido en Andalucía , y no logró hikcest valer su le-
gitimo derecho al trono de los Almohades , y después de sucesos infaos-
tos muy repetidos falleció en Fex de Abdala entre Tessa y la ciudad de
Fez en la luna de Xawal del año 633 (1236). Con su muerte no se acaba-
ron los bandos y parcialidades en África ni en Espada ; y ocupado en
ellas el rey Abdelwahid sin poder sos^arlas vivió en perpetua inquietud,
y pereció ahogado en unas mohedas ó pantanos donde le metió su caba-
llo desbocado : fué su muerte dia 9 de Giumada ídtima a&o 640 (1242),
habiendo reinado diez años , cinco meses y nueve dias.
Después de la muerte de Abdelwahid fué proclamado su hermano
Abúl Hasen Aly, hijo de Almemun AbAl Ohi Edris : apellidóse Said , y
en su tiempo comenzanm á levantarse en África oriental los Beni Zeya*
nes y Beni Merines , familias muy nobles de aquella tierra *. diéronie
tanto que hacer estos que en lodo su reinado no hubo hora de reposo.
Sabo el amir AbAl Hasen Aly con numeroso ejército de la gente de Al-
magréb y Alkibla contra Jagmerasin ben Zeyan, que se llamaba sultán de
TeleDcen , y se encontraron en la sierra de Tamahajert en confines de
Telenecn , y se dieron sangrienta batalla en la cual venció Abn Yahye
Jagmerasin ben Zeyan al rey AbAl Hasan Aly, que murió peleando en
lo mas recio de la bataUa en dia martes 29 deSafcr del año 646 (1248) \
y duró su reinado cinco años, ocho meses y veinte dias t su campo se
derramó y huyó por varias partes.
Sucedióle en el trono Ornar ben Abn Ibrahim Ishac ben amir amn-
minin Abu JacAb Juzef ben Abdelmumen t se apellidó Almortadi : era
principe sabio y virtuoso, continuó la guerra con los Beni Merines con
varia suerte , y en su tiempo se apoderó Abu Yabye ben Abddhac de la
ciudad de Tessa , y también de la de Fez , y asimismo se levantó en la
cindaddeGebtaelfaki Ab&lGazionbenel faki Abúd Abas, queerabonn
bremny docto, natural de Azefa; esto en año 647 (1249). Hizo este
amir un viaje á Tinmál por visitar el sepulcro del Mefaedi , como acos-
tumbraban sus antepasados los principes Almohades. Luego se levantó
contra él un pariente suyo llamado Ab&l Ola Edris , hijo de Muhamad
ben Abi Hafas ben Abdelmumen , que se apellidaba Alwatik BQa, y Al-
mntamed AleU , y por apodo era oonoddo con d nombve de Abu Di*
bus , ó el de la maza , porque solia tener siempre consigo una maza de
armas , esto cuando estaba en Andalucía , y aUi le pusieron este apodo.
Codicioso Abu Dibus de la soberanía, y olvidando su antigua nobleza, se
concertó con los enemigos de su p^ia casa, y ofreció al de Beni Merin
que si le daba la mitad del estado le baria dueño de Marruecos, y por so
industria le entregaron la ciudad acaudiUando el mismo Abu Ditas hs
tropas y caballería do Beni Merin. Hoyó el infeliz rey Omar con algunos
caballeros hacia Azamor donde creia poder estar seguro : los de Azamor
cuando la vieron con tan poca compañía se le rebelaron y le pusieron
•en prisión* Con promesas y oAreciraientos logró que un siervo k sacase
1 Otro 041.
n LOS tííkltÉS tsM tíSPA^k. 53Í
de la eteod de nód^^ j ácwAgkñábse pof d muro hnycron en caballos
q«e teotes prerenidos } pero en el camino le cpiifó la vida el esclavo
haUéndose antes defendido mucho tiempo del aleve siervo : fué su
moerle en 3 de la lona de Safer dd año 665 (1267) : su sepultura faé
nioy eoDocida y Tiritada : fué el tiempo de su reinado diez y ocho añps ^
oaeTe meses j veinle y dos dias.
Edris Aba JXboñ M apod«r6 del estado con favor de los Beni Merinés ,
y encaroeld á los hijos de Ornar Almortadi y los tuvo en prisión lod dosí
años qoe le doró d mal habido imperio , pues lueg;o los Beni Merincs le
Uderon guerra por no emtiplir ló que le habian ofrecido : la suerte de
las armas f oé varia , y las mas veces eontraria á Edrís ^ que al tercer año
entrado de su trabajoso rdno quiso aventurarlo todo en una batalla ; se
encontraron los ejérdtos en las orillas de GuadilgaOr á 2 de Mubarram
de 668 (1270), f se dieron una sangrienta batalla , mantúvose igual todo
el dia, y á la caida de la tarde le rompieron y desbarataron sus enemi-
gos ^ y Edrís murió aOi peleando como herido león : su cabe2a fué lle-
vada á Fe2 d diá 9 de la misma luna : todo el campo quedó cubierto de
sangre j de cadáveres para agradable pasto de aves y Aeras , que pocas
ttalaUas de África fueron mas sangrientas. Asi acabó el imperio de los'
Almobades descendientes de Abddmnmen sin que quedase rastro ni se-
ñal de dios : habla dorado tíento y cincuenta y dos años : alabado sea
DiM, cuyo imperio no se acaba , cuyo poder es infinito y eterno , y üó
hay otro IHos stoo d.
CAPITULO LVIll.
Imperio de los Beni Herines.
Esta es la genealogía de Abdelhac bfjo de Abichalld Máhay u , nieto de
Ab^BdLÍr, de Hamema , de Muhamad, de Quinart , de Merln , de Vcr-
tagia, deMdiúh, de Geríg, de Fatin, de Ikdar, de lahfit, dé Abdalá y
de Yerlit , de Maaz ^ de Ibrahim , de Segib , de Tatites , de lalisten , de
Mendr^ de Zaqoia , de Yersic , de Zenat ; de Jana y de Yahye , de Jam-
rít, deDarís, de Rcgih, de Madagnis Elebter, de lecid, de Cais, de
lian, deModiúr) de Vezar, áe Maad , de Adnán.
Ab« Bckír, el abuelo de Abdelhac, era un noble jeque de (ierra de ZSb
en AlkíUa ^ y pasó á Espaüa con el amfr de los Celes Jacúb Almanzor,
y se halló en la batalla famosa de Alarca en que padecieron mucho les
zenetcs entre k» cuales peleaba , y salló de aquella célebre gazua herido
de valias heridas : y después de vuelta de Alarca falleció en su tierra de
Záb el ímo 592. Su hijo Abu Chalid Mahayu se vino á tierra de Almagréb,
y «n ella su hijo Abdelhac se hizo famoso por sus proezas i pues era muy
vñrtaoso y esforzado que no temia sino á Bios : mantuvo grandes guer-
ras eon Idl alárabes de Riyah con varios y notables sucesos , y al íin mu*
rió en una batalla en compailia de su hermano Idris el año 614 (1 21 7).
Por so amerte tono el mafndo de sus tribus su hijo Abu Saíd Ozman
qae ae Un Uaiaar amir, y juró vengar la derramada sangre de su padre
5S2 mssoBik m ll DomuGioii
y de sa tk>, 7 de no dejar las armas huta que nMtaie dea naltojefBei
de las tribus enemigas : hizo guerra cmel i los alárabes y sojugó ma-
chas tribus de ellos : las primeras que se pusieron en su obediencia fue-
ron estas : Hobara , Zucara, Túsala , Mekinesa, Butnya, Firtala, Si-
dcrala , después de estas las de Buhlula , Mediula j Melidia , y todas se
hicieron sus tributarias sin exceptuar sino á los hafitea ó doctotei de
pagarle su almahona ó vasaUage : estas cosas acabó en d aüo 614. Vim
ademas este amir ciertas aTenendas con los de Fez, Yesoey Alcázar Ab-
deikerim , y tomaron su voz y le pagaron dorios servidos. Acreceoló
mucho sus estados con la prosperidad continua de sus armas en teinte
y tres años y siete meses que tuyo el mando de sus Merinos rnstiooi
moradores del campo , que fué lo que le duró d imperio deede la
muerte de su padre A bu Muhamad Abdelhac hasta d aOo 638, en qoe
le mató de una lanzada que le dio en la garganta un sierro siqro qae
había criado desde pequeño , y que antes babia sido infid.
Después de su muerte tuYO el imperio de los Beni Merinos su her-
mano Abu Moarref Mohamad, juráronle dl»edíenda fodoa h» jeqiics
merinos , y le orrecieron guerrear contra quien guerrease , y defender
á qm'en defendiese. El amir Moarref continuó como su hermano la re-
ducción de las tribus moradoras de Almagréb , y las fuéyimtnrosamente
sojuzgando ; era muy esforzado y diestro guerrero, y yeoció á sus eae-
migos en muchas batallas, y de esto fué muy cdebrado por los poelae,
que su reposo era el pelear de día y de noche, y susgalas y arreos eraa
las anuas , sus juegos sangrientas lides ? sola una vez le vencieron ka
Almohades y en aquel dia murió peleando. Fué que envió contra d Aim
Said , amir de los Almohades , un florido ejérdto en que iban cerca de
Tcinte mil Almdiades y alárabes de Hescura , y algunos valientes can*
dillos cristianos : se encontraron las enemigas huestes en conlinea de
Fez , y se dieron atroz batalla que fué de las mas porGadas y sangrientas,
pues príndpió la batalta al rayar el alba y se mantuvo hasta ta vejDída de
la noche. En aquella tarde á la puesta dd sol se encontró Moarref, aoúr
de los Beni Merines, con un esf^zado caudillo cristiano , y se acometie-
ron en singular bateUa, y el cristiano mató al rey Moarref de un bole
de lanza, que su cabaDo estaba ya tan cansado de pelear qoe no se re-
vdvia con la presteza necesaria , y asi pudo herir al rey muy á su salvo.
Luego que Moarref cayó , cayó también d ánimo de los suyos , y cedie*
ron el campo y quedaron vencidos : acaeció esta sangrienta batalla dia
jueves 9 de Giumada segunda del año 642 (1^44).
Por su traerte tomó el mando de los Merines su hermano Abu Bekir
Yahyc , el cual era hijo de madre libre y muger propia legal de su padre
Abdelhac: eraestadc Abdelwad. El amir Yahye era ambidextro y jugaba
á ta par dos lanzas con mucha facilidad y destreza. Coando los joqoes
merines le juraron obediencia repartió con ellos todas sus tierras, j In
cedió las rentas de Almagréb : puso su campo en Ydad Zarhn#, y (ksde
alli hizo guerra contra Mikincsa hasta qoe la sojuq^ó año 643 (t 245) , j
tres años adelante ganó ta ciudad de Fez , y en ella fué enterrado denlro
de la puerta que llaman Bab áGiseyin, que sale hada Andalucía^ cerca
me LOS ÁRABES EH ESPAAa. 5S8
M tepatero del jeqae Mtahamad Fustal!. Despnes de gu mnerto sucedió
en d imperio de ios Merlnes Aba Jazef^ hijo de Abdclhac y hermano
de ks tres anteriores amires. No cesó cs(o esforzado principe de guer-
rear contra los Almohades hasta que los echó de todos sus tierras y los
maneó como se arrancan las yerbas de un campo que se cultiva, sin dejar
raíz ni rastro de ellos r se apoderó de Marruecos y entró en aquella
dodaddia Axura del aüo 678 (1279) : y cuatro años antes hizo su pri-
mer viaje á Espada , y en «u ausencia ftié la matanza de los judíos de
Eez d año 674 (1275) , y on el mismo año en la luna de XawaI se prii>-
dpió á edificar la nueva ciudad de Fez , que se llamó Medina Ibeida
porque blanqueaban sus nuevos edificios , y la fábrica se acabó el
año 677,- Alé su segundo viaje á España el año de 676, y pasóáTarifa
con ánifláo de ir á Sevilla , llevó en su compañía en este camino á los
amnw Al)a Jacúb y Abn Zeyan Mendel , y fueron por Konda , y en esta
jomada se hizo muy temida su potencia en España. El tercer yiaje á
España fMdespues de k conquista de Marruecos en el año de 681 (i 282),
y como Tiese mal parados los muros de Algezira Alhadrá reparó toda la
Bunia y la fortificó i alli se juntó con él su yerno Inad , que estaba en
aqudla comarca de Ronda con el rey de Castilla , que era su amigo , y
logró que le ayudase contra sos rd>eldes. El cuarto viaje á España fué
el año 684 (1285) , y también pasaron con él sus dos hijos Abu lacúb
Juzef y Abu Zeyan Mendel, y en esta ocasión cercó la ciudad de Jeris,
y se detuvo en aqaeUa cerca cuatro meses : y en Müharram del
año 685 (1286) falleció en la Almunia de la isla Verde , y desde allí fué
pasado sa cuerpo 4 enterrarle en Sale. Fué el tiempo de au reinado
vehitey ocho años, seismesesy veinte y dos dias. En su tiempo se labró
la anoria grande en el rio de Fez. Fueron sus hijos : Abn Melic Abdel
Wahid, que murió en vida de su padre siendo ya jurado sucesi^ : el se-
gondo Abu JacAb Juzef, que le sucedió después eñ el reino : el tercero
Abn Zeyan Mendel : el cuarto Abu Salem Mendel , que murió envidado
sa padre : el quinto Abu amir Abdala, que murió pdleando en batalla coo^
tra Almortadi : el sexto AbuMoarref Mnhamad : él séptimo Abn Yahy^.
Bor muerte del rey Aba Juzef sucedió en el reino su hijo Abu Ja¿lib
Juzef. El tiempo de este rey ftié veinte y un años y nucjve meses y ca-
torce dtas : fueron sus hijos Aba Salem Ibrahim , Abn amir Abdala y
Abo Korhan Mafot , el coal murió en Taiga , y Abdelmumen. Pasó este
noble rey 4 Andaluda y tuvo cercada la ciudad de Bejer, y despnes en
Almagréb cercó la ciadad de Telemcen , que fué largo y famoso cerco
ponfae en él murió en la luna de Dylcada del año 706 (1 806) : de alli fué
llevado á sepultar á Medina Sale. Por su muerte sucedió en el reino su
primo Alm Said amir, hijo do Abi amir Abdala , hijo del rey Aba Jacñb
Juzef ben Abdelhac. Diósele obediencia en Telemcen después de machas
disensiones y contradicion que hubo sobre esto ; pero luego que ase-
guró la posesión del trono quitó las vidasálos mas principales contrarios :
su reinado ftaé de un año y tres meses , y toda su vida veinte y cuatro
años : morió en término de Tanja en la luna de Safer del año 708 (1308),
fué enterrado m la alcazaba de aquella ciudad , j despooi trasladado á
&S4 QiSTcma BE Lk MvmÁCsm
^le 7 enterrado jmto á m abaelo. Bespnea A» su muerte fliieedto en A
reino su hermano Abq Rebie Zuleymán ben amfr Aba amír Abdak,
hijo del re^ Aba Jacúb, En sa tiempo, en el aSo de 700 (1909), volTióla
ciudad de Ceuta i sos primoroa y aatigaoa señores : fué an reinado
tiempo de dos años j cuatro mesea y T^nte y tres días « faileoióen Tea
ií primeros de la luna de Hegeb en el aüo de 710 : bst sepultado en d
patio de la mezquita de Texa. Después de su muerte hnbo el raino d
tío de su padre Aba Said Ozman , hijo del rey Abu Jmef JacAb ben Ab-
delhak : este Jiabia nacido en vida de su abuelo año de 674 (11175) , fué
el tiempo de su imperio veinte años y sds meses, falleeid Ama de Feí
viniendo de la dudad de Telemcen en la )una de Dylcada año 731 (1371).
Después de su muerte sucedió en el reino su hijo el rey Abul Hastti Aly,
que reinó veinte años y cuatro meses; falleció en la sierra de lUntela
conCncs de Marruecos en el dia último de la luna de Rcbie prineit
año 752 (1351). Después de su muerte sucedió en el estado Abo loaa
Farís que se apellidó Motewakil Alé Alá amir amumenin; permaneció
en el reinado siete años y nueve meses, falleció dia 24 de la luna
Dylbagía año 755 (1354). Después de él sucedió en el reino su hijo
el rey Abu Bekir el Said que mandó solo^ siete mesas y veinte di¿,
y lo sucedió su tío el rey Abu Salem Ibrahim , hijo^dol rey Abul Basen :
so apellidó Almustain Bila : gobernó el estado dos años , tues meses y
cinco días : fué su fallecimiento en la luoaile Dylc da del ano de 762
(1361). Sucedióle su hermano Abu amir Tasifin, hijo d^ rey Abul
}Iaxeq } fué el tiempo de su reinado tres meses, y después de su muerte
Sucedió en el reino su sobrino el rey Abu Z^an Mubamad , hijo dd
' ftmir Abu Abderahman Jaoúb , hyo del rey Abul Haxen : tuvo este d
mapdo ciqco años , murió en el año de 76S , y sucedió ^n el estado des-
pues de él su tío ol rey Abu Farís Abddaciz, hjjo del rey Abu Hasen :
duró sq re4nMo cinco anos : niurió en Telemcen en la luna de Bebie
« primera , año 773 (t371). Por su falleeimioíito le sucedió su hijo el rey
Abu Said Afubainad, que era niño de cinco años , y p^maneció en el es-
tado dos fáim , los cqiues pasadoa le quitaron ^ gobierno en la Innn de
]i{ul)arram , año 775 (1373).
Sucedió en el imperio después de su muerte el rey Aba Zeid Abda-
r^tuníian Motewakil Alé Alé, hijo del amir Abul Haxen Aly ben Abi Said
Qtiuan b^n Abu Juief Jacúb ben Abdelhalc • tomó el man^o en la corte
de Marruecos en lona Mnbarram del año 775 ; el cual os el que abora
felizmente reina al tiempo de acabar este libro , que fué en jueves ooee
diaa de la luna Kebie primera del año 783 (1381), Ofrece Dios en este
rey grandes esperanzas de prosperidad , el Señor cumpla lo que «tas
pnuestras y señales ofrecen , y cuanto del buen principe se espera, victo-
ria contra infieles y toda felicidad é los mudimes. Han pasado de su
reinado siete años y dos meses. Dios haga que su inperío sea siempre
go()ernado en justicia y en bien y provecho de los masUmes según su so-
beraqa voluntad y deseo.
liemos llegado al fiu de nuestra histoaia con la brevedad prometida^
caiuppndi4Pdu pn ella lo mas digno de momo^ de cuanto b^ pasado
DE LM ÁRABES EN BSPAAA. $35
basta hoy desde la fondacion de Medina Marroecos, desde que siendo
manida de leones y pasto de ciervos se poso en ella la primera piedra ,
qae han pasado desde entonces hasta ahora trecientos veinte años. Desde
el principio gobernaron en ella los Almorávides setenta y nueve años ,
y los Almohades ciento veinte y seis años , y los Beni Mcrincs desde cl
tiempo que acabaron los Almohades hasta el tiempo presente ciento y
quince años; toda la suma, porque no se ignore, es de trecientos y
veinte año». El año de la fundación fué el de 462 (1070) de la Hegira, y
él presente déla perfección de esta historia el de 783 (1381).
SERIE CRONOLÓGICA DE LOS RETES ÁRABES.
Reyes de Córdoba.
Gdiwar 435
Mohamad ben Gehwar 452
Reyes de Málaga.
Aly Aben Hamud 408
Alcasem ben Hamud 415
Tahye ben Aly 417
Edris ben Aly.
Alhasen ben Aly.
Edris ben Yahye.
Muhamad Almahdi.
Aleasen Almoztali 445
Zagut ben Afnhamad 479
De Sevilla.
Abnlcasim Muhamad ben Abed 433
Abu Amru .461
Muhamad Almotamed. • 484
De Toledo.
Ismail ben Bylnun.
Yahye ben Ismail 469
AlcadirBilah 471
Yahye Adofar 478
De Zaragoaa.
Almondar ben Yahye 430
Miman Algiiununi 438
Ahmed ben Solimán 474
Juzef ben Ahmed 478
Ahmed Abu Giafar 503
Abdelmalek Abu MeruAn 512
Ahmod Abu Giafar ben Abdelmalek 540
536 HISTORIA DE Lk DOmNÁaON
Be Grcnadt.
Abns ben Maksan 420
Habas, sa sobrino 439
Badis ben Habas 465
Abdalah bcn Balkin. 483
De Badajoz.
Sabur, persa.
Aba Baker Abdala.
iNIahamad Almudafar.
Ornar Alroetuakel 487
De Aiahila y Aben Baifn.
Aba Meraán 401
Muhamad Gesan Daala 47G
Abdelmalck ben Gesan.
Yahye ben Gesan 483
De Almerte y Denla.
Cairan, eslavo.
Zoair, eslavo 444
Mahamad ben Man 484
Obeidalah Moez-Daola ^ . . . 48i
e De Garmona y Ecija.
Muhamad ben Abdala .
De Hnelba y Libia. .
Abdelazix Albecrí 456
Abdala ben Abdelaziz 487
De Loroa.
Aba Mabamad Abdala 467
A bal Hasan ben Elisa 484
De Tadmir y Maréia.
Muhamad Aba Abderahman.
Abderahman ben Taher.
Ahmed Aba Abdala 508
Aben Ayadh. . 540
Mahamad ben Jazef. 540
A Iwatik ben Muhamad 540
Abu Abdala Mahamad 569
AbdakAlthoíFi 541
Abnl Hasan ben Abid 54i
AbenHemsek 560
DE LOS ÁRABES EN ESPAAA. hZ7
Pe VtleMlt.
Madafas, eslavo « . . 400
Mubarik, eslavo.
Lebib, eslaro 452
Abdelaziz ben AMerahman.
Abdelnudek ben Abdelaziz 469
Aba Bakar Abdelmalek 478
Yahye Adorar 508
Aba Abdala Muhamad 569
Aben Hemsek 569
GkHnail bco Zeyan 569
De Segure.
Aben Hemsek^ „ . . . . 569
Reye» AlmoraTidee.
Aba Bckcr ben Qmar 453
Jozef ben Taxfin 500
Aly ben Jazef 534
Taxfin ben Aljr r ... 541
Almohadei.
Ahmcd ben Abdala Almahadi 524
Abdelmonaen ben Aly 558
inzcTAbaJacúb 580
Jacúb Aben Jnzef. 595
Muhamad ben Jacúb 610
Juzef ben Muhamad 620
Abdelfrahíd 621
SS8 mSTORU DE LA DOnCUCKHI
CUARTA PARTE.*
CAPITULO I.
«
Gaerru clTlleí de 1m muslimef en Bipela.
Desde la desgradada batalla de Alac&b principió á decaer en Esprii
la noble dinastía de los Almohades. El Tencido principe Anasir lleno de
despecho atribuía aqucHa desventura, no á la bondad j esfnenodeloi
cristianos , sino á la falta de los caudillos andaluces ; y asi luego qoe
llegó á Sevilla tomó de ellos cmcl venganza , descabezando á los mis
principales , y privando á otros de sus alcaidías y tenencias. Con esU
injusta satisfacción dejó muy ofendida á la nobleza de Andaluda, jcoii
1 Volvemos á implorar en este tercero y Altimo tomo de la Historia de los árabes en Espib
la Indulgencia pedida en el segundo , con tanta mayor rason, cuánto los sacesos son mas hs-
portantes, y la época mas próxima á nosotros ; y aun pudiéramos aftadlr, cuanto Hieneiliiu4*
y correcto el manuscrito que dejó el sefior Conde. La Importancia de los sucesos es laoiaqoeM
hay necesidad de probarla. Desde la conquista de HeYilla y Valónela batU la do Qnnada, k
ve un encadenamiento de Jiechos, que aun descritos por plumas enemigas mafitfesiaad
tesón, la constancia y el valor español,' aJ paso que se observan iguales prendas fi l«
árabes españoles, que solamente se diferenciaban de sus enemigos en los prindptosrelisHKti
y morales que nacen de ellos. Se ve que peleaban espafislet contra espadóles , y de aqsi it-
aullaban los estragos horribles de las algaras , guerras y batallas ; á cuya perspectiva cneiie
admirará el lector de que no quedase yerma y despoblada la tierra.
Por lo que hace á la época , ya no era aquella en que nuestros escritores sé asslwtatofta
decir : Dominut Üidaeut populavit Burgts : FwU ttrrametUa mper Cerveru. Lucas de Tiy J
Rodrigo Ximenex pudieron servir de modelo á otros historiadores, y en efecto en Imüm
siguientes se escribía con menos desalifio y con mas extensión ; pero no llegaban con até*
* los cristianos á los árabes , aunque á proporción que decaía el imperio d« csies ibw drkík-
tándose las ciencias y artes, asi como se acrecentaban entre los cristianos con el aomcottéei
Imperio ; que aun por esta razón hubiera necesitado este tomo tercero la pluma del sefiorCvod^*
Era en efecto necesarV* compara eséritores con escritores; y la época qae empeiá es ^
conquistas de Córdoba , Jaén , Sevilla y Valencia , y acabó en la de Granada , hubiera recM
una luz muy clara y brillante para lot que empiendiesen escribir la historia de Espala. Mt-
mas de ser esta empresa muy superior á nuestras faenas, hubiera retardado la p^Uiad»
de este tercer tomo , cuando nosotros estábamos Impacienlea psr salir de naesno tmf^-
Nuestros literatos harán lo que á nosotros no nos es dado.
Religiosos observadores (en lo posible ) de lo que se ofreció en el prospecto, eotoeaBSi es
este tomo un pequeño diccionario de algunas voces arábigas que se hallan ea toda la «ftn.y
á nuestro Juicio debió colocarse en el primero. Sin duda el sefior Conde, que le dejó «abMTMi
y este incompleto , pensó completarle y ponerle en dicho tomo ; pero fuese so iniencíon li (^
quisiese , á nosotros nos parece necesario en este, y le ponemos cual él le d^, sis enhifp
de que no se oft^íó.
Por la premura del tiempo no añadimos la declaración de cinco monedas árabes,qneacabide
remitir a la academia de la Historia so correspondiente don Maleo Franeiseo de Ribas, reds*
de Javalqninto; pero se hallan otras semejantes en la memoria eaorita per el difaMsO"^*
que se insertó en el lomo quinto de las Memorias de la academia de la Hisioria. Hcoms tec^
lo que ha estado á nuestro alcance para no dejar borlados á los leetores. Ellos ^simnlei»
nuestra impericia. ilf<^iUiaBikim4tí»^.
m IM ÁRABES EN t»jAk. M9
el natural deseo de la yenganza imiy diq^uestos los ánimos de tanta
geole honrada á manifestar á su tiempo los efectos de su descontento.
Pasó Anasir ¿ África sin pensar en resarcir y reparar sns pasadas pér^
didas con nuevas jornadas de algazua, y como ya dijimos , luego que
llegó á Marruecos ^e ocultó en su alcázar y se dio al ocio y á los deleites
y morió envenenado á manos de los nunistros de sus venganzas y pla*-
oeres. Su hijo Almostansir, que le sucedió en el trono , era muy mozo, j
vivió siempre gobernado por los jeques sus parientes , los cuales re ^-
licron entre si todas las provincias de África y de EspaSa , no con Inlen-
don de gd)emarlas y mantenerlas en justicia durante su menor edad,
como debian, sino para disfrutarlas y destruirlas con entrañas vejacio-
nes que inventaba la codicia desmedida de los wazires y vralies , porque
todos se cebaban en d general desorden , y no trat J>an sino de apro-
vechar la ocasión de enriquecerse y mantener con dádivas y presentas
el inicuo mando que les confiaban. En tanto que su mal gobierno em-
pobrecia las provincias , los cristianos corrian y talaban los campos ,
quemaban los pueblos , mataban y cautivaban á los infelices moradores
de Andalucía , ocupaban las fortalezas , y quedaban sin defensa las froli*
leras de los muslimes. Almostansir entre tar o se ocupaba en criar re-
baños de toda especie de ganados, siendo pastor en vez de defensor de
sos pueblos , y la preciosa grey d^los muslimes de España era cada dia
acumctida y despedazada de rabiosos lobos. En fin murió sin dejar suce-
sión , y por industria y políticas tramas de sus jeques ocupó el trono su
lio Abdelwabid , hijo de Abu Jacúb : sus hermanos GideMuhamadyGide
Abu Aly tenían el absoluto imperio de España , que ejercían con cetro
de hierro , y entonces el descontento de k» pueblos de Andalucía prin-
cipió á manifestarse. En Murcia so alzó con nombre de rey Abdala , el
coopcido con el ilustre titulo de Aladel. Los jeques de la provincia se de-
dararou á sa favor , y á la sombra de esta división se movieron otrSs
|Kircialid^esy bandos. Muhamad, el walidc Baeza, se unió con los cris-
tíaDOs para mantenerse en su scñorio , y les dio f^vor y ayuda para que
hiciesen terrible^ entradas en Andalucía. Estas desventuras hicieron
muy aborrecido al TjBy Aladel , y su nombre odioso fué maldito de loA
pueblos, y con solemnes declaraciones en las aljamas fué depuesto y
declarado enemigo de Dios y perseguidor de los fieles. En África acaeció
lo mismo, y los jeques depusieron al rey Abdelwabid, y proclamaron
i su hermano el célebre Cide Abu Aly Almamún, ínclito principe sí la
fortuna no se hubieseya conjurado contra su familia. Puso mucho miedo
á los rebeldes , atenuMizó á los cristianos , y para destruir la causa de las
revueltas, turbación y anarquía que inquietaba su imperio, suprimió
los consejos do los jeques que tenían un ilimitado poder en el gobierno
do los Almohades. Era Almamún demasiado generoso y no acabó con
los ambiciosos ministros que formaban aquellos consejos , y así luego
se levantaron contra él , y le suscitaron nuevas sediciones en África y
^n España , en donde tan encendido estaba el fuego de la discordia.
Enviaron contra él un esforzado caudillo, y por mas animarle á la guerra
le decbffaroD rey y legitimo sucesor dd trono de los Almohades* Este
540 msTúñsk m u mmüiacioii
f oé el jeipie Tahye bén Anasir, á quien Tenció*oon so mncha perida j
herAioo valor el rey Abo Aly AlmanAn , j U obligé á retirarte áki
montea , donde Tagaba errante asegurado en sn fragoaidad j aspereza.
Esto paréele qne aseguraba al rey Almamún la posesión del trono, y
aoaegadaalas cosas de España partió con esta confianza á África, y no
bien babia puesto los fies en cUa cnando en España se levantó un po-
deroso partido contra los Almohades. Aba Abdala Mnbamad ben Jnzef
Aben Hud, noble caballero qne descendía de los reyes de Zaragoza,
viendo la oportunidad que se le ofrecía para vengarse de los Almohades,
y recuperar los antiguos derechos de su ftimilia, que como ya honos
visto, poseia tan floreciente estado en la parte oriental de España, con
su docueneia y generosidad y por industria de sus parciales allef^ m
crecido número de vallmites caballeros que se declararon por ¿I y ofre-
cieron morir en su servicio. En ' Escuriante, lugar áspero y may for-
liflcado por naturaleza en la Taa de Ujijar , se congregaron , y de co-
mún y concorde ánimo le juraron y proclmnaron rey de los musüma
de España. Fué su solenme jura * en primero de Ramazan dd año
625 (1226) : para acreditarse y animar á los pueblos á que le ágmam
y se apartasen de la obediencia de los Almohades , publicó que traiabí
de restituir la libertad á los pueblos oprimidos con injustas vejaciones;
que estableceria las fardas ó imposidfenes legales , abiriiendo las volim-
fittias cargas que habian echado lo^tiranos (este titulo aborredirte se
les daba) ; se detestaba desupocardigion, y losimames y alchatibesj
otros ministros de la religión predicaban que las mezquitas estaban pro-
fanadas, y para excitar el fanatismo popular las bendedan y purifica*
ban conlustradones y públicas ceremonias. Toda la nobleza y d mismo
rey tomó vestidos de luto como en muestra de aflicdon y de dolor. Al
mismo tiempo suscitó otra revolución en Yalenda el walí Giomail Abn
Zeyan ben Mardenis , y á la fama de estos movimientos cobró ánimo
Yabye Aben Nasir, que andaba fugitivo en los montes de Almonecáb, y
por su parte aumentó la discordia, y fomentó la desavenencia y h
guerra civil contra los Almohades. Entonces d Ínclito amir Aba Aly
^Almamún tomó á Andalucía, y lo primero que hizo fué concertar tre-
guas con el rey Ferdeland de los cristianos que le bada guerra con vam
fortuna en las fronteras de Córdoba, y convenidas por ambas partes,
luego Almamún partió con cuanta gente pudo allegar en busca de »
enemigo. Encontró el ejérdto de Aben Hud en loé campos de Tarífo,
avistáronse aHi ambas huestes, y con enemigo ánimo, como si no faesen
hombres ^e una misma ley, trabaron sangrienta batalla .- pdearon bkh
cha parte del diasin que se dedarase la victoria por ningún partido, y
á la puesta dd sol cansados de matarse, de común acuerdo suqMSidieroo
la atroz pdea. La venida de la noche mantuvo la breve tregua de eslos
valientes , y á la hora del alba del siguiente dia se óomenzó de noe^^o
la reñida contienda ; pero los Almohades no pudieron mantenerla mo-
cho tiempo siendo inferiores en número á los andaluces. Queda Alma-
% Hice Alcodai en SuMr y q«e ftié«n fin de Begéb.
t Dice AlcódaienfindeBefB^, qiieeel9l|)i«lloqii#waiet«Blee.
D£ LOS ÁRABES EN ESPAAA* 541
mAn Tencido coa pérdida do sus mas pripcipalefl caudillos , entre estos
sosparienCes Ibrahim bcn Edris, ben Abi Isbat, wali de Coila, y Aba
Zqrad Almegajed, i?ali de Badajoz, y qaedó herido Abol Hasan, hijo del
mismo amir Aba Aly AlmamAn, que mandaba la delantera del ej^dlo
de su padre. Fué esta célebre y sangrienta batalla diaC de Ramazan del
ailo626(1229). NoquisoelreyAbu AlyAlmamAnprobarotra vez la suer-
te de las armas, y se retiró del campo aunque vencido todavía respeta-
He, y Aben Hud no so atrevió á molestarle en su retirada, porque los
Almohades habían vendido muy cara aquella victoria , y se persuadió
de aquello de , al enemigo que huye hacerle la puente de plata , y mas ,
que los Almohades eran muy valientes caballeros. Pensó Almamún que
k convenia pasar á África y juntar un. poderoso ejército que le ase-
gurase con su muchedumbre el superar el valor de los que seguian las
afortunadas banderas de Aben Hud. Asi pues con este propósito, enco-
mendadas las cosas de España ¿ su hijo Abul Hasan y á sus hermanos
Cidc Abdala y Cide Muhamad, partió para África.
Giomail ben Zeyan aprovechando estas revueltas se apoderó de Valen-
cia, echando de ella al irali Cide Muhamad Almanzor, hermano de Alma-
múo ; diéronse algunas batallas en que Cidc Muhamad peleó con mucho
valor, pero con mucha mala fortuna, y abandonado délos mas de los suyos
seacogíóalamparodel reyGaymis de los cristianos con quien estaba apaz-
gaado. El tirano Gaymis ,como enemigo mortal de losmuslimes, aunque
le recibió bien no pensó en vengarle ni restituirle en su estado, si bien se
valió de este pretexto para hacer mal y daíH) en la tierra entrando en
ella como defensor dd agraviado wali , y ocupando en su nomine las
fortalezas. Fué el levantamiento de Giomail en Valencia año 627 (1230).
Yahye Anasir, como tuviese noticia de la victoria de Aben Hud contra
el rey Almamún, le envió luego sos mensageros dándole enhorabuena
y ofreciéndose por su amigo y aliado, y movió con sus gentes y bajó de
los montes ¿ correr la tierra -, pero como ni en el imperio ni en el amor
quieran los hombres compañeros , el rey Aben Hud no le respondió
como él esperaba, sino como diligente caudillo adelantó un cuerpo de
caballería que acaudillaba Aziz ben Abdelmelic , y por industria y valor
de este arraizy de su cadi Abúl Hasan Aly ben Muhamad el Castelise
apoderó de Murcia , favoreciéndole en esta expedición ciertas compa-
ñías de caballeros cristianos. Luego pasó en persona á la ciudad y fué
proclamado en eDa y manifestó al pueblo sus intenciones, que decia no
ser otras que librar á España de la tiránica opresión de los Almohades,
corruptores de las costumbres de los muslimes , y origen de las discor-
dias y decadencia del estado; tratólos de bárbaros, bereges y crueles
que no tenian por hermanos á los muslimes que no eran Almohades.
Como el pueblo padecía tanto por su mal gobierno , y la nobleza estaba
asimismo ofendida de aquellos principes, no fué difícil el disponer los
ánimos contra ellos; asi que, con piíblicas aclamaciones fué jurado rey
de Murcia Muhamad ben Juzef Aben Hud. Sus excelentes prendas de
cuerpo y almay su mucha elocuencia Uevaban tras si todos los partidos,
7 en pocos meses fué daeAo de toda aquella tierra *. pusoen Mareta por
542 mSTOlUA BE LA DOlIflfACIOll
sa wali á n caudillo Atk hm Abdelmelic, en qtuen tenia gfan confianza,
en Játíva á Yabye ben Mohomad baa Iza Abúl Husein deBenia , y en la
dndadde Senia al hijo deesteHuaein : d pneblo apellidó á ga rey Aben
Hnd con el titulo de AbneUiakU Ale Ala.
CAPITULO II.
GontiaMn Ui guenrai de !•• masKines. Ei nf J«im« toat Ut lili» d« MillMeái Itaim
¿ Ibiía. Bluere AUiuiDaii.
4
Con la ausencia del rey Abu Aly Almamún, y con la pasada Tidoria
y felic^ sucesos de Murcia todo parccia ya llano A los que segmas i
bando de Aben Hud , y como entendiese que el wali de Sevilla , hermano
de Abu Aly , habla juntado gente y yenía contra ellos, partieroo á bol-
earle. £1 wali de Sevilla juntaba gentes en Algarbe, y sabiendo qae Abeo
Hud se disponía contra él se valió de los cristianos de Galicia panqué
le auxiliasen, y con toda su caballcria vinieron i tierra de Mérida, }se
juntaron con los caudillos de Cide Abu Abdala , y alli cerca de Alhanje
se encontraron los de Aben Hud con dios, y trabarcm sangrienta bi-
talla, y quedaron vencidos los caudillos de Qde Abu Abdala y sosaon-
liarcs, y se acogieron á Mérida. Abdala benMuhaniad ben Wazir, qK
había sido wali de alcázar Alfctah que se llamaba también alcázar4e
Abidcnis, que ocuparan entonces los cristianos con Montanchis y olroi
fuertes , y su hermano Abderahman también, se acogió á Mérida. £b
ella habiá muchos esforzados caballeros almohades, pero muchos id0
de los afectos al partido de Aben Hud , y por industria de estos faeroi
aquella noche entregados por traición á los caudillos dd rey Ab^ Hai.
Fué esta sangrienta batalla de Mérida en principio dd ano 629 (1632) ^
De vueltas de la frontera de Algufla llevaron á los dos caudUlos Abdala
ben Muhamad ben Wazir y á su hermano Abu Ornar Abderaiimafiá
Sevilla su patria , y en ella la plebe alborotada los atropeUóá pesar de
su mérito y nobleza , y los acuchillaron y despedazaron , no coa pooo
sentimiento del rey Abenllud, que apreciaba mucho á AbdcrahaiaD Aba
Ornar por su erudición y admirable ingenio. Este fué el que glotóia
excelente canción elegiaca de su padre Abu Becar. Cuéntase qoe este
wali pasando por un ameno valle que llaman Wadfilhaméma que está
entre Arcos y Medina Aben Zelim oyó el triste y dulce canto de (UA
torcas , y compuso los bellos versos del llanto de la paloma^ qoelos de
Algarbe suelen cantar de noche ¿la luz de la luna. Otros dicen qoeesle
Ínclito caudillo Abu Omar y su hermano murieron alanceados de (x-
den del rey Aben Hud poco tiempo después cuando este príncipe |iaú
desde Marruecos á tierra de Granada con poderosa hueste. En esta ex-
pedición se vinieron á su partido todos los alcaides de aquella tierra, I
fué recibido con aclamaciones de alegría y de triunfo eakdodad j ^
* la üeo4ti wr , por «rtor.
DE LOS ÁRABES EN ESPAIIA. 541
6Íb dioeti que le presenf aron ¿ estos dos caudHlos almohades qne iban
presos sufriendo con admirable constancia su ád.Tcrsidad, y luego los
mandó matar, que ni sus virtudes propias ni la celebridad del padre
podieron evitar el irrevocable decreto del hado ,j acabaron alanceados
de orden de un principe que se preciaba de humano y amante de las le-
im. Los cristianos de tierra de Toledo corriéronlas tierras de Cazorla
y oeuparon sos fuertes , y el de Quixaja que poco después tornaron á
recuperar k» muslimes de la frontera echándolos de ella. En la parte
de Algarbe se apoderaron de Torgiela con grave pérdida de los mudi-
mes de la comarca de Batadyns. Era wali de ella Ibrahim ben Muhamad
tea Stnenid Alansári, Samado Abu Ishac.
En este afto con gran poder y aparato de naves fué el tirano Gaymís
contra Mayorcas , entendiendo Gidé Muhamad y los suyos que iba en su
favor y ayuda. Se apoderó de los puertos y entró en la isla principal ,
vendendo los esfuerzos y gloriosa constancia del ^ali de ella Said ben
Albakem Aben Otman el Goraisi de Tabira de Algarbe. Este caudillo
poso emboscadas á los cristianos y les causó en ellas gran matanza, que
00 les permitía dar paso que no le regasen antes con su propia sangre ;
pero fué forzado á retraerse y encerrarse en la fortadeza en dia martes
U de Safer del año 629 (1232), y en ella se defendió a^un tiempo; pero
como no kahia eaperansa de socorro se entregaron quedando tributarios
con ruines condiciones, y lo mismo hicieron los jarifcs de Minorca y
de YeNzet, que se ofrecieron por vasallos y tributarios del rey Gaymis.
firan estos cuatro jeques Abdala Sahib de Hasnaijuda, Aly de Beni
Saida , Aben Yahye Sahib de Beni Fabin y Muhamad Sahib de Alcayor,
los cuales otorgaron su vasallage. Quedó Aben Otman por wali de las
idas á petición de los muslimes, y permaneció hasta que se levantó alli
contra él por envidia el cadi Abu Abdala Muhamad ben Ahmed ben Hi-
sem , y sus desavenencias fueron causa de que los cristianos los visita-
sen otra vez y les agravasen el tiránico yugo que les habian puesto*
En este aflo acaeció la inesperada muerte del amir de los Celes Abu
Aly Ahnamün cerca de Marruecos , y con este infausto suceso cayó del
todo la esperanza de los Almohades de España. El rebelde Yahye Anasir
prodamó de nuevo sus derechos y pretensiones al trono de los Almoha-
des como Jurado rey de ellos en Marruecos ; pero sí bien su derecho
era el mejor, su partido valia mocho menos que el de Aben Hud , que
ya de antes le miraba como su único rival. Entre tanto que ellos con-
tendían y se disputaban la posesión de Andalocia, Giomail ben Zcyan
procuraba dilatar su estado de Valencia , y asi ocupóla ciudad de Denía ,
y puso en ella por vrali á su primo Muhamad ben Sobayc bou Juzef Al-
gezanri , y echó de ella á Husein ben Yahye , que se acogió á su padre el
wali de Játiva Abmed ben Iza el Ghazragi , que por su riqueza y servi-
dos y por su parentesco con Abu Ornar ben A ti era wali de su patria ,
con cayo auxilio la recuperó poco después , y la conservó hasta que en-
traron en ella los cristianos, como después diremos.
Yahye ben Nasar allegó sus tropas , requirió y exhortó á sus parciales
y amigos, y con favor do todos congregó muy lucida hueste en Arjona,
544 HISTORU DE lA DOMÜlAaOn
dio él mando délas tropas á su sobrino Muhamad Aba AbdáU ben JozeT
ben Nasar de Arjona , mancebo de ado^irables prendas, yirtaosoy i»ru-
dente como un anciano , valiente y dieslro caadillo como d famoso At
manzor ben Abi Amer. Era este mozo conocido por Aben Alahmar, y
muy estimado y célebre entre la juventud de Andalucía por sa Talor y
gentileza. Deseoso de señalarse en servicio de su tio fué con la caballería
sobre Gien y la entró por fuerza de armas dia Giuma de la lona de
año 629 (1232) : en la entrada de esta ciudad fué herido gravemente su
tio Yahye y poco después falleció de sus heridas , dejando á su sotxríno
encomendada su venganza , y en herencia la sucesión de sus tierras y
pretensiones. Ocultó Muhamad la muerte de su tio hasta que en sa
nombre ocupó las ciudades de Guadix y Baza, y viéndose aj^udido j
estimado de aquellos pueblos publicó la muerte de su tio Yahye ben Na-
sar, y fué proclamado rey de Arjona , Gien , Guadix y Baza y de todas
sus fortalezas, y se declaró enemigo del rey Aben Hud y de todos sus p^
dales.
CAPITULO IIL
Entrada del rey Ferdeland haaia. Jem. BaUllt de Gnadtlela. Ctnipafiaa «& ii«g»i
y Andalucia. Tómanse UJieda i Córdoba.
El rey de los cristianos Ferdeland era muy enemigo de los muslimes
y le abrasaba el deseo de apoderarse de todas sus tierras de Andaluda.
y las corría y talaba sus campos con continuas algaras , destruyendo y
quemando alquerías y pueblos. Favorecía su intención la discordia y
guerra civil que había entre los de Aben Hud y los del bando de Gio-
mail ben Zeyan, y este nuevo y poderoso de Muhamad Aben Atebmar :
los pueblos estaban entre si desunidos, los alcaides y uralies apoderadas
de sus tenencias no sabían á quién seguir, y muchos de ellos, mas co-
diciosos que prudentes y honrados, se declaraban señores iodepeodieotes
de sus pueblos y fortalezas por no ayudar a ningún partido. Los recioos
por su parte se engañaban también con aquella apariencia de paz y tras-
quiiídad que les ofrecían , y asi se creían seguros y venturosos cuando
quedaban solos y desamparados sin fuerzas bastantes para defeodenseí
resistir ú oponerse al poderoso que les acometía. Era tanta la di^bioo
y desconcierto, que los enemigos de Alá fundaban muy segura espe-
ranza en estos bandos que andaban entre los muslimes para esforzarse
y dar el último combate al estado niiserable y ruinoso de Andalucia, y
aun era de creer que por si mismo se arruinaría y acabaría de todo, &&
dejar shio lastimosas y tristes memorias de lo que fué. £n esta ccasioD
el rey Ferdeland llegó con sus cabalgadas hasta tierra de Córdoba y
tomó algunas fortalezas, cautivando y matando á los moradores. Entra-
ron los suyos por fuerza en Balma y degollaron á los vecinos sin per-
donar á los ancianos, mugeres ni niños , que no se abstuvieron de der-
ramar aquélla sangre inocente. Atemorizó la crueldad á los pueblo», y
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. • • 545
los crisUaiK» sin haDar quien les estorbase el paso atravesaron hasta
tierra de Sevilla y de Jerez.
El noble rey Aben Hud se dólia mucho de estos males que sus pue-
blos padedan , y olvidando las ventajas que conseguía su nuevo rival en
tierra de Granada preparó sus gentes para salir contra los cristianos ,
apellidó b tierra y allegó muy poderosa hueste de á pié y de á caballo ,
que cabria su muchedumbre montes y llanos. Partió Aben Hud en busca
de los enemigos de Alá que estaban acampados á las riberas del célebre
Guadalete, cerca de Jerez , y alli tenian sus ricas presas de cautivos y de
ganados. Caminaban los muslimes muy conCados que no se les podrían
escapar aquellos atrevidos, y avistáronse los dos ejércitos. Aben Hud
pQso sus tiendas en los olivares , y luego salieron como mil caballeros
muslimes á escaramuzar con los cristianos ; pero no osaron salir enton^
ees, y dispusieron su gente para dar la batalla , y desesperados de esca-
par con la vida quisieron antes tomar una cruel é inhumana venganza^
y asi puestos delante los tristes muslimes que lenian cautivos y atados,
los pasaron á cuchillo sin perdonar vida , y su caudillo para animarlos
á pelear sin esperanza de salvarlas vidas íes dijo : El mar tenéis á la es-
palda , y los enemigos delante , no hay remedio sino el del cielo : va*
IDOS á morir bien vengados. Los caballeros del rey Aben Hud oyendo el
alarido de los cautivos que degollaban los crueles cristianos acometieron
contra ellos impetuosos y denodados : todo el campo se movió al instante
con grandes voces de atakebiras y con espantoso estruendo de atambo-
res y bocinas que parecía hundirse cielo y tierra. Los cristianos asi-
mismo salieron con horrible tropel y se trabó una sangrienta lid en que
todos peleaban como Aeras rabiosas ; rompieron los cristianos con su
apiñada unión á los caballeros muslimes que los hablan tomado en me-
dio para alaiicearlos amfiados en su esfuerzo y muchedumbre, y por en
me(Bo de la infantería se hadan paso atrepellando y derribando. U)S
caballeros muslimes revolvieron contra ellos y se aumentó el desorden
y la confusión de la infantería , y por seguir á los cristianos revueltos
con ellos se metieron en los olivares. De esta suerte, aunque con grave
pérdida , consiguieron escapar aquel dia. También murieron alli mu-
chos musUmes voluntarios y nobles caballeros de la guardia de Aben
Hud , y habiendo enviado ciertos caudillos al alcance se retiraron á
descansar y curarse de las heridas á Jerez y á Sidonia. Acaeció esta ba-
talla de Gnadalete en fin del año 630 (1233).
En la parte de oriente Abu Giomail ben Zeyan para vengar la der*
ramada sangre de los muslimes corrió la tierra de Aragón talando los
campos , quemando y destruyendo aldeas y lugares , hasta llegar á Hisn-
amposta y Tortosa , y volvió de la cabalgada con muchas riquezas y
cautivos. Los cristianos por su parte ocuparon la Benisola , Castellón ,
Bofiol y Alcalatén , y en la orillai de Jucar entraron de noche pw sor-
presa en Hasnalmanzora , y en fin del año tomaron también Motelia y
pusieron cerco á Burriana , que se entregó por avenencia con seguri-
dad para los vecinos y aldeanos de aquella comarca. Esto en el año 631
(1234). Eolre tanto Aben Alabmar se iba apoderando de las ciudades de
as
546 HISTORIA I>£ LA DOMINACIÓN
Lqja y de Alhama , y de toda la sierra. Los crisUaoos alentados y eava-
necidós coa este vcoturoso suceso TÍnieron después sobre Ubeda y la
cercaron y combatieron con diferentes máquinas é ingenios y «m ma-
cha porfía y y como la ciudad era harto populosa , aunque bien murada,
no se pudo defender mucho tiempo , y el vali de ella la entregó al rej
Ferdeland con ciertas condiciones y ayencncias que observó el rcj
dando seguridad y amparo á las personas y bienes de los moradores. Fué
la pérdida de esta ciudad en la luna do...., del año 632 (1235), y en d
mismo año en lo de Algarbe las cabalgadas de los cruzados se apodera-
ron de Albanje y de otras fortalezas , sin que los muslimes pudieseo es-
torbarlo por sus desavenencias fatalosu La misma suerte tuvieron Me-
delin y Múdela, pueblos de los Beni Meddeli Beni Mardenís, y la misiDi
desgracia estaba ya decretada contra la cabeza del estado de Andahicía
la antigua y populosa Córdoba.
Juntaba sus gentes en Ecija el rey Aben Hud para ir en defensa éa
Ubeda , y pasar desde allí á lo de Granada : cuando acaeció que los cris-
tianos del presidio de Ubeda , sabiendo el descuido y mala gnarda que
habia en Córdoba, acometieron una temeraria empresa oonOadoseo^iiie
¿ osados favorece la fortuna. Asi que , con mucho secreto jnptos ios
fronteros que estaban en Andujar con algunos de los de Ubeda, escala-
ron sus muros en una oscura noche , y se apoderaron do una torre, d^
gollando á los descuidados guardas y veladores. Era esta tocre por la
Axarquia. A la hora del alba se entendió en la ciudad aquella scnrpresa j
acudieron los mas esforzados á combatir la torre ; pero era tan fuerte j
estaba tan bien defendida que todos sus esfuerzos fueron vanos. Se en-
TÍO aviso al rey Aben Hud de esta desgracia , y del apuro en qae la du-
dad estaba con gran riesgo de perderse porque á los cristianos les venía
mucha gente , y se decía que el rey Ferdeland con gran can^po llegaba
en su ayuda. Luego se puso en marcha el rey Aben Hud para socorrer
á la ciudad de Córdoba , y á la mitad del camino tuvo nueva de como ks
cristianos se habian apoderado ya de todo el^ arrabal de la Axarquia, 1
que de Extremadura habia llegado el rey Ferdeland con mucha geole
al campo de Alcolea. Hubo Aben Hud su consejo con sus alcaides jor-
que no sabia qué acuerdo tomar : unos querían que fuesen luego á pe-
lear con los cristianos, y anioaar á los cordobeses; otros mas timidos
decían que no era prudente consejo acometer á los enemigos sinoonoGÍ-
miento de su número y disposición. Estaba el rey Aben Hud perplejo,
y envió á un don Suar que estaba en su campo á saber dd ejérciio de
los cristianos. Este enemigo de Dios vino con engaño y falsía poiMÍe<
rando las fuerzas de los enemigos , que decia ser innumerables -. ooa esto
y con un mensajero que llego' en a<|uella ocasión enviado desde Besia
por el valí Aba Giomail ben 2e^an , en que le escribía que hahia oUi-
gado á los cristianos á levantar el cerco de CuJIcrai pero que le habiut
tpmado á Hisn-Montcat en las llanuras de Valencia , y los enemigos de
IMos amenazaban tomarle toda Ja ii^rra , que le rogaba quisiese ir ea sa
ayuda para defenderse del tirano Gaymcs , que si le aDqKunba le ofrp-
cia ser su vasaUo , que mas que^ tenerle á ¿1 por señuMft V^. IW^ ^
ÍH^l06 con iFües condiciones al rey de los cristianos. Con esta carta qffe
leyó á los caudillos el rey Aben Hud se resolvió al punto, ya por ver el
<h»aiiento de sus tropas atemorizadas <con lo de Jerez y con el miedo
que les inlundia el cercano peligro , ya por la confianza de ganar el co*
razón y el estado de Giomail bcn Zeyan , todo esto bizo que el rey to-
mase el infausto partido de aban<^onar á Cordela , y seguir el impulso
irresistible de la fatalidad que estaba grabada en taUas de diamante por
la mano de la eterna proYidencia. Persuadióse que Córdoba no se per-
dería tan fiiicHmente , y aunque se perdiese , que el mal no era irreme-
(Bable; pues los cristianos no la podrían mantener estando tan dentro
de Andalucia , y qiüe después todo seria venir con poderosa hueste y re-
cobrarla. Entre tanto en la ciudad se daban recios y sangrientos com-
ibles , los vecinos muchos y esforzados peleaban con gran esfuerzo por
b patria, libertad y vida , y en callea y plazas se 4aban batallas reñidas y
inaotenímise con admirable constancia por la esperanza que tenían de
ser socorridos j pero cuando entendieron que el rey Aben Hud }(^ Mabia
abandonado cayeron de ánimo , y desde este punto no hicieron cosa de
proTccbo, y perdida la esperanza que los animaba acordaron de ren-
dirse con buenas condiciones ; pero los x^isiianos ■<, que estaban seguros
de su triunfo , solo concedieron á los moradores la vida y libertad de ir
adonde bien les pareciese. Asi se perdió la principal ciudad de Andalu-
cía, y se entregó á los enemigos día domingo á 23 de la luna de XaiVfél
delaik) 633, que contaban los infieles fin de junio del año 1236. Luego
posicroB sus cruces sobre los alminares de las mezquitas, y profaiuuron
la grande aljama de Abderahman , y la hícieiiop su iglesia. Los tristes
muslimes salieron de Córdoba , restituyala Dios , y se acogieron á otras
ciudades de Andalucia , y los cristianos se repartieron sus casas y here-
dades. Algunas fortalezas y pueblos sabida la rendición de Córdoba se
pusieron bajo la fe y amparo del rey Ferddand , desconfiando de poder
resistir aso poderío , entre otras Baeza , Astiypa , Ecya y AjmipdoviM^j j
el rey lasr^c^ió por tributarias.
CAPITULO IV.
DflMv^neneitf entra U$ moálUna». Toma al rey Jaime á Talencia. El prtncli^ AlOMPibea
Ferdeland llega i Huieia y hace convenioi. Gobierno del rey de Crranada.
Aba Giomail ben Zeyan allegó muy numerosa hueste, y animado de
la esperanza de que Aben Hud iba en su auxilio fué sobre Hísn San(a
María y cercó la fortaleza , y puso en grande apuro á los cristianos qqe
la defendían ; estos eran muchos y esforzados, y b defendían bien , y
daban rebatos en el campo de Zeyan en que se peleaba con mucbo valor
de arabas partes, hasta que desesperados de humano socorro, hfimtirieQ-
los y como rabiosos lobos sali^ón cierto dia á la pelea , y fué tan san-
grienta, que, fué forzo^ al rey Zcym Ij^vantar el campo y rclir^r$e á
SI8 HISTCmiA DE LA DOmNÁaOR
Valencia qnedatdó la fortaleza en poder de los cristianos : fué esta ba-
talla en fin de Dylhagia del año 634 (1237).
Entre tanto el rey Aben Hñd siguió con sos gentes hacia Almería con
ánimo de embarcarse alli para pasar á lo de Valencia y unirse con Gio-
mail ben Zeyan. Llegó á Almería y le hospedó su alcaide Abderahman
en la alcazaba del alcázar, y le hizo gran fiesta y espléndido banquete
aquel dia, y lo mismo á todos los principales caudillos de su hueste,
y en aqueBa misma noche de jueyes 27 de Giumada primera iA
año 635 (1238) le ahogó en su propia cama con cruel j bárbara alcTO-
sia. Asi acabó este ilustre rey prudente y esforzado, digno de mejor
fortuna. Fué su reinar una continua ludia é inquietud , áe gran roido,
vanidad y pompa ; pero de ello no dejó á los pueblos en herencia^
peligros y perdición , ruinas , calamidad y tristeza al estado de los nras-
limes. Celebró sus virtudes y heroico valor en elegantes versos Molía-
mad Asabuni de Sevilla. Los de su hueste no sospecharon la traícioo , f
se divulgó á la mañana que había muerto de apoplejía , otros dedan qv
de embriaguez ; pero en verdad fué que le Uegó el fatal plazo , y se cnm'
plió en él la irrevocable voluntad de Dios , tan alto es y poderoso. Con
la muerte de su rey y señor, aquellas tropas se tornaron á sus tierras, J
no les fué posible á los caudillos detenerlas ni que siguiesen d comea-
zado intento de auxiliar á los de Valencia. En Murcia sabida sa moerie
prodamaron ásu hermano Aly ben Juzef apellidado Adid-Dola. Estoíoé
en día 4 de Muharram del año siguiente de 636 (1239) ; pero luego re-
volvió contra él en aquella ciudad Abu Giomail ben Mudafe ben Jozef
ben Sad el Gazemi, y con engaños y perfidias logró en corto tiempo
prevalecer contra Á , y con favor del pueblo le acometió en día Chi-
ma 15 de Ramazan y le prendió; y poco despnes día lunes de h
misma luna le descabezó : eran poco religiosos j por eso se perdie-
ron. £1 alevoso alcaide de Almería Abderahman por concluir sa dcskai-
lad y congraciarse con Muhamad ben Nazér Aben Alahmar, seoor de
Arjona y de Jaén , hizo que los de Almería y su tierra se dedaraseo por
él, y le proclamó con grandes fiestas : el wali de Jaén Aben Cbalidpm-
curó también pw su parte ganar los ánimos de los granadinos , jWii^
mad, que no se descuidaba un punto por aprovechar aqndla ocasioo,
corrió la tierra y fué redbido en todas partes con adamadones , j entró
en Granada en fin de Ramazan del año 635 (1238). Encomendó hp*
bemadon de las ciudades á los que en valor y prudencia se distin^
y adelantaban á los demás , y los que sabían serían mas agradables á ta
pueblos.
Los cristianos acaudillados delrcyGacum, que otros llaman Gaymi^*
corrían y talaban las tierras de Valencia , y desde d Hísn Sanb Mam
salieron juramentados para ganar la ciudad de Yalenda , que era d
vergel de amenidades Ar España. Allegaron grandes huestes de mas ^
ochenta mil infieles y pasaron el Guadalabiad , y aunque la cabaDeriade
Giomail salió contra ellos para impedirles que asentasen su campo, J
escaramuzó con ellos muchos días , no fué posible impedido , y Degaroi
á cercar la dudad por mar y por tierra infinita gente de AfniM^ 7 '^
DE LOS ÁRABSS EN ESPAÑA. Si9
Barcehnia, qae fsxAo podía oontarlos Dios qne los crió : pusieron eeroo
á la ciadad el día 17 dé Ramazan del año 635 (1238) : y la^^ comea-
zaroD á oombaür . sus muros con máquinas y trabucos. El rey Gio-
maíl ben Zeyan la defendía muy bien con sus gentes , y envió á pedir
soc(»Toasi á los de Andalucía como á los de África , y en especial á los
Beni Zeyan que eran sus parientes : estos se dispusieron luego á venir
á su auxilio , y vinieron con sus naves ; pero el socorro pareció y estuvo
muchos días ¿ la vista, mas por el temporal no pudieron desembarcar
en toda la costa , y les fué forzoso tomarse. De Andalucía no vino so-
corro porque todo estaba alli en inquietud y temor, y los walies de
Murcia andaban muy revueltos y desavenidos, que todos se querían
alzar con el imperio de aquella tierra. Apurados los muslimes de Yalen-
cia con las incomodidades del largo cerco, y cansados de defenderse de
asaltos y escaladas , obligaron al wali Giomail ben Zeyan á que propu*
siese tratos de avenencia y entrégasela ciudad con buenas condiciones
Salieron para esto dos caudítfos de su mayor confianza , y concertaron
con el rey Gacum que la ciudad le seria entregada ofreciendo seguridad
i todos sus moradores , y libertad para Irse á otra parte donde quisiesen
con todos sus haberes , y que los que quisiesen permanecer en ella fue-
sen tributarios como los otros vasallos del rey Gacum, permitiéndoles el
libre uso de su religión , leyes y costumbres , y á todos para disponer de
sos personas y de sus bienes, libertad y seguridad, y ciertos plazos.
Ajustáronse también treguas por algunos años, y firmadas por ambas
partes estas condiciones, y dado el día, se entregó la ciudad de Valencia
al rey C^cum el dia 17 de Safar del año 636 (1238) K Los musUmes sa-
HeroQ de aquella hermosa ciudad en cinco dias, y se pasaron aquende
el Jacar por no tenerse por seguros de morar entre cristianos. Asi acabó
el estado de Giomail l^fiti 2eyan, y el imperio de los muslimes en Y.a-
Icncia.
Mubamad Aben Alahmar, rey de Granada, era la única columna del
estado de los muslimes en España. Asi que , para remediar por su parte
tan repetidas calamidades, luego que ordenó lo conveniente ala policía
7 buen gobierno de la ciudad de Granada , que encargó á wazires do
mucha prudencia y muy estimados en aquella ciudad, hizo llamamiento
de sus gentes, y acudieron todos sus caudillos con muy lucida caballe-
ría, que serian tres mil caballos, y con los de la ciudad y mil quinien-
tos peones salió á correr la tierra de cristianos , y fué á poner cerco á
la fortaleza de Martes, y asentó su campo delante de ella , y la cercó y
puso en mucho aprieto, que ya trataban los cercados de rendirse, cuando
sobrevino socorro á los cristianos de la gente de la frontera, y le fué
forzoso levantar el campo. Empeñáronse los cristianos en echarle de la
lierray en acorralarle, y el animoso Aben Alahmar revolvió contra
ellos con su escogida cabaJleria, y pelearon los muslimes con tanto do*
Quedo y con tal ventura que en pocas horas rompieron y desbarataron
i los cristianoa causinddes gran matanza , sin quedar de ellos sino po-
* Dti df un Mifiiíl.
55(^ HISTORIA m tk DOflTlNAGKM
eos qne huyeron ñtsáe el principio de la bátáHa.. Cn esle tiempo los de
Mnrcia andaban diridídos en bandos j parcialidades , los alcaide estaban
apoderados de las dadades j fortalezas , y disputaban cada día los ténm-
nos de sus amclias con grave daño de los pueblos , que no sacaban de
sns contiendas sino muertes y desolación ^ de snerte que todos tirian
ÍJBtigados y estaban descontentos de aquella desavenencia. En esta oca-
sión como entendiesen que el rey Ferdeland de Castilla enriaba contra
ellos á su hijo Alfonso con poderosa hueste , temiendo los males y danos
que les haría con su entrada , y no riendo disposición en sus ánimos para
unirse como debían á la coinun defensa , acordaron de enviar cada cual
por sü parte mandaderos que le ofreciesen allanamiento y obediencia
con las mas humildes sAplfcas. El principe Alfonso los recibió á todas
muy bien , y concertó con ellos las condiciones del vasallagc que le ofre-
cían , y Ormaron sus cartas de avenencia Muhamad ben Aly Aben Hod,
que era wali de Murcia , y los alcaides de Lecant, Elche, Orlóla, Alhama,
Alido , Accca y Ghinchila -, pero no vinieron en esté concierto el wáB de
Loí'ca Aziz ben Ábdelmelic ben Muhamad ben Chatib Abo Becar, que
siendo wali de Murcia por el rey Aben Hud pretendía alzarse coa
la soberanía después de la muerte de su seüor, y tenia puestos alcai-
des de su bando eñ Muía y en Cartagena. Otorgáronse estas avenen*
cias en Alcaraz , y desde allí pasó pacificamente el principe Alfonso
ben Ferdeland á Murcia, acompañado de muchos caballeros y alcaides
que todos le trataban como á su señor, requirió y visitó la tierra como
suya sin ofender á los moradores , y el dia de sti entrada en Mnrcia
fué un día de gran fiesta , y con este buen tratamiento allanó y sojuigó
otros muchos pueblos que al principio no quisieron entrar en su obe-
diencia.
En Andalucía corriaii los cHstianos déla frontera la tierra áe Arjooa,
T talaron los campos de Jaén y Alcabdat , y pusieron cerco sobre Ar-
fona , qUé no pudlcndo defenderse , y desesperada de socorro, seentn^
á los enemigos sacando salvas sus vidas; luego ocuparon el alcázar, y
salieron de la ciudad todos los vecinos que se retiraron por diversas
partes. l)esde alli siguieron ocupando pueblos y fortalezas, entre otras
Pegalhajar, Mentexax y Carchena, y entraron por la vega de Granada
sin que los muslimes pudiesen resistir aquella tronadora tempestad ,
hasta que el esforzado rey Aben Alahmar, que no se dormía , alfegando
de presto tres üiil caballos y algunos peones, salió contra estos valientes,
y peleó con ellos y los venció y arredró de la tierra , haciéndoles dejar
gran patte de la presa y saqueo que llevaban de sus pueblos , y madto
de ellos quedaron tendidos en los campos para agradable pasto de ares
y fieras. En fin de Xaban del año 639 murió en Játiva el wali de aquella
ciudad Ahmed ben Iza el Cbazregi , que la había tenido antes del rej
Aben Hud , y ahora le sucedió sü hijo Yahyo Abul Husein, y era arraií
de ella Abu Becar Muhamad.
£1 principe Alfonso antes de partir de tierra de Murcia se apodero de
la fortaleza de Muía , que era fuerte y bien poblada , con hermoso alcá-
zar cercado de torreados muros , y de paso taló la tíeM'íl de Cartaffw
DE LOS ARA6ES Elf ESPAÑA. 551
7 de Ldrea qne oenpaba el trali de Mahamad bcn Aly ben Had , y tío
habia querido cederla á sa señor, ni entrar en ayenencia con el principe
Alfonso. £1 rey Aben Alalimar cuidó de asegurar sus fronteras , reparó
los muros de sus fortalezas , y se tornó á Granada , edificó en ella her-
mosos edificios , almarestanes para enfermos, hospitales para pobres
uicianos y peregrinos , colegios , casas de enseñanza , hornos , baños ,
carnicerias y excelentes alhoriles para guardar provisiones. Estas obras
le oUigaron á imponer algunas contribuciones temporales , pero como
•el pueblo veia la frugalidad de la casa del rey , y que todo se empleaba
en obras de utilidad y provecho común, no sentia el pagar estos
nuevos tributos. Labró fuentes públicas y hermosas con la comodidad
que para esto ofrece aquella ciudad , hizo acequias muy abundantes
para el regadío de las huertas, y procuraba con particular esmero
que hubiese abundante y fácil provisión de todo lo necesario para
la vida. Para mantener estas obras no bastaba la renta que percibía
de la décima de Zunna y Xara , y fué necesario valerse de otros arbi-
trios. Al mismo tiaupo se ocupaba en los consejos con sus jeques y
cadies , y daba audiencia ¿ pobres y á ricos dos días en la semana. Visi-
taba las escuelas y colegios y los hospitales , y se informaba del servicio
y asistencia de los médicos , preguntando á los mismos enfermos y me-
nesterosos. En el gobierno particular de su casa no era menos admirable.
Tenia en su harem pocas mugeres , y las veía pocas veces , cuidando
siempre que estuviesen bien servidas. Sus mugeres eran hijas de los
principales señores del estado y las trataba con mucho amor y las tenia
contentas y amigas entre si , para lo cual empleaba todo su buen in-
genio. Procuró también cultivar la amistad de los amires mas pode-
rosos de África , y envió sus cartas y mcnsagcros al rey de Túnez
Abu Zacaria Yahye ben Hafsi y á Yugomarsan , y á los Zeyanes y
Bcni Merinesque estaban en guerra con los Almohades, y favorecían
con esta diversión el establecimiento de la casa de Nasar, y por des-
gracia también las ventajas de los cristianos en todas sus fronteras. En
la parte de Algarbc entraron los cristianos con gran poder y talaron
los campos , robaron los ganados , quemaron los pueblos y aldeas, ma-
taron y cautivaron muchos infelices muslimes , y ocuparon las fortale-
zas de Lerina , Merina y Alisbona , estragando toda la comarca : esto eJ
año 64o (1242).
CAPITULO V.
El rey Gaeam toma á Denla y Ferdeland á Jaén y otras plaiaa.
Entre tanto Giomail bcn Zcyan ben Mardenis , pl que había perdido
la ciudad de Yalencia, quiso probar fortuna en lo de Murcia y entró
con buena hueste, y se apoderó de algunas fortalezas. Salió contra él A2iz
ben Abdelmelic con su caballería y pelearon en cercanías de Lecant ;
pero el vrali Atiz fué vencido y muerto en la pelea en dia domingo 26
de Aamazan del año 640 , y Giomail se apoderó de Lorca en la luna de
552 HISTORIA DE tk DOlQNAaON
Xawál con fayor del wali Muhamad , y de Cartagena , y en este mismo
año murió el wali de Lorca Muhamad ^ En tanto que Giomail andaba
venturoso en tierra de Murcia , el rey Gacum ó Gaymis de los crisUanos
fué con poderosa hueste sobre Denla , y la cercó. Guardábala desde el
tiempo de Aben Hud el esforzado caudillo Yabye ben Muhamad Iza
Abul Husein, que la defendía bien, y el rey Gacum la combatió con
muchas máquinas é ingenios asi por mar como por tierra , y después de
largo y porGado cerco se entregó la ciudad j y entró en eÚa el enem^
el primer dia de Dylhagia del ano 641 (1243).
£1 rey Aben Alahmar enviaba muchas provisiones á las plazas de la
frontera que siempre estaban en riesgo de ser cercadas , y como hubiese
mandado abastecer la ciudad de Jaén salió de Granada una gran recoa
de mil y quinientas acémilas cargadas de armas y de mantenimientos,
con escolta de quinientos caballeros. Tuvieron noticia de eslo los cris-
tianos de la frontera, y luego salieron en gran número y pusieron dcrtss
celadas en el camino por donde debian pasar. Descubriéronlas algunos
campeadores , y avisaron de ello á los caudillos de la recua , y se toma-
ron , que no quisieron pasar, aunque algunos temerarios decían que sa
obligación era pasar adelante, y que era gran mengua no aventurar
una batalla por servir á su rey ; pero Aben Alahmar aprobó la deter-
minación prudente de los arrayazes , y alabó la valentía de los jóvenes
que iban en la escolta. Poco tiempo después , como sospechaba Abeo
Alahmar, cercaron los cristianos la ciudad de Jaeo que tenia por él Abu
Omar Aly ben Muza de Cordel, caudillo de la cabialleria , varón muy
esforzado, y de quien el rey mas.confiaba. Este caudillo defendía bien la
ciudad, y los cristianos como eran muchos corrieron la tierra talando
las huertas , vifias y olivares sin dejar cosa que no estragasen , y ar-
paron la fortaleza de Alcalá de Aben Zay de , y quemaron y destruyeron
á lUora, robando ganados y aldeas , y matando y cautivando hombres,
mugeres y niños. Salió el rey Aben Alahmar contra ellos con cuanta
gente podo allegar y peleó con extraño valor en Hisn Bolallos, que está
doce millas de Granada. La batalla fué muy sangrienta; pero como k
mayor parte de la gente de Aben Alahmar era allegadiza y poco acos-
tumbrada á las armas y horribles combates , decayeron de ánimo y co-
menzaron á huir y desordenaron y llenaron de temor aun á los buenos
caballeros , de manera que le fué forzoso ceder el campo , y patkdó
notable matanza en la retirada. Sobrevinieron grandes lluvias y crudo
temporal ; pero no por eso desistían los cristíanos del porfiado ceno^ y
era tan penoso que ni los de la ciudad ni los cercadores descansaban una
hora : de dia y de noche se daban combales y rebatos. Conociendo el rey
Aben Alahmar el Gnus propósito y constancia del rey Ferdeland , que
baUa jurado no levantar su campo hasta tener en su poder aqndla du-
dad , tomó una resolución extraña, y con gran confianza se fué al campo
del rey de los cristianos, y se puso bajo su fe y su amparo, didéndole
t ikbftr diee qae mwtfA MMtr» Ú Cisco iftoi l&ftpmf^J )pn éa cüa oenifos ülm dt
DE LOS ÁRABES Blf ESPAÜA. 553
qotéoera, y qoeseponia en sus manos con cnanto tenia^y le besóla
mano en señal de cí^ediencia. £1 rey Ferdeland no qniso qne Aben
Alabmar le excediese en generosidad y confianza , y le abrazó y llamó
su amigo , y no le quiso tomar nada de lo sayo , contento de recibirle
por 8tt vasallo y que fuese dueño de todas sus tierras y ciudades : con-
certó que le pagase cierta cantidad de mitcales de oro en cada año , que
fuese obligad á servirle con cierto número de caballeros cuando le lia*
mase para dguna empresa , y de ir á sus cortes cuando le convocase ,
como hacian sus grandes y ricos hombres. Asimismo pidió Ferdeland
que hubiese presidio de cristianos en Jaén , y que se tuviese aquella
ciudad como en rehenes por sus caudillos. Firmáronse estas avenencias
en el campo delante de Jaén el año 643 (1245), y luego se despidió Aben
Alahmar del rey Ferdeland, que le hizo muchas honras. Partió luego á
Granada llevando ea su compañía al ivrali de Jaén Aben Muza , y le dio
el mando de la caballería. Detúvose ocho meses en Granada continuando
las obras y fortalezas principiadas , y al fin de este tiempo le vinieron
cartas del rey Ferdeland de Castilla de cotno quería ir contra Sevilla ,
y esperaba que el rey Aben Alahmar le acompañase en aquella jornada.
Luego previno á sus caballeros los que pensaba llevar en su compañía ,
y todos dispuestos salió de Granada con quinientos caballeros , gente
muy escogida, y juntos con los cristianos entraron la tierra de Sevilla
y su aljarafe y ocuparon la fortaleza de Alcalá de Guadaira , que como
primicia de la expedición dio el rey Ferdeland al rey de Granada. Ex-
tendieron los cristianos sus algaras hasta Carmona , donde estaba Ábul
Hasan , hijo de Abu Aly , que defendió la tierra y la ciudad con mucho
valor, y como entendiese que el intento de los cristianos era ir contra
Sevilla dejó encargada la ciudad á un esforzado alcaide , y con la mas
gente que pudo se fué á meter en Sevilla para defenderla , y lo mismo
hicieron otros caudillos de orden de su vali Cide Abu Aldala, príncipe de
los Almohades , tío de Abul Hasan , que estatw en Sevilla. Llegaron las
talas basta Jerez , y arrasaron huertas, viñas y olivares , y cuanto ha-
bía de puertas afuera. Los muslimes veían estos estragos con tanto
dolor que mas querían rendirse y vivir tributarios délos cristianos , que
mirar taladas y destruidas las huertas y plántales que con tanto cuidado
y trabajo cultivaban. De esto procedió que los de Carmona y Constan-
tina obligaron á sus alcaides á enviar sus mandaderos pidiendo al rey de
los cristianos que los recibiese por sus vasallos, y no permitiese que les
destruyesen sus haciendas. Lo mismo hicieron los de Lora por consejo
de los caballeros de Granada , y entregaron su castillo. Acaeció que los
cristianos atravesaron el Guadalquivir por ciertos vados, y sin cono->
cimiento del terreno se metieron en los tremedales y pantanos, y vién-
dolos allí anbarazados salieron contra ellos los de Cantillana y les cau-
saron gran daño que no se podían mover bs caballos ni hacian cosa de
provecho los caballeros, pero acudiendo mucha gente de infantería los
encerraron en su pueblo. Los cristianos deseosos de vengarse cercaron
el lugar y lo combatieron con mucha porfía hasta entrar en él por fuena
y lucieron horrible matanza en los infelices vecinos. Veta estas cosas
554 mSTOMA DB L4 BOmUAGIOII
Abett Al^hmar con niiidio dolor, j habló sobre dio d rey FferMaiid
rogándole qae ordenase á su gente que en todos los pueUog y fortaleías
se osase primero de persuasión, y cuando no se aviniesen nt atendiesen
razones se podia usar de ia fuerza , sin comprender nunca en tales vio-
lencias á los ancianos, niños y mujeres, y á cuantos se orreciesen ren-
didos y desarmados. El rey Ferdeland aprobó su consejo , f el mismo
Aben Alahmar escribía cartas , y enviaba sus caballeros á los pueblos
para aconsejarles lo que bien les estaba, y por este medio evitó muchas
desgracias, y mucha efusión de sangre. El primer pu^k> que se rindió
ásus insinuaciones fuéGutlIena. Luego pasaron acercar la fortaleíade
Alcalá del rio que defendía un esforzado caudillo llamado Abnl Xetaf,
que salió con sus caballeros y dio un rebato sangriento á los cristianos,
y les causó mucho desorden y gran matanza , y lo pasaran todavía mas
mal los cristianos si no llegaran tan á tiempo los caballeros granadinos j
el rey Aben Alahmar, gente que no cedían á ningunos del mondo en
revolver sus caballos y manejar la lanza , y con este socorro vencicroa
á los de Abu Xetaf y los obligaron á tornar brida. Los crisltanos y los
granadinos los cargaron tan bravamente que no les dejaron camino pan
tomar á la fortaleza y se acogieron á la ciudad de Sevilla. Entono»
Aben Alahmar persuadió á los de Alcalá que se pusiesen en manos dd
rey Ferddand , que él allanaría y facilitaría que los recíbicso bajo su fe
y amparo , y asi lo hicieron ellos, y le entregaron su fwtalexa.
CAPITULO VI.
Cerca el rey FerdeUnd á Sevilla , y la toma después de diei y ooho meses de sitio. Sa muerte.
El rey Alfonso conquista varias ciudades.
Tenido el año 644 (1246) se puso cerco á Serilla por mar y por tierra.
Los de la ciudad, que tenían buena y florida caballeria, daban continiios
rebatos á los cristianos que estaban acampados á una y otra banda dd
rio. £1 rey Aben Alahmar estaba con su gente cerca de Hasnalfarag, y
delante de la puerta del alcázar : allí había muy reñidas y sangrientas
escaramuzas con la caballeria de Algarbe que acaudillaba Mohamad ,
señor de Niebla, y dio ocasión á grandes proezas y hechos maraTüknos
de armas de parte -de Aben Alahmar y de sus caballeros , y los mas es-
forzados caudillos cristianos los yeian con admiración y euTidia , y d
mismo rey Ferdeland estaba muy pagado del buen servido y irálor de
Aben Alahmar y de sus caballeros. Hubo también sangrientas batallas
entre las galeas y gente de mar de los crbtianos y de los musUmes , j
morian muchos de cada parte y se hundían unos á otros loa barcos con
cruel porfía. Los del castillo de Atra^ana salian muchas reces á pelear
con los cristianos, y en suma por todas partes se combatía y defendía h
ciudad con mucho talor.Diezyocho meses habían pasado kxs cristianos
en el cerco cuando Aben Alahmar propuso al rey Ferdeland que pan
estorbar los socorros y mantenimientos que entraban en la ciudad con-
fiE LOS ÁRABES Eft ESPAÑA* 555
Tenía quemarles sus nayes y cortarles la comunicación con Atrayana.
Parceló bien al rey este consejo, y se dispusieron máquinas y mistos
ÍDcend!aríos de ollas de alquitrán para quemar las nares , y asimismo
se prepararon dos grandes naos de carga, que llevadas con ímpetu del
Tiento y del corriente del rio y de su propio peso , fueron á dar en la
mitad del puente de encadenadas barcas que servía para comunit;arsc
los de la ciudad con los de Atrayana y su castillo , y con su fuerza é
ímpetu rompieron las fuertes cadenas de hierro que trabábanlas barcas,
y se inipidió que los cercados se ayudasen como antes.
En tanto que en Sevilla continuaba el cerco con tanta constancia , los
cristianos acaudillados del conde de Barceluna pusieron cerco á la ciu-
dad de Játíva , y la cercaron y combatieron con todo género de máqui-
nas é ingenios . y la apretaron tanto que el wali de ella Yahye ben
Ahmed Abúl Husein trató de entregarla con las mejores condiciones
posibles ; pero siempre fueron ruines , ni se podía esperar sino muerte
íi abatimiento de los pérfidos y fraudulentos tratos del Barceluni. Ofre-
ció que dgaria á los vecinos en sus casas y dueños de sus bienes , y en
el libre uso de su religión .- entró en la ciudad en fin de la luna de Safar
del año 644 , y poco después echó de la ciudad y de sus cercanías mi-
llares de muslimes , que se esparcieron por diversas partes pobres y
miserables, y el que esto escribe * vio al wali Yahye y á su arrayaz Abu
Becar andar tan desgraciados que vivían á espensas de sus amigos er-
rantes por toda la tierra. Al principio del año 645 murió en Lorca el
wali de aquella ciudad Muhamad beh Aly Abu Abdala , hombre vir-
tuoso y muy político que procuró á los de Lorca muchos beneficios ,
abrió acequias de riego, labró casas de expósitos para pobi*es y peregri-
nos, y en las guerras de Murcia se distinguió por su ingenio y valor,
y favoreció la entrada de Giomail en aquella tierra , engañando á los
cristianos que estaban de presidio en Murcia.
£n el campó de Sevilla continuaban los horrores de la guerra : los
cristianos entraron en Gules , y quemaron el arrabal de Ben Alfofar, y
el de Bab Macarena fué robado y hubo en ello mucha matanza : los cer-
cados todavía se defendían con mucho valor con tiros y máquinas ex-
trañas, que algunas lanzaban cien tiros, y los dardos que arrojaban de
ciertas máquinas salían con tal fuerza que pasaban de un lado á otro los
caballos, aunque estuviesen armados : los cristianos combatían con
igual empeño y guardaban las entradas de la ciudad porque no entrase
provisión en ella. Durante este largo cerco el año 645 (1247) los musli-
mes que vivían en el reino de Valencia no pudiendo sufrir las cargas y
vejaciones de los cristianos , cansados de su abatimiento y servidumbre,
se retiraron asi de Valencia como de otras ciudades y aldeas , en espe-
cial los que no eran muy ricos, y llevados de la fama del buen gobierno
y seguridad que gozaban los granadinos , pasaron muchos á tierras de
Aben Alahmar, que dio orden para que se les acogiese y tratase como
sus desgracias pedían, y les concedió exenciones de tributos por ciertos
* Alabar Alcodai de Valencia.
S&6 HISTORIA DE Li DOMÜfiíaOll
afios , procurando aliviarlos por todos medios y ganar útiles Tednoa que
acrecentasen con el tiempo hs riquezas y fuerzas del estado.
Los de Sevilla fatigados del largo cerco y sin esperanza de que les
fuese socorro de ninguna parte, trataron de rendirse á la necesidad , y
propusieron sus condiciones por medio de los alcaides , y el rey Ferde*
land les concedió cuanto le propusieron , tanto deseaba el verse dneno
de la cabeza del estado. Las condiciones de la entrega fueron : que los
muslimes pudiesen quedar en la ciudad y vivir en ellaoon toda libertad,
gozando de sus casas y posesiones seguramente , sujetos solo al mode^
rado tributo que solian pagar á sus reyes por Zunna y Xara : que los
que no quisiesen permanecer en la ciudad tuviesen libre disposidon de
sus cosas, y tiempo conveniente para salir de la ciudad y de su tierra :
que durante un mes se les diese por los cristianos á los que desde luego
quisieron partir acémilas por tierra , si querían ir por tierra , j naves ,
si querian pasarse á África ó á otra parte donde les pareciese. Al vrafi
Abul Rasan dijo el rey Ferdeland que bien podia quedar en SeviDa y
en cualquiera parte de sus estados , que le daría con que viviese á su
placer ; pero luego que entregó las llaves de la ciudad el dia 12 de
Xaban del aik) 646 (1 248), * en el mismo dia se embarcó y pasó á África.
El rey Ferdeland ocupó el alcázar, y sus caudillos las fortalezas de la
ciudad y sus cercanías. Comenzaron luego á salir los muslimes de
aquella populosa ciudad , muchos aceptaron la protección del rey Abeo
Alahmar y se fueron á tierra de Granada, otros á lo de Jerez y demás
ciudades y al Algarb^ , y pocos pasaron á Ceuta con los Almohades. Asi
acabó el imperio de estos principes en Sevilla , y los muslimes perdie^
ron esta hermosa ciudad : sus torres y mezquitas se llenaron de cruces
y de Ídolos , y se profanaron los sepulcros de los fieles muslimes. El rey
Aben Alahmar se despidió del rey J^erdeland , que quedó ocupado en
repartir las tierras y casas de los muslimes á sus caballeros. Tomóse
Aben Alahmar mas triste que satisfecho de las ventajas de los cristianos,
que bien conocía que su engrandecimiento y prosperidades produdrian
al fin la ruina del estado de los muslimes , y solo se consolaba coa es-
peranzas que su imaginación le ofrecía, de que tal vez tanto poder y
grandeza mudando de señor se arruinaría y caería de su propio peso,
confiando en que Dios no desampara á los suyos. El dia de su entrada
en la ciudad fué un dia de gran fiesta , todos salían á ver á su rey y re-
sonaban las aclamaciones por todas las calles. Dedicóse Aben Alahmar á
fomentar la industria y aplicación de sus vasallos , concediendo premios
y exenciones á los mejores labradores , yegüerizos , armeros , tejedores
y guarnidoneros. Asi florecieron las artes en sus estados, y la tierra qw
de su natural es feraz con el buen cultivo se hizo feracísima , protegió
mucho la cria y fábricas de seda , y llegó en Granada á tanta pcrfecckm
que aventajaba á las de Siria. Se beneficiaron minas de oro y plata j
de otros metales , y cuidó mucho de que sus monedas deoro y de piala
fuesen bien cendradas y hermosas. Tomó por armas escudo campo de
DE LOS ÁRABES EN ESPAÍU. 557
plata , banda diagonal azul , y en ella escrito en letras de oro : Ze ga^
lib ilé Alá : no es yencedor sino Dios , porque sus pueblos le solían
saladar con el titulo de galib, vencedor, y él replicaba : fya le galib
Ué Alá, j no bay mas vencedor que Alá \ los extremos de la banda del
escudo en bocas de dragones. Esta misma empresa llevaron siempre sus
descendientes aunque variaron los colores del escudo, y solían ser rojos ,
azules y verdes , y lo mismo variábanla banda; pero todos conservaron
la empresa de Aben Alabmar. Puso sabios y virtuosos maestros á sus
tres hijos : el mayor se llamaba como él Mubamad, el segundo Aben
Fargía , y el menor Juzef : y en los ratos en que estaba ocíos<i él mismo
los instruía. Gustaba de leer historias y de oirías contar á su ruya ó
contador de hadizes , y se entretenía mucho en sus jardines , y cultivaba
plantas aromáticas y flores. Principió la obra grande de la Alhambra y
él mismo dirigía la obra y andaba enU*e los alarifes y arquitectos muchas
veces. Sus principales consejeros eran Abu Meruán Abdelmelic Juzef
ben Senanid , natural de Jaén , y de las mas ilustres casas de aquella
ciudad, este fué su primer wazhr : Aly ben Ibrahim Asaibani Azadi , na-
tural de Granada y muy noble y rico en ella, era su segundo wazir:
Muhamad, hijo del wazir Aly, era su alcaidey capitán de su guardia .- el
wali ó principal caudillo de sus tropas era Abu Abdala Muhamad Arra*
mim , y el padre de este Muhamad era su almirante , ó caudillo de mar t
Aben Muza era alcaide de su caballería, y secretario de su mezuar ó con-
sejo Tahye ben Alcatib de Granada. Tenia ademas otros tres alcatibes ó
secretarios para órdenes y cartas, Abul Basan Aly Arrayni, Abu Becar
ben Chatab y Abu Omar Juzef ben Said Alyahsi de Loja : los alcadies ó
jueces de corte eran siete ; los mas célebres de su tiempo fueron Abu
Amer Yahye Alascbari , Abu Abdala Muhamad Alansarí , célebre ju-
risconsulto como acreditan sus obras, Abu Abdala el Tamimi de los
Asalamies de Loja ; este era cadi de lo criminal : Aben Ayadh ben Muza
el Yahsabi , Aben Adha , Abúl Casem Abdala ben Ahí Amer, Aben Fat
d conocido por Alasbaron de Sevilla.
En tanto que Aben Alabmar gozando de la paz que con los cristianos
tenia fomentaba la agricultura y las artes en su reino , y hacia venturo-
sos á los que Vivían en sus estados, el rey Ferdeland de Castilla, el con-
quistador de Córdoba y de Sevilla, cedió al irresistible decreto de Dios ,
tan alto es , que llegó en la noche dd día Giuma 21 de la luna de Rabio
primera del ailo 650 (1252). Luego que Aben Alabmar tuvo esta noticia
envió sus mensageros al rey Alfonso para darle el pésame, y al mismo
tiempo envió sus cartas para renovar con él sus tratados de paz y alianza
en los mismos términos que las habia tenido con su padre. Ú rey Al-
fonso vino en éDo y le agradeció su cumplimiento. Era este rey de los
cristianos muy generoso , muy sabio , y de mucha bondad y nobleza en
todos sus bedios. No pasaron dos aik» cuando este rey escribió al de
Granada que pensaba entrar la tierra de Jerez y del Al^be, y queria
que le enviase de sus caballeros , ó pasase él mismo á servirie y acom-
pañarle en esta expedición , y añ lo hizo aunque en su ánimo lo sentia ,
7 en esta ooQsiOQ solía dedr i sos caballeros t i Qoé angosta y miseraUo
¿5» HISTOPU PE hk JDOXmAOOrf
seria nuestra vida si no fuera tan dilatada y espaciosa nnestra esperaioa!
Juntas las fuerzas del rey Alfonso con las de Aben Alahmar eotf aron
la tierra de Jerez, y pusieron cerco á la ciudad. Los primeros dias sa-
lieron los caballeros jerezanos y Almohades á dar rebatos y escarama-
zar con los del campo , y como de ambas partes había muy gentQes
hombres de á caballo , era cosa de ver cuan bien peleaban. Todos k»
dias se disting^Qieron los granadinos en la destreza y facilidad derevolTer
sus caballos, entrar y salir entre sus enemigos: asi que, losjerezanoi
tenían poca ventaja en estas ocasiones. Los vecinos porque no les tala-
sen sus huertas, viñas y arboledas, obligaron al valí de la dudad Abea
Ubeid, que estaba en el alcázar, áque concertase sus avenencias coa 1m
cristianos. £1 wali desconfiado de humano socorro trató de entregar la
ciudad , y ajustó con el rey Alfonso sus condiciones, que permitiese
salir libres con sus riquezas , oro, plata y vestidos á los vecinos queno
quisiesen permanecer en la ciudad , que los que gustasen morar en dh
quedasen seguros y libres para tomar el partido que bien les estariese^
que no se les privase de sus casas y posesiones, y se les tratase comi
los otros sus vasallos : que se diese seguro para todos los Almohades f
sus familias : asi fué asentado y firmado , y se entregó la dodid
ano 652 (t 254}.
Puso el rey Alfonso en el alcázar á un caudillo muy erforzado <iae se
llamaba don Gomis, que era délos más nobles de su corte : lo^ bé
contra las ciudades de Arcos, Sidonia y Nebrisa, y dejando en el cerco
á su hermano Anric se partió el rey Alfonso á Sevilla , y Aben Alahmar
á Granada. £1 príncipe Anric forzó estos pueblos á rendirse ooo las
mismas condiciones que Jerez. Poco después de estas oonqubtas este
principe Anric tuvo desavenencia con su hermano; hay quiea díeeqoe
por rivalidad de amores , y siéndole forzoso salir de la corte de Alfonso,
envió sus cartas al rey Aben Alahmar con quien habia trabado intioa
amistad para acogerse á Granada ; pero el ^y Aben Alahmar por ex-
cusar disgustos con Alfonso le respooíidió con un caudillo de su oMifiaiua
que pasase á África , y le dio cartas para su amigo el rey de Tnnezea
que le encomendaba que le tratase como á su propia porsona. El jfí^
cipe Anric tomó su oonsqjo y sus cartas y pasó á Túnez , donde fiíéred-
bido con mucha honra y hospedado en la casa del rey y ^tadocomosa
valor y nobleza requería.
CAPITULO vn.
ConeiertodelMmasUiiiesGOBlra Alfonáo.8ele rebelan, y inatanJngciitasyfM loe
aoomete laegp.
Dos anos habían pasado después de la conquista de Jerez , coando d
rey Alfonso escribió á Aben Alahmar que le ayudase para la gnern
del Algarbe, que trataba de echar de £^iia á los Almohades sos co-
munes enemigos , y así el rey de Qranada pasó al punto sus órdenes a
tos de Málaga p»i;agii^ fuca^n coüeUey Alfonso á.la guaqua, y el wali
PE U)8 MUB£$ £M £SPiJ[A. 5S9
de Hákfa, que em de los Baiii Esealiola, juntó sus caboUerosyse unió
COD ím del rey Alfonso y pusieron cerco á la ciudad de Niebla , y oor-
rieroB toda la tierra de Saltis , en donde era wali Aben Muhamad , cau*
díllo de loa 41>Bobadea; La ciudad era fuerte, sus muros altos y bien
torreados, todo de piedra muy bien labrada, y en ella había mucha
gente de guerra, que liaciau calidas y rebatos á los del campo , y resis-
tían los combates , y lauzaban piedras y dardos con máquinas , y tiros
de trueno con fuego : así que, el cerco fué muy largo , y á los nuove
meses cansados los de la cáudad y apuradospor fsdta de (nrovi^ion, vienda
que de ninguna parte esperaban socorro, persuadieron á Aben Ufaeid
que oonoertaae su» avenencias con el rey Alfonso , y A mismo salió á
tratar de ellas con el rey, que fué tan generoso que no le negó cosa que
le pcopuso. GoQiprendióse en esta avenencia la entrega de toda tierra
de Algarbe , y el rey Alfoqso dio al wali muchas tierras en que pudiese
vivir, y entre oirai» la Algaba de Sevilla y la huerta del rey con sus
torres , y ademas la décima del aceite de su aljarafe , que hacia una
cuantiosa reuta. Este fué el precio en que se dio ¿ los cristianos la ciu*
dad de Niebla , Uuelba , Gebaloyún , Serpa , Mora , Alhaurin , Tabira ,
Far, Laule, xiuiboa, y casi todo el Algarbe , tierra rica , muy bien po-
blada, y fortalecida , de ameno y delicioso temperamento : acabó esta
conquista el año 655 (1257).
Aben Alahmar en este tiempo recorrió sus tierras , visitó lo^as sus
taas, y fbrüQcó los piteblQS de siu fronteras , que ya veía que seria
ooM difícil que durase mucho tiempo su amistad con los cristianos, pue»
siendo naturales enemigos, con leve ocasión se mueven á dañarnos,
que nunca el Mintió m bi eoloquinta ^ dejaron su amargura, ni se
debe espemur qw bi zarca produzca uvas. Estuvo algún tiempo en ús ciu«
dadea de Goadix, Málaga, Tarifa , y Algecira, y reparó los muros de
Geballaric , y estando allt llegaroa á visitarle cimrtos caballeros musiimea
de Jerex, <lte Arcos, deSideoia, y lambiea de Murcia, y le díreciero»
que tomariaii su voz y le reconooerian por su rey si les ayudaba á sa^ur
djr el duro yugo de servidumbre que los cristianos les habían puesto.
Ofrecpóks el rey que les respondería oon brevedad , y se tornó á Gra-*
nada coa loa walies Abu AUiac y Abu Bacar, vrazir de Murcia, y luego
juntó aa oooseío y coasulló el negocio coa sns waziresy consejeros , y
loa Boas fueron de parecer que se debía ayudar á sus hermanos, y que se
Fooipíese la paz con el rey Alfonso, que su engrandecimiento, era ya
muy de temw, y que en esta guerra todoa los ñÁs seguirian sus ban-
deras. £1 rey Aben Alahmar les dabó su buen celo y les puso delanle
loa peligros é áiconveoieates de la guerra abierta coi^rael rey Alfonso,
j les d^o que seria bueno favorecer á los de Murcia, pero con disi^
mulo : que la cercanía de la tierra heilitaba d ayudiatrlcs, y que al
aaismo tiempo los de Jerez y de Algarbe suscitasen su IcvanlaBuentOr
que ai el rey Alfonso dividía sus fuerzas y atcoeion se podía e8))erar que
le eaviase á pedir elaeosUuabradosf^^iciayeralaooaaiQadenegarsa
% 1C«tadaanitrfBtiBiaiD.
1
560 mSTORU DE LA I>OM«ACIOII
con cnalquieni pretexto, y que la amistad se rompiese á las claras por
sa parte : que entonces los de Granada le oorrerian las tierras y harían
mncho dado á los cristianos , y ayudarían á sus hermanos. Aprobóse
este parecer, y se escribió á los de Jerez y de Algarbe y á los de Murda
para que todos se alzasen en un mismo dia, y echasen de sus ciudades á
ios cristianos que estaban de presidio en elias. Los principales motores
de esta revolución , para animar á sus pueblos, les hicieron creer que d
rey de Granada los habia ya tomado bajo su fe y amparo, y que al
mismo tiempo entraba en tierra de cristianos hadénd^es sangrienta
guerra.
No fué menester mas para que el bárbaro pueblo se acaloraae, y m
otra consideración , ciego y amigo de noredades y yenganzas , tomó hs
armas y alzó el grito, y aclamando á Muhamad Aben Alahmar aoone-
tió á los cristianos. En el mismo dia fué él movimiento en Murda,
Lorca, Muía, Jerez, Arcos, Nebrisa y otros pueblos, matando y ediando
ftiera de las fortalezas á los cristianos que las tenian. En Jarez hubo
gran matanza. £1 conde don Gomis defendía con extrafio valor A aká*
zar. Toda su gente estaba ya muerta , y él mismo cubierto de sangre y
lleno de heridas peleaba como un león ; pero atropellado del gran nú-
mero de sus contrarios cayó y murió desangrado. Gcxno la reaialeQ-
cia de los cristianos que tenian el alcázar de Jerez fué tanta , y por
todas partes se apellidaba al rey Aben Alahmar, los i^alies de Tarifa
y Algecira se vieron obligados de la plebe á salir con gente en ayuda
de los de Jerez, y se entró en el alcázar con la vkritenda que ded«
mós. Fué este movimiento en el afio 659 (1261). Q ejemplo de la re-
belión cundió en aquella tierra y muchos pueblos recobraron su li-
bertad, y se vengaron de los cristianos que los tiranizaban, las de
Murcia fueron socorridos de gente de Granada y consiguieron so li-
bertad. El rey don Alfonso de Castilla luego envió sus caudillos á to-
das partes , y envió al rey de Granada para que le fuese á servir en
lo de Murda. Aben Alahmar se excusó con motivos de religión y de
política, y todavía dijo que para cumplir con sus pudrios le seria
predso no estarse ocioso en aquella ocasión : ari romirió la anns-
tad que tenia con el rey Alfonso en términos de poder' volver & ser su
amigo si fuese necesario, que no lo deseaba en su corazón. Uiego se
dispuso para la guerra, escribió á los alcaides de las fronteras y aper*
cibió su caballería. El rey Alfonso poco satisfecho de su respuesta díé
orden á sus fronteros para que tratasen á los de Granada como á enemi-
gos , y ellos antídparon las hostilidades. Con esta nueva safio Aben
Alahmar de Granada y corrió y taló los campos de Alcalá de Aben
Zayde. El rey Alfonso salió con su hueste y se encontraron á la yista de
aquella dudad. La pdea fué sangrienta, y los caballeros zeneles que
aeompaüaban al rey Aben Alahmar le dieron este dia la honra dd
eampo. Fué esta batalla de Alcalá de Aben Zayde en d año 660 (1^69).
Después cada dia habia escaramuzas y reencuratros con varia snerle,
sin que acaedese fiíng^inji señalada victoria. El rey Alfimso envió sos
lucgorai caudillos á sojuzgar á los rdieldes de Algíoiie, y entre laoi»
D£ LOS ÁRABES £1^ ESPAÑA. &6Í
Aben Alahmar talaba con súbitas algal^s todas las fronteras de los ci*is-
tianos robando ganados y cautivando gente. Para acudir á los de Mnr^
da que imploraban su auxilio allegó mucha gente de á pié y de á caba-«
' lio , 7 los armó y dispuso y repartió las compañías y señaló los caudillos
de ellas. En esta ocasión porque babia distinguido á cierlos caballeros
zenetes v cegries ódo la frontera se ofendieron tres nobles walics que
eran de los £ksQÍ Éscaljola : Abu Mubamad Abdala , gobernador de Má«
laga , Abul Hasan, wali de Guadis, y Abu Ishac, wali de Gomares, y al-
gunos otros que eran de su bando , y se excusaron de pasar con él en
esta jomada de Murcia diciendo que hacían falta en sus ciudades. Disi-
muló Aben Alafamancon ellos y les permitió que partiesen á sus go-
biernos , pero esta suaridad y disimulo no pudo curar la< llaga que esto^
walies llevaron en sus corazones. Aben Alahmar antes de partir á la
guerra , considerando la incertidumbre de las cosas humanas , por si la
muerte atajaba sus pasos , y también por ^ejar mayor autoridad que le
representase en su ausencia, quiso declarar á su hijo el mayor futuro
sucesor del trono , y socio en el gobierno : y le hizo jurar y proclamar,
y que se añadiese su nombre á la chotba pública en todas las aljamas del
reino : esta jura del sucesor de Aben Alahmar fué en principio del
año M2 (1264). Losv^aliesde Málaga, Guadis y Gomares fueron los
tiníoos que no se esperaron á la fiesta.
Los tres walies de caaam acuerdo enviaron sus cartas al rey Alfonso
declarándose por sus vasallos , y acogiéndose bajo su fe y amparo , ofro-
ciéndolc salir contra el rey de Granada y no hacer con él nunca paz ni
treguas sin su consentimiento , y que el rey Alfonso tenia de ayudarles
y defenderies en las ocasiones que con él tuviesen. Holgó sobremanera
d rey Alfonso de esta embajada , y les prometió en todo su fiiv(N* y
ayuda , y les propuso que sin tardanza comenzasen á guerrear contra el
de Granada , que de ello pasaba noticia á todos sus fronteros para que
los tratasen como á sus apazguados y buenos scHrvidores. Los walies lo
hicieron como lo tenían en su corazón , y esparcieron sus algaras en b
tierra de Granada. Esta diversión estorbó al rey Aben Alahmar la ida
de Murcia , y el rey Alfonso pudo mas á su salvo hacer la guerra á los
levantados de Andalucía y de Murcia. Puso cerco á Jerez y la comba-
tió y estrechó por largo tiempo, corriendo durante el cercólas tierras y
fortalezas cercanas , y al fin de cinco meses de sitio los muslimes de
Jerez se entregaron por avenencia salvas solamente his vidas, y asi los
echó fuera de la ciudad que se quedó despoblada , y todos sus morado^
res se esparcieron en pequeñas taifas por diversas partes de Andalucía ;
todos iban pobres y miserables, muchos pasaron á lo de Granada , y
otros se embarcaron y fueron á África -. Málaga y Algecira sirvió de
asilo á estos infelicea t fué esta despoblación de Jerez el año 663 (1365).
También se entregó Sidonia , Rota, Solncar, Nebrisa y Arcos, y de to^
das salieron los miserables moradores sin otra cosa que sus personas ,
y los mas se acogieron al reino de Granada, de suerte que Aben Alah-
toPT por una parte perdía la tierra, y por otra acrecentaba su pobla-
cfCo« Dividió su Iraestc con teimo de ayudar á los de Murcia que se
^ HISTORIA DE LÁ POmNAaON
mantBQian y defendían bien, y con la cdiaUeria de Granada sáU6 &
mismo contra Iob do Gnadis y fronteras de Jaon , y con este can^ vo-
lante 4 tpdo» atendía y en todas partes se hallaba*
CAPiTüu» vni.
Elfej GácaiB y el rey Alfonso soUeilan OAda udo la conquUU de Morcia. Inlriguy awBeacitf
«obre etlo. DeMveuencia enU e Alfonso y Aben AUlunar.
Vinieron contra Murcia los del rey Gacnm qne pretendían hacer &ia
conquista por su parte, y el rey Alfonso también envió sus cabalieros
pretendiendo ganar aquella tierra que era su primera conquista, ; ha-
cer rey de ella & su hermano don Manuel , á quien mucho amaba. EsU
competencia estorbaba sus intentos , y se acordaron los dos reyes ea que
el principe don Manuel casase con la hija de Gacum , y asi estaban coq-
venidos. La reina lolant , muger de Alfonso, era hija de Gacum y ber-
• mana de la que se destinaba para reina de Murcia y lolant era vana j
envidiosa y no tan bella como su hermana, y sentía en d alma que
aquella conquista shr viese para coronar á la que aborrecía : así que, ui
perdonó diligencia para estorbarlo, y escribió al rey de Granada coa
grande ínteres de restituir la paa entre ambos estados, rogándole que
propusiese al rey Alfonso unas paces que les facilitase á loa dos el logro
de sus deseca , que el rey de Granada allanaría ¿ loa walies que habiao
dejado su obediencia, y el rey Alfonso acabaría de reducir á losrd3dde$
de Murcia. Al mismo tiempo hizo entender al rey de Granada qoe sos
intentos eran estorbar que Gacum ni alguno de su casa fuese dueóo de
Bílurcia por satisfacer ciertas vengannu domésticas en que ella leo».
sumo interés. £sta^ cartas y la confianí^ y conodmiento que Atxn
Alahmar tenia del que las había traído , hicieron que sin dudar na ponto
enviando sns gentes á Murcia , escribiese al rey Alfonso conforme á Iüs
deseos de la reina , y á esta ofreció que haría cuanto pudiese en sa ser-
vicio. £1 rey Alfonso aprobó los partidos de Aben Alahmar; sin em-
bargo le convidó á unas vistas en Alcalá de Aben Zayde para tratar sui
cosas t al mismo tiempo hizo entender á los walies que no los abando-
naría aunque para sus cosas le conviniese hacer pacea coo Abea Ahli-
mar. Señalaron día y ambos reyes se hallaron en Alcalá , y se trataroa
con mucha confianza,
Después de largas pláticas concertaron amistosamente que d rey Abes
Alahmar y su hijo el amir sucesor del estada renunddian h toda preteo-
iion y derecho qne creyesen tener á lo de Murda, y por su parto A
rey Alfonso no ayudaría ni ampararía á los vraUes de Málaga, Gaadte j
Gomares para quo pudiese Aben Alahmíir reducirlos á su obedi^iciir
y el rey Alfonso ofreció procurar por si la avenencia y allanamienlo, J
|Mdió por ellos un ano de tregua durante el cual si no conseguíaquesf
aviniesen con el rey de Granada los desampararía pava queá su salvo to
sojúzgate : que el reinode Murcia «piedaria en obedimcta del rojde
DE LOS ÁRABES £N ESPAÑA. 56$
CasiSky y siempre unido á ella i pero qae se habia de dar en tenencia á
un príncipe muslim que lo gobernase según su^ leyes y costumbres, y
que no se exigiese á los moslimes otro impuesto que el de la décima que
soúan pagar de todos sus bienes , y de esto la tercia parte, fuese para
mantenimiento del rey : asimismo se concertó que se perdonaba á los
walies y demás cabezas de la rebelión ; pero que saldrían desterrados del
reino de Murcia el wali Abu Alhaki y los iirazires Abu Bekre, Abu
Adha y Abu Amra Aben Galib. Que Aben Alahmar en vez del servicio
de la caballería que tenia de hacer al ^ey de Castilla en tiempo de guerra
le pagaría ciertas parias en cada ano, y solo acudiría á las cortes que se
tuviesen de puertos aquende : que Aben Alabmar Xacilitaria el allana-
miento de los de Murcia con las condiciones referídas. Firmáronse estos
tratos de Alcalá de Aben Zayde por ambos reyes ^ y por el amir sucesor
del reino de Granada, y por otros muchos ¿obles de la corte de Alfonso
y de la de Granada : esto en afio 664 (1264).
En tanto que en Alcalá se concertaba lapas, los caudillos del rey Aben
Alahmar saltearon una gran recua de provisiones que iba para d campo
de los cristianos, y pelearon venturosamente con los que la guardaban
y conducían. Con esta falta de mantenimientos y con los rebatos y sali-
das de kw cercados estaban los cristianos á punto de abandonar el sitio ,
y en especial por la mala inteligencia que había entre los aragoneses y
los de Castilla que unos á otros se mataban , y se alegraban mutuamente
de sus desgracias. Partió el rey Aben Alahmar á Murcia con el rey Al-
fonso, y escribió á los walies de la ciudad y de las fortalezas , y les per-
suadió que se viniesen á merced del rey Alfonso conforme ¿ lo acwdado
eu Alcalá de Aben Zayde , que era el mejor partido que se podía sacar,
. pues bien conocían que era imposible resistnr solos al gran poderío de
das reyes como eran el de Castilla y el de Aragón. Inspiróles asimismo
que pidiesen por condición de su allanamiento que no querían pertene-
cer á otro principe crístiano que al rey de CastiUa , v asi lo hicieron de
muy buen grado, y ajustaron su avenencia y entro en Murcia el r^f
Aben Alahmar con el rey Alfonso y con muchos nobles caballeros, y los
de la ciudad reconocieron por su rey y seior á Mubamad Aba Abdíla
Aben Hud ^ hermano del célebre n^ Aben Hud , que esto caballero fué
el nombrado por el rey Alfonso , que le estimaba muobo por su mode-
ración y su sabiduría. Aben Alahmar ofreció casas y posesiones en su
reino it ios walies que debían salir desterrados de Murcia y se dispu-
sieron á seguirle. £1 pueblo de Murcia estaba muy contento de tener un
rey de su propia religión y de casta de reyes , y lo mas importante de
tanta virtud , justicia y sabiduría. Asi el rey Alfonso satisfizo sugenerosa
vanidad de tener reyes por vasallos , y la reina lolant logró d triunfo
que deseaba porque su hermana no fuese reina. El rey Aben Alahmar
quedó bien con todos y se despidió del rey Alfonso y se volvió á Granada
muy acompañado.
Venido el año de 665 (1267) , escribió el rey de Granada al de Castilla
on como pensaba principiar la guerra contra los wsdíes de Málaga ,
Guadis y Gomares, pues no manUcstabw pensamiento de entrar oo su
56i HISTORIA DE LA D(»mAClOH
obediencia sino por fuerza. El rey de Castilla todavia intercedió por
dios ; pero Aben Alahmar envió sus caudillos conüra ellos. I/)s walíes
acudieron á su defensa, y al mismo tiempo reiteraron sus súplicas y
ofrecimientos al rey de Castilla para que no los abandonase. Ocuparon
los de Aben Alahmar algunos pueblos y fortaleías de los rebeldes , y el
rey Alfonso escribió al de Granada que desistiese de la guerra ó enten-
diese que la habría con él : que era menester avenirse con los walies, y
que 81 los reconocía independientes y le daba las ciudades de Tarifa y
Algezira continuarían en su amistad.
Cuando Aben Alahmar vio tal perGdta se llenó de saña y di6 orden
para allegar sus gentes y entrar en tierra de cristianos. Guando estaba
todo ¿ punto le pareció responder antes al rey Alfonso , y le cscriWó
como estaba jostamentc quejoso de que no le guardaba las posturas de
Alcalá de Aben Zayde, y ademas ahora le pedia no algún castiDo de la
frontera sino las llaves de su reino, que considerase la sinrazón que la
quería hacer, que no atendiese á malos consejos, y se acordase de obrar
conforme á la nobleza de su corazón , y á lo que su buen procedimiento
y servicios merecían t que por su parte no trataba sino de reducir á k)$
rebeldes de Málaga, Guadis y Gomares, y no entraría en tierras del
rey Alfonso en tanto que él no se mezclase en ayudarles ni favorecerles,
y esta orden tenían todos sus fronteros. Envió estas cartas á tiempo que
el príncipe Filibo, hermano del rey Alfonso , el zaim don Nunto y otros
ilustres caballeros de Castilla se desavinieron con su rey llerando á mal
sus cosas porque se dejaba gobernar mas por su muger que por su biKo
consejo , y se vinieron á Granada al amparo de Aben Alahmar^ coya no-
bleza tenian bien conocida.
edbiólos como á tan buenos caballeros se debia , y todos fueron apo-
sentados en casas muy principales y muy honrados del rey y de lodos
BUS walies y wazires, y ellos se ofrecieron á servirle en la guerra con-
tra los rebeldes, y le rogaron que excusase cuanto fuese posible el ir
contra el rey de Castilla, que solo contra él no le servían , y Aben
Alahmar alabó su nobleza, y luego partieron contra los de Guadis es
compañia del amir Mnhamad sucesor del reino. En esta guerra faícJe-
ron estos caballeros notables proezas á competencia de los mas esforza-
dos muslimes , y el rey Aben Alahmar les daba parte en las presas, y
en todas ocasiones los honraba mucho. Como tenia tan divididas sus fuer-
zas no se hacia cosa de importancia , sino talar la tierra y robar los pue-
blos , y pasaban las estaciones y los años en una guerra que no tenía fin ■
asi que, Aben Alahmar cansado de tan predijo guerrear quiso llamar en
su ayuda al rey Abu Juzef , y le escribió para que le enviase alguna
gente de caballería de Marruecos para contener la soberbia del rey d^
Castilla , y obligar á los walies de Málaga , Guadis y Gomares á scnir
á la defensa de los muslimes de España y no á su acabamiento y perdt*
cion. Estas súplicas del rey Aben Alahmar fueron enviadas el ano 670
(1272) , y los caballeros crístianos sintieron mucho que el rey quisiese
truc»* á España á los Beni Merines , y se llenaron de temor todus te crt^
llanos luego que se divulgó que vendría el rey Abu Juzef.
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 565
CAPITULO IX.
Muere Aten AUhmtf , y le sneede su hijo Mohamad 11. Vence á los rebeldes. Entrevista
de M uhamad y Alfonso en Sevilla.
Entre esperanzas y temores pas6 aquel año, y venido el sigrnienle
avisaron los alcaides de las fronteras al rey Aben Alahmar , qne los wa-
li<*s entraban la lierra con machp poder , que les enviase socorro de ca-
ballería y peones. Encolcrii^óse el rey sobre manera , y muy acalorado
dijo que luego se dispusiesen todos sus caballeros, que quería salir á
poner Gn á tan larga y desventurada guerra. Procuraron tranquilizarle,
poro no fué posible, y montó á caballo acompasado de la flor de su ca-
biilleria, y también de los cristianos que estaban en su corte, salió de la
ciudad : al salir de la puerta se rompió la lanza al primer caballero qne
iba en los adalides, y esto tuvo cl pueblo por mal agüero , aciaga é in-
fausta señal , «in que fuese mas que el descuido de no bajarla al tocar
en el arco.
A poco mas de medio día de camino se principió el rey á sentir indis-
puesto , y á Ui medía hora le asaltó un grave accidente, fué forzoso vol-
verle á la ciudad en una silla acompañado y asistido de todos los caba-
llerosast muslimes como cristianos que seguían sus banderas. La dolencia
se agravó en extremo antes de llegar á la ciudad , lijaron allí su pabe-
llón , los físicos le rodeaban sin saber qué hacer , y á pocas horas le dio
un vómito de sangre y convulsión , y le llegó el decreto de Diosa labora
de almagréb ó puesta del sol del día Giuma 29 de Giumada postrera del
año 671 (1273), y pasó á la misericordia de Dios. Hasta el punto qne
espiró estuvo á su lado el principe Filibo , hermano del rey Alfonso.
Luego se esparció la noticia de su fallecimiento, y todos lloraron la
muerte de este rey como si á cada uno hubiese muerto su propio padre.
Enterróse con gran pompa en su propio cementerio, embalsamado en
caja de plata cubierta de preciosos mármoles, en que su hijo mandó
poner este epitafio con letras de oro : « Este es el sepulcro del sultán
alio , fortaleza del Islam , decoro del género humano, gloría del dia y
de la noche , lluvia de generosidad , roció de clemencia para los pueblos,
pulo de la secia^ esplendor de la ley , amparo de la tradición, espada de
verdad, mantenedor de las criaturas, león de la gueira, ruina délos
enemigos, apoyo del estado, defensor délas fronteras, vencedor de las
huestes, domador de los tiranos, triunfador de los impíos, principe de
los fieles ,. sabio adalid del pueblo escogido , defensa déla fe , honra de
U9S reyes y sultanes ^ el vencedor por Dios, el ocupado en el camino de
Dios, Abu Abdala Muhamad bcn Juzef ben Nasar el Ansari, ensálcele
l^i€ts al grado délos altos y justificados y le coloque entre los profetas,
i u^^tos, mártires y santos, y complázcase Dios de él y le sea miserícor^
ífoso, pues fué servido que naciese el año 591 (1195), y que fuese su
r/tiisiCo dia Giuma después de la azala de Alasar á 29 de la luna Giu^
yiada postrera ano 671 (1273). Alabado sea aquel cuyo imperio no fina ,
m HMTOMA DS U DOMCfAÚON
cuyo reinar no principió , cayo tiempo no fallecerá , que no hay mas
Dio0 que ti, el misericordioso y clemente. »
Luego fué proclamado rey Muhamad su hijo con general aplauso,
paseóá caballo las principales calles déla ciudad acompadado de la flor
de la caballería , y después de acabadas las exequias de su padre note
olvidó , antes se propuso tenerle como presente en todas sus empresas ,
indtándcdey sigiriendosus ejemplos de prudencia y de virtud. E^ este
Muhamad Segundo magnifico, animoso y prudente : no hiso novedad eo
los principales empleos de la corte , ni mudó el orden y división que so
pa¿e tenia en los encargos y disüneioties , asi de paz como de gucm :
conservó la guardia que su padre tenia de caballeros africanos y ao-
daluees.
A los africanos mandaba un principe de los de Beni Merin , ó de Besi
Zeyan^ los capitanes eran nobles Masamudes , Zenetes , ó Sanhagas .
á los andaluces mandaba un principe de la casa real , ó algún candiBo
principal del reino distinguido por su valor. En esta ocasión por haber
fallecido los dos hermanos del rey era caudillo de los andaluces Abra
Muza , el mismo que tenia su padre. Amplió las pagas y distinciones así
á los andaluces como ¿ los bárbaros .- pensaban algunos cortesanos ad^
lantar su fortuna con el nuevo rey , pero desengailados con el tiempo
formaron bando de descontentos, y con pretexto de que Mnhamad des
conocía sus méritos, y que era doro é intratable, le abandonaron y se
ftaoron al partido de los rebeldes de Málaga , Gnadis y Gomares.
Ordenadas las cosas del gobierno salió con su caballería contra los re-
beldes, que hablan aprovechado la ocasión y llevaban gran presa de gi*
nadp y de riquezas que hablan robado en tierra de Oranada : acomiia-
aáronle los caballeros de Castilla y alcanzaron cerca de Antekaria á la
rebeldes , trabóse sangrienta batidla y los cristianos hicieron prodigios
de talor á competencia de los de Granada, y rompieron y deshíderoB
el ejército de los walies quitándoles la rica presa que UevalMuí , y de^mes
de haberlos perseguido algunas leguas tomaron á Granada j entraroe
en ella triunfantes. El rey Muhamad honró mucho á los castellanosyks
hizo ricos presentes de armas , vestidos , caballos y jaeces.
En este tiempo volvió de África el principo Anric , y fué la causa de
su venida que sospechó que el rey de Túnez trataba de matarle; porque
acaeció que esperando Anric al rey para salir á caza , le agnanlaha ea
un patio del alcázar. Estaba solo á la sazón , y sin saber por dóndese
halló con dos bravos leones que él rey tenia enjaulados, y el esfor-
zado caballero sacó su espada para defenderse , y los leones no le osan»
acometer , y sin turbación ni miedo se salió del patio , y avisó á los leo-
neros que los guardasen mejor. £1 rey se excusó diciendo que babk
sido acaso ; pero Anric no se confió mas y se despidió del rey y se vino
á España. Su venida llenó de cuidados la casa de su hermano d rey de
Castilla, y desaprobó el favor que daba á los rebeldes de Málaga y de
Guadls , y le dijo que debía temer que el de Beni Merin quería pasar a
España en auxilio dd rey de Granada. Con este recdo d rey Alfoi^n
hizo escribir secretamente á su hermano y á loa otros caballeros qo^
DE LOS ÁRABES EN BSPAltA. 667
estaban en Granada para qne volviesen á sos tierras y dvidasen las
cosas pasadas, y asimismo les manifestó que redbiria gran servicio en
qae tratasen alguna manera de avenencia con el rey Muhamad. Gomo
estos caballeros eran tan estimados del rey Muhamad no fué menester
mucho para que accediese á sus propuestas, biensatisf^chodelaaoUeía
7 verdad de sus seguridades, y de cuanto por su parte le ofrecían. De-
seoso de la paz do su reino concertaron unas vistas, y acompañado el
rey Muhamad de sus principales caballeros , y del principe Filipo , y del
zaim don Nunio y don Lop , y de los otros castellanos, salió deOtatiada
y entraron en Córdoba : descansaron allí ciertos dias, y entraron en
Sevilla , y el rey Alfonso salió á recibirlos á caballo con gran pompa , y
aposentó al rey Muhamad en su propio alcázar, y le hizo grandes fies-
tas, y Ip armó caballero á la usanza de Castilla , y le abrazó como amigo,
y por su mediación concertó las desavenencias que tenia con su her-
mano y con los otros caballeros ^ y todos lo agradecían al rey Muhamad,
y le atribuian todas sus satisfacciones. Era Muhamad de gentil disposi-
ción , y tenía todas las gracias de una florida juventud : juntábase á esto
SQ mucha discreción y la elegancia con que hablaba la lengua de Gas-
tilla : por esta razón se entretenía muchas veces con la reina lolánt y i
con sus doncellas , y como cierto dia hubiese entrado á visitar á la reina ,
esta le sorprendió con una impertinente súplica , qtie no esperaba Mu-
hamad tratar n^ocios de poUtica en el estado de la reina. Dijole esta
que tenia que hacerle una súplica, y esperaba que se la concediese,
poes era cosa que estaba en su mano. Muhamad con mucha cortesía y
comedimiento la respondió que le mandase. Entonces la reina le rogó
muy encarecidamente que concediese un año de tregua á los i^alies de
Málaga, Guadix y Gomares, que ai este tiempo se trataría con ellos de
avenencia. Góncedióselo Muhamad disimulando su pesar, conociendo
claro que la intención de los cristianos era tenerle asi apremiado y su-
jeto con aquella guerra interior que le podían suscitar cada y cuando
quisiesen. Pocos dias después trató con el rey Alfonso sus avenencias y
convinieron en la paz que entre ellos habla de haber, la comunicacioii
y trato de sus vasallos con iguales seguridades y franquezas , y el servi-
cio de cierta cantia de mitcales de oro que debería pagar Muhamad en
cada año por el servicio de la caballería que su padre solia hacer al rey
(le Castilla. En el negocio de los walies el rey Alfonso propuso lo mismo
que ya había dicho la reina lolant , y se acordó conforme á la palabra
({ue había dado Muhamad. Luego se despidió del rey Alfonso y de la
reina lolant y de los infantes sus hermanos que todos estimaban mucho
í Muhamad, y el infante Filipo, y don Manuel y don Anríc le acompa-
laron hasta Marcbena : fueron estas vistas de Sevilla en Ramazan del
iño671 (1273).
568 HISTORU I>E lA DQMINACKMI
CAPITULO X.
EserilM llttlwDMd á Abu Juef el estado de las cosas , y este viene á EspafU. Sa priaen
victoria. Muere el Infante don Sancho despnes de la batalla.
Uegó Mobamad á Granada muy poco satisfecho de esta Degodackm ,
y asi estaba descontento, pues veia perdida k ocasión de entrar en tierra
do Gnadis y de Gomares ; que debia esperar un año para hacer guerra
álos rebeldes, que entre tanto tenían comodidad para repararse y pre-
venirse. Preveia que pasado el plazo serian auxiliados como antes del rcj
de Castilla, que tanto se interesaba en mantener aquella guerra cItjI;
que élbabia compuesto las desavenencias de sus enemigos los cristianos,
y estos le tenian á él enredado en las siiyas é imposibilitado de acabarlas
sin una violenta determinación. Todo esto revolvia en su pensamiento":
asi que pospuesto todo inconveniente, escribió al rey Atuí Juzef, refi-
riéndole los males que aquellos walies le causaban con su rebeldía , que
^ unidos con los cristianos le corrían y talaban la tierra , y debilitaban el
estado en términos que solo existia el Islam en Andalucía por su ingenio
y mañeria en contemplar á los cristianos. Que en la división que los
walies causaban no había fuerzas para oponerse con prudencia al poder
de los cristianos, sus naturales y comunes enemigos. Que esperaba re-
cuperar toda la Andalucía si el rey Ábu Juzef le socorría ; que para que
pudiese venir con mayor comodidad le daba los puertos de Alhadrá y de
Tarifa porque le sirviesen de presidios en que pusiese sus armas y pro-
visiones. Con gran contento recibió Abu Juzef estas cartas , y luego res-
pondió al rey Mubanoad aceptando sus ofrecimientos , y desde ínep)
envió diez y siete mil hombres que entraron en aqneóas ciudades , y
poco después dispuso mas gentes para pasar él mismo. Toda España %
atemorizó de este pasage de los Beni Merines. Los walies de Máh^ y
Gomares y Guadis temieron el primer golpe de esta máquina , y se
aprcsuraroná concertarse con el rey Muhamad, que respondió biená sos
intenciones. Entre tanto las tropas de Abu Juzef se encamíoarcMi desde
luego á tierra de Málaga conforme les estaba ordenado por su amír.
Pocos días después desembarcó el rey Abu Juzef con gran caballería
é infantería innumerable que tardó mucho tiempo en cruzar el estrecho.
Los walies salieron á recibirle , y estuvieron con él hasta que Uegó Mu-
hamad el rey de Granada. El rey Abu Juzef compuso sus desavenen-
cias, y refX'endió á los walies su discordia tan perjudicial al bien de los
muslimes, les mandó que estuviesen en adelante uuTdos y siempre en
servicio del rey de Granada , como que no podian conservar sus cslados
sin esta unión y obediencia. Luego se trató de la manera en que debiaa
hacer su entrada cotitra los cristianos , y acordaron que Abu Juzef en-
trase en comarca de Sevilla y comenzase á talar la tierra de £cl|a , que
el rey Muhamad con algunas compañías de caballos alárabes mandadla
por Yahye y Osman , dos caudillos, hermanos muy esforzados , y ooo fa
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. $69
*
cabaUeria de Ckranada acometería lo de Jaén , y los wálies de Málaga ^
Gaadis y Gomares entrarían la tierra de Córdoba.
La nueva del pasage de Aba Juzef llenó de pavor á los cristianos ,
apeUidaron la tierra , hicieron llamada de sos gentes y loda Espada se
coomoTíó. Allegaron de presto sos huestes , y el esforzado zaim don
Nunioque mandaba en la frontera salió cerca de Ecija contra los mus-
limes : los que le acompañaban eran la flor de la caballería de los cris*
tíanos , y muy buena infantería. Avistáronse los pendones de estas
huestes , y si bien don Nunio entendió que los de Abu Juzef eran muy
^an gente doble que la suya, todavía , ó por vano y temerario , ó por
fatalidad, le pareció que no podía sin mengua excusar la pelea ; asi que,
sin dilación ordenó sus haces y acometió á los muslimes. Abu Juzef hizo
también que acometiese su caballería; la tierra se estremeció al es-
truendo de los alambores y trompetas, y al horrible alarido de los com-
batientes. Dilataron los muslimes sus haces y rodearon á los cristianos
que peleaban con mucho valor; pero envueltos por los alárabes fueron
vencidos, V solo se salvaron los pocos que huyeron á la cercana ciudad
de Écíja. Don Nunio murió peleando como un bravo león, y por su
lanza murieron muchos valientes muslimes. De los cristianos quedaron
en el campo mas de ocho mil cadáveres, y entre ellos el del ya dicho
caadillo. Fué esta insigne victoria al principio del año 672 (1 273). Envió
Aba Juzef al rey de Granada la cabeza de don Nunio , y una carta en
<|ue le refería las circunstancias de aquel día de gloriosa venganza del
Islam. Dcdale también como le enviaba la cabeza del caudillo de los
cristianos , aunque mas hubiera querido tomarle vivo y enviársete en '
cadena.
Muhamadel rey de Granada, si bien holgó mucho de aquella victoria
de los muslimes , todavía mostró que le pesaba en el alma de la muerte
de don Nunio , y al ver su cabeza cortada apartó sus ojos de ella y se
tapó la cara con ambas manos diciendo : Guala, mi buen amigo, que no me
lo merecías ! porque este caudillo fué muy su apasionado, y le acompañó
7 honró mucho cuando Muhamad estuvo en Córdoba y en Sevilla, y le
habia siempre mantenido amistad desde que estuvo retirado en Gra-
nada. Mandó Muhamad canforar la cabeza y ponerla en una preciosa
caja de plata , y después la envió á Córdoba muy honradamente para
qac la enterrasen.
Abu Juzef cercó al dia siguiente la ciudaddeÉcija ; pero los cristianos
la defendieron tan bien que los alárabes no osaban acercarse á sus mu-
ros , por el g^an daño que les hadan con las ballestas. Esto forzó á poner
el campo mas apartado de la dudad , y esparció sus algaras que corrie-
ron toda la tierra de Córdoba, y pasaron el Guadalquivir y robaron los
ganados que los cristianos habían pasado allende el rio temerosos de los
almogávares , y el rey Abu Juzef puso su campo entre Écija y Palma.
Muhamad con los de Granada entró con poderosa hueste por tierra de
Jaén y corrieron y talaron loda la de Harf y Marios , robando ganados y
cautivando mugeres y niños , y alli se juntaron también las algaras de
los tialies de Málaga , Guadis y Comares , y los arrayaccs de Aqdarax
570 HtSTOtOÁ DK LA DOttMAOOll
y de Baía. Estos y las compaftias de aMcanos qtte acaúdillabati Taliye y
Osman so detuTieroa cerca de Martes cotí el despojo y gran presa ifae
llevaban.
Los cristianos que hablan venido de Tolaitola y de Calatraya y otras
partes de Castilla venían acaudillados del principe don Sancho, y tu-
vieron alU noticia de esta gran cabalgada de los moros de África y y este
como joven ardiente y poco práctico en las cosas de guerra , deseoso de
gloria se adelantó con su caballería desde la torre del campo , y sin es*
perar que llegase toda su gente acometió á los muslimes con iocrdbk
ímpetu y denuedo, pero los caballos alárabes los rodearon por todas
partes y alancearon á todos sus caballeros. £l principe fué conoddopor
sus vestidos y le tomaron vivo , y como los africanos quisiesen enviarle
á su señor Abu Juzef , y los arrayazes de Andarax y Baza á Mohamad de
Granada, hubo entre ellos contienda sobre quién le llevaría, y á quién
con mas razón perteneciese. Los africanos con gran soberbia se atríbniao
la victoria, y decian que sin su venida y asistencia nunca los granadles
hubieran visto las aguas de Guadalquivir. Ofendidos de esto los anda-
luces revolvieron sus caballos y estaban á punto de trabar entre á
cruda pelea. Entonces el arraiz Aben Nazar, que era de la casa de
Granada , dando de espuelas á su caballo arremetió al cautivo don San-
cho y le pasó de una lanzada diciendo : No quería Dios que por un perro
se pierdan tantos buenos caballeros como aqui están. £1 infeliz cayó
muerto y le cortaron la cabeza y la mano derecha , y se dividid entre los
. dos partidos , los alárabes se llevaron la cabeza . y los de Andalucía la
mano del anillo. Al día siguiente llegaron los cristianos acaadiUados de
Alfonso ben HerandO| rey de Castilla, y con el deseo de vengar la muerte
de don Sancho ^ acometieron con mucho esfuerzo á los muslimes cerca
de Hasn Assahara : la batalla fué muy porGada y sangrienta , que de
ambas partes pereció mucha gente ; pero los muslimes se mantuvieron
en el campo, y aquella noche se retiraron con su presa , que los cnstianos
no les pudieron cobraif .
CAPITULO XL
Tregoas de Aba Jazef con Alfonso. l*one este sitio á Algezinis con tnfeüi ¿ilto. Ki«r«» tftfsis
entre Alfonso y Aben Juief. Concierto evitre el rey de Córdoba y el principe don Sastcfco.
Armase contra él sn padre. Muere este.
Entre tanto el rey Abu Juzef corría libremente la tierra de Sevilla,
y como tuviese nuevas de que los cristianos aUegaban gran g«nte de tn-
das sus provincias , y que armaban sus naves para eslortMorie la viNlfi
á África, se retiró hacia Algecira Alhadrá con rica presa de ganad» y
cautivos. Las naves de los cristianos cruzaban el mar dd estrecho y no
le fué posible pasar á la otra banda , su numerosa hueste piktecia p
falta de provisiones, asi que antes de venir á mayor apuro trat6 de
t Su hijo aftade Alehatib.
DE tos ARAIBES EN fSPMt^X. 571
areneDcia y tr^as con el rey AlfoiuK) , y la concertaron por dos aflos
muy á i^to de ambos, y sin consejo ni comunicación con el rey Mu-
hamad de Granada , que hubo gran pesar de estos tratos que no espe-
raba de la nobleza de Abu Juzef. Los walies de Málaga y dé Guadis
cuando vieron en tregua con los cristianos al rey Jnzef se retiraron á
sus ciudades, y el de Málaga se fué para el rey Alfonso y se concertó
con él y se ofreció como antes á sií obediencia , excusándose de lo pa-
sado por el gran poder del rey Abu Juzef que le habia obligado á unirse
con el de Granada.
Muhamad procuró fortificar sus fronteras , armó sus gentes y se dis-
puso á cuanto Tiniese , desconfiando de Abu Juzef qaesolo atendía á su
provecho y olvidaba cnanto debia á su amistad , á su generoso procedi-
miento con él , y en suma vio que solo puede el hombre confiar en su
Criador : este si que es verdadero amparador. Sobre todo le pesaba de
haberle cedido los dos puertos de Algezira y de Tarifa , que eran las
naves de Andalucía. Dos años pasaron sin guerra abierta ; pero habia
frecuentes entradas de frontera por los campeadores cristianos y almo-
gávares granadles. Entre tanto el rey Muhamad prevenía cuanto era
necesario para comenzar la guerra auxiliado de su primer wazir Aziz
ben Aly b^ Abdelmenam de Denla , y en los ratos que hurtaba á estos
principales cuidados se entretenía en la poesía y en la elocuencia con
este Ajdz ben Aly su wazlr, que este asi como era muy parecido al rey
en el semblante y [en la gentil disposición , también tenia las mismas
prendas de ingenio y de erudición , los mismos gustos y la misma edad ;
de suerte que todas las virtudes concurrían á reunir sus ánimos. Te-
nían frecuentes conferencias entre si y con los mas distinguidos sabios
de Andalucía, y era franca la entrada en el alcázar á los sabios , filoso^
f06 , médicos y astrónomos.
En este tiempo el rey Alfonso puso cerco á Algezira por mar y por
tierra , aplicó máquinas é ingenios que la combatían de día y de noche ,
y en d mar puso muchas galeras armadas que no permitían entrar pro«
yision en la ciudad. Los muslimes hadan salidas muy fuertes y trababan
escaramuzas muy sangrientas con los del campo. Durante el largo cerco,
como faltase provisión á los de las naves y á los del campo , por una y
otra parte se descuidó el fervor del sitio , y los de las galeras enfermaron
y les fué forzoso dejar el mar , y acamparon en la isla quedando las
naves desamparadas. Elrey Abu Juzef, que estaba cñ Tanja avisado ipor
sus espías del descuido de los cristianos y de la falta de gente que tenían
sos naves, hizo pasar de Tanja catorce galeras grandes bien armadas
llenas dé gente muy escogida , y dieron de improviso en la armada
cristiana y quemaron las galeras y á cuantos habia en ellas , espectáculo
muy alegre para los cercados , y de mucha desesperación y rabia para
los del campo. Todavía intentaron los muslimes desembarcar y contra
su esperanza hallaron tan poca resistencia de parte de los cristianos que
todos saltaron en tierra , mataron á cuantos pudieron alcanzar, y que-
maron todas las chozas que los cristianos tenían en la costa ; asi con
ayuda de Dios se libró la Algezira Alhadrft , que estaba ya para per-
572 HISTORU DE U DOKINjiaON
dcrse, y con pocos mnslimes se logró áestniir á los enemigos, y sacar
¿ los vecinos de las aogustías de la noche á la respiración del dia 15 de
Rabie primera del año 678 (1279). Los fugitivos del campo llegaron á
Sevilla llenos de pavor. Luego fué la nueva ¿ Tanja , y d rey Juzef
pasó muy contento á AIgczira y se basteció con provisiones y armas, y
mandó el rey poblar una nueva ciudad en el mismo campo que habían
ocupado los cristianos , y con este motivo se detuvo allí machos días , y
el rey Alfonso viendo que la fortuna no favorecía sus empresas escribió
al rey Juzef y concertaron sus treguas.
Muhamad el rey de Granada salió á correr la frontera y entró hacia
Martos , robando y talando la tierra de Ezija y de Córdoba. Por
su parle el rey Alfonso allegó su hueste contra el rey de Granada, y
quiso acaudillarla por su persona, y en Alcalá de Aben Zayde enfermó
de los ojos y no pudo pasar de allí , y envió con la gente que traía á su
hijo el principe Sancho, que corrió la tierra talando viñas y olivares. £1
rey IMuhamad mandó poner ciertas celadas en cercanías deHisnMoclio,
los fronteros de Granada los fueron llevando á las celadas , que los
cristianos creían fuga lo que era estratagema, y los seguían con mocha
seguridad y Cereza. En llegando á las celadas Muhamad les dio horrible
batalla en que murieron casi todos los cruzados y otros muchos de los
principales caballeros : mas de dos mil y ochocientos quedaron en el
campo para pasto de aves y Ceras , y los siguieron alanceando hasta su
campo. £1 príncipe Sancho dio aquel día muestras de gran caballero, que
siempre estuvo peleando en la delantera como un bravo león ; pero d
rey de Granada le obligó á retirarse á sus fronteras : esto fué al princi-
pio del año 679 (1280). Al año siguiente los cristianos deseosos de ven-
ganza entraron con poderosa hueste en la vega de Granada ; el rey
Muhamad que estaba bien prevenido salió contra ellos con dncnenla mil
hombres que armó en pocos días , y con lo mas florido de este grande'
ejército se adelantó contra los cristianos, y les dio una sangrienta
batalla : el príncipe Sancho, aunque muy animoso y diestro en los ardi-
des de la batalla, fué forzado á ceder el campo, y con grave pérdida se
volvió á sus fronteras.
El principe Sancho por desavenencias que tuvo con su padre el r^
Alfonso envió sus cartas al rey Muhamad, y le ofreció su amistad y
alianza contra todo el mundo , y Có al rey de Granada el fuerte de Are-
nas que había tomado el rey Alfonso, Viéronse ambos en Priego y se
trataron como si de largo tiempo hubieran sido amigos , concertaron
sus tratos de alianza , y sentadas sus cosas partió cada uno á prepararse
para la guerra. Luego que el rey Alfonso entendió los tratos de sa hijo
con Muhamad temió mucho de sus alianzas, y escribió al rey Jnzef,
que estaba en su nueva obra de Algezira , rogándole que le quisiese ayo-
dar contra su hijo. Respondió bien á sus ruegos el rey Juzef, y le en-
vió una buena hueste de caballería, y él mismo salió con su infantería
y fueron juntos contra el principe Sancho, qne se fortíGcó en Córdoba,
y los del rey Alfonso y los de Juzef le cercaron en ella cerca de un mes,
y combatieron la ciudad con muchas máquinas y truenos ; pero toáis-
D£ LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 573
tíanos la defendieron bien. Levantaron el campo avisados de que el rey
Muhamad iba contra ellos con todo su poder, y corrieron con la caba-
llería la tierra de Andujar y la de Jaén , y pelearon cerca de Ubeda con
h caballería de Granada que les obligó á retirarse sin que pudiesen ocu-
par ciodad ni fortaleza, ni sacar presa alguna, y con esto Abu Juzefsc
tornó á Algezlra y el rey Alfonso á Sevilla , y poco después el rey Juzef
se partió á Tanja.
£3 deseo de venganza y las instancias del rey Alfonso hicieron que
Abu Juzef tornase á pasar á Andalncia con nuevas tropas de caballería
y de infantería para hacer la guerra al rey Muhamad y al principe San-
cho, y en esta pasada llevó en su compañía ásu hijo Abu Jacúb. Pasa-
ron ambos á Sevilla y los recibió y hospedó con mucha honra el rey Al-
fonso, y en Hasn Azahara concertaron cómo harían la guerra, que
Abu Juzef entrase contra el rey de Granada y llevase mil caballeros
cristianos que tenia el rey Alfonso. Salieron estas tropas y pelearon
cerca de Córdoba con los del principe Sancho y los vencieron y se reti-
raron á la ciudad ; en el alcance tomaron los cristianos del rey Alfonso
algunos prisioneros y enviáronlos á Sevilla , y con ellos las cabezas de
alanos principales caudillos del bando del principe Sancho , de que
holgó mocho el rey Alfonso.
£1 rey Muhamad de Granada salió contra la hueste de Abu Juzef y
contra el wali de Málaga, que también se había unido con el rey Juzef
y con los cristianos ; pero estos y sus auxiliares nunca quisieron entrar
en batalla campal de poder á poder, sino, en reñidas escaramuzas , evi-
tando siempre el trabarse ni ocuparse todos. Los cristianos que iban en
la hueste de Abu Juzef todo lo querían llevar á sangre y fuego, y el
rey Juzef no lo permitía, procurando hacer la guerra con el menor
daño posible. De aquí procedió que estos caballeros cristianos impacien-
tes y acalorados se retiraron de la.hueste y se fueron a meter en Sevilla,
llenando al rey Alfonso de sospechas y desconfianzas de la amistad del
rey Aba Juzef. Contáronle como no permitía que las algaras talasen los
campos , ni quemasen las aldeas , ni matasen los hombres,* contentán-
dose con Irobar las poblaciones y tomarles los £^anados que encontraban
al paso ; que se veia claro que Abu Juzef no guerreaba de corazón
contra los de Granada , que tal vez no atendía sino á ganar los pueblos y
alzarse con la Andalucía. £1 rey Alfonso se dejó llevar de estas cosas
que sus caballeros le decían , y escribió al rey Juzef con mucha amar-
gura dicióndole : que se retiraba de Sevilla porque estaba temeroso de
estar tan cerca de sus enemigos , y porque conocía que aun los que se
preciaban de ser sus amigos , ó le abandonaban ó no hacían por él cuanto
pudieran : asegurándole al mismo tiempo, que jamas le había pasado
por pensamiento el recelar de él ingratitud ni perQdla. Abu Juzef
extrañó mucho las desconfianzas del rey Alfonso, y como le fuese for-
zoso partir para Algezira escribió al rey para que no recelase de su sin-
cera amistad , ni cayese en sospecha deque trataba de abandonarle , di-
ciéndole que ho le faltaría mientras viviese , y que haría cuanto en él
estuviese porque triunfase de sus enemigos, y lograse vivir en segura
574 HISTOaU lOb LA pOMIMAaOIl
tranquilidad , que bien sabia que él era rey de la noble casta de los
reyes do Beni Merín , que se preciaban de generosos en la protección de
sus amigos, basta prodigar sus propias vidas por defender á los que so
acogen bajo su fe y amparo. Poco después A rey Abu Juzef se reUró á
Algezira. £1 rey Alfonso adoleció, y con sus pesadumbres domésticas se
agravó su dolencia y acabaron sus dias. Fué este rey un hombre muy
discreto y bien entendido, muy gentil filósofo, astrólogo y matemático,
y compuso las tablas astronómicas celebres que de su nombro se llaman
Alfopsinas. Era muy humano y franco , á todos bada bien, y tratain
siempre con sabios muslimes, judíos y cristianos; pero so rtínado fué
de poca ventura por causa de sus hijos y hermanos, que le movieraQ
guerras civiles , y no le dieron hwa de reposo.
CAPITULO XII.
Congreso d« los reyes y vaHes maslimof « Maerto do Abu Joxef. Toma don Sanoho á Tarifa
después de «lueniar la escuadra de Abu Jaoüb.
Sucedió en todos los estados de Alfonso su hijo el principe Sandw.
El rey de Granada Mubamad le envió sus mensageros que le diesen la
enhorabuena de su proclamación. Todos los pueblos de Castilla le reco-
nocieron y juraron , y revalidó su amistad con el rey de Granada. El
rey Abu Juzef sintió mucho la muerte del rey Alfonso , y envió suscar-
tas de pésame al rey Sancho con el arraU Abdelhac , y ¿í misnio tiempo
le daba muestras de que el amigo del padre siendo rey podia también
serlo del hijo siendo rey : que deseaba saber cómo quería pasar con él.
El rey Sancho respondió : Decid á vuestro señor, que basta ahora me ha
talado y corrido las tierras con sus algaras , que ^ yo estoy dispuesto á k>
dulce y á lo agrio , que escoja k) que quiera. Con esta respuesta Abu Jo*
zef se ensañó y mandó correr la tierra de Sidonia , Alcalá y Jer^M , ha-
ciendo iant^ estrago como una tempestad. £1 rey Sancho juntó gran ca-
ballcria así de cristianos como de muslimea , y partió contra d rey
Juzef, que tenia cercada la ciudad de Jerez , y la tenia puesta en mocho
aprieto ; pero avisado Abu Juzef de los campeadores de su hijo Alm Ja-
cúb que llevaba la delantera de su hueste , no quiso av<»iturar una ba-
talla con aquella gente tan osada conducida de un rey joven y belicosa ,
lleno de esperanzas y sin género de tem<H> : asi que , Aba Juzef se re>
tiró á Algezira, y poco después escribió al rey Muhamad de Granada
diciéndole que él no había venido á Andalucía para mal de los moalimes,
y que deseaba antes de su partida componer las desavenencias que ^tre
ellos había ; pues eran tan fatales que arriesgaban la seguridad dd es-
tado : que le rogaba si sé preciaba de buen muslim , quo concurriese á
unas vistas en Algezira , ó.seualase lugar que mejor le pareciese, que
allí vendrían también los walies d^ Málaga, Guadi&y Gomares, j todos
1 Dlcon nuestras crónicas : Ya tengo en una mano el pan y en olra el j»alo , qu* t»»^ ta
queq^íüra.
P^ tos AIUBE$ EH lUlPAÑA. m
qoedarian en paz y como conveaia, £1 rey Mnhamad holgó de esta pro-
posldon de Abu ímef, y respondió auele placia, que luego pencaba
ponerse en camino para Algezirai y asi lo hizo. #
Jontáronse allí ambos reyes y laego llegaron los \r alies , y ^tró ep el
coosejo Abu JacAb, hijo de Abu Juzef. Este Ic^ habló d^ la necesidad do
la concordia de los principes muslimes , que entendía que estando dios
anídos podían muy bien mantener sus tierras contra el poder de los
cristianos sus naturales enemigos ; pero que sí vivían desunidos, y an->
daban en guerra y desavenencias entre si, no ora posible conservarse.
Al rey de Granada dijo que á él pertenecía principalmente el cuidado do
los muslimes de España ¡ pues era el principe mas poderoso de ella , que
no confiase tanto de la amistad del rey de Castilla , que siempre 1oí9«
pnercos comer&n bellotas , y las cabras tirarán al monte , que los cris-
tianos no perdían un punto del pensamiento el dañarles , y sedo hacían
con ellos paces cuando no tenían comodidad para hacerles la guerra ,
qne sus tratos procedían siempre de sus urgencias y particulares inte-
reses, no dohorror á los males y atrocidades que trae la guerra , ni por
humanidad y beñevolenciai. A los walics de Málaga, Guadis y Gomares
dijo que era necesario que se pusiesen en obediencia de) rey de Granada
ó suya , pues no podían mantener por sí el señorío que ocupaban. Los
walíes replicaron que no habían venido á las vistas para que se tratase
de despojarles de sus posesiones , sino á tratar de paz y de concordia
entre si , que el rey Juzef proponía cosas muy discretas y prudentes ;
pero concluía muy mal , que ellos estaban prontos á unirse con cual-
quiera principe muslim que guerrease contra los cristianos ; pero que
no consentirían dejarse alropeUar de principes muslimes que se concer-
tasen para arruinarlos , pudicndo valerse en tal caso del favor y ayuda
de quien quiera que fuese poderoso para ampararlos, £3 rey Mnhamad
dijo : que no tenia mas ínteres que la gloria del Islam , que lo que decía
Abu Juzef era muy fundado , y la experiencia y la histeria acreditaban
la solidez y firmeza de sus razones. Asi acabó la conferepda sin conduir
cosa de provecho. £1 rey Mnhamad partió para Granada , y los walíes
quedaron menos satisfechos del disimulado desinterés de Mubamad , que
de la franqueza y sinceridad del rey Abu Juzef, y dú secreto concerta-
ron con él de estar en su obediencia y pagarlo cierto servicio. El rey Ju-
zef holgó do esto y se partió á Málaga con el wali de aquella ciudad ,
persuadióle tanto y le hizo tales promesas (otros dicen que fueron ame-
nazas) que el wálí le cedió el señorío de Málaga , y tomó posesión de
ella en 29 de la luna de Ramazan del año 679 (1281), y puso en ella por
wali á su caudillo Ornar bcn Mobly el Batuy, y para evitar toda oca-
sión de levantamiento ú sedición envió á África el wali de Málaga , y
le dio en Marruecos alcázar de Kotama y otras buenas posesiones.
Cuando el rey de Granada entendió los secretos tratos dolos walíes,
y cómo Abu Juzef había tomado clseñorio de Málaga, tuvo de eUogran
pesar, y le llegó al alma el ver en noumos mas poderosas aquella preciosa
joya de su cocona que 12$ tenían usurpada ; con todo eso disimuló su scn-
timieoto y (ralo de cultivar su s^nistad con el rey Sancho de CastiUi)^ ,
576 HlSTiHUA DE LA DOMlMACION
esperando que el (iempo y las circunstancias le orrecman oportunidad
para reparar sus cosas. £1 rey Abu Juzcf tornó á Algezira Alhadrá, j
allí enfennó y se l^agravó su dolencia hasta que pasó á la misericordia
de Dios el ano 685 (1286) en la luna de Safer. Sucedióle en el reino sa
hijo Juzef Abu Jacúb, que luego pasó á Marruecos donde fué procla-
mado y recibió la jura de todas sus provincias. Acabadas las fiestas de
su proclamación tornó otra vez á España , y le salió á yisitar el rey Mu*
hamad de Granada, y le encontró en Myrtola y allí conGrmaron sus
amistades , y pidió el de Granada al rey Abu Jacúb que no amparase á
los T^alies de Guadis y Gomares^ que intentaban mantener la discordia
y desavenencia entre los muslimes de Andalucía. Abo Jacüb le pidió
*que los tratase de persuadir y ganar mas por Tia de negociación que por
fuerza de armas , que de las discordias áa los grandes siempre el daik>
y la mala ventura principia con la destrucción de los pequeños. Muha-
mad le manifestó los mismos deseos , y le aconsejó que tratase de paces
con el rey de Castilla, y Abu Jacub por complacer al de Granada en-
vió sus cartas y mensageros al rey Sancho para apazguarse con él , y el
de Castilla respondió bien á sus deseos. Con esto se volvió á África á
continuar alli las guerras en que estaba , y Dios le dio insignes victo*
rias : y como después de largo cerco tomase la ciudad de Telemcen se
entretuvo en ella mucho tiempo adornándola de fuentes , baños y mez-
quitas.
Después que Abu Jacúb se partió á África el rey de Granada ganó coo
muchas dádivas á Omar el Batuy , ^ali de Málaga , que la tenia por el
rey de Marruecos , y le dio la fortaleza de Salubenia en propiedad poi^
que se hiciese su vasallo , y asi lo concertaron : al mismo tiempo enfió
id alcaide de Andarax para una negociación con el rey Sancho, recelando
que el rey Abu Jacúb quisiese eutrar en Andalucía con gran poder.
Luego tuvo noticia de estos tratos el rey Abu Jacúb , que no eran cosas
de tan poca monta que pudiesen estar mucho tiempo secretas : en especial
le ofendió la felonía del wali de Málaga , y trató de venir á castigarla.
Allegó sus tropas y pasó á Algezira y entró la tierra y puso cerco á ¿jer y
la combatió ;pero so dQfendiabicn aquella fortaleza. Luego como enten-
diese que el rey Muhamad y el de Castilla enviaban contra éi. muchas
(ropas, y que por mar le querían estorbar la retirada en África, se re^
tiró á Algezira , y de alli secretamente pasó á Tanja. En llegando hizo
llamamiento de sus provincias, y allegó las mas numerosas cabHas, y
entre ellas juntó doce mil caballos. Todo estaba á punto para embarcar
su gente, cuando sobrevino la armada de los cristianos con muchas na-
ves grandes, y á la vista del ejército quemaron todas las barcas que
estaban en la costa de Tanja , sin que el numeroso ejército que lo mi-
raba pudiese impedirlo, que cierto fué de gran pesar para todos. Esta
desgracia fué el año 691 (1292} , y q1 rey Abu Jacúb lleno de despecho
partió á Fez donde le llamaron otras urgencias del estado, l^oco después
el rey Sancho de Castilla fué á poner cerco á Tarifa y la puso en grande
aprieto, combatióla con mudbas máquinas é higenios por mar y por
tierra , y aunque los de la ciudad se ctefendian bien, al fin la entró por
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 577
fuerza de armas j cansó gran matanza en la cindad : puso en ella un
DoUe alcaide llamado don Guzman , que era de los mas esforzados ca<
iMlleros de su hueste.
CAPITULO XIII.
DefenM de Tarifa por Giuman y ocarrencia de su hijo. Toma don Sancho á Quesada
y Alcabdat, y muere. Algaras.
Poco tiempo después el principe Juan , hermano del rey de Castilla ,
desavenido con su hermano se pasó á África, y se amparó del rey Abu
Jacúb. Recibióle bien y le prometió su ayuda, y el principe Juan ofre-
ció que si le daba tropas que ganaría la fuerza de Tarifa, y Abu Jacúb
ordenó á sus caudillos que acompañasen al principe con cinco mil ca-
ballos y fuesen á cercar la fortaleza de Tarifa. Desembarcaron en sus
playas, y con la gente que se les juntó de Algezira la cercaron y comba-
tieron con máquinas é ingenios ; pero la defendía bien don Guzman.
Aparado el principe Juan por no poder cumplir su palabra que habia
dado al rey, acordó de probar por otra Tia lo que por fuerza no era
posible. Tenia en su servicio un hijo mancebo de aquel alcaide, y le
mandó encadenar y que le presentasen á vista del muro, y llamando de
su parte á don Guzman le propusieron que entregase la fortaleza si no
quería ver morir á su hijo; pero el alcaide no respondió, sino desnu-
dando su espada la arrojó al campo y se retiró. Los muslimes enfurecí*
dos de la expresión de esta respuesta descabezaron al mancebo, y lan-
zaron su cabeza al muro con un trabuco para que su padre k viese.
Cansados de la constancia de los cercados levantaron el cerco y se reti-
raron á Algezira.
En este tiempo el rey Muhamad de Granada solicitó que el rey Sancho
le restituyese la ciudad de Tarifa que era suya , y se la habia usurpado
el rey de Marruecos. Don Sancho de Castilla le respondió que era su
conquista, y que si valia alegar derechos antiguos de posesiones perdi-
das , que él pCMlia demandarle toda la tierra de Granada. Con estose des-
avinieron, y el año 694 (1295) entraron los fronteros de Granada en
tierras de cristianos y las talaron y robaron , y el frontero de Vera Alha-
zan Aben Bucar ben Zeyan corrió la tierra de Murcia con mil y quinien-
tos caballos, y peleó con los cristianos que acaudillaba el infante don
Juan, hijo de don Manuel, que era mancebo de doce anos ; pero no
pudo evitar la tala de las mieses, viñas y olivares. El rey Sancho ben
Alfonso por otra parte llenó de terror á los muslimes , y tomó con gran
hueste impetuoso y bravo la fortaleza de Quesada en la luna de Muharram
ddañosignientede695(t296),y después puso cerco á Medina Alcabdat y
la conad>atíó con máquinas é ingenios, y la entró por fuerza de armas ma-
tando la mayor parte de sus morador es , y cautivando los demás, y asi-
mismo se apoderó de otros fuertes de aquella tierra. Pero no se gozó
mucho tiempo el rey Sancho de sus triunfos y crueldad , que poco des-
87
578 HISTORIA DE hk POHUlAaOIf
pues la Ueyó Dios altísimo 4 Gcbanam \ M vej Mnhainad, pir« dUiwr
las nubes do la aurora de su imperio como correspondía á ln noblea y
protección propia de los Nazares, acudió denodado con su caballeria al
amparo y defensa de sus fronteras. Tres años continuos estuvo armado
y en dura guerra de algaras y cabalgadas haciendo mucho daño á los
cristianos , arruinando sus labranzas y robando sus ganados. En mitad
del año * 697 (1298) recobró la ciudad de Quesada, y la pobló de musli-
mes y gente de Alhama : y puso cerco á la de Alcabdat , la combatió f
derribó sus muros , y entró en ella por fuerza de armas *. cercó en su al-
cázar á los que la defendían y los lanzó de la fortaleza , que Dios estre-
meció las plantas de sus pies , y puso esta ciudad en su poder & la hora de
azala de adobar dia domingo 8 de Xawál año 697 (1298). Es esta do-
dad de muy apacible sitio y al mismo tiempo de mucha (c^rtaleza, el
campo de lo mas fértil y ameno de aquel pais , de n^ucba frescura y
abundancia de agua muy excelente. La conquista fué muy gloriosa, de
mucha dificultad, y costó mucha sangre: poblóla de muslimes de la fron-
tina y de gentes de Alhama , y reparó sus muros y abrió fm fo^os , y la
hizo atalaya de algaras.
Con el suceso de Tarifa desconfió el rey Abu Jacub de las empresas
que le proponían en Andalucía , y concertó con el rey Muhamad que te
diese cierta cuantía de mitcalcs de oro y le restituiría la Algocíra Al a-
drá , que ya no quería posesiones en España. Gonviniéroose con fadlidad,
y el rey de Granada recobró su ciudad , y Abu Jacúb cuidó de sus cosas
de África sin pensar mas en Andalucía. Asimismo obligó Mubamadá
los T^alies de Guadisy de Gomares á entrar en su obediencia , porque se
rieron solos, ycedieronála necesidad- QuisoelreyMubámadaproTecbar
la ocasión que le ofrecían las revueltas de Castilla , qqe por la muerte dd
rey Sancho y por la menor edad de su hijo andaba todo turbado, y los cris-
tianos en guerras entre si. Como entendiese la gran falta de dinero qoe
había en Castilla prometió al príncipe don Anric veinte mil doblas de oro
yalgunasfortalezás de la frontera porque le cediese la fortaleza de Tarifa;
y si bien don Anric venia en ello, los wazires de la reina y el alcaide qoe
tenia la ciudad no lo consintieron. Entonces el rey de Granada corrió h
tierra y dró batalla muy sangrienta á don Guzman cerca de Arjona, en
que le venció y rompió su caballería con gran matanza : fué esto d año
699 (1299) •, y luego fué sobre Tarifa y la cercó y combatió con roge-
mos y máquinas , pero no fué posible tomarla, que los cristianos la de-
fendían muy bien. Revolvió Muhamad con sus huestes por Andalucía
y puso cerco á Medina Jaén , y quemó los arrabales de Baepa , dando al
mismo tiempo grandes combates á la ciudad; pero considerando difidl
por entonces su conquista levantó el campo y eorrió aquella tierra, y se
apoderó de la fortaleza de Balmar. Asi ilustraba es(e noble rey su glo-
f Le \naé Dios Aitisimo en Gebanam : diee Alcballb que falleeió don Sneho afio <N ;
tal vea aera Calta on la copia , piua acaba de decir qq^ tomó ia cíiidad de Q«Mad« eo HflMr-
ram de 69$.
• E» mí copia de Alcbalib dice «w , pero ya he dicho la fácil depraTadon del alele j d vnen
en lai eopiaa antignaa y ain ápice^. .
s Otros dicen S97*
PE iOS ÁRABES £N E8BAHA. ¿79
rioflo feioado, cmndo la parca qoe acaba y dealniye las decías do la
vid^ 7 todas las esperanzas de los hombres le atajó los pasos , y fué á la
misericordia de Dios en la noche del domingo 8 de Xaban del afio
701. Babia principiado ¿ reinar en domingo 7 de Xaban del aSo 671
(1302). Había nacido en Granada el año 633 (1235), fnó llevado del rei-
nado de esta vida al eterno estando en su azaía con gran quietud y tran-
quilidad y sin aparente quebranto en su buena salud : notándose solo en
HPS mejillas s^aks de copiosas lágrimas. Fué enterrado en sepultura
aparte del ccmienterio de sus mayores en la parte oriental de la gran
mezquita , en las bqertas contiguas á las casas que edificó sn nieto *
descendiente del sultán Abi^l IVdid, y después le dejó en ruinas el mas
generoso de su estirpe el sultán amír de los muslimes Abul Hegiag, hijo
de su bija, Bios los baya á todos en su misericordia y en su grada am-
pUsinia fx>n felicidad de sus descendientes. Dejó el rey Muhamad tres
hijos c el sucesor y socio de sa imperio, de que hablaremos á honrado
Bjoe ; Ferag, el que conspiró contra la vida de su hermano ; y Naser, el
amir después de su hermano depuesto por él mismo. Su principal wa-
zir ya se ba dicho que fué Abu sultán Azis ben Aly ben Abdebnenam
de DiMiia. Sus catibes ó secretarios losde su padre , y los hijos de aque-
llos Abo Bec^r ben Juzef de Loja el Yabsabi , después los otros dos her-
manos Abo Aly Albasen y Abu Aly Husein , hijos de Muhamad ben Juzef
de Loja , qoe suoesi vamente le sirvieron : ambos eran de mucha erudición
j de excelentes prendas. Eran de una casa muy principal de Loja que
por sus antepasados tenia parentesco con la fainilla real de losNasares.
Después fué su catib Abid Casem Muhamad ben Alaabed el An-
sari : este era de los jeques mas doctos de aquel tiempo : sirvióle
hasta que cansado el rey de su genio le apartó del empleo y lo
que menos pensaba de su amistad, y le privó de los honores de
sa clase. Después fué su caiib el docto historiador J^n Abdala
Muhamad , hijo de Abderahman ben Alhakem Arramedi , que des-
pués filé vriMir de su hijo, y este le sirvió hasta el fin de sos días.
Fperoii ^us cadies ó joeces Abu fiecar Muhamad ben Fetah ben Aly
de Seyüla, el llamado Istbaron, desde que encargado de la policia
de 1^9 placas encontró un dia á un soldado borradho que insultaba á
muchedumbre de gente que le rodeaba, y el mismo cadi por su mano
le prendió, y después hizo con él un escaffinicnto coando estaba en so
juido ] lo que le dio insigne fama de rigoroso , y juntó las dos autori*
dadas de policia civil y criminal de las plaias. Después fué su cadi y
jefe de los cadies ó walilooda el justo juea Abu Abdala Muhamad ben
Hisém, el célebre por su integridad de que el rey mismo hizo muchas
veces experiencia : este le sirvió basta el fin de su vida. Sn su tiempo
fué rey de los moslimes en Almagréb el insigne , virtuoso y vencedor
Abu Josef Jacúb beo Abdelbac , el qoe prevaleció contra los Almoha-
des y los echó 4e todas sos tierras, y se apoderó de sos estados, y pasóá
Andalocia, como yi| dijimos, tr ea ó mas vecM « y eonsígoió victorias dd
t Eitoef: MI AiM nieto d bisnieto éuiaranieíA.
580 HISTORIA D£ LA DOMIMACION
enemigo, y tnvo paces y guerras con los reyes de España , y nnirió en
Algezira Aihadrá de pútridas en Muharram del año 685 (iS86). Soce-
dióle en el reino su hijo el gran sultán sabio y excelente Aba Jacúb
Juzef, que pasó á España en su tiempo, y se yió con Mobamad de Gra-
nada en Marbella en compañía de su padre , y fueron sobre Esbilk y
Córdoba y tierra de Murcia y otras. Estuvo un tiempo unido con Alfonso
ben Fcrando hasta que se alzó contra él su hijo Sancho, y Alfonso se
acogió al rey de Almagréb que le protegió, y fué ¿ ampararse de d al
campo de ^teltera , como es bien sabido : luego murió Alfonso y le
sucedió su hijo Sancho, que reinó lo mas del tiempo de nuestro rey Mn-
hamad , y tuvo con él paz y guerra hasta que murió año 694 (1294) , y
le sucedió su hijo Herando de diez y siete años ^ , que era mny niño
pequeño, y en este tiempo hubo en España muchas revueltas. Eo Ara-
gón reinaba Alfonso ben Gaymis ben Pedro bed Gaymis, que luego
murió, y le sucedió su hijo Gaymis , d que entré Almería en tiempo de
Nazar el hijo de Muhamad. En este tiempo fueron las divisioaes de lus
Bani Escaliula. En Medina Guadis los arraezes Abu Muhamad y Abúl
Hasen, y en Málaga y Gomares arráez Abu Muhamad *Abdala, y en
Gomares hasta el fln arráez Abu Ishac ; y cuando murió arráez Abo
Muhamad tomó su estado su hijo, y el hijo de su^ hermanad dicho rey:
después la cntregó^por convenio al rey de Ahnagréb, que la dio á los
Beni Mohli ; después de haber estado tanto tiempo en mano de estos
arrayaces de Bani Escaliula , el último la dejó en cand>io de alcázar de
Ketamaal rey de Almagréby la recobró en fin Muhamad, como se ha
dicho.
CAPITULO XIV.
Gtterrai en Espaffa y África. Toma de Gebai Tarif por los cristianos.
A este ilustre rey sucedió su hijo Abu Abdala Muhamad , de tan ber
moso cuerpo como ingenio, amigo de los sabios , excelente poeta, muy
elocuente , de mucha afabilidad , muy aplicado al gobierno , tanto que
velaba las noches enteras por terminar los negocios principiados en d
dia. No había ministros que pudiesen astsürie tanto tiempo como traba-
jaba, y se relevaban en las horas déla noche : esto le hizo perder la sa-
lud. Apenas este principe subió al trono cuando su pariente Abul He-
giag ben Nasar se apartó de su obediencia en la ciudad de Guadis donde
era waU , negándose á venir á la solemne jura como todos los walies se
presentaban. Tenia el rey dos wazires de mucha confianza, el primero
el que lo fué de su padre Abu sultán Aziz ben Aly de Denia, y él se-
gundo Abu Abdala Muhamad, hijo de Abderahman ben AlhakemAm-
medi. £1 favor que el rey diqíensaba á estos dos vf azires ofendió á ma-
chos y en eqieciál á los parientes dd rey. Sus secretarios ó alcatibes
Alerón todos nmy eruditos, prindpalmenfe Abu Beqmr ben SfltoiD,
i Tal wx ¡ de »¡cto ú diei aío«.
»B LOS ABABES EN ESPA&A. 58i
^ba Abdalá bea Assem , Aba Ishac ben Gcbir , y Aba Abdala Aloschi,
¡osígno poeta , y AbúI Hegiag Dertosi. Sas aleadles ó jaeces faeron Mo-
íiamad bcn Hisém de Elcbe y Aba Giafar Alcarsi , conocido por Farcon.
Co el primero mes de sa reinado concertó sus avenencias con el rey
üaymis de Aragón en fln de Xaban del año 701 (1302), y declaró guerra
il rey de CastiUa.
Su primera salida fué contra la ciodad de Almandhar que combatió
r entró por fuerza de amas , y entre las preciosidades que en ella tomó
r muchos cautivos fué una muy hermosa doncella que entró en triunfo
in Granada , llevándola en un roagnlGco carro rodeado de otras muchas
^ambien muy lindas. Esta circunstancia aumentó la gloría de esta in-
»goe victoria del rey. La fama de la hermosura de esta doncella llegó
I África, y el rey de Almagréb envió sus mensajeros á Granada, y so
a pidió muy encarecidamente al rey Muhamad, que se la hubo de con-
ceder, aunque con alguna repugnancia de su corazón porque la amaba,
f pretirió el bien de la amistad á su propio gusto.
£n el año 703 {\ 303) salió el rey Muhamad con escogida caballería
OQtra su primo Abul Hegiag bcn Naser, el vali de Guadix , ayudan-
lole su primo para destruirle ; diéronse una sangrienta batalla , en que
i de Guadix quedó vencido y huyó con pocos de los suyos que se sal-
daron y acogieron á la ciudad. £n este mismo año envió sus cartas al
f y de los eristianos solicitando treguas que se concertaron por cierto
iempo , y asimismo solicitó que le vendiesen ó cambiasen la fortaleza de
Tarifa , pero no lo pudo conseguir : en el año siguiente envió á su cu-
iadoFerag, wali de Málaga ', con tropas desde Algezira, y cercó la ciu-
biddeCebta por mar y tierra, la combatió y puso en tanto apuro que el
ey Abu Taleb Abdala ben Hafsi no tuvo mas recurso que salir de elb
nrtivamente, y luego se rindió la ciudad : fué esta venturosa jornada en
1 luna do Xawál del año 705 (1306) : asimismo se apoderó después de
tras fortalezas de este rey y en Cebta encontró el gran tesoro que este
snia escondido : fué el hallazgo en la luna de Muharram del año 706
1306). Con estas ventajas trató de hermosear la ciudad de Granada con
Iganos edificios magníficos : entre otros mandó edificar una suntuosa
lezquita que quiso que fuese la mayor , llenóla de mármoles y verdes
ispes , labrada toda y pintada con mucha hermosura : labró también
n gran baño publico con grandes comodidades t este dice que se hizo
e los tributos de los cristianos y de los judíos, y los réditos del baño
^ aplicó para la mezquita, y también la dotó con muchas tierras y
acrtas.
En este año 706 (1307), en 3 de Dylcada, acaeció en África que el
7 Juzcf ben Jacúb de los Merines, que tenia cercada la ciudad de Te-
ncen, y puesta en mucho apuro, fué asesinado por un eunuco dentro
7 su propio haram, sin que se supiese cómo pudo el aleve esconderse
li eh su entrada como en su salida . Herido de muerte el rey dio voces A
t Bsie Peng ben Naur muU catado con una haraatta dal ray Xitamad tlT i y da MU
rron lil|«a Umail, rey «fuinio da Granada» y Mabamad , rey oc tarai
58$ Hiftloiuá DE LA DOimAam
súá guardias y le Bi^iiieron j arcanzaltmeiialMlo ««taba jra páraMhrahé
en la ciudad, y á las mismas puertas de ella le alancearon : titió toda-
vía d rey como doce horas y cspir6. Sucedióle en el trono su nieto
Amer ben Abdala ben Jucef , apdlidóse Aba Tbabet i en el mismo dit
leyantó el campo y fué con su gente contra su tio Abu Yabye que estaba
en Fez , y le yenció en sangrienta batalla : volvió á Telencen y concertó
paces conMujEabenZeyan que mantenia aquella ciudad; esto fué causa
de grandes é inesperadas alegrías, y con esta ocasión se labró en Te-
lencen puoneda.
En este tiempo Zuleyman Aben Rabie, que tenia el gobierno de la du-
dad de Akneria, quiso akarse con titnlo de rey en ^, y se entendió
que andaba en secretas intdigencias con el señor de Denia el barce-
lonés Aben Gaymis. Luego el rey Muhamad , sin daiie tiempo , túé
contra él , y sorprendido estuvo en gran riesgo de venir á manos dri
rey s pero por su fortuna se salvó y se acogió al enemigo mas cruel de
los muslimes, y le incitó á que hiciese guerra al rey de Granada : ñi¿
esta jornada del rey Muhamad en el año 705 (1305). Por otra parte el
rey de Castilla de acuerdo con el barcelonés entró con gran hueste k
tierra : diólo Muhamad quejas de este injusto rompimiento, y respon-
dió con vanos preteltos , y con mucha altanería , y iUé ¿ poner cerco i
la ciudad de Algezira Alhadr4 , y sentó su camjk) en 21 de la luna de
Safar del año * 708 (1 308} . El cruel Aben Gaymis envió su hueste contra
Almeria en el mismo tiempo y la cercó por mar y por tierra : oomo los
muslimes de la ciudad hiciesen frecuentes salidas contra su campo lo
fortificó de barreras y honda cava.
El rey Muhamad allegó su caballeria y fué á socorrer á los creados
de Algezira : pero las copiosas lluvias y recio t^spcM^al no le dejaron ha-
cer cosa de provodio. Zuleyman Aben Rabie auxiliado de los eHstianos
pasó á África y levantó gente y fué contra Gebta , que era del rey de Gra-
nada, y la cercó por mar y por tierra : elrey de Castilla como ebténdiese
que la fortaleza de Gebaltaric estaba mal guardada envió parte de sa
gente, la cercó y combatió con ingenios y máquinas de truenos , y los
cercados se la entregaron por avenencia saliendo con sus personas y Ne-
nes , y como mil y quinientos muslimes se pasaron ¿ AÍHca. Los cristiii-
nos repararon los muros , y la torre del monte, y las adarásanas, que
estaban medio caldas. Viendo Muhamad la constancia del rey de Castflh
que cercaba la ciudad de Algezira, que los cercados estaban ya en gran<ie
apuro, que lo de Almeria era muy urgente, y que en la corte se susdP
taban sediciones , y que era imposible atender á todas estas cosas como
la importancia de ellas requería , envió al rey de Castilla sus cartas con
el arráez de Andarax : proponíale que si levantaba él c^tx> de Algezira
y desistia de la guerra le daría las fortalezas de Quadros, ChaoqidB,
Quesada y Baliliar, y ademas hasta cinco mil doblí^ de oro. Aoeptó d
rey de Castilla , y dadas seguridades de ambas partes el rey de Gastilte
levantó el cerco de Algezira , y los muslimes respiraron de su larga as-
fsstia : filé esto i fines de Xaban del año ' 708 (1306).
1 AlCAtib dic« T09. * Átcatib dice fM.
ht tm ÁRABES SN ESPAJtA. 583
CAPITULO XV.
Rfbelioii en Granada y renancia de M ohamad. Le sacede Naxar. Muerte del rey Hertnde
en Aleabdat, y de Muhamád.
Eq tanto que Mubamad se ocupaba eo el gobierno y defensa dd estado
sin descansar un punto, se babia levantado en Granada nn partido A
faTor de su hermano el principe Naxar , hijo de Mohamad ben Juzef ben
Naiar, llamado Abnlgins. £1 pretexto era que el rey estaba enfermo de
los ojos , y que necesitatm en todo fiarse de los ágenos , que necesitaban
las cosas del reino un principe de hermosos y penetrantes ojos. En todo
esto se enyolvia la envidia de los principales jeques y caballeros al pri-
mer waadr del rey , y el deseo ambicioso de probar fortuna en laS ttoTe-*
dades del estado. Concertaron su conjuración con harta sagacidad , y no
se traslució ni pudo remediar cuando solo parecían hablillas y murmu-
nciones vulgares. A la hora del alba del dia de la fiesta de Álfitra 6 Sá*
lida de Ramaian del afio 708 ^ cacaron el alcázar muchas gentes del
bajo pueblo, sin intentar la entrada , ni hacer mas violencia que gritar
y decir : Viva nuestro Muley Nazar, viva nuestro rey Nazar. Otra infi-^
nita chusma de gente menuda aclidtó á la casa del vazir A bu Abdala el
Lschmi y la entraron por fuerza, robando y saqueando oro , plata , ves-
tidos, armas y caballos, destruyendo preciosas alhajas, y quemando
muebles y preciosos libros que tenia. Luego corrieron al alcázar y con
pretexto de buscar al wazir que se había refugiado en él atropellaron á
k)s pocos guardias que quisieron contenerlos , entraron furiosos sin res-
petar la casa real ni la magestad misma del rey Muhamad que les salió
al paso, y en su presencia maltrataron de muerte al wazir, y se cebaron
en robar y despojar el mismo palacio. Guando el pueblo sale de la de-
bida sumisión y con cualquiera pretexto se desenfrena, parece que apro-
vecha los instantes de su impunidad para vengarse del respeto y de la
forzada y necesaria obediencia que ha prestado antes. Los caudillos de
la sedicioo, en tanto que la desordenada plebe robaba cuanto habia, cer-
caron al rey Muhamad y le intimaron el decreto del sd>erano pueblo ,
que abdicase la corona , ó perdiese la cabeza , que el pueblo proclamaba
é su hermano Nazar. á buen Muhamad viéndose solo entre tantos ene-
migos no dudó un punto, y con mucha solemnidad renunció aquella
noche el reino en su hermano. Nazar no quiso por entonces verle y le
mandó llevar al palacio del Principe fuera de Granada , y le mandó con-
ducir A Almuneoab, y asi se hizo. Juraron todos obediencia al rey Nazar,
paseó las calles á calmllo entre festivas aclamaciones. Entre tanto los
cristianos de Castilla tomaron la fortaleza de Témpul, y en Añrica Zu-
Icyman Abn Rabie se apoderó de Cebta y de toda su comarca ayudado
de los cristianos. Fué esta conquista de Cebta en la luna de Safar del
aüo 709 (1309). Procuró ú rey Nazar concertar treguas con d rey do
GasliUa para atender ala guerra de Almería ; pero no tuvieron efecto las
* Parec« que debU ser 709.
S84 HISTORIA 0E LA IVOMOIACIOII
negociaciones. Los cristianos eran muy altaneros y difíciles cuando se
les pedia la paz, y muy apacibles y humildes cuando la demandaban .-
condición de enemigos poco generosos. Allegó Nazar sus gentes y fué á
socorrer á los cercados de Almería. Salióle al paso el tirano Aben Gay-
nús el barcelonés, y trabaron muy sangrienta batalla. La matanza foé
tan cruel que los campos quedaron cubiertos de cadáveres ; la nodie los
separó de la pelea , y al dia siguiente los cristianos levantaron el cerco,
que no quisieron entrar en otro tal combate. Con esto amparó á los afli-
gidos que estaban ya para entregarse al enemigo. Fué esta yictoría en
fin de Xaban del año 709 (1310). Nazar volvió triunfante á Granada,
aunque perdió en la jornada gente muy escogida.
Poco después de esta expedición se dio aviso al rey Nazar de como sa
sobrino Abul Said, hijo de su hermana y de Feragben Nazar, irali de
Málaga, andaba suscitando partidos y haciendo bandos con miras muy
ambiciosas ; mandóle el rey prender ; pero esto no fué tan secreto como
convenia , y el mancebo huyó de Granada. Escribió el rey á su cuñado
para que lo corrigiese, y el padre en vez de castigarle puso alas á los
deseos ambiciosos de su hijo , y respondió al rey con amenazas y recon-
venciones sobre lo pasado con su buen hermano Muhamad. A fines de
la luna de Giumada postrera del año 710 asaltó á Nazar un violento y
súbito accidente de apoplejia : los médicos acudieron con muchos reme-
dios que no aprovecharon , y entonces todos le tuvieron pe»- moerto.
Apenas se divulgó la noticia en la ciudad cuando los amigos de Muha-
mad , que habian estado al aire de la f(Vtuna que soplaba, y pocos k
habian acompañado en su destierro, se alborotaron y corrieron ¡nnesii-
rosos á traerle, y á su pesar le sacaron en una litera de Almuneeab y le
entraron en Granada á primeros de la luna de Regeb del mismo año : pero
¡ cuál fué la sorpresa de estos cuando entendieron que Nazar recobraba
su salud , y que toda la dudad estaba en fiestas por su inesperado resta-
blecimiento ! el buen Muhamad pretextó que su venida h¿m sido á vi-
sitarle sabiendo el quebranto de su salud. Nazar disimuló y manifestó
agradecimiento. Mandóle volver á Almuneeab, y que le acompañasen
los que le habian traido. No faltaron consejeros que insinuaron áMaztf
que pusiese en rigurosa prisión á su hermano; pero él que conocía sa
buen corazón no permitió que se le incomodase.
Todavía hubo malsines que atribuyeron al depuesto Muhamad la en-
trada que hizo el rey Herando de Castilla : entró con gran hueste ta-
lándolos campos, viñas y olivares , y cercó la ciudad de Alcabdat^ y por
avenencia se entregó*. Gomo entendiese estas cosas Muhamad escribió al
rey de los cristianos que por su antigua amistad no hiciese guerra en
tierras de su hermano, y que siquiera entrase en lo de Málaga, pues
aquel wali era enemigo de Granada, que de esta manera le libraría de
mala sospecha , pues le querían culpar sobre lo de Alcabdat. El rey de
Castilla, por amistad ó porque para su intento era lo mismo, UevósQ
hueste ocrntra Málaga, y antes de partir del campo de Alcabdat le tono
la muerte , y la ocultaron tresdiasy le trasladaron áGien, donde nim-
bUcó, y le proclamó sti hQo Alftmso»
BE LOS ÁRABES EH ESPAÑA. S85
De esta muerte del rey Herando y de sos circanstancias se dicen cosas
muy extrañas , de que be tratado en mi obra de casos raros. No mucho
después faUeció también el buen rey Mubamad ' á principios de la luna
de Xawál del año 71 3 (1 314). Mandó su bermano Nazar sepultarle en el
cementerio de sus mayores, donde se le puso este epitaGo : « Este es el
sepulcro del sultán virtuoso , principe j usto , sabio en el temor de Dios,
uno de los reyes virtuosos , sufrido en sus trabajos , laborioso en el ca*
mino de Dios, el apacible, el austero, el temeroso de Dios , el bumildc,
el resignado en Dios en las desventuras y en las prosperidades , mora-
dor de ios dos paraisos pon su meditación y sus alabanzas, el que enca-
minaba á las criaturas, y mantenía la justicia, camino patente de la
confianza y de la bondad, mantenedor del pueblo en su honra con vic-
torias ganadas con propio valor, justicia del trono, decoro y luz res.-
plandeciente del estado, puerta de la ley y de la fe : constante loador de
Dios en sus males y en sus desgracias: lucirá en el día de la cuenta,
exacto en la tradición y en las obras de la ley y en las altas puriGcacio-
nes : el dispuesto siempre contra inGeles con paso de Grmeza y merito-
rio, observador de la justa medida, carta franca de humanidad, ampa-
rador de los templos , defensor de la religión , el escogido , el Ínclito , él
heredero de los Nazares , heredero de sus estados y de su justicia y labo-
rioso celo en la defensa y gobierno de los pueblos, y en acrecentar sus
ventajas y utilidades, el clemente rey , príncipe de los muslimes, honor
de los creyentes, domador irresistible de los incrédulos, el vencedor
por la gracia de Dios Abu Abdala , hijo del principe de los fieles , el sul-
tán excelso , prefecto de la dirección , nube de rocío , vida de la tradición,
apoyo de la secta , el laborioso en el camino de Dios , amparador de la
ley de Dios, Abu Abdala, hijo del príncipe de los fieles, el vencedor por
Dios Abu Abdala ben Juzef ben Nazar, honre Dios su mansión y séale
gracioso por su bondad : nació, complázcase Dios de él , en día miércoles
3 de Xaban honrado del año 655; y murió, santifique Dios su espíritu
y refrigere su sepulcro con las copas suaves de su benignidad, en dia
lunes 3 de Xawál del año 71 3. Elévele Dios á las mas altas mansiones
de los justos , por la verdad de la ley , y bendiga á los que quedan de su
casa. Bendiga Dios á nuestro señor y nuestro dueño Mubamad y á los
suyos con bendición cumplida. •
Por el otro lado de la piedra se puso otro elogio de sus virtudes ,
rogando á Dios le conceda el premio de eUas ; que refrigere con bcnig*
Das auras su sepulcro, que le riegue con apacible rocío y liberales
nubes de clemencia , que le vista y adorne de las pifeciosas vestiduras
de su misericordia , que le coloque en las eternas y felices moradas del
paraiso.
t Abogado en ana laguna ; se ignora si cayó por traición ó por pora desgracia.
iw naKoniA m u mmürmiqí
CAPITULO XVi.
RéMi y ^ieirdé Ioe||6 él reino N«sar. Átgárás del rey Pedro de Caáiílla.
Déspaéil de lá muerte del bnen rejr Mühamad todos los paHldos se dé-
beHAti haber desparecido , pues d rey Nazar prUicipiaba en este punto
á poseer legitlmámeute el trono que antes ocupaba sin razón ; pero no
ftié asi, qUé desde luego hubo inquietudes y sedición. Era Nazar de ga-
llarda eátíitUra ^ hermosos ojos , y elefantes proporciones , de singular
Ingenio , buen hatural , arante y apacible con todos ; era moderado y
muy estudioso y dado á las dencias , en especid á la astronomía, fira
su maestro eil ella el sabio Abu Abdala ben Arracank , hombre Íncom<
parable en la maqtünaria, que inventó muy ingenldtos relojes y taUas
astronómicas. Tenia el rey Nazar cuándo su primera pro^lamadon
Teinte y tres años , y con su presencia ganaba las toluntades de todos ;
asimisino era muy liberal , y enemigo de la guerra. Asi fué que desde
el principió de sU gobierno procuró hacer paces oon los cristianos, y
enyió sUs mensageros al principé Pedro dé Castilla para que le recibiese
en su amistad. £1 cristiano holgó mucho de esto y concertaron sos
aliahieas. Stts wa¿ires fueron Abu fiecar ben Atia, y Abu Mubamad ben
Almul de Górdoha, ilustre por su nobleza , valor é ingenio , y Muha-
mád ben Aly el Hagi, hombre astuto y ambicioso, causa de grandes alte-
raciones en el estado, y en suma, el que perdió ál rey Nazar. Su único
alcatib ó secretario fué Abul Hásan ben Algiab que le sfa'Tió toda h
vida , y su alcadi tatnbien único Abu Giafar el Carsi llamado Alforcon.
Lá ambición desmedida de este wazir Alhagi tenia descontentos á
muchos principales señores, pues ft todos los apartaba dd palacio , y no
queria que ninguno pudiese llegar al rey sino por stt mano , y i los que
veia en la gracia de Nazar los perdía con artiflcios y engaños. Eran ys
tantos los ofendidos de la altátieria y envidia del vazir que formaron
bando para destruirte , y si era menester al mismo rey que le estimaba
y confiaba en él. Aprovecharon los descontentos la ocasión que ofhHria
el wali de Málaga, cuñado del rey^ el éual Ihvorecia las ambteiosas miras
de su hijo Abul Walid , que no aspiraba menos que á levantarse con d
reino. EscHbteron los descontentos al de Málaga, y este wáli los llenó
de esperanzas y ativó el fuego de la sedición. Envió sus agentes k Gra-
nada , y levantaron un niotin pidiendo la cabeza del wazir Alhagi : lodo
el pueblo, amigo siempre de novedades, reforzó la voz de los sedidosos,
y osarotí demandar al rey la cabeza del wazir. Este tuvo ianla élocoeo-
cia y tenia al rey Un persuadido de sus buenos servicios , que el rey k
ofreció seguridad en cuanto á su vida. Salió el rey, apaciguó con sos pa-
labras al pueblo , y les dijo que él baria qiie aquel wazir no les incomo-
dase mas. Con esto se calmó la tempestad ^ ; pero el rey no hizo mas que
privar al wazir de su empleo. Esto no satisfizo á los descontentos, y
* Dice Alcatib que^u sedición faé el dia 25 de Ramatan del afie Tis.
M tdS AJUMA tñ fiSPAüA. si»
por inflojo del mismo Watir pAdeéian persecilcioii , y el i^ef tíralábá dé
«castigar & los sedldoaot poooápooo. No tardaron ellos eii entendí está
reaoliidoQ, j machos de los mas culpados huyeron á Málaga y aidmá-
ron al wali á qne intentase el apoderarse del reino, asegurándole de laá
buenas disposiciones que habla en Granada para salir bien de la empresa :
asi fué que Abul Walid allegó gran hueste y partió hacia Granada coii
grandes esperanzas. Allanó con poca dificultad las fortalezas que hay en
el camino , y se acercó con su formidable campo delante de Granada.
AHÍ acampó dia 28 de Xawál del ailo 713. En ese mismo dia salió mucha
genle de Granada y se incorporó con su campo , al mismo tiempo otros
sediciosos alborotaron la ciudad derramando dinero entre la gente me-
nuda , y ofreciendo mucho mas á otros mas considerables. Toda la ciu-
dad se diyidió en bandos , y los unos y los otros robaban y matabah ,
sadando unos su codicia ^ y otros sus resentimientos y particulares Ten-*
ganzas. En esta revuelta y desorden esturieron gran parle de aquel diá
y toda la nodie, y al amanecer los que mas padecían abrielx>u las puer-
tas de la ciudad que están á la banda del arrabal delante del Albayzin ,
y sin que nadie lo estcn'bara entró la gente de Abul Walid , y ocupó lá
fortaleza que está enfrente de la Albamra, y después se apc^eraron del
alcázar ; fué esto el dia 29.
El rey Nazar con los suyos se habia retraído á la Alhamra , y luegb le
cercaron los de Abul Walid. Yiéndose en apuro y sin tener á quien acu^
dir, se acordó de enviar á pedir socorro al principe Pedro que estaba
en GónMMi , y le escribió la gran necesidad que tenia de su favor, y lé
rogó que le viniese á librar de su sobrino el wali de Málaga, que le te*
nia cercado en la Alhaimif que todavía tenia muchos de su partido que
le ayudarían si él pareciese, como esperaba de su amistad* Luego este
principe de Castilte juntó su gente ; pero no fué tan presto como las dr^
cunstandas requerían. El vrall de Máhga estrechó tanto á If azar qué
sus gentes le rogaron que se entregase con buenas condidones, que tió
eqierase socorro sino del délo. Pmoádiósc Nazar de sus razones , f
concertó con sü sobrino que le cediese la dudad de Guadix y su co^
itiarca , y seguridad y perdón para los que habian seguido ^u bando.
Todo lo Cf^c^Uó el vencedor con mucha generosidad , cotitento de ba-
bel* logrado tan fácilmente ét fin de sus deseos. Luego salió el depuesto
rey Nazar para Guadií la noche del martes 3 de Dylcada con poca com»
pafllá , bien desengañado de la vanidad de las prosperidades htunanas,
viendo en su desgrada la misma suerte que él habia hecho probar á stt
hermano Mühamad. Entre tanto el pueblo de Granada celebraba con
grandes fiestas la proclamación desu nuevo rey . Por otra parte el prindpe
Pedro de Castilla venia con escogida gente de á caballo al socorro de su
amigo Nazar, y en el camino tuvo nuevas de como ya el wali de Málaga
9é habla apoderado de la Alhamra , y todos lé tenían ya por su rey.
Asimisttio supo que él t^ Nazar depuesto caminaba para Guadix con<^
tcMo de su fortuna: Ckm fodo eso el enemigo de Dios, ya que nopasóft
Granada como era su ánimo, no quiso pmier la ocasión de hacer dafio
en la tierra, y puso cerco ala fortaleza de Rttte$ y ittinquo «M de Myo
Sa8 HISTORIA DE LA DOMINAGIOII
harto fuerte , y estaba bien defendida , la combatió y entró en eDa por
fuerza de armas matando y cautivando á los defensores. Con esto se re-
tiró contento y triunfante á Córdoba. £1 buen rey Nazar pasó contento
¿ so retiro de Guadix , y como moderado y sabio no aspiró á recobrar
sus reinos , aunque no faltaban algunos que se lo aconsejaban , y le pro-
metian ayuda y oportunidad para conseguirlo. Asi pasó su vida tran-
quilo hasta el miércoles día G de la luna de Dylcada año 723, en que
murió. Fué depositado su cadáver en la- mezquita de la alcazaba de
aquella ciudad, y de alli trasladado á Granada dia primero de Dylhagia del
mismo año. Se le hizo muy honrado entierro, á que asistió el rey sa so-
brino con muy noble acompañamiento , el rey tuzo sobre el féretro sn
oración de alejar, y con mucha pompa y solenmidad fué puesto en el
cementerio de sus padres el jueves dia 6 de dicha lona : y se le puso
este epitaGo : « Este es el sepulcro del sultan alto, poderoso, ilustre , de
muy gran casa , descendiente de los reyes muy nobles , y de la mas prts
ciada prosapia de los excelentes Alansares , el mas alto en linage , es-
plendor real y defensa inaccesible de los suyos. El cuarto de los reyes de
Bcni JNazar, defensores de la ley y de la dirección , escogidos oeiAdores
laboriosos en el camino de Dios, el rey clemente con los hombres, liberal
entre los liberales , en su bondad noble, generoso, bien inteocionado,
santo, misericordioso, A bul Giux Nazar, hijo del sultan alto, ampara-
dor, ilustre, defensor, rey justo, indito, humano, defensor déla ley,
del Islam, aniquilador de los idólatras, el favofecido, el vencedor, el
piadoso , el santo principe de los Celes Abu Abdala , hijo del sultán no-
ble rey, honor de los hombres, caudillo de los fieles, rey de k» qat
temen á Dios , y de los bien intencionados , deporto fiel ^ de ta tmdkkm
y palabras del Islam , amparo de la religión y de la fe , d v^icedor por
Dios, el victorioso por la gracia de Dios, el santo, el misericordioso
principe de los muslimes Abu Abdala ben Nazar, sálvele Dios y cóbrale
con su misericordia y su clemencia , colóquele en morada de santidad ,
escribalc entre aquellos con quienes se complace. Fué su nacimiento
dia lunes 24 de la luna de Ramazan el grande, año de 686 (1287). Fué
jurado en dia viernes 2 de Xav^al año 708 (1309), y murió sepioitado la
noche del miércoles 6 de la luna de Dylcada año 722 (1 3i2)« Alabado sea
el rey de verdad , el claro heredero de la tierra y de lo que hay sobre
ella, que él es el mejor de los herederos. » Y en versos :
« I O sepulcro del generoso ! sobre tu polvo caigan nubes odestes de
amparo , de misericordia y do paz : en tu estrado se oiga siempre la ben-
dición á un rey noble generoso de los mas generosos , delicia dd género
humano, bondad lie corazón s(d>re todas las criaturas, caridad , bmuhui-
tial perenne de gloria , seas feliz con Nazar, el coarto de los reyes de
Beni Nazar defensores del Islam. Desde la salida del lucero de la rdi-
. gion , desde el alba de la ley fué su trono de ellos él mejor amparo de ka
criaturas. O señor de la bondad y de la humanidad, tu casa füó mina
de juicio , do prudencia^ do virtud y de beneflcanctai y ÍmUhtoii m Ú
i Baflt, ti <!«« Mbe lai ttidldooM.
DE LOS ÁRABES CN ESPAÑA. 589
k> que deseaban cuantos tnyieron la suerte de oonocerte j acercarse ¿
ti : la nobleza y excelencia del orbe , el resplandor de la bondad en su
cara como la luz del día que quila las sombras. Nunca estuTO la luna
en mas perfecto y hermoso plenilunio : los altos méritos de Abu Giux
dan de si olor vivo como el mosco precioso se descubre aun en sellado
bote. Cúbrale Dios con su misericordia , con la cual se sirya ponerle en
eterna mcnrada de deudas. »
CAPITULO XVII.
De los reyes de sa tiempo.
En Almagréb el sultán Abu Rabie Zuleyman ben Abdala ben Abi Ja-
cúb Juzef ben Abi Juzef Jacúb ben Abdelhac entró en el imperio des-
poes de la muerte de su hermano el sultán Abu Thabet Amer, que'mu-
rió en confines de Tanja en Safer del año 708 (1308). Fué célebre su
reinado y en su tiempo toIyíó Gebta al poder de los Merínes : luego
murió en Tezi en luna de Regeb del año 71 0 , y tomó el imperio des-
pués del tío de su padre el sultán noble y grande Abu Said Othman ben
Abi Juzd* Jacúb faüen Abdelhac , que {Nrolongó su reinado mas tiempo
que el de este rey de Granada , y mas todavía en dias de su sucesor. En
Telencen el principe Hamu Muza ben Otman ben Yagomarsan , sabio y
buen rey que mantuvo el estado hasta que le quitó su hijo Abderahman
Abu Taxfin afio 718 (1318). En Túnez el principe Alcalifa Abu Abdala
Muhamad, hijo de Yahye ben Almostansir Abu Abdala Muhamad ben
amir Abu Zaouria ben Abu Chafas ben Abdel Wáhid : este murió en luna
Rabie postrera del año 709, y tomó el imperio su pariente amir Abu
Bdíer ben Abderahman , y se siguieron grandes diferencias y guerras
civiles hasta el año 713 (1309). Be los reyes cristianos , en Castilla He-
rando hen Sandio ben Alfonso ben Herando , que fué contra Algezira
y levantó el cerco por avenencias : luego tomó la fortaleza de Alcabdat ,
y alli murió y fué trasladado á Jaén. Sucedióle su hijo Alonso, que
prolongó sus dias hasta el año 750 (1349).
£a Aragón Gaymis ben Pedro, el que fué contra Almeria y la cercó
y puso en gran apuro , y d ejérdto de los muslimes le dio sangrienta
batallaylevantóel cerco ? sus dias se prolongaron mas que los deeste rey.
IsmadhijodeFeragbenNazar,IsinailbenJuzefben Muhamad ben Ab-
dedbenMuhamadben Hasain ben Ocailel Ansari el Ghazregi, amir de los
muslimes en Andalucía, se apellidaba como ya hemos visto Abúl Walid y
Abúl Said. Erahijodel walideMálaga, y sobrino de Nazar ,hijode hermana
dd rey « era de hermoso cuerpo , y de muy noble aspecto, de ánimo cons-
tante , liberal y franca condición , muy casto y enemigo de torpes amores.
I>ebió k so temeridad y ¿ su fortuna el alzarse con el reino de su tio.
; Cuántas vecesuna indiscreción sude producir utilidades y ventajas que
no conaigiie la prudencia ! Lo que parece una locura suele tener los
cfeclot 4k«na empcesa meditada con aagaddad : y d contrario lo que
__ J
paraq^ íntontiidQ ím madura j oportiiiiída4 8Q nudagrii y
paradas ^aigraciaii, ÁlaniQ^sta pri:|eba de que el BKAmioo Miitro del»
qriatwas popduce por sa poderosa mmo U» acpioiiea do los bombres á
los finep quo 4e&tín6 8u dÍTÍna yolimtad. ¿Cómo podía esperar el jóvea
JsQuiU veair á sor r^y de Granada cuando por ^us temerarias j vaass
pretepsioues fué perseguido y ochado de la dudad ? ni en el tiempo de
la revolución y conjura contra su tío Muhamad podo tonar pulido
contra ningún bando ; se dice que después en tiempo de Nazar Tolvió á
Granada y estuvo incógnito en ella; pero averiguadas sus tramas fbé
segunda vez echado de la ciudad , hasta que descubiertamente se declaró
enemigo de su tío , allegó tropas y favoreció en público los sediciosos de
Granada. Fué en su ayuda con mucha caballería, acampó en primero
de Muharram del 712 (1312) en la aldea que llaman Atocha, salió con-
tTA él su tío Nasar con los cabaU^ras de su bando y con sus guardias;
pero allí principió )a fortuna á fayoreiior i manos Uonas al principe Is*
inail: venció á los de Nanr y huyeron todos píMT donde podieroQ , yd
mismo Nazar huyó á rienda suelta atrayasan^ki una lagaña dúode dahai
de beber á los buoyes» y pudo escapar por la b<mdad y ligerea de m
(aballo s ontró en )a ciudad y so defendió en día i esto fué dia 13 deh
mísmn )nni^ ^ Muharram. Ia prudenoia del rey Naiar logró calnar
aquella tompestad, concertó sus avenencias con Ismail en Rabie pri-
mera del ano 712 (1312) , y con esto se tomó con sn gente á Hál^a,
ooptopto de )as disposiciones que veía para alcansar jo que tanto da-
U^ caballeros principales de Granada no podiendo sofrír y a la día-
p^ia 4e} prinior waair trataron de perdi»*le. Se le trataba de traidor, de
amigo secreto de los cristianos , de usurpador de la soberana autoridad,
de enemigo de todos los muslimes, y cuando ya el vulgo eafalia íoflanado
con estas especies sediciosas, los autores de ellas no tavieron mas que
derramar algunas doblas de oro entre los pobres, y en 25 de la lona de
l^amazan dol ano 713 (18(4) , á la hora del alba se llenaron las caUes de
la ciudad de alborotada gente qpe pedia que se les entregase A waiir
Alhagi, salió el rey Nazar con sus guardias, haUó al poeblo, proawtíi
darle cumplida satisfacción , y sin uiber entonces bacor otra eoaa la mri-
titud se retiró tranquila ; los sediciosos temieron el inflijo del vFaiír
Albagi , aunque depuesto de sn empleo, y desoosos de so vengaim te-
ron i buscar al wali de Málaga t recibiólos este muy bien dlqáUes anti-
cipadas albricias do hi que le ofredan t salió con su gente y oenpóáo
violencia la ciudad de Loja , le proclamaron en eUa rey de Gnaadi ;
naso contra esta y en sus campos vendó y deshizo d ejéralo dd rif
pazar que le salió al paso, y lo pcrsigiuó basta los raiiitis de la ciudad:
fierráronse las puertas de ella, Nazar se acogió y fortificó en la Alhanra.
lo» principales vecinos estaban en el campo con Ismail y teniaB laato
Krtido en la ciudad que lograron que se les abriesen las peevCas dd AI-
yzin, y se apoderó Ismail sin otra resisteneia de la forlakaa antifiia
do la piqdad. £1 rey Naz«r viendo tan acrecentado d partido de su le-
WiP9 1 y Wi «iwanf» de BiBjw totium,anTÍi i^^
roo , Nafar pidió la <síii494 y copwcade Gnadií, j Mgwidad y miMiro
para cqanlos habían seguido ^u bando : IsmaU no oagó nada á quian lo
daba todo, y Qrniaron #99 avenenciafi- Ssdi6 Nawr con toda su familia
y coQ muchas prepjQsidadcis al dja 88 de la luna de Xawil del aüQ 71 a ,
y pasó en Guadix el reftto de sus dias como ya dijimos , y al joven Ismaií
logrólo que tanto anbalubaf y quedó du^a y señor del reino«
CAPITULO XVJIL
Reiiu4« rfe Ismail. Batalla da Fortuna. Correrías del rey don Pedro , qua gana varias plazas.
|fl}ert<) 4»toi 4«> principes de Castilla.
Era Ismail fervoroso en la creencia , ardiente y arrebatado defensor
de ella , y comp en cierta oeasion se tratase delante d6 él de loe fiwdaT
montos y verdad de ella, cansado de oir sutilezas de los alfoquíes y alimea
que diq)utaban , se levantó y dijo : ¥0 no conozco ni entiendo otros
principios ni quiero mas raines que la firme y cordial cre^eia en d
omnipotente Alá , y mis argumentos están aquí ; y empuiió su espada.
Era muy observante de las prácticas de la ley, eorrigió el abuso que
babia sobre la prohibición del vino : mandó que los judíos llevasen una
sedal en el vestido que los distinguiese de los muslimes , y tes impuso
cierto tributo por las 'moradas y baños qnp ant^ no pagaban.
Como tuviese nu^ya de cierta cabalgada que enriaba d rey de Gfis^
tiUa para escoltar un^ gran recua de provisión que iba á Gnadim á ma-
gos del rey Nazar con quien tenían amistad los er^tíanos, envió Ismail
sa caballeria á Umaac <$ta recua y escarmentar á los que la condudan 1
llegaron á encontrarse con ellos en Hasn Alíay , eran los eristianos mu-
chos y esforzados fronteros de Martos , y se, trabó entro ambas huestes
uoa sangrienta batalla, y fuó forzoso á los muslimes ceder el campo , y
retirarse peleando contra la muchedumbre de los contrarios i quedaron
muertos muchos de los mas valientap campeadores y cruzados cristia-
nos, y de los muslimes mil y quinientos caballos : esta fué la batallado
Fortuna I que para los fides fuó bien infausta : fué en principio del
año 71# (1316).
Bel suceso do esta batalla procedió d atrevimiento de los eristianos ,
que en el mismo aHo cercaron las fortalezas de Cambilf Mátamenos,
Bcgigia , Tíscar y Rute : dieron tan recios combates á GanÁil y Alhawar
que los lomaron por fuerza , y OH^rieron y talaron las viSas y huertas
de aquella tierra. Dispuso d rey Ismail su gente piu»a contener el ímpetu
de tos cristianos , pero estos en sabiendo la gente que contra ellos salía
se retiraron á sus fronteras contentos con la presa, Quiso Ismail por
aprovechar aquella Uainada desús gentes jr contra Gobaltaric para qui-
tar esta Uave dd reino á los cristianos , y quitar también al rey Zuley*
man de los Merines de África la faciUdad de pasar á España siendo dueño
de Cebta. Envió sus gentes , <pe cercaron la fortaleza y la e^»nbatiti|ron
ftlguB «lempo ; pero luego los fronteros de Sevilla (to^IOa i tOCíVrar 9
592 HISTOBU DE lA DOMUf AaOff
los cercados, y por él mar también enyiaron socorro ; asi que , los mus-
limes leyantaron el campo , y no quisieron ayentorarsc á ana batalla :
entonces el principe Pedro vino en cabalgada y corrió la tierra desde
Jaén ala sierra, y llegó tres leguas de Granada , pasóá Hasnallias^yla
combatió y quemó el arrabal con muchas provisiones que alli habia :
pasó á Pina y entró también darrabal, y en Montexicar taló j quemó
una hermosa huerta : aqui llegaba cuando Ismail fué contra él y no le
osó esperar, y se retiró perdiendo gran parte de la presai j cautivos, j
se volvió por Gambil á Jaén y á Ubeda. Poco deqraes el obstinado ene-
migo volvió á entrar la tierra y puso careo á Yelmez , población fuerte
por naturaleza, la combatió un dia , y la entró por fuerza, los mora-
dores se retiraron al castillo , y allí también los cercó y combatió coa
muchas máquinas é ingenios ; fueron al socorro los fronteros , pero do
pudieron acometer al gran número de los enemigos , y como se retira-
sen estos campeadores , los del castillo perdieron esperanza y se entre-
garon. Ufano con esta conquista el enemigo fué á cercar la fortalende
Tiscar. Guardábala bien su alcaide Mnhamad Hamdon; peroenuoi
noche muy oscura escalaron los cristianos la peña Negra , que es un
escarpada altura que domina el castillo , y confiados en su aspereza j
natural defensa se descuidaron los que la guardaban, y fueron degolla-
dos; justo castigo porque no velaban como convenia. Al dia siguiente
ocuparon por fuerza la villa , y el alcaide Hamdun y los vecinos se reti-
raron peleando como valientes al castillo ; pero tomada la peiSa Ncgrano
se podia defender. Con todo eso se mantuvo hasta que la falta de pto-
visiones y el cansancio de su gente le obligó á rendirse con buenas coo-
diciones , y todos salieron salvos con sus armas , vestidos y cnanto pu-
dieron llevar .* salieron mil quinientos hombres y muchas mugeres y ni-
ños que pasaron á Baza.
La nueva de esta pérdida llenó de pesará los de6ranada,yél rejlsmañ
vio en ella la natural mudanza de los favores de la fortuna, y susacostam-
bradas vueltas ; pero estas mismas desgracias presagiaban á su coraim
animoso prosperidad y venganza. Sabia por espcriencia que en las cosas
humanas hay solo constancia en esta alternativa y sncesion de bien a
' mal, y de gozoá pesar, y de desventura y miseria á felicidad y bienan-
danza. Desde la fortaleza de Tiscar entró el principe de Castilla F^J
su hermano don Juan ' corriendo y talándola v^a desde Alcabdathasti
Alcalá de ben Zayde , cercaron la fortaleza de Illora , y quemaron el
arrabal, pasaron á otro dia sobre Pinos, y la mañana de San Juan pa-
recieron ala vista de Granada. £1 rey Ismail habló á sus caudillos y le>
representó la mengua que se les seguia de aquellas libres algaras qn^'
hadan los cristianos, provocándoles á pelear y afrentándolos de su poc^'
celo y poco valor. Armóse toda la juventud de Granada y se uDÍeroai
la guardia del rey : dióles él por caudillo al esforzado parsío Mahn-
gian , y con lo demás de su gente de reserva salió Ismail : ordeoóso^
i En oiro Hasnalox.
s Este don Joan no era henaano» sino tio, qu« fué benoiao (toUey doa Swcb»} padrede »
Pedro : er« tefior de Vúc«ya. ^
DE LOS ÁRABES Eff ESPAÑA. S93
baoes d parsk) y llevó los maslimes á la yicioria. No pudieron Ips ene-
migos resistir á tanto valor , j luego comenzaron á retirarse y ceder el
campo • rompieron y desbarataron su ordenanza , los acosaron y rodea-
ron por todas partes , y los dos esforzados principes de Castilla murie-
ron allí peleando como bravos leones : ambos cayeron en lo mas recio
y ardiente del oMnbate. Los muslimes siguieron el alcance hasta la
noche, que favoreció con su oscuridad álos infelices que huían. Hallaron
los muslimes al oiro dia que el campo estaba cubierto de cadáveres, y
el real de los cristianos les premió con muchas riquezas el trabajo de en-
terrarlos , que asi se hizo de orden de Ismail por evitar la infección del
aire. Los caballeros muslimes que murieron aquel dia fueron enterrados
con sus propios vestidos y armas ,* esta es la mas honrada mortaja que
puede sacar del mundo el buen muslim. Celebróse en Granada esta vic-
toria con grandes Gestas y alegrías : fué esta en fines del año 718 (1319).
Luego corrió la tierra y recuperó Jas fortalezas perdidas. Envió ¿
Córdoba el cuerpo del infante don Juan , que fué reconocido por los
cristianos cautivos , asi que agradecidos los mstianos le pidieron tre-
guas, que concedió Ismail para ciertas fronteras, y los esforzados mus-
limes tuvieron campo abierto para la gloria. Entraron en las fronteras
de Murcia y ocuparon por fuerza las fortalezas de Huesear, Oresy Ga-
lera , pueblos del adelantamiento de Cazorla.
Acabado el tiempa de las treguas qpie fueron tres años , sabiendo Is-
mail que los de Castilla andaban en desavenencias entre si allegó sus.
gentes y dispuso una entrada que se prometió venturosa. Asi que en la
luna de Regebdel año 724 (1335) fué á cercar la ciudad de Baza que ha-
bían iomaA>lo6 cristianos \ acampó y fortificó su real ; combatió la ciu-
dad de dia y noche con máquinas é ingenios que lanzaban globos de
fuego con grandes truenos , todo semejantes álos rayos de las tempesta-
des, y hacian gran estrago en los muros y torres de la dudad. Tanto
la estrechó y apretó que se entregó por avenencia al rey Ismail el dia
24 de la misma luna. Al año siguiente de 725 ftié el rey con poderosa
hueste y bien provisto de máquinas é ingenios á cercar la ciudad de
Marios ; la opmbatió desde el dia 10 de Regeb con incesante fuc^odc
las máquinas de truenos y se apoderó por fuerza de la fortaleza* Cintra-
ron los vencedores muslimes en la ciudad y apenas dejaron hombre á
vida ; lascalles corriansangre, y todo estaba lleno de cadáveres. Aquella
tarde hicieron su azala de almagréb ó puesta del sol sobre los sangrien-
tos destrozos de la vict(Nria, y á la mañana la de azohbi ó del alba sobre
la misma purpúrea alfombra. Y ol vióse Ismail á Granada, donde entró en
triunfo dia 24 de Regeb llevando consigo muchas riquezas de los des<^
pojos de Marios , y hermosas cautivas y niños. Murió en esta ocasión
Aben Ozmin, joven de la primera nobleza de Granada , y su muerte fué
muy sentida át toda la ciudad. Entre las mugeres cautivas venia una
hermosa doncella que encantaba á cuantos la veian. Habiala sacado de
entre las sangrientas manos de los s<ddadosMuhamad Aben Ismail, hijo
del wali de Algezira , y primo hermano del rey , coslándole mucho tra-
bajo y riesgo de su propia vida el librarla de los crueles y codiciosos
594 HISTORIA DE LA DOHINACIOll
que la tenían. Guando el rey Ismail la tÍÓ , sin ser poderoso para hacer
otra cosa mas digna de un rey la tomó por suya y la mandó Ueyar á sa
haram despóticamente. Ofendióse macho de esta tirania Muhamad y se
quejó al nnsmo con Uen sentidas razones. El rey que no sufría reoon-
Tenciones le mandó callar y que saliese de su presencia, y que si no
queria permanecer en Granada que se fuese de ella , y pasase al bando
de los rebeldes y enemigos de su rey. El dia de esta entrada del rey Is-
mail ftaé un dia de gran fiesta. Toda la ciudad le recibió coo adama-
dones de trmnfo , las calles dQ la carrera estaban cubiertas y eotddadas
de ricos patios de seda y de oro , y por todas se quemaban anmias que
perfumaban el aire con mucha suavidad. Todos rebosaban de alegría,
solo estaba triste , despechado y bramando como un toro el irali Muha-
mad , y en su profundo sentimiento propuso en su corazón tomar cmn-
|dida venganza. Otminnicó sus penas con sus amigos, que eran mochas
y muy principales , y todos le procuraban consolar lo mejor que podUan.
Descubrió á los mas inthnos su pensamiento y firme resolución de Ten-
garse , y le juraron ayudarle en cuanto Intentase. No descansaba el in-
quieto corazón de Muhamad agitado áA ofendido pundonor, deiabioaos
felos, y de furiosa y justa indignación, y asi estaba su ánimo oomba-
lido y eomo mar tempestuoso. No quiso dilatar su meditada Tenganza
por uo dar tiempo á su rival de que gozase de su presa, A los tres dias
de la entrada ddrey estando este en el alcázar de te Alhamra BegA á las
puertas del palacio Muhamad el primo del rey con su hermano, y ayu-
nos amigos los mas yalientes , toaos con puñales escondidos en hk man-
gas dé h^ aljubas , y armados de fuertes jacos debajo de los alqirioeles ;
dijeron á los eunucos y guardia que querían hablar al rey á su salida,
y por eso eq)eraban sdli. No tardó mucho en salir el rey aoompoñaib
Ae su ivazir , luego se adelantaron Muhamad y su hermano á saladar
al rey al paso de la puerta, y al punto Muhamad le hirió ooa tres pro-
fundas puñaladas en la cabeza y en el pecho ; cayó el rey diciendo : ¿"n^
dores! El veazir sacó su cspa<hi por defender al rey y deflsnderse; pero
luego ftoé mu^to á puñaladas por los otros conjurados. Fué tan rápkh
esta operación que cuando llegaron los eunucos y guardias ya los mata*
aoves estaban fuera de palacio y los mas en salvo.
Ibmaron al rey los ministros y le llevaron á la cámara de la saltana
madre, los físicos curaron sus heridas , pero eran mortales. El segundo
vrazir informado de quiénes eran los matadores puso gran diUgettcfa ca
prenderlos ; pero los mais ya estaban fnera de la ducbd : á losqne ludid
por mas confiados los descabezó y mandó poner en escarpias. CtandD
Volvió á palacio halló toda la guardia alborotada y al caudIBo Ozmin qoe
era parcial de los conjurados, y preguntó á este cómo estaba el rey,
y toda la gente que estaba á las puertas preguntaba lo mismo : á
respondió que el rey estaba tíyo , que suis heridas eran teres, y
Eesto le v¿rian sano; con esto tos dseguró. Entró d ivazir á la
I rey y le halló espirando *. con todo eso volvió á salir y dijo áln
día y al caudillo Ozmin que el rey iba muy bien. SaKó por fat Gindadj
habló á sus amigos, y les Ajo que fuesen á palado para aolonnry
DE LOS ÁRABES EN ESPAfiA. 5d5
defender 16 que conTenfa al bien común y parlicülaf de toddá eOos.
Voltio con dios á palacio y los dejó en el palio con las guardias : entró
y haUd que ya el rey habla espirado. Entonces envió á decir á Ozínin
y á los demás caballeros alcaides y jeques que viniesen al salón, que 0I
rey les qucria hablar. Receló muchio Ozminsi el rey sabria algo desús
secretas inteligencias con los conjurados , y mas sentía el no tener allí
sino pocos de sus amigos : con todo eso disimulando sus recelos entró
con los demás caballeros en el salón : allí salió el wazir y y cuando toda
la nobleza estaba junta, el hijo mayor de Ismail se presentó Este era
Muhamad , muchacho todavía de poca edad $ luego el wazir les dijo que
el rey quería que reconociesen y jurasen por su sucesor al príncipe
Mohamad que alli tenían ^ que el rey se sentía malo y por causa de sus
berídas no les hablaba. Todos le juraron obediencia , y al acabar la ce-
remonia les anunció la muerte del rey. Ozmin, que estaba recelando
inayores males, se al^ó mucho de la propuesta Jura , y no le pesó de
ia muerte del rey : asi que , fué el primero á decir á los guardias : £n-
nlce Dios á nuestro rey Mtúey Muhamad ben Ismail. Toda la nobleza
y la guardia repitió lo mismo y salieron por las calles y le proclamaron
con alegría : así i^uda el Señor sus horas. En el principio del dia todo
ibé susto y tem(»*es , al medio dia y á la tarde algazaras de júbilo y fiesta.
Asi acabó el gran rey Ismail ben Ferag ben Nazar , llamado Abul Walid
y Abul Said : al dia siguiente al amanecer del martes fué enterrado con
gran pompa en el cementerio de la familia , y sobre su sepulcro se puso
este qritaflo •.
« Úie es el sepulcro del rey mártir conquistador de las fronteras , de-
fensor de la religión , el Ínclito , el escogido, el reparador do la familia
de los Nazares ; él principe justo , el amparador , el denodado , el héroe
de la guerra y de las batallas , el noble , el generoso , el mas afortunado
de los reyes de su dinastía , el mas aventajado en piedad y celo de la
iMmra de Dios , espada de la guerra santa , muro de los pueblos , forta-
kta de loscaudillos , amparo de los nobles, alivio de los pobres, el com-
pasivo con los que temían , el domador de los soberbios , laborioso en
d camino de Dios , vencedor por la gracia de Dios , principe de los mus-
limes Abul Walid Ismail, hijo del amparador excelso, del vencedor es-
cogido , noble vengador , engrandecedor de la familia Nazaria , columna
de la dinastía AlgaUbia, el piadoso, el compasivo Abu Said Ferag, hijo
del noble y esclarecido defensor de los defensores del Islam , decoro de
los principes Algalibes, honor, alteza de la prosapia , el santo , el piadoso
Abul Walid Ismail ben Nazar, santificado sea su espíritu en bienaven-
turanza, sea refrigerado con el rocío de la misericordia, séale conce-
dido amplío galardón por premio de sus certámenes meritorios , por su
martirio, pues te hizo Dios conquistador de pueblos, debelador de so-
berbios reyes enemigos suyos, y fué atesorando méritos hasta el dia se-
ñalado que Dios le destinó para que llegado el plazo sellase sus dias con
buenas obras, recíbale y colóquele en lugar de retribución y honra ^
lugar que le tenia preparado por su santo celo : murió , tMos le perdone,
iltndcioD; pero con gloría y en la firme y pura confesión délos reyes
S96 HISTORU DE LA DOMINACIÓN
siu antepasados , y faé elevado alas moradas de eterna felicsdad : nadó^
complázcase Dios de él, en hora bienaventurada entre manos dd alba
del día Giuma 17 de la luna de Xawál aik) 677 (1278) : fué jurado dh
jueves 27 de Xawál año 713 (1313), y fué muerto en día lunes 26 de
la luna de Regá) insigne, año 725 (1325) : alabado sea el rey verda-
dero , que mientras todas las criaturas acaban y se suceden permanece
eterno é inmutabte. »
CAPITULO XIX.
Reinado do Mohtmad ben bmail. Sus guerras eon cristianos y africanos. Ttsu
a Gobaltaric
Dejó el rey Ismail cuatro hijos •. Midiamad el mayor, que le sucedió,
lenia doce años ; Farag el segundo , que murió en prisión en Almena
como veremos ; Abul liegiag, que sucedió en el reino , y el mas peqoeno
Ismail , que estuvo desterradk) en África. Fueron los ^azires delrej Is-
mail , d caudillo Abu Abdala Mubamad, hijo de Alnil Fath Nasír bes
Ibrahim el Fehri , de las mas nobles casas de Andalucía , y su compañero
Abul Hasan Aly ben Masud Almoharabi, también noble y ricocaballero
de Granada ; pero muy ambicioso y que procuró perder á su compañero
por ser solo en el mandoy en la gracia y favor del rey : y lo vinoalfia
á conseguir. Fué su cadi d hermano del wazir el jeque y alfaki Abo
Becar Yahye ben Mesaud ben Aly, y conservó la judicatura dorante
la vida del rey. Sus alcalibes ó secretarios fueron ^u Giafar beoSc-
fuan de Málaga que le sirvió antes de cadi asi en Málaga como en dea-
mino y en Granada < después tomó el rey por'secretario al docto alfaqoí
Abul Hasan ben Algiam, granadino, de la principal nobleza de la dodid.
Era capitán de su guardia de algarbies, guardia que introdujo este rej,
Otman Abu Said , hijo de Abilali Edris ben Abdclhac, caudiUo degian
valor y de mucha prudencia, y de la sangre real de los de Fez.
Este virtuoso rey en el tiempo que sus guerras le permitia-on edificó
en Granada hermosas mezquitas , labró fuentes, plantó jardines, n»-
joro la policía de la ciudad ; distribuyó los gremios, distir^ió las dase»,
y en los ralos que hurtaba á estas serias ocupaciones se entretoiia es la
caza de aves , y en ejercicios de caballería y otras gentilezas.
Proclamado rey Muhamad hijo de Ismail , llamado Abu AlidaU, el
mismo dia de la infausta muerte de su padre , como era tan mozo y de
poca edad, que no tenia mas que doce años , gd)ernaba por él sa waiir
Abul Hasan ben Masud , y el caudillo de la caballería de algarbia Ot-
man. Poco después murió el wazir Masud que habia servido también á
su padre, y sucedió en su empleo el dia 3 de Ramazan ddaDO"^
Muhamad Almahruc de Granada, hombre pditiooymuy ambicioso.
Las chrcunstancias eran muy oportunas para satisfacer su pasión y vani-
dad. Asi fué , que durante el tiempo que el rey Muhamad se goberoó
por su cornejo logró este wazir oprimir á sus iguales , abatir á la prú*
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 697
cipal nobleza , oscnrecer el mérito qne se distiDguia , y apartar del
trono hasta los hermanos mismos del rey. Consiguió desterrar al prin-
cipe Ferag á Almería , y alli le pusieron en prisión donde al fin murió :
y almenor hermano Ismail con vanos pretextos le envió á África, donde
esíUYO expatríado durante la vida del rey Muhamad su hermano. Ea
soma este wazir Almahruc llenó la corte y el reino de desavenencias y
descontento. El caudillo Otman fué también de los ofendidos y se retiró
de Granada con ánimo de pasarse á África y de servir al rej porque se
guiaba por los consejos de Almahruc , y no hacia caso de sus represen^
taciones y bien fundadas quejas. Tenia el rey Muhamad admirables
prendas : era muy hermoso de cuerpo, y de sutil entendimiento, de
apacible trato ; pero grave aun en sus pocos años , elocuente , magnifico
y en extremo Uberal, robusto, de mucha destreza en la caballería y
en toda suerte de gentilezas y de armas : era muy aficionado alas justas,
parejas y torneos, y era sin igual en estas gallardías de á caballo. Tam-
bién gustaba de la caza , y era muy curioso de las genealogías y razas de
caballos generosos : no habia para él dádiva mas preciosa que la de un
cabaUo , y mantenía muchos para premiar á los que se distinguían en
los ejercicios ecuestres y en la guerra. Asimismo era apreciador de los
doctos y de los buenos ingenios, gustaba de leer elegantes poesías y
discursos floridos de historias caballerescas y amorosas. En el año 726
(1325) hizo su caudillo Otman entrada en tierra de cristianos , taló la
tierra y les tomó la fortaleza de Rute , que cercó y rindió en un dia.
Luego que el rey tuvo edad para gobernarse por si, y discreción
para oonocer la ambición de su wazír Almahruc , le depuso de su em-
pleo y le mandó poner en prisión segura. Con esta resolución tomada
por si, porque nadie osaba decir nada al rey del poderoso wazir, puso
gran temor en sus cortesanos, y no menores esperanzas de su valor é
intrepidez y amor á la justicia : nombró en su lugar por wazir á Muha-
mad ben Tahye Alkigiati , hombre estimado de todos. Al principio del
año 727 taro el disgusto de saber que su caudillo Otman, que habia par-
tido de Granada con su hijo Ibrahim, habia alborotado los ppeblos de la
tierra de Andarax, y en ellos proclamaban á su tío Muhamad ben Fe-
rag ben Ismail, que estaba en Telencen de África, y se decia que este
principe pasaba ya á España con mucha gente que le seguía. Sin perder
tiempo, tan precioso siempre , salió el rey á castigar los rebeldes, peleó
con ellos con varia fortuna, porque les favorecía la aspereza de la tierra,
y les ayudaba la inteligencia del caudillo ; pero siempre andaban enfoga
de las tropas del rey. Ibrahim el hijo de Otman fué de orden de su padre
á Sevilla á incitar á los cristianos contra su patria , ¡extremo furor!
como si los enemigos necesitasen tal consejo , siempre desvelados en
nuestro daño , y pensando en nuestra ruina. El diablo les presentó her-
mosa esta ocasión y la aprovecharon. Entraron sus fronteras y corrieron
la comarca de Vera , y se rindió esta ciudad, y Olbera, Pruna y Aya-
monte : j en cercanías de Córdoba riberas de Wadalorza peleó Muha-
mad con los cristianos acaudillados por don Manuel , señor de Alhojra
en tierra de Murcia , y fM muy sangrienta batalla en que los muslimes
SM HISTOMA DB U DOHmACM»
perdieron la flor de la caballería. El rey Mobamad se retiró áGrwiMbí,
y Tiendo qne el yfBik Almahrac habia sido la causa de esta faid gnem
dvU, el día mismo qne entró en Granada le mandó descabezar enb
prisión , día 2 de Muharram del año 729 (1338).
Con las asonadas que babia de que entraba gente de África eo ayuda
de los rebeldes , envió á su T?azir Alkigiati á Algezira para que rogase
¿ su tio el wali de aquella ciudad que defendiese el estrecho y no dejase
pasar gente de África, ane bien sabia que allí le buscaban enenúip».
Pocos dias después de la llegada del ^azir á Algezira se YÍeron acome-
tidos de tropas africanas , pelearon los andaluces con modio valor, pero
cedieron al nómero , y los africanos se apoderaron de aquella dudad,
y después de MarbaUa y de Ronda, y el esfuurzado wazir Alkigiati
murió peleando en el campo de Algezira en 17 de Regeb del aito
7M (1320).
La nueva de estas desgracias intimidó á los granadles , el rey se dis-
puso para salir A la campaña , y nombró por su primer virazir y hagek
de su casa al caudillo Abul Naim ReduAn , que se babia criado en casa
de su padre. Este caudillo era gran político y buen scddado , y tenia ma-
cba popularidad y estimación. Salió el rey Muhamad de Granada coa
muy Incida gente de infantería y caballería , entró la tierra de los crísda*
nos y tomó por (berza de armas la ciudad de Cabra y la fortaleza da
niega, Gomo en esta ocasión le diesen sus caballeros la enhorabuena,
y entre ellos hubiese muchos doctores y hombres de letras que á compe-
tencia alababan sus disposiciones y pericia militar, les dijo : ¿A qv¿
tanto aplauso? parece que habéis hallado al rey de la sabiduría, como
allA se acostumbraba en las academias de Córdoba y ScvÍQla : maaifeh
tando en esta su respuesta su ampr 4 las letras y consideración A ba coa-
lumbres de la juventud en las escuelas.
Con pocas y escogidas tropas hizo entrada en bis (hmferas de lose»
tianos y se propuso la conquista de la ciudad de Baena, Admiraban su
caudiUos la determinación : muchos nobles caballeros la tenían por te-
meraria empresa, y con varios pretextos excusaban de ir en su tDUfh
nía] pero el tey juró hacer aquella conquista , y fué con sn geote soive
aqueHa ciudad , la cercó , y como los cristianos vieron tan poca geale,
que nías parecía h'gera cabalgada , que aparato de conquista y sitio, »•
lieron muy confiados contra su campo , y le dieron batalla i perodity
con sus esforzados caballeros los rechazó y metió á lanzadas en la dft-
dad, y siguieron el alcance hasta las mismas puertas^ Iba el rey ea h
delantera , y arrojó su lanza qne era guarnecida de oro y piedra jt^
ciosas á un cristiano, que atravesado con ella siguió hüyondo coo ni ca*
bailo para entrarse en la ciudad : seguíanle muchos muálimes por qaí-
társela , y el rey dijo á estos soldados : Dejadlo al pobre, que si sd
muere presto , tenga conque curar sus heridas ) y los detuvo y toroóal
real. Poco después la ciudad se entregó , y pasó corriendo la tieira J
derribó los muros de Casares, y la hubiera entrado sino hubieaedilatado
el asalto al dí^ siguiente , en el cual avisado por los campeadores maadá
levantar el cerco y salió al encuentro ¿ los cristiaiv)s qw Teniaa esa^
DE LOS AHABES EN ESPAÑA. 999
eorro de la ciudad. IHóles una sangrienta batalla en que desbarató y
rompió su caballería , la puso en fuga y siguió el alcance algunas le*
guas : así que, sin volver al sitio , acudió á lo de Gd)altaric. Gomo en**
tendiese que la fortaleza de Gebaltaric estaba mal guardada fué contra
ella con su campo volante , y la cercó y estrechó en términos que á pe*
sar de las máquinas é ingenios con que los cristianos la defendían se
apoderó de ella por fuerza , y la ocupó. Asimismo se apoderó de Ronda
y Marbalia y de Algezira, que habían poco antes tomado los africanos de
Beni Merin ayudados de Otman y de otros rebeldes vasallos. La liabia
ocupado por inteligencia Otman el Hada el día 13 de Dylhagía de 729|
pero en esta ocasión recobró el invicto Muhamad cuanto la discordia
dfil babia hecbo perder, y cuanto se había rebelado durante su menor
edad. Entre tanto vinieron los cristianos sobre Gebaltaric y la cercaron
por mar y tierra.
£n este mismo tiempo acaeció la rebelión de Omar , hijo de Olman« que
se levantó contra su padre con muchos conjurados y pardales , ¿é¿
ronle varias batallas en que le vencieron y obligaron á huir de Fea i
asimismo ganóOmar por intrigas é inteligencias las ciudades de Tden-
cen y Sajutanesa, ayudándole su hermano á que se apoderase de todo el
reino de su padre : el buen viejo.ptman Abu Said no pudo resistir &
tantas desventuras y falleció en fia do Dylcada del a&o 730 (1330) K Sih
tODces su hijo Abul Basan Aly^ después que había ayudado á su her*
mano para despojar del estado á su padre^ se levantó contra el hermano^
y fué tan venturoso en la guerra ^le venció y mató en una batalla.
CAÍITÜLO XX-.
llMiliiiiaMQkamádiSi«aiDpifl«**fl«oort«Aldi«McaAof deG6teli«rte,y l#aMiiiiaii.
Le sucede Jasef.
En Andalucía el rey Muhamad de Granada vino en socorro de los
sayos cercados en Gebaltaric , y la fama de su cercanía obligó á los cris-
tianos á levantar el cerco. Desde allí los cristianos ñieron á cercar Tcba
de Ardalis por Osuna , y el rey Muhamad ñié luego con su caballería
contra ellos , y acampó en Toron cerca de l'eba , y enviaba sus cam-
peadores á Waditeba por estorbar que los cristianos diesen agua á sus
caballos : se entregó entonces la peña y fortaleza de Pruna , y el alcaide
que la entregó se vino con su gente al campo de Muhamad. Entonces
mandó el rey á sus caudillos que fuesen con tres mil caballos al rio ^ y
acometiesen al real de los cristianos , y con otros tres mil se fué á poner
en una celada en un valle una legua del campo de los cristianos. Los
tres mil caballeros entraron muy de recio en el real do los cristianos ,
y los pusieron en mucho desorden y les causaron gran matanza. Luego
conforme la orden qae tenían se principiaron á retirar para llevarlos á
la celada del valle i pero los cristianos fueron avisados y no pasaron de
«OtrettSl.
600 HISTORIA DE LA DOHINAaON
media legua en el alcance , basta qnc fueron reforzados con mucha
gente que les envió el rey Alfonso , y yinieron con buen orden de batalla
y entraron en el real de los muslimes y bobo sangrienta batalla entre
ambasbucstcs, en que murieron muchos de ambas partes. Loa cristianos
robaron algunas tiendas y cautivaron algunos muslimes que estaban des-
cuidados en el real, y con esto se tornaron al cerco, y los de TdMfse entre*
garon por avenencia, saliendo salvos con sus armas y vestidos. También
ocuparon á Friega , Qañete y la torre délas Guevasy de Qrtexicar. En-
tre tanto el nuevo rey de Fez Abul Hasan pasó el estrecho y se apoderó
de Gebaltaric como de cosa que le pertenecía. El rey Muhamad sinlii»
mucho esta pérdida ; pero no quiso romper con este principe tan pode-
roso y guerrero , y cuya fama era ya muy grande asi en África como en
Andalucía, y le escriláó sus cartas cediéndole de grado la fortaleza que
Abul Hasan babia ocupado por fuerza , y asi quedaron aliados j amigos.
Andaba Muhamad entonces en tierra de Córdoba , y puso cerco á Castro
del rio , y le combatió de dia y de noche ; perodefendianle bien los cer-
cados ; asi que , levantó el campo y pasó talando la tierra y se volvió
por Cabra á Granada.
Los cristianos fueron con gran poder sobre la fortaleza de Geballa*
rlc , porque veian su importancia , y que era la llave de Andalocia. Los
caudillos de Abul Hasan defendian bfén la plaza -, pat> la constancia de
k» cristianoslosfuéapurandopocoápooo,y las provisiones se les aca-
baban ¿ mas andar; asi que, ni les quedaba esperanza de socxnro de
parte de África porque los cristianos tenian cercada la fortalesa por
mar y por tierra , y sus galeras cruzaban sin cesar él estredio , y no de-
jaban llegar bastimentos á los cercados. Hicieron entender por algu-
nos fugitivos al rey Muhamad de Granada en cuánto aparo los tenian
los cristianos , que los socorriese c<mio aliado que era de su weñatéí rey
Abu Hasan. Entonces el rey Muhamad allegó de presto sos cabaDeros
y fué á socorrer ¿ los africanos que estaban cercados en Gehallaric.
Uegó á Algezira y de alli delante de Gebaltaric peleó ventorosamenle
contra los cristianos y los venció y forzó ¿ levantar él cerco , socorrió á
los cercados, y como mozo y vanaglorioso de sus triunfos motejaba á
los caudillos africanos y les deda que los cristianos eran muy buenos
caballeros , que no se habian querido meter con los de África , pofqoe
todos los andaluces lo tenian á mengua ; que habian sido muy corteses
y comedidos con sus paisanos los granadies ; que habian quebrado eoa
dios muy bien sus lanzas y les habian cedido el campo, y la gloria y
mérito de dar pan á los mezquinos y hambrientos africanos. Estas gra-
cias ofendieron á los caudillos de Abul Hasan , y como entendiesen que
trababa de despedir su gente y pasar á visitar á su amigo el rey Abol
Hasan , dios concibieron el aleve pensamiento de matarle. 4si fué, que
despidió el rey Muhamad la caballería de Granada „y quedaron solo con
él los pocos que le debían acompañar en su paso á África. Los vengati-
vos africanos pagaron ciertos asesinos que le d)servascn , y como al dia
siguiente á la partida de los granadinos le viesen subir al monte coa
poca compañía de su guardia , tomaron ciertas angosturas ispens que
DS LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 601
aOi hay, y en lo mas fragoso le acometieron y pasaron á lanzadas donde
no podo revolrer su caballo , ni le pudieron defender sus guardias ,
que todos iban caballero tras caballero por lo estrecho y áspero de la
subida : dicen que el primero que le hirió fué un siervo de su padre lla-
mado Zeyan : asi murió este noUe rey dia miércoles IS de Dylhagia del
año 733 (1 333). Sus guardias y soldados que estaban en el campo fueron
luego avisados de la desgracia de su señor por los pocos que le acompa-
ñaban , que descendieron huyendo del monte. Aunque eran pocos bien
quisieran en aquel punto vengar la muerte de su noble rey; pero los
africanos temiéndose de ellos cerraron las puertas de la fortaleza. 'El
cuerpo del rey Muhamad estuvo abandonado y desnudo en el monte ,
hecho d escarnio de los soldados de África , á quienes acababa de salvar
de la muerte. í Cuan ingrata y desconocida es la barbarie ! Los granadies
llevaron la infausta nueva á Granada , y en ella fué muy sentida de to-
dos , como si cada uno hubiese perdido su propio j^adre. Los wazires y
nobleza proclamaron por rey á su hermano Juzef Abul Hagiag. Este
principe mandó recoger el cuerpo de su hermano , y fué llevado á Má-
laga , y enterrado en una huerta del rey fuera de la ciudad , en una ca-
pilla que se fabricó de propósito para decoro de su sepultura ; en ella se
puso este epilaflo :
« Este es el sepulcro del noble rey , fuerte , magnánimo , Kberal ,
esclarecido Abu Abdala Muhamad de feliz memoria , de la real prosapia,
prudente, virtuoso, insigne guerrero, vencedor, caudillo de vencedo-
ras huestes , de la antigua é indita familia de los Nazares , principe de
loa fides , hijo dd sultán Abul Walid ben Ferag ben Nazar, á quien Dios
haya perdonado y tenga en descanso. Nació (el Señor se complazca de
él ) dia 8 de Muharram del año 715 , fué proclamado rey por muerte de
aa padrea 26 de Regeb del año 725, y murió (Dioslep^onc) á 13 de
Dylhagia del año 733. Loor y gloria á Dios altísimo é inmortal. »
Guando se divulgó en d ejército de Granada (que volvia de (rebalfa-
ric) la infausta muerte dd rey Muhamad fué general el sentimiento,
las protestas de venganza y la desesperación ; pero el remedio era inútil
pan mal tan grande, y la pérdida irreparable. Hallábase en aquella
huaile el bemumo dd difunto rey, el erforzado Abul Hagiag , y luego
fué prodamado por aquellas tropas, y le juraron obediencia en su pa-
bellón á la orilla de Wadalsefain Ijue pasa por los campos de Gezira
Albadrá (esto en la tarde del miércoles 13 de Dylhagia) todos los cau-
dillos de las tropas, y se adelantó á ellas y fué á Granada, donde también
le proclamaron. Era este Juzef ben Ismail ben Ferag conoddo por Abul
Hegiag mozo de hermoso cuerpo, de grandes fuerzas , de mucha grave-
dad ; pero amable y de fácil trato, erudito , buen poeta y sabio en dife-
renles dencias y facultades, mas dado á la paz que al ejercicio de las
armas. Luego que acabaron las fiestas de su proclamadon trató de con-
certar paces con los príncipes muslimes y cristianos, y envió á Sevilla
sos cartas y mensageros y negoció una tregua ipor cuatro años con bue-
nas condiciones. Luego se dedicó á reformar las leyes y prácticas civiles
del rdoo^ que cada dia se iban adulterando con sutUezas de alcatibcs y
602 HISTORU M LA DOMUIAGIOR
malos ateadies. Ordenó formidaríos mas breyes j aencflloa para las es-
enturas y actas públicas , j los alimes y doctos oscribi^tm buenos tra-
tados y explicaciones de las fórmulas dispuestas por d ngr. Creó mielas
distinciones para premiar y galardonar los buenos seryicios do los em-
pleados públicos , y de los caudíUos de las fronteras : mandó escriUr
artes para los oficios y profesiones , y libros de estratagemas y arte
tar, y otros diversos.
CAPITULO XXI.
RsiiUHlo de Jaief . Batalla de WadaoiliU) ganada por loa oriatíanoa.
En el principio de su reinado falleció el waiir que había sido también
de su padre , el ilustre ReduAn, y dio este encargo i Atm Ishac ben Ab-
delhar, caballero muy principal y rico quo entró en esta dignidad el dia
3 de Mubarram del ajk) 734. Apenas se divulgó en Granada sa nom-
bramiento cuando todos los nobles y caudillos que babia en la ciudad
se presentaron al rey, y le acusaron de altanero, yano, yengaüTo, y
que sin duda seria ocasión de bandos y discordias , y rogaron al rey nmy
encarecidamente que le depusiese de su empleo si deseaba la quietud y
tranquilidad del estado. El rey les ofreció que baria lo mas eonyeimote
al bien común , que les agradeda el aviso y buen oelo que manifealabaa
de su mejw servido i y pocos diaa después le depuso y nondvó en n
lugar al bageb Abul Naim, bijo de Rednán, cabidlero limy Yvtnoso)
fno duro de condición y tan iracundo como justiciero. En el tíenspo de
su gcrt)ierno to^os temblaban de parecer en juido deknte de él, y por
oonlemplacion oon la noblesa estaba encargado de la pdttcia gwienl , y
en este tribunal no babia privilegiada ningima dase dvil ni mflitar, lo-
dos debían ¡Hresentarae en d citados que f^iesenó como testígoa 6
plazados t su severidad y su iracnndia Junto con la brevedad y
de los juidos, Uevó al suplicio ¿ muchos por muy leves camas, y le
cortaron no pocas cabezas inocentes. Elrey queá todos oia, yqneesli*
maba tan bien las quejas de los pobres y desvalidos como las de los po*
derosos , habiendo entendido algunas violendaa y justicias aoekmdas
procedidas mas de su iracundia y negro humor que do la severidad de n
justicia , y de la equidad y rectitud de su corazón^ le puse en pgfaionei el
dia 22 de Regeb dd año 740 (1340).
Gomod rey Juzef benlsmail Abul fleglag estaba en pac eon todos In
principes , y en treguas oon los enemigos cristianos, tuvo lugar para de-
dicarse á ennoblecer la dudad con obras magnificas , y effifloA la dlfana
mayor con gran magnificencia y con todo el primor del arte ; la éMét
cuantiosas rentas anuales, y ordenó suSconsUtudones para gohiemode
los imames, alfaquies, almocries , almuedanes y bafizes, asi para el
cumplimiento de sus obligaciones y servicio como para la puntoal y có-
moda manntendon de estos ministros. En cercanías de Málaga edificó
un suntuoso alcáiar muy altoy de admirable beBoEa w que gastó in-
DE LOS ABABAS EN ESPAÜA. (0>
mensas samas; pero se hizo célebre por aqoella insigne fábrica : pues
no solo se le debía d gnsto y pensamiento de tan magníficos edificios |
sino también el plan y disposición de ellos.
El caudillo de la frontera de Murcia Reduán , y el arraiz de la ca-
ballería de Algarbe Abu Tabet Ornar ben Otman ben Edris ben Ab-
delhac, que era de la sangre real de Beni Merín, f nerón acorrer la tierna
de Murcia , robando ganados , y talaron los campos quemando de paso
la fortaleza de Wadalhimar, y entraron triunfantes en Granada con maa
de mil cautivos cristianos , hombres , mugeres y niños ; se. celebró ma«*
cbo esta cabalgada y hubo grandes fiestas y zambras. El arraiz de Al^
garbe asi por su nobleza como por la importancia de su grado en la ca-
baDeria , principalmente por su discreción y gentileza, era muy priyado
del rey ben Juzef ben Ismail : era arbitro y dispensador de todas sus
gracias , nadie hablaba al rey sin su licencia , ni se hacia en palacio cosa
diica ni grande sino por orden suya. Acaeció que pocos días después de
la llegada de estos caudillos de la iVontera el rey mandó prender al
arraiz Omar su grande amigo y ¿ sus hermanos , y los puso en rigu-
rosa prisión el dia 29 de Kabie primera del año 741. Este suceso mará**
Tilló mucho á la gente y se extrañó en todo el reino, j mas todavÍK
viendo que el rey dio su plaza al primo de Omar Yahye ben Omar beu
Rehu. En general se ignoró la causa de haber caido de la gracia dd
rey ; pero entre los cortesanos se decía que d rey le había hecho su con-
fidente en ciertos amores , y por desgracia Omar era su rival en ellos, y
mas favorecido de la enamorada que lo que el rey quisiera. También ao
ailadia que Yahye había descubierto al rey los secretos amores de su
primo , 3i ya no fué todo hablillas populares. Asimismo privó del wazi-
razgo por queja del pueblo á Abiü Hasan Aly ben Múl, y puso en su
lugar al secretario que había sido del rey su hermano Abul Basan ben
Algiab, hombre de probidad, muy docto y muy prudente.
£n este tiempo vino nueva al rey Juzef ben Ismail, como el rey dd
Fez Aly Abul Hasan ben Otman ben Jacúb ben Abdelhac de Beni Merin
había pasado el estrecho, y conseguido una completa victoria naval de
los cristianos, que había peleado con ellos el dia Giuma 9 dp Safer
del ano 741 (1 340) , que su armada era de ciento y cuarenta galeras, qno
con ellas bahía rodeado á las de los enemigos , y muchas babia biin^Uda
y muchas apresado con toda su gente y provisiones. Esta ventárosla
nueva se celebró en Granada con iluminaciones, fuegos y grandes
fiestas y zambras, que duraron toda la nocbe , y al punto mandó el rey
que sus caballeros se dispusiesen para ir en su compañía á recibir y visi-
tar al rey de Fez. Luego fueron viniendo los alcaides de las fronteras y
otros principales caballeros, y partió d rey á su visita con muy lucido
acompañamiento, y llegó á Algezira Alhadrá el dia 30 * del mismo
mes, y d rey de Fez hcdgó mucho de aquella visita de Juzef ben Ismail,
y comieron juntos con sus principales caudillos. Traía el rey de Fes
graa gentío de infantería y caballería , y para no perder tíenqx) concer^
< El SalaflMni y otros dicen que faé en sáb«do 6 de Xawál, y el campo de Tarifa eniS de
M«b«niDi del «fio T4i ; pero no parece cierta la fecha.
604 mSTORlA DE LA DOMINACIOR
taron poner cerco á la ciudad de Tarifa y luego movienm^ sos gentes, j
ftaeron delante de Tarifa j acamparon allí en 3 del siguiente mes, j
principiaron á combatirla con máquinas ¿ ingenios de truenos que hm-
zaban balas de hierro grandes con ñafia , causando gran destrucción en
sus bien torreados muros. Durante el largo cerco envió el rey de Fez
sus caudillos Aly Atar y Abdelmelic con ciertas escogidas compañías de
zenetes , gomares y masamudes á correr la tierra de Jerez y de Sido-
nía , Lebrija y Arcos, y fueron sus algaras estragando la tierra, ro-
bando ganados, quemando casas de campo, y asolando aquella comarca
como una tempestad de truenos y relámpagos. Los cristianos que guar-
daban aquella frontera salieron contra este campo de almogávares que
tanto mal y daño les hacia, y hallaron á los muslimes donde menos lo
recelaban estos. Sobresaltados con el improviso ímpetu de los enemi-
gos , y embarazados con la rica presa apenas acertaron á ponerse en ór*
den para defenderse, y llenos de confusión y espanto sin atenderá sus
valientes caudillos huyeron de los cristianos. Entre los que peleando
vendieron bien caras sus vidas fueron los dos Ínclitos caudillos Abdehne-
lic y su primo Aly Atar ; ambos cayeron de los primeros por animar á
los suyos á la pelea: entre los que hicieron lo que les convenía quedaron
mil quinientos muslimes, zenetes y gomares tendidos en los campos de
Arcos para agradable pasto de aves y Aeras.
La nueva de este desmán llenó de sentimiento á todos los mosUmes
y de despecho al rey de Fez y al de Granada , en especial por la pér-
dida de aquellos dos nobles caudillos. Escribió el rey de Fez á sos
alcaides de África que le enviasen nuevas tropas, y también d de
Granada hizo llamada de sus gentes con ánimo de tomar cumplida
venganza.
Los cristianos que estaban cercados veían cada día aumentarse d
campo de los muslimes, y que su innumerable gentío cubría ya montes
y llanuras. Enviaron sus cartas repitiendo súplicas á sus reyes pan
que los socorriesen , asi al rey de Castilla como al de Portucal. El de
Castilla estaba á la sazón en la ciudad de Sevilla , y luego allegó sos
gentes y vino con poderosa hueste, y también vino con escogida ca-
balleria el de Portucal , y vinieron con gran chusma estos dos tiranos,
y cuando llegaron á * Hijarayel avistaron el campo de los muslimes que
si punto se movió contra ellos, pues los campeadores habian anua-
dado la venida del enemigo. Acaudillaban los dos reyes sus esforzadas
tropas , y los dos tiranos también ordenaron sus haces para la pelea ;
pero como ya fuese á puestas del sol , á los unos y á los otros pareció
poco espacto de tiempo el que del dia quedaba para darse batalla , y
no quorian que la ya cercana venida de la noche interpusiese treguas
á sus hostiles intenciones. Asi fué , que en aquella tarde ni los campea*
dores salieron de sus ordenanzas, ni se permitió salir á escaraminar
con los contraríos , y ambas huestes se temieron y respetaron mutua-
mente. Pasaron aquella noche esperando con impaciencia , con incer-
1 La pefta det Ciervo.
D£ LOS ÁRABES £N ESPAÑA. 605
tidumbre j temor la venida del alba. Los caudillos dieron sns órdenes ¿
los capitanes j adalides , j estos en sus banderas esforzaban á sus tro-
pas para la pelea ofreciéndoles la victoria si mantenían animosos y
coDStontes la sangrienta lid. A la venida del alba y en el punto que
principiaba á clarear el dia se oyemn las trompetas de los enemigos y
estremeció la tierra el estruendo de los atambores muslímicos , con-
faodiéndose con los alaridos y atakebiras el agudo sonido de los le-
lilíes y bocinas. Corría en medio de ambos campos el Wadacelito , y los
campeadores cristianos se adelantaron al paso del rio , salieron á en-
contrarlos á toda brida los esforzados zenctes y gomares y la caba-
Ueria de Granada - trabárcHise ambas huestes peleando con igual valor
y constancia , y en lo mas recio de la sangrienta batalla comenzaron á
remolinarse ciertas cabilas alárabes , atropelladas de la caballería ar-
mada y cubierta de hierro que las acometió, de suerte que fueron
ded)aratadas y divididas por los enemigos. Al mismo tiempo salieron
de la ciudad los cercados y se apoderaron del real de Abul Hasan , de
su harem y riquezas , y al punto todos los africanos abandonaron el
campo de batalla, que mantenían solos los andaluces acaudillados de
ra rey Juzef. Viendo este que la flor del ejército enemigo cargaba sobre
los suyos, y que los africanos huían por todas partes, mandó á sus
alféreces retirarse peleando hacia Algezíra antes que todo el ejército
vencedor los rodease , y así lo hicieron dejando sangrientas huellas en
sn retirada. El rey de Fez se acogió á Gebaltaric, y en el mismo dia in-
fausto de la batalla se embarcó y pasó á Gdbta. Fué esta cruel batalla
de Wadacelito dia lunes 7 de la luna de Giumada * primera del año 741
(1340). £1 campo quedó cubierto de armas y cadáveres, y fué me-
morable esta matanza y pasó á proverbio entre los enemigos aquel
aciago dia.
Avisaron los campeadles al rey Juzef ben Ismail como los enemi-
gos le tenían tomados los pasos de su retirada con innumerable chusma ,
y asi volvió á Granada por mar en sus naves y desembarcó en Almu-
necab. En la ciudad hubo gran duelo, porque en aquella batalla mu-
rieron muchos nobles granadies , y entre ellos el principal cadi de An-
dalucía Abu Abdala Muhamad Alascari. Después de esta victoria fué el
rey de Castilla sobre Calayaseb y k cercó y combatió con máquinas ,
y los de la ciudad atemorizados se entregarqn al rey Alfonso por ave-
nencia saliendo salvos los moradores. También se rindió por avenencia
Friega j ben Anexir, que todo cedía á la fortuna de los enemigos. En
el año siguiente también fueron desventuradas las armas muslímicas :
en las bocas de Wada Menzil tuvieron sangrienta bataUa las naves de
África y de Granada con las de los cristianos , y estos enemigos que-
maron muchas de ellas, y murieron peleando los amires que las
mandaban.
1 El SalanKUi dice Giumada postrara.
606 HISTORIA DE LA DOMUIACK»
CAPITULO XXII.
Toman los cristianos á AJgexira. Treguas. Eftlkia del rey Jnsef. OrdeBamienios nüfiosas.
La fortuna estaba declarada contra los muslimes en este tiempo. Q
rey Alfonso, ufano de sus Yictorias , deseaba apoderarse de la dudad de
Algezira Alhadrá, puerta de España , dudad hermosa y fuerte, de ex-
celentes campos, y, en?ió sus gentes que la cercasen en tanto que él
mismo por otra parte corría la tierra del rey de Granada, haciendo
mucho daño en miescs y huertas. Llegaron los cristianos delante de
Algezira en medio del verano , y acamparon alli rodeando sus reales de
fosos y hondas cavas. Los cercados salían á estorbarles sus trabajos , y
les daban sangrientos rebatos en cada dia ^ en que mataban nuidios de
sus cruzados y buenos caballeros : y muchas veces pelearon en campo
abierto con varia fortuna con todos los cristianos que andaban en d
cerco. Levantaron los cristianos grandes máquinas y torres de madera
para combatir la ciudad , y los muslimes las destruían con piedras
que tiraban desde sus muros , y con ardientes balas de hierro que
lanzaban con tronante nafta que las derribaba y hacia gran daño
en los del campo. El rey Juzcf ben Ismail salió de Granada con su c»-
balleria para socorrer á los cercados , y acampó riberas de Waifijaro.
Bien quisiera el rey acometer luego ¿ los enemigos ; pero sos candólos
no osad>an venir á batalla , ni acometer á los cristianos en su campo
fortificado , sino esperar que saliesen contra ellos á escaramoar , por-
que la infantería estaba muy intimidada desde la batalla de Tarifa. El
rey Juzef , recelando que la ciudad estuviese muy aparada y que se
perdería si no la socorriese , animó sus gentes y llegó una madrugada i
la hora del alba á la orilla del río Palmoncs , que mediaba entre los
dos campos. Parecióle que la sorpresa seria muy importante , y así or-
denó que acometiesen antes del día, cuando los cristianos menos pen-
sasen. La arrancada fué muy denodada é impetuosa , que puso en grao
conrusion á los enemigos, pero las cavas profundas y anchos fosos qoe
los defendían desordenaron mucho á los caballeros nroslimes , y oo
pudieron hacer todo el efecto que deseaban : rompieron y desbarataroo
sin embargo cuanto se les puso delante ; pero quedaron mncbos ca*
balleros espetados en la espesa selva de lanzas que lea opusieron. Acu-
dió á defender sus reales tanta muchedumbre que fué pmdeocía de
los caudillos retroceder sin meterse mas adentro de las bien guardadas
trincheras. Los de la ciudad, que padecían gran falta de provisiones, 7
veían que el rey Juzef no podía obligar ¿ los cristianos á levantar el
cerco, le enviaron á decir por los pocos bateles que bastecían de nodie
la ciudad , que ya no era posible mantenerse, que procurase avenencias
con los cristianos. Envió Juzef ben Ismail á Gebta á pedir anxiKoal rey de
Beni Merin , pero se excusó con sus urgencias domésticas , y le aconsejó
que hiciese sus paces con el rey de Castilla. Asi lo procuró Jaaef : pero
el rey Alfonso no quiso dar oidos á ninguna prcqiuesta si no se k en-
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 607
tregaba la cladad. Todavía intentaba JazeF hacer un esfuerzo y pelear
contra los cristianos , pero sus caballeros le dijeron que no era posible
romper el campo, y que serla aventurarlo todo por conserrar una
sda cicdad : asi que, persuadido, concertó con el rey Alfonso la en-
trega , y que desde luego los muslimes pasasen de la ciudad nuera á la
antigua con cuanto tuTícsen, y en conrcniente plazo pudiesen reti-^
rarse de alli adonde bien les pareciese con todos sus bienes bajo la té
y amparo del rey de Castilla , y asimismo concertaron treguas de diez
müos para repararse de tan prolija guerra. Entraron los enemigos en
Algezira después de reinte meses de cerco en * M uharram del año 714
(f 243). El rey Alfonso trató con mucha honra á los caudillos de Juzef
ben Ismail que trataron con él la entrega , y también á los de la ciudad,
7 todos quedaron muy contentos de su generosidad.
Eki el largo tiempo de la tregua con el rey de Castilla , se ocupó el
rey Jnzef en beneficio de sus pueblos, estableció escuelas en todos con
enseñanzas uniformes y sencillas , mandó que en los pueblos que habia
aljama principal , se predicase y leyese todos los jnmuas , y en laí mez-
quitas en que hid>iese mas de doce vecinos se había de hacer alhotba y
había de tener alfaqoi y alimam , y que no hubiese mezquita en donde
no pudiese haber ásala asi en invierno como en verano t sus cinco alazas
i sus llorad convenientes de asofabi , adobar, azalar, almagréb y ala-
terna : que en la alhotba se observase la piadosa práctica de alabar i
Dios, hacer azala soImto el bienaventurado Mubamad , la repetición de
aleas del Alcorán , que amonesten y enseñen al pueblo con declaración
y ejemplos para que lo entiendan todos, y pedir perdón y misericordia
por todos. En la segunda después de las alabanzas á Dios se hará honrosa
mención de los de la Sihaba como caudillos primeros de los muslimes ,
ae ensalzará la ley de Mubamad pidiendo pmlon por todos , y prospe-
ridad y todo bien para el rey, su familia y estado. Que en la iMnra de la
aaala del Giuma no se pudiese vender ni comprar, ni otras ocupaciones
profanas. Que na s^ hiciese alhotba en dos mezquitas cuando el pregón
lie una se puede oir en h otra , sino que se hiciese en la mas noble ó
mas antigua. Que todos estaban obligados á ir á la alhotba del Giuma
tanto trecho cuanto puedan ir á oiría á tiempo saliendo con sol de su
casa , y volviendo á ella también con sol , y con sumidad en el camino,
probariendo que ninguno morase en yermo y tan apartado de mezquita
que partiendo de su casa de mañana no alcance á llegar á hora de ado-
bar, quees la déla azala, ala mezquita, ó qneno pueda volver adonde
TI ve antes de la puesta dd sol. Para esto dispaso que no viviese nadie i
mas de dos leguas de población ; y en las alquerías que hubiese mas de
doce casas se edificase mezquita. Que en las mezquitas estuviesen los
fliOGhadios tras de los viejos , y las mugercs tras de los muchachos y
apartadas de todos los hombres, y en la salida que se estuviesen quedos
loa kombres y muchachos hasta que ya entiendan haber salido las mn-
: que las doncellas no asistan á las mezquitas , si no hay en cuas
' OSraadioviiSifiBr. }
608 HISTORU DE lA DOMINAaOll
lugar apartado , y cuando le haya que fuesen muy cubiertas y coa mu-
cha compostura. Ordenó queen el dfia Giuma lodomualim se pomae sos
mejores vestidos manifestando su exterior aseo y limpien laque deboi
tener en sus corazones , y qae se ocupen en visitar y remediar pobres ,
y tratar con sabios y conversar entre si de cosas apadbks y virtuosas.
Asimismo renovó las piadosas costumbres de la sonna para la cél^yra-
cion de las dospascuas, de la de Alfitra ó salida de Ramazan , y la délas
Victimas ó fiesta de carneros : en una y otra se habían introducido pro-
fanidades y locuras mundanas , y andaban las gentes como locas por las
calles echándose aguas de olor y tirándose naranjas y otras frutas, 7
andaban tropas de mozos y bailarinas con estrepitosas zambras por to-
das las calles : prohibió los desórdenes , y mandó que se celebrasen con
alegrías virtuosas , con limpias y preciosas vestiduras como cada uno
pudiese , con flores y perfumes aromáticos por honra de las pascuas ,
que se ocupasen en asistir á las mezquitas , visitar pobres , enfermos y
sabios , y cn*distríbuir limosnas como cada uno pudiese : y para sacar
mayor provecho mandaba juntar la asadaka ó limosna de cada ciudad ó
aldea, fuese en dinero, en pan ó en grano ü ihitas, y después la mandaba
repartir pc^ dos ó mas personas de confianza , y si fuese muy abundante
la limosna se depositaba el grano , se repartía á los pobres y huérfanoi,
en rescatar cautivos , reparar mezquitas , fuentes, caminos y puentes y
otros pasos difíciles ó trabajosos. Prohibió que anduviesen por las calles
las rogativas por agua, porque las calles ni las plazas no son lagares de
demencia ni de adoración , y ordenó que en las ocasiones de seca ó íálía
de agua que pareciese necesaria la rogativa se saliese á los campos coo
mucha devodon y humildad pidiendo á Dios perdón de sus pecados na
días veces, y didendo con afecto muy cordial *. Sedor Alá piadoso , tn
nos criaste de nada, y sabes nuestros yerros, por tu piedad, Sedor, que
no nos quieras destruir, no mires á nuestros yerros , mira , Señor, á lo
gran piedad y clemencia , que tú no tienes necesidad de nuestros serri-
dos : Señor, usa de piedad por las criaturas inocentes , por los aaimaks
simples y por las aves del cielo que no hallan que comer, mira la tierra
que criaste y sus yerbas mustias por falta de las aguas : Seik>r, ábrenos
tus cielos, vuelve las tus aguas, vuelve los tus aires ^ y envía las las
piedades que refrigeren y rocíen -y vivifiquen le tierra muerta , y sos
yerbas , que den mantenimiento á tus criaturas , y no digan los infieles
que no oyes á tus creyentes, por tu piedad y por tu clemencia, que tú
eres sobre todas las cosas piadoso : Señor, á ti adoramos , en ti creemos,
y en tí esperamos perdón de nuestros yerros y remedio de nuestras ne-
cesidades. También prohibió las juntas de diversas familias en vigilias
nocturnas dentro de las mezquitas , que las mugeres no tuviesen no-
venas sin su marido , ó con otras mugeres , ó con hombres de aqueUns
con quienes no les es licito casar, como en compañía de padre, hermano,
hali, ami ó sobrino, y no con otras^ y lo mismo las viejas : á las don-
cellas no quería que fuese lidto el ir á novenas , ni seguir y acompañar
entierros. Mandó que ninguno se amortajase con seda , ni con piala ni
oro , sino envuelto en tiras de lienzo blanco sobre camisa , después da
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 609
bien lavado y con olores buenos : mandó en esto qne no fuesen mugcrcs
sino la muger, madre, ama, ó hala del difanto, y que no se diesen
Toces ni gritos, ni fuesen plañideras alquiladas para manifestar senti-
mientos 7 llanto que no tienen : prohibió que se hiciesen elogios del
muerto por ninguno, sino que el alfaqui ó la persona mas honrada del
acompafiamiento alzando sus manos al cielo de cara alquibla á par de la
alcbaneza diga : Alá hu akbar, alabanzas sean dadas á Dios que mata y
resucita , de Dios es la grandeza y la mayoría , él es sobre todas Tas co-
sas poderoso : Señor, bendice á Muhamad y á los de Muhamad ^ apiádate
dcMuhamad y de los de Muhamad : Señor, este es tu siervo, tú lo criaste
7 k) mantUYiste , y tú lo resucitarás :. tú sabes su secreto y su paladino,
venímoste á rogar por él ; Señor, á tí nos avecinamos, que tú erescumplido
dehomenage : Señor, defléndelo en la tentación de la fuesa, defiéndelo
délas penas de Gihanam. Señor, perdónale y hónrale su morjida , en-
sáncbaie su ñiesa , limpia sus mancillas y pecados, dale morada mcjot
que so nx»*ada , dale compañía mejor que la que tiene : Señor, si es
bueno crécele en descanso , y si es que faltó en tu servicio perdónale sus
yerros y pecados, que tú eres sobre todas las cosas piadoso ypoderoso.
Señor, afirma su lengua y dale valor al tiempo de la pregunta de su fbesa ,
no le repruebes. Señor, ni le acuses dé lo que sabes que no tiene poder
para defenderse ; perdónale. Señor, perdónale , no le niegues tu miseri-
cordia ni le prives de tu galardón. Luego después de decir tres veces
Alá bu akbar, dirá : Señor Alá, perdona nuestros vivos y nuestros
muertos, los presentes y los ausentes, grandes y pequeños, hombres y
mogeres, que tú sabes nuestros destinos , tenemos esperanza en tu pie-
dad querrá nasada á nuestros yerros .* señor Alá , á quien ha hecho
bien acrecienta su bondad , y á quien ha hecho mal perdónale sus peca-
dos. Señor Alá, defiéndenos y danos valor en la fuesa , líbranos de las
penas de Gihanam y danos bpen fin de nuestros dias : al echarle en la
/nesa áirk : Señor, nuestro hermano vuelve á ti , nuestro hermano dejó
el mundo y vuelve á ti, acójale. Señor, y cúbrale tu misericordia. Pro^
hibió que escribiesen la demanda y respuesta de la fuesa , y la enterra*
sen con el difunto, y lo mismo el ponerle aleas ni alismas en la cabeza
ni en el pedio. En bs fiestas de buenas fadas para poner nombre á los
recien nacidos, en que se juntan los parientes, y en las bodas y otras
fiestas de familia pemutia que hubiese zambras alegres y decorosas , y
que las walimas ó convites fuesen opulentas, pero con discreción y sin
abusos de embriaguez ni de otras vanidades, y costumbres viciosas,
porque había mucha licencia en tales fiestas. Perfeccionó la policía de la
ciudad y puso vrazires de barrios , y uno para el zoco que asistía siem-
pre en la alcana y cuidaba del buen orden en los mercados. Estableció
que se cerrasen y atajasen de noche los barrios , y que hubiese en cada
uno ronda nocturna, con horas señaladas para cerrar y abrir las puer-
tas, y lo mismo las principales de la ciudad. Escribió ciertas ordenanzas
sobre la guerra y mantener frontera , y el modo y orden de las cabal-
gadas. Poso pena do muerte al caballero que huyese de los enemigos ,
cuando no fuesen mas de dos tantos mas que los muslimes , ano ser por
610 HISTORIA D£ LA DOlUNAaON
6rden de sos caudillos que saben los secretos y estratageoiasdela guerra,
y cuando conviene acometer y cuando retirarse de la pelea: prohibió
que los campeadores ó almogávares , ni otros cuerpos de gente de guerra
matasen á los niños , ni á ks mugeres , ni á los viejos sin fuerzas , ni á
los enfermos , ni á los frailes de vida apartada , salvo cuando cstaTícreB
armados y ayudasen á los enemigos por sus manos.
Mandó que los despojos y presa se repartiese con justicia, sacando
el rey su quinto, de las cosas de comer que cada uno tome lo que
necesite , y lo demás se dividiese con orden, al caballerodos parles , al
do á pié una, y á los que trabajen en la hueste de cualquiera trabajo,
ol rey usará de albedrio para premiarlos por las relaciones de los cau-
dillos : que al que se tomare muslim en la villa ó fortaleza conquistada
80 le restituya todo lo suyo , y si ya estuviere repartido se le abonará sa
justo precio : prohibió que los hijos de familia pudiesen salir en ctia^
gada sin*Íicencía de sus padres , fuera de un caso de necesidad 6 defensa
del pueblo : y eso mismo el que no pudiesen hacer su alhige ó peregri-
nación á la casa santa de Mecca ó de Alaksá, sin eiq^resa lioencia de
padre y madre , y en su falta, do sus abuelos u haMes : ordend que es
los delitos de adidterios y homicidios y otros que se castigan con pena de
muertesilos cómplices y reos no confiesan, no se les pueda dar b pena
de muerte si no hay cuatro testigos de vista que depongan de ma obra
y de un mismo tiempo. Los adúlteros tenian pena de morir apedreados,
y los solteros que cometen fornido tienen pena de den azotes, el varoa
desnudo , y la muger sobre su alcandora , y después el varón on ano de
destierro , y el rey Juzcf ordenó que hid>iese on estos delitos albedrb
de juez y los pusiese en prisión , y siendo iguales los obligase á casar j
pagar azidake á la muger, y también mandó que á los que por justicia
fuesen muertos se les lavase y cafanase , y se les enterrase oon las aa-
laes y en los mismos cementerios que á los otros muslimes. Tambiei
estableció que hubiese albedrio de juez en las penas de los hurtos» La
ley era , que cuando alguno hurtare de casa , huerto , ó ténnino cer-
cado de señorío ageno , que no sea en baldio , ywmo y cosa sin guarda,
que sea su valcMr cuarto de dobla de oro , ó peso de tres adirhames de
plata óde ahi arríbale corten la mano derecha, sea varón 6 hembra,
siervo ú libre , si el varón tiene ya quince ailos y la hembra trece , por d
prímer hurto la mano derecha, por el segundo el pié izquierdo , y por d
tercerola mano izquierda, por el cuarto el pié derecho ; y por di quintóse
le atormentaba y ponia en prisión perpetua. Quiso el rey que por d pri-
mer hurto se le azotasey encarcelase, por el segundo se le cortase la mno
izquierda ó el pió, y ordenó otras muchas cosas para el buen gobieraa
Acabó las obras comenzadas en Granada , y las mezquitas las mandó
pintar, y adornar de hermosas labores , y asimismo su alcáaar , y á sa
qomplolos señores de Granada hicieron también obras en sos moradas .
y se llenóla ciudad de casas altas y bien hechas con mudias torres de
madera de alerce maravillosamento labradas , y otras de ¡Medra eos
ludentes capiteles de metal y dentro de las casas grandes salas fireicas
oon zaqulzamis de menudas labores, y las paredes y tedios de oro j
D£ LOS AHABES £N ESPAfiA. 61i
azul, j tambieD hM suelos de las casas labrados de piezas menudas de
azulejos al estilo de obra mosaica : y en las de los grandes seiKores con
hermosas fuentes de agua dulce que las hace mas frescas : todo este
esmero de arquitectura era de moda en su tiempo , j asi fué Granada
en sus dias como una taza de plata llena de jacintos y esmeraldas.
Mientras vivió conservó amistad con los reyes de Fez y en especial con
Abul Basan, y con su hijo Fares , el que se apoderó del estado de su
padre después que pasó derrotado de Algezira y de Tarifa , y que fué
por Alniotuakil.
CAPITULO XXIII.
Muerte del rey Alfoato. Lulo de los masUmes. Aiesina un loco ti rey de Grtnede.
Bucédele iU hUo Mahamad*
Pasados los aiokM de la tregua con los cristianos que observó por su
parte bien , aun hubiera querido prolongarla hasta qumce anos; pero
no quiso el rey Alfonso ben Femando de Castilla y nieto de Sancho, d
cual envanecido con la fortuna de sus victorias cuando rompió y deshizo
i los muslimes en la batalla grande de Tarifa, y con la conquista de
Algezira Alhadrá, pensó continuar sus prósperas expediciones contra
loa musUmes, y con gran poder vino ¿ cercar la ciudad de Gebaltarie,
que tenia gran pena de haherla perdido en su tiempo, y queria reco-
brarla. Allegadas sos gentes acampó en el arenal cerca del mar entre la
ciudad y Algezira , en la primavera del año 750 (1349), y luego la com-
batió con ingenios y máquinas; pero como la dudad es tan fortificada
por naturaleza , y tenia buena y esforzada guarnición, no hada cosa de
provecho , y cráó de combatirla y cuidó de tenerla bien cercada espe-
rando tomarla por hambre $ pero quiso Dios que este esforzado rey|,
enemigo acérrimo del Islam , que pensaba apoderarse de todo cuaoto
poseían los muslimes en Espada , murió de peste á lOde Muharram del
ado 751 (1350) ^, en d Giuma. Su estatura mediana y bien propor-
cionada, de buen talle ; blanco y rubio, de ojos verdes, graves, de
mucha fuerza y buen temperamento , bien halado y gradoso en su
dedr, muy animoso y esforzado, noble, franco y venturoso en las
guerras para mal de los muslimes.
Elrey de Granada hacia sus correrias y cabalgadas desde Ronda,
Zahara, Estepona y Marbclla, y tenia buenas compañías de caballos
contra los cristianos que cerchan á Gebaltarie , y cuando entendió la
muerte del rey de Castilla, como quiera que en su corazón y por d bien
y seguridad de sus tierras holgó de su muerte, con todo eso manifestó
sentimiento, porque decía que había muerto uno de los mas excdentes
príndpes del mundo , que sabia honrar á todos los buenos, asi amigos
como enemigos, y muchos caballeros muslimes tomaron luto por el rey
1 Bo eéie aflo murió eo Almería el prtoeip« Ftrag, hermano del rey Mobaouid de Granada»
eo la prúion en que le leniaB.
612 HISTORIA DE LA DOMINACIÓN
Alfonso , y los que estaban de caudillos con las tropas de socorro pan
Gebaltaric no incomodaron á los cristianos á su partida cuando lleva-
l)an d caerpo de su rey desde Gebaltaric á Sevilla.
Pocos años adelante estando el rey de Granada en la mezquita en A
día Id-Alfitra primero de Xawal del año 755, un hombre vil, fuñosoé ir-
rilado se arrojó al rey que estaba en su azala en la postrara arnika , y le
hirió con el puñal que üevaba ; el rey gritó herido, se interrampió h
oración, se alborotó la mezquita, corrimos y acudimos loiíosoonlas
espadas desnudas y hallamos al rey espirando, le llevamos en nuestros
brazos ai alcázar, y allí murió al punto que llegamos : el traidor fué
despedazado y quemado su cuerpo delante del pueblo , y el mismo día
de esta desgracia fué proclamado rey su hijo mayor. Él cuerpo del tq
fué sepultado á la tarde entre dos luces en magnifico sepulcro en é
cementerio de su alcázar, y se le puso un epitafio en prosa y yersoqoe
compuso Sadir ben Ama , y se grabó en mármol con letras de oro y
azul, que dice :
« Aqui yace d rey mártir y de noble linage, gentil , docto , virtuoso,
cuya clemencia y bondad y demás excelentes virtudes publica d reino
de Granada , y hará época en la historia la felicidad de su tiempo .
soberano principe , Ínclito caudillo , espada cortante del pud)lo mus-
lime , esforzado alférez entre los mas valientes reyes , que por la grana
de Dios aventajó á todos en el gobierno de la paz y de la guerra , que
defendió con su prudencia y valor al estado, y que consiguió sos de-
seados fines con la ayuda de Dios , el príncipe de los fieles Juzef Abd
Hagiag, hijo del gran rey Abul Walid, y nieto del excelente rey Ata
Said Farah ben Ismail de la familia Nazari , de los cuales el uno fué Icoa
de Dios, invencible domador de sus enemigos y sojuzgador de los pue-
blos, mantenedor de los pueblos en justicia, con leyes, y defensor de
la religión con espada y lanza , y digno de la memoria eterna de ks
hombres : el otro á quien Dios haya recibido por su miseric(»'dia entre
los bienaventurados; pues fué columna y decoro de su familia, y
gobernó con loable felicidad y paz el reino mirando por la pUdica y
privada prosperidad : que en todas las cosas hacia notar su prudencia ,
justicia y benevolencia, hasta que Dios todopoderoso , colmado ya de
méritos le llevó del mundo coronándole antes con la corona dd mir-
lirio , pues habiendo cumplido la obligación dd ayuno , cuando hnmiUe-
mente oraba postrado en la mezquita pidiendo á Dios perdón de sos
debilidades y deslices , la violenta mano de un impío, permitiéiidQio
asi Dios justísimo, para pena de aquel malvado, le qui tola vida cuaado
mas cercano estaba de la grada dd Todopoderoso : lo que acaeció el &
primero de Xav^ál año de 755. i Ojalá esta muerte que hizo ilnstre d
lugar y la ocasión le haya sido de galardón , y haya sido recibido en lis
moradas deudosas del paraíso entre sus felices mayores y antepasad»!
Principió á reinar miércoles 14 de Dylhagia año 733 (1333). Halm
nacido dia28 de Rabie postreraaño 718 (1318): alabado sea Dios único y
eterno que da la muerte á k» hombres, y galardona con la bienaveD-
turanza. »
DE LOS ÁRABES EN ESPAJ^A. 613
Mnhamad ben Juzef ben Ismail ben Farag sucedió á su padre , y fué
proclamado la (arde del dia de Alátra del año 755 (1354). Era de veinte
años de edad ; hermoso de cuerpo , de inalterable condición , de apaci-
ble trato, muy humano , liberal y franco : tan compasivo que muchas
Teces sus lágrimas manifestaban cuanto sentia su corazón las aflicciones
y calamidades que le referían , y asimismo tan benéfico y liberal que
ganaba el amor de cuantos tenian la fortuna de tratarle : nególa entrada
de su alcázar á los aduladores y ministros de lujo inútil y de vana os-
tentación , y estableció en su casa un arreglado número de sirvientes y
cuanto convenia á la decente magnificencia de la casa del rey, de un
estado ni opulento y vicioso ni pobre ó malandante. Con estas virtudes
solo era aborrecido de los malos y viciosos cortesanos , pero los princi-
pales y gente noble del reino le estimaban , y todo el pueblo le miraba
con respeto , amor y confianza : sus principales entretenimientos y di-
versiones eran los libros y los ejercicios de caballería , torneos y genti-
lezas á cabaUo.
Puso sus avenencias con el rey de Castilla y con Abu Salem de Fez,
y gozaba el reino de bonancible calma. Luego que subió al trono cedió
á su hormano Ismail y á sus hermanos y madrastra el alcázar vecino al
principal palacio de su padre , donde él moraba , casa magnifica y llena
de comodidades, para que la habitasen con toda su familia. La sultana
madre de Ismail habia sacado inmensas riquezas el dia de la muerte del
rey Juzef, y desde lue^ trató de destinarlas en facilitar el camino del
trono á su hijo Ismail ^ta ganó á su hija que habia casado su padre
con uno de los principes de la sangre llamado Abu Abdala que amaba
perdidamente á su esposa, y por sus persuasiones entró en las intencio-
nes de la reina madre de Ismail y de su muger, y por este principe y
derramando riquezas formaron un numeroso partido de conjurados.
CAPITULO XXIV.
Conjoraeioii contra Mohamad. Le usurpa el trono so hermano Ismail. Muerte desgraciada
de este. Sucédele Abu Safd.
En el afk) 756 (1355) á 6 de Dylcada se alzó con titulo de rey en 6i-
braltar el vrali de aquella fortaleza Iza ben Alhasan bén Abi Mandil
Alascari , y oprimió álos ciudadanos fieles que intentaron oponerse á su
rebelión ; pero su avaricia* y crueldad le hizo tan aborrecible á sus ve-
cinos , que desamparado de todos , como se levantase contra él todo el
pueblo se vio forzado á encerrarse con su hijo en el castillo el dia 26 del
mismo mes , y allí cercado se entregó y le enviaron preso á Gebta con su
^0, y allí acabaron en cruelisimos y singulares tormentos que les
mandó dar el rey Abu Anan en pena de su rebelión y deslealtad. En
este üempo envió el rey Anan sus cartas al rey cristiano de Sevilla, y
poco después le envió sus parientes y serrinos , y al hijo del rey Abid
Hasan Ibrahim para que permaneciese en la corte del rey de Sevilla }
€14 RISTOIUA DE LA DOMIlf ACIÓN
•
este les enrió nna naye A la costa de Gomom para que pasami y los
recibió con mocha honra, j los hospedó como A tales personas ooiiYenit.
Entre tanto no cesaban las ambiciosas tramas de Ismail 7 de sa madre,
y de su cañado Abu Abdala , y creyéndose ya en estado de dar él golpe
que meditaban escogieron cien valientes de los mas osados del partido,
los cuales escalaron de noche la parte mas alta del alcAzar de Muhamad,
favoreciendo las tinieblas esta escalada se ocultaron hasta la media no-
che al canto del gallo del día 28 de Ramazan del ailo 7M, y dada h
seftal acometen con armas y teas encendidas, dando grandes voces, atro-
pellando y matando A cuantos se les presentan. Al mismo tiempo ronh
pieron otros y quebrantaron las puertas de la casa del vizir y le matih
ron A él y A su hijo y muchos de su familia, robando las casSs como
enemigos, y lo mismo hacian los que hablan entrado en palacio, y ceba-
dos codiciosamente en el robo no hicieron lo que se les habia encargado.
Abu Abdala con el príncipe Ismail y otros revoltosos acudieron al pa-
lacio aclamando por rey A Ismail , y no dudaban que ya faabrian muerto
al rey Muhamad ; pero los encargados como se vio eran mas oodidosos
que crueles , y solo atendían al saqueo. EstdMi el rey Muhamad en um
secreta estancia del alcAzar con una hermosa doncella del haram que k
yistió como una esclava , y salieron ambos disfrazados entre la coofusioo
y ruido de las gentes , bajaron A los jardines en donde hallaron al hijo
del rey Juzer, que asimismo estaba asustado del mido y altiorolo , y »-
liándose de los jardines , en ligeros caballos <mc la fortuna les propor
cionó huyeron aquella noche y llegaron A Gullix libres del p^gro ; ka
ciudadanos le recibieron como A su rey y sefior, y le pusieron eaeolla ca
su palacio.
B usurpador del reino Ismail fué proclamado en Granada , Devia-
dole A caballo por las calles su cufiado Abu Abdala y aus pardales , 7
sin perder tiempo ^nvió sus cartas al rey de Castilla para que le bro-
reciese y le tuviese por su vasallo y apazguado , lo que consiguió fác3-
mente , porque el rey de Castilla estaba en guerra con los de Barcdona.
El rey Muhamad, aunque confiaba en los de Guadix que estaban muy á
su favor, quiso valerse del poder y autoridad del rey delPez, 7 le envió
sus mensageros el primero de XawAl , y también al rey de los cristia-
nos, que viendo que no le socorrían partió acompañado de nmnerosa
compafiia de caballeros y de peones el lOde Dylhagia A MarbeDa, y de
allí se fué A Fez el dia miércoles 6 deMuharram del afio 761 000 bri-
llante aocmpafiamiento de la nobleza de Andalucía. Recibióie d r«7
Abu Salem con mucha honra , y le salió A recibir en un hermoso criíalb
muyaoompafiadodela flor de su caballería , todos con preckxns veiti-
dos ; le hospedó en la casa real , y le obsequió con nunca visto apartio
y opulencia , y le prometió su auxilio , y con tanta generoaidad qoe
luego mandó allegar dos ej&ritos que fuesen en su ayuda , j allí se de-
tuvo hasta el 18 de Xxwkl del 762 : que el rey Muhamad se emiiarou
con ellos y pasó k Espafla , escribió al rey de los cristianos el estado áf
sus cosas , y lo qoc le había obligado A bascar en África aqad sooom»
de trepes. Toda Espaffa tembló A la asonada de estedescmbaroo, j
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. ' 615
el parttdo de Ismail, que recelaba y sabia contra quien iba á descargar
esta tempestad. Salieron los partidarios de Ismail á estorbarles el paso y
no osaban presentarse contra estos ejércitos ; pero quiso la suerte de
Muhamad y la fortuna que ya se habia declarado contra él , que estas
huestes recibieron nueva de la infausta muerte de su rey Abu Salem,
que estando sobre Fez la antigua , por sugestiones de sus enemigos al-
zaron por rey á su hermano Abu Omar Tasfin el loco , y le abandonaron
todos los suyos , y cayó en manos de sus contrarios , que al otro dia le
mataron delante de Fez la nueva dia 20 de Dylcada del año 762 , y por
esta causa se maqdaba á los caudillos tornar á África desde el lugar en
que esta noticia les alcanzase. Con esta vuelta de aqueUas tropas caye«
ron las esperanzas del rey Muhamad : los ejércitos se embarcaron para
África 9 y Muhamad se vino á Ronda que estaba declarada por él. Re-
pitió sus cartas y súplicas al rey de los cristianos para que le amparase
y defendiese , y viendo que los cristianos no le ayudaban escribió al
nuevo rey de Fez Muhamad Abu Zeyan , nieto del rey Abul Hasan , ro-
gándole encarecidamente que le ayudase á recuperar su reino , que le
enviase tropas , que el rey de los cristianos permitia que pasasen por
tierras de su obediencia , y d vizir del rey de Fez facilitaba y favorecía
estas tropas auxiliares. Entre tanto su hermano Ismail ben Juzef ocu-
paba en Granada el trono ; era de buena estatura y de muy hermoso
semblante que parecia muger hermosa ; pero también el ánimo era afe-
minado , débil y dado á los deleites y al amor de las mugeres , y por lo
mismo poco á propósito para la gravedad del soberano poder, y para
llevarlos grandes cuidachM del imperio. Gomo debía la corona á las tra-
mas infemes de Abu Said , pariente suyo , y al favor de otros malvados
ambiciosos , estos le dominaban , y en especial este Abu Said le trataba
con desprecio, y como si fuese un esclavo hacia de él cuanto se le anto-
jaba , sin respeto á la dignidad y autoridad real , por lo cual poco
tiempo le duró el gobierno, como ahora diremos.
Isoaail el mismo dia que fué proclamado eligió por su vizir á Mtaha-
mad ben Ibrabim Alfat Alfahrí , que sobrevivió poco á su seiior. Di-
cese pues que Abu Said , que todo lo mandaba despóticamente , con-
firmó en su empleo al vizir Muhamad , y poco después le calumnió que
habia escrito ciertas cartas de traición al rey de Fez , y por mas que el
infeliz Muhamad procuró librarse de esta falsa acusación que se le hizo,
le condenó á muerte á él y á su primo , y los llevaron de su orden á Al-
menkd y los ahogaron en el mar. Era secretario de Ismail Abdelhalk
ben Atía Almaharabi, que lo fué hasta su muerte , y sus cadis Abu Bakar
ben Giazi , que era do la nobleza de Granada , y después Abul Gasem
Salmun ben Aly, y caudillo de sus tropas el mismo que teuia su her-
mano.
El ambicioso Abu Said , no contento con el despótico influjo que tenia
en todo el gobierno, quiso tener también lo único que le faltaba , que
era el nombre de rey. Asi que , procurando hacer odioso al rey Ismail ,
y ganando á los caudillos , cosa que no le fué difícil , siendo el arbitro
de las mercedes y galardones del estado en todas las clases , propuso á
616 -HISTORIA BE LA OOMINAQON
los mas osados é insoleiites sa intención , y se la aplandierott , en espe^
cial le ayudó con su industria y política de falsía y engaíios el tizít
Mauro con quien comunicaba todos sus pensamientos ^ y acordaron el
suscitar un motín , y en la rcTuelta pedir la deposición del rey Ismail,
y que le proclamasen á él. Escogieron para apoyar su intento una nume-
rosa tropa de valientes caballeros y peones , los cuales d sábado 26 de
Xaban del año 761 (1360) cercaron el alcázar y comenzaron el alboroto
pidiendo la deposición del rey Ismaíl y su cabeza. £1 infeliz Ismañ huyó
como pudo , y se acogió á la fortaleza que está en lo mas alto de la du-
dad con unos pocos guardias y algunos ciudadanos : desde allí hacia sos
proclamas al pueblo que le socorriese , pero las disposiciones de sus
contrarios, y la reciente injusticia suya hizo inútiles sus diligencias.
Sin embargo falto de experiencia y confiado en la juventud que le ro-
deaba salió contra los insurgentes y les dio batalla , en que sus enemi-
gos pelearon prósperamente , y los suyos fueron desbaratados y Tend-
dos , y él mismo cayó en manos de sus enemigos. El cruel y pérfido Aba
Said le trató con desprecio , le acusó de los delitos que él mismo le ha-
bía inspirado, y le mandó despojar de sus preciosos vestidos, y poner
en una prisión con otros facinerosos, y antes de llegar á la cárcel
mandó á los soldados que le llevaban que le matasen , y luego sin tar-
danza fué despedazado de aquellos sangrientos satélites. Cortada su ca-
beza la presentaron á los conjurados y al bárbaro y atónito popnladiD
que estidm delante : luego trajeron á su hermano menc»* Cays y le de-
gollaron al punto , y despedazaron horriblemente su cuerpo. IjOs solda-
dos tomaron al hombro las dos cabezas asidas de la guedeja larga qne
ambas tenían , y las llevaron por las calles , y sus cuerpos despedaadcs
ño hubo quien osara recogerlos y se pudrieron al aire ; horrendo y in-
humano espectáculo : y en el dia de estos hontures fué proclamado por
el ejército y por la gente menuda y baldía del pueblo A rey Aba Said,
que luego trató de premiar á los malvados que le auxiliaron para entro-
nizarse.
CAPITULO XXV.
Concierio entre Bluhamad y el rey de Castilla. Heroica detcnntnacioii del primerD. A4e»i!it
el rey Pedro á Abo Said.
El rey Muhamad hizo tantas instancias al rey de Castilla para qoe le
ayudase á recuperar su reino, antes que los de Granada se acostonibra'
sen al despotismo del usurpador, que el rey leofreciósuayada^y
luego puso en marcha una poderosa hueste de infantería y caballcrta
con mil quinientos carros cargados de máquinas de guerra que usabao
los cristianos, y vino este ejército á Ronda d primero de Ginmadapi-
mera año 763 (1362). Cuando llegaban á Ilisn Casxara salió el rey Nn-
hamad con sus gentes y se juntó con el rey de Castilla. El pérfido Aba
Said por cstotbar este auxilio había salido á correr la frontera dek)6
cristianos, y envió sus cartas al conde de Barcelona y so hizo sa aliadtx
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 617
El ejército de Castilla y el del rey Mnhamad continiiaron sos marchas
mezclados como si faesen de una sola gente, los soldados con los soldados
y los caadillos con los caudillos entraron en Hisn Atara , y la ocnparon
y cuantas fortalezas y pueblos hay en su comarca, que luego se entrega-
ban al rey Muhamad , no quedaba alli mas por tomar qne la alcazaba
vieja; peroTicndo el rey Mubamad las inevitables vejaciones y estragos
que causaba en sus muslimes el ejército vencedor , no lo pudo sufrir su
paternal corazón , y rogó al rey de Castilla encarecidamente que se qui-
siese tornar con sus gentes , porque no podía ver sin dolor las calami-
dades qne causaba la guerra en sus pobres pueblos , y que por toda la
riqueza y poderío del mundo no quería hacer á sus muslimes tanto mal
y daño. £1 rey de Castilla aprobó la resolución del rey Muhamad , y
ofreciéndole con buen ánimo y sincera vduntad su auxilio cuando quier
que le necesitase , se tomó á sus tierras que asaz revueltas andaban : y
el virtuoso Muhamad quiso mas ser prívadode su reino contra razón,
querecobrariehaciendomalasus vasallos, incurriendo por aquel camino
en su odio y aborrecimiento. Asi pues fué que se tornó á Ronda el dia 8
del mismo mes , y en ella pasaba muy contento , haciendo felices á los
que vivian en los límites de su jurisdicción justa y paternal , visitaba sus
pueblos y requería el estado de sus fortalezas y fronteras.
ÍMS insolencias y tiranías de Abu Said le hacian aborrecible á sus va-
sallos á pesar de dgunas ventajas que alcanzaron sus armas contra los
cristianos, y como en una sangrienta algara hubiese desbaratado á los
fronteros de Andalucía hicieron sus caudillos prisioneros á muchos no-
bles de Castilla y al maestre deCalatrava y los llevaron á Granada en
triunfo; y sabiendo Abu Said que el maestre era hermano de la reina
de Castilla le pareció buena ocasión para ganar al rey la voluntad y
apartarlo de la alianza que tenia con el rey Muhamad enviárselo sin
rescate , y así lo puso por obra con consejo de Mauro su vizir , y junto
con la libertad dio al maestre y á otros caballeros muchos ricos dones
para que obligados de su liberalidad intercediesen con el rey de Castilla,
y le dispusiesen á su favor , y estos caballeros así se loprometian.
En este tiempo vino nueva de como su enemigo Muhamad habia sido
proclamado en Málaga , cosa que no esperaba, y que le perturbó y llenó
de cuidado, y comenzó á desconflar de su fortuna que hasta entonces
le habia sido muy favorable. Aumentaban sus recelos las continuas des-
lealtades de sus mas privados y favorecidos que le abandonaban y se iban
tras los qne le seguían viento próspero de la buena fortuna, y asimismo
le estrechaba la falta extrema de sus rentas recaudadas por manos poco
Beles. Así que, apurado por todas.partcs, tomó una determinación fatal
y perniciosa , pero asi lo quiso Dios. Creyó Abu Said que le convenia
pasar á Castilla y ponerse en manos del rey don Pedro, y valerse de su
favor , esperando de su generosidad que repararía los reveses de su in-
fausta suerte , y que por esta vía se aGrmaria en el mal seguro y deles-
nablc trono; pero nunca prosperan los que buscan amparadores y
auxilios y no de Dios. Estos son como la arana que se labra sus moradas ;
¡ obcttán débiles moradas las de la araña ! Partió pues de Granada el mal
618 HISTORIA DE L4 MHüfACIOIl
aoonaejado Aba Said coa aparato real y gran oompafiia de nobles eaba-
Heros , llevando conaigo las mas ricas joyas y preciosas alhajas que tenia,
así en pedrería de esmeraldas y balages , aljófar y tejidos de oro y seda
y ricos paños , y no pequeña cantidad de doblas deoro, caballos y jaeoes,
finas y bien labradas armas , pensando con esto ganar el ánimo del rqr
y de los ministroa de su consejo para que le diesen ayuda contra sos ene-
migos , y dejar asentada su alianza con el rey de los cristianos. IJefóá
Sevilla y fué recibido con mucha honra del rey , que encargó ¿sos mi-
nistros que le sirviesen y obsequiasen como ¿ un rey convenía. Des-
pués hulK> su consejo con los principales de su casa y acordaron que para
tranquilidad y bien del estado convenia matarle por nsurpadcnr del trono
de Granada y enemigo del rey Muhamad su apazguado y buen amigo,
y asi contra el seguro que le habian dado y contra las sagradas Iqrcs de
la hospitalidad por apoderarse de sus riquezas, dedumbradodel resplan-
dor de los balages , jacintos y esmeraldas , olvidando la nobleza díe m
mayores, convino el rey en esta maldad, y ordenó que aquella noche
matasen á loa nobles caballeros de la comitiva en el alcázar en qae los
tenian hospedados , y asi lo hicieron los ministros de su thrania. Goando
venido el día se divulgó en la ciudad la muerte de los caballeros de Gra-
nada toda la gente de la ciudad se horrorizó y tembló de pavor de tan
alevosa perfidia y crueldad; pero su rey les ofreció aquel mismo día
otro espectáculo todavía mas inhumano. Sacó á un campofuerade la do-
dad al infeliz rey Abu Said , y por su propia roano le alanceó y mató, j
se dice que al verse herido por el rey de Castilla le dijo : ¡O Pedio,
qué torpe triunfo alcanzas hoy demi ! { Qué ruin cabalgada hiciste con-
tra quien de ti se fiaba! Amontonaron los cadáveres, horrible espe^
táculo, y pusieron sus cabezas en un lugar alto que de toda la ctndad
se descubría. Tal fin tuvo el infeliz Abu Said, ejemplo extraño para que
los hombres entiendan que no hay seguridad ni poder, que libre al md-
vado de la justicia de los eternos decretos.
CAPITULO XXVL
VaelTe Mobamad al trono de Granada. Hace treguas eon el rey de Casitlla. Muerai ]Métk
Voló la nueva de la muerto de Abu Ssdd, y llegó á Málaga donde á
la sazón estaba el rey Muhamad , que holgó de ella como de la nomerte
de su enemigo ; pero le estremeció la perfidia y traición délos Cristian
nos. Al punto acompañado de la nobleza de Andalucía partió paraGia-
nada , y entró en ella entre populares aclamaciones , y todas las daies
de la chidadle^dieronla enhorabuena, basta los parientes de los malhada-
dos que habian ido con Abu Said temerosos de mayores desventuras si oo
prevenían con su pronta y rendida sumisión el ánimo del rey Muhannd,
todos se presentaron y le besaron la mano felicitándole de que hubiese
recuperado su reino y su ciudad : fué su entrada á la hora de adobar
del sábado QO de Giumada postrera del año 763 (1369), que Dios le
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 619
ayadó y favoreció : dicen algunos qne envió el rey de Castilla al rey de
Granada la cabeza de Aba Saidcanforada en una preciosacaja, y que el
enviado que la llevaba cuando entró á la presencia del rey Mubamad la
arrojóásus pies díciéndole : Asi veas, ínclito soldán de Granada, todas las
de tus enemigos : y que el rey Muhamad holgó mucho de aquel presente,
y envió al rey de Castilla veinte y cinco caballos hermosos de la yeguada
real, criados en riberas del Genil, y los diez con preciosos jaeces y ri^
eos alfanges guarnecidos de oro y piedras preciosas , y asimismo dio sus
dones al mensagero. Pocos meses después le suscitaron una rebelión al-
gunos descontentoa , y con auxilio de ciertos soldados insolentes pro-
clamaron al v^ali Aly ben Aly Ahmed ben Nazar, de la familia real ;
pero con el favor 4e Dios , valor y felicidad de sus caudillos , le venció
ea diferentes batallas , y le forzó á huir y vagar errante y sin asilo , y
felizmente sojuzgó á todos sus enemigos y reinaba tranquilo el año
765 (1365) , en que escribia el autor de estas memorias su alcatib y
leal ministro Abdala Alchatib Assalami , conocido por el vizir Uzan-
Eddin. Agradecido el rey Muhamad al cruel beneficio del rey de Cas-
tilla envió libres sin rescate todos los cristianos cautivos que habia en
Granada , y le escribió sus cartas de amistad y perpetua alianza que fué
firmada por ambos reyes.
Con las revueltas que andaban en Castilla no tuvo guerras el rey de
Granada ; pero le envió á pedir auxilio de tropas el rey de Castilla con-
tra el de Aragón, y contra su hermano que intentaba destronarle, y to-
cios sus pueblos le faltaban , porque este rey era muy aborrecido por
su crueldad y tiranía. Asi que, el rey de Granada le envió seiscientos ca-
balleros, gente muy escogida, la flor de la caballería , y por caudillo de
estos ¿ Farag Reduán , ilustre y esforzado arráez, que le sirvieron con
admirable valor, y como instase el rey de Castilla por nuevos auxilios para
flojozgar las ciudades rebeldes que seguían el partido de su rival , envió
el rey de Granada siete mil caballos y mucha infantería , y estas tropas
de Muhamad cercaron la ciudad de Córdoba , y la pusieron en gran
estrecho, tanto que estuvo ya casi en poder de los muslimes , que su-
bieron ¿ escala vista en sus muros y tomaron al alcázar viejo ; pero los
cordobeses los rebatieron y forzaron á salir de la ciudad , y al tomarse
el ejército á Granada saqueó y robó las ciudades de Ubeda y de Jaén ,
y los campos de Andalucía y de Matrara , y trajeron gran número de
cautivos.
Como las gueijas de Castilla fuesen poco venturosas al rey don P^edro,
envió sus cartas á Granada para que el rey Muhamad le socorriese con
el mayor poder que tuviese : y el rey Muhamad hizo sus llamadas y alle-
gó un formidable ejército para ir en su ayuda ; pero no quiso Dios que
llegase á tiempo esta hueste para socorrer al rey de Castilla, que murió
á manos de su propio hermano en el campo de Montiel , y todo el reino
se dedaró por el hermano -.esto acaeció año 771 (1369). Esta nueva
suspendió la marcha del ejército de Granada. Por no perder la ocasión
de estas guerras civiles en qne se ocupaban los cristianos , determinó el
f^Mahamad hacerles la gmara con pretexto de su amistad con el des-
620 HISTORIA DE LA BOIONACION
gnr'aciado rey de Castilla , y aunque d nuevo rey Enrique le ofreció la
paz se desentendió do su propuesta , y con excelente cabalg^ada entró en
la frontera y corrió la tierra libremente, robando y cautivando cuanto
hallaban de muros fuera, que no entró ninguna fortaleza. Al año si-
guiente fué con todo su poder sobre Algezira Alhadrá, que estaba mal
defendida , y la tomó por fuerza de armas, y recelando que no la po-
dría mantener, para que no aprovechase á los cristianos , la quemó,
arruinó y arrasó sus muros : esta jornada fué en el año 772 (1370).
El nuevo rey de Castilla le envió sus cartas con d maestre de Cala-
Irava y le ofreció su amistad , para atender mas libremente á las guer-
ras que le ocupaban , y el rey Muhamad holgó mucho de ello por pro-
veer h la justicia y gobierno de su estado que mucho lo necesitaba , y
quedaron concertadas treguas. En el tiempo de estas paces mandó el rey
Muhamad ediGcar la casa de Azake para recogimiento de pobres y alivio
de sus enfermedades : principió la obra á 20 de Muharram del año 777
(1 375} , y se acabó á 20 de Xa wál del año do 778 , edificio magni6co con
todas las comodidades que sabe proporcionar la sabia arquitectura y la
riqueza de un generoso principe, con fuentes y espaciosos estanques de
pulidos mármoles para recreo de los melancólicos : también hermoseó
con edificios la ciudad de Guadix adonde pasaba una buena temporadt
cada año. Durante la larga paz que tenia con todos los principes ved-
nos fomentó las artes y manufacturas, el comercio y la agríciütnra, y
venían á Granada traficantes de todas las partes de Siria , Egipío,
África , Italia y Almería .- era la escala céld>re de España. Andaban en
Granada gentes de diversas naciones, asi muslimes como cristianos y
judíos , y parcela la patria común de todas las naciones. En este tiempo
propuso la jura de su hijo Abu Abdala Juzef, que fué muy celebrada,
y se concertó el casamiento con la bija del rey de Fez, y poco después
vino á traer la esposa el príncipe de Fez , y se casó en Granada con b
hermosa Zahira , hija de Abu Ayan , caballero rico de la principal no-
bleza de Andalucía. Con este motivo se celebraron justas y torneos j
muchas gentilezas de caballería , y en ellas entraron caballeros ¿
África, de Egipto y de España y de Francia, que todos tenían sqpiro áá
rey Muhamad , y eran honrados en su corte , y estaban hospedados en d
fondaf de los genoveses , y otros en casas particulares de caballeros.
Envió el rey Muhamad ricas joyas y preseas al rey de Castilla coa
ocasión de prolongar el tiempo de la tregua que se acababa , y oonM>pooo
después acaeciese la muerte del rey de Castilla hubo mal intencionados
que atríbuian sutnuerte á maldad del rey de Granada , como que le hu-
biese enviado unos borceguíes preciosos inficionados de reneno mortal,-
pero nunca fué traidor ni asesino el noble rey Muhamad, y la ronerle
fué natural , y porque sus días eran cumplidos según la divina vo-
luntad.
No pasaron muchos años cuando también el rey Muhamad dejando
los palacios del mundo pasó á morar eternamente én los alcázares del
paraíso ; falleció con general sentimiento de todos los buenos año 794
(1391). Fué lavado su cuerpo y enterrado en Genealarife al amanecer t
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 621
VI lili'
poco después de la azala del alba se hizo oradon por él , y
sa alchaneza todas las clases del estado.
Sacedióle en el trono su hijo Aba Abdala Jozef, que fué proclamado con
la solemne proclama besándole la mano toda la nobleza de Granada, y los
principales alcaides y walies de todas las taas del reino. Imitaba las
Tirtndes de sa padre .* era asimismo may amante de la paz , y acabadas
las fiestas de sa proclamación escribió sus cartas á los reyes cristianos
ofreciendo mantener las treguas y amistad que habia heredado de su
padre. Para (Aligar mas al rey de Castilla puso en libertad sin rescate
algunos cautivos que hablan tomado sus campeadores en la guardia
de la frontera, y los enyió con el alcaide de Málaga y juntamente seis
cabaHto muy hermosos con ricos jaeces y armas para el rey , cubier-
tos de paños de oro preciosos. El rey de Castilla estimó mucho estos
presentes, y honró como á enviado de tal príncipe al wali de Málaga,
y concertadas las treguas envió con el de Málaga sus mcnsageros para
que asentasen sus treguas con el rey de Granada.
CAPITULO XXVIl.
RcioAdo y muerte de Jazef. Sucédele su hijo segundo Muhamad. Pasa á Toledo de incógnito
á verse con el rey de Castilla.
Tenia el rey Juzef cuatro hijos , el mayor se llamaba de su propio
nombre Juzef, el segundo Muhamad , Aly el tercero y Ahmed el
cuarto : el segundo era de genio yiolento, ardiente y en extremo am-
bicioso, y como viese que asi por la naturaleza como por afección de
su padre era preferido Juzef, y presuntivo sucesor del trono , concibió
contra él un odio implacable , y olvidando los respetos paternales in-
tentó levantarse contra su padre y destronarlo si la fortuna le ayudaba.
Valióse para esto del falso pretexto del celo al Islam. Murmuraba el
pueMo al rey Juzef su amistad y trato con los cristianos , porque fa-
Toreda en su corte á muchos caballeros refugiados en ella , y los tra-
taba con mucha familiaridad : asi fué que Muhamad fácilmente dio valor
y bulto y acreditó por industria de sus parciales la opinión popular de
que su padre era mal musHm , que en su ánimo era cristiano y favo-
recedor público de infieles. Cundió esta mala censura, y se desenfre-
naron los maldicientes y descontentos contra el rey Juzef, hasta tanto
qae incitados ios mas insolentes por los parciales de Muhamad se atre-
Tieron cierto dia á pedir públicainente su deposición : principió el al-
boroto delante del alcázar , y d rey Juzef estaba á punto de renunciar
sa soberanía y ponerse en manos de su rebelde hijo , cuando el emba-
jador de Fez que estaba con él en palacio , y era hombre de mucha au-
toridad , sabiduría y elocuencia , salió á caballo á la plaza y habló á los
alborotados con tanta gracia y energía , que persuadió á los del bando
de Muhamad á la debida obediencia y sumisión á su señor y rey. Les
manifestó los horrores de la guerra dvil , la ventaja que de cUa resid-
$22 UISTORU D£ ÍA DOMUUCION
taba á sus enemigos, y como siempre aquellas divisiones y bandos
habían redundado en daño y empobrecimiento de los muslimes : que la
decadencia del imperio de los Omeyas , de los Almorávides , Almo-
hades y Aben Hudes en España y habia provenido siempre de la guerra
civil : que como buenos muslimes reuniesen sus fuerzas y aprovecha-
sen la ocasión que les ofrecían la» revueltas de Castilla, y entrasen
contra los cristianos que eran sus naturales enonigos : que ahwa no
les hacían guerra porque no podían , y que sin pérdida de tiempo hi-
eiesen entrada en las fronteras : que su buen rey Jnzef los acaudilb-
ría , y verían qué principe Un esforzado y tan noble habian ofendido.
Las aclamaciones populares pusieron término al discurso del emba*
jadc»*, que luego entró á palacio, y se dispusieron las tropas pa^i unt
entrada do algazia en tierra de cristianos : corrieron k» campos de
Murcia y Lorca , talando vidas y huertas , robando ganados , quetoando
aldeas y matando y cautivando á los infelices moradores. Salieron con-
tra ellos los fronteros y pelearon con varia fortuna , y loe muslimes
entraron con parte de su presa en Granada ; y como d rey Juzef hada
la guerra contra su voluntad admitió fácilmente la tregua que le pro-
puso el roy de Castilla , y algunos dicen que él mismo la pidió teme-
roso de las prevenciones que contra él se hacían en (Aragón y encas-
tilla , y para evitar mayores males la concertó con acuerdo de sus mi-
nistros y de sus caudillos.
Durante esta tregua acaeció que un teiperarío maestre de Alcántara
entró en la vega de Granada acaudillando una buena hueste de gente
baldía y allegadiza , y puso cerco á la torre de Hasn Egea , y como
esto supo el rey Juzef envió contra él las tropas de caballería que habia
en Granada y la infantería que de presto se pudo juntar. £1 maestre
levantó el cerco y tuvo osadía para venir á batalla con los moslimei,
en la cual fué muerto con toda su caballeria que peleaban como
desesperados y vendieron bien caras sus vidas , de manera que fné
sangrienta la pelea ; pero de los cristianos que entraron en batalla no
quedó hombro á vida. Poco después llegaron cartas del rey de Castilla
y de sus fronteros , excusándose del rompimiento temerario de aipiel
maestre que había entrado la tierra sin licencia de su sedor ^ rey de
Castilla i pero bien pagó su loco atrevimiento. Fué esta victoria daña
798 , y con las cartas y satisfacción de los fironteros se sosegaron ks
ánimos, que el pueblo acalorado con aquella próspera batdila pedia
guerra contra cristianos. £1 rey Juzef faUedó poco después y se deda
que su muerte había sido por maldad y falsía dd rey de Fez Ahmed
ben Amir Zelim que se preciaba de muy su amigo, y le habia enviado
con otros ricos presentes una aljuba inficionada de ponzoña tan eficaz ,
que luego que la vistió, como hubiese corrido un caballo y ccm h agi-
tación hubiese sudado , luego sintió graves dolores , y pasó muy ator-
mentado poco mas de treinta días , y al cabo murió , si bien otros dicen
que murió de otra dolencia que mucho antes padecía.
Las intrigas y mañosas arles de Mtjdiamad, hijo segundo dd rey JnzeT,
valieron tanto con la nobleza y caballeria de Granada, que atrope-
D£ LOS ÁRABES £N £SPAMA. 628
liando d dereeho de sa hcnnano mayor y la disposidoü de su padre
qae le encargaba el reino ¿ Juzef , se declararon iodos por Muhamad ,
y le prodhmaron con solemnidad antes de sepultar á su difunto padre ,
y al Qia siguiente de orden del nuevo rey se hicieron las debidas exe-
quias á su padre y se le sepultó en Genealarife cerca de su padre y
líbuelo. La primera providencia de Muhamad fué prender á su her-
mano que contento con la vida privada no salía de su casa ni pensaba
en novedades ni alborotos ; pero su hermano quiso asegurarse de su
persona , y le envió preso ¿ la fortaleza de Xalubania, con orden de
que se le tuviese bien guardado ; pero que nada faltase para su como-
didad y regalo : envióle con buena escolta y le pennitió llevar su haram
y la necesaria familia.
Era Muhamad hermoso de cuerpo , de ingenio vivo, de grande
ánimo y valor, con mucha afabilidad y gracia para grangear las
voluntades del pueblo. Temeroso de venir á rompimiento con el rey
de Castilla, con incomparable resolución, sin comitiva ni aparato real^
partió de Granada con pretexto de recorrer las fronteras, y de secreto
fingiendo ser embajador de su corte, acompañado de veinte y cinco
esforzados caballeros pasó á Toledo y se presentó al rey de Castilla , que
le honró y trató con muestras de intima amistad , y comieron juntos ,
y asentaron sus paces y renovaron los conciertos puestos por su padre.
Esto acaeció el^ño 800 (1397) , y muy contento y pagado del rey de
CastiUa tornó *á su reino, en áóaáe no se sabia de su atrevido viaje.
Antes de su partida habia escrito sus cartas al rey de Fez excusándose
de la determinación que habia tomado de encerrar á su hermano por
bien de paz y para asegurar la tranquilidad de su reino.
^ Poco tiempo después los fronteros de Andalucía entraron y corrie-
ron la tierra de Granada contra lo asentado en las treguas. £1 rey Juzef
que era tan político como soberbio , no quiso quejarse al rey de Castilla
de este rompimiento, sino tomar por su mano la debida venganza • asi
que , allegando un buen ejército entró la tierra de cristianos por el Al-
garbe talando los campos , quemando las alquerías y aldeas y robando
y cautivando ganados y pastores , y por fuerza de armas entró la for-
taleza de Ayamonte y volvió á Granada triunfante llevando rica presa
de aquella algara. .
Vinieron luego á Granada enviados del rey de Castilla pidiendo al
rey que cumpliese las condiciones de la tregua y restituyese la forta-
leza de Ayamonte, y aunque la respuesta del rey de Granada fué come-
dida, diciendo que solo habia sido aquella algara para castigar la inso-
lencia de los fronteros, no trató de entregar entonces aquella fortaleza,
-sino propuso que se considerasen los daños de las talas que babian he-
cho en su tierra los fronteros primeros transgresoros de la paz. Poco
satisfecho el rey de Castilla de su respuesta mandó á sus caudillos de
frontera que hiciesen guerra al reino de Granada para reducir al rey
IMLu^mad á cumplir lo acordado. £1 rey de Granada salió con todo su
podier contra los cristianos y peleó con ellos con próspera fortuna,
aunque las victorias costaban mucha sangre , y ios mas valientes ca-
634 mSTORIÁ BE LA DOMÜfAOOIf
bulleros quedaban en el campo de batalla. Snqpemfió el inTiemo con
sos mochas aguas la princiiHada guerra y el rey de GastíUa falledó :
cuando el de Granada esperaba que Tinlese por su pawnia*á invadir
sus tierras con poderosa hueste la muerte atajó sos pasos , y le sucedió
su hijo Yahye que era muy niño , y gobernó por á so tío 'don Fer-
nando , caliente y sabio caudillo , que luego hizo guerra al reino de
Granada, y pasó con poderosa hueste contra Zahara y la combatió y
tomó por avenencia , y cercó y tomó la fortaleza de Azeddin , y luego
fué contra Setenil y la cercó, y los muslimes la defendían bien; j
viendo que se alargaba el cerco , envió parte de su poderoso ejército á
correr la tierra , y tomaron durante el cerco de Setenil la forUdeza de
Ayamonte , Priego , Lacobin y Ortegiear. El rey Muhamad no quiso
oponerse á este ejército vencedor , y para dividirlo y Catigarlo entró ea
lo de Jaén haciendo grandes talas , y así los cristianos por acudir á
contenerle levantaron el cerco de Setenil en donde perdieron mucha
gente.
CAPITULO XXVIII.
Muere Mubamad y le sucede Juzef, condenado á muerte ya. Hace treguas con los cristi^iio*.
Muere.
Al año siguiente el rey Muhamad fué sobre AlcabdaRt con siete mil
caballos y doce mil de infantería , y tuvo este florido ejército varios en-
cuentros con los cristianos en que unos y otros pelearon con extremado
valor y con igual varia fortuna : y como los muslimes y los eristianos
hubiesen perdido los mejores caudillos y soldados, de común acuerdo
trataron de apazguarse y Concertaron treguas por ocho meses , y envió
el rey Muhamad sus mensageros al rey de Castilla , y firmaitm las tre-
guas en su nombre. En el tiempo de esta tregua el rey Mulmmad se
sintió enfermo y de tan grave dolencia que sus ñsicos desoonGaron de sa
salud y conocieron que el término de su mal ^a la muerte. El rey Mu-
hamad con mucha repugnancia lo creyó asi , y muy al cabo de sus ifias,
y por asegurar la sucesión en su hijo al reino de Granada ordenó dar
muerte á su hermano Juzef que estaba preso en Xalidiania. Así que,
cierto de su cercana muerte , que solo Dios es eterno , escríbM al al-
caide de Xalubania una carta en que dcda : « Alcaide de Xalubania mi ser-
vidor, luego que de manos de mi arraiz Ahmed ben Xarac recibirás esla
carta quitarás la vida á Cid Juzef mi hermano , y me enviarás su caben
con el portador .- espero que no hagas (alta en mi servicio. » A la Ikgaib
del arraiz á Xalubania con esta orden jugaba al ajedrez d principf
Juzef con el alcaide de la fortaleza , sentados sobre preciosos tapices
bordados de oro , y en almohadones de oro y seda , que en comodidad j
tratamiento vivia alli Juzef como principe. Luego que el alcaide leyó h
orden se inmutó y turbó sobre manera , p(vque la bondad y e^iceicnles
prendas de Juzef tenian ganados los corazones de cuantos le rodeaban.
El arraiz djdm prisa al cumfdimiento de su mandadería, y d alcaide no
K {X)S ÁRABES fiH fiSPAÑA. S2I»
osaba dar parte al principe de tan cruel é inhumano decreto ; pero co-
nociendo la importancia de la orden y sa cuidado en su turbación y
semblante , le dijo Jazef: ¿ Qué manda el rey ? ¿trata de mi muerte ?
¿ pide mi cabeza ? Entonces el alcaide le dio la carta, y dijo Juzef al verla :
Permíteme algunas horas para despedirme de mis doncdlas y distribuir
mis alhajas entre mi familia. Replicó él arraiz que no podia detenerse la
ejecución y que por horas estaba tasado el tiempo de su vuelta. Pues á
lo menos acabemos el juego , y acabsffé perdiendo. La turbación dd al-
caide era tanta que no mudaba pieza con tino ni concierto , y el rey
Juzef le avisaba sus inadvertencias , cuando en aquel punto llegaron
dos caballeros de Granada aclamando á Juzef y pregonando la muerte
de su hermano Muhamad. Dudaba de su fortuna y apenas creia lo que
pasaba cuando la venida de otros caballeros prindpales asq^aron á
los dos y partieron á Granada muy apresuradamente : su entrada fué
magnifica y le salió á recibir toda la caballería , las callea estaban ador-
nadas de arcos de triunfo , cubiertas de flores calles y plazas al paso , y
las paredes cubiertas de ricos paños de seda y oro; entró rodeado de
aclamaciones populares, y paseó la ciudad dos dias manifestando su
agradecimiento y amor á los vecinos : su afabilidad y virtud era muy
conocida y todos esperaban» en él un rey cumplido que renovase la
meuMMia de Nazár, de Abu Abdalah , y de sus Ínclitos abuelos.
Luego envió sus cartas y embajada al rey de Castilla con su amigo y
privado Abdalah Alamin, para comunicarle su entronizamiento fOt
YOto general del pud>lo, y para manifestarle sus pacificas intenciones ,
y cuanto deseaba vivir en paz y amistad del rey de Castilla. Recibieron
bien los cristianos al embajador y concertaron las condiciones de las tro»
goas como las que tenian con Muhamad, hermano del rey , y enviaron su
mcnsagero para que las aceptase el rey Juzef, y las firmase. Envió
rey de Granada ricos presentes al de Castilla de buenos caballos con
preciosos jaeces, espadas y nobles pafios de oro y seda, y se prorogó la
tregua por dos años.
Pasado este tiempo, elrey de Granada, que era muy amante de la paz ,
envió á su hermano Aly para que concertase la próroga de la tr^[ua, y
los seilores de Castilla proponían que el rey Juzef se declarara vasallo
del rey de Castilla, como otros sus mayores lohabian sido, y que pa-
gase cintas parias cada a£k> en sedal y reconocimiento de vasallage. El
infante Cid Aly se negó á esta humillación y dijo que no tenia licencia
de su hermano el rey para tan extraña obligación , y se retiró sin con-
certar las treguas. Asi que , lu^o que acabó el tiempo de las anteriores
el infante ám Femando entró con gran poder en el reino de Granada,
y puso cerco á la ciudad de Antequera : los muslimes que la defendían
lucieron sangrientas salidas y rebatos contra los cristianos y trababan
cada dia muy refiidas escaramuzas , tanto que para evitarlas, é impedir
el socorro de gente que enviaban los hermanos del rey de Granada Cid
Afamad y Cid Aly, que hablan venido al socorro de la ciudad con mucha
caballeria y peones , mandó levantar el infante don Femando una fuerte
i*erca muy alta que rodeaba toda la ciudad y no dejaba salida libn* ni
enlradt* Daraiiteal lar^o cerco los doeheriDanos Gidl Aly y Cid Ahmad
hicieroQ muchas proezas por socorrer la plaza { pero los 4e la dudad
faüfados do hambre y estrechados de los cristianos hicieron suavenea-
cía y entregaron la ciudad , salieron salvos los moradores con todos sos
haberes i fusimismo se rindi<> Hasna Hijar y otras fortalezas de la co-
marca.
£n este tiempo los muslimes de Geballaric oprimidos de su goberna-
dor, y cansados de la siiyecíon al rey de Granada , escribieron al rey de
Fez, y se ofrecieron por sus vasallos si Jes socorria, y se pusieron bajo
su fe y «npiuro. £1 rey de Fez Abu Said holgó mucho de esta embajadaí
y encaigóásu hermano Cid Abu Satd que pesase con dos mil hombres
á ocupar aqudla importante forUdeza, que es la Uavede £qpana.No tanto
lo hacia por su posesión como por apartar de su lado con esta ocasiona
su hermano que por sus eicdentes prendas era muy estimado del pue-
blo, y temía que le alzasen por su rey y le depusiesen i él, si biend
infante Abu Said era tan virtuoso que estaba bien lejos de taa ambicio-
ios pensamientos. Pas6 con aqneUa gepte i Gebeltarie, y loa de la ciu-
dad le abriéronlas puertas y se apoderó de día. El alcaide se retiró á h
fortaleza, y viendo que no le venia socorro de Gtvnada trató de ave-
nencia con Abu Said. En esta saam llegó el infante Gd Ahnuid con ua
* gran escuadrón de cabaUeria y de infantería ; y cercó la ciudnd y sooor-
rió al alcaide que ya estaba para entregarse. El infante de Fez pidió
auxilio i su hermano, que deseoso de su pérdida le envió abuna pro-
Tision en pequeños barcos y muy poca gente. El infante de Granada»*
trecho el cerco, y viéndose peidído Abu Said se entregó al de Granada
y puso en su poder la ciudad : el infante perdonó por su inlereesíon i
los rdMldes, dejó guarnición en GebaUar je y llevó prisionero á Granada
al infante Abu Said, al cual trataban como á huéspíad con mueha bonia
y regalo. Luego vinieron al rey de Granada embajadores del rey de Fes
en que le ofrecía su amistad y le rogabi que hiciese atosigar i sn ket-
mano Cid Abu Said , que asi le convenia para seguridad y qoielnd de su
oslado. El rey de Graimda, que habia padecido mudio por la injustida j
tiranía de su hermano, sabia cnán d^nosson de compasíoa Iob qoeaá
se hallan perseguidos, y lejos de consentir á la freicicm le unmifeMó
aquellas cartas, y le ofkreeió su auxilio, tropas y tesoros paro la van-
ganza, y si no quería tomarla , le aseguró su amistad y le seAdóeasa j
jardines para su habitación y recreo.
£1 infante Abu Said concibió tal aborrecimiento al rey 40 hsmam
que propuso pasar en África y vengarse.' Asi que, aceptó k» ofirecimien-
toa del rey Juzef de Granada, y con escogida cs^iaUerit , ymodins ri-
quezas que le dio el rey Juzef, pasó desde Almeria , y cnanto su her-
mano le contaba por muerto y sacrificado á su desconfianza y croaUíd,
aupo que venia con poderosa hueste, cpie de todas las tribqa ae le jaa-
taban los mas valientes, y que llegaba cerca de Fez. Mió contra ¿i y
peleó desgradadamcnte y huyó á la ciudad y le cercó en ella Aba Saai:
la mayor parte del ejército del rey habia quedado tendida an el canyo
debatalla. Asi 914 f disgustada la plebe, pnidamó al infante Abo SaM
y k abrió las puertas, y se apoderó de la dudad y de $11 heniHmo á qpieii
encerró y poco después murió de pesar y despecho. Agradecido al rey
de Granada le envió ricos ¡nresentes y le pagó sus beneficios ofrecién-
dole perpetua amistad.
Receloso el rey Jnzcf de los sucesos de la guerra concertó sus treguas con
él rey deCastillaano 1417al principio del año, y le ofreció y envió sin res-
cate cien cautivos cristianos , y dio á los embajadores y ministros de estas
treguas qu$ se hicieron por dos anos muchas preciosas alhajas como
acostumbraban los reyes de Granada. Mientras vivió el rey Juzcf hubo
siempre paz con los cristianos , y su corte era el asilo de los caballeros
agraviados de Castilla y de Aragón : allí iban á tratar sus desavenencias
y le hacían su juez , y les daba campo para sus desafios y combates de
honor, y era tan pacificador que solía darles campo, y apenas princi-
piada la díd dábalos por buenos caballeros y los hacia tomar amigos y
salir juntos y honrados de su corte : por lo que de propios y extraños
era muy amadp el rey Juzef , y en especial de la reina madre de Gai$-
tilla con quien mantenía correspondencia may familiar, y se hacían
mutuos presentes cada aQo, y por consejo de la madre cuando el rey de^
Castilla estuvo en edad de gobernar por si prolongó la tregua que ha-
bía con el rey Juzef, y le aseguró de su amistad. Asi pues se mantenía
floreciente d estado con las comodidades de la pa^ , y los granadinos
gozaban con ella lais anticipadas delicias del paraíso ep sus amenas huer*
tasy casas de campo s y como e) rey Juzef hubiese licuado al plaiso que
le señalaba la tabla de los hados íaUeció de m ^í(o acpidentc ^ii^ ha^
leerse aptes sentido de pingnna indíspoi^io9,
CAPITULO XXIX,
á
Es proclamado Male j Mshamad , depuesto laego, y entnmlEácfo Mahatead él ttiqait
Le deponey maiA Malay. -
» •
En el mismo día fué prodamadosu hijo Miday Muhnoad Nazar Aim
Josef, conocido por el Hayzari ó izquierdo, 4 cansa da que lo era, sí bieia
algunos quieren decir que tenia este nombre no poriá ddeeto patural
<ic las manos, sino por suaviesa y avarosa fortuaavUespnes quecumjdí^
ODQ las exequias debidas á su padre, que fué sepultado en Gfei¿alarife con
ana mayores, luego envió sus carias ¿ todas las cuides y pueblos prin-
cipales de cada taa , para que celebrasen su inauguración con la solen^
Dídad acostumbrada, y los walies y alcaides enviasen sus protestas dp
reoonodmiento y sumisión. Debiémiose haber propuesto por modelo lip
buen gobierno la política de su padre , cuidó solo de imitarle en una
parte de eUa, que Dié en procurar la amistad y alianzas de los principeB
de África y de España, y para esto envió sus embajadores para asentar
las treguas que hd^ian de manten^ la felicidad del estado j pero descuida
del todo d enltivav la benevolencia y amor de sus pueblos, que en eslp
coBBÍBle el maa seguio y fir j»a aik^o de laaob^ryoia. Era vano jr ^fkr
699 BISTOHA M LA D(>iI12<A€l01Í
berbio , y trataba como esclavos á sos ministros y á los principales cau-
dillos. Sa altanería era cada dia mas insufrible, y se pasaban semanas
enteras y meses en que no daba audiencia á ningún rasállo , sin exo^
loar á los walics que le buscaban para consultar con él loa mas graveí
negocios. Toda su atención era no quebrantar las treguas con k» cris-
tianos , ni dar ocasión de rompimiento por su parte. Con el mismo es-
mero conservaba la amistad del rey de Túnez Muky Aben IFaris : asi-
mismo desdeñaba el trato de sus ciudadanos , y no permitia justas ri
torneos, ni las otras usadas diversiones de la nobleza y caball¿ria, por
lo cual comenzó á ser malquisto con todos, nobles y plebeyos le aborre-
cian , y solamente privaba con él su vizir y cadi de Granada Svaet Aben
Zeragh, caballero ilustre de la mas noble y poderosa familia del reino,
que por su autoridad contuvo algún tiempo á los infinitos desoonlmtos
que meditaban la deposición del rey Muhamad ; pero ni su prudenda
ni autoridad bastaron , que al fin suscitada una popular insorreodon ,
proclamaron por su rey á Muhamad el 2aqm'r, primo dd rey, y entra-
ron violentamente en el alcázar, y el rey Mubamad favorecido de dign-
ónos leales guardias salió por los jardines y escapó de las manos de ks
alborotados. El depuesto rey Muhamad pasó disfrazado como pescador
en una pequeña barca á África , y se acogió á su amigo Abu Faris, rej
de Túnez , que le recibió y honró en su palacio ofireciéndole su favor sí
la foriuna se manifestase algún dia favorable á sus cosas.
Muhamad el Zaquir fué solemnemente proclamado en Granada y ea
te otras ciudades principales del reino : dio fiestas al pueblo, torneos y
justas ; él mismo, que se preciaba de gentil caballero, entraba eo las pa-
rejas y contiendas , y hacia notables gallardías arrojando las cadas con
acierto y ligereza^ y evitando los tiros con facilidad, volviendo y re-
volviendo con sin igual destreza su cabaUo. Gomia muchos días con sns
caballeros, y les hacia ricos presentes, y discurría ingeniosas invenciones
para honrarlos y d^Uqguirlos. Al mismo tiempo no se descuidaba en
destruir el partido de su antecesor el depuesto Muhamad : asi fué ibr-
sado á saUr de la ciudad el vizir Juzef Aben Zeragh y muchos de los de
su Hnage , caballeros muy estimados en Granada , porque no se aeomo-
daban á la nueva carie dd rey Muhamad el Zaquir, y él recdoso de
algunas inquietudes ó bandos que contagiasen el reino traté de perder-
los^ y como estos clibslleros tenian tan intimas relaciones ood toda la
nobleza fueron avisados á tiempo, y se retiraron de secreto al reino de
Murda. Algunos mas confiados que se detuvieron en Granada experi-
naentaron el rigor del tirano que iba ya perdiendo el temor y daca-
briendo su condición dura y crud. Salieron con él vizir Joñf Abeo
Zeragh cuarenta caballeros principales que fueron muy bien recSndos
en Lorca del alcaide de aquella ciudad , y lo mismo en. Murváa , y de allí
babido seguro del r^ de Castilla fueron á besarte las manos, y to trató
con mudia honra, y le pesó mucho de la desgracia de su aliado el rey
Muhamad , y entendiendo por la relación de Juzef Aben Zeragh cono
estaba en Túnez en la corte del rey Abu Faras, y como hablan kndD
dsGraaada mas da quinientos caballeros principales , unos i África , j
DE LOS ÁRABES EN ESPlíf A. 629
Otros habían venido á sus reinos , el rey de Castilla, que era jiáven, com*
pasiTO y generoso y de cumplida nobleza , ofreció al vizir rcstitair al
trono al depuesto rey Mubamad el Hayzari , y castigar al tirano usurpa-
dor. Para asegurar la empresa acordó que en compañía del alcaide de
Murcia pasase Juzef Aben Zcragb á Túnez con sus cartas para que el
rey Abu Faris ayudase á cobrar d reino de Granada y restituir al trono
á su legitimo soberano : pedíale el rey do Castilla al de Túnez que le en-
Tíasc al despojado Mubamad el Hayzari, que Ü baria como fuese resti-
tuido.
Estos embajadores ftieron bien recibidos del rey de Túnez , y luego
dio orden para que pasase á España con quinientos caballeros y muchas
riquezas el rey Mubamad el Hayzari , y con él alcaide de Murcia envió
para el rey de Castilla telas de seda y oro , y linos muy delicados, aro-
mas , y muchas preciosidades » y una cria de leoncillos domesticados , y
otras rarezas, y con esto se despidieron los reyes con mucho amor.
Pasó á Oran aquella compañía , y allí se embarcaron y pasaron el m«r,
y saltaron en la tierra de Granada y llegaron á la ciudad de Yera , que
luego recibió á su rey Mubamad el Hayzari , y partieron sus gentes
Almeria , que luego envió á llamar á su rey y señor, y le recibió con
gran pompa, amor y reverencia.
Gomo el rey Muhamad el Zaquir tuviese esta noticia se aHiorotó y
apesadumbró mucho de ella , y con gran brevedad envió á su hermano
con setecientos caballos , gente muy escogida para desbaratar y i»*end^
n fluese posible al rey Mubamad el Hayzari ; pero mas de la mitad do
esta gente des(»*tó de sus banderas y se pasó con los del rey el Hayzari ^
7 el infante no se atrevió á pelear con la gente que le había quedado y
se Ydvió ¿ Granada. Esto facilitó el paso ¿ los del rey Mubamad el
Hayzari , entraron enGuadix, y esta ciudad abrió sus puertas y le reci*
bió como i su señor, y le juró obediencia en el mismo dia. Vinieron á
estar dudad muchos caballeros de (kanada y le animaron á pasar á día,
asegurándole tan buena acogida como en Guadix y Almeria. Asi que,
aunque con algún recelo conflando en la fortuna partió á Granada Ue-
ifando ya consigo innumerable gentío que de todas partes le seguía á su
venida de África , daba grande autoridad y peso con el populacho á m
pretensión , y sin otra causa ni motivo le aclamaba aquella muchedum •
Ih^. El rey Muhamad d Zaquir se vio abandonado de toda la nobleza y
eoo pocos sddados para oponerse á su rival) asi que , de noche se pasó
á la fortaleza de la Akmra y se fortificó en día. Entró al dia siguiente
d rey Muhamad el Hayzari , y le recibió la ciudad con general ackima-
cion, y luego cercó la fortaleza con tanto denuedo y ardor de los sóida*»
dos , que los del rey Muhamad d Zaquir acd>ardaron y no quisieron
ei^xmerse al rigor dd asalto , ydlos mismos entregaron á su rey, que
luego fué descabezado , y sus hijos puestos en rigurosa prisión , con lo
cual quedó pacificamente apoderado de su ciudad y reino de Granada ,
y lal fué el fin del infeliz Muhamad el Zaquir, digno de mejor fortuna
por su valor, habiendo reinado dos años y pocos meses.
6S0 IflStOllf A AE U DOKflVAClOll
*
CAPITULO XXX.
6aérraB de Granada , y mnerte de Jaut Aben Alahmar.
El fef Mohamad Alhajrzañ cuando habo allanado iás oosasy aoaégado
los ánimos del temor que les daba la incerUdnmbre de sü maneta de
gobernar, puso en su empleo de irarir del reino ¿ su privado Jnxet Aben
Zeragh , que siempre le babia servido con tanta lealtad , envió sos em-
bajadores al rey de Castilla para darle gracias por sus buenos auxilios,
j comunicarle el estado de su reino , pidiéndole treguas ó mas Uen per-
petua paz 7 amistad , j como entendiese que d rey de Castilla andaba
en guerras y revueltas con sus parientes envióle sus cartas con Abdel-
menam , noble caballero de Granada y privado ^uyo , ofreciéndole auxi-
lio de tropas contra sus enemigos. Llegó este embajadora Burgos donde
á la sazón estaba el rey do Castilla y le recibió bien y agradeció y no
aceptó los ofrecimientos del rey de Granada, y solo se trató de treguas
y de que el rey de Granada le pagase cada año cierta cantia de áM»
de oro á Tuer de su vasallo ; pero no vino ett esto el rey de Granada,
confiado que bailándose el de Castilla metido en guerras se contoitaría
con lo que de sü voluntad qui§iese darle. Asi fué que sin conecftu-
nlnguna cosa se tornó Abdelmenam á Granada , y al misiiio tiettipo d
rey de Castilla envió sus cartas al rey de Túnez, quejándose de la ia-
gratitud del rey Mubamad Albayzari , y asimismo rogándcrie que no le
ayudase en la guerra que pensaba hacerle para obligarle á com^ h
que débia : prometiólo asi Abu Faris de Túnez , y nd le envió las ga-
leras y gente qtíe le tenia ofirecida, y le escribió aconsejándole que pa-
gase al rey de Castilla , á quien debia la corona , la <x>ncértada suma de
doblas que le pedia , y que de no hacerlo no esperase su ayuda Inientras
viviese, y al rey de GastÜla escribió suplicándole que tratase mi vea-
S atiza con moderación , y no llevase al extremo de rigor él castigo áe
fuhamad Albayzari sti pariente.
El rey de Granada no temia lo qué le amenazaba , y ctmo c3 de (Ms-
ülla hubiese hecho sus paces conlos itifantes, envió iiráñn k sna fronteros
para correr la tierra de Granada , y entraron en ella y^ talaron los cam-
pos de Konda , y por otra parte entró el adelantado de Cazoria con
buena hueste de ced^alleria , y el rey Mubamad salió contrtí este y peleó
con tan buena ftnrluna que le rom^ó y deshizo su escuadfon , que casi
todos los cristianos quedaron muertos en el campo de batalla. No an
igual la suerte én todas partes , que al mismo tiempo que trionitti
Mubamad de los valientes campeadores de Cazorla , le tamaron hs
cristianos la fortaleza de Jimena , y le llegó nueva de como el rey de Ce-
tilla venia Con gran poder contra él , por lo cual recelando que eoo el
temor ya sonado de la venida del rey de Castilla se suscitase en Granada
alguna sedición . dejó el mando del ejército á sus caudillos, y sé vjnoá
Granada con cinco mil caballos, y luego armó veinte mñ hombfcs
de la ciudad para que hiciesen guarnición y la defendiesen. Entre tanto
M LOS áRAfefiS Clf VS»kñk. 6S1
loé critHaliM oQltláfl y talábáii tad tíot^ Alari,
Ardildona j otros lagares , y coü rica presa se tomó él rey de Castilla
á Ecija , y de allí á Córdoba.
Gomo Mahamad se recelaba, se suscitó en esta coyuntura tma terrible
conjura y poderoso bando contra él. Un caballero de la sangrereal, lla-
mado Jttzef Aben Alahmar, bombrerico y ambicioso, se propuso en esta
ocasión derribarle del trono , y apoderarse del reino valiéndose del rey
deCastilla. Comunicó su pensamiento con sus muchos amigos y pardales,
y de común acuerdo enviaron por embajador á Córdoba á un caballero
de los Benegas llamado Gelil ben Geleil , esposo de la infanta Ceti Merier ,
con quien casara por amores. Era muy noble y esforzado aunque de
linage de cristianos , el rey le tenia desterrado en Álhama. A este pues,
como que sabia bien la lengua castellana , se encargó la embajada para
que tratase con el rey de Castilla de esta rebelión. Ofrecía Juzef Aben
Alahmar que luego que el rey de Castilla entrase en la vega se te juik-
taria con mas de ocho mil hombres , gran parte caballeros de la mayor
nobleza del reino, y que si con el favor y ayuda del rey de Castilla,
como esperaba se apoderase del reino , le seria fiel vasallo. Fué bien
oida esta propuesta por los cristianos , comoquiera que siempre pensaba
el rey de Castilla entrar á correr la vega. Volvió Aben Luke, y llevó
de palabra también la respuesta del rey de Castilla , sus promesas y se-
guridad á los que se ftiesen á sü ejército. Animados con esto los del
bando de Juzef se fueron retirando pocos á pocos de la ciudad Cbn*pre-
texto de ir al ejército de la frontera. El rey de Castilla con gran poder
entró en la vega , Juzef Aben Alahmar se le presentó y le heno la mano,
j después llegaron los caudillos y gente de su bando , que serian ocho
mil hombres, gran parte muy lucida caballeria. Acampó él rey de Cas-
tilla en un recuesto á la falda de sierra Elvira, y desde alli se deleitaba
en mirar las hermosas torres de Granada , y le informaba de sus prin-
cipales edificios y fortalezas Aben Alahmar, y se le sefiálaba la Alam-
bra, Torres Bermejas, y el Albaycin. Los caudillos de Grauada y su
cabdleria , gente valiente y aguerrida, salieron contra el ejército cris-
tiano, y habia muchas escaramuzas entre los campeadores , hasta que
cierto dia ambos ejércitos vinieron é l)atalla campal que fué muy reñida,
7 asi los muslimes de Granada como los cristianos pelearon con ádmi-
rabte valor, y principalmente la caballeria, que hizo lo mas cruel y san-
griento de la pelea. La matanza fué horrible de ambas partes y se man-
tuvo igual la batalla todo el dia hasta que á la tarde comenzaron á ceder
los muslimes, y favorecidos de la venida de la noche dejaron el campo,
qae estaba ciÁierto de despedazados cadáveres , y regado de sangré.
Nunca el reino de Granada padeció mas notable pérdida que en esta ba-
talla ; pues asi en el bando vencido como en el vencedor murió la flor
de la caballeria, y si aquellas lanzas muslímicas entre si contrapuestas
bnbicran estado , como debían , juntas contra sus enemigos, hubieran
dado á los de Castilla un día tan sangriento y detestado como el de
Alarcos.
El suceso de esta batalla llenó de tristeza y luto á los de Granada ;
tXt raSTORIA DE LA. MWNAGK»!
pero k presencia del rej Mabamad Alhayzari , qae no perdió ánimo por
este desmán , no les dejaba tomar otro partido qae el de la defensa. La
tierra misma manirestó conmoverá y tomar parte en el sentimiento de
sas moradores , y tembló y se estremeció con grandes vaivenes , y sub-
terráneos bramidos y truenos qne en sos entrañas se oian atemorizaban
á los mas valientes, y todos esperaban y temían graves cosas. Taló el
rey de Castilla la vega y levantó sn campo, y bien á pesar de Aben
Alahmar se tornó á Córdoba. Alli para consolar á Jazef de su despecho
y á los suyos de la desconfianza que tomaron viendo que el rey de
Castilla contento con lo que babia hecho los quería abandonar perdidas
sus haciendas y su patria , mandó proclamar rey de Granada á Juzef
Aben Alahmar, y delante de toda su corte y de las tropasquc solonniza-
ban la proclama le ofreció de nuevo el ponerle en el trono de Granada,
y alli mismo encargó á los adelantados de sus fronteras que le ayudasen
basta conseguirlo. Esta declaración fué de gran efecto, porque luego
tomaron su voz machos pueblos del reino de Granada, y se le entregó
Montefrio, y con su gente y auxilio de los cristianos se le dieron los
pueblos de lUora , Cambil , Alhabar, (h*tejícar, Taxarxa , ílisnalloz ,
Ronda y la ciudad de Loja, de donde se le juntaron cuatrocientos caba-
lleros. £n Ardides hizo su carta de reconocimiento de señorío al rey de
Castilla, obligándose á servirle cada año con cierta cantia de doblas de
oro , y en tiempo de gu^ra con mil quinientos caballos , y de acudir á
sus car tes cuando las celebrase de acá de los montes de Toledo , ^enviar
alguna persona de sn casa la mas considerable , y otras condictones de
alianza y recij^roca amistad. Lu^o partió con poderoso ejército hada
Granada y envió contra él Muhamad Alhayzari á su vizir Juzef Aben
Zeragh , y trabaron batalla muy sangrienta , y en ella murió peleando
como un león el esforzado vizir Aben Zeragh , y luego su ejértí to fué
desbaratado y huyó con gran espanto y ll^ó á Granada ponderando la
innumerablehueste que los babia vencido , y como la mayor parte había
quedado muerta , que no daban cuartel los unos á los otros. Con esta
victoria que hizo maycnr la fama y el temor de los pueblos', casi todas las
laas del reino tomaron su voz , y para evitar las talas y males de b
guerra salían á porfia á presentarse los pueblos y á jurarle obediencia,
y Juzef Aben AJahmar desde i llora se encaminó con ejército innume-
rable á Granada. La nueva de su cercanía alborotó los ánimos , intimidó
al menudo pueblo, y se suscitó una conmoción popular en la dadad.
Los nobles y principales vecinos representaron al rey que no era po-
sible defenderse , que se pusiese en salvo, y no quisiese exponer la da-
dad á las violencias de una entrada por fuerza. Entonces Muhamad
Alhayzari acompañado de sus mas Íntimos y pardales, tomando los
tesoros del alcázar, su haram , y los dos hijos del rey Muhamad el Za-
quir que tenia presos, huyó á Málaga en donde tenia gran partido.
Juzef ben Alahmar entró en Granada con solos seiscientos cabaDeros
de guardia para quitar todo temor de vi(dcncia á los ciudadanos, reci-
bióle la nobleza y le acompañó hasta el alcázar de la Alambra : hizo sa
ayuntamiento de los jeques , alcaides , walies y alcadis del rano y fué
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA- 6dS
solemiieiiiciite jurado.d rey, y paseó la dadad con gran pompa. Así
consiguió el trono después de tres años que le habia ocupado fOt se-
gunda yez Mtthamad Alhayzarí. £kivió Juzef Aben Alahmar sus emba-
jadores al rey de Castilla con las protestas y reconocimiento de agrade-
cido vasallo suyo , ofreciéndole pagar las doblas de oro que sus mayores
habían pagado : y escribió al rey de Castilla la siguiente carta : « Juzef
Mubamad Aben Alabmar, rey deGranada vuestro vasallo, beso vuestras
manos y me encomiendo á vuestra merced , ala que suplico dignesaber
como parti de Illora y fui á mi ciudad de Granada , y me salió á recibir
toda la caballeria de ella y me besaron las manos por su rey y señor, y
me entregaron la Alambra , y todo esto , señor, por la gracia de Dios y
por vuestra fortuna. £1 rey Alhayzari se huyóá Málaga y llevó consigo
al hermano del alcaide Ahnaf su s<d)ríno , y dos hijos del rey Muhamad
Zaquir que dicen ha mandado degollar, y antes de partir' robó estos
alcázares y se llevó cuanto en ellos habia. Ahora, señor, con la ayuda y
gracia de Dios, y con el auxilio de vuestra grandeza , que Dios pros-
pere , va contra él vuestro adelantado don Gómez Rivera , y mis caba-
lleros llegarán á Málaga donde él está, y espero en Dios que con el favor
de vuestra alteza yo le habré en mis manos.»
Envió Juzef Aben Alahmar esta carta con un noble caballero que
fué bien recibido del rey de CastiUa, que holgó con estas nuevas. Al
mismo tiempo llegó enviado de Túnez al rey de Castilla, en que Abu
Fans pedia al rey que mirase por su pariente el rey Muhamad y no
quisiese arruinarle ni despojarle de su reino. Yenian estas quejas del
rey de Túnez por mano de un traficante genoves , y el rey de Castilla
envió sus excusas al de Túnez. Seis meses habia que Juzef Aben Alah-
mar reinaba felizmente en Granada cuando le asaltó la muerte que
asalta y turba la tranquilidad y delicias de los hombres. Era ya anciano
y achacoso y no pudo resistir los cuidados del reino , que tomó sobre si
con demasiado fervor. Su muerte acabó los bandos y desavenencia que
dividía á los granadinos, y unos y otros proclamaron al retirado y fu-
gitivo Muhamad Alhayzari, que volvió tercera vez á ocupar el trono.
Llególe esta nueva á Málaga y holgó de ella como de la muerte de su
enemigo. Practicó sus diligencias para asegurarse de la fidelidad y sin-
ceridad de los que le proclamaban , y pasó á Granada muy contento.
Hizo su vizir á un caballero muy noble y estimado en Granada llamado
Abdelbar, que le aconsejó enviase sus mandaderos á Castilla y á Túnez
para apazguarse con el rey de los cristianos, y asi lo hizo de buena vo-
luntad , y se concertaron treguas por un año , y después se prorogaron
por otro más. Pasado el tiempo de las treguas entraron los cristianos
en la tierra de Granada y tomaron la fortaleza de Beni Maurel después
de haber combatido reciamente sus muros : por la parte (Sé Murcia en-
tró la caballería de aquella frontera acaudillada del esforzado Fayard,
y le salió al encuentro el vizir de Granada Abdelbar con escogida caba-
llería de Algarbe y de Granada. Avistáronse los dos escuadrones y tra-
baron sangrienta batalla, en que los cristianos fueron vencidos, y quedó
muerto su esforzado caudillo que se empeñó en mantener la batalla
eu HisnmtA va u Miiiiiácioii
cilaiiao yáb fUáym* parte Ab los so^ Iban hitjrendó. Al nlino tiempo
eotraroo pot flier^a de armas los cristía&os la Tilla de Huesear, qoe
defendieroo yalerosamente los mnsUmes, y al cabo cod graninortandad
fué tomada la villa, y los valerosos defensores se aoogieron át la fortaleza,
donde fueron cercados por los cristianos. Vino en su aynda el arraix de
Baza Alcawmi que metió alguna gente en el castillo rompiendo por eo
medio de los cristianos $ pero como se les acabase la provisión y faltasen
mantenimientos hicieron su avenencia y rindierpn el castillo saliendo
todos los muslimes libres.
CAPITULO XXXI.
Guerras entre moroS y cristíanos , J destronamiento de Mubamad el Hayiarf por Habimad
Aben Otmin. Otro partido proclama i Aben bmail.
En el año MO (1436) el caudillo y vizir de Granada Abdclbar v«iciói
los cristianos en unas angosturas v los siguió y hizo en ellos cmel ma-
tanza en término de Archidona. Habian intentado sorprender la Tula j
caminaban con gran cautela por extraviados caminos ; esperólos Alh
dclbar en un paso estrecho y alli les acometió y los desordenó ; ks
causó horrible destrozo y tomó las banderas del maestre de Alcántara y
casi toda su gente fué cautiva ó muerta , y el maestre se libró á aña dé
caballo con unos pocos. Desde alli pasó Abdclbar y acometió á los cris*
tianos que tenian puesto cerco á la fortaleza de Haelma, y los fonóá
levantar el campo , y se retiraron h Jaén, que no osaron venir i iiatalli
con el Ínclito Abdelbar.
En el año siguiente de 841 hubo varias batallas con los cristiaoos éo
que peleó con próspera fortuna en las campiáas de Goadix y vega de
Granada , y en ellas murieron los mas valientes caudillos de las Castillas.
Al año siguiente los fronteros de Murcia acaudillados del addantado
Aben Fayard entraron la tierra y tomaron por avenencia las fortalens
de y alad Blanco y Valad Rubio*, y los moradores quedaron por mude
jares ó mercenarios del rey de Castilla por evitar las talas y vejaciones
que aquellos fronteros les causaban con sus continuas algaras. Goad
mismo intento solicitaron rendirse al rey de Castilla los delascindadesde
Guadix y Baza ^ pero pretendían quedar libres y no sujetos á sus ade-
lantados, y no tener parte en las guerras que se hiciesen ; pero el iqr
de Castilhi queria que le apoderasen en sus fortalezas , para desde aÚ
hacer la guerra á los de Granada, y esto no se concitó , ni se evitarai
aquel año las talas y correrías, que fueron muyemeles, y se apoderaros
los cristianos de Galera y otros fuertes con las condiciones de quedv
por mudejares de Castilla. Asimismo fueron los cristianos contra
Gibraltar y la cercó el señor de Niebla , y salieron los de la ciudad con-
tra él y le dieron un rebato que pusieron en desorden su campo, y á la
retirada como huyese sin orden muchos se ahogaron en el rio Psalmoon
que estaba crecido con la marea , y alli pereció el señor de Ki^l
M! LOS ARAÉÉS tíH ESPAÑA «SS
mnchos de los sayos qne hablan escapado dé las espadas de los valientes
moalinies que defendían la fortaleza ; pero no fneron tan felices en el
año siguiente 842 (1438) los de Hnebna^qne se rindieron á los cristianos
que acaudillaba el séilor de Buytrago , gran soldado y excelente poeta ,
que dejó salir salvos á los moradores.
En este mismo tiempo el valeroso caudillo Aben Zeragh , hijo de Juzef
Aben Zeragh , sali6 contra los cristianos que corrían la tierra acaudl •
liados del adelantado de Gazorla. Encontráronse ambos escuadrones en
una espaciosa Uanurs^, y con gentil denuedo se acometieron y pelearon
todo el dia con tanta animosidad y constancia que no parecían hombres
sino fieras que se apedazaban ; pero él esforzado Aben Zeragh hizo tantas
proezas y apretó tanto á los cristianos que los desbarató , y encendido
en la matanza y horrores de la pelea murió desangrado por muchas he-
ridas que había recibido : y también murió en aquella bataUa el ade-
lantado de Gazorla don Fulan Perea , que era valiente caballero , y casi
todos los suyos, que muy pocos se libraron de la muerte.
Con este suceso perdieron ánimo los de Castilla y no osaron entrar
mas en tierra de Granada. La muerte del indito Aben Zeragh fué muy
llorada en todo el reino , y en especial fué sentida de la noble juventud
de Granada , y de las damas , de quien era muy favorecido por su her*
mosura y gentileza. Gomo enGastilla se hubiesen suscitado nuevas re-
vueltas y parcialidades parece que el contagio había pasado á Granada,
y muchos caballeros de esta ciudad ofendidos del rey Muhamad dejaron
el reino y se fueron al servicio del rey de GastiUa, y el principal de
iodos estos descontentos itié Muhamad Aben Ismaíl , sobrino del rej, que
se dio por ofendido porque Muhamad le negó un casamiento que soli-
citaba, y prefirió á otro caudillo privado suyo. No fué esta la única
inquietud que se suscitó en el reino. Otro sobrino de rey llamado Aben
Ozmin que estaba en Almería este año de 848 (1444) como entendiese
las desavenencias y disgustos de los caballeros de Granada con su tio,
se vino de secreto á la ciudad con muchos parciales que tenia , y derra-
mando mudio oro entre la gente menuda, y animando las pasiones y
descontentos de los nobles , en poco tiempo conmovió los ánimos , y con
8U industria y política movió un alboroto , y se apoderó de la Alambra
y de todas las fortalezas de la ciudad , y tomó preso á su tío Muhamad
el Hayzari , y le puso á buen recaudo : y fué este azaroso principe ter-
cera vez depuesto de su trono después que reinaba trece años.
Muhamad Aben Ozmin el Ahnaf fué proclamado rey, aunque no con
general aplauso, que muchos le dejaron , y entre otros el poderoso par-
tido del Ínclito vizir Abdelbar que se retiró á Montefrio con todos sus
parientes y amigos. Acaeció esta súbita é inesperada revolución el
año 849 (1 445) . M vizir Abdelbar viendo que no era fácil restituir al rey
depuesto en su trono, y que el tomarse su voz seria apresurar su
muerte, escribió al infante Aben Ismaíl que estaba en Gastilla ofrecién-
dole él reino de Granada , y para que pudiese salir de Gastilla sin qne
fuese estorbado por el rey de los cristianos le envió sus cartas escritas
con cierto secreto , y las llevaron disfrazados dos nobles caballeros pa-
6^6 mSTORU DE L4 MMOIIACIW
rientes rayos* Entrcgáronselas y hablaroD al infante sobre la manera
de salir de Castilla sin ser conocido. Pero Aben Ismail confiando en h
generosidad del rey de Castilla no quiso partir sin su licencia, y le co-
municó abiertamente ci negocio qoe trataba y la pretensión en que se
metia. El rey de Castilla no solamente le concedió licencia sino qne le
ofreció su ayuda, y le dio cartas para que sus frontaros le auxiliasca
para conseguir su intento.
Partió el infante Aben Ismail con los caballeros que estaban eo sa
compañia en seryicio del rey de Castilla , y desde la frontera le acom-
pañaron los adelantados con muy escogida caballeria. Llegó á Monte-
frio y le salieron á recibir Abdelbar y los de su bando, y alli le procla-
maron rey de Granada. Entre tanto el rey Mubamad Al»en Ozmín que
estaba en Granada, sabiendo que los cristianos fayorccian ¿ su primo
Aben Ismail , determinó vengarse de ellos, y con poderosa hueste aco-
metió á las fronteras , aproyecbando la ocasión de las guerras y rerad-
tasque andaban en Castilla. Con maravillosa diligencia llegó sobre Be-
namaurel, la cercó, combatió y entró por fuerza de armas, y mató y
cautivó á los cristianos que la defendían , y entre ellos ¿ su alcaide Her-
rera, y los fronteros de Andalucía no osaron esperar la batalla , ni es-
torbar el paso al victorioso rey Mubamad Aben Ozmin , escarmentados
de la violenta entrada de Benamaurel : luego sin que nadie se le opu-
siese llegó á la fortaleza de Aben Zulema , que defendía buena guamí-
cion de cristianos. Propúsoles el conquistador' Aben Ozmin por aiedio
del alcaide Herrera que se rindiesen y no quisiesen probar la suerte mi-
jserable de los de Benamaurel y y los cristianos despreciaron sus amena-
zas.* Acometieron los muslimes con tanto ardor que tomaron la totVáeu
¿ escala vista, y no dejaron hombre á vida de cuantos hallaban en ella,
y se tornó el rey Aben Ozmin triunfante á Granada, y con rióos despo-
jos de ganado, armas y cautivos.
. CAPITULO XXXII.
Huye Aben Osmin d« Grwuida» y et proclamado Aímh luralt.
En el año siguiente dividió Aben Ozmin sus tropas en dVerentcs
cuerpos , unos entraron la frontera , y otros fueron oonüra sa priino
Aben Ismail. £1 trozo principal que acaudillaba el rey pcnr sa persona
corrió la tierra de Andalucía , y tomó las villas de Huesear, Vdadabíad
y Veladalahmar, y ocupó sus fortalezas , taló y robó la tierra , y oogi6
muchos cautivos, hombres y mugeres, y gran cantidad de ganado, presa
inestimable , y contento y rico se tornó ¿ Granada. Como supiese el rey
Aben Ozmin que los reyes de Aragón y Navarra estaban desavenidos
con el rey de Castilla, ks envió sus carias y con los mensageros mochos
ricos presentes , paños de oro , armas y cabaflos enjaezados , y concerlft
con ellos alianza contra el rey da Castilla , y qne mientras los da Aragón
MS ÍM ARASES fiTI ESPAAA. 6S7
j Nayarra le hadan gaerra por sus fronteras entraría el rey Aben Oz*
min por las snyas.
Venido el aiBo signiente aDegó Aben Ozmin sns gentes y entró en
tierra de Mnrda y taló sns campos , y robó y quemó aldeas y alquerías,
y como saliese contra d don Tellez Girón con sus gentes pelearon cerca
de ChinehiHa , y el esforzado Aben Ozmin vendó á los cristianos , y
mató y prendió muchos que trujo en triunfo á Granada. Alano siguiente,
de acuerdo con los de Aragón y Navarra entró el rey Muhamad Aben
Ozmin por tierra de cristianos y taló los campos de Andalucía, y puso
en gran temor á toda la tierra, que temían que iba contra Córdoba , y á
cercar aquella dudad ; pero se contentó con talar la tierra de Arcos y
robar ganados , matar y cautivar á los infelices moradores.
Al ado siguiente envió á su caudillo Muhamad, hijo de Abdelbar, á.
oorrer la tierra de Murcia. Este mancebo entretenido en unos amores
no había querido seguir el bando de su padre el vizír Abdelbar, y con
esperanzas de conseguir en premio de sus buenos servicios su deseado
casamiento permanedó en Granada , y d rey Aben Ozmin le estimaba
por su valor, y le encargaba las mas honrosas y difídles emj»*esas : así
que, entrada la primavera de esté año, envió Abdilbar á lo de Murda,
y en día hizo muy venturosa algara , y como ya tuviese gran presa de
ganados y cautivos , por consejo de a^nos temerarios alcaides que
iban con él se propusieron correr la tierra de Lorca, y llevando ante-
cogida su pre^ caminaban hadendo mal y daño en la vega de Lorca.
Los de la ciudad salieron con escogida caballeria , y los nobles muslimes
esperaron la batalla, que por ambas partes fué muy sangrienta, y murie-
ron allí muchos valientes caballeros , y les quitaron los cautivos que
llevaban : pero Abdilbar después de haber peleado como ún bravo león
tomó por bien la vuelta por la presa , y ll^ó con pocos de los suyos á
Granada , y el rey Aben Ozmin sabiendo su mal recaudo le dijo olvi*
dando todos sus buenos servidos : Puesto que no has querido morir
como bueno en la lid , yo quiero que mueras como cobarde en la pri-
sión ; y le mandó matar.
£1 rey Aben Ismail, que estaba en Montefirio, defendia sus pueblos y
los aseguraba de algaras por su alianza con los cristianos, y esperaba
que el rey de Castilla desembarazado de sus guerras le pudiese ayudar
contra su primo , y entre tanto no cesaba de animar á sus parciales con
ofrecimientos y buenas esperanzas. Los que meditaban la conjuración
contra Aben Ozmin tenían á su favor el general descontento que cau-
saba la crueldad del rey, que ufano de sus triunfos contra los cristianos
ae había hecho altanero y soberbio , y tan sanguinario que todos tembla-
ban i su preseñda , y con el mas leve motivo y sin causa mandaba ma-
tar á loa hombres mas principales del reino , despojaba de sus alcaidías
y empleos á los leales y viejos caballeros que los tenían , para premiar á
loa arrayaoes compañeros de sus venturosas algaras : asimismo hacia
los matrimonios de la juventud á su antojo , y forzaba á los padres á dar
sos hijas ¿ quien él queria contra la voluntad de ellos, y sin atender á
las incKnaekmes de ellas. De aquí resultaban grandes disgustos y justas
m HISTQUA US U DOlfDUCKNil
quejas, j era por estara^on idKirreddo déla nobleía, y por m crnal-
dad temido y no amado de sus vasallos. Estas cosas facilitaroii y abríe-
roo camino á sus enemigos para adelantar sus intenciones, y ooaio d
rey de Castilla hubiese hecho sus avenencias con los de Angoo y Na-
varra , deseoso de castigar al de Granada envió uq ejército de escogidas
tropas al rey Aben Ismail, y con este auxilio y sus gentes partió contra
Aben Ozmin, que salió al encuentro á su primo, y avistados ambos ejér-
citos se dieron una sangrienta batalla en que ambos primos pelearon con
heroico valor ; pero al cabo fué vencido Aben Ozmin de los crístiaDQs
y muslimes que acaudillaba su primo Aben Ismail , y fué forzado á huir
con las reliquias do su caballería á Granada. Hizo llamada de sw
gentes, que hostigadas de su crueldad vinieron en corto número, y co-
nociendo que su fortuna se había mudado trató de vengarse de cuantos
irecelaba que no eran en su servicio , y llamando ¿ muchos príncípalefi
caballeros ala Alamra los hizo matary se fortificóallíi pero Tiendo qne
toda la ciudad se alborotaba y proclamaba á su primo Ismail antes qne
llegase , no se creyó seguro en aquella fortaleza , se salió de ella antoi
de sor cercado , y le acompañaron en su fuga algunos caballeros sus mas
privados , porque de todos desconfiaba , por el poco amor que todos k
teniao, y desapareció y se metió en las sierras el ano 859 (1454).
Entró Aben Ismail en Granada y le recibió la caballería y noUen, y
con gran pompa fué proclamado rey así en aquella dudad oomo en te
otras mas principales del reino. Envió sus cartas y mensage al rey dt
Castilla y se declaró su vasallo , y manifestó su agradedmiento enviuMlo
muchos ricos presentes de paños de oro^ y seda, caballea y jaeces pie-
dosos ; pero como el rey don Juan de Castilla que le ayudó á sahir ai
trono hubiese fallecido poco después , no renovó la tregua j amisiad coa
su hijo don Enrique por no desoont^tar á sus granadinos, que üevabaí
á mal su amistad con los cristianos. Asi que, dio licencia á sus ^im^*"^
para entrar en las fronteras y talar la tii^a, y asi lo bicieroii, y hé
grande la ¡nresa de ganados y cautivos que de esta vez hiciwon por ei
descuido y confianza que los cristianos tenían. No babiendo ocasión pan
este r(»npimient(» , el rey don Enrique se maravilló de esta vidienda y
mandó apercibir gran huestey vinocouUra Granada con catonse mil caba-
llos y peones sin cuento , y enUró por tierra de Granada lleviodofe lodoá
sangre y fuego , quemó las mieses , arrasó los árbdes y cuaato bailahaa
de muros afuera. £1 rey Aben Ismail no se quiso exponer al riesgo dr
una batalla de poder á poder, y solamente permitió salir nmdiasoQia'
padías sueltas de campeadores que intrépidos se presentaban á gineler
y escaramuzar con los cristianos , en que les hacían mucha ventaja y te
mas veces salían vencedores , y en tanto en la ciudad todos estaban list»
y sd)re las murallas y torres, y en las plazas todos sobre las anuas p«a
lo que se ofreciese. Viendo el rey de Castilla que los muslioiesno sahao
á batalla, y solo querían escaramuzas, conociendo que los caballerea
de Granada eran mas ligeros y mañosos para aquellas lides y artaaelt-
das, mandó que no saliesen sus gentes contra dios, porque en aqnelte
ligeras peleas habían muerto y herido k los mas esfionadoado Caslilk
locaal Uevatea niqy 4 mal 0118 c{iball0ro6 , y mudioB ^ d88^
saliao. Contento el rey Enrique con l^ talas se retiró , y al otro ano
yoMó k correr la tierra , y como saliesen los campeadores de Granad^ a
estorbar el daño qne bacian se fué trabando tan recia escaramucea qua
sin que lo pudiera excusar el rey de Castilla toda su caballería peleaba
en trosos y pelotones con los de Grafisida con Taría fortuna, y en estas
escaramuzas murió Garcilaso de la Vega su privado, y en venganza
hizo mas cruel talaen lavega^ypesóácucbilloálos yacinos de Jimena
y ocupó la fortaleza.
CAPITULO XXXIII.
Afeaeneia de Ismtil eon el rey de Castilla. Algaras del príncipe 11 uley Abul Hacen.
Sueede á su padre.
£1 rey Aben Ismail por evitar los daños que cpu sus talas bacian los
cristianos envió sus cartas de avenencia al rey de Castilla, y aunque
con mucba repugnancia se concertaron treguas por cierto tiempo, y con
ciertas condiciones, y no se comprendió en la tregua la frontera de Jaén,
que por alli era abierta la guerra ¿ las dos naciones. Aprovechando esta
proporción los esforzados caudillos de Granada entraban en lo de Jaén
y hadan mucho daño á los cristianos , y en una algara los desbarataron
y prendieron al adelantado Castañeda y le llevaron en triunfoá Granada,
Gobernaba Aben Ismail con mucha prudencia y justicia y era amado de
sus vasallos , plantó arboledas, y mejoró los edificios y casas de campo
que las guerras habian maltratado, gustaba de justas y torneos y en-
traba algunas veces en sus parejas, que. era muy diestro en el manejo
del caballo I tenia dos byos ; d mayor ya era mancebo y se llamaba Mu-
ley Abul Hacen, muy buen caballero, valiente y animoso $ el menear
CU Abdalab. £1 principo Muley Abul Hacen , deseoso de manifestar so
yalor en dguna jomada contra cristianos , sin respeto á la tregua que
8u padre tenia con ellos , tomó un escogido escuadrón de caballería y
entró la tierra de Andalucía robando en las comarcas de Estope gana-
dos , y cautivando y matando á los moradores y gente del campo y de las
aldeas. Salieron contra él los fronteros de Osuna y hubo con ellos reñida
balaUa en que murieron muchos de anUns partes , y le fué forzoso dejar
la presa por la vuelta.
Al año 865 (1460) en el otoño hiiEO otra terrible algara que le fué mas
útil y menos peligrosa ; y los cristianos, acaudillados del duque de Sido-
siia, cercaron la fortaleza de Geballaric y la tomaron, pérdida grande
para losnmsUmes t y por otra parte don Pedro Girón cercó y combatió
la fortaleza de Arcbidona , que se rindió por avenencia como la de Ge-
baltaric.
£stas pérdidas obligaron al rey Aben Ismail á suplicar al rey de Cas
tilla leotcMTgase tfeguas, y el rey de Castilla las concedió, y vino el rey
de los cristianos deide Gebaltaric á la vega para verse con el rey Aben
Ismail que le salió i recibir año 868 (1463), con mu(^ grandeza, y co»
6iO HISTORIA füE L4 DMlIfÁCaOfl
mieron juntos en un magnifico pabellOD , y concertare» sus paces, y d
rey Aben IsmaQ le dio un rico presente , y el de Castilla asimisnao le dio
una preciosa joya de inestimable valor, y se despidió el rey de Castilla,
y le acompañaron hasta la frontera muchos principales caballeros de
Granada , y algunos fueron xx>n él ¿ su corte, y era esta paz y avenen-
da recíproca, que en Granada entlraban y salían libremente los cristianos
y asi mismo los muslimes andaban en la corte de Castilla tan favorecidos
y seguros como en la corte de Granada. Asi fué que vivió en paz Abca
Ismaíl todo el resto de su vida hasta que le asaltó la muerte estando en
su alcázar de Almería con su su^ro Qdi Yahye Alnayar en la primavera
del aik> 870 (1466).
Después de la muerte del rey Aben Ismaíl sucedió en el reino su hijo
mayor Muley Abul Hacen : llamábase A}j Abul Hacen t era Doagnáninio
y esforzado, amante de la guerra y de los peligros y horrores de día, y
por esta ocasión , causa de la pérdida de su reino , y de la ruina dd Isbm
en Andalucía. Tenia dos mugeres muy hermosas en su haram á las
cuales amatMi mas que á las otras ; la prindpal era su prima , ca quien
hubo al infante Muhamad Abuabdilah , y la otra Z<H*aya , hija del alcaide
de Martos, de línage de cristianos , en quien tuvo dos hijos, qae fueron
en mal punto y hora menguada nacidos , pues ayudaron d acabamiento
de su patria , como veremos adelante. Los primeros años de sa reinado
fueron tranquilos, y cuando se disponía para acometer la tierra dek»
cristianos y buscaba ocasión para su rompimiento se rebeló contra él en
Málaga d alcaide de aquella ciudad , hombre de mucha autoridad y va-
lor, y de gran reputación en el reino de Granada. Llególe la nueva de
esta rebelión, y luego procuró Aly Abul Hacen sujetarle y privarle de
la dcaidia : nombró por alcaide á un pariente suyo y caudillo de mucha
experiencia y valor, que con escogidas tropas partió contra el rebelde.
Sin perder ánimo por esto el alcaide de Málaga envió sus cartas al rey
de Castilla para que le ayudase contra el rey Abul Hacen, enemigo aoér>
rimo de los cristianos, como podían entender de haberles qad»ranlado
sin razón la tregua que con ellos había. El rey Enrique U^ a Ardo-
dona el aüo 874 S y el alcaide de Málaga fué á visitarte y le Uevó ricos
presentes de hermosos caballos enjaezados y con armas finas , y d rey
Enrique le recibió bien, y el alcaidó se puso bajo su fe y amparo y te
prometió auxilios contra el rey de Granada. Supo Abul Hacen estas vis-
tas y se ofendió mucho del prometido favor, y para vengarse salió por su
persona á correr la tierra de cristianos hadado en ella grandes talas y
daños , y penetrando sus campeadores dentro del reino de Córdoba j
hasta lo de Sevilla , que todos los pueblos estaban atemorizados , y ks
fronteros no les podían defender de la pujanza de sus algaras espatrcidas
libremente por toda Andalucía.
Lo mismo el rey Abul Hacen el año 876 ', y puso gran espanto ea los
cristianos, que nunca se vieran tan acosados de los muslimes ; peroooo-
tentó con talar y robar la tierra no ocupó ninguna f(»*taleza. En esle
1 1460 según Mariana.
* 1471 tegun Hariaiía.
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 641
afio pidió campo al rey de Granada donDiego de Córdoba contra don Alonso
de Agnilar con qaien estaba enemistado, j habiéndolo pedido al rey de
Castilla su señor no se lo habia concedido. Recibióle bien Abul Hacen
7 le señaló campo en la yega, y como detenido por su señor el rey no
Tiniese él dia aplazado don Alonso de Agnilar, el rey de Granada le de-
claró por yencido. Estaba presente cierto caballero pariente del rey,
amigo del cristiano Agnilar, y se ofreció á tener campo por el ausente y
pelear con su contrario, asegurando que don Alonso era tan buen caba-
llero que no ftltaba por su yoluntad á la aplazada lid , y que no consen-
tiría que se le declarase por yencido ni por cobarde. El rey Abul Hacen
no le permitió salir á pelear diciendo que iiabia dado seguro á don Diego
de Córdoba , y como aquel caballero porfiase , el rey le mandó prender ;
y como se resistiese ]e mandó matar por su falta de respeto, y por in-
tercesión de don Diego á quien el rey Abul Hacen estimaba mucho le
perdonó.
Al año 876 (1471) enyió el rey de Granada su& caudillos á correr la
tierra de los cristianos , y entraron por diferentes partes en la frontera
hadendo inucho mal y daño, y tornaron á Granada con ricos despojos
de ganado&y cautiyos : pero no pudieron eyitar que don Ruy Ponce de
León, frontero de Andalucia, les éntrasela tierra y tomase por sorpresa
la y illa de Montejicar. Volaron los esforzados caudillos y campeadores
de Granada al socorro y la entraron por fuerza echando de alli á los
cristianos. En los tres años siguientes se ocupó en la guerra contra su her-
mano el rebelde alcaide de Málaga Abdolah y pelearon con yaria for-
tuna , siguiéndose mucho mal á los muslimes que perdían la ocasión de
hacer mal á sus naturales enemigos los cristianos. Cesaron las continuas
y yenturosas algaras que contra ellos hacia Abul Hacen, y qIIos por su
parte tampoco acometian ni dañaban eq el reino por atender á las gran-
des reyueltas y alteraciones en que sus cosas estaban : asi fué que en
las fronteras hubo cuatro años de sosiego.
CAPITULO XXXIV.
Muere Enrique } se hacen treguas. Discordia en Granada. Reyes caiólícos en SeriUa. Algaras.
JES año 879 (1474) murió el rey Enrique de Castilla , y por consejo
é industria de don Úiego de Córdoba, que pasaba mucho tiempo en la
corte de Granada y era muy estimado en la casa del rey, se concertaron
treguas con los cristianos , las cuales fueron bien guardadas por ambas
partes : y asimismo se hicieron ayenencias con Abdala , alcaide de Má-
laga , aunque no fueron sinceras como el estado necesitaba. En este
tiempo se ocupó Abul Hacen en acabar algunas obras de su alcázar, y
labró torres y casas en los jardines con grande hermosura, y entre
tanto su hijo Abdalah se entretenía en ejercicios de caballería y otras
gentilezas : y no faltaban discordias en su liaram entre sus mugeres.
Amaba d rey en'extremo ú la bija del alcaide de Nartos en quien tenia
41
a42 HISTORU DE fJí WmmKClQi»
()09 bij06, Gidi Yabye y Gidi Alinayar , y la sollana Zoraya, madre áá
príncipe Abdalah, no solo aborrecía de muerte á su combleza la madre
de estos infantes, sino que trataba de perderla y perderlos. Esta ene-
mistad no quedaba encerrada en los limites deLalcázar, sino que se
difundía en toda la ciudad y ocupábalos ánimos de la primera noUeza.
El genio duro y cruel del rey Abul Hacen perdia cnanto ganaba la afa-
bilidad y graciosos modales de su hijo Abu Abdalah.
Gomo espirase ya el tiempo de las treguas envió el rey Abid Hacea
sus embajadores ¿ los reyes de GastiUa para prorogar las fregaaa : lie-
5aron á Sevilla] d afk) 883 (1476), donde á la sazón estaba la reina
sabel y d rey Ferpando su esposo : recibieron bien á los embajadores
y concedieron IfBts tf eguas ; pero con la condición de que d rey de Gra-
nada pagase ciertas parias cada año á los de Gastílla , como otras sas
ipayores las babian pagado. Respondieron los embajadores» que ao
traían facultad para otorgar las treguas en tales términos. Los reyes ée
Gastilla enviaron con ellos sus embajadores para que en Granada las
concertasen y firmasen : presentáronse al rey Abul Haceo , y cuando
oyó aquella propuesta les dijo : « Id y decid á vuestros sob^^nos Vt
ya murieron los royes de Granada que pagaban tributo á loa cris*
tianos', y que en Granada no se labra sino alfanges y bi^roa de lama
contra nuestros enemigos. » Gon esto los despidió, y luego OMndó
prevenirse para hacer la guerra , sin embargo de que los crislianQS
concedieron la tregua sin otra condición.
Entrado el año de 886 , omio tuviese noticia del descuido de ios cris-
tianos en la frontera , allegó su escogida caballería y fué cou gran dili-
gencia sobre Zabara , fortaleza que está entre Ronda y Sidonia , y la
tenían los crbtianos bien defendida. Llegó á ella una noche oscura ,
tempestuosa y de lluvias y grandes huracanes , toda la paturaleía se
oponía á este impro?iso rompinSiento i pero pudo mas el ánimo y reda
condición del Abul Hacen , que las saludables reconvenciones y conse-
jos de sus walies , y que la aciaga y amenazadora faz del ciclo. Acome-
tió con bárbaro ardimiento á las puertas de la fortaleza , y escaló por
diferentes partes sus bien torreados muros. Los cristianos atemorizados
sin saber adonde mas debían acudir no pudieron resistir el ímpetu de
los muslimes , gran parte de ellos fueron muertos á filo de espada , y
los demás cautivos fueron llevados en triunfo á Granada. £1 rey Abal
Hacen mandó fortiQcar el pueUo, dejó en él buena guarnición y se
volvió á Granada muy satisfecho y contento del venturoso fin de sa
empresa. Acudieron lo^ jeques y ^faquies de la ciudad , y toda la no-
bleza, á dar al rey la enhorsüiuei^ de su conquista, y se dice que ú
jeque Macer , anciano alfaqui, dy o con in^qbo valor al salir del alciaar i
ci Las ruinas de este pueblp .caerpn &c¿i:e nuestras cabexas , o|«it
mienta yo , que el ánimo me da que el fin y acatiamiento de nnestia
fieñorio en España es ya llegado. » Sin embargo el rey Abul Hacen
no hacia caso ni de las señales del délo ni de los avisos y amenazas su*
persüciosas de los alinies y vanas observancias de los aUaquíes, toda
lo deHircciaba , y con pretexto de cabalgadas y algaradas al priócvtf
HE IM ARABBS fiN ESPAÑA. M
dd 900 sigaiente de 887 (U82) aeometíó i Castellar y Olbcra: pero
no las pudo tomar, que los crístiaoos avisados con la sorpresa de Zahara
eslabaa con mayor cuidado y vigilancia ; pero con buena presa vidvió
á Granada. Al mismo tiempo los fronteros de Andalucía Ruy Ponce y
los cristianos de Sevilla fueron con poderosa hueste de caballeria y
peones contra Albama : ocultáronse de úia en unos profundos vadles
rodeados de recuestos y collados muy altos que están á media legua de
Albama , y de noche sin ser sentidos se adelantaron , y como haUaseo
que todo estaba en gran sosiego en el castillo pusieron con silencio escalas
y subieron á la muralla muy denodados y animosos , mataron las cen**'
tinelas que hallaron dormidas y degollaron á los que pudieron , abrie-
ron las puertas de la fortaleza de parte del campo , y dieron entrada á
sus gentes. Los muslimes espantados con el sobresalto unos corrieron
á las armas animosos, y los mas huyeron cerrando las puertas del pue-
blo. Procuraron defenderle cop palizadas y barreras , y á I^ venida del
dia se comenzó el asalto del pueblo : acercaron escalas por diferentes
partes y defendíanle m todas valienteinepte, y epn gran mortandad lo-
graron eqtrar en él los cristiaiios , eq las.calles se atrinoberaban los
valerosos muslimes, y en elll^ se peleaba con admirable oonstaneia-
Duró la petejí todo el dia sin on instante de reposo, y cuando con laosca-
aidad de la noche parecía que habría tregua tan atroz matanza 9 se re-
novó la batalla por la llegada de nuevas tropas de cristianos, l^ós mus-
limes fueron vencidos y muertos, y las mugeres y nifios que se habían
acogido como débiles é inermes á la mezquita jfueron inhumanamente
degollados : así se perdió Albama , y sus muros, calles y templo queda-
ron llenas de cadáveres y bañadas eq sangre -
Cuando llegó la pueva de esta pérdida á QAnada toda la ciudad fué
^luy espantada; pero Abul Hacen sin tardan^ salió la vuelta de Al-
hama con tres mil caballeros y cincuenta mil soldados que juntó de
presto. Por marchar tan apresuradamente no llevó artillería : asi que,
no pudo re(X)brar la forUleza , dividió su ejército y le envió á tomar
los pasos y atajar los socorros qij^e en viaban los 'Cristianos , y hubo mu-
chas y reñidas batallas con ellos con varia suerte ; y comq hubiesen
reunido grandes fuerzas levantó el campo y se tornó á Graqada.
Pocos meses después tornó el rey Abul Hacen al cerco por acallar
laa murmuraciones populares y hablillas que le culpaban de aquel mal
suceso y de la ocasión de tan brava guerra : y al mismo tiempo envió
ciertas bandas de caballeria á robar los campos de Andalucía : y pitfo
apretado cerco á Albama con propósito do no levantar su campo hasta
tomarla, y cuando mas adelantado tenia el cerco le avisaron que le
convenía Ur á Granada porque se tramaba contra él cierta conjura.
Partió el rey Abul Hacen , y halló que el principal motor de aquellas
alteraciones era su hijo Abu Abdalah , y con gran disímido le pren-
dió, y le puso en una torre con su madre la sultana Zoraya que ib-
mentaba su bando.
En este tiempo los cristíanos pnsierpn nueva guarnición en Alhama
y 00)9 poderoso ^lército fueroa á aerear la dudad á&U^j da taa mas
644 mnOKUk DE lA DOIUfAOOll
fuertos y principales del retoo : defendíala el esforjeado alcaide Alj
Atar con tres mfl caballeros , gente muy agaerrida. Hada este saleroso
alcaido machas salidas y daba fuertes rebatos á los cristianos , entrando
espada en mano basta sus roisnios reales, y en una de las diferentes
salidas desordenó y puso en fn{^ á los cristianos, y mat6 muclios de
ellos, y se apoderó de sus reales causándoles terrible espanto, y entre
los cristianos que perecieron peleando murió el maestre de CalatraTS
don Ruy Tellis Girón, herido de saeta con yerba en la flor de su edad, y
mudx» muy principales fueron muertos con él : estoen 13 de julk>
deiM2.
CAPITCLO XXXV.
Alboroto en Granada. Sale Abol Haeen á socorrer á toja. Entre tanto ocupa el Iroiio AktaMk
itt hijo I y se retira á MAlege. Tictoria sobre los cTistienos.
Disponíase el rey khúl Hacen para ir sobre Alhama , y enyió sos
cartas á África pidiendo auxilio al rey de Marruecos , cuando una
terrible rebelión dividió abiertamente los ánimos de los granadinos.
La sultana Zoraya, teoiiendo de la cnieldad dd rey Abul Hacen que quí-
tase la Tida á su hijo que tenia encerrado en torre de Gomares, valiéft-
dose del favor ¿ industria de sus doncellas, y preparando á los de su
bando, que formaban una poderosa parcialidad, le sacó de la torre con
cuerdas descolgándole las doncellas , le recibieron los caballeros de so
partido, y le aclamaron rey alborotando la dudad , que toda se puso
en armas. Las expedicio|ies desventuradas de Abul Hacen , y sus crueles
procedimientos con la nobleza dieron mucha gente al bando de Ahdahh,
Al ruido acudió la guardia del ve ali de la ciudad y A vizir, y hubo
refiida pelea con los rebeldes que se apoderaron éel Albaycin , y se forti-
ficaron en aquella parte de la ciudad. Acudió allí mas tropa venida la
madana, y se renovó la sangrienta pelea. La gente menuda del pueblo
que siempre sigue la novedad se aplicó al bando de Abdalah , y los qne
intentaban mantener al rey Abul Hacen fueron desbaratados y echados
de todas las plazas en quehacian gente por el. Muchos nobles caballe-
ros de ambos partid^ murieron aqod dia , y el rey Abul Hacen vién-
dose inferior acudió á su hermano el infante Zelim de Almería , y con
su ayuda y la de sus caballeros se apoderó de la fortaleza de la Alam-
bra, menos de una de sus torres que defendía el alcaide Aben Qmixa ,
que estaba por el rey Abdalah cl Zaqutr , que asi le apellidaban pan
distinguirte de su padre , á quien Uamalmn el Jeque por distinción ó
iiespredo en aquellas revueltas. Con esta ventaja del partido de Abul
Hacen y de sus secuaces osaron bajar á lo llano de la ciudad á pelea'
con los del rey Zaquir ; piero por el número fueron vencidos y desba-
ratados. En medio de tanta confusión algunos nobles caballeros que
no querian sino la paz procuraban desarmar al pueUo y á los de ambos
bandos; pero trabajaiían cu vano, tal era el odio de estos partidos qoe
se amnentaba con las muertes y venganzas que se iban ocasionando i
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA* Ui
cada hora , que no oiaa raioii ni atendían sino á orcndcrse y des-
truirse. EncasüUados los regres el Zaquir en su Albaycin y d Jeque en
su AUuunbra suspendieron los horrores de la guerra dvil, cansados de
matarse , mas que persuadidos ni ccmcertados por los nobles , alimes y
alfaqoies. £1 peligro de Loja , que estalla cercada por los cristianos ^
llamó la atención del rey aBuI Hacen , y con cuanta gente y caballeria
pudo idlegar partió de Granada al socorro. Luego que salió de la
Alambra el alcaide Aben Omixa se apoderó de to¿i la fortaleza, y la
entregó al rey Abdalah el Zaquir, que con ella se creyó duefio de todo
el reino de su padre.
Abul Hacen llegó á las cercanías de Loja con sus gentes, ycomo ani-
moso y diestro guerrero los animó al combate. Por la llegada de loa
campeadores del ejército, y por las señales que se hicieron para ayisar
á los onceados conocieron los cristianos la tempestad desoladora que les
amenazaba : así que , sin tardanza levantaron el cerco y se dispusieron
á la retirada y á la batalla. Acometióles Abul Hacen con la caballería,
con tanto denuedo que los pusieron en desorden , y se les aumentó el
espanto y la turbación con la salida del alcaide Aly Atar , que sin per-
der tiempo les acometió con buen número de caballos en lo mas redo de
la batalla , y por el Talor é industria del animoso rey y del esforzado
Aly Atar fueron desbaratados y yencidos los cristianos delante de Loja,
y perseguidos por los olíTares hiriendo y matando á toda su infantería ,
y machos de sus caballeros que los querían defender.
Con este venturoso suceso volvió Ahul Hacen sobre Alhama ; pero
viéndola muy defendida partió con su campo volante, y sorprendió y
tomó la villa de Cañete, y matóy cautivóá los que se hallaban en ella ,
quemó las casas , y arrasó todos sus edifidos.
Cuando tornaba triunfante de esta expedición le partidparon que
Granada estaba toda por Abdalah su hijo : asi que, de consejo de su
hermano Abdalah se retiró á Málaga , que esta dudad que era de sa
alcaidía, y las de Guadix y Baza quedabap fleles todavía al rey Abol
Hacen y á su hermano.
El año 888 entraron tres divisiones de tropas asi de infantes como de
caballeria en la Axarquia de Milaga, acaudilladas del maestre de San-
tiago, del marques de Cáliz y del conde de Cifuentes, valientes y esfor-
zados capitanes : llegaron talando y robando la tierra, quemando las
mieses y arrasando árboles y viñas : los de Málaga vdan desde sos tor-
res el fuego y las columnas de humo que oscuredan el aire. El rey
Abul Haeen no k) podía sufrir , y quena salir contra eflos ; pero por sus
años y fatigas pasadas no le permitieron salir Abdalah su hermano ni
Rednan Benegas. Estos dos valientes caudillos con la gente de guerra
dividida en dos escuadrones salieron contra ellos, llevaba la mayor parto
de la caballeria Abdalah el hermano del rey; y fué por las llanuras A
buscar al enemigo. Reduan Benegas con la mayor parte de los bailes*
teros y alguna adiaUería fué por los montes encubiertamente : los cris-
tianos avisados de sus atajadcnres querian evitar la bataUy y encaentro
de Abdalah por sacar la presa de cautivos y ganados qoe baUaQ hecho I
64a mSTORIA DE LA DOimACIOIf
pero la diligenda del infante faé tanta qne loe alcanzó en el váDe A
medio dia, y luego fué á todo tropelá herir en ellos. El Ímpetu de esta
escogida eaballerta desbarató y desordenó á los erisUanos que acau-
dillaba el maestre, qne hayeron á la montaña llenos de espanto : alli los
aocMnetieron los de Redaan Benegas y se renovó el combate oon atroi
matanza. Llegaron los rencedores caballeros muslimes al segundo es-
cuadrón de los cristianos, que ya estaba medio Tencido con el miedo y
espanto de los fugitivos del primero , y sin mucha dificultad los atro-
peUaron y desbarataron haciendo horrible matanza en ellos. I>escendi6
al valle Reduan Benegas y se completó la victoria , los cristianos fueron
destrozados y perdieron la presa y sus pendones : el esforzado Aeduao
libró de la muerte al conde Cif aentes que peleaba cercado de seia caba-
lleros, entró á la rueda y les dijo : Esto no es de bueoos cabaUeros,
y le dejanm solo 9 y á la primera arremetida le derribó y le hiio sn pri-
sionero.
CAPITULO XXXVI.
Con lindan los tiandos en Granada. Algara desgraciada del Za(|uir, ^iie quedó
' Pacto de libertad.
•
Esta ventajosa empresa puso mudio espanto en los cristianoa y animó
á los muslimes, se renovaron los bandos y parcialidadea, y gran parte
del pueblo aplaudía y proclamaba al hermano de Abul Hacen , y dédi
que solo Abdalah el Zagal podía remediarlos males de la infansla goem :
ya murmu^ban de Abdalah el Zaqoir, y le tenian por mas Inútil que
su viejo padre , que aunque agobiado díe ailOs no esquivaba los pdigm
y horrores dé la guerra. Estas hablillas excitaron el pnndotior de Ab-
dalah el Zaquir , y quiso hacer alguna hazaila que le diese refnladoa
entre los de sü bando. Gcnno entendiese que Lucena estaba mal goanMi
quiáo hacer entrada hacia el}a , y intentar su conquista : allegó su cabí*
lleria , que era la flor de la noblexa de Granada , y dicen que al salir ooa
gran acompañamiento por la puerta Elvira se rompió su lanxa ea h
bóveda de la puerta ^ cosa que los supersticiosos tuvieron á mal agüen»
y aciaga señal del suceso de esta jornada ^ y algunos se lo dijeron ; pero
;Abdálah no creia ni temia agüeros ni vanas observaciones, y póisabi
que iba á una cierta victoria. Don Diego de Gikdoba, que estaba en La-
cena, fortiBcóla ciudad y avisó á los fronteros don Alonso de Aguibr
y al alcaide de los Donceles que viniesen oon su caballería, que tema
noticia por sus eSpias de la algara del rey Zaquhr. Entró este oon sas
gentes por tierra de Aguilar y término de Lucena haciendo mal y daio.
y tomando gran presa de cautivos y ganados ^ y llegaron delante de La-
cena, amenazaron al alcaide que si no la entregaba que la tomiriu
por fuerza de armas , y seria degollada la gualrnicion. El alcaide ó pr
temer la entrada, ó por malicia, propuso que se tratase de avenenda, j
< para esto pidjf!^ hiÁla con él array az Ahmed Aben Zeragfa, que era amigo
su^y venia tala cabalgada, (km propuestas 7 dificulladeB se tapó gias
VE LOS ÁRABES fiN ÉSPÁÜÍA. 647
parte del dia , ;f nd se concluyó nada , cnatído de sSbilo aimrecierori los
campeadores de la frontera qne Tcnian en socorro de Lacena : Inego la
infantería se llenó de espanto j comenzó á retirarse sin orden hasta pasar
d río. La caballería no cuidó de los peones qne no eran la fuerza de la
cabalgada , y les dieron lugar de retirarse con la presa mientras dispues-
tos para la pelea ordenaron sus haces y salieron contra los cristianos.
La acometida fné muy impetuosa y la batalla que se trabó de las mas re-
ñidas y sangrientas, los mas esforzados y diestros ginetes de Andalucía
peleaban en aquel campo, pero como fuese aumentándose el número de
los cristianos y saliesen de la ciudad en lo mas recio de la batalla los que
la defendían entrando con tropel en la refriega, principiaron á ceder los
musUmeá y á irse retrayendo á la otra parte del rio.
Un s^nndo tropel y socorro de caballos de don Alonso Aguilar puso
en fuga á los granadinos, que huyendo y revolviendo los caballos pclea-
ban con maraTíllosa constancia. £1 esforzado caudillo Aly Athár, alcaide
de Loja,que estaba al lado del rey, cayó pasado de lanzadas, habiendo
hecho aquel dia proezas de valor superiores á lo que sus muchos años
prometían, y en aquel sangriento' campo de batalla logróla corona que
sus heroicas hazañas merecían. Con la muerte de es(c valeroso alcaide y
de otros cincuenta caballeros que defendían al rey polcando como leones,
quedó sok) y cercado de sus enemigos; quiso salir de la pelea , pero su
caballo estaba tan cansado que conoció que no le podía poner en salvo -.
entonces al paso áú rio se dejó caer de su caballo y se escondió en los
sauces y arbustos del río : seguíanle de cerca tres cristianos, y viéndose
acometido de ellos., temeroso de perder la vida , el infeliz declaró que
era el rey , y le prendieron y llevaron á sus caudillos que bien le cono-
cían, los cuales le trataron con amor y respeto como á rey, aunque
desgraciado, convenía. Yoló la fama de este infausto suceso á Granada,
toda la ciudad se llenó de aflicción y de luto, la flor de la caballería había
perecido , en unas casas lloraban al padre, en otras al hermano, en esta
loshijos,y en aquella el amante ú esposo : decayéronlos ánimos del han-
dodel desventurado rey, y muchos de sus secuaces se pasaron al rey Abul
Hacen , aue siempre los hombres siguen el partido de aquellos á quien
favorece la fortuna. Si el rey Abul Hac^i se alegró de este desmán acae-
cí do á su rebelde hijo, esononie lo pregunte ninguno. Luego de acuerdo
de su hermano Abdalah partió á Granada y se apoderó de la fortaleza
de la Alambra sin qne los del bando de su hijo se lo estorbasen. La sul-
tana madre del rey Zaquir envió luego sus embajadores al rey de Cas-
tilla para tratar del rescate dd rey su hijo, y envió gran tesoro para
é»l]o , y á su hijo para consolarle y animarle en su desventura aconse-
Ji^bale que ofreciese al rey de Castilla cuanto quisiese , que atendiese á
conseguir prontamente su libertad, y todo lo demasío pusiese en máhos
de su fortuna, que tal vez aquella que patéela desgracia era el camiho
masseguro de conseguir lo que deseaba , que bien sabia como su abuelo
Jsmail subió al trono de Gradada con ayuda del rey de Castilla , v qtfe
muy mas fácil cosa seria en esta ocasión en que ¿I tenia tan pouerost>
bando en todo el reino.
648 HISTORU DB LA DOXIUáCIOII
El rey Zaqair prometió por su rescate al rey de GaslQla perpeCm su-
misión y yasallage , y en reconocimiento de senorio pagarte cada año
doce mil doblas de oro^ ademas de una gran can tía de presente y setecieii-
tos cautivos cristianos de los que estaban en Granada , los que el rey de
Castilla escogiese : que tendría á su servicio como le mandase , y cuando
quisiese, asi en paz como en guerra , y en rehenes y seguridad ofreció
dar su hijo único heredero ; pero que el rey de CastiDa le había de ayu-
dar á cobrar los pueblos que estaban fuera de su obediencia, y seguían
el partido de su padre.
i3 rey de Castilla tuyo su consejo sobre esto , y en él había diversos
pareceres ; unos querían que no se le diese libertad , y otros por di con-
trario decían que luego se admitiesen sus ofrecimientos y se le miviase
libre para continuar la división , bandos y desavenencia en el reino de
Granada, y asi aprovechar la ocasión de estas revueltas y arminarlos, y
apoderarse de sus tierras. Este consejo como el mas astuto y fatal para los
muslimes fué seguido del rey de Castilla, y se acordó que con las ofrecidas
condiciones se le diese libertad ysoleayudase áodurar su reino, mejor di-
rían á fomentar las horrorosas guerras civiles que habían de hartar de
sangre las vegas y amenos campos-de Granada. Uevtie d alcaide de Por
cunaáCórdoba y fué presentado al rey délos cristianos, quele trató muy
honradamente y con mucho amor, y no quiso que le besase la mano,
antes le abrazó y llamó de amigo. Firmaron sus condartos muy favora-
bles para los cristianos, y fatales para losmuslimes, y entonces la enemiga
estrella del Islam esparció malignos influjossobre España , y se concertó
el acabamiento del imperio muslímico en Andfducia.
CAPITULO XXXVII.
BncttmUaQte \o$ bandos en Oran«4ii. NoUblediicurao del alime Macer. ProclamaD á Abdalik
el Zagal.
Luego fué enviado el desventurado rey Zaquir á Granada con buena
Gompañia de caballeros cristianos , y avisada la sultana su madre envió
los principales de su corte para que le redbiesen y escoltasen. Su bando
estaba muy disminuido por sus desgracias , y cada dia se iba apocando
mas el número de sus secuaces, sabiendo sus condertos con los cris-
tianos. Sin embargo, los suyos le introdujeron en la dudad , y por
industria de ciertos c9l)alleros de su mesnada lograron que se apoderase
del Albaydn, tomando de noche un postigo por el cual se introdojo
con notable valor con algunos caballeros que luego le llevaron á Lb
torres de la Alcazaba , y á la mafiana se divulgó por toda la dudad qoe
el rey Zaquir estaba en la Alcazaba , y como d pueblo es tan amigo de
novedades , unos al hilo de lá gente , y otros por sus particulares inte-
reses , se juntaron enlas plazas y dandooidos á los que tenian su voz le
volvieron á prodamar , diciendo : Viva nuestro rey Af uhamad Abdalah ,
sea feliz Granada con este nuestro rey Zaquir. Im tesoros de la snltam
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 649
WaKdft derramados oportonameiite entre el pneblo menudo acrecentó
80 bando , y el rey Zaqnir, que en el mismo dia decretó machas mer-
cedes, y prometió alcaidías y otros empleos , ganó también á muchos
codiciosos , y asi todos tomaron las armas por él.
El rey Abul Hacen su padre que estaba en la Alambra , en la misma
noche fué aTtsado de la entrada de su hijo, y de como le habían apoderado
en la Alcazaba, y tenia gran partido y ayuda de cristianos. Juntó sus
consejeros y principales caudillos, y todos resolvieron que convenía
echarle de la ciudad por fuerza , y quitar las alcaidías á los que las
tenían por el rey Zaquir. Tratóse de la humillación y vileza á que re-
ducía la magestad real , la sujeción del tributo y vasallagc , y sobre todo
se ponderaba sa poca fortuna y su debilidad. El rey Abul Hacen , como
quier que senüa los horrores de la guerra civil, no podía llevar el verse
despreciado y despojado del trono por su hijo, y tenía presentes ciertos
aciagos anuncios que le pronosticaron los astrólogos el dia infausto en
que su hijo naciera , y así se resolvió á que á la mañana se acometiese
al Albaycín , y se diese batalla á los del contrario bando.
Amaneció el triste y horroroso dia y toda la ciudad se estremecía con
el estruendo de los atambores y trompetas. Los vecinos no osaban abrir
.sus puertas, por las calles corrían en tropel las gentes armadas unas
proclamando al rey Zaquir, otras al rey Jeque , y en las plazas se divi-
dían para disputar la sangrienta querella. Los de Abul Hacen acome-
tieron primero á los rebeldes , que eran ya mas en número , pero gente
allegadiza y del menudo pueblo que luego huyó á las calles fortíGcadas
y barreadas : alli fué mayor la resistencia y mas reñida y sangrienta la
porfía : todo el día duró la matanza con enemiga rabia , y la venida do
la noche puso trenas á tantos h<^rores.«
Aparejábanse ambos partidos aquella noche para renovar la pelea,
y como el rey Abul Hacen tuviese juntos sus aUmes y los jeques y
caballeros de la principal nobleza y se lamentase de las muertes de tantos
buenos caballeros, la defensa y esperanza del reino, y manifestase
cuántosentia aquellas desventuras, unalíme llamado Macer se ofreció á
proponer á los dos partidos una concordia que el mismo Abul Hacen
aprd)ó aquella noche en su consejo ; especialmente le persuadió su hijo
el infante Gidi Alnayar dicíéndole que dejase las inquietudes y turba-
ciones del peligroso mando , que el trono de Granada fluctuaba en un
tempestuoso y alborotado mar, que ya sus muchos años pedían tran-
quilidad y reposo , que pusiese aquellos cuidados en hombros mas ro-
bustos, y se retirase ¿ vivir quieta y sosegada vida adonde quisiese , que
nadie turbaría la paz en el asilo que escogiese para pasar sus restantes
dias.
Venido el dia , el ronco son de las trompetas y tambores anunciaba á
los infelices moradores de Granada el principio de las horrorosas bata-
llas civiles que los despedazaban : los ánimos encendidos en el deseo de
las venganzas estimulaban á los valientes caballeros á presentarse á la
defensa de su parcialidad , todos estaban en armas, y al punto de aco-
meterse, cuando el alime Macer, hombre do grande autoridad en las
650 mSTORU DE LA DOHDIACIim
jautas populares, con alta yof les habló asi ! ¿Qué fom as IS TtiestrO,
ciadadanos ? ¿hasta cn¿ndo seréis tan desacordados y frenétíoNi que por
las pasiones y codicias de otros oa olvidéis de vosotros mismos , de tik»-
tros hijos, de vuestras mugeres, y de vuestra patria? iGoán gravé
locura y ceguedad es la vuestra ! ¿ cómo asi queréis servir de victimas á
la ambición injusta de un mal hijo los unos, y todos de dos hombres sin
valor, sin virtud, sin ventura y sih prendas reales? Ambos ptetenden
y se disputan d imperio que ninguno merece, ni sabe ni puede defen-
der. ¿ JVo es vergüenza vuestra mataros por estos? Añ que , o ciuda-
danos , si no os mueve la inbtnia , muévaos el peligro en qoe lodos
estáis. Si tanta indita sangre se derramara peleando contra nuestras
enemigos , y en defensa de nuestra cara patria , llegarían nuestras ven-
cedoras banderas al Guadalquivir y al apartado Tajo. ¿Esperáis que d
nombre del Zaquir y la vana sombra de Jeque, reyes sin faena iá
poder, os deflenda y ampare? Dejad vuestra demenda , que sino , moy
cercano veo nuestro arábamiento. No falta en el reino algún héroe y
varón esforzado , nieto de nuestros ilustres y gloriosos reyes, que coi
su prudencia y gran corazón pueda gobernarnos y acaudillariias á h
victoria contra nuestros enemigos : ya entenderéis que os hablo del
infante Abdalah el Zagal , wali de Málaga , el terror de las fttnteras
cristianas. Al decir estas ídlimas razones, todo el bando del rey AM
Hacen alzó la voz y gritaron: Viva el inflínte Abdalah el Zagal , viva
el wali de Málaga , y sea nuestro caudillo y señor. La voz se prcqpagó y
todos los principales de ambos bandos acordaron enviarle á Málaga
embajada , rogándole quisiese tomar el gobierno del reino $ porque su
hermano Abul Hacen estaba ya viejo y para poco , y de su voluntad
cedia el mando en él , y su sqbrino Abdalah el Zaquir era malquisto y
aborrecido de la nobleza del reino por su amistad con los cristianos,
de quienes se había hecho vasallo y tributario. Los embajadores partie-
ron á Málaga y á su llegada ya Abdalah estaba informadd de so venida
por cartas que pocas horas antes había recibido enviadas por su her-
mano Abul Hacen , en que le prevenía de lo concertado en su oonsqo.
Así que, los recibió muy bien , y oída su embajada , manifestó su agra>
decimiento á los que le hacían tanta honra , y dijo que aceptaba b
corona que le ofrecían. Luego puso en órdeu su partida y sriió de
Málaga bien acompañado, llevando consigo á Reduan fienegas, á quien
ofreció el gobierno de Granada. En el camino como al entrar en sierra
Nevada avistasen sus gentes noventa cabaUeros cristianos que habías
salido de algara desde Alhama, dieron sobre ellos y los mataron á todos,
que no se salvó ninguno de ellos , y con este suceso entró más contento
en Granada , en donde fué recibido como en triunfo. Fuese á hospedar
derechamente á la Alambra, abrazó allí á su hermano el rey Abd
Hacen, que se avino en cuanto su hermano le propuso, y luego partid
con su haram y riquezas á lUora , llevando consigo á los infantes sos
hijos Cidi Yahye y Cidi Alnayar : asi de su voluntad dejó él reino Abd
Hacen año 889 (148i).
BE LM ÁRABES EN ESPAAa. 6S1
CAPITULO iXXVIlI.
GBnqiiistts de los eríttiános. Gontinaa la guerra civil entre los tbasUmés.
La composición hecha no era de todos bien admitida , y menos de
Abdalah el Zaquir , que tío qniso allanarse á ninguna cdndiciotí que
fuese priyarle del reino, ó disihinuir su autoridad. Propúsole su til)
Abdalah que ambos reinasen en Granada , y partiesen las taasdel reino,
qae A estaría en la Alambra , y el otro yiyiria en el Albaycin : que lo
que importaba era atajar las conquistas de los cHstianos y atender á la
felicidad del reino, ó á lo menos á impedir su acabamiento, que estaba
muy cerca si continuaba la guerra civil. Por aparentar celo del bien
común manifestó aquietarse con estas propuestas ; pero no cedió tii se
allanó á cosa de provecho. Escribió Abdalah el Zagal al infante Zelim
su cuñado , que era i^ali de Almería^ para que le ayudase contra el rey
Zaquir, y A defender la tierra de los enemigos : eso mismo hizo con su
sobríno el infante Yahye, hijo de Zelim , que era irali de Guadix , y am-
bos le prometieron estar de su partido y contra el rey Zaquir.
Este desventurado rey escribió por su parte á los cristianos de la
frontera, que le ayudasen porque se veia de muchos principales aban-
donado , y en riesgo de ser echado de Granada. Los cristianos por man-
tener las desavenencias y guerra civil qtie tanto les convenia para ade-
lantar sus conquistas, luego le enviaron socorro de caballeria y
ballesteros ^ con lo cual tanto cpmo se fortalecia de gente inGel y
socorros enemigos le iban faftindo los iiobles y principales caballeros.
Al mismo tiempo que los cristianos auxiliaban al rey ¿iquir para man-
tener la discordia que arruinaba á los muslimes en lo interior del reino,
allegaron poderosa hueste y fueron contra Alora , villa muy fuerte
asentada sobre pedas ala orilla del mar Zaduca , y la cercaron y com-
batieron con arlilleria que derribó sus torreadas murallas, y los mora-
dores espantados de tanto aparato y estruendo hicieron sus avenencias,
y entregaron la villa saliendo libres con (odas sus alhajas. Era alcaide
de esta villa de Alora el muy honrado cabaUero Gide Aly el Bazi. Tam-
bién se les rindió Cazara-Bonela y otros pueblos comarcanos, y cerca
de Cazara-Boncla salieron los campeadores de Aiiteqnera y pelearon
con los cristianos, y fué muy sangrienta aquella escaramuza, que costó
la vida á muchos esforzados caballeros $ pero los muslimes cedieron el
campo á la muchedumbre , y se retiraron á las sierras. El ejército de los
cristianos llegó aquel verano á la vega , y en ella hizo grandes talas,
quemando las mieses y arrasando las arboledas. Al otoOo de este año
volvieron los cristianos á correr la tierra y cercaron y combatieron la
fortaleza de Setenil con todo el espantoso estruendo de la ariiUeria,
y también esta fortaleza no siendo socorrida se rindió, sidiendo salvos
los moradores con sus bienes y alhajas.
Los reyes de Granada no cesaban de destruirse , y por sus particulares
intereses dejaban perder todo el reina Los que seguían el partido del
652 HISTORIA DE U BOHDlÁaOír
rey Zaqnir se creían harto yentorosos con estar libres de las armas de
los cristianos ; pero cada dia veían talados sus campos y arrasadas sns
arboledas por sus mismos aliados , que solamente atendían á empobrecer
y acabar el reino con cualquiera pretei^to. El rey AMalab el Z»gal envió
sus cartas á los reyes de África y al soldán de Egipto, para que le en-
viasen auxilio contra los cristianos que le iban ocupando las tierras , y
pensaban acabar con d imperio de los muslimes en Andalucía ; pero yi
el decreto eterno escrito en la tabla de los hados estaba en su plazo y
término , y de ninguna parte fué socorrido el reino de Granada.
Los cristianos corrian la tierra de Loja, y á no faera socorrida por
la caballería de Granada , que envió el rey Abdalah el Zagal, la hubieran
lomado los cristianos que la tenían muy apretada , sin embargo del
temporal riguroso del invierno y muchas aguas. Después deesta jomada
trató el rey Zaqnir de echar de Granada á su tío el rey Abdalah , y hu-
bo entre ambos partidos varias peleas en las plazas y calles de la ciudad,
con gran escándalo de todos los honrados y buenos muslimes.VEn Al-
meria por industria del infante Zelim, y en Guadix per su hijo Tahye,
se levantaron aquellas ciudades contra el rey Zaquir, y tomaron la voz
del rey Zagal llamando al Zaquir renegado y mal muslim. En este
mismo tiempo ocuparon los cristianos la fortaleza de Cohín , y arrasaron
sus muros , degollaron en aquel pueblo á los defensores por su resis-
tencia : luego pasaron sobre Cártama , que asimismo se rindió , y desde
allí fueron sobre Ronda , ciudad- y fortaleza inaccesible puesta entre
ásperos y altos monti^ , y rodeada del rio y de enriscados peñascos. La
defendían los mas valientes muslimes defino , y todos sus moradores
eran esforzados y aguerridos, diestros en las armas , y de mudia cons-
tancia en los trabajos. Cercáronla los cristianos , atajaron todos los ca-
minos para que no pudiesen ir socorros de los pueblos txnnarcanos; .
pero la ciudad estaba bien bastecida de todo género de vituallas y de
armas : asi que , los cristianos adelantaban poco, y el céreo iba muy á
la larga. Los reyes do Granada dejaban pasar el tiempo, y no ponían
atención á socorrer aquel muro del reino. Durante el cerco hicieron los
valientes de la ciudad muchos rebatos y salidas , y los cristianos para
estar mas listos á defenderse pusieron ciiico reales , y asi tenían en cinco
sitios al contorno su ejercito. Los combates no cesaban de dia ni de
noche, que no dejaban reposar á los infelices moradores, los cuales
viendo que no los socorrían y el grave riesgo en que estaban de ser
entrados por fuerza de armas, movidos de los ruegos y lágrimas de sns
mugeres y de stt3 pequeñudos hijos trataron de rendirse por avenen-
cia, y entregaron la ciudad con buenas condiciones el dia "23 de mayo
del año 1485' , y los cristianos pusieron guarnición y repararon k»
adarves y torres que habían destruido. También tomaron entonces k
ciudad de Marbalia , que está cerca del mar.
El rey Zaquir con ayuda de los cristianosr se roantenia en cl Albayrin,
y tenia harta gente menuda y labriega en su partido ^ que no roindHin
« Sefun Mariana.
HE tX)S ÁRABES EN ESFAAa^ 66d
mas que la comodidad presente qoe ofircda la canteiesa alianza del rey
de Castilla oonsa señor. Los aiimes, alfaquies, alcaris y alcadies del
reino todos le aborrecían y miraban como instrumento de la pérdida y
mina del reino. Los principales alcaides y arraczes estaban en el bando
de Abdalah el Zagal , y por sos intereses y parcialidades daban fomento
á la continua y cruel guerra civil , que apocaba las fuerzas del estado.
Llegó nueva de que los cristianos estaban sobre la ciudad de Yelez Má-
laga , y conocieado los arrayaces y alfaquies de Granada de cuánta im-
portancia era la conserracion de aquella dudad , rogaron encarecida-
mente al^rey Zagal que fuese á socorrerla , y olvidase por entonces la
guerra civil^ que en esto baria su servicio , y daría gran autoridad á su
pretensión y partido. Deseaba el rey Abdalab concluir algún convenio
oou su sobrino el rey Zaquir antes de su partida ; p^o este desconfiaba
de cuanto le proponía, y no quiso venir en nadar Con todo eso el rey
Abdalab , Tiendo el escándalo que andaba en la ciudad porque no se en-
viaba socorro á los de Yelez IMÚlaga , se resolvió á salir en persona con
mucha y escogida caballeria : dividióla en dos trozos , y la delantera iba
acaudillada de Rcduan Benegas su primo , y el otro le conducia el rey.
Lo primero llegaron al campo que los cristianos tenian en Modin, que
tenian cercado este fuerte pueblo y se defendia bien asi por la fortaleza
de sus murallas y sitio como por el valor de los cercados : acometió
Beduan Benegas á este campamento un dia á la bora del alba y dio
sobre ellos con tal furia que los desbarató y rompió matando toda su
infantería y los mejores caballeros, y los |mas huyeron precipitada-
mente.
Asimismo el rey Zaquir quiso manifestar que tomaba interés en la
defensa y amparo de sus pueblos , y allegó sus gentes y se dispuso para
ir en defensa de los de Loja. Entre tanto los cristianos, que no perdian
tiempo, se apoderaron de Albahar y Gambil , dos fortalezas que separa el
ría Frió, que las gentes que las guardaban no las defendieron como
dd)ian. Partió pues el rey Zaquir con sus gentes y entró en Loja rom-
piendo el campode los que la cercaban, que no era mucha gente. Luego
que los cristianos supieron que babia ido alli el rey Zaquir se prome-
tieron tomar la ciudad , y fueron á reforzar el sitio nuevas tropas. Salió
d rey Zaquir con quinientos caballeros escogidos á impedir el paso á los
cristianos en unos parages ásp(Hros y fragosos ; pero aquello era negocio
de infantería y no.de caballos , y no hizo cosa de provecho , volvió á la
dudad á tiempo que los cristianos llegaban á los arrabales de ella , y
tato una sangrienta escaramuza con eUos y entró dentro forzado de los
enemigos i rompieron los cristianos el puente de la ciudad y estorbaron
el hacer salidas á la caballería que estaba en la ciudad, que era muy
buena. Combatieron los muros y derribaron un gran lienzo de ellos. £1
rey Zaquir, viéndose en peligro de caer segunda vez en manos de sus
enemigos y aliados, mandó que se tratase de rendir lá plaza por conve-
nios, y se concertaron saliendo todos los muslimes salvos y llevando
consigo cuanto pudiesen de sus bienes. Asi se entregó aquella preciosa
ciudad. El rey Zaquir se excusó con los cristianos que le daban qu^as
654 HUTOBU DC UL DIMIOIACIOI
de haber quebrantado sus paoesy áliaiua , y les protestó que «¡odio ha-
bía sido hecbo por necesidad y fuerza , que su ánúno era siempre el
mismo, y que no era desleal el que faltaba contra su voluntad. Ckwio
los cristianos tenian interés en creerle le disculparon y disimalaruBcofi
él para fomentar las discordias que destruían aquel reino. Desde alU
pasaron los cristianos á otros pueblos de la comarca, y él rey Abol Baisen,
que oportunamente se babia retirado con su famÓía de niora á Alma-
necab por huir de la proximidad de los enemigos , falleció allí antes de
yer el acabamiento de su reino. Algunos dicen que le procuró la oioerte
su hermano d rey Zagal ; pero Dios lo sabe, que es el únioo eterna é
inmutable. Las ventajas de los cristianos fueron este año muy grandes :
lomada la ciudad de Loja se apoderaron do Modín y de |lkna , los das
ojos de Granada, y poco después de Zagra , Baños , y otras.
El rey Zaquir, aproTechando la ocasión en que su tio el ny lagd
estaba ocupado en la guerra y en contener á los cristianos que se enca-
minaban á Yelez Málaga , ti^nó á Granada y ocupé lodos k» fberics de
la ciudad , y se aposentó en la Alambra.
CAPITULO XXXIX.
Toman los cristitnos muchas plazas á los moros.
Después de la victoria que consiguió Reduan Benegas de loa cristia-
nos cerca de Modín pasó de orden del rey Abdalah el Zagal á sooomr
á los de Velez Málaga que estaban muy apurados , que les habían en-
trado los arrabales y les combatían los adarves con gran eslraendo de
artillería , y d mismo siguió con sus tropas para ayudarle oodm> convi-
niese , porque consideraba que en el peligro de aquella ciudad sn arries-
gaba todo el reino. El ejército de Abdalah se componía de yeínte nil
caballos , y con la gente aldeana y allegadiza componía otros ▼tínte ni
peones. Acometió Reduan Benegas al campamento de los cristíaiios coa
su caballería y atropello y rompió cuanto se le puso delante ; pero la dis-
tancia y lenta marcha del ejército de Abdalah fué causa de no oom^
tar aquel día con uoa venturosa batalla : no lo quiso Dios, y coaads
llegaron los caballos de Abdalah ya los cristianos que tenian nanerosa
hueste repartida en diferentes partes se habían reunido y puesto eo er-
denanza y á su llegada le acometieron con tanto denuedo, que fné des-
baratado y vencido , y aquella muchedumbre de gente poco
huyó por donde pudo salvarse , sin osar volver la cabeza á sus
£1 esforzado Reduan, que en la batalla andaba ccMno león sañudo, vtendD
la gente muslime desordenada entró en k ciudad con buen golpe de
valientes caballeros.
El rey Abdalah el Zagal después de este desmán tomó á Gramas otm
algunos caballeros , reliquias del destrozado ejército , y oomo nradba
fugitivos de la pdea se le adelantasen á entrar en Granada cem la la-
fsusta nueva de su derrota , éSboieotAéo el pucMe maideciin al mf
Vj^ L09 ÍEABES EM espasa. 6&&
cidQ , y iMtfta 1q6 mas adheridos á su bando le dejaron y se unieron al par-
tido die su sobrino d rey Zaquir, y cuando llegó le cerraron las puertas
al desventurado : y todos de común consentimiento dieron obediencia
al rey Zaquir. Asi siempre los hombres desamparan á los perseguidos
de la fortuna. £1 rey Abdalah el Zagal con sus gentes se retiró á lo de
Guadix, que estaba por él , y lo mismo Almería y Baaa, que tenian su
Yoz , y donde fué bien recibido del infante ^elim y de su hijo Yahye , que
las tenian como walis de ellas por heredad.
Defendióse Yelez Málaga cpn mucha constancia haciendo rebatos y
salidas el esforzado Reduat^ contra los cristianos en que les hacian no*
table daiio i pero pedida ya la esperai^za de poderse mantener mas
tiempo pei^uadió e| esforzado Reduan - Penegas á los de la ciudad á tra-
tar de ^venenpía y por su mediación con el conde de Gifuentes , con
quien teni^ amistad desde que ifué su cautivo eu Granada; se concertó
la entrega cqu condición de salir Ubres adonde quisieren llevando todos
sus bienes. Rindióse esta ciudad en 27 de abril de 1487*
Poco después á ejemplo de esta ciudad se dio tanibien á los cristianos
la fortaleza de Bentqme, y cpn estas pérdidas vieron los de Málaga mas
cerca la terrible tempestad gue les amenazaba.
La hermosa y antigua ciudad de Afálaga está asentada á la orilla del
mar qiie la baña , y la proporciona puerto y atarazanas : está la mayor
parte en llano sino por la parte en que se levanta un recuesto donda
tiene dos fortalezas , la mas alta Gebalfaró , y la otra mas baja la Alea*
zaba : por la parte de tierra tiene hermosos montes y collados llenos de
vidas y huertas , y cas^s ^ recreo de los ciudadanos. Con el temor de
los enemigos, hahia procurado aumentar su guarnición el alcaide Aben
Muza, caballero ilustre, pariente del rey Ahdalah el Zagal, y hahia
traído á sueldo gente de África feroz y brava. Luego que los cristianos
pusieron cerco á la ciudad por evitar los danos que padecería si fuese
combatida trató primero de avenencia cpn los cristianos , y andando en
Gstas pláticas los ^Ibarbares de África creyendo que se trataba de ven*
derlos y ^utregarlos á los enemigos , y por qso se les ocultaban las nego-
ciaciones , se alborotaron y acometieron de improviso á la fortaleza de
la Alcazaba y se apoderaron de ella , degollando la guarnición. El her-
viaoo de Ahén Conista, que era el arraiz de aquella fuerza, fué muerto
por eUos en el primer Ímpetu de la sublevación , asimismo se apodera*
ron de las murallas y de las puertas y no permitían salir ai hablar con
los cristianos á ninguno de la ciudad , y el que lo intentaba moría por
ello s con gran diGcultad consiguió tranquilizarlos Aben Conixa; pero
entre tanto los cristianos adelantaron su campo , y principiaron á cer-
car la ciudad de mar á mar con valladares y foso ; salían cada día los
mudimos á estorbar el trabajo, y entraban espada en mano al real de
los cristianos, hiriendo y matando con admirable valor, que los tenian
en continuo sobresalto, y asi fué siempre durante el cerco ; pero como
la ciudad estaba muy poblada y no entraba provisión se comenzó á sen-
tir falta de mantenimientos , y los ciudadanos ricos y regalados no podían
sufrír el hambre ; así que, de secreto procnrahaq U^tar de refidicion.
656 HÍSTORU DE LA BOHINAGION
El principal de estos fué un caballero noble y muj rico de la cmdad Ha-
mado Aly DordoY, que salió determinadamente á tratar de esto ; pero d
rey dé Castilla dijo que se le entregasen á su voluntad, y esta lespaesta
dio al pueblo; pero de secreto ofreció grandes mercedes á Aly Dordax
si facilitaba la conquista. Este mirando mas á sus particulares intereses
que al bien y utilidad común de sus ciudadanos éáó entrada á los ene-
migos en el castillo , y toda la ciudad incierta y llena de confusión no
sabia si era traición ó entrega paciOca ; pero presto los sacó de sa dada
el enemigo que saqueó y robó la ciudad , y cautivó á los dcfenscves ({oe
no pudieron huir por el mar, por donde muchos se salvaron. Losínf»-
lices vecinos de Málaga vieron por sus ojos enfardelar sus riquezas, y
que los dejaron pobres y esclavos : solo libró bien Aly Dordux, que fué
nombrado ^ali de la ciudad, para que ajustara y cobrara d rescate de
sus infelices conciudadanos : asi se perdió aquella hermosa y antigua
ciudad de Málaga , y quedó sujeta al rey de Castilla : fué entrada en 18
de agosto de 1487 \
El rey Ábdalah el Zagal se retiró como dijimos á Guadix , y desde
dli procuraba hacer cuanto mal y daño podia en las fironteras de Mur-
cia , y le ayudaba desde Almena el infante Zelim ; pero con bien dife-
rente ánimo. El rey Zaquir desde Granada envió sus cartas y rióos fre-
sen tes,"" caballos hermosos y jaeces al rey de Castilla, y preciosas tdasde
oro y seda , cajas de aromas orientales para la reina , dándoles la enho-
rabuena de la toma de Málaga y de sus venturosas conquistas, esp^
rando por esto tenerlos gratos , y que no le perturbasen la posesión de
su reino. Los reyes cristianos tuvieron gran placer con su embajada;
pero prosiguieron con mayor esfuerzo la comenzada emjN'esa dd acaba-
miento de los muslimes en España.
Ufano el rey de Castilla con la rendición de Málaga y de los otros
pueblos , deseoso de llegar al fin de sus deseos y apoderarse de las de<
mas ciudades del reino de Granada , salió con un campo volante á ooirer
la tierra de Almería y contener las algaras de los muslimes de aqnda
ciudad . Salió contra él con escogida caballería el infante Zelim y so hijo,
y le obligaron á retirarse. El rey Abdalah el Zagal hizo una ventana
entrada en la frontera de Alcalá Yahseb y taló y quonó los campos, f
robó mucho ganado y volvió triunfante con esta rica presa á la andad
de Guadix. Toda la atención de los cristianos era entonces hacer h
guerra por lo de Almería. Pusieron cerco á Ycra, que está á la rttKradd
mar, y los moradores se entregaron fácilmente por evitar el rigor de
los vencedores. Asimismo se dieron á los cristianos Muxacras J Velad
Alahmar, y otras fortalezas de la comarca que estaban sin guaraídúa
bastante , ayudando á los cristianos el temor y espanto quelosmnsliB^s
habían tomado de saber la pérdida dé Málaga y de Ronda , asi lapbiff
porque los naturales dcscouGados de ser socorridos de sus reyes^ oíbqi^
rían defenderse por evitar que les destruyesen sus campos. Poscron
luego cerco á la fortaleza de Taberna , sitio inexpugnable, y leconl»'
t Según Marítnt ; pero fué el 88.
D£ LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 657
lian de dia y de noche los cristianos. Acudió á socorrerla el re; Abda-
lah el Zagal desde Guadix con mil caballos , y gran hueste de infantería,
gente allegadiza de las sierras, mal armada ; pero animosa y endurecida.
Púsose el rey con aquella gente en los bosques , y desde alli hacia mu-
cho daño á los cristianos , y les forzO á levantar el cerco haciendo en
ellos gran matanza con arremetidas y escaramuzas , y les echó de la
frontera y recobró los pueblos perdidos. Lo mismo les sucedió en Hues-
ear y en las yegas de Baza, en que la cabaUeria de la ciudad salió con-
tra los cristianos y los vencieron y pusieron en fuga, y en una sangrienta
escaramuza mataron al maestre de Montesa , sobrino del rey de Gas-
tilla.
CAPITULO XL.
Entrega d0 Gaadix y Almeria.
Conociendo los cristianos que en la discordia y desunión de los reyes
muslimes consistia el buen suceso de sus armas , procuraron encender
mas la división , y para este fin enviaron sus cartas y condiciones de
alianza con el rey de Granada Abu Abdalah Zaquir, y le propusieron
que le ayudarian contra sus enemigos y le defenderian sus tierras ; pero
que en apoderándose el rey de los cristianos dé las ciudades de Guadix,
Baza y Almeria, que estaban por el rey Abdalah el Zagal su tio , y por
el infante Zelim , ó fuese por fuerza de armas ó por avaiencia y concier-
tos, el rey Zaquir les habia de entregar la ciudad de Granada y ponerse
á su merced , de que debía esperar grandes riquezas y señorío pacifico y
seguro en el reino de Granada siendo vasallo del rey de los cristianos.
£1 desventurado rey Zaquir, apocado y envilecido , ciego y sin razoo,
firmó estas paces y alianza , y quedó asentado todo lo propuesto por sus
enemigos que trataban de ser sus defensores , y le cebaban para devo-
rarle. El miserable rey se veía cada dia mas alx>rrecido de los suyos, asi
por su poco valor, como por su enemiga fortuna. Gomo le veian tan
en amistad con los cristianos le llamaban mal muslim , y si estos últi-
mos tratos hubieran sido entendidos del pueblo le hubieran depuesto y
quemado vivo; pero eran secretos que solo los sabian su madre y su vi-
sir Muza ben Ahnelic. También le incitó á firmarlos el temor de su tio y
oompetidor Abdalah el Zagal , y receloso de que le viniese ¿ echar de
Granada después de sus victorias en lo de Baza y Huesear, dio oidos á las
liüsas y enemigas propuestas de los cristianos para que divirtiesen ¿ su
tio con asoladm guerra en lo de Guadix, Baza y Almeria.
Estaba el rey Abdalah el Zagal en Guadix cuando tnvo nueva.de
como d rey deCastflla habia asentado sus paces con su sobrino , y que
poefto en el triunfante carro de la esperanza que tan fácil le presentaba
aquel desventando rey, venia con doble fervor y ánimo á renovar la
guerra contra d , y supo que hacia alarde de sus gentes en Jaén, y en-
traba con cincuenta mil hombres y doce mil caballos , gente muy csco>
icida , y llagaban á la fortaleza de Gujar, y se encaminaban á cercar su
4j
M8 mSTORU BE LA DOVDUaOll
dndid de Baza. Escribió hiego al infante Qái Tahje, hijo dd Infaiite Ze-
lim de Almería que acababa de morir : ¡feliz principe que no vio por
sus ojos las cabmidades y acaiíamiento de sa patria ! El infante Yahye
tomó laego diez mil muslimes de los mas esforzados del reino , y se fué
i meter en Baza para defenderla : está la dudad paesta en la ladera de
nn GoUado , y por la parte llana pasa un rio, por lo demás está rodeada
de unas cuestas y pendientes ; habia en ella bsrta proyision y la gente
que la gnarnecia llenaba de conGanza los ánimos de los vecinos.
Luego que los cristianos asentaron su real salió contra ellos el infante
Yahye con escogida gente , y acometió á los cristianos con grande Animo,
la pelea fué brava y sangrienta , y arredró y desordenó el campo de los
cristianos, llenándole de espanto y de despedazados cadáveres. No se
pasaba dia en que los muslimes no saliesen á dar rebatos y escaramuzas
en el real de los cristianos , y estos se vengaban con talarles los sembra-
dos y airasar las huertas. Ordinarios danos de la guerra qae no podiaa
mirar sin dolor y lágrimas los pobres dueños y labradores. YienA) ks
cristianos la resistencia de los cercados y el gran dailo que recibian con
sus salidas y ret>atos , acordaron de rodear todo sa campo, y aaimismo
las avenidas y entradas á la ciudad con hondo foso y vallatoes , y le-
vantaron á trechos algunas torres , y de esta manera estorbaron las sa-
lidas de los valientes muslimes, que durante el cerco hicieron admiraUs
proezas contra los cristianos , que los tenían acobardados, que no osa-
ban escaramuzar ni salir á contenerlos. Seis meses habían pasado de
continuos combates cuando el infante Gidi Yahye escribió al rey Abda-
lab el Zagal , que estaba en Guadix, díciéndole, que si no le ayodíaba que
era forzoso entregar la ciudad , y al mismo tiempo envió al real de Im
cristianos al jeque Hacen, gobernador de la ciudad , para que moviese
plática de avenencia con los cristianos. £1 rey Abdalah tomó gran pe-
sadumbre con las cartas do su primo el infante Yahye, á qui^i así por
su parentesco como por su mucho valor estimaba y tenia gran respeto,
y como viese el valor y esfuerzo con que habia mantenido la dudad , y
que sus tropas no bastaban para socorrerle , ni de Granada podía espe-
rar socorro por la alianza de su sobrino con los cristianos , escribió al in-
fante conformándose con su parecer, y permitiéndole hacer la entrega
de la ciudad con las condiciones que pudiese. Llenó de oonfuaíon y de
pena esta respuesta á los de la ciudad , todo era triateza-y desesperarioa
en los hombres , llanto y gemidos en las mugeres. £1 alcaide Hacen trató
eon don Gutier Cárdenas , y gustaron las condiciones de la entrega : d
infante Gidi Yahye y otros principales caballeros salieron al campo de
los cristianos , y estos le presentaron á sus reyes, que le tucicron grande
honra y trat^on como á tan noble principe y esforzado caudillo se de-
bía. Las caricias y agrado paternal que estos reyes manifestaron al ia-
fimte Yahye, le ganaron el corazón en términos que juró no sacar asaca
la espada contra tan noUes reyes. Hicíéronle grsindes mnroedieB, y le
^ron cuantiosas rentas , y la reina de Castilla muy pagada do sa gen-
tileza le dyo que teniéndole en su partido creía ya felizmento acabaéi
la guerra que asolaba el reino do Granada* Por m iw^to ¡atmetió el ir
DE LOS ÁRABES EN ESPAÍU. 659
fante Gdi Yahye Alnayar Aben Zelim procurar con todas 8iu fuerzas
que sa primo el rey Abdalah el Zagal entregase pacificamente las ciu-
dades de Guadix y Almería , evitando la desolación de la tierra y las
muertes y calamidades de la horrorosa guerra *. en agradecimiento ofre-
cieron los reyes de Castilla á este infante y á sus hijos grandes hereda-
niientos en el reino , y desde luego la taa de Marchena con Tillas , tierras
y vasallos. Dicen algunos que á persuasión de la reina de Castilla se hizo
cristiano de secreto para que no le aborreciesen y abandonasen los de
sa bando, hasta completar la conquista y acabamiento del reino que
por su industría confiaban hacer.
El infante Cidi Yahye Alnayar partió á verse con el rey Abdalah el
Zagal que estaba en Guadix, y le habló del mal estado y caida de las
cosas en el reino de Granada , propúsole que se aviniese con los cristia-
nos; pues tan infausta guerra no podía acarrear sino la desolación del
reino y muerte de sus moradores : que confiase en la justicia y genero-
sidades de los reyes de Castilla , y esperase de ellos mas que de la ene-
miga fortuna que tan claramente les había vuelto las espaldas : que se
acordase de los fatales anuncios que su hermano el difunto rey Abul
Hacen babia tenido cuando los astrólogos miraron el horóscopo del naci-
miento del rey Zaquir, que si bien es verdad se hablan creído ;fa cum-
plidos cuando fué preso en la algara de Lucena ; pero que ciertamente
las estrellas mas que pasagera pérdida del reino amenazaban : que él
creía que aquella era la voluntad de Dios , y que todos los sucesos iban
manifestando que la corona de Granada habia de caer en manos de
aquellos poderosos reyes á quienes Dios habia dado antes otro poderoso
reino en España. Calló en diciendo esto , y el rey Abdalah que le oía
con mucha atención y sin mover pestaña , después de haber estado gran
espacio pensativo y sin responder, dando un profundo y triste suspiro
le dijo : Alahuma Subabana Hu : ya veo , primo mió, que asi lo quiere
Alá y que cuanto le aplace se hace y cumple ; que si Alá Azza Wajal no
tuviera decretada la caída del reino de Granada , esta mano y esta es-
pada la hubieran mantenido. Con esto acordaron hablar al rey de Cas-
tilla , y salieron juntos y fueron á su campo que estaba en tierra de Al-
mería; Recibiólos con gran honra y concertaron la entrega de Guadix y
de Almería, las dos mas preciosas joyas de la corona de Granada, y
también gran parte de la serranía de Granada que llega hasta el mar y
estaba por él. Ofreció el rey do Castilla su favor y amistad perpetua á
Abdalah el Zagal, y que serían suyas en heredad la taa de Andaraz , el
valle de Alhaurin con todas las alquerías , aldeas y posesiones , y la mitad
de las salinas de Maleha , pequcaao y vil precio del vendido reino. Los
moradores de las cmdades entregadas quedaban libres y duefios de sus
bienes y posesiones, francas como antes las tenían ; pero como vasallos
del rey de Castilla y sujetos á su seüorio pagarían lo mismo que solian
dar á sus reyes por Zunna y Xara. Publicáronse estas avenencias el dia
en que fueron ocupadas aquellas ciudades. Asi los muslimes como los
cristianos no creían lo mismo que estaban viendo, y pensaban que todo
era en soefios : los de los pueblos oomarcanosse espantaron de laentrega
660 HISTORIA DE LA DOMIMAaOff
maravillosa de estas fuertes ciadades : y apenas se aseguraban de qae
fuese cierto : los infelices vecinos de ellas ayudaban ai engaño de todos
los de la comarca , y contentos y á su parecer mas venturosos que antes,
sin los sobresaltos y temores de la desolación de la guerra, les aconseja-
ban que siguiesen su ejemplo. Asi fué que se rindieron de su vdootad
las fortalezas de Taberna y Serón , y las grandes é inexpugnables ipe
están sobre el mar de Almunecab y Xalubama. Todas estas grandes
pérdidas sucedieron el año de 896 (1490 y 1 491 ), en las lunas deMuiíar-
ram y de Safer.
CAPITULO XU.
Contlnatn lo§ alborotos en Granada.
En Granada se oyeron estas nuevas con espanto. El paeUo qae cadi
dia estaba mas desabrido y descontento de su rey Muhamad Aba Abda-
lah elZaquir, á quien miraba como el odioso causador de los males y rain
del reino , con estos últimos sucesos acabaron de detestarle , y no imm
de llamarle públicamente traidor, cobarde y enemigo de su patria y de
su religión : y de unos m otros fomentada la ira y el encono se alboro-
taron contra él, y fueron de tropel al alcázar amenazándole y bramamfo,
que parecia que no desistiesen hasta tomar venganza y privarle de la
vida y del reino. Los jeques y venerables alfaquícs de la ciudad no cesa-
ban de amonestar al inquieto y alborotado pueblo que se sosegase, q«
atendiese que el mayor mal de las repúblicas y de todos los hombres es
la división y desavenencia : que las cdamidades del reino habian prore-
nido de sus inconsideradas sediciones y bandos ? que así como h roim
y acabamiento del estado nada de la división, su bien y su único reparo
era la unión que con su enlace y concordia le conservase y ^obast^
ciese. Los parciales del rey enviaron á pedir socorro á los cristianas át
la frontera como aliados y amigos de su rey : no perdieron esta ocasínii
los cristianos de entrar en la vega de Granada, y talar sus campos. La
nueva de esta entrada hizo mayor efecto en el populacho que las razones
y consejos de los alfaquies, el ver sus campos talados les hizo tratar de
salir á defenderlos, y cesó el alboroto.
Con ocasión de este suceso escribió el rey de GastQla al rey Abo Ab-
dalah Zaquir de Granada, recordándole el convenio y capituladonesq»
tenian h^lias, en que habia ofrecido ser su vasallo , y entregarle la át
dad de Granada luego que el rey de Castilla por arenenda ó por armas
fuese dueño de Guadix, Baza y Almena. El miserable y desgraciaib
Abdalah conoció ya tarde su inconsideración y ddiilidad, y resposA
excusándose de poder cumplir como quisiera aquellas postaras i 4«
liabia en Granada mucha gente principal y gran caballería, qne so se
allanaban ni consentían á que las cumpUese : asi que , su alteza le per-
donase y fuese contento con las venturosas conquistas que Wos k late
dado.
Al mismo tiempo se rebelaron los de Guadix pcHrque los cristiaoo^ )^
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 661
forzaban á salir de la ciudad y á que morasen en los arrabales, y les
privaban de lleyar armas, recelosos de que se levantasen contra ellos. Y
como los cristianos tenían bnena guarnición y eran dueftos de las forta-
lezas sosegaron á los revcdtosos : eso mismo acaeció enla taa de Anda-
rax, que se alborotaron contra su señor Abdalab el Zagal , y le quenan
matar ; pero se ocultó y vino al rey de Castilla , que le ofreció su ayuda
para que sujetase sus vasallos; pero Abdalah entendió que le convenia
pasar á África y dejar la desgraciada patria. Asi lo propuso al rey de
Castilla, que le dio licencia para que biciese lo que mejor le estuviese :
renunció parte de sus bienes y las salinas de Maleha en su primo y
collado Cidi Yabye Alnayar, hijo del infante Zelim, y las veinte y tres
villas y aldeas que le pertenecían en Andarax y valle de Alhaurin vendió
al rey de Castilla que se los babia dado , por chico millones de marave-
dises, y habiendo recibido muchas riquezas y tesoros de los reyes de
Castilla se embarcó y pasó á África.
No satisfecho el rey de Castilla de las excusas del rey 2Saquir, deter-
minó oMigarle pcH* fuerza á cumplir lo que necia y torpemente habia
ofrecido : allegó grande y poderosa hueste , y declaró la guerra al rey
de Granada.
GonOando Abdalah que deshechos sus competidores si reunia todo su
poder se defenderia de los cristianos, envió sus aUmes y venerables
alfaquíes á predicarla concordia y reunión para la guerra sagrada. No
fué inútil diligencia , que luego se rebelaron contra los cristianos muchos
pueblos : toda la serranía se juntó y tomó su voz, y entre otros pueblos
Adra, que está en la costa del mar, y Castil-Ferruh, y otros varios. Salió
con mucha caballeria y peones á cercar Xalubania , y otro cuerpo de sus
tropas cercó Alhendin , y le tomó y arrasó la fortaleza degollando la
guarnición : fué este acaecimiento en el otoño del año 896 (U91). Los
cristianos enviaron á socorrer la tierra de Granada y por vengarse tala-
ron los panizos y mijo , única cosecha que se esperaba hacer aquel año,
pues en la primavera y verano quemaron los sembrados y las micses
antes de la siega. Asimismo fué un poderoso socorro de gente á Xaluba-
nia : y con armada naval fué contra los de Adra el infante Alnayar, hijo
de Cidi Yabye, que seguían las banderas del rey de Castilla ayudando á
la ruina y acabamiento de su patria. £1 padre era caudillo de un ejér-
cito de muslimes sus vasallos, que andaban sojuzgando los pueblos del
rio de Almanzora y de la taa de Marcbena , lo que consiguió mas por
industria y persuasión, que por fuerza de armas. El infante Alnayar
asimismo sujetó á los rebelados de Adra disimulando que las naves que
mandaba eran de cristianos : vistió de musUmes á los marineros y tropa,
y puso banderas de África : los de Adra que esperaban socorros de África
loa creyeron muslimes , y asi se apoderaron del puerto , y entre tanto su
padre con sus tropas llegó de parte de tierra : los moradores conocido
el engaño quisieron defender el pueblo , y se trabó sangrienta batalla en
que hubo gran matanza y fueron vencidos los de la ciudad de Adra , y
se acogieron y fortificaron en ella. El rey Abdalah el Zaquir que iba ¿
socorrerlos ¿sdc Xalubania como tuviese noticia dé la victCHria de los
662 mSTORIA DE lA DOHDIáaON
enemigos, y también deqnei su lleipidA ya se habría dado al enemigo,
se Umió sobre Xalobania que tenia muy apretadas en Adra se sopo que
el rey no babia osado llegar de miedo, el Tulgo asi lo paHicaba , y con
esto perdida toda esperanza de socorro asi por mar como por tierra se
rindió por ayenencia como otras fortalezas.
Los cristianos que defendian la fortaleza de Xalubania ayisaron de so
peligro, y el rey de Castilla mandó que partiese un poderoso ejercí lo á
socorrer aquella plaza . Antes que los campeadores de esta hoeste llegó la
fama al ejército de Abdalah el Zaquir, y sin querer aventurarse á mu
batalla leyantó el cerco aquel timido y desventurado rey ; pero anto
de volver á Granada corrió la taa de Marchena , salieron contra él los
adelantados que la defendian pcH* su tio el infante , y el principal era al-
caide de Moratalla , peleó con ellos venturosamente y los rompió y
deshizo sos tropas forzándoles á entregar las fortalezas ^ y las arrasó,
taló y quemó las poblaciones en odio de los infantes enemigos de sa pa-
tria t y con esta venganza entró victorioso y ufano en Granada.
CAPITULO XUL
Sitio y eaplUiUdoii de Orinada.
Venida la primavera del año 897 se renovaron los hcHTOres de la
guerra, los cristianos entraron con cuarenta mil peones y diez Bd
caballos en la vega de Granada , y asentaron su campo en las facnles
de Guetar , dos leguas de la ciudad. Uenó de espanto á los raoradores
esta nueva , y hasta los mas esforzados caudillos , aunque tan avetados
y aguerridos , temblaron en esta ocasión con desusado miedo. El rej
Abdalah tuvo su consejo en el alcázar de la Alambra , y acordaron alü
sus alcaides y jeques lo que mas convenia para la defensa. El waiir de
la ciudad Abul Gazim Abdelmelic presentó el estado de las provisioaes
de la ciudad , sin contar lo que tuviesen los vecinos ricos y oomercisn-
tes en particular : se presentaron matriculas y nóminas de los varones
ea edad de tomar armas. « La gente es mocha, pero la muchedumbre
de los ciudadanos , decía el wazir , i qué nos puede prestar sino cui-
dados? bravean y amenazan en la paz , y tiemblan y se esconden en
ks ocasiones de la guerra. » El esforzado caudillo Muza ben Abfl
Gazan dijo : « No hay que desconfiar en nuestras fuerzas , sí se
dirigen con valor y con inteligencia : ademas de la gente de ar-
mas asi de á pié como de á caballo, que es la flor de Andalodi,
muy endurecida y acostumbrada á la guerra, tenemos veíate ni
mancebos en el fuego de su juventud que en la presente guem,
en defensa de su patria harán tanto como los scAdados veteranos y
de mas experiencia en las armas. » El rey Abdalah les dijo á s»
caudillos y jeques : « Vosotros sois el amparo del reino , y los que con
ayuda de Alá Azza Wagel vengarán las injurias hechas á muestra re-
ligión , las muertes de nuestros amigos y parientes , y los uUrajo
INB LOS ÁRABES EN ESPAJU, S$3
bechot á nuestras mngerefl : disponed lo que oonTenga en este g^ooiM^
qae en vuestras manos y valor estala salad oomnni la seguridad de
la patria y la libertad de todos. » Luego repartieron sus órdenes^ el
wazir se encargó de las provisiones y armas , y de alistar las gentes :
el caudillo Muza de la defensa y salidas de la ciudad contra los cristia-
nos con la cat»llería : Naim Reduan y Muhamad Aben Zayde osan sus
ayudantes, Abdel-Kerim Zegri y otros arrayaces guardaban las mn-
rallas : y los alcaides de la Alcazaba y de Torres Bermejas cuida'^
ban de sus fortalezas. lx>s primeros meses de este aSo no se cerraron
las puertas principales de la ciudad, y todos estaban seguros por el
valcHT y prudencia de Muz¿. Cada dia salian tres mil caballos á escara-
muzar con los campeadores cristianos, y á defender las recuas defpro^
visión que de la serranía venian á Granada , y para solo esto se destinó
á Mubamad Zabir ben Atar, que con quinientos caballos andaba en
los montes , y hacia mucho mal y daño en los cristianos que talaban
y corrian aquella tierra. Cerca de Padul tuvo una reñida refriega en
que murieron muchos valientes muslimes, y muchos mas de los enemi-
gos. Muchas aldeas fueron saqueadas y quemadas por los cristianos
para impedir la provisión que de ellas se sacaba. El esforzado caudillo
Muza con sus vidientes caballeros daba continuos rebatos al campo de
los cristianos , y se trababan muy reñidas escaramuzas que dejaban el
campo bañado ^en sangre y cubierto de cadáveres x acometia el vato^
roso Muza con tanta intrepidez y denuedo que tenia espantados á los
cristianos.: Uq^aba muchas veces gineteando y metia á lanzadas ¿ los
cristianos dentro de sus reales. Asimismo los otros caudillos y caballeros
de Granada hacían muy señaladas proezas. Las continuas escaramuzas
y arremetidas de los caballeros que salian de la ciudad eran tantas y
tales , que los cristianos para defenderse cercaron sus reales de fosa y
de valladares, como buenas murallas, en que manifestaron mas su
resolución de no levantar el campo que su valor para defenderlo. Como
viese Muza aquella obra dijo al rey que queria cercar ¿ los cristianos
en sus reales , y cierto dia á la hora del alba salió con toda la caballe-
ría y peonage de la ciudad , y con gran estruendo de alambores y
trompetas salieron al campo. Los cristianos no rehusaron el salir al
encuentro como otraS veces , y se trabó una recia batalla en que la ca«*
balleria hizo maravillas de valor ; pero la infantería no sufrió el acome-
tíaiienlo de los cristianos y huyó desordenada á la ciudad, y los cris-
tianos se apoderaron de la artillería y llegaron persiguiendo á los
muslimes hasta cerca de las murallas de la ciudad. £1 ínclito caudillo
Muza desesperado y lleno de rabia volvió bramando como un agarro*
diado toro ü herido león hacía la ciudad, y juró de no salir mas al
campo con la infantería. En esta ocasión se apoderaron los cristianos
de las torres de las atalayas, y pusieron en ellas arcabuceros y guar-
nición.
Mandó Muza cerrar las puertas de la vega , desconfiando de la de-
fensa de los peones y ballesteros que las guardaban. Las talas y robos
de los cristianos habían cerrado el paso á las provisiones que de las
6€4 HISTORIA DS LA DOHOIÁGIOII
sierras solian entrar en la ciudad ; asi f ué , qne se principió á notar
falta de mantenimientos. La inmensa población y modicdombre de
gente no acostumbrada ¿ comer poco , poso en sumo cuidado al rey y
al wazir Abul Gazim : hubieron su consejo , y los jeques y prindpades
ciudadanos que asistieron manifestaron que ya no podian lle?ar los in-
cesantes trabajos de la g:uerra , que ya se yeia el propósito de k»
cristianos , que no pensaban apartarse de allí hasta rendirlos : ¿ Qué re-
medio nos queda, dedan, sino la cierta muerte? £3 rey Abdalah Za-
quir se acuitó con esto y no pudo responder nada. Todos los del oon-
sejo se inclinaron á tratar de avenencia con el rey de Castilla. Sedo d
vfidiento Muza decia qne todavía era temprano, que no estaban apura-
dos todos los recursos, ni habia el pueblo hecho ningún esfuerzo, ni
habia tomado las armas de la desesperación , que en ocasiones raleii las
Tictorias y mas cumplidas venganzas. Sin embargo se acordó que el
vazir Abul Gazim Abdelmalec saliese á proponer avenencia con los
cristianos.
Salió este noble anciano y fué bien recibido de los reyes , y deqmes
de muchas y graves propuestas se acordó que el rey de Granada no
siendo socorrido por mar ni por tieira en dos meses de aquel dia con-
tados entregase las dos fortalezas de la ciudad , torres y poerlas de
ella : que el rey y sus caudillos jurarían obediencia y lealtad al rey de
Castilla , y todos los moradores de Granada le tuviesen por su sedor y
rey : que se pusiesen en libertad sin rescate todos los cautivos cristia-
nos que hubiese en la ciudad, y que entre tanto que todo esto se cum-
ptia diesen en rehenes quinientos nobles mancebos de los principales de
Granada : esto á los doce días de Grmadas las condiciones : que al rey
se dejasen ciertas taas y lugares para poder vivir como rey ; las que
señalase de la Alpujarra : que todos los muslimes sean y queden libres
len sus casas y posesiones como al presente las gozan , y eso mkmo eoo
sus armas, caballos y demás bienes que tengan , que vivan sin estorbo
ni impedimento público ni secreto en su ley, que tengan sos mez-
quitas con libertad de sus ceremonias, usos, costumbres, vestidos j
lengua , que sean gobernados por sus propias leyes por aleadles de sa
secta queservirán de consejeros para hacerles justicia los gobernadores
qne pusieron los cristianos , que no se les impongan mayores tribatos
que los que por Sunna y Xara pagan á sus reyes : y que por tres amos
de ahora en adelante no se les pida ningún tributo : asi se concertó esto
por Abul Cazim Abdelmalec , vrazir de Granada , y Gonzalo de Cór-
doba, capitán del rey de Castilla , y el catib Fernando de Zafra, y se
firmó por todos y se juró su cumplimiento á 25 de noviembre del aao
1491 , que convenía con el 22 de la luna de Muharram del año de 897.
DK LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 665
CAPITULO XUII.
Cómo fué recibida la capitolacioD. Notable discuno de Miua. Fin del imperio miuUm
en Espalla.
Caando el wazir presentó las capitaladones en d consejo no pudie-
ron contenerse las lágrimas de los presentes, solo el intrépido Muza
les dijo : Dejad , señores , ese inútil llanto á los niños y á las delicadas
hembras : seamos hombres y tengamos todavía corazón no para der-
ramar tiernas lágrimas, sino hasta la última gota de nuestra sangre :
llagamos un esftierzo de desesperación , y pdeando contra nuestros
enemigos ofrezcamos nuestros pechos á las contrapuestas lanzas : yo
estoy pronto á acaudillaros para arrostrar con denuedo y corazón va-
liente la honrosa muerte en el campo de batalla. Mas quiero que nos
cuente la posteridad en el glorioso número de los que murieron por
defender su patria, que no en el de los que presenciaron su entrega.
Y si este valor nos falta, oigamos con paciencia y serenidad estas mez-
quinas condiciones , y bajemos el cuello al duroy perpetuo yugo de en-
vflecída esclavitud : veo tan caídos los ánimos del pueblo que no es po-
sible evitar la pérdida del reino , solo queda un recurso á los nobles
pechos , que es la muerte , y yo prefiero el morir libre , á los males que
nos aguardan. Si pensáis que los cristianos serán fieles á lo que os
prometen , y que el rey de la conquista será tan generoso vencedor
como venturoso enemigo, os engañáis j están sedientos de nuestra sangre,
8C hartarán de ella : la muerte es lo menos que nos amenaza. Tor-
mentos y afrentas mas graves nos prepara nuestra enemiga fortuna , el
fobo y saqueo de nuestras casas , la profanación de nuestras mezqui-
tas , los ultrajes y violencias de nuestras mugeres y de nuestras hijas,
opresión, mandiunientos injustos, intolerancia cruel y ardientes ho-
gueras en que abrasarán nuestros miseros cuerpos : todo esto veremos
por nuestros ojos, lo verán á lo menos los mezquinos que ahora temen
la honrada muerte , que yo por Alá que no lo veré.
La muerte es cierta y de todos muy cercana, ¿ pues porqué no emplea-
mos el breve plazo que nos resta donde no quedemos sin venganza?
vamos á morir defendiendo nuestra libertad ; la madre tierra recibirá
lo que produjo, y al que faltare sepultura que le esconda no le faltará
cíelo que le cubra. No quiera Dios que se di ja que los granadíes nobles
no osaron morir por su patria.
Galló Muza , y callaron todos los que alli estaban , y él viendo el aba-
timiento y silencio de los jeques , arrayaces y alfaquies que estaban pre-
sentes se salió de la sala muy airado , y dicen que habiendo en su casa
tomado armas y caballo se partió de la ciudad por puerta Elvira y nunca
mas pareció. Después de largo y triste silencio el rey Abu Abdalah el
Zaquir les dijo , que en la ciudad y en todo el reino habia faltado á un
tiempo el ánimo y las fuerzas para resistir á tan poderosos enemigos.
Que no extrañaba que los que á duras penas hablan escapado la vida en
666 talSTOBU ÜE Lá DOHDUami
las ocasiones de imtallas , no se ofreciesen con gnsto ¿ nneros peUgros,
perdida la esperanza de mejor yentnra : qne todos los recursos faltaban
y los habían llevado tras si la avenida y tempestad de su mala fortuna.
El yizir y los principales jeques, temiendo que el pueblo se amotinaseen
los dias que restaban hasta el plazo señalado con los acalorados discur-
sos de Muza y de otros valientes caballeros, aconsejaron al rey que
escribiese al de Castilla que para evitar alborotos y novedades quería
entregarle la ciudad sin dilación , que no baUaba otro medio para atajar
revoluciones y desgracias , que pues tal era la voluntad de Dios al dia
siguiente quería entregarle las fortalezas y la ciudad. Con esta carta
salió Aben Tomixa su vizir con un presente de caballos castizos con
ríeos jaeces y alfanges. Recibióle el rey de Castilla con mucha honra , y
holgó de su aviso , y respondió al rey que asi se baria todo bien al día
siguiente como el rey de Granada decia, al cual aseguró de nuevo sus
promesas de seguridad y amistad y la propiedad de la taa y vaUe de
Purehena, Tersa , Dalias, Marchena , Yolodui, Luchar, Andarax , Jo-
viles , Xixar , Jubiiem , Ferreyra , Poqucira y Orgiba , con todos k»
heredamientos, pechos y derechos de las dichas taasy lugares y grandes
rentas con que viviese , y lo mismo ¿ Juzef Benegas , á ben Tomiza, y
á todos los vecinos la propiedad y seguridad de todos sus bienes : y que
estas cartas de seguro quedasen en poder del rey Abdalah , ó de quien
su alteza mandase para satisfacción de los muslimes. Esto se concertó el
dia 4 de Rabie primero del año 897 (1492) . Ordenó el triste rey Abu Ab-
dalah que al dia siguiente á la hora del alba partiese su famüia la via
de la Alpujarra con todas las riquezas y tesoros mas preciosos del al-
cázar : y encargó la entrega de las fortalezas al vizir Aben Tomixa.
Venido el fatal dia se oyó el estruendo de clarines y tambores del ejér-
cito cristiano que en orden de batalla venia á la ciudad. £1 rey Abo
Abdalah con cincuenta caballeros principales y sus vizires salió á recibir
á los cristianos : y el rey de Castilla se adelantó acompañado de sus cao-
dillos y de mucha caballería , y el rey Abu Abdalah cuando llegó á su
presencia hizo ademan de quererse apear, como lo hicieron sus caba-
lleros, mas el rey de Castilla no se lo permitió y acercándose ambos á
caballo, el rey Abu Abdalah le besó el brazo derecho y bajando sus ojos
con profunda tristeza le dijo : « Tuyos somos , rey poderoso y ensalzado,
esta ciudad y reino te entregamos , que asi lo quiere Alá , y confiamos
que usarás de tu triunfo con clemencia y generosidad,» y le entrólas
llaves el vizir. £1 rey de Castilla le abrazó y le consoló diciéndtde que
en su amistad ganaba lo que la adversidad y suerte de la guerra le ha-
bia quitado , que viviese seguro de su protección y amor. £1 rey Aba
Abdalah no quiso volver hacia la ciudad y tomó el camino de las sierras
para alcanzar á su familia. Los caudillos crístianos acompañados de ks
vizires entraron en la ciudad y se apoderaron délas fortalezas, primero
de Toires Bermejas , luego de la Alcazaba y Albaycin. Entraba tacaba-
Ileria de los cristianos sin que pareciese nadie en las calles de la populosa
ciudad, que todos sus vecinos gemian encerrados en sus casas. Luego
que pusieron sus banderas y cruces sobre las altas torres entró mucfas
DB LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 667
tropa de infantería, j los principales caballeros de Granada se presenta-
ron al conde de Tendilla , alcaide nombrado de la ciudad , y ftieron muy
honrados , y pasearon la ciudad en compañía de los caudillos cristianos
como vasdlos de un mismo principe : entraron los reyes de Castilla en
su conquistada ciudad, y dieron el gobierno de los muslimes en ella al
infante Cidi Yahye Anayar, y á su hijo el mando de la costa de Granada :
premio de su inCdelidad y de los seryicios con que ayudaron á la ruina
de su patria ; asimismo fueron muy bien heredados los hijos del rey
Abul Hacen. El triste rey Abu Abdalah al llegar á Padul toItíó los ojos
á mirar por la postrera vez su ciudad de Granada, y no pudo contener
sus lágrimas , y dijo : Alakuakbar. . . y dicen que la reina su madre lo
dijo : Razón es que llores como muger, pues no fuiste para defenderla
como hombre; y este sitio se llamó desde entonces Feg Alah huakbar,
y so Tizir Juzef Aben Tomixa que les acompadaba le* dijo t Considera ,
señor, que ks grandes y notables desventuras hacen también famosos á
los hombres oomo las prosperidades y bienandanzas, procediendo eneQas
con valor y fwtaleza : y el cuitado rey llorando le dijo : ¿Pues cuáles
igualan á las extraordiiuarias adversidades mías?
Asi acabó el imperio de los muslimes en España el dia 5 de Rabie pr^
oiero del año 897 (1492).
El rey Abu Abdalah vivía triste y deq>echado , no pudiendo llevar la
condldon de particular á que su fortuna le tenia reducido , y sin noticia
ni expreso consentimiento suyo su vizír vendió al rey de Castilla la taa
de Purchena , y le presentóla suma de ochenta mil ducados de oro de su
precio en Andarax aconsejándole que partiese luego á África y se apar-
tase de aquellas tierras en que antes había reinado : lo mismo le per-*
suadía Juzef ben Egas, caballero noble , pariente y gran privado suyo ,
asi que el rey Abu Abdalah, viendo que ya era cosa acabada y que no
tenia remedio, pasó con su familia á África año 898 (1493), y el infeliz
que no tuvo ánimo para morir en defensa de su patria y reino, murió
peleando en batalla por conservar el de su pariente Muley Ahmed
ben Merini Fez en la batalla del vado Bacuba en el rio Wadíl-
8wed peleando contra los dos Jarifcs , que tal destino le estaba preparado
en el libro de los eternos decretos : alabado sea Dios ensalzadw y humi-
llador de los reyes que da el poderío y la grandeza como quiere , y el
abatimiento y la pobreza según su divina voluntad, y el cumplimiento
de eUa es la eterna justicia que rige los acontecimientos humanos.
66S msTORiA DE LA DOMraAaon
ANÉCDOTA CURIOSA.
En el tiempo qne Antequera estaba ya en poder de cristianos y fron-
tera contra el reino de Granada , había en ella un caballero alcaide de
aquella ciudad que se llamaba Narvaez. Este como era costumbre hacm
entradas en tierra de Granada algiuas veces, otras enviaba gente suya
que las hiciese : el mismo estilo tenian los granadinos en todas aqudlas
fronteras. Acaeció una vez que Narvaer envió ciertos caballos á correr,
los cuales partiendo á la hora que conviene partir para aquel efecto
entraron bien dentro de la tierra de Granada : y yendo pcnr su camino
no hallaron otra presa sino fué un esforzado mozo , el cual venia de h
manera que aquí se dirá ; y por ser de noche no pudo escaparse porque
sin pensar dio en los caballos de Narvaez , y ellos también en él : y vien-
do que no había otra cosa en que ganar y avisados del jóvoi que toda
la campaña estaba limpia , otro día de mañana se volvieron á Ronda y
presentáronle á Narvaez. Era este mancebo de hasta veinte y dos á
veinte y tres años , caballero y muy gentil hombre : traía una marbti
de seda morada muy bien guarnecida á su modo, una toca corta muy
fina sobre un bonete de grana, en un caballo muy excelente, y una lanza
y una adarga labrada como suelen ser las de moros principales. Nar-
vaez le preguntó quién era, y él dijo que era hijo del alcaide de Ronda,
biea conocido entre cristianos por ser hombre de guerra. Preguntan*
dolé dónde iba, no respondió palabra porque lloraba tanto que las lá-
grimas le impedían el habhi. Narvaez le dijo : Maravillóme de ti , que
siendo caballero y hijo de un alcaide tan valiente comoes tu padre y sa-
biendo que estos son casos de guerra, estés tan abatido y Urares como
muger , pareciendo en tu disposición buen soldado y buen caballero. A
esto respondió el moro : No lloro por verme en prisión, ni por ser tu
cautivo , ni estas lágrimas son por la pérdida de mi libertad, sino por
otra muy mayor y que me duele mas que verme en la fortuna qne me
veo. Oídas estas palabras , Narvaez le rogó mucho que le dijese la causa
de su llanto, y el mancebo le dijo : Sábete que ba muchos días que yo soy
servidor y enamorado de una hija del alcaide de un tal castillo, y bda
servido con mucha lealtad , y muchas veces he peleado por su servido
contra vosotros los cristianos , y ella ahora viendo la obligación queme
tenia era contenta de casarse conmigo , y habíame enviado á llamar para
que la sacase y venirse en mi compañía á mi casa , dejando la de su pa-
dre por amor de mi , y yendo yo con este contentamiento esperando al-
canzar cosa tan descada, quiso mi mala fortuna que me tomasen cau-
tivo tus caballos, y perdiese mí libertad y todo el bien y buena ventura
que pensaba tener -. si esto te parece que no merece lágrimas, yo no sé
DE LOS ÁRABES EN ESPAÑA. 669
con quemostrar lamiseria en que estoy. Fué tanta la piedad que Narvaez
tnvo, que le dijo : Tú eres caballero, y si como caballero me prometes
de volver á mi prisión , yo te daré licencia sobre tu fe. £1 moro lo
aceptó, y dándole palabra se partió, y aquella noche llegó al castillo
donde estaba su dama, donde tuvo muy buena forma de hacerla saber
que estaba alli, y ella se dSó tan buena maña que le dio hora y lugar
donde la pudo hallar á solas ; mas todo el razonamiento del moro fue-
ron lágrimas sin poderla hablar palabra : y maravillada la mora de esto
le dijo : ¿Cómoes esto ?ahoraque tienes lo que deseas, pues me tienes en
tu poder para llevarme, muestras tanta tristeza? El m(Ht) le respondió :
Sábete que viniendo á verte yo fui cautivo délos caballos de Konda, y me
llevaron áNarvaez, el cual como caballero sabiendo mi mala fortuna me
tuvo lástima , y sobre mi fe me dio licencia que te viniese á ver , y asi
yo vengo á verte , no como libre , sino como esclavo , y pues yo no tengo
libertad, no plegué á Dios que queriéndote yo tanto, te lleve adonde
pierdas la tuya : yo mct volveré, porque he dado mi fe, procuraré res-
catarme , y volveré por ti . La mora le respondió : Antes de ahora me has
mostrado lo que me quieres , y ahora me lo muestras mejor , pues tienes
tanto respeto á mi libertad ; mas pues eres tan buen caballero que miras
loqueámi me debes, y lo que debesá tu fe, no plegué á Dios que yo esté
en compañía de nadie si no fuere la tuya , y aunque no quieras me he
de ir contigo , y sí fueres esclavo seré esclava , y si Dios te diere liber-
tad, á mí me la dará también : aquí tengo este cofre con muy preciosas
joyas , tómame á las ancas de tu caballo, porque yo soy muy contenta
de ser compañera do tu fortuna. Dicho esto se sahó con él , y él la tomó
á las ancas (fd caballo, y otro dia llegaron á Ronda donde se presentaron
delante de Narvaez , el cual los recibió muy bien , y les hizo mucha fiesta
dándoles algunas cosas , y alabando el amor de la mora y la palabra y
verdad del moro , y otro día les dio licencia que se fuesen libres á su
tierra, y los mandó acompañar hasta ponerlos en salvo. Esta aventura,
el amor de la doncella y del granadino, y mas la generosidad del al-
caide Narvaez fué muy celebrada de los buenos caballeros de Granada y
cantada en los versos de los mej(»:es ingenios de entonces.
670 rasnroRiA be ul DOimiAawi
SERIE DE LOS RETES MOROS.
S«THla. Afios de Cristo.
Aben Hoz. Perdió la corona oonqoistada Sevilla. 1248
ValencU.
GiomaU ben Zeyao, que la perdió 1238
Mareta.
Abdala Aladel.
Mohamad ben Jozef Aben Haz.
Granada.
Mühamad Aben Alabmar 1 1273
Mubamadll 1302
Abu Abdala Mahamad III , destronado en 1308. . 1314
Nazar. Depuesto en 1313. Mario en. . . . 1322
Abid Walid y Abul Said Ismail , que murió en. . 1325
Moley Muhamad IV 1333
Juzef Abul Hagiag 1354
Muhamad Y, destronado por Ismail ' 1359
Ismail , destronado por
Abu Said , que murió ¿ manos del rey don Pedro. 1361
Muhamad VI 1391
Abu Abdala Juzef. 1395
Muhamad VII 1399
Juzef 1420
Muley Muhamad VIII. Depuesto.
Muhamad Zaquir IX. Asesinado.
Muhamad Aihayzari , depuesto tres veces.
Juzef Aben Alabmar, destronado 1433
Muhamad Aben Ozmin , huyó en 1454
Aben Ismail 1466
Abul Hacen 1484
Abdalah el Zagal y Abdalah el Zaquir acabaron
con el imperio.
DB LOS ÁRABES EN ESPAÜA. 071
DECLARACIÓN
DE ALGUNOS NOMBRES DE ESTA HISTOIUA.
Alah. Dios.
Alislam^ ó Islam, La religión mahometana.
Alcorán. Leyenda por excelencia : la ley de Mahoma*
Aljama, Concejo , ayuntamiento.
Alcadi, CadU Joez de aljama.
Alcadiy Alkabir, Gran juez, presidente del concejo.
Alfaki. Doctor.
Alime, Sabio.
Alhageb, Ministro principal de palacio. Primer ministro en Córdoba.
Alcaide. Gaadillo , gobernador de ciudad , fuerte ó frontera.
Almocri. Lector de mezquita.
Ain. Fuente.
Alimam. Prefecto de la oración en la mezquita.
A zalá. Oración. Eran cinco. Azohbi, del alba : Adohar, del medio día :
Alasar, de la tarde : Almagrib, al ponerse el sol : Alaterna j al anochecer.
Almimbar, Pulpito.
Alminar. Faro, torre de mezquita.
Almuéden. Sacristán , muñidor de mezquita, que pregona y llama á la oración
desde el alminar.
Alchatib. Predicador de la mezquita.
Alhafít. Doctrinero.
Almucadem, Capitán , adelantado de frontera.
Alnahibe. Capitán de caballería.
Alférez. £1 que lleva la bandera.
Alfaraz. Caballero de lanza y espada.
Almogarábes, Campeadores. Caballería de lanzas y ballestas.
Alhige, Peregrinación santa.
Algazazes. Batidores y espías.
Algara. Correría, cabalgada.
Algiet, Guerra santa.
Algacia. Conquista , expedición de guerra.
Alwaeir. Alguacil. Ministro principal de ciudad ó de palacio.
Amir, Gefe, capitán , general , príncipe.
Amir amumenin. Príncipe de los fieles.
Amelia. Provincia , gobierno de ella.
Alcudia. Alcaldía, terrítorio y jurisdicción de un alcalde.
Alcatib. Secretario.
Algarbia. Parte occidental.
Afrane. Francia.
Alcarria. Pueblo, villar.
Aldea. Lugar corto.
Alhaci. Tutor.
Alhali. Autorizador de casamiento.
Alhace. Mandato de tutoría.
Acidaque. Dote.
Algufia. Parte norte.
672 HISTORU DE lA DOMINACIÓN DE LOS ÁRABES.
Jletüa. Castillo.
AlcoUa. Castillejo.
Alcocer. Palacio pequeño.
Alkibla, Parte meridional.
Axarquia. Parte oríenlal.
Borg. Torre.
Cadi. Jaez.
Catib, Escribano.
Chothba. Oración pública por el rey.
ad. Señor. Cidi. Señor mió.
Gacira. Isla.
Geb€d. Monte.
Guadij Giéoda. Rio.
Hans. Castillo.
Medina. Cindad.
Munimes. Fieles.
Naib. Capitán.
Said'Almedina, Prefecto de las ejecaciones de jostída.
Toa. Obediencia, territorio jurisdiccional.
Wazir. Ministro prihcipal , gobernador de ciudad.
Walt, Prefecto, caudillo principal , gobernador de provincia » general de
ejército.
Wala, Por Dios, jnramenlo.
Wadi , y Wada qae se pronuncia Guadi.
FIN.
índice de los capítulos.
PRéLOOO Vj
PRIMERA PARTE.
Gapitiilo i. De los «nttgaot árabei i
Cap. n. Del prineipio del Islam a
Cap. m. De las eipedleienes militares de los primeros eallfas contra griegos y persas. . 4
Gap. IY. Enerada de los árabes en África, y.eonqnista de la drenaica. f
Gap. V. Conquista de Berbería, y fandacion de Cainran 7
Cap. VI. Conquistas de Musa en Almagréb ó Mauritania u
Cap. TD. Imperio del califa WalidbenAbdelmelie ib.
Cap. YOL Propnesta é intentos de pasar á Espaffa la
Cap. ££. Entrada de Tarie en Bspafia I4
Cap. X. De la batalla de Ooadalede is
Cap. XI. De la entrada de Mnia en Espafla, y conquistas de Tarie en Andalucia. . . . i«
Cap. Xn. De la conquista de Toledo y de sus comarcas 20
Cap. XID. De la conquista de Herida, y ? enida de Abdelaxis á Espafia ib.
Cap. XIV. De la Tenida de Muía A Toledo , y de las desaTcneneias de ambos caudillos. 33
Cap. XY. De las conquistas de Abdelaaia en tierra de Murcia 3S
Cap. XYI. Conquistas de Tarie en la Espafia oriental , y de Musa en tierras del norte do
Espafia 37
Cap. XYn. De la partida de Musa y Tarie de Espafia para Damasco 38
Cap. XYm. Del imperio del califa Suleiman So
Cap. XBL De la muerte de Abdelasii y gobierno de Ayub 3i
Cap. XX. Del Imperio del eulilii Omai ben Abdelaiii, y gobierno de AlhaAr en Bspafia. 34
Cap. XXI. Del imperio del eulilii Jftíd bea Abdelmelie, y goblemo de Alsama. ... as
Cap. XXn. Del imperto del eaüfi Hizém , y gobierno de Abderabman y de AmUsa en
Espafia. 37
Cap. XXm. Eleeeiones y destitncionee de Tartos amlres de Espafia s»
Cap. XXIY. Gobierno de Abderabman ben Abdala , y muerte de Otman ben Abi Neia. . 4 1
Gap. XXY. Eipedidon de Abderabmao á Us Gallas 4S
Cap. XXYI. De la eleccioB de Abdelmelie ben Cotan panamlr de Bspafia, y su Tenida
á ella 44
Cap. XXVIl. Gobierno de Ocba ben Albeglg 46
Cap. XXYm. De la Tuelta de Ocba á Bspafia, y de en muerte. 41
Cap. XXIX. De la rebelión de los berberies de África contra los árabes, y entrada de
Baleg en Andaluda. ib.
Cap. XXX. Guerra ciril do Baleg y Aben Cotan en Bspafia 40
Cap. XXXI. Del imperio del eaHfi Walid ben ieiid , y del calila Jeiid ben WaUd. . . S3
Cap. XXXII. De las revueltas de África, sosegadas por Hantala ben Sefuán &3
43
674 ÍNDICE DE LOS CAPÍTULOS.
Cap. XXXÜL De la eleceton de Rosám ben Dhirar para amir de Espafia, y de m go-
bierno en ella si
Cap. XXXIV. Del imperio del califa Ibrabim , y de la guerra civil eo Siria ST
Cap. XXXV. De la guerra civil entre los caudillos Samail , Thueba y Hasám ben Dhinr. s8
Cap. XXXVI. Gobierno de Thneba y elección de JuBuf el Fehri té
Cap. XXXVII. Gobierno de Jusuf el Fehri, y división de las provincias de Espafia. . . 6i
Cap. XXXVIU. Del imperio del califa Meruán , último de los Omeyas en oriente. ... a
Cap. XXXIX. De otros sucesos trágicos de los Beni Omeyas después de la nuierte de
Meruán »
Cap. XL. De la guerra cítíI de los caudillos árabes en Espafia M
SEGUNDA PARTE.
Cap. i. De Abderahman ben Hoavia, errante entre los alárabes del desierto u
Cap. n. Del consejo de los jeques de Siria y Egipto, establecidos en España 75
Cap. III. De la embajada de los Jeques á Abderahman n
Cap. rv. Del fin de la guerra contra Alabdari n
Cap. V. De la venida de Abderahman á Espafia :*
Cap. VI. De la guerra contra Jusuf y Samail M
Cap. Vn. Del allanamiento y entrega de Córdoba ts
Cap. Vin. De la continuación de la guerra , y avenencia de Jusuf. U
Cap. IX. De la entrada de Abderahman en Mérída, y nacimiento de Hixém M
Cap. X. De la insurrección de Jusuf, y su muerte ti
Cap. XI. Del tributo impuesto á los de Castilla, y entrada en Toledo 13
Cap. XII. DelosmovimientoadeBarcerah,y delhijode Jusuf. tt
Cap. XIII. De la prisión y muerte de Samail m
Cap. XrV. De la insurrección de Ben Adra en Toledo m
Gap. XY. De la Tenida del wali de Gainran contra Abderahman »
Gap. XVI. Del lerantamiento del alcaide de Sidonia n
Cap. XVII. De la Tenida del M eknesi contra Abderahman. tf
Gap. XVIU. De la eipedidon á Galicia, y guerra contra el Meknesi y Sekelebl. . . . 9S
Cap. XIX. Déla entrada del Meknesi en Sevilla y y de su muerte n
Cap. XX. Del leTantamiento de Hnsein el Abdari en Zaragosa, y de la edueaeiOQ de \m
hijos de Abderahman im
Cap. XXI. De la fuga del hijo de Jusuf de la prisión de Córdoba it:
Cap. XXII. De la guerra contra Abulaswad, sus aventuras y muerte i»
Cap. XXni. Del vii^* d^ Abderahman á Lusitania y Galicia iH
Cap. XXIV. De la construcción de la mezquita mayor de Córdoba : jura sqlenme de
Hizém, y muerte de Abderahman ic
Cap. XXT. Del rey Hixém, y alteraciones de sus hermanos jr
Cap. XXVI. De la baUUa de Bnlche , y allanamiento de los principes m
Gap. XXVn. De la rebellón y guerra en Espafia oriental m
Gap. XXVm. De las obras del rey Hixém . • ut
Cap. XXDL De la Jura del principe Albakem , y muelle de Hixém ni
Cap. XXX. Del rey Albakem ben Hixém , y de las alteraciones que anscitaroo sus tíos,
y victorias en Espafia oriental. it(
índice de los capítulos. 67$
Pág.
Cap. XXXI. De Ut numu ? ieloriat de AHukem, muerte de Solefanan , y aTeoencia cou
Abdala 118
Gap. XXXIL De las entradas de loa de Afranc en España oriental .• • • ii9
Cap. XXXIII. De la venganza de AmrA en Toledo, y alboroto, de Metida 130
Cap. XXXIY. De los movimientos de los de Afranc, tregua con tos de Galicia, y conspi-
ración en Córdoba 122
Cap. XXXV. De la guerra contra cristianos en las fronteras . 123
Cap. XXXVI. De la jura del príncipe Abderahman, y batalla del arrabal de Córdoba. . 12S
Cap. XXXYII. De la guerra en las fronteras y en el mar, y muerte del rey Alhakem. . . 127
Cap. XXXYin. Del reinado de Abderahman ben Alliakem, y movimientosde su tio Abdala. 129
Cap. XXXIX. De la expedición del rey á Barcelona . iSa
Cap. XL. De las expediciones á las fronteras, y educación de los principes isi
Cap. XLI. De varios sucesos, y conmoción del pueblo de Mórida , . 134
Gap. XLII. De la sedición y alboroto del pueblo en Toledo 136
Cap. XLni. De la entrada de los rebeldes en Mérida iS7
Gap. XLIV. De la guerra en las fronteras, y por mar en las costas de Marsella. . . . 140
Cap. XLY. De la venida de los nortmanos á las costas de España i4i
Cap. XLVI. De varios sucesos y obras del rey Abderahman, y de su muerte i42
Cap. XLYU. Del reinado de Mubamad, hijo de Abderahman 143
Cap. XLYIII. De la guerra en las frontesas de Galicia y en Toledo 144
Cap. XLIX. De la venida de los magioges á las costas de España 146
Cap. L. De la guerra en Galicia, y origen del rebelde Hafsun 147
Cap. U. De la perfidia de Hafsun • 148
Cap. m. De la entrada de Almondfair en Rotalyehud i49
Cap. UII. De las expediciones á Galicia y A los montes 150
Cap. UV. De la entrada de Almondhír en Zaragoza, y del rey en Toledo. ...... 152
Cap. LV. De nuevas entradas en Galicia , y de varios acaecimientos y calamidades. . . 154
Cik>. LYI. De la entrada de los de Afranc con Hafsun , y batalla de Aybar 15S
Cap. LYIl. De la declaración de sucesor del reino en el principe Almondhir, y muerte
del rey 156
Gap. LYIII. Del reinado del rey Almondhir, hijo de Muhamad 158
Cap. UX. De la muerte del rey en batalla 161
Cap. LX. Del reinado del rey Abdala, hijo de Muhamad 163
Gap. LXI. Déla guerra de los principes, y del rebelde Aben Hafsun. ....... 16 4
Cap. LXn. De la continuación de los bandos y guerra civil 165.
Cap. LXm. De la victoria de Almudafar, y prisión de los principes. Muhamad y AlcasíuL 168
Cap. LXIY. De la entrada de los rebeldes en Galicia ,. y batalla de Zamora. . . ... . I7i^
Cap. LXV. De las treguas con el rey de Galicia , y otros sucesos I7i
Cap. LXYI. Del retiro del wali Abu Otman , y otras ocurrencias en Córdoba 175
Cap. LXVII. De la educación dei principe Abderahman, y muerte del rey su abuelo. . 177
Cap. LXVIII. De Abderahman AnasirLedinala 178
Cap. LXIX. De la expedición del rey Abderahman Anasir al mediodía de España. . . I81
Cap. LXX. Délas disposiciones del rey para guardar las costas de España 182
Cap. LXXI. De la visita del rey Abderahman á sus ciudades de Murcia, Valencia y Za-
ragou 18S
Cap. LXXII. De las expediciones A sierra Elbira 184
Cap. LXXin. Déla rendiciott de Toledo iSft.
67$ ÍNDICE DE LOS CAPÍTULOS.
Cap. LXXiy.DeluooMtdellltgréb,y«tta(todelotBflBiBdriseaF« i»
Cap. LXZY. Del estado de iMBeni AgUb en Afrioa iM
Gap. LXXVI. De los reyes Xf jeis, que aparederen en Ib de este eealeaar en Aftiet. . m
Cap. LXXVn. De U guerra auxiliar en AUnagréb w
Cap. LXXyni. De las algaru en Galieia w
Cap. LXXEL De la ftindadon de Medina Aaalirt. m
Cap. LXXX. Déla entrada en Galleta y batalla de Alliandle m
Cap. LXXXI. De U ynelta del rey Anasir á Córdoba , y de Tarlos 'soeesos ut
Cap. LXXXÜ. De U batalla de Gormai, y treguas eon los erislianos. tu
Cap. LXXXm. DelaconspiraeiondeAbdata.biJo deirey u(
Cap. LXXXIY. Dota Tenida deles mensageros deGreeta, y otros sacesos m
Cap. LXXXV. De ta presa de nna na^e de Afriea , y otros sneesos in
Cap. LXXXYI. De la tenida de Abo AlayxiáEspafia, y otros sacesos ts^
Cap. LXXXVII. De Tartas obras del rey Abderahman , y de su muerte tt
Cap. LXXXYm. Del reinado del rey AlbakemAImostansirBilah »
Cap. hXXXEL, De la entrada del rey en fronteras de Galleta tu
Cap. ZC. De Tartos acaecimientos y proTidencias del rey Albakem tn
Cap. ZGI. De las nueras guerras en Hagréb. tH
Cap. XCD. Dota Tenida del amir de África á Córdoba, y otros sucesos. tff
Gap. 3UaiI. De ta Jura del principe Hixéra , y memorft de los sabios de Andafaida. . . w
Gap. XCIT. De oosu notables del gobierno del rey Albakem, y de su muerte. . . . . to
Cap. XGV. Del reinado de Hitém el Mayad BOa. w
Cap. XGVI. De las primeras expediciones de Almanion mí
Cap. XGYII. De otras entradas de Almanior en Galicia ssi
Cap. XCVUI. De cómo Almanior bonraba A los doctos, y de otros sucesos 1S4
€áp4 XdX. De las bodas del b(Jo de Almanior, y de sucesos de Magréb ^
Cap. C. De la entrada de Almantor en Galieta, y prisión del rey Garda ^
Cap. a. De Tartos sucesos de África y de EspaiU ^
Gap. en. De la batalta de Calat Anosor, y muerta de Almanior. tn
Cap. Cm. Dd gobierno de Abdelmdic,biJo de Almanior. n>
Gap. dY. Del gobierno de Abderabman, bijo de Almanior, y de su muerte ^
Cap. CV. Del reinado de Mnhamad el Mobdi Bila ^
Cap. CVf. De Suldman Almostain Bila *<
Gap. GVn. Déla batalla de Guadiaro, y muerta de Muhamad Vi
Gap. CVin. De otros sucesos dd cerco de Córdoba , y entrada de Wadba en Toledo, y de
Suleiman en Córdoba ^
Cap. CIX. Dd gobierno del rey Suleiman, y nuoTa guerra dTil , y otros sucesos. . . • ^s
CAP. ex. Del reinado de Aly ben Bamud ffí
Cap. CXI. De Abderahman Almortadi a*
Gap. CXn. De Alcasimiben Hamud w
CAP. GXIU. De Tabye ben Aly. ^
Cap. GXIV. De Abderahman Ahnostadir Bila ^
Gap. GXY. De Muhamad Mostacfl Bila ^
Cap. CXVI. De Tabye ben Aly ^
Cap. CXTII. Del reinado de Hlxém el Motad Bila ^
m>lCE DE LOS CAPÍTULOS. 077
TERCERA PARTE.
Cir. I. Elaeelon de Gehvar, SQ gobierno , y efUdo de las provincias sis
Cap. II. Gaerris civiles entre los muslimes. 322
Gap. ni. Muerte del rey de Córdoba Gebwar, y le sucede su bijo Mubamad. Continua la
fuerra entre los muslimes 927
Cap. IV. Guerra entre los reyes de Toledo y Córdoba. Traición negra del rey de Sevilla
para tomar á Córdoba 333
Cap. y. Despoja el rey de Toledo al de Yaieneia, y nraere el rey de Sevilla 336
Cap. YI. Guerra entre el rey de Toledo y el de Sevilla, con auxilio de eristianos por las
dos partes .* 338
Cap. YU. Toma el rey de Toledo á Córdoba y Sevilla. Muere en esta ciudad recobrada
por Aben Abed 340
Cap. Yni. Tratado entre Aben Abed y Alfonso de Galicia. Este entra en el reino de
Toledo, y se retira por venir contra él el rey de Badejot, que muere luego. Tómase
á Toledo. Muerte de Omar 344
Cap. OL De los Almorávides y sus guerras en AMca 349
Cap. X. CalifaigodeJuiefbenTazibi 354
Cap. XI. Continúan las conquistas del Almoravide Juief. seo
Cap. XII. Concierto de loe muslimes de Espafia y Jnxef contra el rey Alfonso. Este,
tomada Toledo , escribe al rey de Sevilla 364
Cap. Xm. Respuesta de Aben Abed al rey Alfonso , y conversación de aquel con so byo. 368
Cap. XIY. Embs\Jada de Aben Abed á Juxef. S7i
Cap. XY. Ylene el rey Juief á Espafia, y reúnense los emires contn Alfonso 37S
Gap. XYI. Batalla de Zalaca 380
Cap. XYn. Relación de la victoria de Zalaea enviada 'por Jasef á la otra banda, y por
AbedáSevUU 364
Cap. XYni. Yuelta de Jusef á AfHca. Correrlas de los Almorávides y de Aben Abed.
Toma de Huesea por los cristianos después de la victoria de Alcoraia. Segunda
venida de Juief. S8r
Cap. XIX. Desavenencia entre los muslimes, y mareba de Juief á África por temor de
Alfonso. Yuelve á Espafia, llega á Toledo y va á Córdoba. Los Almorávides domi-
nan enEspafia. 999
Cap. XX. Conquistas de los Almorávides sobre los muslimes de Espafia. Ejército del rey
Alfonso en favor de Aben Abed vencido. Toma de Sevilla. Suerte y muerte de Aben
Abed. 39S-
Cap. XXI. Toma de Almería por los Almorávides. Entran en Yaiencia. Tratado del rey de
Zaragoza con Jusef S98>
Cap. XXn. Algaras de los cristianos en tierra de Fraga. Conquista de Badajoz por los
Almorávides. Union del Cid con los moros contra ellos, y les toman á Yaiencia.
Los Almorávides toman las Baleares 49t
Cap. XXni. Yuelta de Jnxef á Espafia. Jura de su bij* Aly. Muerte de Joaef en AfHca. 406.
Gap. XXIY. Entra á reinar Aly ben Juxef. Yiene dos veces á Espafia» Batalla de UUis en
que murió el infante don Sancbo 409.
Cap. XXY. Tercera venida de Aly, que sitia á Toledo y no puede tomarla. Yietoriao del
rey Radmir. Gorrerías de Meideli 4i3.
Cap. XXYI. Insurrección en Córdoba contra los Almorávides. Alboroto en África. Origen
deAbdalaóel Mebedi 418
Cap. XXYII. Guerra entre los Almohades y Almorávides 423
C4r. XXYIII. Continua la materia del articulo precedente 4so
678 índice de LOS CAPITÜliOS.
Cap. XXUL Entrada de Aben Radmir en Andalucía itt
Cap. XXX. Viene A España Taxfln hijo de Juief. Sos Tictorias. Otras de los Almohades en
África, y muerte natural de so Jefe 433
Cap. XXXI. Origen de el Mehedi.^ Elección de Abdelmomen. . « . « 43?
Cap. XXXII. Victoria del rey Alfonso sobre los moslimes. Epístola consolatoria de Za-
caria á Taxfin , que se libró de la muerte 44i
Gap. XXXin. Guerras entre los Almohades y Almorávides en África , y en Espafia entre
moslimes y cristianos. Elogio poético de los AlmoraTides y de sos jefes. .... 443
Gap. XXXIV. LoTantamiento en Algarbe, en Sevilla, en Valencia y otras partes. . . . 44T
Cap. XXXV. Gontinoan los alborotos de los moslimes en Espafia 4át-
Gap. XXXVI. Goerra en África entre Almorávides y Almohades. Moerte desgraciada de
Aly. . . , » 45Í
Gap. XXXVn. Gontinoan las guerras contra los Almorávides de Espafia , i»
Cap. XXXVm. Prosiguen las guerras entre los muslimes de Espafia 4<s
Cap. XXXIX. Guerra en África entre Almorávides y Almohades 443
Cap. XL. Pasan los Almohades á Espafia. Sus primeras conquistas. Fin del Imperio de
los Almorávides. . « 4M
Cap. XLI. Continúan los cristianos sus conquistas sobre los muslimes. Victorias de los
Almohades en África. Máquinas prodigiosas 4Ti
Cap. XLII. Toman los Almohades á Córdoba y otras ciudades de Andaluda 47«
Cap. XUII. Colegios y escuelas fundadas por Abdelmumen. Júrase por sucesor suyo á
su hijo Gd Muhamad. Guerras en África y Espafia. . . , 479
Gap, XLIV. Conquista de los Almohades en África. Su ejército y orden de marchas. . . iSi
Cap. XLV. Acción heroica. Pasa Abdelmomená Espafia, y se vuelve luego Ui
Cap. XLVl. Guerra entre Almorávides y Almohades. Trata de venir A Espafia otra ves
Abdelmumen, y muere ....49i
Cap. XLVII. Califazgo de amuminin Jusef , bijo do Abdelmumen 493
Cap, XLVIII. Desavenencias entre los Almohades de Espafia. Envian embajadores A
amum¡nin,y viene A Sevilla « , 4H
Cap. XLIX. Entradas de los Almohades en tierra do cristianos. Vencen A Sanio AbAI-
barda. Toman A Tarragona. Se casa Amuminin en Espafia, y vuelve A África. . . m
Gap. L. Vuelve Amuminin A Espafia. Sitio de Sant-Aren. Singular ocurrencia y muerto
de Amuminin. Sucédele Jacub Almanzor sat
Cap. LI. Pasa A Espafia JacOb Almanzor, tala la tierra y se vuelve A África. Le desafia el
rey de los cristianos , y él responde. sm
Cap. Ln. Pasa Jacúb Almanzor A Espafia. Disposiciones para la batalla de Alarcos. . . se?
Cap. Lili. Batalla de Alarcos. Vuelve Almanzor A Marruecos y muere . ses
Cap. LIV. Califazgo de amuminin Muhamad. Viene A Espafia con un ejército formidable. 5t4
Cap. LV. Batalla de Alacáh, y muerte de Muhamad en Marruecos Sis
Cap. LVI. Califazgo de Almostansir Bila. Desgobierno en su menor edad. So moerte.
Guerras sobre la sucesión » so
Cap. LVII. Elección de Almemun. Reprime A los jeques y vence A los cristianos. Pasa A
Africa,y muere, y se acaba el imperio de los Almohades i»
Cap. LVlIt Imperio de los Beni Merinos S3i
I
m
\
ÍNDICE DE LOS CAPÍTULOS. 679
CUARTA PARTE.
€&p. I. Gnerras ciriles de los masUmes en Egpafia S38
Cap. II. Gontinoan las guerras de los maslimes. El rey Jaime toma las islas de Mallorca,
Menorca é Ibiza. Maere Almamún 542
Cap. lü. Entrada del rey Ferdeland hasta Jerez. Uatalla de Guadalete. Gampafias en
Aragón y Andalucía. Témanse Cbeda y Córdoba 544
Gap. IV. Desavenencias entre los muslimes* Toma el rey Jaime á Valencia. El principe
Alonso ben Ferdeland llega á Murcia y hace convenios. Gobierno del rey de
Granada S4T
Cap. T. El rey Gacum toma á Denia y Ferdeland á Jaén y otras plaias 55i
Cap. VI. Cerca el rey Ferdeland á Sevilla , y la toma después de diez y ocho meses de
sitio. Su muerte. £1 rey Alfonso conquista varias ciudades SS4
Cap. VII. Concierto de lo^ muslimes contra Alfonso. Se le rebelan, y matan su gente;
pero los acomete luego « 558
Cap. Vin. £1 rey Gacum y el rey Alfonso solicitan cada uno la conquista de Murcia. In-
trigas y avenencias sobre esto. Desavenencia entre Alfonso y Aben Alahmar. . . 562
Cap. IX. Muere Aben Alahmar, y le sucede su hijo Muhamad II. Vence á los rebeldes.
Entrevista de Muhamad y Alfonso en Sevilla 585
Cap. X. Escribe Muhamad A Abu Juief el estado de las cosas , y este viene á Espaffa.
Su primera victoria. Muere el infante don Sancho después de la batalla. ... 588
Cap. XI. Treguas de Abu Juzef con Alfonso. Pone este sitio á Algeziras con infeliz éxito.
Nuevas treguas entre Alfonso y Aben Juzef. Concierto entre el rey de Córdoba
y el principe don Sancho. Armase contra él su padre. Muere este 570
Cap. XII. Congreso de los reyes y walies muslimes. Muerte de Abu Juzef. Toma don
Sancho á Tarifa después de quemar la escuadra de Abu JacAb. , S74
Cap. Xin. Defensa de Tarifa por Guzman y ocurrencia de su hijo. Toma don Sancho A
Quesada y Alcabdat, y muere. Algaras 577
Cap. XIV. Guerras en Espafia y África. Toma de Gebal Tarif por ^los cristianos. ... 580
Cap. XV. Rebelión en Granada y renuncia de Muhamad. Le sucede Nazar. Muerte del
rey ^erando en Alcabdat, y de Muhamad 583
Cap. XVT. Reina y pierde luego el reino Nazar. Algaras del rey Pedro de Castilla. . . 588
Cap. XVn. De los reyes de sú tiempo 589
Cap. XYlll. Reinado de Ismail. Batalla de Foftuna. Gorrerías del rey don Pedro , que
gana varias plazas. Muerte de los dos principes de Castilla 59i
Cap. XIX. Reinado de Muhamad ben Ismail. Sus guerras con cristianos y africano^.
Toma á Gebaltaric S9$
Cap. XX. Continua Muhamad sus campañas. Socorre A los africanos de Gebaltaric, y le
asesinan. Le sucede Juzef. 599
Cap. XXI. Reinado de Juzef. Batalla de Wadacelito ganada por los cristianos 602
Cap. XXII. Toman los cristianos A Algezira. Treguas. Policia del rey Juzef. Ordena-
mientos religiosos 606
Cap. XXm. Muerte del rey Alfonso de los muslimes. Asesina un loco al rey de Granada.
Sncédele su UJo Muhamad 6ii
Cap. XXrV. Conjuración contra Muhamad. Le usurpa el trono su hermano Ismail. Muerto
desgraciada de este. Sucédele Abu Said 6i3
Cap. XXV. Concierto entre Muhamad y el rey de Castilla. Heroica determinación del
primero. Asesina el rey Pedro A Abu Said 6i6
Cap. XXVI. Vuelve Muhamad al trono de Granada. Hace treguas con el rey de Castilla.
Mueren los dos 6i8
« «
680 índice be los CAPÍTULOS.
Gap. XXVU. Reinado y muerto de Juief. Sncédele tn hijo segando Mnhimad. Ptu á
Toledo de ineágnlto á Teñe eon el rey de GafUUa. m
Gap. XXVUI. Muere M ohamad y le soeede Jnief oondenldo á muerte ya. Hace tragnii
con los cristianos. Iloere. . ' 9i{
Gap. XXIX. Es proclamado Maley Mnhamad , depoesto ioago y enlroniíado ■J^fc**»»* «
el Zaqnir. Le depone y mita Moley 9ti
Gap. XXX. Guems de Granada, y nmerte de JoaeC Aben Alahmar cst
Cap. XXXI. Guerras entre moros y cristianos, y destronamiento de MnlMmad el fláy-
sari por Mahamad Aben Osmin. Otro partido proclama á Aben Ismaü 04
Gap. XXXII. Hoye Aben Osmin do Granada, y es proclamado Aben Ismall w
Gap. XXXUI. Avenencia de ilsmail con el rey de Castilla. Alfana del pclndpe Mnley
Abol Haeem. Sucede á sn padre. €»
Gap. XXXIY . Muere Enrique y so baoen treguas, Diseordla en Otanada. Reyes Catéieos
en ScTilla. Algaras fií
Gap. XXXV. Alboroto en Granada. Salo Abnl Hacen á soconer á Loja. Entra tanto oeapi
el trono Abdalah su hijo , y se retira á Málaga. Yicloria sobre ios cristianos. . . Ui
Gap. XXXVI. Continúan los bandos en Granada. Algara desgraciada del Zaqoir, qse
quedó prisionero. Pacto de libertad Sü
Cap. XXXVH. Bneatnisanse los bandos en Granada. Notable dlseorso del aUme Msmr.
ProeUmaná Abdalah el Zagal MI
Cap. XXXVm. Gonquistude los cristianos. Gontinaa la piena cítíI entro los musUnei. isi
Cap. XXXIX. Toman los cristianos mochas plaias á los moros. • . ^ ' (M
Cap. XL. Entrega de Gnadiz y Almeria . «n
Cap. XU. Continúan los alborotos en Granada m
Gap. XLH. Sitio y capitulación de Granada m
CAP. XUU. Cómo Alé recibida la capitulación. Notable discurso doMun.Fin del im-
perio mnslim en Espafta Ms
AnlCDOTA cuaiosA . . w
Declarattoir de algnnos nombres de esta histeria. <rt
Fin DBL IN»ICB.
PAB19 — EN LA IMPBBNTA DE fJdH Y THUNOT ,
Calle Rarine . tf^ . cerfs M Od^on.